Recuerdo del primer mensaje :
Estas montañas son el punto más alto de la isla Ouroboros. El pico más alto mide 7000 metros, y se encuentran permanentemente cubiertas por la nieve.
Su nombre se debe a los templos erigidos en honor a los dragones, durante los primeros tiempos de la isla. Cayeron en el olvido tras la expulsión del linaje Pendragon, y tan sólo volvieron a recuperar cierta relevancia y uso con la incorporación del linaje de Vlad Tepes, relacionado también con los dragones.
Aquí se han realizado varios torneos Ouroboros, por lo que cabe la posibilidad de encontrar a algún antiguo participante congelado en las montañas.
Estas montañas son el punto más alto de la isla Ouroboros. El pico más alto mide 7000 metros, y se encuentran permanentemente cubiertas por la nieve.
Su nombre se debe a los templos erigidos en honor a los dragones, durante los primeros tiempos de la isla. Cayeron en el olvido tras la expulsión del linaje Pendragon, y tan sólo volvieron a recuperar cierta relevancia y uso con la incorporación del linaje de Vlad Tepes, relacionado también con los dragones.
Aquí se han realizado varios torneos Ouroboros, por lo que cabe la posibilidad de encontrar a algún antiguo participante congelado en las montañas.
Maldije el momento en el que se me cruzaron los cables lo suficiente como para no quedarme quieto donde debía estar, por creer que sería capaz de hacer cualquier cosa con normalidad. Después de haber sobrevivido a algo tan chungo como los nanobots no podía morir desangrado en la nieve por culpa de una mierda de escisión en desaparición. El dolor del brazo medio cortado era atenazante y me impedía pensar con claridad. Si me movía sería peor aún. Pronto comencé a temblar por la pérdida de sangre y el frío de la montaña en pleno diciembre. Temía perder el conocimiento antes de poder avisar de dónde estaba, así que tanteé torpemente en mi bolsillo para buscar la moneda comunicadora. No quedaba otro remedio.
Justo en ese momento escuché el batir de alas de un dragón sobre mi cabeza, uno más pequeño de lo habitual. - Svart...- murmuré aliviado al comprobar que mi dragón estaba bien, y que todavía me reconocía a pesar de lo que se decía de los Pendragon y los dragones. Apoyé mi cabeza contra su cara cuando el se restregó conmigo, reconociendo aquel gesto de afecto por su parte. - du dukker alltid opp når jeg trenger deg.- Después intentó acercarse a mi destrozado brazo, pero negué rápidamente. No era la mejor idea, a pesar de sus buenas intenciones. Cerré los ojos y me quedé apoyado en él hasta que acabé cayendo de lado sobre la nieve, encima del brazo escindido. El dragón se quedó a mi lado, dándome pequeños meneos con la cabeza para que me espabilase, aunque no sirviese de mucho.
Justo en ese momento escuché el batir de alas de un dragón sobre mi cabeza, uno más pequeño de lo habitual. - Svart...- murmuré aliviado al comprobar que mi dragón estaba bien, y que todavía me reconocía a pesar de lo que se decía de los Pendragon y los dragones. Apoyé mi cabeza contra su cara cuando el se restregó conmigo, reconociendo aquel gesto de afecto por su parte. - du dukker alltid opp når jeg trenger deg.- Después intentó acercarse a mi destrozado brazo, pero negué rápidamente. No era la mejor idea, a pesar de sus buenas intenciones. Cerré los ojos y me quedé apoyado en él hasta que acabé cayendo de lado sobre la nieve, encima del brazo escindido. El dragón se quedó a mi lado, dándome pequeños meneos con la cabeza para que me espabilase, aunque no sirviese de mucho.
Sobrevoló una vez más las montañas. Tenía algunas semanas revisando los alrededores, merodeando, observando las costumbres de los dragones y cómo interactuaban entre ellos. Nunca había estado tan cerca de tantos y le ponían nerviosa, pero algo le llamaba. Además, buscaba en vano a Svart, al que desde tan lejos no alcanzaba a ver por ningún lado. Los grandes eran fáciles de ver, y bastante terroríficos, pero los pequeños eran más complicados. Cada día que pasaba se sentía peor de no haber ido a verle y por eso se obligaba a diario a buscar el mejor momento para emprender el vuelo, pero cuando este llegaba siempre se acobardaba.
Había localizado un cueva bastante amplia de la que la mayoría de los dragones solían entrar y salir, y había visto a Smaug un par de veces por ahí, rodeado de pequeñas manchas borrosas y rápidas que solo podían ser dragones. Después de mucho meditar, supuso que aquel lugar sería el más adecuado para iniciar una búsqueda por el pequeño dragón negro y, con suerte, le encontraría ese mismo día. Se transformó y emprendió el vuelo con facilidad, acercándose y rodeando la cueva un par de veces antes de empezar a descender, aterrizando finalmente en la puerta de la cueva. Debía ser profunda si no se veía nada o nadie hacia adentro y tampoco había muchos dragones volando. Llamó el nombre de Svart, despacio un par de veces, esperando después con paciencia para escuchar si el dragón le respondía.
Había localizado un cueva bastante amplia de la que la mayoría de los dragones solían entrar y salir, y había visto a Smaug un par de veces por ahí, rodeado de pequeñas manchas borrosas y rápidas que solo podían ser dragones. Después de mucho meditar, supuso que aquel lugar sería el más adecuado para iniciar una búsqueda por el pequeño dragón negro y, con suerte, le encontraría ese mismo día. Se transformó y emprendió el vuelo con facilidad, acercándose y rodeando la cueva un par de veces antes de empezar a descender, aterrizando finalmente en la puerta de la cueva. Debía ser profunda si no se veía nada o nadie hacia adentro y tampoco había muchos dragones volando. Llamó el nombre de Svart, despacio un par de veces, esperando después con paciencia para escuchar si el dragón le respondía.
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La cueva de Ourboros no tenía nada que ver con la que tenía en la isla de WIght, o con la que había tenido antes, llena de tesoros variados. Estaba vacía, a excepción de los restos de carne y huesos procedentes de la caza. Las cuevas en las montañas eran numerosas, de modo que cada dragón podía disponer de una para él solo, o compartir cueva como mucho con 5 dragones más. Las relaciones con los Pendragon seguían siendo productivas, pues se encargaban de asegurarnos cualquier cosa que pudiésemos necesitar, además de facilitar las interacciones entre sus propios dragones y el resto.
Por eso no me extrañó oler a una dragona conocida en la entrada de la cueva. No me gustaba que husmeasen sin mi permiso, así que salí al exterior con cierta premura por si se trataba de un intento de invasión en la cueva. Mis ojos se entornaron hasta parecer rendijas cuando les dio la luz. Frente a mí estaba la dragona plateada que había "criado" a Svart, aunque el dragón pequeño no la acompañaba. Tampoco el mago. La hice retroceder avanzando para que tuviese que moverse, saliendo definitivamente de la cueva para alzarme de forma majestuosa en toda mi altura.
- Por fin has abandonado esa débil forma humana. - expresé con voz cavernosa, aunque con cierto tono de aprobación. Olfateé el aire, buscando rastro del olor de Svart. No se habían visto. - ¿Qué has venido a buscar aquí? ¿Has venido a vivir a estas montañas?
Por eso no me extrañó oler a una dragona conocida en la entrada de la cueva. No me gustaba que husmeasen sin mi permiso, así que salí al exterior con cierta premura por si se trataba de un intento de invasión en la cueva. Mis ojos se entornaron hasta parecer rendijas cuando les dio la luz. Frente a mí estaba la dragona plateada que había "criado" a Svart, aunque el dragón pequeño no la acompañaba. Tampoco el mago. La hice retroceder avanzando para que tuviese que moverse, saliendo definitivamente de la cueva para alzarme de forma majestuosa en toda mi altura.
- Por fin has abandonado esa débil forma humana. - expresé con voz cavernosa, aunque con cierto tono de aprobación. Olfateé el aire, buscando rastro del olor de Svart. No se habían visto. - ¿Qué has venido a buscar aquí? ¿Has venido a vivir a estas montañas?
Esperó un momento, pero quizás sus cálculos habían salido bastante mal. Vio al gigante dragón negro salir de la cueva con rapidez, por lo que no tuvo más remedio que alejarse, practicamente huyendo de reversa, hasta que puso el espacio suficiente de por medio y el dragón negro pudiera salir. No estaba segura de poder ganarle en una carrera, pero estaba lista para intentarlo en cualquier segundo. Sus sentidos estaban muy alerta.
No supo que decir a lo de abandonar la forma humana, así que no dijo nada. Era mejor dejar que pensara aquello, pues de lo contrario quizás no lograría encontrar a Svart. Tenía la sensación de que no estaba en malos términos con Smaug, pero a la vez de que era tan territorial que cualquier intrusión acabaría mal.
Negó suavemente a sus siguientes preguntas, tranquila pero alerta. Tenía la sensación de que cualquier negativa le traería un intento de mordida o algo así.- He venido buscando a Svart. Quiero verle.- Se mordió su dracónica lengua en cuanto lo dijo, porque aquello implicaba que no lo había visitado antes y que no sabía dónde estaba si no estaba él ahí. Quizás eso lo haría más vulnerable. Se irguió, porque se dio cuenta de que estaba con la cabeza muy gacha frente a él, por eso de que estaba preparándose para volar y salir huyendo. Tenía que ver que no tenía miedo aunque sí lo hiciera. Y que no iba a intimidarla. Y además, había estado practicando bastante en su forma dragón por su cuenta, no tenía tanto que temerle. Podría escapar de él de necesitarlo. Ya se sentía mejor, o eso trataba de hacerse creer.- ¿Por qué estás tú aquí? Estás con los Pendragón ahora.
