Prueba Fundadores y Adael

Una energía de pura luz blanca atraviesa el pecho de Adael, dejándolo inconsciente en cuestión de segundos. Es una fuerza que no se puede detener.

Desde ese momento, el mago despertó en el banco de la plaza de un pueblo, no recordando haber caido inconsciente ni nada relacionado con aquella luz.

La prueba que se presentó ante él fue un desafío de consciencia y sacrificio personal. Adael se encontró en una ciudad asolada por la opresión y el sufrimiento. La gente común y corriente vivía bajo el yugo de un tirano despiadado que los sometía a maltratos y abusos. En medio de esa desesperanza, la única esperanza residía en la figura del mago Adael.

Los líderes rebeldes de la ciudad se acercaron a Adael y le suplicaron que utilizara sus habilidades mágicas para combatir al tirano y liberar a su pueblo. Le expresaron que la unica posibilidad de alcanzar la libertad era mediante la violencia. Dijeron que no era posible de otro modo, ya lo habian intentado antes.

Los rebeldes le mostraron la devastación y el dolor que el tirano había infligido a su pueblo. Le contaron historias de familias rotas y destruidas, de seres queridos perdidos y de vidas destrozada, enfrentando a la realidad de que, a veces, la no violencia por sí sola no era suficiente para detener la opresión y proteger a los inocentes.

En ese momento, Adael se encontró en un dilema moral. ¿Debía permanecer pasivo y seguir enseñando, o debía tomar las armas y luchar por la gente que tanto sufría?

Aún algo somnoliento alzó la vista y frunció el ceño, confundido al encontrarse en un lugar que no reconocía. Bostezó perezosamente mientras sus pesados párpados hacían su mejor esfuerzo por mantener los ojos abiertos y se rascó la corta barba en una especie de intento por espabilarse. Después de estirarse, se levantó del banco en el que parecía haberse quedado dormido y comenzó a mirar alrededor buscando un aseo en el que poder hacer sus necesidades pero su desconcierto fue a más al darse cuenta que verdaderamente no lograba distinguir en qué pueblo se encontraba o a qué distancia estaba de Ouroboros. Eso le extrañó mucho, no era propio de él ir a un lugar que no conocía y simplemente dormirse en el banco de una plaza, a menos que se hubiera contagiado la narcolepsia de Ling y hubiera llegado a ese lugar sonámbulo. Llamó a Azlan, el kneazle podría ser de ayuda para volver al campamento con seguridad, pero el pequeño felino no apareció y eso lo preocupó todavía más. Buscó entre sus bolsillos, tal vez con algo de comida podría convencer a Azlan para que saliera de donde quiera que se estuviera escondiendo, pero solo consiguió que la desesperación lo invada porque todas sus cosas habían desaparecido, incluso... Dejó escapar un grito ahogado al darse cuenta que tampoco tenía su brazalete comunicador del Consejo de los 20. Eso era malo, muy, muy malo. Nunca se separaba de esa cosa.

Prácticamente rozando la histeria, se puso a recorrer la plaza entera buscando el brazalete o alguna de sus cosas o alguna pista ¡o lo que fuera! El tiempo que se tomó para rastrear por arriba de la tierra, por debajo de la tierra y por el agua de ése lugar le sirvió para darse cuenta que poco podría resolver en ese estado de nervios. Debía concentrarse y tratar de recordar dónde lo había visto por última vez; Campamento de Ouroboros, si, días muy ocupados, mucho trabajo pendiente, Leroy Merlín en el hospital, cultivos, reclusos, debió haber hecho más abdominales, se le ocurrió un paso de baile que podría mejorar la rutina en la que estaba trabaj... ¡No! Concentración: centro comunitario, tarjetas, eso es... ¿Y qué había pasado después?... Su mente estaba en blanco, no recordaba nada más. ¿Cómo era posible? Tal vez... tal vez alguien podría ayudarlo, necesitaba saber dónde estaba, cómo había llegado ahí y dónde estaba su kneazle y sus cosas.

