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Recuerdo del primer mensaje :
En este salón son juzgados aquellos que han cometido algún crimen o falta. El Consejo de los 20 actúa como jurado para emitir las penas.
Kyllian Evans
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La impasividad de Leila ante las preguntas del juez hicieron que me revolviera queriendo soltarme del agarre de los guardias mientras la ira y la tristeza se debatían por ser el sentimiento que dominara mis impulsos -¡SOLTADME JODER!- grité a esos tres que me estaban sujetando hasta que llegó la general, de primeras la ignoré pero cuando me susurró la miré Y dejé de forcejear por un momento -¿y a mi quien me devuelve a lila? no es justo... NO ES JUSTO QUE ELLA ESTÉ SENTADA AHÍ Y YO HAYA TENIDO QUE ESPARCIR SUS CENIZAS PORQUE NO FUE CAPAZ NI DE HACER ESO- Me mordí el labio intentando contener mi rabia mientras las lágrimas no dejaban de brotar y al final ME RENDÍ y agaché la cabeza -no es justo general... no es justo-
La mujer y los otros compañeros me llevaron hacia un rincón más apartado, podía sentir las miradas y los cuchicheos a mi alrededor pero no podía importarme menos, Leila volvió a abrir la boca con excusas baratas, como si hubiera roto un jarrón o la cosa no fuera con ella, hice un intento de moverme que acabó pronto y entonces Amaya contestó algo que sin duda me heló la sangre... Leila ya había dicho eso pero lo había hecho sonar intencionado.
El descendiente pidió orden en la sala y Amaya interpuso su escudo en mi camino, una vez más me susurró y solo pude agachar la cabeza una vez más -Si, general...- dije a duras penas, no es que no quisiera responderle malamente, es que tenía que pensar en Mérida y la alubia, necesitaba el trabajo. El turno de ella acabó y entonces me llamaron a declarar a mi. Esperé un momento hasta que Amaya decidiera que podía apartarse para dejar que me moviera, me acerqué al centro del estrado y los tres guardias se interpusieron entre la acusada y yo levantando sus escudos a modo de barrera. levanté la vista hacia Newton que empezó a hacerme preguntas, me reí cuando me preguntó por nuestra relación, incluso sonaba a chiste que yo alguna vez hubiera pensado en tener algo con ella.
-Conocí a Leila el día de la luna roja... me convertí en feral y no pude controlar mis instintos, cuando desperté me encontré con ella y con el descendiente Altair, ya estaba embarazada ese día. Por desgracia apenas hubo tiempo para presentaciones porque la alianza humana nos estaba persiguiendo, la ayudé y por eso acabé encerrado en los campos de concentración, capturado por un centinela- no quise levantar la cabeza, mi voz sonaba algo débil y líneal porque intentaba que mis lágrimas y esos sentimientos de ira no me interrumpieran, si de verdad harían justicia tenían que escucharme alto y claro -El ministro Éamon me lavó el cerebro para que fuera uno de sus aliados y acabé en el castillo lefay, instintos tal vez, recuerdos que me llevaron hasta ese lugar porque por culpa de la perdida de magia me transformaba aunque no hubiera luna llena, ella también llegó ese día y nos encerraron juntos. A ella la soltaron pero a mi me hicieron una lobotomía de urgencia, el tipo raro de la máscara y el descendiente Galenus... pasé con ella sus últimos meses de embarazo a partir de allí y yo recibí a Lila el día que nació junto al descendiente y el elfo que trabaja en el hospital... desde ese día fui su padre-
Tuve que hacer una pausa, los recuerdos me atormentaban porque aunque en su día fueron felices ahora eran demasiado amargos. me sequé las lágrimas con la camiseta y sorbí los mocos antes de continuar -del padre biológico mejor ni hablamos, que se lo diga ella, solo puedo hablar por mi... por Lila- suspiré y miré a las gradas esperando encontrar una cara conocida, Mer había querido acompañarme después de ver la citación y avisé a Reiv y a Juliet del día y la fecha, pero la luz me cegaba y decidí que debía continuar -tal vez la primera señal fue el día que traje a Lila a la isla. La registré con mi apellido, su madre fue la primera en decir que su nombre era Lila Evans, se lo dijo a su amiga la alada de la brigada. La niña tenía fiebre y no tenía vacunas ni nada y el único lugar que conocía era este por lo que la llevé al hospital y Aldaron la atendió, pero entonces llegó ella acusándome de traidor, secuestrador y demás... la había dejado a mi cuidado por irse de misión ¿qué se supone que debía hacer? pero no, ella me atacó, me tiró por una de las ventanas del hospital y acabé ingresado por una perforación en la tráquea- levanté la cabeza hacia el descendiente y le enseñé una de las dos cicatrices que llevaba en el cuello, regalo de la loca.
-El día del baile del torneo hablamos y acordamos oficialmente que yo sería su padre, que la dejaría en la isla a mi cuidado y que yo tomaría decisiones sobre su educación, no hubo problemas hasta el día que atacaron los Pendragon. Ese día fui a verlas y...estaba colgada de las malditas telas en el vestíbulo de las habitaciones, le dije que se bajara pero al menos ese día no estaba a una gran altura- se me salieron las lágrimas una vez más, ese día Lila había dado sus primeros pasos, ese día ya me decía papá y lloraba porque no le tocaba tarta... -Todo iba bien, todo parecía ir bien hasta que el día del parlamento me mintió y desde ese día no me dejó ver a lila... después pasó todo lo de Anteia y ella me dijo que pusiera una demanda para quedarme con la custodia de Lila, lo hice pero... - pero fue demasiado tarde.
La mujer y los otros compañeros me llevaron hacia un rincón más apartado, podía sentir las miradas y los cuchicheos a mi alrededor pero no podía importarme menos, Leila volvió a abrir la boca con excusas baratas, como si hubiera roto un jarrón o la cosa no fuera con ella, hice un intento de moverme que acabó pronto y entonces Amaya contestó algo que sin duda me heló la sangre... Leila ya había dicho eso pero lo había hecho sonar intencionado.
El descendiente pidió orden en la sala y Amaya interpuso su escudo en mi camino, una vez más me susurró y solo pude agachar la cabeza una vez más -Si, general...- dije a duras penas, no es que no quisiera responderle malamente, es que tenía que pensar en Mérida y la alubia, necesitaba el trabajo. El turno de ella acabó y entonces me llamaron a declarar a mi. Esperé un momento hasta que Amaya decidiera que podía apartarse para dejar que me moviera, me acerqué al centro del estrado y los tres guardias se interpusieron entre la acusada y yo levantando sus escudos a modo de barrera. levanté la vista hacia Newton que empezó a hacerme preguntas, me reí cuando me preguntó por nuestra relación, incluso sonaba a chiste que yo alguna vez hubiera pensado en tener algo con ella.
-Conocí a Leila el día de la luna roja... me convertí en feral y no pude controlar mis instintos, cuando desperté me encontré con ella y con el descendiente Altair, ya estaba embarazada ese día. Por desgracia apenas hubo tiempo para presentaciones porque la alianza humana nos estaba persiguiendo, la ayudé y por eso acabé encerrado en los campos de concentración, capturado por un centinela- no quise levantar la cabeza, mi voz sonaba algo débil y líneal porque intentaba que mis lágrimas y esos sentimientos de ira no me interrumpieran, si de verdad harían justicia tenían que escucharme alto y claro -El ministro Éamon me lavó el cerebro para que fuera uno de sus aliados y acabé en el castillo lefay, instintos tal vez, recuerdos que me llevaron hasta ese lugar porque por culpa de la perdida de magia me transformaba aunque no hubiera luna llena, ella también llegó ese día y nos encerraron juntos. A ella la soltaron pero a mi me hicieron una lobotomía de urgencia, el tipo raro de la máscara y el descendiente Galenus... pasé con ella sus últimos meses de embarazo a partir de allí y yo recibí a Lila el día que nació junto al descendiente y el elfo que trabaja en el hospital... desde ese día fui su padre-
Tuve que hacer una pausa, los recuerdos me atormentaban porque aunque en su día fueron felices ahora eran demasiado amargos. me sequé las lágrimas con la camiseta y sorbí los mocos antes de continuar -del padre biológico mejor ni hablamos, que se lo diga ella, solo puedo hablar por mi... por Lila- suspiré y miré a las gradas esperando encontrar una cara conocida, Mer había querido acompañarme después de ver la citación y avisé a Reiv y a Juliet del día y la fecha, pero la luz me cegaba y decidí que debía continuar -tal vez la primera señal fue el día que traje a Lila a la isla. La registré con mi apellido, su madre fue la primera en decir que su nombre era Lila Evans, se lo dijo a su amiga la alada de la brigada. La niña tenía fiebre y no tenía vacunas ni nada y el único lugar que conocía era este por lo que la llevé al hospital y Aldaron la atendió, pero entonces llegó ella acusándome de traidor, secuestrador y demás... la había dejado a mi cuidado por irse de misión ¿qué se supone que debía hacer? pero no, ella me atacó, me tiró por una de las ventanas del hospital y acabé ingresado por una perforación en la tráquea- levanté la cabeza hacia el descendiente y le enseñé una de las dos cicatrices que llevaba en el cuello, regalo de la loca.
-El día del baile del torneo hablamos y acordamos oficialmente que yo sería su padre, que la dejaría en la isla a mi cuidado y que yo tomaría decisiones sobre su educación, no hubo problemas hasta el día que atacaron los Pendragon. Ese día fui a verlas y...estaba colgada de las malditas telas en el vestíbulo de las habitaciones, le dije que se bajara pero al menos ese día no estaba a una gran altura- se me salieron las lágrimas una vez más, ese día Lila había dado sus primeros pasos, ese día ya me decía papá y lloraba porque no le tocaba tarta... -Todo iba bien, todo parecía ir bien hasta que el día del parlamento me mintió y desde ese día no me dejó ver a lila... después pasó todo lo de Anteia y ella me dijo que pusiera una demanda para quedarme con la custodia de Lila, lo hice pero... - pero fue demasiado tarde.
