Plaza central

Reiv:

Le resté importancia a lo del torneo, la verdad es que me había dado cuenta que Reiv no estaba en sus cinco sentidos cuando pasó todo aquello pero no fui yo quien se llevó la peor parte -Tranquilo broh, yo te guardo el secreto y tu bebes unas cervecitas conmigo- dije sonriendo mientras enseñaba los dientes y le daba un par de "palmaditas" en la espalda, de esas que te sacan los pulmones. Me encogí de hombros por la pregunta de los pendragon -Pues tu me dirás, si alguien llega a tu casa, intenta quemar a tu prima y encima te desmonta la choza con un dragón... por no hablar de los guardias que se cargaron, que estabais tu y Juliet en ese fregao- justo había llegado a aquella reunión cuando los descendientes lo comentaban y los pijos enlatados llegaban uno tras otro a informar. Me reí por su frustración ante lo de Juliet, estar casado traía ese tipo de problemas aunque yo tampoco es que tuviera menos líos de faldas, me bebí aquella cerveza como si fuera agua para después zamparme una pata de pollo casi en un bocado -guien ef efe ?- dije con la boca llena mientras arrasaba con los arándanos de vuelta con las chicas, dándole una colleja a Reiv por lo que había dicho de la niña antes de desaparecerme.

No habían pasado ni cinco minutos cuando volví a aparecer en la fiesta muy cabreado, sentía que Leila me había tomado por idiota pero mi mente no llegaba a comprender a qué se debía esa mentira ¿Quería ocultarme a la niña? ¿le parecía divertido jugar conmigo de esa manera? porque si era así no tenía ni puta gracia... ¿y si no era la primera vez que me mentía? todas esas ideas pasaron por mi mente mientras miraba alrededor buscando a Catherine, porque si podía leerme el coco a mi, con ella fijo que sería pan comido.

Me acerqué a la descendiente que al parecer terminaba de bailar con uno de los chungos por su olor -Gracias guaperas, te la robo- dije tomándola de la muñeca para arrastrarla unos pasos más allá pero parecía ida, como pensando en sus cosas, chasqué los dedos un par de veces frente a ella a ver si reaccionaba -Eh! Catherine, despierta mujer, tengo que pedirte un favor... ¿Estás bien?- tampoco podía esperar mucho y con que me escuchara me sobraba -Catherine tengo que pedirte un favor, entra en mi cabeza y ves todo lo que quieras pero... tengo una hija y por alguna razón su madre no me quiere decir dónde cojones está, la situación en la isla es una mierda y necesito saber que lila está a salvo en la guardería o en otro sitio que de verdad sea seguro y no lo que la cabezona de su madre crea que es lo mejor- esperé a que me respondiera o hiciera sus cosas de persona con poderes chungos y la llevé hasta el lugar en el que ya se concentraban un par de miembros de la brigada y por supuesto Leila.

Miré a la rubia con el ceño fruncido sin importarme mucho que sus compañeros estuvieran allí delante , la tomé del brazo con más fuerza de la que me habría gustado para reclamarle -Me has mentido Leila! ¿te parece divertido tomarme por imbécil? ¡¿Dónde has dejado a Lila!?-

Amaya:

La comunicación constante me dejaba en claro que teníamos muchos frentes abiertos y controlarlos todos resultaba agotador, por no decir que la joven Mei estaba haciendo un trabajo excelente y aunque no conocía la opinión de Jack, estaba de acuerdo en algo, los jóvenes se estaban convirtiendo en adultos y sin duda traerían un futuro brillante para la isla "ojalá no me hubieran destrozado todas las cachimbas" pensé para mi mismo permitiéndome beber un trago de Araq, bebida que uno de los camareros se había encargado de acercarme.

Las malas noticias no tardaron en llegar y en contra de todo pronóstico Matvey había desobedecido una orden del consejo algo que me sorprendió de forma non grata, algo que comuniqué a todos los miembros del consejo "Matvey ha huido con Bellatrix desobedeciendo una orden directa del consejo y por consecuencia ayudando a una persona acusada de traición, tal y como dictan las normas, la acusación también recae sobre el nigromante que también deberá comparecer ante el consejo" ojalá hubiera tomado la decisión correcta.

El teniente Vishous decidió unirse a la fiesta, lo saludé inclinando la cabeza pero mi semblante era totalmente serio, ahora llegaba un patronus de Zaphira que dentro de lo malo al menos esto no era lo peor, pero si que resultaba importante -Tengo entendido que los Soul gozaban de una buena protección en su torre... si los han encontrado a ellos solo es cuestión de tiempo para que la máquina nos encuentre a nosotros- ahora si que empezaba a agobiarme, aquello era ridículo, no teníamos tiempo que perder y sin embargo allí estábamos cumpliendo por el maldito código para que a saber qué cosa no nos maldijera -creo que ya estamos malditos- comenté a los dos soldados junto a mi.

-General, que les envían la ayuda que necesiten, comunique a Zaphira que necesitamos saber cómo los han encontrado y ya que están si están dispuestos a ayudarnos... después discutiremos sobre la intromisión, entendemos que ha sido algo de fuerza mayor- mayor si que estaba yo conforme iban pasando las horas de forma tortuosa en esa fiesta, miré al teniente que venía de paisano pero los modales lo habían delatado... además acababa de salir del hospital -Gracias por su ayuda teniente, de momento disfrute de la fiesta y esté alerta-. Ahora tocaba dar las malas noticias "Compañeros del consejo, más problemas, SAM ha conseguido encontrar a los Soul reapers, no quedará mucho para que nos encuentren a nosotros ¿Las defensas de la isla funcionan de forma correcta? Giordano, ¿hay alguna forma de que nos localicen?-

-¡A mi también! Es contagiosa. Es un mote cariñoso, ella es mi puerquita, Em es mi pollita… ¿Conoces a Em?- Le pregunté con una sonrisa.

-No me refiero a si Mérida habló con el General, quiero saber si tú hablaste con él como acordamos.- Dije tras negar con la cabeza como respuesta a si Lyka se había puesto en contacto con nosotros. Reí mientras me daba vueltas en el aire y acepté gustosa sus besos y su abrazo mientras me reacomodaba el sombrero de pirata.

-Oh, es cierto, no hay de qué.- Murmuré con voz ronca encantada con sus caricias. Revoleé los ojos cuando dijo de entrometerse en problemas de parejas ajenas, yo no estaba muy interesada, desde mi punto de vista, ellos necesitaban tiempo a solas. Él y Reiv se alejaron para dejarnos a Juliet y a mi, me senté sobre la mesa al lado de la dragón, ninguna de las dos parecíamos tener ganas de hablar así que agarre otra copa de por ahí y bebí el contenido de un trago para servirme más.

