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Recuerdo del primer mensaje :
Castillo Le Fay
Me detuve el tiempo justo para ir a ayudar a los que Ian había herido en su descontrol, siéndome relativamente sencillo al estar la convergencia en su punto máximo. Después seguí aportando energía a aquel artefacto. El gran esfuerzo dio su recompensa cuando conseguimos reventar uno de los satélites. Todos esperábamos que lo que siguiese a partir de ahí fuese una rotunda victoria, pues nos la teníamos merecida después de tanto que hemos resistido. Nos olvidábamos de que no era obligatorio que sucediese lo que era justo. Tampoco entendíamos el motivo por el que nuestra arma secreta no había aguantado más. Nuestras miradas se volvieron hacia Newton y Giordano, como preguntándonos qué pasaba.
Tampoco sabíamos que el brusco descenso de energía en nuestros cuerpos se debía a que la intensidad de los satélites se había visto incrementada por órdenes desconocidas. También me preguntaba si en Praga estarían sufriendo lo mismo, pensando que les habíamos fallado al no lograr destruir todo lo que debíamos con la gran cantidad de energía canalizada. Nadie esperaba que esto acabase así.
Miré a mi alrededor con preocupación, empezando a asustarme realmente al ver que los centinelas nos habían descubierto. No podía ser casualidad, debían de ser ellos los culpables de que hubiésemos perdido el arma enviada al espacio, los culpables de que estuviésemos así, y sobre todo, los culpables de entrar arrasando. Apenas me escuché gritar a mí mismo en medio del caos, echando a correr hacia donde estaban Giordano y Jack. Éste último había caído al suelo, ensangrentado tras haber sido atacado por un ataque de los robots. No había tiempo de ponerme a curarlo allí, y aunque hubiese querido no hubiese podido, pues intenté desaparecerme y descubrí que no era capaz. Miré a Giordano desconcertado, pero él al menos reaccionó y me ayudó a cargar a Jack hasta una de las aves Roc de Sarah, que ya estaba preparada para intentar sacar de allí a todos cuando pudiese. Entre Gio y yo subimos a Jack a una de esas aves, alzando el vuelo rápidamente para evitar ser seguidos por las máquinas, saliendo de allí en dirección al único punto seguro que nos quedaba: Hogsmeade.
Tampoco sabíamos que el brusco descenso de energía en nuestros cuerpos se debía a que la intensidad de los satélites se había visto incrementada por órdenes desconocidas. También me preguntaba si en Praga estarían sufriendo lo mismo, pensando que les habíamos fallado al no lograr destruir todo lo que debíamos con la gran cantidad de energía canalizada. Nadie esperaba que esto acabase así.
Miré a mi alrededor con preocupación, empezando a asustarme realmente al ver que los centinelas nos habían descubierto. No podía ser casualidad, debían de ser ellos los culpables de que hubiésemos perdido el arma enviada al espacio, los culpables de que estuviésemos así, y sobre todo, los culpables de entrar arrasando. Apenas me escuché gritar a mí mismo en medio del caos, echando a correr hacia donde estaban Giordano y Jack. Éste último había caído al suelo, ensangrentado tras haber sido atacado por un ataque de los robots. No había tiempo de ponerme a curarlo allí, y aunque hubiese querido no hubiese podido, pues intenté desaparecerme y descubrí que no era capaz. Miré a Giordano desconcertado, pero él al menos reaccionó y me ayudó a cargar a Jack hasta una de las aves Roc de Sarah, que ya estaba preparada para intentar sacar de allí a todos cuando pudiese. Entre Gio y yo subimos a Jack a una de esas aves, alzando el vuelo rápidamente para evitar ser seguidos por las máquinas, saliendo de allí en dirección al único punto seguro que nos quedaba: Hogsmeade.
Los fracasados del castillo la habían vuelto a liar, para variar. Parecía que nuestro esfuerzo canalizando magia iba a ser útil, y de hecho por un momento lo es, cuando se destruye un satélite. A saber qué han hecho mal para que sólo pueda destruirse uno. Bufo cansada y con cara de odiar a todo el mundo, estando a punto de dejarme caer de rodillas al suelo. Al final no lo hago, por dignidad y porque no pienso dejar que me vean derrotada. - Ya podíais haber calculado esto mejor. - reprocho en voz alta a los que estaban con la máquina esa. Después empieza a dolerme horrores la cabeza y me quedo totalmente falta de energía, cabreando mucho más porque creo que es culpa de lo que acabamos de hacer. - Lo que faltaba. - murmuro mirando a Rybar, que está igual de jodido o más.
Nadie sabe explicarse qué está pasando, y el caos va en aumento cuando de la nada aparecer varios centinelas que acaban de descubrirnos. - ¡Idiotas! ¡los habéis atraído hasta aquí, habéis llamado demasiado la atención! - no pienso quedarme a proteger ni defender a nadie, tal y como ha dicho Lykaios. Menos todavía cuando el medicucho es de los primeros en salir por patas llevándose los nobles culos de sus amigos. Aprovecho que los robots están entretenidos destrozando el castillo y masacrando a otros, así que , tras comprobar que acaban de fastidiarnos la desaparición, tiro de la manga de Rybar para echar a correr todo lo rápido que nuestros cuerpos nos permiten, perdiéndonos en la espesura del bosque mientras escuchamos de fondo el sonido de la destrucción.
Nadie sabe explicarse qué está pasando, y el caos va en aumento cuando de la nada aparecer varios centinelas que acaban de descubrirnos. - ¡Idiotas! ¡los habéis atraído hasta aquí, habéis llamado demasiado la atención! - no pienso quedarme a proteger ni defender a nadie, tal y como ha dicho Lykaios. Menos todavía cuando el medicucho es de los primeros en salir por patas llevándose los nobles culos de sus amigos. Aprovecho que los robots están entretenidos destrozando el castillo y masacrando a otros, así que , tras comprobar que acaban de fastidiarnos la desaparición, tiro de la manga de Rybar para echar a correr todo lo rápido que nuestros cuerpos nos permiten, perdiéndonos en la espesura del bosque mientras escuchamos de fondo el sonido de la destrucción.
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Un pelotón de soldados entra en acción después de que los robot Centinela hagan su aparición en el castillo, abriendo camino a los que van a pie. La misión que nos han encomendado es la de buscar al ministro O'Connell, que ha sido secuestrado por algunos de estos indeseables. El grupo de soldados se divide nada más entrar, priorizando la búsqueda de Éamon mientras dejan que los robots se encarguen de atacar a los renegados y demás.
- ¿¡DÓNDE TENÉIS AL MINISTRO!? - grita uno de los soldados mientras apunta a un mago herido en el suelo. Las amenazas para revelar la posición de Éamon no surten tanto efecto como deberían, pues parece que muchos ni siquiera saben que el ministro está aquí. Parte de los soldados buscan a O'Connell entre la caótica multitud que trata de escapar del castillo para huir de los ataques de los robots. Otros soldados se dirigen al interior del castillo, que ya ha comenzado a arder por algunas zonas. El grupo de rescate arrasa con todo lo que encuentra a su paso, derribando cada puerta que encuentran, entrando a cada sala o habitación que hay a su paso.
- Se han equivocado al mandarnos aquí. Puede que lo hayan llevado a otro lado. - protesta uno de los soldados, malhumorado al ver que el asalto no da sus frutos. El humo y el fuego comienzan a dificultar las labores de búsqueda, así que los soldados se dispersan más para cubrir más zonas del enorme castillo. Uno de los soldados hace una llamada a la ministra O'Connell y al ministro Wilhelm, informando de la situación. - Negativo. No encontramos al ministro aquí. No está ni en los terrenos ni en el interior del castillo. O le han llevado a otro lado, o le han matado. - informo sin la más mínima sensibilidad, limitándome a sacar mis conclusiones. - Esperamos órdenes. ¿Abandonamos el lugar?
- ¿¡DÓNDE TENÉIS AL MINISTRO!? - grita uno de los soldados mientras apunta a un mago herido en el suelo. Las amenazas para revelar la posición de Éamon no surten tanto efecto como deberían, pues parece que muchos ni siquiera saben que el ministro está aquí. Parte de los soldados buscan a O'Connell entre la caótica multitud que trata de escapar del castillo para huir de los ataques de los robots. Otros soldados se dirigen al interior del castillo, que ya ha comenzado a arder por algunas zonas. El grupo de rescate arrasa con todo lo que encuentra a su paso, derribando cada puerta que encuentran, entrando a cada sala o habitación que hay a su paso.
- Se han equivocado al mandarnos aquí. Puede que lo hayan llevado a otro lado. - protesta uno de los soldados, malhumorado al ver que el asalto no da sus frutos. El humo y el fuego comienzan a dificultar las labores de búsqueda, así que los soldados se dispersan más para cubrir más zonas del enorme castillo. Uno de los soldados hace una llamada a la ministra O'Connell y al ministro Wilhelm, informando de la situación. - Negativo. No encontramos al ministro aquí. No está ni en los terrenos ni en el interior del castillo. O le han llevado a otro lado, o le han matado. - informo sin la más mínima sensibilidad, limitándome a sacar mis conclusiones. - Esperamos órdenes. ¿Abandonamos el lugar?
A pesar de todo el esfuerzo hecho no conseguimos acabar con todos los satélites, cosa que resulta más frustrante ahora que habíamos descubierto que el artefacto sí funciona y que podía haberse cargado, por lo menos, otros dos o tres satélites de los que quedan. Todos nos quedamos por los suelos por causas desconocidas, como si ya hubiésemos gastado toda la energía que teníamos. Nadie parece comprender lo que está sucediendo, y no hay tiempo para muchas explicaciones con la aparición de todos los centinelas que comienzan a atacar de modo indiscriminado.
A partir de ese momento comienza la desbandada general, lo más lógico teniendo en cuenta que nos hemos quedado un poco hechos mierda después de esto. Lykaios da la orden de retirada, aunque también pide a los que puedan luchar que retengan un poco a los atacantes. - ¡Largaos de aquí también! ¡quedarse a retenerlos no sirve de nada, matarán o atraparán a los que caigan! - no tiene sentido quedarse aquí ni un minuto más, así que agarro a Juliet por la muñeca con la intención de desaparecerme. Nada, otra vez sin poder usar nuestros poderes. Echo a correr con ella para intentar esquivar los ataques, teniendo la suerte de ser de los que no les alcanzan las balas. Las aves de Darwin comienzan a sacar de allí a bastante gente, especialmente miembros del Consejo, aunque ni de coña hay para todos. Por lo que parece vienen buscando al capullo de Éamon, el cual espero hayan aplastado con el ataque al edificio, o al menos que se lo haya llevado alguien antes de que lo encuentren. No pienso quedarme a averiguarlo, por mucho que lo odie prefiero escapar a tiempo. Juliet y yo corremos todo lo que podemos para alejarnos del castillo, perdiéndonos en la espesura del bosque al igual que la mayoría de los que están en el castillo.
