Plaza central

Como era de suponer la información sobre el ataque a la residencia de las montañas no le importaba a nadie. El Consejo y sus miembros no miraban por nadie más que por ellos, precisamente un comportamiento que a nosotros nos habían exigido cambiar, participando y demostrando nuestra valía ante sus ojos.

Ojos que precisamente sentía clavados a pesar de no mirarles y los susurros tampoco pasaban desapercibidos. Apreté mis labios antes de tomar un nuevo trago, diminuto, pensando que si nuestras intenciones fueran otras seguramente se comportarían de igual modo. Eran elitistas, tanto como nosotros, pero se creían muy por encima en cuanto a moralidad. El único que parecía abierto y sin prejuicios era Galeno y Giordano en ocasiones. Le dirigí una mirada en ese momento, tal vez no por temor o recelo, sino por despiste y espontaneidad, por tener demasiadas cosas en la cabeza como para pararse a pensar en sus actos.

En ese momento apareció un hombre que desconocía, presentándose. Observé su mano y sonreí brevemente inclinando mi cabeza. No era apropiado o eso me habían enseñado en mis clases de protocolo que una mujer usase las manos para presentarse. -Guinevere Pendragon-Me presenté cortésmente mientras escuchaba la voz de mi hermana a mis espaldas, montando un pequeño espectáculo. Aún así mantuve la compostura como si aquello fuese lo más normal del mundo. Incluso cuando un nuevo susurro por parte de los descendientes llegó a mis oídos.

Alcé las cejas ante la sinceridad del hombre que sospechaba no era otra cosa que un intento por acercarse a nosotros de manera interesada. Corregí mi postura sonriendo para hacer ver que apreciaba ese gesto, aunque en realidad no podía saber si aquel tipo nos interesaba como aliado.-Señor Gutenberg, las visitas en la Residencia Pendragon siempre son bien recibidas. Estoy segura de que mi hermano estará encantado de hablar con usted en cuanto se encuentre con fuerzas.-Respondí con educación.

Miré por encima de mi hombro comprobando que mi hermana abandonaba el lugar, así como gran parte de nuestros aliados. Observé de nuevo hacia la zona donde estaban los descendientes, no tenía mucho más que hacer allí. Volví a prestar atención a mi interlocutor.-Si me disculpa, creo que voy a dar por finalizada mi noche. Encantada de conocerle.-Volví a realizar una breve inclinación antes de que el hombre también siguiese su camino para abandonar el lugar y marché a la pista, donde Alud continuaba divirtiéndose. Intercambié algunas palabras con ella en lenguaje de dragón, animándola a quedarse para disfrutar de la música, yo pasearía un rato antes de volver a casa.

Tras ello me acerqué a una zona para dejar mi copa. Tomé un largo suspiro bajando mi mirada. Nunca votarían a favor. Se verían envueltos en una guerra antes de lo previsto, sin siquiera una mínima posibilidad de evitarla. Todo gracias a la actitud del consejo. Daba igual la cara que mostrásemos o que hiciésemos ver lo válidos y preparados que estábamos para volver a Ouroboros. Daba igual que Shyvanna fuese amable, alegre y divertida, daba igual que yo fuese correcta y sincera o que ofreciese información sin pensármelo a cada pregunta que me hacían. Daba igual que Darren fuese capaz de proteger la isla y ayudar en batalla, o los conocimientos de Cedric, la determinación de Lake o la gran mente de Wthyr, ni nuestro don con los dragones o las capacidades que la magia de sangre podían aportar a aquella comunidad. Volví a suspirar antes de mirar hacia la zona de los descendientes, pensando, que si daba igual todo aquello y pensaban que éramos unos monstruos tal vez debería comportarme como un monstruo. Finalmente negué y marché del lugar.

Despues de lo de Adele y Matvey y todo ese desagradable incidente, muchos comenzaron a irse. Lucio, Sean, Arleen....el propio Matvey...Sofia y V....vamos que me quedaba solo. Asi que me di al vino. EL vino es bueno. De vez en cuando miraba de reojo a Gwen, quería hablar con ella.

Me di cuenta que Adael nos estaba hablando y lo miré por encima del borde de mi copa de vino, y luego a Arturo.
- Ya lo conozco, Adael. Él estuvo en la mision en Turín, al contrario que tú. Y por lo que vi hizo un buen trabajo. - tendí mi mano hacia Arturo estrechandola en un fuerte apretón y asentí con una pícara sonrisa de medio lado acerca del barco. - Algo así. Es un encargo, para la Brigada. Pero dudo que sepan pilotarlo sin un curso previo....tiene muchas....peculiaridades.

Ahí dejé caer una pista de mis intenciones para con el barco. Lo cierto es que la idea me bailaba en la cabeza, y pensaba que podía ser una buena idea, no solo porque de verdad necesitasen un poco de ayuda las primeras semanas con su pilotaje y conocimiento, si no porque yo lo necesitaba también.