Cuando los muchachos volvieron, el feral llevaba comida, revoleé los ojos cuando se desapareció maldiciendo la magia internamente una y mil veces porque sabía que volvería para pedir que le diga dónde estaba la niña y mostrándome deacuerdo con Reiv. Me resultaba fastidioso estar con ella porque muchas veces olvidaba que había salido de mi, pero luego lo recordaba, bebía para tratar de olvidarlo y ese ciclo era mi vida. Me reí a carcajadas cuando el mago casi se cae, parecía que ya había perecido ante el alcohol.

Alcé las cejas y abrí mucho los ojos en una mueca de grata sorpresa cuando Mérida se acercó con el plato lleno de algo que se veía muy rico. Apenas tendió el plato, yo me lancé para agarrar un montonsito con el que me mantendría con la boca ocupada por un rato. Sonreí ante su codazo, ante el recuerdo de las resacas y reí por su risa de cerdo hasta casi atragantarme.

Mi moneda comunicadora vibró y leí el mensaje para luego escanear el terreno con otros ojos. La sacudida de Ben me tomó desprevenida, pero puso una patota de cerdo en la mano en la que ya no había más rollitos de primavera así que le dí un buen mordisco y le sonreí con la boca llena.

-¿Tu has hablado con Lyka?- Le pregunté a la pelos rojos locos mientras masticaba para nada delicadamente.

-¡Déjanos algo!- Le grité a Ben mientras se alejaba en plan Don Juan y contuve la risa al ver caminar a Reiv, pero la buena vibra se fue cuando el feral volvió y no vino solo, trajo refuerzos. Conocía a la Mary Poppins #2 versión emo, con piercings y tatuajes incluídos. Cuando Kyllian me tomó del brazo, me levantó de la mesa y volcó el vino que llevaba en esa mano, así que lo miré con el ceño tan fruncido como el de él pero mi rostro se relajó en una sonrisa divertida.

-He visto un lindo gatito.- Dije mientras me extendía para agarrar una jarra con más vino y una bandeja con más comida.

-Estaré cerca.- Le dije a Mérida y a Dyos mientras con una mano hacía equilibrio todo lo que sostenía. A continuación tomé el brazo que me sujetaba para torcerlo y hacer que el feral me de la espalda y se doble a la mitad para subirme a sus hombros.

-La verás para su cumpleaños, consigue un regalo.- Le susurré al oído mientras cuidaba del delicado balance de la bandeja y la jarra repletas.

-Suerte con la furia escocesa.- Les deseé a todos para luego impulsarme y retirarme de allí. Que lo calmen ellos, yo ya no le tenía más paciencia y habían cosas más interesantes.

Shyvana se quedó mirando a los dos con un gesto bastante neutral, incluso cuando Setelah habló en aquel lenguaje…¡Qué maravilloso descubrimiento! Pero había más curiosidad que otra cosa porque en alguna parte de su mente algo empezaba a resonar. Unas palabras que le habían dicho ya hace un tiempo pero que ahora prestaba atención.
“Un mundo sin dragones”
Un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo al pensar en ello y se abrazó a sí misma mientras miraba a Artamir. Las palabras de Setelah no pudieron llegar en mejor momento porque le calaron hondo. De sólo pensar en que Artamir no estaría allí para ella --No hemos robado nada. Smaug ha tomado su decisión- Se inclinó un poco hacia su dragón plateado, acariciándolo un poco antes de escuchar a Smaug. Aliados…Aliados que se convertían en familia. Cuando observó moverse al dragón negro arqueó la ceja por su movimiento e intentó establecer una barrera de magia pero no lo logró, simplemente no puedo convocarla. Su dragón, que era un poco más rápido que ella le gruñó -Salta-. Ella le miró con una ceja arqueada pero entendió en medio segundo y se montó en su pata que él elevó hasta subir encima de él y protegerle del coletazo.

Desde encima de Artamir, Shyvana vio al muchacho con el que había bailado pero no le sonrió. Peones. Escuchó su pregunta- -Estás cuestionándote qué hará tu novia si le ordeno matarte ¿No?- Levantó los ojos celestes hacia ella con un gesto algo críptico- -Probablemente lo haga- Respondió de manera serena antes de bajar la vista hacia Reiv nuevamente -Lo que no quiere decir que se lo pediré- Artamir decidió que aquella intervención había terminado y movió la cabeza hacia ellos, haciendo que el humo saliera de su nariz como una clara advertencia de que no era ni el momento ni el lugar para hablar -Estáis molestando a los dragones. Disfrutad de la fiesta en el otro lado- Indicó mientras bajaba de Artamir por la parte trasera e iba hacia donde estaba su hermana, que veía todo con una cara muy neutral mientras Shyvana estaba empezando a ponerse nerviosa. Se sentó a su lado y se llevó una copa a los labios para tapar lo que iba a decir -G… Dijo un mundo sin dragones- Le susurró con un nerviosismo patente. Mala combinación.

La morena escuchó y mordió su lengua. No iba a darle información de que ella misma había reformado las reglas del Consejo porque recordaba a cada rato las palabras de Sayid: No debía dar información y ella….ella tenía mucha información. No le agradó en lo absoluto que se inclinara, su cercanía le daba algo de repelus y más aún al escuchar aquellas palabras  susurradas de aquella manera -¿Lo haces tú?- Preguntó alzando las cejas en un evidente cuestionamiento mientras bloqueaba todo lo que había vivido durante aquellos cinco horrorosos meses en los que se había aislado del mundo con el único pretexto de protegerlo. Wthyr no lo sabía pero estaba presionando todos los botones equivocados.

-Nunca dije eso- Expresó con absoluta serenidad aunque empezaba a sentirse insegura y colmada de emociones. La intervención del pensamiento de Matvey no ayudó y mucho menos lo que vino después por parte de Sayid. También por parte de Giordano. Apretó las muelas porque se perdió parte de las palabras de Wthyr por estar concentrada en lo otro -Dije que lo estaba haciendo a mi manera. Hay dos lados de la moneda, Wthyr. Urien Le Fay, que mató por ambición y supongo que el otro lado soy yo. Así como en los Pendragon-  Explicó antes de oír lo que tenía que decir. Los ojos multicolores de Catherine se posaron en Wthyr con intensidad y no respondió. Dibujó una sonrisa pequeña, orgullosa tal vez, y se inclinó al saludo para luego incorporarse y mirarlo ir hacia la mesa.

“Urien Le Fay asesinó a Genievre Pendragon mientras esperaban un hijo juntos. Supuestamente la vendió al Consejo. Ya tenemos una pieza del rompecabezas. No sé donde entran los Eire aquí”, decidió ir alejándose de la pista de baila mientras buscaba a Jack con la mirada mientras tanto informaba ambos mensajes a Ian. Era lo que había deseado, olvidarse de las responsabilidad pero qué garantía tenía ¿A dónde iba a ir? Eso no podía plantearse así como así ¿Qué otras opciones tenía? “Acaba de pedirme que abandone el Consejo para vivir en paz pero va a ser que no confío en ellos”. Catherine podía percibir el odio en su voz, en su forma de actuar. Una persona pacífica no entra de esa forma a la isla. Creyó haberlo oído de Sayid. Cuando divisó a Jack empezó a caminar hacia él pero Kyllian la cogió del brazo hablandole -No- Respondió con neutralidad ante la pregunta de si estaba bien mientras se soltaba de su brazo.

