Recuerdo del primer mensaje :
Es una plataforma circular al borde de la isla, en la cual los Descendientes entrenan a sus aprendices.
Lo prometido era deuda, así que al día siguiente de la reunión quedé con Jo para entrenar como le había dicho. Ella no había participado en la reunión, pero sí que se había enterado de todo. Nyara se había quedado con Yaroslav en casa, así que tendríamos al menos un par de horas para practicar. Fui a buscar a Josephine a su piso, desapareciéndome de allí con ella en dirección al campo de entrenamiento. Por suerte estaba vacío, todo para nosotros.
- Habría invitado a Justin, pero mejor que disfrute sus vacaciones mientras pueda. Va a estar muy ocupado siendo aprendiz. - comenté nada más llegar al sitio, situándonos en el centro. Solté su mano cuando me di cuenta de que todavía la tenía cogida tras la desaparición, desviando la mirada un momento antes de volver a hablar apartándome un par de pasos de espaldas para tomar distancia si utilizábamos magia.
- Tenemos que decidir qué te vendría mejor entrenar. Dime si tienes alguna idea. Las barreras son lo tuyo, pero también tendrías que tener algo de idea en lo físico. - extendí la palma de la mano hacia arriba, conjurando una pequeña esfera mágica que hice elevarse a la altura de mi cabeza. - No debes entrar en la zona antimagia si bajas. Al principio no me di cuenta, pero...- murmuré con preocupación, llevándome la mano al pecho para darme un par de toques donde estaría el corazón. No estaba muy seguro de lo que habían hecho Giordano y Victorya, pero él era tecnomago. Tal vez tuviese parte de magia y fuese peligroso que entrase ahí. Finalmente volví a mover la esfera de energía mágica, moviéndola en su dirección no a mucha velocidad esperando que ella crease un escudo para defenderse.
- Habría invitado a Justin, pero mejor que disfrute sus vacaciones mientras pueda. Va a estar muy ocupado siendo aprendiz. - comenté nada más llegar al sitio, situándonos en el centro. Solté su mano cuando me di cuenta de que todavía la tenía cogida tras la desaparición, desviando la mirada un momento antes de volver a hablar apartándome un par de pasos de espaldas para tomar distancia si utilizábamos magia.
- Tenemos que decidir qué te vendría mejor entrenar. Dime si tienes alguna idea. Las barreras son lo tuyo, pero también tendrías que tener algo de idea en lo físico. - extendí la palma de la mano hacia arriba, conjurando una pequeña esfera mágica que hice elevarse a la altura de mi cabeza. - No debes entrar en la zona antimagia si bajas. Al principio no me di cuenta, pero...- murmuré con preocupación, llevándome la mano al pecho para darme un par de toques donde estaría el corazón. No estaba muy seguro de lo que habían hecho Giordano y Victorya, pero él era tecnomago. Tal vez tuviese parte de magia y fuese peligroso que entrase ahí. Finalmente volví a mover la esfera de energía mágica, moviéndola en su dirección no a mucha velocidad esperando que ella crease un escudo para defenderse.
Aparecí con Johan en el campo de entrenamiento. Me parecía muy raro estar en un lugar así pero la verdad, era un paquete defendiéndome, y así al menos el moreno no estaría tan pendiente de mi cuando decidiese ir a una misión. Aunque era en el único sitio en el que estaba pendiente de mi, a decir verdad.
-Ya...-Comenté a lo de Justin torciendo un poco el labio.-No seas muy duro con él cuando lo entrenes.¿Vale?- Para qué mentir, prefería que Justin se quedase en el hospital, se le daba bien y ya tenía suficientes disgustos en su vida.
Me separé de Johan mientras afianzaba mi vara en la mano, era un instrumento bastante útil en defensa y ataque aunque poco efectivo a la hora de producir cualquier herida. Encogí mis hombros, no tenía ni idea la verdad.
-Pueees...tu eres el experto, yo que sé.- me fijé en la esfera mágica y fruncí el ceño.No recordaba haber visto que hiciese algo así antes pero me distraje poco, le miré cuando dijo lo de que no podía entrar a la zona de antimagia. Estaba a punto de quejarme cuando hizo aquel gesto y entorné los ojos fastidiada. ¿Cómo podía haber sido tan pardilla de no darme cuenta?
-ARFFF a veces lo olvido, como oigo el tic tac de los engranajes me parece que es mecánico y-Estaba haciendo gestos cerca de mi oído y hablando distraídamente pero eso no impidió que viese la esfera venir hacia mi, porque...iba lenta joder. Apreté mis labios molesta creando un escudo a la par para que la esfera parase su avance. Puse una mano en mi cadera y moví la vara en la mano contraria.
-Johan... soy mala en esto pero no inútil.-
"Casi inútil , si"
Encogí mis hombros-Probemos físico mejor-y sin más me lancé hacia el vara en alto para intentar darle un golpe en las costillas. Tampoco es que yo tuviese una gran fuerza y sabía que Johan podía defenderse fácilmente así que fui con todo.
-Ya...-Comenté a lo de Justin torciendo un poco el labio.-No seas muy duro con él cuando lo entrenes.¿Vale?- Para qué mentir, prefería que Justin se quedase en el hospital, se le daba bien y ya tenía suficientes disgustos en su vida.
Me separé de Johan mientras afianzaba mi vara en la mano, era un instrumento bastante útil en defensa y ataque aunque poco efectivo a la hora de producir cualquier herida. Encogí mis hombros, no tenía ni idea la verdad.
-Pueees...tu eres el experto, yo que sé.- me fijé en la esfera mágica y fruncí el ceño.No recordaba haber visto que hiciese algo así antes pero me distraje poco, le miré cuando dijo lo de que no podía entrar a la zona de antimagia. Estaba a punto de quejarme cuando hizo aquel gesto y entorné los ojos fastidiada. ¿Cómo podía haber sido tan pardilla de no darme cuenta?
-ARFFF a veces lo olvido, como oigo el tic tac de los engranajes me parece que es mecánico y-Estaba haciendo gestos cerca de mi oído y hablando distraídamente pero eso no impidió que viese la esfera venir hacia mi, porque...iba lenta joder. Apreté mis labios molesta creando un escudo a la par para que la esfera parase su avance. Puse una mano en mi cadera y moví la vara en la mano contraria.
-Johan... soy mala en esto pero no inútil.-
"Casi inútil , si"
Encogí mis hombros-Probemos físico mejor-y sin más me lancé hacia el vara en alto para intentar darle un golpe en las costillas. Tampoco es que yo tuviese una gran fuerza y sabía que Johan podía defenderse fácilmente así que fui con todo.
Puse cara de "ya veremos" con lo de no ser duro con Justin, no pensaba hacerle un entrenamiento flojo porque entonces no serviría de nada. Además, él mismo me había dicho que tenía ganas de mejorar. - Seguro que me dices lo mismo cuando me toque entrenar a Nyara. - comenté con media sonrisa, dando por supuesto que la iba a entrenar fuese como fuese. Ojalá cuando ella creciese ya estuviese todo en paz, pero por si acaso. Decidí tomar la iniciativa en el entrenamiento porque Jo no parecía tenerlo muy claro, bajando la mano del pecho al ver que el gesto ese le fastidiaba.