El joven llamado al orden no dio más problemas a partir de la llamada de atención, acudiendo a declarar y responder cuando por fin fue llamado. Le escuché atentamente sin apartar la vista de su rostro y expresiones, atendiendo igualmente al lenguaje corporal. Fue respondiendo a todas las preguntas que le hacía, las cuales anotaban los asistentes judiciales en los documentos para después levantar actas. Entre los papeles del juicio se encontraba esa petición de custodia que mencionaba Kyllian. Se trataba de un papel del hospital, remitido tardíamente por la recepcionista Doris. El sello de entrada en los juzgados era tardío, posterior al fatídico desenlace. Hice un gesto de desaprobación antes de alzar la mirada de nuevo, apoyando las palmas de las manos sobre la mesa.
- ¿Por qué no se llevó usted a su hija adoptiva desde el primer momento que vio comportamientos peligrosos e irracionales por parte de la madre? Es decir, el primer día que la vio hacer acrobacias en las telas. - estaba claro que la imprudencia era cosa de la madre, pero no podía evitar pensar que había sido todo un compendio de circunstancias dramáticas lo que había llevado a ese horrible final. - ¿Por qué no la siguió hasta averiguar dónde estaba la menor a la que le impedía ver? Tengo entendido que la señorita Alabi no es bruja, con lo cual podría haber sido rastreada si usted o sus allegados percibían peligro real para la menor. ¿Considera que subestimó el peligro que podía correr la niña? - recordé también que había mencionado al irresponsable del jefe de Leila, es decir, el general de la Brigada de las Mil Grullas. - ¿Cree que la Brigada también subestimó ese peligro? ¿Qué opinión le merece dicho grupo? ¿Cree que estar rodeada de esas personas fue perjudicial para Lila? - volví a mirar el informe de Lucio, fijándome en una de las preguntas que se había realizado. Actualmente Kyllian estaba con alguien de esa misma Brigada. - ¿Piensa que Leila Alabi pudo actuar de ese modo e impedirle ver a la niña en venganza contra usted por mantener una relación con otra compañera de la Brigada? - dirigí una rápida mirada a Leila, pidiendo que también respondiese. - Dígame...¿fue ese el motivo por el que le impidió ver a Lila? ¿fue por haberla llevado al hospital cuando la niña requería atención médica?
- ¿Por qué no se llevó usted a su hija adoptiva desde el primer momento que vio comportamientos peligrosos e irracionales por parte de la madre? Es decir, el primer día que la vio hacer acrobacias en las telas. - estaba claro que la imprudencia era cosa de la madre, pero no podía evitar pensar que había sido todo un compendio de circunstancias dramáticas lo que había llevado a ese horrible final. - ¿Por qué no la siguió hasta averiguar dónde estaba la menor a la que le impedía ver? Tengo entendido que la señorita Alabi no es bruja, con lo cual podría haber sido rastreada si usted o sus allegados percibían peligro real para la menor. ¿Considera que subestimó el peligro que podía correr la niña? - recordé también que había mencionado al irresponsable del jefe de Leila, es decir, el general de la Brigada de las Mil Grullas. - ¿Cree que la Brigada también subestimó ese peligro? ¿Qué opinión le merece dicho grupo? ¿Cree que estar rodeada de esas personas fue perjudicial para Lila? - volví a mirar el informe de Lucio, fijándome en una de las preguntas que se había realizado. Actualmente Kyllian estaba con alguien de esa misma Brigada. - ¿Piensa que Leila Alabi pudo actuar de ese modo e impedirle ver a la niña en venganza contra usted por mantener una relación con otra compañera de la Brigada? - dirigí una rápida mirada a Leila, pidiendo que también respondiese. - Dígame...¿fue ese el motivo por el que le impidió ver a Lila? ¿fue por haberla llevado al hospital cuando la niña requería atención médica?
Mérida Pyro
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Kyllian le había expresado sus reservas sobre que fuera o no y cuando finalmente se había desaparecido al juicio…Mérida se había quedado en casa frente a la chimenea jugando con el fuego. Pero a medida que pasaba el tiempo…Se estaba sintiendo ansiosa y Anteia había sido específica sobre su estrés y el cuidado que debía tener, porque se lo había comentado que estaba indecisa si ir al juicio o no. Al final, la decisión era de ella. No tardó mucho en buscar ropa más decente y partir en el grifo.
Cuando entró en el salón, Kyllian avanzaba después de que le quitaran un escudo del frente. Algo había sucedido y al verlo en el medio de tantos ojos hablando de un tema que le tocaba profundamente, le dolía. Podía sentir aquellas lágrimas como si fueran propias. Fue inteligente e intentó no buscar a Leila con la mirada, ni a nadie más. Sólo quería estar con él y abrazarlo un poco para que supiera que estaba a su lado.
Desde su asiento empezó a escuchar las palabras del Descendiente canoso y frunció un poco el ceño cuando preguntó lo de porqué no le había seguido. Aquello le sentó como una patada en el estómago. Se mordió el labio y cerró los ojos al recordar aquel día en el parlamento y cuando los recuerdos le golpearon tenso los labios en una mueca -¡Porque yo le dije que confiaba en ella!- Gritó mientras se incorporaba, ajena a que Jack había soltado la petorata de que nadie interrumpiera -Porque yo confiaba en ella y la defendí. ¿Cómo una madre puede ser peligro para su hija? Le escribí para preguntar si estaba todo bien y me lo aseguró… Porque en la Brigada no nos mentimos y el creyó en mí- Lo miró, pidiéndole disculpas con la mirada pero no estaba seguro de que él pudiera verlo. No estaba perdiendo los cabales pero estaba hablando en voz alta mientras abandonaba las filas de sillas e iba a un pasillo, no pretendía acercarse pero quería que se le escuchara. Cerró los dedos en un puño-Lo que no sabíamos en ese momento, es que Leila dejó de ser de la Brigada el día que eligió el Torneo de Ouroboros por encima de su familia- Ese había sido el momento terminal, cuando Mérida se había ido y ella se había quedado por la fama y la gloria cuando Lykaios los había convocado. Tendría que haberlo sabido, debía haberlo notado…Tenía el corazón latiéndole con fuerza en el pecho y estaba profundamente nerviosa. Sintió que se le humedecía la mirada y volvió la mirada hacia Kyllian volviendo a pedirle perdón.
Vio de pronto el movimiento de los guardias y alzó las manos declarándose inocente pero siguieron avanzando hacia ella por lo que frunció el ceño retrocediendo hasta el asiento y sentándose.
Cuando entró en el salón, Kyllian avanzaba después de que le quitaran un escudo del frente. Algo había sucedido y al verlo en el medio de tantos ojos hablando de un tema que le tocaba profundamente, le dolía. Podía sentir aquellas lágrimas como si fueran propias. Fue inteligente e intentó no buscar a Leila con la mirada, ni a nadie más. Sólo quería estar con él y abrazarlo un poco para que supiera que estaba a su lado.
Desde su asiento empezó a escuchar las palabras del Descendiente canoso y frunció un poco el ceño cuando preguntó lo de porqué no le había seguido. Aquello le sentó como una patada en el estómago. Se mordió el labio y cerró los ojos al recordar aquel día en el parlamento y cuando los recuerdos le golpearon tenso los labios en una mueca -¡Porque yo le dije que confiaba en ella!- Gritó mientras se incorporaba, ajena a que Jack había soltado la petorata de que nadie interrumpiera -Porque yo confiaba en ella y la defendí. ¿Cómo una madre puede ser peligro para su hija? Le escribí para preguntar si estaba todo bien y me lo aseguró… Porque en la Brigada no nos mentimos y el creyó en mí- Lo miró, pidiéndole disculpas con la mirada pero no estaba seguro de que él pudiera verlo. No estaba perdiendo los cabales pero estaba hablando en voz alta mientras abandonaba las filas de sillas e iba a un pasillo, no pretendía acercarse pero quería que se le escuchara. Cerró los dedos en un puño-Lo que no sabíamos en ese momento, es que Leila dejó de ser de la Brigada el día que eligió el Torneo de Ouroboros por encima de su familia- Ese había sido el momento terminal, cuando Mérida se había ido y ella se había quedado por la fama y la gloria cuando Lykaios los había convocado. Tendría que haberlo sabido, debía haberlo notado…Tenía el corazón latiéndole con fuerza en el pecho y estaba profundamente nerviosa. Sintió que se le humedecía la mirada y volvió la mirada hacia Kyllian volviendo a pedirle perdón.
Vio de pronto el movimiento de los guardias y alzó las manos declarándose inocente pero siguieron avanzando hacia ella por lo que frunció el ceño retrocediendo hasta el asiento y sentándose.
Kyllian Evans
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en cuanto terminé mi declaración hubo un pequeño silencio hasta que Newton empezó a dirigirse a mi de nuevo -¿Qué?- dije levantando el rostro ante su primera pregunta sobre llevarme a Lila -yo... yo no..- no pude articular palabra, ¿cómo podía alejarla de la que se supone era su madre? ¿con qué derecho podía yo hacer eso? quise contestar pero entonces vinieron muchas más preguntas, cosas como quitarle a la niña, llevármela, protegerla ¿acaso podría haber hecho eso? lo pensé... pero no lo hice y fue en ese momento que el sentimiento de culpa me invadió. -Yo... le pedía ayuda a Lykaios... le dije que cuidara de Lila, que le echara un vistazo... a mi no me dejaban verla pero... ¿de verdad es mi culpa?...- Las preguntas de aquel hombre me acusaban y por primera vez desde que estaba en la sala las miradas empezaron a pesarme... era culpa mía, yo tendría que haberla protegido, tendría que haberla buscado, era a mi a quien llamaba papá... -es culpa mía... no la protegí, es culpa mía-
Todo el peso que eso me provocaba terminó por hacerme caer de rodillas mientras las lágrimas recorrían mi rostro sin cesar -Es culpa mía, fue por mi culpa...- no pude terminar de contestarle al juez porque cada pregunta que me hacía se convertía en una acusación en mi cabeza, todo estaba mal... y entonces la voz de Mérida me hizo levantar la vista hacia las gradas, no podía verla pero era su voz, era su olor a sándalo el que me llegaba -Mer...- dije apenas en un susurro, no, ella no podía estar allí, tenía que volver a casa, tenía que estar segura, no le podía pasar nada a ella o a nuestro hijo.
