Residencia Pendragon (Montañas del Dragón)

- En absoluto. No recubrieron a nadie. Se enroscaron a mi brazo y después se clavaron en tu piel. Sigue sin tener ningún sentido. - por más que lo analizaba no se lo veía. Había algo ahí que ella no controlaba, pero desconocíamos el motivo y el modo de evitarlo. Tampoco tenía claro por dónde empezar a investigar todo el asunto para que no se volviese a repetir.  - Sería absurdo que tuviese que ver con dormir juntos. No, no puede ser algo tan simple. - murmuré por lo bajo, más como reflexión para mí mismo que para ella. Alcé la mirada y detuve la mano un instante cuando me aseguró que no quería hacerme daño, aunque una cosa era lo que quisiera y otra lo que sucediera.

 - Voluntariamente no. Y tampoco querías hacerte daño a ti, y mira cómo has acabado. - volví a  mojar la gasa con más poción de díctamo, pues las heridas eran un poco más profundas de lo que parecían a simple vista. Presioné durante varios segundos mi mano contra su pecho para que la poción impregnase bien las heridas y las cerrase, aunque intentando no apretar más de la cuenta.

- Sólo despertaste con el dolor. - caí en la cuenta de eso, precisamente tras intentar no hacerle daño al presionar con la gasa. - Imagino que no querrás volver a dormirte lo que queda de noche, pero mañana deberíamos experimentar para controlarlo. - di algunos toques más sobre su piel, terminando de aplicar lo que quedaba de poción en el frasco. Las heridas humearon hasta que una nueva piel rojiza fue cubriéndolas, dejando una pequeña marca, otra más para la colección. Dejé a un lado la gasa y el frasco, cruzando de nuevo nuestras miradas. Ahora tendría la inquietud de poder encontrarme de nuevo con esos ojos negros e inquietantes en lugar de con aquellos ojos vivaces en los que la magia parecía agitarse. Lo que dijo del peligro ya lo intuía. El resultado podría haber sido otro de no haberse atacado a ella misma.

-  Si lo dices por mí...yo puedo defenderme. Pero lo que llevas dentro no puede. - ese era el peligro más real, que de algún modo buscasen la forma de dañarlos. Noté una especie de escalofrío por la espalda en el momento en que dijo el nombre de Morgana, como si de algún modo lo hubiese sentido cuando escuché el "Pendragon" de sus labios. Tardé unos segundos en reaccionar y en encontrar las palabras para lo que quería decir, pasándome después una mano por la cabeza para echarme el pelo hacia atrás a la vez que inspiraba y soltaba después el aire lentamente. Necesitaba procesar aquello. - Una posesión...como la de Charles con Bellatrix, y con Desmond. Espíritus de ancestros que regresan. - poco se podía hacer contra aquello. Ni siquiera los médiums lo controlaban por completo.  - ¿Qué quiere Morgana de ti? ¿Y de mí? ella ni siquiera llegó a formar parte del Consejo. Nuestras rencillas son posteriores.- ni Merlín, ni Arturo, ni Morgana habían tenido que ver en lo que sucedió después, con la guerra civil entre Descendientes. - Si logramos que el Sanguis nos hable...podríamos tener respuestas. ¿Hay algo similar al Sanguis en tu familia? ¿algo que reúna espíritus de los ancestros?

-Entonces sabían que no podían defenderme… - Frunció el ceño, intentando aún dilucidar que estaban haciendo y miró hacia una zona de oscuridad intentando ver si había algo observándola de vuelta. ¿Habrían sido sus elementales? ¿Se habían desarrollado hasta no necesitar su comando? Bajó la vista hacia su pecho para mirar las marcas -Pero pudo haber sido la canalización… Han sido pocas las veces que he usado ese tipo de caudal de magia…- Recordó el momento en el que Max le había pedido que fluyera con ella porque, a diferencia del controlado momento con Wthyr, en el Castillo Le Fay sentía que iba a explotar…Lo que le había ayudado a reconocer esa sensación en la boda y la había dejado libre con cierta tranquilidad.

-Actuaron por sí solas…Pero no eran mis elementales- Añadió -Ni una ilusión, porque no era consciente- Tensó suavemente los labios cuando apretó un poco más fuerte en las heridas sintiendo que se le humedecía la mirada por el dolor que le daba. Al oírlo sacar la conclusión asintió con suavidad -Lo sé…Estoy acostumbrada- No así al menos pero supuso que sus sombras lo habían interpretado. Apretó suavemente la tela de la toalla mientras todo lo que se cernía sobre ellos era cada vez más oscuro -¿Cómo te defenderías de ella sin dañarme a mí en el proceso? ¿Sin joder nuestra única forma de parar la maldición?- Inquirió alzando las cejas, para que cayera en la cuenta de ese pequeño detalle.

Supo que su gesto no era, para nada, algo fingido y apartó la vista sintiendo que la humedad de sus ojos se acrecentaba. No es que fuera feliz desde el momento en el que se separó de Ian pero…sólo quería que todo acabara. Todo -Era…Yo…- No sabía como explicarlo en ese momento porque los recuerdos de la pesadilla volvieron a su mente y se llevó las manos al rostro para secarse las lágrimas con el dorso de la mano -¿De mí?...- La risa que soltó fue tan triste y melancólica que hasta le dolió. Negó suavemente con la cabeza y observó a Wthyr -Ávalon. Quiere reinar en Ávalon nuevamente- Ahora que lo veía todo en perspectiva se sentía brutalmente ofendida. Se sentía sólo un peón con el que Morgana había jugado de una forma tan abierta y ella había caído en la trampa. Usó todo a su favor para hacerla creer que podía confiar en ella y cuando todo estuvo dispuesto, lo aprovechó. Se había servido a sí misma en bandeja de plata -Y me has convertido en todo lo que ella quería. La historia se repite- No necesitó completar la frase, estaba claro que Wthyr la entendía.

¿Algo similar al Sanguis? Aquello hizo que le recorriera un escalofrío. No podía decírselo. No todo -No puedo volver ahí- Negó lentamente y se incorporó, sosteniendo la toalla contra sí misma con un gesto desolado en el rostro -No me hagas volver ahí. No…- Porque se parecía tanto a su pesadilla y no es que desconfiara de sus poderes, es que no confiaba en ella…En cómo… La última vez le había dicho toda su jugada mientras escondía la pieza maestra de su espíritu en sí misma -No me dejará salir. Me dejará encerrada- Le dijo mientras un ligero temblor empezaba a apoderarse de su cuerpo. ¿Y qué si volvía a dormir y … ¿Estaba el laberinto en su cabeza? ¿Cómo se había atado a ella? Por si acaso se acercó a la mesa de noche y empezó a sacarse los anillos que tenía en los dedos. Si su madre había usado una serpiente quizás Morgana se habría atado a alguna de aquellas joyas. Excepto el del matrimonio porque se lo había puesto posterior a la entrada al laberinto. Miró cada uno de los anillos con un gesto de molestia y luego los tiró en un cajón que abrió.

