Plaza central

Anteia los siguió, metiéndose más en su abrigo y se sentó al lado de Kyllian -Estoy segura de que Mérida está bien y acompañada- Le respondió a Kyllian a sabiendas de que Mer debía estar con alguien de la Brigada, por apostar, diría Gen pero por si acaso le escribió un mensaje por la moneda. No le había dado tiempo de saludarla. Tras eso. Escuchó el intercambio entre ambos y guardó silencio.

-¿Sabes? Si te pones a pensar en toda tu vida en este momento siempre encontrarás la manera de hacer que cada cosa que te sucedió a ti o a tus seres queridos haya sido culpa tuya- Le respondió a Kyllian y le acarició suavemente el antebrazo. Su magia estaba en niveles mínimos, él tenía que danzar a través de las emociones para poder salir de esa. Analizó un poco lo que iba a decir pero era algo que había pensado desde el momento en el que oyó a Jack -Kyllian creo que… Os hizo falta algún adulto- Mencionó con lentitud -He pasado gran parte de mi vida relacionada con la Brigada y conozco a Lykaios desde que es un niño, es mi primo. Nunca en la vida ha hecho otra cosa que proteger a mis hijos y …tirar gnomos del jardín– Indicó con una leve sonrisa-Y sin embargo, fui yo la primera en darme cuenta que algo iba mal con Leila y la niña cuando la conocí y no tardé en tomar acciones las acciones pertinentes…Y tú tampoco- Le expresó con seriedad -Ni siquiera te lo pensaste dos veces cuando te sugerí adoptarla. Tu querías hacer cosas pero te faltaba, quizás, un poco de guía. Y… Y a Leila también-  El hecho de que supiera que había sido violada, de que la niña había sido concebida bajo ese acto tan horroroso le dio cierta claridad sobre la situación. Quizás algo más de empatía. Frunció el ceño, incómoda -Hay tantos que han quedado huérfanos, tantos que han crecido sin alguien que los apoye que yo, desde la caída de Hogwarts, siento la necesidad de ayudarlos. La Brigada son mis hijos rebeldes y leales, los renegados mis hijos determinados y valientes… Todos y cada uno de ellos tiene un espacio en mi corazón y siempre que puedo los he ayudado… Así que lo siento, por no haber llegado antes- Volvió la vista hacia Kyllian -Todos somos culpables, si lo miras desde tu perspectiva pero eso…No hará que regrese Lila ni que descanse en paz-

Y los campos…

-Yo estuve en los campos de Francia- Expresó Anteia separando las manos de Kyllian y los metió en sus bolsillos -La última vez que bajé tuve un ataque que me bloqueó y la vida de mi ahijada corrió peligro. Aún… me culpo de ello, pero sé que es una consecuencia de lo que viví y sé que mi salud mental es lo más importante y estoy acudiendo a terapia para ayudarme. Esta  guerra nos ha hecho vivir muchas cosas, unas peores y otras mejores…Para las peores necesitamos ayuda externa y tenemos que reconocer y aceptar cuando lo hacemos- Volvió la vista a Kyllian y sonrió de lado. Había escuchado alto y claro lo que le había dicho Amaya y ella también apoyaba esa decisión pero asumió que sería trabajo de la General avisarle a Kyllian -Quizás antes de plantearte todas esas preguntas deberías hablar con Mérida porque es muy fácil comerse la cabeza.  Puede que los de la Brigada te parezcan muy locos o peligrosos Kyllian, pero ellos han pasado muchas cosas juntos y son familia. ¿Quién eres tú para juzgarlos cuando viviste una de las peores caras de esta guerra y sabes lo que puede ocasionarte? Quizás, antes de juzgar, deberías conocerlos porque ellos confiaron en Leila tanto como tú… - Entonces tensó suavemente los labios, preocupada -¿Crees, sinceramente, que Mérida te alejaría del bebé? ¿Tú le harías eso a ella?-

Dejó escapar el aire y se acomodó en el banco, analizándole con la mirada. Recordaba aquel momento en el que se había puesto de rodillas a pedirle matrimonio mientras ella era un mar de lágrimas -Cuando ella vino a mi cuando se sentía mal tras gritarle a Leila en el mercado también la insté a hablar contigo. Los problemas de pareja se solucionan hablando entre ustedes, sin gente externa. Esas preguntas que nos haces a Reiv y a mí, bueno, no tenemos las respuestas…Además, no deberías preocuparte por Leila y Mérida- Recordó de nuevo aquel encuentro con la pelirroja -Primero, porque Mérida sabe defenderse muy bien…Y segundo porque no creo que la Brigada deje que Leila se acerque a vuestro bebé- Entonces entrecerró los ojos y se aventuró a preguntar -Nunca has visto a Mérida peleando ¿Verdad?- Inquirió con verdadera curiosidad.

- Puedo enviarle un mensaje a Mérida usando la moneda...ella también tiene la de la Brigada. - me ofrecí a localizarla para que él se quedase tranquilo, o al menos decirle a ella dónde estaba Kyllian para que viniese hasta la plaza. La habían echado de la sala, pero dudaba que hubiese ido muy lejos sin enterarse de la sentencia y sin saber qué había sido de Kyll. Lo de la sarta de mentiras de Leila debió dolerle, pero era una prueba más de que él no tenía culpa alguna. Negué de manera vehemente al escuchar que se echaba la culpa de lo que pasó en los campos, nada más lejos. - En absoluto. Gracias a ti consiguieron sacarme de allí. Tú llevaste a mi hermano hasta donde yo estaba. Me habría desangrado allí de no ser por tu intervención. - solté un sonido de resignación, cerrándome después la cremallera de la cazadora de cuero que me había regalado Kyllian cuando fuimos a visitarles. Iba a ser difícil sacarle del modo negativo, pero tal vez necesitaba pasarlo y estar así un tiempo antes de estar mejor.

