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Recuerdo del primer mensaje :
Situado en Jack the Ripper. Edificio viejo, con muchas casas de okupas. No hay medidas de seguridad especiales en el piso, excepto la llave de la puerta y en ocasiones el dragón negro de Reiv ( todavía no tiene el tamaño de un dragón adulto). Se encuentra en el último piso del edificio. Se puede acceder a la terraza superior del edificio a través de las escaleras de incendios.
Situado en Jack the Ripper. Edificio viejo, con muchas casas de okupas. No hay medidas de seguridad especiales en el piso, excepto la llave de la puerta y en ocasiones el dragón negro de Reiv ( todavía no tiene el tamaño de un dragón adulto). Se encuentra en el último piso del edificio. Se puede acceder a la terraza superior del edificio a través de las escaleras de incendios.
Despertaron una vez que el sol estuvo lo suficientemente arriba como para molestarle con sus rayos en la cara. O al menos eso creyó, pues rapidamente se dio cuenta de que se encontraba sola en la cama. Buscando por toda la habitación, se dio cuenta del sonido del agua al caer y maldijo internamente a Reiv de nuevo por volver a bañarse sin ella antes de abrazar la almohada y volver a su letargo.
Abrió los ojos de nuevo cuando sintió en la mejilla lo que creyó era un beso, confirmándolo antes de cerrar de nuevo los ojos, acurrucándose en la manta que Reiv había colocado sobre ella. Volvió a intentar dormir cuando recordó lo mal que había estado el chico la noche anterior y que era probable que necesitara otra curación. Se sentó en la cama, abrazándose a él con los ojos aún cerrados, adormilada. Encontró a besos su boca y depositó uno suave, que se comenzó a convertir en algo más profundo cuando se dio cuenta de algo extraño. Se separó bruscamente, demasiado despierta ahora que entendía enteramente lo que pasaba.- Estás envenenado.- Susurró preocupada y sorprendida de no haberlo sabido antes. Quizás toda la sangre y tanto olor a dragón de la noche anterior habían nublado un poco sus sentidos. Colocó rápidamente su mano sobre el corazón de Reiv, tratando de hacer aquella misma mágia que había logrado cuando recién le conoció. Entre más tiempo pasara, más se extendería el veneno dentro suyo y ya había estado ahí una noche entera. Los antídotos regulares no funcionarían pero no lograba sentirse plenamente en forma para realizar una curación completa.- ¿Sería por el zarpazo? Reiv, necesitamos un antídoto...- Temía un poco por él, pues ya había realizado suficientes curaciones como para que estuviera mejor.
Abrió los ojos de nuevo cuando sintió en la mejilla lo que creyó era un beso, confirmándolo antes de cerrar de nuevo los ojos, acurrucándose en la manta que Reiv había colocado sobre ella. Volvió a intentar dormir cuando recordó lo mal que había estado el chico la noche anterior y que era probable que necesitara otra curación. Se sentó en la cama, abrazándose a él con los ojos aún cerrados, adormilada. Encontró a besos su boca y depositó uno suave, que se comenzó a convertir en algo más profundo cuando se dio cuenta de algo extraño. Se separó bruscamente, demasiado despierta ahora que entendía enteramente lo que pasaba.- Estás envenenado.- Susurró preocupada y sorprendida de no haberlo sabido antes. Quizás toda la sangre y tanto olor a dragón de la noche anterior habían nublado un poco sus sentidos. Colocó rápidamente su mano sobre el corazón de Reiv, tratando de hacer aquella misma mágia que había logrado cuando recién le conoció. Entre más tiempo pasara, más se extendería el veneno dentro suyo y ya había estado ahí una noche entera. Los antídotos regulares no funcionarían pero no lograba sentirse plenamente en forma para realizar una curación completa.- ¿Sería por el zarpazo? Reiv, necesitamos un antídoto...- Temía un poco por él, pues ya había realizado suficientes curaciones como para que estuviera mejor.
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Consigo ir despertándola poco a poco y sin sobresaltos, lo suficiente para que se espabile y se incorpore para abrazarse a mí medio adormilada. Voy a preguntarle qué le pasaba cuando decide darme los buenos días con un beso, aunque éste no dura mucho porque se separa repentinamente como alarmada por algo, ya sin rastro alguno de sueño. Su rápido diágnostico me sorprende al igual que me asusta por lo desconocido del veneno, pero eso cuadraría con no conseguir recuperarme del todo a pesar de las numerosas curaciones que ha estado haciendo. Una cosa era la herida, que ya se ha curado, pero el resto de síntomas siguen persistiendo. - ¿Cómo lo sabes...el zarpazo? si es por eso...menuda noche te di ayer. - sé que en ocasiones las mordeduras y zarpazos pueden estar impregnadas con veneno, pero no tenía ni idea de que Smaug pudiese hacer eso. En realidad no se casi nada de él, excepto la historia que conoce todo el mundo al respecto.
- Joder...pues es el peor momento para esto. - ir ahora a un hospital o a buscar un antídoto no me dejaría ir a lo que tengo que hacer, que también es urgente. - pero no puedo ir ahora mismo, tengo que...- empiezo sin saber cómo explicarlo, un poco aturullado con tanta mala noticia. - Mi hermano. Lo ha secuestrado la Alianza. Quieren que les entreguemos al tal Michael Wilhelm a cambio, y por otro lado están organizando una misión de rescate en el cementerio. - también es cierto que si voy a rastras poco podré hacer, pero ahora mismo tengo la engañosa sensación de estar un poco mejor que ayer gracias a las curaciones que he recibido. En realidad el veneno sigue dentro y extendiéndose con el paso de las horas. - No sé dónde ir primero...quiero hacer lo que tenga más sentido. Y cuanto antes, hay que irse cuanto antes. - gruño por lo bajo confundido, intentando aclarar las ideas.
"mierda...nos tienen cogidos por los huevos, sea como sea"
- ¿Tú estás bien? ¿has podido dormir? me pareció que habías llorado...- pregunto algo dudoso, por si le estoy recordando algo que no quiere. Hago un gesto negativo para que deje de cansarse con las sanaciones, aunque lo está haciendo lo mejor que puede parece que se necesitará otro tipo de ayuda.
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PS: 111 + 30= 141 - 10= 131 (veneno post 9)
Las preguntas de Reiv no ayudan a que se mejore, pues seguro que no quiere ir al hospital. Se levantó como alma que lleva el diablo. Ya tenía la camiseta de Reiv, así que solo corrió hasta encontrar sus pantalones. No estaban secos, así que tuvo que sacar un par del armario, poniéndoselos enseguida mientras escuchaba el inicio de las alegatas de Reiv.- Reiv, tienes demasiadas horas con eso dentro y si no se ha quitado es porque necesitas una dosis de antídoto. ¡No seas terco! - Dijo, recordando claramente que él lo había usado en su contra, cerrando las puertas del armario, fajándose la camiseta de Reiv en el pantalón para que no le quedara tan grande. Fue a por sus botas, que estaban junto a donde él se encontraba sentado, solo para apurarle un poco más con la decisión.- Solo será una inyección, quizás solo te lo bebas. O quizás sea...- La noticia que salió de los labios del moreno fue una sorpresa tan grande que se quedó congelada en el sitio frente a él, viéndole sin poder ocultar en el rostro lo mucho que implicaba aquella revelación.