Estuvo un momento en silencio mientras intentaba controlar sus emociones-No sé cómo son las posesiones- Le respondió a Wthyr mientras decidía que era buena hora para ponerse ropa. Buscó la ropa interior y empezó a ponérsela por debajo de la toalla, después de eso se quitó la toalla ignorando brevemente su incomodidad y se pasó un jersey largo por la cabeza. Se cogió las primeras calzas que encontró y se las puso también. Después cogió la toalla y empezó a estrujarse el pelo para secárselo -Pero si son siquiera como la mitad de lo que fue mi sueño…No estoy segura si tendré algo de fuerza para volver. Voy… Yo… Tengo que hablar con Matvey y con Mei. ¿Tenéis oniromantes en Ávalon?- Preguntó frunciendo el ceño, quizás alguno de ellos podía vigilarla en sueños y retener cualquier ataque. Curiosamente, se acordó de Max y soltó un breve suspiro.

Interpreté que el dolor era un viejo conocido suyo para reaccionar, que la hacía actuar en las situaciones en las que requería poner a salvo su vida. Era una especie de código de seguridad ante el control, pero en su estado actual no podía usar. Apreté un puño sobre la sábana de manera inconsciente, dándome cuenta de que lo que ella decía era cierto, no podría defenderme sin dañarla a ella, y a nuestra forma de acabar con la maldición. Era frustrante, cuando parecía que habíamos descubierto la solución aparecía otra cosa. - Entonces buscaría la forma de contenerlo sin dañarte. Además, podría soportarlo. No me subestimes. - la advertí con tono grave, sin apartar la mirada de sus ojos cada vez más cristalinos por las lágrimas contenidas. Ya no sabía si era por el dolor de la poción sobre las heridas, el miedo por lo que acababa de pasar o una mezcla de ambas.

La revelación sobre lo que quería Morgana me dejó helado. Sabía que originariamente había sido ella quien había llevado Arturo a Ávalon, pero de ahí a querer recuperarlo... - Su tiempo ya pasó. Está muerta. Que lo acepte y deje reinar a su linaje. - aquello era como si los ancestros del Sanguis tratasen de poseer nuestros cuerpos para regresar a la vida. Era aberrante. - ¿Lo que ella quería? esto no es un plan orquestado por ese espíritu. Ha sido cosa nuestra. Podemos contraatacar. Jamás regresará a la vida ni será reina de nada. - me levanté de la cama con creciente indignación, pensando en algún modo de deshacernos de ella. - Primero necesitamos saber todo lo posible. Sé a quién consultar. - cerré mis manos alrededor de sus hombros para tratar de detener el ligero temblor que le había entrado al pensar que tenía que regresar a donde quiera que hubiese visto a Morgana.

- Ahora no debes volver. Pero tienes que decirme dónde la encuentras. Hay que sellarla, bloquearla o destruirla. - la solté mientras se quitaba los anillos, intuyendo que temía que fuesen alguna especie de contenedores de fragmentos de alma de Morgana. No, parecía demasiado sencillo. Le habría afectado antes. - Las posesiones anulan por completo la voluntad, sobre todo cuando no es un médium que pueda controlarse. Te conviertes en un recipiente. Aquí tenemos un linaje que puede convocar espíritus, los Hammurabi. Y los de Cleopatra controlan la hipnosis. Podemos manejarlo. - que no se pensase que sólo Ouroboros podría ayudarnos. Fui a vestirme con una camisa cuando ella comenzó a ponerse la ropa. Estaba comenzando a amanecer, después de una mala noche. Hice un gesto de disconformidad cuando mencionó a Matvey, aunque si era útil para el problema me daba un poco igual que lo viese. No se atrevería a buscar al otro. - Te llevaré. Después regresaré a Ávalon para investigar lo que podemos hacer.

-Hazlo…Y no importa si me tienes que hacer daño, sólo …No lo hagas mortal- Le respondió con un tono bastante neutral porque si el dolor le había traído de vuelta era por alguna razón. ¿Cuál? No estaba segura. Pero si era necesario -No subestimes tú a Morgana. Nuestros nombres no dieron forma a ninguna era, ninguna historia. Somos lo que somos por lo que ellos fueron- Esperaba que comprendiera que no era un ataque para él sino el genuino miedo de que la bruja más grandiosa, y oscura, de la historia estuviera ahora allí para romperle las pelotas.

Le miró con cierta intensidad cuando le soltó aquello de que “lo aceptara” y “dejara”. Como si fuera tan fácil. Morgana siempre había estado obsesionada con el apellido Pendragon y ahora con Ávalon… Y Catherine había reunido toda la información que ella había necesitado. Miles de años encerrada en aquel laberinto esperando el momento exacto para que sus descendientes descubrieran la isla. El momento exacto… Se había perdido en sus pensamientos cuando Wthyr le cogió de los hombros, alzó la cabeza para mirarlo escuchando aquello de que sabía a quien acudir. Bien. Porque ella no tenía ni puta idea. No sabía si Matvey podría ayudarla. Mei quizás. ¿Sería algo implantado en su mente?

-Pero…- Se concentró en deshacerse de los anillos. Quizás…Si destruía el laberinto… Pero ¿Eso era posible? Tragó en seco intentado hacerse con la idea de romper con algo que se supone debía ayudarla pero que… Detuvo un momento sus movimientos. Ella… Ella nunca había visto a nadie más que Morgana. ¿Era realmente un lugar donde estaban los Descendientes de su linaje? Nadie se había manifestado nunca. Ni siquiera su padre. ¿Quiénes estaban ahí y en calidad de qué? Sintió que palidecía nuevamente. ¿Y qué tenía Max que ver en todo esto? ¿Cómo es que él sabía cosas que ella no?

Sintió el tirón de nuevo.
El ahogo.

Hasta que Wthyr empezó a enumerar cosas. Volvió la vista hacia él con cierta esperanza. “Podemos controlarlo”, le dijo y Catherine creyó que quizás sí se podía. Si no dormía. No tenían oniromantes… Si cuando Aedan estaba en peligro pasó días sin dormir, ahora más…No iba a dejar en manos de Morgana el futuro de aquella maldición. No sólo por Aedan sino por esos hijos que venían en camino -No te vayas a Ávalon aún. Veamos a Anteia, veamos a Matvey… También sabe hipnosis y está acostumbrado, en cierta medida, a lidiar con espíritus- Y la iba a regañar, enormemente… Oh, iba a decirle cuatro cosas… En ese instante, frunció un poco el ceño, incómoda – O puedo verlo sola. No importa- Mencionó recordando la actitud de ambos y lo que ahora sabía Wthyr… Probablemente acabarían como Ian y él.

