Moulin Noir

Bebo un sorbo de la copa de ginebra en cuanto me la traen, comprobando que no me hayan puesto vulgar garrafón. No puedo rebajarme a tomar eso cuando hubo una época en la que sólo tomaba champagne del caro. Sería bajar demasiados escalones de golpe. Podría respirar hondo para tranquilizarme cada vez que me invade la ira al pensar en el desplante del nigromante, pero no me da la gana relajarme. Sólo puedo recordar sus estúpidas palabras, esas con las que me dejaba claro que nunca tendríamos ningún derecho en Ouroboros. - Un bastardo...siempre será un simple bastardo. - tengo bien claro que educaré a ese niño para odiar y destruir a su padre, siempre y cuando no consiga hacerlo yo antes. El tema Ouroboros me ciega hasta tal punto que he decidido pasar por completo de responder al mensaje de mi compañero Lytta. Su plan me parece absurdo, así como el de resucitar a Termeritus. Quieren alguien con la misma pinta, así que seguro que caen tan bajo como para pedir a un científico humano que les haga uno de esos extraños seres humanos clonados.

El golpe de una botella contra la barra me saca de mis pensamientos, y no hace falta mucho más para irritarme en este instante. - ¿Eres retrasado o sólo lo finges? - descruzo las piernas con elegancia, bebiendo ahora un trago más largo antes de dejarlo en la barra. Evalúo al tipo de arriba a abajo, pensando que tiene un aspecto bastante penoso, como de estar en horas bajas. Puede que me sirva para desquitarme un poco. - Un patético dragón, ¿no? hubo una época en la que eráis interesantes. Ahora todos andan por ahí con su forma humana, como despreciando la magia ancestral de su raza. Por gente que piensa como vosotros estamos como estamos. - bebo otro par de tragos más, bajándome del taburete para avanzar un par de pasos hacia él de manera peligrosa.  - El caso es que tu presencia aquí me molesta bastante. ¿Has venido a lloriquear porque te han pegado los otros dragones? - me burlo de él antes de acabarme la copa, dejándola con un golpe seco sobre la barra.

- Vamos a sacar la basura decadente de aquí. - con un gesto de mi mano hago levitar algunos de los pedazos de cristal de la botella que rompió Erebo, arrojándolos hacia su cara a otro gesto de mi mano.  - Primer aviso: lárgate

Escuche el funcionamiento de su poder, que no era realmente control mental si no mas sugestion y que con lo cual la oclumancia tampoco servia de mucho.

- Sin embargo cuantos mas recursos se tengan, mejor. Al menos....en cuanto a mi respecta

Pero eso pertenecia a una conversacion de antes de salir del bar e ir a por mis loritos. Hablarlo, entenderlo...me daba igual. Entenderlo era suficiente. Smaug me habia enseñado aquello. Comprender el valor de las palabras era necesario para comprender la magia misma.

Estreché su mano con la mia para sellar el trato, asi que me recreé un poco en la comparacion de temperaturas. Sonrei de lado y fue cuando salimos.

A mi regreso, lo encontré con una serpiente al cuello, algo que no le gustó demasiado a mis loros. Pero tambien vi a Adele entrando en el bar, que me dedicó unas lindas palabras

- Mmm, habra que trabajar en eso. Los loros creen que se los van a comer- ladeé mi cabeza para mirar luego a la rubia. - Si, estoy deseando volver a servir con los blood keeper. La vida tiene fases Adele, cuando vas a entrar tu en la siguiente fase de la tuya?

"deberia yo creer lo mismo?"

Sabia de sobra que si. Él se levanto con el color de ojos cambiado y manifestó su sed.
- ¿Un riesgo? Cual, exactamente? Que me muerdas en el cuello y bebas mi sangre? - fui yo entonces quien miró su cuello y volvi a sonreir de lado. Por un momento me cuestioné cosas. La inmortalidad, verdad? Pero no, no ese tipo de inmortalidad. No ese tipo de eternidad. Aunque en esta vida, o muerte, hay que probar de todo.

- Eso no entra dentro de la categoría de peligro para mi. O riesgo. Déjame que te diga una cosa. Veo que te estas conteniendo. - le hice shus shus a los loros que tenia conmigo para que se largasen a una farola o yo que se y luego estiré mis manos para agarrar la cara de Corvo y que abriese los ojos. - Si trabajamos una temporada juntos en esto de ser mercenarios eventualmente no te aguantarás y puede que acabes por usar la sugestion. Llámame egoista pero antes de que yo caiga en tus redes prefiero que tu caigas en las mias.

Como no, ya tenía que llegar el primer imbécil a tocarme las narices y a recordar lo que ya se y por desgracia me ha tocado vivir y aguantar durante tanto tiempo y más aún echandome la culpa de que patéticos magos que no saben defenderse estén como estén. Gruñí, patéticos, vaya un par de monigotes de feria que son.