La pelirroja habló para toda la sala contestando por su cuenta preguntas a las que yo no podía dar respuesta, era cierto, ella me había dicho que todo iba a estar bien, me enseñó la moneda con el mensaje pero yo sabía que era mentira, lo sabía porque Leila ya me había mentido una vez y esa sensación de desconfianza no desapareció pero yo no hice nada. Vi a los guardias moverse y entonces me asusté, miré a Amaya suplicante -No le hagáis nada, está de tres meses- mi voz sonaba rota, casi tanto como lo estaba yo por dentro, tenía miedo... ¿y si algo así se volvía a repetir? ¿y si se marchaba con la brigada? ¿si se alejaba de mi y no me dejaba ver a la alubia? -No quiero...- miré a Jack un momento y después miré en la dirección de los guardias que se habían alejado -No quiero que la brigada se acerque a mi hijo... - eso fue lo único que pude sacar en claro de todos los pensamientos que se se hacían una maraña en mi mente, no los quería cerca, solo quería que Mérida se quedara conmigo y con la alubia, solo los tres y nadie más que pudiera hacernos daño.
Todo el peso que eso me provocaba terminó por hacerme caer de rodillas mientras las lágrimas recorrían mi rostro sin cesar -Es culpa mía, fue por mi culpa...- no pude terminar de contestarle al juez porque cada pregunta que me hacía se convertía en una acusación en mi cabeza, todo estaba mal... y entonces la voz de Mérida me hizo levantar la vista hacia las gradas, no podía verla pero era su voz, era su olor a sándalo el que me llegaba -Mer...- dije apenas en un susurro, no, ella no podía estar allí, tenía que volver a casa, tenía que estar segura, no le podía pasar nada a ella o a nuestro hijo.
La pelirroja habló para toda la sala contestando por su cuenta preguntas a las que yo no podía dar respuesta, era cierto, ella me había dicho que todo iba a estar bien, me enseñó la moneda con el mensaje pero yo sabía que era mentira, lo sabía porque Leila ya me había mentido una vez y esa sensación de desconfianza no desapareció pero yo no hice nada. Vi a los guardias moverse y entonces me asusté, miré a Amaya suplicante -No le hagáis nada, está de tres meses- mi voz sonaba rota, casi tanto como lo estaba yo por dentro, tenía miedo... ¿y si algo así se volvía a repetir? ¿y si se marchaba con la brigada? ¿si se alejaba de mi y no me dejaba ver a la alubia? -No quiero...- miré a Jack un momento y después miré en la dirección de los guardias que se habían alejado -No quiero que la brigada se acerque a mi hijo... - eso fue lo único que pude sacar en claro de todos los pensamientos que se se hacían una maraña en mi mente, no los quería cerca, solo quería que Mérida se quedara conmigo y con la alubia, solo los tres y nadie más que pudiera hacernos daño.
Se había enterado del juicio por tres vías diferentes. La primera: Aurora, con Fred como esposo se había enterado de la fecha del juicio y al saber lo que había ocurrido le informo. La segunda: Mérida, que le había preguntado si creía correcto que debía ir o no, cosa que dejó a su mano. La tercera: La convocatoria a Lucio que se había quedado golpeando la puerta del despacho y que ella había cogido para leer, Lucio estaba de baja así que iría allí. Había tenido que dejar todo organizado en casa con Lyran y Azahar para poder asistir asi que llegó tarde.
Al llegar escuchó la voz de Kyllian y lo ubicó estaba llorando y de pronto colapsaba en el piso. Mérida empezó a intervenir pero quien le preocupaba era el moreno. Había visto su desasociego cuando lo había encontrado en el hospital, no había dubitado en acceder a la demanda y lo había mimado tanto...tanto durante aquellos días tras la muerte de Lila que le dio un profundo dolor en el corazón cuando lo vio culparse. Se llevó las manos allí mientras se sentaba en un puesto libre.
No obstante, lo que dijo de la Brigada la dejó sorprendida. ¿Por qué? ¿Qué culpa tenían sus niños de la Brigada? ¡Todo había sido culpa de esa mujer! Volvió la vista hacia Leila y por sólo un instante, sólo uno deseo poder usar su poder para hacerla sufrir lo mismo que estaba sufriendo Kyllian. Deseo que nunca pudiera superar ese dolor, que su corazón permaneciera partido por siempre pero no pudo... No pudo hacerlo porque no era ese el tipo de persona que ella era. Cerró los ojos y se controló. Tendría que apoyar a Kyllian como fuera. Se incorporó y fue caminando muy lentamente por uno de los pasillos hasta reconocer a la General, habló en susurro -General... ¿Podría Kyllian dejar de declarar? No creo que esté muy bien- Estaba clarísimo que no estaba bien así que dedicó su mirada suplicante a Amaya.
Al llegar escuchó la voz de Kyllian y lo ubicó estaba llorando y de pronto colapsaba en el piso. Mérida empezó a intervenir pero quien le preocupaba era el moreno. Había visto su desasociego cuando lo había encontrado en el hospital, no había dubitado en acceder a la demanda y lo había mimado tanto...tanto durante aquellos días tras la muerte de Lila que le dio un profundo dolor en el corazón cuando lo vio culparse. Se llevó las manos allí mientras se sentaba en un puesto libre.
No obstante, lo que dijo de la Brigada la dejó sorprendida. ¿Por qué? ¿Qué culpa tenían sus niños de la Brigada? ¡Todo había sido culpa de esa mujer! Volvió la vista hacia Leila y por sólo un instante, sólo uno deseo poder usar su poder para hacerla sufrir lo mismo que estaba sufriendo Kyllian. Deseo que nunca pudiera superar ese dolor, que su corazón permaneciera partido por siempre pero no pudo... No pudo hacerlo porque no era ese el tipo de persona que ella era. Cerró los ojos y se controló. Tendría que apoyar a Kyllian como fuera. Se incorporó y fue caminando muy lentamente por uno de los pasillos hasta reconocer a la General, habló en susurro -General... ¿Podría Kyllian dejar de declarar? No creo que esté muy bien- Estaba clarísimo que no estaba bien así que dedicó su mirada suplicante a Amaya.
Después de la merendola arruinada por la lluvia, traté de acercarme para ver a Leila a su arresto domiciliario y llevarle el jersey morado que le había comprado. Sin embargo, al llegar a la puerta, unos guardias me indicaron que la señorita estaba aislada hasta el juicio que se iba a celebrar pronto. Tampoco me costó mucho averiguar cuándo y dónde se celebraría, de modo que esperaba poder aparecer por allí.
Había dejado a Astaroth en su torre, agradeciéndole eternamente todo lo que había tratado de hacer por conocer a mis compis brigadiles, y acompañarme a por los regalos, aunque sabía que a él aquellas cosas no le gustaban mucho…. Ni las multitudes. Pero lo del juicio era algo que tenía que hacer por mí misma y, aunque las cosas estaban raras, no me parecía bien que Leila pasara todo ese trance ella sola. La noche anterior al juicio no pude dormir bien, estaba nerviosa, inquieta, y cada vez que cerraba los ojos se me venía a la cabeza el momento en el mercado en el que Mer perdía los estribos y gritaba aquellas cosas horribles a Laila. Y luego la revelación de Lykaios. Todo acababa con un dementor que ensombrecía la escena. Tras varios intentos, desistí de dormir y me preparé una infusión de tila para calmarme los nervios mientras al albor el sol despuntaba en el horizonte.
Me preparé y salí de casa. Cuando llegué a la sala de juicios todo aquello ya había empezado. Había bastantes murmullos de todo el público, que se iban enmudeciendo según entrabas en la sala.
Pelirroja… desacato… escuchó unos gritos que le resultaron conocidos en el interior de la sala. Trató de excusarse mientras se iba haciendo hueco por el interior de la sala hasta reconocer el pelo rojo de alguien que le era rematadamente conocido. Cuando llegó hasta Merida los guardas la miraron con mala cara y ella parecía estar alterada por alguna cosa que había dicho Le puse una mano en el hombro y le susurré -Eh, Mer. Ya he llegado. ¿Estás bien?- Miró a su alrededor. Estaba casi en el borde de la bancada y desde allí podía verlo todo y escucharlo todo. Por un lado estaba Leila, parapetada por la guardia, por otro lado estaba Jack Newton, que presidía el juicio y por otro estaba el muchacho moreno haciendo su última declaración. Sus últimas palabras volaron y apuñalaron a la egipcia ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo osaba a apartar a toda la familia de “su” hijo? Notó cómo se le aceleró la respiración y el pulso. Aquel comentario, bien o mal intencionado, le había herido profundamente. Giré mi cara buscando la mirada de Mer, ¿ella también les quería apartar así? No… aquello no era propio de Mérida, o no de la Mérida que conozco, la Mérida que me había regalado la pulsera de la amistad que ahora mismo llevaba engarzada a mi muñeca.
Había dejado a Astaroth en su torre, agradeciéndole eternamente todo lo que había tratado de hacer por conocer a mis compis brigadiles, y acompañarme a por los regalos, aunque sabía que a él aquellas cosas no le gustaban mucho…. Ni las multitudes. Pero lo del juicio era algo que tenía que hacer por mí misma y, aunque las cosas estaban raras, no me parecía bien que Leila pasara todo ese trance ella sola. La noche anterior al juicio no pude dormir bien, estaba nerviosa, inquieta, y cada vez que cerraba los ojos se me venía a la cabeza el momento en el mercado en el que Mer perdía los estribos y gritaba aquellas cosas horribles a Laila. Y luego la revelación de Lykaios. Todo acababa con un dementor que ensombrecía la escena. Tras varios intentos, desistí de dormir y me preparé una infusión de tila para calmarme los nervios mientras al albor el sol despuntaba en el horizonte.