Ian.
Ay, tenía que decírselo.
Tenía que hallar un hueco en el que Wthyr no estuviera para usar el espejo y decírselo.  

Con el gesto contrariado porque, sinceramente, no sabía cómo iba a reaccionar Ian fue finalmente a por un abrigo y las botas para salir de la habitación con Wthyr  y luego salieron de la residencia hacia el centro de la isla.

Había regresado a Ouroboros nada más terminar la reunión. Los días pasaban lentos de nuevo en la tranquilidad de la Residencia Pendragón en las montañas. No había tenido visitas, y en las pocas ocasiones que había bajado a la ciudad tampoco había cruzado demasiadas palabras con nadie.

Mentiría si no dijese que fui al encuentro de DaVinci, nuevamente para disculparme. Era una costumbre repetitiva. Sin embargo, los trabajadores del lugar me informaron de que no se encontraba allí. Igualmente dejé una botella de vino de Ávalon y el encargo de que le informasen de mi visita. Dudaba que lo cumpliesen.

La rutina volvía a ser casi la misma de siempre: entrenar, rezar, leer y pasear. Excepto porque ahora pasaba la mayor parte del día en alguno de los templos, recogiendo material, descubriendo murales escavados en roca. Recuperando textos antiguos y objetos que habían quedado olvidados en ellos.

Había varios encargados de desenterrar aquellos templos, pasaban día y noche allí. Otros...se dedicaban a buscar los que faltaban. Seguramente no se encontrarían en aquellas montañas. Por los textos descubrimos que estaban dedicados cada uno a un dragón legendario. De momento teníamos localizados 3 de ellos.

Así que estaba allí, en el murete del patio. El que daba a las montañas heladas. Como cada noche, escuchando el vuelo de los dragones y el susurro del viento mientras intentaba descifrar los textos antiguos recogidos en los templos.

Suspiré, pensando que no había hablado en un largo tiempo. Ni siquiera con Alud, que últimamente disfrutaba de su tiempo en su forma natural. Pero...¿para qué hablar? Mis últimas conversaciones no habían sido más que malentendidos y disputas, rodeadas del poco entendimiento y la negativa a dialogar. Eran enfrentamientos.

Pasé la página sin prestar mucha atención a lo que estaba leyendo y decidí tomar asiento en el muro, a pesar de que al otro lado la caída era más que mortal. El viento movió mi pelo y agité la cabeza apartándolo de mi rostro.

Según los pergaminos y las leyendas quedaba al menos otro templo por descubrir, pero en aquellos textos... hacían referencia a más. Apreté mis labios pensando que si los que habíamos encontrado se erigían en nombre de los dragones legendarios...¿A qué se dedicaban el resto?.

Un sonido que no pertenecía a aquel lugar llamó mi atención y alcé la mirada hasta dar con aquel ave robótica. Fruncí el ceño siguiendo su camino con la mirada y estiré mi espalda cuando unos haces de luz que salían de aquel trasto me escanearon justo antes de tocar suelo y aparentemente apagarse.

Miré a todos lados antes de bajar del murete, dejando el libro ahí para agacharme junto al pájaro. Ya había visto ese tipo de ser robótico, en una versión más pequeña. Lo tomé en mis manos y volví al muro apoyándolo ahí. ¿Qué quería DaVinci?¿Le habrían dado el recado?. Desaté el pergamino y al abrirlo mi expresión volvió a arrugarse, en un gesto de extrañeza.

Era uno de sus retratos, así que la nota definitivamente era suya, pero no entendía la razón de dibujar mi rostro y enviarlo en un pájaro metálico. Giré el papel, apoyando mis codos en el muro al leerlo. Sonreí de medio lado en una mueca escueta y rápida al leer las primeras palabras, recordando ese insano enamoramiento que tenía por el Descendiente de Merlín.

Continué leyendo y miré al búho, que tal como indicaba estaba apagado. Tendría que guardarlo o llevarlo al taller. Desvié la vista a las montañas pensando que no me apetecía volver a bajar a la ciudad, tal vez podría mandar a alguien. Turín había dicho, así que había tenido que ir hasta Italia para pensar en dibujar cualquier otra...

Ladeé un poco el rostro cayendo en cuenta de algo y volví a leer el contenido de la nota.-Oh...-Solté por lo bajo con recelo. No, eran palabras mal escogidas. DaVinci era extraño y a veces se expresaba enrevesadamente. Obviamente no podía ser lo que acababa de pasar por mi cabeza.

Un portal se abrió en el patio de la Residencia Pendragon y de ahí surgí. Mi bastón tocó el suelo rocoso produciendo un sonido fuerte en aquel silencioso lugar.

-Mi Señora Pendragon.-Acerqué mis pasos a ella, costándome más de lo normal. Al llegar lo suficientemente cerca hice el gesto pertinente llevando mi mano al pecho e inclinando mi ajado cuerpo. Clavé mis ojos en ella desde aquella posición.-Preciso de su ayuda, Milady.

Incorporé mi espalda con lentitud y los huesos crujieron uno a uno sonoramente.-Alguien ha atacado a mis queridos alumnos y hay cierto...derramamiento de sangre que solamente vuestra familia podría intentar arreglar.-Señalé al portal que seguía abierto.-¿Podéis acompañarme?

Volví a leerla ahora con algo de preocupación en mi expresión y a decir verdad cierto calor en las mejillas. Imaginaciones. Al escuchar la voz tensé el papel entre mis manos. Sabía quién era, esa voz era inconfundible y no me fiaba nada de aquella persona.

Miré el búho por un segundo y sin pensarlo lo empujé al vacío, junto al papel que voló con el viento. Tomé el manuscrito de los templos y giré mi cuerpo pasando el pelo tras mi oreja, despreocupadamente.-Maestro Draven.-Saludé de vuelta.

Incliné mi mentón respondiendo así a su saludo justo cuando se escuchó el metálico sonido chocando contra la roca. Carraspeé. -¿En que puedo ayudaros?- No lo entendía, aquel hombre no había cruzado casi palabra con nadie y lo poco que hablábamos era sobre los dragones legendarios. Traté de disimular el repelús del sonido del crujir de sus huesos mirando a cualquier otra parte. Cerré el libro dejando caer mis brazos en una pose algo más relajada y volví a mirarle.

No tenía ni idea de los poderes que manejábamos cada uno de nosotros. Asentí. Era un aliado, y a los aliados siempre se les tendía la mano. Aunque si hubiese ido en busca de Shyvanna, tal vez hubiese sido mejor. Comencé a andar siguiendo su paso hacia el portal.-¿Ha sido en vuestro refugio?¿Quién os ha atacado?-Se escuchó antes de cruzar el portal.

La noticia de que mi hermano y ahora Rey tenía una enfermedad fruto de nuestras raíces no había sido bien recibida por mi parte. Aún no sabía como me sentía con respecto a la naturaleza de nuestra familia. Me había informado discretamente de su estado durante aquellos días, por suerte el mío no había empeorado. Tampoco me sentía mejor.