-¿Tienes una hija? ¿Desde cuando?- Expresó mientras caminaba con él, a ciencia cierta, sabía  y sentía empatía por la situación en la que estaba. Observó al grupo y sonrió muy tirantemente para saludarlos a todos. Reconoció a la pelirroja  y a la rubia -¿Esta es la madre de tu hija?- Preguntó con profundo resquemor pero no dijo nada más porque la mujer se comportó exactamente como la pirada que era y se fue de allí tras agredirlo. Catherine volvió su mirada violácea hacia él y conectó ambas mentes para mostrarle como Leila había ingresado a la sala de Reuniones con una pistola en una mano y la niña en el otro brazo, y había apuntado a un Ministro humano delante de la infante y también delante de la hija de Johan. El rostro de Catherine era bastante críptico cuando cortó la comunicación entre ambos -Lo siento pero no creo que esté muy bien de la cabeza para cuidar de una niña. En realidad, y por orden mía, debería tener un par de guardias pegados a ella pero estamos en una situación excepcional y no podemos perder personal. Hablaré con Lykaios respecto a ella-

“Sé que no es tu hija pero entiendo tu empatía… Ahora…Tengo que irme a atender unos asuntos personales”

Tendió una mano hacia su hombro y lo apretó con suavidad antes de despedirse de todos con una cabeceada y retirarse de nuevo hacia adentro buscando a Jack y preguntándole a Ian cuánto le faltaba por llegar.

Amaya se quedó mirando a Sayid con el ceño cada vez más fruncido -Contamos con las protecciones que nos brindaron los Descendientes Da Vinci y Tesla. Los Souls tendrán mucha protección, Descendiente, pero no tiene al Consejo de los 20 y sus genios- Espetó con firmeza pero no un mal tono, es más se podía percibir orgullo incluso. Al escuchar lo siguiente, Amaya extendió una mano hacia el hombro de Sayid con una sonrisa. Ella no se daba por vencida si aún no había presentado batalla-Empezáis a hablar como si hubiésemos perdido. Lo siento, pero no estoy de acuerdo con ese pronóstico. Aún nos queda mucho por guerrear- Bajó la mano y miró a V con una sonrisa un poco soberbia.

Tras la orden de Sayid, Amaya realizó un hechizo patronus que fue enviado hacia Zaphira para informar de la petición del Descendiente. Entonces se alejó un poco con Vishous para susurrarle -Cuidado con los Descendientes, V. Y no me consta que estés en óptimas condiciones. Mantén un ojo sobre los Pendragon y vamos hablando. Ve- Lo despidió cortésmente para que fuera a disfrutar. Tras ello se fue a patrullar un poco la zona de la fiesta.

-Ohh…Pero está tan bueno- Se rió nuevamente y se llevó otro rollito para sí misma, comiéndolo en muy poco tiempo y dándose cuenta de que estaba perdiendo el tiempo en ponerse alegre con el alcohol. Tenía que remediar eso. Sí, rápido. La pelirroja miró a Ben alzando las cejas con rapidez -EHHHHHHHHHHHHHHHHH. ESTÁN OCUPADOS- Elevó la voz por encima de la música y sonrió de lado -Me han dicho que les cuente todo pero que tienen unos asuntos …laborales que atender- Mintió aunque suponía que Ben podría entenderlo después de todo él había estado en la misión de Francia. Lo vio irse y sonrió abiertamente. ¡Estaba feliz! ¡Cómo extrañaba esas fiestas! ¡Y MUCHO MÁS SHIPPEAR! Se levantó para hablar con Dyospiros cuando Kyllian volvió con una Descendiente. ¡La de la boda! Le Fay era.

De pronto Leila empezó a comportarse de una forma un tanto extraña y Mérida frunció el ceño sin comprender su actitud y también cayendo en la cuenta de que no tenía a la pequeña… Y también ¿Dónde había estado durante el torneo? Hizo una mueca con la boca sin entender a qué venía todo. Miró con cara rara al felino  -¿Lila?- Cuestionó hacia Kyllian sintiendo que había algo de lo que no estaba enterándose. Encima luego la Le Fay soltó algo que no le gustó -Tal vez no conozca a Leila lo suficiente como para emitir ese juicio- Soltó un poco a la defensiva porque… ¿sabes qué? ¡CON LA FAMILIA NO SE METÍA NADIE! Sintió que le daba un tirón en el estómago y pensó que tal vez era un tema de alcohol. Puso las manos en jarras-Kyllian…A ver…Es su hija, seguro está en un lugar seguro- Le robó el vino de cartón barato de la mano a Dyospiro y se lo extendió a Kyllian mientras se acercaba a él.

Sacó la moneda comunicadora y le escribió a Leila un “¿Está todo bien? ¿Dónde está Lila? ¿Está segura, no?”. Por si acaso, le mostró el cachivache a Kyllian, tras ello se guardó la moneda en el bolsillo y buscó la mirada dorada de él para sonreír de lado y mirarlo entrecerrando los ojos con curiosidad -¿Eres escocés? …¡Eso no me lo dijiste!- Le revolvió el cabello de forma adorable mientras se reía con sus particular risita.

Me había pasado la fiesta mirando absolutamente fatal a todos los dragones, pero desde la oscuridad de las sombras de mi capucha (la fiesta empezó con una molesta luz diurna) pues no se me veian mas que los dos ojillos brillando un poco. A medida que avanzó el dia y bajó el sol pude quitarme la capucha pero me dediqué a hacer lo mismo todo el rato:

Probar un vino de un tipo

Otro de otro tipo mas espeso

El vino de mi cartón Don Simón

El agua de los floreros

Todo mezclado en un florero.

El vino del barril directamente.

Eso y ver a la banda tocar, mientras de vez en cuando, oia las raras conversaciones de la gente que habia conocido en los calabozos por culpa de Merida.

La mujer rubia se fue. Leila? El moreno al que Mérida despeinó estaba enfadado. Hice un gesto de alto con mis manos y hable por primera vez en mucho rato.
- Entonces...para que yo mentere...kyllian es la hija de Leila, y está enfadado porque no se quiere comer la tarta de su cumpleaños porque no sabe donde está, y le han mentido respecto a su nacionalidad: es escocesa o lila.

"no tiene...ningun sentido..."

Me pasé una mano por los ojos. Estaba demasiado borracho.
- A quien hay que pegar?

Al final me retrasé más de la cuenta dejando a Aedan en casa de Lyran y Anteia, entre que el crío no quería separarse de mí y entre que terminada de explicarle a ambos lo que había pasado y lo que habían dicho en el hospital de vigilar la evolución del crío. Recibí algunos mensajes de Catherine mientras estaba en la casa, lo cual me puso más nervioso porque sabía que estaba bailando con el enemigo. Era absurdo que buscasen venganza porque un antepasado Le Fay matase a una de los suyos. Aluciné más aún cuando le pidió que abandonase el Consejo para vivir en paz, no me lo creía.