- No tengo claro lo que hicieron exactamente. Lo mejor sería preguntarle a Giordano a ver lo que te dice. Pero por si acaso...lejos de la zona antimagia. - la esfera mágica que le lancé fue bloqueada sin problema, a ella se le daba bien eso de los escudos y no tenía sentido insistir en ello. - ¡Era para ver si estabas atenta! un calentamiento. - al final se decidió por golpes físicos, lanzándose bastante motivada con su vara para intentar asestar el primer golpe. Me aparté hacia un lado rápidamente para esquivar, estirando después el brazo hacia ella para agarrarla por la muñeca tirando hacia mí. Si intentaba retorcerse o escapar se haría daño, pues el bloqueo era a propósito para eso. - Y si ahora yo tuviese una daga pues...- con la otra mano, vacía, hice el gesto de clavar algo en su vientre, aunque no llevase nada. - Tendrás que probar otra vez. Estudia a tu rival, ve a sus puntos débiles...
- No tengo claro lo que hicieron exactamente. Lo mejor sería preguntarle a Giordano a ver lo que te dice. Pero por si acaso...lejos de la zona antimagia. - la esfera mágica que le lancé fue bloqueada sin problema, a ella se le daba bien eso de los escudos y no tenía sentido insistir en ello. - ¡Era para ver si estabas atenta! un calentamiento. - al final se decidió por golpes físicos, lanzándose bastante motivada con su vara para intentar asestar el primer golpe. Me aparté hacia un lado rápidamente para esquivar, estirando después el brazo hacia ella para agarrarla por la muñeca tirando hacia mí. Si intentaba retorcerse o escapar se haría daño, pues el bloqueo era a propósito para eso. - Y si ahora yo tuviese una daga pues...- con la otra mano, vacía, hice el gesto de clavar algo en su vientre, aunque no llevase nada. - Tendrás que probar otra vez. Estudia a tu rival, ve a sus puntos débiles...
Arrugué mi nariz por su comentario sobre el futuro de nuestra hija. A decir verdad ni había pensado en ello, tal vez porque albergaba el deseo de que no tuviese la necesidad de tales entrenamientos. Pero no le reprendí por hacerlo. Era lógico que a él, que se pasaba el día pensando en la guerra, se le hubiese pasado por la cabeza.
Hablar con Giordano, si. Estaría bien saber que narices tenía metido en mi cuerpo. Le lancé una reprobatoria mirada por la excusa del calentamiento antes de lanzarme contra él.
Tal y como había imaginado lo esquivó con facilidad, sin embargo el agarre no lo había previsto. Me quejé mientras tiraba hacia él y noté la tensión el la muñeca. Apreté mis labios mientras fingía mi apuñalamiento. -mhhh...- Puntos débiles. De puntos débiles de un hombre sabía algo. Moví la vara ligeramente, curiosamente si la giraba daba justo en el punto más sensible de la entrepierna. Sin embargo no di un golpe fuerte, simplemente apreté un poco para hacérselo saber y luego la bajé un poco.
-Puedo preguntarle a victorya-Solté de pronto, podría malinterpretarse debido al inocente golpecillo anterior. Alcé ambas cejas y rápidamente le azucé un golpe en la corva con la vara para que perdiese el equilibrio.-Lo del corazón, digo.
Hablar con Giordano, si. Estaría bien saber que narices tenía metido en mi cuerpo. Le lancé una reprobatoria mirada por la excusa del calentamiento antes de lanzarme contra él.
Tal y como había imaginado lo esquivó con facilidad, sin embargo el agarre no lo había previsto. Me quejé mientras tiraba hacia él y noté la tensión el la muñeca. Apreté mis labios mientras fingía mi apuñalamiento. -mhhh...- Puntos débiles. De puntos débiles de un hombre sabía algo. Moví la vara ligeramente, curiosamente si la giraba daba justo en el punto más sensible de la entrepierna. Sin embargo no di un golpe fuerte, simplemente apreté un poco para hacérselo saber y luego la bajé un poco.
-Puedo preguntarle a victorya-Solté de pronto, podría malinterpretarse debido al inocente golpecillo anterior. Alcé ambas cejas y rápidamente le azucé un golpe en la corva con la vara para que perdiese el equilibrio.-Lo del corazón, digo.
No pareció gustarle mucho que le pillase a punto de apuñalamiento, pero es que había resultado demasiado fácil. Tenía que estar más atenta, o pensar antes de lanzarse. Sin embargo sí que supo hacia dónde mover el palo para hacer que me apartase y le soltase la muñeca, haciendo un sonido de molestia al retirarme. - Por ejemplo. Aunque no me refería a eso, sino a fallos, vicios...esas cosas. - comenté con lo de los puntos débiles, aunque no me esperaba para nada la mención de Victorya. Ella tenía menos idea aún de mis puntos débiles. En realidad no podía decirse que nos conociésemos bien el uno al otro. - No sabe nada. - Entorné los ojos para mirar a Jo con fastidio, hasta que aclaró lo del corazón. Podía estar refiriéndose a eso o haberlo hecho a propósito para soltar el zasca. También logró darme con la vara en la corva de la pierna, lo que me hizo trastabillar un poco y retroceder.
- Mejor a Giordano. Es quien lo diseño, según creo. Ah, y también ha estado mejor ese golpe, pero sigue sin ser suficiente. - desde luego no lo era para enfrentarse a los androides. De eso sólo ibas protegido con una buena armadura y matando antes de que se acumulasen. - Intenta atacar a puntos vitales. En el caso de los androides es mejor que abran camino otros y que remates a los que queden medio rotos. Intenta cortarles sobre todo los brazos, para que no puedan seguir atacando. Puedo dejarte mi espada para probar y yo cojo el palo. - saqué la espada del cinto, envainada, lanzándosela para que la cogiese al vuelo.
- Mejor a Giordano. Es quien lo diseño, según creo. Ah, y también ha estado mejor ese golpe, pero sigue sin ser suficiente. - desde luego no lo era para enfrentarse a los androides. De eso sólo ibas protegido con una buena armadura y matando antes de que se acumulasen. - Intenta atacar a puntos vitales. En el caso de los androides es mejor que abran camino otros y que remates a los que queden medio rotos. Intenta cortarles sobre todo los brazos, para que no puedan seguir atacando. Puedo dejarte mi espada para probar y yo cojo el palo. - saqué la espada del cinto, envainada, lanzándosela para que la cogiese al vuelo.
Encogí mis hombros mientras me decía que no se refería a ese tipo de puntos débiles, riéndome un poquillo.
-Ajá, pero me has soltado. -Comenté señalándole aún con la sonrisa en mis labios.
Con mi golpe noté que se movió un poquejo y sin embargo no había logrado el impacto que yo buscaba. Johan era más duro de lo que pensaba.
-¿Cómo que no sabe nada? Pero si me dijeron que ella ayudó-Arrugué la nariz al ver su gesto , el entornar los ojos y después entorné los ojos yo también. Al parecer no podíamos hablar de la morena. Me aparté dándole la espalda y caminando un poco mientras giraba la vara escuchándole y asintiendo.
Paré por fin clavando la vara en el suelo con ambas manos. -Brazos, ok. Apuntado.-Alcé ambas cejas por el último ofrecimiento y fui a coger la espalda, torpemente la rocé por suerte en una zona no cortante y acabó en el suelo sin que lograse agarrarla. Miré la pobre espada en el suelo y luego a Johan apretando mis dientes y sorbiendo saliva entre ellos antes de agacharme para recogerla. -Lo siento.
No era muy buena en eso tampoco al parecer..-Se llama Vara no palo y prefiero utilizarla a una espada. - Lo había decidido hacía tiempo y tampoco en estas circunstancias pensaba cambiar de arma. Pero aún así no la solté y alcé ambas cejas.
