Piso Ibn Salah

Después de nuestra salida del infierno me avergonzaba no haber sido de los que salieron mejor parados del infierno y no solo eso, estaba nervioso, paranoico, me sentía perseguido y observado ¿Cómo podían saber todos esos demonios tantas cosas? me observaban y en todo momento sabían dónde estaba. En cuanto aparecí en mi casa desde stonhenge saqué dados, cartas, todo aquello que tuviera que ver con los números lanzando y tirando una y otra vez para ver mi futuro, mi pasado y que ocurriría de ahora en adelante pero por más que tirara todo parecía demasiado oscuro.

Me dejé caer en el sofá del salón mirando al techo un buen rato para al final reirme de mi mismo, era patético -Si mi padre me viera...- el gran Al-afad ibn salad, con su imponente figura y su gran temple seguramente habría salido airoso de esta situación y ahí estaba yo, solo después de haber abandonado a mis compañeros.

Miré a un lado viendo una de mis cachimbas, me quedé observándola con la mente totalmente en blanco hasta que recordé algo, le había confiscado a unos alumnos una hierba extraña que fumaban entre clase y clase... tal vez sería buena idea pues ellos parecían bastante... felices.

No estaba seguro de las horas que habían pasado, todo daba vueltas y a veces me miraba la mano como si fuera lo más maravilloso del mundo cuando esta se ponía en mi campo visual al intentar detener la habitación que daba vueltas, después de eso me reía solo y volvía a mirar al techo, todo en un ciclo ininterrumpido pero me estaba dando un hambre atroz y se me ocurrió que tal vez era buena idea bajar al comedor. Me levanté del sofá con algo de dificultad dirigiéndome a la puerta pero al abrirla encontré a alguien ahí, mi primera reacción fue sacar una daga pero iba tan rematadamente mal que se me cayó haciendo un ruido tremendo, miré la daga en el suelo y empecé a reírme -si me vas a matar este es un buen momento-

Después de salir del hospital ese anduve por un jardín hasta que entré en un edificio. Estuve abriendo puertas por aquí y por allá cotilleando aquel sitio mágico. Había algunos lugares muy normales, lo cual me decepcionó un poquejo, pero también había salas muy raras.
Estaba yo por un pasillo a punto de abrir una puerta más cuando se abrió de pronto. Mi instinto me hizo mirar para otro lado disimuladamente mientras rascaba mi cuello despreocupadamente pero el sonido metálico me hizo mirar de reojo.
-Coño!Rey moro!
Solté amigablemente junto antes de agacharme y recoger la daga girándola en mi mano y entre mis dedos alegremente. Sonreí ante sus palabras, lo cual pareció un poco creepy por eso de andar jugueteando con la daga y por estar pringada de sangre seca todavía.
-Supongo que si estoy en...donde sea que esté que obviamente es vuestro... es porque no me habéis dejado tirada así que...
Le ofrecí la daga tendiéndosela por el cabo alzando mis cejas.
-Supongo que lo de matar magos tendrá que esperar.
Ladeé mi cabeza cotilleando el interior de la estancia.
"Muy Aladdin si"
-¿Que pasó?
Pregunté aún cotilleando la decoración desde la puerta.
-Obviamente la cagamos¿no?

Lo de Rey moro me hizo poner cara de idiota mirando a la chica con los ojos entornados como si necesitara gafas hasta que pude acordarme pues solo la había visto una vez -Aha! la señorita del centinela, es un placer volver a verla- hice un gesto como de reverencia hacia ella pero mis movimientos no eran de lo más eficaces en ese momento -Y que hace una señorita como usted en un lugar como este?- dije apoyándome en la puerta, no para parecer guay, es que el suelo daba muchas vueltas

Sonreí a las palabras de la morena, desde luego no había sido yo quien la sacó de aquel infierno pero bien por quien lo hubiera hecho, Tomé la daga y la hice desaparecer apartándome para dejar que ella viera el interior de mi casa ya que parecía tener curiosidad -¿Quieres pasar? te ofrecería un té pero no sé si saldrá bueno, pero tengo una cachimba encendida- me aparté de la puerta pasando de nuevo al Salón, dejándome caer sobre los cojines antes de empezar a hablar

-En principio el plan era llegar a la zona central pero nos interceptaron, nos superaban en número y fuerza por no hablar del rescate a los que habían llegado antes que nosotros... aún así creo que van a necesitarte mi inteligente amiga, han conseguido traer a uno de los humanos y parece que tiene algo en el cogote con lo que les puedes ayudar- me miré la ropa, estaba hecho un asco y al ver a la chica no estaba mucho mejor, todos con la ropa quemada y hecha trizas, estaba tan en mi nube que ni me había dado cuenta de eso -Permiteme ofrecerte mi hospitalidad a modo de agradecimiento aunque si lo prefieres podemos conseguirte una cama en los dormitorios de la academia-

