Urgencias

El recibimiento de Aldaron me hizo hasta gracia, era cierto que debía llevar unas pintas desastrosas, aunque no pudiese verme. - Entonces nos castiga a los dos, porque menudo día, noche, o lo que quiera que sea ya. - debía de estar amaneciendo, ya había perdido la noción del tiempo. Esperaba que lo de los ojos se solucionase, porque no podía hacer bien mi trabajo en ese estado. Eso sin contar que estaba agotado. - Lo sé, lo sé...te hago todas las guardias que queden del mes. - busqué su hombro a tientas para escucharlo mientras me hablaba, intentando no pegarle con el pico de la máscara.

Lo de los endemoniados lo sabía, habíamos venido con ellos, pero lo de Matvey no. No había podido ver lo que le había pasado. - Ha debido ser en la reunión...ha tenido que hacer demasiados exorcismos. Y luego está el tema de Desmond...estaba poseído por un espíritu, el de un Pendragon. - negué y suspiré tristemente. - Ha...ha muerto. Le atacaron para contenerle y...- lo cierto es que podía considerarse asesinato. Era horrible todo. Esperaba que Sean siguiese ahí fuera, al menos el hospital era un lugar seguro. También era injusto que estuviese ahí, debería estar descansando. - Bien, pues pasemos a los paciente a cuidados intensivos, y aislemos al resto. No podremos salir por ahora. Necesitamos que les saquen sangre para ver el tipo de virus que tienen. Por ahora intentaremos mejorar sus síntomas. Monitorizadlos y inyectadles en la vía poción antipirética. - ordené que se los llevasen a otra área, y que se encargasen de poner a Lasaña en otra debido a que no se había destransformado. Después pedí al elfo que me acompañase. - Deberías hacerte análisis tú también y todos los que hayan estado para saber si os han contagiado. - salí con él hacia cuidados intensivos, mientras los enfermeros se llevaban las camillas hacia allá.

La hora que siguió a continuación fue de mucho trabajo, pensé en varias ocasiones en salir a ver a Sean, pero temía contagiarlo si lo hacia. Por suerte me llegó un mensaje mental de Catherine diciendo que se había ido con ella, y que estaban bien en su casa. Eso me tranquilizó un poco, aunque necesitase verle.

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post 4 de 5 cegado

Newt observaba el ajetreo en la recepción del hospital, tomando atención en el joven de las quemaduras. Aquella atención fue, en cierto modo, malinterpretado, pues los medimagos llegaron a pensar que quizá era algún pariente suyo.

Sin embargo fue convocado a prestar su ayuda. Al principio Scamander pensó que le hablaban a alguien más, incluso miró a todos lados buscando al aludido y luego miró al médico, señalandose a sí mismo pata cerciorarse. Al ser así, se acercó, presto para hacer lo posible. Dejó su maleta en un rincón cercano a buen recaudo, se aseó y se colocó los guantes atendiendo las indicaciones del medimago lo mejor que le era posible.

Ayudó con el procedimiento cuidadosamente; no le era tan ajeno el procedimiento médico, después de todo él atendía a sus criaturas constantemente.

Durante todo el mundo el proceso, Newt procuró mantener la calma, a pesar de lo raro de su actual situación y lo que alcanzaba a escuchar a su alrededor sobre, al parecer, una rara enfermedad. También se sintió impresionado por las heridas del chico al que ayudaba a atender. Eran realmente terribles y no podía comprender como, por un torneo podía llegarse a tanto.

Aunque bueno, así también era el torneo de los 3 magos, ¿no? Y ese era a nivel escolar.

Siguió atento a las instrucciones con la esperanza de ayudar al pobre chico y que esté recobrara pronto la consciencia.

Llego al hospital para cubrir mi turno de voluntario extra un poco de bajona. Había tenido una noche de mierda después de, lo que una mente de adolescente hormonado había imaginado, como el peor chasco amoroso de toda su vida. Hubiera esperado que las pociones que hice para Chloe hubiesen sido recibidas por ella como si fuera maná caído del cielo. Pero no. Sencilla y llanamente me pidió ir a ver a su hermano. Y ya está. Fin del romance. Seguro que si hubiese estado Nichollas conmigo me hubiese dicho que me quedara en la habitación, que por cierto, debía estar de fiesta después de que lo echaran del hospital por estar con la armónica. Si es que, a qué tarado se le ocurre. Cuando recibí el mensaje estaba en mi drama emocional, en una esquinita, con cero ganas de salir de fiesta.

Esa mañana, como había dicho, no me tocaba mi turno, pero pensé que sería mejor ir al hospital para ayudar, que con todo el lío del torneo estarían liados. Y así podía tener la cabeza en otro sitio. Había entrado por la entrada principal, que sé que al jefe Aldaron le gusta por alguna extraña razón, saludando. Pasé por farmacia para coger un montón de pociones antipiréticas y desinfectantes, que me las estaban gastando a miles en atención primaria. De modo que me hice con un buen stock y me fui para ver qué pasaba.