Adael terminó por retirarse en busquda de mujeres, tras haber preguntado por Adele, que se ve que le habia salido rana al enterarse de lo de Matvey. Leñes, cuanto salseo. Estaría lady humminbird por aqui? porque si no....lo mismo alguien le iba a mandar un DM....

"No, Gio, controla el cotilleo. No seas Aldaron. Maldito Aldaron, diciendo cosas raras de mazmorras sexuales por ahi. Luego asi pasa, que uno quiere vivir a la altura de lo que se dice de él, y pasan cosas...."

Los demás comenzaron a hablar de sus cosas, y yo a pensar en las mias, que  no eran exclusivamente las de si dejarme llevar por el bien o el mal en asuntos de enviar DMs, si no que incluian pensamientos sobre el barco, el viaje, el vino que no estaba demasiado bueno, las hermanas Pendragon, Arleen, mi cafetera, la musica...ah, la musica..... inspiré el aire, cargado del aroma a vino y fuegos artificiales. Belle Simon, la misión, los datos de Sam. Los proyectos inacabados de la IA.

Cuando me quise dar cuenta me habia quedado solo.

Habían algunas parejas bailando en la pista, otras compartían bebida. Me aflojé el cuello de la camisa, que por el hechizo de Sean, se habia cerrado para quedar mas decente, pero ahora mismo me estaba agobiando....Por qué, si habiamos ganado, tenía la sensación de que algo no andaba bien? O era que me gustaba preocuparme de mas?

Sonreí de modo extraño e incomodo a tres o cuatro personas mientras me despedía, marchándome de la fiesta.

Al salir de la carpa, me acordé de que no podía dejar el barco alli amarrado, asi que aparecí en su interior.

Lentamente levó su ancla y empezó a deslizarse silenciosamente por el nocturno cielo de Ouroboros.

No le importó que el político caído en desgracia no conociera su nombre ni su historia. Se había encargado de eso personalmente durante su tiempo en la Alianza. Lo que sí, fue que rio un poco ante la ocurrencia de que ella también sería juzgada.- No recuerdo que hayan condenado a ningún judío por colaborar.- Tal como ellos, ella solo había buscado su supervivencia en medio de una familia humana que veía solo por la reputación. Escuchó entonces la voz de Johan en su cabeza y que no se dijera que ella no había intentado hablar con él. Quien quisiera estar en sus vidas, estaría. Y quien no...

Nunca habría pensado de sí misma como alguien particularmente graciosa, pero le pareció divertida la reacción de Gelion tras aquel comentario sobre Johan.- Siempre que quieras.- Se ofreció, aunque fuera de reírse juntos de Johan, no creía que encontraran muchos puntos en común. Asintió a lo de no gustarle las escandalosas. Típico de políticos querer que sus ligues fueran discretas. Sin embargo, le hubiera gustado no tener razón. Mientras la guardia llegaba hasta Gelion, conectó con él la mirada un instante, dedicándole una sonrisa ladina mientras tocaba el borde de su copa con el índice. Impasible.- Por algo nos contratan. Si pagaran mejor les diríamos antes.- Suspiró, escuchando por fin el discurso de los guardias y luego... El sonido bajo de la voz le dio un escalofrío por la espina y terminó por sonreírle mientras levantaba la copa en su dirección, asintiendo a sus palabras.- No llores por mí, Argentina. La verdad es que nunca los dejé.- Dijo despidiéndose con la mítica canción, que nada tenía que ver excepto que muchos nazis había escogido el país para refugiarse. Quizás le seguía el consejo si ya no había nada que lo mantuviera en Londres. Esperó a que se llevaran al hombre y se mantuvo en aquella fiesta un rato más, viendo la gloria y el declive de Ouroboros antes de levantarse de su asiento y, finalmente, salir de la Plaza Central.

-Es un dato más.- Comentó con naturalidad sobre la raza. No había hecho un juicio de valor al respecto, lo había mencionado como quien dice su nombre. -Muchas gracias, lo tendré en mente.- Dijo con una sonrisa de auténtica gratitud. -¿Eres estudiante de Sofía Dioscórides?¿Qué opinas de ella como maestra?- Preguntó para luego beber otro trago de cerveza. Compararse con sus compañeros era inevitable, quería hablar y compartir ideas sobre los métodos de enseñanza con ellos aunque las disciplinas fueran distintas, pero mientras tanto podía oír la opinión de una discípula. Asintió a cerca de lo de Celia, lo que Savannah decía coincidía con lo poco que él sabía así que era muy probable que hablaran de la misma persona.

Esbozó una sonrisa de circunstancias ante las palabras de la mujer acerca de la cantidad de actividades con las que se comprometía. -Hacer cosas me ayuda a pensar en el presente y no lamentarme por el pasado ni preocuparme por el futuro.- De otro modo ya habría caído en depresión. Afortunadamente la música festiva llenó el aire y le recordó que no había que perder la esperanza. La reacción de la peliblanca lo hizo sonreír de alegría y él demostró el mismo entusiasmo por bailar de camino a la pista de baile. Una vez allí, una risa ahogada escapó de él ante la pregunta de Savannah. -No lo creo, pero si la pedimos en los próximos eventos podemos convertirla en tradición.- Propuso mientras depositaba la mano libre en la cintura de la mujer.

