Calles de la zona residencial humana

Miro al elfo a los ojos, que son dorados y parecen poseer luz propia. Habia leido que los ojos de los drow solian ser de color rojo, asi que supuse que este se salia de la norma habitual. Y quiza no fuera eso lo unico en lo que se salia, pues por el mero hecho de estar fuera de su habitat ya rompia otra de esas caracteristicas escritas que habia leido en los libros. Determinar su edad por los medios de los que disponia en el momento me habria resultado imposible.

El individuo en cuestion guardó su libro y comenzó a hablar. No poseia un finisimo acento, y su dominio del ingles no era el mejor del mundo. El mio, mi acento en comparacion, fuerte para algunos, al lado del suyo podria resultar hasta suave. Su despreocupada respuesta me arranca una mirada grave hacia su persona y luego a mis alrededores...paseo mis ojos por aquellas calles antes de dirigirlos de nuevo hacia el.
-No. Por supuesto que no.

Era imposible estar solo en ese cementerio al que se llamaba ciudad. No sabria decir el qué, pero el drow tiene algo que llama mi atención...y eso podria ser tanto de buena como de mala manera. Mis ojos se clavan sus momentos en sus ropajes, aquella amalgama de telas....
-¿Acaso la compañía inusual no cuenta? - pregunta entonces por mis asuntos. Dificil cuestión....mi respuesta se hace esperar un par de segundos o algo mas -No lo tengo del todo claro, caballero. Ni tampoco cuan buena puede llegar a ser la noche. Por el momento no es demasiado brillante.Supongo que vine buscando cosas. La misma pregunta podría aplicarse a usted, a menos que sea un lector empedernido.

"quizá encontré algo, aunque definitivamente no lo que estaba buscando"

Le respondí a su mirada con la misma convicción, con una expresión no excesivamente severa aunque sin una sonrisa ahí pintada. Él se lucía unos de azules, demasiado claros, color al que yo aún no me había habituado. Era incapaz de decir si colores tan claros eran normales o no en aquellas razas. Era curiosa la riqueza de la gama cromática que solían lucir magos y humanos en sus miradas. Mientras tanto en nuestra raza del rojo como que no pasamos salvo excepciones como tu y yo. Tu y esa miradita tan curiosa, que tanto me decías que no venía de familia. Y yo con mis ojos dorados, que en ese caso si que parecía ser un gen familiar.

Creí atisbar algo de inteligencia en sus palabras en cuanto estuvo de acuerdo con que uno no podía estar a solar en un lugar como aquel. Convencido ya de que no debía ser un humano cualquiera -y probablemente no humano- me estiré levemente para prepararme para una conversación, desde luego, de más sabor que otras tantas que hubiera podido tener hasta la fecha. -Ya decía yo.- Me encogí levemente de hombros como si no fuera un asunto peliagudo. Y es que no lo era.

Me escrutaba antes de dejar caer una respuesta con cierto toque enigmático. Mi rostro se abandonó a una leve sonrisa y un pequeño alzamiento de cejas. Aquel hombre sabía. Y no hacía falta ir más allá que aquellas preguntas, aquel… Saber estar que se lucía. Por muy raro que te parezca, Anzus, tengo respeto por los viejos. Uno que llega a poder criar arrugas o lo ha hecho muy bien durante su vida o es que la ha liado y se ha podrido media cara. -No exactamente. No son muy partícipes en estos asuntos y se desentienden con demasiado desdén.- Vlosinssrigg poco o nada interés tenía por asuntos que él tildaba de mundanos. Se revolvía y esperaba con una mezcla de paciencia e impaciencia a pasar a la acción.

Me vino a decir en respuesta a sus asuntos que no estaba demasiado seguro de qué hacía, pero parecía buscar algo. Alguien. Alguna cosa. Se desentendió pronto del asunto devolviéndome la pregunta. Era… Era astuto. Era una forma sutil de no decir ni media palabra pero hacerlo con curiosa naturalidad y gentileza. -¿Sabes? Yo también vine buscando… Cosas. Que puedan llamarme la atención. Conversaciones, personas, vida. Magia.- Le respondí con la mirada perdida en el cielo nocturno, con una musicalidad extraña en mis palabras. -Llevo buscando algo que pueda permitirme… Avanzar en mis vías desde que he llegado aquí. Pero me encuentro con una raza, que supone la mayor parte de la población, que no hacen mucho más excepto máquinas. Empiezo a creer que es una pérdida de tiempo…

Me arropé un poco más en la capa como si acabara de recordar que aún podía sentir el frío. -¿No sabrá usted dónde yo, un mísero elfo brujo apasionado, podría encontrar algo más allá de repugnantes máquinas? Alguna biblioteca, algún círculo, alguna escuela o sencillamente alguna comunidad algo más consistente que no sencillos humanos con sus respectivos trastos de andar por casa…- Era una respuesta dicha como un vago antojo. Pero mis ojos interrogaban con más fuerza que mis palabras. No estaba seguro de que realmente él fuera a saber nada. Pero si lo sabía igual correspondría con la respuesta que deseaba. Si no era ese el caso, sencillamente se amedrentaría y yo no habría perdido absolutamente nada. Era un win/win, como dicen los gabachos estos.

Afianzo mis pies en paralelo en el suelo cuando el parece estirarse un poco en su banco. No me cuesta demasiado leer ese gesto suyo: muestra de interés. Sea lo que sea lo que ha visto, es algo que ha llamado su atencion, pese a que siga sentado ahi en actitud relajada. Yo por mi parte permanezco en pie con una mano en el bolsillo y el pulgar de la otra enganchada en mi cinturon.

Mi mirada permanece igualmente firme y penetrante ante sus sonrisas o alzamientos de cejas. A saber qué está pensando.

"Probablemente, muchas cosas"

-Supongo que nuestros asuntos les resultarán aburridos. No me extraña. -a quienes nos estabamos refiriendo? Pareciamos hablar en tabú. Quiza ni si quiera de lo mismo. Quien podria asegurarlo?

Lo escucho atentamente, él habia salido en busqueda de cosas que pudieran interesarle. Magia. Asi que definitivamente, se trataba de un brujo. Alguno en busqueda de conocimientos que le permitieran avanzar en sus "vias". Pero que clase de vias eran las de alguien que portaba una guadaña como estandarte?

No despego mis labios entonces, y antes de que pueda decidirme a si añadir algo o no, el continua hablando. Formula entonces una pregunta a la cual mi respuesta podria ser más que positiva. Por supuesto que conocía un lugar semejante. Varios, en realidad, pero el mas valioso, Ouroboros. Sin embargo aquello no era algo que pudiese ir revelando al primer brujo con el cual me topase. Definitivamente no.

-Eso dependerá de la carta de presentacion del solicitante.- no habia sido una pregunta cualquiera hecha al azar, se veia el anhelo en sus ojos.

No parecía ni confiado ni muy de buen rollo como para ir a posar su viejo culo en mi simpático banco. O desconfiaba de mí o sencillamente debía preferir parecer todo un macho man. Yo comprendía que a los viejos había que cederles el asiento. E igual ahora piensas, “¿De verdad crees eso?, porque tu y yo sabemos que pocas cosas me importan en esta vida. Pero después de ser un cojo de mierda (gracias por el mote, idiota) durante unos… ¿Fueron 40? ¡Demasiados! Años, comprendí lo bonito de tener tu pandero posado en algún lugar, como si el estar de pie fuera tan complejo como un pájaro volando por ahí.

Pero él seguía allí, hecho una rusa estatua, un poste ahí plantado, casi como si se tratara de una imagen inamovible. Rostro firme y serio. Yo, que me veía reflejado en sus ojos, lucía un porte mucho menos serio. Como si no acabara de tomarme aquello con seriedad. Nada más lejos de la realidad. -Y tan aburridos. Infinitamente tediosos, repetitivos, cosas del día a día. Muchos de ellos tienen cosas más interesantes a hacer. O tal vez solo les importa algo en sus… “vidas”, ¿No crees?- Le hablaba a él y le hablaba a Vlosinssrigg. Este se mostraba extrañamente sumiso en aquella noche, como si no considerara al hombre allí puesto una presa más, si no alguien digno de temer.