- Si de mi dependiera - cojí la botella y la vacié de un trago - le daría una patada en los huevos hasta que les estallasen y subiesen por la garganta a esos imbéciles pacifistas, pero vosotros, macacos de feria, no echéis la culpa de vuestra ineptitud para defenderos por vuestra cuenta, que es lo único que sabéis hacer, buscar cabezas de turco. ¿Pero qué se le puede pedir a un mono hiperdopado? ¿Que piense? No se quien tuvo la brillante idea de hacer evolucionar a los simios y aun por encima darles magia, es como darles a los cavernicolas una bomba atómica, lo único que conseguirán será descubrir como funciona matándose en el intento.

Observo como hace un movimiento y unos gestos con la mano, deduzco que está realizando algún tipo de encantamiento, pero al no ser visible, probablemente esté utilizando algún tipo de telekinésis, giro rapidamente la cabeza porque me suena a ataque a traición cuando veo los cristales rotos de la botella venir hacia mi cabeza, resoplo y doy un pisotón en el suelo que hace salir un muro de piedra entre los cristales y yo, haciendo que se estallen contra él.

- Creo que vuestra presencia es la que más me toca las pelotas, y me da igual seas mujer o no, pero pienso hacerte volar por la puerta hasta la puta calle.

Me levante y le di una patada al taburete para quitarmelo de enmedio, si quiere irse calentita a casa, que se prepare. Preparé los puños y fui corriendo a junto suya para darle su merecido.

Entreabrí los labios mostrando mis colmillos con la intención de decir algo, pero no fui capaz de articular palabra. Estaba quieto. Muy muy quieto. Setelah olía realmente bien y eso no ayudaba a la causa. Sentí la brisa cuando sus pájaros echaron a volar y me hizo abrir los ojos. Sus manos eran confortablemente cálidas, y podía sentir su pulso a través de ellas, a parte de sentirlo a través de mis oidos y me impedían escuchar lo que decía, pero le comprendí por leerle los labios.

Tenía su cara a unos centímetros de la mía y su cálido aliento rozaba mi cara. Era el mismo exquisito aroma que emanaba de él, pero de una forma más concentrada. Parpadeé, totalmente deslumbrado y me acerqué un poco más a él, juntando nuestras narices con los ojos aún abiertos y aceptando que me autocontrol empezaba a desvanecerse.

-Noveno mandamiento, no saciar los apetitos carnales inmediatamente- Dije con un susurro. Empecé a bajar mi cabeza rozando sus labios con los míos y después su barba hasta llegar al cuello, abrazándolo para impedir que se quitase si se arrepentía en el último momento. Apoyé mis labios más fuertemente en su cuello, terminando de abrirlos para sacar mis colmillos e hincarlos en la yugular de mi compañero.

Empezé a succionar su sangre, caliente hasta el extremo que parecía que hervía por la diferencia de temperaturas, y empecé a beber. El éxtasis se apoderó de mí, impidiéndome controlar la cantidad que bebía y mi corazón empezó a palpitar. El primer pálpito fue muy fuerte, caluroso. El segundo un ardiente vórtice, vaciando las venas y arterias, que se tensaban como un alambre. Y finalmente acompasándose con el de Setelah, como tambores gemelos en resonancia. Todo muy erótico, o eso me parecía a mi.

Terminé, finalmente. Fuí incapaz de moverme hasta que se me despejó un poco la mente. Observé la herida y la lamí de forma instintiva, cerrando completamente la herida. Toqué mi barriga y calculé que había bebido por el litro y medio. Me alejé de su cuello y lo miré a la cara -¿Estás bien?- Dije susurrando, medio extasiado por la bajada del éxtasis.

Podría volver a salir fuera para plantar un puñetazo en la cara de memo de Setelah al hablar de frases de la vida, como si pudiese darme lecciones ese tipo con pinta de indigente. Tal vez cuando termine aquí dentro, que el dragón se esta cabreando por momentos. No me altero lo más mínimo ante tanta bravuconada y palabra malsonante que suelta, sino que sonrío de manera altiva, negando con la cabeza mientras le miro de manera condescendiente. Lo que no me hace tanta gracia es que detenga mi ataque de cristales con una especie de muro, ni que aluda a eso de que no va a tener contemplaciones conmigo por ser mujer.

- ¿Y? estoy segura de que no le dirías una frase parecida a un hombre antes de ir a pelear con él. Ven aquí y veremos quién hace salir por patas a quién. - le hago un gesto con la mano para que se acerque, importándome bien poco si causamos algún tipo de destrozo en el local. Ya deben estar acostumbrados a tener jaleo por aquí, así que el camarero se quita del medio en cuanto ve que va a haber problemas. - Lástima que no seas un dragón útil...se ve que ya quedan pocos de esos. En lugar de ayudar a los tuyos estás aquí, emborrachándote en un bar y perdiendo el tiempo. Espero que al menos estés tramando un buen plan. - algo así estaba haciendo yo. Voy a hundir Ouroboros, van a caer, uno a uno o todos a la vez. Matvey pagará caro su desprecio hacia mí, y sus torpes compañeros pagarán no haberse asociado con la gente adecuada. La época de fingir y de llevar una máscara de prudencia ha terminado. Saco el látigo que llevo colgado en el cinturón, atacando hacia una de las muñecas de Erebo cuando éste se acerca a mí con los puños preparados. Trato de liar su muñeca con el látigo, tirando de él hacia mí para lanzar un rodillazo a sus partes en cuanto le tengo lo suficientemente cerca. En modo humano todos son iguales, por muy monstruo que sea cuando se transforme.

