Zona desierta- Antigua Torre de Alta Hechicería

Merodeo por los alrededores de la torre cual mendigo andrajoso y repugnante, como el mago venido a menos en el que me he convertido, al menos en apariencia. No dejo de rumiar en silencio mi odio hacia aquellos que me arrebataron un lugar que por derecho me corresponde a mí, al maestro de la Torre de la Alta Hechicería y líder de la antigua hermandad de los Túnicas Negras. Con sucias artimañas me la arrebataron, impidiendo con magia de sangre la entrada al lugar que fue mío durante años. Desde que me la quitaron no han dejado de mancillarla con su sucia presencia, con sus malas artes y su magia robada. Los Soul Reapers son la escoria que siempre aspiró a ser como nosotros y sólo supo robar cual ladrón vulgar.

Uno de ellos parece haber vuelto al lugar, y yo sólo puedo permanecer al acecho buscando una oportunidad para volver a recuperar lo que me pertenece. Me oculto entre los árboles, valiéndome de la oscuridad de la noche para aproximarme a los dos muchachos que están a punto de salir del bosque para ir hacia la torre. Sólo tendré un momento para poder hacer lo que deseo, derramar su sangre para poder poder acceder al lugar, pues únicamente se activa con sangre de Soul Reaper, como ya he podido comprobar al intentar entrar otras veces. Además, reconozco el rostro del muchacho que acaba de llegar. Yo mismo le corté la mano unos cuantos años atrás, cuando le robe la llave para la sala de los portales. Ese engendro de la naturaleza se merece otro castigo por haber colaborado para echarme de mi hogar, y juro que pienso derramar toda su sangre para que no se le vuelva a ocurrir realizar tal afrenta contra mí o cualquier mago de valor.

No revelo mi posición aún, pero voy conjurando una neblina venenosa que vaya envolviéndolos paulatinamente, lo que me dará ventaja en el combate al ir debilitándolos poco a poco a causa del veneno. Después me aparezco a la espalda de ambos, apuñalando a Vanessa para aprovechar el factor sorpresa y hacer que el otro no tenga tanta ayuda cuando comience a destrozarlo.

- Nadie vendrá a salvarte esta vez, hijo de la decadencia...

Estaba claro que mi compañera andaba preocupada desde el ataque al médico, pero no sabía que estaba molesta hasta ese punto. La miro con extrañeza y algo de irritación en el momento en que tira de mi brazo para que me gire, obligándome a quedar frente a frente. Tiene demasiadas preguntas para las cuales tampoco tengo buenas respuestas, y parece tener incluso más dudas que yo mismo. Suspiro con pesadez, tratando de hacer un esfuerzo para ver si consigo forzar la voz para decir algo. Dudo que el demonio se vuelva a despertar si está sellado, pero no me manifiesto al respecto porque tampoco lo puedo asegurar por completo. - Sacrificios...- consigo decir con voz rasposa tras bastante esfuerzo, dándole a entender que era necesario. - Ahora podrán...beneficiarse muchos más...¿de parte de quién estás, eh? a la mierda con tanta contemplación...yo también he acabado jodido por esto, no he llegado tan lejos para quedarme de brazos cruzados...- mi voz no pasa de ser un murmullo, pero ya he conseguido decir mucho más de lo que creía que podría hace unas semanas, cuando desperté por primera vez en el hospital. Ha resultado bastante doloroso, y creo que no debería abusar demasiado si no es absolutamente necesario.

En ese momento comienza a darme tos, no sé si por el esfuerzo de hablar o por la extraña neblina que comienza a envolvernos de manera progresiva. También empiezo a sentirme raro de manera repentina, entre cansado y mareado. De la nada aparece un atacante que se lanza contra Vanessa sin que yo pueda hacer nada para evitarlo hasta que la hiere. Reacciono rápidamente, empujando al atacante para que se aparte de ella y no pueda herirla más. Me cuesta unos segundos, pero acabo reconociendo al viejo andrajoso que nos ha atacado. El maldito nigromante de la torre. Enseguida le suelto un puñetazo cargado de electricidad con mi mano metálica, agarrándolo por la pechera con mi otra mano mientras lo choco contra el tronco de un árbol. Ya ha dado demasiados problemas, mí el primero, y si desaparece dejará de darlos. Comienzo a golpearlo con furia, como si quisiese destrozarlo a base de puñetazos, pensando que esta vez no se nos escapa.