Volvió a llamarme señorita y apreté mis labios evitando una risotada pero la segunda vez que lo hizo no pude contenerme e hice un ruidillo similar a una risa floja acompañado de un golpe flojo con el dorso de mi mano en su hombro cuando se poyó en la puerta tras esa reverencia tan chunga.
-Anda ya!Señorita ni señorita, habláis muy finolis en este sitio.
"señorita me llama, ja!"
Cuando entró a lo que supuse que era su casa avancé mirando alrededor. Un poco más mágico que las otras puertas, pero estas estructuras las había visto en algún libro.
-Un te estaría bien.
Como buena inglesa me gustaba el te, lo de la cachimba no tanto. Paré cuando se espanzurró en los cojines. Puse una mano en mi cadera y miré alrededor de nuevo, el techo y esas cosas era bonito.
-Ya...que la cagamos.
Comenté como si fuese un resumen. Avancé para sentarme en uno de esos cojines así de golpe y porrazo.
-Ohh ¿Quién es?¿Jed?¿Morgana?¿Gelion? o uno de los ministros...- Arrugué la nariz como molesta-No me digas que son los ministros.
"Aunque ninguno de los otros tres me cae muy allá tampoco"
Empezó a observarse a si mismo de un modo un poco extraño, no sé si era consciente de la cara de ido que tenía pero tampoco era muy conveniente decirle a la cara que tenía un careto que flipas. Cuando me miró alcé una ceja, luego me reí, plantando ambas manos en el cojín que tenía al lado entrecerrando mis ojos.
-¿Me estás invitando a dormir en tu casa?
Señalé con el pulgar hacia atrás, hacia la zona de la puerta de donde veníamos.
-No sé si te has fijado pero soy buena con la daga.
Lo dije como una broma pero era verdad.Solté una carcajada y encogí un hombro.
-¿Los dormitorios de la academia tienen piscina?
"Porque seguro que tu tienes una, que esta gente es muy del agua"

Me quedé extrañado por la risa de la chica, no sabía que le había hecho tanta gracia pero al menos se había reído -Las cosas hay que llamarlas por su nombre, aunque puedo usar bella dama si te gusta más- la dejé pasar y que viera cuanto quisiera, parecía maravillada con la estructura de mi casa, parecía muy curiosa y seguramente el resto de la isla la iba a dejar loca.

-Te lo he advertido- contesté mientras sacaba mis cimitarras, estas brillaron dando paso a 4 hombrecillos pequeños, vestidos con chalecos y pantalones anchos, sin olvidar el turbante -Aún estoy experimentando con esto- miré a los hombrecillos, cada uno con una expresión distinta como si tuvieran diferentes personalidades -Por favor, calentad agua y traedle un té de canela a la señorita- todos asintieron y no sabía si aquello iba a funcionar pero por el momento serviría.

-Si, la cagamos- era un buen resumen para tal desastre, por no hablar del paseo por el infierno del cual ella había acabado muy bien parada, tal vez por encontrarse inconsciente en aquel momento. En cuanto empezó a preguntarme por sus compañeros no sabía muy bien si decírselo o no pero mejor soltar la bomba -la mujer rubia y su compañero cayeron en combate, lamento tu pérdida... pero estaban siendo controlados por la máquina, no había opción- o al menos no teníamos tiempo de pensar en una -No estoy muy seguro de quien lleva el chip, pero creo que si es uno de los ministros-

El gesto de la chica me tomó por sorpresa, tal vez yo parecía demasiado confiado a sus ojos pero tenía algo interesante -Yo también soy bueno con la daga, aunque ahora no lo parezca - me encogí de hombros y los cuatro hombrecillos de antes volvieron con un juego de té Árabe con tazas y tetera ademas del azucarero y un poco de leche -Aquí estarás más cómoda, creo, también puedo llevarte a dar un paseo por la isla si quieres saciar tu curiosidad sin que los guardias te echen el guante, son menos simpáticos que yo- me levanté un poco para servir el té y prepararlo para ella mientras seguía hablando -No tienen piscinas, pero yo tengo una bañera grande, ¿te vale?-