Me divertía aquel comportamiento pero a su vez me hacía estar mucho más atento de lo que normalmente estaría. El espíritu o la mierda que fuera aquello no se alteraba por sandeces. No se amedrentaba con facilidad. Y estaba dando bastante información a un hombre capaz de provocar reacciones nuevas en mi compañero desde hacía largas décadas. Pero no tenía demasiado a perder. Aquel hombre parecía analizar todas mis palabras. Pero yo no creía que nadie fuera capaz de usar aquello en mi contra. Eran meros datos. Ilztvyll Arken’rret no figura en ningún registro, no es hijo de nadie. Bien sabes que mi nombre nunca fue ese, pero adopté una nueva identidad para desconectar con mis raíces. No me enviarán ya asesinos para acabar con la vida de alguien que incluso tu dais por muerto.

Su contestación a toda mi parrafada me borró un poco la sonrisa del rostro. Bajé una ceja, subí la otra, hice una mueca y acabé con una expresión entre divertida y molesta. -Ilztvyll Arken’rret, cosa de un siglo de vida. Una pobre alma que pasea por el mundo cojeando y tratando de ser comprendido por una sociedad tan diferente…- Entonces la sonrisa se ensanchó, el ojo que realmente no tenía (ese que aportaba Vlosin, tan negro él) fulguró y mi expresión dejó de acompañar esas palabras.

-No cuela, ¿No? Bien, tampoco era mi intención. Nombre y edad son acertados. ¿Quién soy? Un intento de nigromante venido a menos.- A algunos lo atemorizaban. Pero sabía que no debía decirle nada nuevo. La guadaña tendía a hacer un spoiler conversacionil. Estaba seguro de que en el Moulin, los pánfilos crónicos no habían reparado en aquello. Igual el chinito sí, que ese parecía haberme tomado más manía. Tenía curiosidad por él, ¿Me lo volvería a cruzar? ¿Qué tenía en mi contra? ¿Que era negro o que era nigro? O quizás las hostilidades eran cosas de mi cabeza. Pero aquella caja de música… tsk. -Alguna vez, en mis tiempos, fui bastante mejor nigromante de lo que soy ahora. Me cuesta hasta levantar moscas con sal puedo, ¡Qué crimen! Tuve que intercambiar parte de mis poderes por la supervivencia. Digmos que estoy oxidado pero recuerdo parte de las cosas, pero la magia parece desentenderse de mí.

Le miré con unos ojos fulgurantes como el oro en pleno Sol, tan repugnante como era el astro rey. No era un rostro ya tan sencillito, si no algo de verdadero interés y quizás incluso un intento de descubrir sus pensamientos tan ocultos bajo aquella máscara impasible. -No habrías dado esa respuesta si no supieras de algún lugar. Dime, ¿Cumplo con tus expectativas, hago mi currículum? Estoy dispuesto a muchas cosas por una pizca de información. Me quedan muchos años por delante, pero la impaciencia empieza a corroerme tras pasar dos décadas de escaso progreso.

Por primera vez me arranca una sonrisa, me hace desviar la mirada brevemente y agachar la barbilla para disimular la curvatura de mis labios. Aunque por supuesto no es una sonrisa de felicidad, si no de haber confirmado algo. Ha sido al oir la entonacion que le ha dado a la palabra "vidas". Ambos sabiamos que nuestra vida no era la de los solitarios, pese a lo que pudieran pensar la inmensa mayoria de los mortales.

-Eso creo, a veces.

Aquella sensacion que habia tenido al principio, al mirarlo, no habia desaparecido. Ese cosquilleo incomodo, aquel que tenia cuando estaba en presencia de criaturas poderosas del mas allá. No podía ignorarla, pero tampoco podia dejar que me emparanoiase. Habia algo, eso estaba claro. Podria descubrirlo quiza, con algo mas de tiempo. Sus cambios de expresion me indican que quiza se haya molestado porque le haya perdido una carta de presentacion.

Se presentó. Asi que mas de un siglo de vida. Ya me superaba ahi. Siempre me cuestioné como seria la inmortalidad, como seria el tener más de una vida, quizá tres o cuatro...¿cuanto vivian ellos? Para perfeccionar tus artes en la hechiceria. Siempre supe que por muy habil que yo llegase a ser, acabaria muriendo, pronto, antes de haber llegado a dominar si quiera el 5% del arte de la nigromancia, pese a que mis antepasados habian trabajado mucho en ello y me habian trasladado sus conocimientos, ahorrandome parte del trabajo y legandome siglos de conocimientos.

¿Ser comprendido, o comprender ésta sociedad? Pronto admite que eso es mentira y solo su nombre y edad son ciertos. Y finalmente escucho de sus labios lo que es, un nigromante. Curioso. Muy curioso. Tan solo un chispazo de fuego azul en mis ojos es lo que denota un cambio en mi ánimo al oir eso.
-¿A quien, si puedo preguntar, entregaste parte de tus poderes? O a qué.

Solian ser tratos, pactos. Intercambios. Tu otorgabas algo valiosisimo para ti, y a cambio obtenias algo, que solia ser tu propia vida. Medidas que solo se debian tomar en casos desesperados...desesperadisimos. Eso, o eras un cretino. Dejo mi posicion alejada de él, y me acerco al banco en el que estaba, sentandome, con tranquilidad. Miro al cielo nocturno londinense, una amalgama oscura sin estrellas por culpa de la luz artificial.
-Ilztvyll. Yo me llamo Matvey. - le hablo con tono grave. Quizá no le importase. Me daba igual. -Ahora ya puedo decirtelo. Vine buscando a un demonio. ¿Cumplir tú mis expectativas? Yo no tengo de eso.

Lo paso a mirar a él ahora largamente, sin rehuir sus ojos. No seria necesario mostrarle Ouroboros...no por el momento. Sé muy bien como juegan, o como jugamos, los nigromantes. Una carta de presentacion no era solo un nombre y una edad -No necesitas ninguna biblioteca... como tú, he dedicado mi vida al estudio de la nigromancia. Aunque a mi me resta menos tiempo, me temo.

No le vi la sonrisa pero si el intento de esconderla. Me borró mi casi perenne expresión de vaga felicidad mientras trataba de descifrar qué le había hecho tanta gracia. Respondió, seco como solo un viejo como aquel podía ser, con un “eso creo”. “A veces”, matizó. Me encogí de hombros y finalmente regresé a mi placidez facial. Yo miraba al cielo con curiosidad plasmada en el rostro. Era una noche terriblemente oscura por la ausencia de la luna. Era la primera vez que no era capaz de localizarla. No iba a preguntarle donde demonios se había metido aquella cosa. Pero que algo se escapase de mi conocimiento, que algo me resultara incomprensible, me alteraba más de lo que era capaz de admitir.

Y es que querido, ya sabes que aunque me apasiona el estudio no soy muy fanático de las adivinanzas. Tengo demasiados años por delante pero no me gusta invertir mi tiempo en burdos juegos de niños. Mentalmente me anoté que debía investigar sobre el satélite de las narices hasta que no hubiera ni medio secreto a desvelar sobre él. Pero no nos entretengamos con asuntos de escaso sabor, pues allí estaba yo hablándole de mi mismo con mis típicas vueltas y mi incapacidad de decir las cosas como uno se esperaba.

Lo que más pareció llamarle fue mi “profesión”. En sus ojos, pues el resto permanecía como aquella incomprensible masca de carne y barba, imperturbable, casi como si fuera de piedra. Mi sonrisa se ensanchó al ver algún tipo de reacción en él. Me hizo una pregunta un tanto concreta que me hizo dudar. ¿Ganaba algo al respondérsela? ¿Perdía algo? Suspiré. La noche me hacía menos inteligente y no lograba acertar si era debido mentir o no con esa respuesta. Hacía tiempo que quería mencionar aquel tema, pero. Yo te lo habria contado a ti pero fuiste tan imbécil de irte al creerme muerto, y te perdiste de pleno la aparición de aquel elemento.