No supo que decir a lo de abandonar la forma humana, así que no dijo nada. Era mejor dejar que pensara aquello, pues de lo contrario quizás no lograría encontrar a Svart. Tenía la sensación de que no estaba en malos términos con Smaug, pero a la vez de que era tan territorial que cualquier intrusión acabaría mal.
Negó suavemente a sus siguientes preguntas, tranquila pero alerta. Tenía la sensación de que cualquier negativa le traería un intento de mordida o algo así.- He venido buscando a Svart. Quiero verle.- Se mordió su dracónica lengua en cuanto lo dijo, porque aquello implicaba que no lo había visitado antes y que no sabía dónde estaba si no estaba él ahí. Quizás eso lo haría más vulnerable. Se irguió, porque se dio cuenta de que estaba con la cabeza muy gacha frente a él, por eso de que estaba preparándose para volar y salir huyendo. Tenía que ver que no tenía miedo aunque sí lo hiciera. Y que no iba a intimidarla. Y además, había estado practicando bastante en su forma dragón por su cuenta, no tenía tanto que temerle. Podría escapar de él de necesitarlo. Ya se sentía mejor, o eso trataba de hacerse creer.- ¿Por qué estás tú aquí? Estás con los Pendragón ahora.
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La actitud de la dragona fue mejorando conforme avanzaba hacia ella, pues dejó su pose sumisa para actuar con orgullo, tal y como debía hacer cualquier dragón que se preciase. Finalmente me detuve a un par de metros, moviendo la cola hacia un lado mientras la observaba desde la ventaja que me daba mi altura. - Svart...mi hijo. No está aquí. - apreté los dientes molesto, porque a pesar de todo Svart seguía interesado en ella, y en aquel que le robó del nido. Aunque supiese la verdad no había renegado de ellos. - Salió de caza. Ha aprendido a cazar con el grupo. Está mucho mejor aquí.- solté un gruñido intimidatorio, mostrando después mis fauces cuando me preguntó por qué estaba aquí yo.
- La pregunta es por qué no estás tú aquí. Si de verdad te interesa Svart deberías vivir en las montañas, con los Pendragon. Ellos defienden nuestros intereses. El vínculo nos une de un modo que no pueden comprender otros magos. ¿Hasta qué punto estarías tú dispuesta a luchar por los tuyos? ¿por defender a Svart?
- La pregunta es por qué no estás tú aquí. Si de verdad te interesa Svart deberías vivir en las montañas, con los Pendragon. Ellos defienden nuestros intereses. El vínculo nos une de un modo que no pueden comprender otros magos. ¿Hasta qué punto estarías tú dispuesta a luchar por los tuyos? ¿por defender a Svart?
¿Dónde puedo encontrarle? - Preguntó con rapidez, aunque luego respondió rápidamente.- Me alegra.- Fue todo lo que pudo decir, porque en realidad le alegraba que él pudiera salir a cazar con el grupo, que estuviera encontrando un espacio para él con los dragones si así lo quería, pero tenía que hacerle entender que también tenía un lugar en su grupo, el de Reiv y Juliet, para cuando él lo necesitara. No se intimidó con el gruñido. No visiblemente, porque por dentro era un manojo de nervios, pero se le daba muy bien aparentar valentía.
Estoy aquí ahora y es lo importante. Aún no puedo estar aquí. Aún no es mi momento.- Murmuró, porque él entendía el vínculo, pero no podía hablar con él de eso. No le tenía la confianza suficiente para decirle que ella lo había manchado al insultar a Gwen de aquella manera y que tenía, de alguna manera, que recuperar su confianza. Mas bien, tenía que ganarla.- Yo les apoyo de una manera diferente. Ellos no piden de mi que esté con ellos del mismo modo que a tí. Ellos comprenden. Y por Svart daría todo.- Quizás incluso hasta su vida si debiera. Por eso estaba ahí. Un foco se prendió en su cabeza. Eso ayudaría, tenía que ayudar. Así sabría que estaba y que había aprendido más y más de los dragones; y que ahora estaba en un mejor lugar.
No viviré aquí, pero soy dragón igual que todos aqui. Aprendí... la danza.- Le miró desafiante, con la cabeza en alto y no permitiéndole que le hiciera en menos. ¡Había aprendido la danza y ahora era una dragona completa! Alzó las alas a los costados de la cara para mostrarle la danza. la cola desplegada encima de la cabeza. Hizo tres saltos a un lado y batió las alas y la cabeza, tres saltos al otro y las batió de nuevo, y luego hizo un círculo alrededor de su espacio en saltitos con el cuerpo en punta antes de volver a su lugar. Con el subidón de ego que le daba saber la danza, le miraba casi con displicencia.- Este también es mi hogar. Mi lugar.
Estoy aquí ahora y es lo importante. Aún no puedo estar aquí. Aún no es mi momento.- Murmuró, porque él entendía el vínculo, pero no podía hablar con él de eso. No le tenía la confianza suficiente para decirle que ella lo había manchado al insultar a Gwen de aquella manera y que tenía, de alguna manera, que recuperar su confianza. Mas bien, tenía que ganarla.- Yo les apoyo de una manera diferente. Ellos no piden de mi que esté con ellos del mismo modo que a tí. Ellos comprenden. Y por Svart daría todo.- Quizás incluso hasta su vida si debiera. Por eso estaba ahí. Un foco se prendió en su cabeza. Eso ayudaría, tenía que ayudar. Así sabría que estaba y que había aprendido más y más de los dragones; y que ahora estaba en un mejor lugar.
No viviré aquí, pero soy dragón igual que todos aqui. Aprendí... la danza.- Le miró desafiante, con la cabeza en alto y no permitiéndole que le hiciera en menos. ¡Había aprendido la danza y ahora era una dragona completa! Alzó las alas a los costados de la cara para mostrarle la danza. la cola desplegada encima de la cabeza. Hizo tres saltos a un lado y batió las alas y la cabeza, tres saltos al otro y las batió de nuevo, y luego hizo un círculo alrededor de su espacio en saltitos con el cuerpo en punta antes de volver a su lugar. Con el subidón de ego que le daba saber la danza, le miraba casi con displicencia.- Este también es mi hogar. Mi lugar.
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- No lo sé, moléstate tú en buscarle. - repliqué con brusquedad ante su pregunta, bastante es que había respondido a las anteriores. Su alegría por Svart parecía genuina, no quería poseerle como parecían hacer algunos magos. Me senté sobre mis cuartos traseros, sacudiendo la cabeza en un gesto de desacuerdo porque no creía que ella apoyase la causa. Era más bien pasiva. Sin embargo sí que creí en que haría lo que fuese por Svart. Él la había considerado una madre. No había conocido a la suya, ni podría hacerlo porque estaba muerta.
- Tendrás ocasiones de demostrarlo...más te vale estar a la altura de lo que se espera de ti. Llegará un momento en que debas elegir de qué lado estás realmente. - mis pupilas se agrandaron poco a poco al ver que Juliet sabía hacer la danza de los dragones, una de las tantas que teníamos. La que hizo era concretamente de cortejo, o una mezcla extraña de eso con danza de unión a grupo. Extendí mis alas para batirlas con fuerza antes de alzarme sobre mis dos patas traseras, cayendo de nuevo sobre la nieve en señal de aceptación. - Pues quédate en tu hogar y haz crecer la colonia de dragones. - me acerqué a ella para morderle en el cuello en señal de dominancia, aunque sin llegar a herirla en exceso. La quería para seguir poblando el mundo de dragones, al igual que al resto de dragonas de la colonia - Puedes llegar a ser muy poderosa si no te limitas con esa ridícula forma humana. - Solté su cuello enseguida, haciendo brillar la joya de mi pecho para cerrar las marcas que habían dejado mis fauces. Después llevé una de mis garras a esa joya, cortando un pequeño pedazo para dejarlo caer en la nieve frente a ella, a modo de obsequio.
- Para que seas invencible junto a nosotros. - mi voz retumbó en la zona de la cueva antes de que me diese media vuelta para volver a entrar, perdiéndome en las profundidades. Ella volvería por allí, estaba seguro.
- Tendrás ocasiones de demostrarlo...más te vale estar a la altura de lo que se espera de ti. Llegará un momento en que debas elegir de qué lado estás realmente. - mis pupilas se agrandaron poco a poco al ver que Juliet sabía hacer la danza de los dragones, una de las tantas que teníamos. La que hizo era concretamente de cortejo, o una mezcla extraña de eso con danza de unión a grupo. Extendí mis alas para batirlas con fuerza antes de alzarme sobre mis dos patas traseras, cayendo de nuevo sobre la nieve en señal de aceptación. - Pues quédate en tu hogar y haz crecer la colonia de dragones. - me acerqué a ella para morderle en el cuello en señal de dominancia, aunque sin llegar a herirla en exceso. La quería para seguir poblando el mundo de dragones, al igual que al resto de dragonas de la colonia - Puedes llegar a ser muy poderosa si no te limitas con esa ridícula forma humana. - Solté su cuello enseguida, haciendo brillar la joya de mi pecho para cerrar las marcas que habían dejado mis fauces. Después llevé una de mis garras a esa joya, cortando un pequeño pedazo para dejarlo caer en la nieve frente a ella, a modo de obsequio.
