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Situado en Jack the Ripper. Edificio viejo, con muchas casas de okupas. No hay medidas de seguridad especiales en el piso, excepto la llave de la puerta y en ocasiones el dragón negro de Reiv ( todavía no tiene el tamaño de un dragón adulto). Se encuentra en el último piso del edificio. Se puede acceder a la terraza superior del edificio a través de las escaleras de incendios.
No eres un negado... Me lo habías pedido ya una vez, ¿recuerdas? pero nunca me di el tiempo de enseñarte.- Quizás de haberlo hecho él tendría menos miedo a la muerte como en los últimos días. Aquello último, lo de la sangre le llamaba la atención. No entendía bien a que se refería. De igual modo, negó rápidamente cuando Reiv trató de trasladar la culpa a Johan.- Nosotros aceptamos. Pero fue el dragón de la Alianza quien apresuró las cosas. No nos dio tiempo ni de pensar en un plan cuando salió hecho humo.- Mencionó, pues ella tenía muy claro que aquel hecho había sido clave, pues les creó un sentido de urgencia fuera de lugar. Aunque ahora que pensaba en él, no sabía donde había quedado.
Asintió suavemente. Era cierto después de todo que la manera de vengarse era acabando con la guerra y con el ejército que la sostenía. Y sobre todo porque tenían demasiado conocimiento sobre cómo suprimir la magia aunque aún no supieran crearla. Le parecieron duras las palabras de Reiv hacia Johan. No creía que alguien inconsciente lo estuviera por decisión propia, pero era incluso cómico todo lo que hacía por ocultar la preocupación que tenía por su hermano. Tras un momento de abrazos en un lugar tranquilo donde no tenían preocupaciones de ser atacados por enemigos, desaparecieron.
Llegaron rápidamente al piso donde habían estado con anterioridad una noche. Los muebles seguían siendo sombríos y no había cambiado nada, excepto que ahora se notaba un poco más la capa de polvo sobre las superficies. Fuera del hospital, aún con el aire viciado de la habitación, se sentía mucho más libre y menos frustrada que antes, incluso un poco más enérgica.
La chica se sentó primero en el sofá, descansando después de tanto, atrayéndolo a él para que hiciera lo mismo, que seguro llevaba días sin sentarse en algo cómodo. Pero aún así, tenía algo que comprobar después de los últimos horribles días y tras recordar a Johan. No dio ocasión de nada cuando tomó al moreno por las mejillas y lo atrapó en un beso. Se sentía torpe y un poco acartonada, pero recordaba la sensación como si nunca se hubiera ido. Esa electricidad que la recorría. En efecto, no podía comparar la urgencia que tenía de besar a Reiv con el espontáneo beso con Johan, y ahora lo recordaba bien todo.
Se abrazó del cuello de Reiv, con pereza pero suavemente. Aunque el inicio había sido caótico y apresurado, encontró rápidamente el ritmo decadente que le gustaba, llegando incluso a morderle suavemente el labio antes de separarse tan solo un milímetro, juntando su frente con la de él y rozando sus labios a ojos cerrados, jadeando suavemente por el esfuerzo.- ¿Nos hemos besado así alguna vez?- Preguntó, buscando algún recuerdo que hubiese quedado olvidado en la anestesia. Recordó besos, pero nada parecido. Siguiendo el instinto, se sentó lentamente a horcadas sobre su regazo. La posición le parecía familiar, pero el recuerdo era muy borroso, como si hubiese sido una fantasía que su cerebro creó para entretenerse durante el coma.- Tengo este recuerdo... los dos tomando vino en un sillón, de noche en una sala oscura, justo en esta posición.- Susurró para después llevar las manos del moreno hasta sus caderas, un lugar que él no frecuentaba.- Creo que no es real... Creo que me faltan recuerdos, y que otros me sobran, pero no sé cómo encontrarlos.
Asintió suavemente. Era cierto después de todo que la manera de vengarse era acabando con la guerra y con el ejército que la sostenía. Y sobre todo porque tenían demasiado conocimiento sobre cómo suprimir la magia aunque aún no supieran crearla. Le parecieron duras las palabras de Reiv hacia Johan. No creía que alguien inconsciente lo estuviera por decisión propia, pero era incluso cómico todo lo que hacía por ocultar la preocupación que tenía por su hermano. Tras un momento de abrazos en un lugar tranquilo donde no tenían preocupaciones de ser atacados por enemigos, desaparecieron.
Llegaron rápidamente al piso donde habían estado con anterioridad una noche. Los muebles seguían siendo sombríos y no había cambiado nada, excepto que ahora se notaba un poco más la capa de polvo sobre las superficies. Fuera del hospital, aún con el aire viciado de la habitación, se sentía mucho más libre y menos frustrada que antes, incluso un poco más enérgica.
La chica se sentó primero en el sofá, descansando después de tanto, atrayéndolo a él para que hiciera lo mismo, que seguro llevaba días sin sentarse en algo cómodo. Pero aún así, tenía algo que comprobar después de los últimos horribles días y tras recordar a Johan. No dio ocasión de nada cuando tomó al moreno por las mejillas y lo atrapó en un beso. Se sentía torpe y un poco acartonada, pero recordaba la sensación como si nunca se hubiera ido. Esa electricidad que la recorría. En efecto, no podía comparar la urgencia que tenía de besar a Reiv con el espontáneo beso con Johan, y ahora lo recordaba bien todo.
Se abrazó del cuello de Reiv, con pereza pero suavemente. Aunque el inicio había sido caótico y apresurado, encontró rápidamente el ritmo decadente que le gustaba, llegando incluso a morderle suavemente el labio antes de separarse tan solo un milímetro, juntando su frente con la de él y rozando sus labios a ojos cerrados, jadeando suavemente por el esfuerzo.- ¿Nos hemos besado así alguna vez?- Preguntó, buscando algún recuerdo que hubiese quedado olvidado en la anestesia. Recordó besos, pero nada parecido. Siguiendo el instinto, se sentó lentamente a horcadas sobre su regazo. La posición le parecía familiar, pero el recuerdo era muy borroso, como si hubiese sido una fantasía que su cerebro creó para entretenerse durante el coma.- Tengo este recuerdo... los dos tomando vino en un sillón, de noche en una sala oscura, justo en esta posición.- Susurró para después llevar las manos del moreno hasta sus caderas, un lugar que él no frecuentaba.- Creo que no es real... Creo que me faltan recuerdos, y que otros me sobran, pero no sé cómo encontrarlos.
Prefiero no insistir en eso de que soy un negado, aunque sea cierto que tiene que enseñarme creo que no se me dará muy bien. Se me da mejor destrozar cosas que arreglarlas, y eso dice poco a mi favor a la hora de enseñarme a usar la magia de sanación. Tal vez no todos los magos estén hechos para aprender esa magia, por lo general cada uno tiene más afinidad con un determinado tipo de senda, lo que le hace más fácil controlar o manejar unas determinadas habilidades. Termino diciéndole que ya me enseñará, y además me esforzaré todo lo posible para evitar situaciones como la de la última batalla, por mucho que sepa que a veces es imposible esquivar esas cosas. Lo que sí haré es no cometer el error de separarme, aunque sea unos minutos.
Por fin dejamos atrás la isla Ouroboros, regresando al barrio de Londres en el que sigo teniendo el piso que me quedé hace unos años. No es gran cosa, pero me ha servido de refugio en varias ocasiones, y no me apetece mucho quedarme en el castillo Black sin estar Johan en él. Es como que sigue pareciéndome que no es mío, que no me corresponde. Al menos este sitio es "mío", por mucho que me haya colado. Cierro la puerta con llave una vez que estamos dentro, dejándome arrastrar al sofá a la primera oportunidad. No me da casi tiempo a acomodarme en el asiento, un inesperado beso de Juliet me sorprende gratamente. Pensaba que necesitaría dormir un poco más, que todavía estaría cansada, pero por lo visto necesita justo lo contrario, un poco de vida y libertad después de haber pasado allí tantos días. Correspondo enseguida, como una reacción instintiva que había echado bastante de menos. Las prisas del principio pasan poco a poco a medida que nos vamos coordinando, algo que no nos cuesta demasiado.
- Bienvenida a casa.- Apoyo mi frente contra la suya durante el breve instante en que nuestros labios se separan, con la respiración levemente agitada. Recuerdo besos con ella desde que dimos el primer paso, especialmente los del primer día en aquella playa, y los que vinieron después. Pero creo que no fueron como este. Tal vez no fueron así porque no habíamos tenido el miedo de perdernos para siempre. - No así...no exactamente. Tal vez en la playa, cuando te enseñé a nadar ¿lo recuerdas? aunque fue distinto. No sabría decir por qué. - cada momento tiene lo suyo, con sus similitudes y diferencias. Mantengo la mirada fija en ella mientras se sienta sobre mí y dirige mis manos hacia sus caderas, las cuales sujeto con firmeza. Hasta ahora no habíamos tenido un momento de tranquilidad para estar así los dos, y en los pocos momentos que habíamos tenido parecía que ella quería ir más despacio.
El caso es que esta posición se me hace familiar también, pero no termino de encontrar el recuerdo que dice. ¿Le habrá afectado a la memoria lo que le ha pasado? en el hospital parecía desorientada al principio, incluso llegué a temer que no me recordase. - Puede que lo hayas soñado...el vino es cosa de ricos, no tenemos de eso. Habrá que conformarse con cerveza. ¿Qué más pasaba después? podemos intentar adivinar cómo sigue. - pregunto con curiosidad, sonriendo de lado al escuchar eso de encontrar los recuerdos. - En eso puedo ayudarte. Los recuerdos se recuperan más con actos, vivencias, sensaciones, incluso palabras. Intentar recordarlos sin más suele fallar. - esta vez soy yo el que la atrae hacia mi, manteniendo una mano en su cadera mientras subo la otra hacia su nuca, besándola nuevamente con intensidad, quitándome así los miedos que había tenido desde que pasó lo del ataque. - ¿Qué te sobra? ¿qué te falta? ¿qué buscas? - susurro al volver a separarme levemente, alzando la mirada de sus labios a sus ojos.