Se mantuvo frente a él, pensando en la situación mientras veía a Reiv con desesperación. No aguantaría mucho más, ya tenía demasiado tiempo así, pero también era cierto que ella misma no había podido quitarle el veneno en toda la noche. Hizo un último intento, pero al igual que el resto, no salió como esperaba. El veneno estaba demasiado esparcido para sacarlo sin antídoto.- A un hospital primero. Solo iremos rápido por el antídoto, debe haber. ¿Qué haremos con Svart? - Susurró, tomando asiento junto a él, poniéndose las botas con cuidado mientras seguía pensando. El hospital no era opción, era algo que aseguraría. Sin embargo, dar al hermano de Wilhelm, que si mal no recordaba era el ministro, era otra cosa. Ni siquiera sabía donde podía estar.- Al hospital y quizás luego al cementerio. Hay que enterarse de lo que está pasando. ¿Estás seguro?- Susurró tras aclarar su cabeza un poco. El hermano del ministro podía esperar algo más.
La pregunta siguiente le tomó por sorpresa por lo observador que había sido. Ya casi lo había olvidado por todo lo que ocurrió, pero no tenía caso. Le dio la espalda para caminar hasta Svart, pensando en si deberían despertarlo o no.- Fue un mal sueño. Uno muy extraño... ¿Nos vamos ya? Hay que aprovechar que aún puedes desaparecerte.
Se mantuvo frente a él, pensando en la situación mientras veía a Reiv con desesperación. No aguantaría mucho más, ya tenía demasiado tiempo así, pero también era cierto que ella misma no había podido quitarle el veneno en toda la noche. Hizo un último intento, pero al igual que el resto, no salió como esperaba. El veneno estaba demasiado esparcido para sacarlo sin antídoto.- A un hospital primero. Solo iremos rápido por el antídoto, debe haber. ¿Qué haremos con Svart? - Susurró, tomando asiento junto a él, poniéndose las botas con cuidado mientras seguía pensando. El hospital no era opción, era algo que aseguraría. Sin embargo, dar al hermano de Wilhelm, que si mal no recordaba era el ministro, era otra cosa. Ni siquiera sabía donde podía estar.- Al hospital y quizás luego al cementerio. Hay que enterarse de lo que está pasando. ¿Estás seguro?- Susurró tras aclarar su cabeza un poco. El hermano del ministro podía esperar algo más.
La pregunta siguiente le tomó por sorpresa por lo observador que había sido. Ya casi lo había olvidado por todo lo que ocurrió, pero no tenía caso. Le dio la espalda para caminar hasta Svart, pensando en si deberían despertarlo o no.- Fue un mal sueño. Uno muy extraño... ¿Nos vamos ya? Hay que aprovechar que aún puedes desaparecerte.
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Ya suponía que ella me insistiría con lo de ir primero al hospital, y tampoco puedo protestar mucho a lo de terco porque yo mismo le dije que lo era cuando parecía que quería marcharse de aquí sin más. En realidad los dos somos bastante cabezotas en algunos momentos, hay que asumirlo. Lleva razón en que la manera de limpiar el veneno debe ser esa, así que sólo suelto un gruñido resignado mientras ella empieza a vestirse a toda velocidad. Si hubiésemos sabido esto antes tal vez podría estar ya listo para marcharme a ver qué cojones está sucediendo con mi hermano, pero así no me queda otra que solucionarlo primero todo lo que ha ocasionado el maldito zarpazo. - Está bien...parece que no queda otra. Al de Ouroboros, se supone que Lucio sabrá qué hacer, o podrá preguntarle a Snagov, que debe saber todo sobre los dragones. - Me pongo en pie para ir a por la cazadora, intentando disimular un poco eso de que sigo mareado para no quedar mal con eso de haberme puesto terco con lo de no querer ir.
Me sabe mal despertar a Svart, pero también me da cosa dejarlo aquí solo en el piso. - Eh, amigo. Tenemos que irnos. - Svart me gruñe y tuerce la cabeza hacia otro lado como si quisiese seguir durmiendo, poco conforme con eso de marcharnos. - Nos lo llevamos a la isla. Con Snagov se ha quedado otras veces, estará bien con él mientras atendemos otros asuntos. - me agacho para quedar a su altura, poniendo una mano sobre la cabeza de Svart con cierto temor a que me rechace. - De verdad que lo siento, Svart. Sé que tengo que explicarte muchas cosas, lo sé. Quería hacerlo ahora, pero tengo que hacer algo primero. Te prometo que volveré pronto. Ahora vamos a la isla, te voy a dejar con alguien que ya conoces, estarás bien con él. - el dragón echa algunas nubecillas de humo por la nariz como si estuviese refunfuñando, pero se calma un poco al escuchar con quién se va a quedar. Al menos se sentirá seguro. El que debería sentirse inseguro soy yo, Snagov va a decirme de todo cuando sepa que no conseguí a Svart como le dije. Vuelvo a erguirme después de que Svart decida seguirnos, caminando hacia Juliet. - Sí, prefiero enterarme primero con los del cementerio que ir a ciegas a donde ha dicho el puto Andreas. - le doy la mano a Juliet para prepararnos para la desaparición, poniendo la otra sobre la cabeza de Svart. Arqueo levemente una ceja cuando me deja tan críptico eso del sueño, seguro de que hay algo que no me quiere contar. Ya me enteraré. Trato de concentrarme en el lugar al que quiero ir, aunque no me sale con la ligereza de otras veces. Mi cabeza parece una olla a presión, y eso se nota. Finalmente, tras varios segundos más, consigo desaparecernos a los tres del piso, con destino a la isla.