El Árbol Sagrado había dado su beneplácito a la unión de Darren y la descendiente de Lothbrok. Sin embargo no había informado de ello. Me preguntaba si debía actuar tal y como lo había hecho con mis hermanas e interceder en aquella decisión. Al fin y al cabo el Sanguis Ligno había dejado claro que, por el momento, no acabaría con mi vida. Suponía que no lo haría hasta tener afianzada la descendencia Pendragon.

Pero mi hermano era parco en palabras y dudaba que se abriese a mostrar sus verdaderos sentimientos. No conmigo, al menos. Shyvanna hubiese sido una buena opción si no fuese tan sobreprotectora con el rubio, Lake... a Lake ni siquiera le importaría y Cedric vivía ajeno a aquellas cuestiones. Así que mi única opción seguía febril en su cama.

Así pues, dediqué mi tiempo al plan que ya estaba en marcha. Los templos poco a poco recobraban su lustre y sorprendentemente ningún dirigente de Ouroboros había puesto un pie en ellos, ni en la Residencia Pendragon ...ni tan siquiera se habían comunicado por ningún medio.

Cuando tras una pared apareció una caja antigua y extrajeron su contenido supe que aquello era importante. Su cubierta estaba decorada, arcaicamente pero claramente de manera ostentosa para la época, en los tonos de nuestro estandarte. Claramente era diferente al resto de libros.

Dedicaba tiempo a intentar descifrar su lenguaje, palabras en lengua de dragón antigua, mezclado con otros vocablos más conocidos pero con un uso ciertamente diferente al actual. Poco a poco sacaba conclusiones y garabateaba en otro pequeño cuaderno, mucho más simplón de cubierta negra.



¿hibridosis? NOP
¿árbol aprueba casamiento Darren-vikinga? YEP
¿Novedad templos?
1, 6-estamos jodidens uno está en las profundidades más profundas de la montaña
2, 7-localizados todos menos 1
3, 8-localizados todos
4, 9-sin novedad
5, 10-Descubrimiento libro important

El miembro 'Gwen Pendragón' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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#1 'Probabilidad' :


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#2 'Dado (10)' :

El viaje en grifo era más lento que el viaje en dragón y menos cómodo porque tenía que estar atenta para dirigirlo, aún así el viento fresco de una mañana primaveral era lo que necesitaba para aclarar su mente así que aprovechó para enviar un mensaje mental a Ian, advirtiéndole del ejército y también de que estaba en Ouroboros.

Aterrizó en la parte de afuera del castillo y guardó el grifo con un gesto suave de la mano antes de arreglarse la capa de viaje y el cabello, avanzando entre los guardias que le hicieron una reverencia a la que Catherine respondió con un “buenos días” y una sonrisa incómoda antes de entrar.

El ambiente era más cálido que afuera así que se quitó la capa y los guantes antes de mirar alrededor con un gesto algo confuso. Tenía que buscar  a la mujer que se encargaba de todo en ese castillo pero no podía ubicar su nombre y maldijo, era una falta de respeto. Se humedeció los labios y se acercó a uno de los guardias -¿Podrías informar al ama de llaves que estoy en el salón esperándola? Muchas gracias- Solicitó antes de irse hacia el salón.

Al ingresar sintió una leve punzada en el pecho al ver la chimenea apagada, recorrió la estructura un instante antes de recordar que allí había sido donde había sellado su matrimonio con Wthyr en un intento desesperado por salvar a Aedan y ahora su vida era el doble de complicada porque no sabía cómo explicarle al Pendragon que no debía tomarse atribuciones que ella no estaba dispuesta a ceder. Se acercó allí, pensativa, recordando las palabras y juramentos que había hecho cerrando casi cualquier posibilidad de volver a su vida anterior.

Bajó ya preparada de sus aposentos, ataviada con el traje de montura mucho más apropiado que los vestidos que solía lucir la mayoría del tiempo. En las montañas el cuero le protegía mejor del frío invernal que seguía reinando en aquellas alturas y era más cómodo para los trabajos que realizaban en los templos.

Al llegar al piso inferior, mientras se ponía los guantes, uno de los guardias le informó de la llegada de la reina. Trató de no mostrar sorpresa en su rostro, o más bien miedo por si aquella visita tenía que ver con un empeoramiento en la salud de su hermano. Despachó al guardia mientras se dirigía a la sala donde le habían indicado que se encontraba.

Al cruzar el umbral su mirada se clavó en Catherine. Las puertas permanecían abiertas. Se inclinó en un saludo reverencial.-Mi reina.-Saludó de ese modo y después miró a los guardias al otro lado de la puerta haciendo un gesto con la mano que se tradujo en que cerraran la puerta dejándolas a solas.

Avanzó hacia ella tranquilamente y paró a pocos pasos mirando la chimenea que segundos antes la morena observaba con atención.-Apenas usamos el salón estos días. -Explicó. Volvió a clavar la mirada en ella.-¿A que debemos la visita? ¿Mi hermano continúa igual?-Preguntó ansiosa por saber pero aparentando calma.

¡Pero sus modales! Irguió un poco su espalda, incómoda por no haber sido todo lo correcta que le había inculcado su abuela.-¿Puedo ofreceros algo de beber o comer? Los viajes desde Avalon pueden resultar cansados si se está acostumbrado.

La presencia de alguien en el salón, supuso que el ama de llaves, la sacó de aquellos pensamientos que rondaban su cabeza. Uno más raro que el otro y, sin embargo, tenía una extraña claridad o certeza de que tenía que aceptar el futuro que había prediseñado ese día. Al girarse y ver la reverencia de Gwen contuvo un suspiro. Tenía la ligera impresión de que tendría que repetir la misma conversación que había tenido con Cedric. Aún así, cuando las dejaron a solas, tomó las riendas -No quiero que me llames, mi reina. Soy tu cuñada. Puedes llamarme Catherine- A ver si así comprendía que el título era una cosa que bien podía respetar delante de los guardias o vasallos pero hasta allí.

Miró hacia la chimenea al escuchar su comentario sin saber muy bien cómo reaccionar o qué decir. Alzó la vista hacia ella siendo consciente de algo -Porque estás sola. Y en tu soledad probablemente pases más tiempo en tus aposentos o en .. un… ¿Santuario?- Apuntó, un poco perdida sobre lo que hacía la pelinegra en Ouroboros -Así que es más económico no encenderla y se le ahorra trabajo a los encargados- A ella le parecía una cosa absolutamente lógica así que se sintió contenta de salir con esa respuesta.