Mis investigaciones marchan sobre ruedas en todos los ámbitos, tanto los que tienen que ver con mi contrato con la Alianza como los tratos que hice con Deisy hace unas semanas en la Posada de los Muertos. Por ello decido hacer un pequeño alto en el camino para relajarme sin más pretensiones. No está mal salir, por una vez, sin tener objetivos de negocios turbios en mente. Lo único que no puedo quitarme de la cabeza es el tema del ataque fortuito que sufrí en Galway, y por el cual estuve una temporada sin poder usar mis poderes. Afortunadamente ya han retornado, poco a poco fui recuperando mi capacidad mágica hasta recobrarla por completo. Gracias a eso me ha abandonado el mal humor que tenía cuando me sentía más vulnerable y menos poderoso de lo habitual por la falta de algo que considero esencial.

Me aparezco en la zona de Londres en la que se encuentra el mítico Moulin, ese local por el que muchos hemos pasado en algún momento. En la entrada hay un par de tíos haciendo cosas vampíricas erótico-festivas, o vete a saber. No les hago mucho caso, paso de largo sin fijarme en si los conozco o no. Al entrar al local la escena no es mucho más normal, así que ya me da por soltar una breve risa. A ella la conozco, de mi época trabajando para el Ministerio. También paso de su pelea, sentándome en una zona alejada de las hostias, justo al final del bar. El camarero parece algo acojonado para salir, así que atraigo hacia mi una botella de whisky usando un hechizo de levitación. Al menos tendré espectáculo para ver mientras bebo.

La cercanía de Corvo se volvía cada vez más excitante. La verdad era que no me sentía culpable por ello, en ningún momento se me pasó por la cabeza que esto pudiese ser una traición a mi querida pelimorada. Es más, por un momento pensé que ella también lo disfrutaría de estar aquí.

Y es que el vampiro tenia unos ojos hipnóticos, ya le había dicho antes que eran bonitos pero aquella palabra no terminaba de hacer justicia. Nuestras narices se tocaron y le sostuve la mirada con aquel brillo felino en mis ojos color miel. Pareció recordarse un credo a si mismo, pero de poco sirvió. Disfruté del contacto breve de nuestros labios. Mi corazón palpitaba tranquilo, todavía. Su abrazo fue firme y el contacto de sus labios contra mi cuello, frío. Subí mis manos por su espalda. La curiosidad me podía. Sabía perfectamente, y no solo porque me lo había advertido el, que esto entrañaba sus riesgos. Pero una vez más había que comprobar hasta donde podía llegar, y esto era algo que aún no había hecho. Cuando hundió sus colmillos en mi piel sentí una descarga de placer recorrerme todo el cuerpo, y tuve que retener un gruñido de placer mordiéndome el labio inferior. Pensé que quizá de plantearmelo, podría haber luchado contra esa sensación... Pero no quise. Para que? Cerré los ojos unos instantes y, como aún lo tenía abrazado, una de mis manos subió hasta su pelo. Abrí un momento los ojos sentir movimiento viendo a cliente largo y entrar bar. Sentí frío, y ahora si, como respuesta inevitable, el corazón comenzó a latir mucho más deprisa. Cuando creía que aquello iba a llegar a un punto insoportable tanto de éxtasis como de taquicardia, frenó y se separó. Jadeé una vez o dos, asentí mirándolo, mi respiración era superficial pro las fuerzas no me habían abandonado pese a la perdida de sangre. Principalmente gracias a la joya del dragón que tenía incrustada en el pecho y que ya había comenzado a obrar para restituir la sangre perdida, mediante su magia

- yo si....y tu? - me llevé una mano al pecho asegurándome de que la ropa cubriese bien el incipiente brillo de la joya mágica. - besas muy bien

Lo agarre poniendo mi mano tras su nuca y lo acerqué a mi con un poco de brusquedad dándole un beso en la boca a lo "humano"(vaya sin morder ni cosas asi). Luego al separarme mire hacía la puerta del bar y me limpié la comisura de la boca, que había quedado un poco manchada de mi propia sangre.

-tengo que comprobar una cosa.

Mantuve el rostro ligeramente inclinado a espera de la respuesta. Durante el frenesí sentí que el también lo disfrutó, pero me sentía mas seguro que si me lo decía directamente. Jadeaba y me miraba con esos profundos ojos, que me recordaban al oro líquido pero con una profundidad que no me había fijado hasta ahora. Incluso notaba ciertos matices en él que no me había dado cuenta dada la ceguera que produce la sed.

