Campo de entrenamiento

- Mucho gusto. - Respondió Newt a la presentación de la general con una leve reverencia a modo de saludo respetuoso. Quizá lo más adecuado habría sido un saludo militar, pero Scamander no estaba seguro de si sería correcto, por lo cual decidió no hacerlo.

Escuchó atentamente las instrucciones de la general. No debían acercarse a la montaña ni espiar, era mejor la distancia y hacer un reconocimiento, buscar lo que se les había encomendado. Newt asintió con la cabeza, emocionado ante la idea de hacer tal viaje, y negó con la cabeza cuando preguntaron si tenía alguna duda.

Al principio, cuando la general dijo lo de rodear la montaña volando, Scamander asintió. Sería un poco difícil, pero usaría la escoba que Theseus le había obsequiado. Arturo parecía un poco más afectado , como si no confiara en el método que habría de usar para trasladarse.

Sin embargo todo cambió cuando la general mencionó a los caballos alados. Scamander abrió aún más los ojos, brillantes por el interés que la simple idea le había provocado. Ansiaba ir a verlos de inmediato, pero controló su ímpetu y esperó a que la general terminase de orquestar la misión. Ante la pregunta de Arturo, respondió alegremente.

-Será como montar un hipogrifo, no te preocupes. - Dijo, sonriente. Escuchó también lo que decían sobre los souls, y aunque Newt no poseía los mismos conocimientos que Arturo pudiese tener al respecto, esperaba poder ser de apoyo en aquel asunto.

Devolvió el saludo a Newt con elegancia, a fin de cuentas, aunque General y militar ella también tenía gracia femenina. Después miró a Arturo y sonrió levemente cuando indicó que entendía que la torre estaba descartada. No quería que los Souls Reapers se sintieran ofendidos por la evaluación de aquella zona. Notó el gesto de Arturo cuando dijo la palabra “volar” y le dio mala espina. Debería haber leído más su expediente porque había algo que no le entendía al hombre.

-Exactamente. Por eso van a investigarlo-  Cuando indicó el objetivo de la misión Amaya terminó riéndose a carcajada limpia -Arturo, si viene un ser oscuro a atacarte no pretendo que le digas. ¡Eh para mi General me dijo que solo venía a explorar!- Después de eso sonrió de lado e hizo un puño con la mano y golpeó la palma contraria -Lo aplastas y me dices “He matado esto, esto y esto”- Puntualizó verbalmente al tiempo que se golpeaba la mano una y otra vez.

Escuchó el tema del equipo y se llevó una mano a la barbilla pensativa -Entonces es correcto que vayas a esta misión. De esa forma os conocerán más-  Expresó pero la última duda de Arturo hizo que se le quedara mirando sin entenderle. Aquello incrementó su mala espina y se acercó a ambos, asintiendo a lo que decía Newt -De acuerdo, cambio de planes. Os acompañaré en la misión – Puso una mano en el hombro de cada uno y lo apretó -Salimos en dos horas. Preparar lo que consideréis necesario y nos vemos aquí, yo traeré los caballos y… Una silla especial para ti- Le dijo a Arturo y dio dos palmadas pesadas en los hombres antes de retirarse.

En efecto, dos horas después partieron hacia su misión con un grupo de siete guardias más.

La misma pesadilla volvió a asolar los sueños del mago, así que volvió a dormir poco. Despertó angustiado de madrugada y empezó el día cuando aún era de noche, mantenerse ocupado los distraía de sus asfixiantes sentimientos. Repitió el ritual matutino de cada día; té, yoga, Tai chi y pastorear a las ovejas mientras el viento otoñal soplaba.

Pasó por el hospital para dejar la toalla que su madre había limpiado y para enterarse de que muchos magos elementaristas del fuego se encontraban ingresados y estables, como el soul, Kyllian, Mérida y más. De quienes no tenía noticias era de Aiden y de Benjamin Red.

Llegó al campo de entrenamiento cuando el sol aún no despuntaba, no llevaba puesto su traje para elementaristas del aire, vestía ropas cómodas y amplias, algo desgastadas. Se sentó en la posición del loto en un extremo de la plataforma circular en dirección al éste, de frente a donde los rayos del sol ya se estaban dejando ver.

