Castillo Le Fay (en ruinas)

Después de que Ian se fuera y Azahar trajera el biberón, Anteia se concentró en Aedan observándolo con suma tranquilidad mientras veía los getsos del bebé empezar a calmarse. Le sostenía el biberón con una mano y con la otra, con un dedo, le acariciaba la mano que tenía enrollada en su índice.

-Estoy pensando en irme a Estados Unidos, entenderé si quieres quedarte- Le dijo a Azahar con la misma paciencia y tranquilidad antes de sentir la moneda vibrar, soltó la mano de Aedan y buscó la moneda leyendo y luego respondiéndole a Lyran con algo que, en el fondo, le sabía mal pero no sabía cómo expresarlo de otra manera.

La aparente paz empezó a disiparse cuando la magia que obraban arriba de alguna forma llegó a Anteia. ¿Conocimiento? ¿Sexto sentido? ¿Empatía? Ella sabía que algo salía mal más aún al escuchar la voz de Matvey y también a Desmond en su mente. La rubia, con el bebé dormido en brazos,  miró  a su hija para que lo cogiera -Quédate aquí abajo, no subas por nada del mundo- Pidió con un gesto preocupante mientras escuchaba la voz de Matvey resonar nuevamente. Subió las escaleras con premura y al entrar por el portal la escena le dio muy mala espina.

Se acercó casi sin mirar a los lados y se agachó al lado de Matvey. No lo dudó, simplemente apartó las manos del nigromante y tomó el rostro del muchacho en sus manos. Cerró los ojos inmediatamente e invocó todos sus poderes de sanación para curarle.

Pero no había nada que curar.

Frunció levemente el ceño, sintiendo que el calor que emanaba de sus manos no llegaba a alcanzar al joven. Se removió levemente. No era la primera vez que pasaba por esto, no era el primero que tenía en sus manos pero... Pero si hubiese estado ahí, tal vez... Tal vez. Intentó calmar su mente, que dejase de pensar y sólo sintiera, obcecándose en seguir su instinto. Y lo intentó, buscó cada resquicio de poder de su ya cansado cuerpo para hacerlo funcionar. Sus manos se iluminaron como ninguna otra vez, manteniéndose y tratando de hallar la vida que se encontraba en el interior de aquel cuerpo,  para luego apagarse definitivamente sin encontrar un atisbo de ella.

Anteia abrió los ojos con lentitud, sin ganas de ver a nadie, y acarició el cabello de Rhaegar apartándoselo del rostro para luego suavemente cerrar sus párpados - Lo siento...- Murmuró, mientras alzaba sus ojos celestes hacia Desmond.

De todas las cosas que podían esperarse de una maldita boda, perder a su mellizo no se incluía en ningún escenario. Sentado sobre sus talones, con la cabeza de Rhaegar en sus rodillas Desmond podía sentir cómo simplemente su hermano se le escapaba de los dedos. La conexión mental que tenían parecía diluirse de una manera muy extraña y por primera vez en su vida se sintió solo. Muy solo. En su cabeza no había ningún eco o risa extraña, no había nada. Estaba él, en la oscuridad de su mente. En silencio.

Matvey ingresó gritando, como era lo justo y cuando interpeló a Desmond éste alzó la vista hacia él sintiendo que aquella mirada lo consumía en fuego vivo y bajandola, sin ganas de soportarla. No quería ver a nadie. Realmente sólo quería a sus hermanos y ninguno estaba allí.

Al llegar Anteia, algo en el fondo de su corazón llamado Esperanza ardió, pero la sanadora pese a sus intentos no logró nada. Desmond la conocía, había sido el que más había compartido con ella y Anteia cuando curaba no se removía. Sus manos tampoco brillaban tan fuertemente y las lágrimas no recorrían sus mejillas. Cuando sus dedos se apagaron y acarició a su mellizo Desmond sintió que el mundo se desvanecía, no se trataba sólo de la responsabilidad, sino de todo lo que acaecía sobre el Linaje Le Fay y negó suavemente con la cabeza.

-Al final si nos van a matar a todos...- Respondió a Anteia con una voz serena antes de llevarse las manos al rostro y tapárselo, estaba llorando evidentemente. Las emociones en su cuerpo estaban arrasando con él. Se inclinó hacia delante hasta apoyar su frente en la de su hermano pensando en todas las cosas que no iba a poder decirle y las bromas que no iba a poder hacerle.

No puedo responder a la pregunta de Rhaegar sobre el portal, por más que trato de recordarlo no sé cómo era. Sólo pude fijarme en que se llevaba a Catherine. Niego con la cabeza ante la imposibilidad de aportar más información, empezando a ponerme cada vez más nervioso con el transcurso de los acontecimientos. A continuación todo va de mal en peor, no doy crédito a lo que estoy viendo, es como si fuese la escena de una película que no quiero ver. - Joder...ha llegado demasiado lejos.- El mellizo de Desmond cae al suelo completamente ido, sin dar señales de vida ante nada de lo que hace su hermano, ni de lo que hacen Matvey o Anteia cuando entran. La madre de Azahar trata por todos los medios de traerlo de vuelta, pero nada funciona. No puedo creerme que esté pasando esto, que tratando de encontrar a Catherine hayamos perdido a uno de sus hermanos. ¿Cómo voy a explicarle esto cuando vuelva?

