Castillo Le Fay (en ruinas)

Seguí vendándole el brazo. Thalos había aparecido en mitad de la noche y tras un rato el muy capullo confiesa que ni le han curado. Que se ha hecho un apaño el solito y ya se curará.
Así que tras discutir bastante rato pululé por el castillo hasta robar algo para poder curarle en condiciones. En condiciones en mi idioma significa un poco a lo bruto. Colocandole el brazo en su sitio con un buen tirón e inmovilizándolo casi en condiciones.
-Eres muy mal enfermo.
Solté con disgusto apretando el vendaje con un tirón. El seguramente pensaba que no le hacía falta. Al bajar a por las curas había oído gente discutir. Sabía que estaba perdiéndome esa reunión. Tampoco tenía claro si era mejor no ir.
"Con esa panda de magos pijulis lo mismo suelto cualquier cosa que les cabree"
Tiré una vez más algo mosqueada por el tema y finalmente terminé el vendaje.
-vale... Ahora debería ir a la reunión de las calaveras.
Seguí sentada en la cama a pesar de decir aquello y le miré de reojo.
-Si están mosqueados por llegar tarde que sepas que les voy a decir que es tu culpa.

Buscar a Erika habia sido  un maldito error porque se habia decidido a jugar a las enfermeras conmigo, y ella no era precisamente el tipo de enfermera que querias tener, sobre todo porque sus metodos eran burros a mas no poder. Miré mi brazo con aprehension cuando deshizo mi remiendo de cabestrillo y lo estiró, disimulando una mueca de dolor.

-Sí pues tu eres una muy mala enfermera. - le dije entredientes, entre disimulando el daño que me hacia y no.

Gruñí por su tiron y hasta me aparecieron lagrimillas en el ojo pero lo apreté fuerte para que se fueran de ahi. Farfullé algun insulto por lo bajo y luego me aparté un poco de ella echando el tronco hacia atrás cuando queria apretar tanto el vendaje, poniendoselo aun si cabe mas dificil.

- Me lo has dejado peor que estaba! se me va a poner negro y se va a caer. No siento los dedos. - estaba siendo un poco tragico de más a posta. Dijo que deberia ir a la reunion, pero se quedó sentada en la cama y la miré largamente. Parecia importante para ella. - Échame la culpa, me da lo mismo. Pero si vas alli y te cabreas no la lies dejandole un ojo morado a alguien... aunque la verdad no seria yo quien te echase la bronca si lo hicieses - dije por lo bajo, porque casi creía entender a que se refería ella cuando habló de aquel modo en el jardín. Le di un pequeño empujon con mi otro brazo. - Ve. Nos vemos en un rato

Sabia que aquello era importante para ella asi que la azucé. Aunque a regañadientes, terminó por irse, y yo tambien me habia levantado. Tenia que ver que se cocía por ahi...sobre todo porque tenia entendido que los de la Brigada pleaneaban algo

Tras pasar por ahi un rato descansando, recibi aquel mensaje al movil. Informé a Erika via mensaje tambien, rebotandole aquello, y le escribi a donde me dirigia, por si luego queria unirse. Luego, fui a por mi coche robado cargado de explosivos y armas y me subí, arrancando para irme del castillo

Me quedé luego amorrado en mi silla con dolor de cabeza escuchando hablar a todos los demás.

- A mi solo me gusta la pizza mediterránea. - con verduras y cosas y bastante queso. Suspiré, apoyando un codo en la mesa, taciturno de pronto, mientras seguia con atencion sus debates. - Si Rasputín estuviese entre nosotros podría darnos una mejor visión sobre el asunto infernal.

Pero cada vez faltaban mas compañeros, no solo Snagov o el nigromante, si no ahora tambien Ling y Rosse, tan jovencillos ellos, y Altair con ese mal aspecto... eché cuentas mentalmente. Sería toda una proeza si lograbamos lo que nos proponíamos hacer.

"a veces hay que avanzar con una venda sobre los ojos"

Le di unas palmaditas a Markus en la espalda, que ahora al igual que Altair, parecia no encontrarse bien. - Tranquilo amigo, en Turín podrás jugar de sobra con material proveedor de magia, si el tipo de los tatuajes verdes está en lo correcto. Vendrás a Turín conmigo? -porque yo ya habia decidido que iría.

Miré alternativamente a Adael y a Sean. El trato con los Soul parecia haberse llevado a cabo con relativa calma, pero parecia haber cierta animosidad entre los anteriormente mencionados. Luego me levanté y ayudé a Markus a desaparcar su silla, guiandole fuera de alli rumbo a la enfermeria o su cuarto, donde pudiera recuperarse, dejando atras el lugar tanto Adael como Markus y yo mismo.

Esto era justamente por lo que le había pedido a los Souls que los dejaran un momento a solas. Sean no había comprendido nada de lo que había dicho, lo había malinterpretado todo y además dejaba a Adael como el que se considera superior, como el malo. Ni siquiera había entendido que lo del contrato era irónico. Creer o reventar. Además lo que a Sean “le parezca” poco importa, debería saber que un miembro del milenario Consejo de los 20 debe hacer lo mejor por la totalidad de la comunidad, no lo que a él “le parezca”, sin mencionar que le estaba empezando a traer sin cuidado lo que “le parezca” al chiquillo.