- Para que seas invencible junto a nosotros. - mi voz retumbó en la zona de la cueva antes de que me diese media vuelta para volver a entrar, perdiéndome en las profundidades. Ella volvería por allí, estaba seguro.
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El joven dragón miró extrañado a Reiv cuando negó a lo de lamer la herida, aunque no insistió. Restregó un poco más su cabeza contra la de él antes de que cayese de lado a la nieve, dándome pequeños golpes con el hocico para que se moviese. Svart se movió inquieto ante la falta de respuesta, emitiendo un sonido lloroso y lastimero más agudo de lo que solía ser su voz. Hizo ademán de alzar el vuelo para pedir ayuda, pero enseguida regresó al lado de su amigo. Probó a tumbarse a su lado un momento, enroscando su cola sobre sí mismo. No duró mucho en esa posición, se levantó nuevamente, pero esta vez gruñendo. Entendía perfectamente lo que pasaba cuando se sangraba mucho, y no podía abandonar ahí al mago.
Los Pendragon le ayudarían, ellos eran buenos y siempre estaban para lo que necesitasen. Con esa idea en mente empujó a Reiv hasta darle la vuelta y dejarle boca arriba, agarrando su pierna entre sus fauces. Procuró hacerlo con cuidado para no morderle, empezando a arrastrarle por la nieve en dirección al castillo de los Pendragon. El lugar no quedaba muy lejos, pero tardaría unos cuantos minutos en llegar. Se alejó con Reiv de donde estaban, dejando un rastro de sangre que indicaba el camino seguido.
Los Pendragon le ayudarían, ellos eran buenos y siempre estaban para lo que necesitasen. Con esa idea en mente empujó a Reiv hasta darle la vuelta y dejarle boca arriba, agarrando su pierna entre sus fauces. Procuró hacerlo con cuidado para no morderle, empezando a arrastrarle por la nieve en dirección al castillo de los Pendragon. El lugar no quedaba muy lejos, pero tardaría unos cuantos minutos en llegar. Se alejó con Reiv de donde estaban, dejando un rastro de sangre que indicaba el camino seguido.
Shyvanna Pendragon
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Apareció en las montañas. Alejada del castillo, más hacia la zona de los dragones. Con ellos no tenía que recibir ningún castigo, tampoco tenía que dar explicaciones. Era fácil. Era muy fácil. Se apretujo el abrigo y empezó a caminar hacia la zona donde estaban pero de vuelta venia un dragón negro con una presa.
Una presa ensangrentada porque dejaba un camino bastante esplendoroso en la nieve blanca. Se acercó lentamente. No quería invadir el espacio del dragón porque... ¿Por qué no se lo había comido? Se preguntó a si misma. Pero cuando se acercó y vio que era el chico con el que había bailado alzó las cejas
No podía permitirse una afrenta a Ouroboros -Dejalo allí un momento- Dijo pensando que tenía que curarlo si o si. Fue rápido hasta el y se dio cuenta que su brazo era...-¿Lo has mordido?- Pregunto en lengua dragón pero por la forma en la que se comportaba diría que no -No te vayas lejos, necesitará tu calor- Murmuró y cogió su pequeña daga para abrirse una herida en la mano, tras eso con su propia sangre se trazó un par de runas en si misma. Lo primero que hizo fue controlar la hemorragia haciendo que la sangre se mantuviera en el cuerpo.
Después de eso vino lo jodido. Se sentó en la nieve ignorando el frío -Dame esa rama- Le dijo al dragón y espero a que se la diera para ponérsela entre los dientes. Entonces absorbió su herida. El dolor fue lentamente penetrándola y su propio brazo parecía vibrar ante la herida. Shyvanna apretó con fuerza los dientes alrededor de la rama mientras gruñía con fuerza. Había mejorado. Con las runas nuevas ya no tenía que vivir la herida pero si la sentía. Había tenido que hacerlo en vista de la posible ayuda que deberian prestar ante SAM. Tomaría las heridas de cualquiera de sus hermanos pero no de desconocidos. El gritó se hizo cada vez más fuerte hasta que el brazo de S cayó hacia un lado inerte por el dolor. Cuando terminó, el moreno estaba en una pieza. Inconsciente por lo visto, pero en una pieza. La rubia se echó hacia atrás con las lágrimas corriéndole por el rostro y la respiración agitada mientras cogía su propio brazo y se lo ponía sobre el regazo. Entonces cerró los ojos y se concentró en sanar, las runas que antes habían brillado en un destello rojo ahora lo hacía en un cálido dorado hasta desaparecer.
El cansancio la golpeó, lo cierto es que hacía mucho que no sanaba heridas tan grandes. Se dejó caer en la nieve para mirar el cielo. Al menos aquello ... No, ese era el castigo que se merecía. El dolor que debió haber recibido. Bajaría, por supuesto que bajaría y curaría a diestra y siniestra a todo aquel que fuese lastimado.
Se lo diría a Wthyr, en cuanto tuviera fuerzas para levantarse.
Una presa ensangrentada porque dejaba un camino bastante esplendoroso en la nieve blanca. Se acercó lentamente. No quería invadir el espacio del dragón porque... ¿Por qué no se lo había comido? Se preguntó a si misma. Pero cuando se acercó y vio que era el chico con el que había bailado alzó las cejas
No podía permitirse una afrenta a Ouroboros -Dejalo allí un momento- Dijo pensando que tenía que curarlo si o si. Fue rápido hasta el y se dio cuenta que su brazo era...-¿Lo has mordido?- Pregunto en lengua dragón pero por la forma en la que se comportaba diría que no -No te vayas lejos, necesitará tu calor- Murmuró y cogió su pequeña daga para abrirse una herida en la mano, tras eso con su propia sangre se trazó un par de runas en si misma. Lo primero que hizo fue controlar la hemorragia haciendo que la sangre se mantuviera en el cuerpo.
Después de eso vino lo jodido. Se sentó en la nieve ignorando el frío -Dame esa rama- Le dijo al dragón y espero a que se la diera para ponérsela entre los dientes. Entonces absorbió su herida. El dolor fue lentamente penetrándola y su propio brazo parecía vibrar ante la herida. Shyvanna apretó con fuerza los dientes alrededor de la rama mientras gruñía con fuerza. Había mejorado. Con las runas nuevas ya no tenía que vivir la herida pero si la sentía. Había tenido que hacerlo en vista de la posible ayuda que deberian prestar ante SAM. Tomaría las heridas de cualquiera de sus hermanos pero no de desconocidos. El gritó se hizo cada vez más fuerte hasta que el brazo de S cayó hacia un lado inerte por el dolor. Cuando terminó, el moreno estaba en una pieza. Inconsciente por lo visto, pero en una pieza. La rubia se echó hacia atrás con las lágrimas corriéndole por el rostro y la respiración agitada mientras cogía su propio brazo y se lo ponía sobre el regazo. Entonces cerró los ojos y se concentró en sanar, las runas que antes habían brillado en un destello rojo ahora lo hacía en un cálido dorado hasta desaparecer.
El cansancio la golpeó, lo cierto es que hacía mucho que no sanaba heridas tan grandes. Se dejó caer en la nieve para mirar el cielo. Al menos aquello ... No, ese era el castigo que se merecía. El dolor que debió haber recibido. Bajaría, por supuesto que bajaría y curaría a diestra y siniestra a todo aquel que fuese lastimado.
Se lo diría a Wthyr, en cuanto tuviera fuerzas para levantarse.
Se molestó un poco cuando al dragón no le importaba su hijo. A saber cuántos tendría regados por el mundo, pero daba igual, que al menos no le estaba impidiendo verle. No supo responder a lo de estar en qué lado. No podría alejarse de Reiv ni aunque quisiera, lo llevaba clavado en el pecho. No respondió por no llevarle a Smaug la contraria, que sabía que cualquier gesto sería mal visto.
Cuando la danza terminó, se sorprendió de la aceptación de Smaug, que batiendo sus alas se alzó sobre ella. Lo que si no esperaba era la mordida, que no fue demasiado fuerte, pero fue suficiente para hacerle daño. No trató de soltarse, pues sintió que le faltaría la fuerza y terminaría con el cuello roto si lo intentaba. ¡No quería hacer crecer la colonia! Se sintió marcada de mala manera, como ganado, pero era porque su pensamiento aún no entendía por completo el mundo dragón. Aquella mordida no debía ser tan mala como parecía. Miró con cuidado el cristal que hizo caer al suelo, llamándolo obsequio. Para ella. Para que fuera invencible. Aquello le resultó confuso y esperó a que entrara a su cueva para escarbar con la garra alrededor del cristal y luego tomarlo. Alzó entonces el vuelo con cuidado, tendría que buscar a Svart por otro lado, pero como dudaba que hubiera un dragón más intimidante que Smaug, ahora lo hacía con más tranquilidad.
O eso creyó.