Se alejó de la plaza a grandes zancadas y se adentró en las calles de la ciudad pero disminuyó la velocidad al ver las penurias por las que tenían que pasar los que vivían allí. Escarbó en su memoria tratando de recordar si había sido informado sobre una situación como esa para ver si podía adivinar el nombre de la ciudad pero sus cavilaciones fueron interrumpidas por un grupo de gente que se acercó a él. Parecía que habían escuchado rumores sobre el joven maestro porque sabían sobre sus habilidades mágicas y sospechaba que esos mismos rumores eran parte de la razón por la que confiaban tanto en él. ¿Y si ellos eran los que lo habían llevado lejos de Ouroboros y tenían a Azlan y sus cosas?

Parpadeó sorprendido al escuchar sus súplicas sabiendo bien que el código de Los Descendientes contempla que no deben ser ellos los que intervengan directamente, su intervención debía ser indirecta, sus estudiantes eran los que debían ser la herramienta que le permitiría al mundo gobernarse con sabiduría. Además, tenían demasiadas fichas puestas en el mago, ¿Qué les hacía estar tan seguros de que él solo lograría librarlos del mal? O quizás querían lanzarlo a los lobos como carnada para crear una distracción mientras huían. Ser testigo del sufrimiento que vivían diariamente esas personas hizo que se le revuelva el estómago, la opresión engendra un tipo de hambre espiritual por sí misma y podía ver en sus ojos un hambre voraz que lo hizo sentirse mareado, luego de escuchar sus trágicas historias parecía que los problemas del joven maestro eran insignificantes en comparación.

En determinado momento, percibió que los rebeldes esperaban algún tipo de respuesta de su parte mientras el corazón le galopaba en el pecho, sentía el sudor frío recorrer su espalda y el párpado le temblaba al igual que las manos. Él sabía quién era, no era un guerrero, era un maestro. Los miró a todos calculando cuánto tiempo debería dejarlos sin aire en los pulmones como para que se desmayen sin causarles otros daños y así poder huír, pero desechó la idea. Al asumir el puesto de Descendiente había aceptado seguir sus códigos, no quería romper su palabra aunque, sí había que ser totalmente honestos, ya había intervenido directamente en la guerra alguna vez. Luchar, hacer el esfuerzo de actuar sería darles una razón para seguir sintiendo esperanza, seguir intentándolo. Pero ¿y si al día siguiente surge otro déspota entre ellos?. El mago se iría, tarde o temprano, no podría estar siempre para protegerlos. Miles alrededor del mundo sufren hambre, si un día se les da comida no se arregla el problema porque al día siguiente volverán a sentir hambre pero es darle un día de alivio a quienes más lo necesitan, quizás eso es lo que hace falta para que el mundo comience a pensar en una solución permanente.

¿Enseñar es permanecer pasivo? Hay un viejo refrán; “dale a un hombre un pescado y comerá por un día, enséñale a pescar y comerá por toda una vida”. Éste simple mensaje pide nutrir con conocimiento, tener compasión por el prójimo, compartir lo que se tiene con aquellos que lo necesitan ya sea el conocimiento, el tiempo, o la generosidad.

Tragó saliva para poder tener firmeza en la voz. -¿Cómo es posible que el tirano sea capaz de infligir tanto dolor?¿Tiene un ejército que le obedece?¿Tiene alguna clase de poder mágico?¿Ustedes tienen algún plan?- Tal vez solo estaba haciendo tiempo para asimilar que, si aceptaba luchar, moriría... Un momento... -¿Existe la posibilidad de mandar un mensaje de auxilio?- Aunque no le extrañaría obtener como respuesta una negativa o incluso no obtener respuesta, es lo que él había hecho incontables veces. Al pensar en eso se le hizo un nudo en la garganta. Que terco había sido.

Los líderes rebeldes seguian reunidos alrededor de Adael, esperando una respuesta alli en la plaza del agotado pueblo. Sus caras tristes, agotadas y hartas lo decían todo. O no?

- Es un ser despiadado sin empatía ninguna por el dolor ajeno...solo le interesan el poder sobre los demás y sus riquezas. Sus tropas y guardaespaldas le son fieles, porque ellos viven bien y comen de su mano... - respondió uno de los líderes. Se miraron entre ellos cuando preguntó si tenían algún plan.

- Tú eres nuestro plan. Esperábamos que pudieras acabar con él y anular sus tropas... o luchar para liberarnos. Hemos intentado dialogar, pactar, de todo...incluso pelear por nosotros mismos pero nos falta fuerza.

