Torre Londres del núcleo de S.A.M- 9917. Nivel 1

La patada en la boca del estómago me hizo soltar una bocanada de aire acompañada de gemido y me despertó bruscamente. Me retorcí en el suelo durante unos segundos, pegando la nariz en el suelo, fruto del dolor. Aquello no era el césped que rodeaba el área verde del hospital. Traté de atar cabos lo más rápido que pude, solo quería llevarme las manos al abdomen, pero había algo que me lo impedía. ¿En qué momento pasamos de estar cotilleando en el hospital, disfrutando de la tarde, para acabar… encadenado? Traté de quitarme todas esas manazas de encima que me andaban toqueteando, buscando todo tipo de objetos, revolviéndome tanto como pude, pateando tanto como fuera posible. Fue ese momento en el que pude abrir lentamente los ojos y analizar lo que teníamos alrededor, a los primeros que les dediqué una mirada de advertencia con la mandíbula en tensión fue a los camorristas. Traté de usar la magia para convertirlos en agua, desaparecerme, avisar con un patronus. Nada. Suponía que las cadenas eran antimagia, como las que tenían en los calabozos de Ouroboros, las conocía bien, las del penitente. Pero esas te merman poco a poco la magia, no te la hacen desaparecer. Allí había algo más. Allí había una voz masculina más, alguien que al principio no reconocí hasta que le enfoqué del todo, con su sucia mano agarrando a Chloe. -Sucia víbora- Mascullé, con los dientes apretados y de una forma imperceptible refiriéndome al muggle. No tenía suficiente con habernos usado para escaparse del calabozo como para ahora secuestrarnos. Le odié con la mirada, mientras deseaba que le explotaran todas las arterias del cuerpo, pero nada funcionó. Maldije y me preocupé por las chicas, revolviéndome en mi sitio, todavía molesto con el estómago. Ignoré a Eamon deliberadamente. -Eh, eh. Arleen, Chloe. ¿Estáis bien? ¿Os ha hecho algo?- No iba a referirme a él como sucio muggle, como ser del infierno, como rata de cloaca, aunque lo estaba deseando, no quería cabrearle de más. Todavía tenía que responder qué es lo que quería de nosotros, al fin de cuentas, salvo Arleen, Chloe y yo éramos nada en comparación con cualquier descendiente, directora del hospital o líder de los soldados. Los soldados, el hospital estaba repleto de ellos, hasta me cachearon para entrar, ¿habrán dado la señal de alarma? ¿habrán avisado al tuerto de Thalos?



OFF: ¿Es que no nos vais a dejar tener una maldita cita en paz? Espero que me deis puntos! ¬¬

EL edificio debía estar ya oculto para ese momento, pues Collins se había encargado de hacerlo. Podía proceder con calma. Soltó con desprecio y malas formas las cabezas de ambas cuando se despertaron, arrancándoles algunos pelos en el proceso. Una de ellas se atrevió a preguntar que por qué, a lo que Éamon respondió con una sonrisa algo demente.

- ¿Por qué, dices? ¿Te atreves a preguntar POR QUÉ? - le gritó muy cerca de la cara, pegándole una bofetada con la mano vuelta. - Vuestro asqueroso y maldito hospital dejó morir a mi mujer. No quisisteis salvarla. Murió por vuestra culpa...por vuestra puta culpa. Provocasteis nuestra caída, nos encerrasteis tras un juicio falso. Y ahora vais a sufrir por ello. Me voy a asegurar de que cada minuto de vuestra existencia sea un suplicio. Gritad lo que queráis, nadie vendrá. - se apartó de ella mientras escuchaba al resto empezando a despertarse, comenzando con sus quejitas, sus suéltame y demás perorata de secuestrado. - El guardia de Ouroboros va a probar también su propia medicina. - Para ese momento los mercenarios ya habían empezado a saquear a Arleen, que era la que más joyas tenía encima.

- Quitadles todo lo que lleven, desde joyas hasta armas. Cualquier cosa que les sirva para comunicarse. Es más...- dedicó una mirada mezcla de odio y perversión a las chicas. - Arrancadles la ropa. - quería comenzar humillándolas, haciendo que tuviesen miedo. Dos de los ocho mercenarios se adelantaron, arrancándoles la ropa de manera bruta, rompiéndola mientras proferían risas burlonas.





En pocos segundos, y a fuerza entre varios, las dejaron prácticamente sin nada encima. Sus pertenencias y su ropa, incluida la interior, habían sido despojadas. - ¿Alguna de ellas es tu novia? - inquirió Éamon mientras se acercaba a ambas, sujetadas por los mercenarios. - Puedes mirar, si quieres. Ahora iremos a por ti. - comenzó con Chloe, acercando la nariz a su cuello para aspirar su aroma de manera lasciva. Luego toqueteó uno de sus pechos sin ningún miramiento, pasando a hacer lo mismo con Arleen. - Tranquilos, a vosotros también os dejaré entreteneros. - comentó con una sonrisa sardónica a los mercenarios, que parecían impacientes. - Primero tengo que usar algunos juguetes. - se separó para ir a coger un maletín negro, sacando una especie de herramienta metálica de ellos. Se acercó nuevamente a Chloe, agarrando una de las manos que tenía atadas a la espalda para coger uno de sus dedos, cortando una falange como quien corta una uña. Después sacó un mechero de su bolsillo, prendiéndole fuego al largo cabello de Arleen. - Es temporada de verano, chica, estarás más fresca.

Se quedó con la cara vuelta después de que Éamon le pegase aquella bofetada tan fuerte, sin entender nada de lo que estaba pasando. ¿De qué le hablaba? ellos no habían tenido culpa alguna de lo que le pasó a su esposa, pero el tipo parecía convencido, enloquecido. Giró la cabeza despacio, con el pelo sobre la cara y medio despeinada. - No, nosotros intentamos salvarla. ¡Salvamos a todo el mundo, nos da igual quiénes sean o lo que hayan hecho! si no sobrevivió fue porque era imposible con aquel golpe...- recordaba lo que le habían dicho los compañeros, un traumatismo imposible de sobrevivir, ya había llegado prácticamente muerta. Daba igual lo que dijesen, él no lo entendería. De lo del juicio ni idea, ella no sabía nada.

Luego miró a Ben preocupada y asustada cuando escuchó que le daría su propia medicina.  - Estamos bien....¿tú?- se atrevió a susurrar no muy convencida, porque bien bien...no era la palabra. Les podían hacer cualquier cosa y tenía miedo. Volvió a removerse mientras los delincuentes comenzaron a quitarles las cosas a ella y a Arleen, dejando escapar un pequeño grito de sorpresa cuando, a la orden de Éamon, empezaron a quitarles también la ropa.

El corazón se le aceleró y el miedo comenzó a volverse más intenso conforme veía el camino que tomaba aquello. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando quedó desnuda por completo y siendo sujetada por esos indeseables. Cada palabra que decía el antiguo ministro le erizaba más la piel, el tono de perversión y crueldad en su voz y la certeza de que haría lo que fuese. Ni siquiera podía usar sus poderes telepáticos para pedir ayuda, no tenía la moneda comunicadora, nada. Apartó la mirada con asco cuando notó que la tocaba donde no debía, cerrando los ojos y encogiéndose un poco por la respiración de él tan cercana.  