Me quedo bastante paralizado ante la desgarradora escena de los dos hermanos, sin ser capaz ni siquiera de imaginar lo que debe estar sintiendo Desmond en este momento. Me paso las manos por la cara, en dirección hacia la cabeza, en un gesto de desesperación. No sé que decir, ni qué hacer. Ha muerto al intentar buscarla, y nadie parece capaz de hacer nada. De los dos hermanos Le Fay el que mejor me caía era Rhaegar, incluso con sus borderías y el resto de cosas que me dijo antes de que pasase esto. Su sobrino ya no le conocerá. Aedan no podrá fastidiar a su tío. Y Catherine...ya ha sufrido demasiadas pérdidas. No sé si podrá con otra. Empiezo a agobiarme tanto que decido salir rápidamente de la habitación sin mediar palabra alguna. Por mucho que intente decirle ahora a Desmond que lo siento no servirá de nada. Tengo que salir de aquí, sea como sea. Aunque ahora no puedo pensar sólo en mí o en lo que necesito yo, tengo que encargarme de alguien más. Voy hasta la habitación en la que se había quedado Azahar con Aedan, cogiendo al bebé en brazos con gesto circunspecto. - No ha funcionado. Rhaegar... no tenía que pasar eso.- niego con la cabeza sin decir nada más, dando media vuelta para salir de la habitación. Después me desaparezco del castillo Le Fay, con un destino en mente.

Estaba con mi madre en aquella salita mientras los Le Fay e Ian se la jugaban con aquel hechizo para encontrar a Catherine, y yo entretenia a mis hermanos enanoides a base de hacerles el juego del caballito- mientras escuchaba a mi madre decir que se queria ir a los Estados Unidos.

- Qué? Por qué? Has tenido algun problema con papá, o es porque crees que alli es mas seguro? Te llevarias a los enanos contigo? Como sabes que alli sera mejor? O es por otra cosa? Buscas algo?

Yo no queria irme.

- Yo....no me iría, mamá. Pero tampoco quiero que te vayas tu. Pero si.... ay no se.

Yo no era tan sensitiva como ella para la magia, asi que no percibi lo que ella, pero su gesto de preocupacion me lo dijo todo. Asentí aunque queria ir, pero no fui, y me encargué de poner a los niños a dormir. Consegui dormir a los tres en poquisimo rato, por no decir minutos . Joder, tenia un don para eso.

Aunque en seguida llegó Ian y destrozo mi trabajo de dormir bebes, porque agarró a Aedan y dijo algo chungo.
-Que ha pasado? que? rhaegar?

Se fue sin mas. Miré a mis hermanos, dormian como angelitos. Sali de alli corriendo y subi a donde estaban los demas, despacito al acercarme. Vi a Matvey y a mi madre y a Desmond ahi en la sala, con Rhaegar en el suelo, y me tapé la boca con las manos. No me atreví a entrar.

-No.... - susurré

"no....no..."

"primero Cath...ahora Rhaegar....no...."

Desmond estaba llorando con su frente pegada a la de su hermano. Sin querer, de mis ojos empezaron a brotar tambien las lagrimas. Era cierto lo que estaba viendo? Habia sido mi maldita idea sugerir ese hechizo a Ian!!! YO habia comenzado esta locura!!!

"no puede ser"

Nadie me habia visto. No me habia acercado tanto. Retrocedi y me desaparecí de alli. Tenia unas horas mientras mis hermanos dormían .

Me levanté bruscamente, aquello....aquella brusca muerte.  Anteia no pudo hacer nada. Desmond estaba desolado, destrozado. Yo solo pude contemplar. Suspiré para mis adentros. La muerte era un camino mas, pero uno que alejaba de nosotros a nuestros seres queridos, del cual no era facil volver, y si se hacia era a un alto costo.

- Desmond. Deja que Anteia te revise. Ahora. - miré a la mujer. El otro LE Fay habia corrido mas suerte pero habia pasado por el mismo proceso que Rhaegar, su vida ahroa podia estar en peligro, y mi voz fue tan tajante seria y apremiante que me daba igual que me contradijesen o que estuviese demasiado shockeado por la reciente perdida.  Miré al cuervo, Stavron....que maldicion tenia tu familia? En momentos asi la soledad de mis libros y mis demonios parecia mas halagüeña que el hecho de ir perdiendo a tu familia pedazo a pedazo.

- Estaré afuera, para lo que me necesiteis...pero por favor Desmond deja que te atiendan. - salí de la habitacion y baje las escaleras, quedandome en la planta de abajo, cerca....pero lejos. Me llevé una mano a la frente, pero que desastre era este?