Por fin dejamos atrás la isla Ouroboros, regresando al barrio de Londres en el que sigo teniendo el piso que me quedé hace unos años. No es gran cosa, pero me ha servido de refugio en varias ocasiones, y no me apetece mucho quedarme en el castillo Black sin estar Johan en él. Es como que sigue pareciéndome que no es mío, que no me corresponde. Al menos este sitio es "mío", por mucho que me haya colado. Cierro la puerta con llave una vez que estamos dentro, dejándome arrastrar al sofá a la primera oportunidad. No me da casi tiempo a acomodarme en el asiento, un inesperado beso de Juliet me sorprende gratamente. Pensaba que necesitaría dormir un poco más, que todavía estaría cansada, pero por lo visto necesita justo lo contrario, un poco de vida y libertad después de haber pasado allí tantos días. Correspondo enseguida, como una reacción instintiva que había echado bastante de menos. Las prisas del principio pasan poco a poco a medida que nos vamos coordinando, algo que no nos cuesta demasiado.
- Bienvenida a casa.- Apoyo mi frente contra la suya durante el breve instante en que nuestros labios se separan, con la respiración levemente agitada. Recuerdo besos con ella desde que dimos el primer paso, especialmente los del primer día en aquella playa, y los que vinieron después. Pero creo que no fueron como este. Tal vez no fueron así porque no habíamos tenido el miedo de perdernos para siempre. - No así...no exactamente. Tal vez en la playa, cuando te enseñé a nadar ¿lo recuerdas? aunque fue distinto. No sabría decir por qué. - cada momento tiene lo suyo, con sus similitudes y diferencias. Mantengo la mirada fija en ella mientras se sienta sobre mí y dirige mis manos hacia sus caderas, las cuales sujeto con firmeza. Hasta ahora no habíamos tenido un momento de tranquilidad para estar así los dos, y en los pocos momentos que habíamos tenido parecía que ella quería ir más despacio.
El caso es que esta posición se me hace familiar también, pero no termino de encontrar el recuerdo que dice. ¿Le habrá afectado a la memoria lo que le ha pasado? en el hospital parecía desorientada al principio, incluso llegué a temer que no me recordase. - Puede que lo hayas soñado...el vino es cosa de ricos, no tenemos de eso. Habrá que conformarse con cerveza. ¿Qué más pasaba después? podemos intentar adivinar cómo sigue. - pregunto con curiosidad, sonriendo de lado al escuchar eso de encontrar los recuerdos. - En eso puedo ayudarte. Los recuerdos se recuperan más con actos, vivencias, sensaciones, incluso palabras. Intentar recordarlos sin más suele fallar. - esta vez soy yo el que la atrae hacia mi, manteniendo una mano en su cadera mientras subo la otra hacia su nuca, besándola nuevamente con intensidad, quitándome así los miedos que había tenido desde que pasó lo del ataque. - ¿Qué te sobra? ¿qué te falta? ¿qué buscas? - susurro al volver a separarme levemente, alzando la mirada de sus labios a sus ojos.
A casa... Tú eres mi casa.- Murmuró en el momento que descansaron del arranque de pasión inicial. Ahora sabía que el moreno podía seguir el paso estando ambos cansados. Asintió después a su pregunta, pues sí, recordaba el día en la playa. Era un recuerdo oscuro en que solo sus ojos estaban iluminados con un gris plata hipnotizante.- Estábamos más tímidos... El miedo por perdernos era más inocente.- Susurró tras pensar un momento, acomodándose a gusto sobre el regazo del moreno. Había algo en su mirada que le gustaba. Quizás era la forma en que la miraba, con tanta fijeza, como hipnotizado, lo que la hacía sentir capaz todo.
Sonrió abiertamente mientras escuchaba la explicación del por qué su sueño no era real a la vez que comenzaba a besar ese espacio en su quijada que dividía su rostro del cuello debajo de la oreja.- Quizás eramos ricos. Quizás vi el futuro...- Sonrió ligeramente entre la felicidad y el sarcasmo.- Pero después... no hay nada nada. Son solo fragmentos, por eso creo que no son reales.- Puntualizó, recorriendo su mentón con los labios hasta llegar de nuevo a un par de centímetros de sus labios, sonriendo ante la propuesta.- ¿Y qué tan lejos estás dispuesto a ir por un recuerdo?- Pregunto, aunque el beso se convierte en una buena respuesta por lo intenso que es. Sabía bien que este era él, el que no se contenía y lo daba todo. Y también le daba pánico no estar a la altura de las circunstancias.
Relajó el cuerpo, colocando sus manos en el pecho del chico y deslizándolas con lentitud hacia abajo. Cuando llegaron al final de la camiseta, se atrevió a meter las manos debajo de ella, tocando piel con piel el abdomen musculoso del moreno. Su piel estaba caliente, o quizás eran las manos de la chica estaban demasiado frías. De cualquier modo, se dedicó a corresponder al beso hasta que quedó casi sin aire para responder a su pregunta.- Todas mis respuestas tienen tu nombre. Eres mi única manera de averiguarlo.- Susurró, continuando el beso, pero esta vez levantando ligeramente la camiseta del moreno hasta descubrir su vientre, acariciando con libertad su pecho. Se había dado cuenta hacía algunos besos que el recuerdo no seguía de aquella manera, pero pararlo parecía un pecado más grande que el que estaban cometiendo.
Sonrió abiertamente mientras escuchaba la explicación del por qué su sueño no era real a la vez que comenzaba a besar ese espacio en su quijada que dividía su rostro del cuello debajo de la oreja.- Quizás eramos ricos. Quizás vi el futuro...- Sonrió ligeramente entre la felicidad y el sarcasmo.- Pero después... no hay nada nada. Son solo fragmentos, por eso creo que no son reales.- Puntualizó, recorriendo su mentón con los labios hasta llegar de nuevo a un par de centímetros de sus labios, sonriendo ante la propuesta.- ¿Y qué tan lejos estás dispuesto a ir por un recuerdo?- Pregunto, aunque el beso se convierte en una buena respuesta por lo intenso que es. Sabía bien que este era él, el que no se contenía y lo daba todo. Y también le daba pánico no estar a la altura de las circunstancias.
Relajó el cuerpo, colocando sus manos en el pecho del chico y deslizándolas con lentitud hacia abajo. Cuando llegaron al final de la camiseta, se atrevió a meter las manos debajo de ella, tocando piel con piel el abdomen musculoso del moreno. Su piel estaba caliente, o quizás eran las manos de la chica estaban demasiado frías. De cualquier modo, se dedicó a corresponder al beso hasta que quedó casi sin aire para responder a su pregunta.- Todas mis respuestas tienen tu nombre. Eres mi única manera de averiguarlo.- Susurró, continuando el beso, pero esta vez levantando ligeramente la camiseta del moreno hasta descubrir su vientre, acariciando con libertad su pecho. Se había dado cuenta hacía algunos besos que el recuerdo no seguía de aquella manera, pero pararlo parecía un pecado más grande que el que estaban cometiendo.
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- La palabra casa u hogar significa mucho para una persona que se ha sentido desarraigada la mayor parte de su vida, sin tener un lugar al que poder llamar hogar, que lo fuese realmente. Por eso vale tanto para mí que ella me considere así, y creo que yo también he encontrado con ella alguien con quien realmente quiero estar. Todas las demás son historia ya. - Es cierto. Yo te recordaba mucho más tímida. - bromeo sin dejar de mirarla, recordando cómo de cortada parecía ella aquel día. A mi también me costó lanzarme, más de lo que pensaba. Supongo que inicialmente sólo soy más suelto si la persona no me importa demasiado. Dejo escapar una breve risa al escuchar eso de que quizás era el futuro y éramos ricos, cosa que veo casi imposible, sobre todo viendo el lugar en el que estamos. - Quién sabe, tal vez sí que lo viste. Recuerdo que una vez tuve una visión sobre el futuro...pero no era nada bueno. - y lo más inquietante es que pareció cumplirse, pues lo que vi en aquella imagen se asemejaba mucho a lo que luego fueron los campos de concentración para seres mágicos. Cierro un momento los ojos para apartar esa imagen de mi cabeza, no quiero que nada me estropee este momento.
El beso a modo de respuesta a la pregunta de Juliet consigue disipar rápidamente de mi cabeza cualquier pensamiento negativo, aunque me tomo un momento para contestar cuando nos separamos mínimamente. - Hasta donde haga falta. Vamos a comprobarlo juntos. - susurro antes de seguir con un nuevo beso más intenso y profundo que los anteriores, imprimiéndole ímpetu y muchas ganas mientras yo, al igual que ella, también voy buscando su piel bajo la blusa. Disfruto de los besos y las caricias que vamos encadenando con soltura, como si nuestros cuerpos se conociesen desde hace mucho tiempo y se estuviesen reconociendo de nuevo. Y aún así esta vez es diferente, como si nos viésemos atraídos sin control y sin intención alguna de tratar de detenerlo. Poco a poco voy tumbándome en el sofá con ella encima, dedicándome a ir besando y dejando algún que otro mordisco por su cuello.
Con el paso de los minutos la ropa comienza a sobrarnos, al igual que las palabras antes, así que antes de que pueda darme cuenta su blusa está tirada por algún lugar de la habitación. Dejo vía libre para que ella me vaya quitando también la mía y para que mis manos sigan recorriendo su piel, delineando cada curva de su cuerpo. - Ahora podemos tener nuevos recuerdos, recuerdos verdaderos.-
En un momento dado la alzo del del sofá, sujetándola por las caderas para que se sujete a mi cintura y llevándola así a la cama que está junto a la ventana. Dejo que ella quede de espaldas sobre el colchón, tomándome unos segundos para grabar su imagen y el momento en mi mente, algo que no será difícil debido al deseo que me invade en este instante.
Mentiría si dijese que no estoy algo nervioso por ser ella y por la voz de la conciencia que me dice que tal vez Juliet debería estar descansando, así que por ello intento estar pendiente de sus reacciones y ritmos en todo momento, por si acaso. Aunque en el fondo creo que esto le va a venir mucho mejor que los largos días de cautiverio. Me libro de mis botas un poco a lo bruto por no andar agachándome a quitarlas, tirándolas simplemente con los pies. Luego apoyo una mano en el colchón mientras voy inclinándome sobre ella lentamente, notando como la temperatura de ambos ha ido aumentado por momentos. Mi boca comienza a bajar desde sus labios al cuello, haciendo en un camino que me lleva hasta su vientre. Mi mano acompaña este mismo camino, llegando hasta el botón de su pantalón para desabrocharlo y colarse dentro de éste. Enseguida la despojo también de esa prenda, y pronto tendré que hacer lo mismo con los míos, pues mi cuerpo ya está reaccionando a todo este despliegue. Las caricias continúan por su cuerpo mientras dirijo una mano hacia su espalda para desabrochar hábilmente la parte superior de la ropa interior, tirándola por algún lugar de la habitación.