Tras varios minutos conseguí despedirme de Aedan, y me costó bastante porque el pobre se quedó llorando. Debía ser por todo lo que había pasado, aunque tratándose de Anteia se encargaría de que pronto dejase de llorar. Poco después aparecí en mitad de la plaza, en un ambiente que no me parecía festivo del todo. Notaba cierta tensión, aunque algunos se lo estuviesen pasando bien. Intenté localizar a Catherine entre el gentío, encontrándola antes por mi sentido del olfato de licántropo que por verla entre la multitud. Me acerqué a ella por detrás, tomándola por la muñeca para girarla. No le habían hecho nada, que era lo principal. Si me decía quiénes eran los Pendragon me iba a costar mirarlos sin hacer nada, aunque fuese lo que tocaba por el momento. Llevé una mano a su mejilla, buscando su mirada con la mía. - Siento la tardanza. Aedan no quería que me fuese...¿Estás bien? ¿te han amenazado? - eché un vistazo de reojo hacia la mesa principal donde estaban los desconocidos, debían ser ellos. Menudos sinvergüenzas por pedir un banquete.

- ¿Y ahora qué? ¿esperar hasta que quieran hacer esa basura de parlamento? - bajé la voz para decirle lo último, a la espera de que ella fuese la que empezase a orquestar el plan. El mío no iba a ser muy sutil.

Aparte de su tendencia natural a estar callada, después de tal escena lo último que quería era ponerse a hablar, si era sincera. Así que cuando la brigada llegó, oh Dios, su vena antisocial escaló más allá del borde. No pudo ni contestar con su nombre cuando estrechó la mano de Mérida Pyro, quien se presentó con toda la confianza. Pronto entendió que los recién llegados, y los que seguían llegando, eran de la Brigada. Su peor pesadilla se hizo realidad cuando de pronto se vio rodeada de gente extrovertida a la que no conocía mas que de vista.

Tuvo que aferrarse a Reiv cuando volvió y se sentó con ella en la silla. Por poco cayeron al suelo. Reiv ya iba bebido, pero lograron pasar ese pequeño inconveniente. Negó suavemente al moreno, pegando su mejilla a la de él cuando la acercó a su hombro, restregándose en él modo gato en plan cariñoso, incluso soltando uno que otro ronroneo para completar el truco, riéndose un poco de ella misma. Si bien ambos se quedaron un rato existiendo en aquel lugar, le tomó por sorpresa lo de que deberían de irse. No lo tomó a mal, sino como el comentario de hacía un rato sobre irse a descansar. Con la brigada rodeándola, la verdad no podía rebatir demasiado a aquella premisa.

La velocidad con la que se levantó Reiv la hizo tambalearse en la silla hasta encontrar balance, mirando en su dirección mientras se alejaba. Iba bastante bebido ya, y aquello de preguntar más cosas, ¿a qué se debía tanto interés? Se levantó para seguirlo cuando finalmente supo que se dirigía a Setelah, pensando en que quizás podría terminar por disculparse con aquel por el ataque en el torneo. Ben se iba yendo, comida por todos lados, Kyllian volvía después de su comentario inapropiado y...

... Nada de eso importó cuando su corazón se detuvo de nuevo. Una vez más, ¡otra vez! Reiv había ido a dar con la rubia, que aunque no la vio en un primer momento, sí alcanzó a ver como alejaba hacia G. Sentía en los pulmones las ganas de echar fuego mientras le veía, tan tranquilo por ahí. Cruzó los brazos por debajo del pecho. ¿Otra vez se iba a quedar sin hacer nada como cuando les vio bailar? Su mirada se paseaba entre ella y él, pensando a toda velocidad en lo que podía resultar de aquello. Decidió dar media vuelta y echar a andar hacia los pasillos que más allá de la carpa y procurando mantenerse poner distancia con los dragones, que en Smaug no confiaba desde que les intentó robar a Svart. En lugar de eso, se alejó con dirección a la sala del cónclave, para dar una vuelta por los pasillos mientras trataba de pensar como matar a Reiv sin que realmente se muriera. De un camarero que pasaba, tomó dos copas que vació en una sola para llevarla consigo a su caminata. Ya en perspectiva, podía verse la tensión del lugar, con todos yendo por ahí nerviosos y con rapidez, excepto los que ignoraban, como ella, que ocurría.

Me supo un poco mal secuestrar a Catherine de esa forma, seguramente tenían mucho lio y ella me estaba diciendo que no estaba bien... pero necesitaba su ayuda -Es una larga historia, te la cuento después- nos acercamos al grupo y en cuanto tomé a Leila por el brazo Catherine me hizo la pregunta a lo que contesté con un simple "sí". la feral intentó retorcer el mío pero pude detenerla a tiempo, aún así se las arregló para susurrarme aquello al oído y recochinearse en mi cara con eso del lindo gatito lo que solo conseguía ponerme más nervioso -Leila prometiste que sería cosa delos dos! no puedes negarme verla!- nada, solo palabras al viento pues la chica se marchaba sin mirar atrás.

Quise detenerla pero la morena me detuvo con un par de imágenes en mi cabeza de Leila en la reunión, con el arma, la niña y apuntando a Éamon -El puto ministro está aquí!?- otra mentira y a saber cuantas más me había dicho, estaba furioso pero también dolido ¿de qué había servido todo lo que me dijo en la fiesta del torneo? ¿para que me esforzaba? caí algo derrotado en una de la sillas escuchando la voz de Catherine de nuevo en mi cabeza "no hace falta que tenga mi sangre... gracias Cath" la morena se marchó pero yo seguía con ese ataque de ira que tenía que descargar de alguna manera y al final una botella vacía pagó el precio hecha añicos en el suelo.

Mérida también había visto todo el espectáculo e intentaba mediar pero no era suficiente, miré la moneda y el mensaje -Seguro que es otra mentira, No sale otra cosa por la boca de esa chica- me encontré con sus ojos cuando me revolvió el cabello, su risa era contagiosa la verdad y me hizo tomar una decisión -sabes qué, que haga lo que le de la gana, vamos a beber de gratis hasta dejar Ouroboros sin reserv...qué? - El Drow a su lado no lo conocía pero ya llevaba una buena así que tocaba estar a la altura y lo primero que iba a caer eran las bebidas fuertes.

no tardé mucho en ponerme a tono y empezar por la fase alegre, esa en la que lo importante es la fiesta y haces tonterías, mucho más si iba acompañado por aquel Drow y Mérida que no se cortaban un pelo -Seguro que no me vences en una carrera orejotas! te reto! pero te tienes que beber esto y dar vueltas a un palo!- miré a mi alrededor ... no había palo, pero si sillas con muchas patas, seguro que no les importaba que les quitara una, pillé la más cercana y la estrellé contra el suelo con más fuerza de la necesaria haciendo bastante ruido pero yo miré a los otros dos para decirles que hicieran silencio y después echarme a reír, al final conseguí el palo y lo levanté de forma triunfal para dárselo a Mérida y que lo sujetara mientras el drow y yo bebíamos, le dimos vueltas a la cosa esa y después a andar de todas las formas posibles menos en línea recta.