Estos niños habían sufrido un sinfín de tragedias y estas parecían no detenerse. Mientras Anteia observaba a  Desmond desmoronarse ante ellos se preguntó si la paz llegaría en algún momento o si cada una de las familias a las que ella conocía estaban destinadas a sufrir de esa manera. Pero ellos no. Y temía. ¿Cuándo…? ¿Cuándo serían los Knox Malfoys las víctimas? Un escalofrío le recorrió el cuerpo, pese a estar bajo el abrigo de Matvey sintió que su cuerpo se había helado. Escondió las manos bajo esta tratando de entender qué tenía que hacer mientras el muchacho decía aquellas palabras y bajaba la cabeza para apoyarla en la de su hermano. Anteia comprendía, empatizaba. ¿Qué pasaba si Catherine no era rescatada?

-Sí..- Dijo con un hilo de voz mientras veía a Matvey incorporarse, sus ojos se encontraban annegados de lágrimas sintiendo que les había fallado pero realmente había llegado muy tarde -Ven… - Murmuró acercándose un poco hacia Desmond, caminando con las rodillas para luego extender sus brazos y rodearlos a ambos mellizos. Dejó que la cabeza de Rhaegar reposara en su hermano y atrajo la de Desmond hacia su pecho, esperando que el latido de su corazón le ayudara a calmarse...Y sospechaba que era la primera vez que recibía un abrazo maternal, así que se preocupó por hacerlo sentir reconfortado. El muchacho se dejó hacer mientras lloraba con más fuerza, la sanadora se dedicó a hacer lo que sabía y lo curó de las pequeñas grietas físicas en donde la magia había hecho mella.

-Yo te protegeré- Le acarició el cabello con suavidad -No estás solo, Desmond. Me tienes a mí- Lo acunó con suavidad, estrechando el abrazo - No estará solo nunca más, te lo prometo- Sintió las lágrimas descender por su rostro,cálidas en comparación a su piel fría -No te alcanzarán- Repitió y luego se mantuvo en silencio durante un largo rato mientras el menor de los Le Fay se desahogaba en llanto.

Pasó bastante más tiempo de lo que Anteia esperaba, después de que Desmond se calmara siguió abrazandolo un rato hasta que sintió su voz en la cabeza -Te voy a pedir… Que no hagas más magia hoy. Necesito que te repongas- El muchacho se fue alejando lentamente para mirarla a los ojos -Necesito que te cuides- Él asintió en silencio y luego volvió a mirar a su hermano -No conozco vuestros rituales- Desmond alzó la vista hacia ella negando con la cabeza -Debería decirte que tenemos alguno, pero se han ido perdiendo en el tiempo. Rhaegar tampoco era mucho de rituales- Suspiró un poco -Sólo… Lo enterraremos al lado de su familia. Y… No le digas a nadie, agradecería que no se enterara nadie más...No quiero a nadie en el Castillo- Indicó empezando a incorporarse -Yo me encargaré de él- Añadió tomando el cuerpo de su mano en brazos con esfuerzo, pero Desmond tenía la suficiente condición física para que no fuera un cansino esfuerzo. -Gracias- Musitó el castaño y Anteia le sonrió con suavidad asintiendo -Lo he dicho en serio- El menor asintió y salió del despacho perdiéndose por los pasillos.

Anteia vio a su alrededor, la sangre derramada y lo críptico que era aquel lugar. Decidió abandonarlo y se dirigió hacia donde estaba Matvey. Al colocarse a su lado, miró hacia el frente ligeramente confundida y sintió la inminente necesidad de excusarse -Lo intenté… Hice lo mejor que pude, pero no soy Lucio- Expresó, ya se había limpiado las lágrimas. No era la primera vez que perdía vidas tan jóvenes en sus manos, o vidas en general. Conocía el ciclo.

Cuando una vida nace...Otra se desvanece.

Recordó a Aedan, a todos los que debían estar en la plata baja. -¿Ian? ¿Azahar?- Cuestionó en voz un poco más alta adentrándose en el salón para irlos a buscar.

La brecha los hizo aparecer en el salón y tras salir, Altair se desplomó. Catherine intentó sostenerlo pero el peso de él era mucho superior al de ella así que lanzó un gemido de dolor y cansancio hasta que cayó de rodillas -¡DESMOND! ¡RHAEGAR!- Gritó con fuerza antes de hacerlo de manera mental, tan agobiada estaba que no se había dado cuenta la desconexión mental con su hermano.
La pelinegra acomodó a su hermano en el piso observando como lentamente sus venas empezaban a ponerse negras y la respiración a fallarle. Catherine nunca había presenciado la muerte de un familiar, ni siquiera con Elise o Layla, ellas habian sido encontradas por Rhaegar –Esto es horrible…- Musitó quedamente mientras Desmond aparecía a su lado soltando un grito ahogado –Altair- Reconoció y Cat lo miró desde abajo asintiendo y volviendo a sentir las ganas de llorar, que no tardaron en hacerse presente. Desmond se inclinó y le tomó la otra mano –Qué le pasa?- Catherine extendió la mano hacia el mellizo y se la apretó con suavidad –Está muriendo. Mamá y Layla le envenenaron- Explicó a lo que Altair tosió mientras apretaba la mano de Desmonr –No le llames madre- Dijo con la voz ronca antes de empezar a toser un raro líquido negro. Catherine sollozó en silencio.