A partir de ese momento comienza la desbandada general, lo más lógico teniendo en cuenta que nos hemos quedado un poco hechos mierda después de esto. Lykaios da la orden de retirada, aunque también pide a los que puedan luchar que retengan un poco a los atacantes. - ¡Largaos de aquí también! ¡quedarse a retenerlos no sirve de nada, matarán o atraparán a los que caigan! - no tiene sentido quedarse aquí ni un minuto más, así que agarro a Juliet por la muñeca con la intención de desaparecerme. Nada, otra vez sin poder usar nuestros poderes. Echo a correr con ella para intentar esquivar los ataques, teniendo la suerte de ser de los que no les alcanzan las balas. Las aves de Darwin comienzan a sacar de allí a bastante gente, especialmente miembros del Consejo, aunque ni de coña hay para todos. Por lo que parece vienen buscando al capullo de Éamon, el cual espero hayan aplastado con el ataque al edificio, o al menos que se lo haya llevado alguien antes de que lo encuentren. No pienso quedarme a averiguarlo, por mucho que lo odie prefiero escapar a tiempo. Juliet y yo corremos todo lo que podemos para alejarnos del castillo, perdiéndonos en la espesura del bosque al igual que la mayoría de los que están en el castillo.
- off:
Podéis dar ya por sacados a todos los personajes que quedasen, quedarían los pnj centinela, los pnj soldados y pnj random del castillo que maten/atrapen.
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El soldado se mantuvo al otro lado del comunicador, a la espera de órdenes por parte del ministro. La voz del hombre sonaba débil, como si estuviese herido.
- Sí, señor. Así se hará. Reportaremos la situación en breves. - cortó la comunicación para seguir con la misión de buscar al ministro, uniéndose al resto de los compañeros. Ninguno de ellos tuvo éxito, a pesar de que buscaron a conciencia, destrozando cada lugar por el que pasaban. Aquellos magos se lo habían montado bastante bien, tenían incluso una especie de enfermería, ahora vacía. No quedaba nadie dentro del castillo, y al salir al exterior tampoco quedaban demasiados. Los soldados se encargaron de rematar a algunos heridos que habían quedado tirados por los terrenos, haciendo como mucho dos o tres capturas por los datos que pudiesen obtener. - Creo que hemos terminado aquí. Nos llevamos a estos desgraciados y nos largamos. - el jefe de pelotón y sus soldados se llevaron a los prisioneros a un furgón, dando después la orden de tirar abajo aquel lugar. Los centinelas se encargaron de disparar cañonazos repetidas veces sobre puertas, torres y ventanas, abandonando después el lugar para ver si localizaban a los huidos.
Después de eso, una vez que se marcharon los soldados, un avión de combate tiró un par de bombas que acabaron por destruir por completo el lugar, reduciéndolo a un ruinoso castillo. Todo lo que no hubiesen sacado habría quedado perdido bajo los escombros, o quemado, o destrozado.
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off: Castillo en ruinas a partir de este post
Wilhelm escribió: - aseguraos bien y...y si no esta... Capturad lo que podáis. Destruid ese castillo. Y...retiraos. -
- Sí, señor. Así se hará. Reportaremos la situación en breves. - cortó la comunicación para seguir con la misión de buscar al ministro, uniéndose al resto de los compañeros. Ninguno de ellos tuvo éxito, a pesar de que buscaron a conciencia, destrozando cada lugar por el que pasaban. Aquellos magos se lo habían montado bastante bien, tenían incluso una especie de enfermería, ahora vacía. No quedaba nadie dentro del castillo, y al salir al exterior tampoco quedaban demasiados. Los soldados se encargaron de rematar a algunos heridos que habían quedado tirados por los terrenos, haciendo como mucho dos o tres capturas por los datos que pudiesen obtener. - Creo que hemos terminado aquí. Nos llevamos a estos desgraciados y nos largamos. - el jefe de pelotón y sus soldados se llevaron a los prisioneros a un furgón, dando después la orden de tirar abajo aquel lugar. Los centinelas se encargaron de disparar cañonazos repetidas veces sobre puertas, torres y ventanas, abandonando después el lugar para ver si localizaban a los huidos.
Después de eso, una vez que se marcharon los soldados, un avión de combate tiró un par de bombas que acabaron por destruir por completo el lugar, reduciéndolo a un ruinoso castillo. Todo lo que no hubiesen sacado habría quedado perdido bajo los escombros, o quemado, o destrozado.
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off: Castillo en ruinas a partir de este post
La misteriosa mujer de los renegados uso la desaparición para llevarme con ella, lejos de la Trafalgar Square y de las patrullas de ejecutores que por allí rondaban. No había previsto su movimiento, y no sabía si el hecho de llevarme con ella tenía malas intenciones o no. Aposté por lo primero. Tardé unos segundos en estabilizarme cuando tocamos suelo en el destino elegido, costándome un poco averiguar dónde nos había traído. - Oh...¿en serio? - pregunté asqueado al ver que se trataba del castillo Le Fay, o sus ruinas, mejor dicho. - Me has traído al sitio donde me tuvisteis encerrado, qué detalle.- estaba claro que ella no estaba buscándome, pero tal vez le había interesado el hecho de poder utilizarme para algo. Me alejé un poco de ella, caminando hasta un enorme sillar de piedra que antaño había formado parte del muro principal del castillo. Me senté allí, con absoluta calma mientras miraba alrededor. Podría arreglar aquello y hacerlo mío, simplemente por el hecho de joder a su legítima dueña.
- Espero que hayas hecho esto para seguir disfrutando de mi interesante compañía y no para turbios propósitos. Yo diría que te aburres con los renegados y por eso me has traído. Te vi colaborar en la creación del arma destructora de los satélites, está claro que se te dan bien esas cosas...no sé qué haces desperdiciando tu tiempo con esos idiotas. - sonreí con condescendencia, haciendo un sonido de reproche a continuación. Esperaba poder sacar algo interesante de la situación. - Te pondré a prueba para saber si te he sobreestimado, o si por el contrario eres tan mediocre como ellos. ¿Tienes ya algúna idea para solucionar lo que acabamos de ver?
- Espero que hayas hecho esto para seguir disfrutando de mi interesante compañía y no para turbios propósitos. Yo diría que te aburres con los renegados y por eso me has traído. Te vi colaborar en la creación del arma destructora de los satélites, está claro que se te dan bien esas cosas...no sé qué haces desperdiciando tu tiempo con esos idiotas. - sonreí con condescendencia, haciendo un sonido de reproche a continuación. Esperaba poder sacar algo interesante de la situación. - Te pondré a prueba para saber si te he sobreestimado, o si por el contrario eres tan mediocre como ellos. ¿Tienes ya algúna idea para solucionar lo que acabamos de ver?
Había una razón primordial por la que decidió abandonar con él Trafalgar Square. No dejaba de hablar. Tenía bien medidos a los hombres. Los de acción no necesitaban palabras rimbombantes. Thoren era el vivo ejemplo. Sonrió de lado y ampliamente al ver la reacción de su polisón. Se regodeaba de su rápida mente.- ¿Lindo, no? Pensé que te gustaría. Para cualquiera sería un preciado tesoro pararse en las ruinas de cualquier edificio de la Alianza. Debes sentirte realizado.- Se separó del contrario, permitiéndole sentarse. Le daba un poco igual pues él se había acercado a ella en primer lugar.
Soltó una carcajada limpia ante la dirección que los pensamientos del contrario llevaban.- Disfrutar de tu compañía es algo turbio por si solo.- Murmuró sin importarle si el contrario le escuchaba o no. Había escuchado de él cosas muy negativas. No iba a fingir que le generaba confianza ni a tratar de crear una relación. Sabía que se daría por si sola dados los elogios. Lo que sí le tomaba por sorpresa es que le hubiese estado observando.- ¿Y con qué idiotas debería perder mi tiempo? ¿Cuáles te han funcionado? Si vas vagando solo en plan suicida por calles repletas de soldados algo debes haber hecho mal. Muy mal...- Para lo que no tenía tiempo era para sus aires de grandeza. No estaba mejor solo, nadie lo estaba. En cierta medida, su decisión de unirse a los renegados fue para gozar de una protección que por sí sola no tenía. Le había ido bien, pues lograba hacer lo que mejor se le daba y no intervenir tanto de manera física.
Las preguntas no se hicieron esperar, así como el menosprecio contenido en sus palabras a pesar de querer sonar halagadoras. Tenía una particular forma de agredir y seguro que eso era lo que molestaba de buenas a primeras a todo mundo. Solo esbozó media sonrisa.- Entonces entiendes lo que es, ¿cierto? Solo faltó que avisaran que habían actualizado la base de datos de virus.- Chiste muy de principios de siglo, pero le hacía gracia burlarse. Prosiguió sin dejar de mirar a las ruinas que se esparcían a su alrededor. Habían pasado demasiado tiempo en ese lugar y ahora estaba destruido. Se bajó la capucha. Ahora que su identidad se conocía y no había otros enemigos cerca no hacía mas falta.- No es tan sencillo, pero la respuesta la dieron ellos. "Limpiarlos del sistema" Lo más bruto sería eliminar todas sus fuentes de poder. Es una solución. Poco elegante, poco efectiva y muy destructiva que acabará antes con los humanos que con ellos, pero una solución al fin. Son omnipresentes en una sociedad donde todo está conectado. Una sola conciencia sin cuerpo o con mil cuerpos, según se vea. Tenemos que encontrar su núcleo y destruir todo lo que pueda albergarlo, pero la pregunta es si la guerra se hará a través de sangre o a través de ciencia. No han mucha gente capacitada para la segunda, y cada vez hay menos para la primera.
Soltó una carcajada limpia ante la dirección que los pensamientos del contrario llevaban.- Disfrutar de tu compañía es algo turbio por si solo.- Murmuró sin importarle si el contrario le escuchaba o no. Había escuchado de él cosas muy negativas. No iba a fingir que le generaba confianza ni a tratar de crear una relación. Sabía que se daría por si sola dados los elogios. Lo que sí le tomaba por sorpresa es que le hubiese estado observando.- ¿Y con qué idiotas debería perder mi tiempo? ¿Cuáles te han funcionado? Si vas vagando solo en plan suicida por calles repletas de soldados algo debes haber hecho mal. Muy mal...- Para lo que no tenía tiempo era para sus aires de grandeza. No estaba mejor solo, nadie lo estaba. En cierta medida, su decisión de unirse a los renegados fue para gozar de una protección que por sí sola no tenía. Le había ido bien, pues lograba hacer lo que mejor se le daba y no intervenir tanto de manera física.
Las preguntas no se hicieron esperar, así como el menosprecio contenido en sus palabras a pesar de querer sonar halagadoras. Tenía una particular forma de agredir y seguro que eso era lo que molestaba de buenas a primeras a todo mundo. Solo esbozó media sonrisa.- Entonces entiendes lo que es, ¿cierto? Solo faltó que avisaran que habían actualizado la base de datos de virus.- Chiste muy de principios de siglo, pero le hacía gracia burlarse. Prosiguió sin dejar de mirar a las ruinas que se esparcían a su alrededor. Habían pasado demasiado tiempo en ese lugar y ahora estaba destruido. Se bajó la capucha. Ahora que su identidad se conocía y no había otros enemigos cerca no hacía mas falta.- No es tan sencillo, pero la respuesta la dieron ellos. "Limpiarlos del sistema" Lo más bruto sería eliminar todas sus fuentes de poder. Es una solución. Poco elegante, poco efectiva y muy destructiva que acabará antes con los humanos que con ellos, pero una solución al fin. Son omnipresentes en una sociedad donde todo está conectado. Una sola conciencia sin cuerpo o con mil cuerpos, según se vea. Tenemos que encontrar su núcleo y destruir todo lo que pueda albergarlo, pero la pregunta es si la guerra se hará a través de sangre o a través de ciencia. No han mucha gente capacitada para la segunda, y cada vez hay menos para la primera.