Entorné los ojos mientras soltaba aire a presión por los labios.
-En serio Rey Moro...le hablas así a todas las tías?
"Bella dama...me parto"
Los genios enanos aparecieron y simplemente me quedé mirándolos, especialmente al gruñón. Se pusieron manos a la obra al parecer y volví a mirarle.
"Que vagos son los magos"
-¿No sabes hacer té tu solito?
Podría parecer un comentario desagradable pero lo dije con tonillo de broma.
-No sé, imagina que están hasta las narices de servirte y les da por envenenarte el té.
Encogí ambos hombros mirando de nuevo al techo cambiando la postura en los cojines. Aproveché para estirar mi espalda. Apenas notaba dolor por la paliza, seguramente por la medicina mágica.
-Apenas les conocía, eran de otro departamento. No es una pérdida.
Murmuré algo ida y chasqué la lengua cuando todo parecía indicar que si se trataba de uno de los ministros. Le miré de reojo con cara de pillina cuando dijo que él era bueno con las dagas tomando entre mis manos la taza de té que me ofrecía.
-genial, si uno de los dos fuese malo sería aburrido. ¿No crees?
Acerqué la taza a mis labios y comencé a soplar. Muy caliente.Hice un gesto como restando importancia a eso de que me pillasen los guardias.
-Llevo como una hora colándome en casas y salas y no me han cazado, creo que voy bien.
Por fin saboreé el té. No era el que solía tomar, pero estaba bueno. Tragué justo cuando dijo lo de la bañera y bajé la taza muy rápido.
-¡Genial!¿Donde está esa piscina enana tuya?Necesitaré un buen baño si tengo que ir a sacarle un trasto de la cabeza a un ministro idiota.
Pregunté mirando alrededor como buscando el sitio concreto que no alcanzaba a ver desde allí.Volví a mirarle.
-¿Puedo usarla verdad?

De nuevo ella me llamaba Rey moro, no estaba ni cerca ni lejos de ser un gran rey pero no me molestaba a pesar de que parecía decirlo en broma -Me gusta tratar a las mujeres como se merecen, eso es todo y aún así sigo soltero, la verdad, no sé qué hago mal- me encogí de hombros resignado y con una sonrisa en el rostro pensando en qué diría mi padre al respecto, nada bueno.

La miré de reojo cuando preguntó lo del té, no me había parecido desagradable su comentario pero levanté las manos moviendo los dedos en el aire -¿Me ves en condiciones de tal hazaña?- bajé los brazos de nuevo y me reí con su comentario del veneno -Esos pequeñines son parte de mi magia, si me envenenaran sería fruto de mi propio deseo así que soy el que menos peligro corre aquí- miré la cachimba y lo que sea que estuviese fumando ya se había acabado por lo que tocaba volver a la realidad y despejarme poco a poco para lo cual abrí la ventana tras el sofá y así dejar que el aire enrarecido saliera para ventilar la sala. La mujer humana no parecía afligida por sus semejantes cosa que en parte me alegraba pues yo había acabado con la vida de uno de ellos aunque lo del ministro parecía desagradarle más.

Le devolví aquella mirada de pillina con una sonrisa de medio lado ante el comentario de las dagas -¿Es eso un reto? porque lo acepto encantado- después de brindarle la taza a la chica hice otra para mi pero esta de café, uno bien cargado que me pusiera las neuronas en su sitio pero seguía teniendo un hambre atroz ¿Qué brujería infernal fuman esos chicos? tal vez tendría que consultarlo con Sofía después pero de momento mi invitada había burlado nuestra seguridad lo cual era bueno para ella pero malo para nosotros si se llegara a producir un ataque enemigo -o has tenido mucha suerte o eres muy hábil para escapar- Terminé el café casi de un trago para dejar la taza de nuevo en la bandeja que raían los hombrecillos.

Lo de la bañera parecía ser todo un acontecimiento pues nunca había visto tanta emoción en alguien por algo tan cotidiano por lo que en principio me quedé sin saber como reaccionar por tanta energía pero de nuevo me eché a reír -Contigo no hay quien se aburra, ven, te enseñaré esto- Me levanté del sofá con algo de parsimonia tendiendo la mano a la morena para que se levantara y así enseñarle mi casa. Cerca del gran salón se encontraba la cocina que con el poco tiempo que pasaba en ella estaba casi nueva pero gracias a los pequeños que nos habían preparado el té parecía que la usaba por todo el desastre.