Y vaya que se estaba liando muy gorda. Nada más llegar unas señoras muy majas me dicen que no puedo acceder al estar en cuarentena el área. Por eso tanta poción. Le digo que por favor me pasasen el recuento de pociones gastadas para reposición y entrega de las nuevas. De esta forma me evitaba cualquier posibilidad de contagio. Quita, suficiente drama tenía yo ya. Camino a la salida me tropiezo con un maletín, aparentemente sin dueño. Miro a ambos lados y no localizo de quién pueda ser. Me encojo de hombros y me lo llevo a objetos perdidos… -Como este hospital no está lo suficientemente destartalado, y lleno de problemas, como para que alguien se tropiece con el maletín y se nos esmorre. En fin- Y salgo de la planta a seguir con la ronda.

El tratamiento mundano y mágico que el paciente necesitaba le ha sido administrado correctamente—ahora solo toca que se recupere por cuenta propia—se retira los guantes para ir a lavarse las manos—¿acaso tienes experiencia?, note que casi no tuviste problemas en seguir las indicaciones—luego de la respuesta del aparente joven le agradece por su ayuda y se retira para proceder con la higiene medica y proseguir con el resto de pacientes, que la cosa ya había empezado a ponerse de locos hace un buen par de minutos.

El personal iba y venía, una alerta de cuarentena se había proclamado por posible enfermedad infecciosa. Al parecer la actividad de los internos no había tenido descanso por no solo la situación actual, el propio torneo ha conllevado sus propios problemas que terminaban en el hospital. Contra todo pronóstico, el peliblanco empieza a emitir gemidos de dolor, y no era para menos, el hechizo de meteoritos de Lasaña y el fuego negro del tipo del kimono no son poca cosa. Y aun así logró evitar recibir daño total de los mismos. Su conciencia empezaba salir a flote—¿Qué ha pasado?—se intenta mover, pero es retenido por una enfermera y su propio cuerpo con dolor propio de sus heridas—descansa, has tenido un combate duro y tus heridas, aunque no graves, tampoco son para tomarse a la ligera—el peliblanco accede a su petición y no intenta moverse más allá de ponerse cómodo.

¿Y cómo te sientes?—pregunta el medico notando que ha despertado, mientras vuelve por un par de cosas—como alguien que ha perdido un torneo en la final—el medico solo atina a soltar una pequeña risa, pero se reprime rápidamente, pero interioriza que no había tenido un momento divertido desde que el turno infernal había comenzado—ya veo entonces, suerte para la próxima—si tiene fuerzas para quejarse, entonces las tendrá para recuperarse y reponerse.

Arturo se percata del joven de la gabardina y peinado peculiar—siento mi rudeza pero, ¿quién eres?, ¿Zaphira te ha enviado a vigilarme?—el guardia asignado debe estar ocupado debido a los recientes incidentes en el torneo, sin contar el que está en ciernes—he de suponer que estas al tanto de mi situación…dejando de lado que básicamente fui engañado para entrar al torneo—y a pesar de todo, le interesaba ganar, tanto por su objetivo para demostrar valía, como por la competencia intrínseca que casi todo hombre siente, la necesidad de ganar, y este sentimiento aumenta si la violencia se ve involucrada.

En eso, llega una enfermera que informa brevemente sobre la cuarentena y como nadie puede salir del hospital hasta que se aísle a los pacientes infectados y se cercioren de que el resto este libre de la gripe simia. Por lo que se ha pedido que se les saque algo de sangre para ser analizada. Eso significa usar una jeringa, y el joven no tiene problema con ello, pero en este momento las quemaduras han hecho que la piel este sensible, sin importar que tan experimentada esté en el arte de la inyección, va a doler—descuida, hay solución—dice al ver la preocupación en su cara mientras se acerca—no estas quemado del todo—y le inyecta en un área del brazo que no fue afectada tanto como para sensibilizarse mas de lo normal. Le duele un poco, pero no tanto como esperaba por las quemaduras.

¿Y bien, quedaras como el misterioso?—cuestiona al engabardinado por su identidad.

El mensaje de Catherine me había dejado muy preocupada, si ella estaba con él tal vez le habría pasado algo a Lucio, o esa era la única opción que concebía mi mente, volé por la isla intentando alejarme de las montañas, por lo que di un gran rodeo desde la guarida de Tepes hasta volver a la isla sobrevolando el bosque de Darwin, pasando por la zona I+D y después el bosque de Sofía en el cual pude percibir levemente el olor de Sean y el de Catherine pero no había rastro de Lucio, aterricé para rastrear lo poco que quedaba en la tierra, no podía percibir sangre pero ya habían pasado un par de horas desde que dejaron aquel rastro que no podía seguir por lo que seguramente se habían desaparecido hasta otro lugar.

Volé una y otra vez por la zona central de la isla, al menos los guardias parecían movilizarse y las defensas del castillo estaban arriba pero aquello no me tranquilizaba pues no podía seguir el rastro de Sean, era como si se hubiera esfumado, solo me quedaba saber dónde se encontraba el medimago.