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PS: 131 + 15= 146 (veneno post 10)
Me sabe mal despertar a Svart, pero también me da cosa dejarlo aquí solo en el piso. - Eh, amigo. Tenemos que irnos. - Svart me gruñe y tuerce la cabeza hacia otro lado como si quisiese seguir durmiendo, poco conforme con eso de marcharnos. - Nos lo llevamos a la isla. Con Snagov se ha quedado otras veces, estará bien con él mientras atendemos otros asuntos. - me agacho para quedar a su altura, poniendo una mano sobre la cabeza de Svart con cierto temor a que me rechace. - De verdad que lo siento, Svart. Sé que tengo que explicarte muchas cosas, lo sé. Quería hacerlo ahora, pero tengo que hacer algo primero. Te prometo que volveré pronto. Ahora vamos a la isla, te voy a dejar con alguien que ya conoces, estarás bien con él. - el dragón echa algunas nubecillas de humo por la nariz como si estuviese refunfuñando, pero se calma un poco al escuchar con quién se va a quedar. Al menos se sentirá seguro. El que debería sentirse inseguro soy yo, Snagov va a decirme de todo cuando sepa que no conseguí a Svart como le dije. Vuelvo a erguirme después de que Svart decida seguirnos, caminando hacia Juliet. - Sí, prefiero enterarme primero con los del cementerio que ir a ciegas a donde ha dicho el puto Andreas. - le doy la mano a Juliet para prepararnos para la desaparición, poniendo la otra sobre la cabeza de Svart. Arqueo levemente una ceja cuando me deja tan críptico eso del sueño, seguro de que hay algo que no me quiere contar. Ya me enteraré. Trato de concentrarme en el lugar al que quiero ir, aunque no me sale con la ligereza de otras veces. Mi cabeza parece una olla a presión, y eso se nota. Finalmente, tras varios segundos más, consigo desaparecernos a los tres del piso, con destino a la isla.
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PS: 131 + 15= 146 (veneno post 10)
Cierro la puerta del piso con un fuerte portazo que doy con el pie, al llevar a Juliet en brazos modo recién casados. La noche había sido lo más parecido a una boda alternativa, entre la fiesta del Moulin, el anillo, las risas a la vuelta y las declaraciones e intenciones de futuro. Entre los efectos post fiesta y nuestro propio nivel de motivación y atracción no nos hemos percatado por ahora de nada de lo que pueda estar sucediendo fuera de nuestro círculo más inmediato, que en este momento es lo único que tenemos en cuenta. Este piso se había convertido en nuestro rincón seguro, una especie de mundo paralelo alejado del caos de la ciudad, un sitio anónimo en el que poder ser nosotros mismos. Ella misma había decidido que quería vivir aquí también, así que ya no era simplemente un piso para uno.
No mediamos muchas más palabras mientras cruzamos la habitación, puesto que reiniciamos el beso que se había interrumpido un instante cuando cruzamos la puerta. Esquivo un par de obstáculos de cosas que habíamos dejado en medio la vez anterior, eso de ser ordenados no lo llevamos muy bien todavía. Perfectamente podría haberme caído al hacer equilibrios, que después de la hierba esa todavía tenía que recobrar la claridad mental. De un modo u otro acabamos llegando hasta la cama, lugar donde acabamos ambos enredados.
No mediamos muchas más palabras mientras cruzamos la habitación, puesto que reiniciamos el beso que se había interrumpido un instante cuando cruzamos la puerta. Esquivo un par de obstáculos de cosas que habíamos dejado en medio la vez anterior, eso de ser ordenados no lo llevamos muy bien todavía. Perfectamente podría haberme caído al hacer equilibrios, que después de la hierba esa todavía tenía que recobrar la claridad mental. De un modo u otro acabamos llegando hasta la cama, lugar donde acabamos ambos enredados.
Las explicaciones sobraron cuando llegaron a la puerta del piso que tenían poco compartiendo. Desde aquel día, donde decidió dejar sus cosas en la esquinita del armario había pasado poco tiempo y muchas cosas. Había un silencio implícito entre ambos. Ninguno lo contaba, ninguno lo decía, pero en el fondo ambos sabían que se habían calado hondo. Sería la facilidad de palabra que el vodka le daba, la tranquilidad que le dio el cigarrillo o el amor al prójimo, pero se encontraba tan serena y con los sentimientos tan claros en aquel instante y a flor de piel, que creía poder transmitírselos al moreno con solo tocarle y abrazarle.
Si bien no esperaba mucho del moreno, no pudo evitar soltar una lágrima al sentirse aceptada y querida; una manera totalmente distinta de cerrar el día que como había iniciado. Sus lágrimas no eran de tristeza. Si había que definirlo, se sentía tan feliz que estas ya no tenían cabida ni lugar en su cuerpo, y por ello se liberaban. El beso solo fue otra manera de expresar la disposición con la que gustosa aceptaba ser con él una versión mejor de sí misma. Se sorprendió gratamente cuando entró al piso de la manera tradicional. No lo esperaba,, sobre todo por nacer de Reiv, pero le sorprendió para bien. No tenía palabras para agradecer las atenciones, así que permitió que sobraran a medida que se fundían en un beso dulce y dedicado. Terminaron en la cama. Un lugar que estaba cada vez más y más presente en su relación, a pesar de los sentimientos encontrados que le causaba. Por ahora no tenía más dudas, y eso le era suficiente para permanecer recostada a su lado, colando la mano por debajo de su camiseta. Comenzó a acariciarle suavemente. No tenía prisa. Mientras sus labios se encontraban, ella iba abriendo camino por encima del pantalón del moreno hasta encontrar el espacio que buscaba. Era una clara invitación que indicaba el éxito del juego previo en la primera planta del edificio. No pudo evitar sonreír mientras continuaba con el beso, consciente de la necesidad que sus cuerpos compartían.
Cuando el beso estaba llegando a su punto, el sonido de una detonación le sobresaltó. Se detuvo en seco sin avisar. - ¿Escuchaste eso? - Con la cabeza tan embotada como la traía no pudo encontrar explicación, por lo que decidió continuar el beso hasta que algunos sonidos similares le siguieron. No era poco común escuchar ese tipo de sonidos en un barrio tan peligroso, pero la hora lo hacía angustiante para ella. Tras un momento con el beso detenido, se abrazó a él con fuerza, atribuyendo su angustia a que no hace mucho Reiv era un busca pleitos y ella una solitaria que ahora tenía mucho que perder si él le hacía falta. Dejó un profundo beso en la mejilla del moreno, tomándose un minuto para encontrarse en sus ojos grises, tratando de tranquilizarse con su mirada mientras intentaba ignorar los sonidos de la calle.
Si bien no esperaba mucho del moreno, no pudo evitar soltar una lágrima al sentirse aceptada y querida; una manera totalmente distinta de cerrar el día que como había iniciado. Sus lágrimas no eran de tristeza. Si había que definirlo, se sentía tan feliz que estas ya no tenían cabida ni lugar en su cuerpo, y por ello se liberaban. El beso solo fue otra manera de expresar la disposición con la que gustosa aceptaba ser con él una versión mejor de sí misma. Se sorprendió gratamente cuando entró al piso de la manera tradicional. No lo esperaba,, sobre todo por nacer de Reiv, pero le sorprendió para bien. No tenía palabras para agradecer las atenciones, así que permitió que sobraran a medida que se fundían en un beso dulce y dedicado. Terminaron en la cama. Un lugar que estaba cada vez más y más presente en su relación, a pesar de los sentimientos encontrados que le causaba. Por ahora no tenía más dudas, y eso le era suficiente para permanecer recostada a su lado, colando la mano por debajo de su camiseta. Comenzó a acariciarle suavemente. No tenía prisa. Mientras sus labios se encontraban, ella iba abriendo camino por encima del pantalón del moreno hasta encontrar el espacio que buscaba. Era una clara invitación que indicaba el éxito del juego previo en la primera planta del edificio. No pudo evitar sonreír mientras continuaba con el beso, consciente de la necesidad que sus cuerpos compartían.