En la parte central un gran pasillo con puertas a los lados dejaba ver la zona exterior a través de grandes ventanales -Hoy hace frío así que te enseñaré la Jaima otro día- recorrimos el pasillo en el cual había algún que otro cuadro que se movía de vez en cuando pero me detuve en una puerta concreta, abriéndola dejando que la invitada pudiera verla -Puedes quedarte aquí, era la habitación de mi hermana pero ya no vive aquí, puedes usar la ropa, accesorios... lo que encuentres por los cajones- cerré esa puerta y justo al lado había un arco con finas cortinas de tul, al moverlas un pasillo más pequeño llevaba hasta dos puertas correderas que a su vez daban paso al baño que era lo que a la muchacha más le interesaba -En tu habitación tienes una ducha pero creo que esto es lo que quieres- la dejé que lo mirara y explorara todo cuanto quisiera, su curiosidad y asombro por esas pequeñas cosas eran dignas de admirar.

habitación de Sigrid:

-mmm...
Le miré un tanto dudosa de si responder a aquello sobre las mujeres o no pero finalmente me decidí a que si.
-Tal vez y solo tal vez regalar el oído con cumplidos sobre belleza o sobre estatus basados en si estamos solteras o casadas no sea lo que las mujeres merecemos.
Encogí mis hombros sonriendo de medio lado.
-Puede que estés un pelín anticuado pero oye...si quieres te busco una buena moza. Señoras anticuadas habrá por aquí a miles. ¿no?
Explicó lo de su magia mientras escuchaba atentamente bebiendo mi té de canela. Tenía sentido eso de no envenenarse a si mismo.
-No sé, lo mismo es que no sabes hacer té por tí mismo.
Solté a modo reto por divertirme un rato hasta que precisamente esa palabra salió de sus labios. Mis ojos brillaron, si había algo que me gustase era un buen reto por absurdo que fuese.
-Tal vez... pero cuando no estés drogado mejor.
Puntualicé para que se percatase de que su estado era obvio. Volví a sorber el té encogiendo un hombro al oirle hablar sobre mis habilidades.
-O vuestra guardia es un poco lenta y despistada.
Comenté medio en susurros por si se ofendía. Al fin y al cabo me había ofrecido quedarme en su casa, que ahora parecía querer mostrarme. Tomé su mano para levantarme y después dejé el té sobre la mesa de la cachimba siguiendo sus pasos.
Simplemente me dediqué a observar todo y de cuando en cuando miraba hacia atrás tratando de recordar el pasillo por el que habíamos llegado al punto en el que nos encontrábamos. Cuando llegamos a la habitación alcé ambas cejas.
"Wala"
-Gra...gracias...
Cambiarme de ropa estaría bien, al menos hasta lavar y recuperar la mía. Cerró la puerta y seguimos por el pasillo hasta llegar a la bañera grande...piscina enana, como quisiera llamarlo.
-¡Genial!
Sonreí y entré a la sala para andar alrededor de la zona de la bañera que estaba incrustada en el suelo. Sin pensarlo y sin molestarme su presencia o lo que le pudiese molestar a él me quité la ropa a lo rápido tirándola por ahí y me metí en la bañera grande hasta que solamente asomaba por encima del agua desde mi nariz hacia arriba. Cerré los ojos suspirando y volví a abrirlos para sacar del todo mi cabeza.
-¡Gracias majo!
Solté sacando ambas manos para alzar mis pulgares.

Me quedé pensando en lo que dijo la chica sobre mis halagos, pensé que eran adecuados pero al parecer me equivocaba -Tal vez necesite actualizarme- Me reí con lo de las señoras anticuadas, las mujeres de la isla eran bastante educadas y muy finas pero no era lo que me había impedido conseguir una esposa, les faltaba algo a todas y muchas solo buscaban un nombre y un lugar bonito para vivir -¿También tienes habilidades de casamentera? eres toda una caja de sorpresas-

La morena seguía insistiendo con lo del té pero le resté importancia, aún así la posibilidad de llevar a cabo aquel reto pareció emocionarla pero en algo llevaba razón, no era mi mejor momento -Si para mañana sigues aquí iremos al campo de entrenamiento, pero... ¿Deberíamos apostar algo? el que pierda concederá un favor al vencedor, ¿qué te parece? - no sabía que tan hábil era ella con las armas pero por mi parte estaba bastante seguro de dar una buena batalla. El comentario de la guardia no podía negarlo, yo mismo lo había pensado y era momento de darles un repaso a los batallones teniendo en cuenta la situación actual, pero ya lo dejaría para el próximo día.

La visita guiada continuó y mi primer acierto fue la habitación, me incliné levemente para corresponder a su agradecimiento antes de continuar, al entrar en el baño la morena se dio una vuelta por el mismo, me volví un momento para indicarle dónde podría encontrar todo lo que necesitara pero era bastante rápida y la ropa volaba por la estancia acabando alguna que otra prenda sobre mi. Mi experiencia con mujeres se limitaba a las de la isla que tal y como ella había dicho eran "anticuadas" por lo que el comportamiento de la morena me dejó confuso y clavado en el sitio algo atónito y sin poder quitarle la mirada de encima.