-Tu hermano está perfectamente. Debe estar ya de camino a tierras nórdicas para seguir construyendo su imperio… etc, etc, etc- Dijo moviendo una mano como simulando un discurso digno para luego dejar escapar un suspiro -Vengo a buscar mis pertenencias. Me retiro a una cabaña en el Bosque de Sherwood hasta dar a luz, como mínimo- no sabía cómo se lo tomaría pero la verdad es que le importaba menos de lo que creía, a fin de cuentas solo la opinión de Wthyr tenía algo de peso sobre la gestación de su primogénito y contaba con su apoyo.

Gwen y el resto de sus hermanos podían decir ritual, que Catherine no iba a arrodillarse ante el Sanguis Ligno.

-No, gracias, estoy bien. Ve…- De pronto un patronus ingresó al salón y no tardó nada en reconocer la voz de Ian, con un tono que sin duda era borde y frío. Los ojos de Catherine se quedaron mirando la figura hasta que desapareció y, por un rato más, vio el espacio vacío antes de parpadear lentamente. Pensaba que las cosas habían quedado claras la última vez que habían hablado, es más, pensó que estaría mucho más emocionado de poder contactar o ubicarla en cualquier momento y que iba a poder cuidar de Aedan pero no. Ella se había resignado a un futuro que había firmado con sangre, él tenía la libertad de sufrir cuanto quisiera y como quisiera. No estaba en su lugar decirle cómo hacerlo aunque eso le doliera a ella.

Envío un mensaje mental a Adam para que le preparara al niños y luego otro a la persona a la que solía comprarle el mercado para bajar bien cargada a la cabaña y, con suerte, no volver a salir hasta un par de semanas después.

Desvío la mirada hacia Gwen con un gesto neutral antes de observar la marca en su rostro -¿Ha retrocedido en algún punto?- Preguntó por hacer tiempo mientras esperaba al ama de llaves.

La petición, o advertencia, de la bruja sobre cómo debía referirse a ella hizo que Gwen parpadeara un par de veces, desviando la mirada por unos segundos para después volver a fijar la vista en ella directamente y asentir, conforme. No iba a ponerse a discutir sobre las formalidades del título, ni sobre la aparente aversión que Catherine sentía por él. -Siempre que no estemos en público. -Añadió. Y en aquello no daría su brazo a torcer.

Por el tono podría parecer que estaba enfadada, sin embargo no era más que la forma habitual de expresarse de ella. Juntó sus manos a la altura de sus caderas e iba a proseguir cuando Catherine tuvo el detalle de remarcar el por qué de la chimenea apagada. Apretó los labios un segundo , gesto que se reprodujo en sus manos. Suspiró con calma y lentitud a pesar de aquel golpe bajo. No era que le molestase estar sola, es más, disfrutaba de la soledad pero que se lo recordasen en aquellos momentos no le hacía gracia alguna. Pues era cierto que últimamente se sentía más sola que de costumbre.-Rehabilitando antiguos templos de las montañas.-Corrigió y sonrió brevemente después asintiendo.-Exacto. Es inútil calentar una estancia para nadie.

Esperó que contestase rápido sobre la situación de Wthyr, que Catherine hubiese ido hasta allí por cualquier tontería. ¿Pero qué se le perdía a la morena en la Residencia de las montañas ?  Cuando por fin habló Gwen no pudo evitar soltar el angustioso aire que se había acumulado en su pecho al pensar que algo malo podía haberle sucedido y esbozó una más clara y sincera sonrisa hasta que habló del imperio y su partida. -¿Cómo?-Parecía perdida.-En tu última carta ni siquiera se había levantado de la cama y...-Entonces comprendió que si así era, no le daría tiempo a ir a Avalon para verle, ni a él, ni a ninguno de sus otros hermanos que también habrían partido junto a él.

Procesó aquello en su cabeza y por unos segundos casi se mostró abatida mientras Catherine hablaba sobre sus intenciones con respecto a la visita. Frunció el ceño volviendo a mirar a la bruja.-¿Sherwood?¿Mi hermano está conforme?-Preguntó con extrañeza mientras se movía a uno de los laterales de la sala donde había una especia de carrito con bebidas, sirviéndose una diminuta copa de vino dulce. ¿En serio pretendían dejar Avalon sin la presencia de la reina?¿O era una ocurrencia de esa caprichosa y egoísta bruja?. Bebió un pequeño sorbo en el preciso instante en el que apareció el patronus.

Observó con recelo los brillos de la magia mientras las palabras brotaban de ella. ¿Espectros? Volvió a fruncir el ceño extrañada, tomando un nuevo sorbo. Observó a Catherine, no parecía entusiasmada por aquel mensaje pero Gwen decidió no comentar nada al respecto. Dejó la copa a un lado y se acercó a ella, dispuesta a despedirse pero la pregunta le pilló por sorpresa.

Claro...era lógico. No era como que se estuviese preocupando por su salud. Aquello era algo que nos afectaba a todos.-Ni un ápice.-Contestó molesta y apretó sus labios entre sí.-En ocasiones tengo la sensación de que incluso avanza.- En ese momento no pudo evitar mirar hacia su vientre pero apartó con rapidez la vista de ella.-El ama de la casa suele salir a volar a estas horas. Avisaré para que enciendan la chimenea mientras esperas.

Catherine simplemente asintió cuando le dijo que en público todo sería diferente. Los ojos de la morena se desviaron hacia la puerta donde los guardias ya no estaban -Por eso esperé- Aunque notó que aquello no le gustó. Gwen era casi tan expresiva como ella pero cuando pasabas tanto tiempo como Catherine siendo autocrítica aprendías que ciertos gestos eran imposibles de contener. Pero, una vez más, tampoco le importaba si le causaba picazón llamarla por su nombre.

-¿Templos? ¿Aquí? ¿De qué? ¿Tenéis un Sanguis Ligno aquí?- Preguntó abriendo los ojos con cierta sorpresa porque ella no solo sospechaba que eso iba a traer problemas sino que eran cosas ocultas que dudaba que el Consejo de los 20 lo supiera. ¿Se habrían reunido? ¿Habrían prestado atención a su advertencia? ¿Matvey les había dado la información? Tensó un poco los labios al oír lo de la estancia y la recorrió con la mirada un momento -¿Por qué tus hermanos no vienen aquí? Al principio, parecía que apreciaban bastante la isla a excepción de Cedric. Entiendo lo de Darren y hasta lo de Wthyr pero…¿y el resto? ¿Por qué es solo tú tarea restaurar templos? ¿Y el resto de las sacerdotisas?- La verdad es que sí, Catherine era una pesada cuando no entendía algo y podía lanzar preguntas a diestro y siniestro sin tomar en cuenta los sentimientos que podía afectar en el camino hasta que era muy tarde.