Estaba seriamente en desacuerdo con lo que decía el joven Soul acerca de que no tenían en sus manos el destino de todo lo que suceda en el mundo mágico. Habían sido entrenados desde la tierna infancia para transmitir los más antiguos conocimientos mágicos. Aún así, no movió un músculo, pero no pudo más de vergüenza ajena cuando Sean declaró no ser un líder. Se tapó los ojos. No podría mirar la expresión de los Souls. Adael echó tanto de menos su earthbending, solo deseaba que la tierra lo tragara para ya no ser más partícipe del ridículo capricho de Eire que lo llevó a abandonar la reunión. Recién cuando el Soul más joven sacó una de las calaveras de la bolsa, se destapó los ojos para mirarlos, al Soul y a la calavera.

Una vez que Lucio se retira, se acerca al pergamino “Bien, como gusten, pero que luego no digan que no se los advertí.” Pensó mientras tomaba la pluma para firmar el acuerdo. “Ve libre como el viento Adael” se dijo mientras respiraba profundo. Su mano se resistía. Pensaba en que faltaba aclarar lo del juicio, lo de compartir los conocimientos de los Descendientes e incorporarlos a sus clases y lo del nuevo miembro del Consejo. Le pasó por la cabeza que Sean tenía razón, no debió hacerlo salir, debió proponérselo frente a ellos para que así supieran que, al menos, lo consideraban. Estaba ligeramente molesto porque sólo habían decidido aplazar decisiones importantes y ni siquiera habían declarado una opinión.

“Ni modo, yo mismo se los diré.” Pensó, su mano aflojó y pudo firmar, además pudo leer el nombre del joven Soul. Adrale… Adrach… ¡AHG! No podía pronunciarlo. Se acercó a ellos para estrechar la mano de Khaled y luego la de Adram… Adrale… Adrach… ¡AHG!

-Lamento el incómodo momento. Estoy feliz por esta unión en pos de un objetivo en común. Si entendí bien tu controlas la electricidad. Me sentiría honrado si algún día te pasas por una clase de control elemental de las que yo dicto. Hacemos ejercicios físicos, meditación y algo de teoría. Soy como el profesor de educación física.- Se rió de su propio comentario. Le habló a Adramelech con honestidad palpable en su voz. - Todos los Souls están más que invitados. Nosotros, o sea ni clase, seguimos aquí con las clases porque consideramos que, llegado el momento, debemos estar preparados. Si el músculo pasa un determinado tiempo sin entrenar olvida los movimientos. Así que al alba nos juntamos en el jardín o en el salón de baile depende de si llueve o no, empezamos con un poco de yoga y luego entrenamos. Al medio día termina la clase para seguir con las tareas del castillo. Así que ya sabes, si tienen tiempo y quieren, sientanse libres de unírsenos.- Se inclinó en una reverencia y se fue a limbearse.

Me sorprende la rapidez con la que Sean deja de llorar y se pone en pie, pensaba que tardaría un poco más en recomponerse. Apoyo una mano en el suelo para levantarme también, haciendo un gesto de quitarle importancia lo de que no debería estar aquí.  - Iba a la enfermería ahora, sólo quería comprobar si estabas bien, teniendo en cuenta el modo en que te marchaste. - suspiro mientras niego con la cabeza a eso de que es un horrible miembro de los Descendientes, pensando que se autoflagela demasiado al querer cargarse con la responsabilidad de lo que pueda salir mal.  - No, no lo eres. Todo es cuestión de práctica. Tal vez luego deberías hablar con Adael y con Markus, para que los asuntos de las decisiones de trabajo no interfieran en las buenas relaciones que debemos tener entre nosotros. - aconsejo a Sean para que traten de hablar luego, pensando que yo tal vez me he pasado con eso de querer tener "buena" relación, pues se me viene a la cabeza mi atrevimiento del otro día en la enfermería. No debería, por muchos motivos. Al menos es lo que me dice la razón.

Intento apartar esos pensamientos de mi mente, siguiendo a Sean hasta el escritorio cuando me muestra el pergamino que ha estado redactando, con las condiciones que más o menos se hablaron en la reunión de todos los grupos. - Tranquilo, ayudar a un compañero no me causa problemas.  - Lo leo atentamente, asintiendo a las cosas que me parecen correctas.  - No agresión, no traición, colaboración...suena bien. Ve pasándolo por el castillo para que durante estos días vayan firmando, y así estará listo antes del viaje. También hay que ver los que vamos, y en qué medio de transporte cada uno. Serán unos días de muchos preparativos...- por un lado quiero irme para ayudar como médico a los que vayan a Turín, pero por otro me da cosa dejar solos a los enfermos de aquí. Tendré que distribuir muy bien el trabajo entre mis estudiantes y los otros colegas que trabajaban conmigo en Ouroboros.