- Dinos qué quieres...podemos ayudarte. - intentó probar por ese medio, por el de la negociación. La otra opción era intentar soltar unos cuantos cabezazos y correr, algo que a la larga no iba a ninguna parte. Volvió a abrir los ojos cuando sintió aquel dolor tan fuerte en la mano, soltando un grito agudo cuando le cortaron una de las falanges. Estuvo a punto de desmayarse por aquello, pero esos tipos la tenían fuertemente sujeta.

El bofetón que le dio a Chloe y que resonó por todos lados, sobre todo dentro de su cabeza, hizo que Arleen mirara al rubio como el energúmeno que era -¡Eres un estúpido! ¿Te crees que nuestra ausencia le va a importar ALGO a los de OUROBOROS? ¡ESTÁBAMOS EN TIERRA! ¡SACA LAS CUENTAS!- ¿Cómo iba a ponerse a vengarse de la isla con ellos? Arleen tenía familia allí, sí, pero ni de cerca estaba como para ser usada contra los Descendientes; Chloe un poco más de lo mismo y Ben era de la guardia pero no tenía ningún rango -Estás demente. Te diviertes con las hormigas porque no puedes contra quienes realmente odias- Era una vergüenza y le daba hasta lástima.

Miró a Ben cuando despertó y les habló, Arleen sólo dio un seco asentimiento -¿Tú?-  Preguntó escuchando aquello de que recibiría lo suyo. Miró al pelinegro con preocupación antes de escuchar que les quitaran la ropa -¡NI SE TE OCURRA TOCARME CON TUS SUCIAS MANOS!- Gritó tratando de alejarse y pataleando como una desgraciada porque no iba a permitirlo. Sin embargo, poco podía hacer para defenderse y más pronto que tarde los asquerosos le habían dejado desnuda igual que a Chloe. El sonrojo de Arleen era evidente, en parte por pudor y en parte por rabia por lo que no paraba de removerse. Tenían que salir de allí pero no sabía bien cómo.

La imagen de Eámon oliendo a Chloe la congeló en su sitio. ¿Entreteneros? A Arleen la estupefacción le duró apenas un segundo porque al saber a qué se referían empezó a moverse aún más histérica. En su vida había recibido semejante trato, Sayid podría haber sido un tonto pero nunca la había ofendido de semejante manera. ¡Ni siquiera el maleducado de Gelion se había propasado así! Sabía…Sabía que existía gente a la que le gustaban aquellas cosas pero vivirlo era distinto. Le repugnaba y, en el fondo, estaba aterrorizada de que su cuerpo fuera usado por aquellas bestias  -¡Quítame la mano de encima! ¡Enfermo!- ¿JUGUETES? ¿JUGUETES? Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando soltó semejante palabra pensando en mil cosas que podían ocurrir, cada una peor que la otra. Intentó moverse hacia Chloe para…no lo sabía, empujarla, hacerla caer al piso, lo que fuese para alejarle del loco pero estaba fuertemente agarrada.

E iba a gritarle cuatro cosas más cuando de pronto escuchó un mechero y empezó a sentir cómo las lengua de fuego se comían su preciado cabello. Empezó a gritar y a removerse como una desquiciada, pateando a quien la tenía cogida lo suficiente como para que la dejara libre pero al hacerlo perdió el equilibrio y cayó de frente contra el piso sin nada para detenerse. Se golpeó la cabeza y habría perdido el conocimiento si no fuera por el calor y las quemaduras que estaba teniendo en la espalda, comenzó a girar por el piso gritando tratando de apagar las llamas y cuando lo logró, se quedó quieta sollozando apenas unos momentos antes de intentar pararse para echar a correr fuera…Alguien tenía que escapar, alguien tenía que dar la voz de alerta…

No reaccioné a las preguntas de Chloe y Arleen, solo asentí brevemente. La mayor parte de la atención estaba en el rubio. Tensé la mandíbula al ver al psicópata de Eamon gritar de aquella manera, hasta que no pude más, solo estaba diciendo sandeces. -¿Pero qué estás diciendo? La mujer tenía la cabeza abierta cuando se derrumbó el techo. Los tanques bacta habían estallado. Joder, Chloe estaba inconsciente cuando tu mujer murió. Y Arleen ni siquiera estaba en Turín. Te estás cebando con la gente que ni siquiera tiene nada que ver. Si quieres venganza por el juicio busca a los que os juzgaron, al que se llevó a la niña- Arleen iba en la misma línea que yo, lo cual seguramente fuese incluso peor porque entonces nos matarían solo por el gusto de hacerlo, aunque eso no serviría para satisfacer su venganza, sí sus ideaciones homicidas. Chasqué la lengua cuando me soltó que yo probaría de mi propia medicina, luchando contra las cadenas para saber si era capaz de aflojarlas de alguna manera y desatarme. No tenía magia, pero todavía podía aporrear, o intentarlo, después de ver las armas de los sicarios. Había que evaluar las posibilidades -Si quieres culpar a alguien de vuestra propia caída solo tienes que mirarte en el espejo y verás a SAM reflejado en él- Espeté con profundo asco sin poder hacer gran cosa por defenderlas mientras las quitaban las ropas. Por supuesto no respondí a lo de la novia, porque por supuesto la humillarían o jugarían esa carta a favor. No dirigí la mirada a las mujeres, sino a Eamon, maldiciendo por no poder usar el poder de la sangre, porque lo usaría gustoso. Armas, podría hacerme con una, el más baboso de los presentes… ¿cuál era? Da igual, porque seguramente terminara con un disparo entre ceja y ceja, pero ahora mismo estaban ya muertos, qué más daba.

-¡Qué haces! ¡Estás demenciado! ¡Suéltalas!- Traté de zafarme de las ataduras con más fuerza en función de lo que el exmandatario se aproximaba a Chloe hasta que le cortó el dedo con aquella frialdad tan inhumana. De la misma manera que hizo aquello con Arleen. Me quedé petrificado ante los gritos de las chicas, con el estómago a punto de darse la vuelta y el corazón en un puño. Quizás, quizás si conseguían salir de allí pronto podrían curar aquellas quemaduras, o coser el dedo antes de que sea demasiado tarde. No sabía si llegaría, si tendría fuerza, o si hubiese una cadena que lo fijara a la pared (en principio creo que no, pero como son las Collado, a saber), pero esposado a la espalda traté de abalanzarme contra cualquiera de los agresores, tirando de aquellas cadenas. Quizás, quizás si pudiera llegar podría romperle la nariz a uno o empujar a cualquier, o simplemente ganar algo de tiempo para que alguien escapara. Eran 9… no era mucha diferencia, ¿lo era? ¿era demasiado estúpido por intentarlo siquiera? Seguramente, pero los gritos de Arleen y de Chloe le estaban partiendo el alma por dentro. -Estáis locos, habéis perdido la razón…-

Lorcan, Amaya, sabían que estaba de libranza. Doris sabía que estaba en el hospital de superficie. Era una pista, ¿cuánto tardarían en buscarles? ¿Por qué Oscurus no usaba la sangre cómo la otra vez? Muchas preguntas sin respuesta para un tiempo que se les hacía cada vez más asfixiante según se va acercando al final

- Bla, bla, bla...qué falsa eres. Que intentasteis ayudarla, dices. Mentira. agarró la cara de Chloe con fuerza un momento antes de soltarla con desdén ante sus palabras, que lejos de apaciguarle le molestaron más. En cuanto a los gritos de Arleen...definitivamente no se enteraba de qué iba aquello. - ¿Crees que os tengo como rehenes para conseguir algo? ¿Que lo he hecho porque crea que les importais? No, princesita idiota. Está claro que no estás prestando atención a todo esto. Os odio a vosotros por igual que al resto de descenmierdas, igual que al resto de los que me habéis jodido. - después de aclarar aquello se había acercado a ellas con obscenas intenciones, aprovechándose de la desnudez de ambas. Lo que dijo el guardia sobre su hija fue suficiente como para hacerle apartar la mirada un momento, pues no sabía si era un farol o si de verdad sabía algo.