El rastro de sangre en la nieve fue suficiente para atraer su atención. Era curiosa la forma en la que parecía dirigirse a la residencia Pendragón. Mientras sobrevolaba, un mal presentimiento le invadió al tiempo que algunos olores conocidos le invadían. De un momento a otro, el horror le invadía. Le era difícil detener los instintos cuando estaba en forma dragón, porque no entendió conscientemente lo que pasaba cuando ya estaba cayendo en picada para transformarse justo en el último segundo antes de tocar el suelo. Trastabilló y luego comenzó a correr entre la nieve los metros que había calculado mal, para finalmente llegar hasta Reiv, gritando su nombre. Se arrodilló a su lado, tocándole el pecho, la cara, los brazos, la herida, todo lo que podía tener algo que ver con la escandalosa sangre que dejaba rastro en la montaña. Le llamó una y otra vez, golpeándole las mejillas para que el uraño reaccionara, pero parecía no querer. Le aplicó una curación en el pecho, con sus manos brillando de aquel color azul tan característico y, aunque sintió claramente que no hizo nada, se pudo tranquilizar lo suficiente como para darse cuenta de que el moreno seguía respirando y que su corazón latía, y eso era todo lo que necesitaba...
Cuando se aseguró de que estaba bien, miró a su alrededor y se colgó del cuello de Svart, abrazándole con fuerza agradeciéndole, aunque no sabía lo que había ocurrido sentía que él no lo había provocado. Le abrazó por mucho rato, con fuerza, hasta que sus músculos comenzaron a cansarse, y entonces miró de nuevo a su alrededor...
- Sh... Shyvanna...- Susurró, viéndola con tal cansancio en el rostro que se sintió apenada por llegar con sus dos chicos a montar la escena. Se dio cuenta de que también había sangre en ella, pero no parecía ser la de Reiv.- Shyvanna...- Susurró, acercándose a ella lentamente hasta quedar de rodillas junto a ella, observándola. Miró después a Svart, y luego a Reiv. Todo parecía tan...- ¿Qué... Qué ocurrió? ¿Por qué está Reiv aquí? Debería de estar en el hospital, su cirugía...- Ellos de seguro no sabían nada de eso, no tenía caso.- ¿Qué ocurrió, Svart?
Cuando la danza terminó, se sorprendió de la aceptación de Smaug, que batiendo sus alas se alzó sobre ella. Lo que si no esperaba era la mordida, que no fue demasiado fuerte, pero fue suficiente para hacerle daño. No trató de soltarse, pues sintió que le faltaría la fuerza y terminaría con el cuello roto si lo intentaba. ¡No quería hacer crecer la colonia! Se sintió marcada de mala manera, como ganado, pero era porque su pensamiento aún no entendía por completo el mundo dragón. Aquella mordida no debía ser tan mala como parecía. Miró con cuidado el cristal que hizo caer al suelo, llamándolo obsequio. Para ella. Para que fuera invencible. Aquello le resultó confuso y esperó a que entrara a su cueva para escarbar con la garra alrededor del cristal y luego tomarlo. Alzó entonces el vuelo con cuidado, tendría que buscar a Svart por otro lado, pero como dudaba que hubiera un dragón más intimidante que Smaug, ahora lo hacía con más tranquilidad.
O eso creyó.
El rastro de sangre en la nieve fue suficiente para atraer su atención. Era curiosa la forma en la que parecía dirigirse a la residencia Pendragón. Mientras sobrevolaba, un mal presentimiento le invadió al tiempo que algunos olores conocidos le invadían. De un momento a otro, el horror le invadía. Le era difícil detener los instintos cuando estaba en forma dragón, porque no entendió conscientemente lo que pasaba cuando ya estaba cayendo en picada para transformarse justo en el último segundo antes de tocar el suelo. Trastabilló y luego comenzó a correr entre la nieve los metros que había calculado mal, para finalmente llegar hasta Reiv, gritando su nombre. Se arrodilló a su lado, tocándole el pecho, la cara, los brazos, la herida, todo lo que podía tener algo que ver con la escandalosa sangre que dejaba rastro en la montaña. Le llamó una y otra vez, golpeándole las mejillas para que el uraño reaccionara, pero parecía no querer. Le aplicó una curación en el pecho, con sus manos brillando de aquel color azul tan característico y, aunque sintió claramente que no hizo nada, se pudo tranquilizar lo suficiente como para darse cuenta de que el moreno seguía respirando y que su corazón latía, y eso era todo lo que necesitaba...
Cuando se aseguró de que estaba bien, miró a su alrededor y se colgó del cuello de Svart, abrazándole con fuerza agradeciéndole, aunque no sabía lo que había ocurrido sentía que él no lo había provocado. Le abrazó por mucho rato, con fuerza, hasta que sus músculos comenzaron a cansarse, y entonces miró de nuevo a su alrededor...
- Sh... Shyvanna...- Susurró, viéndola con tal cansancio en el rostro que se sintió apenada por llegar con sus dos chicos a montar la escena. Se dio cuenta de que también había sangre en ella, pero no parecía ser la de Reiv.- Shyvanna...- Susurró, acercándose a ella lentamente hasta quedar de rodillas junto a ella, observándola. Miró después a Svart, y luego a Reiv. Todo parecía tan...- ¿Qué... Qué ocurrió? ¿Por qué está Reiv aquí? Debería de estar en el hospital, su cirugía...- Ellos de seguro no sabían nada de eso, no tenía caso.- ¿Qué ocurrió, Svart?
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Svart siguió arrastrando a Reiv un poco más, hasta que se encontró con Shyvanna un poco antes de lo que habría esperado. No había llegado al castillo, pero mejor así. Gruñó negando con la cabeza cuando preguntó si había mordido a Reiv, echando después una nubecilla de humo por las narices en señal de indignación. Obedeció inmediatamente a Shyvanna a continuación, trayéndole la rama que había pedido. A él no le gustaba comer ramas, pero pensó que tal vez a la chica si le gustasen. Después se puso junto a Reiv, tendiéndose a su lado para cortar un poco el paso a los vientos helados que aullaban en la montaña en ese momento. Los ojos violetas del dragón permanecieron fijos y curiosos en la magia de sanación de Shyvanna, aunque se mostró inquieto al escucharla gritar, levantando la cabeza como preguntándose qué le sucedía.
Se puso en pie cuando acabó, comprobando que el brazo de su amigo volvía a estar en su sitio. Se fue hacia Shyvanna para pegarle un lametón en la cara en señal de agradecimiento, y después emitió un gruñido que podría interpretarse como alegría al ver a Juliet. Restregó su cara con la de ella, envolviéndole con las alas durante el tiempo que duró el abrazo. Después se volvió a tender al lado de Reiv, esperando a que despertase.
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off: paso a pnjotearlo a partir de este post
Se puso en pie cuando acabó, comprobando que el brazo de su amigo volvía a estar en su sitio. Se fue hacia Shyvanna para pegarle un lametón en la cara en señal de agradecimiento, y después emitió un gruñido que podría interpretarse como alegría al ver a Juliet. Restregó su cara con la de ella, envolviéndole con las alas durante el tiempo que duró el abrazo. Después se volvió a tender al lado de Reiv, esperando a que despertase.
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off: paso a pnjotearlo a partir de este post
Fui recuperando la consciencia poco a poco, tras los gritos de Juliet diciendo mi nombre y sus palmadas en la cara. Al abrir los ojos me encontré con el cielo blanco sobre mí, además de unos cuantos copos de nieve cayendo sobre mi cara. Parecía como si estuviese en una especie de limbo, un lugar blanco y silencioso. O casi, porque enseguida escuché de nuevo la voz de Juliet, pero esta vez diciendo el nombre "Shyvanna". Al principio no supe qué hacía ahí tirando en el suelo. Tampoco entendí nada al ver a la chica tirada en el suelo muy cerca de mí. De repente me vino la imagen de lo que sucedió al aparecerme y de mi brazo medio colgando, pero éste volvía a estar en su sitio cuando giré la cabeza para mirarlo. También había dejado de sangrar y había cedido el maldito dolor. - ...¿quién? - murmuré por lo bajo desconcertado, intentando encajar las piezas con quienes tenía al lado. Al ir a incorporarme sentí la cabeza bastante ida por la sangre que había perdido por el camino. Svart se encargó de ayudarme, tumbándose detrás de mi espalda para darme apoyo y algo de calor en aquel lugar tan frío. Le di las gracias en la lengua de los dragones, pasando una mano por su cuello para acariciarlo. Probablemente había sido él quien había buscado a Juliet.
Seguro que estaba enfadada por haberme ido sin avisarla y por encontrarme así, pero lo primero era entender qué estaba pasando. - ¿Qué le ha pasado? ¿Me has curado tú el brazo? ella no estaba cuando llegué...yo no le he hecho nada. - expliqué por si pensaba que había ido a pelearme con los Pendragon, nada más lejos. Además, Sirius nos recomendó alejarnos de ellos después de enterarse de lo de Adele. - ¿Shyvanna? ¿te han atacado? - Cerré los ojos unos segundos, pasándome después una mano por la cara. Solté un sonido de resignación, dispuesto a confesar. - Pero sí tengo culpa de haberme fugado. Estaba agobiado de estar allí y quería buscar a Svart. Lo malo fue al aparecerme...