Lucio era más fácil de rastrear, volé hasta el hospital pasando por la entrada, en un rincón quedaba un ligero rastro de Sean pero no se movía del sitio, de nuevo una desaparición, aún así el aroma de Lucio se adentraba en la sala de atención primaria, entré apartando al personal que tampoco puso mucho esfuerzo en detenerme -GALENO! DÓNDE ESTÁS!? DÓNDE ESTÁ SEAN! SOLO TENÍAS UNA MISIÓN MALDITA SEA!.-

Después de atender a los enfermos me adentré en la zona de personal, más concretamente en el cuarto que teníamos para descansar en las largas guardias. Allí me eché en un sofá junto a la pared, no tardando ni cinco minutos en dormirme por lo cansado que estaba. Al principio todo fue bien, pero un par de horas después comencé a tener pesadillas por culpa del trauma de nuestro paso por el infierno. Me removí inquieto hasta que me levante de repente, casi despertándome con mi propio grito. Un par de enfermeras que había en la sala salieron tras mirarme como si estuviese loco, así que me quedé a solas allí. Bebí una poca agua para tratar de calmarme, mirando el reloj para saber cuántas horas de guardia quedaban. No me habían avisado con ninguna emergencia, así que eso era buena señal. Pronto podría marcharme del hospital, dejando instrucciones antes de irme con Sean. Volví a intentar dormir un poco más, pero cuando casi lo estaba consiguiendo me espabilaron los gritos de alguien que conocía bien.

"Zaphira...¿qué le pasa? ¿por qué grita tanto?"

Resoplé antes de ponerme de nuevo la máscara para salir a la zona de atención primaria, encontrándome enseguida y de frente con una furiosa dragona. Daba miedo cuando se ponía así, incluso siendo más bajita que yo. - Calma Zaphira. Sean está bien, está en casa de Catherine descansando. - hice un gesto con las manos para que se tranquilizase, no entendía a que venía tanto grito. - Era mucho más seguro que estar aquí, hay infectados. Podría ser peligroso. Yo iré a por él en un par de horas, cuando acabe mi turno. - ladeé la cabeza para mirarla con curiosidad, pensando en lo que se había dicho de ella en la reunión. - Creo que tú si que tienes que darnos explicaciones. Llevamos meses investigando, y la que puede tener más respuestas eres tú. Quiero que vengas conmigo cuando vaya a ver a Sean. Le debes una explicación, a él, y a los demás. - sabía que me la estaba jugando con ese comentario, pero eso de ir con la máscara puesta me daba la seguridad de que al menos no iba a comerme un puñetazo en todas las narices.

Esperaba que Lucio me recibiera con una pierna rota o sin un brazo, algo que explicara porqué Sean había acabado con Catherine pero en su lugar lo vi caminando por su propio pie hacia mi de la forma más relajada posible, solo y aparentemente nada preocupado por Sean lo que hizo que mi cara se desfigurara por la ira aún más yendo a su encuentro -YA SÉ QUE ESTÁ CON CATHERINE! TE DIJE QUE CUIDARAS DE ÉL Y LO PRIMERO QUE HACES ES ENTREGARLO A UN LE FAY!- el medimago intentó excusarse con no sé que historia de infectados pero eso no lo arreglaba en absoluto y eso de poner su turno por encima de la seguridad de mi muchacho era inaceptable -CÓMO DEMONIOS ESPERAS QUE CONFÍE EN TI CUANDO NO PUEDES NI TAN SIQUIERA PONER A SEAN COMO TU PRIORIDAD! LO HAN AMENAZADO DE MUERTE, PODRÍA SER EL SIGUIENTE EN MORIR Y TU ESTÁS EN TU MALDITA BURBUJA!-

Estaba furiosa y cuanto mas dejaba que me controlaran mis emociones más me dolía la cabeza y la oscuridad de mis ojos se iba extendiendo como hilos negros por mi rostro y las palabras de Lucio no ayudaban, sentí un leve mareo que me hizo balancearme por un segundo mientras el mago me daba un sermón, todos pedían explicaciones, información sobre algo que ni tan siquiera se olían hasta que la maldita loca dejó entrar al espíritu de Charles... "no hay aliados en estas paredes, no tienes a nadie, estás sola" mi propia voz me hablaba y me alertaba sobre el peligro, no podía confiar en nadie, cualquiera podría ser un traidor.

Al final no pude hacer más que sonreír resignada e irónicamente mientras una gota de sangre negra se deslizaba por mi nariz hasta los labios, estiré la mano rápidamente para tomar con fuerza al mago por la camisa -¿Quieres información? ¿explicaciones?... ¿por qué crees que te pedí protegerlo? ¿por qué crees que la rata de Charles poseyó a Desmond? ¿Por qué crees que estoy buscando a Sean a pesar de que tu pienses de forma incrédula que está a salvo con Catherine?- la sonrisa sarcástica desapareció dando paso de nuevo a un rostro serio , esta vez más amenazante por la imagen de mis ojos totalmente negros como pozos de alquitrán en los que ni tan siquiera se podía diferenciar mis iris del color de los zafiros -Porque los Le fay no son más que los descendientes bastardos de los Pendragon! POR ESO TE PEDÍ QUE TE QUEDARAS CON ÉL! NO ESTARÁ A SALVO MIENTRAS UN SOLO ÁPICE DE LA SANGRE MALDITA SIGA MORANDO EN ESTE MUNDO!-

Acabé por quitarme la máscara aún a riesgo de ser víctima de la ira de Zaphira en forma de golpe, pero teniendo en cuenta la situación tenía que hablar con ella cara a cara. Su estado de alteración estaba fuera de lugar, y yo me estaba comiendo una buena bronca por su culpa. - ¿Cómo que entregarlo a un Le Fay? Catherine es su amiga Zaphira, siempre lo ha sido. No estaría tan tranquilo si no fuese alguien de confianza. Y deja de gritar, aquí hay gente que necesita descansar. - empecé a sentirme mal conmigo mismo cuando me dijo que Sean no era mi prioridad, como si y hubiese pasado de él y estuviese en peligro. Su paranoia o lo que fuese empezó a afectarme, hasta el punto de que empecé también a tener miedo por si era cierto que podían ir a por él. - Pero...Desmond...el espíritu se ha ido. No hay nadie que pueda dañarle ahora, ¿verdad? - pregunté temeroso, haciendo después un ademán de ir a sujetarla por el brazo cuando vi que se tambaleó levemente. Tenía los ojos muy raros, y por un momento se me pasó pro la cabeza que pudiera estar también poseída.