- He de marchar a la enfermería, a atender a Altair y a Markus, y también a ver qué hago con el asunto de las prótesis para los que les faltan brazos. Tú ahora deberías descansar, nos espera mucha tarea próximamente.-  sonrío amablemente para darle ánimos, dirigiéndome después a la puerta de la biblioteca. Allí me detengo unos segundos, quedando de espaldas a él. Creo que debería decirle algo sobre lo del otro día. - Por cierto...no me he olvidado de lo que te dije, ya sabes. Lo del tiempo. Siento hacerte esperar un poco más, hablaremos cuando tengamos un momento de tranquilidad. -   murmuro con tono de disculpa, pues me sabe mal que pueda estar inquieto por eso. O tal vez ni se acordaba y he hecho mal el recordarlo. Después salgo definitivamente de la biblioteca, poniendo rumbo a la enfermería. Allí pasaré los siguientes días enteros, cuidando de unos y otros, hasta que llegue el momento de partir.

Desde que no podía hablar con Zaphira a diario, Lucio se había convertido en un gran apoyo para él, aún así estaba claro que sus sentimientos por él no eran para nada los que tenía por ella, por suerte era una de las pocas cosas que tenía claras al 100%, agacha la cabeza un poco cuando le dice que quería ver como estaba ya que se le escapa una pequeña sonrisa, puede que el otro no lo viera de esa forma pero eso lo hacía sentirse especial, al igual que las palabras que siempre le dedicaba, amables y conciliadoras, el mayor siempre se esforzaba por hacerle creer en sí mismo y como amante de las pequeñas cosas de la vida, eso era todo un mundo para él.

Ante la propuesta de hablar con Markus y Adael asiente, estaba claro que se había comportado como un crío y se sentía realmente mal por cómo había salido de la sala, sin duda alguna eso era lo que lo había llevado a esconderse en su rincón de depresión, si no hubiera entrado Lucio hasta le habrían crecido setas encima. Dejó que el mayor le echara un vistazo a lo que había escrito suspirando aliviado cuando le da su visto bueno, la idea de pasarlo por el castillo era buena, así no tendrían que enfrentarse a otra tediosa y sofocante reunión, no sea que a otro se le vaya la pinza y le muerda una pierna a Khaled.

-Yo había pensado en llevar a Zaph e ir con ella, será de gran ayuda en el combate además de que la falta de magia ya le empieza a afectar, no tanto como a Altair pero le vendrá bien recargarse… si se puede decir así, también he pensado en algún hechizo de barrera, quizás usando las calaberas de los soul podríamos canalizar magia y crear una a gran escala, como en esa película antigua de Atlantis cuando las estatuas de piedra se ponen alrededor de la ciudad y crean una barrera!...bueno...em, más o menos- se había emocionado de más con lo de la barrera, carraspea un poco y vuelve a su estado anterior.

Cuando lo ve marchar no puede evitar sentir el impulso de detenerlo, extiende su mano cuando el mayor se da la vuelta dándole la espalda pero se detiene antes de llegar siquiera a tocarlo, no era el momento de acaparar su atención, así que le deja marchar, siguiendolo con la mirada hasta que se detiene en la puerta. con tanto jaleo se le había olvidado lo del beso, incluso se había resignado pensando que tal vez fuera cosa del momento pero aquellas palabras indicaban que aún había esperanza, tal vez no estaba todo perdido, le sonríe con cierto rubor en sus mejillas para darle una respuesta antes de que saliera por la puerta -No te preocupes por eso, te esperaré- después se quedó solo nuevamente.

A lo largo del día se fue moviendo de un lado a otro del castillo, llevando el pergamino de aquí para allá, hablando con los diferentes miembros de las distintas organizaciones, tomando en cuenta las sugerencias de unos y otros, disculpándose con Adramelech por su horrible comportamiento, haciéndoles firmar a todos a  la vez que poner una gota de su sangre al lado de la firma, podrían falsificarla pero su sangre no, al menos no sin magia, si era cierto que en turín aún había, encantaría aquel pergamino para asegurarse de que se cumplian las normas que habían establecido.

Pasó todo el día de un lado a otro y cuando por fin el sol se ocultó, estaba exhausto pero aún le quedaba una cosa por hacer, visitar a Zaphira.

Los días en aquel castillo se hacían eternos, el único momento de acción fue cuando el marido de Catherine le saltó a la yugular a Rybar, si hubiera podido hablar habría gritado "DALE CON LA SILLA!" Pero nada, hasta había tenido que separarlos a petición de Sean, sabía que era un asunto delicado pero el aburrimiento la iba a matar.

Con el paso de los días se iba sintiendo cada vez más somnolienta, se lo achacaba al aburrimiento pero no podía ser solo eso. Al día siguiente pudo ver a su muchacho correr de un lado a otro desde primera hora de la mañana, ya le había comentado que se sentía cansada pero estaba bien.