Ya que no podía hablar, utilizó su poder mental para hablar por última vez con sus hermanos ya que aquello no podía haberlo hecho en la dimensión De Molay y…Y adoraba volver a tener ese ruido mental, esa conexión. “No la llamen madre. Sólo se tienen a ustedes, los verdaderos Le Fay”. Dijo y lanzó todas las imágenes de sus recuerdos, de haber descubierto a Elise y Layla y cómo Elise le había hecho aquello. Matando así a su primogénito. Jean llegando en el momento adecuado y sus días en la dimensión de Molay. Mucha información que se desvaneció en negro de repente… “¿Dónde está Rhaegar?” cuestionó y Catherine y Altair miraron a Desmond que estaba en pleno shock ante la información que estaba dándole su hermano, destruyendo todo su pasado y cualquier figura que hubiese presente. Entonces subió la vista hacia Altair cuyo rostro ya estaba ceniciento –Intentamos encontrar a Catherine. No lo hicimos bien. Rhaegar …Rhaegar falleció- Mencionó removiéndose mientras miraba a su hermana confundido. Ante la noticia la pelinegra se llevó la mano a la boca para tapar el gemido que soltó, no sólo por ella sino por Desmond en sí. “Nos veremos en el otro lado”, soltó Altair cerrando los ojos y exhalando su último suspiro. De haber estado más atenta, Catherine habría sentido que su anillo se calentaba pero su mente estaba en otra cosa. Atrajo a Desmond hacia sí y lo estrechó, abrazandolo desesperadamente mientras lloraba la forma en la que de un cachetazo habían quedado solos en el mundo.

“Ian… Ian…Dime que están bien, son lo único que me queda en este mudno. Ian, respóndeme, por favor. ¿Dónde están? Ian… ” Repitió, agobiada.

Aunque había pasado allí los días desde el fallecimiento y entierro de rhaegar, también había prestado visitas a ouroboros para comprobar que las cosas hubiesen vuelto a su cauce, y así era, más o menos... Pues éramos menos que nunca.

Y todo nos lo habíamos hecho nosotros mismos, no los humanos.

Para cuando estaba por allí, creí oir los gritos de Catherine, y para comprobar que era real, me apresuré al salón de donde venían.

Y allí estaba ella, con....Altair.

No me sorprendí.

"Eso explica por qué Stavron se mostró confuso cuando le pregunté por Altair.... Pero donde...?"

Desde el marco de la puerta pude oir que había sido envenenado por la madre. La víbora en su propio nido.... Pensé en Adele, sin saber por qué. Pero mis instintos eran sabios, a veces.

- Catherine. - hablé desde donde estaba, no iba a interrumpir. - Altair.... Estaba con Jean? Ese era el secreto?

"Dimitió por esto? Sabía la verdad? Vio que esto se había convertido en un nido de viboras?"

Negué con la cabeza. Dos tumbas en tan poco tiempo... Por un par de errores fatales.

Catherine había comenzado a llorar y sabía que Desmond también porque sentía su hombro mojado, mientras lo estrechaba contra sí podía sentir que su abrazo no estaba armado sólo del dolor de perder a sus dos hermanos sino de un desasociego tal que la destrozó aún más. Se aferró más fuerte a él, tratando de hacerle saber que no lo iba a dejar solo, que pasara lo que pasara siempre iba a estar con él -Te quiero- Murmuró, expresándole por primera vez en su vida lo que no lograba hacer con su lenguaje corporal. Habían descubierto en poco tiempo un desastre monumental.

Abrió los ojos cuando Matvey le interpeló y asintió con suavidad -Sí... Intentó buscar la cura, pero no la encontró...- Cerró de nuevo los ojos y volvió a apretar a Desmond, sabía que él había sido muy cercano a su madre y de la nada carraspeó -Rhaegar dijo algo... antes de...- Expresó y Catherine se alejó un poco tomando por los hombros  a su hermano -Algo de Elise... Que no le dijéramos nada- La morena frunció el ceño y negó con la cabeza, ahora no importaba eso, ella no estaba. Volvió a estrecharlo contra sí, no podía imaginar lo que era pasar por eso de nuevo y sólo, no quería imaginar lo que debió haber sentido.

Pero se estremeció al oír el histerismo de Ian, pero una parte de sí estaba relajada porque estaba vivo "Te quiero..." Pensó, fue lo primero que hizo. "Estoy en el Castillo Le Fay. Estoy bien, no me ha hecho nada... Ha sido todo un horrible, horrible malentendido Ian... Horrible. Mi familia es un desastre, lo siento..."