después de las risas tocaba reabastecerse y entonces entrar en modo apalanque y fue cuando me dio la bajona y tocaba contar las penas -tu te crees! yo la salvé de que el capullo de Éamon la volviera a secuestrar! cuatro meses metido en los putos campos de concentración y ella va y me rompe el cuello porque traje a la niña al hospital!! que es una cría! hay que ponerle vacunas y esas mierdas! hasta a tus mascotas tienes que vacunarlas!- bebí de... lo que fuera que estuviera bebiendo, ya no hacía distinción alguna y entonces seguí en modo borracho pesado -Desbués voy y le digo a toda la puta isla gue me la quiero tirar ¿y gue hace? llegar a mi habitación borracha como una cuba y potarme! y se cayó... plof! como una puta piedra en mi gama ¿para gue me follo a una piedra? para eso me hago una paja y me quedo más a gusto! encima tuve que dormir en el sofá de la puta cabaña de torneo- pero entonces me vine arriba otra vez y arrastré a cuanto se quiso unir a nosotros de juerga otra vez, ni sabía que hora era pero bendita recuperación feral porque sino la habría palmaado de coma etílico -Que le den! yo me puedo tirar a quien quiera!- y ahora, una conga por toda la carpa encabezada por el Drow al que yo mismo empujaba.

En algún momento de la noche enganché a Reiv aprovechando que Juliet se había ido y entonces le di la chapa a él, que seguro también necesitaba desahogarse -Me dijo que quería que la niña se guedara a vivir conmigo! y después me la guita así sin más, si es gue soy giiiiiiiiiiilipollas ¿quien se echa ese marrón encima sin pedir nada a cambio? pero eeeeeh!!! que al menos nos conocimos en el resort don ramón de lujo cingo esdrellas! sabes que el cabrón de Éamon está en la isla? ni eso me dijo! con razón no vino a verme al hospital, estaba jugando a tomb rider con el puto ministro, yo creo que le gusta y sabes qué? que le aproveche!- y cuando me quedé a gusto salí a bailar, ¿que no había música? daba igual! a bailar!

Tomé a Mérida de la cintura sintiendo que el calor del alcohol se me iba bajando a la entrepierna, me moví muy cerquita de ella independientemente del ritmo de la música bajando las manos peligrosamente a su trasero, rozando la punta de mi nariz con su cuello -y si volvemos a quemar un par de sábanas?- propuse en forma de susurro que para mi había sonado de puta madre pero era por el filtro de borracho, después de eso no pude recordar nada más, solo me dejé llevar.

La pelirroja reaccionó a sus palabras y Catherine no la miró, miró hacia el piso pero sin bajar el rostro. No tenía que darle explicaciones a nadie. Cuando se retiró escuchó la respuesta de Kyllian y se detuvo. Le miró por encima del hombro “La sangre te hace pariente, la lealtad te hace familia. Deberías recordar a mi padre diciendolo..."primo"; …Puede que la niña la tenga, su madre no...Manténte alejado del Ministro, Kyllian. Tienen protección política del Consejo, después te explico.”, expresó y finalmente salió de allí. No podía perder más tiempo, debía hablar con Jack. Le hubiese gustado hacerlo con Matvey pero el hombre estaba con Bellatrix, cada vez le daba peor espina.

“Matvey…¿Qué está sucediendo? ¿Qué haces?". Aquel pensamiento fue absolutamente entre Matvey y ella, pues Catherine se había alejado un poco de la “mente colmena” de Mei para no aturullarla con cosas que no le correspondían. Por no decir que Matvey y ella tenían otro nivel de confianza. Iba pensando en eso cuando alguien le cogió de la muñeca, el primer reflejo fue un tirón para liberarse y al girarse elevó la mano con la idea de poner una ilusión en la que se le cerraba la garganta. Sin embargo, en cuanto se giró encontró los ojos de Ian y tardó segundos en recuperarse del susto -Ian…- Cerró los párpados mientras intentaba calmar su corazón, llevándose un mano ahí -No, no ha sido necesario. Pero por su forma de hablar no era necesario que lo hiciera. Percibí el desprecio hacia mi linaje. Bastardo dice…- Inspiró profundamente mientras apoyaba suavemente la cabeza en la mano de Ian que acariciaba su mejilla. Necesitaba eso, necesitaba sentirse segura entre sus brazos, así que acortó las distancias y lo abrazó.

-Sí, hay que esperar. Pero has oído lo que te dije. Me pidió que abandonara el Consejo- Se alejó, o al menos la cabeza, para mirar su reacción mientras hablaba -Y sé… Que siempre hemos discutido y peleado por lo que el Consejo significa para mi, o lo que me veo obligada a hacer pero…- Intentó buscar las palabras para poder explicarlo pero terminó llevándose una mano al corazón con un gesto ofuscado -No sé como explicártelo. Es que…Antes lo decía porque podía contar con Desmond para ocupar el puesto. Ahora… Es… Es ser yo quien nos borra de la historia. Y no sólo eso… ¿Y si quiero pedir esa ayuda que tantas veces nos ha sacado la pata del barro Ian? Si yo no hubiese estado en esta posición de poder nunca te hubiese encontrado, los Renegados y miles de grupos no estarían viviendo aquí en la protección de Ouroboros…Lo de Sean y Lucio ni siquiera sería posible. He hecho tantas cosas que…- Bajó la vista apenada. Nunca había enumerado sus méritos como Descendiente -¿Está mal querer tener poder?- Preguntó muy bajito, en un hilito de voz, sin poder mirarlo -Para…Poder hacer las cosas bien, claro- Expresó  y entonces si alzó la vista -Si me voy…Nada me asegura que los Pendragon no vendrán a por nosotros. Y más aún, no tendré nada que reclamarle al Consejo. Nadie me ayudará a proteger a Aedan más allá de mi familia…Y contra estos…- Movió la cabeza señalando a los dragones y luego a los hermanos -Vamos mal- Suspiró finalmente al sacarse todo lo que estaba agobiándole y quitándole el aliento.  Ambos se apartaron un poco más de la fiesta para poder seguir hablando en paz durante las horas que duró aquella fiesta, siendo más ajenos a las locuras de la Brigada y el resto de personas y más centrados en ellos y en qué hacer.

Bueno, digamos que ni Reiv ni Jul se presentaron por su nombre así que serían otros seres sin rostro por el momento. La Descendiente se fue con un palo metido en el culo aunque se detuvo en algún momento pero Mérida no la vio porque escribía en la moneda.  Al poco recibió respuesta y se la enseñó a Kyllian con una sonrisa bastante amplia pero su respuesta fue un poco cortante. La pelirroja hizo una leve mueca y dejó el tema atrás para siempre -¡ESE ES EL ESPÍRITU!- Soltó, comprometida con la causa del licor, alzó las manos hacia arriba como si Kyllian se hubiese robado una base del diamante de béisbol.