-Sí… ha estado increíble- Dije aún un poco extasiado mientras guardaba mis colmillos recién usados. Se acomodó la ropa, seguramente por la presa que le hice cuando bebía su sangre, hubo un momento en el frenesí que creí perder el control, pero estuve orgulloso de mi mismo y sobre todo de no haberlo matado. -G-gracias...- Me sorprendí, era la primera vez que tartamudeaba desde que era humano. No entendía lo que me pasaba dado que esta vez había sentido como algún tipo de conexión con Seteah, tenía la extraña necesidad de saber más cosas de él.

-Tú...- Me cortó cuando puso la mano en mi nuca. Tan cálida que ni me percaté de que me estaba acercando a sus labios hasta que estuvieron contra los míos. Mi cabeza empezó a dar vueltas y casi sentía que me flaqueaban las piernas. Simplemente me dejé llevar, al igual que él se había dejado cuando yo me alimentaba de su cuello, ahora confiaría en él.

Apartó sus labio y me incliné hacia delante dado que aún no estaba complacido, quería que siguiese besándome. -No te imaginas lo placentero que ha sido para mi… El calor de tus labios… Increíble- Dije susurrando mientras miraba cómo se limpiaba su sangre de los labios.

Asentí cuando me dijo aquello, dándome cuenta ahora que no tenía sed, que su olor no solo me provocaba sed, sino también un pequeño cosquilleo en mi entrepierna. Estaba confuso y mi mente no se aclaraba. Eran demasiadas emociones para alguien que había perdido la humanidad. El mareo se fue disolviendo en mi mente e intente mover mis piernas para seguirle, cosa que tardé varios minutos vampíricos pero se traducen en medio minuto humano. -¿El qué?-

- Cuidado. - le comenté entrecerrando los ojos cuando mencionó lo plancentero que habia sido. Yo opinaba lo mismo. - Pues dicen los profetas que en la búsqueda continuada del placer reside la fuente de nuestro sufrimiento. Voy a tener que rezar muchos mantras por tu culpa.

Me detuve con la mano en el pomo de la puerta, antes de entrar ahi, le explicaria a Corvo de que iba el asunto.
- Mientras tu yo estabamos a lo nuestro, ha entrado al bar un mago llamado Tobias Guttenberg. Lo vi por ultima vez hará unos cinco años.

Arrugué mi nariz, la cabeza aun estaba un poco como en las nubes por la perdida de sangre.

- Es un cientifico sin bando, trabaja para quien le pague mas. Un rival a medida. Una especie de mercenario, a decir verdad. Realizó experimentos con licántropos y magos, y estoy seguro casi al cien por cien que tambien los realizó en niños. Tu primera leccion hoy será... aprender a mantener una conversacion no hostil con alguien con quien te partirias la cara, para obtener informacion necesaria. Verás, en mi caso personal...tengo motivos para querer vengarme de este hombre. Solo que él no lo sabe.

Crucé mis brazos mirandolo a la cara antes de proseguir.
- Y la venganza es inútil, enzarzandome en una pelea iniciada por mi solo lograria rebajarme al nivel de una bestia parda. Quiero que no nos vea como enemigo, aunque su instinto le chille lo contrario... quiero saber que ha hecho este hombre durante esos cinco años de ausencia. Vamos. Tus habilidades te van a ser muy utiles en este empleo.

Entré a la taberna junto a Corvo, viendo a Adele encarada contra un tipo de pelo blanco. Aquello me arrancó una risita.
-La que se ha liado en un momento.

Vi el vaso de whisky flotando por ahi, que se dirigia a la mesa de Tobias. Lo intercepté agarrandolo con mi mano y luego miré al cientifico....y sonreí.
- Alguien se ha cansado de beber cerveza inglesa! quien lo habria dicho.

"odio la cerveza"

Me acerqué a la mesa de Tobias poniendole su vaso delante.
-Aqui tiene, caballero. Tabernero! Sírvame otro. - tomé asiento sin ser invitado y yo mismo invité a Corvo a sentarse con nosotros. - Tanto tiempo...creí que te habrias vuelto a alemania.

La pelea que estoy presenciando tarda un poco en arrancar, para mi gusto. Ya deberían estar rodando cabezas por el suelo y cosas de esas, pero no, están un tanto comedidos. Me dedico a levitar la botella de whisky hacia mi sin ninguna prisa hasta que aparece un tipo que creo que no he visto antes, ¿o sí? - Muy amable. - replico en tono de falsa amabilidad, pues me molesta que se acople este par a la mesa y encima toquen la botella que yo quería coger. Me sirvo el whisky sin apartar la mirada de Setelah, entornando levemente los ojos cuando menciona lo de Alemania. Él si sabe quién soy yo, lo cual no sé si debe halagarme o preocuparme. Mis trabajos han sido numerosos y variados, pasando por Rusia, Alemania, y la propia Inglaterra, donde llevo tiempo instalado y he hecho negocios con dos bandos diametralmente opuestos. Obviamente me he granjeado enemigos aquí y allá, pero eso es básicamente por su estrechez de miras. Escruto el rostro de Setelah y después el de Corvo, teniendo claro que el segundo sí que no me suena de absolutamente nada.