La ingenua chica se queda bastante parada al recibir mi puñalada, sin revolverse ni hacer nada contra mí. Al darse la vuelta la recuerdo, otra de las desgraciadas que vino a invadir mi torre en otra ocasión, junto con mi hermano Fizban. Demasiadas intrusiones, demasiados ansiando el poder y la sabiduría que hay entre los muros de la torre. Con un poco de suerte caerán envenenados  y sin fuerzas, sólo debo dejar que pasen los minutos. Puede que no logre vencerlos en una batalla física, pero si consigo ganar tiempo podré derrotarlos con otros trucos de nigromante...

- ¡Dile a ese engendro de demonio de Khaled Svensson que abandone mi torre de una vez! ¡primero morirás tú, luego todos los de dentro! - grito perdiendo los estribos cuando Adramelech me ataca de manera salvaje a base de puñetazos, sin darme descanso ni tiempo para realizar ninguna invocación. Lo único que puedo hacer es aprovechar la proximidad para tocarlo y tratar de drenar energía de su cuerpo o necrosar el brazo con el que me ha agarrado de la túnica. Es justo lo que le hice la otra vez, y sería un estúpido si deja que le pase de nuevo.

- No has aprendido nada...- río con voz desagradable y cascada, cerrando mis huesudos dedos alrededor de su antebrazo. - sois mucho más estúpidos y patéticos que los magos mediocres de hoy día...- la nariz rota provoca que la sangre cubra toda mi cara, y la descarga eléctrica que me ha dado hace que no pueda moverme demasiado bien, así que no sé si conseguiré mi objetivo. Comienzo a utilizar magia negra sobre su brazo sano, haciendo que la historia se repita otra vez.

--------------------

par- drenar energía
impar- necrosar brazo

El miembro 'Fistandantilus' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Dado opciones' : 1

La furia y la ira acumuladas hacen que golpee a Fistandantilus sin descanso, una y otra vez hasta comenzar a desfigurarle su feo rostro a base de puñetazos. Un error por mi parte, como él mismo se encarga de recordarme. No es buena idea atacarlo de cerca teniendo en cuenta lo que puede hacer al contacto. No me molesto ni en hacer el esfuerzo de contestar a sus provocaciones, puede que pasase de hacerlo incluso teniendo bien la voz. De repente comprendo a qué se refiere con eso de que no he aprendido nada, pues el brazo con el que lo estoy sujetando comienza a doler de manera fuerte y repentina, casi como si fuese a desintegrarse de un momento a otro. Pego un tirón para que me suelte, pero ya es demasiado tarde. Enseguida reconozco el color oscuro del que se va poniendo el antebrazo, mirándolo horrorizado al saber la mala solución que tiene esto. El muy hijo de puta lo ha vuelto a hacer, y en parte es culpa mía por no aprender de errores pasados. Sólo nos queda acabar con él cuanto antes.

Por suerte Vanessa acude en mi ayuda, a pesar de que antes he sido un poco borde con ella. Aprovecha que el viejo está algo paralizado por los ataques eléctricos, clavándole sendos cuchillos en los hombros para atraparlo contra el árbol y ganar algo de tiempo. Somos dos contra uno, por muy nigromante que sea. Además es un viejo y le cuesta moverse rápidamente. Agarro a Vanessa por el hombro con mi mano metálica, susurrándole al oído lo que quiero que haga. - Entra en la torre...Khaled dijo que tienen ahí las nuevas calaveras. Coge una y tráela. Haremos que este viejo nos sirva antes de morir...sé que maneja la magia de sangre... - espero que vaya al interior y que se de prisa. Mientras intentaré dejarlo medio muerto antes de extraer de él su poder. Tampoco voy a dejar pasar la oportunidad de hacerlo sufrir antes de que deje de ser consciente de ello.