Carraspeé cuando nuevamente salió para darme las gracias, parecía un adolescente que nunca había visto una mujer desnuda pero creí disimular bien -am... si, no es nada, te dejaré unas toallas y un albornoz al otro lado, tómate el tiempo que quieras- miré a un lado y otro como si ya no supiera dónde estaban las cosas y al final señalé la puerta para salir de ahí huyendo de la tensión que solo yo parecía sentir. Llamé a los hombrecillos para que prepararan todo para ella mientras yo recibía un mensaje, respiré resignado asumiendo que el deber me llamaba yendo a mi propia habitación para darme una ducha rápida, cambiarme de ropa y esperar por mi invitada.

-¿Casamentera?no...pero puedo probar.Quien sabe...lo mismo encuentro a la bruja de tu vida.
Le di un par de palmaditas en la espalda por aquello y después di un par de palmadas ante el ofrecimiento de la apuesta.
-Ohhh excelente. Te vas a hartar a hacerme té. Con tus manitas..sin magia.
Una vez en la bañera pasé las manos por mi rostro llevando mi pelo hacia atrás y le miré de lado cuando capté su expresión rara.
-Uy...lo siento..¿Te he dado con la ropa?
Comenté preocupada por si le había dado en un ojo o algo así porque no pillaba el drama que estaba teniendo el pobre.
-Vale!No tardo nada!
Comenté bastante risueña mientras me adentraba en la bañera disfrutando del agua y de limpiarme de una maldita vez. El por su parte seguía con el drama y le vi algo dudoso hasta que señaló la puerta y se largó. Me asomé como pude desde la bañera.
-EEY!!GRACIAS REY MORO!
Seguí limpiándome un buen rato hasta que decidí que lo mismo llevaba demasiado tiempo allí, ya que mis dedos estaban arrugados. Así que salí y uno de esos genios enanos me pasó una toalla. Volví a la habitación esa, me vestí con uno de los pocos vestidos que tenían pantalones(gracias) y salí de allí para volver al salón.
"¿Y donde se supone que tengo que ir?"

Las palmaditas no sabía si eran por lástima o por alguna otra razón pero desde luego al final sería yo quien se las diera a ella cuando perdiera la apuesta, ya vería que le pediría después a la morena pero de momento dejaría que se confiara. La escenita en el baño por otra parte me había pillado con la guardia baja y al contrario que yo ella se encontraba muy cómoda -No, tranquila... haré que te la laven después- salí de la estancia para ir a mi propia habitación a ocuparme de mi mismo antes de asistir al cónclave.

Al salir de la ducha con un aspecto mucho más pulcro y bien vestido, llamé a uno de los guardias para informarles sobre mi invitada eso y que tendríamos reunión estratégica sobre la vigilancia y seguridad de la isla, para cuando la chica salió el guardia le echó un vistazo para saber quien era, hizo un saludo militar y marchó de allí desapareciéndose.

-Eres muy hábil moviéndote por ahí pero por si acaso los guardias están avisados de que eres una invitada- arreglé mi ropa y llamé a uno de los hombrecillos -él te acompañará hasta el edificio de investigación, debes preguntar por Giordano Da Vinci y...- miré a mi alrededor buscando algo hasta dar con una bolsa de tela que contenía unos cuantos granos de café árabe de buena calidad -Por si acaso, el café lo pondrá de buen humor, aunque creo que os llevaréis bien- el hombrecillo recibió la bolsa y la guardó en su turbante tirando después levemente del pantalón de la morena para que pudieran marchar -El deber me llama así que no sé cuando volveremos a vernos pero espero que aceptes una invitación a cenar- me puse una mano en el pecho haciendo una reverencia -Señorita...- levanté levemente la cabeza para guiñarle un ojo acompañado de una sonrisa justo antes de desaparecerme, dejándola con el hombrecillo y a su aire.

Llevaba ya bastantes horas delante de la tableta que le habían prestado, la de uno de los ministros. Por suerte no fue difícil interrumpir la conexión al servidor y dejar frito el micro de internet.
Extendí la mano hasta la taza que tenía pero sin apartar la mirada de la pantalla. A esas alturas el cacharro estaba lleno de cables conectados entre sí. Quedaba poca batería, así que tendría que recordar más tarde preguntar al Rey Moro si por aquí tenían enchufes. No había visto ninguno la verdad.
Al llevar la taza a los labios descubrí que ya no quedaba líquido. Mis labios se fruncieron y sentí un repentino cansancio. Aparté los ojos de la tableta y los froté por unos segundos. Después miré alrededor, nadie.
-Pssss....psssss...
Llamé al aire por si así aparecía el minigruñón para pedirle un café o algo. Nada.
"Tendría que haberle bautizado o algo"
Cerré la tableta y fui camino de la cocina, vale, tardé un poco en dar con ella pero al final conseguí llegar. Y cuando lo hice pues como no sabía muy bien como funcionaban ya que estaba en un sitio supuestamente mágico y tal simplemente me puse a abrir armarios y rebuscar por el lugar a ver si encontraba algo que me sirviese para no quedarme dormida.