Se quedó observando el atardecer, ese día se encontraba aún peor que los anteriores, no quería levantarse, solo quedarse ahí tirada. A punto estaba de cerrar los ojos cuando la voz de Sean la hizo reaccionar, al fin se acercaba a hablar con ella, no le reprocha nada pues sabe que está ocupado, decide quedarse con lo bueno, su visita. Lo primero que hace al llegar es preguntarle cómo se encontraba, ella con tal de no preocuparlo asiente para decirle que se encuentra bien a pesar de ser una mentira.

Al parecer Sean quería hablar, en unos cuantos días le habían pasado muchas cosas, aparte de comentarle sobre el tema de Turin, por supuesto que iría, no la iba a dejar sola en el castillo y no lo dejaría ir solo ni en broma, se levanta y extiende sus alas dispuesta a echar a volar, esperando que el chico se subiera a su espalda para volver al bosque aquel en el que habían hablado la última vez pero no pudo, apenas incorporarse sintió como las fuerzas la abandonaban desplomandose en el suelo, lo ultimo que escuchó antes de desmayarse fueron los gritos de Sean llamando su nombre una y otra vez.

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100ps a partir de aquí por la falta de magia~

Juro que habría ido borracho hasta la puerta de los campos si un puñetazo no me hubiese detenido y dejado KO. Después de aquello tuve una buena resaca durante todo el día, y un tiempo de reflexión. No podía atacar borracho, eso al menos lo entendí. Lo que no acepto es lo de no ir, así que mis compañeros y yo decidimos que ya era momento de largarse de allí. No éramos culo de buen asiento, y no podíamos quedarnos parados sabiendo que Gen y Lykaios estaban atrapados. Me reuní con los míos, hablando de lo que podíamos hacer, y todos coincidíamos en que no haríamos mucho yendo a Turín, eso era cosa de los más aventajados. Además, la prioridad es el rescate. También hablé con Johan y otros compañeros de los renegados, diciéndoles lo que íbamos a hacer, por si querían unirse al plan.

Definitivamente, toca marcharse, aunque tengo mis dudas con Emily por lo débil que parece últimamente. Leila tampoco está muy allá, cada vez más arisca, tal como le está pasando al resto de licántropos. Cleo e Imram son los únicos que están bien, por el momento. Dejo el asunto de la firma del tratado hecho, y hablo con quien tenga que hablar para decir que nos vamos, que si nos necesitan que nos avisen con los móviles que trajo el tuerto. Después nos marchamos todos de allí, la Brigada al completo. Probablemente vayamos a liarla.

Pocos días después de la reunión en los jardines llegó el momento de firmar aquel documento por parte de los grupos que allí participaron. La mayoría de nosotros firmamos, aunque con ciertas reticencias por cuestiones obvias. Los Descendientes no conocían a los Blood Keepers tan bien como nosotros, así que no tenían ni idea de lo que podía suponerles colaborar con ellos. Después de aquello comenzamos a poner en común las ideas para los diversos grupos que se habrían de formar, decidiendo qué personas irían a Turín. Otros nos quedaríamos en Londres, donde seríamos más útiles. También hablé con los de la Brigada, para montar con ellos el plan de rescate a los campos. Igualmente decidimos que ya era momento de repartirnos en diferentes lugares, pues tantas personas refugiadas en un mismo sitio y durante tanto tiempo no tardarán en atraer a los de las redadas de la Alianza, que buscan cada vez en lugares más recónditos. Yo me llevaría a los míos al castillo Black, llevando con nosotros lo necesario para que Josephine esté bien atendida.

El día de la partida salgo al jardín para ir a despedirme de los que estaban con preparativos para la marcha, observando el incesante ir y venir de gente preparando provisiones para cargar en los dragones. Todavía faltan algunos por decidir si van o no, aunque no pueden tardar mucho en hacerlo si no quieren que les dejen en tierra. Me acerco a uno de los miembros del Consejo de los 20 que tiene segura su partida, Sean, yendo a estrechar su mano para desearle suerte.

- Espero que tengáis suerte en la búsqueda en Turín, y que hagáis aliados por allí. Nosotros nos encargaremos de controlar las cosas por aquí. Os lleváis al médico, según tengo entendido, ¿no? - eso me lleva inquietando unos días, desde que lo escuché, sobre todo porque me preocupa que no haya nadie que pueda atender a Jo en caso de que le pase algo.

Solo un par de días después de la reunión con los Soul Reapers, ya estaban todos preparándose para partir del castillo Le fay y llevar a cabo las distintas misiones que cada uno debía emprender, por su parte había dejado a un par de sus alumnos al cargo de la biblioteca, quedaba poco por hacer pero era importante terminar la faena, al menos había terminado con los horribles libros de jardinería. También había estado muy pendiente de la salud de Zaphira, le había dado un susto de muerte al desmayarse de aquella forma, por no decir que era mucho más impresionante ver a una bestia tan grande caer así, sin embargo parecía preparada para partir, ya casi habían terminado con las provisiones, lo justo para ella y dos o tres personas más, tampoco quería cargarla con mucho peso, por no decir que no era tan mansa y sociable como la pequeña Lasaña a la cual podía subir cualquiera siempre que Altair lo permitiera, ella iba al revés, sólo ella decidía quien subía y quien no.