Aúllo de dolor en el momento en el que Vanessa me ataca de esa manera tan burda, devolviéndome el ataque sorpresa con el que inicié mi plan. Eso me obliga a soltar el brazo de Adramelech, pero para ese momento el daño ya está hecho. Al usar magia negra sobre un cuerpo la maldición comienza a extenderse de manera progresiva, necrosando los tejidos, de modo que si no se corta de raíz no podrá frenar el avance de dicha magia negra. No obtengo respuesta alguna a mis provocaciones, Adramelech se dirige sólo a su compañera para susurrarle algo que sólo entiendo a medias, aunque creo comprender de qué va el asunto al escuchar lo de nuevas calaveras. Yo no estuve en la torre cuando sucedió aquello, pero sí que sentí la invocación de cierta presencia demoníaca relacionada con la creación de las calaveras, y tengo un presentimiento con todo esto.

- Eso, corre si puedes moverte, zafia y burda infeliz. - alzo mi mano hacia ella, intentando drenarle la energía a cierta distancia, pues para eso no me hace falta contacto directo. Entre el veneno y el drenaje de energía le debe resultar cada vez más difícil moverse, y en el fondo el tiempo va a mi favor. Son más fáciles de sanar las heridas por las cuchillas y los golpes, e incluso los daños por electricidad. Más les costará recuperarse del veneno, de la magia negra y del drenaje de energía.

- Si acabáis conmigo, acabaréis con uno de los últimos grandes magos, con una de las pocas glorias vivientes que quedan todavía en el planeta. ¡ Estaréis provocando el fin de una era...si se supone que admiráis la magia deberíais tenerle respeto, y no pisotearla y despreciarla afrentando a sus más grandes representantes! ¡No os merecéis el don de la magia! ¡EL PODER NO ES PARA VOSOTROS, NUNCA SERÁ REALMENTE VUESTRO!

Con Vanessa fuera de escena ya sólo me queda aguantar un poco más con Fistandantilus, unos minutos hasta que ella regrese y traiga consigo otra calavera. Esta vez no se va a salir con la suya, está demasiado acostumbrado a hacer con los demás lo que le da la gana y ni siquiera es tan digno poseedor de magia como él mismo dice. Esbozo una especie de sonrisa irónica cuando se da esos aires de grandeza, como si estuviésemos extinguiendo al último dragón del mundo al matarlo, como si él fuese irremplazable. El desgraciado tiene una percepción de la realidad bastante distorsionada, y lo peor es que parece que él mismo se lo está creyendo.

- ¿Estás diciendo qué deberíamos respetar a alguien como tú sólo por ser un mago poderoso al estilo tradicional? ¿sólo por eso? - aprovecho que Vanessa lo ha herido más al retorcer el metal con el que lo ha clavado al árbol, dándome algo de ventaja para poder seguir atacándole. Dejo de golpearlo con el puño metálico, pasando a engancharlo por el cuello para ir clavando lentamente todos y cada uno de los dedos de metal de esa mano, justo la que tuve que ponerme por su culpa. Que sufra ahora las consecuencias. Puede que me arrepienta luego de forzar la voz más de lo que debería, pero necesito soltarle todo lo que pienso sobre los magos como él.