- Disculpad, creo que no nos conocemos. O al menos yo no os conozco a vosotros. - comento con una leve sonrisa en los labios, echando whisky en mi copa para beber después. - Antes de que sigamos con esta conversación creo que necesitaremos conocernos un poco mejor, así que decidme... ¿buscáis colaboración en algún tipo de negocio? ¿por qué tengo el honor de que queráis compartir unas copas conmigo esta noche? - mi último encuentro de taberna no había ido mal, el negocio propuesto por aquella ampira parecía interesante y ya me he puesto a trabajar en ello, a pesar de que los vampiros no sean el tipo de criaturas que me parezcan más de fiar. - Soy moderadamente paciente, así que vayamos al grano. - doy otro nuevo trago a mi copa, aguardando a que me desvelen un poco más. Dudo que sólo se hayan acercado a mi para conseguir mi autógrafo.

Llegamos a la puerta del Moulin, escuché que quería entrar por un conocido y observé su rostro, ligeramente mareado pero sin nada de arrepentimiento. A veces olvidaba el estado de pérdida de sangre en humanos. Escuche cada palabra con atención. Me estaba tomando aquello como una prueba de iniciación.

-Entiendo, te sigo - Abrió la puerta y observé como se peleaban aquellos dos, sin dejar de andar, y me reí ante la reacción de Setelah al ver la pelea. Era bastante normal que se produzcan este tipo de peleas en el bar, un verdadero imán para los menos pacientes. Saludé al camarero, que parecía tener prisa por largarse por ser altas horas de la madrugada.

Llegamos finalmente a la mesa y saludé a Tobias con La mano, guardando las distancias -Buenas, soy Corvo - Me senté en la mesa, aceptando la invitación de Setelah. Mi rostro era despreocupado, sin usar ninguna disciplina ya que confiaba y quería ver la estrategia de Setelah.

Ambos se han pedido copas, negando con la cabeza cuando el otro camarero que no estaba al tanto de mi situación vampírica me miró para saber si quería algo, a lo que negué con mi cabeza de forma despreocupada.

De Tobías me venía una olor extraña, y al analizarlo vi la bata de laboratorio debajo de la chaqueta. Esta desprendía alta cantidad de productos químicos, seguramente impregnados al realizar muchos de sus experimentos. Casi me pregunté si había hecho experimentos con vampiros, pero la idea huyó de mi mente rápidamente cuando pensé en ello.

Cuando preguntó a qué veníamos me limité a mirarle con simpatía, esperando que respondiese Setelah y oliendo ahora un nuevo olor, como ceniza, proveniente de Tobias. Un olor a alguien conocido que me resultó inquietante.

- ¿Los míos? Yo no llamo "míos" a unos traidores que solo piensan en su puto ombligo y abandonan a los suyos, por mi se pueden matar entre todos ellos.

La estrategia del cuerpo a cuerpo tiene un flagrante fallo que no me había percatado hasta que era tarde, la muy zorra tenía un látigo que usó para atrapar uno de mis puños y tirar de mi. Lo siguiente era un rodillazo, intenté pararlo con la mano que me quedaba libre, pero entre la velocidad del momento y el poco tiempo para contrarrestar el golpe y estar preparado para recibir uno por la sorpresa del momento, pude evitar que me diera con la rodilla todo el impacto, pero igualmente salió mi mano con su rodilla hacia atrás y tuve que dar un gruñido de dolor. Mi cabreo subía por momentos, tenía que cambiar la estrategia de nuevo y fue entonces cuando vi la oportunidad, aproveche mi mano aún atada por el látigo y lo sujeté fuerte con esa mano y tiré de él para acercarla y aprovechar el momento para tratar de sacudirle un cabezazo contra la suya.

Los trabajadores del local parecían acostumbrados a las disputas dentro que nos dejaron vía libre, por no decir que corrieron a ponerse a salvo en un lugar cuando vieron que nuestra pelea iba enserio y no era una mera pelea verbal o de manos de borrachos. El resto de la clientela parecía impasible ante nuestra pelea, mejor, no quiero metomentodos enmedio y medio porque entonces también iban a recibir y acabarian yendo a casa calentitos.

La verdad es que me importa una mierda quien entre o salga del bar, tanto si son idiotas como Setelah como si son desconocidos como el tipo que lo acompaña. Ahora mismo estoy centrada en la pelea con ese engendro que se hace llamar dragón y que es una deshonra para sus antepasados. - Algo harías para que te despreciasen. Los dragones son seres orgullosos, con un fuerte sentido de pertenencia al clan. - no sé a qué especie de dragón pertenece el que te tengo delante, pero con ese mal carácter es probable que sea de los negros.