-Pero gracias por darme tu arma-Dije antes de girar sobre mi misma mientras giraba mi vara y trataba de darle en varias partes del cuerpo en varios golpes seguidos.
-Ajá, pero me has soltado. -Comenté señalándole aún con la sonrisa en mis labios.
Con mi golpe noté que se movió un poquejo y sin embargo no había logrado el impacto que yo buscaba. Johan era más duro de lo que pensaba.
-¿Cómo que no sabe nada? Pero si me dijeron que ella ayudó-Arrugué la nariz al ver su gesto , el entornar los ojos y después entorné los ojos yo también. Al parecer no podíamos hablar de la morena. Me aparté dándole la espalda y caminando un poco mientras giraba la vara escuchándole y asintiendo.
Paré por fin clavando la vara en el suelo con ambas manos. -Brazos, ok. Apuntado.-Alcé ambas cejas por el último ofrecimiento y fui a coger la espalda, torpemente la rocé por suerte en una zona no cortante y acabó en el suelo sin que lograse agarrarla. Miré la pobre espada en el suelo y luego a Johan apretando mis dientes y sorbiendo saliva entre ellos antes de agacharme para recogerla. -Lo siento.
No era muy buena en eso tampoco al parecer..-Se llama Vara no palo y prefiero utilizarla a una espada. - Lo había decidido hacía tiempo y tampoco en estas circunstancias pensaba cambiar de arma. Pero aún así no la solté y alcé ambas cejas.
-Pero gracias por darme tu arma-Dije antes de girar sobre mi misma mientras giraba mi vara y trataba de darle en varias partes del cuerpo en varios golpes seguidos.
- Eso sí, en la guerra todo vale. - acabé sonriendo y dándole la razón porque la tenía, con su movimiento la había soltado, que era lo importante. Así ganaba confianza, eso era bueno. No pareció entender mi comentario sobre Victorya, cada uno nos estábamos refiriendo a una cosa distinta con eso de no saber nada. - Eso creo...yo estaba preocupado y no me enteré muy bien de qué parte hizo cada uno, pero no hablaba de eso. - hice un gesto como queriendo decir que daba igual, no iba a ponerme a explicarle el tema. Por su gesto supuse que había pillado que no quería hablar de ello, así que en cuanto ella se apartó un poco retomamos el entrenamiento.
Al lanzarle la espada no la cogió, y ésta acabó en el suelo haciendo un sonido metálico que hizo que casi no se escuchase mi suspiro de resignación. - No te preocupes por la espada, no es de cristal ni se va a romper. - rodé los ojos cuando me corrigió con lo de vara, que para mí venía a ser lo mismo. - La "vara" te sirve para defenderte, pero para atacar un androide...meh. Poco daño les vas a hacer. - Si no quería usarla era su decisión, así que extendí la mano para que me la devolviese. Le levanté también las cejas al ver que no la soltaba y encima me daba las gracias por mi arma, pillándome desprevenido todo eso combinado con el ataque de la vara. Al final consiguió darme dos o tres golpes encadenados antes de que pudiese detenerla, agarrando el palo con la mano. Los golpes picaron más de lo que esperaba, al menos algún moratón pequeño dejarían. Volví a soltar el palo, alzando ambas manos en señal de derrota. En realidad me daba igual rendirme, me gustaba que hubiese puesto de su parte en algo que no solía practicar.
- Vaaale, ganas este asalto del primer entrenamiento. Reconozco que lo último no me lo esperaba, lo de sorprender es útil. - reconocí mientras me llevaba una mano a uno de los lugares en el que me había dado un golpe, sin fingir molestia. - Tal vez podamos practicar otro día antes de la misión, si nos da tiempo. O probar más en técnicas de esquivar y huida. Por hoy vamos a dejarlo. Si quieres vamos a recoger a Nyara y la llevamos a la plaza a dar una vuelta y a comer chocolate caliente.- dejé caer la sugerencia de modo bastante seguro, como si la idea de hacer eso fuese una propuesta irrechazable. SAlimos de allí los dos cuando aceptó, marchándonos a por la cría.
Al lanzarle la espada no la cogió, y ésta acabó en el suelo haciendo un sonido metálico que hizo que casi no se escuchase mi suspiro de resignación. - No te preocupes por la espada, no es de cristal ni se va a romper. - rodé los ojos cuando me corrigió con lo de vara, que para mí venía a ser lo mismo. - La "vara" te sirve para defenderte, pero para atacar un androide...meh. Poco daño les vas a hacer. - Si no quería usarla era su decisión, así que extendí la mano para que me la devolviese. Le levanté también las cejas al ver que no la soltaba y encima me daba las gracias por mi arma, pillándome desprevenido todo eso combinado con el ataque de la vara. Al final consiguió darme dos o tres golpes encadenados antes de que pudiese detenerla, agarrando el palo con la mano. Los golpes picaron más de lo que esperaba, al menos algún moratón pequeño dejarían. Volví a soltar el palo, alzando ambas manos en señal de derrota. En realidad me daba igual rendirme, me gustaba que hubiese puesto de su parte en algo que no solía practicar.
- Vaaale, ganas este asalto del primer entrenamiento. Reconozco que lo último no me lo esperaba, lo de sorprender es útil. - reconocí mientras me llevaba una mano a uno de los lugares en el que me había dado un golpe, sin fingir molestia. - Tal vez podamos practicar otro día antes de la misión, si nos da tiempo. O probar más en técnicas de esquivar y huida. Por hoy vamos a dejarlo. Si quieres vamos a recoger a Nyara y la llevamos a la plaza a dar una vuelta y a comer chocolate caliente.- dejé caer la sugerencia de modo bastante seguro, como si la idea de hacer eso fuese una propuesta irrechazable. SAlimos de allí los dos cuando aceptó, marchándonos a por la cría.
Después de todo el tema de los locos del culto, todos volvimos a casa, a una especie de calma tensa donde las aguas parecían estar volviendo a su curso… aunque todo estaba raro. Además de tratar de pasar tiempo juntos, el conjunto de la familia trató de sanar algunas heridas y asperezas. Belle estaba mucho mejor de su neurosis, visitar a los “cocoteros” del hospital le habían venido bien y por culpa de no sé qué conversación con Adael ahora miraba las cucharas de una manera diferente. Quizás estuviera perdiendo la cabeza… como el descendiente Tesla, que todo el mundo sabe que se dedica a robar cubiertos de las fiestas. Mi tía me contó que Ángelo también lo hacía. Quizá fuera algo de genios y por eso él no lo entendía.
A los que no pudo dedicar tiempo fue a Iroh ni a Justin, del que no sabía nada desde que bajara a la superficie a por Mónica. Y por lo que había escuchado, ahora volvía a vivir en la superficie en la casa de Johan. La chica simpática de pelo rizado y rojo también se había ido. Se preguntó si quizás Iroh también lo hiciese cuando estuviese mejor y se fuera a Filipinas con sus padres ahora que los había recuperado. En todas esas cosas estaba pensando cuando salió de nadar del pequeño lago que rodeaba a la zona de entrenamiento. Salió del agua apoyándose en el borde del campo y sentándose de cara a la cascada, dejándose embaucar por la caída del agua como un torbellino. Respiró con fuerza y dejó caer el peso de los hombros hacia adelante, arqueando la espalda mientras contemplaba el agua caer. Se había olvidado de la toalla, estaba en ropa interior calada mientras la ropa seca le esperaba hecha un higo a su lado, la decisión de bañarse la había tomado como un impulso irracional. Y… allí estaba… disfrutando de su soledad, empapado. Cerró los ojos y se dejó caer sobre la arena, extendiendo los brazos y sintiendo el tímido calor del sol de mayo.