Me quedé helado al escuchar en mi cabeza eso del terrible malentendido, no podía asumir que fuese eso. No podía asumir que fuese una "broma" o vete a saber. La desesperación que hemos tenido desde su desaparición no se puede describir, el no tener manera de localizarla ha sido lo peor. Puedo luchar con todas mis fuerzas sabiendo qué hacer y dónde está, pero la inacción me estaba matando, sumado eso a la nueva responsabilidad de la que he tenido que encargarme.

"No, no es tu familia la culpable. La culpa es del hijo de puta que te secuestró, del que ha hecho que no te podamos encontrar. Por ese malentendido Rhaegar ha muerto buscándote"

Me invade la rabia de pensar todo lo que ha provocado la acción de Jean, ninguna excusa que tenga me valdrá. Sólo quiero que pague. A pesar de eso lo único que importa es que ella está viva, y en el castillo Le Fay, según dice. Eso o alguien me está la está jugando y quiere atraparme allí. La impaciencia por ir puede más que la prudencia, así que en cuestión de segundos me desaparezco del refugio del clan para ir hacia el castillo Le Fay, llevándome al crío conmigo. Busco de habitación en habitación con el corazón desbocado, encontrándola por fin junto con Matvey, Desmond y...alguien a quien no conozco, pero que parece que ha corrido una suerte similar a la de Rhaegar.

"¿es quien creo que es?..."

He visto algunas fotos, pero se supone que él estaba muerto, así que no entiendo nada. - Catherine...- murmuro mientras entro en la habitación, repitiendo su nombre como para creerme que de verdad ha vuelto sana y salva. - ¿Estás bien? ¿de verdad que no te ha hecho nada? ¿dónde está ese malnacido? ¿dónde te llevó?- me arrodillo a su lado, conteniendo las ganas de gritar por tanta tensión acumulada durante este tiempo. - Lo siento mucho...- la atraigo hacia mi para abrazarla con el con el brazo que me queda libre al estar sujetando al niño con la otra. Después la estrecho con fuerza, tratando de reconfortarla tras lo que ha debido pasar. El lo siento es tanto por los que ha perdido como por no haber tenido forma alguna de rescatarla de donde quiera que estuviese.

- Aun con todo, lo que ha hecho Jean no es algo que pueda pasarse por alto. Lo lamento. Sus mentiras y desconfianzas han terminado en esto.

Dije friamente, quizá con mas dureza de lo necesario, pensando en lo que los actos de Jean nos habian echado encima. Sobre todo a los Le Fay. En mi mente sabía que yo no era quien para hablar de sinceridad pero a cierto nivel, yo habia mentido por un mal ya causado, y las mentiras de Jean no solo habian tapado un mal si no que habian generado otro. No, por mi parte no iba a haber perdon. No mientras la imagen del joven Le Fay con la nariz y los oidos manando sangre permaneciese en mi cabeza. No mientras supiese que habia fallado a la promesa de Stavron por .... segunda vez....y esta a causa de una estupida negligencia por parte de aquel prófugo que se debia sentir en posesion de la razon absoluta.

Con gesto amargo, observé la llegada de Ian con el bebé, y aquel abrazo. Al menos ahora ella estaba acompañada.

- Creo que ya no me necesitais por aqui. - miré a Ian, esperando que el fuese capaz de traerle la calma. Dicho esto me di la vuelta, y fui a recoger mis cosas para despues marchar de allí. Habia recibido un mensaje con respecto a problemas en el hospital de Sherwood, asi que mi presencia era requerida para otros menesteres.

Podría tratar de explicarle todas y cada una de las cosas que tenía en mente, pero no tenía energía, sólo quería dormir. Se alejó de Desmond, pero no soltó su mano en ningún momento y la otra la colocó sobre el cuerpo de Altair -Tenemos que prepararlo. Debe estar al lado de papá- Explicó sonriendo de lado con mucha tristeza enmarcando su rostro, su hermano menor y ya el único que le quedaba asintió sin añadir una palabra más. Entonces Matvey habló y Catherine alzó la vista hacia él con el ceño levemente fruncido -Lo siento...Yo en este momento sólo...No puedo pensar en eso. Me dijeron tantas cosas que... No...No quiero hablar de eso ahora- Le dijo al nigromante con la cara desencajada.

Al cerrar los ojos sólo pensó en Ian, necesitaba tenerlo junto a ella. Y también a Aedan. Casi como si los hubiese invocado aparecieron y aquello le trajo tanta calma a Catherine que volvió a llorar. Se acurrucó en los brazos de Ian mientras veía a Aedan que estaba con los ojos abiertos mirandola. Frunció suavemente el ceño -¿Se ha despertado cuando me llevó Jean?...- Preguntó antes de alzar la vista hacia él -A su dimensión- Explicó brevemente -No me hizo nada.- Volvió a hacer énfasis antes de atraer el mentón de Ian y besarlo suavemente. Sólo necesitaab su contacto, saber que estaba allí. Tras separarse apoyó su frente en el hombro de él y se acurrucó a su lado llevando una mano hacia Aedan, pidiendole sin decir palabra a Ian que se lo diera para poder tenerlo en brazos -¿Lloró mientras me fui? ¿Tengo que darle pecho de nuevo?- Preguntó, desonrientada.