- Mírate ahora, vagando por un cutre bar y sin pertenecer a ningún lado. - espeto con una sonrisa malvada, con toda la intención de ser hiriente sólo por el hecho de serlo. - O si tantas cosas tienes pendientes contra ellos...¿por qué no los buscas y te vengas? ¿qué clase de cobarde eres? - sigo con mis provocaciones, que me resultan casi tan entretenidas como la propia pelea física en sí. Suelto un quejido por el golpe que me doy en la frente contra su dura cabeza, algo que no he podido esquivar porque ha utilizado mi propio látigo para acercarme. Una pequeña brecha aparece en mi frente tras ese golpe, haciendo que un hilillo de sangre comience a bajar hasta mi ceja. Me llevo el dedo a la herida con una leve expresión de disgusto pero lejos de frenar me vengo más arriba todavía. - Ohhh, en una pelea a primera sangre habrías ganado, dragoncito perdedor. Pero no. Se siente. - sonrío con cierto sadismo mientras agarro uno de cuellos de botella rotos que quedaron sobre la barra para usarlo a modo de cuchillo, yendo a clavarlo con saña a su costado.

Decidí tomarme un día libre, de descanso, después de todo uno puede olvidarse por completo de uno mismo, y no está mal de vez en cuando tener un pequeño momento egoista dedicado a uno mismo. Me apetecía beber algo y de mientras pensar en algo más que hacer, futuros planes, acuerdos, etcétera, es decir, algo de utilidad para mi pequeña empresa.

Me dirigí al único lugar que conocía donde sabía que podía beber algo y lo más probable enterarme de algo, normalmente le diría a mis muchachos, pero me apetecía una dosis de mundo exterior a la organización y enterarme yo mismo, después de todo, nadie me conocía ni sabía mi verdadero nombre, para todos el Supervisor es una figura extraña envuelta en el misterio, lo cual es un lujo, no siempre el rodearte de gente no afín suele ser ventajoso y puede venir acompañado de problemas o quebraderos de cabeza.

Al entrar hay una pelea, parece que los borrachos empiezan temprano con sus disputas, que bien. Va a ser una velada de lo más entretenida. A lo lejos diviso a mi antiguo compañero y camarada de ciencia, Tobias, con dos hombres más. Pedí a uno de los camareros que estaban lejos de la zona de la disputa algo para beber y mientras lo preparaba me fui a la mesa donde estaba Tobias y saludando a los presentes, me senté con ellos.

- Caballeros... Tobias, muy buenas compañero ¿como se encuentra?

Aparezco en la entrada del Moulin junto con Emily, después de haber pasado horas en Ouroboros investigando sin descubrir nada. Al final nos aburrimos de dar vueltas sin sentido y dejamos que fuesen los propios Descendientes los que se encargasen de averiguar de qué iba todo aquello. - Tú te crees...hemos ido para nada. Para una especie de cebo con falso asesinato. Me alegro por el tipo en cuestión, eso sí. En fin, pasemos a otra cosa. Esta noche tú y yo vamos a pasarlo muy bien. - sonrío y le guiño un ojo a mi compañera mientras pasamos al bar, que está bastante más concurrido de lo que pensaba. Por un lado una pelea, por otro gente con pinta de hacer negocios turbios en una mesa. - Joeeee, así no dejan a uno beber tranquilo. ¿Taaaaaaanto cuesta venir sólo para estar de jajas? venga, hombre. - de repente me doy cuenta de que una de las integrantes de la pelea es una persona non grata para la Brigada, aunque puede que para más gente. La muy zorra de Adele, campando a sus anchas. Me contradigo en todo lo que he dicho antes, metiéndome también a la bulla de pelea.

- ¡TÚ! ¡POR FIN ASOMAS EL MORRO PARA QUE TE DEMOS TU MERECIDO! - le grito mientras me arremango para ir a por ella, sin molestarme en hacer le a Emily el típico gesto de 'sujétame que la reviento'. Lykaios ya se cruzó con ella en Ouroboros, pero como estaban en un torneo en casa ajena pues como que estaba feo que la matase delante de los invitados. Podría usar el fuego para atacarla, pero es más satisfactorio usar mis propios puños. Utilizo mi habilidad de convertir mi cuerpo en algo pétreo, aplicándolo sólo al puño para ir a descargar un puñetazo contra su cara. - ¡eh, no sé quién eres, pero si es tu enemiga eso nos convierte en aliados! ¡vamos, Emily, ven tú también a pegarle! ¡es la tía que se cargó a uno de los nuestros en Francia! - también es cierto que en respuesta a eso maté al que por aquel entonces era su marido, pero ella se nos escapó.

No solo estaba cansada y frustrada por todo lo que recorrimos en Ouroboros para literalmente nada, ahora tenía el estómago del revés debido a la aparición. - No me acostumbro eh - digo con cara mareada - Estoy de acuerdo, ver si con una copa se me pasa - “O unas cuantas” Pensé en mi fuero interno.

Me dí cuenta de que Ben empieza a mirar la pelea, cosa que no entendía ya que era normal en ese lugar, y empieza a gritarle a la mujer. Cuando empezó a ir en su dirección le sujeté del brazo, pero debido a mi enclenque físico mis pies fueron arrastrados por su caminar y acabamos al lado del otro grupo.