- No te gustan sus amigos, ya está. No tienen por qué caerte bien. Cada uno con lo suyos. Tampoco creo que a Leila le interese acercarse a vuestro hijo. El viejo...bah. De algún modo necesitaba justificar toda la paranoia que ha soltado. Sólo son teorías. Ni caso. - además, me parecía que había ido muy a saco con él. No sabía si todos los juicios de Ouroboros serían así, pero esperaba que, si juzgaban a Adele, le diesen también caña. Me pregunté por un momento si el afamado juez Black también habría sido tan implacable. Yo no lo había conocido, pero contaban cosas de él. - Nadie podía saberlo. Puedes darle mil vueltas y siempre llegarás a la misma conclusión...todos tenemos algo de lo que nos arrepentimos al mirar atrás. - bajé la mirada un momento con gesto serio, tenía bastante claros cuáles habían sido mis errores principales. No se olvidaban, sólo se hacían algo menos pesados de llevar.

- Que no. - repliqué en cuanto dijo que Mérida se iba a llevar a su hijo, no la veía de ese tipo de personas. - Os he visto juntos, y se nota que os queréis. ¿Te acuerdas que al principio te dije que si te habías pensado bien eso de tener un hijo con alguien que conocías de sólo unas semanas? pues ahora veo que acertaste, está claro. - guardé silencio después para que Anteia pudiese hablarle también, prestando atención a su tono y gestos maternales. Se notaba que le cogía cariño a casi todo el mundo. Era relajante escucharla hablar, por algún motivo transmitía paz. Acabé asintiendo a lo que dijo, al final era con Mérida con quien tenía que hablar.

-No... no le envíes nada- si no estaba cerca era probable que necesitara estar lejos, Anteia dijo que estaría con alguien, alguno de sus amigos supuse. La rubia empezó a tocarme y por un momento sentí la necesidad de apartar mi brazo pero al menos me ayudaba a estar más calmado y podía respirar no como en la sala de juicio -Pues muy bien por la brigada Anteia, mis padres fueron asesinados cuando tenía diez años, me mordieron, me convertí en feral y ese hombre me enseñó a sobrevivir para después dejarme a mi suerte, perdona si no tengo esa guía que dices- que me sintiera menos agobiado no quitaba que mis emociones salieran a flote, no quería ser descortés, maleducado o mierdas de esas con la rubia, al fin y al cabo había cuidado del embarazo de Mérida y era su médico pero lo que menos quería era que me siguieran hablando de la maldita brigada otra vez, que si, que eran muy santos, vale.

Las palabras de Reiv me sentaban mejor pero aún así sentía que le debía algo por eso, pero podría haber sido peor, podría haber cumplido las órdenes de Éamon al pie de la letra y haberlo matado, al menos él no me decía que no los juzgara ni cosas de esas, podían caerme mal, al final tuve que mirarlo y sonreír de lado, puede que eso de que te dijeran lo que querías oír era malo pero ayudaba. Anteia también siguió hablando, la escuché en silencio con su historia de los campos y demás y otra vez, que quien era yo para juzgar, que yo había confiado en ella y todo eso, fruncí el ceño y no le contesté.

-Yo no le haría eso a Mérida... puede irse con sus super amigos, ella es libre de hacer lo que le de la gana, pero ese niño también es mío y puede que con lila no pudiera tomar decisiones porque no nos unía la sangre, pero esta vez no será así- no volverían a reclamarme el no ir por mi hijo, nunca más. Me sequé las lágrimas que aún me quedaban en los ojos, no quería escuchar más charlas de nadie, agradecía el intento de la rubia pero estaba claro que no era muy imparcial, me levanté del banco y le di la mano a Reiv, tiraría de él para que se levantara y poder darle un abrazo -Me voy... gracias por venir a apoyarme, eres un buen amigo- para Anteia una reverencia de esas que me habían enseñado en la guardia -Necesito pensar.... gracias- dicho eso me desaparecí hasta mi casa, pillaría mi jarra de cerveza y ya vería que hacía con mi vida.

La forma en la que Kyllian le respondió hizo que frunciera el ceño -No te culpo, sólo…- Se sintió profundamente dolida y dejó de canalizar su magia porque de lo contrario sentiría lo mismo que ella y no era buena idea -Sólo digo que lamento no haber llegado antes- Repitió pensando que quizás no había oído lo que había dicho. Se quedó pensativa mientras Reiv hablaba con él. Simplemente los miraba a Kyllian sobretodo, sintiendo unas ganas horrorosas de achucharlo y mimarlo por toda la eternidad. ¿Cuánto tiempo había pasado sin amor de madre? Ese que era tan especial y único.

-Y estoy segura de que ella no te haría eso a ti- Le respondió a Kyllian escuchando eso de los “súper amigos” preguntándose si ese rintintin no estaba lleno de envidia. Se mordió la mejilla por dentro, no podía preguntárselo así, mejor se lo comentaría a quien quedara encargado de su terapia. Tras eso se incorporó y le hizo una reverencia, Anteia movió la cabeza a modo de despedida y entonces se quedó a sola con Reiv.

-Le he escrito a Mérida, está bien. Dolida y confundida dice…Le he dicho que Kyllian va a su casa- Se cruzó de brazos, ligeramente deprimida y desesperada. ¿Por qué era tan difícil que la felicidad llegara a cada rincón del mundo? -He defendido demasiado a la Brigada, Kyllian no debería haber recibido eso de mi parte. Sólo necesitaba que alguien le escuchara pero… No pude evitarlo. Yo…- Miró a Reiv y soltó un suspiro negando con la cabeza. Estaba arrepentida. Se frotó las manos para darse un poco de calor mientras se incorporaba mirando la nevada plaza con nostalgia -Si sólo hubiésemos arreglado todo antes de que heredarais este maldito mundo…- Dejo escapar el aire y sonrió tristemente -Cuídate, Reiv ¿De acuerdo? Has estado mucho tiempo en el hospital. Vuelve a un lugar cálido y tomate un té calientito- Se inclinó y le dejó un beso en la frente, luego le cogió de la barbilla para mirarlo y se la apretó un poco mientras sonreía, pareció que iba a decir algo más pero no lo hizo sino que se dio media vuelta  y se retiró de allí.