El calor besaba su frente con timidez mientras meditaba con los ojos cerrados esperando a todos aquellos que quieran asistir, así sean de la raza que sean, del bando que sean y tengan las habilidades que tengan. Si se hubiera enterado de que Azahar quería participar, la habría invitado gustoso porque siempre se puede aprender algo nuevo.

Pensaba también en que debía hablar con Catherine, en cómo debería abordar el tema, en las palabras que debería usar. De hecho, debía hablar con todos los miembros del Concejo. En eso meditaba mientras respiraba profundamente como Mei le había enseñado.

Me escabullí de casa porque mis hermanos no paraban de gritar y pelearse entre ellos, y me tenían harto con sus cosas de enanos. Pude escapar sin mucho problema porque no estaban ni Setelah ni mi madre, sólo Belle, y ella estaba en sus cosas de cachivaches y chismes raros, como siempre. Deambulé por la isla jugando por ahí, primero en la zona de los jardines, y luego por el mercado. Al final fui a la biblioteca de la academia para pedirle un libro a la bibliotecaria, aunque me miró por encima de las gafas diciendo que el libro que quería era para alumnos mayores. Inflé los mofletes algo indignado, teniendo que llevarme al final Los cuentos de Beedle el Bardo. Tomé el libro bajo el brazo, volviendo a caminar para buscar algún lugar en el que leer tranquilamente.

Al final me senté en el suelo, cerca de la zona de entrenamientos. Comencé a leer un cuento sobre tres
hermanos y unas reliquias, metiéndome bastante en la lectura.


- Jo...esa piedra es un timo. ¡Eso no es una resurrección! - fruncí el ceño mirando de nuevo esos párrafos, y al final lo que más me gustó fue lo de la capa. - Eso sería diver... - me imaginé en todos los sitios que podría colarme, y me gustó la idea. Luego le preguntaría a Setelah si podía encontrar una de esas capas. Cerré el libro después de un rato, fijándome en que había llegado al lugar uno de los descendénticos que daban clases.

"¿Qué hace con los ojos cerrados?"

Me puse en pie mirándolo con curiosidad, acercándome lentamente pero sin decir nada.

El mago trató de recopilar todos los hechos, hizo memoria y comenzó por preguntarse si debería empezar por los más recientes, los más lejanos en el tiempo o los más importantes. Bajar a tierra firme, instar a que todo el Concejo baje y se involucre con la guerra, tener relaciones fuera del matrimonio, casarse, desatender las obligaciones, no escuchar, ser impaciente e imprudente. Ahora que tenía las ideas más o menos ordenadas tenía que ponerlas en palabras que comprenda y que no lleven a una discusión.

-Voy a hablar ¿Me vas a escuchar?- Comenzó a hablar creyendo que estaba solo ya que se había abstraído tanto en hacer memoria que no notó que alguien se acercaba en silencio, él esperaba a sus estudiantes que no se caracterizaban por ser sigilosos, se parecían más a una estampida.

-¿Eres feliz en el Concejo?- Se imaginaba hablando con aquella persona.

-Los Cónclaves son para debatir y encontrar la mejor solución… hay que aprender a ser pacientes y controlar las emociones… los impulsos…- Probaba cómo sonaban las palabras al pronunciarlas y cómo combinaban mejor.

-Escuchar es fun… es importante.- La charla con el descendiente de Merlín había salido bien, quizás debería empezar por el mismo lugar y seguir el mismo camino.

-Los privilegios que tenemos son para debatir con calma, si no tuviéramos aquellas ventajas no… si no tuviéramos aquellas ventajas entendería que las decisiones se tomen mal y a las apuradas. Si tú quieres bajar, no te voy a detener, aunque te voy a dejar en claro que no estoy deacuerdo, pero no me obliges a bajar. Mi deber está aquí. Yo ayudo desde aquí. Tenemos obligaciones que atender. Tenemos privilegios porque tenemos que cumplir con nuestras obligaciones. Enseñar es una de ellas. No soy un guerrero, soy un maestro, mis habilidades no son para el campo de batalla.- Murmuraba.