Empezaron a escucharse murmullos de duda entre la multitud congregada en la plaza y los propios lideres parecieron mostrarse decepcionados o desconfiados al escuchar aquello de pedir mensajes de auxilio.

- A quien pedimos auxilio? A los magos de la isla flotante? desaparecieron hace tiempo... no nos escucharon ..

Al déspota le interesaba la riqueza, eso parecía información útil. Efectivamente, tenía ejército, guardaespaldas y vaya uno a saber qué otras sorpresas guardaba. Quedó sin saber si tenía poderes mágicos, pero para el caso podía suponer que sí, que el tirano y todo su séquito tenían poderes sobrenaturales, mejor prevenir que lamentar.

Ante el "tú eres nuestro plan" solo pudo soltar un suspiro rápido porque se estaba debatiendo entre reír o llorar. ¡¿¡¿"Esperábamos que pudieras acabar con él y anular sus tropas"?!?!¡¿¡¿QUÉ MIERDA…?!?!¡¿¡¿QUÉ RAYOS…?!?!¡¿¡¿EN QUÉ CARAJOS ESTABAN PENSANDO?!?!¡¿¡¿CÓMO PENSABAN LOS REBELDES QUE ÉL RESPONDERÍA A ESO?!?!¡¿¡¿"UY, SI, CLARO, NO HAY PROBLEMA, DERROCAR DÉSPOTAS ES UN TÍPICO MARTES PARA MÍ"?!?! Exasperado, asintió varias veces cuando repitieron que ya lo habían intentado todo, era su forma de decir que ya había entendido esa parte, no hacía falta seguir reiterándola.

Recorrió con la mirada a los rebeldes cuando se levantaron murmullos, les hubiera dicho que, si tenían algo para decir, que lo dijeran en voz alta pero las cuerdas vocales del joven maestro parecían estar dolorosamente enredadas y no podía hablar.

¿Los Descendientes habían desaparecido?¿Cuánto tiempo había pasado? Tragó saliva todas las veces que le hizo falta para poder recuperar la voz. -Muchos magos fueron entrenados por los Descendientes para luego partir de la isla a recorrer el mundo, ¿existe o no la posibilidad de contactarse con el exterior?- Parecían confiar ciegamente en que el moreno lo lograría pero por otra parte también lo cuestionaban. Además era mucha coincidencia que el moreno sea su plan y ¡oh, casualidad! apareció en un banco de la plaza del pueblo.

Carraspeó para aclararse la voz y le habló a todos. -Voy a luchar para que ustedes sean libres, pero a cambio solo pido una cosa: el tirano es Mío.- En el mejor de los casos todos saldrían vivos, incluso el déspota, entonces el Descendiente podría llevárselo lejos para juzgarlo y condenarlo, los rebeldes lo juzgarían con el peso de sus sentimientos afectando demasiado su objetividad. Aunque tenía la sospecha de que el tirano no era el único responsable de las injusticias que vivían los rebeldes, seguramente alguien de las tropas o algún guardaespaldas o tal vez un consejero estaba involucrado en la toma de decisiones. -Si están de acuerdo con eso, díganme cómo lo encuentro.-

El ancestro de Cohen percibía su miedo, y sus dudas. Su exasperación y falta de paciencia. Acaso la sangre de Moisés había perdido todo el afán por luchar por la libertad de los oprimidos? Tal parecía el caso.

Pero la ilusión continuó, no obstante, dando alguna oportunidad que otra más...

- Sí, claro que existe, pero nuestros mensajes podrían ser interceptados. Vais a marchar a pedir ayuda?

En la cabeza de Adael se formó la idea de que despertar en el banco de la plaza era algo absolutamente lógico, no debía sospechar en ese sentido de que le hubiesen tendido una trampa. Simplemente, sentía que estaba alli porque era donde debía estar. Había estado viajando dias anteriores en búsqueda de conocimiento elementarista y habia llegado alli por casualidad, donde habia decidido tomarse un bien merecido descanso. Evidentemente la fama le precedía.

Debatieron un momento lo de dejar el tirano para él, pero parecieron estar de acuerdo.

- Está bien, el tirano es tuyo. Desearíamos hacer justicia nosotros con él pero esperamos que tú sepas hacerle pagar por sus crímenes. Por qué lo deseas, de todos modos?