- Tal vez no las mate si me dices quién se llevó a mi hija y dónde está ahora mismo. Quién sabe, ¿podrás salvarlas tú? ¿o serán un caso imposible como dices que era el de Blair?- el guardia podía mentirle para ganar tiempo, eso lo sabía, así que que no pensase que podía jugar esa baza tan fácilmente. - ¡CÁLLATE! - bramó cuando Benjamin echó en cara que el único culpable de su caída era él, por haber usado aquella inteligencia artificial para los satélites antimagia. Sabía que era cierto, y sin embargo...odiaba escucharlo. Hizo un gesto a dos de los delincuentes para que golpeasen a Benjamin en el estómago y en la cara con un puño americano, que se estaba poniendo impertinente y moviéndose demasiado. Tendría que mirar y sentir la impotencia de no poder ayudarlas, pero tampoco se iría de allí sin recibir.

Al menos los mercenarios parecían satisfechos, con el botín recaudado y dos mujeres a su merced. La más joven dijo algo tan absurdo como para sacarle una risa ronca a Éamon, que le dedicó una mirada un tanto demente. - ¿Ayudarme? no quiero vuestra ayuda. Sólo vuestra desesperación. - y es lo que pensaba conseguir. Ya las había despojado de su ropa y las había dañado. A una cortándole un dedo y a la otra prendiéndole fuego al cabello. Uno de los mercenarios decidió que iba a apagarla meándole en la cabeza, cosa que ayudó a que no se le quemase el pelo del todo, al menos no hasta el cuero cabelludo. El gesto sacó desagradables risotadas en los presentes, excepto en Éamon. Aquello no era un circo en el que hacer simples bromas pesadas.

- Basta. - siseó mientras hacía un gesto con la mano, yendo hacia la caja negra de herramientas de la que sacó un cuchillo largo. Se agachó a la altura de Arleen en el suelo, mostrándole el cuchillo para que supiese que no había acabado con ella. - Es lo que viene ahora después. Pero primero...- comenzó a tocarla de una manera que dejaba claro que haría a continuación, arrastrándola por el suelo hasta dejarla boca abajo y de espaldas a él. Después se desabrochó el cinturón y se bajó el pantalón, agarrándola con fuerza para que no pudiese escapar mientras la torturaba de ese modo durante varios minutos...

- Os dejo el resto a vosotros. - dejó que cuatro de los mercenarios se aprovechasen de Arleen mientras él lo hacía con Chloe, con la que repitió lo mismo que con la otra bruja. Cuando quedó satisfecho se subió el pantalón y también le entregó los restos a los mercenarios, que se fueron turnando. Éamon se acercó a Ben, manejando el cuchillo muy cerca de su entrepierna y sonriendo de manera cruel. - Mira, ¿ves lo que les está pasando? ¿quieres que esto pare? Di las palabras correctas. - le pegó un golpe en la cabeza con el puño cerrado, más a modo de humillación que de hacer daño.


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off: tiro yo los dados por los mercenarios y por Éamon

Serie 1: Arleen
Serie 2: Chloe

El miembro 'Éamon O'Connell' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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#1 'Embarazo' :


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#2 'Embarazo' :

Sí que era cierto lo que Ben decía, que Chloe no había podido hacer nada por ayudar a Blair de inmediato porque en ese momento ella misma también estaba herida por la misión de Turín. Daba igual lo que dijesen, parecía que no iba a atender a razones. El odio le cegaba de tal manera que tuvo la certeza de que por mucho que dijesen no les haría caso. Miró a Ben con cara de súplica cuando dijo lo de la niña, para que no metiera a Lucio en aquello. Puede que su antiguo jefe se hubiese equivocado llevándose a un bebé que no era suyo, pero ahora tenía claro que esa niña no podía estar con un loco así. Lo habría dicho, pero no serviría más que para ganarse otros golpes.

El modo en que dijo lo de darles desesperación la hizo temblar. Estaba tan asustada que temblaba de pies a cabeza de manera incontrolable. Las lágrimas y el dolor la cegaron cuando le cercenó el dedo, aguantando en pie a duras penas mientras la escena del pelo de Arleen en llamas la horrorizaba y paralizaba, como si lo que estaba viendo no pudiese ser real. Aquello no podía ser verdad...era maldad por maldad.

- ¡Dejadla! ¡Vais a pagar por todo esto! ¡Os encontrarán! ¡Los Hacksaw y los Royden! - gritó con una voz que le pareció chillona y débil, nada imponente. Intentó zafarse y removerse para escapar, llegando incluso a morder el hombro del mercenario que la tenía sujeta de uno de los brazos. No logró nada con aquello, sólo que la golpease fuertemente en el estómago hasta doblarla y dejarla sin respiración unos segundos. Las risas cuando mearon a Arleen la hicieron retorcerse por dentro, no podía entender ni soportar tanta crueldad gratuita. Su padre tenía razón cuando le decía que el mundo era una mierda. - Ben...qué hacemos...- murmuró con un hilo de voz al ver lo que Éamon iba a hacerle a Arleen, cerrando los ojos y girando la cabeza hacia otro lado mientras lo escuchaba todo. Le entró un ataque de pánico cuando notó que ahora se acercaba a ella, gritando y luchando con todas sus fuerzas para evitarlo. Al final no pudo hacer nada...al cabo de unos minutos acabó tendida en el suelo boca arriba, dolorida y sollozando quedamente.

Habia preparado mi petate y el de Michael para iniciar nuestro viaje a las maravillosas costas argentinas donde me preguntaba si seguiria mi paraiso fiscal, o si no, me montaría otro, porque ya ves tu el problema. El caso es que Eamon no estaba por la labor y Michael...Michael era más como yo. Y su padre estaba de acuerdo, asi que era hora de despedirse.

"todo esto es una mierda, Londres da asco, yo paso"

Dejé a Michael en el piso superior, despidiendose de Collins y terminando de preparar sus cosas, y yo...bueno, oi jaleos y gritos abajo y decidí bajar al sotano aquel. Resoplé, preguntandome de diablos estaría liando Eamon ahora, para qué tanto escándalo.

"va a lograr que acaben pillándolo y va a acabar muerto"

- Eamon? - dije después de bajar los 27 escalones que llevaban al sotano sin puertas porque eso era una torre ruinosa y poco más. Eran de aleacion, por cierto. Crucé la puerta no puerta (alli no habian ventanas) y cuando me encontré con el percal me entraron arcaditas y tuve que taparme la boca con mucha angustia, me puse blanco como el papel al ver las manchas de sangre del suelo y el brazo de la chica ensangrentado. Ademas Eamon se habia rodeado de gente muy fea. Me apoyé en una columna tratando de no potar pero era dificil, ahora que habia visto la sangre solo podía pensar en ese olor a hierro y en lo pegajosa y brillante que...