La sostuvo con firmeza porque de otra forma podrían perder el equilibrio, no eran complicados los pasos pero eran bastante animados. Comenzó dando saltitos a cada paso mientras describían un círculo y a su vez giraban sobre el eje que ambos formaban. Rió al aumentar la velocidad contagiándose de la vitalidad del momento, disfrutando del presente. El radio del círculo fue extendiéndose en espiral hasta darle vueltas a la pista de baile sin dejar de dar saltitos a cada paso y girar al ritmo de la música. Los guió en línea recta hasta el centro donde la soltó y le ofreció el codo para que ella enganche el suyo y así seguir dando vueltas. Entre risas le ofreció el otro codo para girar en la dirección contraria algunas veces más.

-Ya entré en calor.- Alzó la voz entre suaves resuellos para que ella lo escuche por sobre la música. -¿Quieres salir a tomar aire?- Le preguntó mientras se detenía y le volvía a ofrecer la mano con la intención de volver a tomar su cintura con la otra para guiarla hacia la salida de la carpa sin dejar de saltar y girar esquivando fácilmente a los pocos asistentes que aún quedaban al ritmo de la música que ya llegaba a su fin. -¿Y si hacemos un muñeco de nieve?- Preguntó sin poder contener la sonrisa.

Noligma sonrió bajo la mascara, parecía haber captado su interés de alguna forma, por sus palabras parecía que el bosque de Darwin le había parecido una gran información, en realidad cualquiera se lo podría haber dicho, pero eso no era importante lo importante era ganarse su favor, no obstante las preguntas eran un poco difíciles de responder.
(Podría decirle que soy un simple mago, pero... mi aspecto es demasiado extraño, mejor evito responder)
-No soy mas que un humilde servidor dispuesto a servir a las buenas gentes del mundo... por un precio justo a cambio. Por ganarme la vida, ya me entiende.- y como no acto seguido pregunto su nombre, pero para esto ni siquiera se lo pensó- Podéis llamarme Noligma, pues respondo a ese nombre, y poseo una tienda ambulante "le Dance macabre", si la veis sabréis donde encontrarme.

Noligma entonces cruzo de brazos y incluso sus pensamientos fueron a una velocidad incluso mayor, mientras consideraba todas las posibilidades para su recompensa, por que existian muchas formas de pago, dinero, en especia, en bruto, en carnes...
(Podría pedirle una cita... ¡NO! ya tiene pareja, y seguro que el macho alfa me arranca la puta cabeza, nunca he sido muy de piscinas, me ahogo con facilidad y aunque estoy realmente interesado en la licantropía y obtener cierta base de conocimientos sobre la misma, pues conocimiento es poder, tras el ataque de la entidad S.A.M. la mayoría de maquinas han dejado de funcionar, muchos han sufrido cortocircuitos, y otros como mi tele por cable se han sublevado... así que ahora mismo lo que vale su peso en oro es...)

-Si las consolas funcionan, delo como un precio razonable, me daré por satisfecho con tan poco, por la humilde ayuda prestada.

Las consolas tenían su propio mercado y tras la guerra muchos querrían olvidar los viejos tiempos y empezar a darle al vicio, por no decir que tras tanta perdida las consolas se consideran casi un "bien de primera necesidad" junto con un ordenador o un móvil de ultima generación de hace 100 años. Sin duda Noligma podría encontrarle comprador muy pronto, ... y pagarían lo que fuera por una.

-Podéis dejarme al salir de la plaza, mi carruaje esta aparcado fuera, y es algo caprichosa con que la deje sola demasiado tiempo.

Añadió mientras se acomodaba en el reposabrazos como si fuera un digno palanquín en el que lo estuvieran llevando y no una silla de ruedas de una embarazada en el cual le habían puesto de adorno.

Asintió con suavidad cuando preguntó por Sofía -Es muy dulce, y la verdad, muy paciente a la hora de enseñar. Particularmente, mi magia no es muy fuerte, está más vinculada a otras cuestiones pero me apetecía aprender un poco más de las plantas así que me venía bien – Por no decir, que había sido su pasaje para poder quedarse en la isla junto a sus padres. Al menos de manera legal, pero dudaba que eso le importara al descendiente.

-¿Y qué es lo que estás evitando exactamente? ¿Qué te duele del pasado y que te asusta del futuro?- Inquirió porque a ella le sonaba más a un “Me estoy escapando de enfrentar lo que debo”, pero no pudo contener su lengua y como buena curiosa y, además, alma cándida por ayudar a los demás prefirió hablar. Pero luego de eso se pusieron a bailar, lo cierto es que si no fuese por Adael más de una vez habría tropezado pero luego de un rato eran más las risas que los pasos de baile lo que la estaba divirtiendo.