Luego le indicaron que tanto el tirano como sus tropas se encontraban asentados en el castillo que estaba en lo alto de la colina mas alta del pueblo, una fortaleza protegida no fisicamente por los altos muros y fosos o los guardias, si no tambien por la magia de los hechiceros.

El “¿Vais a marchar a pedir ayuda?” de los rebeldes sonaba al lastimero “¿Ya te vas?” de las abuelas, y las abuelas judías son expertas en hacer surgir el sentimiento de culpa. -Estoy pensando... estoy tratando de pensar en un plan...- Quería añadir que se sentía presionado pero tuvo los suficientes reflejos como para morderse la lengua porque los rebeldes sufrían en carne propia mucho más que él, sería hipócrita de parte del joven maestro andar quejándose. Le extrañó que a ningún aliado del déspota le llamara la atención un grupo de gente reunida en una plaza, tal vez habitualmente los rebeldes se congregaban allí o a los tiranos no les importaba u otro grupo de rebeldes estaba distrayendo a los déspotas de alguna forma...

Por un breve instante se mantuvo pensativo ante la pregunta de por qué deseaba tener al déspota. -Porque es parte de mi plan, el mismo plan en el que lucho por la libertad.- Respondió lisa y llanamente.

Mientras miraba el lugar que le indicaban, carraspeó para camuflar una corta risa psicótica porque, cuando AL FIN consiguió un poco más de información que tal vez le permitiría solucionar la situación, apareció una voz cantarina en su cabeza diciendo “¡Ah, mira! Allí moriré. Al menos es una colina, si fuera una montaña sería mucho más difícil. Hay que ver el vaso medio lleno.”

Se encaminó hacia el temible castillo pero antes de alejarse mucho de los rebeldes se giró hacia ellos. -Si pueden, váyanse del pueblo, si no, busquen refugio.- Dicho eso, retomó el camino hacia la colina. A cada paso estaba más cerca de una muerte segura, lamentó no haber compartido más su conocimiento y que, con su muerte, se perdería la unión con el Espíritu de la Naturaleza pero no vaciló porque tenía fe en Nichollas, en Lemóni, en Arturo y en todos con los que compartió lo que sabía.

Se acercó todo lo que pudo al castillo y midió a grandes rasgos el espacio físico que ocupaban la fortaleza y los hechizos que la protegían. Rápidamente se puso en la postura indicada, respiró profundo y ejecutó el movimiento para intentar hundir en la colina los hechizos, los fosos, los altos muros, el castillo y a todos en su interior. Lo que buscaba era que el suelo debajo de todo eso, descendiera de forma homogénea algo así como un kilómetro hacia abajo.

Empezaron a oirse gritos de alarma conforme la colina, entre poderosos rugidos, empezaba a convertirse en una llanura. Sonaron los cuernos de guerra por el ataque a la fortaleza, y un montón de hechizos no tardaron en salir volando desde los torreones directos a la cabeza de Adael, como una nube zumbante que oscurecía el cielo...

Pero dio igual, porque en ese momento, se deshicieron en lluvia. Alrededor, solo había océano y Adael estaba en el medio del mismo, de pie sobre las aguas, completamente solo.

El océano era tranquilo y claro, y el cielo límpido con algunas nubes.

A lo lejos, se divisaba la oscuridad que acechaba a todo el mundo.

Nadie se manifestó de modo corpóreo ante Adael. Pero pudo sentir el espíritu a su alrededor. En el agua, en el viento, las rocas bajo el mar, el fuego líquido bajo las rocas.

Bien hecho, joven maestro. La senda del erudito que has elegido no te ha impedido salirte de ella cuando más necesario resultaba por el bien de los demás. Recuerda que el sabio puede caminar dos sendas a la vez...y que un día tus actos serán tu enseñanza más poderosa cuando ya no estés.

Un cálido brillo nació de su interior envolviéndolo hasta concentrarse en su anular, donde fue perdiendo intensidad hasta solidificarse en un grueso sello con forma de la serpiente del ouroboros, aunque su cuerpo más parecía el oleaje del mar contra la tierra.

Adael despertaría entonces, donde sea que quiera que hubiese caido en el trance.


off: valgan las lincencias creativas, algo asi