El calor del verano era ya imponente y abrasador, no recordaba que hiciera tanto calor por esas fechas, al menos no en escocia, mucho menos en Londres, la temperatura era tal que hasta iba en manga corta y pantalones cortos, se había dejado la capa en la maleta por si acaso pero ni loco se la ponía con ese sol abrasador, por no hablar de su pelo el cual había decidido cortar con ayuda de uno de los chicos que había dejado en la biblioteca, ahora llevaba lo poco que le quedaba de pelo en una coleta pequeña y ya no tenía el pelo en la cara, no tanto como antes y también parecía mucho más joven, a ver quien era el primero en restregárselo por la cara.

Estaba comprobando la sujeción y la silla grande que llevaba Zaphira cuando a su espalda escucha una voz, se trataba de Johan el cual venía a despedirse -Gracias, vosotros tened mucho cuidado, por favor, que los de la Alianza no se lleven a nadie, cuidaos unos a otros-le estrecha la mano de igual forma y ante su preocupación por lo del médico, asiente comprendiendo como se siente -Tranquilo, ahora mismo Josephine está estable, necesita mucho reposo y estoy seguro de que Lucio se ha encargado de dar instrucciones a los que se quedan con ella y el resto de heridos, intentaremos volver lo antes posible y de una pieza.-

Los días siguientes a la reunión con los Soul Reapers los paso atendiendo a los heridos y enfermos del castillo, dando directrices y órdenes para que sepan encargarse de ellos cuando parte de viaje. También trabajo codo con codo junto a Giordano, diseñando una prótesis de brazo para Rybar, una que sea fuerte, útil y funcional. La colaboración con mi compañero lo hace bastante más sencillo, y un brazo no debería suponer problema si fue capaz de diseñar un corazón artificial. La operación para colocar el brazo tampoco es tan compleja como la del corazón, así que conseguimos un resultado bastante aceptable con el nuevo brazo. Ya sólo queda que el paciente se acostumbre a él y vaya ganando movilidad. Lo dejamos en la enfermería, pero separado de Jarkko, tal y como nos pidieron por aquello de que no pueden verse. Hago lo mismo con Ian, lo pongo apartado de Rybar cuando Adam lo trae de vuelta su padre. Al parecer ha sufrido un desmayo similar al de Altair, como si a los licántropos les estuviese afectando la falta de magia con más intensidad. Del que no puedo encargarme demasiado es de Jarkko, pues con cada transformación perderá las prótesis que se le puedan hacer. Lo único que  diseñamos como solución temporal son varias prótesis con forma de mano para que al menos tenga algo que utilizar. La calidad no es muy buena porque no hemos tenido tiempo de pensar nada mejor, y porque habrá que reemplazarlas cuando se le rompan cada luna llena. Las matalobos no tienen pinta de funcionar últimamente con los licántropos descontrolados, así que ordenamos que los encierren separados en las celdas de las mazmorras del castillo  cuando llegue el siguiente ciclo lunar, o si se parece que se van a transformar fuera de fecha. Hay celdas de sobra para al menos cinco personas más, aunque ya  nos han dejado un preso en esas mazmorras, el sibilino Tobías que había escapado de la reunión.

Con todo eso organizado ya estoy listo para preparar las medicinas y pociones que llevaré al viaje, además de un kit de primeros auxilios básicos, que seguro que nos hará falta. Salgo al jardín donde se reúnen los que van a partir, cargado con mi maletín hasta llegar donde se encuentran hablando Sean y Johan.  Pillo parte de la conversación, en la que Sean le explica el tema de Josephine. Intuyo que debe estar preocupado por mi partida, por lo que pueda sucederle a su esposa.  - Así es, no tienes nada que temer. Josephine ya está fuera de peligro, sólo le falta ir recuperándose poco a poco. Los médicos y los estudiantes que quedan en el castillo pueden ir siguiendo su evolución. Intentaremos volver pronto, esperemos que sea útil ir a uno de esos puntos en los que todavía se puede hacer magia. - se hace extraño estar tanto tiempo sin poder usarla, así que todos estamos bastante expectantes por lo que pueda suceder allí.   - En cuanto venga Giordano podemos ir saliendo. ¿Qué tal está Zaphira, crees que podrá volar? - pregunto a Sean mientras miro a la dragona, mostrando ciertas dudas por mi gesto.

Mi misión era, por supuesto, viajar a mi amada Italia. Cuanto tiempo llevaba sin sentir el maravilloso sol del mediterráneo romano, o de cagarme en la puta vida de las gaviotas que no se querian callar? O de observar las sucias paredes del Duomo de mi ciudad natal, o pararme en la plaza de la Santa Cruz a admirar las obras de arte de los genios del pasado? O que me timasen un monton de dinero por un botellin de agua? Pues mucho, mucho.... mucho antes de que mi familia se fuese a la mierda completamente y ese tipo de cosas dejasen de tener encanto.