- Oye, ¿estás bien? te noto rara...a ver si el peligro para Sean vas a ser tú... - me atreví a decir aún a riesgo de que me atacase, pero ya me estaba empezando a molestar tanta acusación. La sangre que cayó de su nariz me daba mala espina, incluso llegó a darme pena. - Tal vez necesitas un chequeo. - no interrumpí más porque quería escuchar sus explicaciones, esas que tanto se negaba a dar. Los Le Fay, los Pendragon, el descendiente de Merlín...todo tenía sentido, pero no veía motivos para que Catherine, nuestra Catherine, quisiese ir a por Sean.

- Bastardos o no pondría mi mano en el fuego por ella, pero si te quedas más tranquila vayamos a casa de Catherine y se lo dices a ella lo que me estás diciendo a mí. Y de paso hablas con Sean. - en ese momento se acercó un compañero para informarme que ya tenían los análisis de sangre de los infectados, y que iban a proceder a iniciar la investigación. - Muy bien, buscaremos a partir de ahí un suero para crear una poción antiviral que los ayude a ir curándose poco a poco. En mi despacho hay información sobre mis últimas investigaciones en pociones antivirales. Podéis seguir a partir de ahí. - el médico se alejó, de modo que volví a quedar a solas con Zaphira. - Cuando quieras nos vamos. - añadí con gesto serio, aunque algo nervioso internamente.

Al final pude verle la cara a Galeno, estaba enterito y sin un mísero rasguño -Oh si, una amiga, y dime ¿No lo era también Desmond? yo los vi crecer y jugar juntos así que no me vengas con esas!- "no puedes confiar en nadie" volvió a repetirme esa voz en mi cabeza a lo que me di un golpe en la frente con la parte inferior de la palma de mi mano como si intentara acallarla -Ya lo sé- dije en un susurro para mi misma para volver a posar la vista en Lucio que se pensaba que todo había pasado -¿Qué no hay nadie? ¿Y adónde crees que ha ido el espíritu? se ha escapado! no lo han desterrado ni han hecho una mierda con él! ¿Quién crees que será el siguiente recipiente?- para mi estaba claro, debía ser Catherine.

Me aparté de inmediato con un gruñido en cuanto vi el ademán del médico por sujetarme con cara de incredulidad ante lo que acababa de decirme -...¿Qué? ...- esas palabras me encogieron el corazón y de inmediato me hicieron pensar en Robert muriendo por mi culpa, atravesado por excalibur, la espada que yo misma sujetaba. Pero no, no tenía razón, lo estaba protegiendo -Precisamente tu me dices eso!? Casi lo pierdo en Turín por tu culpa! estás aquí gracias a él! hace unas horas que ha vuelto del maldito infierno! os ha tenido que sacar Khaled de una misión suicida! y dime Lucio... acaso pensaste en el peligro que eso suponía? hiciste al menos el más mínimo esfuerzo por detenerlo?- aquello era una pregunta seria, no lo sabía pero muy probablemente no lo habría hecho -No necesito un maldito chequeo! necesito saber que mi muchacho está a salvo!-

Estaba furiosa y desesperada, al menos los rugidos de los dragones habían disminuido gracias a Sarah pero los que quedaban significaban una amenaza, la cabeza me palpitaba cada vez más y el dolor empezaba a hacerse insoportable, tanto que en mitad de mi ataque de ira tomé el primer carro que pillé y lo lancé contra una pared destrozándolo al instante mientras con la otra mano seguía aferrándome a la empuñadura de mi espada -"La sangre te llama", esas fueron las palabras de charles y la de Catherine está tan manchada como la de Desmond, te puede parecer un simple dicho popular pero en los labios de Charles tiene otro significado- otra persona se acercó para comunicarle algo a Galeno que dio instrucciones, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, al final saqué la espada y le apunté con ela de forma bastante amenazante -Nos vamos ¡AHORA!-

Abrí la boca para protestar a su primer argumento, pero no pude hacerlo porque en el fondo tenía sentido. Lo que no tenía ningún sentido era eso de que parecía hablar sola y darse golpes, aunque fuesen pequeños, en la cabeza. Me dio casi miedo, no sabía si podía fiarme de ella, o si estaba poseída. Le habría dicho que estaba actuando para fingir que ella no era el recipiente, pero era mejor no dar pistas por si acaso era así. Lamenté haberme pasado al insinuar que tal vez fuese ella la peligrosa para Sean, pues se notaba por su gesto que le había dolido. Iba a disculparme, pero di marcha atrás al ver que ella contraatacaba. Sentí una mezcla de rabia, indignación y culpabilidad. Sonaba de tal manera que parecía que me gustaba arriesgar la vida de Sean. Ella no iba a aceptarme nunca, y encima me hacia sentir mal, como que no era lo suficientemente bueno para él.