Seguro que estaba enfadada por haberme ido sin avisarla y por encontrarme así, pero lo primero era entender qué estaba pasando. - ¿Qué le ha pasado? ¿Me has curado tú el brazo? ella no estaba cuando llegué...yo no le he hecho nada. - expliqué por si pensaba que había ido a pelearme con los Pendragon, nada más lejos. Además, Sirius nos recomendó alejarnos de ellos después de enterarse de lo de Adele. - ¿Shyvanna? ¿te han atacado? - Cerré los ojos unos segundos, pasándome después una mano por la cara. Solté un sonido de resignación, dispuesto a confesar. - Pero sí tengo culpa de haberme fugado. Estaba agobiado de estar allí y quería buscar a Svart. Lo malo fue al aparecerme...
Shyvanna Pendragon
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Nacionalidad
El cielo estaba precioso. Ya se lo había dicho a Sean. Ojalá estuviera Artamir allí y se la llevara a volar, lo necesitaba. Necesitaba desconectar. Cerró los ojos. Aunque el frío estaba empezando a calarle después del chocolate y la magia caliente de Sean, el cansancio era fuerte. Debía entrenar más…pero no quería ver a los Lothbrock. Le daba miedo. Un lametazo la trajo de vuelta, Shyvanna se echó a reír y miró al dragón negro sonriéndole. Era una monada -De nada- Le respondió en lenguaje dragón y se abrazó a sí misma, pensando que quería más de ese chocolate.
De pronto Juliet gritó y hubo escándalo. Pero oye, no tenía nada que ver con ella y estaba muy feliz mirando el cielo e imaginándose que volaba. La pelirroja apareció en su campo de visión -Ah…Ahora hablas. Así que Reiv es quien te hace hablar. Qué bonito ¿Le amas, a que sí? Eso te costará la aceptación de algunos dragones... Pero está bien, lucha por lo que amas- Le preguntó llevandole una mano al corazón porque ella también percibía el lazo fuerte que tenía con él -Estaba sangrando, tenía el brazo destrozado…Y le curé- Dijo alzando los hombros como quitándole importancia -No queremos muertes en nuestras montañas
Dio varias vueltas en la nieve porque…le apetecía. Se rió un poco y miró al moreno que había vuelto en sí. Se quedó acostada de lado, con un brazo apoyado en el suelo y la cabeza en su mano mirándolos a los dos con una sonrisa abierta -Nop…Y si me atacan, tendrán que vérselas con mis defensas y mis dragones- Dijo señalando las montañas en general -¿Por qué os sorprende tanto que esté mirando el cielo? Está precioso- Dijo echándose de nuevo en la nieve y haciendo un angelito allí -¿Te sientes bien, Reiv? Estabas hecho mierda. No debiste haberte aparecido. Eres impulsivo y tonto. Te pareces a mi- Se rió un poco más y luego se incorporó de un salto para mirarlos -Vamos dentro. Os invito a comer un poco y así nos sacamos el frío y tú…- Señaló a Reiv de arriba abajo -Necesitas descansar- Luego observó a Juliet con algo más de significado -Y tú sabes que tengo razón…Svart, trae a tu amigo. Vamos a comer cosas ricas y calientitas- Le dijo y se dirigió al castillo asegurándose de que les seguían.
OFF: Shyvanna pasa al castillo. Podéis considerarse sacados.
De pronto Juliet gritó y hubo escándalo. Pero oye, no tenía nada que ver con ella y estaba muy feliz mirando el cielo e imaginándose que volaba. La pelirroja apareció en su campo de visión -Ah…Ahora hablas. Así que Reiv es quien te hace hablar. Qué bonito ¿Le amas, a que sí? Eso te costará la aceptación de algunos dragones... Pero está bien, lucha por lo que amas- Le preguntó llevandole una mano al corazón porque ella también percibía el lazo fuerte que tenía con él -Estaba sangrando, tenía el brazo destrozado…Y le curé- Dijo alzando los hombros como quitándole importancia -No queremos muertes en nuestras montañas
Dio varias vueltas en la nieve porque…le apetecía. Se rió un poco y miró al moreno que había vuelto en sí. Se quedó acostada de lado, con un brazo apoyado en el suelo y la cabeza en su mano mirándolos a los dos con una sonrisa abierta -Nop…Y si me atacan, tendrán que vérselas con mis defensas y mis dragones- Dijo señalando las montañas en general -¿Por qué os sorprende tanto que esté mirando el cielo? Está precioso- Dijo echándose de nuevo en la nieve y haciendo un angelito allí -¿Te sientes bien, Reiv? Estabas hecho mierda. No debiste haberte aparecido. Eres impulsivo y tonto. Te pareces a mi- Se rió un poco más y luego se incorporó de un salto para mirarlos -Vamos dentro. Os invito a comer un poco y así nos sacamos el frío y tú…- Señaló a Reiv de arriba abajo -Necesitas descansar- Luego observó a Juliet con algo más de significado -Y tú sabes que tengo razón…Svart, trae a tu amigo. Vamos a comer cosas ricas y calientitas- Le dijo y se dirigió al castillo asegurándose de que les seguían.
OFF: Shyvanna pasa al castillo. Podéis considerarse sacados.
Sabía lo que tenía que hacer desde el momento en que desperté en casa, pero no me sentía con fuerzas para hacerlo. Ambos nos vestimos como se suponía que debíamos ir, aunque nunca había creído mucho en esas cosa. Conseguí salir de casa con la ayuda de Sean y poniendo voluntad de mi parte, poniendo rumbo en primer lugar hacia la casa de mis tíos. Habrían acudido a ellos con lo de mis padres, pues eran la única familia que nos quedaba. Cuando llegamos a su casa nos recibieron de manera un tanto fría, de un modo similar a como era su hijo Oscurus. Parecía como si no quisiesen tenernos allí mucho tiempo, pues apenas nos permitieron pasar de la entrada de la casa y tampoco parecían querer hablar con Sean. Hice un esfuerzo por no llorar delante de ellos, esperando a que me explicasen qué habían hecho con mis padres. Al parecer habían hecho una ceremonia de despedida discreta con algunos Descendientes actuales y pasados, los que quedasen vivos de su generación. También habían acudido los que fueron estudiantes suyos y compañeros del hospital. Mi tío dejó ver su incomodidad por mi ausencia en aquella ceremonia, a pesar de que me fue imposible asistir. Quise terminar rápido con aquello, pidiéndole que me entregasen sus cenizas. Acabó dándomelas con cierta reticencia, no sin antes soltarme que esperaba que el linaje no muriese conmigo. En otra ocasión le habría contestado, pero en ese momento no tenía ni las fuerzas ni las ganas para hacerlo. Simplemente me di la vuelta y me marché de allí junto a Sean. Le pedí que nos desapareciese hacia las montañas, pues no estaba seguro de poder hacerlo yo.
Una vez allí respiré hondo para meter a mis pulmones el aire helado que nos rodeaba, cerrando los ojos un instante mientras intentaba no pensar en lo que acababa de suceder. Tenía una mano cogida a la de Sean, y en el otro brazo portaba las dos urnas que nos acababan de entregar. No quería ni mirarlas. - No pasa nada. Siempre han sido así. Mi tío...creo que siempre envidió el puesto de mi padre. A su hijo le pasa igual. - tenía la ligera sospecha de que si hubiesen vivido en otra época mi padre habría sido liquidado para que mi tío se quedase con el poder y el puesto en el Consejo. - En todas las familias del Consejo ha pasado alguna vez. - murmuré quedamente para convencerme, aunque eso no lo hacía menos malo. Eché un vistazo alrededor, estábamos en uno de los picos más altos de las montañas y hacía bastante frío. - Te he pedido que me traigas aquí porque creo que este es un lugar en el que ellos fueron felices en vida. De niño hacía excursiones con ellos a la montaña, antes de saber lo que traerían todas las obligaciones del cargo. - exhalé el aire despacio, creando una nubecilla de vaho a mi alrededor. Estaba retrasando el momento de despedirme, necesitaba encontrar las palabras. - ¿Habrías preferido no ser miembro del Consejo, Sean?
Una vez allí respiré hondo para meter a mis pulmones el aire helado que nos rodeaba, cerrando los ojos un instante mientras intentaba no pensar en lo que acababa de suceder. Tenía una mano cogida a la de Sean, y en el otro brazo portaba las dos urnas que nos acababan de entregar. No quería ni mirarlas. - No pasa nada. Siempre han sido así. Mi tío...creo que siempre envidió el puesto de mi padre. A su hijo le pasa igual. - tenía la ligera sospecha de que si hubiesen vivido en otra época mi padre habría sido liquidado para que mi tío se quedase con el poder y el puesto en el Consejo. - En todas las familias del Consejo ha pasado alguna vez. - murmuré quedamente para convencerme, aunque eso no lo hacía menos malo. Eché un vistazo alrededor, estábamos en uno de los picos más altos de las montañas y hacía bastante frío. - Te he pedido que me traigas aquí porque creo que este es un lugar en el que ellos fueron felices en vida. De niño hacía excursiones con ellos a la montaña, antes de saber lo que traerían todas las obligaciones del cargo. - exhalé el aire despacio, creando una nubecilla de vaho a mi alrededor. Estaba retrasando el momento de despedirme, necesitaba encontrar las palabras. - ¿Habrías preferido no ser miembro del Consejo, Sean?