Cuando el beso estaba llegando a su punto, el sonido de una detonación le sobresaltó. Se detuvo en seco sin avisar. - ¿Escuchaste eso? - Con la cabeza tan embotada como la traía no pudo encontrar explicación, por lo que decidió continuar el beso hasta que algunos sonidos similares le siguieron. No era poco común escuchar ese tipo de sonidos en un barrio tan peligroso, pero la hora lo hacía angustiante para ella. Tras un momento con el beso detenido, se abrazó a él con fuerza, atribuyendo su angustia a que no hace mucho Reiv era un busca pleitos y ella una solitaria que ahora tenía mucho que perder si él le hacía falta. Dejó un profundo beso en la mejilla del moreno, tomándose un minuto para encontrarse en sus ojos grises, tratando de tranquilizarse con su mirada mientras intentaba ignorar los sonidos de la calle.
A decir verdad no había escuchado nada extraño, así que cuando Juliet se detiene trato de afinar el oído por si descubro a qué se refiere. Es cierto que los de su raza tienen los sentidos más desarrollados, pero si se tratase de un sonido tan notorio o peligroso como un tiroteo ya me habría dado cuenta. – No he oído nada, pero no te preocupes. Seguramente no sea nada importante. Ya sabes cómo es este barrio. Aquí nadie conoce a nadie, estamos a salvo – trato de calmarla y de hacerla sentir más segura con esas palabras, aunque no esté convencido de que sea cierto. También intento que se relaje, pero con acciones, como un abrazo y una mirada que pretende ser tranquilizadora. Ahora mismo bien podríamos ser de esas parejas que salen en las películas americanas, de las que se enrollan sin darse cuenta de nada hasta que les ataca el monstruo. No pude evitar que me hiciese gracia ese pensamiento, aunque no me distrajo lo suficiente como para apartar la atención de la persona que tenía delante. Ya tendría que ser algo realmente importante como para dejar de lado lo que estábamos haciendo.
Deslizo una mano por su cabello, quitando con lentitud la goma que lo sujetaba para dejar su pelo suelto, enredando mis dedos entre su rojiza melena hasta llegar a llegar a la parte de atrás de su cabeza. La atraigo hacia mí nuevamente para besarla de manera más profunda e intensa que antes.
El tira y afloja que iniciamos mientras subíamos no se ha apagado lo más mínimo, sino que se aviva por momentos. Mi otra mano inicia un camino descendente por su espalda, desabrochando de paso de la parte superior de la ropa interior. No demoro demasiado en hacer lo propio con su pantalón, deshaciéndome de él poco después, de tal manera que acaba tirado por el suelo de la habitación. Pronto mi ropa se une a la suya, acabando esparcida por ahí hasta que en la cama sólo quedamos nosotros, piel con piel. Cada vez conocía su cuerpo mejor, descubriendo dónde y cómo debía acariciar y tocar para llegar hasta ella. Hasta ahora no había tenido esa conexión con nadie, no de la misma manera.
Deslizo una mano por su cabello, quitando con lentitud la goma que lo sujetaba para dejar su pelo suelto, enredando mis dedos entre su rojiza melena hasta llegar a llegar a la parte de atrás de su cabeza. La atraigo hacia mí nuevamente para besarla de manera más profunda e intensa que antes.
El tira y afloja que iniciamos mientras subíamos no se ha apagado lo más mínimo, sino que se aviva por momentos. Mi otra mano inicia un camino descendente por su espalda, desabrochando de paso de la parte superior de la ropa interior. No demoro demasiado en hacer lo propio con su pantalón, deshaciéndome de él poco después, de tal manera que acaba tirado por el suelo de la habitación. Pronto mi ropa se une a la suya, acabando esparcida por ahí hasta que en la cama sólo quedamos nosotros, piel con piel. Cada vez conocía su cuerpo mejor, descubriendo dónde y cómo debía acariciar y tocar para llegar hasta ella. Hasta ahora no había tenido esa conexión con nadie, no de la misma manera.
- +18:
- Los besos, las caricias y los juegos preliminares dieron pronto paso a algo más, el instinto y los cuerpos pedían seguir, una necesidad imperiosa de ir más allá. Después de algún que otro giro en la cama la tomo por la cintura para elevarla y que ella quede a horcajadas sobre mí, de modo que los dos quedásemos frente a frente. Finalmente nos fundimos el uno con el otro, comenzando así un acompasado baile de nuestras caderas.
- +18:
Se dejó tranquilizar por Reiv, tanto por sus palabras como sus acciones. No podía negar que aunque lo de afuera le preocupara, en aquel sitio no tenía cabida nadie más, ni siquiera los miedos del mundo exterior. Decidió entonces aceptar el profundo beso que el moreno inició, abrazándose a su cuello mientras su mano se encargaba de otros aspectos más apremiantes por debajo de su pantalón.
Terminó por aceptar su propia desnudez como un atributo deseable, pues la pena no pudo ganarle al deseo de estar piel con piel con el hombre que quería. Le entraba la curiosidad de por qué la tendencia era Reiv quitando de en medio toda la ropa posible, concluyendo después con que era algo inherente a él, pues no parecía ser de los que se quedaban a medias tintas.
Mientras le besaba trataba de decidir si lo que debía hacer era darle rienda suelta al fuego abrasador que le quemaba la piel en la planta baja o si, por el contrario, el momento daba para algo más romántico que a lo que acostumbraban. El que terminó decidiendo fue Reiv, con la urgencia, con sus manos en los lugares adecuados y los besos apasionados y profundos. Por irónico que pareciera, el simple hecho de soltarle el cabello había desatado un poco más sus propias inhibiciones, quitando la moderación de su lenguaje corporal. Ahora, encima de él, con las manos afianzadas en el pecho del moreno, sus movimientos se volvieron fuertes y decididos, profundos, rozando incluso lo violento, tal y como lo habían hablado algunos pisos más abajo. Sus ojos se mantuvieron fijos en los de Reiv mientras conseguía un ritmo placentero, que rapidamente se convirtió en algo desenfrenado a medida que aumentaba la velocidad y el roce entre ellos. De sus labios dejaron de salir palabras, enfocándose en expresar las sensaciones que de su cuerpo afloraban. El alcohol les había regalado el placer mismo, sin filtros ni inhibiciones. Sin pena, sin retrasos y sin freno.