- ¡Tú no eres la única que se preocupa por él! nunca quise ponerle en peligro, nunca le he obligado a nada. Él lo hizo porque quiso. Es un adulto muy capaz y tú le sigues tratando como si fuese un niño. Está sobreprotegido. No te atrevas a insinuar que no me importa o que no le quiero lo suficiente. - retrocedí un tanto asustado cuando arrojó a un lado de manera violenta un carrito de medicinas. Estaba fuera de sí, incluso para estar enfadada. Hice un gesto con ambas manos indicando que se calmase, aunque ya me había metido el miedo en el cuerpo con eso que dijo Desmond de la sangre. Tal vez Zaphira tenía razón y yo estaba siendo demasiad tranquilo y confiado. Asentí lentamente y con las manos en alto. - Ya, ya nos vamos. Déjame coger medicinas por si acaso. - me giré para ir a sacar del armario de la sala unas cuantas cosas, cogiendo lo necesario para echar a un maletín. Vertí un poco de líquido en un trapo, escondiéndolo en mi mano hasta que llegué de nuevo a su altura. - Oye, ¿a ti te parece que este trapo huele a cloroformo? - solté mientras le apretaba contra la cara un pañuelo empapado hasta los topes con droga para dejarla KO. Cuando cayó la cargué en brazos, desapareciendo de allí los dos.

-¡Porque es mi niño y lo seguirá siendo esté con quien esté!- le respondí, para mi todos eran niños pero Sean era el mío -Pues si tanto te importa demuéstralo! deberías haberte quedado con él!- al final el médico pareció entenderlo y solo me hizo falta matar un carrito y amenazarlo con la espada, esperé a que hiciera sus cosas mientras daba golpecitos con el zapato en el suelo para meterle prisa.

La voz de Catherine de nuevo resonó en mi mente haciendo muchas preguntas, ya sabía lo de Excalibur, primera mala noticia -Se la di para protegerlo! no la toques! esa espada siempre la ha protegido el linaje de Merlin!- las acusaciones sobre la muerte de Desmond me hicieron reír de forma sarcástica ¿Culpa mía? yo los protegía de aquello que siempre habían ignorado pero claro, la culpa era mía -Culpa a la inepta que dejó pasar al espíritu y a tu suegro que fue quien empaló a tu hermano en la pared- enfurecí de nuevo y contesté en voz alta sobre cargar con las muertes de ellos en la consciencia, había matado a muchas personas, eso era cierto, pero nunca volvería a manchar mis manos con la sangre de un Eire -¿Cómo te atreves Catherine Le fay!? caerá la maldita isla pero nadie tocará un solo pelo de Sean, ni siquiera tu!-

Estaba distraída y centrada en la voz de la chica, respondiendo a su tono de voz nada amable -A mi no me hables así ,mocosa insolente! Devuélveme a Sean!- me volví hacia Lucio para que aligerara el paso pero lo siguiente no me lo esperaba, me atacó con aquel trapo que aliándose con mi cansancio físico me dejó KO en un instante.

”Farmacia” escribió:

La farmacia del hospital es el lugar donde se elaboran las pociones que suplen a todas las plantas del mismo. Además de servir como almacén de ingredientes, pociones y material sanitario.
Cuenta con una pequeña zona de investigación sanitaria y de pociones y brebajes varios.

Al ir a llevar el maletín que me había encontrado a Objetos Perdidos la señora de la recepción me dijo que no tenía tiempo para gestionar el trámite. Que ese maletín podría tener a saber qué enfermedad dentro y que no quería hacerse cargo. Que me lo regalaba, total, seguramente nadie lo fuera a echar en falta, dada la crisis sanitaria en la que estaba sumido el hospital. Llámame loco, pero tampoco me parecía que fuera para tanto, no sé. Pero claro, esta es mi interpretación porque solo conozco la mitad de los datos.

Lista en mano de las pociones que hay que hacer para suplir las gastadas llego a la farmacia. Dejo el maletín cerca de mi mesa de trabajo, junto con las primeras prendas de abrigo para el otoño. Desde donde estaba podía prestarle la suficiente atención para que no me lo quitara nadie. ¿En serio tendría dentro algún virus mortal? Preferí no pensar en ello, pero a pesar de ello, la paranoia se apoderó de mí y me fui a lavar las manos con poción desinfectante hasta más allá de los codos.

Ahora sí, limpio, desinfectado y apañado. Cogí la lista de pociones y en base a ella empecé a hacerme con los ingredientes que iba necesitando. Dejé las baldas tiritando, desangeladas y algunos de los ingredientes estaban a punto de agotarse. -Parece esto el fin del mundo. ¿Y esto qué es?- Alguien de arriba me informaba en ese momento que el doctor Lucio había preparado unas instrucciones para intentar conseguir una vacuna contra la gripe simia, que al parecer estaba desolando parte de los PNJ del hospital, y que se fueran preparando pociones a mansalva para que no se repitieran casos como las epidemias de SPM de hacía un par de años -Si esto es una enfermedad pasajera. Estacional. Yo misma sobreviví al CoVID19 y a la epidemia del SPM de 2012. Esto no es nada. ¡Ah! Y el H1N1 del 2010, ¿cómo olvidarse de él?- Decía la enfermera PNJ, de unos 40 años, mientras se iba nuevamente, recitando enfermedades a las que había sobrevivido.