En cuanto le sugirió salir le pareció una excelente idea -Sí…Sí…- Musitó y a medida que iban saliendo fue quitándose el jersey. Estaba segura de que luego se arrepentiría pero tenia mucho calor. Debajo de éste había una simple  camiseta negra de algodón y manga larga. Se ató el jersey a la cintura y cuando salió respiró lentamente el aire fresco -¡O angelitos!- Le soltó al descendiente con una sonrisa notando que él también parecía feliz, eso era bueno, así que fue caminando alejándose de él a una zona que parecía con nieve acumulada. Cuando llegó allí puso rodillas en el suelo y empezó a juntar nieve para hacer una gran bola -Sin magia, Adael- Le advirtió por si sus poderes alcanzaban a manejar la nieve al ser otro estado del agua. Eso sería hacer trampa.

Zaphira pareció extrañarse por mi propuesta, pero no le llevé la contraria en cuanto a lo de tener gustos extraños, pues en parte no se equivocaba. Comenzamos a bailar, la tomé de una mano y la otra fue hacia su cintura. Era un buen momento para hablar....

Me sorprendió ligeramente la decisión tanto suya como de su ahijado de marcharse de Ouroboros a causa del enemigo común, los Pendragon. No es que me opusiera, me parecía buena idea dadas las circunstancias.
- Es una buena elección. Hace nada, la mujer con la que he estado hablando me ha hablado de una profecía que parece envolver a los Pendragon. Parece... - La acerqué un poco mas a mi mientras duraba el baile. - Debo de contarte algo, algo que he visto y creo que está relacionado con los dragones. Y con lo que le han contado los espiritus a la chamana.

No le hice esperar mucho más. Le hice un gesto con mi cabeza y abandonamos la carpa. Le hablé de la profecía de Savannah, y de lo que había visto a través del portal del tiempo cuando Matvey y yo usamos la piedra de los tres mundos y su poder. Aproveché para decirle que los Soul también dejaríamos Ouroboros a no mucho tardar.... y después, abandonamos definitivamente la plaza central. La noche habia sido muy larga.

Mi gesto se oscurece por la irritación que me causa que me conteste con rodeos y le gruño mostrando los dientes manchados con trozos de comida, arrugando la nariz a manera de advertencia. Reconsidero la opción de matarlo. No es un ser sensible a la luna, eso seguro. Noligma entonces se convierte en una fuente de información, lo siguiente es introducirlo en el mundo de los licántropos para que supere su estado ciego y desamparado y alcance la comprensión y el poder. Veremos si tiene la voluntad.

Con un seco ademán le indico a los licántropos que uno de ellos comience a guiar la silla de ruedas, en la que va Noligma, la bandeja de carne que llevo en el regazo y yo, hacia donde el misterioso comerciante indicó. Avanzamos dejando atrás la cálida carpa para adentrarnos en la fría noche. La silla de ruedas deja surcos a su paso por la nieve. -Primero la información, luego las consolas. Nos pondremos en contacto contigo.- Nos despedimos al llegar a su tienda ambulante en la que Noligma se retira del lugar.

Por mi parte, la idea de volver a mi jaula de cristal me es totalmente desagradable. Quiero poder andar, transformarme para aullarle a la luna llena. Mis cachorros deberían ser capaces de sobrevivir y, si no lo son, entonces no merecen vivir. Pero la realidad es que los necesito, ya podrán enfrentarse al dolor cuando lleguen al mundo. Abandonamos el lugar junto con los miembros de mi manada mientras agarro con fuerza la piedra celeste en mi mano que me brinda paz interior y claridad mental.

Un pensamiento llega a mi mente; aquella piedra es un regalo de los dioses.

Esperaba escuchar solo elogios de los métodos de su compañera pocionista y sonrió complacido cuando así fue. Apartó la mirada de Savannah y se removió un poco incómodo ante sus preguntas. No lo veía como algo que usaba para eludir, lo veía más como un método para enfocarse en la realidad porque el ayer es historia, el mañana es un misterio y el hoy es un obsequio, por eso se llama presente. Si se quedaba en su casa para pensar y reflexionar, se estancaría por el dolor y el miedo cuando lo que debía hacer era fluir con la corriente. Por suerte pudo cambiar de tema cuando la feliz melodía colmó cada rincón de la carpa.

Las preguntas de la mujer resonaron como ecos en su cabeza durante el baile. Rió y disfrutó del agradable momento junto a la licántropa al tiempo que en el fondo de su mente se gestaba una respuesta. Mientras salían, le dió un rápido vistazo de reojo cuando se quitaba el jersey para ver las atractivas curvas del cuerpo de la peliblanca. Una vez en el exterior disfrutó de la fresca brisa invernal y asintió a la propuesta de Savannah sin dudarlo. Ella se alejó y él fue en otra dirección, bajo el cielo nocturno invocó el viento para recolectar casi toda la nieve que había en la plaza central. Al volver junto a ella, esbozaba una amplia sonrisa manteniendo los brazos extendidos hacia arriba por sobre su cabeza sosteniendo con su magia sobre el aire el gran cúmulo de nieve que había juntado.