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La vida era muy diferente ahora que Reiv estaba junto a ella. Los días se pasaban entre momentos apasionados, ligeros arrebates, dobles sentidos y de repente timidez y bromas blancas. Mantener el ritmo era algo complicado, por supuesto, pero eso lo hacía retador. Sonrió gratamente cuando el moreno pareció alegre de que la timidez se hubiera desvanecido al menos parcialmente. Le gustaba además la manera en que él la miraba. Tan directa y deseosa, pero cariñosa.- Y yo que me creía muy liberada.- Bromeó con él, aunque lo único que recordaba haber hecho con él era aquel día en el mar, donde habían estado bastante cercanos el uno del otro. Los nervios también eran diferentes, pero sus manos eran igual de bienvenidas contra la piel. El sonido de su risa le saca una sonrisa, pues se sentía feliz de poder escucharlo tan relajado, lejano a todo el mundo, olvidado de todos los problemas.- Si no era nada bueno entonces no tiene lugar en este piso. Dejemos todo en la puerta.- Aún sin darse cuenta, aquella noche se estaban haciendo muchas promesas. Promesas que la ilusionaban y la hacían confiar ciegamente en Reiv, que de pronto se le hacía peligroso. Después de todo, no recordaba haber confiado ni dependido de nadie en demasiado tiempo, pero ese deseo que se escondía en la mirada del moreno la hacía sentir que los imposibles solo eran palabras.
Aceptó el nuevo beso, y la nueva promesa de comprobar juntos todo lo que fuera necesario para aclarar la mente de la chica. No tardó nada Reiv en llevar los besos a otro nivel. Cuando las caricias por debajo de la ropa entraron a juego, no pudo retener en la garganta un ligero jadeo al primer contacto. No se esperaba lo increíblemente deseosa que estaba de que la tocara ni lo sorprendida que se sentía de que lo hiciera. Y aún con todas las sensaciones, había algo tan familiar entre ellos que simplemente hacía todo más sencillo. Era acceder a seguir completamente el instinto, confiados de que así encontraban los lugares precisos en el cuerpo del otro.
Terminó encima de Reiv en algún momento, sintiéndose tan dueña de él que se tomó el atrevimiento de cubrirle los ojos con su camiseta mientras le obligaba a sacársela. Tuvo que desistir cuando la tomó en brazos para que pudiera ver el camino hasta la cama. Si bien se había sentido a la altura de las circunstancias, sí que se sintió intimidada cuando la penetrante mirada de Reiv la recorrió desde su altura tras recostarla en la cama. Tenía tal expresión de deseo que quedó prendada de su rostro. Sintió claramente el deseo de cubrirse, pero le dejó. Le dejó mirar si así lo quería, así como también le dejó besarle, tocarle y deshacerse de todo lo que le estorbaba con ayuda de la chica, hasta quedar a una sola prenda de conocerla enteramente. Se cubrió los pechos con las manos, aunque de nada serviría si los labios de Reiv querían dar un paseo.
Estaba comenzando a relajar la guardia, a dejarse ir, cuando se dio cuenta de que no estaban en igualdad de condiciones. Le empujó de encima suyo con una sonrisa en los labios, levantándose a la vez que le obligaba a él a erguirse, jalándole con el índice del borde de los pantalones por si se le ocurría dar un paso más para alejarse. Le miró con una sonrisa divertida que le anunciaba claramente lo que seguía. Desabotonó el pantalón sin dejar de verle a los ojos, sacando el cinturón y después deshaciendo el ziper hasta que sus dedos estuvieron a escasos milímetros de la entrepierna del moreno. Tuvo que lamerse los labios, pues la expectativa le había y los nervios le secaban la boca.-¿Es muy tarde para dejarlo?- Preguntó en voz baja, aunque era claro que era lo último que deseaba.- ¿Qué tanto podemos estirar el borde antes de cruzarlo?
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- El trayecto del sofá a la cama es bastante breve, y en cuanto llegamos termino de ayudarla a deshacerse de mi camiseta, que acaba también tirada por algún lugar del cuarto. A partir de ahí continuamos con lo que habíamos empezado en el sofá, dejándonos llevar de manera instintiva, casi sin pensar. No pasa mucho tiempo hasta que ella termina con una única prenda de ropa, permitiéndome contemplarla como nunca antes. La parte de su anatomía recién descubierta incrementa aún más si cabe el deseo, invitándome a explorar esas suaves y redondeadas formas. Una de mis manos sube por su costado, dispuesta a recorrer esa nueva zona, aunque Juliet se cubre antes de que llegue ahí.
La miro algo confuso cuando me empuja hacia atrás para que me retire, volviendo a ponerme en pie frente a ella, que queda sentada en la cama. Por un instante se me pasa por la cabeza que tal vez he ido muy rápido con eso de la emoción del momento, aunque no estoy tan seguro de ello cuando la pelirroja comienza lentamente a desabrocharme el pantalón con esa sonrisa de picardía que me desarma por completo. La tensión va en aumento cuando se detiene tan cerca de la entrepierna, aunque por ahora no hago nada, permaneciendo estático tras la pregunta de si es demasiado tarde para dejarlo. Es la impresión que me dio hace un momento cuando me echó hacia atrás, pero al expresarlo de viva voz me deja más claro que parece estar dudando. Niego con la cabeza lentamente.
- No, claro que no. Nunca es demasiado tarde. Podemos dejarlo en cualquier momento, podemos parar cuando tú quieras...si es lo que deseas. - respondo en voz baja, mirándola fijamente a los ojos para intentar descifrar en ellos qué es lo que piensa. - Siento si me he precipitado y he dado las cosas por sentadas. - puede que me confundiese al creer que ella también quería seguir. Ahora me siento un poco capullo por no haberle dado más espacio después de los malos días que ha tenido. Tal vez hayan influido las ganas que tenía de estar con ella y el maldito miedo que tuve al pensar que podía perderla. Tampoco lo he pensado mucho, ha ido surgiendo todo en el momento. Lo de aguantar antes de cruzar el borde no sé si interpretarlo como a largo plazo o si se refiere únicamente a este momento. Si habla de este momento supongo que los tiempos de reacciones fisiológicas del propio cuerpo no se pueden controlar. - No lo sé, si quieres lo descubrimos juntos. Tú decides .- extiendo los brazos a ambos lados del cuerpo durante un momento antes de bajarlos de nuevo, como diciéndole que aquí estoy, dándole a entender que debe ser ella la que dé el siguiente paso en caso de que quiera continuar.
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No me di cuenta el momento exacto en el que la situación se calentó tanto. Pero sí me di cuenta de las manos de Reiv, recorriendo mi piel, y sobre todo mis costados. Vi claramente la confusión en su rostro cuando cubro mis pechos y tengo que contener una carcajada, pues me invita a seguir jugando al estira y afloja. Me encanta esa mirada, no lo puedo negar, tan perdido y después tan entrado en el momento. Y no es que me guste pelear en todo, pero me cuesta mucho rendirme a la primera y ceder el control.
Me gusta especialmente el momento en el que entiende que voy en serio al desabrochar el inferior de su atuendo. Se queda tan quieto que me da por pensar que ha dejado hasta de respirar por la emoción del momento, pero luego son mis palabras las que lo confunden otra vez, y esta vez si me muerdo los labios, conteniendo una gran sonrisa al escuchar la ternura con la que sus palabras salen. Tapé sus labios con los dedos, e incluso le rodee con los brazos, dándole besitos para tratar de callarlo, pero simplemente no pude. A fin de cuentas, solté una carcajada cuando se disculpa por ir tan rápido. Le di el abrazo más fuerte que pude y un beso rápido antes de que me dejara a mi la decisión. Una decisión demasiado fácil para mi, pero que había complicado un poco por estar jugando. Le tomé las manos rápidamente y le hice abrazarme mientras le besaba con cariño. No había sentido su pecho estando los dos tan descubiertos y era algo más profundo pues se sentía tranquilamente el calor que el moreno emitía. Sostuve su barbilla para que nuestros ojos se conectaran, pasando un minuto entero en ese gris azulado que tanto me encanta.- No te disculpes, todo va excelente... ¿Quieres que te convenza con palabras o con besos? - Aunque yo ya sé mi respuesta, y probablemente la suya, le dejo un suave beso en los labios, continuándolo a ojos cerrados mientras mi mano se desliza de su barbilla, y por los costados de su pecho, hasta su vientre. Con el otro brazo rodeo su cuello para acercarle, profundizando el beso de nuevo. No tardo demasiado en volver al humor en el que estaba hace unos minutos, pero con un toque menos de amor salvaje y más de cercanía.
Tras unos minutos, me atrevo empujar poco a el pantalón del moreno hacia abajo tranquilamente y sin prisas. Cuando está más cerca del suelo que de mis manos uso las piernas para hacerlo llegar hasta el suelo. Ya él se encargaría del resto.- Relájate de nuevo, solo tenía curiosidad. Y te deseo tanto... Me gustó mucho cómo tomabas el control. Quiero comprobar que esa pasión que tienes por la pelea también la tienes en otros rubros.- Pedí mientras le tomaba de nuevo de las manos. Di un par de pasos atrás y pronto volvimos a la cama. Me senté y después subí completamente, atrayéndolo a mi lado, aunque después me senté sobre él para imitar de nuevo la posición del sillón. Esta vez, hubo una confesión que hacer.- Mi recuerdo no seguía así... para nada. Pero esto es mucho mejor.- Aunque sonaba imposible en mi cabeza, terminé por pegar todo mi cuerpo al suyo, llevándome una sorpresa, pues al parecer había subestimado a Reiv en cierto aspecto cercano a su entrepierna. Me daba alegría saber que no lo había desanimado. Paseé mi pulgar desde la base de su cuello hasta la barbilla, levantándole el rostro para que me viera.- No más interrupciones. Un beso más y caemos al vacío.- Sentencié en un susurro, acercando mis labios a los suyos hasta que rozaron, esperando a que fuera él quien iniciara el beso, a modo de cortesía para tener también su consentimiento implícito. Quizás si él supiera lo ansiosa que me pone, el deseo caliente que tengo en las venas por su culpa, no habríamos tenido esta ligera pausa.