Comprendía a Kyllian a la perfección, me sentía identificado en eso de no tener un guía o referente adulto durante la infancia y adolescencia. Ni él ni yo habíamos sabido qué era eso. Por eso entendía que le molestase escucharlo, y también que no le gustase escuchar cosas buenas de la Brigada. Ahora mismo estaba cerrado en banda, no tenía sentido seguir hablándoles de ellos. Esperé a que terminase de hablar con Anteia sin interrumpir, dándole la razón en eso de que era hijo de los dos y tenían que decidir juntos. Al final le acabé dando un abrazo antes de que se marchase, al menos parecía que se había desahogado un poco. - Tenía que estar aquí hoy, no me las des. - no hacía falta agradecerme por eso, si no era capaz de venir a apoyar a mi único amigo... - Vale, intenta no darle demasiadas vueltas. Llámame si necesitas o necesitáis algo. - se supone que ahora deberían encontrarse y hablar, a ver cómo terminaba aquello.

Anteia y yo lo vimos partir, quedándonos a solas y en silencio unos segundos antes de que ella hablase de nuevo para contarme lo de Mérida. - Seguro que lo arreglan en cuanto hablen. El juicio ese saca de los nervios a cualquiera. - metí las manos en los bolsillos de la cazadora por el frío que hacía en la nevada plaza, observando un momento la estampa antes de de volver la mirada a Anteia. - No te culpes. Ahora mismo le daría igual cualquier cosa que les dijeses de ellos. No quiere ni escuchar su nombre...muchas veces nos pueden los odios irracionales. - sus palabras sobre arreglar el mundo para nuestra generación me provocaron una mayor empatía por la mujer, podía entender que sentían que habían fallado en atajar la guerra a tiempo. Otra cosa que tampoco era realmente su culpa. No supe qué decir, ahora nos tocaría a nosotros hacerlo. Su gesto de cariño cuando dijo que me cuidase me tomó por sorpresa, sobre todo por aquello de que no habíamos hablado muchas veces y no nos conocíamos muy bien. Supuse que ella era así y lo acepté de buen grado. Hacía falta más gente como ella en el mundo. - Lo haré. Justo lo mismo que me ha dicho mi padre. - sonreí brevemente antes de que se marchase, eso es lo que se supone que hacían los padres y madres, preocuparse de que sus hijos estuviesen bien. Y por eso mismo sabía que Kyllian sería un buen padre. Decidí marcharme de la plaza caminando, abandonando el lugar sin demasiada prisa. Poco después recibiría un mensaje de Mer muy poco tranquilizador...en ese momento supe cuál sería mi siguiente parada.

Lyosha le halagaría a Zaphira la lealtad de sus soldados. Apenas el decimo cuarto bicho que amenazaba era el que había soltado prenda después de ver la hilera larga de compañeros que estaban noqueados. No había sangre, no. Simplemente les había pegado con fuerza en la cabeza o los había drenado lo suficiente para que necesitaban dormir. Éste parecía dispuesto a colaborar aunque mantenía el arma en ristre contra la garganta de Lyosha, que se inclinaba peligrosamente contra el filo de ésta hasta sentir la mordida del metal con una sonrisa. Escuchó las palabras "Lyosha Svensson solicita su presencia en la plaza central. Ha herido a una decena de guardias buscandoos"

El patronus en forma de caballo dio un par de vueltas antes de salir corriendo Lyosha se alejó un poco de la espada y movió la cabeza para lamer su propia sangre con una sonrisa. Con el casco así no podía verle el rostro así que movió una mano y le levantó la visera para ver la consternación en aquellos bonitos y acaramelados ojos marrones -Has hecho bien- Le recompensó la revenant en un ronroneo -Puedes irte- El guardia negó con la cabeza aunque no podía determinar si el movimiento de la visera fue porque manejara el metal o telequinesia, no podía permitir que estuviera por allí. Es más, envió un mensaje al General y a su teniente a través del casco -Ummm...¿En serio quieres quedarte?- Mantuvo el arma en ristre y Lyosha saboreó una posible pelea -No voy a permitir que estéis suelta. Ya os he dado lo que quería así que ahora esperaremos los dos a que Eire venga aquí, no os quitaré el ojo de encima- Lyosha reaccionó ante la advertencia y sonrió de lado -¿Y si te quito los ojos, qué vas a hacer?- Preguntó alzando ambas cejas.

Al salir de casa de Sean envié un patronus al guardia que me había avisado "Detened a la agresora, pedid refuerzos, voy en camino" el pequeño pajarillo voló y yo hice lo mismo para tomar mis pertenencias, sobretodo la cota y la espada para después presenciarme en el lugar que me habían indicado, la plaza central.

Aterricé de forma ligera y plegué mis alas encontrando al soldado que había dado el aviso, primero me acerqué a él interponiéndome entre los presentes -Buen trabajo soldado, pide ayuda médica para tus compañeros y retírate, yo esperaré por los refuerzos- con eso dicho saqué mi espada y apunté a la mujer, estaba de muy mal humor, primero me interrumpía la visita a casa de Sean, atacaba a los soldados y creaba disturbios -Hay otros métodos para llamar a alguien, Lyosha, pero este no es el adecuado- El soldado que había dado el aviso se retiró y nos quedamos bajo la atenta mirada de los transeúntes -Quedas detenida por agresión a la guardia y desorden público, no ofrezcas resistencia o será peor-

Al final no le quitó los ojos pero estudio mucho su silencio, un silencio que se llenó con la presencia de compañeros, Lyosha podía sentir el metal que empezaba a rodearla. Imbéciles. ¿Se creían más fuertes que un centinela? Pero siguieron callados. Panda de aburridos... hasta que Zaphira llegó dando órdenes. Lyosha sonrió abiertamente, finalmente lo que deseaba.