Estaba realmente agotado y en cuanto salí de la reunión agradecí volver a mi hogar de forma inmediata, alabado fuera Alah por mi magia, sin embargo al llegar lo primero que pude ver fue el desastre que mi encantadora huésped había montado en mi salón.

Caminé por mi casa siguiendo el rastro de desastre hasta la cocina, el pequeño genio había desaparecido al cumplir con su cometido y ella había aprovechado para dejar aún más desastrosa la cocina, esquivé algo que lanzó y me apoyé en el marco de la puerta sonriendo mientras la miraba -No sé qué buscas pero seguro que no hace falta destrozarme la cocina- me acerqué a ella y tomé lo que tenía en la mano para dejarlo en su sitio -¿Tienes hambre? ya es un poco tarde para cenar pero puedo hacer algo ligero, ¿Qué me dices?-

Agarré un paquete de...fruncí mi ceño tratando de leer que era esa mierda.
"¿Que mierdas mas raras comen los magos?"
Y lo lancé hacia atrás, descartándolo. ¿Era tan difícil tener un maldito paquete en el que pusiese café?. Tomé un par de bolsas más y de pronto le oí. Esperaba que estuviese durmiendo o algo así, por lo que pegué un respingo a la parque me giraba y los paquetes caían de mis manos.
-ME cago en los ma...
Sí, iba a decir magos pero apreté los labios y gruñí mientras me agachaba a recoger lo que se me había caído, que pronto recogió de mis manos. Le seguí con la mirada. Apoyé la mano en la encimera y encogí un hombro.
-Intenté llamar a mini gruñón pero creo que se ha puesto en huelga...deberías subirle el sueldo o algo.
Murmuré mirando el desastre de la cocina. Solté un sonido cansado y comencé a recoger cosas que había tiradas.
-¿Cenar?...no, gracias no...yo, recogeré el desastre, lo .... - entorné los ojos negando- lo siento.
Empecé a meter cosas en los armarietes, no recordaba el orden pero al menos serviría de algo.
-Buscaba café, me estaba quedando dormida mientras tecleaba y...no puedo perder tiempo durmiendo.
Bostecé sin querer al oír aquella palabra y después le miré alzando ambas cejas, percatándome de que no era un pijama lo que llevaba puesto.
-¿Vienes de la reunión?¿Se ha alargado mucho?¿Al final han llovido puñales de magos a humanos o de humanos a magos?
Metí un par de tarros más en un armario cerrándolo.

abrí los ojos como platos al ver como la chica se sorprendía, no lo esperaba pero de forma inmediata contuve una risa que disimulé llevándome el puño a los labios y mirando hacia otro lado.

Me acerqué a ella y dejé las cosas en sus sitio riendo de nuevo cuando dijo lo del "mini-gruñón" -En cuanto cumplen su misión desaparecen, son una extensión de mi magia y cuanto más lejos estoy más cuesta controlarlos, además, pensaba que descansarían un poco antes de ponerte en la labor- lo cierto es que podía recoger las cosas en un momento con tan solo pronunciar el encantamiento adecuado pero no se me daban muy bien y la verdad era agradable tener compañía para variar -Está bien, solo bromeaba con lo del desastre, yo suelo dejarla peor- dije bromeando para quitarle importancia a todo aquello -Aún así deberías comer algo y sobretodo descansar, has pasado por el hospital no hace mucho-

Cuando confesó que buscaba café abrí una de las puertas de los armarios sacando un bote de metal que no tenía nombre, al abrirlo los granos enteros de café desprendían un aroma intenso -Precisamente buscabas lo que no tiene etiqueta, ve a sentarte, te prepararé uno- aunque la chica era más de hacer lo que le apetecía.