"si fuese un vampiro creo que moriría antes de hambre"

- Venía a despedirme, pero te veo ocupado... - no quise mirar mucho, a decir verdad. - Estás seguro de que quieres hacer esto? Me llevo a Michael. - ni si quiera reconocí a las chicas, porque ni si quiera las había mirado de arriba abajo. Por el contrario, miraba a mis zapatos.

Estaba harto de tener paciencia, los seres mágicos pululaban con impunidad mientras sembraban el terror allí donde iban. La magia era la culpable de todos los males y ¿encima había que tolerarla? Viendo y considerando que nadie hacía nada al respecto, estuve de acuerdo con mi padre y nos pusimos manos a la obra. Había que meter miedo en los corazones de aquellos seres inferiores para que les quede claro que los humanos siempre seríamos los amos y señores, había que hacer una quema de brujas para purificar al mundo, había que marcarlos como ganado para poder identificarlos más fácilmente. Dejé dispuestos los materiales que necesitaríamos en la torre antimagia, recibí a mi padre y a los mercenarios que habían vuelto con el botín y activé el sistema de ocultamiento. Era una verdad mundialmente reconocida que Michael era el futuro de la familia así que me despedí de él, tal vez nunca lo volvería a ver, luego bajé detrás de Andreas mientras terminaba de modificar el largo y el ancho de la espada láser hasta convertirla en un cuchillo láser para presenciar el espectáculo.

Reconozco que se me heló la sangre al ver la escena pero busqué recomponerme porque torturar a seres mágicos era lo que tenía planeado hacer tarde o temprano. -Vayan con cuidado, los voy a extrañar.- Murmuré a Andreas con la mirada fija en la bruja pelada y alcé las cejas al reconocerla. Esos monstruos se parecían tanto a nosotros pero conseguí poner un pie delante del otro para avanzar al entender que solo se trataban de objetos con los que podíamos hacer lo que quisiéramos. -Veo que ya no llevas tus disfraces de señora casada.- Me dirigí a Arleen al detenerme a su lado, recordaba haber asistido a su boda. -Ustedes pagarán por lo que hacen los seres mágicos.- Pronuncié con voz sombría, a ellos les había tocado compensar el dolor que su raza causaba. El característico zumbido se escuchó cuando activé el arma cuya luz azul iluminó de forma tenue mi perfil, al fin lo tenía listo así que me agaché a su lado, un mercenario me ayudó a sujetar con fuerza una de las manos de la bruja de los pelos quemados al suelo y le dejé la horrorosa marca abriendo la piel del dorso de su mano haciendo profundos cortes para que, cuando lo vieran, todos supieran lo que era.

-Hice una réplica de la pila cervical para ustedes, traicioné a los míos al darles esa información y ¿qué recibí a cambio? ¡A MI MADRE MUERTA Y MI HERMANA SECUESTRADA!- Lo hice con parsimonia pero sin pausa, quería dejarle una huella tanto en el cuerpo como en la memoria para que sienta escalofríos cuando recuerde ese día, que su mente no quiera evocar ese momento de sufrimiento y humillación. -Mi pobre hermana, una bebé de un año...- Gruñí, me acordaba del día que había nacido mientras la marcaba con la primera letra de la palabra “mago” bien grande, ocupando todo el espacio del dorso de su mano para que se viera claramente. -Eres una víbora engañosa.- Le dije con los dientes apretados. En un primer momento, la brillante sangre no salía porque la daga de luz cauterizaba un poco la herida pero luego brotó mientras el humo y el olor a carne quemada llenaban el lugar. Apliqué sal sobre la carne viva, de ese modo los tejidos no sanarían y quedaría una cicatriz permanente, el dolor que les provocaría era un plus. Con la sal anidando en los grabados, ésta se tiñó de rosa y vendé la herida así tal cual, no vaya a ser que se remueva y se quite el condimento.

Cuando Benjamín empezó a explicar cómo había muerto la mujer de ese tipo, Arleen ató cabos y se dio cuenta que había sido cuando había estado dada de baja después del ataque a la isla. Pero mientras más le hablaban y más respondía, la morena se daba cuenta de que había perdido la cabeza. "A los de fuera les da igual si atacas o te proteges, Doc." Recordó aquella frase de Gelion con un escalofrío.

¿La niña? Por Merlín… la niña de Lucio. Esa que Arleen dijo que buscaría información. ¿Gelion…estaba inmiscuido en eso? ¿Por eso le había ofrecido que bajara? Para… no. No podía creerlo. El golpe a Benjamín la trajo de vuelta y vio a Chloe por un instante pensando que… que ella no pondría a Lucio a sufrir esa tortura y que por mucho que no estuviera de acuerdo … esa niña estaba mejor con él. Así que cerró la boca. Si así podía protegerlos, aunque implicará lo que implicará, lo haría.

Pero la tortura fue mucho peor de lo que pudiera haber imaginado. Tirada en el piso mientras uno de esos asquerosos apagaba el fuego con sus líquidos, Arleen sintió que se le revolvía el estómago de puro asco. No podía seguir allí, tenía que encontrar la forma de escapar. Pero Eámon tenía otras ideas. Conectó con su mirada, la propia cristalina y rabiosa, y la de él sin duda con un destello de locura. Quería decirle mil cosas. Quería preguntarle si se creía capaz de cuidar a su hija así… pero si abría la boca, entonces lo echaría todo por la borda.

-¡¡¡¡¡QUÍTAME LAS MANOS DE ENCIMA!!!!!- Le gritó absolutamente histérica cuando empezó a manosearla. Su cuerpo era su templo y eran contados los hombres que habían accedido a él. Pataleó, gritó y se removió todo lo que pudo mientras la arrastraba y aún más mientras la torturaba, sintiendo que no podía contener las lágrimas. Las palabras de Chloe le hicieron preguntarse dónde estaban sus hermanos, su prima… sus amigos.

En Ouroboros. Lejos… tan lejos que Arleen se sintió profundamente devastada. No iban a encontrarles y si lo hacían sería demasiado tarde.

"Y es por esa razón por la que dejas tu casa, tu trabajo y a ti misma para “refugiarte” en Londres. Eso lo hacen los niños con 15 años. Se le llama escaparse de casa y es un acto de rebeldía para lidiar contra las normas de sus padres"

Las palabras de Oscurus volvieron a su mente, al igual que su risa humillante. Y aún así, nunca se había sentido como en ese momento. Perpetrada y deshonrada. Si es… debería haberse dado con una piedra en los dientes. Por mucho que hubiese criticado a Sayid, nunca le había tratado así.

"Estás haciendo el ridículo, Arleen. Siento ser yo quien te lo diga, pero es así. Te pierden las apariencias y tus obras de caridad porque te sientes fracasada"

Ahora, ahora se sentía una fracasada. Por no prestar atención a V con sus deseos de que hiciera ejercicio, por no oír del todo a Gelion en sus entrenamientos ni a Thalos cuando lee hablaban de la realidad a la que se enfrentaban… porque muy en el fondo quería creer que esta especie de monstruo no existían.