Arqueó las cejas cuando ese "¿Cómo?" Le sonó a sorpresa y luego Catherine sí que soltó un largo suspiro -Y estaba cansado, Gwen… pero en cuanto puso un pie fuera de cama llegó a mi reunión con Asiaín con Freyja, tu primo tenía información de los países nórdicos y claro la vikinga solo quiere sangre. Y…- Luego se quedó en silencio un momento y le recorrió el rostro con la mirada, como evaluándola - Conoces a tu hermano mejor que yo- y estaba segura de que todos ellos habían sido criados de la misma manera, lo que explicaba que aunque tuvieran objetivos diferentes, la forma en la que les veían los demás era importante para ellos. Cedric y Gwen se escudaban en unos modales ejemplares mientras Darren en ser un guerrero en todos los ámbitos de su vida y Shyvanna… bueno ella, ella no estaba muy segura de cómo funcionaba. ¿El alivio cómico? ¿La oveja negra? No, esa era la pelirroja venenosa que le daba mala espina.

-Sí- Dijo en un corto monosílabo cuando preguntó si su hermano estaba de acuerdo -No me conoces Gwen, ninguno de vosotros. No lo suficiente para saber lo que significan Ouroboros y Avalon para mí. No en este momento- Expresó llevándose una mano al vientre -Pero él sí, así que entendió y respetó mi elección- Y allí quedaría esa conversación, si quería seguir que viajara a donde sea que estaba Wthyr y lo hablara con el directamente. La vio servirse un poco de vino pero después llegó el patronus y, la verdad, no estaba muy por la labor de socializar.

Y perdería todo un poco más cuando Gwen le advirtió que a veces sentía que avanzaba. La tez palideció un poco y apretó la mano en su vientre con un sentimiento de pérdida que no estaba dispuesta a aceptar -¿La… la sensación o la certeza?- Inquirió y esta vez acortó la distancia entre ellas. Alzó una mano hacia ella pero antes de tocarla la bajó. Sentía que el corazón le latía con fuerza en el pecho y la angustia subía por su cuerpo directo a su garganta. No podía haber sacrificado tanto para nada. -Gwen. ¿Cuánta parte de tu cuerpo cubre la maldición? ¿Cuánto avanzó? ¿En qué te está afectando? - Miró alrededor buscando algo en particular, pero no encontró nada. Contuvo el "argh" que iba a salir de sus labios y decidió quitarse la capa de viaje para apoyarla en un sofá con unas manos poco firmes -Quizás tiene algún efecto secundario. Eres la menor de todos los hermanos ¿No? Aedan también fue el menor del linaje Le Fay -

Dejó de lado el asunto del título y su nombre. No merecía la pena explicarle las razones por las que a ella le resultaba más cómodo y apropiado no tutearla. Estaba claro que ser reina le daba algo así como alergia...o tal vez fuese solo por ser reina de un lugar que despreciaba.

Su tarea en Ouroboros pareció sorprenderla y...confundirla. Gwen miró a Catherine como si esta última estuviese notoriamente perdida.-¿Qué? No.-Negó como si la idea de tener allí al Sanguis fuese completamente absurda. A pesar de que su hermano le había insinuado que hiciese algo así, y las sacerdotisas también. Para Gwen plantar una parte del Sanguis Ligno en Ouroboros era un último recurso al que no quería recurrir.-Son templos de dragones.-Explicó como si por alguna razón LeFay debiera saber de su existencia.

La mujer siguió preguntando y Gwen desvió la mirada por un segundo, tomando aire brevemente, consciente de que nuevamente estaba siendo cuestionada e interrogada, como siempre hacían los Ouroborienses.-Mis hermanos como bien has dicho tienen una conquista de la que ocuparse.-Soltó algo tensa.-Cedric toma las riendas de Avalon en ausencia del resto de mis hermanos.-Apretó los labios ante la pregunta de los templos. Sonrió de medio lado y negó, alzando una mano en un gesto pidiendo tranquilidad.-Estás mezclando magias. Las sacerdotisas se encargan del cuidado de nuestro Árbol Sagrado, aquí estamos intentando recuperar los templos sagrados de los dragones que...al parecer, todos vosotros habéis dejado en el olvido. Incluído Tepes, lo cual es decepcionante.-Añadió con tono severo.

Al escuchar la situación de Wthyr frunció un poco su ceño, atenta a las explicaciones de Catherine. Apretó por un segundo los labios cuando mencionó a su primo. Una víbora en su opinión, con muy buenos modales. -Intenta aparentar normalidad.-Comprendió y asintió, aún así nada conforme con aquella marcha tan rápida tras su convalecencia. -Rezaré al Sanguis Ligno por ellos.

Al menos Wthyr estaba al tanto y conforme con la huida de Catherine. Alzó una ceja y tras eso la mano para tratar de parar aquella explicación que le daba.-No estoy pidiendo tus razones, ni juzgando tu decisión.-Frunció el ceño molesta por aquello.-No te conozco, ni tu a mi, pero ambas conocemos a mi hermano y me fio de su criterio.-Miró a cualquier otro lado para no tener que observar a Catherine. -No hace falta que estés a la defensiva por una simple pregunta. Ni mis hermanos ni yo tenemos ningún interés en que sufras de modo alguno.-Soltó con molestia antes de comenzar a dirigirse para hacer lo que había dicho. Avisar para que encendieran la chimenea.-Hablaré con Cedric para que se ocupe si alguien reclama tu presencia en Ávalon.

Sin embargo su pregunta hizo que retrasase su marcha nuevamente. Lo pensó, recordando esos pequeños instantes frente al espejo, donde trataba de descifrar si la maldición avanzaba o retrocedía, o aquellos instantes donde los pequeños zarcillos negros de su piel parecían balancearse suavemente.-Tal vez avanza mínimamente, de forma tan ínfima y silenciosa que tienes que fijarte detenidamente durante días para darte cuenta.-La observó mientras se acercaba hacia ella, no se movió ni un ápice y siguió la mano de la morena con la mirada que finalmente no se atrevió a tocarla.

Miró a su espalda, comprobando que no hubiese nadie que pudiese observarlas. Suspiró y se giró hacia Catherine comenzando a desabotonar su pechera primero.-En general no causa molestia pero mi cuerpo se cansa con mayor facilidad.-tiró de su guante, la mayoría de la mano estaba negra aunque los dedos mantenían casi todas sus puntas intactas, con aquellas ramificaciones negras amenazándolos.-Aham-Confirmó que era la menor de los hermanos. Tiró del cuero de la pechera para apartarla y levantó la camisa. La mitad de su torso estaba llena de ramificaciones negras que avanzaban hacia el cuello. -Pero mi estado ha mejorado bastante desde tu mejoría.

La observó, manteniendo la marca a la vista aún. -¿Te ha asignado algún dragón?-Preguntó refiriéndose a su hermano.

-Oh- No se sintió para nada fuera de lugar ante su mirada. A diferencia de mucha gente, no le importaba demasiado quedar como ignorante por desconocer un tema. Prefería preguntar y tener información a callarse y mantenerse en el desconocimiento -Pero… ¿Para qué sirven? ¿Tenéis de esos en Ávalon?- Siguió, porque la verdad es que todo eso le pillaba por sorpresa. Sabía que tenían un vínculo especial para los dragones pero…¿Un templo?¿para adorarlos? ¿Como dioses?