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- Mi confusión respecto a lo que quiere ella dura algunos segundos más, aunque el espacio y el tiempo que le dejo para decidir se acortan considerablemente cuando me responde con pequeños besos y ese abrazo tan cálido. Tal es la cercanía que incluso podrían sentirse los latidos del otro, más desbocados que de costumbre.Es la primera vez que nos abrazamos de ese modo, sintiendo piel con piel, sin prenda alguna de por medio. Mi mirada se encuentra con la suya cuando ella alza mi barbillla, confirmándome que todo va bien y que no hace falta que me disculpe. - Tenía que asegurarme antes de seguir, por mucho que lo desee. Pero puedes seguir convenciéndome...- murmuro con media sonrisa antes de que comience a hacerme esa demostración con besos de la que me ha hablado, dejando que sea ella en un principio la que de el primer paso tras el breve receso. El ritmo de los besos se va intensificando, aunque con un ritmo diferente al de antes. Mis manos vuelven a sentirse libres para recorrer su cuerpo, sin pausa pero sin prisa, como si fuese un explorador descubriendo nuevos territorios. En algún momento mi pantalón cae con la ayuda de Juliet, así que sin mucho esfuerzo termino de librarme de él, dejándolo por el suelo. Sus palabras ya no dejan lugar a dudas, al menos por ahora.
- Fue instintivo...en el fondo creo que llevo mucho tiempo queriendo esto. - como si fuese inevitable y lo tuviésemos pendiente, iba a suceder tarde o temprano, aunque el destino o lo que sea no nos lo haya puesto fácil. - Eh, no todo va a ser pelear. - bromeo en un susurro cuando dice eso de la pasión en otros ámbitos, dejándome arrastrar a la cama de nuevo cuando ella tira de mis manos. Rodeo su cintura con mis manos cuando vuelve a sentarse sobre mí, aunque enseguida se deslizan hasta sus caderas, agarrando a ambos lados con firmeza y presionando mi cadera contra la suya. Su confesión me deja con intriga y curiosidad, aunque es cierto que las sensaciones del momento son más apremiantes que el misterio. - Tendrás que contarme el final de ese recuerdo, no lo olvides...aunque creo que esté será mejor. - a partir de este momento lo descubriremos, con ese caer al vacío que menciona ella y que me provoca una agradable sensación de vértigo por la expectativa.
Simplemente tenemos que dejarnos llevar, y así lo hago cuando por fin doy el pistoletazo de salida con ese nuevo beso que inicio yo. Éste va tornándose más apasionado, hasta que mi boca comienza a bajar tras unos intensos y cada vez más apremiantes besos que finalizan en un pequeño mordisco en el labio inferior, pasando después a su cuello, escote y finalmente deleitándose en sus pechos. El contacto de su pelvis sobre la mía ya es suficiente para incendiarme, aunque todavía quede una última prenda de ropa a ambos. Voy subiendo mis manos por sus muslos hasta sus nalgas, lugar en el que me detengo para comenzar a bajar la última prenda de ropa que le queda a ella. La bajo sólo hasta mitad de sus muslos, volviendo a recorrer uno de ellos con una mano, pero esta vez por la cara interna. Al llegar al final del camino comienzo a acariciar aquella zona, dedicando ahí el tiempo suficiente. Finalmente terminamos despojándonos mutuamente de toda prenda, descubriéndonos completamente desnudos el uno delante del otro.
La miro directamente a los ojos con media sonrisa, comprobando que poco después ya parece estar lista tras los placenteros preliminares. Me incorporo hasta sentarme con ella encima sentada a horcajadas, con una mano agarrando su muslo y subiendo mi otra mano desde su zona íntima para acariciar su espalda, haciendo una pausa de apenas unos segundos en la que apoyo mi cabeza en su hombro. Toda mi atención está puesta ahora en su rostro, en su mirada. Me fundo con ella en un apasionado beso previo a lo que viene, de lo que seguro ya se ha percatado. La voy recostando de espaldas mientras me sitúo entre sus piernas, apoyando mis manos a ambos lados de su cuerpo para quedar completamente sobre ella. Uno mi cadera con la suya, entrando en ella lentamente sin dejar de mirarla a los ojos en todo momento. Cuando termino de penetrarla dejo que salga de mis labios un leve gemido, cerrando los ojos mientras apoyo mi frente contra la suya en el momento de esta primera unión, que precede a lo que viene a continuación. No hay que dar nada por supuesto, a punto estuve de no poder decírselo. - Te quiero...Juliet. - susurro rozando mis labios contra los suyos, todavía intentando creerme que esto está sucediendo.
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Sonreí sorprendida al escuchar la confesión de Reiv, pues en parte nunca habría creído que él me deseaba tanto de esta manera. Aunque, ahora, claramente se le nota en cada poro de la piel. Me siento un poco tonta de no haber caído antes en que aquello era lo que él deseaba, pero sentía en esa necesidad de recordar una pared que me impedía ir más allá a las razones verdaderas. Ignoré aquel bloqueo totalmente, pues mi mirada estaba perdida en la de él.- De mi parte, creo que fue más espontáneo.- Bromeo, aunque por ahí iba la cosa y realmente el deseo había surgido del acercamiento.
Finalmente, caemos a la cama de nuevo. No puedo pensar en nada que no sea el deseo tan ardiente que tengo por besarlo. Y aunque es lo más apremiante ahora, quiero más de él. Así que cuando me besa, dándome su consentimiento sellado, decido dejar de frenarme. Recorrí su abdomen con mis manos hasta que se familiarizaron con él, incluso bajando un poco más cuando Reiv decidió unir tan fuertemente nuestras caderas, hasta llegar a rozar con las yemas de los dedos aquella parte de su cuerpo que aún permanecía sin descubrir. No pude evitar un jadeo cuando sus labios encontraron el camino hasta mis pechos, sorprendida de que aquello era sorprendentemente placentero. Tanto pasaba al mismo tiempo que a momentos mi mente parecía apagarse y dejarse arrastrar al abismo en el que caíamos, solo que la caída no era dolorosa, sino que se sentía como algo natural.
Tan placentera como repentina se volvió la situación cuando las manos de Reiv llegaron justo al lugar adecuado. Como acto reflejo, le tomé por la muñeca con rapidez, aunque ya no supe si fue para quitarla de inmediato u obligarla a quedarse. Apenas abrí los ojos pude comprobar la sonrisa arrogante del moreno debajo mío, supuse que por ver mi cara de satisfacción. Tuve que cubrirme el rostro, pues no me había percatado de la manera tan fija como me miraba, mas terminó rápido, pues un beso profundo me quitó de nuevo la pena, y cuando menos esperé, Reiv estaba de nuevo dominando la situación encima mío. Su ternura y consideración constrastaban mucho con su determinación y el deseo con que se entrega, pues cuando menos lo esperé, estaba ya entrando lentamente a mi. Le sostuve la mirada lo más que pude, hasta que un gemido suave a la mitad se escapó de mis labios. Un par más siguieron al primer sonido, coronándose con el que Reiv dejó escapar de sus labios antes de unir nuestras frentes. Si aquel era su rostro al iniciar, estaba segura de que el final sería poesía pura. Fue entonces cuando sus palabras me tomaron por sorpresa. Quizás en mi rostro se notó también. Tomé entonces su rostro con ambas manos. No iba a dejarle ir facilmente después de aquella confesión.- También te quiero, Reiv. Te quiero...- Finalicé con un suspiro, besándole cuando el cuerpo logró acostumbrarse a los extraño de la posición y al tamaño del miembro del moreno. Me atreví a mover un poco las caderas en círculos para acomodarme mejor bajo Reiv. Me encantaba sentir su peso sobre mi, como si pudiera fundirse conmigo. Le abracé por la espalda cuando comenzó a moverse de nuevo, y no pude contener mis suaves gemidos, que a medida que los minutos pasaban iban haciéndose continuos. Mientras tanto, mis labios comenzaban a decir su nombre entre jadeos, asegurándome de que supiera las sensaciones imposibles que nacían desde dentro.
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Al final conseguí decir esas dos palabras que pensé que no iba a decir nunca, sintiéndolas realmente. He quedado mucho más atrapado por ella de lo que podría haber imaginado, aunque desde el primer momento en que nos conocimos notase esa conexión entre ambos. Es como si ya nos conociésemos de antes, aunque por primera vez siento que hemos llegado mucho más allá, tras unir nuestros cuerpos en uno. La expresión del rostro de Juliet al escuchar mis palabras es digna de recordar, al igual que sus propias palabras. Esa confesión entre ambos queda sellada a continuación al comenzar a besamos nuevamente con intensidad, disfrutando de las caricias, del calor al contacto de nuestros cuerpos enredados piel con piel y de la agradable sensación de calidez de estar en su interior. Aguardo a que ella se acomode mejor moviendo sus caderas ligeramente, dándole un poco de tiempo para que se acostumbre.
Dejo escapar un suspiro en su cuello antes de besarla ahí, bajando después mis labios a sus pechos. Enseguida comienzo a ir y venir pausadamente, manteniendo un movimiento de cadera acompasado con el de ella, lento pero marcado y profundo, disfrutando de cada parte e instante del recorrido. En cada movimiento voy empujando cada vez un poco más al final, incrementando las sensaciones que provoca el movimiento. Nunca había escuchado mi nombre de sus labios como en este momento, con su voz cargada de placer, y es algo que me hace arder por dentro todavía más, si eso es posible. Pasado ese primer momento mi cadera empieza a moverse ágilmente, con movimientos rítmicos y vigorosos. Dirijo una de las manos que tengo en el colchón hacia una de sus manos, entrelazando nuestros dedos y apretando en ciertos momentos mientras intercalamos besos y algún que otro mordisco por el cuello. La rapidez de nuestros movimientos va en aumento, aunque sin llegar a la brusquedad. Con el paso de los minutos la intensidad y la velocidad se incrementa, mientras mi respiración se va volviendo más agitada e irregular, con algún que otro jadeo por la frenética actividad. No sabría decir el tiempo que ha transcurrido, pues he perdido la noción de éste.