La joven manejaba la ironía sin cortarse, incluso parecía complacida por lo poco que me había agradado que me trajesen al castillo. La ignoré unos instantes hasta que murmuró que disfrutar de mi compañía ya era de por sí algo turbio. No respondí verbalmente, sólo la miré como dándole la razón. Después entorné los ojos, su comentario habría sido cruel e hiriente para cualquiera, incluso para mí que ya estaba acostumbrado al desprecio general. - Cuánta maldad innecesaria... - repliqué a modo de reproche, levantándome de la piedra en la que estaba sentado para acercarme un poco a ella. - Mejor solo que con compañías deleznables. Algunas compañías me funcionaron, pero han desaparecido. - solté con cierto tono de rencor, pensando en mi socia Lorelei. A saber dónde estaría con nuestro hijo clon. La muy idiota se encariñó de él y se lo llevó.
- Funcionar...suena como si estuviese con ellos por pura conveniencia. Tal vez te convendría más andar con alguien con quien pudieses hacer grandes cosas. Alguien como yo. Ellos no aprecian el talento.- busqué el contacto visual directo, tratando de ejercer cierto control mental sobre ella, influir en sus pensamientos de manera sutil. Traté que comprendiese que su asociación con los renegados no le permitiría explotar su potencial, que supiese que asociarse conmigo sería de mayor utilidad. Faltaba saber si lograba el efecto deseado. Dejé que la conversación continuase un poco más, probando cuánto controlaba ella sobre el tema que nos ocupaba.
- Claro que lo comprendo. Incluso me atrevería a decir que tienen demasiada información sobre todos nosotros. Nos conocen demasiado bien. Años y años de recopilar datos. No descartaría que también hiciesen uso de todas las investigaciones que se han estado haciendo en la Alianza. - su solución radical parecía sencilla, pero dudaba que fuese tan fácil. - ¿Y cuál es el supuesto centro neurálgico? ¿dónde habría que atacar? - para eliminarlos del sistema había que saberlo, nos enfrentábamos a un enemigo poco visible. - Ni siquiera sé si un virus informático tendría el alcance necesario. La guerra será a través de ambas, sangre y ciencia, van unidas. Siempre se necesitan peones. Y un rehén que nos lleve a donde necesitamos. - los menos válidos deberían sacrificarse, era un mal menor. - ¿Te das cuenta de que un nuevo enemigo común puede llevar a los bandos a la colaboración? no sé si es un alivio o una lástima para quienes solíamos aprovecharnos del caos...
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Ataque mágico:
dado 30 + 30 stat ataque mágico + 10 habilidad especial + 5 canalizador mágico= 75
- Funcionar...suena como si estuviese con ellos por pura conveniencia. Tal vez te convendría más andar con alguien con quien pudieses hacer grandes cosas. Alguien como yo. Ellos no aprecian el talento.- busqué el contacto visual directo, tratando de ejercer cierto control mental sobre ella, influir en sus pensamientos de manera sutil. Traté que comprendiese que su asociación con los renegados no le permitiría explotar su potencial, que supiese que asociarse conmigo sería de mayor utilidad. Faltaba saber si lograba el efecto deseado. Dejé que la conversación continuase un poco más, probando cuánto controlaba ella sobre el tema que nos ocupaba.
- Claro que lo comprendo. Incluso me atrevería a decir que tienen demasiada información sobre todos nosotros. Nos conocen demasiado bien. Años y años de recopilar datos. No descartaría que también hiciesen uso de todas las investigaciones que se han estado haciendo en la Alianza. - su solución radical parecía sencilla, pero dudaba que fuese tan fácil. - ¿Y cuál es el supuesto centro neurálgico? ¿dónde habría que atacar? - para eliminarlos del sistema había que saberlo, nos enfrentábamos a un enemigo poco visible. - Ni siquiera sé si un virus informático tendría el alcance necesario. La guerra será a través de ambas, sangre y ciencia, van unidas. Siempre se necesitan peones. Y un rehén que nos lleve a donde necesitamos. - los menos válidos deberían sacrificarse, era un mal menor. - ¿Te das cuenta de que un nuevo enemigo común puede llevar a los bandos a la colaboración? no sé si es un alivio o una lástima para quienes solíamos aprovecharnos del caos...
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Ataque mágico:
- poder:
- - Telépata. Capacidad de comunicarse mentalmente con otros o saber qué piensan. La mejora (navideña) sería influir en sus pensamientos, como un ligero control mental del otro, algo sutil y que no anule por completo la voluntad (sujeto a dados en combate, habrá que superar defensa para lograr influir)
dado 30 + 30 stat ataque mágico + 10 habilidad especial + 5 canalizador mágico= 75
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El miembro 'Tobías Gutenberg' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Ataque Mágico' :
'Ataque Mágico' :
Señalar verdades se había vuelto demasiado impopular. No lo tenía a él por un blandengue que con un poco de humor negro perdería la cabeza, aunque cierto era que no le conocía. Escuchó sus comentarios, que ahora tan sentido como estaba era más probable que se le escapara una pieza de temperamento. Y no tardó mucho en aparecer.
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón... Acabas de usar la misma palabra para referirte a tus compañías y osas criticarme. Pero eres directo, tiene cierto mérito a decir verdad...- Murmuró, aunque sintió de repente que aquello era cierto. Si le hubieran apreciado como debería ya sería ministra, o tendría cierto estatus en los renegados. Pero ella sabía bien que su mejor manera de trabajar era en las sombras. Le permitía ser más flexible en sus deseos. Si tan solo tuviera la credibilidad que perdió por culpa de la idiota rubia.
Lo de las investigaciones también parecía muy probable. Cualquier pieza de información la usarían, aunque no le quedaba claro si sería más cuestión de ir por los humanos primero o si serían parejos. El video por si solo se veía más centrado en la población humana.- No creo que la Alianza lo hiciera en su misma base. Si era un proyecto de ese calibre lo más seguro es que sea en un lugar más secreto. Necesitamos de su colaboración...- voluntaria o involuntaria. Curiosamente, tenían ideas más bien parecidas, pues rehén era lo que hacía falta para lograr que la Alianza hablara si querían que quitaran ese problema de en medio.- Sí, justo en eso pensaba durante el mensaje. Creo que aún no tienen en la mira a los mágicos. Su primer paso puede ser el mundo mortal.- Susurró, recordando el mensaje mientras comenzaba a subir lentamente lo que quedaba de la alta escalinata.- Dijo: Llevan siglos tratando de exterminarse. No se refería a mágicos y humanos. Nuestra revelación fue más reciente. En esta ocasión, los humanos tienen mucho más que perder.- Si tan solo pudieran encontrar a los ministros... Seguramente ellos tendrían más respuestas.
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón... Acabas de usar la misma palabra para referirte a tus compañías y osas criticarme. Pero eres directo, tiene cierto mérito a decir verdad...- Murmuró, aunque sintió de repente que aquello era cierto. Si le hubieran apreciado como debería ya sería ministra, o tendría cierto estatus en los renegados. Pero ella sabía bien que su mejor manera de trabajar era en las sombras. Le permitía ser más flexible en sus deseos. Si tan solo tuviera la credibilidad que perdió por culpa de la idiota rubia.
Lo de las investigaciones también parecía muy probable. Cualquier pieza de información la usarían, aunque no le quedaba claro si sería más cuestión de ir por los humanos primero o si serían parejos. El video por si solo se veía más centrado en la población humana.- No creo que la Alianza lo hiciera en su misma base. Si era un proyecto de ese calibre lo más seguro es que sea en un lugar más secreto. Necesitamos de su colaboración...- voluntaria o involuntaria. Curiosamente, tenían ideas más bien parecidas, pues rehén era lo que hacía falta para lograr que la Alianza hablara si querían que quitaran ese problema de en medio.- Sí, justo en eso pensaba durante el mensaje. Creo que aún no tienen en la mira a los mágicos. Su primer paso puede ser el mundo mortal.- Susurró, recordando el mensaje mientras comenzaba a subir lentamente lo que quedaba de la alta escalinata.- Dijo: Llevan siglos tratando de exterminarse. No se refería a mágicos y humanos. Nuestra revelación fue más reciente. En esta ocasión, los humanos tienen mucho más que perder.- Si tan solo pudieran encontrar a los ministros... Seguramente ellos tendrían más respuestas.
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El miembro 'Victorya Blanc' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Defensa Física' :
'Defensa Física' :
No comprendí demasiado que pensase que yo era uno de esos hombres que acusaban a la mujer sin razón, debí haberme perdido algo. Al menos reconoció que era directo y no me andaba con rodeos al expresarme. Me interesé más por sus elucubraciones sobre el tema del mensaje, asintiendo a eso de que debieron hacerlo en un lugar secreto. Eso era evidente. - ¿Y los tuyos no saben nada sobre cuál puede ser ese lugar secreto? ¿ni una pista?si cogemos un rehén de la Alianza tiene que ser alguien de cierta importancia, un soldado raso apenas tendrá información. Debe ser alguien que pueda llegar al lugar desde el que se emiten esos mensajes.- me permití una risa burlona por su ingenuidad, pensar que no nos tenían en el punto de mira. Suspiré mientras sonreía, mirándola de arriba a abajo.
- Qué ilusa...tú y yo somos lo mismos para ellos. No creo que hagan diferencias en ese sentido. Y te recuerdo que también somos mortales. - hice una pequeña pausa, como si lo repensara. - Bueno, tú un poco más que yo. No eres alquimista. - aparté la mirada de ella, contemplando los restos del castillo. Aquello había aguantado ahí durante siglos, y ahí estaba...destrozado. No, no había nada permanente ni inmutable. No lo eran ni las grandes construcciones del pasado, y mucho menos nosotros, minúsculas motas de existencia irrelevante. - Les han ofrecido a los humanos trascender, pero nosotros podríamos hacerlo mejor. Quieren comprarlos, no sé todavía por qué. Los ministros están ilocalizables, pero podemos dar pistas falsas sobre su paradero para tender una trampa a los ejecutores. Ellos dieron el golpe, ¿no? querrán saber dónde están los tres ministros. - volví la vista hacia ella, esperando que mi intento de convencer hubiese surtido efecto.
- Sí, los humanos tienen más que perder sin acceso a tecnología, pero nosotros también la necesitamos. Los tiempos cambian, y es absurdo pensar que los de raza mágica no debemos adaptarnos y comprender también esa tecnología. Yo ya llevo años haciéndolo. Podría enseñarte mucho, y siempre se trabaja mejor con un socio que quiera ir en la misma dirección. Hay infinitas posibilidades...ellos te están limitando. ¿Por qué te quedas? ¿sólo por pertenecer a algún sitio?- volví a sostenerle la mirada de manera continuada, aunque ya me había demostrado antes que no parecía incomodarle.
- Qué ilusa...tú y yo somos lo mismos para ellos. No creo que hagan diferencias en ese sentido. Y te recuerdo que también somos mortales. - hice una pequeña pausa, como si lo repensara. - Bueno, tú un poco más que yo. No eres alquimista. - aparté la mirada de ella, contemplando los restos del castillo. Aquello había aguantado ahí durante siglos, y ahí estaba...destrozado. No, no había nada permanente ni inmutable. No lo eran ni las grandes construcciones del pasado, y mucho menos nosotros, minúsculas motas de existencia irrelevante. - Les han ofrecido a los humanos trascender, pero nosotros podríamos hacerlo mejor. Quieren comprarlos, no sé todavía por qué. Los ministros están ilocalizables, pero podemos dar pistas falsas sobre su paradero para tender una trampa a los ejecutores. Ellos dieron el golpe, ¿no? querrán saber dónde están los tres ministros. - volví la vista hacia ella, esperando que mi intento de convencer hubiese surtido efecto.