Nos costó trabajo salir de la cama y no pensé demasiado en la ropa, sabía lo que se hacía en esos casos así que vestí el negro y tomé la mano de Lucio para ir en busca de sus tíos. Al llegar me quité el sombrero que llevaba por cortesía, era tradicional, a juego con el luto. -Siento mucho su pérdida- dije a los tíos de Lucio que nos recibieron con frialdad, eso me hizo hervir la sangre por un momento, no me importaba que me despreciaran a mi, pero Lucio no se lo merecía, mucho menos en esa situación. No nos invitaron a pasar, nos recibieron en la puerta como extraños, como simples vendedores o charlatanes que tocaba a su puerta, al menos nos explicaron lo que habían hecho con los restos del anterior descendiente Galenus, una ceremonia con las pocas personas que pudieron conocerlos, familia, amigos y miembros del consejo, pero en cuanto el tío de Lucio reclamó por su ausencia no me pude aguantar -Fue culpa mía, él no sabía nada y yo no se lo dije hasta ayer, estaba muy grave en el hospital, luchó por la isla así que supongo que lo comprenderá, si le quedan dudas pregunte a su hijo por el estado en que se encontraba su sobrino ,porque me parece que usted también desconoce eso- aquel hombre parecía indignado pero yo lo estaba mal ¿cómo podía tratar a alguien de su propia familia así? ¿por qué solo lo criticaban o juzgaban con la mirada con lo que estaba sufriendo? no quería que siguiera ahí, quería llevármelo y por suerte nos dieron las cenizas rápidamente en cuanto Lucio preguntó por ellas no sin antes dejar un comentario sobre la descendencia.
En cuanto salimos de aquel lugar nos desaparecí hasta las montañas del dragón, no me pareció un buen plan sabiendo que los Pendragon podrían estar cerca pero era lo que Lucio deseaba. El aire frío y el viento nos dieron la bienvenida así que hice un par de encantamientos para no congelarnos y que el viento solo fuera una brisa con ayuda de una barrera. Lucio cerró los ojos y yo lo miré con preocupación, seguramente lo de sus tíos le había afectado pero no me hicieron falta palabras para obtener una respuesta -No me parece una excusa... se supone que sois familia- lo de Oscurus me lo creía, tal y como se había comportado en el hospital conmigo no era de extrañar. Yo había tenido mucha suerte, en mi familia... no eramos así, pero también era cierto que nunca conocí más que a mis padres, a Zaphira y a mis abuelos pero en algún punto siempre desaparecían, nadie hacía preguntas, nadie se preocupaba, solo se desvanecían, o eso pensaba hasta que encontré a mi bisabuela en Praga.
Caminamos poco hasta poder llegar a la cima y cuando Lucio me contó sobre sus padres pude entender la elección del lugar, era uno lleno de recuerdos felices, apoyé mi cabeza en su hombro mientras él se tomaba su tiempo y entonces vino la pregunta -lo he pensado muchas veces, si no hubiera sido miembro del consejo no tendría tantas limitaciones, no tendría que sentir tanto peso sobre mis hombros, sería libre... pero me ha traído cosas buenas, si no fuera parte del consejo probablemente mi primer amor habría quedado en un simple capricho adolescente, no tendría a Catherine, no sería amigo de Gio... y no tendría la más mínima posibilidad de cambiar el consejo, de poder hacer algo por ayudar a los demás, de luchar por aquellos que no pueden, es difícil y alguna vez he pensado en renunciar, pero nuestro tiempo no ha acabado aún- me separé de él un poco para poder mirarlo a los ojos, estiré la mano para quitarle una de las urnas -aún podemos hacer muchas cosas, para que nuestros hijos puedan vivir en un lugar feliz, para que tus padres y los míos estén orgullosos, es difícil, y no soy la persona más adecuada para decirte esto porque soy el primero en caer pero tu siempre me tiendes la mano, así que no te rindas Lucio, tienes mucho por dar pero mucho más por recibir...-
Me acerqué a él y le di un beso, al separarme tomé la otra urna para dejarlas en el suelo, alrededor de ellas creé un círculo mágico para que cuando lucio decidiera esparcir las cenizas estas no se las llevara el viento, se convertirían en pequeñas luces que ascenderían hasta perderse en el cielo y nuestra vista no alcanzara a verlas - Morimos al ocaso pero renacemos al amanecer en un ciclo infinito, en un eterno retorno, en ouroboros no decimos adiós, decimos hasta pronto...- aquellas palabras eran las únicas que podía decir, algo que se solía hacer en los eventos para despedir a las personas de Ouroboros, después de todo no conocí a los padres de Lucio y no tenía mucho más que decirles, sólo él podía despedirlos como se merecían,
En cuanto salimos de aquel lugar nos desaparecí hasta las montañas del dragón, no me pareció un buen plan sabiendo que los Pendragon podrían estar cerca pero era lo que Lucio deseaba. El aire frío y el viento nos dieron la bienvenida así que hice un par de encantamientos para no congelarnos y que el viento solo fuera una brisa con ayuda de una barrera. Lucio cerró los ojos y yo lo miré con preocupación, seguramente lo de sus tíos le había afectado pero no me hicieron falta palabras para obtener una respuesta -No me parece una excusa... se supone que sois familia- lo de Oscurus me lo creía, tal y como se había comportado en el hospital conmigo no era de extrañar. Yo había tenido mucha suerte, en mi familia... no eramos así, pero también era cierto que nunca conocí más que a mis padres, a Zaphira y a mis abuelos pero en algún punto siempre desaparecían, nadie hacía preguntas, nadie se preocupaba, solo se desvanecían, o eso pensaba hasta que encontré a mi bisabuela en Praga.
Caminamos poco hasta poder llegar a la cima y cuando Lucio me contó sobre sus padres pude entender la elección del lugar, era uno lleno de recuerdos felices, apoyé mi cabeza en su hombro mientras él se tomaba su tiempo y entonces vino la pregunta -lo he pensado muchas veces, si no hubiera sido miembro del consejo no tendría tantas limitaciones, no tendría que sentir tanto peso sobre mis hombros, sería libre... pero me ha traído cosas buenas, si no fuera parte del consejo probablemente mi primer amor habría quedado en un simple capricho adolescente, no tendría a Catherine, no sería amigo de Gio... y no tendría la más mínima posibilidad de cambiar el consejo, de poder hacer algo por ayudar a los demás, de luchar por aquellos que no pueden, es difícil y alguna vez he pensado en renunciar, pero nuestro tiempo no ha acabado aún- me separé de él un poco para poder mirarlo a los ojos, estiré la mano para quitarle una de las urnas -aún podemos hacer muchas cosas, para que nuestros hijos puedan vivir en un lugar feliz, para que tus padres y los míos estén orgullosos, es difícil, y no soy la persona más adecuada para decirte esto porque soy el primero en caer pero tu siempre me tiendes la mano, así que no te rindas Lucio, tienes mucho por dar pero mucho más por recibir...-
Me acerqué a él y le di un beso, al separarme tomé la otra urna para dejarlas en el suelo, alrededor de ellas creé un círculo mágico para que cuando lucio decidiera esparcir las cenizas estas no se las llevara el viento, se convertirían en pequeñas luces que ascenderían hasta perderse en el cielo y nuestra vista no alcanzara a verlas - Morimos al ocaso pero renacemos al amanecer en un ciclo infinito, en un eterno retorno, en ouroboros no decimos adiós, decimos hasta pronto...- aquellas palabras eran las únicas que podía decir, algo que se solía hacer en los eventos para despedir a las personas de Ouroboros, después de todo no conocí a los padres de Lucio y no tenía mucho más que decirles, sólo él podía despedirlos como se merecían,
Era de agradecer que Sean me hubiese defendido delante de mis tíos, dejando claro que si no había asistido al funeral era porque no me fue posible. Aquella visita familiar me había dejado muy mala sensación en el cuerpo, así que algo ayudó el encantamiento de Sean para que al menos no tuviésemos tanto frío en la montaña. Llevaba razón, no había excusa posible. Una familia no debería comportarse así. - Se supone...por un momento tuve la esperanza de que cambiasen de actitud con lo que había pasado. Que quisieran que nos diésemos un abrazo, unas palabras de ánimo...pero nada. - confesé con resignación antes de detenernos al llegar al lugar en el que quería estar. Incliné un poco la cabeza hacia un lado cuando él se apoyó en mi hombro, de tal manera que mi mejilla quedó apoyada su cabello. Me interesaba escuchar la respuesta para lo del Consejo, pues yo había tenido dudas en más ocasiones de las que quería reconocer. Ese cargo tenía sus pros, pero también sus contras.
Mi cara fue de sorpresa al interpretar que lo del primer amor capricho adolescente se refería a mí, ya que no había conocido a otra pareja de Sean. No tenía ni idea de que eso hubiese sido así, a no ser que me equivocase. - ¿De verdad? ¿desde cuándo...por qué no me lo dijiste? - pregunté todavía sin poder creerlo, aunque lo que dijo sobre Gio y Catherine ayudó a que terminase de ponerme más sentimental todavía. Menuda racha llevaba. Sus palabras sobre lo que teníamos que hacer aún contribuyeron a subir un poco mi ánimo, no debíamos abandonar todavía aunque el camino fuese duro.