Me preparé y salí de casa. Cuando llegué a la sala de juicios todo aquello ya había empezado. Había bastantes murmullos de todo el público, que se iban enmudeciendo según entrabas en la sala.
“Esa chica es una irresponsable”
“Hay gente que no tendría que tener hijos”
“Calla que habla el chico. Pues yo creo que es tan culpable como ella”
“Eso es que ha hecho la pelirroja es desacato, yo la expulsaría de la sala”
“…”
“Hay gente que no tendría que tener hijos”
“Calla que habla el chico. Pues yo creo que es tan culpable como ella”
“Eso es que ha hecho la pelirroja es desacato, yo la expulsaría de la sala”
“…”
Pelirroja… desacato… escuchó unos gritos que le resultaron conocidos en el interior de la sala. Trató de excusarse mientras se iba haciendo hueco por el interior de la sala hasta reconocer el pelo rojo de alguien que le era rematadamente conocido. Cuando llegó hasta Merida los guardas la miraron con mala cara y ella parecía estar alterada por alguna cosa que había dicho Le puse una mano en el hombro y le susurré -Eh, Mer. Ya he llegado. ¿Estás bien?- Miró a su alrededor. Estaba casi en el borde de la bancada y desde allí podía verlo todo y escucharlo todo. Por un lado estaba Leila, parapetada por la guardia, por otro lado estaba Jack Newton, que presidía el juicio y por otro estaba el muchacho moreno haciendo su última declaración. Sus últimas palabras volaron y apuñalaron a la egipcia ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo osaba a apartar a toda la familia de “su” hijo? Notó cómo se le aceleró la respiración y el pulso. Aquel comentario, bien o mal intencionado, le había herido profundamente. Giré mi cara buscando la mirada de Mer, ¿ella también les quería apartar así? No… aquello no era propio de Mérida, o no de la Mérida que conozco, la Mérida que me había regalado la pulsera de la amistad que ahora mismo llevaba engarzada a mi muñeca.
Me alivió notar la presencia de Mérida. Cleo me dijo que no podía advertirle sobre el peligro que corría, que tenía que apoyarla. Supongo que la pelirroja debía darse cuenta sola, aunque hubiera preferido que no cometa mis errores, me hubiera gustado que cometa los suyos, los míos podía saberlos de sobra, pero así es la vida, tal vez. También percibí a Cleo, pero con todas las luces me fue difícil distinguirla entre el público.
-¿Por Mérida? No, yo ni siquiera sabía que estaban juntos, me enteré después de la muerte de la niña. Al principio estuve con él porque me daba curiosidad, hace mucho tiempo que no veía a un feral felino pero me hizo sospechar que, con en el poco tiempo que nos conocíamos, no tuviera problemas con cuidar a la niña, pero de una forma u otra siempre me convencía para que confíe en él. Le pedí que conozca a mis compañeros de la Brigada, cosa que parece que hizo pero yo no estaba en ese momento. Fue por octubre cuando comenzaron los problemas; no me escuchaba y, lo poco que le pedía, lo ignoraba, todo en relación a la niña. Hablar con él se convirtió en una tarea titánica. Ahí comencé a desconfiar más, por eso le mentí sobre donde estaba esa única vez, pero después del primer cumpleños no recibí noticias suyas y seguí mi vida con la niña.- Relaté manteniendo mis ojos felinos, de un vivaz color verde, fijos en el viejo.
-¿Por Mérida? No, yo ni siquiera sabía que estaban juntos, me enteré después de la muerte de la niña. Al principio estuve con él porque me daba curiosidad, hace mucho tiempo que no veía a un feral felino pero me hizo sospechar que, con en el poco tiempo que nos conocíamos, no tuviera problemas con cuidar a la niña, pero de una forma u otra siempre me convencía para que confíe en él. Le pedí que conozca a mis compañeros de la Brigada, cosa que parece que hizo pero yo no estaba en ese momento. Fue por octubre cuando comenzaron los problemas; no me escuchaba y, lo poco que le pedía, lo ignoraba, todo en relación a la niña. Hablar con él se convirtió en una tarea titánica. Ahí comencé a desconfiar más, por eso le mentí sobre donde estaba esa única vez, pero después del primer cumpleños no recibí noticias suyas y seguí mi vida con la niña.- Relaté manteniendo mis ojos felinos, de un vivaz color verde, fijos en el viejo.
Sabía que Kyllian tenía que acudir a juicio en algún momento, así que cuando le tocó ir recibí aviso por su parte. Ya le había dicho que quería estar presente para apoyar moralmente, aunque no pudiese hacer mucho. Llegué al lugar con algo de retraso, así que entré discretamente y sin hacer ruido para no interrumpir la sesión que ya había dado comienzo. Me senté en el primer asiento libre que encontré, echando un vistazo al centro de la sala para ubicarme. Allí se encontraba la acusada, pero también estaba Kyllian. Chasqueé la lengua fastidiado porque había llegado tarde a verle declarar, sólo pude pillar algunas cosas de la frase final. La Brigada...no quería que se acercase a su hijo. Ya había notado algo en la visita que hicimos Juliet y yo a su casa. Ahí tenían un tema complicado. Me sentí mal por mi amigo, se le veía bastante afectado al tener que declarar. Sólo esperaba que aquello acabase pronto para poder alejarle del mal trago. Debía ser una mierda tener que revivir todo aquello. Por experiencia sabía que las vivencias traumáticas no se olvidaban así como así, y removerlas de ese modo era aún peor.
Miré hacia un lado para ver si localizaba a alguien más, viendo a Mérida a unos 4 o 5 asientos de donde yo estaba. Le hice un gesto con la mano esperando que me mirase, aunque también parecía afectada y no creía que me viese. Al final decidí sacar la moneda comunicadora, dudando en si escribirle un mensaje para ver cuánto tiempo de juicio había transcurrido y si Kyllian llevaba mucho rato declarando. Decidí esperar un poco, no se la veía con el cuerpo como para estar respondiendo mensajes.
Miré hacia un lado para ver si localizaba a alguien más, viendo a Mérida a unos 4 o 5 asientos de donde yo estaba. Le hice un gesto con la mano esperando que me mirase, aunque también parecía afectada y no creía que me viese. Al final decidí sacar la moneda comunicadora, dudando en si escribirle un mensaje para ver cuánto tiempo de juicio había transcurrido y si Kyllian llevaba mucho rato declarando. Decidí esperar un poco, no se la veía con el cuerpo como para estar respondiendo mensajes.
Eché un vistazo alrededor cuando Kyllian mencionó el nombre de Lykaios, pues el jefe de la Brigada aún no había llegado. Según él le había pedido que cuidara de Lila. - Lykaios Knox no tenía las responsabilidades de padre adoptivo. - al parecer mis palabras le habían hecho quebrarse al empezar a culparse, aunque yo permanecí imperturbable porque no podía mostrar ninguna clase de deferencia en mi posición. - No estamos en el momento de determinar culpas. - eso sería después, al final de la sesión. Enseguida se produjo otra interrupción en forma de gritos, pero esta vez venían de parte de Mérida, otra de las participantes del torneo y actual pareja de Kyllian. Le lancé una severa mirada por aquella interrupción a destiempo, alzando la voz con tono grave para atajar aquel comportamiento que no debía permitir. Aquella Brigada era problemática, no acataba las normas, ni tenía respeto alguno a la autoridad.
- SILENCIO. No está permitido interrumpir sin turno de palabra, y mucho menos gritar en medio del juicio. Ya lo dije antes y no lo pienso repetir más. - entorné los ojos por lo que dijo el chico de que ella estaba embarazada. ¿Qué se pensaba que íbamos a hacer, darle una paliza? eso demostraba que vivían en el salvajismo. - Queda expulsada de la sala y no puede volver a entrar en lo que queda de sesión. Amaya, sácala de aquí y que no entre más. Si alguien vuelve a interrumpir se irá directo al calabozo. Quien no cumpla las normas no puede estar en este lugar. - esperé a que la general Hua cumpliese mi orden, ladeando después la cabeza al escuchar que Kyllian no quería que la Brigada se acercase a su hijo. - ¿Los considera peligrosos para los niños? - cuestioné en tono de voz algo más bajo que el anterior, fijándome después en Leila cuando dio su respuesta a la pregunta que le hice. Al parecer no estaban de acuerdo en temas sobre la niña, lo que desembocó en desconfianza.
- Desconfiaba de él, pero sin embargo el día del baile del torneo acordaron que oficialmente sería su padre, que la dejaría en la isla a su cuidado y que tomaría decisiones en su educación. Parece extraño que de repente cambie de idea respecto a lo acordado y todo eso cambie tan drásticamente sin motivo aparente. Llevar a un menor al médico es necesario. - por ahora no tenía más que preguntarle, conocería más detalles de otro modo. Regresé a Kyllian, consciente de que se había dejado preguntas sin responder desde que había roto a llorar. La pregunta sobre la venganza por celos parecía relativamente descartada por la respuesta de Leila, pero aún así quería saber qué pensaba Kyllian. - No ha respondido a todo. ¿Cuál fue el motivo por el que cree usted que Leila no le permitió ver a la niña? ¿Qué cree que pasó para que la situación se descontrolase de ese modo? Su intervención está a punto de terminar, añada además cualquier otra cosa que pueda ser relevante a la investigación. Después regresará a su asiento y permanecerá callado hasta nueva orden. - le expliqué lo que debía hacer cuando respondiese, mirando de reojo a Mei que estaba en otro de los cuatro salientes que rodeaban el círculo central. Asentí con la cabeza, indicándole que podía proceder cuando el feral se retirase.