"Vete de la isla, es lo mejor"

Nunca podría decirle que no, que no era mejor porque no iban a salir de allí. Arleen movió brevemente la cabeza ubicando el mecapájaro y sintió que se le partía el alma. Había perdido tanto tiempo. Había desperdiciado su vida pensando en sus apariencias, en complacer a su madre y en el qué dirán cuando tendría que haber sido más auténtica, más ella y abrir la puta boca. Incluso si no era correspondida.

Los sollozos de Chloe la sacaron de su estupor y cuando volvió la vista hacia ella sintió una pena enorme. Ella sí que tenía aún una vida por delante -¡DEJADLA EN PAZ!- Dijo con voz tan fuerte como pudiera pero fue la voz de Andreas la que le hizo enojar  y alzó la mirada hacia él observándolo con asco -Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada- No esperaba que Andreas hiciera nada, conocía perfectamente la moralidad de aquel hombre pero no pudo evitar que aquellas palabras salieran de su boca.

Para su sorpresa, Collins también quería formar parte de aquello. Le miró con una sensación horrorosa en el pecho. ¿Cómo podía haberse torcido tanto? -¿Por qué? ¿Te torturamos en.. Ouroboros por lo que hicieron tus padres?- Le preguntó a Collins pero por alguna razón sentía que no iba a poder llegar a él. Se preguntó si le haría eso a Belle pero no mencionaría nunca su nombre frente a aquellos monstruos. No traería a nadie más a sufrir lo que ella estaba sufriendo.

Cuando escuchó el sonido y se agachó temió lo que podría llegar a hacer porque…No sabía hasta dónde había llegado la locura de ambos. El dolor irradió desde la mano por todo su cuerpo y Arleen, al principio, no quiso darles el placer de gritar. Eámon quería su desesperación pero ella no quería dársela, aún así temblaba de pies a cabeza -¡TE SALVASTE EL PELLEJO!- Le gritó en un arranque de rabia -¡ESTABAS EN OUROBOROS PORQUE TUS PADRES NO SUPIERON CONTROLAR SU PROPIA CREACIÓN!- Encima lo de la niña, menuda locura si creían que podían cuidarla. Cerró los ojos con fuerza porque…No quería decir nada de Lucio y, al mismo tiempo, quería hacerle ver a Collins que lo que estaba haciendo estaba mal. ¿Una víbora engañosa? Abrió los ojos para mirarle y decirle que era un enfermo pero lo que sea que le estaba haciendo se intensificó y Arleen soltó un grito desesperado mientras se removía tratando de evitar que siguiera haciéndolo. No sirvió de nada, poco después cuando restregó sal en sus heridas apoyó la frente en el piso mientras lloraba -Recibiste… techo…comida… y protección- Murmuró entre sollozos -Recibiste conocimiento- Alzó la vista hacia Andreas -Recibiste sanación… recibiste tolerancia…y misericordia- Dijo con un hilo de voz.

Tensé la mandíbula cuando por fin conseguir desviar la atención del ministro de las dos mujeres, notando la respiración acelerada. Había que medir las palabras mejor que con el djinn, o de lo contrario saldría … peor.  -Solo depende de ti-  Tensé el cuerpo con aquel bramido, sabiendo que podría haber tocado alguna fibra sensible y que habría represalias. Como el djinn en aquel sótano. Con la diferencia de que ahora no habría deseo que revirtiera todo aquellos. Di un paso hacia atrás hasta chocar contra la pared en función a la marcha de los mercenarios. El primer puñetazo, otra vez en el estómago, hizo que me doblara y soltara una bocanada de aire acompañada de algún líquido que no pude reconocer, pero que sabía ácido. El segundo me hizo caer de rodillas, mientras la sangre corría por la mejilla de algún punto tan dolorido que no podía ni saber exactamente cuál era.  Traté de alzar la mirada azul, emborronada, buscando a los atacantes -¿Qué os ha prometido? ¿Poder? ¿Dinero? Os ha engañado, ya no tiene nada de eso- Aquello era la desesperación buscando alianzas insospechadas, otra baza que habría que jugar, que por supuesto no había salido nada bien a merced de la risotadas mientras meaban sobre Arleen. Y empezaba a agobiarse porque se le estaban acabando las ideas y los evidentes gritos no ayudaban, tampoco la súplica de Chloe. Se sentía en la más pura mierda por no poder quitarse las cadenas allí mismo. No, no pudo ver lo que venía a continuación porque se le revolvían todas las entrañas ya de por si heridas. Contaba hasta no vomitar, solo…. Solo no quería estar allí. Quería estar en un césped verde, en un restaurante iluminado con velas, en motocicleta por la Toscana.  Era un cerdo. Le odiaba. Le arrancaría las tripas si pudiera, si se pudiera soltar. Sabía que eran peligrosos, lo dijo, se lo dijo a Vishous, a Oscurus, pero no le prestaron atención. No la suficiente.

Clavé la mirada encendida en odio en el rubio cuando se dirigió a mí, tensando la mandíbula, detrás había dejado a la usada Chloe sin fuerza para seguir. Lloraría si aquello no fuera para el regocijo de Eamon, no le daría ese placer. Grabaría a fuego aquella cara y la buscaría en el infierno, si fuera necesario. Tensé la mandíbula cuando llegó Andreas con la misma advertencia que le iba a dar, pero no me preocupé del moreno. -Te lo hemos dicho antes, nosotros no somos nada. Peones en tu juego, a la espera de que el jugador haga un movimiento en falso-

Llegó Collins, pero parecía que este solo tenía manía a Arleen. Otro idiota con ínfulas. Cuando él estaba en la isla la madre estaba muriendo por culpa de su creación ¿Eso es lo que le habían dicho? ¿Esa era la película que le habían vendido? Taquillazo para el guionista. No añadió más a lo que Arleen le dijo, no hacía falta, yo tenía solo el objetivo de Eamon. Me levanté tembloroso para quedar a su altura, no permitiría que encima se creyera que pudiera estar todo el rato por encima. Sabía que Chloe le odiaría por aquello, pero Lucio, Oscurus, la niña tenían mucho menos valor que las tres vidas que estaban en juego ahora, al menos, ellos tendrían una oportunidad de esconderse. Sentí, de nuevo, las náuseas jugando a mi alrededor, sintiéndome sucio con lo que iba a decir a continuación. Que Merlín le perdonara, si podía.   -Te diré todo lo que necesitas saber y a quiénes tienes que buscar para saciar tu venganza y encontrar a la niña- Me acerqué medio paso -Pero solo a ti- Lancé una mirada a los hombres que estaban alrededor que incluían a la rata de Collins, a Andreas y a los otros mercenarios -Con la única condición de que paren. Ya basta- El sonido ronco de mi respiración resonaba dentro de mis propios oídos, como una desagradable banda sonora donde el resto es silencio.