Cuando Dyospiros habló, Mérida fue plenamente consciente del pedo que tenía el pobre encima -No, no, no- Le explicó con lujo de detalles pero sospechaba que no le estaba entendiendo y…¿sabes qué? Que no tenía porque importarle así que lo dejó que creyera lo que quisiera.  Al igual que Kyllian, Mérida le siguió el paso porque miembro de la Brigada de las mil Grullas que se respete no deja que nadie le gane en una competencia de quien se pone en pedo primero. La risa de la pelirroja fue aún más estruendosa que el golpe que dio Kyllian a la silla para que se partiera y si alguien los estaba mirando ella no se había percatado. La pelirroja no sabía muy bien como tener el palo por no decir que realmente no lo tenía de nada porque se le iba hacia un lado a cada rato pero oye… era divertido. En la última carrera fue ella la que participó, ganándole al drow sólo porque se lanzó a la meta cual jugadora de béisbol, arrastrándose por el piso. Menos mal que tenía la chupa porque sino la camiseta…Aunque ahora le dolían las tetas. Tal vez por eso el béisbol era más que todo un campo masculino.

-¿Qué te rompió el cuello?- Preguntó Mérida mientras se atragantaba a comida a diestra y siniestra. Sólo aquel que pasa hambre es capaz de distinguir un buen banquete. Eso la ayudaba a estar más o menos cuerda pero con la cantidad de alcohol. La pelirroja se le acercó un poco demasiado para agarrarle de los pelos y zarandearle la cabeza de un lado a otro con poco cuidado -A mi me parece que lo tienes pegado- Dijo con profunda sabiduría alcohólica….. Tras eso la siguiente anécdota la hizo reír con bastante fuerza, otra vez llamando la atención. Se rió tanto que acabó doblada al medio sosteniéndose el abdomen del dolor que le estaba dando. Y en eso estaba cuando fue arrastrada para la conga. Sin embargo, y aunque bailaba, aún se reía con la cabeza apoyada en la espalda de él -¡ESO LO CONFIRMO!- Gritó cuando dijo que él podía tirarse a quien quisiera.

Las horas fueron pasando y cuando Kyllian se fue a llorarle a Reiv, Mérida se quedó con Dyospiros comiendo de todo un poco -¿Pego es gue tu has pgbado los gollitos?- Inquirió alzando ambas cejas mientras lo  miraba, un poco doble, pero bien. De tantos rollitos que se había comido ya deberían haberse acabado, pero bueno. Terminó bajando la comida con un poco de cerveza más liviana porque aparentemente habían dado la orden de controlarlos un poco. Finalmente fue arrastrada a la pista de baile, con un poco de mareo y bastante mal andar, pero al menos Kyllian la sostenía bastante bien. Tan bien que acabó agarrándole el trasero mientras le susurraba las palabras mágicas… El cuerpo de Mérida subió de temperatura bastante rápido y soltó una risita antes de tirar de su mano para irse a un lado de la fiesta. Con el amparo de la noche que ya había caído se escondieron entre unas columnas que daban a una escalera que daban a unos jardines. En cuanto estuvieron un poco más escondidos se dejaron caer sobre el pasto, aunque Kyllian en realidad se cayó solo arrastrando a la pelirroja que unió sus labios en un beso largo y lento. Entre caricias, susurros y besos se quedaron los dos dormidos juntos en los jardines cerca de la plaza, acurrucados para aguantar el frío de una humedad noche de otoño.

Hice una mueca breve y dificil de catalogar al oir las palabras de Smaug sobre repoblar el mundo. Luego me crucé de brazos cuando achacó a mis habilidades de modo indirecto, aquel asuntillo de la perdida de magia. Eso era totalmente sacado de contexto!

"asi que no es control mental. Asi que no vale de nada actuar sobre los dragones. Hay que actuar directamente sobre....los guias espirituales"

Desvié la mirada hacia Shyvanna, creyendo empezar a entender algo. No habia control mental, por ende, era algo mas relacionado con el espiritu, el alma, pero sí que habia magia de por medio, una muy antigua y muy sutil.

Smaug fue sentencioso y yo sabía en qué punto debía dejar de buscarle las cosquillas al dragón. Esquivé su coletazo, y entonces un etílico Reiv apareció ante mi preguntando cosas.

- Y yo te pregunto, Smaug me ha hecho caso alguna vez? Al parecer simplemente decidió no matarme porque le resultaba curioso y.... no puedo darle lo que quiere. Eso ha sonado a ruptura, verdad? - me llevé una mano al pecho, un poco teatral. Lo superaría. - Y a efectos prácticos, sí, controlan dragones. Yo me llevaría a Juliet lejos de Ouroboros.

La rubita dijo aquello y me pareció que se creía muy graciosa y poderosa. Le dediqué una sonrisa, entornando mis vivaces ojos.

"cuidado"

Cuando Shyvanna se fue, agarré a Reiv por un brazo con cierta brusquedad y me lo llevé de allí, lejos de la fiesta.
- Mira, se que estás pedo, pero tienes que escuchar esto. Mi antimagia no ha bastado para romper ni el hechizo de Smaug ni el de Lasaña. Si no quieres que Juliet acabe igual, aléjala de ellos. - eché un ultimo vistazo alrededor y lo solté. - Se va a liar una buena aquí. Ya eliges tú de qué lado quieres que te pille.

Me despedí de él y me alejé de alli. Como deferencia antes de marchar, busqué al descendiente de Merlín y le conté todo lo que me había dicho Smaug. Sobre el vínculo de almas o espiritus, que era magia muy antigua a un nivel que no podiamos entender (aun) y que ellos y los dragones eran uno solo, poco tenía que ver con magia de cotrol mental. Conforme se lo contaba a Sean, caí en una cosa...acerca de unas palabras mágicas que Smaug me había enseñado hacía algun tiempo ya.

- Palabras... el poder está en las palabras de los portadores.... o algo... - eso era ya hablando conmigo mismo mas que con Sean. Tras aquello, me marché de alli, pues tenía cosas que comprobar.

La rubia que antes me pareció alocada ahora me dio muy mala espina, sobre todo porque me soltó eso de que podía ordenar a Juliet que me matase. Su afirmación de que probablemente lo hiciese me dejó helado, no tenía ni puñetera idea de que esta gente pudiese dar órdenes de ese tipo a los dragones. Mi idea inicial de aprender de ellos se desmoronó bastante ante esa perspectiva. - Pues qué detalle por tu parte, Lady Pendragon- respondí sarcásticamente a eso de que no le pediría matarme. Su dragón nos miró de modo amenazante, y ella mismo nos echó de allí con la excusa de que molestábamos al resto de dragones.  - Y vosotros queréis controlarlos, no sé qué es peor. ¡Snagov no los trataba así!  - grité indignado mientras se marchaba, quedándome a solas con el mago del kimono. Protesté algo que no se entendía cuando me agarró del brazo para llevarme lejos del barullo, pero me callé rápidamente ante su advertencia. - ¿Juliet está en peligro con ellos? - me quedé todo rayado dándole vueltas a lo de que se iba a liar gorda aquí, y a lo del lado en el que estar. Me dejó con un jaleo mental importante.