Detuve mi avance un momento al escuchar que el señor empezaba a murmurar algo en voz baja, aunque al principio no entendía muy bien qué decía, ni de qué estaba hablando. A lo mejor era uno de esos telépatas que había en la isla, o puede que se hubiese dormido sentado y estuviese soñando. El caso es que me entró más curiosidad, así que volví a caminar hacia él hasta quedar a un escaso metro de distancia. Entonces pude escuchar algo de lo que decía.

"Claro, es uno de los maestros descendénticos de la academia, tiene que enseñar"

Miré de reojo a mi libro, el que llevaba bajo el brazo. El cuento estaba bien, pero yo quería aprender cosas. Quería ser tan listo como Setelah, y aprender a transformarme en pantera igual que él. También quería saber qué hacían los mayores en la academia, y ser capaz de defenderme de gente mala, como el tío que me secuestró cuando estaba viendo el torneo.  Llevé las  manos a mi espalda sujetando ahí el libro, balanceándome levemente hacia delante y hacia atrás sobre las plantas de los pies. Estaba impaciente esperando a que el señor se diese cuenta de que estaba ahí, quería preguntarle cosas. Aguanté dos segundos nada más, enseguida tomé aire para hablarle en un tono de voz no muy alto para no asustarle.

- Hoola. ¿Eres uno de los profes de la academia, verdad? -

Quedó satisfecho con la idea, pero tendría que expresarlo diferente, aún le sonaba algo violento, y en eso estaba, dándole vueltas y vueltas a la idea, tratando de encontrar las palabras adecuadas para que suene más a crítica constructiva que a un desagradable regaño, cuando una voz lo sacó de sus pensamientos.

Abrió los ojos y giró el rostro hacia el origen del saludo. Se encontró con que se trataba de un niño, le extrañó que alguien de su edad estuviera despierto a esa hora, se preguntó dónde estarían sus tutores, cuánto había oído de lo que había dicho, le dedicó una amplia sonrisa y conjuró al viento otoñal que corría a su alrededor para que lo ayude a girarse y así quedar sentado de frente al contrario.

-Así es. Soy el Maestro Cohen y me especializo en la magia de los elementos ¿Cuál es tu nombre?- Se presento y preguntó con voz amable aunque ligeramente ceremoniosa.

Y se armó la gorda. En cuando se pisparon en casa (tardaron un rato largo, no creas) en darse cuenta que Joram había desaparecido mandaron al único que, bajo su teoría, era el que menos estaba haciendo. Es decir, yo. De modo que patines en marcha, me dediqué a buscar al pequeñajo por toda la isla.

De camino de un lado a otro Justin, que se entera de todos los cotilleos, me indica me dice que han convocado una especie de entrenamiento con el profe de los fuegos. Lo cual me pareció un buen recurso para preguntarle por el tema de mis nuevos poderes. De modo que sí, decidí ir a ver qué me contaba. Ya iría a buscar a Joram, si es que no se ha caído por el precipicio de la isla, que capaz es.

Pero, ¿cuál es mi máxima sorpresa? -¡¡¡JORAM!!!- Le grito desde lejos mientras que con los patines aprovecho para ponerme en un santiamén a su altura. -¿Qué haces aquí? ¿También vienes a entrenar? ¡Pero si eres un retaco! Pues no veas lo triste que se ha quedado ADSL cuando ha visto que te has ido. Hola soy Nichollas Simon, su ... primo. Creo- Me presento ante Adael con una reverencia porque así me dijo Justin que se debía de hacer ante un profesor de alta alcurnia, que es lo que se hacía en Hogwarts en los tiempos mozos de nuestros padres -¿Es aquí la clase de elementaristas? Venía a instruirme...-

Solté un 'wow' de admiración al ver el modo en que se giraba el maestro, sonriéndole de vuelta al ver que no se había asustado aunque me hubiese acercado de manera sigilosa. Parecía simpático, así que decidí presentarme aunque fuese un desconocido. Mi madre me había dicho que tuviese cuidado con la gente que no conocía, pero no tenía mucho sentido porque podían atacarte aunque no te presentases. Extendí la mano como hacían los mayores, esperando que la estrechase.