O eso creyó. No tardó mucho antes de paralizarse por las mismas sensaciones tan exquisitamente intensas que un momento atrás la habían empujado a seguir con fuerza desbocada. A medida que se acercaba al punto culminante, sus piernas y brazos habían perdido la fuerza para continuar, mientras de su pecho salía una risa nerviosa por haberse quedado a medias, como una llama muy brillante que se extingue a sí misma. Le echó la culpa al alcohol de nuevo, y al porro, antes que a su propio pudor. Tras algunos segundos inmóvil, con la risa a flor de piel, decidió entonces tomarlo como medio tiempo, inclinándose para alcanzar los labios de Reiv para volver a encenderse, pasando después a su cuello, a su pecho, a su vientre, explorando su piel y evaluando las reacciones que en el moreno causaba. No podía negar que estar arriba era más complicado, pero lo hacía también más complejo al tener la responsabilidad del placer de otra persona en las manos... Tras unos minutos de juego, volvió entonces a las andadas. Esta vez, el paso era más lento, pero también más disfrutable y placentero, usando las caderas para producir un vaivén rítmico que iniciaba de nuevo la escalada.
- +18:
- Gestos y palabras parecieron ser suficiente para apaciguar los miedos de Juliet sobre lo que pudiese suceder en el exterior, al cual permanecimos ajenos, sin saber por el momento nada de lo que sucedía en las calles. Podría parecer egoísta, pero no se me pasó por la cabeza salir a ver si sucedía algo, o si alguien necesitaba ayuda. Al menos no en ese momento, no cuando tenía conmigo todo lo que podía querer. Siempre me costó entender a aquellos que hacían cosas de forma totalmente desinteresada, o los que miraban por otros antes que por ellos mismos. Definitivamente creo que me costaría mucho ser de esos. Decidí que nos merecíamos disfrutar de vez en cuando, que no todo iba a ser siempre luchar sin descanso. Esta noche iba a ser de esas, la mejor manera de terminar la fiesta iniciada en el Moulin.
Con esa mentalidad decidí dar rienda suelta a la parte más pasional, a la más instintiva. Nos entendemos bien en ese lenguaje, con una especie de química difícil de definir. Para empezarlo todo nos basta con la atracción mutua y el contacto, no falla. Todo arde si le aplicas la chispa adecuada, y así sucede con nosotros cuando una cosa lleva a la otra, cuando el juego previo desemboca en la unión más profunda. Gracias a la posición de ella puedo disfrutar de una mejor perspectiva de su cuerpo, el cual recorro con una mirada que parece querer grabar en la mente cada detalle, hasta llegar y quedarme en sus ojos. Ahora es ella la que toma la iniciativa, marcando el ritmo y provocando con cada movimiento una escalada en las sensaciones placenteras. Mis manos se aferran con firmeza a sus caderas conforme aumenta la velocidad, acompasándose también al vaivén. Si tuviésemos vecinos probablemente se estarían enterando de todo lo que sucede en la habitación de al lado, entre otras cosas porque el colchón desastroso que tenemos no ayuda a la discreción, y porque ninguno de los dos permanecemos precisamente en silencio.
Las fuerzas de Juliet parecen disiparse durante unos momentos, como si de repente hubiese aparecido el pudor o como si estuviese confusa, a juzgar por la breve risa nerviosa. - Ey...¿estás bien? - . Ella retoma con un beso antes de que pueda preguntarle algo más, algo que interpreto como una respuesta afirmativa. Por unos minutos volvemos a los momentos iniciales, tomando una marcha más pausada y suave en la que ella se sienta cómoda, que se lo tome con más calma para que los dos vayamos a la vez. El tiempo transcurre de manera placentera, haciendo que se reavive el ímpetu inicial, hasta que llegado un punto cambio un poco la posición. Levanto mi espalda de la cama para que ahora nuestros cuerpos queden en contacto completo, el uno contra el otro. Utilizo mis rodillas como apoyo, haciendo que las piernas de ella se enrosquen a mi cadera mientras la rodeo con mis brazos por la cintura. Me deleito unos segundos en sus ojos que parecen reflejar el mismo fuego, sin necesidad de expresar lo que me producen con ninguna palabra. Después beso su cuello mientras comienzo a imprimir cada vez más y más intensidad a mis movimientos, sintiendo que el momento álgido se aproxima. Busco sus labios con avidez, alargando ese momento todo lo posible para que la escalada sea igual para ambos. Me detengo en un potente movimiento final al alcanzar el clímax, que recorre todo mi cuerpo como si la sensación fuese a ser eterna.
- +18:
Si tenía que escoger un momento favorito en la vida, tendría que ser ese donde sus cuerpos se encontraron con el deseo irrefrenable que les consumía. No podía evitar pensar en las comparaciones. Sobre todo si tenía en mente que la última vez, aunque también lo había iniciado ella, no estaba pensando en Reiv sino en ella misma y en sus propios vacíos existenciales. Ahora, la cuestión era una aceptación profunda de las virtudes y defectos de ambos lo que le animaba a continuar con aquel lento ritmo después de haber agotado sus energías. Decidió no permitir que Reiv mencionara palabras de preocupación, pues el acto mismo era una respuesta.
La continuación fue lenta en comparación, pero justo lo que ambos necesitaban. Recibió a Reiv con los brazos abiertos cuando se incorporó, pegando su pecho al de él al instante, y abrazándose a su cuello para atraerlo, sujetándose con las piernas por detrás de su cintura. La posición era extraña, pero eso no quitaba la comodidad que sentía de estar con un hombre a quien tanto deseaba. Vio en sus ojos el instante mismo en que sus destinos se cruzaron para siempre, sonriendo ante los besos, ante las caricias, ante la intensidad misma con que Reiv tomaba el control. Le había dicho ya antes lo mucho que le encendía verle tan apasionado por algo y él sabía como aprovecharlo para sacar de su pecho jadeos que se intercalaban con su nombre y que llenaban todo el espacio. Los besos se bebieron los sonidos cuando llegaron al punto mismo donde la conciencia del tiempo se perdió. Habían pasado algunos segundos y, sin embargo, sentía ya que había estado en la cima del mundo por días, como si el tiempo no pasara. Los músculos de todo su cuerpo se tensaron entorno a él, con el ligero temblor de quien llega y sobrepasa su límite.
Sus labios se quedaron clavados en los de él sin moverse mientras les recorría aquella inmensa locura por el cuerpo. Solo cuando esta fue desapareciendo pudo moverse de nuevo. Inició con los labios, dejándole un suave beso sin separarse de él, para luego relajar los brazos, las piernas y el resto de su cuerpo. Su frente quedó unida a la del moreno mientras le miraba con cansancio y satisfacción.- Que mejor final feliz.- Bromeó con voz trémula, besándole de nuevo, alargándolo como él había hecho unos instantes atrás. La claridad que tenía ahora en la cabeza le hacía pensar que aquello bien pudo haber sido la noche de bodas con la que tenían todo el día bromeando. Decidió no decirle nada y tomarla así, como una unión de almas, de intenciones, de destinos, más fuerte que ellos mismos.