Abrió la boca para contarle sobre el gran botín que había conseguido cuando la mujer se adelantó para declarar que no valía hacerlo con magia. Dejó caer la nieve a su lado, resopló divertido y se arrodilló para hacer una bola de nieve un poco más pequeña que la que ella había hecho para ponerla encima. Se volvieron a separar para buscar piedras, un par de ramas, una zanahoria, una bufanda y un sombrero que le dieron forma a su obra de arte. Una vez terminado el muñeco de nieve, se acostó sobre el frío manto blanco, importándole poco que la elegante ropa pueda estropearse, y movió los brazos y las piernas para dejar la forma alada de un ángel.

-Creo que me arrepiento de algunas decisiones que tomé y temo tomar malas decisiones... por lo que preguntaste antes.- Indicó pensativo mirando las estrellas. Se levantó para observar el resultado y se despidió de ella con una sonrisa amable para luego verla partir. Cuando la perdió de vista volvió al interior de la carpa, en el camino se cruzó con Arturo que iba acompañado y también se fué. Tomó el abrigo que había dejado en su silla y se desapareció del lugar porque hacía mucho frío para caminar.

Me había quedado pensativo con lo que me había dicho Arleen, pues tenía razon. Y el ofrecimiento de tropas de Gelion había sido un movimiento muy diplomatico pero dificil de cumplir.

Era verdad, si mandabamos alli a nuestras tropas, por bien equipadas que fueran, contra magos de sangre no durarían nada, seria mandarlos a morir y esos soldados no tenían por qué hacerlo. Sin embargo, solo ofrecer refugio era esperar a que....

En cuanto Arleen me apareció en la plaza, le dije lo que pensaba.

- Puedes volver ya a la Base militar, me apareceré de vuelta con otros magos, y tambien tengo la moto voladora. Gracias.

Saqué la capsula y saqué la Harley voladora de Johan, guardando de nuevo la capsula en el bolsillo. Subí y la arranqué el motor, esperando aun antes.

- Tienes razón en lo que has dicho antes, sobre ser un suicidio. Pero...en el ejército tenemos otro tipo de soldados. Unos que vuelan y no tienen ni pizca de sangre. Esperad refuerzos en breve. - me despedí de ella, metiéndole puño para arrancar y alejarme de la plaza, direccion zona residencial, mientras ella podría retornar cuando quisiera a tierra.

Los estandartes de Ouroboros portados por la guardia ondeaban al viento mientras los ciudadanos se arremolinaban alrededor de las tropas para verlos partir. No se habían reunido todos los que eran, puesto que no podían dejar Ouroboro sin protección, pero era un número más que suficiente para ir a poner en su sitio a aquel que había atentado contra dos miembros del Consejo.

Aún no tenía noticias de Matvey y Giordano, pero asumía que no podrían ir a la misión. Esperaría un poco más a que se presentasen más Descendientes en el lugar. En las horas previas le había dado tiempo a hacer algunas "gestiones", como enviar una carta tipo howler a los Pendragon acusándoles de romper la tregua. Se había enterado, por medio de Ian Hacksaw y Azahar Knox, de que una protegida de los Pendragon había atacado la casa en la que vivía Aedan, y que se había llevado al hijo de Matvey. Ya sabían de lo que era capaz Adele, pero saber que estaba relacionada con esa infame familia era suficiente para dejar de confiar en la palabra de los Pendragon durante la tregua. Con eso le basta.

- Esperaremos media hora más. - anunció al que estaba al mando de los guardias en aquel momento, entrelazando las manos a la espalda mientras observaba la plaza con los ojos entrecerrados. Faltaba que acudiesen aprendices, y más compañeros. Si los Pendragon no respondían a la carta, habría que tomar acciones más...drásticas.

Mei apareció en la plaza donde ya estaban reunidos algunos Guardias de Ouroboros, preparados y dispuestos con todos los estandartes. Ladeó la cabeza por ese modo de anunciarse que habían dispuesto....ubicando alli a Jack, hacia quien si dirigió.

- Lo del secretismo quedó atrás hace tiempo, verdad? - preguntó educadamente al hombre, a causa de tanto estandarte. Estaba decidiendo si terminaba de convencerle todo eso, o no.

- Khan Tepes está con Giordano. Ha terminado un Gram para protegerlo y parece funcionar pero....Da Vinci parece fuera de juego por ahora. Le he pedido que haga más amuletos, es posible que los necesitemos. Ese mago parece poderoso...no sé si mis poderes mentales a solas serán suficientes. Y no tengo tantos aprendices como para jugarme sus vidas a la ligera. Solo puedo convocar a dos lo suficientemente preparados.