Los apellidos pronunciados por Chloe no le impresionaron lo más mínimo, así que lo ignoró por completo. Para cuando sus familias se dieran cuenta y las encontrasen ya sería tarde. Tampoco causaron impacto en él los gritos de las dos cuando les hicieron todo aquello, ni le importaron en absoluto los intentos de Ben por distraer a los mercenarios o llamar a su conciencia con ese "solo depende de ti". Los delincuentes no le hicieron caso porque habían cargado un buen botín con lo que les habían robado, y se habían aprovechado de ellas. En medio de todo aquello se acercaron Andreas y Michael, ya preparados para marchar. - Michael estará mejor contigo, lejos de aquí. Sois bastante parecidos, sabréis qué hacer allá donde vais. - estaba claro que el mellizo de Collins no sobreviviría en ese caótico Londres que había quedado. Seguía siendo un crío que se había criado entre lujos y no se había adaptado. Collins se le parecía más...y comenzó a demostrar sus ganas de venganza contra la bruja haciéndole aquellas dolorosas marcas. Éamon asintió con aprobación mientras lo hacía,

- Claro que quiero hacerlo. - espetó de manera brusca cuando su compañero le cuestionó si estaba seguro.  - No quiero otra cosa que hacerles sufrir, a ellas y a los suyos. - empuñó el cuchillo con más fuerza, soltando aquellas palabras con una cruda sinceridad. Lo que dijo sobre Erin era completamente cierto. Les habían arrebatado a un bebé sin ningún derecho. Soltó una risa hueca al escuchar lo que dijo Arleen sobre que el mal triunfaba si los hombres buenos no hacían nada.  - No sabía que fueses tan tonta...¿De verdad crees que Andreas Wilhelm es bueno? ¿en serio? es tan retorcido como yo, sólo que disimula mejor. - volvió a apuntarla con el largo cuchillo, agachándose nuevamente para amenazarla muy cerca de su cara. La pierna mala le dolía cada vez que lo hacía, pero le daba igual. Eso le dio una idea de más cosas que podía hacerle. Volvió a levantarse apoyándose en Collins, regresando con Andreas para hacerle un gesto con la cabeza.  - Largaos ya. Aquí no hay nada que ver. - le habría dicho un "estaremos en contacto" o alguna mierda de esas, pero era estúpido hacerlo porque su futuro era negro e incierto.

Sus ojos violáceos se posaron en Ben cuando habló de nuevo, mirándole largamente de manera inexpresiva cuando le dijo aquello sobre la niña. Sonaba claramente a farol de desesperado, pero...cabía la posibilidad de que no mintiese.  - Bien, pero se te olvida una cosa. No eres tú el que pone aquí las normas. No estás al mando de nada, tarado. - esta vez se le ocurrió que podía hacerle lo mismo que le había hecho ese maldito drow a él, ese maldito demonio negro de pelo blanco. Cogió la herramienta con la que había cortado antes un dedo a Chloe, pero esta vez le arrancó un buen cacho de oreja a Ben, así sin previo aviso.

- Empieza a cantar quién se la llevó y dónde pueden estar. Aquí, delante de todos. No caeré en la trampa de "ven, que te lo digo en privado y mientras te mato". Hasta que te decidas a hablar me iré entreteniendo... - recuperó el cuchillo largo, yéndose hacia Chloe que seguía encogida de lado en el suelo y sollozando casi en silencio. Se puso a su espalda para alzarla nuevamente por los pelos de manera brusca, atravesándola desde atrás con el cuchillo largo a la altura de las costillas, hasta que la punta salió por delante. Lo retorció un poco antes de sacarlo, golpeándole después la cabeza contra una de las paredes para que perdiese el conocimiento. Luego se dirigió a Arleen, quitándole a Collins el arma láser para amenazar con cortarle un pie. - Te lo preguntaré una vez más...de ti depende que salgan vivas o que mueran delante de tus ojos.

Yo seguía sin poder mirar a los ensangrentados secuestrados, me bastaba el olor a sangre y lo que habia visto ya...aunque si que miré a Collins sorprendiendome de ver como le quemaba a la otra con aquel cuchillo, se le había pegado de su padre la locura?

- Pero vas a terminar mal tú también. - le respondí a Eamon, que me parecía que ya estaba más alla de la logica de pensamiento. Si todo esto fuera por Erin....bueno, habia mejores maneras, no? Tener otro bebé. Hacer uno nuevo, y ya.

- Oye,tampoco te pases. - dije cuando Eamon le aseguró a Arleen que yo no tenía una pizca de bueno. Con mis hamsters y mis secretarias siempre habia sido bueno.... Me atreví a mirarla por el rabillo del ojo porque su voz si que me sonaba, y ella parecia reconocerme, aunque por su fisico era imposible caer en que era Arleen Royden, la acicalada neurocirujana de Ouroboros. Pero la voz, eso si. Sentí un poco de remordimiento por lo que me dijo? Quizás, pero no el suficiente como para pensar en ayudarlas y ponerme yo en peligro.

- Ah, pero recibí todo eso porque entonces, Andreas Wilhelm os era minimamante util. Que recibí después? Un juicio desequilibrado, prisión y una sentencia de muerte. No te confudas, el karma no existe. - limpié mi conciencia de un plumazo. Y probablemente sus esperanzas tambien.

Sí, yo me largaba, bien lejos de alli, pero me habria gustado que antes Eamon y Collins recapacitaran. Asentí y me fui a la salida de nuevo, parandome en el marco de la destrozada puerta antes....para arrepentirme por cierto, porque el festival de la oreja cortada y la muchacha atravesada me provocaron otra arcada.

"voy a vomitar de verdad"

- Oh por dios dile donde está la cria de una vez! - le espeté a Ben y luego me llevé el puño cerrado a la boca con una arcada, mirando a Eamon. - Y tú para de una vez! Te van a acabar pillando...en diez minutos más te vale que todo esto esté limpio y no vayas dejando huellas. Tú verás, Eamon, tú veras! Irlandeses, camorristas, lunáticos, violentos....borrachos! eso son- salí de ahi como un marido indignadísimo, me iría a vomitar a algun lugar donde nadie me viera y luego recogería a Michael para, con suerte, esfumarnos de alli.

-Los Draven también son buenos actores, se hacen los tolerantes cuando sus manos están manchadas de sangre mágica. Si yo fuera ustedes, no confiaría en su teatrito.- Añadí a las palabras de mi padre y lo ayudé a levantarse. Cuando se busca destruir vidas, el secreto está en disimular hasta encontrar el momento preciso para dar un golpe lo más certero posible. Fruncí el ceño ante las palabras de la bruja con los pelos chamuscados, a esa altura hubiera dado igual haber sido torturado o no en la isla de los magos. Resople por la nariz esbozando una siniestra sonrisa de lado mientras el cuchillo láser cortaba la piel como mantequilla y Arleen estaba en modo cotorra. -¿Siempre eres tan charlatana?- Gritaba como cerdo en el matadero y eso era algo que me molestaba. Con el trabajo sobre esa bruja completado, me levanté y la mano firmemente vendada quedó libre. -Es lógico, la hospitalidad es para que la víctima confíe y luego clavarle el puñal por la espalda.- Respondí a lo que dijo que habíamos recibido y mostrándome de acuerdo con Andreas, Hansel y Gretel también entraron a la casa de caramelo por dulces, era una técnica de manual.