A los que no pudo dedicar tiempo fue a Iroh ni a Justin, del que no sabía nada desde que bajara a la superficie a por Mónica. Y por lo que había escuchado, ahora volvía a vivir en la superficie en la casa de Johan. La chica simpática de pelo rizado y rojo también se había ido. Se preguntó si quizás Iroh también lo hiciese cuando estuviese mejor y se fuera a Filipinas con sus padres ahora que los había recuperado. En todas esas cosas estaba pensando cuando salió de nadar del pequeño lago que rodeaba a la zona de entrenamiento. Salió del agua apoyándose en el borde del campo y sentándose de cara a la cascada, dejándose embaucar por la caída del agua como un torbellino. Respiró con fuerza y dejó caer el peso de los hombros hacia adelante, arqueando la espalda mientras contemplaba el agua caer. Se había olvidado de la toalla, estaba en ropa interior calada mientras la ropa seca le esperaba hecha un higo a su lado, la decisión de bañarse la había tomado como un impulso irracional. Y… allí estaba… disfrutando de su soledad, empapado. Cerró los ojos y se dejó caer sobre la arena, extendiendo los brazos y sintiendo el tímido calor del sol de mayo.
Las pesadillas lo habían vuelto a despertar de madrugada ese día, con Azlan como único consuelo y no había podido volver a dormir. Revisó que los anillos siguieran activos, hizo sus ejercicios matutinos y fue a los campos a cuidar los ganados. Cada vez amanecía más temprano porque el verano se acercaba pero le encantaba ver el cielo nocturno, le recordaba el pacto que su antepasado hizo con la divinidad que, generación tras generación, permanecía tan sólido como aquel día hace tantos siglos. Las estrellas le daban esperanza, su luz eran mensajes del pasado que hacían eco por las galaxias. Ellas estaban muy lejos, sumergidas en la absoluta nada del universo y aún así brillaban en medio de la oscuridad. Le consolaba pensar que los seres queridos que había perdido tan abruptamente se habían convertido en parte del firmamento. Meditó por un largo rato buscando fortalecer el vínculo con el Espíritu de la Naturaleza y, por extensión, con los anteriores Descendientes de Moisés miembros del Consejo de los 20 que se habían unido con la deidad. Cuando la cálida luz del amanecer besó su frente, sintió un cosquilleo en todo el cuerpo, era aquella energía arcana saludándolo desde su plano distante. Abrió los ojos con una suave sonrisa en los labios y contempló al sol nacer, estaba siendo bañado por magia divina en estado puro y el fuego de la inspiración inundó su alma.
Tiempo después revisaba la Isla Flotante controlando que todo estuviera en orden mientras la recorría remontando las cristalinas aguas del río y se detuvo en la cima de la cascada frente a la plataforma circular usada como área de entrenamiento. Allí encontró al mago elementarista de fuego azul acostado en ropa interior, de repente se le ocurrió una idea así que fue hacia la orilla del río para caminar sobre la tierra en busca de ramas y hojas caídas. Como la silenciosa brisa, descendió saltando sobre las rocas, aprovechando el trayecto para recoger piedras, acomodó todo lo recolectado en el centro del campo, encendió la fogata y se sentó en el suelo frente a ella cruzando las piernas. -Hola Nichollas.- Saludó al pelirrojo con expresión serena y los cálidos ojos pardos fijos en el muchacho. Una suave corriente de aire agitó las llamas anaranjadas, la túnica y los cabellos castaños del joven maestro. -Ven, siéntate junto al fuego conmigo.- Posó la vista en las llamas que se movían de forma hipnótica y, a los pocos segundos sin apartar la mirada, comenzó a vislumbrar formas etéreas pero parpadeó para poder concentrarse en lo que quería enseñarle al mago elementarista de fuego azul. -El fuego respira, como nosotros, solo hay que saber respirar con él. Es como... hablar su idioma. Al inhalar le pedimos que aumente su intensidad.- Inspiró aire para ilustrar sus palabras y las llamas de la fogata reaccionaron aumentando de tamaño. -Y al exhalar le pedimos que la disminuya.- Soltó el aire a medida que hablaba haciendo que el fuego se aplaque. -Hay que intentar inflar la barriga al respirar.- Dijo dándose unas palmadas en el vientre. -Adelante, hazlo.- Le indicó señalando la fogata.
Tira dado (10).
8, 9, 10 = no logras controlar el fuego con la respiración.
todos los demás = lo logras.
Tiempo después revisaba la Isla Flotante controlando que todo estuviera en orden mientras la recorría remontando las cristalinas aguas del río y se detuvo en la cima de la cascada frente a la plataforma circular usada como área de entrenamiento. Allí encontró al mago elementarista de fuego azul acostado en ropa interior, de repente se le ocurrió una idea así que fue hacia la orilla del río para caminar sobre la tierra en busca de ramas y hojas caídas. Como la silenciosa brisa, descendió saltando sobre las rocas, aprovechando el trayecto para recoger piedras, acomodó todo lo recolectado en el centro del campo, encendió la fogata y se sentó en el suelo frente a ella cruzando las piernas. -Hola Nichollas.- Saludó al pelirrojo con expresión serena y los cálidos ojos pardos fijos en el muchacho. Una suave corriente de aire agitó las llamas anaranjadas, la túnica y los cabellos castaños del joven maestro. -Ven, siéntate junto al fuego conmigo.- Posó la vista en las llamas que se movían de forma hipnótica y, a los pocos segundos sin apartar la mirada, comenzó a vislumbrar formas etéreas pero parpadeó para poder concentrarse en lo que quería enseñarle al mago elementarista de fuego azul. -El fuego respira, como nosotros, solo hay que saber respirar con él. Es como... hablar su idioma. Al inhalar le pedimos que aumente su intensidad.- Inspiró aire para ilustrar sus palabras y las llamas de la fogata reaccionaron aumentando de tamaño. -Y al exhalar le pedimos que la disminuya.- Soltó el aire a medida que hablaba haciendo que el fuego se aplaque. -Hay que intentar inflar la barriga al respirar.- Dijo dándose unas palmadas en el vientre. -Adelante, hazlo.- Le indicó señalando la fogata.
Tira dado (10).
8, 9, 10 = no logras controlar el fuego con la respiración.
todos los demás = lo logras.
Desperté con un sobresalto cuando alguien me llamó. No recordaba, a decir verdad, cuando me había quedado traspuesto, pero seguramente el sol era parte del culpable de aquella breve siesta. Me incorporé lentamente con cierta pereza, frotándome los ojos para reconocer a la persona que me había llamado. Me levantó y estiré de una forma muy sonora con un gruñido. Tras aquello no obedecí al instante, sino que me quedé todavía en aquella posición aletargada, sentado y con la espalda arqueada, tratando de despertar las neuronas, tratando de averiguar de qué demonios me estaba hablando el descendiente, cuándo había llegado allí y si… ¡mierda! Le había visto en gayumbos. Me entró pudor y vergüenza de repente y me tapó lo más rápido que pude con las prendas que había dejado allí. La piel estaba todavía húmeda, y un escalofrío recorrió la espalda al entrar en contacto con la tela. -A… Adael, ¿cuánto lleva aquí? Disculpe, yo… paseaba y … pensaba que estaba solo- Sin embargo, parecía que el Descendiente no había dado más importancia a todo aquello de la que no tenía. Todavía sonrojado, me calcé la chaqueta y me senté al lado del fuego, tal y como indicaba el mentor y fijé la mirada en el fuego. Era casi tan hipnótico como el sonido de la cascada, pero diferente. Hablaba de otra forma, bailaba de una forma muy sensual, ardiente y destructiva, a diferencia de otros elementos. Dejé que el elemento me embaucara, acompasando mi respiración con la del fuego, dejándome llevar por las ramas crepitantes, por el sonido del agua de la cascada, por la voz de Adael.