- Sí, los humanos tienen más que perder sin acceso a tecnología, pero nosotros también la necesitamos. Los tiempos cambian, y es absurdo pensar que los de raza mágica no debemos adaptarnos y comprender también esa tecnología. Yo ya llevo años haciéndolo. Podría enseñarte mucho, y siempre se trabaja mejor con un socio que quiera ir en la misma dirección. Hay infinitas posibilidades...ellos te están limitando. ¿Por qué te quedas? ¿sólo por pertenecer a algún sitio?- volví a sostenerle la mirada de manera continuada, aunque ya me había demostrado antes que no parecía incomodarle.
Se encogió un poco de hombros, aunque tenía sus dudas de los recursos con los que los renegados contaban en tanto a rehenes. Sacó la moneda del bolsillo para enviar un mensaje a Johan, mencionándole que había algo que tenía que mostrarle, para luego enviarle lo mismo a Thalos y pedir sus ubicaciones. Quería mostrarles el video y también ver con qué rehenes contaban. Desde ese día, después de aquel mensaje, cualquier cosa electrónica pasaría a segundo término para ella. Así de estricta era con su supervivencia.- Necesitan ser los ministros, eso ya lo sabes. Nadie más bajo que eso tendrá idea.- El problema era que estaban desaparecidos desde hacía mucho. Lo más seguro era que los generales de guerra tuvieran la información a medias.
El repaso que el contrario le dio al verla de pies a cabeza le resultó más divertido que incómodo a decir verdad.- Mortales, pero no iguales. Y para mortales, también ellos lo son. Ni siquiera son autónomos. Ni siquiera toman sus decisiones. Su algoritmo les dirá siempre qué hacer.- Susurró, dejando de lado aquello de la alquimia, o al menos en teoría, pues la sola mención le hacía pensar en muchas cosas que podrían hacerse con esas habilidades.- ¿Estás hablando de darles magia? Vaya, te tomé por todo, pero no por un seguidor de los Soul Reapers... Aún así, hay que recordar que las crisis son el mejor momento para hacer movimientos.- Quizás a los ejecutores les interese una tregua temporal...- Después de todo, la pérdida de magia había terminado por unir a todos los mágicos.
Escuchó el discurso de Tobías con cautela. Tenía razón, mucha, pero algo le faltaba. Con él parecía ir a todo o nada, y ese tipo de amarres nunca le había funcionado.- Te pierdes de la libertad de pertenecer, pero no trataré de convencerte como lo haces conmigo. Por ahora tengo algunas averiguaciones que hacer. He estado investigando todo el suceso desde que vi al primer androide y han huecos que llenar. Muchos.- En gran parte, era eso lo que la tenía en tantos lugares a la vez. Su principal utilidad era la información, y debía obtenerla por medios incomprensibles.- La pregunta contigo siempre será cuál es tu dirección. Quedará siempre la duda de si lo que haces va acorde a los ideales de a quien consideres socio. Según tengo entendido, la traición es un plato que sirves muy a menudo...
El repaso que el contrario le dio al verla de pies a cabeza le resultó más divertido que incómodo a decir verdad.- Mortales, pero no iguales. Y para mortales, también ellos lo son. Ni siquiera son autónomos. Ni siquiera toman sus decisiones. Su algoritmo les dirá siempre qué hacer.- Susurró, dejando de lado aquello de la alquimia, o al menos en teoría, pues la sola mención le hacía pensar en muchas cosas que podrían hacerse con esas habilidades.- ¿Estás hablando de darles magia? Vaya, te tomé por todo, pero no por un seguidor de los Soul Reapers... Aún así, hay que recordar que las crisis son el mejor momento para hacer movimientos.- Quizás a los ejecutores les interese una tregua temporal...- Después de todo, la pérdida de magia había terminado por unir a todos los mágicos.
Escuchó el discurso de Tobías con cautela. Tenía razón, mucha, pero algo le faltaba. Con él parecía ir a todo o nada, y ese tipo de amarres nunca le había funcionado.- Te pierdes de la libertad de pertenecer, pero no trataré de convencerte como lo haces conmigo. Por ahora tengo algunas averiguaciones que hacer. He estado investigando todo el suceso desde que vi al primer androide y han huecos que llenar. Muchos.- En gran parte, era eso lo que la tenía en tantos lugares a la vez. Su principal utilidad era la información, y debía obtenerla por medios incomprensibles.- La pregunta contigo siempre será cuál es tu dirección. Quedará siempre la duda de si lo que haces va acorde a los ideales de a quien consideres socio. Según tengo entendido, la traición es un plato que sirves muy a menudo...
- Pues ya me dices tú cómo los encontramos. Como no tengas un cebo para ministros...- protesté porque se ponía muy exclusiva con que sólo podían ser los ministros, y al parecer estaba empeñada en llevarme la contraria en todo. Tal vez eso fuese un escollo si trabajase con ella en nuevas investigaciones. - Tú también tomas decisiones en función a una serie de algoritmos, otra cosa es que te des cuenta. Y no eres tan libre como te crees, es más bien una ilusión, siento decepcionarte. - esta vez le llevé yo la contraria, y después comprendí que no había entendido a qué me refería con que lo que yo podía ofrecerle a los no mágicos era mejor. Sonreí levemente, con un brillo de ambición en la mirada.
- No...nada que ver con los Soul Reapers. Tiene que ver con la magia, pero es algo mucho mayor. Hablo de lo que todo ser vivo racional lleva anhelando desde el principio de los tiempos...de derrotar a la propia muerte. Hablo de alcanzar la inmortalidad real, no ese sucedáneo que proponen las máquinas. El tiempo dejará de ser un problema. Todos querrán aspirar a eso. Es el último fin, pues todos lo desean. - señalé con el dedo índice a su pecho, allá donde tenía el corazón. - Lo que le quitasteis a la esposa del Black del pecho era una piedra filosofal, del que se saca el elixir de la vida eterna. Un androide no puede competir con eso. - dejé que asimilara mis palabras, haciendo un gesto de desinterés ante eso de pertenecer a algún sitio. Realmente no sabía lo que era eso, porque no lo había experimentado más allá de asociarme con unos y con otros según conveniencia propia.
- Pues comparte tus averiguaciones...no me gusta estar de brazos cruzados mucho tiempo. Quiero un plan para actuar ya. - suspiré un tanto exasperado cuando desconfió de mí por enésima vez, recordándome lo de las traiciones. La gente se tomaba la lealtad demasiado en serio. - Mi dirección siempre ha sido la misma. Miro por mí, en primer lugar, como todos. Los que digan que no son unos hipócritas. No me creo ese altruismo barato de luchar por otros. Y segundo, mi dirección siempre va hacia el progreso, ir más allá que nadie en los campos de conocimiento mágico y científico. Todo lo que vaya en esa dirección me parecerá bien, y no me importa que otros se beneficien de ello por el camino. Después de todo no quiero vivir en un mundo en que se me impida hacer lo que quiero. Confía o no confíes en mí, pero no puedes negar que en este caso vamos a luchar por lo mismo.
- No...nada que ver con los Soul Reapers. Tiene que ver con la magia, pero es algo mucho mayor. Hablo de lo que todo ser vivo racional lleva anhelando desde el principio de los tiempos...de derrotar a la propia muerte. Hablo de alcanzar la inmortalidad real, no ese sucedáneo que proponen las máquinas. El tiempo dejará de ser un problema. Todos querrán aspirar a eso. Es el último fin, pues todos lo desean. - señalé con el dedo índice a su pecho, allá donde tenía el corazón. - Lo que le quitasteis a la esposa del Black del pecho era una piedra filosofal, del que se saca el elixir de la vida eterna. Un androide no puede competir con eso. - dejé que asimilara mis palabras, haciendo un gesto de desinterés ante eso de pertenecer a algún sitio. Realmente no sabía lo que era eso, porque no lo había experimentado más allá de asociarme con unos y con otros según conveniencia propia.
- Pues comparte tus averiguaciones...no me gusta estar de brazos cruzados mucho tiempo. Quiero un plan para actuar ya. - suspiré un tanto exasperado cuando desconfió de mí por enésima vez, recordándome lo de las traiciones. La gente se tomaba la lealtad demasiado en serio. - Mi dirección siempre ha sido la misma. Miro por mí, en primer lugar, como todos. Los que digan que no son unos hipócritas. No me creo ese altruismo barato de luchar por otros. Y segundo, mi dirección siempre va hacia el progreso, ir más allá que nadie en los campos de conocimiento mágico y científico. Todo lo que vaya en esa dirección me parecerá bien, y no me importa que otros se beneficien de ello por el camino. Después de todo no quiero vivir en un mundo en que se me impida hacer lo que quiero. Confía o no confíes en mí, pero no puedes negar que en este caso vamos a luchar por lo mismo.
Quizás no un cebo, pero algo se me ocurrirá.- Ciertamente tenía algo pensado, pero igual que con todo, debía hacer algunas averiguaciones previas para que las cosas salieran de acuerdo a los planes.- No son algoritmos, son experiencias. Puedo tener muy claro el camino correcto, el que debo seguir, y aún así escoger el menos adecuado y permanecer por mi propia voluntad. Eso nos separa de las máquinas.- No era óptimo, pero eso hacía impredecibles tanto a los humanos como a los mágicos. Al contrario de las máquinas, que no harían nada que les llevara a la autodestrucción.
La parte de la inmortalidad le causó cierta curiosidad, aunque no tardó en sentirse fastidiada de no haberse quedado con la piedra cuando se la quitaron a la rubia. No recordaba haber visto nada, así que quizás aún la tenía dentro. No podía asegurarlo y ahora tampoco tenía mucho caso si ya había vuelto la magia y volvía a servirle.- Tengo entendido que tu la pusiste en su pecho. ¿Eso es lo que ofreces? Porque cuando la magia fue neutralizada la piedra cedió. No sé que tan atrayente sería.- Seguro que para los altos mandos sería algo interesante, pero terminarían usándolo como algo contrario a lo que debería ser. Humanos con tanto carbón por corazón no podrían hacer el bien ni aunque lo tuvieran frente a sus narices.
La desesperación por fin se hacía presente cuando pidió compartir todo lo que sabía, pero el mensaje que recién habían escuchado acababa de cambiarlo todo.- No se me da hacer las cosas de manera apresurada. Si salen bien es porque me tomo mi tiempo para encontrar los detalles correctos.- Murmuró, comenzando entonces a soltar una serie de mensajes por la moneda. Thalos y Johan no le habían respondido, pero tenía más gente que podía darles la localización. Esperaba que aquella sensación mientras veía la pantalla fuera solo una jugarreta. Esperaba que aquel no fuera Johan realmente.- Sabes, eso de querer conocer más y ser más, ya lo intenté y me llevó al destierro. Quizás por eso encuentro en ti algo de mi. Pero la soledad nunca será más fácil que la compañía. Así que tienes razón, colaboraremos. Seré yo callada con lo que me conviene, pero no me conviene morirme por culpa de algo que hizo la Alianza y que no pudo controlar. Y, si tengo bien entendido, a ti tampoco. Pero tener que cuidarme siempre de una puñalada por la espalda es algo que sufro menos en grupo. La colaboración será con los renegados. Ya me encargaré yo de los arreglos.