-Fue un… espíritu. Es una palabra poco concreta pero cuando apareció no tenía forma de adivinar su naturaleza. Siquiera la fuerza para someterlo, a pesar de su condición.- Le dije con una chispa de molestia, y con otra de diversión. Aquel chaval… Porque es que parecía un chaval, se había creído muy inteligente al hacer aquel trato. Pero tenía mucho, muchísimo, a perder. Lograría que se postrara a mis pies y suplicara para que le devolviera lo que él me había prestado. Y entonces, solo entonces, me daría por satisfecho. -No tuve más opción, sabía que si me negaba conseguiría lo que él me pedía por la fuerza. Pero creo que él también tenía ganas de jugar. Lo vi un poco… Penas. Iba detrás de poder, él también. Me ofreció algo que él tildó de obsoleto a cambio.- Pero no iba a enseñarle lo que era Vlosinssrigg. Prefería mantener ese comodín.

Ahora él miraba el cielo. Se presentó como Matvey. -Matvey…- Repetí, tentando las dos sílabas de su nombre con mi lengua. Me informó sobre qué le movía y dijo otra cosa que no acabó de agradarme. -¿Demonios? Creo no haber visto ningunos recientemente. Vi… una que me hizo levantar sospechas, pero la perdí de vista. ¿Y entonces, si no tienes expectativas, para qué has pedido una carta de presentación?- Se me borró plenamente la expresión simpática del rostro y fue reemplazada por una mucho más seria. ¿Ahora resultaba que no tenía nada a ofrecerme?

Me miraba con demasiada severidad y yo le respondí con unos ojos iguales. Vino a responder algo sobre a qué se había dedicado, me dijo no necesitar biblioteca y auguró su próxima muerte. -¿Otro nigromante? Entonces somos compañeros de profesión, qué coincidencia.- Habían cosas que me habían levantado sospechas al respecto y la frase, más que de sorpresa, fue de pura ironía. -¿Cuánto vivís los… magos, a todo esto? No acabo de comprender vuestra biología.- No tenía demasiado tacto con aquel asunto. Y menos lo iba a tener con el siguiente. -Y dime, Matvey. Si no es una biblioteca, ¿Qué puedes ofrecerme? No me has hecho hablar por nada... ¿Cierto? Siendo uno más debes o tener algún libro que prestarme, o algun lugar que mostrarme, o algún hechizo que enseñarme, o alguna gente que presentarme.- Había empezado a hablar con rapidez y con una pasión que mucho contrastaba con mis anteriores palabras. Los ojos relucían con un tono casi rojizo, muy reminiscente a aquellos de los de mi raza. Era el interés, la infravisión y la tensión los que hacían que adquirieran tal tonalidad. Sentía el corazón latir con fuerza en mi demacrado pecho, con la excitación de poder conseguir algo útil tras cosa de treinta años de absurda, despreciable pérdida de tiempo, sin hacer nada para avanzar en todo lo que me importaba en esta vida. Y quizás también en la muerte.

Ya en mi nueva posicion sobre aquel banco lo observo, sus gestos cambian entre una liviana sonrisa y algunas muecas de gravedad e impaciencia.

-Y ese espiritu como tu lo llamas...se rebeló contra ti para obtenerlo, o intentó de plano pactar? -eso de a pesar de su condicion me hace pensar que quiza dicho espiritu no estaria en sus plenas facultades, pero cualquier cosa que yo pudiera hacer, eran puras conjeturas y nada más. Sin embargo no era una historia demasiado extraña, para un nigromante, y menos para uno venido de la Antípoda, que ya de por si era raro de ver aqui.

"no, supongo que no pudo resistirse si no se encontraba en condiciones"

-Seguro que no resultó tan obsoleto. Pero entonces ahora... -lo miro de reojo haciendo una breve pausa. -Ningun tipo de invocacion? demonios menores tampoco?

Aquel tipo de invocaciones solían ser mas sencillas, si podia llamarselas asi. No eran demonios dificiles de invocar, ni mucho menos de someter a la voluntad de uno. Él dice haber visto una que le hizo levantar sospechas, pero yo no iba tras ninguna mujer, y dudaba que hubiese cambiado de cuerpo tan rapidamente....se me habia escapado, de verdad?

Se pone bastante mas serio cuando le digo que no tenia expectativas en él, puesto que me había preguntado si su curriculum cumplia lo anteriormente mencionado.
-Para conocerte. Las expectativas sobre ti...me las crearé poco a poco. - digo cautelosamente, echando un vistazo a su guadaña, para que vea a que me refiero.

Supe por su tono que mi profesion, o dedicacion mejor dicho, no le sorprendio para nada. - Los más longevos....siglo y algo más. He oído de algunos que pueden llegar casi a los doscientos. Yo tengo 45.

Escucho sus siguientes palabras, y su premura al hablar. Si, debia de estar muy desesperado para dejar que se entreviera esa pequeña brecha de lo que yo podia considerar debilidad. Impaciencia. Considerando la longevidad de los drow, cuanto tiempo podia llevar este con sus poderes a medio gas? No me importaba. Sin embargo tarde o temprano conseguiría volver a tenerlos al maximo desempeño, si no más. Fuera conmigo o sin mi. Y era conveniente, no solo eso, era un deber, supervisar aquello.
-Lo siento, no presto libros, son sagrados, y menos a desconocidos. -herencias familiares, esas cosas. Manías. Nadie que no fuese yo tocaba mis libros. Por no hablar de que la mayoria.... -bueno, mas que sagrados deberia decir todo lo contrario. -si, la mayoria estaban malditos.

Quizá mereciera la pena, quizá no. Entre mis habilidades no estaba la de preveer el futuro. -No me importaria...tener alguien a quien enseñar. Perdí a mi ultimo aprendiz.

"antes de comenzar, si quiera"

Hizo una pregunta un tanto complicada que provocó un breve encogimiento en aquella tan escasa figura que conformaba mi cuerpo. Fruncí el ceño y, con un gesto que era entre de pensar y de intentar sonreír sin mucho éxito, le contemplé mientras preparaba aquella respuesta. -No le dio demasiadas vueltas al asunto, siendo objetivos. O lo aceptaba o moría allí y acababa saliéndose con la suya igualmente. No tengo derecho a quejarme de ello, que conste. De la forma la cual se presentó más que una molestia fue mi única salida.- Me aparté el pelo del rostro con un gesto tan sumamente suave que habría llegado a recordar a un elfo, otorgándome tal vez un aire completamente inverso al que solía lucir.

Adivinó que no era un poder obsoleto. No, claro que no. Iba a robarle su magia, a recuperar lo que era mío, e iba a convertirlo en mi putilla personal si así era necesario. Otra pregunta. Esa me dolió en el corazón, y mira que es difícil conseguir tales disparates. -Imagino que debería poder hacer algo si… fuera extremadamente prudente y tuviera la ayuda necesaria. Pero, ¿Tal y como estoy ahora? Ni probarlo. No estoy seguro de haber perdido esa capacidad… Y no es cuestión de jugar con demonios que no sabes si vas a poder controlar.- Oh, Anzus. ¿Te acuerdas bien de aquel día, no? Se me quitaron hasta a mí las ganas de juguetear con demonios. Se me fue de las manos y tu tuviste que sacar los platos sucios… ¡Con magia! ¡Con jodida magia! Te sabías aquellas condenadas palabras mejor que yo. Eso y una buena ostia ayudaron a mantener aquel ser infernal del averno del que había salido.