- SILENCIO. No está permitido interrumpir sin turno de palabra, y mucho menos gritar en medio del juicio. Ya lo dije antes y no lo pienso repetir más. - entorné los ojos por lo que dijo el chico de que ella estaba embarazada. ¿Qué se pensaba que íbamos a hacer, darle una paliza? eso demostraba que vivían en el salvajismo. - Queda expulsada de la sala y no puede volver a entrar en lo que queda de sesión. Amaya, sácala de aquí y que no entre más. Si alguien vuelve a interrumpir se irá directo al calabozo. Quien no cumpla las normas no puede estar en este lugar. - esperé a que la general Hua cumpliese mi orden, ladeando después la cabeza al escuchar que Kyllian no quería que la Brigada se acercase a su hijo. - ¿Los considera peligrosos para los niños? - cuestioné en tono de voz algo más bajo que el anterior, fijándome después en Leila cuando dio su respuesta a la pregunta que le hice. Al parecer no estaban de acuerdo en temas sobre la niña, lo que desembocó en desconfianza.
- Desconfiaba de él, pero sin embargo el día del baile del torneo acordaron que oficialmente sería su padre, que la dejaría en la isla a su cuidado y que tomaría decisiones en su educación. Parece extraño que de repente cambie de idea respecto a lo acordado y todo eso cambie tan drásticamente sin motivo aparente. Llevar a un menor al médico es necesario. - por ahora no tenía más que preguntarle, conocería más detalles de otro modo. Regresé a Kyllian, consciente de que se había dejado preguntas sin responder desde que había roto a llorar. La pregunta sobre la venganza por celos parecía relativamente descartada por la respuesta de Leila, pero aún así quería saber qué pensaba Kyllian. - No ha respondido a todo. ¿Cuál fue el motivo por el que cree usted que Leila no le permitió ver a la niña? ¿Qué cree que pasó para que la situación se descontrolase de ese modo? Su intervención está a punto de terminar, añada además cualquier otra cosa que pueda ser relevante a la investigación. Después regresará a su asiento y permanecerá callado hasta nueva orden. - le expliqué lo que debía hacer cuando respondiese, mirando de reojo a Mei que estaba en otro de los cuatro salientes que rodeaban el círculo central. Asentí con la cabeza, indicándole que podía proceder cuando el feral se retirase.
Amaya escuchó las preguntas de Kyllian y lo observó romperse y rendirse, mantuvo un gesto serio y sereno aunque por dentro aquello le dolía mucho -Nadie. ¿Querría Lila este final?- Preguntó pero no esperó respuesta alguna. Asintió con suavidad cuando susurró aquel “Sí” pensando que sin duda tenían que ir a revisión y apoyo psicológico. Tras eso vinieron las duras preguntas de Jack y las respuestas de Kyllian. Con cada palabra se preocupaba más por el miembro de la Guardia y cuando su mujer empezó a gritar mandó a dos guardias a por ella.
La cara de Amaya, cuando Kyllian le dijo que no le hiciera daño, fue de absoluta sorpresa. ¿Quién se pensaba que tenía por compañeros? Frunció el ceño, levemente molesta. Quiso soltarle un par de palabritas pero mantuvo la boca cerrada y asintió para luego escuchar a Jack con su orden. Iba a moverse cuando Anteia se acercó a ella susurrando algo, la castaña la miró a los ojos -Siéntese, Sra. Knox. Cuando Kyllian baje entonces podrá ayudarle. No interrumpa o la escoltaré al calabozo- Le ordenó y con una mirada más la mandó a su asiento, tras eso se acercó a la mujer pelirroja.
- Sra. Evans- Dijo tendiendo la mano para que le acompañara. Se veía también afectada pero no caería en las tretas de la Brigada, aparte, esa pelirroja de ahí tuvo un pase regalado a los calabozos después de armar lío, asi que estuvo atenta a sus movimientos. Observó a la pelinegra, aquella que había defendido a la Srta. Alabi cuando fue a buscarla de una forma seria y poco cálida, tras eso volvió con Mérida para escoltarla fuera dejando varias órdenes sobre su ausencia.
La cara de Amaya, cuando Kyllian le dijo que no le hiciera daño, fue de absoluta sorpresa. ¿Quién se pensaba que tenía por compañeros? Frunció el ceño, levemente molesta. Quiso soltarle un par de palabritas pero mantuvo la boca cerrada y asintió para luego escuchar a Jack con su orden. Iba a moverse cuando Anteia se acercó a ella susurrando algo, la castaña la miró a los ojos -Siéntese, Sra. Knox. Cuando Kyllian baje entonces podrá ayudarle. No interrumpa o la escoltaré al calabozo- Le ordenó y con una mirada más la mandó a su asiento, tras eso se acercó a la mujer pelirroja.
- Sra. Evans- Dijo tendiendo la mano para que le acompañara. Se veía también afectada pero no caería en las tretas de la Brigada, aparte, esa pelirroja de ahí tuvo un pase regalado a los calabozos después de armar lío, asi que estuvo atenta a sus movimientos. Observó a la pelinegra, aquella que había defendido a la Srta. Alabi cuando fue a buscarla de una forma seria y poco cálida, tras eso volvió con Mérida para escoltarla fuera dejando varias órdenes sobre su ausencia.
Mérida Pyro
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
No era su culpa… No… No lo era. ¿Cómo podía serlo si había sufrido tanto? ¿Cómo podía serlo si la protegía tanto? Le subió un escalofrío por el cuerpo y la respuesta de Jack sobre las responsabilidades de Lykaios hicieron que se le empequeñeciera el corazón. Empezó a respirar con rapidez. Ella sabía que no era culpa de su jefe…Nunca… Él… Sentía que le faltaba el aire. ¿Por qué Kyllian culpaba a Lykaios? ¿Por qué culpaba a la Brigada cuando era Leila la que estaba encargada de su protección…Leila y él? Y ella…que le había disuadido porque había confiado en su amiga.
Empezó a temblar y cuando los guardias se acercaron a ella y se sentó sintió que la habitación le daba vueltas. Alzó la mirada cuando Kyllian dijo que no le hicieran nada -Que se atrevan- Soltó y movió las manos creando dos bolas de fuego azul mirando a los guardias retándolo a que vinieran a por ella. Sin embargo, cuando Cleo llegó suspiró sintiendo que necesitaba ese apoyo de ella pero… El fuego se disipó y sólo quedó humo al escuchar las palabras de Kyllian. Altas y claras. La pelirroja movió la cabeza hacia donde estaba el feral aún sin poder digerir lo que estaba diciendo.
Había…Había dicho que lo intentaría. Sabía cuánto le estaba costando. Sabía… Una vez más sintió que le faltaba el aire y se llevó las manos a la sien, en un gesto de profunda exasperación y desasosiego. ¿Cómo podía decirlo así…Como si la alubia fuera sólo de él? ¿Acaso ella no tenía voz en el asunto? Empezó a inclinarse hacia adelante para meter la cabeza entre las piernas. ¿Y si Leila tenía razón? Confiaba en él… Sí, sí lo repasaba lo había hecho casi ciegamente… Pero y si luego quería quitarle a su bebé? Ella era Brigadista, era miembro de la Brigada de las Mil Grullas porque era la familia que había elegido. Entonces ella era un peligro también. Y él acabaría por darse cuenta de eso y le quitaría a su bebé.
Lloró y lloró hasta que escuchó que alguien le hablaba. Alzó la cara para ver a la General y lo hizo con el ceño fruncido-Pyro... Mérida Pyro, Srta. Pyro...No estoy casada con él- Se incorporó limpiándose las lágrimas con las manos, con la vista aclarada vio que Reiv estaba a un par de asientos de allí y no pudo evitarlo, recordó exactamente lo que le había dicho en las Montañas a Kyllian, recordó cómo la había hecho sentir-Al final no eran cosas tuyas- Le susurró y después se fue con Amaya de la sala de juicios y no se quedó allí, llamó al grifo pero se quedó mirándolo un momento porque no sabía muy bien a dónde ir. Organizó sus pensamientos y, al final, voló hacia donde estaba Imram tras enviarle un mensaje por la moneda, necesitaba confirmar que incluso siendo de la Brigada no eras un peligro para tu propio hijo.
Empezó a temblar y cuando los guardias se acercaron a ella y se sentó sintió que la habitación le daba vueltas. Alzó la mirada cuando Kyllian dijo que no le hicieran nada -Que se atrevan- Soltó y movió las manos creando dos bolas de fuego azul mirando a los guardias retándolo a que vinieran a por ella. Sin embargo, cuando Cleo llegó suspiró sintiendo que necesitaba ese apoyo de ella pero… El fuego se disipó y sólo quedó humo al escuchar las palabras de Kyllian. Altas y claras. La pelirroja movió la cabeza hacia donde estaba el feral aún sin poder digerir lo que estaba diciendo.
Había…Había dicho que lo intentaría. Sabía cuánto le estaba costando. Sabía… Una vez más sintió que le faltaba el aire y se llevó las manos a la sien, en un gesto de profunda exasperación y desasosiego. ¿Cómo podía decirlo así…Como si la alubia fuera sólo de él? ¿Acaso ella no tenía voz en el asunto? Empezó a inclinarse hacia adelante para meter la cabeza entre las piernas. ¿Y si Leila tenía razón? Confiaba en él… Sí, sí lo repasaba lo había hecho casi ciegamente… Pero y si luego quería quitarle a su bebé? Ella era Brigadista, era miembro de la Brigada de las Mil Grullas porque era la familia que había elegido. Entonces ella era un peligro también. Y él acabaría por darse cuenta de eso y le quitaría a su bebé.