Cuando dice que mató a uno de los nuestros se me heló la sangre. Miré a la mujer, que tenía cara de pocos amigos, y no sabía qué hacer. No era ninguna justiciera, pero me dolió el pensar que habíamos perdido a uno de los nuestros por ella y no hacer nada. Le solté el brazo y dí unos pasos hacia atrás y seguí mi instinto de alada, para no inmiscuirme.

-Lo siento Ben, pero no quiero hacer daño a nadie...- Dije tristemente. Al girarme para andar en dirección contraría me comí a Tobias, que estaba sentado detrás, tirando su copa por accidente encima suya y rompiéndose, lo que provocó que me cayese al suelo.

- Uff, disculpa, no te había visto. ¿Estás herido?  - Digo desde el suelo, intentando levantarme. - Lo arreglaré en seguida - Puse la mano extendida y con magia del tiempo rehice el vaso roto y recuperé su contenido, avergonzada.

"no me recuerda! menudo sinvergüenzaaaaaaaaaa.........bueno, déjate, casi que mejor."

- Me llamo Julius Augustus. Tu si mal no recuerdo eras Tobias Guttenberg, no? Yo solía trabajar con los Blood Keepers, oi hablar de tí alli. De algun trabajito que hiciste.

El tio parecia no querer enredarse mucho en cosas triviales, vaya hombre. Asi que me incliné hacia delante con sumo interés hacia su persona
- Querria saber si sigues trabajando con los blood keeper...en este pais o en otro. O como de disponible estás para otros posibles bandos y trabajos...hay un asunto sobre algunas cosas en las que me gustaria profundizar....

Me lo estaba inventando totalmente, sobre la marcha, creyéndome mi propia historia para que el tambien lo hiciese, por supuesto, creerte tu mentira es primordial. Yo solo queria soltarle la lengua. Corvo estaba muy atento a la conversacion, me pregunté si se percataria de mi tecnica.

En esto que llegó un señor rubio, alto, de aspecto casi germano. Me llevé la jarra a mis labios para hacer como que bebía e incluso tragué en falso, aprovechando para analizar el fisico del hombre

"no es un mindundi cualquiera, y se conocen, compañeros de trabajo? interesante"

- Amigos? Compis de trabajo? Pareja? - nah, muy formal. - A ti si que no te conozco....eres nuevo por el pais? Eres inglés, si quiera? - vale, yo tampoco parecia inglés, aunque mi acento era perfecto.

La cosa parecia que no podia ir a mas, pero si! aun faltaba alguien por unirse a nuestra improvisada, rara y quiza provechosa reunion...una chica de cabellos blancos...que muy torpemente se choco con Tobias y rompio algo que arregló inmediatamente .Pero no fue su magia la que provocó que la mirase con los ojos entornados. Tenia la sensacion de haberla visto antes....
- Nos hemos visto antes?

Los improvisados acompañantes se presentan porque parece que tienen intención de quedarse en mi mesa, así que me toca presentarme a mí también, aunque el nombre de uno de ellos me suena a coña. - Un placer, Corvo y Julius. ¿No serás de Pechuga Musla, por casualidad, no?  - nombré un pueblo que visité hace años en Italia, por el nombrecito que se gasta el tío. El chaval más joven se queda prudentemente callado, pero eso me hace fiarme menos todavía. Los precavidos y los que escuchan son los más peligrosos. El raro del tatuaje verde en la cara se pone a hablarme, dando mi nombre con apellido incluido. Asiento porque ha acertado, bebiendo un poco más de whisky mientras dejo que termine.

 - Vaya un cotilla. Aunque no estás mal informado...no del todo. Sí, he trabajado para los Blood Keepers, y volvería a hacerlo si me presentaran un proyecto interesante. También he trabajado con otros mercenarios, y ahora mismo con la Alianza. No es novedad. - me encojo de hombros, sin darle más importancia a hablar de mi puesto de trabajo actual. Tarde o temprano se acabará sabiendo y da lo mismo que un par de entrometidos lo sepan. Me siento con suficiente poder como para que me parezcan irrelevantes insectos.   - Alguien como yo trabaja para todo el mundo, siempre que esté bien pagado  y que el proyecto me interese. ¿Vienes a traerme algo que me interese? si es así hablemos. Si no vamos a sacar nada interesante...puede que esta conversación no nos lleve más que a un sinfín de cotilleos. - me sorprende un poco la aparición de Lucios en la taberna, espero que no lo haya enviado alguien del laboratorio para buscarme en mi día libre. Lo saludo de manera cordial, invitándole a tomar asiento mientras le digo el nombre de los acompañantes.  