-No necesitan ayuda médica, están tomando la siesta para reponer la energía que le robé... Bueno... Él...Ésta...Y...Él. Ellos tienen un golpe en la cabeza- Sonrió y luego alzó suavemente los hombros -A diferencia de mis compañeros, mis poderes son limitados no puedo hacer un bichejo azul con voz pero puedo necrosar carne ¿Quieres verlo?- Le preguntó sonriendo mientras los transeúntes se la quedaban mirando, ella los ignoró.

-No soy ciudadana de vuestra isla y no importa la cárcel dónde me encierres, no tienes nada lo suficientemente preparado para detenerme- Dijo acercándose a ella mientras mantenía su mirada en aquellos ojos que habían hechizado a su hermano  -Pero...Debo reconocer que despiertas una gran lealtad en tus guardias y eso habla de ser un ejemplo a seguir, de alguien respetable así que... jugaré a cumplir mi condena a cambio de un favor...- Entrecerró suavemente los ojos -Necesito un vial de sangre de Khaled- Sentenció y  negó con la cabeza, por si le daba por preguntar -Necesito reforzar mi sello revenant y Khaled no puede hacerlo. Necesito su sangre para que alguien más lo haga- Y esperaría, esperaría en el calabozo lo que hiciera falta para cumplir aquella estúpida condena, total, no tenía otro sitio a dónde ir.

Fruncí el ceño cuando la albina frente a mi dijo que no necesitaban ayuda édica -Eso no lo decides tu, lo harán los sanadores del hospital que están mucho más cualificados- y desde luego ni siquiera los matasanos que tenían en la torre podrían hacerlo cuando ni tan siquiera podían atender a Adramelech como era debido. El ofrecimiento de Lyosha para con su poder me sonó a amenaza y ya no le iba a aguantar eso, ahora estábamos en mi terreno -Inténtalo a ver si puedes-

Las personas que pasaban se iban quedando mirando lo que pasaba pero por suerte los refuerzos llegaron y con una sola señal despejaron la zona por si la captura se complicaba -Podemos probar, no perdemos nada por intentar encerrarte- Lyosha se acercó a mi pero mantuve mi posición con la espada arriba apuntando hacia ella -Lealtad y disciplina algo de lo que tu pareces estar un poco falta, puede que no pertenezcas a Ouroboros pero mientras tu y los tuyos viváis aquí y se os ofrezca refugio debéis acatar ciertas normas, seas tu, Khaled o quien sea-

Lyosha no me parecía el tipo de mujer que llamara a alguien para nada, tenía algo en mente y una petición que hacerme pero me pareció muy extraño -Pídesela tu, no soy la recadera de nadie, te irás al calabozo y cuando salgas vas y se lo dices tu misma a tu hermano- Con lyosha las cadenas no funcionarían de primeras así que sin esperar lancé un encantamiento de cuerdas con intención de atarla y por si acaso cargué contra ella para intentar darle un buen golpe y dejarla KO.

-Como quieras- Dijo alzando los brazos sin importarle tres pepinos. Le sonrió a aquello de “intentarlo” porque parecía cabreada. Oh, había tocado una fibra sensible? Le recorrió el rostro con curiosidad y también las alas y la cola. Era curioso verla así -¿No te vuelve loca? ¿Ser tantas cosas al mismo tiempo?- Frunció el ceño, aquella era una pregunta sincera porque ella sabía que el demonio que había llamado Khaled estaba allí dentro. Se preguntó si…Si sabría quien era ella, si la recordaría, si Belialt habría compartido esa información con ella.

Pero tampoco ansiaba la respuesta -De acuerdo- Dijo mientras la zona empezaba a despejarse, Lyosha soltó un largo suspiro porque el público siempre era mucho mejor -Vine aquí por obligación del imbécil de Belialt, yo no decidí venir a esta isla…Aparte, pensé que a Khaled le habría comprado el ticket de excepción al meterse en tus pantalones- Advirtió con simplicidad, alzando un hombro para restarle importancia. No le interesaban ni las leyes, ni nada de Ouroboros. Quería volver a donde habían nacido los Souls aunque estuviese destruido.

-No era un recado, era un trato- Advirtió y entonces soltó lo del calabozo -¿Y cambiar una prisión por otra? No voy a volver a esa torre, prefiero tu calabozo- Dijo, mordaz y entonces vio su movimiento. Reaccionó con rapidez y el metal de su armadura se desprendió de su cuerpo para formar un escudo y deshacerse de las cuerdas. Pero al hacerlo, tuvo que comerse el golpe de Zaphira que estalló en su mandíbula y descargó un latigazo de dolor por todo su cuerpo. Aquello la echó hacia atrás y le nubló la vista, pero la revenant sólo se rió un poco antes de escupir sangre -Me gustas- Murmuró el metal de su escudo se convirtió en una tormenta de cuchillas que estaba a su alrededor, sin la armadura, Zaphira podría ver perfectamente el estado de su ropa. Al ser varias cuchillas lanzó unas hacia su estómago para que tuviera que proteger los órganos vitales y las otras las envió a sus alas. Mantuvo la distancia porque cuerpo a cuerpo perdería mucho más rápido -Tenías ganas de pegarme hace rato ¿No? ¿Te sientes mejor?- Le preguntó alzando el arakh hacia ella y preparándose para la siguiente ronda.

