Highlands

Se quedó en silencio esperando su respuesta y un rato más después de tenerla. La veía nerviosa y aquello no dejaba de darle mala espina. Mantuvo la mirada en su rostro, evaluando sus gestos y también estudiándolos por si debía hacer una descripción de la que -sospechaba- era una intrusa.

-Así que él tampoco te habló de la ciudad- Murmuró pensativa mientras se enfrascaba en las garras del oso con mucho énfasis pero cuidado, cada corte de forma muy metódica -Unas que debemos desarrollar con…Ouroboros- Alzó la vista hacia ella cuando preguntó si el anciano pertenecía a esa ciudad, entrecerró los ojos dando el primer indicio claro de que estaba viendo lagunas en sus palabras -Así es. Fue mi maestro hasta que decidió dejar de enseñar. Pero su sabiduría aún es valiosa entre nosotros-

No entendió porqué decía que los árboles se burlaban de ella. Miró alrededor intentando descifrar a qué se refería mientras analizaba los tipos de árboles que rodeaban la cabaña. Algunos eran más propensos a colaborar que otros pero de allí a …burlarse. Se incorporó con gracia y la habilidad que se solía asociar con un ser de orejas puntiagudas, a su movimiento le siguieron algunas hojas, casi pareciendo que danzaban a sus pies un segundo antes de caer -Yo también. ¿Eras pupila del maestro?- Inquirió acortando la distancia entre ellas para mirarla con curiosidad -¿Dónde está el maestro, Satine?- Preguntó de nuevo y se quedó mirándola en silencio antes de decidir que podía ayudar un poco con la cabaña.

Guardó el cuchillo y lo que estaba tallando, observando entonces el árbol a su derecha. Centró las manos por debajo de los pulmones, exactamente en el diafragma y cerró los ojos mientras se concentraba en las palabras que no tardaría en empezar a cantar. La melodía, de gran armonía, no tardó en inundar el claro donde se encontraba la cabaña y pronto el árbol a su derecha empezó a crecer pero no de una forma “común”, Emeriel estaba…dándole forma con su cántico. La conexión de los elfos, impulsada por aquel cántico, les permitía construir sus casas, nidos, talleres, etc. Siempre en compañía y apoyo de los árboles porque así como usaban sus recursos, cuidaban el bosque. La canción duró un largo rato hasta que a aquel árbol de su derecha, se unió el de su izquierda creando un pabellón de ramas entrelazadas como un nuevo techo de la cabaña.

Se quedó en silencio esperando su respuesta y un rato más después de tenerla. La veía nerviosa y aquello no dejaba de darle mala espina. Mantuvo la mirada en su rostro, evaluando sus gestos y también estudiándolos por si debía hacer una descripción de la que -sospechaba- era una intrusa.

-Así que él tampoco te habló de la ciudad- Murmuró pensativa mientras se enfrascaba en las garras del oso con mucho énfasis pero cuidado, cada corte de forma muy metódica -Unas que debemos desarrollar con…Ouroboros- Alzó la vista hacia ella cuando preguntó si el anciano pertenecía a esa ciudad, entrecerró los ojos dando el primer indicio claro de que estaba viendo lagunas en sus palabras -Así es. Fue mi maestro hasta que decidió dejar de enseñar. Pero su sabiduría aún es valiosa entre nosotros-

No entendió porqué decía que los árboles se burlaban de ella. Miró alrededor intentando descifrar a qué se refería mientras analizaba los tipos de árboles que rodeaban la cabaña. Algunos eran más propensos a colaborar que otros pero de allí a …burlarse. Se incorporó con gracia y la habilidad que se solía asociar con un ser de orejas puntiagudas, a su movimiento le siguieron algunas hojas, casi pareciendo que danzaban a sus pies un segundo antes de caer -Yo también. ¿Eras pupila del maestro?- Inquirió acortando la distancia entre ellas para mirarla con curiosidad -¿Dónde está el maestro, Satine?- Preguntó de nuevo y se quedó mirándola en silencio antes de decidir que podía ayudar un poco con la cabaña.

Guardó el cuchillo y lo que estaba tallando, observando entonces el árbol a su derecha. Centró las manos por debajo de los pulmones, exactamente en el diafragma  y cerró los ojos mientras se concentraba en las palabras que no tardaría en empezar a cantar. La melodía, de gran armonía, no tardó en inundar el claro donde se encontraba la cabaña y pronto el árbol a su derecha empezó a crecer pero no de una forma “común”, Emeriel estaba…dándole forma con su cántico. La conexión de los elfos, impulsada por aquel cántico, les permitía construir sus casas, nidos, talleres, etc. Siempre en compañía y apoyo de los árboles porque así como usaban sus recursos, cuidaban el bosque. La canción duró un largo rato hasta que a aquel árbol de su derecha, se unió el de su izquierda creando un pabellón de ramas entrelazadas como un nuevo techo de la cabaña.