Volví a sentarme en mi puesto, con el ojo puesto en el maletín. ¿Se acababa de mover? No, es mi cabeza -Justin, céntrate, céntrate- Y cuando lo hacía pensaba en el desastre que había sido el intentar ir a ver a Chloe. Me sentí ridículo, haciendo que se me pasara poner la rama de menta y se me quemara -Mierda! A volver a empezar…-

Estaba dormido como un tronco, babeando y en una posición no muy normal, parecía más un cadaver del CSI pero poco me importaba porque por fin podía pegar ojo mientras Lucio estaba de guardia. Por suerte para mi el virus no me había afectado pero no hay descanso para el elfo, nunca... unos gritos me hicieron saltar y caerme de la cama, no e lo podía creer, me levanté con toda mi mala leche yendo hasta el lugar en el que se llevaba a cabo la discusión y fue entonces cuando vi a Lucio haciendo de secuestrador para después desaparecer.

Me quedé un buen rato mirando a la nada mientras mis neuronas volvían a reconectar, el primer pensamiento era "Lucio acaba de secuestrar a alguien" pero no, neuronas malas , eso no era lo importante "Lucio se ha pirado y te ha vuelto a dejar la guardia".... tardé unos segundos hasta que por fin di con lo importante -ME CAGO EN SUS MUERTOS PISAOS!-

Me dirigí hasta los otros médicos que estaban en el hospital para ver qué tal iban con la cura del virus, eso de la cuarentena se estaba volviendo un dolor en el culo, habían recopilado la información suficiente para poder desarrollar algo que al menos mitigara los síntomas del virus y con un poco de suerte el sistema inmunitario de los pacientes se encargaría del resto, tomé los informes y me fui refunfuñando hasta la zona de farmacia para realizar las pociones.

-Yo te hago las guardias del mes, mimimi, momomo, como lo enganche se entera..- dije entrando en la sala para tomar los ingredientes mientras hablaba solo y cuando me di la vuelta vi a aquel chico que me hizo dar un salto de un metro al menos, poco me faltó para pegarme al techo -Uf! chico, casi pierdo toda mi pluma con ese susto! ¿qué haces aquí? ¿Eres estudiante?-

Estaba preparando una poción… Está bien. Estaba REPITIENDO la poción que se me había quemado antes. Andaba canturreando, concentrado en el trabajo hasta que alguien viene a incordiar. “Estás en un hospital, ten por seguro que va a venir gente, genio.” Pensé. Es el jefe el que entra con un gritito. Pero, tal y como hace el elfo según entra y me ve, grito y le señalo de una forma muy asustada y amenazadora. Si no fuera mayor y tuviera control de mis esfínteres, a saber el drama que podría haber ocurrido en esa sala ahora mismo.

-¡Le juro que he entrado por la recepción como a usted le gusta que hagamos!- Intento disculparme ante el elfo cuando por fin le reconozco, después del primer momento de drama. Vale, el jefe Aldaron no me conoce, aunque yo sí… ya por el mero hecho de la relación “empleador” y “empleado”. Suspiro, intentando calmarme -Soy Justin, señor. Estoy como voluntario en el hospital ayudando con la elaboración de las pociones. Se me da bastante bien, señor. Y aunque hoy no me tocaba venir he preferido hacerlo para … ayudar- Vil mentira. Ruedo los ojos, intentando que nuestras miradas contacten. No me apetecía contarle mi drama adolescente a nadie, sin embargo empiezo a oler que algo se quema -Oh, maldita sea. Se me ha vuelto a pasar la poción. Me voy a cagar en todo lo que se menea. Uy, perdone el lenguaje- Quito la poción del fuego, aunque ya estaba echada a perder. Qué rabia.

Newt logró hacer la asistencia debida con el medimago. El chico parecía fuera de peligro a pesar del feo aspecto de sus heridas. Scamander observaba desde su rincón, asintiendo levemente con la cabeza ante las palabras del galeno y permitiendo que este finalizara su trabajo.

Después que el paciente hiciera un chiste a pesar de su condición, tanto Newt como el medimago supieron que su condición era mejor de lo que esperaban. Estos se retiraron, al parecer el hospital estaba entrando en crisis y ellos eran requeridos. El Magizoologista los dejó retirarse sin más.

En eso, el joven paciente le hizo una pregunta a lo que él pelirrojo dio un respingo. Negó con la cabeza mientras esbozaba una breve sonrisa. - No, no, no conozco a esa señorita Zaphira.- Replicó con las manos frente a si, jugueteamdo nerviosas entre ellas. Miró al chico cuando le dijo aquello de estar al tanto de su situación y volvió a negar con la cabeza. - La verdad, no, de hecho yo mismo me encuentro perdido. - Murmuró. Vio de nuevo al chico y cayó en la cuenta. - Espera, tenga una solución en mi maleta que quizá pueda...-

Fue cuando se dio cuenta. Al girarse, su maleta no se encontraba donde la había dejado. Alarmado, Scamander se dejó ir hacia el rincón donde le había dejado. - ¡Mi maleta! ¡mi maleta, mis criaturas! ¡Debo hallarles!- Exclamó para luego salir corriendo por el pasillo.