Lloró y lloró hasta que escuchó que alguien le hablaba. Alzó la cara para ver a la General y lo hizo con el ceño fruncido-Pyro... Mérida Pyro, Srta. Pyro...No estoy casada con él- Se incorporó limpiándose las lágrimas con las manos, con la vista aclarada vio que Reiv estaba a un par de asientos de allí y no pudo evitarlo, recordó exactamente lo que le había dicho en las Montañas a Kyllian, recordó cómo la había hecho sentir-Al final no eran cosas tuyas- Le susurró y después se fue con Amaya de la sala de juicios y no se quedó allí, llamó al grifo pero se quedó mirándolo un momento porque no sabía muy bien a dónde ir. Organizó sus pensamientos y, al final, voló hacia donde estaba Imram tras enviarle un mensaje por la moneda, necesitaba confirmar que incluso siendo de la Brigada no eras un peligro para tu propio hijo.
Kyllian Evans
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Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Supliqué por Mérida, Anteia le había dicho que debía estar tranquila y a pesar de que pudieran tratarla de forma ruda lo que no quería es que la metieran a un calabozo o algo así, las miradas de desaprobación de Amaya y Jack me pasaron desapercibidas mientras mi mirada se fijaba en aquel fuego azul -¡Mer, no!- dije al verla con intenciones de luchar, eso lo empeoraría todo, no podía hacerlo pero entonces me vinieron las preguntas de Jack de nuevo, la brigada esto, la brigada lo otro, no quería hablar más de ellos, solo quería salir de ese lugar lejos de las miradas acusadoras, las que me echaban la culpa por lo de Lila, quería volver a casa y no hablar más de la brigada... al final eso salió en forma de palabras de las cuales me arrepentiría poco tiempo después.
El fuego azul iluminaba el rostro de Mérida, la miré y pude ver el dolor en su rostro... se lo había prometido, lo sabía, había dicho que lo iba a intentar pero no podía cambiar de parecer de un momento a otro y aunque en otra ocasión me habría mordido la lengua, con tanta presión simplemente lo dejé salir. Amaya se acercó a ella y la llamó señora Evans pero el golpe final fue ese rechazo tan absoluto por la confusión, le había hecho daño, la había alejado de mi... porque siempre acababa haciendo daño, porque lo mejor era estar solo.
Me quedé en silencio, de rodillas en mitad de aquel foco, no tenía fuerzas para lamentarme, para gritar... solo podía mirar al suelo con la cabeza gacha mientras Leila declaraba, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro cuando dijo que solo tenía curiosidad -así que también era mentira cuando dijo que me quería- dije en un susurro, me lo había dicho el mismo día que me pidió que Lila se quedara conmigo, nunca tuve el valor para responderle pero nada habría cambiado si lo hubiera hecho, tal vez las cosas habrían acabado incluso peor. Jack me hizo una nueva pregunta, y esta vez no me molesté en mirarlo -No sé si son peligrosos, no confío en ellos... pero ya da lo mismo- porque el daño estaba hecho y ahora la que no confiaría en mi era Mérida, puede que incluso me odiara en ese momento... "porque eres una bestia, eres un animal" la pequeña voz en mi cabeza me lo estaba diciendo, no era la mía, era la del ministro muggle, tal vez él habría sido mejor padre que yo.
Sentí un dolor punzante en mi cabeza, ya había pasado mucho tiempo desde aquello pero cuanto más pensaba peor era, incluso afloraron algunos de los recuerdos falsos, esos que me habían borrado en el Lefay después de que intentaran lavarme el coco, pero solo pensar que alguna vez pudieron tener razón los hicieron muy reales. Jack me seguía interrogando pero ni yo sabía la respuesta a esas preguntas -No lo sé... yo solo quería verla, pasar tiempo con ella... no sé que hice mal- pero hiciera lo que hiciera era culpa mía, tal vez me encerraran a mi también.
Con eso mi declaración había acabado, no tenía nada más que añadir. Uno de los guardias me ayudó a levantarme y no volví a mi sitio, había demasiada gente e incluso podía sentir tres aromas conocidos, tampoco quería verlos, así que fui en dirección contraria para sentarme donde hubiera menos gente y lo más lejos posible del recién llegado, escoltado por los guardias por si acaso, pero ya no hacia falta, solo me sentaría y esperaría a que me dejaran marchar.
El fuego azul iluminaba el rostro de Mérida, la miré y pude ver el dolor en su rostro... se lo había prometido, lo sabía, había dicho que lo iba a intentar pero no podía cambiar de parecer de un momento a otro y aunque en otra ocasión me habría mordido la lengua, con tanta presión simplemente lo dejé salir. Amaya se acercó a ella y la llamó señora Evans pero el golpe final fue ese rechazo tan absoluto por la confusión, le había hecho daño, la había alejado de mi... porque siempre acababa haciendo daño, porque lo mejor era estar solo.
Me quedé en silencio, de rodillas en mitad de aquel foco, no tenía fuerzas para lamentarme, para gritar... solo podía mirar al suelo con la cabeza gacha mientras Leila declaraba, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro cuando dijo que solo tenía curiosidad -así que también era mentira cuando dijo que me quería- dije en un susurro, me lo había dicho el mismo día que me pidió que Lila se quedara conmigo, nunca tuve el valor para responderle pero nada habría cambiado si lo hubiera hecho, tal vez las cosas habrían acabado incluso peor. Jack me hizo una nueva pregunta, y esta vez no me molesté en mirarlo -No sé si son peligrosos, no confío en ellos... pero ya da lo mismo- porque el daño estaba hecho y ahora la que no confiaría en mi era Mérida, puede que incluso me odiara en ese momento... "porque eres una bestia, eres un animal" la pequeña voz en mi cabeza me lo estaba diciendo, no era la mía, era la del ministro muggle, tal vez él habría sido mejor padre que yo.
Sentí un dolor punzante en mi cabeza, ya había pasado mucho tiempo desde aquello pero cuanto más pensaba peor era, incluso afloraron algunos de los recuerdos falsos, esos que me habían borrado en el Lefay después de que intentaran lavarme el coco, pero solo pensar que alguna vez pudieron tener razón los hicieron muy reales. Jack me seguía interrogando pero ni yo sabía la respuesta a esas preguntas -No lo sé... yo solo quería verla, pasar tiempo con ella... no sé que hice mal- pero hiciera lo que hiciera era culpa mía, tal vez me encerraran a mi también.
Con eso mi declaración había acabado, no tenía nada más que añadir. Uno de los guardias me ayudó a levantarme y no volví a mi sitio, había demasiada gente e incluso podía sentir tres aromas conocidos, tampoco quería verlos, así que fui en dirección contraria para sentarme donde hubiera menos gente y lo más lejos posible del recién llegado, escoltado por los guardias por si acaso, pero ya no hacia falta, solo me sentaría y esperaría a que me dejaran marchar.
Poco despues del aguachoso picnic en el bosque, tocaba acudir al juicio de Leila por lo ocurrido con su hija. Las 24 h. anteriores habian sido una mierda, para que mentir. Había estado recapitulando cosas, haciendo memoria de todos los sucesos.
Al final llegué algo tarde, tras estar media noche en vela, porque había tenido al perro malo toda la noche después de acabar hecho una sopa canina por jugar en la lluvia. O de haber comido algo que se encontró en la calle, vete tu a saber. Al final me habia ido de modo reticente, dejando a Balto con Gen, y me habia ido para allá.
Para cuando llegué a las puertas del salon Mérida ya no estaba, pero por poco no nos cruzamos. Pedí permiso para entrar y tras identificarme, me garantizaron el acceso. Miré alrededor, no me gustaban nada los juicios. Solo había pasado por un juicio a lo largo de mi existencia que yo recordase, y habia terminado de modo agridulce. El instinto me dijo, de pronto, que este sería igual.
"espero equivocarme"
Me fijé en Kyllian que estaba...arrodillado? Le habia pasado algo? Alcé una ceja y me aproximé a Cleo discretamente, hablandole en voz baja.
- Qué está pasando? Siento llegar tarde. Balto ha estado potando.
Al final llegué algo tarde, tras estar media noche en vela, porque había tenido al perro malo toda la noche después de acabar hecho una sopa canina por jugar en la lluvia. O de haber comido algo que se encontró en la calle, vete tu a saber. Al final me habia ido de modo reticente, dejando a Balto con Gen, y me habia ido para allá.
Para cuando llegué a las puertas del salon Mérida ya no estaba, pero por poco no nos cruzamos. Pedí permiso para entrar y tras identificarme, me garantizaron el acceso. Miré alrededor, no me gustaban nada los juicios. Solo había pasado por un juicio a lo largo de mi existencia que yo recordase, y habia terminado de modo agridulce. El instinto me dijo, de pronto, que este sería igual.
"espero equivocarme"
Me fijé en Kyllian que estaba...arrodillado? Le habia pasado algo? Alcé una ceja y me aproximé a Cleo discretamente, hablandole en voz baja.
- Qué está pasando? Siento llegar tarde. Balto ha estado potando.
La voz de la declaración de Leila se escuchaba por encima de todo el movimiento que estaba ocurriendo ahora en el palco del público, donde Mérida se había cabreado de tal manera que había conjurado su fuego azul -Mérida, por favor, cálmate o te van a terminar por sancionar- Traté de calmar a la pelirroja que, aunque sabía que su intención era defenderse de la Guardia, parecía más bien un ataque. Y cualquiera de las cosas estaría mal visto en aquel tribunal -Perdón agentes, disculpe Sr. Newton. No volverá a pasar- Traté de excusarla a pesar de los gritos del canoso. Al final, no pude escuchar la declaración de Leila, solo el final, lo de la confianza.