Subo de nuevo buscando esos labios y esa mirada que tanto me gustan, sintiendo que se acerca ya el punto álgido, el clímax. Continúo el tiempo necesario hasta que notar que ella también está cerca, para así poder llegar ambos a la vez. Mantenemos el ritmo hasta que soy consciente de que ella está ya en el mismo punto que yo, estremeciéndome entre su cuerpo y empujando con fuerza y en profundidad unas últimas veces. Cierro los ojos un instante y dejo escapar un sonido de placer mientras me libero por fin en su interior, dejando después reposar la cabeza sobre su pecho a la par que la abrazo. En este momento me siento la persona mas afortunada del mundo al estar entre sus brazos, por haber compartido esto con ella. No tengo palabras que se ajusten a lo que querría decir. Trato de acompasar la respiración durante el tiempo tras terminar que permanecemos así, todavía unidos, dándole un suave beso en los labios antes de salir definitivamente de ella. Me retiro para yacer a su lado, tendiéndome boca arriba. Ladeo la cabeza para mirarla con una sonrisa cómplice, más feliz en este instante de lo que he estado en mucho tiempo.
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La mirada con que Reiv reacciona ante mis palabras me llena de felicidad, pues pareciera que era justo lo que esperaba, una correspondencia en sentimientos y en palabras que solo se puede sellar con un te quiero. Y el hecho de que ambos estuviéramos en la misma sintonía hacía de aquella ocasión algo mucho más profundo que un sexo ocasional. Y así se sentía. Parecía que incluso los latidos de ambos corazones se igualaban mientras se llevaba a cabo aquel beso definitivo.
Los besos, las caricias, las mordidas que de repente llegaban a mi cuello y la sensación de tenerlo dentro se complementaban a la perfección. Cada caricia se proyecta como mariposas recorriendo mi piel. Afortunadamente había iniciado con un ritmo lento, pues era difícil resistir los impulsos y la lentitud ayudaba a sobrellevar mejor el fuego que me quemaba por dentro. El momento se vuelve incesante a medida que se apresura un poco la velocidad. Aparte de su nombre, de mi boca salían algunas palabras con el fin de alentarlo a seguir, con tal de hacerle saber que lo que hacía aún iba conforme a lo que ambos queríamos. No podía ignorar que me encantaba tenerlo tan cerca y tan adentro, y que no podía recordar una ocasión en la que la felicidad fuera más plena entre ambos. A medida que la situación se hacía más demandante, mis labios correspondían con el nombre del moreno y, sin quererlo, con un arañazo en la espalda o alguna mordida en su hombro.
Si acaso se podía, entrelazar nuestras manos se volvió un gesto aún más explicito de que la unión era algo que no solo estaba en mi cabeza. El vínculo existía y era más fuerte que las dudas que existían. Mucha más fuerte que los sentimientos negativos y más duradero que los días. Solté una carcajada cuando mi cuello fue atacado por el vampiro en turno, mordiéndome con suavidad. Me tomé entonces el tiempo para cerrar los ojos y disfrutar de lo que venía. Me gustaba verle, pero sentirle y oírle sin interrupción era algo igual de apremiante. Escuché entonces el claro momento en que su respiración se comenzó a agitar por la colina que su cuerpo había comenzado a subir. Aquella agitada y tropicosa pendiente en la que la cima era el placer mismo. Abrí entonces los ojos, observando en su mirada aquel deseo tan cristalino como nunca antes. Él nunca me había mirado así. Sus ojos siempre fueron respetuosos, y aquel día el respeto se había perdido de una manera más que aceptable cuando su mirada recorría mi cuerpo. Fue aquella mirada el disparador de mi deseo, compartiendo ahora la misma sensación de estar cerca de la cima. Su nombre salió de mis labios con más ímpetu. Con más volumen y fuerza. Era él lo que necesitaba, y tras unos instantes, la entrega máxima entre ambos llegó a su unión y cumbre. Le abracé con fuerza contra mi pecho, deseando que fuera aquel momento algo que quedara en la memoria para siempre. El calor entre ambos se siente bien. Sus manos abrazándome y su pecho ligeramente sudad por el esfuerzo se sentían bien. En aquel momento, mi mente no tenía conciencia del mundo afuera de aquella habitación.
Reiv se quitó muy rápido de encima, o eso me pareció. Me hubiera agradado sentir su peso un instante más, pero era claro que descansar era ahora una prioridad. Fue hasta que salió de mi cuando sentí realmente el dolor en las caderas por la falta de costumbre en la posición. Cerré las piernas, pegando las rodillas al cuerpo y rodeándolas con los brazos. Nuestras miradas se conectaron en un momento perfecto, soltando una risilla por todo lo que acababa de ocurrir, adorando la felicidad de Reiv. Todo iniciado por un recuerdo incompleto...
Eres...- La verdad que traté de ponerle un adjetivo a lo que acababa de ocurrir, pero ninguno era lo suficientemente bueno. Dejé la palabra en el aire, aunque mi sonrisa probablemente lo decía todo.
Se sentía mucho más ligera de lo que nunca se había sentido, relajada al extremo en que su cuerpo ya no pesaba y las preocupaciones y los malos pensamientos que siempre la acompañaban se esfumaban mientras se fundía con el colchón. Nunca había tenido una sonrisa tan sincera como en aquel instante. Giró el cuerpo hacia él, recostándose de lado sin tocarle. La respiración casi se había recuperado, pero los latidos de su corazón aún corrían desbocados. Quizás el esfuerzo había sido demasiado grande para su cuerpo maltrecho a pesar de que fue Reiv quien hizo todo el trabajo. Y aunque tenía una pequeña duda de si aquella había sido la primera ocasión en la que hacían el amor, la sonrisa de Reiv le afirmaba y hacía que nada de eso importara.- ¿Cómo podemos aprender a parar el tiempo? - Preguntó cuando el pensamiento se le cruzó por la cabeza. Quería guardar esa sonrisa y el gris tan profundo de su mirada y parar la historia. No le importaba si el mundo se acababa si lo último que veía era el rostro feliz del hombre al que más amaba.
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No necesitamos decir nada después de lo que ha sucedido entre nosotros, es suficiente con en el momento en que nuestras miradas se encuentran y conectan, haciendo que ambos sonriamos. Poco a poco voy recuperando el ritmo de respiración normal, aunque tardaré algo más en volver a poner los pies en la tierra, en retornar a la realidad. Hemos conseguido olvidarnos de todo, en esos momentos nada más existía. Alzo una mano para acariciar la mejilla de Juliet con suavidad, mirándola embelesado. - Joder...me encantas, toda tú ¿cómo he podido estar tanto tiempo sin encontrarte? - es como si todo este tiempo hubiese estado buscando algo, o alguien, sin ser capaz de encontrarlo. Y ahora que está aquí ya sé lo que era, aunque me cueste creer en estas cosas pienso que detrás hay algún tipo de conexión que no termino de descubrir. Prácticamente nadie ha conseguido interesarme de verdad, no de esta manera. La pregunta que hace ella es casi más complicada que la que he hecho yo, así que creo que no puedo responderla, a pesar de que me gustaría hacerlo tanto como a ella.
- Ojalá fuésemos capaces de hacerlo. No sé cómo...tal vez aprender a usar alguna magia que sirviese...para quedarnos así, como ahora. - pero ambos sabemos que este momento no volverá, al menos no de la misma manera. - Sólo podemos aprovechar lo que tenemos y lo que vendrá. Eso podemos hacerlo mientras estemos juntos. - bueno, en teoría yo desapareceré antes que ella por eso de las diferencias en años de vida que tiene cada raza, pero no voy a arruinar ahora el momento hablando de eso. La atraigo hacia mí para abrazarla, pasando un brazo por encima del hombro sobre el que no está apoyada en la cama. Después, con el otro brazo, tiro de una pequeña manta que hay a un lado de la cama para así taparnos a ambos ahora que hemos dejado de usar la "calefacción" de nuestros propios cuerpos. Suspiro al terminar de reacomodarme con ella, tan relajado y despreocupado como si el mundo no se estuviese acabando ahí fuera.
Pasados un par de minutos la miro con media sonrisa de picardía, poniendo un dedo en su nariz un momento. - Tomaremos esto como una terapia de choque para hacer que te recuperases del todo. - al principio dudé por si ella no estaba en condiciones, pero finalmente resultó todo mejor de lo que hubiese esperado. - Ahora ya sí que deberías descansar...- comento más en serio, dejando un poco la broma de antes. Tampoco hay que abusar del esfuerzo después de lo que le sucedió, no le vendrá mal dormir un poco sin preocupaciones. Ya tocara mañana salir de aquí y volver a enfrentarse a lo que hay en el exterior.
- Ojalá fuésemos capaces de hacerlo. No sé cómo...tal vez aprender a usar alguna magia que sirviese...para quedarnos así, como ahora. - pero ambos sabemos que este momento no volverá, al menos no de la misma manera. - Sólo podemos aprovechar lo que tenemos y lo que vendrá. Eso podemos hacerlo mientras estemos juntos. - bueno, en teoría yo desapareceré antes que ella por eso de las diferencias en años de vida que tiene cada raza, pero no voy a arruinar ahora el momento hablando de eso. La atraigo hacia mí para abrazarla, pasando un brazo por encima del hombro sobre el que no está apoyada en la cama. Después, con el otro brazo, tiro de una pequeña manta que hay a un lado de la cama para así taparnos a ambos ahora que hemos dejado de usar la "calefacción" de nuestros propios cuerpos. Suspiro al terminar de reacomodarme con ella, tan relajado y despreocupado como si el mundo no se estuviese acabando ahí fuera.
Pasados un par de minutos la miro con media sonrisa de picardía, poniendo un dedo en su nariz un momento. - Tomaremos esto como una terapia de choque para hacer que te recuperases del todo. - al principio dudé por si ella no estaba en condiciones, pero finalmente resultó todo mejor de lo que hubiese esperado. - Ahora ya sí que deberías descansar...- comento más en serio, dejando un poco la broma de antes. Tampoco hay que abusar del esfuerzo después de lo que le sucedió, no le vendrá mal dormir un poco sin preocupaciones. Ya tocara mañana salir de aquí y volver a enfrentarse a lo que hay en el exterior.