No obstante, palabras de Matvey le hicieron levantar la vista -Siempre te necesitamos aquí...Pero sé que Ouroboros también te necesita. Cuidate, gracias Matvey...Trataré de hablar contigo después- Expresó con la voz levemente cansada. Respiró profundamente tras verlo desaparecer y Desmond se incorporó mirandolos, diciendo que se encargaba él de Altair. Catherine asintió y llevó una mano al rostro de Altair, acariciandolo un poco -Des...Tendremos que hablar ...Hay cosas que me contó que debes saber. Tú también Ian... Pero ahora necesito descansar... ¿Subimos a mi habitación?- Le preguntó a Ian sonriendo levemente antes de acariciar su mejilla con la punta de la nariz.

Permanezco abrazado a Catherine largamente y con fuerza, como si temiese que pudiera volver a desaparecer de una manera tan súbita como lo hizo. Trato de calmarla y hacerle saber que ya está a salvo, procurando creerme yo mismo que ya se ha terminado todo ese desastre y ese período de tiempo de incertidumbre. Su preocupación por Aedan es comprensible, pero prefiero mentir y decirle que el crío ha estado bien en su ausencia, aunque no sea cierto del todo. Parece demasiado desorientada, y ha pasado más tiempo del que cree. Tal vez en esa dimensión el tiempo resulta distorsionarse y ser diferente al de la realidad en la que vivimos. Ya habrá tiempo de contarle ese tipo de cosas.

- Ha estado bien...he tenido que aprender a marchas forzadas. También me han ayudado. - sólo que no creo que le agrade saber que me lo he llevado incluso con los compañeros del clan, seguro que lo considera peligroso. Mi gesto se crispa al escuchar eso de que Jean no le ha hecho nada, es como si tuviese el síndrome de Estocolmo, minimizando lo que ha desencadenado ese hombre. No le ha hecho daño físico a ella, pero nos ha hecho sufrir a todos. Y si no se la hubiese llevado de ese modo, nadie habría tenido que buscarla. El atrevimiento de ese hombre ha provocado un efecto mariposa bastante trágico. Jean merece un castigo, diga lo que diga ella, esté de acuerdo o no.

"No, no te ha hecho nada. Sólo ha matado a tu hermano aunque sea de manera indirecta.  Ha privado a nuestro hijo de su madre durante demasiado tiempo. Te ha hecho sufrir a ti, a tu hermano, y a mí. Pero no pasa nada...al tipo le apetecía un secuestro express sin explicar absolutamente nada"

Pienso para mi mismo, procurando mantener altas mis barreras mentales para que ella no pueda leerme en este momento, aunque dudo que en su estado actual pueda hacerlo.  - Sí...vamos. Todos necesitamos descansar. No pienses en nada más por ahora. Cuando llegue el momento nos contarás lo que dices. A veces me dan ganas de reventarles la puñetera isla para que se dejen de intrigas y de mierdas palaciegas de Descendientes. - me despido de Matvey y de Desmond cuando se marchan, ayudando después a Catherine a ponerse en pie tras entregarle al niño. Después subimos juntos la escalera, perdiéndonos por algún pasillo rumbo a su habitación para descansar. El paso del tiempo se encargará de hacer que las aguas vuelvan a su cauce, y de dejarnos pasar las siguientes semanas con tranquilidad, aislados de todo en la medida de lo posible.

off:

Cuando Catherine abrió los ojos, el bebé estaba profundamente dormido entre Ian y ella. Parpadeó lentamente, sintiendo el delicioso calor que desprendía el pequeño cuerpo de su hijo y el de su esposo. Sonrió brevemente. Esposo, hijo. Joder, cómo había cambiado su vida tan rápido. Alargó una mano y le quitó un poco el cabello a Ian, que le caía alborotado por el rostro. Fue delicada, tratando de no despertarlo. Ahora, que él descansaba, notaba las ojeras y el estrés. Habían hablado largo y tendido sobre lo que había ocurrido y aún no podía creer que se había desaparecido por tanto tiempo, que su hijo había estado separado de ella por tanto tiempo. Parecía cruel. Y desde entonces no podía evitar tenerlo entre sus brazos o durmiendo entre ellos.

También había hablado con Desmond, había sido una larga y triste tarde. Su hermano siempre había sido bueno hablando de los sentimientos, así que se había abierto por completo a ella y le había contado la sensación de soledad que había sentido. Había hecho que Catherine llorara de nuevo y le prometiera que nunca volvería a irse. Los dos tenían que estudiar más, ese era otro punto que había quedado claro después de lo que había dicho Altair, tantas cosas quedaban ocultas respecto a su linaje que sólo entre ellos podían descubrir.