Aunque en esta ocasion no iriamos a Florencia ni a Roma. Si no a Turín. Y el destino que alli aguardaba aunque emocionante, no parecia mas seguro que el de aquellos que se quedaban aqui. Era por ello que me habia preparado a conciencia, casi parecia que iba equipado como uno de estos tipos salidos de la peli de Kingsman. Si de verdad en aquellos puntos seguia habiendo magia, seria el momento de probarles la utilidad

Los locos de los ingleses, irlandeses, y escoceses estaban asados aqui en londres por unas temperaturas un poco altas para la epoca, pero es como los rusos que se van a bañar cuando su pais esta a diez grados. Yo estaba más acostumbrado a aquello y en lugar de puto morirme de frio como otras veces, iba vestido con pantalon largo y camisa, y un abrigo de viaje oscuro pero de tejido ligero, ademas de mis inseparables pañuelos para el cuello y el sombrero. Llegué a donde Lucio, Sean, Johan, etc.... con mi bastón en una mano, un maletin abultado en la otra, y el autómata desmontado y atado por cuerdas traqueteando en mi espalda con un repetitivo sonido metalico a cada paso que daba. Alcé la mano saludandolos ruidosamente antes de llegar a ellos.

-CIAO AMICI! - al llegar frente a ellos les dediqué una reverencia valiéndome de mi sombrero. - Adael me ha informado que se quedará como vigía en el castillo Le Fay, que sabemos de los demas compañeros?

No me quedo del todo tranquilo con la partida del médico, a pesar de las palabras de Sean y de Lucio diciendo que que todo irá bien y que será suficiente con los médicos que se quedan así. Asiento no muy convencido, aunque también entiendo que tienen que llevarse allí algún médico por lo que pueda sucederles. - De acuerdo, tendremos cuidado. A vuestra vuelta espero que las cosas hayan cambiado a mejor. - la llegada de Da Vinci y sus armatostes resulta de lo más llamativa, con esas cosas de metal atadas a una cuerda y el consiguiente traqueteo que viene con él. Evito preguntar qué demonios es eso, pues podría desembocar en una larga explicación para la que ninguno tenemos tiempo. Ellos tienen prisa, y en parte yo también, muchos asuntos pendientes.

- Creo que lo mejor será que vayáis partiendo ya, aunque sea en pequeños grupos. De los renegados puede que vayan los Tolstoi, y tal vez Victorya, no lo sé seguro. - no hemos vuelto a hablar casi desde la reunión de grupos, donde acabamos de una manera un tanto incómoda. - El resto de grupos no sé qué habréis acordado al final...pero al menos los Soul os serían útiles, por lo que dijeron en la reunión. Evitaría llevarme a los Blood, para ahorrar posibles problemas. - advierto sin ocultar lo poco que me agradan, y menos en una misión tan incierta. - Creo que podríais ir saliendo los del grupo de Descendientes que vayáis, y buscar un punto común de reunión cuando lleguéis, porque dudo que todos alcancéis el lugar a la vez. Tal vez algo en las afueras de la ciudad, por si os detectan. Y una llegada escalonada sería mejor, para que no sospechen. Seguro que la Alianza de allí se está volviendo loca para descubrir por qué no funcionan allí sus satélites. Mejor que no sepan que vamos un paso por delante. - no tengo mucho más que decir, así que sólo me queda despedirme de ellos y desearles la mejor de las suertes. Ojalá y descubran algo que nos haga avanzar para resolver todo esto. Estrecho la mano de los que faltaban, dejándolos tranquilos para que se terminen de acomodar para montar en el dragón. Tras eso vuelvo a entrar en el castillo, avisando de la inminente partida a cualquiera que le interese.

Caminaba por los pasillos, mochila colgando de su mano mientras buscaba la salida del lugar. No iba muy convencida, sobre todo porque se sentía aún ligeramente molesta por cómo se habían desarrollado las cosas. Mientras caminaba a la salida, alcanzó a ver la figura de Johan volviendo de afuera. Caminaba tan tranquilo que lo que había escuchado por los pasillos tenía razón de ser. Ya no se enteraba de las cosas como antes desde que sus sombras no estaban, pero había servido para afinar el oído.

-Qué lástima que me tuve que enterar de tercera mano que te quedas.- Murmuró para él cuando se lo cruzó, sin saber siquiera si se detendría a responderle. No habían hablado mucho desde la gran reunión donde se decidieron las cosas. Había estado ocupada con cosas de Da Vinci. Quizás lo que más le molestaba era la traición, pues en la reunión él la había contado para el viaje a Turín, y ahora él se quedaba. Se lo había esperado toda la semana. No tanto por Josephine, que ya estaba más o menos estable, sino por Nyara. Pero tenía, hasta ese momento, la única esperanza de que fuera él quien se lo contara. Se detuvo en el pasillo, con la mano en el bolsillo de la chaqueta oscura y con la capucha puesta. Siempre había sido taciturna, pero en aquel momento realmente no tenía nada más que decir.