Conocerme. Hablaba de conocerme, eso también. Con aquel enigmático tono y aquellos misterios que empezaban a hacerme arder aquella cabeza mía. Miraba mi guadaña. -¿Bonita, eh? Un regalo personal de aquel espíritu.- Y por lo que parecía ser, le había dado mucha más pena desprenderse de aquella cosa que no del espíritu.[/color]- Sus siguientes palabras, sobre su edad, me sorprendieron gratamente. -¿Siquiera con la mitad de tu edad ya… ya estás en esa fase?- Los elfos oscuros nos conservábamos jóvenes hasta cierto tardío punto, en el que nuestra salud solía decaer muy rápidamente.

Vale. Admitámoslo, no había hecho intento ninguno por esconder mis exageradísimas ansias. Tanto tiempo… ¡Era como un pobre mendigo en un desierto! Un mendigo o un perdido, no me hables de palabras concretas. Que tras siete años de dar vueltas por primera vez veía un paraíso, con agua, comida y lluvia en abundancia. Y aunque no podía ya decir si era real u otro espejismo, no le importara nada hacer un esfuerzo por ir allí. Ya me habían tentado a mi otras opciones que parecían protegerme oro y moro, pero… Tras tanto tiempo me había vuelto prácticamente ingenuo.

Me negó los libros con un recelo terrible. Le dediqué una sonrisa que se asemejaba más al rostro de un animal enfurecido que no un gesto alegre. -Sí, dudo que sean especialmente sagrados. O al menos para la concepción… Eh… cris… crisálida… no… ¿Cristina? No… Ehh… ¡Déjalo estar! Para otros sin embargo la nigromancia es como el camino más corto entre sus creencias y la mortalidad.- Y para mí un buen libro de nigromancia tenía mucho de santo. Yo, que tan fielmente creía en la muerte. Aunque mis idioteces mentales desaparecieron en cuestión de segundos.

Su siguiente frase levantó en mí un interés y una adrenalina que no había sentido desde hacía años. Ni la más bella y desnuda de las mozas, ni el mayor plato de macarrones con carne, ni siquiera el acabar un ejercicio de matemáticas llenos de letras y símbolos raros, se podía equiparar con aquel placer que semejante idea provocó en mí. Era muy poco prudente al no pensar en las posibilidades que hubieran ocasionado aquella “desinteresada” proposición. Igual lo hacía por tenerme bajo su dominio, quizás fuera a entregar mi cuerpo al primer demonio que pasara por delante, tal vez quisiera robarme todo lo que tenía o sencillamente fuera a ser una broma de mal gusto. Pero la noche me hacía mucho menos prudente, y tras tal idea de retomar tras largo tiempo mis estudios, los ojos me brillaron con una ilusión que superaba con creces la que un infante pudiera tener.

-¿Estás dispuesto a aceptar este despojo de elfo como discípulo? ¡Prometo no fallar tus expectativas!- Le dije con tal positivismo y naturalidad que uno podría jurar que había bondad en mí y aquellas palabras. -¿Dónde, cuando, cómo empezamos? La conversación acaba de ponerse mucho más interesante, ¿No te parece? Jé…- Aquella simpatía no era tan rara en mí. No era un borde. Era un cabrón, pero no un borde. ¡Clases, querido! ¡Clases de nigromancia! Pensé en mis años de estudio, ¿Te acuerdas de cuando íbamos juntos? ¡Claro que sí! ¿Quién no se iría a acordar? Nunca fui un alumno aplicado pero sí uno brillante, tu antítesis. Tu tan aplicado con todo y tan inútil a la hora de la verdad. Yo prestaba escasa atención al noventa porciento de las cosas porque poco me importaban las manías que pudieran tener los drows a sus primos, los elfos. ¡Menuda estupidez! Lo que realmente me importaba es que me enseñaran a matar cosas. Y a diferencia de los descerebrados de Melee-Magthere, nosotros teníamos que hacerlo todo con lentitud, límites y precaución…

¡Y ahora tenía la oportunidad de centrarme en todo lo que me importaba! Me habría gustado, sinceramente, preguntar tu método de estudio. Igual me habría sido útil haberlo hecho antes de que… Ejém, supuestamente la palmara. ¡Pero, oh! ¡Qué ilusión, qué alegría, qué alborto!

-Tu única salida y una especie de  condena, pero eso seguro que lo supiste desde el momento que apareció frente a tí.

Yo miraba al frente, habia encorvado mis hombros ligeramente hacia delante, y ahora mis codos se apoyaban sobre mis rodillas. Conversaba con él con calma, con seguridad. Aunque sin dar la impresion en ningun momento de tener la guardia bajada, o estar despistado.

-Ya. Cabe la posibilidad de que la jugada acabe saliendo a la inversa. -sabia el peligro que entrañaba en descontrol de un demonio. Algunos considerarian que en el mejor de los casos, podias acabar simplemente, muerto.  Los peores casos, entrañaban una serie de desagradables sucesos para la mayoria. Conocia un largo historial de nigromantes que habian cometido tales errores, algunos de los cuales, en mi propia familia. La mayoria de los Rasputín heredábamos...relativamente jovenes. En mi caso....no, no tenia a nadie a quien legarle mi cargo. Por qué, en los nueve infiernos, seguía teniendo una sensacion de agobio al pensar en aquel asunto?

-Me parece que ese espiritu te dejó un legado bastante interesante. ¿Posee algun tipo de voluntad propia?

"esas armas ...esos regalos...suelen ser de doble filo...nunca mejor dicho"


Su pregunta a cerca de estar "en esa fase" a mi edad me hace reflexionar a qué tipo de fase se refiere. ¿Física o psíquica? Asi como el no entendia el modo de envejecer nuestro, yo no entendia el suyo. -Éste arte consume mucha vitalidad.... -él debia de saberlo. -¿Cuanto vive un drow?

Enfrento su implacable sonrisa de voracidad con una expresion sombría y seria, tranquila. Negarle aquello me habia permitido ver otra faceta que por un momento se me antojó caprichosa. -Visión cristiana. Una amalgama de leyendas e historias mal expresadas, o expresadas en conveniencia de unos pocos.

"ignoran poderes igualmente válidos...siempre lo hicieron"

Pude apreciar en él la emocion ante mi propuesta. Probablemente no se habia parado a pensar (o le daba igual) que mis intereses, aunque no oscuros, tampoco eran desinterasados. Se sabe que en el mundo hay mas nigromantes díscolos que otra cosa, que no eran prudentes con lo que hacian y que menospreciaban demasiado demasiadas cosas. Mi mision podia considerarse doble. Por un lado transmitir mis conocimientos, por otro asegurarme de que dichas artes no fuesen empleadas de un modo totalmente erroneo. Su simpatía repentina, alegria casi, llama mi atencion pero no altera mi estado de animo...que es el mismo de antes, o casi. Lo miro largamente y de modo penetrante. No era capaz de ver el futuro, pero a veces me gustaria...y por como lo miro casi parece que lo estoy intentando, y mis ojos se entornan por un momento.


-...Empezaremos en el sitio en el que todos terminan. El cementerio. -me puse en pie, con cierta lentitud y algo de solemnidad no planificada o preparada, dejando escapar el aire de mis pulmones. Ninguna maquina se habia dignado a aparecer para que pudieramos destrozarla. Nada. Pero la quietud siempre precedia a la tormenta.

-La gracia está, por supuesto, en sacar provecho incluso de condenas de este tipo.- Me obsesionaba la idea de volver a ver aquel espíritu y toda su idiotez, toda aquella parafernalia, el drama y el plumón que se gastaba. Y darle la vuelta a la tortilla. Su actitud era bastante recia, serio, firme y sin señales de flaqueza, con sentimientos más bien escasos. Él también sabía los riesgos de juguetear con demonios. Mira. Quizás ese pasó algo como nosotros dos, ¿No te parece curioso, recogehierbas?

Aunque la mayoría no solían vivir para contarlo. Lo nuestro fue todo un milagro. Y no sé si atribuirlo a sadismo o gracia de cualquier deidad que hubiera visto nuestros actos. Igual fue la misma Lloth, que supongo que nos sirve a ambos como referente divino. Porque a mí eso de creer en dioses que ni se ven ni actuan como que no, pero pondría las manos en el fuego para confirmar la existencia de esa prostituta arácnida.