- No...nadie querría admirarte ni parecerse a ti. Tú sí que no sabes valorar la magia, no la aprecias como deberías, ni das gracias por ella. Nosotros lo hacemos constantemente. Un don tan grande como el que tienes...¿para qué lo has utilizado? nunca para hacer nada útil, nada bueno por los demás ni por el puñetero mundo. Eres uno de esos magos que se creen mejor que nadie por tener poderes, por poder usar sus habilidades mágicas. Miras a tu alrededor con desprecio, creyendo que los que no tienen magia son inferiores a ti. Pensando que aquellos de tu sangre que se mezclan con los humanos son unos traidores. Estás muy equivocado...¿para qué quieres tener algo tan valioso si no puedes compartirlo, si nadie puede beneficiarse de ello? Teniendo las mismas oportunidades lograremos la igualdad...y ya no habrá más injusticia que lamentar, ni más guerras por miedo, desprecio o envidia hacia lo diferente. Tu visión cerrada y endogámica de la magia no tiene futuro. Sólo te queda desaparecer. - termino murmurando con voz rasposa y bastante dolor de garganta, pero quedándome más tranquilo al haberlo soltado. Probablemente no lo comprenda, pero eso ya es cosa suya. Realmente así lo creo, los reaccionarios como él tienen los días contados, posturas como la suya serán cada vez más minoritarias, especialmente las más extremas, pues este mago desprecia incluso a los de su propia raza si no los considera dignos.

Mis dedos se hunden más y más en su cuello, haciéndolo sangrar profusamente a medida que voy ahondando en las heridas. Canalizo una descarga eléctrica a través de la mano que tengo sobre él, aumentando la intensidad para dejarlo más herido y paralizado que con las anteriores. Mis propias fuerzas también van mermando, aunque la adrenalina por la pelea ayuda a sentir menos la debilidad por el veneno y el dolor por lo del brazo. Prefiero no pensar demasiado en eso ahora, porque no veo que tenga una buena solución ni nada que se pueda hacer de manera inmediata.

OFF: Por petición del PJ, salto a Fistandeburro. En serio, ¿hola? ¿Cómo puedes recordar tu nombre al loguearte? Estoy flipando...

Sigo rebuscando las calaveras como si ni hubiera un mañana, dentro de las limitaciones físicas causadas por la herida, el veneno y el drenaje de energía, teniendo que parar algunas veces para poder coger aire y seguir buscando las calaveras. Como ya había dicho en un post anterior había pasado por la estancia de Zayra, pero ahora lo hago nuevamente, pero esta vez más despacio para poder volver a coger aire. El hielo ha dibujado perfectamente todas sus facciones y su semblante serio y duro parece no haber cambiado en todos estos años. Me da un poco de miedo detenerme a mirar durante mucho tiempo, por si de alguna forma u otra saliera de su prisión y quisiera venganza, como en las películas de miedo de la tele, especialmente el Todo. Mal yuyu. Me da un escalofrío y continúo con la búsqueda hasta que termino dando con ellas en una sala. Cojo una de las que están apartadas, porque entiendo que son las que están vacías y vuelvo junto a los otros dos antes de que se terminen por matar mutuamente.

Bajo las escaleras sintiendo el terrible dolor de la herida, que a pesar de que intente olvidarme de ella cada vez duele más    y más, al pasarse la adrenalina del primer momento de ataque. Respiro pesadamente cuando llego al piso de abajo, doblada por el esfuerzo y aprovecho para rebuscar el papel donde apunté las palabras que dijo Khaled. Puede que no me acuerde exactamente de cómo eran, pero ahora sí se pronunciarlas y, a pesar de encontrarme en el umbral de la puerta de la edificación ya tengo a Fistandeburros delante, y aún sin estar al lado de él, hago que se inicie la magia, a pesar de los escasos metros que nos puedan separar
-Khar Qhaysh, Leth I'Ghyran-

Nuevamente la calavera se activa, [revisando post de Adra] que empieza a brillar y a vibrar, como si quisiera salir lanzada hacia el mago. Nuevamente se emite el rayo azulado recorre el espacio que nos separa a una velocidad vertiginosa, atraviesa al mago y retorna con un color rojo como la misma sangre hacia la calavera. La fuerza de atracción es cada vez mayor, igual que el brillo y la vibración. El sonido de la tormenta de antes baña el espacio, rompiendo en mil pedazos el silencio sepulcral que nos rodeaba al comienzo.
Intento aguantar lo máximo que me es posible, gruñendo por el esfuerzo. Pero finalmente tanta fuerza acaba por debilitar la mía, haciéndome caer al suelo, rompiendo la conexión y acabando el hechizo. En mi posición, con la calavera entre las manos, respiro pesadamente. -Lo hice- No puedo evitar sonreír satisfecha