La parte de la inmortalidad le causó cierta curiosidad, aunque no tardó en sentirse fastidiada de no haberse quedado con la piedra cuando se la quitaron a la rubia. No recordaba haber visto nada, así que quizás aún la tenía dentro. No podía asegurarlo y ahora tampoco tenía mucho caso si ya había vuelto la magia y volvía a servirle.- Tengo entendido que tu la pusiste en su pecho. ¿Eso es lo que ofreces? Porque cuando la magia fue neutralizada la piedra cedió. No sé que tan atrayente sería.- Seguro que para los altos mandos sería algo interesante, pero terminarían usándolo como algo contrario a lo que debería ser. Humanos con tanto carbón por corazón no podrían hacer el bien ni aunque lo tuvieran frente a sus narices.
La desesperación por fin se hacía presente cuando pidió compartir todo lo que sabía, pero el mensaje que recién habían escuchado acababa de cambiarlo todo.- No se me da hacer las cosas de manera apresurada. Si salen bien es porque me tomo mi tiempo para encontrar los detalles correctos.- Murmuró, comenzando entonces a soltar una serie de mensajes por la moneda. Thalos y Johan no le habían respondido, pero tenía más gente que podía darles la localización. Esperaba que aquella sensación mientras veía la pantalla fuera solo una jugarreta. Esperaba que aquel no fuera Johan realmente.- Sabes, eso de querer conocer más y ser más, ya lo intenté y me llevó al destierro. Quizás por eso encuentro en ti algo de mi. Pero la soledad nunca será más fácil que la compañía. Así que tienes razón, colaboraremos. Seré yo callada con lo que me conviene, pero no me conviene morirme por culpa de algo que hizo la Alianza y que no pudo controlar. Y, si tengo bien entendido, a ti tampoco. Pero tener que cuidarme siempre de una puñalada por la espalda es algo que sufro menos en grupo. La colaboración será con los renegados. Ya me encargaré yo de los arreglos.
- Sigue siendo una ilusión eso de que eliges, te viene predeterminado por cientos de factores externos y lo que tú crees tu decisión no es más que un cúmulo de pasos y procesos mentales controlados por la bioquímica, los cuales te han llevado a "elegirlo". - enfaticé de modo irónico lo de elegir, y después hice un gesto con la mano como queriendo decir que daba igual, pues no nos pondríamos de acuerdo sobre eso. Sí éramos distintos de las máquinas, pero no de ese modo que pensaba ella. - Sólo concuerdo en que somos ciertamente autodestructivos, aunque resulte paradójico puesto que la meta de todo ser vivo es la supervivencia para transmitir sus genes. - decidí que era momento de dejar de derivar la conversación en otras distintas, centrándome o al menos intentándolo. Hinché el pecho con cierto orgullo cuando me reconoció como aquel que salvó la vida de aquella mujer usando una piedra filosofal, aunque había algunas imprecisiones en lo que Victorya creía.
- Sí y no. Yo la puse en su pecho, sustituyendo una peligrosa runa mágica que tenía, algo que la estaba consumiendo por dentro. Esa mujer ya tenía el corazón dañado desde mucho antes. Le di la oportunidad de vivir, aunque el desagradecido Black nunca dio nada a cambio por ello. - murmuro con desdén, aclarando después lo de la piedra. - Obvio que le pasase eso cuando se fue la magia, ella no tenía un corazón que funcionase. No le habría pasado a alguien sin problemas. Como u ya te he dicho...la piedra puede usarse para extraer de ella el elixir de la vida eterna. Aquel que lo bebe ni envejece ni muere, mientras lo siga tomando. Es algo complicado de conseguir...el material para hacer las piedras es algo controvertido. Por eso no hay muchas. Sé de mucha gente que mataría por conseguir una. Y sé el poder que podría tener para manipular a unos y a otros. Por eso digo que la oferta de los androides es una manera cutre de conseguir la inmortalidad. Creo imaginar lo que sugieren, y me parece una soberana mierda. - solté sin miramientos, dándome cuenta de que se pone a mandar mensajes con esa moneda que suelen usar los renegados. Le lanzó una mirada de advertencia, como queriéndole decir que no me entregue de malos modos. Me dio la impresión de que estaba inquieta, no sé si por no estar cómoda conmigo o por preocupación por lo que acababa de ver.
- Te llevaría al destierro porque estabas sometida a otros. Yo voy por libre. No sé si nos parecemos, pero tú pareces preocupada en intentar que te acepten y en formar parte de algo. - comenté a modo de suposición, sin apartar la mirada de ella. No estaba "leyendo" su mente en ese momento, pero era la sensación que me daba. En lo de la compañía tenía algo de razón, era más sencillo con socios. Pero también tenía sus inconvenientes. - Perfecto. Procuraré darte las puñaladas de frente. - sonreí con sorna, extendiendo la mano hacia ella para cerrar el trato. - Luchamos por lo mismo, déjame aportar y enséñame lo que sabes. Serás la mediadora e impedirás que vuelvan a encerrarme o a atacarme. Necesitamos avanzar, y mejor investigar en equipo. Llévame con los renegados a donde quiera que armen sus cosas, y con los de Ouroboros. Esta vez colaboraré de manera voluntaria. ¿Juras que lo harás?
- Sí y no. Yo la puse en su pecho, sustituyendo una peligrosa runa mágica que tenía, algo que la estaba consumiendo por dentro. Esa mujer ya tenía el corazón dañado desde mucho antes. Le di la oportunidad de vivir, aunque el desagradecido Black nunca dio nada a cambio por ello. - murmuro con desdén, aclarando después lo de la piedra. - Obvio que le pasase eso cuando se fue la magia, ella no tenía un corazón que funcionase. No le habría pasado a alguien sin problemas. Como u ya te he dicho...la piedra puede usarse para extraer de ella el elixir de la vida eterna. Aquel que lo bebe ni envejece ni muere, mientras lo siga tomando. Es algo complicado de conseguir...el material para hacer las piedras es algo controvertido. Por eso no hay muchas. Sé de mucha gente que mataría por conseguir una. Y sé el poder que podría tener para manipular a unos y a otros. Por eso digo que la oferta de los androides es una manera cutre de conseguir la inmortalidad. Creo imaginar lo que sugieren, y me parece una soberana mierda. - solté sin miramientos, dándome cuenta de que se pone a mandar mensajes con esa moneda que suelen usar los renegados. Le lanzó una mirada de advertencia, como queriéndole decir que no me entregue de malos modos. Me dio la impresión de que estaba inquieta, no sé si por no estar cómoda conmigo o por preocupación por lo que acababa de ver.
- Te llevaría al destierro porque estabas sometida a otros. Yo voy por libre. No sé si nos parecemos, pero tú pareces preocupada en intentar que te acepten y en formar parte de algo. - comenté a modo de suposición, sin apartar la mirada de ella. No estaba "leyendo" su mente en ese momento, pero era la sensación que me daba. En lo de la compañía tenía algo de razón, era más sencillo con socios. Pero también tenía sus inconvenientes. - Perfecto. Procuraré darte las puñaladas de frente. - sonreí con sorna, extendiendo la mano hacia ella para cerrar el trato. - Luchamos por lo mismo, déjame aportar y enséñame lo que sabes. Serás la mediadora e impedirás que vuelvan a encerrarme o a atacarme. Necesitamos avanzar, y mejor investigar en equipo. Llévame con los renegados a donde quiera que armen sus cosas, y con los de Ouroboros. Esta vez colaboraré de manera voluntaria. ¿Juras que lo harás?
Claramente había muchas cosas en las que no se pondrían de acuerdo, así que lo mejor para la improvisada alianza sería dejar pasar las nimiedades que venían con el excéntrico en turno. No pudo más que sonreír por la sorpresa cuando escuchó aquella oda a la reproducción. Si lo decía tan convencido es que él también guardaba ese fin, aunque no podía creer que alguien en tan aparente soledad tuviera en mente tales fines.
No podía decir que le sorprendía lo de Josephine, pues pensaba que aquella piedra no podía haber sido la primera opción si era tan difícil de conseguir como decía. Aún así, al parecer la piedra no era lo importante, sino el elixir que habían sacado de ella. Ya iría a preguntarle a Lucio por aquel objeto, ojalá permaneciera entre las curiosidades del médico.- Ya, pero ¿como sé que no intentas esta Alianza para ir a por la piedra solamente? Digo, tal y como lo dices es muy valiosa, y nos podría ganar algunos adeptos.- Pensó un poco en la manera en que los androides tenían pensado en trascender a la inmortalidad, y le daba la sensación de que iban a necesitar mucho metal para eso. Quizás más del que podían conseguir por propia cuenta, contando todas las personas que había en el mundo y que buscaban algo a gran escala.
- ¿Qué me acepten? No me podría importar menos. Yo estoy bien trabajando en las sombras. Les he salvado el pellejo más de una vez y tampoco lo han agradecido, pero a diferencia de a ti, eso no me importa.- Ya había mostrado aquello cuando llamó a Johan desagradecido.- Pero dicen que no puedes ver una cualidad en otra persona que no tengas en tí.- Eso también iba un poco para las puñaladas. Aunque ahora que habían acordado dárselas de frente, las cosas se ponían más sencillas. Solo tenía que leer correctamente las señales. Cuando este tendió su mano, no pudo más que reír.- Tú sabes bien que no tengo manera de garantizar tu seguridad. Y te lo digo ahora, para que no creas que actúo a tus espaldas. Si esto va de juramentos, juro intentar proteger tu integridad física. Sin embargo, depende de ti ser un miembro activo en esta pequeña alianza. Recuerda que, por más que esté con ellos, la verdad es que hay algunos con menos cerebro que otros. Pero por el bien del mundo entero, espero que las condiciones te parezcan adecuadas. - Antes de que se retractara, le tendió la mano, a que acordara con sus condiciones.
No podía decir que le sorprendía lo de Josephine, pues pensaba que aquella piedra no podía haber sido la primera opción si era tan difícil de conseguir como decía. Aún así, al parecer la piedra no era lo importante, sino el elixir que habían sacado de ella. Ya iría a preguntarle a Lucio por aquel objeto, ojalá permaneciera entre las curiosidades del médico.- Ya, pero ¿como sé que no intentas esta Alianza para ir a por la piedra solamente? Digo, tal y como lo dices es muy valiosa, y nos podría ganar algunos adeptos.- Pensó un poco en la manera en que los androides tenían pensado en trascender a la inmortalidad, y le daba la sensación de que iban a necesitar mucho metal para eso. Quizás más del que podían conseguir por propia cuenta, contando todas las personas que había en el mundo y que buscaban algo a gran escala.
- ¿Qué me acepten? No me podría importar menos. Yo estoy bien trabajando en las sombras. Les he salvado el pellejo más de una vez y tampoco lo han agradecido, pero a diferencia de a ti, eso no me importa.- Ya había mostrado aquello cuando llamó a Johan desagradecido.- Pero dicen que no puedes ver una cualidad en otra persona que no tengas en tí.- Eso también iba un poco para las puñaladas. Aunque ahora que habían acordado dárselas de frente, las cosas se ponían más sencillas. Solo tenía que leer correctamente las señales. Cuando este tendió su mano, no pudo más que reír.- Tú sabes bien que no tengo manera de garantizar tu seguridad. Y te lo digo ahora, para que no creas que actúo a tus espaldas. Si esto va de juramentos, juro intentar proteger tu integridad física. Sin embargo, depende de ti ser un miembro activo en esta pequeña alianza. Recuerda que, por más que esté con ellos, la verdad es que hay algunos con menos cerebro que otros. Pero por el bien del mundo entero, espero que las condiciones te parezcan adecuadas. - Antes de que se retractara, le tendió la mano, a que acordara con sus condiciones.