Cuando la albina preguntó si no me volvía loca no supe qué contestarle porque no entendía lo que quería decir pero aún así lo intenté -Yo solo soy una cosa, no importa lo que pase siempre seré yo- Me preparé para entrar en combate en cuanto los guardias hicieron su trabajo. Lyosha pensaba que había sido obligada a venir a la isla, su hermano no la había salvado solo a ella, sino a todos al tomar la decisión de mover la torre y no contenta con eso me echan en la cara mi relación con él -Pues eres libre de marcharte a morir abajo, nadie te obliga, pero déjame decirte que eres una egoista, solo piensas en ti y no en el dolor que eso puede traerle a tu hermano y ya que dices lo del ticket eso quiere decir que yo puedo hacer y deshacer en vuestra torre ¿verdad? lo tendré en cuenta- claramente no lo iba a hacer, yo sabía perfectamente cual era mi lugar y en esa torre no era más que la invitada de Khaled, nada más.

-Pues no hay trato- si hubiera llamado de buenas, tal vez, pero en esas circunstancias y con lo enfadada que estaba en gran parte por culpa de los estúpidos cambios hormonales, no se la iba a dejar pasar. Que me dijera lo de la prisión me pareció otra queja más sobre la torre, ella lo llamaba prisión cuando solo los mantenía a salvo, si tantas quejas tenía debía hablar con su hermano y no darme la brasa a mi con sus problemas... y pensar que ella iba a ser la tía de mi hijo... menudo dolor en el trasero. La conversación ya no me aportaba absolutamente nada así que pasé a la acción, las cuerdas que lancé fueron repelidas por el escudo pero el puñetazo le había dado en la mandíbula echándola hacia atrás -Tu a mi no- dije apartándome en cuanto sentí el flujo de magia en ellla.

El metal que la mujer llevaba encima se apartó y estaba claro que usar mi espada o cualquier otra cosa de metal contra ella sería inútil. Pude ver y oler toda la suciedad y el olor a sangre que manaba de ella hasta el punto de que tuve que contener una arcada, mi olfato sensible y el embarazo no eran mis mejores aliados contra eso. Las cuchillas volaron hacia mi y al ver la trayectoria me envolví con las alas llevando los brazos a mi vientre, no me dio tiempo de activar la piedra lunar así que las cuchillas se clavaron en ellas "creo que deberías llamar a la caballería, recuerda que tengo un trato con el nigromante" dijo Maera en mi interior pero no estaba dispuesta a abandonar ese combate -Cállate- espeté mientras me iba levantando.

Sacudí mis alas y las cuchillas cayeron al suelo con mi sangre en ellas, las plumas azules empezaron a teñirse de rojo así que las plegué, en su lugar los cuernos aparecieron, mis pupilas se hicieron más afiladas y las escamas empezaron a cubrir mi cuerpo -Eres tu la que me ha amenazado dos veces, solo cumplo tu deseo- estiré la mano y atraje una de las lanzas de los guardias que estaban cerca, rompí la punta para quedarme solo con el palo de madera lanzando el metal lejos del alcance de la Soul, sin esperar mucho más volví a arremeter contra ella haciendo gala de mis habilidades de combate, lancé varios golpes esperando alcanzarla pero me centraría en dejarla sin equilibrio atacando a sus piernas .

-Um...- Eso decía Lyosha, antes de morir y volver pero la dejaría en su ignorancia. Quizás aún no conocía hasta donde llegaba Khaled por amor. La respuesta de Zaphira hizo que sonriera de lado. Marcharse a morir. ¿Y qué ganaba con eso? Nada. De haber querido morir, de haberlo decidido, ya habría acabado con su vida hace mucho tiempo -Con la torre puedes hacer lo que quieras, pero con el corazón de Khaled no- Se lo advirtió y esta vez sus ojos si refulgieron de energía porque si algo quería dejar en claro es que no podía verlo así… Nunca más.

No se extrañó de que Zaphira soltara que no hubiese trato. En ese caso, no podía perder más tiempo allí. Tenía que buscar otra solución o, finalmente, perder la cabeza. Quizás podría bajar, si lo hacía y caía en las garras de SAM implicaría que ya no tendría que pensar ¿No? Que sólo haría lo que dijera la máquina…Pero eso implicaba doblegar su voluntad y eso ya no le apetecía tanto -Me da igual. No soy nadie importante para ti- Mencionó alzando un hombro con desinterés. Tampoco le interesaba que le tuviera en estima, pero no estaba demás saber que podía pelear.

-No era mi deseo, pero estoy más tranquila de saber que puedes defenderlo si es necesario-  Cuando  le dijo que se callara alzó una ceja con curiosidad -Sólo quiero lo mejor para mi hermano ¿Cómo proteges tú a los tuyos?- Preguntó pero, sinceramente, ya había perdido el interés en pelear con ella. No ganaría nada, no habría trato. Necesitaba tiempo para pensar y no volver a la torre. Así que sólo le quedaba una opción.  Lyosha vio el palo de madera y su estrategia y recordó a Vanessa, menuda chiquillada. Lyosha evadió casi todos los golpes, algunos le dejarían moretones y el ejercicio ya le había drenado energía. Cuando golpeó una de sus piernas perdió el equilibrio y tuvo que usar el arakh para sostenerse en pie. Se detuvo y miró seriamente  a Zaphira antes de levantar el arma, usar su magia de metal, y apartar la calavera de la empuñadura. Se la guardó encima y luego tiró el arma a sus pies -De acuerdo, me has vencido ¿Feliz? Guíame a tu calabozo- Las cuchillas volaron a ella y reconstruyeron su armadura mientras esperaba que se pusiera a caminar.

Que Lyosha metiera las narices en... la relación no definida que tenía con Khaled me tocaba la moral -Eso no es asunto tuyo, solo nos concierne a tu hermano y a mi- pude ver la determinación y seriedad en los ojos de la revenant pero eso no haría que yo cambiara de opinión, mis asuntos eran míos y ella no podía interferir.