"sacrificar sus vidas mientras la mia no corre peligro sería egoista....sé a lo que se van a enfrentar.... "

- He oído a Charles Pendragon en la cabeza de Giordano. Y a Gwen Pendragón. Estoy preocupada por él. - reconoció manteniendo su expresión serena aunque una pequeña arruga apareció en su ceño.

Bueno... Ahí iban.

Finalmente, luego de que el viejo Jack y la aburrida de Mei llegaran, la siguiente fue ella qué venía, con su arco listo, pero no era todo lo que traía consigo...

Detrás de ella vendrían bastantes criaturas de figura humanoide, concretamente una veintena, cubiertas con capuchas para que quien sea que mirara no palidezca ante su horror, y además traía consigo una cosa además de eso, dos carros cargados de contenedores qué dentro por supuesto tenían el slime qué había estado creando todo ese tiempo, supone que este escenario sería ideal para probar qué tan efectivas eran realmente las abominaciones, y esperaba que lo fueran mucho, o realmente empezaría a sentirse mal por las transformaciones realizadas, pero no era momento de pensar en eso de verdad, estaban a punto de ir a la guerra contra alguien que aparentemente tenía la costumbre de secuestrar a gente como los humanos...

En cualquier caso, en unos pasos más estuvo junto a sus compañeros y mientras se ponía una mano en la cintura agregó.

Bueno, supongo que estas cosas al final tendrán un periodo de prueba después de todo...

Un poco en referencia a que esperaba no tener que usarlas, esperaba honestamente qué nunca llegase el día en que se desatara la guerra, aunque pueda sonar algo contradictorio, en verdad es lo que más teme qué pueda pasar, y es lo que pasará, aunque no contra los pendragon, o al menos no aún, y eso ya es ganancia... Supone.

Jack consultaba su reloj de bolsillo de tanto en tanto, mientras las personas a las que esperaba iban llegando poco a poco. Una de las primeras fue Mei, que cuestionó su discreción. - No tenemos por qué ocultar lo que estamos haciendo. - se mesó la barba con la mano mientras la compañera le explicaba lo que había sucedido con Khan y Matvey, asintiendo más o menos convencido. - Puede que sea poderoso, pero somos muchos contra él. Los números deberían contar. Espero que esos amuletos funcionen. - lo que dijo de Charles Pendragon le inquietó bastante, sobre todo porque ya había visto lo que ese espíritu hizo con Bellatrix y luego con Desmond.

- ¿Y qué hace en la cabeza de Giordano? si lo ha poseído...no podemos permitir que suceda lo de la vez anterior. - respondió con seriedad, guardando después silencio mientras dejaban pasar el tiempo y más gente se iba reuniendo en la plaza. Dio instrucciones a los guardias que se quedaban para que estuviesen al tanto de la respuesta de Ávalon sobre el secuestro del hijo de Matvey, que probablemente aún no se hubiese enterado de lo sucedido. Si no respondían pronto, se consideraría que confirmaban la ruptura de la tregua.

Al poco rato llegó Rosse con un montón de monstruos aberrantes. Se notaba que había estado entretenida, sólo esperaba que no tuviese ningún accidente con aquellos experimentos. - Vienes a la batalla con amigos nuevos, por lo que veo. Espero que sepan distinguir amigo de enemigo. - porque si no...podían ser un problema. Aguardaron el tiempo estipulado, esperando a que llegasen las pociones de Sofía y a que llegasen todos aquellos que quisiesen venir.

De repente se abrió en la plaza uno de los portales creados por Rasputín, invitándolos a cruzar para llegar rápidamente a Italia. El nigromante lo mantuvo abierto mientras todos lo atravesaban, uniendo así a Ouroboros a la batalla que estaba a punto de comenzar.

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off: Todos los que vengan a esta misión pueden darse por transportados con este post

Había abierto el portal en la Plaza Central pero cuando llegó no había nadie…No al menos de lo que ella esperaba encontrar. Ivanov iba de su mano, Eretria lo había distraído y cuidado bien y el niño no daba muchos problemas. Era menos inquieto que Aedan. Sin embargo, Catherine no podía quedarse de brazos cruzados.

-Creo que tendremos que ir al sótano- Murmuró pensativa e intentó conectar mentalmente con Matvey sin éxito, pero no como la última vez sino… estaba fuera de rango. ¿Italia, quizás? -Descendiente Le Fay-  Catherine se giró lentamente, llevándose la mano libre al vientre para observar a uno de los tenientes Royden -Teniente- Saludó con un movimiento de cabeza -¿Se han marchado todos a Italia? Necesitaba resolver una situación sobre las acciones de Adele Gaultier con el Consejo- Mencionó mientras acariciaba con el pulgar la manita de Ivanov.

