Área de habitaciones mixtas [Piso 4] EDIFICIO OUROBOROS

Comprendí a qué se refería con aquello de que no se hubiese perdonado que naciesen con magia. Su tiempo con la Alianza debió ser algo así, tratar de ocultarse constantemente. Al final no sirvió de nada porque la descubrieron. También me dejó claro que nunca había entrado en sus planes lo de tener hijos, y la situación actual lo había puesto todo patas arriba. Su puntualización sobre medio hermano me molestó un poco, por si ella pensaba que yo haría distinciones. - Eso da igual. Reiv es medio hermano y ahora mismo tengo más relación con él que con mi otro hermano. - ojalá hubiese podido tener más cerca a Daniel, al resto de mi familia. No quería pensar en la posibilidad de que S.A.M hubiese acabado con ellos.

Sus gestos el encogerse de hombros dejaban claro que ella estaba tan confusa como lo estaba yo, y que le costaba responder con claridad porque ni ella misma sabía lo que pensaba de algunas cosas. Al menos parecía que no se lo había tomado a mal, ni yo había sido demasiado brusco. Sentí un alivio no esperado cuando escuché aquello de que no se veía en quirófano para abortar, aunque no quisiese terminar la frase. En el fondo prefería que llegase a nacer, aunque no me correspondiese a mí decidir qué debía hacer ella con su cuerpo. No podía decirle qué hacer si aquello iba a hacerla completamente desgraciada. - Lo sé, era complicado decidir algo con todo el impacto de la noticia. Por eso creo que era necesario esperar un poco. - respondí algo más calmado, regresando de nuevo a la cama para sentarme a su lado.  - Necesitaba escucharte decir algo así, porque a veces sentía como si te hubiese...obligado. Y no. Yo mantengo lo que te dije aquel día. - ahora tenía que intentar que lo llevase lo mejor posible, que dejase de verlo solo como una "mala idea". Ayuda y tiempo sería la respuesta, o eso esperaba.  - No lo tenemos ni lo vamos a tener fácil, eso desde luego, pero estoy seguro de que podemos sacar esto adelante. Creo que lo que realmente es una mala idea es pensar demasiado. Llevo semanas así, y no ayuda. Vamos a dejar que todo suceda como tenga que suceder. - el tema sobre nosotros dos era más complicado, aunque al parecer coincidíamos en el mismo punto. Ambos teníamos claro que no éramos una pareja de enamorados, eso era obvio. Tampoco éramos simples amantes. Era otro tipo de cosa, no sabía el qué. - Y tú a mí. Por eso pasó lo que pasó. - respondí con claridad, sin medias tintas.

Alcé una mano hasta su mejilla, acariciándola con el pulgar durante un instante mientras buscaba su mirada. Después bajé la mano hasta dejarla sobre su vientre, aunque todavía no se notase nada. - Olvida la pregunta de antes. No necesitamos ponerle nombre a lo que quiera que sea que haya entre nosotros. Sé que puedo contar contigo cuando te necesite, y tú también conmigo. Con eso es suficiente. - o eso pensaba. Tampoco veía a Victorya queriendo tener una relación corriente. Como ella misma había dicho, no pedía nada de eso. Le sostuve la mirada un momento, intentando adivinar lo que le pasaba por la cabeza. Tal vez fuese ya demasiada intensidad de conversación por hoy y necesitase dormir, puesto que durante la cena parecía bastante cansada.

Me refería más a con quién tener los hijos, no a la relación entre ellos.- Murmuró, pero se alegraba. Le daba gusto que estuviera mejor con Reiv porque por lo que conocía de ellos no tenían un buen pasado. Asintió rápidamente a sus elucubraciones sobre esperar para decidir. Había sido un camino complicado pero al menos parecía que estaban de acuerdo en algo. Negó rápidamente a lo de obligarla, pues ella no sentía que había sido de esa manera.- No me obligaste. Lamento que lo sintieras así. Es solo que no podía decidir en ese momento. Necesitaba saber qué era lo que tú querías porque yo no tenía ni idea. Tampoco era que no lo sospechara, solo esperaba que no fuera... esto.- Pero aún así, asintió en gratitud a mantener lo que dijo aquel día, lo recordaba muy bien. Respiró profundamente cuando dijo de no darle más vueltas a las cosas.- Al menos ahora ya pusimos los pensamientos en palabras, ¿no es así? Quizás es buen momento para... dejar de pensar, como dices. Al menos dejar de pensar de más.