No acepté el trato y eso ella lo sabía y si no me encargaría de que lo supiera con mis intenciones, cuando le asesté el primer golpe intercambiamos palabras y ella... era extraña, defendía a su hermano pero al mismo tiempo le había dado una buena en la torre Soul, se preocupaba por su corazón pero no era capaz de ir a pedirle el vial de sangre que necesitaba ella misma -Para mi no pero lo eres para tu familia, así que deja de hacer tonterías -  el contraataque empezó pronto y me vi con las alas inutilizadas pero aunque ella era toda una experta en el control del metal se la notaba cansada y eso era una pequeña ventaja a mi favor.

-Tu hermano puede defenderse perfectamente él solo- aquella conversación ya empezaba a sonarme extraña ¿le estaba buscando niñera a Khaled? ¿ella pensaba marcharse de verdad? -Yo protejo a los míos sin causarles más problemas-. No tuve tiempo de desarrollar ese pensamiento durante el transcurso de la batalla, la mujer se defendía bien y mi objetivo era no darle tregua para que no pudiera recuperarse y devolverme los golpes, al final conseguí darle en una pierna y clavó su Arak en el suelo. Ella levantó su arma y yo hice lo mismo con la mía sosteniéndole la mirada, al final pareció rendirse pero a mi no me convencía demasiado -La armadura fuera Lyosha- le dije sin bajar el palo.

Los guardias se quedaron mirando y entonces di una orden sin apartar la vista de la albina -Que venga alguien con control metal, despojadla de todo lo que tenga encima de metal, no uséis cadenas, usad cuerdas encantadas y que nadie la toque si no os queréis dar una vuelta por el hospital- uno de los guardias obedeció la orden y enseguida le quitaron la armadura, yo misma volví a invocar las cuerdas para atarla y que los compañeros pudieran llevársela a los calabozos -Lyosha Svensson, queda detenida por agresión a varios oficiales de la guardia y escándalo público, quedará recluida en los calabozos hasta una vista formal donde se dictará su castigo por los delitos cometidos... y hablaré con tu hermano sobre lo que me has pedido- dije finalmente.

Los guardias se la llevaron bajo órdenes estrictas, los que la llevaran hasta su celda no podían tener la armadura puesta, en llegar la acusada debía darse un buen baño y le proporcionarían ropa limpia además de mantas y comida caliente, no estaría en un hotel de lujo pero al menos podían tratarla bien, después de todo era la hermana de Khaled. Me dejé caer en uno de los bancos cercanos de la plaza y suspiré, ahora empezaba a dolerme la espalda y mucho me temía que era a causa de las heridas en mis alas. Convoqué un patronus para enviarle un mensaje a Khaled sobre lo sucedido pero otro vino a mi en forma de cuervo, por un momento pensé que se trataba de Catherine pero aquella magia tenía una esencia distinta, algo que pude comprobar al escuchar la voz que salía de ella.

Me llevé una mano a la sien para masajearla mientras pensaba en loq ue tenía que hacer, primero Khaled, así que terminé el patronus con el mensaje:

"Acabo de tener un encuentro poco verbal y muy físico con tu hermana, he tenido que detenerla por atacar a mis guardias, espero que lo comprendas. No la conozco pero diría que está muy rara... me ha pedido un vial con tu sangre, le he dicho que no y la he enviado a los calabozos, deberías hablar con ella"

El pequeño pajarillo azul alzó el vuelo y entonces contesté a la petición de Arturo:

"Estoy muy ocupada así que ven ahora mismo, estaré en el salón del té"

El patronus alzó el vuelo rumbo a su destinatario y yo me quedé esperando en la plaza un rato, solo esperaba que fuera algo rápido porque quería ir a por mis cosas para poder ir a quedarme unos días con Sean. al final me levanté y fui andando hasta el salón del té.

-Después de varios amores, Zaphira, yo soy la única constante en la vida de Khaled- Le respondió, mordaz. Si creía conocer a los Svensson estaba muy equivocada. Quizás demasiado. El hecho de que pensara que Khaled siempre podía defenderse solo la decepcionó y aquello se notó en su mirada, le daba igual si Zaphira lo reconocía o no. Tenía que quedarse...Porque cuando Khaled estiraba los límites, ella era su segunda al mando. Tenía que recobrar la cabeza, la cordura mental.

¿Cómo podía alcanzar otra vez su equilibrio? Lo de la armadura hizo que soltara un "tsk" y se la quitó con facilidad dejándola en un cubo de metal a los pies de ella pero lo único que no se quitó fue la calavera, que la sostenía en la mano con fuerza. Cuando empezaron a rodearla observó las armaduras de los guardias y sonrió irónicamente con eso de llevarlos al hospital. Uno de los guardias se acercó a ella para pedirle la calavera y otro intentó quitársela con atracción de metal -Si me sacáis la calavera os juro que os destripo- Advirtió iracunda y miró a Zaphira significativamente. Lo daría todo, se entregaría pero no cedería su calavera.  Nadie era digno de tocarla, ni siquiera aquella en la que había depositado su esperanza.

-No- Expresó cuando dijo que hablaría con Khaled -Retiro mi palabra. Buscaré otra solución- Expresó y empezó a caminar junto a los guardias, observando que habían cambiado estos no tenían armadura. Recordó los pequeños detalles que le había enseñado a Vanessa y sonrió para sí misma antes de ser llevada a los calabozos para una rutina de limpieza profunda que en el fondo agradeció porque pareció limpiarle la mente  y se quedó en su calabozo mirando su calavera y pensando, mucho.

Tras el envío masivo de patronus decidí que iría a la plaza con calma, dando un paseo hacia allá en compañía de Nyara. Sabía que iba un poco antes de tiempo, pero no me importó porque así aprovecharía el rato antes de la asamblea. Además, así la cría podría jugar más con los regalos de navidad, yendo tan feliz con su patinete transformable. Por ahora lo llevaba modo nieve, como la plaza estaba toda nevada. De camino nos habíamos pasado también por el mercado, cogiendo una bolsa de regaliz para compartir. Al llegar a la plaza comenzamos a dar vueltas por allí, incluso ella se puso a jugar con algunos niños que conocía de la guardería del hospital, más o menos de la edad de ella. Pensé que a Ouroboros le faltaba algo así intermedio para que fuesen los que no eran ni adolescentes ni adolescentes ni bebés. Algo así como una escuela de iniciación a la magia.