No tardaron mucho en caer exhaustos sobre la cama, con ella sobre él, con la cabeza en su pecho mientras escuchaba su corazón desbordándose acompasarse con el propio.- Reiv... Siente. Estamos en la misma sincronía.- Susurró, tomando la mano del moreno para guiarla hasta su corazón. Ya habían hecho sus votos, pero aquella era una promesa diferente. La calidez con que alguien puede cambiar la vida era mutua y estaba implícita en el ritmo de sus corazones.
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'Embarazo' :
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Dejo a mis compañeros Jed y Nathan en la calle, encargándose de un chaval armado al que acaban de descubrir. Tras eso inicio un nuevo registro en otro edificio contiguo, con la misma mala pinta que el anterior. Durante el ascenso no encontramos nada relevante, y parece que va a ser un registro tan poco productivo como el otro. Esta vez no encontramos yonkis en las escaleras, sólo los restos de las drogas que han dejado por allí. Hago un gesto a los soldados que me acompañan para que sigan subiendo conmigo en silencio, examinando los 4 pisos que hay por cada planta, de las siete que hay. Lo que encontramos son bastantes pisos abandonados hace mucho tiempo, y otros que son nidos de venta ilegal de drogas y delincuencia.
Entre yonkis y camellos no encontramos ninguno que la dominator identifique como ser de raza mágica, ni como delincuente. Sólo son pobres desgraciados cuya delincuencia no nos interesa combatir en este momento, hacemos la vista gorda con ellos, deteniendo únicamente a un par que se ponen chulos. Los dejamos paralizados en el sitio, pensando en recogerlos cuando terminemos de subir hasta arriba. Por fin llegamos a la última planta, prestando atención a todo lo que nos rodea para que no se nos escape nada. Hago un gesto de silencio a los soldados cuando creo escuchar algo, comenzando a caminar hacia la puerta del piso del que creo que viene el sonido. Las puertas y las paredes son de papel, así que no es muy difícil adivinar que hay alguien dentro. Creo adivinar que es ruido de muelles de una cama, y algo más. - Venga ya...¿en serio?- murmuro para mi misma entornando los ojos, pensando en lo que podemos encontrarnos dentro. Por suerte hemos debido llegar justo a tiempo, no tengo que esperar mucho hasta que se hace el silencio. A continuación hago un gesto a los soldados para que se preparen. Me separo de la puerta, apuntando a la cerradura con mi pistola y disparando. El pomo de la puerta vuela por los aires, y sólo tengo que dar una patada para tirarla abajo y entrar en la casa apuntando a quienes se encuentren allí.
- ¡Las manos tras la cabeza, esto es una redada! - grito de manera autoritaria mientras apunto hacia la cama, el único punto de la habitación que se encuentra tenuemente iluminado por la luz artificial de la calle.
Entre yonkis y camellos no encontramos ninguno que la dominator identifique como ser de raza mágica, ni como delincuente. Sólo son pobres desgraciados cuya delincuencia no nos interesa combatir en este momento, hacemos la vista gorda con ellos, deteniendo únicamente a un par que se ponen chulos. Los dejamos paralizados en el sitio, pensando en recogerlos cuando terminemos de subir hasta arriba. Por fin llegamos a la última planta, prestando atención a todo lo que nos rodea para que no se nos escape nada. Hago un gesto de silencio a los soldados cuando creo escuchar algo, comenzando a caminar hacia la puerta del piso del que creo que viene el sonido. Las puertas y las paredes son de papel, así que no es muy difícil adivinar que hay alguien dentro. Creo adivinar que es ruido de muelles de una cama, y algo más. - Venga ya...¿en serio?- murmuro para mi misma entornando los ojos, pensando en lo que podemos encontrarnos dentro. Por suerte hemos debido llegar justo a tiempo, no tengo que esperar mucho hasta que se hace el silencio. A continuación hago un gesto a los soldados para que se preparen. Me separo de la puerta, apuntando a la cerradura con mi pistola y disparando. El pomo de la puerta vuela por los aires, y sólo tengo que dar una patada para tirarla abajo y entrar en la casa apuntando a quienes se encuentren allí.
- ¡Las manos tras la cabeza, esto es una redada! - grito de manera autoritaria mientras apunto hacia la cama, el único punto de la habitación que se encuentra tenuemente iluminado por la luz artificial de la calle.
- +18:
- Definitivamente ha sido una noche bien aprovechada para ambos, algo de lo que estamos seguros cuando caemos de nuevo tendidos sobre la cama, con ella sobre mí. Nuestras respiraciones todavía siguen agitadas por toda la actividad anterior, al igual que el corazón, que golpea con fuerza contra el pecho. No hace falta decir nada, las miradas que intercambiamos ya dicen suficiente. Poco a poco nos vamos relajando y el ritmo de los latidos va bajando, llegando incluso a ser parecidos, tal y como compruebo cuando ella dirige mi mano hacia su corazón. Sonrío por su ocurrencia, sorprendido de que sea cierto lo que dice. - Dicen que hacer algo a la vez sin darse cuenta trae suerte, así que...pide un deseo. - susurro al recordar algo que había escuchado una vez, aunque sé que obviamente no es cierto. Permanezco sintiendo los latidos durante algunos segundos más, acariciando después su pecho antes de dejar un beso sobre su frente.
Nada hace presagiar el giro de 180 grados que pega nuestra situación. De repente se escucha un disparo que vuela la cerradura de la puerta, así, sin previo aviso de nada. Es justo en ese momento cuando me acuerdo de lo que dijo Juliet hace casi una hora, recién llegados al piso. Le parecía haber escuchado algo, pero no le hice caso ni le di la importancia suficiente a su preocupación. Precisamente por eso nos pillan completamente desprevenidos cuando tiran abajo la puerta, gritando y apuntando con una de esas malditas pistolas que usan los Ejecutores. Mi primera reacción es la de incorporarme súbitamente en la cama hasta sentarme, tratando de cubrirla a ella con mi cuerpo al adelantarlo para que quede detrás de mi espalda.
Acto seguido trato de canalizar mi magia para atacar a los intrusos, intentando lanzar una descarga eléctrica que no llega a producirse. Ni siquiera una triste chispa. Justo igual que en el bar, cuando no pude ni levitar un objeto. Nuestras armas también están lejos de nosotros, y no puedo atraerlas rápidamente hacia mí por el mismo motivo, no soy capaz de hacer magia. El bloqueo mental que me entra por la situación es tal que ni siquiera veo una vía de escape, con la puerta bloqueada por esas tres personas que acaban de entrar. A una de ellas la conozco, cómo no. - ¿Por qué? ¿de qué se nos acusa? - como si no lo supiese...es una pregunta absurda, pero es lo único que se me ocurre para ganar algo de tiempo, en lo que pienso qué hacer estando desarmado y sin magia frente a tres individuos con armamento militar.