La calma después de la tormenta nunca había sido tan dulce y deseada, sobre todo por las atenciones, las caricias y las palabras que Reiv tenían para con la pelirroja. Era también su mirada la que le obligaba a estar atenta a cada palabra que decía, cada una más dulce que la anterior. No había manera de responder a su pregunta, así que solo sonrió apoyando su nariz junto a la del moreno.- ¿Crees que el resultado habría sido el mismo si nos hubiésemos encontrado antes? - Preguntó con ligera ingenuidad. No recordaba aún muchas cosas de antes de conocerle, pero la mente se le iba despejando con rapidez suficiente para saber que era muy arisca, introvertida y solitaria justo antes de encontrarle, todo lo contrario que ahora, con él al menos. Él había sido su golpe de suerte.
Sonrió mientras escuchaba la respuesta del moreno a su propia pregunta. Aprender una magia nueva no le parecía mal, aunque sonaba a que no sería algo permanente, sino que sería un momento perdido en el tiempo y después todo a la normalidad. La felicidad permanente y la ausencia de temor parecía un lujo que pocos se daban... Asintió suavemente a sus palabras, aunque no le gustó el tono que le dio al final de su oración. Las tres palabras habían sonado como una sentencia muy dura. Como si, a fin de cuentas, hicieran lo que hicieran, la desgracia fuera cuestión de tiempo. Se dejó abrazar, justo a tiempo para ocultar su rostro contra el cuello del moreno para que no viera su confusión. Quería volver al estado juguetón de un inicio, pero había tantas cosas en contra que la realidad cayó pesadamente sobre su mente. Le abrazó con fuerza por el torso, juntando ambos cuerpos en perfecta unión debajo de las mantas, justo cuando le pasó por la cabeza un escenario diferente.
Con gusto, mordió la punta del dedo que él había puesto en su nariz, volviendo en un instante al momento actual. El momento en donde eran felices, donde la duda no pesaba y donde no importaba que el mundo se estuviera acabando.- Dicen que las terapias duran tanto como la enfermedad... ¿Cuánto tiempo estuve desmayada? - Preguntó implicando que el 'tiempo en cama' necesario para recuperarse sería también bastante. Ahora que había probado las bondades de la intimidad de pareja, se sentía un tanto ansiosa por más, aun cuando él parecía también cansado y eso la detenía.- ¿Quieres decir que no habrá segunda ronda? Te estaba dando tiempo a recuperarte... - Hizo un puchero de profunda indignación mientras acariciaba los costados del moreno con las yemas de los dedos, traveseando un poco a ver si volvía a encender esa pasión con la que habían iniciado, aunque tenía sus dudas. Le soltó un suave y juguetón beso sobre los labios, con toda la intención de que aquella noche ninguno de los dos durmiera. Estiró cada músculo del cuerpo al más puro estilo felino, y después se relajó junto al moreno, dedicándole un beso más suave y pasmado, deleitándose gratamente con la forma de sus labios mientras la pasión se volvía un cariño arrollador y tranquilo.- Dí mi nombre... - Pidió, aunque sabía que sonaría un poco raro.- Me gusta cuando dices mi nombre. Como si dieras por hecho que ya soy tuya. Como si el tiempo no pasara... - Explicó, esperando a si el moreno accedía a la petición. Esperaba que si, pues al menos así podría descansar si eso era lo que él deseaba, con la certeza de que lo que acababa de ocurrir no era simplemente un momento que se perdería en su memoria.
Sonrió mientras escuchaba la respuesta del moreno a su propia pregunta. Aprender una magia nueva no le parecía mal, aunque sonaba a que no sería algo permanente, sino que sería un momento perdido en el tiempo y después todo a la normalidad. La felicidad permanente y la ausencia de temor parecía un lujo que pocos se daban... Asintió suavemente a sus palabras, aunque no le gustó el tono que le dio al final de su oración. Las tres palabras habían sonado como una sentencia muy dura. Como si, a fin de cuentas, hicieran lo que hicieran, la desgracia fuera cuestión de tiempo. Se dejó abrazar, justo a tiempo para ocultar su rostro contra el cuello del moreno para que no viera su confusión. Quería volver al estado juguetón de un inicio, pero había tantas cosas en contra que la realidad cayó pesadamente sobre su mente. Le abrazó con fuerza por el torso, juntando ambos cuerpos en perfecta unión debajo de las mantas, justo cuando le pasó por la cabeza un escenario diferente.
Con gusto, mordió la punta del dedo que él había puesto en su nariz, volviendo en un instante al momento actual. El momento en donde eran felices, donde la duda no pesaba y donde no importaba que el mundo se estuviera acabando.- Dicen que las terapias duran tanto como la enfermedad... ¿Cuánto tiempo estuve desmayada? - Preguntó implicando que el 'tiempo en cama' necesario para recuperarse sería también bastante. Ahora que había probado las bondades de la intimidad de pareja, se sentía un tanto ansiosa por más, aun cuando él parecía también cansado y eso la detenía.- ¿Quieres decir que no habrá segunda ronda? Te estaba dando tiempo a recuperarte... - Hizo un puchero de profunda indignación mientras acariciaba los costados del moreno con las yemas de los dedos, traveseando un poco a ver si volvía a encender esa pasión con la que habían iniciado, aunque tenía sus dudas. Le soltó un suave y juguetón beso sobre los labios, con toda la intención de que aquella noche ninguno de los dos durmiera. Estiró cada músculo del cuerpo al más puro estilo felino, y después se relajó junto al moreno, dedicándole un beso más suave y pasmado, deleitándose gratamente con la forma de sus labios mientras la pasión se volvía un cariño arrollador y tranquilo.- Dí mi nombre... - Pidió, aunque sabía que sonaría un poco raro.- Me gusta cuando dices mi nombre. Como si dieras por hecho que ya soy tuya. Como si el tiempo no pasara... - Explicó, esperando a si el moreno accedía a la petición. Esperaba que si, pues al menos así podría descansar si eso era lo que él deseaba, con la certeza de que lo que acababa de ocurrir no era simplemente un momento que se perdería en su memoria.
Tal vez en un universo paralelo todo hubiese sido distinto si nos hubiésemos encontrado antes, o tal vez no. Puede que no hubiésemos llegado hasta aquí. - Puede ser, habríamos aprovechado más el tiempo, en lugar de perderlo con personas que no nos llenaban lo suficiente. Creo que no sé explicarlo, pero antes no terminaba de encajar con prácticamente nadie. Yo qué sé, seremos raros. - en su caso no es que ella tuviese mucha elección, siendo que pasó tanto tiempo esclavizada. En el mío sí pude elegir, más o menos, pero las cosas nunca terminaron de salir bien. Guardo silencio durante algunos segundos más mientras pienso en eso, acabando por darle un beso en la cabeza para disipar cualquier duda de que estoy más que satisfecho en el aquí y ahora. - Aunque eso ya da igual.- añado mientras acaricio distraídamente su brazo, protestando por lo bajo cuando me muerde el dedo que puse sobre su nariz.
Me saca una media sonrisa con su comentario de la terapia y el tiempo requerido, como si una cosa tuviese que ser equitativo. - Claaro, yo te cuido el tiempo que haga falta. Estuviste unos diez días, entre unas cosas y otras. Pero fuiste lo suficientemente fuerte para sobrevivir a todo eso. - fueron unos días bastante jodidos, especialmente para ella, aunque el resto también estuviésemos muy preocupados por su estado. Eso de que quiera segunda ronda es buena señal, tanto porque significa que ya está perfectamente como porque le haya gustado. La miro con renovada picardía al comprobar que estaría interesada en seguir un poco más, algo que demuestra no sólo de palabra sino con su beso y tentativas de juego.
- No sé, no sé...tendrás que convencerme, conquistarme...esas cosas.- bromeo para ver qué se le ocurre, añadiendo después. - Va, no seré yo el que se niegue a otra ronda...en todo buen combate son tres asaltos, y me recupero rápido. Prefiero eso a los asaltos del club de la lucha aquel, ¿recuerdas lo mal que lo hice? hasta tu tío apostó en mi contra. Ahí también debería volver a por otra ronda. - me río mientras comento algunos de esos recuerdos que tengo en común con ella, que por el momento ya van siendo unos cuantos. La verdad es que hemos estado mucho más tiempo luchando y en peligro que así como estamos ahora, que es realmente la novedad. Durante los siguientes minutos nos dedicamos a besarnos de una manera bastante más sosegada, con más ternura y suavidad, en contraste con los que habían tenido lugar hace un rato. Desciendo con mis labios hacia su cuello, subiendo después hasta su oreja para susurrarle su nombre, ese que parece que sólo yo conozco realmente. También susurro su nombre tal y como se decía su nombre en el idioma de los dragones, ella misma me lo enseñó. Dicen que cuando sabes el verdadero nombre de las cosas, o de las personas, es cuando tienes un completo conocimiento de éstas, y por tanto la llave para entenderlas, aprovechar su potencial y hacer que formen parte de ti cuando las invocas. Al fin y al cabo es otra forma de conocimiento mágico, de la esencia espiritual de todo lo que existe.
Me saca una media sonrisa con su comentario de la terapia y el tiempo requerido, como si una cosa tuviese que ser equitativo. - Claaro, yo te cuido el tiempo que haga falta. Estuviste unos diez días, entre unas cosas y otras. Pero fuiste lo suficientemente fuerte para sobrevivir a todo eso. - fueron unos días bastante jodidos, especialmente para ella, aunque el resto también estuviésemos muy preocupados por su estado. Eso de que quiera segunda ronda es buena señal, tanto porque significa que ya está perfectamente como porque le haya gustado. La miro con renovada picardía al comprobar que estaría interesada en seguir un poco más, algo que demuestra no sólo de palabra sino con su beso y tentativas de juego.
- No sé, no sé...tendrás que convencerme, conquistarme...esas cosas.- bromeo para ver qué se le ocurre, añadiendo después. - Va, no seré yo el que se niegue a otra ronda...en todo buen combate son tres asaltos, y me recupero rápido. Prefiero eso a los asaltos del club de la lucha aquel, ¿recuerdas lo mal que lo hice? hasta tu tío apostó en mi contra. Ahí también debería volver a por otra ronda. - me río mientras comento algunos de esos recuerdos que tengo en común con ella, que por el momento ya van siendo unos cuantos. La verdad es que hemos estado mucho más tiempo luchando y en peligro que así como estamos ahora, que es realmente la novedad. Durante los siguientes minutos nos dedicamos a besarnos de una manera bastante más sosegada, con más ternura y suavidad, en contraste con los que habían tenido lugar hace un rato. Desciendo con mis labios hacia su cuello, subiendo después hasta su oreja para susurrarle su nombre, ese que parece que sólo yo conozco realmente. También susurro su nombre tal y como se decía su nombre en el idioma de los dragones, ella misma me lo enseñó. Dicen que cuando sabes el verdadero nombre de las cosas, o de las personas, es cuando tienes un completo conocimiento de éstas, y por tanto la llave para entenderlas, aprovechar su potencial y hacer que formen parte de ti cuando las invocas. Al fin y al cabo es otra forma de conocimiento mágico, de la esencia espiritual de todo lo que existe.