La alarma en el hospital estaba al tope. Medimagos y enfermeras iban y venían por el lugar sin detenerse, no obstante, Newt logró preguntar a algunas cuantas personas si habían visto su maleta, alguno6lo ignoraron, otros le gritaron y uno que otro pudo orientarle diciéndole que preguntara en objetos perdidos.

Newt corrió hacia la ventanilla indicada, esquivando el desastre de un carrito de medicinas arrojado desde algún lugar. Llegó a la ventanilla de objetos perdidos, donde le informaron de mala manera que su maleta había sido "regalada" al chico que la había llevado y que no molestara.

Horrorizado, Newt trató de calmarse. Debía hacerlo si no quería perder a sus criaturas para siempre. Regresó al punto donde había perdido su maleta, sacó su varita y tras una breve agitación, susurró.

- Appare vestigium.-

Después sopló a la punta de la varita, de la cual salió un polvo dorado que cubrió todo, colocó la varita en donde había estado su maleta y mostró imágenes que revelaron a un jovencito que había tomado la maleta, le siguió de nuevo a objetos perdidos y de ahí a la farmacia.

Siguió el camino con ansiedad hasta entrar en la farmacia, ahí vio al chico y a un elfo que parecían enfrascados en sus propios asuntos. Newt, buscó con la mirada y vio su maleta cerca del muchacho.

-¡Mi maleta!- Exclamó, tomando y estrechandola contra si.

El miembro 'Newt Scamander' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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#1 'Dado opciones' : 6

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#2 'Probabilidad' :

La enfermera se fue con la sangre para que fuera analizada, dejándome con el engabardinado  que negó su asociación con Zaphira, lo cual me extraña, entonces ¿Por qué decidió ayudar a mi recuperación?, aunque su nerviosismo pudiera indicar lo contrario, parece ser eso, simple nerviosismo y puede que no hay nada en realidad. De improviso muestra indicios de tener una idea y fue a buscar su maleta. Para su desgracia, dicha maleta no estaba y salió a toda prisa, como si el diablo pisara sus talones, y profirió algo sobre unas criaturas. Dejándome con la duda sobre su identidad.

Ya había pasado unas horas desde que el recién conocido tuvo que irse, al parecer su maleta se había perdido y fue a buscarla. Aproveche el tiempo de descanso para darme una siesta, aunque fue ligeramente reparador, no fueron las horas necesarias para que resultara adecuado. Un escándalo en la entrada se podía escuchar incluso desde donde estamos.  La voz se escucha con cierta histeria e impaciencia, y no parece atender a razones. Es una voz que recuerdo, es la dragona a la que he sido dejado a cargo, Zaphira, ¿Qué ha pasado para tener un cambio tan brusco? No es que le conociera mucho, pero desde que la conocí, fue evidente que tiene un temple forjado, y no cualquier cosa podría sacarla de sus cabales.

No pude quedarme quieto, parecía que la cosa iba a peor y me bajé de la cama con cierto tambaleo. Mientras proseguía, empezaba a escuchar parte de la conversación, la protección de cierta persona era el foco de la discusión, y con eso el tono de ella cobraba sentido. Cuando un ser querido esta en peligro, la racionalidad rara vez está presente. El dialogo paso a acusaciones de culpa, al menos es lo que alcanzaba a escuchar mientras me acercaba.

Una vez llegado, vi como alguien tapa la boca a Zaphira y ella cae sin mucho esfuerzo—¡hey!, ¿Qué haces?—dije alarmado, pero me percate que era uno de los doctores que había llegado a ayudar con el desastre. Pero resulta que han desaparecido sin apenas notarme. Veo que no fui el único que presencio tal "secuestro",  un elfo...creo, pero le resta importancia al asunto, de hecho se va vociferando un improperio. Me percato que la conmoción ha atraído a más curiosos, pero al llegar solo me ven a mi...—nop, no estoy loco, ni se les ocurra pensar en esa posibilidad—reacciono a ver las miradas.

Me alejo siguiendo al elfo, para mi desgracia no puedo seguirle el paso debido a mis heridas, pero al menos logro ubicarlo por un grito. Sigo la audible pista y me encuentro con el elfo y un chico en una especie de lugar dedicado a las pociones—ehhh ¿hola?, ¿mas problemas por aquí?, ¿otro secuestro?—digo al llegar—ehhh ¿doctor?—atino a decir a falta de nombre—estoy seguro que tu y yo vimos que su compañero realizo algo nada ético, ¿sabe lo que está pasando?.

Me sorprendí por la reacción del chico pero sobretodo por su modo de hablarme, me había llamado señor y sentí como me salían canas por toda la cabeza de golpe mientras me llevaba una mano al pecho haciendo sonido de vieja indignada -Señor! ay ay ay! quita quita, llámame Aldaron y por favor tutéame queme haces sentir un fósil viviente- Justin me explicó que estaba haciendo en ese lugar pero entorné los ojos al ver que no me miraba directamente, si sabía hacer pociones no me importaba demasiado que estuviera allí así que me hice el loco y dando dos palmadas dejé que aquella mentira se esfumara -Muy bien Justin, pues tenemos mucho trabajo que hacer... y no me quemes más ingredientes que vamos cortitos- dije señalando con la cabeza lo que estaba haciendo.