- Sí...tenemos a gente que merece la pena. En eso llevas razón. Es sólo que...pienso que podría haber seguido trabajando como médico pero sin tener que rendir cuentas a nadie y... - alcé un hombro, pero no acabé la frase porque no tenía claro lo que quería decir. Me costaba expresarlo con palabras. La mención de los hijos me hizo sonreír levemente, eso quería decir que veía futuro conmigo, fuese como fuese. Hablaríamos de ello en otra situación. - Desearía que ellos estuviesen orgullosos de mí. - en lo profesional tal vez, pero en lo personal...no me atreví a preguntarles directamente qué pensaban. Ni siquiera sabían que me había prometido con Sean. - De lo que haremos juntos. - Dejé que éste tomase las urnas cuando se separó de mí, sintiendo como si me quitase un peso de encima momentáneamente. Intenté expresarle todo mi agradecimiento por sus reconfortantes palabras al responderle al beso que me dio, sintiendo que todo aquello era como un bálsamo para mis heridas abiertas. - Gracias por tenderme tu mano, no la soltaré. - besé su frente antes de separarnos para que hiciese el círculo mágico en el que se encontraban las dos urnas, inspirando profundamente mientras Sean recitaba aquellas palabras sobre el eterno retorno. No se irían del todo mientras los recordase. Me quedaría con las cosas buenas, que las hubo, a pesar de las diferencias que tuvimos. Finalmente me armé de valor, buscando las palabras para despedirles. Mi voz sonaba un poco quebrada, pero conseguí comenzar a hablar.
- Ojalá no hubiese sucedido nada de esto...ojalá me hubiese atrevido a solucionar todas esas rencillas que ahora parecen insignificantes. Ojalá os hubiese dicho que no pasaba nada, que lo importante es que nos queríamos. Sé que vosotros también lo hacíais aunque no lo dijeseis. Padre...me enseñaste todo lo que sé de la profesión de galeno. La magia de sanación más antigua y ancestral, y también todas las novedades y mejoras que iban apareciendo, incluso las que tú creaste. Me descubriste todo un mundo de conocimiento en los libros, y me enseñaste que hay muchos modos de curar, que debía bajar al mundo para conocerlos todos. Madre...tú me enseñaste el valor del esfuerzo, y siempre fuiste la mediadora entre nosotros. De ti aprendí que no todo era técnica, sino también intuición y saber tratar con bondad a todo el mundo. - hice una pequeña pausa, pasándome una mano por los ojos para limpiarme las lágrimas silenciosas que salían de éstos. Todavía tenía el nudo en la garganta, pero logré terminar lo que quería decir. - No os preocupéis por mí, me quedo en buenas manos, con alguien que me quiere. Haré que os sintáis orgullosos de mí. Salvaré todas las vidas que pueda. No os olvidaré...vuestra memoria será recordada. - guardé silencio unos segundos tras aquellas últimas palabras, avanzando después hacia las urnas para soltar al aire su contenido. El hechizo de Sean hizo que se transformasen en pequeñas luces que comenzaron a ascender hacia el cielo, brillantes y libres. - Id en paz... - susurré cuando las luces se perdieron definitivamente en la inmensidad.
Mi cara fue de sorpresa al interpretar que lo del primer amor capricho adolescente se refería a mí, ya que no había conocido a otra pareja de Sean. No tenía ni idea de que eso hubiese sido así, a no ser que me equivocase. - ¿De verdad? ¿desde cuándo...por qué no me lo dijiste? - pregunté todavía sin poder creerlo, aunque lo que dijo sobre Gio y Catherine ayudó a que terminase de ponerme más sentimental todavía. Menuda racha llevaba. Sus palabras sobre lo que teníamos que hacer aún contribuyeron a subir un poco mi ánimo, no debíamos abandonar todavía aunque el camino fuese duro.
- Sí...tenemos a gente que merece la pena. En eso llevas razón. Es sólo que...pienso que podría haber seguido trabajando como médico pero sin tener que rendir cuentas a nadie y... - alcé un hombro, pero no acabé la frase porque no tenía claro lo que quería decir. Me costaba expresarlo con palabras. La mención de los hijos me hizo sonreír levemente, eso quería decir que veía futuro conmigo, fuese como fuese. Hablaríamos de ello en otra situación. - Desearía que ellos estuviesen orgullosos de mí. - en lo profesional tal vez, pero en lo personal...no me atreví a preguntarles directamente qué pensaban. Ni siquiera sabían que me había prometido con Sean. - De lo que haremos juntos. - Dejé que éste tomase las urnas cuando se separó de mí, sintiendo como si me quitase un peso de encima momentáneamente. Intenté expresarle todo mi agradecimiento por sus reconfortantes palabras al responderle al beso que me dio, sintiendo que todo aquello era como un bálsamo para mis heridas abiertas. - Gracias por tenderme tu mano, no la soltaré. - besé su frente antes de separarnos para que hiciese el círculo mágico en el que se encontraban las dos urnas, inspirando profundamente mientras Sean recitaba aquellas palabras sobre el eterno retorno. No se irían del todo mientras los recordase. Me quedaría con las cosas buenas, que las hubo, a pesar de las diferencias que tuvimos. Finalmente me armé de valor, buscando las palabras para despedirles. Mi voz sonaba un poco quebrada, pero conseguí comenzar a hablar.
- Ojalá no hubiese sucedido nada de esto...ojalá me hubiese atrevido a solucionar todas esas rencillas que ahora parecen insignificantes. Ojalá os hubiese dicho que no pasaba nada, que lo importante es que nos queríamos. Sé que vosotros también lo hacíais aunque no lo dijeseis. Padre...me enseñaste todo lo que sé de la profesión de galeno. La magia de sanación más antigua y ancestral, y también todas las novedades y mejoras que iban apareciendo, incluso las que tú creaste. Me descubriste todo un mundo de conocimiento en los libros, y me enseñaste que hay muchos modos de curar, que debía bajar al mundo para conocerlos todos. Madre...tú me enseñaste el valor del esfuerzo, y siempre fuiste la mediadora entre nosotros. De ti aprendí que no todo era técnica, sino también intuición y saber tratar con bondad a todo el mundo. - hice una pequeña pausa, pasándome una mano por los ojos para limpiarme las lágrimas silenciosas que salían de éstos. Todavía tenía el nudo en la garganta, pero logré terminar lo que quería decir. - No os preocupéis por mí, me quedo en buenas manos, con alguien que me quiere. Haré que os sintáis orgullosos de mí. Salvaré todas las vidas que pueda. No os olvidaré...vuestra memoria será recordada. - guardé silencio unos segundos tras aquellas últimas palabras, avanzando después hacia las urnas para soltar al aire su contenido. El hechizo de Sean hizo que se transformasen en pequeñas luces que comenzaron a ascender hacia el cielo, brillantes y libres. - Id en paz... - susurré cuando las luces se perdieron definitivamente en la inmensidad.
Me sentí mal por las palabras de Lucio sobre su familia, aquello tenía que ser un sentimiento de soledad demasiado grande pero estaba dispuesto a llenarlo. me apoyé en él que hizo lo mismo posando su mejilla en mi cabeza justo antes de empezar a hablar sobre nuestro cargo en el consejo y tuve que sonreír cuando de todo lo que dije lo primero que se quedó en él fue que era mi primer amor, ya se lo había dicho o al menos yo pensaba que si -cuando estudiaba sobre magia blanca y di algunas clases con un profesor nuevo sobre curaciones y la magia curativa, era muy guapo... pero yo pensé que solo era admiración- tal vez me había pasado con lo de adolescente pero aquello parecía tan lejano que lo expresé de esa forma.
Ya habíamos tenido una conversación similar sobre nuestras responsabilidades e el consejo y la posibilidad de que nos echaran si nuestra relación era un gran problema para ellos, pero para poder hacer eso todo debía quedar en orden. guardé silencio mientras él confesaba que quería la aprobación de sus padres pero algo dentro de mi me decía que aunque por orgullo se separaron, sus padres lo tenían en alta estima. Tomé las urnas de sus manos y las dejé en el suelo después el beso, sabía que él no soltaría mi mano y yo intentaría con todas mis fuerzas no soltar la suya, recité las palabras de despedida y volví atrás para que Lucio pudiera despedirse de sus padres.
Me puse el sombrero y agaché la cabeza, con cada palabra de Lucio sentía que se me humedecían los ojos porque podía sentir la tristeza y el dolor con las que iban cargadas, la nostalgia y el arrepentimiento. No pude evitar pensar en mis padres pero me resultaba difícil evocar una imagen suya, mis recuerdos eran difusos pero el sentimiento de añoranza estaba ahí. La pausa de Lucio me hizo levantar la cabeza, estiré mi mano hasta su hombro por si necesitaba ayuda y entonces continuó... se quedaba conmigo, a mi cuidado, eso era lo que le estaba diciendo a sus padres , miré aquellas urnas como si de verdad ellos estuvieran allí -Yo cuidaré de él...- dije en voz baja antes de otro pequeño silencio. Lucio se adelantó y abrió las urnas para liberar las cenizas que se convirtieron en pequeñas luces, el viento las elevó y tardaron un momento en desaparecer de nuestra vista y fue en ese momento que volví a tomar la mano de Lucio -Estarán bien, siempre se quedan con nosotros, nos observan y estoy seguro que cuidarán de ti allá donde estén... porque cuando más los necesitas acaban volviendo de una forma u otra- aquello no lo decía por decir, yo mismo había soñado con mis antepasados en una ocasión, cuando perdimos la magia e incluso Merlín apareció en ese momento crítico para echarnos una mano -ven aquí- dije antes de estrechar a Lucio entre mis brazos -volvamos a casa- y sin soltarlo nos desaparecía de vuelta a nuestro hogar.