Suelto un sonido de desprecio ante el discurso de Adramelech, que no consigue en mí el efecto que él buscaba. Todos sus argumentos me parecen erróneos y no creo que la magia pueda sobrevivir en un mundo en el que propone él. Su absurda utopía fracasará tarde o temprano. Llevo mis manos a su mano metálica para intentar liberarme de la opresión que ejerce sobre mi cuello, hablando de manera ahogada. - Vais a provocar...la extinción de la magia...la estáis debilitando cada vez más...la raza debe permanecer pura. -
consigo por fin apartar su mano de mi cuello, empujando a Adramelech hacia atrás para recuperar algo de aire. Dirijo una torva mirada a la parte del brazo ennegrecido que queda a la vista, riendo de manera desagradable.

- Tú serás el que desaparezcas...la maldición seguirá extendiéndose. - comienzo a pensar en retirarme antes de que llegue la otra para traer refuerzos o atacar junto con él, pero las fuerzas me abandonan debido a la sangre perdida. Caigo de rodillas al suelo justo en el instante en el que llega Vanessa, a la que miro con el terror dibujado en el rostro al comprender lo que está sucediendo. Los ladrones de magia de los libros que leí han vuelto, después de siglos vuelve a suceder. El rayo de luz que me atraviesa el pecho va drenando mi magia de manera implacable, debilitándome cada vez más y más. Con tan pocas fuerzas y estando tan paralizado no hay mucho que pueda hacer, sólo puede asistir a lo que parece el fin del maestro de la torre. Mi último pensamiento va para aquellos discípulos que siguen nuestros ideales, a ellos les corresponde ahora impedir que el mundo se vuelva más mediocre y decadente.

Minutos después yazco en el suelo boca arriba, con los ojos abiertos y desorbitados, representando la estampa de una muerte nada gloriosa. La peor manera de acabar para alguien cuya toda su vida ha girado entorno a la magia, siendo asesinado por estos ladrones de poder.

Retrocedo unos cuantos pasos de espaldas por el empujón de Fistandantilus cuando se libera de mi agarre, chocando de espaldas con otro árbol que frena mi caída. Bajo la cabeza levemente, negando para mí mismo al darme cuenta de que mis palabras no le han afectado lo más mínimo. Es demasiado cuadriculado para comprenderlo, como suponía. Lo único en lo que lleva razón es en lo del brazo, debo hacer algo rápido antes de que no pueda hacer nada para impedir que la maldición avance. Sé perfectamente lo que toca, pero no por eso resulta más fácil de pensar. La otra vez sólo fue una mano porque el muy desgraciado fue muy rápido cortándola, pero esta vez no creo que se quede sólo en la mano. No me molesto en dedicarle ni una sola palabra más al viejo, pues por suerte llega Vanessa trayendo una de las calaveras para realizar el ritual.

Entorno los ojos cuando la luz de la calavera me deslumbra, escurriendo mi espalda por el tronco del árbol hasta quedar sentado en el suelo mientras contemplo el espectáculo. Lo cierto es que, a pesar de estar hecho polvo,  estoy disfrutando al asistir al final de este desgraciado. Se lo merecía desde hace mucho tiempo, y espero que al estar tan herido no sobreviva al drenaje de magia. Cuando todo acaba me levanto lentamente para ir hacia Vanessa, que se ha quedado tirada en el suelo. Extiendo la mano de metal hacia ella, tirando para que se levante