Sin embargo a Matvey le interesaba más el asunto de aquella guadaña y sobretodo de lo que aquel espíritu me hubiera podido dejar. Tenía decidido reencontrarlo, al dramas. “Dramas” es probablemente el nombre con el que me vaya a referir a aquel bicho de ahora en adelante. -No tiene consciencia propia… O no que yo le deje que la tenga. Es especialmente útil para curarse, con eso de chupar vida.- Le dije con sencilleza, mirando la hoja brillando bajo la escasa luz lunar. Por la parte trasera de esta salía una especie de masa uniforme e incorpórea de color rojo, que formaba como unos tentáculos. Si uno miraba demasiado rato empezaría a observar pequeños matices en el rojo que perfilaban rostros, ojos, sufrimiento…

No quería ni saber de qué estaba hecha aquella cosa. Pero no descartaba que llevara encima unas cuantas víctimas. Me vino a decir, casi como si yo fuera inculto, que el “arte” aquel nuestro consumía mucha vitalidad. Asentí lentamente y le señalé mi rostro, chupado. Y una pregunta. -En teoría… Medio milenio. A la práctica si uno supera los doscientos cincuenta se debe considerar afortunado. En esa edad seguimos casi igual de jóvenes, pero no es raro levantarse con un cuchillo en la espalda.- Me encogí de hombros con otra sonrisa ahí bien dibujada.

No correspondía en absoluto mis sonrisas. Aquel tío, amargado y serio de naturaleza, me respondía las miradas distintas de una forma muy similar. Habló de la religión cristiana con un comentario de desprecio. -Estos humanos son un poco imbéciles, ¿Cómo una idea de un dios, sin evidencia sobre este, puede mantener a tantos con la cabeza gacha? Deberían sentir en sus carnes los colmillos de alguno de los látigos de las sacerdotisas, con cada serpiente obedeciendo una verdadera voluntad divina para clavarse en tu carne. Tal vez entonces comprendería que alguien se sometiera justificadamente a algún dios.

Algo en mi entusiasmo no pareció cuajar. Y vi un rasgo de emoción en él, pero totalmente indescifrable. Me miraba aún más que antes como si quisiera desentrañar algo oculto en mi interior. Le respondí con otra sonrisa, ya menos sincera y quizás algo más provocadora. Como si estuviera orgulloso de que no pudiera leerme los pensamientos… O tal vez si que lo estaba haciendo. Tras el escrutinio se puso en pie e indicó el lugar de comienzo. El cementerio. -Oh, personalmente tenía previsto hacerle una visita. Tu dirás donde anda, yo soy aún más extranjero que otra cosa.- Me encogí de hombros y me levanté con agilidad, cargando la guadaña a mi espalda con una radiante alegría que poco o nada se correspondía a mi desinterés generalizado.

Y así fue como aquel hombre con tal suculenta promesa y yo, aquel elfo oscuro demacrado, nos fuimos de aquellas calles para ir al lugar donde había más material a nuestra disposición.

El camino desde la base militar hasta Londres no nos lleva demasiado rato, sobre todo teniendo en cuenta que vamos a bordo de mi magnífico y carísimo coche de marca, "regalo" que me fue otorgado por uno de mis inversores. Las calles están completamente vacías a estas horas, nadie se aventura a salir. Únicamente alguna patrulla de soldados en las esquinas, acompañados por un par de centinelas, por si acaso los sucios magos osan poner sus pies en nuestro territorio. Podría decirse que las calles son nuestras. Quito las manos del volante un momento para encenderme un cigarrillo, dando una larga calada antes de volver a coger el volante. El cigarrillo queda colgando de mis labios mientras escuchamos la canción que suena en el reproductor en este momento.



Cuando termina lanzo una pregunta a mi amigo, aunque no lo miro directamente en ningún momento, voy pendiente de la carretera y de no atropellar gatos callejeros que se cruzan. Tengo una especial consideración por los gatos, pero si apareciese un mago me gustaría divertirme intentando atropellarlo.

- Veamos Wilhelm...¿qué piensas hacer con esta mierda de propaganda que ha quedado tras la mierda de batalla que habéis hecho? De esta noche no puede pasar el solucionar las cosas. Dime que ya estáis preparando algo. Por mi parte tengo grandes planes para ti, y para la Alianza. Debemos quitarnos estorbos también, ¿quieres que llame a unos albano kosovares para quitarte a la pasa Ruth de en medio? Tengo un vale descuento por gastar todavía...

Voy de copiloto en el coche de Eamon, con el brazo apoyado en la ventanilla y el cinturon firmemente puesto. Voy mirando a traves de los cristales hacia la calle, analizando a cada individuo que me encuentro por ahi, relatando una larga lista de criticas hacia cada uno. La musica de mafioso la verdad es que le va al pelo, sobre todo cuando se enciende su pitillo. Yo lo miro a través de mis gafas tintadas, fumar no se encuentra entre mis vicios, yo soy mas de darle a la botella.

-Primero recoger a los muertos y organizar un entierro decente. Eso ya está en marcha. Rendirles honores, y enviar un mensaje patriotico y de odio renovado hacia los seres magicos tambien. Y sobre todo a los dragones, que son los que se han petado a los Centinelas. Hay que decir que asesinaron al Ministro este al que le he robado todo el whiskazo. Echar leña al fuego discretamente, ya sabes. Un discursito por la tele, un articulo en el periodico....Y necesitamos a alguien en el puesto del difunto. Ya que estas aqui, yo habia pensado en ti. Que hayas venido solo ha adelantado el proceso. Presentate al cargo. Sus seguidores te aceptarán con gran seguridad, el Ministerio de Seguridad no puede quedar viudo.

Saqué mi telefono y llame por el a Susi, mi secretaria. -Sonia, preparame una rueda de prensa para mañana. Seh, llama a esos petardos de The Sun tambien, que se vayan enterando. - colgué el telefono a Sandra y solté un bufido burlón. -Hippies de mierda. ¿Grandes planes para mi, O'Connell? Superan a mi propuesta de nombramiento? Si aceptas y lo ponemos en orden todo esta noche, mañana te presento como nuevo Ministro. Y por cierto, me encataria que mandases a los albano kosovares esos a quitarnos de encima al estorbo que resulta esa anciana. Pero por el momento no podemos permitirnos mas escandalos, bastante fue que desapareciese Javert. Bueno, ya sabes...desapareciese. De momento no la necesitamos, ni a ella ni a su ministerio. Lo que si necesitamos es hacernos con el control del Ejército.

Sigo conduciendo en dirección a la casa en la que me alojaré hasta que me instale en condiciones. Por ahora sólo tengo una modesta mansión en las afueras, y no tiene nada más que un jacuzzi, ni piscina climatizada ni nada. Unos pocos kilómetros más y estaremos allí. Incluso puede quedarse Wilhelm como invitado, para que no tenga que regresar a su casa a estas horas tan tardías. Voy diciendo algunos 'ajá' con poco interés a lo de los soldados caídos, el mensaje patriótico se presupone.

- Perfecto, difundirlo más en los medios de comunicación, hasta que estén tan saturados que ya ni les afecte lo que oyen. Esta noche hacemos un par de llamadas a los de informativos y el periódico para que lo monten. Supongo que tienes gente afín allí. Al fin y al cabo los poderes económicos y políticos mandamos sobre los grandes medios, aunque no todos se den cuenta. Pero también optaría por un supuesto mensaje de alto el fuego y "concordia", que crean que vamos a adoptar una actitud más pacífica tras la última batalla. ¿Cómo ves esa estrategia? ganar terreno con guerra sucia hacia los seres mágicos. Ah, y necesitamos comprar a varios, que se crean esa historia. Como cuando sacas en la tele a un trabajador de tu empresa para decir lo bien atendido que está, aunque luego lo tengas puteado. - mi moderadamente maquiavélico plan me resulta bastante divertido, incluso acepto la oferta de Andreas de tener un sillón. La democracia en Inglaterra (si es que realmente la hubo) murió hace tiempo.