Seguí vigilando a Nya, sacando también un papel del bolsillo de la cazadora. Lo desplegué para repasar lo que había apuntado de la reunión, echando un vistazo para ver si se me olvidaba algo. Releí lo dicho por el cambiado S.A.M:
"Envié parte de mi cuerpo al exterior al ver que no podía realizar conexión. De eso debéis encargaros vosotros. Los back up completos se realizan cada 15 días. Tenéis hasta entonces." Teníamos también las coordenadas que Mérida había enviado a todas las monedas comunicadoras, y lo que me había dicho Lykaios al respecto: "Nos lo dio una androide, una que le voló los sesos cibernéticos a otro androide. Dijo que estaba anulando una y otra vez su back up a la nube para que Sam no se enterase de lo que estaba haciendo...pero que acabaría dándose cuenta, así que teníamos poco tiempo para que....supongo...S.A.M SEPA QUE SABEMOS donde están ubicados los núcleos, los de verdad, no esta puta trampa. Si lo hacemos , tiene que ser en los tres a la vez. Díselo a los Descendientes"
El problema era...que no teníamos certezas. Sí, parecía una locura necesaria, pero habíamos salido escaldados de la última misión. Igualmente era la última esperanza.

El hospital estaba sorprendentemente tranquilo para las fechas. Me dediqué a revisar fichas de pacientes porque no tenía otra cosa que hacer a decir verdad. Tras terminar con ellas me despedí del personal indicando que si me necesitaban llamasen sin falta. Tampoco me venía mal una guardia fuera del hospital.
Había ido a casa a terminar de recoger aunque había dejado todo más o menos decente. En ello estaba cuando llegó aquel mensaje de Johan. Lo curioso es que se había marchado con Nya, supuestamente a pasar rato con ella pero al parecer el moreno seguía siendo aquel que no paraba de pensar en las misiones.
"Ni estando con tu hija ?"
No tardé mucho en decidir ir a la reunión. Al fin y al cabo seguían necesitando sanadores en ellas y muy en mi interior tenía la esperanza de convencer al maldito Johan de relajarse un poco y disfrutar de Nyara al menos durante un día.

Estando en la plaza ya les busqué con la mirada. Nya estaba jugando con algunos amigos y Johan estaba plantado en mitad de la misma absorto en la lectura de algo. Me acerqué a su espalda asomándome por su hombro para cotillear.
-¿No ibas a pasar el día con Nya señor líder de la resistencia?
Seguía usando aquel término aunque ahora se hacían llamar renegados aún recordaba aquel mensaje por radio en el que el mismo se autoproclamaba de aquel modo. Sonreí de medio lado, era una bronca más bien en broma. Tampoco es que fuese a montarle un pollo por ser como era.

La maravillosa cena de nochebuena fue un soplo de aire fresco. No olvidaba la tragedia, la recordaba siempre que llegaba a su ahora silencioso piso, siempre que buscaba algún primo con la mirada acostumbrado a encontrar algún familiar cerca. Todo pasó tan rápido y no estuvo para su familia cuando lo necesitaron.

Aún no dormía en la habitación principal del piso, seguía durmiendo en su cuarto de siempre. Al levantarse esperaba oír el ajetreo matutino habitual en la casa, pero solo había un devastador silencio. La última vez que los vió vivos se veían tan felices y plenos, parecía que nunca se irían, pero a las pocas horas los vió debajo de sábanas blancas en la morgue.

Todos los rituales para despedir a los difuntos fueron llevados a cabo, lo que le dió consuelo al igual que las condolencias que le ofrecieron, pero no dejaba de escoser. A pesar de todo, tenía responsabilidades que no dejaría de cumplir, estaba investigando sobre preguntas para llevar a cabo el censo cuando llegó el patronus. No iría a la misión si era fuera de la Isla Flotante de Ouroboros, obviamente, pero si había algo en lo que podía ayudar desde la isla, quería enterarse para participar.

Aterrizó sobre la nieve de la plaza y plegó las alas de su traje para elementaristas del aire mientras avanzaba y buscaba con la mirada la reunión. Su pelo de color castaño oscuro estaba despeinado, el tono chocolate de sus ojos estaba oscurecido por la tristeza mientras ojeras decoraban su rostro como guirnaldas y la sombra del vello facial asomaba tras bastante tiempo de no afeitarse. Le tomó su tiempo encontrar su destino, tuvo que agudizar la vista en busca del que convocó la reunión cuando lo que había estado buscando era a varias personas reunidas, pero lo halló junto a una mujer.

-Señor Black.- Saludó con una inclinación de cabeza cuando estuvo cerca. A la mujer también le dedicó una inclinación de cabeza a modo de saludo. No recordaba haber hablado personalmente con ninguno de los dos así que probablemente no notarían que los gestos del joven maestro eran apagados, ensombrecidos por el dolor de su espíritu. -Curioso punto de reunión el que ha escogido, temo que tenga una mala opinión de nuestra sala de reuniones.- Dijo con una pequeña sonrisa mientras un viento frío agitaba su cabello.

Releí una vez más las notas y las coordenadas apuntadas con sus ciudades, Londres, San Francisco y Turín. Con eso podíamos hacer suposiciones basadas en lo que dijo Lykaios de los tres lugares. Debían tener relación, eso estaba claro. Nada era casual en el plan de la IA. Turín sabíamos que era una de las fuentes de magia a la que fueron a extraer el material para la máquina que hicieron en la casa Le Fay, pero no tendría sentido que instalasen allí el núcleo. En esa misión también fueron a otras dos ciudades más, todas ellas para aprovechar el potencial de la convergencia.