- Es mi socio actual, más no el habitual. - hablo yo por Lucius, pensando en dónde se habrá metido la pesada de Lorelei. La verdad es que echo de menos discutir con ella. - ¿Novedades por el laboratorio, Lucius? yo ya firmé la entrega de la primera remesa. - Me acabo lo que me queda de la botella de whisky, pero en ese momento alguien se mete por medio y me tira el vaso al suelo, haciendo que acabe mojadamente alcoholizado. Me giro con irritación para ver quién ha sido, encontrándome con una hermosa alada bastante apurada por lo que ha hecho.  - No pasa nada. Que nos traigan otra botella y copa, yo invito a esta ronda. Sólo espero que no seas de las que tiran copas a desconocidos para conocerlos. Únete a la reunión, nadie conoce a nadie, qué más da una más. - comento con una sonrisa perspicaz a Emily, tendiendo una mano para ayudarla a levantarse. Me ha parecido bastante interesante eso de volver a rearmar la copa rota, retornándola al estado anterior. He de averiguar más sobre sus habilidades, puede ser conocimiento útil.

Llegaron al Moulin tras una rápida travesía por la isla de Ouroboros para ir por Svart. Terminó encontrándose con mucho más que un solo dragón, pues había otro par que aún cabían en su mochila y que aparentemente ella había encontrado en algún lugar del bosque. Apenas los vio recordó que durante su llegada a Londres los había visto en una cueva no muy lejana a la ciudad y volvió por ellos tiempo después solo para comprobar que su madre posiblemente ya no se encontraba por el rumbo. Decidió entonces llevarlos antes que dejarlos solos. Era una amarga decisión, pero sería mejor dejárselos a su tio Thranduil, que al menos ya había criado dragones con anterioridad. Sabría más como tratar con ellos y quizás podría tenerlos a salvo mientras las cosas se calmaban en Ouroboros. Por ahora, sentía que no podía hacerse cargo ni de ella misma, aunque también tenía una extraña sensación de felicidad que creía no coincidía con su yo habitual.

Entró al Moulin sin prisas, aunque tomó sus precauciones, pues recordaba el lugar de vagas memorias, y tenía muy presente que Reiv tenía un pequeño ligue con la chica que atendía el lugar. Después de lo que pasó la noche anterior, estaba segura de que lo último que necesitaba eran ex novias celosas. Entró echando miraditas alrededor, encontrando a nadie que le resultara familiar. Viendo que había una cantidad moderada de personas para lo habitual, pudo escoger una mesa un tanto más alejados de ellos. Mientras caminaba, se tomó un instante para darles un segundo vistazo, pero no encontró nada fuera de lo común. Y mejor aún, no encontró a ninguna chica detrás de la barra que turbiara su día, hasta que vio y sintió la presencia de un dragón, que localizó rápidamente y que su memoria recordó por aquel característico aroma.- Erebo... - El nombre abandonó sus labios sin permiso de la chica en un tono bajo, aunque con el buen oído que tenían algunos no le parecería raro que la hubiera escuchado.- Reiv, es el dragón que entró con nosotros a la base, parece que también pudo salir después de que me derribaron.- Murmuró, y aunque tuvo la intención de acercarse, parecía que estaban en medio de una disputa un poco reñida con otra de las presentes.- ¿Crees que encontró lo que buscaba? Tenía un proposito difícil de lograr.

Escuché a Seteláh hablar con mi relajada poker face. Había optado por utilizar un nombre falso o ya había utilizado ese nombre con él en un pasado, pero eso lo descarté dado que Tobias no parecía saber nada de él. Cuando Setelah mencionó lo de los Blood me quedé quieto, dejando de respirar sin darme cuenta, ya que no parecía el tipo de persona que tiene los ideales propios de un Blood, pero al escuchar el resto de la historia empecé a sospechar que era parte del plan, aunque no estaba seguro. Anoté en mi mente hablar de Tobias a Shinobu cuando tuviese oportunidad.

Solté una pequeña risa cuando le llamó cotilla, lo que me recordó que tenía que seguir respirando pese a no necesitarlo, me hacía sentir más humano. Llegó aquel hombre rubio, aparentemente conocido de Tobias, y hablaron unos instantes de trabajo hasta que fueron interrumpidos por Emily.

Cuando estuvo levantada la miré, y no fue hasta que vi sus alas negras que me di cuenta de que ya la conocía. -Perdona pero… Tú no serás la alada de la Gruta de las Conchas? - Dije, pese a saber ya la respuesta, dado que era de las pocas personas que olía como un pollo. -Cómo te llamabas, por cierto?-

Al parecer no era el único interesado en la alada. Mis compañeros la miraban con una extraña curiosidad, que posiblemente fuese por las alas, pero cuando Setelah preguntó por ella caí en por qué le sonaba.

-Ella ayudó cuando estabas en la Gruta - Dije a Setelah, intentando ocultar la máxima información posible a Tobias -Me suena que es de la Brigada. Dónde has estado todo este tiempo? - Dije al ver el interés de Tobias por la alda. Si ella se quedaba puede que soltase más información, aunque fuese por exceso de alcohol. De todos modos podía manipular su mente para que me contase todo en caso de emergencia, pero de momento prefería dejar que la cosa fluyera con el improvisado plan de Setelah, y aprovechando que Tobias estaba entretenido con Emlily le susurré a Setele un "Todo bien?".