- Hola Maestro Cohen. Yo soy Joram Gallagher. ¿De verdad manejas todos los elementos? ¿te costó mucho aprender? - tenía curiosidad por el tema, aunque no pude preguntar mucho más porque escuché la voz de mi primo llegando al lugar.  - ¡PRIIIIMO! - me abracé a su cintura como una lapa, no por nada era mi primo favorito y mi compañero de fechorías. Después me separé, negando con la cabeza rápidamente. - Nooo, no venía a entrenar. Estaba leyendo. - le enseñé el libro que llevaba bajo el brazo, como excusándome por estar fuera de casa.  - ¡Eh! no soy un retaco, ¡cumplí nueve hace nada! los retacos son los hermanos pequeñajos. Estaban muy pesados. - puse cara de pena cuando me dijo lo de ADSL, no quería poner triste al loro.  - Jo, haberlo traído de paseo. Setelah dice que hay que mantenerlo alejado del alcohol para que haga vida sana. - alcé mucho las cejas cuando mi primo dijo que venía  a la clase del maestro de los elementos, mirando alternativamente a uno y a otro. - ¿Puedo quedarme? ¿Y practicar?

Después de realizar las tareas encomendadas por la guardia me dispuse a ir al campo de entrenamientos con Adael. Había escuchado que se disponía a hacer un entrenamiento y la verdad es que no me vendría nada mal, aunque estaba agotado de ir dedicándome a la protección de casas, restaurar mierdas de no sé qué descendiente. Si tan poderoso es, que se reconstruya su puta casa y no tenga que llamar a la chacha de la guardia a hacer su trabajo sucio. Menos mal que de eso se encargaban los elementaristas de tierra, creo, porque de ciertas mierdas directamente desconecto. Creo que hubo, o hay, lío con los Pendragones esos pero esta gente es tan hermética que siquiera podía haber asomado el morro.

Pero, a parte de eso, me sentía útil. Algo que hacía mucho que no sentía. Hubiera preferido, no sé. misiones con un poco de acción, pero todavía recordaba el tema de los jin de los que me estuvo enseñando Adael una de las últimas veces que nos vimos. Y todavía no era de la guardia.

Suspiro mientras llego al campo de entrenamiento, dejando el caso a un lado. Era mi hora de descanso, pero prefería poder pasarla allí, al menos podría coger alguna idea de Adael y del agua, que para eso está. A mi llegada está hablando con un canijo y otro adolescente. Ruego los ojos quedando en el quicio de la puerta, dudando de si era mejor dejar la guardería para otro momento .... mira. No. Voy a recoger las cosas, dispuesto a irme de nuevo.

Estaba habituado a inclinarse para saludar al estilo oriental, pero un saludo es un saludo en la cultura que sea y no sería él el que lo rechace así que estrechó su mano con la del niño e inclinó la cabeza en una mezcla cultural de saludos. El joven maestro atinó a asentir con vehemencia respondiendo las preguntas del otro antes de escuchar otra voz llamando al niño. Se trataba de un muchacho algo más grande que llegó a toda velocidad. Se puso de pié con ayuda de su magia sobre el aire porque ya era hora de iniciar.

Le hizo gracia la forma en la que ellos se relacionaban, pero cuando el niño dijo que no venía a entrenar se le rompió una puntita del corazoncito de maestro. Respondió a la correcta presentación con una inclinación de cabeza. -Es aquí y llegas a tiempo, ya vamos a comenzar.- Le respondió a Nichollas. -Puedes quedarte siempre y cuando obedezcas.- Le advirtió con seriedad a Joram, era bueno inculcar algo de disciplina desde temprana edad, había que ver cómo le salía a él inculcarla. El mago captó movimiento desde su visión periférica y se sorprendió al fijarse quien estaba en la entrada.

-¡Benjamin Lytta!¡A ti te quería ver!- Se disculpó con los jóvenes para acercarse al mago elementarista del agua. Cuando llegó a su altura puso una mano en su hombro. -Quiero agradecerte por darme ánimos cuando pasó lo del secuestro, significó mucho para mí, no lo hice antes porque he estado muy ocupado… y un pajarito me dijo que tú también has estado entretenido con tareas que la Guardia de Ouroboros te asignó.- Con "pajarito" se refería al buitre que era su hermana y con "dijo" se refería a las quejas que ella profanaba sobre los aspirantes a la hora de la cena en familia. Adael se sorprendió al saber la noticia aunque no hizo caso de las críticas.