-Sí, pero el Descendiente Newton nos ha dejado órdenes de esperar vuestra respuesta- Pareció darse cuenta de lo que había dicho y carraspeó -La respuesta de Ávalon y los Pendragon- La morena se le quedó mirando en silencio durante un momento. Se había sentido un poco extraña pero no podía intentar ocultar el sol con un dedo -Entiendo. Adele Gaultier no actuó bajo ninguna orden Pendragon, es más ha sido expulsada  y exiliada de la isla por poner en peligro la tregua. Wthyr Pendragon ha recuperado a Ivanov y, debido a la situación, he preferido traerlo yo a Ouroboros pero… Matvey no está aquí- Frunció el ceño algo contrariada -No puedo simplemente dejarlo en la guardería. Cuando vuelvan avisar que lo devolveremos a su padre en cuanto sepamos que se encuentra en Ouroboros, yo lo cuidaré personalmente-

Fred no parecía muy convencido pero realmente no podía discutirle -DaVinci está aún- Murmuró pensando en su amigo porque al hacer conexión mental percibió que estaba en la isla -Iré con él y luego volveré a Ávalon con Ivanov. Muchas gracias, teniente…- Abrió el portal pero entonces pensó en algo. Volvió la vista hacia él -No queremos detener la tregua, estamos enfocados en Italia también. Cuando se solvente esa situación tendremos respuesta al tratado- Aseveró antes de cruzar por el portal.

- YO! Yo conduzco!!! - tenía ganas de probar el aparatito de Tesla y en esencia, comprobar si su gestión de la frenada y la direccion era mejor que la de mis alas. Probablemente, aunque mis alas eran mucho, mucho mas estilosas.... asi que cuando Cath nos dejó en el mercado y desmontamos todo, me acoplé en la parte del conductor. Antes de eso, a Cath le había respondido con un breve asentimiento cuando me había preguntado si estaba bien. Por desgracia, desde un tiempo a esta parte (basicamente, desde lo de Roma), todo lo que tuviera que ver con oir voces ajenas a la mia en mi cabeza me ponía mas nervioso de lo habitual.

Aterrizamos en la Plaza Central que a esas horas, pues tambien estaba llena de transeuntes haciendo sus cosas de personas normales.

- Ves? Un aterrizaje envidiable. Aprende de los expertos, Tesla. - le dije limpiandome de los hombros un polvo invisible, antes de bajar. - Voy a despejar el área.

Hice lo de antes, amablemente pero con contundencia y desenvoltura me puse a mover a la gente del lugar, necesitabamos espacio.
- PER FAVORE, HAGAN ESPACIO! ESTAMOS EN MITAD DE UNA INVESTIGACIÓN! Andiamo....si, sí, todo correcto, ANDIAAAAAAAMOOO!! - que pesados, que cotillas, que no me apetecía hablar! Me costó un poco más pero al final se fueron haciendo a un lado, aunque estos parecian mas por la labor de quedarse a chusmear qué haciamos Tesla y yo. Luego nos pusimos a montar los cacharritos y esta vez ambos colaboramos en enviar aquel pulso electromagnético, ambos con las manos en el suelo...a la espera de las señales de respuesta.

Esa mañana se había levantado leyendo en el brazalete del Consejo los 800 mensajes que habían puesto en el panel tecnomágico sobre algo llamado PIS. Ese nombre tan tremendamente vulgar ofendía a sus retinas, haciéndole rodar los ojos antes de entrar a leer lo que ponía. Claro, soluciones para el Sanguis. Se armó de paciencia para leer el lío que habían hecho, haciendo un pequeño aporte en el que ponía que Newton se encargase de corregir el rumbo usando su poder de control de gravedad. Ya podía despertar el viejo y trabajar un poco.

Después se preparó para salir a reunirse con el resto y a evaluar los daños de la isla, no sin antes vestirse con seda púrpura, recortarse la barba de manera milimétrica, ducharse con agua de rosas, perfumarse con esencias y peinarse con sérum capilar de argán. Cuando estuvo listo salió a la calle hecho un pincel, dirigiéndose hacia la plaza. Esperaba ver allí a Catherine, ahora que decían que se había divorciado y regresado a la isla. Todavía le debía entregar a su heredero Pendragon Le Fay, según acordaba aquel antiguo pergamino. No podía escaquearse.

Al llegar a la plaza se encontró al par de excéntricos repelentes de Da Vinci y Tesla, haciendo estupideces. - Buenos días, compañeros. - saludó falsamente, sin entender muy bien lo que estaban haciendo. - ¿Algún avance sobre cómo detener al Sanguis? he sugerido en el panel que Newton haga lo suyo. No sé si habrá salido ya del hospital, pero si no es así tal vez debería encargarse alguno de sus hijos.

Apareció en el edificio del Consejo pero en la sala no había nadie así que decidió salir mientras leía todo lo que habían puesto en el "PIS", menudo nombre, enterándose bastante de la situación. Al salir se dio cuenta de que en la plaza había un poco de parafernalia y su instinto le dijo que debían ser los experimentos de DaVinci y Tesla, por lo que decidió acercarse para poder conocerlos en persona.