Asentí sin prestar mucha atención del elementarista, centrándome mucho más en el baile del fuego. Acerqué la mano hacia la hoguera, sintiendo su calor, con curiosidad, atraído por la magia del mismo fuego. Inspiré… la llama creció y trató de abrazar la mano extendida. Exhalé… la llama disminuyó y quedó en su zona de confort. -Es… Es como un baile- Traté de explicarle al Descendiente lo que sentía. Notaba su pulso y respiración vibrando en un compás musical que solo podía sentir él y el fuego al que estaba conectando. Una especie de baile lleno de formas, colores, sensaciones, sensualidad, calor… -¿Puedo acercarme más?- Pregunté al Descendiente, buscándole, ahora sí, para pedir permiso
Dado de respirar fuego: 1. Hay conexión
[Entrenamiento 1]
Asentí sin prestar mucha atención del elementarista, centrándome mucho más en el baile del fuego. Acerqué la mano hacia la hoguera, sintiendo su calor, con curiosidad, atraído por la magia del mismo fuego. Inspiré… la llama creció y trató de abrazar la mano extendida. Exhalé… la llama disminuyó y quedó en su zona de confort. -Es… Es como un baile- Traté de explicarle al Descendiente lo que sentía. Notaba su pulso y respiración vibrando en un compás musical que solo podía sentir él y el fuego al que estaba conectando. Una especie de baile lleno de formas, colores, sensaciones, sensualidad, calor… -¿Puedo acercarme más?- Pregunté al Descendiente, buscándole, ahora sí, para pedir permiso
Dado de respirar fuego: 1. Hay conexión
[Entrenamiento 1]
Dados
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
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Edad
Nacionalidad
El miembro 'Nichollas Simon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Dado (10)' :
'Dado (10)' :
Aguardó tranquilamente a que el pelirrojo le prestara atención e hizo un suave gesto como restándole importancia cuando se puso a disculparse sin apartar la mirada de la fogata mientras Nichollas se vestía. -Descuida joven Simon, acabo de llegar.- Vio tal simbiosis entre el muchacho y el elemento que en ese momento supo con total certeza que, con entrenamiento, el rugido de fuego de Nichollas podría convertir bosques enteros en cenizas, derretir las más grandes montañas, convertir en vapor océanos enteros... Clavó los ojos color caoba en el pecoso y desaliñado pelirrojo pero lo miró como ausente, estaba viendo en su imaginación un mago que podría reemplazar al sol, si se lo proponía, pero suficiente con el futuro, volvió al presente con el comentario sobre el baile del fuego y asintió.
Al fin separó la mirada de las llamas para observar largamente al muchacho ante su pregunta de si podía acercarse más mientras la fogata los iluminaba a ambos tenuemente comparado con el sol de la mañana. -El fuego es hermoso para mirar, pero te puedes quemar.- Le advirtió con seriedad. -Cubre tu mano con tu fuego y acércate.- Conjurando una especie de guante de fuego mágico tendría un frágil escudo que lo protegería hasta cierto punto de ser herido. Los escudos de fuego servían en pocas ocasiones, no eran muy efectivos y era un ejercicio un poco más avanzado comparado con los que tenía en mente pero de todo se puede aprender.
Tira dado probabilidad.
Éxito = no te quemas
Fallo = te quemas
Al fin separó la mirada de las llamas para observar largamente al muchacho ante su pregunta de si podía acercarse más mientras la fogata los iluminaba a ambos tenuemente comparado con el sol de la mañana. -El fuego es hermoso para mirar, pero te puedes quemar.- Le advirtió con seriedad. -Cubre tu mano con tu fuego y acércate.- Conjurando una especie de guante de fuego mágico tendría un frágil escudo que lo protegería hasta cierto punto de ser herido. Los escudos de fuego servían en pocas ocasiones, no eran muy efectivos y era un ejercicio un poco más avanzado comparado con los que tenía en mente pero de todo se puede aprender.
Tira dado probabilidad.
Éxito = no te quemas
Fallo = te quemas
No añadí nada más a la disculpa que ya había formulado sobre bañarme en calzoncillos. La verdad es que por dentro estaba un poco fastidiado porque me hubieran estropeado el momento, pero debía de reconocer que no me importaba una clase con Adael. Asentí sin dar más importancia a ese tema y pasar a la enseñanza sobre el fuego, que se me hacía mucho más interesante y sugerente que el andar disculpándose. Total. A Adael no le había importado, al parecer, ¿por qué iba a hacerlo a él? A mi entender tampoco estaba haciendo nada malo, ¿no?
Entre el calor del fuego, la música de su especial baile, los rayos de sol que ya habían incidido en su pecosa piel notaba cómo su propia temperatura iba en aumento, ruborizando sus mejillas, acelerando su pulso y su ritmo respiratorio. Aquello era casi febril. Cuando el descendiente dijo que podía tocar el fuego, apenas escuchó la parte de la advertencia, quedándose con la primera parte. Era francamente hipnótico. Asentí sin escuchar mucho a Adael. Recuperé mi mano para acercarla a mi cuerpo, mirando con curiosidad la palma. Traté de concentrarme, en aquel espacio, recordando las sensaciones del día que entrenamos por primera vez, haciendo aquellos movimientos de kungfu. Pensé en Setelah. Y en los campos de trigo de la secta ardiendo, lo que me hizo tragar saliva. A pesar de ello, el fuego azul invadió mi palma. Suspiré y volví la mirada hacia el fuego recordando, otra vez el miedo de la imagen del Palantir. Traté de calmarme cuando fui acercando la mano al fuego rojizo… hasta que me quemó y la aparté de golpe, con un quejido lastimero.
-Perdón. He perdido la concentración- Me disculpé ante Adael, fritándome con suavidad la palma de la mano dañada.
Fallo: me quemo
[Entrenamiento 2]
Entre el calor del fuego, la música de su especial baile, los rayos de sol que ya habían incidido en su pecosa piel notaba cómo su propia temperatura iba en aumento, ruborizando sus mejillas, acelerando su pulso y su ritmo respiratorio. Aquello era casi febril. Cuando el descendiente dijo que podía tocar el fuego, apenas escuchó la parte de la advertencia, quedándose con la primera parte. Era francamente hipnótico. Asentí sin escuchar mucho a Adael. Recuperé mi mano para acercarla a mi cuerpo, mirando con curiosidad la palma. Traté de concentrarme, en aquel espacio, recordando las sensaciones del día que entrenamos por primera vez, haciendo aquellos movimientos de kungfu. Pensé en Setelah. Y en los campos de trigo de la secta ardiendo, lo que me hizo tragar saliva. A pesar de ello, el fuego azul invadió mi palma. Suspiré y volví la mirada hacia el fuego recordando, otra vez el miedo de la imagen del Palantir. Traté de calmarme cuando fui acercando la mano al fuego rojizo… hasta que me quemó y la aparté de golpe, con un quejido lastimero.
-Perdón. He perdido la concentración- Me disculpé ante Adael, fritándome con suavidad la palma de la mano dañada.