- De acuerdo, pero déjame también cargarme a la vieja. Y en su lugar ponemos un ladrillo, que el mismo efecto hará. - lo dejo hablar tranquilamente por teléfono con su secretaría, la tal Susi esa. Espero hasta que termine, soltando el humo del cigarro hacia un lado mientras quito una mano del volante un momento. - Acepto, acepto...no sé si superan a tu propuesta, pero tiene que ver un poco con lo que te dije antes de estrategia a seguir. Tras el revés de la batalla necesitamos un tiempo para reagruparnos, por eso pasar al modo perfil bajo sería buena idea. Y...posteriormente podríamos plantear una falsa resolución del conflicto en nuestro territorio, haciendo como que planteamos una separación de territorios con una parte para ellos, de la que no puedan salir. Es una idea. Por otro lado deberíamos conseguir una unificación de los disgregados territorios de Europa, un imperio europeo unido, grande y libre, con un gobierno central fuerte. No más disputas entre Irlanda, Escocia e Inglaterra, serán todas una única cosa. Habrá quien me llame loco, me dirá que eso es imposible, que olvido siglos de historia...pero soy un visionario...- susurro riendo después por lo bajo, arrojando el cigarro por la ventana. Me gusta que acepte mi idea de eliminar a la vieja pasa Ruth, pero esperaré un poco para que no sea tan evidente la eliminación de la mujer. - Lo del ejército es fácil. Después de todo tú controlas los campos de concentración. Puedes erigirte como líder del ejército de manera temporal, hasta que haya otro político con mejores habilidades de soldado para el puesto. Y de confianza, por supuesto. Podríamos traer a alguien de Alemania, ellos suelen ser muy efectivos. - tras varios minutos más de viaje llegamos a la calle en la que está la casa en la que dormiré, por lo que voy aminorando la marcha. - Ya casi llegamos.

Voy cruzado de brazos y piernas, con mi cinturon puesto, observando por la ventanilla como nos alejamos poco apoco del corazon de la ciudad.

"el amigo ya se ha conseguido una residencia decente en las afueras, eh?"

- A base de oirlo tanto en los informativos a la gente le llega a parecer normal que estas cosas pasen diariamente. - era verdad. El llamado bombardeo de la informacion, algo que llevaba existiendo desde el alza de la era digital....no habiamos descubierto America, amigos. -Doublethinking? El Ministerio de la Verdad deberia haberse puesto las pilas con ello. -me rei de modo un poco burlon, por el escaso trabajo de la ministra en aquel asunto

-Si, tengo muchos contactos. -era cierto. Y ya me habia puesto a trabajar en aquel asunto de las informaciones a base de mandar mensajes.

-¿un mensaje de alto el fuego y una intencion de concordia? Me gusta. Nos hará quedar bien frente a la faccion civil que quiere que la guerra termine, y por otro lado, nos dará tiempo a reponernos. Como lo hacemos publico? Television, internet y periodicos? Será un bombazo, ya veras....Nos han dado para el pelo, asi que podria ser mas que creible que nos hayan bajado un poco los humos.

Rei un poco mientras dijo que le dejase cargarse a la vieja. -Como quieras, pero se discreto. Un ladrillo con gafas.
Luego me planteó sus ambiciosas ideas. La historia habia dejado mas que demostrado que los intentos por unificar a Europa, o simplemente a UK, solo habian resultado en mas y mas emancipaciones. - Si, eres un puñetero visionario. En serio? No digo que tu idea no me guste, pero los irlandeses están de la olla, por no hablar de Escocia. Ah, sin ofensa por lo de los irlandeses.... lo del perfil bajo, sin embargo....y reparto de territorio.... - me pase una mano por la barba, pensativo. -¿recluir a los seres magicos en una islita cada vez mas pequeña?

"delicioso"

-Si, de momento yo me hare cargo del ejercito entonces...hasta que tengamos un buen candidato. Tsk! Menuda pena de candidatos hemos tenido hasta ahora. Es decir, Stwardson estuvo bien...¿recuerdas a Stwardson?....Harby hizo lo que pudo pero... Javert no iba mal encaminado......y el ultimo un traidor, mordiendo la mano que le dio de comer. - resoplé indignado. -Lo peor es que yo voté positivamente a ello! Yo lo puse ahi en cierto modo, para hacer una maniobra de guiño a la faccion mas progresista de los civiles. Un error por mi parte poner mi confianza ahi. Y las dos cabos que teniamos, desaparecidas. Una, sabemos que está apresada, la otra, vete a saber. Disidencia! Voy a necesitar un trago, espero que tengas buenos licores en tu nueva casa. Por cierto,que tal se ha dado la acomodacion?

Pregunté por modales cuando vi que seguiamos un camino iluminado por leds a ambos lados, con portones de seguridad y etcs varios. Nos apeamos del coche cuando quedó aparcado en su debida (y enorme) plaza.
-Hay algo mas que debo contarte sobre los proyectos. Mi farmaceutica ha relanzado una nueva sustancia. Los magos van a necesitarnos bastante a partir de ahora. - Abrí el maletin que portaba conmigo, y le pasé un dossier que contenia la informacion sobre el virus del SPM mutado, y el antidoto que porsupuesto habiamos formulado. - No van a estar de rositas mientras nosotros nos reagrupamos. Pobres infelices.... aun sueño pensando qué les podemos pedir a cambio de esa formulita. Por cierto, contamos con la colaboracion de un mago para esto. Curioso verdad? Como especie son tan traicioneros como los humanos.

- Exacto. El Ministerio de la Verdad debería encargarse de eso, los veo muy relajados. Seguro que los han puesto a todos a tejer ganchillo para tapetes y a hacer pastas, al gusto de la vieja. No, en serio. No están manipulando lo suficiente a la población, debería ser su misión principal. - un par de esquinas más y llegamos por fin hasta la calle en la que se encuentra la casa. Dejo de hablar un momento para concentrarme en el GPS que me indica que "he llegado a mi destino". Busco aparcamiento frente a la puerta, ya se encargarán los seguratas de meterlo en el garaje. Maniobro para aparcar con bastante facilidad, apagando el motor después. Hago una llamada de móvil al segurata de la casa para que salga a la puerta a por el coche. Mientras esperamos me dedico a responder a Andreas sobre cualquier duda que puedan surgirle con los planes.

- Por todos los medios. Prepárate para salir mañana en televisión, luego ya se encargarán de difundirlo. ¿Te hacen los discursos o te los escribes tú? Tienes que actuar bien, que resulte creíble. Una aparente tregua...hasta ahora nunca ha habido una tregua declarada, cuando se ha dejado de atacarles es porque el ejército estaba jodido y ellos lo sabían. Ahora tenemos la oportunidad de que parezca otra cosa, de que crean que hemos cambiado un poco de opinión. El problema de eso es que los más acérrimos a los ideales de la Alianza pensarán que se peca de debilidad. Habrá que hacer otra reunión con ellos para informarles del tema, y seguir llenando los campos de bichos mágicos. Así se les calla la boca. ¿Qué te parece, se te ocurre otra cosa? - río también por su mejora de comentario del ladrillo añadiendo unas gafas, abriendo la ventanilla para tirar el cigarrillo ya consumido. El segurata se acerca a la puerta del coche, así que me bajo y le entrego las llaves, dándole algo así como una colleja e indicando que lo aparque bien. - Con cuidado, es nuevo. - dejamos al tío aparcando en el garaje y nos dirigimos hacia la casa, atravesando un amplio jardín.