Estaba bostezando cuando se percató de mi ropa -Si, acabo de llegar, por suerte no se han matado unos a otros pero poco les ha faltado, la ministra es de armas tomar... menudo carácter- confesé a la chica -Pero hemos decidido las tareas de cada uno, por suerte-

Saqué un molinillo de café de esos manuales, era una autentica reliquia pero a la vez lo mejor para preparar un buen café y moler los granos de forma uniforme, la cafetera tampoco era eléctrica y el fuego era lo poco que tal vez la chica conociera aunque lo encendí con un chasquido de mis dedos y magia. Esperé a que el agua hirviera y al final tenía una cafetera llena solo para ella, la puse en una bandeja de plata junto a una taza de porcelana fina para ofrecersela -aquí tienes, creo que será suficiente para esta noche pero deberías tomar mi consejo de descansar, yo partiré mañana a Francia para buscar al androide-

Entrecerré los ojos al captar su risilla, aunque la había disimulado con un elegante gesto por su parte. Carraspeé al escuchar lo de los minigenios y la forma en la que funcionaban.
-Así que tu magia...pues tu magia es un poco gruñona a veces.
Guardé otro paquete en una de las despensas y finalmente cerré aquel mueble.
-¿Descansar?tengo que teclear ese código lo antes posible si queremos tener alguna oportunidad.
Al mostrarme aquel tarro sin nombre posé los ojos en los granos de café y luego alcé la vista hacia sus ojos arrugando mis labios en una de mis comisuras.
"Pues vaya pringada soy"
A pesar de que indicó que me sentase, apoyé mis brazos en la encimera quedando inclinada sobre esta dejando la cabeza reposar en una de mis manos mientras veía como preparaba el café.
"la ministra...ya"
-Bueno...si yo fuese ella también habría protestado. No podéis tratarles así.
El sonido del molinillo era relajante, casi tanto como el aroma que desprendía al usarlo.
-Ordenaré todo este desastre, tu tampoco has descansado nada y te estoy haciendo trabajar de mas.
Murmuré algo pensativa mientras el agua borboteaba en la cafetera. Cuando por fin el café estuvo preparado sonreí de medio lado aceptando aquella bandeja. La observé alzando una ceja y se me escapó una risilla volviendo a mirarle.
-¿Estás usando la vajilla para las visitas o aún mantenéis las antiguas tradiciones?
No pretendía ser descortés, simplemente hacía mucho tiempo que no veía una vajilla tan delicada. Quedé algo mas seria al oír lo siguiente.
-Oh...
Ciertamente me pillaba de sorpresa que fuese uno de los que se marchase a buscar a James. Aunque no tenía clara la razón de tal sorpresa. Volví a mirar la bandeja por unos segundos con el ceño un poco fruncido aunque no tardé en relajarlo alzando la vista de nuevo a Sayid.
-Yo...preguntaré para ver donde puedo quedarme y...trabajar.
Cogí aire después y miré hacia la salida de la cocina.
-Bien, pues...te dejo descansar. Gracias...
Hice un gesto con la bandeja .
-Por el café y tu hospitalidad.

Me eché a Reir cuando dijo que mi magia era gruñona mientras terminaba de dejar todo en su sitio -Todos tenemos un lado gruñón a veces, son parte de nosotros- aunque el genio era una invocación y no es que fuera parte de mi. No podía debatirle a la chica sobre su trabajo, era cierto que cuanto antes lo tuviéramos mejor pero aún así nada se podría hacer si ni tan siquiera podías permanecer los ojos abiertos.

-Siento mucho nuestro comportamiento, en esta guerra los magos también hemos participado y sé que no todos los humanos nos odian- hice una pequeña pausa para mirarla y sonreír de lado -Espero que no todos nos odien- volví la vista al bote de café mientras iba dejando los granos en el molinillo -Pero también es cierto que los ministros no son unos santos precisamente.... yo estuve en sus campos de concentración y créeme que no fue divertido-

Negué con la cabeza cuando dijo lo del desastre -Tranquila, haz cuanto necesites y usa lo que necesites, el desastre es lo de menos, siempre podemos recogerlo después- El aroma del café pronto inundó la cocina y lo dispuse todo en aquella bandeja para que la morena pudiera disponer de ella aunque no esperaba su comentario -Es para las visitas especiales- en cuanto su mirad se cruzó con la mía le guiñé un ojo a modo de complicidad.

Su mirada se tornó seria en cuanto le informé sobre mi misión del día siguiente, pensé que aquello la haría feliz pero no parecía muy convencida hasta que dijo lo de marcharse así que sospeché que sería por eso -No por favor, mi casa es tu casa, puedes quedarte mientras no estoy, mañana vendrá alguien para cuidar de ti..- lo pensé por un momento y aquello podría malinterpretarse sobretodo con alguien tan independiente como ella -no vienen a vigilarte ni nada, solo es alguien que vendrá a hacer las cosas de casa..- no sentía que lo estuviera arreglarlo así que me llevé una mano a la nuca sin saber muy bien como continuar -Solo si quieres, también te llevarán al taller de Giordano cuando lo requieras, aunque puede que venga él mismo a recogerte ¿Sigues teniendo la bolsa de café que te di antes? será tu mejor aliada- dije a modo de broma aunque eso no le quitaba veracidad.