Cuando el mago mencionó a mi hermana toda mi atención se centró en él y la respuesta de mi padre me hizo sonreír, por un momento temí que nos ordenaría irnos pero él tenía las cosas bajo control. La sonrisa en mi cara se hizo más amplia e incluso reí por lo bajo cuando se me ocurrió algo. Saqué el celular y comencé a sacar fotos y a grabarlo todo prendiendo el flash de la cámara para captar bien las imágenes. Hice un primer plano de la oreja siendo cortada y luego del cuchillo largo atravesando a la del pelo cobrizo que tras un golpe contra una pared quedó inconsciente en el suelo. Apreté los labios molesto por haber sido despojado del cuchillo láser pero podría hacer las marcas con un cuchillo normal también así que continué con la tarea de documentarlo todo y tomé nota mental de las palabras de Andreas, se nos acababa el tiempo. Hice tomas lo más claras posibles de los manchados y ultrajados cuerpos de las brujas, primero la que había quedado inconsciente y luego la pelada. -Saluda a la cámara.- Le dije en tono burlón a Arleen filmando su cara para luego apuntar al mago. -Todo el mundo lo sabrá.- Pronuncié acercándome a Benjamín para tener un agresivo primer plano de su cara revelando la información, todos se enterarían de dónde estaba mi hermana y quién la había secuestrado.

Miró con molestia a Eámon cuando le habló sobre Andreas  pero se obligó a sonreír, aunque no le duró mucho al ver cómo movía el cuchillo cerca de ella -Pero no está demente- Volvió la mirada hacia el ex ministro y arrugó la nariz con esfuerzo por mantener la comida en el estómago -¿Y viste estos rostros en tu juicio?- Le espetó porque ellos no tenían porqué pagar por las decisiones de los Descendientes, ni de la Guardia. No sabía si Ben había estado allí, pero seguro que ni Chloe ni ella habían sido parte de aquello.

Las palabras de Collins sobre los Draven hicieron que se le congelara la sangre en las venas. No podían haber fingido de tal manera. No…Se negaba a creerlo pero, al mismo tiempo, eran sus guardias los que estaban custodiando el hospital…¿Y dónde habían estado cuando fueron atacados? Se le aceleró el corazón al creer que quizás había sido muy ingenua. A fin de cuentas, Gelion tenía sus reticencias sobre su magia y en sus tropas había también infiltrados. Thalos los había señalado pero Gelion le había asegurado que estaría segura.

“Es lógico, la hospitalidad es para que la víctima confíe y luego clavarle el puñal por la espalda”

“-Dentro de la base y entre mis soldados...totalmente segura.-”

“-No te controles, no estás aquí para controlarte. Simplemente tenlo en cuenta”

Intentó contener las lágrimas porque le costaba creer eso pero quizás… Quizás había querido refugiarse en Londres y huir de Ouroboros con tanto ahínco que no había visto la trampa en la que se estaba metiendo. La voz de Ben la trajo de vuelta, escuchando que le daría la información. Cuando alzó la vista vio el movimiento de la oreja y pestañeó tratando de quitarse algunas lágrimas que le empañaban la mirada -No…- Murmuró a Ben. No podían decirlo. De pronto Eámon confirmó aún más la creencia de Arleen de que estaba más allá de cualquier razonamiento al ver lo que le hacía a Chloe -¡Chloe! ¡Eres un desgraciado!-

El grito de Andreas le dio igual y cuando Collins se acercó a ella para que le mirara, Arleen lo observó dos segundos antes de verle al rostro con odio. Era la primera vez que se sentía así. Volvió la vista hacia Ben intentando ignorar el miedo que estaba atenazándole el estómago por la cercanía de Eámon, le dolía todo el cuerpo y el alma pero…- No digas nada, Ben… Digas lo que digas, nos matará. ¿No te das cuenta?- Había leído demasiados libros, había leído demasiados villanos y malvados como para saber que Eámon no dejaría que salieran de allí vivos -Digas lo que digas, verdad o no, no te creerá. NO HABLES- Le ordenó con un último ápice de determinación que tenía antes de removerse intentando alejarse de Eámon -¡Enfermo! ¡Aléjate de mí!-

Apreté los dientes cuando Éamon se acercó con aquel tono amenazante, tratando de echar la cabeza hacia atrás en la medida de lo posible. Sí, sabía perfectamente la posición en la que estaba jugando. Solo estaba tratando de ganar tiempo … sabiendo perfectamente que el tiempo se acababa. ¿Por qué con él no se cebaba como con ellas? El corte de la oreja desató un grito brutal, como nunca lo había hecho. Noté el pabellón llenarse de sangre y el desagradable cosquilleo pasar a través del canal auditivo. Los dientes casi rechinaban de la tensión, tanto que hasta le dolían, y más con el golpe que le habían dado con el puño americano. Dentro de las respiraciones agitadas se podía escuchar varios tipos de insultos, mientras seguía fijando la mirada azul en aquella morada. Y maldijo por dentro porque había descubierto su plan, mierda. Ahora mismo el aire circulante era para tratar de ocultar el dolor, mientras trataba de pensar con velocidad en cualquier otra cosa. Hasta que recuperó el cuchillo y negué con la cabeza con nerviosismo creciente hasta el agobio. Empecé a mascullar ‘no, por favor’ casi como una imploración mientras se acercaba peligrosamente a Chloe otra vez ‘Te diré lo que sepas’, casi era una súplica, hasta que hizo aquello tan horrible. La imagen del cuchillo atravesando el pecho de lado a lado sabía que era un embiste prácticamente mortal. No tenían tiempo. No, ya no. Se acabó el juego.

-¡NO! ¡BASTA! Por lo que más quieras, basta. Basta por favor- Supliqué finalmente ya no podía más. No podía con la imagen de la violada, destrozada e inconsciente Chloe delante. Era un tormento horrible. De la misma manera que aquel dolor atenazante  de la oreja cortada, una nimiedad en comparación con lo que les habían hecho a ellas, ¿pero qué podía hacer? ¿tendría que seguir viendo aquello? Ya no tenía tiempo se les estaba acabando, pero tal vez, tal vez si escuchaban lo que querían…. Al menos les matarían por piedad y no torturándolas. Estaba perdiendo el juicio y, con ello la capacidad de raciocinio. Necesité aire, cada vez me faltaba más la respiración, de toda la habitación Andreas y Collins eran simplemente objetos que no existían. –La niña se la llevó … - Entonces el flash me cegó, entrecerré la mirada para tratar de buscar al niñato al otro lado del teléfono y perdí el hilo de la conversación hasta que escuché los gimoteos de Arleen. Cegado  por aquella luz, pude enfocar difícilmente a Arleen cuando pedía que no hablara. Que no dijera nada, decía. En aquel momento até cabos. La niña  y los descendientes. Sí, ellos tienen la culpa de que estemos aquí.

Me sentía como la rata más asquerosa del mundo ahora mismo, ¿debía?. No podía hacer nada, y lo poco que podía hacer era señalar a los que se habían ido, pero, ¿qué le debía a Lucio? ¿Qué le debía a Oscurus? ¿A Newton? Ellos no le habían escuchado. De las pocas personas que le habían dado un mínimo voto para … enterrar el pasado estaba prácticamente muerta delante de sus malditas narices -¡Crees que no lo sé! ¡Acaso crees que no lo sé! ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué siga mirando sin poder hacer nada?- Busqué de nuevo el apoyo de los mercenarios. Solos, estábamos solos. –Solo quiero… piedad- Dije, rindiéndome. Que me perdonaran por no haber sido mejor Guardia, por no haber estado más rápido, por no haber podido ir a ver atardecer en Italia. Eso era la único que había querido, una segunda oportunidad, y esas sucias ratas se lo habían quitado.