Soldado Alianza Humana
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Seguimos a Morgana a inspeccionar más edificios de la calle, dejando abajo a los otros dos ejecutores. Pensaba que esta misión iba a ser sencilla y que íbamos a capturar a muchos con facilidad, pero por lo visto se esconden bien o se encuentran fuera de la ciudad. Subimos varios pisos con poco problema, quitando alguna detenciones random y poco valiosas. Es en el último piso donde encontramos una situación de lo más extraña, tras aguardar tras una puerta en la que Morgana se detiene al haber escuchado algo. Intercambio un codazo con mi compañero al darme cuenta de lo que pasa, soltando una risita por debajo del casco. Nunca había hecho una redada así. Morgana echa la puerta abajo de una vez, permitiendo que pasemos al interior de la vivienda.
Apuntamos con nuestras armas hacia donde están las dos personas, aprovechando la iluminación de nuestros cascos para poder identificar mejor sus rostros. Ambos resultan conocidos, los tenemos en el archivo de criminales. - Wolf...creo que son los que asaltaron la base en las dos últimas ocasiones. - y seguro que algún delito más tenían por ahí. Estos si que no pueden escaparse, por fin algo interesante. Se supone que hay que detenerlos, así que aviso oor comunicador a los de la calle de que hemos encontrado dos criminales arriba.
Apuntamos con nuestras armas hacia donde están las dos personas, aprovechando la iluminación de nuestros cascos para poder identificar mejor sus rostros. Ambos resultan conocidos, los tenemos en el archivo de criminales. - Wolf...creo que son los que asaltaron la base en las dos últimas ocasiones. - y seguro que algún delito más tenían por ahí. Estos si que no pueden escaparse, por fin algo interesante. Se supone que hay que detenerlos, así que aviso oor comunicador a los de la calle de que hemos encontrado dos criminales arriba.
Soltó una risilla mientras se tomaba un segundo para tomar su deseo que, aunque no fuera verdad lo que decía, tenía la intención de seguir la corriente. Le miró a los ojos con una sonrisa en los labios, aprovechando la poca luz que entraba por la ventana.- Deseo...- Se detuvo un segundo para formular sus palabras, aunque no tuvo ocasión de terminar. Giró su mirada a la puerta, extrañada de que alguien estuviera tan arriba un segundo antes de que la chapa saliera volando y esta se abriera en dos. Su primer instinto fue aferrarse al pecho de Reiv, aunque al escuchar la instrucción, se sentó en seguida, dispuesta a demostrar que el ataque es la mejor defensa. Aparentemente, Reiv tuvo el mismo pensamiento, pues al instante quedó detrás de su espalda. Tocó los costados del moreno con las manos, por si acaso había oportunidad de desaparecerse, aunque lo dudaba.
Midió sus posibilidades frente a tres personas entrenadas y armadas tan fuertemente a tan corta distancia. En su mente, no hacer idioteces era por ahora la mejor opción. Reiv ganándoles un poco de tiempo con sus preguntas era exacto lo que necesitaban para darles tiempo de pensar. Trató entonces de extender hielo detrás de ellos, debajo de sus pies y dejarles pegados, pero entre más pensaba en ello, más se nublaban sus sentidos, sintiéndose mareada al instante en el que vio su fallo.- No puedo hacer magia...- Murmuró colocando los labios justo detrás de la espalda del moreno, viendo a los tres por entre las pestañas. Sus palabras eran más para sí misma que para él, pues el sonido era tan tenue que dudaba le entendiera. No tardaron mucho en identificarles, a pesar de sus intentos de pasar desapercibida y sus pensamientos de que quizás no le reconocerían con el cabello suelto. El fulgor del momento le quería hacer hablar aunque el instinto, como siempre, le pedía que se mantuviera callada.
Midió sus posibilidades frente a tres personas entrenadas y armadas tan fuertemente a tan corta distancia. En su mente, no hacer idioteces era por ahora la mejor opción. Reiv ganándoles un poco de tiempo con sus preguntas era exacto lo que necesitaban para darles tiempo de pensar. Trató entonces de extender hielo detrás de ellos, debajo de sus pies y dejarles pegados, pero entre más pensaba en ello, más se nublaban sus sentidos, sintiéndose mareada al instante en el que vio su fallo.- No puedo hacer magia...- Murmuró colocando los labios justo detrás de la espalda del moreno, viendo a los tres por entre las pestañas. Sus palabras eran más para sí misma que para él, pues el sonido era tan tenue que dudaba le entendiera. No tardaron mucho en identificarles, a pesar de sus intentos de pasar desapercibida y sus pensamientos de que quizás no le reconocerían con el cabello suelto. El fulgor del momento le quería hacer hablar aunque el instinto, como siempre, le pedía que se mantuviera callada.
Avanzo un poco más hacia el interior del piso, sin dejar de apuntar al par de dos con mi arma. Al haberlos pillado desprevenidos es poco probable que vayan a atacar, si son un poco listos no se lanzaran contra tres soldados armados. Hago caso al comentario del soldado, pues yo también tengo impresión de que sus caras las he visto en otras batallas e incursiones hostiles a la base. Utilizo el escaner de mi pistola para identificarlos, haciendo que salga de ésta un holograma que muestra el registro que tenemos sobre ellos, elaborado en base a información de centinelas y de cámaras de seguridad.
- Efectivamente, estos dos individuos tienen un importante historial delictivo. Nos los llevamos. - La solución final para dejar los poderes mágicos bloqueados parece que funciona a la perfección, de lo contrario ya habrían usado alguno de sus trucos con nosotros. - Vestíos, y no intentéis ninguna estupidez. ¡Rápido, no tenemos todo el día! - amenazo a Juliet y a Reiv con la pistola, dejando claro que si hacen cualquier movimiento extraño dispararé. Les damos unos segundos para que se vistan, sin darles ninguna oportunidad real de intento de escape porque estamos bloqueando la entrada y seguimos los tres apuntando a cierta distancia, lo suficiente como para que no intenten robarnos ninguna pistola. En cuanto están vestido ordeno a mis soldados que los esposen con las manos a la espalda, obligándolos después a salir del piso a punta de pistola y amenazas. Así dejamos atrás el lugar, saliendo a las calles en las que las redadas continúan.
- Efectivamente, estos dos individuos tienen un importante historial delictivo. Nos los llevamos. - La solución final para dejar los poderes mágicos bloqueados parece que funciona a la perfección, de lo contrario ya habrían usado alguno de sus trucos con nosotros. - Vestíos, y no intentéis ninguna estupidez. ¡Rápido, no tenemos todo el día! - amenazo a Juliet y a Reiv con la pistola, dejando claro que si hacen cualquier movimiento extraño dispararé. Les damos unos segundos para que se vistan, sin darles ninguna oportunidad real de intento de escape porque estamos bloqueando la entrada y seguimos los tres apuntando a cierta distancia, lo suficiente como para que no intenten robarnos ninguna pistola. En cuanto están vestido ordeno a mis soldados que los esposen con las manos a la espalda, obligándolos después a salir del piso a punta de pistola y amenazas. Así dejamos atrás el lugar, saliendo a las calles en las que las redadas continúan.