Dibujé una leve sonrisa de sorpresa ante la pregunta en la que asociaba la obtención de piedras con nuestra posible alianza, como si una cosa tuviese que ver con la otra. No, parecía que no sabía cómo se obtenían las piedras, ni el precio que había que pagar. - No se necesita la ayuda voluntaria de nadie para obtener ese bien tan preciado. Y no, nuestro trato no tendría nada que ver con eso, sino con frenar a esos seres sin alma. - curiosamente la última palabra de mi frase estaba relacionada con lo que se necesitaba, sólo que tampoco había necesidad de aclararlo en ese momento. - Oh, con tentar a los líderes mundiales será suficiente, pero vayamos paso por paso. - murmuré con voz tranquila, atento a sus gestos cuando dijo que a ella tampoco le habían agradecido nada. Según ella no le importaba, o eso decía. - Ya...claaro. Estás muy bien integrada en ese grupo. - comenté en tono irónico, apuntado ese pequeño dato para futuros movimientos.
Suspiré con cierto cansancio al ver que se tomaba a risa mi propuesta, aunque al menos acordó dar la cara por mí si era necesario. No se responsabilizaba de los demás. - En ese caso me defenderé yo de ellos, si intentan algo. - me agradó que llamase tontos a algunos de los renegados, como marcando su distancia con miembros de ese grupo. Definitivamente no parecía tener muchas amistades allí dentro. Finalmente acepto el trato, estrechando su mano. No realicé el conjuro de Juramento Inquebrantable, pues las condiciones no me parecieron ideales, pero era un comienzo.
- Por el bien del mundo, más te vale a ti también colaborar. Vamos, no perdamos más tiempo. - la insté a desaparecerse para llevarme donde habíamos acordado, abandonando juntos el castillo le Fay.
Voló, voló por horas y horas hasta que las piernas se le entumecieron, hasta que sus ojos no aguantaron más el frío invernal que le golpeaba pero aún así, siguió hasta que llegó hasta el destruido castillo Le Fay. Lo sobrevoló durante un tiempo sintiendo un grueso nudo en el estómago. Los recuerdos agridulces de aquel lugar la derivaron a un espiral de sensaciones negativas al que estaba demasiado acostumbrada. Descendió con el grifo hasta una zona donde podía aterrizar sin hacerse daño. No tenía miedo. No era eso, era una sensación creciente de desasosiego, como si al cruzar los límites de aquella tierra tuviera que enfrentarse a aquella muchacha que había sucumbido tantas veces al miedo, a la manipulación, a las torturas. Porque aunque su exterior había sanado, su interior aún percibía el dolor de aquellas heridas.
Avanzó lentamente hacia la zona donde sabía que podía estar el cuadro de su madre. Era muy consciente de que su corazón estaba latiendo con más fuerza. Era muy consciente de que el silencio que se cernía alrededor era pesado y no sólo por sus propios recuerdos sino por los cuerpos de aquellos que habían perdido su vida en el ataque. Tragó en seco y siguió avanzando. Sabía, también, que si el cuadro hubiera sobrevivido, el encuentro no sería agradable. Nunca lo era. Se preguntó si aquel cuadro era igual a la serpiente de su madre. Quizás sí. Quizás habría sido buena idea pedirle a Zaphira que le acompañara pero no quería que se acercara mucho a ella por miedo a lo que los Pendragon podían hacerle.
Arrebujada en el grueso abrigo supo que el frío que la hacía tiritar no tenía nada que ver con el vendaval que le enredaba el cabello y más con la sensación que le ataba el estómago. Cuando llegó al lugar sacó su báculo, que se desplegó en un haz de oscuridad y luz violeta. Sus elementales tomaron forma junto a ella y mientras Catherine elevaba algunos de los escombros ellos corrían otros en búsqueda de… respuestas. Y así estuvieron, por quién sabía cuántas horas, enfocados sólo en conseguir el último resquicio de su madre. Era curioso que pudiera hablar más con ella que con su padre. Que justo ahora cuando necesitaba más guía acudiera a su cruda persona.
-No extrañé el sol- Fueron las primeras palabras que escuchó de la serpentina voz de su madre. Catherine elevó el cuadro para observar que, en efecto, estaba perfecto. ¿Hechizo? ¿Maldición? -Madre- Saludó y la mujer posó sus ojos esmeraldas sobre ella con curiosidad. Bajó los ojos en una mirada de inspección que Catherine había recibido en numerosas ocasiones y a la que se había revelado tantas veces con su forma de vestir pero ahora, supuso, estaría contenta. Con el paso de los años había ido puliendo un poco más su armario hasta hace un par de semanas que recibió el último encargo de la estilista. Su madre no emitió comentario lo que hizo que Catherine sospechara que daba su aprobación pero… ¿Para qué halagarla cuando podía simplemente ignorarla? Por un momento, la morena analizó su comportamiento. Su madre fue infeliz y quizás por eso se convirtió en esa fría mujer. ¿Se convertiría ella en Elise Le Fay? No lo sabía…Pero esperaba que no -¿Qué quieres?
-¿Tienes algún recuerdo de tu muerte?- La pregunta hizo que Elise se acomodara en el exquisito sofá de terciopelo vino en el que estaba sentada. El silencio, de nuevo. Pero Catherine merecía respuestas, quería respuestas -¿Dónde está el plebeyo de tu marido?- La pregunta se le clavó en un costado como si se tratara de una daga pero Catherine no apartó la mirada -Con Aedan- Respondió simplemente y Elise entrecerró los ojos -Hace unos meses no parecías muy dispuesta a separarte de él. Obsesiva y enferma, eso eras- La morena apretó levemente las muelas. Ya no era esa chica, ya no. -Un año, madre. Has estado sepultada durante un año- Aquello pareció sorprenderla y arqueó una ceja indignada para observarla -¿Me has dejado aquí durante años?- Inquirió y Catherine simplemente asintió. No tenía nada que agregar -Eres una irrespetuosa, siempre has sido así. Lo ciert…- Elise decidió guardar silencio cuando Catherine empezó a quitarse la ropa y le mostró la marca que tenía en el pecho. Tardó un momento en observar la marca antes de subir la mirada hacia sus ojos -¿Eres tan estúpida que te has dejado echar una maldición? Sinceramente, no sé qué parte de los Le Fay es la que has heredado. Hasta tu padre estaría decepcionado, me encantaría ver su cara cuando se enterara de que su hija predilecta carece de inteligencia y astucia- Soltó en un siseo y para entonces los dos elementales gruñeron de forma baja -El linaje ha estado maldito desde hace siglos. Yo sólo la hice aparecer físicamente. Uther Le Fay asesinó a Guinevre Pendragon, embarazada de su hijo, y desde entonces… Estamos malditos. Aedan también lo está y todos los Pendragon. He venido aquí porque necesito saber dos cosas. Nada más. Volverás a tu oscuridad querida y preveo no molestarte una vez más. Lo primero: ¿Estabas compartiendo tu energía mágica con Layla cuando murieron? ¿Estabais canalizando juntas? ¿Compartiendo vuestra esencia? - Alzó una mano para que su madre se callara -Lograste poner una parte de tu alma en tu serpiente y sólo su muerte la destruyó. ¿Cómo puedo destruir una parte de un alma sin asesinar al huésped? – Listo. Eso era todo.
Elise Le Fay no dijo nada durante un rato y Catherine simplemente volvió a vestirse y se colocó su abrigo por encima, escudándose del frío. No supo cuánto tiempo estuvieron simplemente mirándose -¿Has matado a mi serpiente?- Fue lo primero que respondió y Catherine asintió con suavidad -Tengo suficientes problemas en mi vida para que revivas y lo hagas todo más difícil- La bruja en el cuadro ladeó la cabeza -Y sin embargo, aquí estás pidiéndome información. Podría ayudarte más estando viva que en esta forma- Con cada palabra, Catherine estaba más segura de que ese cuadro también tenía la marca de Elise -¿Te interesa? ¿En algún nivel? ¿Que yo sea la única viva de tus hijos? - Se dio cuenta de su error en el instante en el que lo dijo. El rostro de su madre cambió de expresión de desprecio a sorpresa -¿Desmond?- Catherine bajó la mirada y asintió con suavidad -Lo poseyó un espíritu problemático y aunque intentaron… Lo atacaron y no sobrevivió- Otra vez, el largo silencio. Catherine era consciente de que su madre siempre había tenido dos hijos preferidos: Layla y Desmond.
Los minutos pasaron y Catherine sintió que eran horas y horas. Empezó a sacar el orbe para convocar el grifo -Así que estás sola- La morena alzó suavemente el hombro -Siempre he estado sola- Elise le dedicó un fría mirada y Catherine negó con la cabeza. Que ni siquiera intentara pintarlo de otra manera. La miró largamente, siendo consciente de que esa mujer había asesinado a Altaïr. Su primogénito. No le importaría que la tercera en fila muriera -Pero habías encontrado al chucho ese. Y tienes a tu hijo- Catherine se llevó una mano a la mejilla para rascársela levemente, incómoda -Ian y yo nos hemos divorciado y está cuidado a Aedan solo. Me he casado con el primogénito de los Pendragon porque consideramos que teniendo ese hijo que le fue arrebatado al destino por aquella traición podemos romper la maldición. Gracias a eso, Aedan todavía está vivo. Estoy embarazada- No había querido decírselo porque no quería darle mucha más información pero necesitaba que comprendiera todo el panorama -Pero amabas a tu chucho- Dijo Elise entrecerrando los ojos -Aún lo hago- Le corrigió Catherine y Elise chasqueó la lengua -Fracasarás y todos morirán- Aquellas palabras se instalaron en Catherine como brasas ardiendo y le destruyeron por dentro. La determinación, la certeza que había en su mirada -No…Si fallo, hallaré la manera. Siempre se aprende de los fallos- Elise soltó una risotada -Entonces serás muy sabia ahora- Catherine tomó aquello como un golpe físico y dio un paso hacia atrás -¿Había amor? ¿Entre Uther y Guinevre?- Inquirió ladeando suavemente la cabeza y la morena frunció el ceño, sin comprender a qué venía eso -No lo sé. Supongo… Hacemos locuras por amor- Ella la primera pero Guinevre había vendido a su familia y el precio que pagó había sido demsiado alto -Entonces es más intrincado que sólo tener un hijo, Catherine. Cada nueva etapa de tu vida te demandará una diferente “tú”. Si esa maldición recae no sólo en ese bebé sino realmente en la traición de un amor puro…Estáis un poco más complicados de lo que creéis- La Descendiente no tardó mucho en comprender a qué se estaba refiriendo Elise y sintió que le subía la bilis la boca. Eso…Eso era mucho más complicado que todo -No puedes decirlo en serio- Su madre rió brevemente -Estoy siendo mortalmente seria, Cat…¿Crees realmente que el destino de un feto cambiaría el desarrollo de un linaje o dos?- El mundo para Catherine empezó a dar vueltas. Se le instaló una punzada de dolor detrás de los ojos y apoyó gran parte de su peso en el báculo para no perder el equilibrio -No puedo- Negó con la cabeza y cerró los ojos sintiendo que se le empañaban. -Tendrás una guerra contigo misma- Ella ya la tenía. Le costaba meter aire en los pulmones. Le costaba respirar y pensar. No podía dejar a Ian, no quería. ¿Cómo iba a decirle eso? ¿Cómo podía destrozar el corazón de ambos? No, no podía -No puedes fingir el amor, no puedes crearlo- Espetó alzando la mirada hacia ella negando con la cabeza -Puedes intentarlo, pero tienes que tener tu mente y corazón abierto a ello. El amor es complicado. No todo es color de rosa. Aférrate a lo que te gusta y enamórate de eso. Acepta que hay cosas que no podrás cambiar porque forma parte de su naturaleza ¿Cómo se llama tu esposo? ¿Dijiste Pendragon, no? Qué curioso…- La morena siguió negando con la cabeza. Ella…mantendría su teoría. El bebé, su bebé arreglaría todo.