Pero los agentes se movieron a la orden y no tardaron en acercarse a nosotras. Lo que continuó ocurrió demasiado rápido y de una forma muy confusa. Todavía estaba impactada por las declaraciones del hombre que estaba en el centro de la sala, que no me quedó otra que, dadas las circunstancias, identificar como el churri de Mérida. Y la declaración, aquella en la que Kyllian apartaba, esperaba que de forma unilateral, el poder ver a la hija de mi amiga, no ayudaba a la situación. Escuché entonces un gimoteo a mi lado, todavía tenía a Mer cogida por el hombro y la estaba notando llorar. Maldita sea. Iba a tratar de cogerla con ambas manos por los hombros cuando la guardia me apartó de ella de una forma muy brusca y escuché la respuesta, cargada de veneno, de la pelirroja hacia la General de la Guardia… aunque más bien eran para el interrogado del centro de la sala, por el tono y contenido de las mismas. Al final, la sacaron de la sala y traté de reaccionar tan rápido como pude para seguirla. -¡Mer! ¡Ay, déjeme pasar!- Le grité a un señor muy gordo y desagradable que se había puesto en medio, interponiéndose a mi camino. El fofo quería ocupar el asiento que había dejado Mérida al salir. Al final terminé por empujarlo a un lado para hacerme un hueco, y poder pasar, pero más y más gente se agolpaba entorno a la salida, todos con avidez de querer cotillear.
Mientras, a mi espalda, las preguntas seguían inquiriendo. Y con ellas las respuestas. Y los llantos. Dirigí una última mirada más al chico moreno con aquellas declaraciones en las que decía no confiar en nosotros. Negué con la cabeza con infinito desprecio, sin creerme su teatrillo y sus lágrimas de cocodrilo. Desde aquella posición él, posiblemente, no podría no verme, pero de haberlo hecho le hubiera escupido.
Conseguí salir al espacio exterior del círculo de juicio al fin, respirando pesadamente. Miré a ambos lados del pasillo para tratar de localizar a Mérida, sin éxito, por lo que termine de dar una patada en el suelo, bastante cabreada con toda aquella situación. Escribí un mensaje vía moneda a mi amiga con bastante velocidad, debido al cabreo cuando Lyka llegó. -Que todo es una mierda…. Que todo es una mierda Lyka- Primero hablé enfadada, luego fue cansada, dejando caer los hombros como si pesaran un quintal. Le conté lo había escuchado al llegar: lo de que el moreno no quería que la Brigada se acercase a su hijo, que el tal Kyllan desconfiaba de nosotros, lo de que casi detenían a Mérida por desacato… -Y ahora se ha ido. Está mal Lyka, voy a tratar de escribirle a ver si me responde…- Me mordí el labio, tratando de terminar el mensaje, dentro, el juicio seguía su curso, y con ello el murmullo del público.
Pero los agentes se movieron a la orden y no tardaron en acercarse a nosotras. Lo que continuó ocurrió demasiado rápido y de una forma muy confusa. Todavía estaba impactada por las declaraciones del hombre que estaba en el centro de la sala, que no me quedó otra que, dadas las circunstancias, identificar como el churri de Mérida. Y la declaración, aquella en la que Kyllian apartaba, esperaba que de forma unilateral, el poder ver a la hija de mi amiga, no ayudaba a la situación. Escuché entonces un gimoteo a mi lado, todavía tenía a Mer cogida por el hombro y la estaba notando llorar. Maldita sea. Iba a tratar de cogerla con ambas manos por los hombros cuando la guardia me apartó de ella de una forma muy brusca y escuché la respuesta, cargada de veneno, de la pelirroja hacia la General de la Guardia… aunque más bien eran para el interrogado del centro de la sala, por el tono y contenido de las mismas. Al final, la sacaron de la sala y traté de reaccionar tan rápido como pude para seguirla. -¡Mer! ¡Ay, déjeme pasar!- Le grité a un señor muy gordo y desagradable que se había puesto en medio, interponiéndose a mi camino. El fofo quería ocupar el asiento que había dejado Mérida al salir. Al final terminé por empujarlo a un lado para hacerme un hueco, y poder pasar, pero más y más gente se agolpaba entorno a la salida, todos con avidez de querer cotillear.
Mientras, a mi espalda, las preguntas seguían inquiriendo. Y con ellas las respuestas. Y los llantos. Dirigí una última mirada más al chico moreno con aquellas declaraciones en las que decía no confiar en nosotros. Negué con la cabeza con infinito desprecio, sin creerme su teatrillo y sus lágrimas de cocodrilo. Desde aquella posición él, posiblemente, no podría no verme, pero de haberlo hecho le hubiera escupido.
Conseguí salir al espacio exterior del círculo de juicio al fin, respirando pesadamente. Miré a ambos lados del pasillo para tratar de localizar a Mérida, sin éxito, por lo que termine de dar una patada en el suelo, bastante cabreada con toda aquella situación. Escribí un mensaje vía moneda a mi amiga con bastante velocidad, debido al cabreo cuando Lyka llegó. -Que todo es una mierda…. Que todo es una mierda Lyka- Primero hablé enfadada, luego fue cansada, dejando caer los hombros como si pesaran un quintal. Le conté lo había escuchado al llegar: lo de que el moreno no quería que la Brigada se acercase a su hijo, que el tal Kyllan desconfiaba de nosotros, lo de que casi detenían a Mérida por desacato… -Y ahora se ha ido. Está mal Lyka, voy a tratar de escribirle a ver si me responde…- Me mordí el labio, tratando de terminar el mensaje, dentro, el juicio seguía su curso, y con ello el murmullo del público.
Lykaios nos había informado de su citación al juicio por lo de Leila, así que allí acudimos a hacer piña por lo que pudiera pasar. No me apetecía una mierda ir, pero era lo que tocaba. La noche anterior había estado de borrachera, así que me levanté tarde en una habitación cualquiera. Para mí no era novedad ir con retraso, así que no corrí demasiado. Total, ya qué más daba. Iba resacoso perdido y fui casi modo autómata hasta la zona de la sala de juicios, lugar en el que vi a Lykaios que justo acababa de entrar. Les hice un gesto a los guardias de la puerta como queriendo decir que iba con él, entrando casi enseguida. No hice jaleo al entrar, quería enterarme de lo que pasaba y quería localizar a mi grupo. Me acerqué a Lyka y Cleo, gruñendo por lo bajo a modo de saludo. Luego miré al centro de la sala, lugar en el que estaban Leila y Kyllian, aunque éste último ya estaba regresando a su sitio. Me había perdido su intervención, pero ya me contarían. Me extrañó no ver a Mer, aunque tal vez hubiese preferido no ir por lo duro del asunto.
Seguí atentamente con la mirada a Amaya a la espera de que acompañase a Mérida hacia el exterior, no sin antes anotar que la chica había estado a punto de usar el fuego en la sala de juicios. A ver si con ella fuera podíamos avanzar con normalidad. Volví mi atención a las últimas respuestas de Evans, que dejó claro que no confiaba en ellos aunque desconocía si eran peligrosos. A partir de ahí ya casi no dio respuestas claras a lo que le había preguntado, únicamente manifestó que quería pasar tiempo con ella, pero no se pronunció sobre si su nueva relación podría haber afectado a la niña. No le dije nada más, sólo le hice un gesto para que se marchase a su sitio. El asistente judicial me informó de la llegada de Lykaios Knox, al cual busqué entre la gente que estaba sentada en la sala.
- Lykaios Knox. Llega tarde al juicio, aunque no me extraña por todo lo que estoy viendo hoy... - la disciplina no era el fuerte de ese grupo. Eran unos dejados, con poca educación. - Es su turno para declarar como testigo. - reordené mis papeles, echando un vistazo hacia el pensadero en el que habíamos visto su recuerdo. - No es necesario reproducir una vez más las imágenes que hemos extraído del recuerdo que entregó a la guardia, así que pasaremos directos a las preguntas. - no pensaba darle tregua, quería respuestas rápidas y en las que no tuviesen tiempo de pensarlo demasiado. - ¿Por qué no detuvo a Leila cuando la vio subida a aquellas telas, a pesar de que había sido puesto sobre aviso por el señor Evans? en el recuerdo hemos visto que estuvo a punto de coger a la niña, pero no llegó a tiempo. Tal vez si hubiese actuado antes habría llegado. - como todos...si hubiesen hecho las cosas antes o de otro modo se habría salvado. Quien la había soltado era ella, pero había más gente que debía haber protegido a la niña antes. - ¿En algún momento sospechó que Leila podía ser peligrosa para la niña? - especialmente después de la advertencia del padre adoptivo, era necesario saber si tenían la misma percepción. - ¿Considera peligroso a su grupo para el bienestar de un menor?
- Lykaios Knox. Llega tarde al juicio, aunque no me extraña por todo lo que estoy viendo hoy... - la disciplina no era el fuerte de ese grupo. Eran unos dejados, con poca educación. - Es su turno para declarar como testigo. - reordené mis papeles, echando un vistazo hacia el pensadero en el que habíamos visto su recuerdo. - No es necesario reproducir una vez más las imágenes que hemos extraído del recuerdo que entregó a la guardia, así que pasaremos directos a las preguntas. - no pensaba darle tregua, quería respuestas rápidas y en las que no tuviesen tiempo de pensarlo demasiado. - ¿Por qué no detuvo a Leila cuando la vio subida a aquellas telas, a pesar de que había sido puesto sobre aviso por el señor Evans? en el recuerdo hemos visto que estuvo a punto de coger a la niña, pero no llegó a tiempo. Tal vez si hubiese actuado antes habría llegado. - como todos...si hubiesen hecho las cosas antes o de otro modo se habría salvado. Quien la había soltado era ella, pero había más gente que debía haber protegido a la niña antes. - ¿En algún momento sospechó que Leila podía ser peligrosa para la niña? - especialmente después de la advertencia del padre adoptivo, era necesario saber si tenían la misma percepción. - ¿Considera peligroso a su grupo para el bienestar de un menor?
La sala de juicios parecía un polvorín a punto de estallar entre el arrebato de Mérida y la orden tajante de Jack de expulsarla de la sala por gritar e interrumpir. Aquello de tener que permanecer callado era una mierda, pero no quedaba otra para que pudiesen terminar lo antes posible. Me daba pena ver allí a Kyllian en medio de la sala tan hecho polvo, y también la sentí por su pareja cuando se acercó a mí para decirme eso de que "al final no eran cosas mías". Fruncí el ceño sin entender muy bien a qué se refería, pero por su tono triste me pareció como si me estuviese dando la razón en algo. La seguí con la mirada mientras se marchaba, entornando los ojos como tratando de descifrar si hablaba de algo que habíamos dicho antes. No recordaba haber comentado nada de ellos con ella delante...la única vez pudo ser en la montaña, y no estaba seguro de si me había escuchado.