-Oh… ¿Y le gusta?- Preguntó ladeando la cabeza cuando dijo lo de Cedric -Porque Wthyr me dijo que si se enteraba de mi cabaña quizás hasta le apetecía venir. O algo así- Dijo algo confusa, sin recordar exactamente qué era lo que le había dicho con respecto al hermano menor. Pero también comprendía el sentido del honor que tenían todos ellos así que seguramente estaban más que comprometidos en poner como prioridad Ávalon por encima de sí mismos. Aquello le hizo sentir egoísta. Después de todo había hecho un juramento -Le diré que si necesita ayuda con algo muy urgente me escriba- Dijo en voz alta aunque no era su intención -Aunque seguro lo hace mejor que yo- Tomando en cuenta que no iba a sentir que se le cerraba la garganta al ver a la gente.

-¿Todos vosotros?- Soltó una risa -No es mi campo de trabajo, si tienes algo de qué quejarte…Pues…- Tepes no estaba y Catherine no estaba por la labor de cargar al hijo con cosas de Descendientes aún -Te quejas con otro del Consejo- Advirtió para que no le viniera con ese tonito a ella que nada tenía que ver con sus putos dragones ni esa área de estudio -Mira, Sarah Darwin fijo que alucina con lo de los templos- Mencionó asintiendo porque tenía una relación bastante especial con Tepes y se había estado encargando de ayudar a su hijo, hasta donde sabía.

Cuando el tema de la cabaña siguió y Gwen la detuvo se quedó en silencio, asintiendo con suavidad hasta que mencionó lo de estar a la defensiva. Una ligera y burlona sonrisa se coló en sus labios -Costumbre adquirida. No por ustedes, es general- Se excusó, ignorando el tono de su voz porque sinceramente no tenía la confianza suficiente para bajar ese muro. Ni con ella ni con…Bueno, con nadie excepto las personas que ya se habían ganado su respeto y cariño. De momento, apenas Wthyr podía ver algunas cosas. Y ya.

Entrecerró los ojos ante aquello de la maldición. No le gustaba ni un ápice lo que le estaba diciendo -Hhmm…- Aquello era de juicio total, no a ella sino a la puta maldición. Observó tanto sus manos como su cuerpo con los ojos entrecerrados -Sé que estás ocupada pero…¿Puedo pedirte que lo midas? Cada cierto tiempo. Necesitamos estar seguros de si avanza. También cualquier efecto colateral…Pesadillas, pérdida de apetito, pensamientos oscuros, lo que sea. No podemos pasar nada...Y cuando te agotes, descansa. Puede influir- Añadió y asintió a aquello de que su mejoría había influido -¿Shyvanna también es una de las que tiene marcas más grandes, no? Quizás es momento de que todos se lo miren. Sé que la mía no se ha extendido y …Ahora que estaré con Aedan podré revisarlo-

Siguió mirando sus dedos y luego observó su rostro, la marca, hasta que preguntó lo del dragón -¿Qué? ¿A mí?- Abrió los ojos de sorpresa -No soy una Pendragon ni tengo esa habilidad- Le recordó -Lo mismo me monto y acabo cayéndome por el aire. Prefiero viajar con él- Por no mencionar que, aparte de más cómodo y cálido, podía dormir durante el viaje. No hacía de buena compañía sino le daba conversación pero a ella le relajaba lo suficiente para descansar.

Le pareció interesante aquella aparente curiosidad de Catherine, ¿o era tal vez una vez más duda hacia sus intenciones? Seguramente fuese así. Gwen volvió a negar.-No, en Avalon no existen los templos de dragones. -Respondió antes de sonreír manteniendo sus labios apretados, desviando la mirada. Completamente olvidados, por lo que veía.

Comenzó a andar un poco por la sala para evitar lo estático del momento y elaboró una explicación acompañada de suaves movimientos de sus manos.-Son simplemente templos de ofrenda- Se usaban para agradecer toda la ayuda que prestaban a Ouroboros. Y también ellos los sentían como espacios seguros a los que acudir si se sentían en peligro.-Explicó, evitando por supuesto lo realmente importante sobre las intenciones de su familia al respecto de aquellos templos.

Pasó su mano por el respaldo de madera de una de las butacas que había en el lugar. El salón era austero pero con el suficiente mobiliario como para que las visitas no tuviesen que permanecer en pie. Observó a Catherine ante la mención de Cedric. Bajó la mirada sonriendo ahora con un evidente afecto hacia la manera de ser de su hermano.-Seguramente sienta envidia de la soledad de cualquiera de las dos.-Confirmó, volviendo a mirar a la morena aún esbozando una media sonrisa.-Y muchos aliados considerarían que soy demasiado joven para tal tarea.-Soltó algo de aire al descartar así que pudiesen intercambiar sus puestos actuales.

Asintió agradecida cuando dijo que ofrecería su ayuda a Cedric para después alzar ambas cejas cuando insinuó que ella lo hacía mal.-No es eso lo que comentan.-Las historias, sobre aquellas muestras de poder que hacía LeFay no habían pasado inadvertidas para los habitantes de Avalon.

Parecía ahora que mantenían una conversación agradable y sin embargo volvió a truncarse al aparecer la soberbia de la bruja de nuevo. Gwen apretó los labios disconforme con esa forma de actuar pero no hizo más que eso.-Hablaré con la Descendiente de Darwin entonces. -Comentó con voz calmada antes de volver junto a ella en su pequeño paseo por la sala.-Aunque creía que la labor primordial de todo el Consejo era la de preservar el conocimiento mágico.-Extendió un poco los dedos de sus manos.-Son templos repletos de magia construidos en los albores de Ouroboros...olvidados bajo nieve y rocas, a pesar de que seguisteis contando con los dragones como aliados.-Comentó por si así podía empatizar un poco con su indignación. Aunque lo dudaba. Pero hizo un gesto con la mano a la par que negaba. No tenía sentido hablar con ella del tema si había dejado claro que no le interesaba lo más mínimo.

La tensión crecía en Gwen, la risa burlona hizo que la mirase con seriedad. -Ya...- Contestó pensando que no le extrañaba en absoluto. Si las costumbres en Avalon les hacían mostrarse fuertes ante los demás, allí en Ouroboros tenía la sensación de que siempre había alguien atacando. Aunque Gwen hasta ese momento pensaba que únicamente lo hacían a los extraños como ellos y no a sus propios habitantes.