Me acerqué a él e hice levitar los ingredientes cerca de mi en orden, iba a explicarle al chico que era lo mejor para evitar derrames o accidentes pero uno de los pacientes llegó hasta la farmacia seguido de otro hombre que buscaba el maletín que tenía Justin, se trataba de uno de los que habían competido en el torneo y el otro... a saber -¿Pero qué haces aquí? ¿acaso eres de los renegados? esos hombres y sus malas costumbres!! tira a la cama que aquí no puedes estar!- lo del secuestro me sonaba a lo que había pasado antes con Lucio, pero me había dicho doctor, así que se llevaba un minipunto, después confirmó mi sospecha y suspiré haciendo un movimiento de mi mano para restarle importancia -Ah, no te preocupes, seguro era algo urgente, a veces nos llevamos a los dragones fuera por si se transforman, parece que están muy alterados pero eso no es nada, ya se les pasará-

Volví con Justin para poder empezar con las pociones -Sabes hacer los hechizos básicos, ¿Verdad? haz que todo levite a tu alrededor, así lo tienes a mano y evitas derrames con el codo y cosas de esas- tomé un trapo para tirar lo que se había quemado a la vez que tomaba otro caldero y un termómetro para medir la temperatura -Si pones esto, pita cuando te pasas de la temperatura, así no se quema... o intentamos que no lo haga-

La respuesta del elfo jefe me hace dudar y empiezo a titubear como si fuera un párvulo que está aprendiendo a hablar. -Oh… ehm… disculpe… disculpa doctor. Intentaré no volver a hacerlo. Es que debo de tener la cabeza en otro sitio y no me termino de concentrar bien. Pero hasta ahora no se me habían quemado nunca… bueno, casi. Pero estaba saliendo todo muy bien, de verdad- Intento excusarme por mi torpeza en las dos últimas pociones. -Ya, perdone. Una enfermera me ha dicho antes que encontrar ingredientes en esta época se estaba poniendo más difícil que conseguir papel del váter en 2020…-


Como buen aprendiz (ya veréis cuando pueda ir a la academia…) me iba a arrimar a Aldaron para imitar su elaboración. Yo había conseguido llenar la marmita de agua, y en ese momento la ponía al fuego cuando empieza a entrar gente random. Ruedo los ojos, gruñendo algo así como que no hay forma humanamente posible de concentrarse. -¿Es tu maleta? La he tenido que quitar de mitad del pasillo. Casi se mata medio hospital con ella, caballero- Reprendo al hombre. Curioso que un quinceañero tenga que hacerlo con un adulto. Pero es que hay adultos muy irresponsables… -Estaba por ahí tirada y en objetos perdidos no la han aceptado, así que… No la he tocado, está intacta-


Vuelvo a mis quehaceres. El elfo explica que lo mejor para hacer pociones y no derramarlas era levitar los ingredientes. Nunca lo había probado así, veremos a ver qué tal se me da el asunto. -Nunca había probado a hacerlo así. Espera, practicaré un poco antes con este frasco con un poco de agua- Me concentro en el frasco que fácilmente levita. Lo complicado de todo esto es atinar a querer echar lo que necesitas echar… una gota… cierro un poco los ojos y saco la punta de la lengua, muy muy concentrado. Cuando otra vez alguien viene a incordiar -Oh, por las bragas sucias de Morgana, como decía mi padre. Así no hay quien se concentre- Ya está. Desisto. Cojo el termómetro para ver cómo funciona el chisme sobre el agua caliente, pero me niego a hacer una poción si tengo a los moscardones zumbando por detrás de la oreja. Así no hay quien aprenda. Si Hermione Granger levantase la cabeza no estaría nada satisfecha con esta situación.

- Lo sé, lo siento, no debí soltarla para nada.- Repuso el Magizoologista ante la reprimenda del chico; no se la tomaba a mal, Newt era de la idea de que la edad no tenía nada que ver con la sabiduría y lo dicho por el jovencito era lo más sabio que alguien podía haberle dicho en ese momento, considerando el valor de su maleta.

- Gracias. - Replicó cuando dijo que estaba intacta, sin embargo quería revisarla bien y por su cuenta. Iba a abrirla cuando alguien más entró en el lugar, el chico que recién acababa de ser atendido por los medimagos. Newt abrió los ojos con gran sorpresa. - No deberías estar de pie, tus heridas son considerables y si bien te han ayudado mucho con el tratamiento es mejor no arriesgar, según oí, hay una especie de pandemia. - El chico, indudablemente con las defensas aún bajas, se hallaría en una situación muy vulnerable en ese momento.

Escuchó que el chico que había recogido su maleta se quejaba por el ruido. Scamander esbozó una sonrisa tímida y encogiendose levemente murmuró.

- Lo siento, no ha sido nuestra intención... aunque como pocionista debes aprender a trabajar bajo presión, sobre todo en situaciones como esta donde todo mundo allá afuera se halla al borde de la histeria y se requiere hacer todo con prisa, claro eso no significa no dar su tiempo debido a las pociones, obviamente llevan un proceso y ese debe ser respetado, por lo demás, si es bueno aprender a concentrarse pese al ruido. -

- Tal vez deba llevarte a tu habitación. - Dijo Scamander al chico de un sólo ojo.