Y otra vez el flash. ¿Quería espectáculo? Tendría espectáculo -Chloe Hacksaw, Arleen Royden y Benjamin Lytta, secuestrados torturados por Éamon O’Collins mientras que su enfermizo hijo lo graba todo. Ellos tienen la culpa de que hayan tenido que llevarse a su propia hija lejos de sus psicópatas manos, de que la ministra muriera con la cabeza abierta. Ellos crearon a SAM y SAM les ha destruído. ¡Destruyeron su humanidad y arrastraron la de todo el planeta! - Los matarían, pero ojalá. OJALÁ aquello se estuviera retransmitiendo en directo en algún sitio. ¿No quería un primer plano? Pues le regalé un primer plano a modo de cabezazo en aquel estúpido niñato. –Espero que lo hayas grabado todo- De la misma manera que esperaba que le hubiera roto la perfecta nariz de niño pijo.





Dados de aliados. 1 ( D: )

El miembro 'Benjamin Lytta' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

- Yo tampoco estoy demente, princesita boba...sé muy bien lo que hago. Te niegas a creer que exista la maldad por venganza y lo achacas a lo que haría un enfermo mental, que no son ni conscientes de lo que hacen. Yo sí...y lo estoy disfrutando...- pasó la punta del cuchillo metálico por su cuello pero sin llegar a clavarlo, sólo por asustarla. - ¿En el juicio? No...pero ya te he dicho por qué estáis aquí. Por Blair. Por no salvarla. Ahora nadie os salvará a vosotras.- susurró con cruel premeditación, alejándose de ella poco después.

Asintió a lo que dijo Collins sobre lo buenos actores falsos aquerosos que eran los Draven, los tenían bien calados. Luego se giró hacia su antiguo socio, fulminándolo con la mirada por reprenderle y advertirle. - ¿Te crees que me importa? - replicó bruscamente a Andreas cuando le dijo que él también iba a acabar mal. En cierto modo lo tenía asumido, porque la opción de pasar la vida escondido para evitar que lo atrapasen no era una opción par a él. Lo único que tenía en mente en ese momento era seguir haciendo sufrir a sus enemigos. - Tú lo has dicho, Andreas. Sólo nos utilizaron, y van de buenos. Son repugnantes todos ellos. - se merecían lo peor, porque encima creían que se habían comportado bien. Hizo caso omiso a las advertencias de su antiguo socio, sólo se despidió de él y de su hijo, pidiéndoles que tuvieran cuidado al salir del país. - Trátalo como si fuese tuyo, uno de tus hámsters. - le pidió que hiciese eso por Michael antes de darle un abrazo de despedida. No estaban hechos para la vida que les habría esperado en Londres. Luego los perdió de vista, tal vez para siempre.

Para ese momento su hijo ya había comenzado a grabar toda la masacre hecha con la oreja del moreno y el ensartamiento de la más joven a la que después estampó. Por esa ya no tendría que preocuparse, probablemente no se volvería a despertar ni a replicar. - Apaga esa mierda, Collins. - ordenó con dureza para que dejase el móvil, por si no si se le había ocurrido que difundir en directo no era la mejor idea. La otra gritaba como loca que no confesase lo de la niña, seguramente porque no confiase en que pudiese salir con vida de aquel lugar. - No queréis delatar a uno de los vuestros, porque alguien se la ha tenido que llevar. ¿Un Descendiente tal vez? ¿esos peces gordos? ¿Vais a morir por defenderlos? sois más idiotas de lo que pensaba. Son unos rastreros que roban hijos. - pensó por un momento que de verdad iba a confesar, que iba a saber qué habían hecho con Erin y quiénes eran los responsables. Pero no. En lugar de eso prefirió cagarla estrepitosamente.

- Las has condenado definitivamente...todo por defender a alguien que ni le importas. - siseó con suma frialdad y una mirada turbia, asesina. No se demoró en hacer su siguiente movimiento. En cuestión de segundos el zapato de tacón de Arleen con el pie izquierdo incluido salió despedido hacia otro lado gracias al cuchillo láser que le había quitado a Collins antes. Se acabaron los tacones. - Entonces no quieres hablar, ¿verdad? - no dedicó ni un momento más a la bruja coja, usando esta vez el cuchillo de metal. Cogió con brusquedad la cabeza de Ben para abrirle la boca a lo bestia, tirando de su lengua hacia fuera un momento antes de meterle un tajo para arrancársela de cuajo. - Pues ya no tendrás que hacerlo más. - tiró al suelo el trozo de carne que antes había sido su lengua, restregándole después la mano ensangrentada por la cara.

La preocupación tiñó mi expresión cuando mi padre dio a entender que no le importaba acabar mal, yo quería creer que tenía en mente un curso de acción infalible. Al ver la furia en los ojos de Arleen le respondí con un mohín burlón imitando su cara de enojada. Me estremecí al escuchar la orden de mi padre, creí que le gustaría la idea. -Ya voy.- Le respondí porque apagaría el celular luego de conseguir unas imágenes más para subir a internet. Fue entretenido presenciar cómo el espíritu de los magos se resquebrajaba, yo quería que se olviden de su identidad y quitarles la noción de individuo así ellos entenderían que no eran diferentes a animales de corral.

Puse los ojos en blanco cuando el mago se puso a mandar un mensaje de auxilio a la cámara pero seguí grabando su cara. Le daría esperanzas para poder quitárselas casi inmediatamente. El cabezazo me tomó desprevenido, el golpe me dio de lleno en la nariz y me hizo tambalear unos pasos hacia atrás sorprendido. Gruñendo por el penetrante dolor, me llevé las manos a la cara para hacer una especie de control de daños y, al ver que la nariz rota estaba sangrando, miré a Benjamín con lágrimas en los ojos llenos de indignación. ¿Cómo se atrevía a seguir teniendo coraje?

Luego de fruncir el rostro en un intento fallido por mitigar el taladrante dolor, apunté con la cámara sacando fotos de la pierna sin pie de la bruja, del pie separado del cuerpo, de la cabeza del mago con la boca abierta y la lengua sacada hacia afuera, de su cara cubierta de sangre brillante y, por último, de la lengua cortada tirada en el suelo. -Tengo buen material aquí.- Dije tecleando el celular, revisando las imágenes que había obtenido mientras la nariz goteaba sangre. -Corte por aquí... corte por allí... perfecto.- Al editar, obviamente dejé afuera el mensaje de auxilio de Benjamín y lo eliminé. Una vez todo estuvo preparado, envié las fotos y videos a internet.

Hice tiempo mientras los archivos se cargaban, fui hacia Chloe armado con el cuchillo, me agaché a su lado y agarré su mano para dejarle la misma marca que había hecho en la otra bruja. Dejaría al mago para lo último, a ese había que suavizarlo con algunos golpes más. Hice cortes profundos en la piel del dorso de la mano de la de pelo cobrizo con facilidad porque ésa no se removía, en éste caso desde el principio salió la sangre brillante y apliqué una generosa cantidad de sal sobre la herida abierta para luego asegurar todo dejándolo bien vendado. Al volver a ver mi teléfono con la cara manchada por la sangre que caía de mi nariz, las imágenes ya estaban subidas a internet así que las envié a surfear por la red y me acerqué a mi padre. -¿Nos vamos?- Le pregunté porque, como había dicho Andreas, teníamos poco tiempo.