- Bien hecho...finalmente lo hemos derrotado y hemos hecho que sea útil. - murmuro con cierta afonía, observando la calavera que ahora brilla con una especie de rojo sangre con el poder recién absorbido. Después me acerco a Fistandantilus, que yace patéticamente en el suelo. Lo observo con desprecio durante unos segundos, pasando de largo después. - Ahí se queda, que lo devoren las bestias del bosque. -  después me detengo frente a nuestra torre, pensando en si entrar o no. Puede que no sea el momento, creo que ahora mismo no estoy preparado para ver la estatua de hielo de Zayra, y además necesitamos curarnos de manera urgente. Le pido a Vanessa que sea ella la que ponga a buen recaudo las dos calaveras que hemos conseguido, en la torre estarán seguras con el monstruo vigilante que vino de Gorgoroth. Tras esto le digo un lugar al que podemos ir para curarnos, uno en el que ya fuimos en otra ocasión y que ella conoce. El camino a pie es largo, así que espero que nos queden fuerzas para llegar. Salimos de allí los dos, alejándonos poco a poco del lugar.

El portal demoníaco nos llevó directamente a una de las salas de la Torre que habiamos destinado para el descanso. Supuse que aunque la experiencia del viaje interplanar para ellos mis viajeros, resultaba corta, de cosa de dos segundos, podía dejar una sensacion de desasosiego e inquietud. Era normal.

Deposité a Adramelech en la cama de la cámara, estaba bastante polvorienta y los muebles eran todos de madera negra. Las paredes estaban recubiertas de estanterias llenas de libros hasta el techo, y habia un ventanal bastante decente en una de ellas. Pero al luz aqui era tenue.

Examiné el brazo de Adramelech y miré de reojo a Vanesa.

-Magia negra. Ha sido Fistandantilus? - sí...aquel mismo nigromante que cometió la insensatez de invocarnos. Me aparté y dejé espacio a Chloe para que se acercase. Pero decidí informarla. - Sigues en Irlanda. Estás en nuestra Torre.  - dejé el saco de cuero con las dos calaveras que habia obtenido en el suelo, junto a mis pies. - Pero puedes estar tranquila. El Guardián no te hará nada.... - describí un sello en el aire delante de su frente. Acababa de modificar su aura por un tiempo para que el guardián no la reconociese como intruso. - Intenta hacer lo que puedas por salvarle el brazo. Si no eres capaz de detener la maldición, dínoslo. Y si necesitas algun ingrediente, también.

La última vez que habia visto a Adramelech, era Belialt quien tenia el control y no habia podido hablar debidamente con él. Tenía fé en que lograse sobreponerse, aunque fuese con una extremidad de menos...

Al final decidieron que lo mejor era intentar curarlo en otro lado, así que me resigné a abandonar la taberna, dejando atrás a mi hermano y a mis amigos. Les echo una última mirada de preocupación antes de marcharme, aunque me hayan dicho que sus vidas no corren peligro no puedo evitar sentirme mal por dejarlos allí de esa manera. Lo único que puedo hacer es enviar un mensaje telepático a Catherine para que sepa lo sucedido y mande a alguien a ayudarlos. Cuando consiga calmarme y concentrarme lo haré, aunque me da reparo alterarla en su estado.

La forma de marcharnos de allí no fue la desaparición, sino una especie de inquietante portal a través del cual nos desplazamos junto al nigromante. Cierro los ojos justo en el momento de atravesar el portal, prefiero no ver nada hasta que toquemos suelo firme de nuevo. La sensación de desasosiego permanece conmigo durante varios segundos después de que lleguemos a una torre bastante antigua y un tanto lúgubre. Miro alrededor con inquietud, asintiendo levemente cuando Khaled me informa de que seguimos en Irlanda, en una torre de su propiedad. Guardo silencio mientras dejan al muchacho en la cama aquella, pensando en qué clase de guardián tendrán aquí como para tener que hacer sobre mi frente esa especie de sello protector.

Me acerco con cautela a donde está el herido, examinando el brazo dañado mientras los escucho. Tal y como había pensado, no es una herida infligida por magia corriente o por armas humanas. La magia negra escapa a mi comprensión y capacidad actual, no sé si alguien más experimentando habría podido hacer algo. Los acompañantes del joven suenan preocupados, por lo que comprendo que deben tenerse bastante aprecio entre ellos, como yo a los míos. En el fondo no somos tan distintos, probablemente haya más cosas que nos unan que cosas que nos separen, aunque no me hayan gustado nada sus métodos ni los ataques en la taberna.