- ¿No te gusta mi unidad de un imperio europeo? puede que suena algo desfasado y sea muy difícil por la diversidad cultural y la historia de todos los territorios, pero...no sería como la fallida Unión Europea, me gustaría más bien que se asemejase al Imperio Romano. - hago un gesto con la mano como si abarcase todo lo que hay a mi alrededor, poniendo tono épico para acompañar su "insulto" de visionario. - Bah, eres un aburrido. Como quieras. Comenzaremos con lo de ofrecerles sitios donde vivir "tranquilos". Los podemos meter en ghettos. O en reservas, como a los indios. Así, todo muy sutil. Habrá magos hartos de todo que lo aceptarán. Lo del exterminio total es muy complicado, llevamos tiempo con eso y nada, ahí siguen. Así, con mi idea, conseguimos la victoria más fácil. - tras atravesar el jardín llegamos a la puerta de la casa, que abro con mi propia llave. El sitio huele a húmedo por todo el tiempo que lleva cerrado, es una propiedad que adquirí hace algunos años, cuando vine a hacer negocios a la zona de la City de Londres. Lo invito a pasar, mostrándole el hall y las escaleras principales. Han limpiado un poco antes de que viniese, pero necesita más ventilación.

- Oh sí, claro que recuerdo a Stwardson, cómo no. El resto...bueno. No les seguí mucho la pista, estaba desconectado. No te fustigues por lo de la traición, todos podemos equivocarnos. Las cabos son prescindibles, si alguien no quiere hacer un trabajo siempre encontrarás otro que lo haga. Así funciona el mercado. - lo invito a pasar al salón para invitarle a un trago de buen whisky escocés, cogiendo una botella y dos vasos del minibar. Lleno los vasos, pasándole el suyo a Andreas. - Por los grandes planes.- choco el vaso contra el suyo a modo de brindis, bebiendo después un buen trago. Dejo el vaso en la mesa más cercana, mirando intrigado cuando me pasa esos papeles. Una sonrisa torcida se dibuja en mi cara al entender lo de la farmacéutica.

- Oh sí. Crearles la necesidad de comprarlo, nos dará mucho dinero. Y tal vez quitemos unos cuantos por el camino, que hay muchos. - alzo la mirada de los papeles, asintiendo a lo del traidor mago. No me extraña nada. - Querrá lo que todos, poder y dinero. En el fondo no hay tanta diferencia, lo de la magia es una estúpida excusa para montar una guerra. Cierto que algunos hacen cosas muy peligrosas y si están mal de la olla pueden ser una amenaza, pero no más que un humano cualquiera. ¿Qué ha pedido a cambio el mago?

-Nací preparado para salir por television, en serio. - dije de modo absolutamente decidido, acomodándome la corbata de mi traje. - Los discursitos los escribo yo. La mayoría de los catetos que contrataba escribían discursos con un pobre uso de la gramática.... y vocabulario. Y con una segunda reunion para los mas extremistas estará bien, ellos podrán conocer nuestros autenticos planes, que no queden descontentos .Necesitamos sus apoyos.

Cruzamos el jardín rumbo a su casa, y yo meto las manos en los bolsillos de mi traje. Los impolutos zapatos marcan mis pasos fuertes por la pasarela mientras nos aproximamos al a puerta.

-Roma no se construyó en un dia, dicen. - encogí mis hombros [colorcornflowerblue]. - Tenemos algo que ellos no tenían. Centinelas. Los aliados se pueden conseguir. -[/color] tras llamarme aburrido lo miré con una mueca jocosa. -Aja. Los campos de trabajo han de seguir activos, por otra parte. En fin... a ver si consigo material nuevo y los pongo a trabajar en algo productivo, como reparar a todos los robots que nos han roto.

Si, porque cuando había mucho trabajo sucio que hacer, los presos lo hacían. PAra eso estaban, no solo para vivir tranquilos en una celda y comer. Bueno, "comer".
-Bien, trataré de reunirme con el líder de los magos para la proposición de un terreno seguro para ellos e inviolable. Será divertido.


Entre tanto, habíamos ingresado a la casa y posteriormente al salon. Agarré el vaso de whisky escocés que me tendió. Lo miré unos instantes frunciendo los labios,sabiendo que debería evitar la tentación. Pero en fin, por otra noche mas no pasaba nada. Llevaba unas semanas trabajando a un ritmo frenético y la cosa no había acabado aun, claro que no. Asi que brindé con el, pegué un trago y solté un suspiro maravillado.
-No hay nada como el whisky escocés. Quema la garganta, el estomago y la nariz, pero no la boca. Y sabe a humo...

Divagaba yo solo mientras él leia mis planes en aquel dosier.
-hm, y que lo digas. Magia...que tontería. La magia es solo ciencia que aun no hemos logrado explicar. ¿A cambio? Dinero y seguridad hacia su persona.

Pegué otro trago a mi vaso de whisky tomando asiento en uno de aquellos comodos sofás. Mañana habría que dar ruedas de prensa, ir a la base militar...recibi otra llamada telefónica y con educación le pedi un momento a Eamon. Descolgué poniendo el telefono en mi oreja mientras me cruzaba de piernas. -Si? - quedé un rato en silencio pero sonriendo del modo que sonríen las personas no al ver a un cachorrito de beagle, si no cuando sus perversiones se están cumpliendo. Satisfecho. - Anda! mi viejo amigo! -rasqué mi barba pensativo, hasta de modo "coqueto". -Llevadlo al nivel mas profundo de las instalaciones, ajam, si, probad todos esos programas que teníamos en fase experimental con esa cabecita, que me la conozco muy bien. No quiero que vuelva a ver la luz del sol. Y nada de cometer los mismos errores tontuzos de la otra vez, eh? ya sabeis como se las gasta. Por dentro podeis romper todo lo que queráis, me da igual que luego no se sepa ni su nombre al fina del dia, pero la fachada de momento mantenedla. Y maxima discreción al respecto, hecho ?Venga, nos vemos.

Colgué el teléfono después, bastante satisfecho. - Lo bueno de perder sujetos de experimentos es que....siempre acabas recuperando alguno. -brindé de nuevo con el, aunque a distancia. -Si se ven muy desesperados por el virus, a cambio de que les demos la cura podemos obligarlos a firmar el tratado territorial.

Pego otro buen trago del whisky que me eché en el vaso hace un momento, soltando después una breve carcajada por lo creído que me suena con eso que dice de la televisión. El hecho de que escriba sus propios discursos lo hace mejor todavía, así plasma las ideas tal y como están en su mente, y no como a otro le parezcan. - Claro, nos interesa quedar bien con todo el mundo. Con los más extremistas y con los moderados, cuantos más apoyos mejor. Eso sí, a los extremistas les pondría espías para vigilarlos desde que se haga el anuncio hasta que celebremos la reunión, no vaya a ser que la caguen antes de tiempo. - no es complicado eso de poner espías cuando tienes dinero para aburrir, así que no será cuestión más que de hacer unas llamadas.

Asiento al argumento que da Wilhelm sobre lo que hay de diferencia con los anteriores líderes del ejército, está claro que los centinelas han supuesto un punto de inflexión en esta guerra. - Cierto. Los sucios seres mágicos podían colarse antes donde quisieran sin ser detectados, al menos los que tenían apariencia similar a la nuestra. Con esto no pueden infiltrarse sin que lo sepamos. Tardaron muchos años en desarrollar un sistema de escaneo de presencias mágicas, pero el resultado no puede ser mejor. Eso sí, no hay que dejar que sepan demasiado de los centinelas, a los que trabajen con ellos en los campos. No queremos que se filtre demasiada información sobre ellos, o que lleguen a descubrir alguna manera de inutilizarlos. Si vamos a fingir una tregua lo mejor será no excedernos con las masacres de los centinelas, no sería creíble. En otros países están logrando algo similar a una "paz" por el método que te he mencionado, lo de la separación, aunque es todo muy tenso y quién sabe lo que puede pasar. Al menos los americanos...Europa es un caso aparte. Francia arrasada por aquellos extraños bombardeos. Italia... eso sí que fue raro ¿cómo alcanzaron la paz así de rápido? Eran de los más beligerantes. Algo huele raro ahí. Y el caso de Alemania sí que es llamativo, como el de Rusia. Estaban dominadas por los magos ministeriales, pero al intervenir el ejército americano las retomaron para la Alianza, pero no para los que estaban antes, sino para ellos mismos. Aquí no queremos que nos hagan esa jugada. Yo aún creo en el plan que te he contado antes, aunque vayamos poco a poco.- después de toda la parrafada que le suelto me hace bastante falta remojar el gaznate, así que pego otro buen trago al whisky, casi apurándolo. Quema la garganta, tal y como dice Andreas, pero es bastante reconfortante por lo que calienta.