Después de alejarme de Setelah me dispuse a regresar con Juliet, pero ya no estaba donde la había dejado. Pregunté por ella, pero no sabían a dónde había ido. Por un momento me alarmé pensando que podía ser cosa de los Pendragon, pero no, allí seguían todos aparentemente de fiesta. Tal vez tuviese más que ver con que se hubiese molestado al verme otra vez cerca de la chica del baile. Estuve un rato buscándola entre el gentío, pero no di con ella. Decidí enviarle un mensaje desde la moneda para saber si se había ido o qué, ni me había avisado.

Mensaje Moneda comunicadora para Juliet escribió: No te encuebntro, los d ela brodha da no sanebm donedn estñas, ¿tyehas uido a cas?a?

Borracho como iba ni revisé si lo había escrito bien o no, guardé la moneda y a esperar respuesta. Poco después Kyllian me cogió por banda para hablar y seguir bebiendo. Ambos llevábamos ya un nivel de alcohol en sangre alto, así que se quedó bien a gusto soltando sinceramente todas sus penas por lo que había pasado esa noche. - Sí, la verdad es que un poco gilipollas sí que eres...¿para qué cojones te querías hacer cargo de la niña si no era tuya? - no me cabía en la cabeza que se le pudiese coger cariño a un niño, mucho menos a uno ajeno. - Los críos son un coñazo...de menuda te has librado.  - pegué un tragaco a mi litro de mezcla rara cuando habló del "resort", pensando que tal vez lo único que había valido de aquello era haber sacado alguien a quien considerar amigo.  - ¿Está aquí el hijo puta ese? ¿después de todo lo que ha hecho? - me indigné muchísimo y me dieron ganas de matar, así en general. - Bah, ni caso. Claro, no fue a verte al hospital porque no te quiere de verdad. Pff...si es que...eres  débil, te falta odio. Te voy a tener que enseñar. - le solté un puñetazo en el hombro antes de que se fuese, aunque con la anestesia del alcohol seguro que ni lo notó. Yo no salí a bailar, me cogí otra copa y me puse a dar vueltas por  la plaza y alrededores, perdiéndome por ahí para seguir buscando a la pelirroja.

Me quedé alejado de Setelah y el dragón, podría haberme marchado pero sentí que tal vez podría necesitar ayuda. La conversación entre el dragón y el guardián no parecía ir muy bien, mucho menos cuando la pendragon rubia se acercó y Smaug intentó atacarlos, mi primera reacción fue lanzar una barrera de protección pero de nada servía por culpa de la antimagia que podía ser tan útil como molesta "Debería pedirle que me enseñe a hacer eso.." pensé después de que todo quedara solo en un susto, el  chico de los Black también decidió acercarse pero no parecía muy sobrio.

Cuando todo terminó Setelah se acercó con malas noticias -Entiendo, muchas gracias Setelah, nos será de mucha ayuda saber eso... y siento lo de Smaug, yo no sabría que hacer si Zaphira me abandonara- probablemente llorar, pero eso no se lo iba a decir -Si quieres puedes marcharte, esta no es tu guerra... pero he de confesar que nos serías de gran ayuda, disfruta de la fiesta- dicho eso nos despedimos y yo volví a la carpa dándole vueltas a eso de la magia antigua. No me apetecía sentarme en la mesa grande, si había decidido asistir a aquella fiesta era porque la situación así lo demandaba pero no era muy bueno con las grandes concentraciones de gente, me ponían muy nervioso y la verdad en ese momento echaba de menos no poder ver a nadie y aún quedaba mucho por delante.

El tono de la música cambió y dirigí mi mirada hasta el lugar dónde tocaba la banda, Giordano se había lucido con aquella melodía, era preciosa pero a mi me parecía algo triste, aún así me tomé mi tiempo para escucharla y aplaudir en cuanto acabó, después de eso me senté en una mesa apartada con la única compañía de mi Fénix, lo prefería y para no perder el tiempo saqué un par de pergaminos para empezar a escribir y sobretodo intentar sacar algo en claro sobre la información que el otro guardián me había dado. Las horas iban pasando y el ruido de la sala fue secundario cuanto más enfrascado estaba en mis pensamientos, de vez en cuanto consultaba alguna cosa a Sayid que recordaba mucho mejor que yo los conocimientos en los libros, además de consultar con Catherine vía mental o cuando se acercó un momento con Ian dándome envidia porque Lucio tenía que trabajar pero por suerte poder volver a trabajar en mis pergaminos me mantenía centrado, lo echaba bastante de menos y ojalá todo eso acabara pronto para poder ir a casa y leer hasta saciarme.

Quitando un par de desmadres hechos por los que llevaban un par de copas más, la noche había pasado tranquila, guardé todo lo que había hecho en mi bolsillo con el encantamiento indetectable notando algo que había olidado por completo, aquel regalo que tenía para Giordano, ya se lo daría después porque el alba había llegado y con ella el inicio del parlamento.

Amaya:

La general tenía razón, nosotros tal vez estábamos mejor preparados pero eso no les quitaba méritos a los Soul, después de todo habían permanecido a salvo en tierra durante muchos años, lejos de la vista de los humanos. Agradecí el apoyo de la mujer con aquella toma de contacto y sonreí algo avergonzado por ser tan fatalista -Menos mal que tenemos una buena general, deberiáis retiraros e ir a descansar, parece que de verdad esto estará tranquilo hasta que llegue el alba- era una sugerencia más que una orden que no sabía si había aceptado o no porque después de eso se retiró.

El día dio paso a la noche con gente animada de más pero no me molestaba, si no estuviera todo tan tenso incluso me habría planteado unirme a la conga improvisada, aún así me mantuve despierto gracias a las consultas de Sean, al parecer había descubierto algo que comunicó poco después a todos, un vínculo, algo del alma y la magia de las palabras.

Cuando por fin llegó un nuevo día preparamos todo para el parlamento, mesas limpias, los guardias retiraron a los rezagados y tan solo quedamos los forasteros y los descendientes que habíamos aguantado toda la noche con ellos, a falta de los pocos que no habían aparecido como Markus, Lucio y los dos acusados de traición. Tomé asiento cerca de la silla que presidía la mesa, esa era para Newton, no tardaron en seguirme el resto, Ling y Rosse se sentaron cerca de mi, Sean en frente, los nuevos descendientes también tomaron su lugar... solo quedaba esperar

Me quedé frito por ahí después de la nochecita que había pasado y tenía un par de lagunas mentales. Cuando por fin mi cerebro decidió reiniciarse me moví un poco acercándome más a lo que tenía entre los brazos que estaba calentito porque estaba helado, eso y que estaba en algo muy duro, pero olía a hierba y... a baba de perro. Abrí los ojos poco a poco, parpadeando un par de veces mientras enfocaba la imagen, lo primero que vi fue el cabello rojo de mérida pero cerca de ella el bicho feo que me hizo levantarme de un salto -Me cago en la puta! ese bicho me va a matar de un infart...ayyy- las consecuencias de la resaca ya empezaban a manifestarse y lo primero fue un dolor de cabeza bestial, me estiré y me crují la espalda para hacerle "shu shu" al perro y poder despertar a Mérida.