Me llevé un pequeño sobresalto cuando apareció Josephine a mi espalda, no la había escuchado acercarse. Vale,  me había pillado con cosas del "trabajo" en medio de la plaza. Eso era malo. Señor ex-líder habría respondido, pero me lo guardé porque también sonaba a que nosotros éramos exs. ¿Qué éramos? Al final puse la sonrisa de "no tengo excusa", pero lo acompañé de argumentos. Guardé de nuevo el papel, de vuelta al bolsillo de la cazadora.

- Claro, el otro día de Navidad estuvimos todo el día juntos después de abrir los regalos, y hoy también. Además hemos pasado por el mercado a comprar regaliz, ¿quieres? - le señalé a la bolsita que llevaba la niña en la mano, aunque yo le había dicho que mantuviese las dos en el manillar del patinete.  Ella fue tan contenta hacia su madre, ofreciéndole lo que tenía mientras le contaba que había estado jugando con sus amigos. - Eso, la traigo a socializar con niños. No puede pasarse el día rodeada de gente mayor cantando en ruso. - como el pesado de la cena. Menos mal que después de eso no tardamos en irnos.  - Hay una asamblea aquí  para hablar de la misión, aunque eso es más tarde. Tenemos tiempo para dar una vuelta juntos...  - le ofrecí dar un paseo, haciéndole una indicación para que comenzásemos a andar.

Justo en ese momento apareció un Descendiente, acudiendo a la la plaza bastante antes de lo que esperaba. Eso me dejaba en mal lugar con lo que le acababa de decir a Jo. Me costó un poco recordar su nombre porque también me costó reconocerlo, hasta que di con cómo se llamaba.  - Hola, Adael. Llegas bastante pronto, creo que la gente tardará algo en llegar. Elegí este lugar porque yo no tengo la autoridad para organizar nada en vuestra sala de reuniones del Consejo, así que en la plaza, que es un espacio público y puede venir quien quiera.

Me separé de él cuando se pegó aquel sustillo y mi cabeza se ladeó por su sonrisa de me has pillado.
-Mmmhhmm-Asentí a su explicación plantando una mano en mi cadera alzando ambas cejas. Era verdad que últimamente pasaba más tiempo con ella pero me pareció gracioso hacerme la medio indignada por ello, aunque se notaba de sobra que no estaba enfadada ni nada parecido. Me agaché cuando llegó Nya quedando en cuclillas mientras intentaba "peinarle" esos pelos de punta raros que eran imposibles de peinar.Negué a su ofrecimiento.-Yo no quiero , gracias Nya¿Por qué no le ofreces a tus amigos?-Señalé a los criajos que jugaban ahí al lado y miré a Johan aún agachada mientras ella se marchaba corretando con los niños.
-No se pasa todo el día entre adultos, conoce a muchos niños.-Expliqué incorporándome a la par. Lo sabría si hubiese pasado más tiempo con ella pero aquello no lo diría.-Y le gustan las canciones, en ruso también. Y Thoren canta mejor que Yaros- Crucé mis brazos mirando hacia la niña que jugaba gritando y riendo por ahí, escapándoseme una sonrisa pensando que tal vez allí ella consiguiese ser feliz.
Volví a la tierra al escuchar lo de la reunión,su forma de decirlo me hacía pensar que él no quería o no pensaba que yo viniese justo para eso.-Sí, claro podemos dar un paseo mientras esperamos a los demás.-Esperaba que así lo pillase.
Iba a ponerme en camino cuando apareció un hombre. Sabía quién era por todos los retratos y las informaciones del hospital y demás, aunque nunca me había cruzado con él. Apreté mis labios mientras sonreía, me hizo mucha gracia que le llamase Señor Black, para mi el señor Black siempre había sido Sirius, aunque claro, Johan por lo menos tenía nombre a mi solamente me saludó cortesmente con un gesto. Incliné la cabeza igualmente mientras Johan le explicaba la situación. Parecía que cada vez que teníamos la oportunidad de hablar siempre pasaba algo, llegaba alguien o había algo más importante que hacer.
-Eso es, el ...-dudé pero lo solté con una pequeña sonrisa, tratando de que no se me escapase una risa-Señor Black y yo nos disponíamos a dar un paseo mientras esperábamos la hora de la reunión.-Miré a Johan aún burlona y después me presenté al descendiente extendiendo mi mano-Josephine Patterson, sanadora del hospital. Creo que no hemos tenido el gusto de encontrarnos nunca. Aunque supongo que eso es una buena noticia-La verdad que nunca le había visto en el hospital, el hombre debía gozar de una buena salud o era bastante bueno en batalla como para no necesitar atención médica.

Notó que manejaban otros modales cuando el líder de los renegados lo llamó por su nombre de pila. Fue inesperado pero no le dió mucha importancia, supuso que podría tutear a Johan también. Cuando el viento corría cerca de ellos se llevaba con él algunas partes de las oraciones por lo que escuchaba entrecortado así que tenía que hacer uso de la imaginación, lo bueno era que al no haber mucha gente aún, podía recurrir a leer las expresiones corporales o los labios. ¿”Llegas bastante corto”? Se preguntó si se refería a que se había encogido. Ah, no, dijo “pronto”. -Puedes solicitarla si la necesitas, pero supongo que no hay tiempo para la burocracia.- Aventuró refiriéndose a la sala de reuniones. Bueno, si se reunía demasiada gente en la plaza también había que pedir permiso, pero seguramente no serían tantas personas en esta ocasión.

La mujer confirmó también que aquel era el lugar indicado para la reunión y procedió a presentarse ella misma, se trataba de un miembro del equipo del hospital. Tomo su mano, se inclinó y besó en el dorso de la mano de la sanadora. -Un placer Tomeline. ¿Hace cuánto tiempo reside en la isla?- Le preguntó.