No iba tan arregladito como Leroy, pero sí con un jean, una camisa negra arremangada que no llegaba a cerrarse del todo en el pecho y zapatos casuales -Buenos días, soy Nikolaos- Se presentó y miró alrededor cómo la gente seguía de cotilla, lo que le hacía saber que realmente sería complicado hablar del tema sin causar pánico. El mapa que presentaban los estudiosos era bastante...apabullante.

-He añadido unas notas al panel, espero poder colaborar en algo aunque mi rama de investigación es un poco ajena a temas de espíritus y almas- Mencionó excusándose en cuanto a su aporte mágico, pero al menos en el físico y con su manada podían hacer cosas.

Habían pasado ya algunos días desde la fiesta en su casa y la borrachera, de la cual esperaba que nadie se hubiese enterado, sobre todo los del Consejo. Desde entonces no había visto a Justin, pero decidió mandarle al trabajo una breve nota, acompañada de un pequeño objeto. Luego se puso a sus asuntos, aunque seguía sin saber cómo hacer que los dragones regresasen a la isla. Al final la única solución sería ir a la propia casa de los Pendragon y convencer a los dragones para que los dejasen.

Se había enterado de que había asuntos del Consejo pendientes, como ese panel en el que tenían que decidir soluciones para el árbol que amenazaba su isla. Además, había un Descendiente nuevo y quería saludarlo. Sabía lo que era ser el nuevo y quería tratarlo como le gustaría que le tratasen a él. Se vistió de manera informal con vaqueros y camiseta sencilla, llevando consigo el brazalete para seguir leyendo mensajes. Luego se dirigió hacia el edificio en el que solía reunirse el Consejo, pensando por el camino ideas para añadir al panel, sin que se le ocurriese ninguna buena por el momento. Cada vez que iba a escribir algo volvía a borrarlo, por si pensaban que era una tontería. Se detuvo al llegar a la plaza, viendo allí a varios de sus compañeros reunidos, y también al nuevo. - Buenas, tú debes ser Nikolaos, el que ha tomado el puesto de Altair, ¿verdad? bienvenido. - le saludó extendiendo la mano para estrechársela, girándose después al resto como intentando integrarse en el asunto.

- ¿Creéis que podría funcionar una plaga de chizpurfles en su tronco y raíces para que merme su magia? al menos para ganar tiempo mientras se nos ocurre otra cosa.

Había muchas cosas que hacer en el mundo, y claramente no podía parar y sentarse a esperar a que la criatura decidiera salir, pero no tardaría mucho tiempo más. A pesar de todo, agradecía que podía moverse con libertad, andar de arriba a abajo en tacones y estar fresca como lechuga. Mucho tenía que ver la energía extra que le estaba regalando su bosque. A fin de cuentas, había tenido un embarazo muy noble y si se le notaba era porque insistía en usar los vestidos etéreos de tul fresco de maternidad que la hacían parecer de cuatro o cinco meses. Así debió haberse visto en la boda, y aún ahí no se habría notado mas que en el brillo de su cara y en su gran felicidad.

Ese día, después de hacer una segunda tanda de comprimidos para Arleen solo por si acaso, se acercó al Centro de Ouroboros, sintiendo que el bosque ya no la cubría con su manto, pues sentía de nuevo la angustia en el pecho y en el vientre. Además, ¿qué había pasado con Altair? Ahora un tal Nikolaos ocupaba su lugar legalmente. Podía identificar una persona griega a kilómetros. Tenía que llegar a enterarse de todo lo que se había estado cociendo últimamente. Nada más llegar a la Plaza, varias mujeres se acercaron a regalarle bendiciones y buenos deseos, recibiéndolas a todas con felicidad pues le brindaron algunos buenos consejos para después del parto.

Al final, la multitud se despejó lentamente, permitiéndole acercarse hasta lo que sus compañeros habían llamado... PIS. Ya lidiarían con el nombre.- Hola, queridos, ¿cómo han estado? - Besó a Giordano y a Tesla... y a Leroy, aunque con más cortesía y acercándose con pincitas porque el hombre era medio extraño. Al final, le dejó a Khan una caricia en la nuca y también un beso, recordando en él el claro recuerdo de su padre. Se quedó a su lado, tomándose de su brazo mientras se incluía a la conversación.- ¿Nikolaos escuché? Bienvenido, espero que haya tenido una buena recepción. Leí su oferta de apoyo, le agradezco enormemente y le tomaré la palabra, aunque por ahora... en lo personal, me parece inviable tratar de revivir los cultivos. Ahí no queda nada que revivir para empezar. Habría que relocalizarlo todo cuanto antes e iniciar de nuevo. ¿Dónde vamos en lo del panel? - De los chizpurfles no quiso opinar, para no minar la confianza de Khan en sus propias habilidades. Veía como inútil usarlos, pues solo haría que el árbol buscara más allá la magia que los animales le drenaban.