Los primeros pasos dentro no me revelaron nada fuera de lo inusual. Algo de ropa tirada, la cama deshecha, un sillón de dudosa inocuidad, un escritorio pequeño y el cuarto de baño. En apariencia, no era nada más que un piso como el resto, pero algo le llamó la atención. Un brillo singular, algo muy peculiar y dorado se asomaba por las patas de la cama. No era como esas cosas que te llamaban, sino como una curiosidad malsana de saber por qué hay algo ahí que se ilumina a tu paso. Tras llegar a la cama, destendida sin cuidado, cosa que le recordó a otra cosa igual de malsana que conocía muy bien, se arrodilló. Metió la mano bajo la cama, tomando entonces aquel objeto que apenas y se ocultaba de la vista.
El cuerpo se le heló al instante, reconociendo con claridad el objeto del que se trataba. Le eché una mirada a Thalos. No creía que lo reconociera de nada, pues pertenecía a su gran amigo, el padre de la dragona en cuestión. La cosa era que no sabía en absoluto si la dueña sería ahora ella o estaba ante el retorno de un viejo amigo.
- Esto...- Le mostró la daga tras acercarse de vuelta.- Esto es del padre de Juliet. ¿Alguna vez la viste a ella con esto? - Pregunté, que más valía saber de qué se trataba, pues podían tratarse de problemas. Se marcharon de allí tras varias averiguaciones.
El cuerpo se le heló al instante, reconociendo con claridad el objeto del que se trataba. Le eché una mirada a Thalos. No creía que lo reconociera de nada, pues pertenecía a su gran amigo, el padre de la dragona en cuestión. La cosa era que no sabía en absoluto si la dueña sería ahora ella o estaba ante el retorno de un viejo amigo.
- Esto...- Le mostró la daga tras acercarse de vuelta.- Esto es del padre de Juliet. ¿Alguna vez la viste a ella con esto? - Pregunté, que más valía saber de qué se trataba, pues podían tratarse de problemas. Se marcharon de allí tras varias averiguaciones.
Una vez más, estaban en el viejo piso de Reiv. Era el único lugar propio que les quedaba a pesar de no tener buenos recuerdos de la última vez que estuvieron ahí. Nada más llegar, ambos se habían tirado a la cama deshechos, con el corazón roto, recordando las horas que habían pasado frente al fuego de aquella enorme hoguera que se había llevado en el humo los últimos restos de Svart. De solo pensarlo, le entraban ganas de llorar de nuevo, pero por Reiv trataba de hacerlo al menos en silencio.
Lograron dormir cuando los vencía el cansancio; cuando la angustia y el dolor drenaban sus energías y les obligaban a cerrar los ojos. Habían hablado poco entre ellos, y en realidad no hacía falta, pues sus corazones estaban ambos sintiendo el mismo dolor. Tras un par de días de estar arrebujados entre las mantas, sufriendo la pérdida de aquel gran ser de luz, tuvo que levantarse. Caminó al baño y abrió la llave del agua para lavarse el rostro. El agua estaba helada, pero al menos había. Era mucha ganancia. Trató de poner buena cara ante el espejo frente a ella, pero su semblante era triste, sin señas de ningún tipo de tranquilidad. Como pudo, regresó a la cama, abrazándose de nuevo de Reiv. No sabía si estaba dormido o despierto, pero había llegado a un punto en el que necesitaba oír algo en la habitación; al menos su propia voz. Le había estado dando vueltas a muchas cosas, pero había una que le llamaba la atención. Quizás no recibiría respuesta, pero al menos al aire le interesaría la conversación. Cuando finalmente habló, su voz era baja y pastosa después de no usarla en un par de días.
¿Tienes un color favorito?
La idea era horrible, la vieran por donde la vieran, pero no había mucha conversación por el momento.
Cuando salí del Coliseo yo... robé una mascada púrpura. No púrpura, más clara, como lila con algo de azul pero más fuerte. La usé todos los días hasta que se rompió en una transformación. Nunca he encontrado nada de ese tono de nuevo.
¿Tienes un animal favorito?
Quizás aquella pregunta no era tan trivial como las frivolidades que pensaba. Quizás podía decir dragón y sumirse de nuevo en la depresión, pero había que intentarlo.
Vi en Ouroboros una... una ¿jirafa? En un libro. Me parecieron muy hermosas. Quisiera tener manchas así.
Sin explicación alguna, comenzó a sollozar en silencio de nuevo, soltando alguna lágrima por el camino que trató de ocultar en la almohada. ¿Qué le decías a un padre que había perdido a su hijo para siempre? Había pensado por días y aquella tontería era lo que más le había convencido.
Lograron dormir cuando los vencía el cansancio; cuando la angustia y el dolor drenaban sus energías y les obligaban a cerrar los ojos. Habían hablado poco entre ellos, y en realidad no hacía falta, pues sus corazones estaban ambos sintiendo el mismo dolor. Tras un par de días de estar arrebujados entre las mantas, sufriendo la pérdida de aquel gran ser de luz, tuvo que levantarse. Caminó al baño y abrió la llave del agua para lavarse el rostro. El agua estaba helada, pero al menos había. Era mucha ganancia. Trató de poner buena cara ante el espejo frente a ella, pero su semblante era triste, sin señas de ningún tipo de tranquilidad. Como pudo, regresó a la cama, abrazándose de nuevo de Reiv. No sabía si estaba dormido o despierto, pero había llegado a un punto en el que necesitaba oír algo en la habitación; al menos su propia voz. Le había estado dando vueltas a muchas cosas, pero había una que le llamaba la atención. Quizás no recibiría respuesta, pero al menos al aire le interesaría la conversación. Cuando finalmente habló, su voz era baja y pastosa después de no usarla en un par de días.
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La idea era horrible, la vieran por donde la vieran, pero no había mucha conversación por el momento.
Cuando salí del Coliseo yo... robé una mascada púrpura. No púrpura, más clara, como lila con algo de azul pero más fuerte. La usé todos los días hasta que se rompió en una transformación. Nunca he encontrado nada de ese tono de nuevo.
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Quizás aquella pregunta no era tan trivial como las frivolidades que pensaba. Quizás podía decir dragón y sumirse de nuevo en la depresión, pero había que intentarlo.
Vi en Ouroboros una... una ¿jirafa? En un libro. Me parecieron muy hermosas. Quisiera tener manchas así.
Sin explicación alguna, comenzó a sollozar en silencio de nuevo, soltando alguna lágrima por el camino que trató de ocultar en la almohada. ¿Qué le decías a un padre que había perdido a su hijo para siempre? Había pensado por días y aquella tontería era lo que más le había convencido.
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