Ya habíamos tenido una conversación similar sobre nuestras responsabilidades e el consejo y la posibilidad de que nos echaran si nuestra relación era un gran problema para ellos, pero para poder hacer eso todo debía quedar en orden. guardé silencio mientras él confesaba que quería la aprobación de sus padres pero algo dentro de mi me decía que aunque por orgullo se separaron, sus padres lo tenían en alta estima. Tomé las urnas de sus manos y las dejé en el suelo después el beso, sabía que él no soltaría mi mano y yo intentaría con todas mis fuerzas no soltar la suya, recité las palabras de despedida y volví atrás para que Lucio pudiera despedirse de sus padres.
Me puse el sombrero y agaché la cabeza, con cada palabra de Lucio sentía que se me humedecían los ojos porque podía sentir la tristeza y el dolor con las que iban cargadas, la nostalgia y el arrepentimiento. No pude evitar pensar en mis padres pero me resultaba difícil evocar una imagen suya, mis recuerdos eran difusos pero el sentimiento de añoranza estaba ahí. La pausa de Lucio me hizo levantar la cabeza, estiré mi mano hasta su hombro por si necesitaba ayuda y entonces continuó... se quedaba conmigo, a mi cuidado, eso era lo que le estaba diciendo a sus padres , miré aquellas urnas como si de verdad ellos estuvieran allí -Yo cuidaré de él...- dije en voz baja antes de otro pequeño silencio. Lucio se adelantó y abrió las urnas para liberar las cenizas que se convirtieron en pequeñas luces, el viento las elevó y tardaron un momento en desaparecer de nuestra vista y fue en ese momento que volví a tomar la mano de Lucio -Estarán bien, siempre se quedan con nosotros, nos observan y estoy seguro que cuidarán de ti allá donde estén... porque cuando más los necesitas acaban volviendo de una forma u otra- aquello no lo decía por decir, yo mismo había soñado con mis antepasados en una ocasión, cuando perdimos la magia e incluso Merlín apareció en ese momento crítico para echarnos una mano -ven aquí- dije antes de estrechar a Lucio entre mis brazos -volvamos a casa- y sin soltarlo nos desaparecía de vuelta a nuestro hogar.
Las montañas del dragón me parecieron el mejor lugar para alejarme todo lo posible de la civilización y practicar así con el control de la forma de licántropo. Así si me descontrolaba sólo atacaría a estúpidos Pendragon o sus vasallos. Oh...qué pena. Ojalá destrozase a Wthyr. Que se jodiese. Catherine ya sabía que iba a estar aquí, y a Savannah le había enviado un patronus para informarla de lo que estaría haciendo. También mandé otro mensaje a Jarkko para saber cómo estaba, ahora que me habían dicho que acababa de salir del hospital.
No podía intentar ser líder de clan si no era capaz de ser dueño de mi mismo durante las transformaciones. Me llevé la piedra de Fenrir conmigo para provocar transformaciones fuera del período de luna llena, esperando a que se hiciese de noche para así poder usarla. Todavía quedaban unos cuantos días para la luna, y me temía que iba a coincidir con la misión. Eso, o estar muy cerca. No tenía claro cuándo bajaríamos. En cualquier caso podía ser una ventaja para ser más fuerte.
Caminé montaña arriba con una pesada capa sobre los hombros, cubriendo mi cabeza con una capucha. A lo lejos se divisaba el castillo de los Pendragon, pero no era ese mi objetivo. Busqué una de las cuevas abiertas en las rocas, metiéndome por allí a la espera de la noche. Mientras tanto me dediqué a hacer ejercicios de concentración y de fuerza, preparándome física y mentalmente.
No podía intentar ser líder de clan si no era capaz de ser dueño de mi mismo durante las transformaciones. Me llevé la piedra de Fenrir conmigo para provocar transformaciones fuera del período de luna llena, esperando a que se hiciese de noche para así poder usarla. Todavía quedaban unos cuantos días para la luna, y me temía que iba a coincidir con la misión. Eso, o estar muy cerca. No tenía claro cuándo bajaríamos. En cualquier caso podía ser una ventaja para ser más fuerte.
Caminé montaña arriba con una pesada capa sobre los hombros, cubriendo mi cabeza con una capucha. A lo lejos se divisaba el castillo de los Pendragon, pero no era ese mi objetivo. Busqué una de las cuevas abiertas en las rocas, metiéndome por allí a la espera de la noche. Mientras tanto me dediqué a hacer ejercicios de concentración y de fuerza, preparándome física y mentalmente.
No había tenido ocasión de hablar con Ian desde que salí del hospital, pero el asunto no podía posponerse mas, eso opinaba yo. Él tampoco es que hubiese estado muy disponible al asunto...su hermana me dijo que habia ido a entrenar por la zona de las montañas del dragon. Tenía que intentar sacarle la idea de la cabeza...eso de dejar de tomar la pocion no iba a darle mas que problemas en Ouroboros.
Al aparecerme alli, estuve buscando su rastro. Tardé un buen rato en dar con el, era complicado dada la geografía del lugar y el viento que hacía, me confundia bastante.
Tras dar varias vueltas y varios errores, localicé un rastro que subía por una ladera hacia las paredes de la falda de la montaña. Lo seguí cuesta arriba cagándome en el frio que hacia en este lugar.
"al menos no se me hielan las manos"
Al llegar arriba a la entrada de la cueva, su rastro era mas intenso, asi que podia suponer que estaba alli adentro. Me acerqué a la entrada, llamándolo.
- Ian, estás ahi?
Al aparecerme alli, estuve buscando su rastro. Tardé un buen rato en dar con el, era complicado dada la geografía del lugar y el viento que hacía, me confundia bastante.
Tras dar varias vueltas y varios errores, localicé un rastro que subía por una ladera hacia las paredes de la falda de la montaña. Lo seguí cuesta arriba cagándome en el frio que hacia en este lugar.
"al menos no se me hielan las manos"
Al llegar arriba a la entrada de la cueva, su rastro era mas intenso, asi que podia suponer que estaba alli adentro. Me acerqué a la entrada, llamándolo.
- Ian, estás ahi?
Cuando me harté de meditar me puse a entrenar moviendo rocas de un sitio para otro, esperando a que anocheciese. O al menos esperé hasta caer en la cuenta de que la piedra de los Fenrir no necesitaba eso, sino las palabras de invocación. Me di una palmada en la frente por mi despiste, pero lo cierto es que apenas había practicado con la piedra y no recordaba si se tenían que cumplir ciertas condiciones. La había probado con Altair, recitando las palabras de activación. Tras aquello él me había dado una paliza de lo mal que lo hice. La próxima vez se la daría yo a él, ya vería. Tenía que superarme, aunque mi principal motivación era saber que ya no sería nunca más un peligro.
Me senté en el suelo y saqué del bolsillo la piedra de Fenrir para ponerla delante de mí. Procuré encontrar concentración para recitar correctamente las palabras, pero justo en ese momento apareció Jarkko en la entrada de la cueva. Me extrañço mucho verlo por allí, aunque supuse que Catherine, Savannah o Chloe le habrían dicho dónde estaría. La última vez que lo vi fue en el hospital, cuando discutí con Chloe después de que ella le diera un beso.
- ¡Sí! ¡estoy aquí! espera, voy para allá...- cogí la piedra antes de levantarme, caminando hacia la entrada para encontrarme con él. Me alegraba bastante de verlo en pie, y de excursión montañera. - ¿Qué haces aquí? si querías quedar podíamos haberlo hecho en otro sitio. En el bar, por ejemplo. No creo que sea bueno que pases frío ahora que estás recién salido del hospital. - le hice un gesto para que me siguiera y entrase en la cueva, al menos estaría más al resguardo. - Vine aquí porque creo que es el mejor sitio para entrenar lo del control. Ya sabes...usando la piedra. - le mostré la piedra morada que llevaba en la mano, bajándola después.
Me senté en el suelo y saqué del bolsillo la piedra de Fenrir para ponerla delante de mí. Procuré encontrar concentración para recitar correctamente las palabras, pero justo en ese momento apareció Jarkko en la entrada de la cueva. Me extrañço mucho verlo por allí, aunque supuse que Catherine, Savannah o Chloe le habrían dicho dónde estaría. La última vez que lo vi fue en el hospital, cuando discutí con Chloe después de que ella le diera un beso.
- ¡Sí! ¡estoy aquí! espera, voy para allá...- cogí la piedra antes de levantarme, caminando hacia la entrada para encontrarme con él. Me alegraba bastante de verlo en pie, y de excursión montañera. - ¿Qué haces aquí? si querías quedar podíamos haberlo hecho en otro sitio. En el bar, por ejemplo. No creo que sea bueno que pases frío ahora que estás recién salido del hospital. - le hice un gesto para que me siguiera y entrase en la cueva, al menos estaría más al resguardo. - Vine aquí porque creo que es el mejor sitio para entrenar lo del control. Ya sabes...usando la piedra. - le mostré la piedra morada que llevaba en la mano, bajándola después.
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