-No es nada, puede que seamos nosotros quienes debamos agradecerte a ti después, es lo menos que puedo hacer por ti- después de eso la acompañé hasta fuera esperando a que dejara la bandeja en algún lugar y en cuanto tuve la oportunidad tomé una de sus manos para dejar un beso en ella -Tradiciones antiguas, ya sabes... Buenas noches Sigrid, y por si no nos vemos mañana, hasta más ver- dicho eso me retiré a mi habitación para por fin tomar un merecido descanso y salir en busca del androide a la mañana siguiente.

Una vez hecho el café llegamos hasta el salón. Agradecí internamente no tener que abandonar esa casa. Aunque era grande y eso no me apasionaba al menos la tenía más o menos localizada y sabiendo que se trataba de la casa de uno de los Descendientes supuse que sería mas segura que cualquier cuarto que me pudiesen ofrecer.
Me hizo gracia que se trabase tanto y entorné los ojos al darme cuenta de algo, por sus palabras.
"Tenía puñetero café todo el rato en el bolsillo...eres tooonta Sigrid"
No contesté y dejé la bandeja en la mesa.
-Genial pues...
Alcé ambas cejas mirando a la mano que me había agarrado y luego le miré a él mientras depositaba ese beso en ella. Iba a decirle algo de que era un antiguo de nuevo pero ya se encargó Sayid de hacerlo por mi. Simplemente me reí. Incliné la cabeza aceptando aquel gesto.
-Tendré que buscarte una moza antigua cuando vuelvas. Buenas noches rey moro.

Tomé la taza de café y me senté en aquellos cojines, volviendo a abrir la tableta para teclear sin parar durante la noche. En aquel silencio solamente se escuchaba el traqueteo del teclado, de cuando en cuando pasos por el pasillo y en la proximidad de la madrugada varios rugidos de dragones del exterior.
Suspiré pasando una mano por mis ojos, picaban. El café se había acabado. Me levanté y mi espalda crujió repetidamente antes de ir camino del servicio.
Lavé mi cara con insistencia, los ojos rojos. Sí, perder la bolsa con mis cosas en la ciudadela había sido un desastre. Volví a la zona de trabajo. La pantalla se veía nublada. Gruñí dejando que mi cuerpo golpease contra los cojines.
"Puta vida"
Tras gruñir y quejarme por lo bajo un rato más volví a levantarme y caminé cual zombie por los pasillos para acabar delante de una puerta. Sin esperar abrí la puerta del cuarto de Sayid que aún seguía dormido y avancé hasta la cama. Subí a esta quedando de rodillas en ella y comencé a menearle el hombro.
-Eh....eh... rey moro... psss...
Volví a frotar mis ojos con la mano libre.
-Necesito un favor antes de que te largues a por James. ey...ey...
Volví a menearle...el hombro (que sois unas guarrillas).
-Vamos...despierta.

Suspiré resignado pero con una sonrisa en los labios cuando nuevamente me dijo aquello de buscarme una moza, era la segunda vez que me lo decía y solo podía interpretar que me había dejado en la friendzone. Me despedí de ella y me retiré a darme una ducha rápida antes de ir a dormir tan solo con un pantalón ancho.

Todo estaba en silencio y gracias a lo agotado que estaba y a la poción de sofía caí en poco tiempo, pero tal vez esa no había sido la mejor de las ideas pues el infierno me seguía persiguiendo en mis sueños, estaba alterado, deseaba despertarme o salir de aquel lugar pero no lo conseguía y la única opción era luchar contra todo lo que me atormentaba.

Estaba tan inmerso en todo aquello que no escuché a la morena entrar en mi habitación pero sus esfuerzos por despertarme no fueron inútiles aunque tal vez no acabaron con el resultado esperado para ninguno de los dos. En mi cabeza, a pesar de encontrarme en mi habitación, seguía luchando contra algo, tomé a Sigrid de la ropa y la tumbé en la cama con un rápido movimiento quedando encima de ella para inmobilizarla justo antes de invocar una daga y ponerla en su cuello, mis ojos tardaron en enfocar su rostro pero por suerte lo conseguí antes de hacer una tontería.

-Sigrid! por Alah, qué haces aquí? lo siento mucho...- me aparté de ella e hice desaparecer la daga ayudándola a que se levantara -¿Te encuentras bien? - chasqué los dedos para que las luces de la habitación se encendieran y poder verla mejor -¿Te he hecho daño?- pregunté llevando una mano a su cuello para asegurarme de no haberla herido.