Sonríe al ver a Lucio acercarse, espera a que hable con Johan y contesta a su pregunta -Buenos días Lucio, Zaphira parece estar bien pero si no te importa iremos haciendo unas cuantas paradas- en ese momento la dragona lo mira y bufa en desacuerdo con lo que el joven acababa de decir -Sí, me da igual lo que digas ahora Zaph, aunque te encuentres bien no podemos estar seguros de que no tendrás otro ataque y el viaje es largo... Pero llegaremos, eso seguro- la dragona baja la cabeza resignada a lo que él responde acariciandole el hocico para luego mirar a Johan y Lucio-Estaremos bien, intentaremos no volar muy alto para evitar los radares aereos, gracias por tus consejos Johan, nos serán de gran ayuda -

Toma la maleta de Lucio y lo carga todo sobre Zaphira, estaba ya terminando cuando un familiar y horrible ruido mecánico llama su atención a sus espaldas, al girarse ve como se acerca Giordano, saludando alegremente con su hombre de hojalata a la espalda -No, no y no! No pretenderás llevar esa cosa, verdad? Para qué la quieres!? Solo lo imprescindible, no podemos cargar con tantas cosas a Zaph... No llevarás nada que explote, verdad? - pregunta con total desconfianza porque seguramente llevara algo que pusiera en peligro la vida de todos.

Poco quedaba ya por hacer, después de discutir si llevar o no al hombre de hojalata montó en Zaphira, esperó a que sus compañeros subieran y alzaron el vuelo rumbo a Turín.

Por una vez no voy por los pasillos lo suficientemente empanado y pensativo como para no darme cuenta de las personas con las que me cruzo. He visto venir a Victorya a un par de metros de distancia, así que he aminorado un poco la marcha sin saber muy bien la reacción que ella iba a tener. Yo tampoco sé muy bien cómo reaccionar, pero me gustaría que todo volviese a ser como al principio, cuando no había tanto lío de por medio. Finalmente me paro al tenerla frente a frente, aunque al final es ella la que inicia la conversación. Suena a reproche eso del modo de enterarse, pero intento no tomarlo de ese modo porque no es una buena manera de comenzar.

- Tuve muchas dudas sobre si irme o quedarme, así que tampoco eres de las últimas enterarse. - me cuesta un poco verle la cara por eso de ir con la capucha puesta, cosa que no entiendo siendo que está a cubierto, y a salvo, dentro del castillo. - Te lo quería contar, y también saber si tú viajarás o te quedarás...pero pensé que no querrías hablar conmigo después de lo del otro día. - respiro hondo antes de seguir hablando, como si me costase decir las siguientes palabras. - No me gustó cómo acabamos. Fui un poco borde, así que...quería disculparme contigo. No soy nadie para haberte exigido nada, ni para haberme molestado porque no hicieses lo que yo hubiese querido. - admito dejando un poco de lado eso de pensar que yo llevaba razón, y que ella debería haber actuado más como una amiga que se preocupa de sus amigos. Tal vez el problema fuese ese, que no éramos precisamente amigos. Extiendo la mano hacia ella como señal de que me gustaría hacer las "paces", por llamarlo de alguna manera.

- ¿Empezamos de nuevo? - sonrío para romper un poco con el ambiente negativo que parece haberse instalado entre nosotros, intentando que deje de ser así.

Habíamos logrado lo que queríamos en aquella reunión con los Descendientes. Salir de allí con nuestras calaveras de vuelta, sin derramar sangre y sin tener que humillarnos ante nadie. Incluso uno de los más reticentes, Adael, había terminado la reunión diciendo que podíamos asistir a uno de sus ejercicios matutinos en el castillo. Tal vez estemos ya en la buena dirección, de una vez por todas. Tendríamos que haberlo hecho por las malas, de no haber logrado nuestro objetivo, y le habría dado toda la razón a Khaled, estaríamos en nuestro derecho. Ya sólo faltaba llegar al tan ansiado momento de reunirlas todas. Para eso habíamos enviado hace un par de días a Vanessa a Irlanda para que fuese a recoger el resto de calaveras, custodiadas todas a buen recaudo en nuestra torre de la Alta Hechicería. Ahora sólo faltaba que ella retornase de allí, acompañada por varios compañeros más de la hermandas. Habíamos quedado en reunirnos todos en Turín, donde Khaled y yo iríamos primero, llevando con nosotros las cuatro calaveras que habíamos recuperado.

El día de la partida llega tras unos cuantos preparativos, aunque para ese momento no me encuentro todo lo bien que debería para afrontar un viaje así. La cabeza me duele a horrores y me siento bastante débil, aunque no le digo nada de eso a Khaled para no molestarle, o por si le disgusta que no pueda seguir el ritmo. Decido dejar una nota para Lyran Knox, para Azahar, y para Chloe, avisando de mi marcha para hacer nuestra parte en la misión. También agradezco al Knox su ayuda en todo esto, pues fue el primero que me echó una mano, y todavía debería encontrar la mejor manera de compensarle. Luego me reúno con él en el jardín del castillo, llevando conmigo lo básico para el viaje, además del saco con las calaveras. Allí ya hay varios preparándose para marchar, e intuyo que el puñetero Setelah también irá para allá. Espero no tener que verle demasiado la jeta por allí. Nosotros no tenemos dragón como transporte, así que no nos queda más remedio que ir a pie, con lo cual es probable que tardemos bastante, a no ser que consigamos robar algo por el camino. De este modo abandonamos el castillo Le Fay, en el cual hemos permanecido durante semanas reunidos con grupos de lo más variopinto, "conviviendo" por primera vez en toda nuestra historia.