Volvió su mano hacia Aedan y le acarició suavemente la mejilla, notando una leve sonrisa deslizarse en los labios de él antes de moverse, acomodandose contra ella. Catherine volvió a respirar lentamente y luego suspiró. Sin duda era así como quería despertarse todos los días, aunque ahora no supiera que debía hacer. Cerró los ojos y pensó en Matvey.

"Hay algo que pueda hacer desde mi casa? ¿Sin separarme de mi familia? ¿Algo con lo que pueda ayudarte?"

Se removió lentamente, mirando a Ian con más de la mitad de la almohada y los almohadones, ahogó una risa y cogió la manta para arroparse nuevamente.

Los días que sucedieron al fatídico acontecimiento fueron tristes, pero también extrañamente tranquilos, con una calma que llevábamos echando en falta mucho tiempo. Tal vez el hecho de poder estar los tres juntos y aislados de todo ayudase, especialmente teniendo en cuenta que es la primera vez que tenemos la ocasión de hacerlo. Lo único que hice fue avisar a mi familia de que estábamos bien, pero no nos movimos de la casa para estar seguros y poder descansar.

El tema de Jean de Molay ha quedado de lado porque de momento es mejor no remover nada, aunque no puedo quitármelo de la cabeza. De algún modo sigo pensando que en cualquier momento puede volver a aparecer de la nada para llevársela, que nada garantiza que no vuelva a suceder. Lo único que me tranquiliza de algún modo es comprobar al despertar que seguimos juntos, aunque no termina de agradarme lo de quedarnos en esta casa todo el tiempo. Por ello le propongo, unos cuantos días después, marcharnos de la casa para cambiar un poco de aires, buscar otros posibles refugios y ver al resto de gente, que ya va siendo hora. Además, quiero que Catherine conozca el hogar del clan, al igual que yo conozco ya Ouroboros. Sé que pronto tendrá que incorporarse a sus obligaciones allí, así que tendremos que aprovechar mientras podamos. Avisamos al hermano de Cat de la salida, preparamos unas cuantas cosas para llevarnos, cogemos a Aedan y cuando está todo listo nos desaparecemos de allí los tres, dejando la casa.

Se decidió que el punto acordado para la evacuación de Ouroboros sería el castillo Le Fay, ya que pertenece a una de las principales familias de los Descendientes, y además cuenta con unos terrenos en los que pueden quedarse la mayoría de los rescatados. Los dragones van aterrizando por turnos, dejando a la gente por allí, siendo organizada por el resto de miembros del Consejo. Tal vez deberíamos haber avisado a Catherine de que veníamos, pero no teníamos tiempo para hacerlo ni modo de comunicarnos.

- Je...ahora ya no podrán ni decirnos eso de "si tanto te gustan los refugiados, ¿por qué no los metes en tu casa? Hay que buscar a Catherine para explicarle. Menos mal que ella no estaba en la isla. - comento con Matvey una vez que llega nuestra montura a tierra, ayudando a distribuir por los jardines a algunos de los jóvenes estudiantes de la isla. Los enfermos y heridos del hospital son llevados dentro del castillo, donde habrá sitio suficiente para alojarlos, o al menos se intentará. Los demás se van acumulando entre salones y cocinas, y algunos en la zona de las mazmorras. El nigromante y yo nos quedamos fuera por el momento, esperando en los terrenos la llegada de quienes se han quedado en la isla. Tesla y Tepes deben llegar pronto, espero que hayan tenido la sensatez de marcharse si vieron que el maldito experimento de Markus no funcionaba. Miro de reojo a Matvey, recordando lo que me dijo antes de salir de la isla. Se le ve bastante cansado y afectado por lo sucedido, como es lógico.

- Por cierto, ¿qué querías contarme?

Me apeé del dragón en el que habiamos salido de la isla. Para cuando Lucio y yo llegamos, todos los evacuados ya estaban por alli. Por suerte el resto del consejo los habia organizado para que no se quedasen por ahi en medio de los jardines Le Fay.

- ....Catherine va a quedar atonita - murmuré en voz baja. Estaría en casa? No...si estuviera, ya habria salido al encuentro de tal marabunta de refugiados. Escuché a Lucio y me faltó poco para hacer un facepalm. - Si, por lo menos por esa parte, hemos cumplido.

"espero que Tesla aparezca pronto...."

- Donde puede estar Cat? Y su hijo, e Ian....no veo a ninguno de la familia por aqui. Deberiamos preocuparnos.

"ah, eso"

Me mostré incomodo cuando preguntó y miré alrededor.

-Preferiría un sitio privado. Puedes acompañarme? - le pedi que me siguiese. Entramos al castillo y busqué aquel pequeño estudio en el que una vez estuviese con Anteia, y tomé asiento pesadamente. Lo cierto era que estaba agotado. Miré la puerta que habia cerrado tras nosotros y luego a Lucio. Aqui tendria algo mas de calma para comentarselo. - Al parecer los objetos magicos estan perdiendo su poder mas lentamente que nosotros mismos. La isla ha sido la prueba de ello, conservaba algo de magia aun cuando nosotros no podiamos. Creo que ese es el motivo por el cual sigo vivo...pero no se cuanto más tiempo tengo.