Asintió con una media sonrisa a lo de no encajar. Aquello era algo que sentía muy en lo profundo y que estaba muy enraizado en su pecho. Él había logrado realmente ocupar un puesto central en su vida en muy poco tiempo y a pesar de todas las dificultades.- Curioso que encajemos entre nosotros cuando no encajamos en ningún lado.- Murmuró, quedando pensativa al igual que él. Habían pasado por los renegados y él por muchas más organizaciones, y aunque le gustaba el grupo de Johan y el de Lykaios, no podía decir que encajaba al cien por ciento. Volvió a la realidad cuando él lo hizo. Con una risa suave aceptó los cuidados de Reiv para después del trauma vivido. Aunque en sus voces había ironía y mucho humor, era muy fácil saber que en el fondo todo era mensajes de cariño y alivio.- Diez días que hay que recuperar.- Murmuró copiando el humor del moreno y el tono de voz jocoso que implicaba claramente el doble tono de sus palabras.- Lamento haberte hecho pasar por todo el mal trago... Y por no haberte escuchado. Por mi culpa pasó todo. La explosión...
Se tomó un respiro antes de continuar, aunque de un segundo a otro, la mirada de Reiv se encendió nuevamente. Sus ligeros juegos y roces habían dado los resultados esperados y estaba bastante complacida. Lo suficiente para ignorar su culpa un rato mientras continuaban con el siguiente round.- ¿Convencerte? Te ves bastante convencido...- Murmuró mirando ligeramente su entrepierna con una sonrisa ladina.- Oh, querido, acabas de darme información peligrosa... si te recuperas rápido sin haber descansado propiamente, ¿cómo lo harás en buenas condiciones? - Susurró dejándole un beso lleno de deseo en los labios. Prefería tenerlo en la cama que destrozándose el cuerpo en el club. Menos mal que al menos alguien era sensato y apostó contra él.
Y aunque el tono de los besos era otro, la sensación era la misma. Era aquel deseo fusionado con un amor profundo que le hacía sentirse tranquila y lista para lo que fuera. Su nombre de labios del moreno le hizo vibrar y sacó una sonrisa mientras sus manos contorneaban su vientre. Le gustaba que su piel era tan cálida a pesar del frío que hacía afuera de las mantas. Fue entonces cuando escuchó aquel otro nombre. Por un momento le sacó de balance, no lo reconoció. Empujó unos centímetros a Reiv para encararle asqueada por si se había atrevido a decir en un momento tan íntimo el nombre de otra chica. Su rostro de reclamo se convirtió en uno de sorpresa y confusión cuando entendió y recordó que aquel último era su nombre verdadero. ¿Lo había olvidado? Algo tan básico, tan arraigado, tan propio... ¿realmente lo había olvidado? Oh no, no, no... Se separó un poco de Reiv echando el cuerpo hacia atrás mientras consideraba lo que acababa de ocurrir.- Lo olvidé...- Murmuró rindiéndose y recostándose boca arriba con los brazos abiertos. No había visto el techo antes y ahora lo contemplaba como si le diera las respuestas del universo.- Olvidé mi nombre, Reiv... ¡Reiv, olvidé mi nombre!- Exclamó preocupada. ¿Qué tanto había olvidado? Ahora entendía el por qué se sentía tan rara: había un pasado que no estaba viendo entero. Recordaba a sus padres, jugar de niña, entre sus recuerdos no había nada infeliz ni doloroso, y le sonaba a que aquello no era correcto.- Reiv... ¿mis padres están muertos? ¿Por qué llegué sola a Londres?- Preguntó, pues tras pensar por largos minutos, no había encontrado nada de ellos en los últimos años.
Se tomó un respiro antes de continuar, aunque de un segundo a otro, la mirada de Reiv se encendió nuevamente. Sus ligeros juegos y roces habían dado los resultados esperados y estaba bastante complacida. Lo suficiente para ignorar su culpa un rato mientras continuaban con el siguiente round.- ¿Convencerte? Te ves bastante convencido...- Murmuró mirando ligeramente su entrepierna con una sonrisa ladina.- Oh, querido, acabas de darme información peligrosa... si te recuperas rápido sin haber descansado propiamente, ¿cómo lo harás en buenas condiciones? - Susurró dejándole un beso lleno de deseo en los labios. Prefería tenerlo en la cama que destrozándose el cuerpo en el club. Menos mal que al menos alguien era sensato y apostó contra él.
Y aunque el tono de los besos era otro, la sensación era la misma. Era aquel deseo fusionado con un amor profundo que le hacía sentirse tranquila y lista para lo que fuera. Su nombre de labios del moreno le hizo vibrar y sacó una sonrisa mientras sus manos contorneaban su vientre. Le gustaba que su piel era tan cálida a pesar del frío que hacía afuera de las mantas. Fue entonces cuando escuchó aquel otro nombre. Por un momento le sacó de balance, no lo reconoció. Empujó unos centímetros a Reiv para encararle asqueada por si se había atrevido a decir en un momento tan íntimo el nombre de otra chica. Su rostro de reclamo se convirtió en uno de sorpresa y confusión cuando entendió y recordó que aquel último era su nombre verdadero. ¿Lo había olvidado? Algo tan básico, tan arraigado, tan propio... ¿realmente lo había olvidado? Oh no, no, no... Se separó un poco de Reiv echando el cuerpo hacia atrás mientras consideraba lo que acababa de ocurrir.- Lo olvidé...- Murmuró rindiéndose y recostándose boca arriba con los brazos abiertos. No había visto el techo antes y ahora lo contemplaba como si le diera las respuestas del universo.- Olvidé mi nombre, Reiv... ¡Reiv, olvidé mi nombre!- Exclamó preocupada. ¿Qué tanto había olvidado? Ahora entendía el por qué se sentía tan rara: había un pasado que no estaba viendo entero. Recordaba a sus padres, jugar de niña, entre sus recuerdos no había nada infeliz ni doloroso, y le sonaba a que aquello no era correcto.- Reiv... ¿mis padres están muertos? ¿Por qué llegué sola a Londres?- Preguntó, pues tras pensar por largos minutos, no había encontrado nada de ellos en los últimos años.
Eso de echarse la culpa de la explosión no me parece bien, menos teniendo en cuenta que el plan suicida lo montaron Johan y sus amigos pirados. Lo malo es que yo me uní a esos locos porque creí que haríamos algo útil si quitábamos aquella arma gigante del medio. - En absoluto. La culpa es de los que tendieron la trampa en la Alianza. Y ya está. Deja de preocuparte. - le doy unos cuantos besos cortos más en los labios, tratando de traerla de nuevo a ese espacio en el que no hay preocupaciones del exterior. Río por lo bajo a eso de la información peligrosa que le he dado, fingiendo que es un problema que lo sepa. - Ahora lo utilizarás en mi contra, que te conozco. -
todo sigue su curso después de esas últimas bromas cómplices, aunque poco después sucede algo que nos detiene a ambos.
Por un momento pienso que he dicho o hecho algo mal, pues la cara que pone es todo un poema. Me aparto levemente, un poco confuso por lo que acaba de pasar. Sólo segundos después caigo en lo que ha podido suceder: se ha pensado que he dicho el nombre de otra en lugar del suyo. Ella también parece sorprendida por su propia reacción, y la explicación es tan sencilla como que ha olvidado su nombre en el lenguaje de los dragones. Maldigo mentalmente, arrepintiéndome de haber usado ese nombre que la ha desestabilizado. - Lo siento...yo también olvidé que cuando despertaste después del accidente no recordabas del todo bien las cosas. No pasa nada por no acordarte de ese nombre, supongo que es normal, date tiempo. - aunque no las tengo todas conmigo. ¿Y si le han quedado lagunas de memoria más importantes que todo eso?
Me apoyo en la cama de lado sobre uno de los codos, observando el rostro de Juliet mientras ella mira al techo en busca de respuestas. Tampoco recuerda qué pasó con sus padres, ni como llegó a Londres. Empieza a ser algo preocupante, aunque físicamente parezca encontrarse bien. Ella misma dijo antes no estar cansada, pero puede que mentalmente si lo esté.
- Creo que por eso viniste a Londres, para buscarlos. Y también me parece que dijiste que no se sabía nada de su paradero. Pero tal vez tus hermanos y tu tío puedan ayudarte a localizarlos. - dudo unos segundos en preguntar algo más, quiero probar qué cosas son las que recuerda y cuáles ha borrado. - ¿Qué recuerdas de tus primeros días en Londres? ¿y de lo que sucedió antes? - el tema de su cautiverio en el Coliseo es un poco escabroso, así que lo suavizo con un un recuerdo que puede ser menos oscuro. - Y...¿cómo nos conocimos?
todo sigue su curso después de esas últimas bromas cómplices, aunque poco después sucede algo que nos detiene a ambos.
Por un momento pienso que he dicho o hecho algo mal, pues la cara que pone es todo un poema. Me aparto levemente, un poco confuso por lo que acaba de pasar. Sólo segundos después caigo en lo que ha podido suceder: se ha pensado que he dicho el nombre de otra en lugar del suyo. Ella también parece sorprendida por su propia reacción, y la explicación es tan sencilla como que ha olvidado su nombre en el lenguaje de los dragones. Maldigo mentalmente, arrepintiéndome de haber usado ese nombre que la ha desestabilizado. - Lo siento...yo también olvidé que cuando despertaste después del accidente no recordabas del todo bien las cosas. No pasa nada por no acordarte de ese nombre, supongo que es normal, date tiempo. - aunque no las tengo todas conmigo. ¿Y si le han quedado lagunas de memoria más importantes que todo eso?