Comenzó a colocar su camisa escuchando las peticiones de Catherine. Asintiendo mientras recomponía su vestimenta. Podía encargarse de ello, marcar de algún modo los límites de la marca para verificar el avance de la misma. Frunció el ceño por un momento.-¿Pensamientos oscuros?-Se extrañó de aquello.-¿Crees que puede nublar nuestro juicio de algún modo?-Asintió confirmando que Shyvanna era una de las grandes afectadas y al escuchar que su hijo iba a estar con ella de pronto relacionó el patronus que había llegado con anterioridad. Gwen apretó los labios mirando con seriedad a Catherine, seguramente parecería que fuera por el asunto de la maldición, pero no, trataba de no recriminarla sin tener prueba alguna de que aquella historia de la cabaña era una simple excusa para estar junto a su adorado chucho.

Cogió aire por la nariz tratando de calmarse y desvió la mirada a la pechera que estaba volviendo a abotonar.-Aham.-Alzó una ceja aún sin mirarla, tensando la prenda para hacer pasar la botonera por el ojal. Sonrió de medio lado soltando algo de aire parecido a una risa corta.-No es necesario ser un Pendragón , que por otro lado...-Alzó la vista con cierto gesto pensativo antes de mirar a la bruja.-En cierta parte lo eres.-Tiró del botón del cuello alzando el mentón.- Para montar a un dragón. Ade...-Apretó un momento los labios, tendría que mandar a la costurera aquella prenda demasiado ajustada.-...más.-Terminó de abrocharse recolocando la prenda de cuero un poco y la miró alzando ambas cejas.-Los dragones no sólo están para llevarte de un lado a otro...ni te dejan caer. No a su reina.

-Habrá que encontrar alguno que encaje contigo. Tal vez a tu regreso.-Sugirió esperando que Catherine estuviese conforme con aquello.-Aunque me sentiría más segura si pudieses contar con el apoyo de alguno en tu retiro. Puedo ofrecerte mi propio dragón.-Alzó la mano suponiendo que lo iba a rechazar ipso facto, tratando de que dejase que se explicara.-Era muy pequeña cuando pasó y prácticamente no tengo recuerdo de ello pero... -Apretó sus labios buscando las palabras y además, teniendo en mente aquel recuerdo de Wthyr cuando perdió a su esposa. Suspiró.-Si puedo hacer algo para protegerte, protegeros...- corrigió.-No quiero volver a ver Wthyr como lo recuerdo aquellos días por haber sido poco prudente al respecto. Y confío en Alud como si fuese mi hermana.-Soltó muy sinceramente. Sonrió de medio lado pareciendo más relajada.-Es un poco patosa como humana pero es discreta y competente como dragón.

Ahora sí, aunque la propia Catherine había evitado el contacto con Gwen fue ella quien tomó las manos de la bruja.-Por favor, considéralo al menos.

Escuchó la explicación de los templos y se preguntó realmente porqué Tepes había dejado su mantenimiento, entonces, algo brillo en su mente y Catherine alzó las cejas con sorpresa -Quizás su existencia fue eliminada de los archivos cuando os exiliaron. Explicaría por qué Tepes no los usaba… lo conocí poco, pero nunca lo consideré un inepto en su trabajo - En realidad, no consideraba inepto a nadie. Pero si inadaptada, pensó en Rosse y contuvo poner los ojos en blanco.

No perdió de vista a Gwen mientras caminaba, pero ella está tan cómoda siendo una estatua que sinceramente no quería moverse. Reconoció la sonrisa y el gesto pero no lo emuló -Quizás- Pero su sentido del deber o de lo que sea que les habían implantado en el cerebro con su estricta educación era mucho más grande. Luego alzó las cejas sorprendida por lo de su juventud y aquello le robó una risa -¿En serio? ¿De qué van? Si me convertí en Descendiente con 15 años- Negó con la cabeza -Lo siento, me pareces tan válida como cualquiera. Sobre todo yo, que no conozco nada de ellos- Y metida en su zona de confort de "no valgo para eso" ignoró y no preguntó sobre lo que decían de ella, básicamente, no quería saberlo… bastante había sufrido en Ouroboros al oír la imagen que tenían de ella. No iba a pasar por lo mismo. Aprovechó y también ignoró su punta sobre el tema del Consejo y de los dragones porque podía devolverle la puya hablando de lo que era el deber de los linajes y como los Pendragon y sus vasallos se lo habían pasado por el… no, no iba a entrar en una pelea.

Al volver hablar de la maldición, asintió cuando le dijo lo de pensamientos oscuros analizando un poco cómo se había sentido ella cuando sentía que se moría -Cuando… cuando me envenenaron una cosa era la debilidad pero otra la forma en la que pensaba. Sólo pensaba en fatalidad… y yo sé que quería vivir, que tenía que vivir… que tenía que estar allí para Aedan y mis hijos pero solo… yo…- Negó con la cabeza, cerrando los ojos y decidió callarse -No sé… puede ser. No lo descarto-

Se apartó un mechón de cabello de la cara para ponerlo detrás de la oreja mientras Gwen se vestía y defendía la idea de que ella debía tener un dragón. Catherine no estaba demasiado segura y seguía manteniendo la habilidad de sangre de Rhaegar bien secreta, no quería que los vincularán mucho más. Guardó silencio, no tenía mucho que decir al respecto y Wthyr ni siquiera se lo había mencionado así que sospechaba no estaba emocionado ante la idea -Tal vez, se lo mencionaré a tu hermano-

-En los espectros hay dragones- Dijo Catherine cómo argumento pero tenía la impresión de que Gwen no iba a darse por vencida. En el fondo, también tenía cierta reticencia a estar vigilada por alguien que no conocía. -¿Y tú? - Inquirió cuando mencionó que podía darle su dragón. Lo que le sorprendió, pues tenían un vínculo muy fuerte con sus dragones. No entendía su actitud, el hecho de que perdiera el hilo de las palabras la estaba poniendo nerviosa porque parecía sincera. Al escuchar lo siguiente comprendió… no quería que Wthyr sufriera en caso de que le pasará algo, a ella o a su hijo. Lo entendía. Si ella podía ahorrarselo… y tomando en cuenta que tampoco quería morir. Iba a responder cuando Gwen le tomó las manos…

Catherine se tensó inmediatamente y su gesto se volvió sorprendido pero también curioso y reticente.

Le recorrió el rostro lentamente y le devolvió el agarre pero con más fuerza mientras sentía el susurro de la magia llamarla. Cerró los ojos e inspiró con fuerza mientras enviaba un lazo de su magia hacia la de ella. Su conexión no era tan fuerte como la de Wthyr -Eres como tu hermano- Le Fay arqueó un poco la espalda tratando de contener el deseo que tenía de explorar aquella unión y atando con una correa todo el torrente de magia que Wthyr le había dado ayer. Abrió los ojos para mirarla, con sus irises universales brillando con intensidad -Tu sangre también está unida al Sanguis Ligno ¿Cierto? - Preguntó pero no la soltó si no que la mantuvo bien cogida.


Off rol: compatibilidad mágica