- Haré todo lo posible. Y después te echaré un vistazo a ti, también pareces herida. - comento a Vanessa alzando un momento la vista del brazo de Adramelech. Para ese momento ya está negro prácticamente hasta el hombro, ha debido pasar demasiado tiempo sin tratar. Me empiezo a agobiar porque creo que no va a haber otro remedio que cortar, tal y como parece indicar su amiga. Termino de examinar el brazo, posando después mi mano sobre su frente para tomarle la temperatura. Su pulso y su respiración no son demasiado fuertes, por lo que no puedo tardar mucho en tomar una decisión - Tiene mucha fiebre, necesitamos algo que pueda bajársela. Voy a intentar parar lo del brazo, pero...- pongo cara de que no las tengo todas conmigo, para que no esperen demasiado.

Me concentro y poso mis manos sobre el brazo de Adramelech, comenzando a canalizar mi magia de sanación hacia éste. Una tenue luz azul emana de las palmas de mis manos, aumentando en intensidad poco a poco. Normalmente aparece mejoría en las heridas a los pocos segundos de empezar, aunque hagan falta varias sanaciones para dejarlo completamente arreglado. En este caso, tras varios minutos, no veo cambio alguno a pesar de mis esfuerzos y de estar haciendo lo mismo que otras veces. El tejido necrosado no mejora, es como si no pudiese revertir los efectos de la magia negra. El brazo está completamente muerto y va a hacer que pase lo mismo con la persona. - Lo siento...no lo consigo...- respondo apesadumbrada y con cierta congoja al pensar en lo que hay que hacer. Hasta ahora, y a pesar de la guerra, no me ha tocado hacer eso con ningún paciente. Casi siempre se encargaba otro de esas cosas, en caso de que sucediese. - Hay...hay que cortarlo. Yo detendré la hemorragia en cuanto se haga, eso si puedo hacerlo. Y también necsitaré algunas pociones para después. Una para desinfectar y otra reabastecedora de sangre. Si no se puede conseguir esa última siempre podemos hacer una transfusión. También vendrían bien algunas vendas y...- cojo la espada sin estar muy segura de si tendré fuerza suficiente como para hacer eso en un solo corte limpio y de tener el estómago suficiente para hacerlo. Espero que el herido esté completamente inconsciente, porque no lo hemos sedado con nada.

Hice un gesto negativo con mi cabeza cuando Vanessa se disculpó por lo sucedido. Habían pocas cosas que ella hubiese podido hacer. En última instancia habia sido culpa de Adramelech por caer dos veces bajo la misma treta del mismo nigromante....

Me retiré un tanto, mirando después el trabajo de la joven. Mi impaciencia, aunque no se apreciase, crecía conforme pasaban los minutos. Desgraciadamente la magia de sanacion de ella no pareció lo suficientemente potente como para revertir la necrosis... La joven parece concluir que lo mejor es amputar y hago una mueca.

"Espero, Fistandantilus , por tu bien....que sea de ese tipo de maldiciones que se soluciona con una amputacion y no realiza un salto. Porque si no me va a faltar infierno para hacerte sufrir"

No dije nada acerca de mis temores esperando que aquel viejo no hubiese llegado tan lejos en sus artes. Vanessa se ofrecio a ser ella la que realizase la parte gorda por asi llamarlo. Me hice hacia delante para ser yo quien sujetase el brazo de Adramelech en el momento en que Vanesa se puso a ello. Lo cierto es que no me inmuté ni lo mas mínimo ni con la sangre que me salpicó, ni con los espasmos de la carne, ni con el desagradable crujir del hueso. Había visto cosas bastante peores...