Me apoyo en la cama de lado sobre uno de los codos, observando el rostro de Juliet mientras ella mira al techo en busca de respuestas. Tampoco recuerda qué pasó con sus padres, ni como llegó a Londres. Empieza a ser algo preocupante, aunque físicamente parezca encontrarse bien. Ella misma dijo antes no estar cansada, pero puede que mentalmente si lo esté.
- Creo que por eso viniste a Londres, para buscarlos. Y también me parece que dijiste que no se sabía nada de su paradero. Pero tal vez tus hermanos y tu tío puedan ayudarte a localizarlos. - dudo unos segundos en preguntar algo más, quiero probar qué cosas son las que recuerda y cuáles ha borrado. - ¿Qué recuerdas de tus primeros días en Londres? ¿y de lo que sucedió antes? - el tema de su cautiverio en el Coliseo es un poco escabroso, así que lo suavizo con un un recuerdo que puede ser menos oscuro. - Y...¿cómo nos conocimos?
El comentario de Reiv logró que sonriera, sobre todo con los suaves besos que le entregó después, pues era completamente cierto. La culpa sí habia sido de la Alianza, que simplemente buscaba herir a las personas a las que conocía sin ninguna razón en especifico. Ellos habían tratado de evitar más sufrimiento por parte de los suyos y, aunque las cosas no habían salido bien, la culpa no era suya, aunque había caido en la trampa. Volvió de nuevo a sus brazos con armonía, aunque ciertamente no duró todo lo que esperaban. Esta vez sí se culpó enteramente. No dijo nada sobre la disculpa de él, pero sabía que era totalmente infundada. Se cubrió los ojos con el antebrazo, procurando que la oscuridad devolviera la luz a sus recuerdos olvidados.
Al ver que no podía encontrar nada, se sintió apenada, escuchando lo que Reiv decía sin muchos recuerdos de lo que era.- Yo no tengo hermanos...- Replicó al final de su primera oración, segura de sus palabras, hasta que cayó en cuenta de que aquello también podía ser algo que olvidar. Descubrió su rostro para mirar a Reiv, sorprendida de mala manera, observándole con pesar y estupefacción por haber olvidado a parte de su familia en el proceso. No recordaba nada de ellos, ni siquiera el haberlos tenido. Las preguntas después la bombardearon, y aunque seguía tratando de recordar a sus hermanos, se dio el tiempo de pensar en cada una de ellas.
Volvió a ponerse de lado para estar más cerca de Reiv en un intento desesperado de refugiarse en alguien y no vivir su realidad. Era muy confuso saber que había cosas de su pasado que podían no ser como ella pensaba.- Estaba antes en Francia. Caminé hasta aquí... sola. Sola...- Aquello la sumió en sus pensamientos por algunos segundos mientras trataba de encontrar qué era lo que hacía sola en la ahora destruida Francia.- Recuerdo... a Johan. Él es tu hermano, el mayor... - Dijo con lentitud, hablando a medida que las palabras y las imágenes llegaban a su mente.- Él me llevó a... a... una ¿posada? A un bar... y hablamos de su grupo. Llagaste mal y te ayudé...- Fue entonces cuando el recuerdo llegó más fluido a ella, sonriendo suavemente por la manera en que se trataron en primera instancia, sin saber que terminarían justo como en el instante presente, tan justos, tan cercanos.- Me llamó la atención que supieras la lengua de los dragones. Y que eras algo guapo.- Bromeó al final, acercándose hasta su pecho para abrazarle con calidez. No había recordado eso antes y saberlo ahora le daba tranquilidad para recuperar lo que hacía falta.
Al ver que no podía encontrar nada, se sintió apenada, escuchando lo que Reiv decía sin muchos recuerdos de lo que era.- Yo no tengo hermanos...- Replicó al final de su primera oración, segura de sus palabras, hasta que cayó en cuenta de que aquello también podía ser algo que olvidar. Descubrió su rostro para mirar a Reiv, sorprendida de mala manera, observándole con pesar y estupefacción por haber olvidado a parte de su familia en el proceso. No recordaba nada de ellos, ni siquiera el haberlos tenido. Las preguntas después la bombardearon, y aunque seguía tratando de recordar a sus hermanos, se dio el tiempo de pensar en cada una de ellas.
Volvió a ponerse de lado para estar más cerca de Reiv en un intento desesperado de refugiarse en alguien y no vivir su realidad. Era muy confuso saber que había cosas de su pasado que podían no ser como ella pensaba.- Estaba antes en Francia. Caminé hasta aquí... sola. Sola...- Aquello la sumió en sus pensamientos por algunos segundos mientras trataba de encontrar qué era lo que hacía sola en la ahora destruida Francia.- Recuerdo... a Johan. Él es tu hermano, el mayor... - Dijo con lentitud, hablando a medida que las palabras y las imágenes llegaban a su mente.- Él me llevó a... a... una ¿posada? A un bar... y hablamos de su grupo. Llagaste mal y te ayudé...- Fue entonces cuando el recuerdo llegó más fluido a ella, sonriendo suavemente por la manera en que se trataron en primera instancia, sin saber que terminarían justo como en el instante presente, tan justos, tan cercanos.- Me llamó la atención que supieras la lengua de los dragones. Y que eras algo guapo.- Bromeó al final, acercándose hasta su pecho para abrazarle con calidez. No había recordado eso antes y saberlo ahora le daba tranquilidad para recuperar lo que hacía falta.
Hace un rato nada hacia presagiar que la noche fuese a continuar por estos derroteros, pero parece ser que el asunto es más serio de lo que pensaba. Aguardo unos segundos más para ver si un poco de calma la ayuda a poner en orden sus pensamientos, pero no parece servir de nada. ¿Cómo puede ser que unas cosas sí las recuerde y otras no? ¿cuál es el patrón para determinar los recuerdos que permanecen y los que se han ido? - Sí...sí que los tienes. Fueron al hospital y donaron sangre para ti, para que te recuperases. La mía no te servía. - El no acordarse de sus hermanos después de haberlos visto me parece bastante raro, sobre todo porque ha sido recientemente. Si sigue olvidando cosas puede que en algún momento dado tampoco sepa quién soy yo. A su tío sí que lo reconoció en todo momento. - Vinieron por ti...así que ya sabes que puedes contar con ellos. Y con Thranduil. Y conmigo.- vuelvo a tumbarme boca arriba para abrazarla cuando ella se recuesta de lado nuevamente, tratando de reconfortarla mientras parece pelear con su mente en una confusa búsqueda de memorias. Ojalá tuviese algún tipo de poder mental para poder ayudar con eso de los recuerdos. Johan podría hacerlo, puede meterse en mentes ajenas. Debería preguntarle si la cosa no mejora, aunque soy algo reticente al respecto.
- Eso es. Y antes estuviste encerrada en Italia durante un tiempo hasta que conseguiste escapar. - asiento cuando acierta lo de mi hermano mayor y lo del modo en que nos conocimos, que fue un tanto extraño. - Precisamente. Usaste tus poderes sanadores conmigo, y también me pasó algo extraño con eso de los recuerdos. Me resultabas muy familiar, como si no fuese la primera vez que te veía. Ya sabes...eso que nos hemos dicho en alguna ocasión. - el recuerdo de ese momento parece tranquilizarla ligeramente, así que me tomo el atrevimiento de bromear con lo que dice. - Lo sé, lo sé...te parecí guapo estando hecho un desastre, tengo mucho mérito. En realidad sólo lo hice para que me hicieses caso. - añado un poco de ornamento a la historia, inventado esa última parte que no es cierta. Fue todo una puñetera casualidad, que ella estuviese ahí en ese momento. Subo una mano hasta su cabeza para acariciarla despacio, sin atreverme a seguir preguntando más cosas que la puedan desestabilizar. - Puedes preguntarme cualquier cosa que dudes, aunque no puedo responderlo todo, sólo las partes que conozco. Sobre todo no tengas prisa, los recuerdos volverán. Y si no lo hacen pediremos ayuda a gente que sabe de esto, confía en mí. - me pregunto qué sería de mí si perdiese buena parte de mis recuerdos, si habría alguien que podría ayudarme a recuperar las partes perdidas que faltasen. Dudo que consiguiese recomponer bien toda la temporada que estuve en los Blood Keepers. Y menos todavía mi infancia. No queda nadie de los que estuvieron en ella, y los que deberían quedar no estuvieron. - Ahora duerme tranquila. Mañana si quieres buscamos a tu tío para que te ayude con esos recuerdos que te faltan. Puede que a veces no sean todos buenos, pero reconozco que son necesarios.
- Eso es. Y antes estuviste encerrada en Italia durante un tiempo hasta que conseguiste escapar. - asiento cuando acierta lo de mi hermano mayor y lo del modo en que nos conocimos, que fue un tanto extraño. - Precisamente. Usaste tus poderes sanadores conmigo, y también me pasó algo extraño con eso de los recuerdos. Me resultabas muy familiar, como si no fuese la primera vez que te veía. Ya sabes...eso que nos hemos dicho en alguna ocasión. - el recuerdo de ese momento parece tranquilizarla ligeramente, así que me tomo el atrevimiento de bromear con lo que dice. - Lo sé, lo sé...te parecí guapo estando hecho un desastre, tengo mucho mérito. En realidad sólo lo hice para que me hicieses caso. - añado un poco de ornamento a la historia, inventado esa última parte que no es cierta. Fue todo una puñetera casualidad, que ella estuviese ahí en ese momento. Subo una mano hasta su cabeza para acariciarla despacio, sin atreverme a seguir preguntando más cosas que la puedan desestabilizar. - Puedes preguntarme cualquier cosa que dudes, aunque no puedo responderlo todo, sólo las partes que conozco. Sobre todo no tengas prisa, los recuerdos volverán. Y si no lo hacen pediremos ayuda a gente que sabe de esto, confía en mí. - me pregunto qué sería de mí si perdiese buena parte de mis recuerdos, si habría alguien que podría ayudarme a recuperar las partes perdidas que faltasen. Dudo que consiguiese recomponer bien toda la temporada que estuve en los Blood Keepers. Y menos todavía mi infancia. No queda nadie de los que estuvieron en ella, y los que deberían quedar no estuvieron. - Ahora duerme tranquila. Mañana si quieres buscamos a tu tío para que te ayude con esos recuerdos que te faltan. Puede que a veces no sean todos buenos, pero reconozco que son necesarios.
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