Fallo: me quemo
[Entrenamiento 2]
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El pelirrojo se tomó su tiempo para convocar su fuego azul pero el escudo falló y las llamas hirieron su piel. -Quemarse es parte de aprender la magia elementarista del fuego.- Comentó sacando una poción de su túnica, controlando el líquido con la magia elementarista del agua para extraer un poco y enviarla hacia la mano lastimada de Nichollas para que alivie el dolor y la quemadura se cure. En el cielo despejado de la mañana, el sol brillaba mientras corría la refrescante brisa y se oía el relajante murmullo del agua. Aunque la piedra que envolvía el campo de entrenamiento se veía rígida, poseía la belleza intrínseca de un vigilante firme que espera pacientemente y escucha. La paz y la armonía colmaba el lugar, podía sentir a la tierra llenándose del poder de la primavera haciéndose fértil y floreciente pero la amenaza de los jinetes de dragones hacia la isla ensombrecía el gesto del moreno. Entrenar a los habitantes de Ouroboros era parte de la preparación en caso de ser atacados, miró al pecoso muchacho y se preguntó si aceptaría defender a su lado el pináculo del conocimiento mágico.
-¿Cuál es tu fecha de nacimiento?- Le preguntó, la consulta podía parecer salida de la nada pero tenía una buena razón. -Con el tiempo, conjurar el fuego se puede volver...- Movió su cabeza suavemente de izquierda a derecha en un gesto pensativo. -...instintivo, pero las técnicas para apagarlo con la magia elementarista del fuego son olvidadas a menudo. Eso es lo que vas a hacer ahora, vas a apagar el fuego utilizando la magia únicamente, vas a ordenarle que deje de bailar y eso se logra con la respiración, concéntrate en la exhalación, dile que deje ir su último aliento.- Dijo señalándose la barriga, el ejercicio se parecía al primero que habían hecho solo que en éste caso el objetivo no era que aumente la intensidad de la llama, debía disminuirla en su totalidad.
Tira dado (10).
8, 9, 10 = no logras apagar el fuego.
todos los demás = lo logras.
-¿Cuál es tu fecha de nacimiento?- Le preguntó, la consulta podía parecer salida de la nada pero tenía una buena razón. -Con el tiempo, conjurar el fuego se puede volver...- Movió su cabeza suavemente de izquierda a derecha en un gesto pensativo. -...instintivo, pero las técnicas para apagarlo con la magia elementarista del fuego son olvidadas a menudo. Eso es lo que vas a hacer ahora, vas a apagar el fuego utilizando la magia únicamente, vas a ordenarle que deje de bailar y eso se logra con la respiración, concéntrate en la exhalación, dile que deje ir su último aliento.- Dijo señalándose la barriga, el ejercicio se parecía al primero que habían hecho solo que en éste caso el objetivo no era que aumente la intensidad de la llama, debía disminuirla en su totalidad.
Tira dado (10).
8, 9, 10 = no logras apagar el fuego.
todos los demás = lo logras.
Mascullé un “mierda” cuando Adael decía que quemarse formaba parte del proceso. Podría formar parte de lo que él quisiera, pero dolía y escocía como hacía mucho tiempo que no sentía mucho. Arrugué el ceño, todavía molesto con la herida, la situación y conmigo mismo por haber fallado de aquella forma tan tonta, exhalando con fuerza aire por la nariz y asintiendo levemente. -Como las rosas: por muy hermosas que sean no podemos olvidar que pinchan- Reflexioné en voz alta, mientras observaba el líquido sanando la mano, y pensando en el fuego, en su seductor peligro. El díctamo no tardó en hacer efecto, aunque la sensación de dolor no había pasado del todo, ni la percepción de tirantez de la piel. Abrí y cerré el puño para comprobar que todo estaba correctamente, aislado totalmente de lo que sea que andaba pasando por la cabeza de Adael en aquel momento… hasta que le preguntó por la edad. Alcé la mirada azul cielo, confundida, hacia el Descendiente. Después de tanta insistencia con el censo, esperaba que supiera las edades de todos los ciudadanos de Ouroboros.
Tardé un segundo en responder, el necesario para ubicar en qué fecha vivíamos -Este mes haré 18- Mayo del 2042. -¿Por?- Pregunté, entre la desconfianza y la curiosidad. Sobre todo con curiosidad. Luego habló de conjurar el fuego, estiré la espalda y me señalé con el pulgar, en una actitud muy ufana -Eso lo domino casi a la perfección- Mentí un pelín, porque aunque sí sabía convocar el fuego, no era una técnica que dominara del todo, pero eso él no tendría por qué saberlo.
Volví a mirar el fuego, tal y como había dicho Adael. De nuevo caí en su seductor embrujo, pero esta vez con mayor desconfianza, no estando seguro de lo que estaba haciendo. Y aunque trataba de concentrarme en mi respiración, ésta no dejaba de acelerarse y el fuego, por tanto, a avivarse. De nuevo, en mi mente la imagen del fuego del Palantir y el miedo que pasé al pensar en que podría pasar algo a Monica o los primos pequeños. El fuego incineró todo su pensamiento y lo llenó de humo. Una llamarada pasó demasiado cerca, ya que, contrariamente al objetivo del ejercicio, las llamas se avivaron. Tuve que apartarme del fuego, de un salto, asustado por la cercanía del elemento. Cogí tierra de mi espalda y la lancé a la llama, con rabia. -¡Mierda!- Gruñí, con molestia, levantándome del sitio para ir al agua -Perdona Adael. Es que no puedo concentrarme … Ha... Pasado algo. Bueno, no realmente. ¿sabes? Con el fuego y no me lo puedo quitar de la cabeza- Me sinceré, al final, mirando mi reflejo en el agua, frustrado y con sonrisa cansada -Vaya un elementarista de fuego estoy echo. Soy un engaño incluso para mi mismo-
dado de fuego
Dado 1d10 = 10. No apago el fuego
[Entrenamiento 3]
Tardé un segundo en responder, el necesario para ubicar en qué fecha vivíamos -Este mes haré 18- Mayo del 2042. -¿Por?- Pregunté, entre la desconfianza y la curiosidad. Sobre todo con curiosidad. Luego habló de conjurar el fuego, estiré la espalda y me señalé con el pulgar, en una actitud muy ufana -Eso lo domino casi a la perfección- Mentí un pelín, porque aunque sí sabía convocar el fuego, no era una técnica que dominara del todo, pero eso él no tendría por qué saberlo.
Volví a mirar el fuego, tal y como había dicho Adael. De nuevo caí en su seductor embrujo, pero esta vez con mayor desconfianza, no estando seguro de lo que estaba haciendo. Y aunque trataba de concentrarme en mi respiración, ésta no dejaba de acelerarse y el fuego, por tanto, a avivarse. De nuevo, en mi mente la imagen del fuego del Palantir y el miedo que pasé al pensar en que podría pasar algo a Monica o los primos pequeños. El fuego incineró todo su pensamiento y lo llenó de humo. Una llamarada pasó demasiado cerca, ya que, contrariamente al objetivo del ejercicio, las llamas se avivaron. Tuve que apartarme del fuego, de un salto, asustado por la cercanía del elemento. Cogí tierra de mi espalda y la lancé a la llama, con rabia. -¡Mierda!- Gruñí, con molestia, levantándome del sitio para ir al agua -Perdona Adael. Es que no puedo concentrarme … Ha... Pasado algo. Bueno, no realmente. ¿sabes? Con el fuego y no me lo puedo quitar de la cabeza- Me sinceré, al final, mirando mi reflejo en el agua, frustrado y con sonrisa cansada -Vaya un elementarista de fuego estoy echo. Soy un engaño incluso para mi mismo-
dado de fuego
Dado 1d10 = 10. No apago el fuego
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El joven maestro podría parecer un mal docente por dejar que sus estudiantes se quemen, pudo haberle negado al pelirrojo acercarse más al fuego pero prohibir algo a veces lo hace más atractivo. Ahora Nichollas sabía que el fuego se hacía respetar, además en el lamentable caso de un combate, generalmente todos los implicados salen quemados como mínimo. Asintió como respuesta al comentario sobre las rosas y una comisura de su boca se levantó en una suave sonrisa nostálgica al recordar lo mucho que su padre amaba el arte de la jardinería. Aguardó la respuesta sobre la fecha de nacimiento, dato que desconocía porque los Simon estaban entre los aún no habían respondido el censo y alzó las cejas sorprendido al enterarse que el cumpleaños del pelirrojo estaba tan cerca. -Generalmente los magos elementaristas de la tierra nacen en primavera y los del fuego nacen en verano, tal vez tienes facilidad para la creación y el control de lava, el elemento que combina el fuego y la tierra.- Estaba pensando en voz alta.