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PS: 150 - 50 (debilitamiento dadoss) = 100

El momento de partir habia llegado. Me encontraba cargando algunas provisiones para el viaje en el jardín, acababa de presenciar la partida de los Soul. Smaug llegaria dentro de poco, se habia recuperado bastante aunque no habia vuelto su anterior vitalidad....

Me habia enterado de lo que habia pasado con tobias porque su encierro no habia pasado desapercibido, la noticia habia corrido. Tambien sabia que lo habia traido Monica. Mientras terminaba de ajustar las correas de la improvisada mochila de viaje, me di cuenta de que esta vez no podia irme sin despedirme, ademas, ahora no tenia sentido irse en la oscuridad, habiamos encontrado la respuesta y no era necesario mas secretismo.

Me detuve mirando hacia las puertas del castillo... preguntandome donde se habria metido. Tanto era asi, que me puse a retrasar el momento de llamar a Smaug preguntando a a los estudiantes que por alli habian si alguno recordaba haber visto a Monica o donde andaba, exactamente.

Hasta le di un recadito a un par pidiendoles que se diesen una vuelta por el castillo y la buscasen para traerme informacion.

Lo de encerrar a Tobías en las mazmorras del castillo Le Fay había resultado más que satisfactorio, es el sitio en el que se merece estar por todo lo causado. Es más, me quedé a ver el momento de su encierro botella de vino en mano (vino robado de las bodegas Le Fay, por supuesto). Fue divertido poder mirarle con desprecio como la rata que es. A ambos tuvieron que curarnos al regresar, aunque a él le dejé mucho peor y tuvieron que atenderle para que no se desangrase. Lo mío era un pequeño corte en el costado que curaría pronto. Con Tobías encerrado sólo me quedaba hablar con Setelah de una vez por todas, ya que he estado evitado encontrarme con él desde la reunión de los jardines, en la cual me enteré de todo el asunto que me había ocultado antes de su partida. Quería ir a hablar con él, pero estaba absurdamente molesta.

Finalmente no puedo resistirme más, así que en cuanto me entero del día de partida lo busco por todo el castillo. Un par de estudiantes vienen a buscarme para decirme que Setelah ha preguntado dónde estaba yo, así que decido ir rápidamente hacia el exterior, no vaya a ser que le de por irse de nuevo sin despedirse. Atravieso el jardín intentando poner mi mejor cara de enfado, aunque no sé si me sale del todo. En cuanto me planto frente a él lo cojo por los hombros, sacudiéndolo levemente. - ¿Ya pensabas irte otra vez sin decirme nada? ¿o me ibas a avisar al volver medio muerto como la otra vez? - no, ni eso. La otra vez tuve que encontrar a Setelah después de buscarlo mucho, dando con él en un hospital después de haber sido poseído por no sé qué historia oscura. - Y esta vez es más peligroso...no te sirve la piedra de sanación. - intento sonar enfadada, pero me sale más voz de preocupación que otra cosa. - No tienes que ir sólo por eso de que seas guardián, o lo que dijeses en la reunión. Tampoco me habías contado que lo eras. ¿Cuántos secretos más tienes conmigo? - pregunto ligeramente dolida, porque creo que él sabe los míos, casi todos.

Asintió suavemente, sopesando un poco las palabras de Johan. Su primer instinto era tomar el quedarse de Johan como una nueva decisión en muchos sentidos, pero por dejarlo pasar hizo caso omiso del comentario.- Aún me puedo arrepentir de ir. Pero haría falta algo de labor de convencimiento.- Susurró llegando hasta él después de aquello de de no querer hablar con ella desde aquella última "discusión".

Debía admitir que la disculpa se sentía bien, aunque parecía que le costaba brindarla. Quizás lo hacía solo por no hacer más grande la distancia, pero aún se preguntaba ciertas cosas. Cosas que no le dejaban confiar del todo como en un inicio.- Creo que ya ha pasado demasiado para iniciar de nuevo. Hay muchas cosas que no se pueden ignorar.- Murmuró, tomando su mano respondiendo a su intento de hacer las pases, aun cuando sabía que era más complicado que solo extenderle la mano. No recordaba la última vez que le había tocado, pero definitivamente se sentía diferente. Recelosa sobre todo de las intenciones del hombre en que había llegado a confiar.- Dejémoslo en... un cese al fuego. O más bien un... un... - Sin encontrar la palabra adecuada, fijó su mirada en la del moreno, tratando de encontrarle pues seguía sintiendo que ella no había tenido nada que ver con aquello.- Un pacto de no agresión... aunque haya cosas no resueltas, al menos llevaremos esto un poco mejor.