- ¿Aceptará reunirse contigo? y...en caso de que lo haga...¿crees que aceptará lo del territorio? Nos tienen así como mucho odio, los cabronazos. - murmuro un touché a su frase de la ciencia y la magia, al igual que yo no piensa que sea realmente el problema de esta guerra, es un pretexto en el fondo. Lo que pide el otro mago me parece lógico, yo haría lo mismo. Lo único que tenga cuidado, los traidores a veces acaban mal. - Es decir, evitar ataques a su persona por darnos en bandeja la anulación de poderes mágicos y aniquilación de unos cuantos de los suyos. No está mal. Bien merece un "arreglo" en los centinelas. - me dedico a seguir bebiendo mientras él habla por teléfono con sus subordinados de los campos, la verdad es que no pongo mucha atención en lo que dice. Echo un vistazo a mi móvil mientras, respondiendo un mensaje de mi mujer, explicándole que todo va bastante bien. En cuanto Andreas cuelga se le ocurre una magnífica idea para persuadir a los magos.

- Ya lo creo. La desesperación puede llevarnos a cometer las más estúpidas y aberrantes decisiones. Sea pues. - relleno los vasos para otro brindis más. Después nos pasamos una media hora más hablando de nuestros planes, hasta que llega la hora de marcharnos a dormir. Le guío al cuarto de invitados, dejándolo allí para marcharme yo al mío. La noche transcurre con tranquilidad, y tras un reparador sueño ambos salimos de los cuartos ya preparados para partir. Abandonamos la casa para montarnos en el coche, de vuelta al trabajo. Nos alejamos de allí en el vehículo, hay mucho por hacer.

Mi llegada a Londres hace un par de días fue un tanto triste, especialmente porque los recuerdos que me trae este lugar. Aquí fue donde cayó mi hermano Astaroth por culpa de aquel exorcismo que trató de hacer a aquella mujer, cuyo demonio arrastró a mi hermano al mismo infierno. No pudo sobrevivir con el demonio que lo poseyó, no era tan fuerte como es Khaled y no pudo soportarlo mucho tiempo. Aquel trato no se habría llevado a cabo de no ser por mi inutilidad, perdiendo las calaveras en favor del auror que luego nos chantajeó para mi hermano hiciese aquel trabajo sucio. Quisiera pensar que él no se fue odiándome. Nunca sabré si aquellas palabras, las últimas que me dirigió al regresar del infierno, fueron lo que él pensaba o lo que el demonio le hizo decir. Prefiero no pensarlo demasiado, por mucho que quiera no puedo evitar dejar de atormentarme por aquella imagen.

Londres también fue el primer lugar que pisé tras abandonar mi Italia natal, el lugar en el que empecé a hacer misiones de más importancia, alejado de la asfixiante vigilancia de mi madre, la matriarca de los Soul Reaper. Supongo que ahora esa tarea vuelve a recaer en Khaled, aunque no me ha quedado claro del todo eso de los cambios que han hecho. Lo único que han dejado claro es que quieren hacer algo importante, tal vez no inmediatamente, pero pronto. Eso y que quieren ver si consigo reclutar algunos más. Para ello busco las zonas de la ciudad en las que sea más probable encontrar no mágicos, a ser posible sin robots centinela, que me detectarían y joderían la labor. El secreto es cambiar de sitio cada poco, ser escurridizo y no tentar a la suerte demasiado. La calle por la que camino no está demasiado concurrida, pues pocos se atreven a andar libremente por ellas a partir de cierta hora, y por temor a cualquier reyerta o ataque de los magos. Me bajo la capucha del abrigo para parecer menos amenazador, observando por allí a las personas que puedo abordar, aquellos que tengan claramente pinta de humanos sin más.

- Ey, hola. - comienzo con tono de voz amable, hablando a un hombre de mediana edad que parece ir con prisa hacia su casa. Lleva bolsas de algo que supongo será comida, y me devuelve una mirada de desconfianza, como casi todos en esta maldita ciudad, devorada por el miedo y la violencia. - No se asuste, no voy a hacerle nada. Sólo quería darle a conocer un modo de vida que podría solucionar para siempre todo el problema de esta puñetera guerra, algo que podría cambiar el rumbo de los acontecimientos. Puede sonar fantasioso, pero hay una manera...- el hombre mira con recelo, no detiene el paso pero tampoco lo acelera. Ahora pueden pasar dos cosas: o que me ataque y salga corriendo, o que se pare y me escuche. Por desgracia me decanto más por la primera, no parece muy receptivo.

Llegue a las calles residenciales humanas para intentar conseguir un poco de gasolina y un poco de aceite tanto para mi motocicleta como para mi prótesis, al fin y al cabo estaban hechas de casi las mismas cosas. Había entrado a algunas tiendas y conseguí una cerveza y algo de comer en medio de mi búsqueda. Hacia mucho que no venia por estos lados de Londres, solo volvía si era un tema urgente... Y todo lo que le sucediera a mi motocicleta era urgente para mi.

Odiaba a los humanos por muchas cosas y una de ellas eran las miradas indiscretas y llenas de desagrado hacia alguien que era distinto a ellos...O tal vez sea porque llevo varios cuchillos y un rifle colgado al hombro... También podría ser por eso, pero estamos en tiempos de guerra nadie puede andar por ahí como idiota sin llevar, mínimo, un cuchillo útil. Me senté al borde de la calle para poder comer un poco mas tranquila sin importar de como me vieran o lo que dijeran de mi los idiotas que se pasaban hablando de los demás en lugar de verse al espejo y juzgarse a ellos mismos.

En la cuadra de enfrente pude ver a un tipo intentando hablar con extraños, algo así como un testigo de jehova, era algo gracioso de ver, intentando que las personas no se espanten de él. Lo miraba algo divertida en lo que comía mi sándwich de no se que y mi cerveza.

''Así nunca lograras nada, amigo...Las personas son idiotas, nunca dejaran que le expliques nada''

El hombre al que he abordado retrocede algo asustado cuando me ve avanzar un par de pasos , momento en que hago un gesto con ambas manos indicando que voy en son de paz. Nada en mis gestos indica agresividad o intento de engañarlo, sólo quiero hablar. - De verdad, no voy a hacerle nada. Ni intención no es pelear. - el tipo se detiene un momento, aunque juraría que está a punto de sacar su móvil para avisar, o un arma para atacarme, vete a saber.

- Hay un bando más del que no se habla en esta guerra, un bando que piensa que todos deberíamos tener las mismas oportunidades de acceder al poder si así lo deseamos. Si todos tuviésemos magia no habría disputa, pues no nos veríamos como amenaza ante los que no los tienen, y todos podrían gozar de ese don que es la magia. No tendría que ser un privilegio para unos pocos, sino un bien de muchos, de todos los que quisieran. - al escuchar la palabra maldita 'magia', el hombre echa a correr para alejarse de mi, sacando su teléfono en la huida para hacer una llamada. No tengo que pensar mucho para saber a quién está llamando. Suspiro con hastío a la vez que me paso una mano por la cara, dejando caer los hombros un tanto decepcionado.

"nada, que no hay manera. Si es escuchar hablar de magia y algunos con el cerebro lavado no saben hacer otra cosa que no sea huir."

- Idiotas.- murmuro malhumorado antes de alzar la mirada para ver que hay alguien observando en la acera de enfrente, una chica un tanto peculiar que se ha sentado a comer ahí. - Lo has oído todo, ¿verdad? ¿También vas a salir corriendo? ¿o prefieres darme una oportunidad para poder terminar de hablar?