Cuando el contrario colocó la mano en su mejilla, ella levantó la mirada, entendiendo un poco lo que había en aquel gesto, y permitiendo que pusiera la mano sobre su estómago. No recordaba muy bien si ya había tocado esa parte de su cuerpo, pero al menos no se estremeció como creyó que haría. En realidad no le molestó el no ponerle el nombre a lo que había entre ellos. Era una relación implícita, una que sabían que iba a estar ahí aunque las cosas se pusieran mal y sí, que podían contar con el otro. Era incluso relajante saber eso, que podía contar con él cuando le necesitara.- No es un momento ordinario en el mundo, para nadie. Quizás no ponerle nombre sea lo más sano en este momento en la vida. Quizás nosotros tampoco somos muy ordinarios.- Murmuró, levantándose con tranquilidad y acercándose a él; le tomó el rostro con las manos y plantó un suave beso en sus labios. Ni siquiera era la atracción física lo que les unía, era una especie de confianza en el otro que necesitaban. Así lo pensaba ella. Caminó entonces hacia su mesa de noche. Tenía que tomar las estúpidas píldoras de las vitaminas y eso, cuando comenzó a sentirse mal de repente. ¿Se había pasado muy rápido? Se apoyó de la pared, pero rápidamente tuvo que correr hasta el baño. Trató de cerrar la puerta, pero le iba a tomar preciosos segundos que necesitaba para llegar. Se arrodilló a un lado del excusado y sintió el ardor por la garganta mientras repetía la cena, esta vez cuesta arriba. Tardó demasiado en vaciarse el estómago, quizás porque había comido por tres ese día, y al parecer el bebé había cambiado de opinión sobre poner queso encima de todo ese platón de salsas. Cuando terminó, jaló la cadena para que todo se fuera y se sentó en el piso, sintiéndose débil y pálida, respirando con dificultad con los ojos cerrados.- Ah, Black... Tienen el trabajo fácil. No sufren, los bebés llevan su apellido y cuando terminan de malcriarlos se los dejan a la madre. Déjame decirte que si lo malcrías te quedas con él.. O ella.- Murmuró. Era broma, pero con lo mal que se sentía, bien podía pasar por verdad.

Con las decisiones tomadas podíamos seguir adelante sin estar todo el tiempo con la duda y la incertidumbre en la cabeza, y ahora me había quedado mucho más clara su forma de ver la situación. -  Y lo que nos ha costado...a veces ni es fácil explicar con palabras lo que se piensa, o ni sabes bien lo que sientes. - repuse a eso de poner los pensamientos en palabras, como si no tuviésemos la facilidad suficiente para hacerlo. Ella no era muy extrovertida, y podía entender que le costase más.  - Pensar demasiado no sirve de mucho, ni tenerlo todo planeado. Te quitas una carga de encima si dejas de lado ideas preconcebidas y las expectativas de cómo debe ser algo.- saber que ella tampoco necesitaba poner etiquetas lo hacía todo más sencillo, no íbamos a ponernos exigencias de ningún tipo. Cerré los ojos un instante cuando se puso delante de mí, correspondiendo a aquel breve beso.

Me quedé más tranquilo después de haber dejado todo más o menos claro, y parecía que ella también se había quedado mejor. O eso parecía, porque me dio la impresión de que se tuvo que apoyar en la pared porque se mareó de camino a la mesilla de noche.  - ¿...Estás bien? - pregunté dudoso mientras me levantaba también para ir hacia ella, aunque enseguida salió corriendo hacia el cuarto de baño. La seguí para ver qué le pasaba, entrando justo cuando se arrodilló al lado del retrete para empezar a vomitar. Me agaché rápidamente a su lado para sujetarle el pelo con una mano, sosteniendo su frente con la otra para darle apoyo. A la pobre debía haberle sentado mal la cena esa rara con tantas mezclas y tanta cantidad de cosas indigestas. Tal vez fuese también por el embarazo. - Venga, échalo todo fuera...enseguida se te pasará. - murmuré en tono tranquilizador a pesar de que empecé a preocuparme un poco al ver que aquello no parecía ceder. Cuando por fin terminó la ayudé a sentarse en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Se había quedado muy pálida y ni siquiera abría los ojos, aunque al menos hablaba. Me apresuré a coger una toalla para mojarla en el lavabo, sentándome después a su lado para refrescarle la cara y la nuca con esa toalla.

- Ahí llevas razón. La parte más dura la lleváis vosotras. Lo del apellido...yo creo que no hay motivo para que no puedan llevar el de la madre. - era todo por costumbre, pero pensándolo bien no tenía por qué ser así. Sonreí levemente cuando dijo lo de malcriar, a mi se me daba bien eso. Entendí que lo decía de broma, aunque no sonase como tal porque se encontraba mal.  - Trato. - le cogí la mano para moverla un poco en señal de trato, dejando después a un lado la toalla. - ¿Te llevo ya a la cama o sientes que no debes separarte de aquí todavía? - pregunté después de darle algunos segundos más, llevando una mano a su mejilla para que me mirase. - Me quedo aquí esta noche. -no era una pregunta, me iba a quedar de todos modos porque no quería irme después de verla así. Sería la primera vez que dormíamos juntos.