-Madre…Respóndeme lo que te pregunté- Elise se quedó en silencio mirándola y tensó los labios -¿Para qué? Si vas a morir igualmente porque no eres capaz de sobreponerte a tus sentimientos. Bueno, Aedan y tú- Los lobos gruñeron un poco más fuerte. Catherine también mostró los dientes en un sonido de exasperación. Elise apartó la mirada -Sí, tu hermana y yo estábamos compartiendo. Los poderes de Layla eran distintos a los del Linaje Le Fay así que debíamos potenciar y entrenar las que sí estaban vinculadas para mantener y defender su puesto en el Consejo. Supongo que fue eso lo que nos mató, realmente no lo sé. No llegó hasta ese punto. ¿Por qué lo preguntas?- Inquirió con curiosidad y Catherine negó con la cabeza, confirmando que lo que le había dicho a Wthyr era cierto. Debían aprender a controlar esas absorciones, de lo contrario, podrían fallecer los dos y todo su linaje con ellos. Tragó en seco -¿Y lo otro?-
-Ah…Más complicado. Depende de la forma en la que han dejado esa parte en el huésped. Úrsula tenía cierta consciencia por lo que no permitía una posesión completa. Era una extraña situación. Fue la primera vez que lo intenté con un ser. Los objetos son más fáciles… Una vez más ¿Por qué preguntas?- La morena se reacomodó mirando hacia los escombros del Castillo Le Fay, recordando la locura que había sentido al salir del laberinto. Se mordió el labio pensativa -¿Podría haberla sacado de Úrsula sin hacerle daño?- Preguntó y Elise negó con la cabeza -No lo sé. ¿Por qué?- Repitió y Catherine apretó con más fuerza el báculo, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos -Porque Morgana puso una parte en mí- La respuesta hizo que Elise parpadeara de sorpresa y luego frunciera el ceño -¿Morgana?- Preguntó estupefacta y Catherine simplemente asintió -Morgana Le Fay ha estado muerta por siglos – La Descendiente arqueó una ceja, dibujando una pequeña sonrisa -Y tú por años, madre. Eso no te ha detenido ¿O sí?- Elise inspiró con fuerza, o al menos ese fue el movimiento en su cuadro -Es una magia… oscura. Para fragmentar un alma tienes que asesinar, Catherine- Lo dijo con tanta tranquilidad…Pero Catherine no reaccionó, sabía que había algo así.
Sin embargo, su elección de palabras le llamó la atención -Ian tiene esa magia- Elise ladeó la cabeza hacia ella arqueando una ceja -¿La tiene?- Preguntó y ella asintió brevemente -¿Crees que pueda…hacerlo a la inversa? ¿Unificarla? ¿Sacarla de mí para… ponerla en otra cosa?- Los labios tensos de Elise le dieron la respuesta -Es peligroso. Podría…Intentarse, pero quizás fragmenta la tuya y no la de ella. Requiere práctica. Saber diferenciar entre vosotras. Hay un libro…- Elise se acomodó en el asiento -El Grimorio de las sombras. Creo que podría tener información para ayudaros… Por lo pronto, sé que tiene un ritual para proteger el alma del ser. Lo hice con Úrsula, de lo contrario notarían en seguida que estaba allí- Catherine asintió con suavidad e inspiró. Agridulce, esa había sido la experiencia -Gracias- Murmuró mientras convocaba a su grifo -No me dejes aquí. Estoy harta de ver animales y bichos rastreros. Resulta asqueroso- Catherine la observó mientras se subía al grifo con elegancia -Te mereces estar alrededor de los tuyos. Por Altaïr, por Layla y por todos tus hijos - Con un movimiento de su báculo, Elise volvió a estar entre los escombros escondida y Catherine se sorprendió de no sentir ni un ápice de arrepentimiento al oírla gritar, mientras despegaba hacia el cielo en dirección a Ávalon. Sus elementales desaparecieron en sombras que se enrollaron alrededor de sus brazos para acompañarla en el trayecto.
Avanzó lentamente hacia la zona donde sabía que podía estar el cuadro de su madre. Era muy consciente de que su corazón estaba latiendo con más fuerza. Era muy consciente de que el silencio que se cernía alrededor era pesado y no sólo por sus propios recuerdos sino por los cuerpos de aquellos que habían perdido su vida en el ataque. Tragó en seco y siguió avanzando. Sabía, también, que si el cuadro hubiera sobrevivido, el encuentro no sería agradable. Nunca lo era. Se preguntó si aquel cuadro era igual a la serpiente de su madre. Quizás sí. Quizás habría sido buena idea pedirle a Zaphira que le acompañara pero no quería que se acercara mucho a ella por miedo a lo que los Pendragon podían hacerle.
Arrebujada en el grueso abrigo supo que el frío que la hacía tiritar no tenía nada que ver con el vendaval que le enredaba el cabello y más con la sensación que le ataba el estómago. Cuando llegó al lugar sacó su báculo, que se desplegó en un haz de oscuridad y luz violeta. Sus elementales tomaron forma junto a ella y mientras Catherine elevaba algunos de los escombros ellos corrían otros en búsqueda de… respuestas. Y así estuvieron, por quién sabía cuántas horas, enfocados sólo en conseguir el último resquicio de su madre. Era curioso que pudiera hablar más con ella que con su padre. Que justo ahora cuando necesitaba más guía acudiera a su cruda persona.
-No extrañé el sol- Fueron las primeras palabras que escuchó de la serpentina voz de su madre. Catherine elevó el cuadro para observar que, en efecto, estaba perfecto. ¿Hechizo? ¿Maldición? -Madre- Saludó y la mujer posó sus ojos esmeraldas sobre ella con curiosidad. Bajó los ojos en una mirada de inspección que Catherine había recibido en numerosas ocasiones y a la que se había revelado tantas veces con su forma de vestir pero ahora, supuso, estaría contenta. Con el paso de los años había ido puliendo un poco más su armario hasta hace un par de semanas que recibió el último encargo de la estilista. Su madre no emitió comentario lo que hizo que Catherine sospechara que daba su aprobación pero… ¿Para qué halagarla cuando podía simplemente ignorarla? Por un momento, la morena analizó su comportamiento. Su madre fue infeliz y quizás por eso se convirtió en esa fría mujer. ¿Se convertiría ella en Elise Le Fay? No lo sabía…Pero esperaba que no -¿Qué quieres?
-¿Tienes algún recuerdo de tu muerte?- La pregunta hizo que Elise se acomodara en el exquisito sofá de terciopelo vino en el que estaba sentada. El silencio, de nuevo. Pero Catherine merecía respuestas, quería respuestas -¿Dónde está el plebeyo de tu marido?- La pregunta se le clavó en un costado como si se tratara de una daga pero Catherine no apartó la mirada -Con Aedan- Respondió simplemente y Elise entrecerró los ojos -Hace unos meses no parecías muy dispuesta a separarte de él. Obsesiva y enferma, eso eras- La morena apretó levemente las muelas. Ya no era esa chica, ya no. -Un año, madre. Has estado sepultada durante un año- Aquello pareció sorprenderla y arqueó una ceja indignada para observarla -¿Me has dejado aquí durante años?- Inquirió y Catherine simplemente asintió. No tenía nada que agregar -Eres una irrespetuosa, siempre has sido así. Lo ciert…- Elise decidió guardar silencio cuando Catherine empezó a quitarse la ropa y le mostró la marca que tenía en el pecho. Tardó un momento en observar la marca antes de subir la mirada hacia sus ojos -¿Eres tan estúpida que te has dejado echar una maldición? Sinceramente, no sé qué parte de los Le Fay es la que has heredado. Hasta tu padre estaría decepcionado, me encantaría ver su cara cuando se enterara de que su hija predilecta carece de inteligencia y astucia- Soltó en un siseo y para entonces los dos elementales gruñeron de forma baja -El linaje ha estado maldito desde hace siglos. Yo sólo la hice aparecer físicamente. Uther Le Fay asesinó a Guinevre Pendragon, embarazada de su hijo, y desde entonces… Estamos malditos. Aedan también lo está y todos los Pendragon. He venido aquí porque necesito saber dos cosas. Nada más. Volverás a tu oscuridad querida y preveo no molestarte una vez más. Lo primero: ¿Estabas compartiendo tu energía mágica con Layla cuando murieron? ¿Estabais canalizando juntas? ¿Compartiendo vuestra esencia? - Alzó una mano para que su madre se callara -Lograste poner una parte de tu alma en tu serpiente y sólo su muerte la destruyó. ¿Cómo puedo destruir una parte de un alma sin asesinar al huésped? – Listo. Eso era todo.
Elise Le Fay no dijo nada durante un rato y Catherine simplemente volvió a vestirse y se colocó su abrigo por encima, escudándose del frío. No supo cuánto tiempo estuvieron simplemente mirándose -¿Has matado a mi serpiente?- Fue lo primero que respondió y Catherine asintió con suavidad -Tengo suficientes problemas en mi vida para que revivas y lo hagas todo más difícil- La bruja en el cuadro ladeó la cabeza -Y sin embargo, aquí estás pidiéndome información. Podría ayudarte más estando viva que en esta forma- Con cada palabra, Catherine estaba más segura de que ese cuadro también tenía la marca de Elise -¿Te interesa? ¿En algún nivel? ¿Que yo sea la única viva de tus hijos? - Se dio cuenta de su error en el instante en el que lo dijo. El rostro de su madre cambió de expresión de desprecio a sorpresa -¿Desmond?- Catherine bajó la mirada y asintió con suavidad -Lo poseyó un espíritu problemático y aunque intentaron… Lo atacaron y no sobrevivió- Otra vez, el largo silencio. Catherine era consciente de que su madre siempre había tenido dos hijos preferidos: Layla y Desmond.