Con todo aquello me perdí un poco las últimas palabras de Kyllian al juez, que tuvo a bien dejarlo tranquilo. Suspiré con pesar al ver regresar a Kyllian a su asiento, el más alejado de cualquier persona. Intenté moverme de sitio sin hacer ruido ni interrumpir, aprovechando que en ese momento estaban llamando a Lykaios a declarar.
Tomé asiento al lado de Kyllian en cuanto llegué hasta él, observando lo ausente que parecía después de su intervención. - No hiciste nada mal. Unas cuantas preguntas de un viejo no pueden hacerte cambiar de idea. - murmuré para que sólo me escuchase él, poniendo una mano en su hombro para intentar apoyarle en el mal trago. El juez había ido al degüello, y lo había hecho dudar.
Con todo aquello me perdí un poco las últimas palabras de Kyllian al juez, que tuvo a bien dejarlo tranquilo. Suspiré con pesar al ver regresar a Kyllian a su asiento, el más alejado de cualquier persona. Intenté moverme de sitio sin hacer ruido ni interrumpir, aprovechando que en ese momento estaban llamando a Lykaios a declarar.
Tomé asiento al lado de Kyllian en cuanto llegué hasta él, observando lo ausente que parecía después de su intervención. - No hiciste nada mal. Unas cuantas preguntas de un viejo no pueden hacerte cambiar de idea. - murmuré para que sólo me escuchase él, poniendo una mano en su hombro para intentar apoyarle en el mal trago. El juez había ido al degüello, y lo había hecho dudar.
- Eh, mantente centrada, quieres? - le dije a Cleo poniendole las manos sobre los hombros y luego subiendolas para darle unos cachetes flojos en las mejillas para refreescar sus ideas, pues habia entrado en bucle. Chasqueé la lengua al oir las palabras de kyllian, desafortunadas y sin sentido, entendiendo que Merida hubiese reaccionado como me contó la morena.
“Mira que me da pena, pero es que no se puede ser mas torpe....”
- si no te responde ella, pregunta a Genievre o a Imram.
Mire a Ben, que venia con cara de resacoso. Oi decir mi no bre y me separé de ellos para posicionarme donde debia prestar declaracion. Miré a Leila, preocupado....esperando ver algo en su rostro, su gesto, que me diese una pista de algo. Alce los ojos al señor mayor cuando se metió con mi puntualidas e hizo insinuaciones. Meh, estaba acostumbrado a esas indirectas.
Asentí, al parecer ya habian procedido con la prueba del pensamiento que les di. Aquella preguntanfue simple y directa, y fue soltando una tras otra.
- porque ella me aseguró que hacer eso era seguro y que lo hacian a menudo. Obviamente se equivocaba y yo me equivoqué al creerle. - asenti, todos lo habian visto, se me habia escapado por escasos centímetros. No era algo que quisiera excusar o de lo que ser absuelto.
Con la pregunta de si sospeche que Leila era peligrosa para su hija, hice una mueca de incomodidad y mire a la rubia.
- no, no directamente. No al principio. No hasta que empecé a atar cabos....y para entonces, cuando fui a pedir confirmaciones, ocurrió todo. Ya lo habeis visto.
“Cuando se va a juzgar a eamon por violador?”
Su siguiente pregunta tomaba derroteros peligrosos, respire hondo, exhale, y le mantuve la mirada.
- Peligrosos para el bienestar de un menor? No. Pero tampoco somos una guardería... Este suceso....es la primera vez que hemos tenido que lamentar algo así.
“Mira que me da pena, pero es que no se puede ser mas torpe....”
- si no te responde ella, pregunta a Genievre o a Imram.
Mire a Ben, que venia con cara de resacoso. Oi decir mi no bre y me separé de ellos para posicionarme donde debia prestar declaracion. Miré a Leila, preocupado....esperando ver algo en su rostro, su gesto, que me diese una pista de algo. Alce los ojos al señor mayor cuando se metió con mi puntualidas e hizo insinuaciones. Meh, estaba acostumbrado a esas indirectas.
Asentí, al parecer ya habian procedido con la prueba del pensamiento que les di. Aquella preguntanfue simple y directa, y fue soltando una tras otra.
- porque ella me aseguró que hacer eso era seguro y que lo hacian a menudo. Obviamente se equivocaba y yo me equivoqué al creerle. - asenti, todos lo habian visto, se me habia escapado por escasos centímetros. No era algo que quisiera excusar o de lo que ser absuelto.
Con la pregunta de si sospeche que Leila era peligrosa para su hija, hice una mueca de incomodidad y mire a la rubia.
- no, no directamente. No al principio. No hasta que empecé a atar cabos....y para entonces, cuando fui a pedir confirmaciones, ocurrió todo. Ya lo habeis visto.
“Cuando se va a juzgar a eamon por violador?”
Su siguiente pregunta tomaba derroteros peligrosos, respire hondo, exhale, y le mantuve la mirada.
- Peligrosos para el bienestar de un menor? No. Pero tampoco somos una guardería... Este suceso....es la primera vez que hemos tenido que lamentar algo así.
Mei había permanecido silenciosa durante todo el juicio, situada en uno de los cuatro salientes de la sala y con la vista fija en el centro. La mujer a la que juzgaban había sido participante en el torneo, y la propia Mei había entrado antes en su mente. Lo que encontró allí en esa ocasión la asustó, era un rincón oscuro en el que se había adentrado. No era la primera vez que requerían a Mei en un juicio, y ya había acordado con Jack que asistiría para facilitar el proceso. La joven intentó permanecer en un estado de aislamiento y relajación durante las preguntas a unos y otros, procurando mantener su mente en calma para que llegase lo mejor posible al momento en que le tocaría intervenir. Observó la mirada que le echó Jack de reojo, además de su gesto asintiendo con la cabeza. Supo así que era el momento.
Desplegó sus poderes mentales para poder adentrarse nuevamente y a la fuerza en la mente de la feral, intentando de ese modo arrojar algo de luz allí donde las palabras parecían se insuficientes. Rebuscó en sus recuerdos, en aquellos que ya había visitado con anterioridad y también en otros que no estaban en ese momento o a los que no había podido acceder. Mei se aferró a la baranda del balcón mientras cerraba los ojos al formar parte de aquellas imágenes, especialmente en las más duras. Intentó centrarse especialmente en aquellos recuerdos en los que aparecía la niña, quedándose sin aliento con uno de ellos que no había visto antes. Apretó los labios e intentó seguir, llegando de nuevo hasta el momento en que Leila fue abusada. Finalmente respiró hondo, dejando la intromisión mental y liberando a la feral. No pronunció palabra alguna mientras descendía de su posición hacia el centro de la sala, tomando su katana-canalizador para llevar la empuñadura a la cabeza. Comenzó a extraer de ahí una hebra blanca y brillante con el registro de lo que acababa de ver, depositándolo en el pensadero para que todos pudiesen verlo como había sucedido antes con el recuerdo de Lykaios.
Las imágenes comenzaron a tomar forma en medio de la sala, sucediéndose y desvaneciéndose cada vez a mayor velocidad. Algunas eran las que ya había visto Mei en la prueba del laberinto, y se mostraban de manera desordenada. Una de las escenas permaneció más tiempo flotando en el aire, mostrando justo el momento en el que Leila apuntó a la cabeza de la niña con una pistola. Los ojos violáceos de Mei se clavaron en Leila.
- Ira...agresividad...ansias de venganza... te lo dije la primera vez que te vi. -
---------------------
Ataque mágico:
15 dado + 40 stat + 10 hab. + 5 canalizador + 10 capa rúnica= 80, supera cualquier defensa posible de Leila incluso con un 30 en dado. Mei se mete en la mente de Leila.
Desplegó sus poderes mentales para poder adentrarse nuevamente y a la fuerza en la mente de la feral, intentando de ese modo arrojar algo de luz allí donde las palabras parecían se insuficientes. Rebuscó en sus recuerdos, en aquellos que ya había visitado con anterioridad y también en otros que no estaban en ese momento o a los que no había podido acceder. Mei se aferró a la baranda del balcón mientras cerraba los ojos al formar parte de aquellas imágenes, especialmente en las más duras. Intentó centrarse especialmente en aquellos recuerdos en los que aparecía la niña, quedándose sin aliento con uno de ellos que no había visto antes. Apretó los labios e intentó seguir, llegando de nuevo hasta el momento en que Leila fue abusada. Finalmente respiró hondo, dejando la intromisión mental y liberando a la feral. No pronunció palabra alguna mientras descendía de su posición hacia el centro de la sala, tomando su katana-canalizador para llevar la empuñadura a la cabeza. Comenzó a extraer de ahí una hebra blanca y brillante con el registro de lo que acababa de ver, depositándolo en el pensadero para que todos pudiesen verlo como había sucedido antes con el recuerdo de Lykaios.
Las imágenes comenzaron a tomar forma en medio de la sala, sucediéndose y desvaneciéndose cada vez a mayor velocidad. Algunas eran las que ya había visto Mei en la prueba del laberinto, y se mostraban de manera desordenada. Una de las escenas permaneció más tiempo flotando en el aire, mostrando justo el momento en el que Leila apuntó a la cabeza de la niña con una pistola. Los ojos violáceos de Mei se clavaron en Leila.
- Ira...agresividad...ansias de venganza... te lo dije la primera vez que te vi. -
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Ataque mágico:
15 dado + 40 stat + 10 hab. + 5 canalizador + 10 capa rúnica= 80, supera cualquier defensa posible de Leila incluso con un 30 en dado. Mei se mete en la mente de Leila.
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El miembro 'Mei Xian' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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