-pss..eh, despierta Mer que nos hemos sobado al aire libre, te vas a resfriar- al ver que le costaba la levanté como pude para cargarla hasta que espabilara un poco más, el sol empezaba a salir pero el día no parecía muy prometedor, había demasiado silencio y un olor extraño en el aire.

Caminé unos cuantos metros antes de desaparecerme de allí y salir dela plaza, llevándome a los chuchos que si estaban tan pegados a ella sería importantes.

El susto que le pegué a Catherine al llegar me dio una idea del estado de tensión en el que se encontraba, así que la abracé para tranquilizarla un poco. Parecía estar esperando un ataque en cualquier momento, y más después del desprecio que le había hecho el Pendragon con el que se supone que había bailado. - Eso de hablar de linajes bastardos...¿sabes a quién me recuerdan? Los Blood Keepers siempre estaban con ese discurso de superioridad racial, y de pureza de sangre. - si los ideales eran los mismos no tardarían en encontrar aliados. Lo de abandonar el Consejo no era nada nuevo, ya lo habíamos hablado incluso antes de todo esto. Mi expresión mientras esperaba a que se explicase era de intriga, como preguntándole si había decidido hacerle caso.

- Es cierto. Aedan y tú sois lo único que queda del linaje Le Fay. Pero no desaparecería tu linaje por renunciar al Consejo.  - la enumeración de sus logros y las ventajas que le daba estar en el Consejo daban pistas de que ella en el fondo no quería dejar aquello. Su pelea interna entre las ventajas de irse y las ventajas de quedarse estaba ya casi decidida.  Desvié la mirada hacia un lado sin tener muy claro qué decirle a eso de querer tener poder. Casi siempre chocábamos por ese lado. Entendíamos el poder de manera diferente. Me aparté con ella del barullo, para seguir hablando más tranquilamente y con menos posibles oídos indiscretos.

- No lo sé, Catherine...ya sabes que no me gustan las organizaciones de poder, que no me gusta que unos cuantos gobiernen y otros obedezcan como buenos súbditos....y es irónico que yo diga eso porque he acabado metido aquí sin esperarlo. Yo...no te gustaría lo que propondría. -   me guardé mi opinión por radical, nos llevaría probablemente a una discusión para la que no teníamos tiempo. Asentí a eso de que los Pendragon podrían perseguirnos aunque ella renunciase, sobre todo si querían asegurarse de que el linaje quedaba extinto de verdad. Me molestaba un poco esa dependencia que tenía hacia el Consejo.  - Ya, lo sé. Pero tal como hablas parece que sólo sirve el Consejo para defendernos. Yo he vivido muchos años sin saber nada del Consejo y hemos sobrevivido gracias a los renegados  y a mi familia. - con familia no sólo me refería  a la de sangre, sino también a los amigos, como los Knox, como Jarkko, o incluso como la Foster. Respiré hondo al volver a mirar hacia la mesa donde estaban los Pendragon, pensando en qué tal estaría un ataque licántropo sorpresa usando la piedra de los Fenrir. Todo quedó en mi cabeza porque no podía hacer nada. El resto de la noche la pasamos a la espera, alejados del foco central pero vigilantes.

Cuando llegó la mañana estaba algo más calmado, pero tocaba separarnos porque yo no podía ir a ese parlamento. Sujeté el rostro de Catherine entre mis manos, apoyando mi frente contra la suya para mirarla a los ojos durante unos segundos.
- Decidas lo que decidas ya sabes que estoy contigo, aunque a veces no pensemos igual. Haz lo que tengas que hacer para ganar.  - me separé de ella tras besarla un instante, alejándome del lugar por orden de los pesados de los guardias. No me marché del todo, me quedé por los alrededores junto a mi padre por si fuese necesaria una intervención urgente.

La noche transcurrió de manera festiva para muchos de los asistentes, que aguantaron allí casi hasta el amanecer. Probablemente desconocían la relevancia que podía tener el parlamento al amanecer, así que disfrutaban de aquello en su ilusa ingenuidad. Durante el resto de horas hablé en privado con mis hermanos sobre el acontecimiento que tendría lugar cuando saliese el sol, y también observé a los Descendientes para saber más de ellos. Puse cara al marido de Catherine, que se alejó del centro de la fiesta, y me fijé en aquellos que más callados habían permanecido el resto de la noche, Sean entre ellos. Arqueé una ceja cuando un miembro del Consejo que no había estado presente en la fiesta se acercó a él, llamándome la atención su actitud excesivamente "cercana".


Las primeras luces del alba comenzaron a arrancar destellos dorados a la columnata de la plaza central de Ouroboros, dando así inicio al momento que todos esperaban. Los guardias de la isla ya habían retirado de allí a los sobrantes, como borrachos y otros individuos sin derecho a presenciar aquello. La guardia Pendragon se situó detrás de las mesas en las que nos encontrábamos los hermanos, con sus lanzas apoyadas sobre él suelo. Algunos de los guardias comenzaron a tocar los tambores en un sonido ritual que solía preceder a cualquier parlamento. Los dragones sobrevolaban el área en la que nos encontrábamos, pues no podían estar en tierra hasta que no terminásemos de hablar.

El ambiente era solemne y tenso a partes iguales, como si todos nos estuviésemos tomando la medida. Me levanté de la silla tras dirigir una mirada a mis hermanos, todos sabíamos lo que debíamos decir y en qué momento exacto. Habíamos esperado aquello muchos años...

- Declaro iniciado el parlamento invocado por el antiguo código. Los miembros del Consejo de los 20 responderán en su debido momento.- así sabrían que todavía no les tocaba hablar, por muchas ganas que tuviesen. - La necesidad de justicia a nuestro linaje es lo que nos ha traído hasta aquí, entre otras cosas, pues la memoria histórica exige una reparación a los agravios cometidos en el pasado hacia los Pendragon. Aquella guerra conllevó la expulsión de Ouroboros, y nos condenó al ostracismo y al olvido. Desde entonces nadie hizo nada por reparar aquello, simplemente se introdujeron nuevos miembros en el Consejo, condenando así también a todas las casas vasallas de nuestra familia. - hice una pequeña pausa en mi discurso, tomándomelo con calma. - Este gobierno mágico ha demostrado ser ineficaz en sus funciones, ha perdido todo lo que era y actualmente se encuentra en decadencia y con la necesidad de ser rescatado de los errores que amenazan con devorarlo...- mi tono se endureció con la última frase, momento en el que posé mi mirada en Gwen para que prosiguiera ella con su discurso.