Solté el brazo de Adramelech y le hice un gesto a Chloe con mi cabeza.
-Detén la hemorragia. - no era una orden imperiosa, ni tampoco amenazante. Me valí del saber de Belialt y su capacidad de infundir calma a las mentes más frenéticas con tan solo unas palabras. Miré a Vanesa e hice lo mismo con ella. - Ya está, has hecho lo que has podido. Descansa.

Tenía que ir a por las pociones y las cosas que iba a necesitar el muchacho. Cogí las calaveras y me marché de alli dirigiendome a la sala de portales. Dejé alli a buen recaudo la de agua, y tambien la mental, junto con todas las demás. Observé la estatua de Zayra y me paré frente a ella unos momentos.

"... "

El vacío que me generó su contemplación me hizo darme la vuelta, pensando que no podia permitirme perder a otro Svensson. Subí entonces, dirigiendome alas dependencias de los laboratorios, para buscar lo necesario para restablecer la salud del muchacho.

Asiento cabizbaja cuando me dicen que está bien, que no pasa nada porque no puede hacer más por salvarle el brazo. Al menos parecen asumirlo y no se enfadan conmigo por no poder hacer otra cosa. Es frustrante, pero siempre será preferible que pierda un brazo a que pierda la vida, y ya hemos esperado mucho. Supongo lo mal que deben sentirse en este momento, yo me sentiría igual si fuese alguien de mi familia o amigos. Incluso sin conocerlo, me da pena el muchacho, que debe tener más o menos la edad de mi hermano. En este momento se me olvida un poco todo lo de la taberna, he de centrarme y hacerlo lo mejor que pueda para salvar una vida. Cedo la espada a Vanessa, casi agradeciendo que sea ella quien lo haga. Tampoco me toca sujetar el brazo, pues es Khaled el que se encarga de ello. El manejo del metal de Vanessa consigue crear una herramienta más apta para la desagradable tarea que le toca hacer, la cual ejecuta sin dilación.

Desvío un poco la mirada cuando comienza con la sangría, pues a pesar de estar acostumbrada a ver sangre no lo estoy tanto a amputaciones de este tipo. Debería ser capaz de mirar si de verdad quiero ser una sanadora profesional, así que respiro hondo y me armo de valor para volver la vista a la escena. Los sonidos del hueso y el resto del espectáculo me impresionan más de lo que pensaba, provocando incluso que se me revuelva un poco el estómago por la impresión. Al final acabamos todos manchados de sangre, y yo no consigo reaccionar hasta que Khaled se dirige a mí de esa manera tan calmada que contrasta con la situación. Sus palabras me hacen sentir más tranquila, infundiéndome una calma extraña que me ayuda a concentrarme y a reaccionar rápido. Asiento sin decir palabra, acercándome al hombro del joven para poner mis manos sobre éste y comenzar a canalizar la magia de sanación para detener la hemorragia. He de emplearme a fondo y utilizar bastante más energía de lo habitual, pues debo conseguir frenar rápido el fuerte sangrado y cerrar la herida lo suficiente como para que no se abra a la mínima. Una luz azulada envuelve su hombro, consiguiendo poco a poco que la sangre deje de escaparse violentamente y sin control. Después comienza a fluir más lentamente, de manera menos peligrosa.

Tras unos pocos minutos consigo frenar el sangrado por completo, aunque la pérdida de sangre hasta su detención total ha sido inevitable. La gran herida por el corte queda bastante cerrada, aunque me vendrán bien las vendas para poder taparla por completo. - Ya está...- murmuro un tanto cansada por el esfuerzo de canalización de la magia, poniendo después un par de dedos en la yugular del paciente para comprobar su pulso. - He conseguido parar el sangrado y lo he estabilizado. Cuando él traiga las vendas y las pociones lo dejaré todo más o menos terminado y veré cómo evoluciona durante las siguientes horas. - me separo un poco de Adramelech, resoplando por lo bajo al ver la cantidad de sangre que hay alrededor y en nosotras mismas. Después me acerco a Vanessa, dispuesta a encargarme de ella. - Dime...¿qué tienes tú? deja que te eche un vistazo