Los minutos pasaron y Catherine sintió que eran horas y horas. Empezó a sacar el orbe para convocar el grifo -Así que estás sola- La morena alzó suavemente el hombro -Siempre he estado sola- Elise le dedicó un fría mirada y Catherine negó con la cabeza. Que ni siquiera intentara pintarlo de otra manera. La miró largamente, siendo consciente de que esa mujer había asesinado a Altaïr. Su primogénito. No le importaría que la tercera en fila muriera -Pero habías encontrado al chucho ese. Y tienes a tu hijo- Catherine se llevó una mano a la mejilla para rascársela levemente, incómoda -Ian y yo nos hemos divorciado y está cuidado a Aedan solo. Me he casado con el primogénito de los Pendragon porque consideramos que teniendo ese hijo que le fue arrebatado al destino por aquella traición podemos romper la maldición. Gracias a eso, Aedan todavía está vivo. Estoy embarazada- No había querido decírselo porque no quería darle mucha más información pero necesitaba que comprendiera todo el panorama -Pero amabas a tu chucho- Dijo Elise entrecerrando los ojos -Aún lo hago- Le corrigió Catherine y Elise chasqueó la lengua -Fracasarás y todos morirán- Aquellas palabras se instalaron en Catherine como brasas ardiendo y le destruyeron por dentro. La determinación, la certeza que había en su mirada -No…Si fallo, hallaré la manera. Siempre se aprende de los fallos- Elise soltó una risotada -Entonces serás muy sabia ahora- Catherine tomó aquello como un golpe físico y dio un paso hacia atrás -¿Había amor? ¿Entre Uther y Guinevre?- Inquirió ladeando suavemente la cabeza y la morena frunció el ceño, sin comprender a qué venía eso -No lo sé. Supongo… Hacemos locuras por amor- Ella la primera pero Guinevre había vendido a su familia y el precio que pagó había sido demsiado alto -Entonces es más intrincado que sólo tener un hijo, Catherine. Cada nueva etapa de tu vida te demandará una diferente “tú”. Si esa maldición recae no sólo en ese bebé sino realmente en la traición de un amor puro…Estáis un poco más complicados de lo que creéis- La Descendiente no tardó mucho en comprender a qué se estaba refiriendo Elise y sintió que le subía la bilis la boca. Eso…Eso era mucho más complicado que todo -No puedes decirlo en serio- Su madre rió brevemente -Estoy siendo mortalmente seria, Cat…¿Crees realmente que el destino de un feto cambiaría el desarrollo de un linaje o dos?- El mundo para Catherine empezó a dar vueltas. Se le instaló una punzada de dolor detrás de los ojos y apoyó gran parte de su peso en el báculo para no perder el equilibrio -No puedo- Negó con la cabeza y cerró los ojos sintiendo que se le empañaban. -Tendrás una guerra contigo misma- Ella ya la tenía. Le costaba meter aire en los pulmones. Le costaba respirar y pensar. No podía dejar a Ian, no quería. ¿Cómo iba a decirle eso? ¿Cómo podía destrozar el corazón de ambos? No, no podía -No puedes fingir el amor, no puedes crearlo- Espetó alzando la mirada hacia ella negando con la cabeza -Puedes intentarlo, pero tienes que tener tu mente y corazón abierto a ello. El amor es complicado. No todo es color de rosa. Aférrate a lo que te gusta y enamórate de eso. Acepta que hay cosas que no podrás cambiar porque forma parte de su naturaleza ¿Cómo se llama tu esposo? ¿Dijiste Pendragon, no? Qué curioso…- La morena siguió negando con la cabeza. Ella…mantendría su teoría. El bebé, su bebé arreglaría todo.
-Madre…Respóndeme lo que te pregunté- Elise se quedó en silencio mirándola y tensó los labios -¿Para qué? Si vas a morir igualmente porque no eres capaz de sobreponerte a tus sentimientos. Bueno, Aedan y tú- Los lobos gruñeron un poco más fuerte. Catherine también mostró los dientes en un sonido de exasperación. Elise apartó la mirada -Sí, tu hermana y yo estábamos compartiendo. Los poderes de Layla eran distintos a los del Linaje Le Fay así que debíamos potenciar y entrenar las que sí estaban vinculadas para mantener y defender su puesto en el Consejo. Supongo que fue eso lo que nos mató, realmente no lo sé. No llegó hasta ese punto. ¿Por qué lo preguntas?- Inquirió con curiosidad y Catherine negó con la cabeza, confirmando que lo que le había dicho a Wthyr era cierto. Debían aprender a controlar esas absorciones, de lo contrario, podrían fallecer los dos y todo su linaje con ellos. Tragó en seco -¿Y lo otro?-
-Ah…Más complicado. Depende de la forma en la que han dejado esa parte en el huésped. Úrsula tenía cierta consciencia por lo que no permitía una posesión completa. Era una extraña situación. Fue la primera vez que lo intenté con un ser. Los objetos son más fáciles… Una vez más ¿Por qué preguntas?- La morena se reacomodó mirando hacia los escombros del Castillo Le Fay, recordando la locura que había sentido al salir del laberinto. Se mordió el labio pensativa -¿Podría haberla sacado de Úrsula sin hacerle daño?- Preguntó y Elise negó con la cabeza -No lo sé. ¿Por qué?- Repitió y Catherine apretó con más fuerza el báculo, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos -Porque Morgana puso una parte en mí- La respuesta hizo que Elise parpadeara de sorpresa y luego frunciera el ceño -¿Morgana?- Preguntó estupefacta y Catherine simplemente asintió -Morgana Le Fay ha estado muerta por siglos – La Descendiente arqueó una ceja, dibujando una pequeña sonrisa -Y tú por años, madre. Eso no te ha detenido ¿O sí?- Elise inspiró con fuerza, o al menos ese fue el movimiento en su cuadro -Es una magia… oscura. Para fragmentar un alma tienes que asesinar, Catherine- Lo dijo con tanta tranquilidad…Pero Catherine no reaccionó, sabía que había algo así.
Sin embargo, su elección de palabras le llamó la atención -Ian tiene esa magia- Elise ladeó la cabeza hacia ella arqueando una ceja -¿La tiene?- Preguntó y ella asintió brevemente -¿Crees que pueda…hacerlo a la inversa? ¿Unificarla? ¿Sacarla de mí para… ponerla en otra cosa?- Los labios tensos de Elise le dieron la respuesta -Es peligroso. Podría…Intentarse, pero quizás fragmenta la tuya y no la de ella. Requiere práctica. Saber diferenciar entre vosotras. Hay un libro…- Elise se acomodó en el asiento -El Grimorio de las sombras. Creo que podría tener información para ayudaros… Por lo pronto, sé que tiene un ritual para proteger el alma del ser. Lo hice con Úrsula, de lo contrario notarían en seguida que estaba allí- Catherine asintió con suavidad e inspiró. Agridulce, esa había sido la experiencia -Gracias- Murmuró mientras convocaba a su grifo -No me dejes aquí. Estoy harta de ver animales y bichos rastreros. Resulta asqueroso- Catherine la observó mientras se subía al grifo con elegancia -Te mereces estar alrededor de los tuyos. Por Altaïr, por Layla y por todos tus hijos - Con un movimiento de su báculo, Elise volvió a estar entre los escombros escondida y Catherine se sorprendió de no sentir ni un ápice de arrepentimiento al oírla gritar, mientras despegaba hacia el cielo en dirección a Ávalon. Sus elementales desaparecieron en sombras que se enrollaron alrededor de sus brazos para acompañarla en el trayecto.
Había notado perfectamente el momento en que Catherine había estado en Ávalon para firmar, había sentido que estaba en la isla y, por tanto, había tenido que contenerse para no ir hacia donde estaba ella. ¿Para qué iba a ir? ya lo había rechazado, no tenía sentido seguir torturándose con aquello. Tan sólo se arrepentía de haberse atrevido a ser sincero con ella y a declararle lo que sentía de verdad. Ahora se sentía un completo imbécil. Al menos Rodrigo se encargaba de aquellos molestos asuntos de los papeles, y Eretria de cuando tenía que ir a ver a Zephyr. El crío no iba demasiado bien con el biberón, así que parecía que Catherine tendría que visitarle más a menudo. Entre esos dos ya le irían comunicando lo que necesitase saber, como lo del ritual de sangre que sería dentro de pocos días. Le había ordenado a Rodrigo que se lo comunicase, además de interesarse por su estado. Aparentemente bien, le dijo. Lo que le extrañó fue la sugerencia de ir a quemar el cuadro enterrado en las ruinas del castillo Le Fay, pero tomó la sugerencia porque no le venía mal descargarse destrozando algunas cosas a su paso.
Escogió a Smaug en la cúpula de dragones, aunque ya no tenía ningún dragón tan vinculado a él como lo había estado Tauren. De ese modo sobrevoló los cielos hasta llegar al norte, a Escocia. Descendió en círculos al localizar la zona que buscaba, ruinosa y decadente. Allí estuvo un rato buscando, aunque tenía la cabeza en otra parte, entre las muchas cosas de las que tenía que encargarse y los recuerdos de algo que le costaba creer que hubiese sido real.
El cuadro de la madre de Catherine lo miró de arriba a abajo con desdén, preguntándole que quién cojones era. Él le respondió con arrogancia y desdén. Esa cosa no era más que un despreciable resto de lo que un día fue. - Wthyr Pendragon, rey de Ávalon, padre del heredero junto con Catherine Le Fay. - al menos la bruja desaparecería sabiendo que esos dos linajes se habían unido. La otra empezó a decirle que Layla era mejor, que hubiese sido mucho más apropiada, mejor esposa. - Una víbora como tú, según me han dicho. - poco iba a sacar de aquella conversación, y a lo que había ido era a destruir el pasado del linaje Le Fay, en particular a los restos de esa madre que tanto daño había hecho a su hija. - Me dijo que podía entretenerme quemándote...y eso haré.- retrocedió varios pasos de espaldas, hasta quedar a la altura de su dragón. Ordenó "fuego" en lengua draconiana, haciendo a la vez un gesto de bajada con su mano. Las llamas comenzaron a extenderse por toda la casa, mientras el cuadro emitía agudos chillidos.
Tras quemarlo todo con el fuego del dragón se quedó unos segundos observando su obra, la destrucción total del ruinoso castillo familiar de los Le Fay, y la desaparición de aquel cuadro de la madre de Catherine. Aún así nada le satisfacía lo suficiente. Regresó a para montar sobre el dragón, alzando el vuelo para marcharse de allí de nuevo.
------------------------------------------
Todo el castillo: éxito
Solo el cuadro: fallo
Escogió a Smaug en la cúpula de dragones, aunque ya no tenía ningún dragón tan vinculado a él como lo había estado Tauren. De ese modo sobrevoló los cielos hasta llegar al norte, a Escocia. Descendió en círculos al localizar la zona que buscaba, ruinosa y decadente. Allí estuvo un rato buscando, aunque tenía la cabeza en otra parte, entre las muchas cosas de las que tenía que encargarse y los recuerdos de algo que le costaba creer que hubiese sido real.
El cuadro de la madre de Catherine lo miró de arriba a abajo con desdén, preguntándole que quién cojones era. Él le respondió con arrogancia y desdén. Esa cosa no era más que un despreciable resto de lo que un día fue. - Wthyr Pendragon, rey de Ávalon, padre del heredero junto con Catherine Le Fay. - al menos la bruja desaparecería sabiendo que esos dos linajes se habían unido. La otra empezó a decirle que Layla era mejor, que hubiese sido mucho más apropiada, mejor esposa. - Una víbora como tú, según me han dicho. - poco iba a sacar de aquella conversación, y a lo que había ido era a destruir el pasado del linaje Le Fay, en particular a los restos de esa madre que tanto daño había hecho a su hija. - Me dijo que podía entretenerme quemándote...y eso haré.- retrocedió varios pasos de espaldas, hasta quedar a la altura de su dragón. Ordenó "fuego" en lengua draconiana, haciendo a la vez un gesto de bajada con su mano. Las llamas comenzaron a extenderse por toda la casa, mientras el cuadro emitía agudos chillidos.
Tras quemarlo todo con el fuego del dragón se quedó unos segundos observando su obra, la destrucción total del ruinoso castillo familiar de los Le Fay, y la desaparición de aquel cuadro de la madre de Catherine. Aún así nada le satisfacía lo suficiente. Regresó a para montar sobre el dragón, alzando el vuelo para marcharse de allí de nuevo.
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Todo el castillo: éxito
Solo el cuadro: fallo
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