Era raro oirme decir eso, ademas, lo estaba diciendo con demasiada calma, muy despersonalizadamente. Lo tenia claro o aun no lo habia asumido? Me escuchaba a mi mismo y me resultaba extraño. Quiza era por no ser un hombre temeroso de la muerte? - Nunca te has preguntado por qué mi linaje, por qué Grigori Rasputín fue famoso por no morir pese a sufrir tantos atentados contra su vida?

Comparto la inquietud de Matvey por la ausencia de Catherine en la casa, temiendo que haya vuelto a desaparecer como cuando Jean de Molay se la llevó. Todo aquello quedó sin aclarar, al menos ella no se explicó demasiado. Lo poco que sabemos es por terceros, y era algo así como que había sido un malentendido. Ya nos contará ella cuando esté preparada. - Tal vez haya decidido ir a un lugar más pequeño. Ojalá tuviésemos una forma rápida de comunicarnos con ella. Debimos haber previsto algo así, hemos dependido demasiado de nuestra magia, y de los objetos alimentados por ella. - suspiro lamentándome de lo poco que hemos querido utilizar tecnología humana corriente, especialmente en lo que a las comunicaciones se refiere. Sí que es cierto que en el hospital hemos estado utilizando aparatos más avanzados, muchos de ellos mezclaban lo mejor de ambos mundos, una combinación de magia y ciencia bastante lograda.

Acepto la invitación del nigromante para hablar en otro lado, aunque tanto secretismo empieza a intrigarme demasiado. Lo sigo en completo silencio hasta el despacho que me muestra, cerrando la puerta en cuanto pasamos. Espero hasta que se sienta, observándolo largamente mientras pienso en lo agotado que se ve. Su habitual fortaleza parece mermada, es evidente que no se encuentra bien. - La magia que sostiene la isla es más poderosa que la nuestra, supongo que es normal que tarde más en ceder. - el comienzo de la conversación no me augura el rumbo que va a tomar ésta, no entiendo qué tiene que ver el estado de los objetos mágicos con su estado de salud.

- ¿ A qué te refieres? no te va a pasar nada teniendo aquí al mejor médico que puedas encontrar. - trato de sonar convencido, aunque ni yo mismo estoy seguro de que eso sea cierto. Ahora que he perdido mis poderes también he perdido buena parte de lo que soy. Sigo contando con mis conocimientos en medicina, con todo aquello que puedo hacer sin magia, pero también es cierto que sin ello simplemente soy otro médico más. - Siempre me pareció fascinante que sobreviviese a tantos intentos de asesinato, pero...no tenía ninguna teoría especial al respecto. Suerte, o una inmensa habilidad para salir ileso de situaciones complicadas. - intuyo que, por lo que me ha contado, ahora debería explicarme que la vida de su antepasado estaba relacionada con algún objeto mágico. Los propios miembros del Consejo guardamos tantos secretos familiares que ni entre nosotros somos capaces de terminar de conocernos.

- Los caminos de la nigromancia siempre me produjeron mucho respeto...si es algo relacionado con eso creo que escapa a mi conocimiento. - admito un tanto derrotado antes de saber lo que tiene que decirme, callándome de una vez para que pueda terminar de contarme lo que pasa.

Después de los planes que tramé con Rybar y Benjamin no me quedó otro remedio que volver a la isla, esa a la que no quería volver por la humillación sufrida. Pero las obligaciones mandan, y siempre resulta útil tener acceso al poder y a la información. Lo que evité fue encontrarme directamente con él, para evitar conflicto. El caso es que toda la mierda de la pérdida de magia me pilla en la isla, una estúpida isla que además no es lo suficientemente buena como para acabar en el aire.

"ohhh, tenemos una isla que vuela, una isla alejada de los ojos indiscretos de los no mágicos, una isla segura... ¡ y una mierda! "

Maldigo su isla una y otra vez mientras nos sacan de allí en dragones, lo único bueno de todo esto. Si consiguiese robármelos tendría un ejército a mi medida, el ejército que me merezco. Lástima que los dragones sean unos arrastrados lameculos de Snagov. Mi mal humor va en aumento al darme cuenta de que me he dejado varias pociones en mi habitación de la isla, y que tendré que volver a fabricarlas por mi cuenta o comprarlas, con lo poco sobrada que voy de oro. Lanzo miradas de odio a diestro y siniestro, sólo interesándome cuando veo a Lucio irse con Matvey hacia el castillo. Decido seguirlos, así tengo algo que contar al puto Rybar cuando le encuentre. Esa es otra, la insignia no funciona, ni puedo desaparecerme. La única solución será ir al castillo suyo, y no sé ni dónde estamos. Los sigo en la distancia, esperando a que se metan a un despacho. Es entonces cuando pego la oreja, tratando de escuchar su conversación.