La sesión de reclamos había terminado bien. Al menos aguantaba para no tener que estar toda la vida pensando en lo que el otro pensaba. Estaban en la misma página y eso bastaba, no necesitaban nada más. Sonaba sencillo, pero tomaba un nivel de compromiso alto el aceptar que, contra todo, iban a tener un bebé y al menos por eso tendrían que estar de acuerdo. Aunque el momento se arruinó bastante por culpa del esperado retoño... Gracias Nyaro.

Apenas y se dio cuenta del apoyo de Johan hasta que la toalla estuvo refrescándome la cara.- Sal de aqui, ¿qué haces? Ni creas que vas a ser de esos que entran a la sala en el parto.- Murmuró, por si acaso creía que por sostenerle el cabello ya eran de esos modernos que hacían cosas asquerosas juntos. Apretó la mano como del moreno como pudo, sellando aquel trato y negando con la cabeza por la tontería que se le había ocurrido.

Se quedó unos minutos sentada en el piso del baño antes de pedirle que le ayudara a levantarse, abriendo por fin los ojos. Parecía que todo había pasado y no se sentía tan mal como hacía un minuto. Se acercó al lavabo, echándose un poco más de agua en la cara y se lavó la boca y los dientes para quitarse el horrible sabor.- No me dejes comer así de nuevo.- Le pidió, apoyándose en el y tomándose de su brazo para andar a la cama. No le iba a debatir si quería quedarse o no, pero debía aclararle la situación.- Estoy bien, no soy la primera mujer que complace a su BICHO con la comida que PIDE y luego termina todo en la BASURA.- Dijo, alzando la voz para que el bicho también la escuchara.

- ¿Qué voy a hacer? te recuerdo que hace unos minutos estabas ahí medio muriéndote. - repliqué cuando ella me reclamó por estar en el baño, señalando con la barbilla hacia el retrete. Rodé los ojos cuando dijo eso de la sala de partos, todavía quedaba mucho tiempo para eso. La sujeté para ayudarla a levantarse del suelo antes de ir a lavarse, encogiéndome de hombros al escuchar eso de que no la dejase comer así otra vez. - Te lo recordaré la próxima vez que te vea cometiendo aberraciones culinarias. - fui a cogerla por el brazo para salir del baño, sin hacerle demasiado caso a eso de que estaba bien. Probablemente fuese lo que decía, pero por si acaso.  - ¿Bicho es el primer nombre que vas a ponerle? creo que hay que pulir eso un poco... - en ese sentido no podía quejarme de mis padres por haberme apodado alubia, era mejor que bicho.

La acompañé hasta la cama para que se sentase en el borde, pero en ese momento me di cuenta de que estaba entrando humo por debajo de la puerta de la habitación. Además, estaba empezando a oler a quemado, como si algo estuviese ardiendo en alguna de las habitaciones cercanas.  - Qué mierdas... - fui a abrir para echar un vistazo, pero entró todavía más humo. Era evidente que había cambio de planes, no podíamos dormir ahí. - Tenemos que irnos. Parece que  se está prendiendo fuego por aquí cerca. - le di un pañuelo que había por la habitación para que se cubriese la nariz y la boca, haciendo yo lo mismo con uno que llevaba anudado en el cuello. Salimos al pasillo, donde todavía no se veía el fuego pero sí mucho humo. Rápidamente envié un patronus a Adael avisando del incendio, pues pensé que era el que mejor podía encargarse de la situación. Después avisé al grito de fuego a los que pudiese haber en las habitaciones en esos momentos, dirigiéndome después a la salida con Victorya para marcharnos de allí.

Por la noche, tras recibir el aviso de incendio, el joven maestro salió corriendo de su casa mientras escribía apresuradamente un mensaje en el brazalete comunicador del Consejo de los 20 para luego desaparecer y aparecerse en el ala izquierda del edificio de viviendas.

El olor a quemado invadía el lugar y el humo recorría todo el pasillo. Mientras desalojaban las habitaciones de forma frenética, el mago buscó agitado cuál era en la que estaba el origen hasta que dio con ella y entró. Allí el humo era negro y muy denso, no podía usar la magia sobre el aire para disiparlo porque avivaría las llamas, así que se tapo con el interior del codo y avanzó en la habitación hasta encontrar el fuego que se había extendido. Con movimiento circulares de todo su cuerpo conjuró a las llamas para que disminuzcan su tamaño.

Poco a poco todas las llamas fueron mermando a medida que coordinaba los movimientos de todo su cuerpo. Al finalizar unió sus manos en un solemne saludo al espíritu de la naturaleza en agradecimiento por permitirle ser su portador y ayudarle a proteger su hogar. Para disipar el humo abrió una ventana de la habitación y conjuró un embudo de aire que lo extrajo todo para sacarlo hacia el exterior, despejando el área de habitaciones. Dió el aviso que el resto podían volver a ingresar a sus habitaciones, pero que esa quedaba clausurada hasta que fuera reparada, además habría que encontrar al culpable por lo que se retiró.