Escuchó el comentario sobre el perfecto dominio de la invocación del fuego de Nichollas pero continuó hablando para terminar de explicar el ejercicio. Alternó la mirada entre las llamas anaranjadas y el pelirrojo notando que algo no iba bien, iba a hacer una indicación para que corrija la respiración pero todo pasó muy rápido, el fuego creció demasiado, el Descendiente iba a utilizar su magia elementarista para contenerlo pero Nichollas se adelantó apagándolo con tierra y se alejó enojado por haber cometido otro error. -Puedes contarme, si quieres.- Respondió con seriedad, queriendo saber qué era lo que atormentaba al pelirrojo acerca del fuego, mientras se levantaba y con algunos movimientos conjuró una ráfaga de viento que despejó la plataforma de cenizas, ramas carbonizadas y esas cositas que había traído pero las siguientes palabras de Nichollas lo hicieron parar en seco y observarlo para luego apartar la mirada pensativo.
-¿Te enteraste de lo que pasó en las Montañas del Dragón? Ocurrieron muchos temblores en Ouroboros ese día...- Revisó que los anillos en sus dedos siguieran activos y volvió a desviar la vista hacia algún punto lejano dejando escapar un suspiro en un intento de reunir fuerzas para exponerse ante el pelirrojo. -Hubo que separar las montañas de la Isla Flotante y lógicamente me encargaron la tarea de dividir la tierra porque la magia elementarista es la principal área de estudio de mi familia desde hace muchas generaciones, es la especialidad del Descendiente de Moisés, es mi responsabilidad tener los conocimientos y las habilidades para lograrlo, pero fallé, me equivoqué en el momento que más me necesitaban. Al final se consiguió dividir la isla pero hizo falta mucha más ayuda de la que estoy dispuesto a admitir.- Con las vergüenzas ya dichas, se relajó un poco y esbozó una suave sonrisa.
-Lo que quiero decir es, no importa cuánto fallemos, somos magos elementaristas, el fuego te eligió, te guste o no, y eso es muy real.- Sentenció con serenidad fijando los cálidos ojos pardos en el mago. Con movimientos fluidos elevó una bola de agua de mediano tamaño del río que rodeaba la plataforma y la acercó hasta dejarla a tres metros de distancia del pelirrojo. -Éste es el lugar y el momento para cometer errores Nichollas.- Según tenía entendido, equivocarse en tierra firme podía costar la vida, en cambio, en ese momento el pelirrojo tenía todo el campo de entrenamiento y un Descendiente a su disposición. -Si quieres parar, lo entenderé, si quieres seguir, dispara fuego a esta bola de agua pero, si decides continuar, te advierto que te lo haré cada vez más difícil.- Indicó manteniendo la postura para sostener la esfera llena de agua levitando en medio de ellos.
Escuchó el comentario sobre el perfecto dominio de la invocación del fuego de Nichollas pero continuó hablando para terminar de explicar el ejercicio. Alternó la mirada entre las llamas anaranjadas y el pelirrojo notando que algo no iba bien, iba a hacer una indicación para que corrija la respiración pero todo pasó muy rápido, el fuego creció demasiado, el Descendiente iba a utilizar su magia elementarista para contenerlo pero Nichollas se adelantó apagándolo con tierra y se alejó enojado por haber cometido otro error. -Puedes contarme, si quieres.- Respondió con seriedad, queriendo saber qué era lo que atormentaba al pelirrojo acerca del fuego, mientras se levantaba y con algunos movimientos conjuró una ráfaga de viento que despejó la plataforma de cenizas, ramas carbonizadas y esas cositas que había traído pero las siguientes palabras de Nichollas lo hicieron parar en seco y observarlo para luego apartar la mirada pensativo.
-¿Te enteraste de lo que pasó en las Montañas del Dragón? Ocurrieron muchos temblores en Ouroboros ese día...- Revisó que los anillos en sus dedos siguieran activos y volvió a desviar la vista hacia algún punto lejano dejando escapar un suspiro en un intento de reunir fuerzas para exponerse ante el pelirrojo. -Hubo que separar las montañas de la Isla Flotante y lógicamente me encargaron la tarea de dividir la tierra porque la magia elementarista es la principal área de estudio de mi familia desde hace muchas generaciones, es la especialidad del Descendiente de Moisés, es mi responsabilidad tener los conocimientos y las habilidades para lograrlo, pero fallé, me equivoqué en el momento que más me necesitaban. Al final se consiguió dividir la isla pero hizo falta mucha más ayuda de la que estoy dispuesto a admitir.- Con las vergüenzas ya dichas, se relajó un poco y esbozó una suave sonrisa.
-Lo que quiero decir es, no importa cuánto fallemos, somos magos elementaristas, el fuego te eligió, te guste o no, y eso es muy real.- Sentenció con serenidad fijando los cálidos ojos pardos en el mago. Con movimientos fluidos elevó una bola de agua de mediano tamaño del río que rodeaba la plataforma y la acercó hasta dejarla a tres metros de distancia del pelirrojo. -Éste es el lugar y el momento para cometer errores Nichollas.- Según tenía entendido, equivocarse en tierra firme podía costar la vida, en cambio, en ese momento el pelirrojo tenía todo el campo de entrenamiento y un Descendiente a su disposición. -Si quieres parar, lo entenderé, si quieres seguir, dispara fuego a esta bola de agua pero, si decides continuar, te advierto que te lo haré cada vez más difícil.- Indicó manteniendo la postura para sostener la esfera llena de agua levitando en medio de ellos.
Lemóni Cefiadis
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Había tenido unos tiempos duros...
Lemóni recién se había recuperado del terrible estado en el qué se encontraba, después de que un demonio la atacara por un momento creyó qué moriría, pero pareciera que el destino tenía otros planes, ya que sobrevivió, y gracias al apoyo de su familia su mente pudo sanar también, aunque aún le falta camino por recorrer, pues parece que se ha recuperado en el peor momento posible...
Pero a pesar de todo eso, y de que incluso su padre sugirió ir a Italia donde aún queda una dictadura mágica pero decidió preguntar qué consideraba ella ya que era la que peor estaba...
Pero ella escogió no rendirse, a pesar de las heridas en su cuerpo, mente y espíritu, entendió que por la naturaleza del evento, seguro no habría vuelta atrás, debía aprender a vivir con el poder con el que había nacido, y además tanto su padre como su maestro habían puesto unas expectativas en ella, unas a las cuales no quería faltarles, no después de tanto, aunque sea aún joven e inexperta, y aunque es posible que algo así vuelva a sucederle, decidió qué no se iba a rendir, y por eso había vuelto...
Pero había un problema, no podía encontrar a su maestro.
Lemóni buscó al descendiente de Rasputin por todas las áreas a las qué le dejasen pasar, pues al haber estado postrada no sabía que no estaba, pero ya estaba intuyendo qué no estaba ahí al menos según lo que había visto.
En esto fue qué apareció en el área de entrenamiento y observó nerviosa en todas direcciones, viendo de paso practicar al descendiente de Moisés y a su estudiante casualmente, se quedó viendo un momento, por curiosidad sobre todo, siempre le gustó observar como se práctica cualquier clase de magia.
Ohhhh...
Lemóni recién se había recuperado del terrible estado en el qué se encontraba, después de que un demonio la atacara por un momento creyó qué moriría, pero pareciera que el destino tenía otros planes, ya que sobrevivió, y gracias al apoyo de su familia su mente pudo sanar también, aunque aún le falta camino por recorrer, pues parece que se ha recuperado en el peor momento posible...
Pero a pesar de todo eso, y de que incluso su padre sugirió ir a Italia donde aún queda una dictadura mágica pero decidió preguntar qué consideraba ella ya que era la que peor estaba...
Pero ella escogió no rendirse, a pesar de las heridas en su cuerpo, mente y espíritu, entendió que por la naturaleza del evento, seguro no habría vuelta atrás, debía aprender a vivir con el poder con el que había nacido, y además tanto su padre como su maestro habían puesto unas expectativas en ella, unas a las cuales no quería faltarles, no después de tanto, aunque sea aún joven e inexperta, y aunque es posible que algo así vuelva a sucederle, decidió qué no se iba a rendir, y por eso había vuelto...
Pero había un problema, no podía encontrar a su maestro.
Lemóni buscó al descendiente de Rasputin por todas las áreas a las qué le dejasen pasar, pues al haber estado postrada no sabía que no estaba, pero ya estaba intuyendo qué no estaba ahí al menos según lo que había visto.
En esto fue qué apareció en el área de entrenamiento y observó nerviosa en todas direcciones, viendo de paso practicar al descendiente de Moisés y a su estudiante casualmente, se quedó viendo un momento, por curiosidad sobre todo, siempre le gustó observar como se práctica cualquier clase de magia.
Ohhhh...
Escuché con suma atención la disertación de Adael sobre los elementaristas y los meses en los que nacía. Me llevé la mano a la barbilla, tratando de recordar mi zodíaco, por si tenía alguna relación -Pues… mi signo del zodíaco es Tauro, lo que me hace de tierra. Y mi ascendente, si no la he calculado mal… es Virgo. Doblemente tierra…- Dije suspirando con cierto desánimo, sin estar convencido de lo de la lava… Aquello hacía que pensase que mi fuego azul era doblemente fraudulento. Quizás no debería haber nacido con ese don, quizás era… sencillamente… un error más de la naturaleza. Como otro de los tantos que llevaba a las espaldas últimamente, que se tradujo en otro soberano fallo con el fuego. Al final me aparté de la hoguera, para pensar en mis cosas, con hombros caídos y expresión cansada y triste, reflejada en el agua del estanque que rodea la arena de entrenamiento. Permanecí un segundo en silencio, para cerrar los ojos y suspirar.
-Hace unas semanas atrás, bajé a Londres a liberar a mi tía de una especie de secta que adoraban a SAM. Qué estupidez, ¿eh? Adorar una máquina… Antes de bajar, Setelah y yo, vimos por el Palantir. Y nos enseñó los campos de maíz siendo arrasados por el fuego. Y, aunque conseguimos salir de allí, y no de buenas maneras, veo en fuego y me viene a la mente el miedo de perder a mi familia siendo devorada por ello. Quién dice que ese fuego no lo haya causado yo… Es una tontería, lo sé, pero… me da… no sé si miedo es la palabra- Alcé la mirada, con las cejas arqueadas, para buscar a Adael y que él supiera iluminar todos aquellos pensamientos que me turbaban. Negué a lo de Ouroboros. Sabía que estaba habiendo lío, pero no el porqué, aunque me lo podía imaginar, y supuse que los temblores eran relacionados por el mismo. Después de tanto tiempo rodeado de explosiones y de los temblores que ocasionan, uno aprende a ignorarlos. Iba a replicar sobre su historia. Pero el final fue bastante claro. Quedé en silencio, mirando las nubes que pasaban por detrás de nuestro reflejo.
En efecto, el fuego me había elegido, pero, ¿y si me daba miedo mi elemento? -Supongo que tendré que aprender a dominarlo, ¿no?- Sonreí con cierto cansancio. -No. Está bien. Solo tengo que pensar en algunas cosas. Me gustan los retos- Al final terminé por sonreír más abiertamente. Conjuré una pequeña llamita azul en la palma de mi mano… porque sí, el fuego me había elegido. Justo en el momento en el que iba a dirigirla hacia la esfera de agua, una voz externa me despistó, me hizo girarme y errar el disparo. El fuego impactó contra la pared de roca y se extinguió. Había seguido con la mirada la trayectoria fallida y con la boca medio abierta, pero al fallar, podía cambiar de tema y saludar a la muchacha a la que saludó con la mano abierta -¡Ey! ¡Bienvenida! Estábamos entrenando el control del fuego, ¿te apetece venir?-
Dado de puntería: Fallo
[Entrenamiento 4]
-Hace unas semanas atrás, bajé a Londres a liberar a mi tía de una especie de secta que adoraban a SAM. Qué estupidez, ¿eh? Adorar una máquina… Antes de bajar, Setelah y yo, vimos por el Palantir. Y nos enseñó los campos de maíz siendo arrasados por el fuego. Y, aunque conseguimos salir de allí, y no de buenas maneras, veo en fuego y me viene a la mente el miedo de perder a mi familia siendo devorada por ello. Quién dice que ese fuego no lo haya causado yo… Es una tontería, lo sé, pero… me da… no sé si miedo es la palabra- Alcé la mirada, con las cejas arqueadas, para buscar a Adael y que él supiera iluminar todos aquellos pensamientos que me turbaban. Negué a lo de Ouroboros. Sabía que estaba habiendo lío, pero no el porqué, aunque me lo podía imaginar, y supuse que los temblores eran relacionados por el mismo. Después de tanto tiempo rodeado de explosiones y de los temblores que ocasionan, uno aprende a ignorarlos. Iba a replicar sobre su historia. Pero el final fue bastante claro. Quedé en silencio, mirando las nubes que pasaban por detrás de nuestro reflejo.
En efecto, el fuego me había elegido, pero, ¿y si me daba miedo mi elemento? -Supongo que tendré que aprender a dominarlo, ¿no?- Sonreí con cierto cansancio. -No. Está bien. Solo tengo que pensar en algunas cosas. Me gustan los retos- Al final terminé por sonreír más abiertamente. Conjuré una pequeña llamita azul en la palma de mi mano… porque sí, el fuego me había elegido. Justo en el momento en el que iba a dirigirla hacia la esfera de agua, una voz externa me despistó, me hizo girarme y errar el disparo. El fuego impactó contra la pared de roca y se extinguió. Había seguido con la mirada la trayectoria fallida y con la boca medio abierta, pero al fallar, podía cambiar de tema y saludar a la muchacha a la que saludó con la mano abierta -¡Ey! ¡Bienvenida! Estábamos entrenando el control del fuego, ¿te apetece venir?-
Dado de puntería: Fallo
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