-Estoy muy orgulloso de ti.- Dijo desde el corazón. -Voy a enviar una carta de recomendación para que sepan que estas bien capacitado. Ahora, vamos que voy a iniciar la clase.- Lo animó a que lo siga y caminó hasta detenerse en un lugar de tal modo que los estudiantes queden en el centro del campo. -Fuera calzado.- Les indicó a todos para que se descalcen como él. -Sean bienvenidos. Hoy estudiaremos la magia elementarista del fuego y del rayo ¿Están listos para rápidas ráfagas de fuego, patadas giratorias, explosiones y rayos? Inició con mucho ánimo, con los puños en las caderas y mirando a los presentes con el desafío retratado en su vivaracho rostro.

Después de saludar al descendiente, pasé la mano por la espalda de mi miniprimo cuando se me encarama cual koala, pequeño y bonachón, para que se quede bien pegado a mi persona, pasándole la mano por el pelo -¿Y por qué crees que he salido a buscarte? No veas la que estaba armando Iberio con las bolsas de kétchup… Menos mal que no pilló mis preparados de tofu- Es lo bueno de que a nadie le guste el tofu, supongo, que no tengo que temer que nadie me quite la comida. Ruedo los ojos cuando me dice eso de que no es un retaco, el día que lo acepte crecerá. Yo también pasé por la fase de negación mientras le llevaba gusanos a Belle en la base subacuática de la resistencia. Ay, qué tiempos aquellos, supongo. -Mné, retaco grande. Grantaco. Ya me dirás cuando tengas 17 como yo, a ver cómo haces 17 con la mano, venga que es un reto de primo mayor- Me señalo el pecho todo lleno de orgullo y satisfacción de primo mayor mientras el descendiente se retira para hablar con el otro individuo que viene a entrenar.

-Bueno, pues ya le has oído. Nos toca obedecer sin rechistar a lo que nos diga este señor. ¿Qué leías? ¿Es un cuento? ¿Recetas? ¿Canciones?- le pregunto a Joram mientras nos sentamos en el suelo a esperar y quitarme los patines y dejarlos por ahí mientras me calzo con el calzado de persona -¿Y qué vas a entrenar tú, Joram? ¿Cómo darle de comer a ADN sin que te muerda? Deberíamos hacernos con una tortuga, aunque luego se quedan en la piscinita al sol y se te mueren. No, es una mala idea… un pez. Aunque eso se considera explotación animal…- Me rasco la cabeza, bastante confuso sobre el tema. Qué complicada se ha vuelto mi vida desde que abracé la vida de los hippies.

Nos incorporamos cuando Adael se incorpora con nosotros de nuevo, aunque no tarda en decir que nos teníamos que descalzar de nuevo. Vaya, por Merlín, y yo que había traído mis calcetines con agujeros (culpa de mi padre en su fase lobuna, que los muerde). De modo que en un rápido movimiento los escondí y quedé del todo descalzo, ayudando a Joram en el proceso, que por  mucho que diga es pequeño y esas cosas aún le cuestan. –Eso, eso del fuego- Asiento con vehemencia ante la idea, debía practicar ese truco que le había copiado a Mérida no sabía muy bien cómo –Y… también patadas giratorias ¿? Y Rayos ¿? Uhm, dudo que a la tía Mónica le guste que juguemos a esto, de modo que será nuestro secreto- Le indico a mi primo poniendo un dedo en el labio. Luego le extiendo el dedo meñique, para firmar nuestro pacto de silencio con un apretón de meñique. –¡MUY BIEN! ¿Qué hay que hacer?- y me froto las manos con ganas de hacer cosas chulas.

Benjamin Lytta escribió:Después de realizar las tareas encomendadas por la guardia me dispuse a ir al campo de entrenamientos con Adael. Había escuchado que se disponía a hacer un entrenamiento y la verdad es que no me vendría nada mal, aunque estaba agotado de ir dedicándome a la protección de casas, restaurar mierdas de no sé qué descendiente. Si tan poderoso es, que se reconstruya su puta casa y no tenga que llamar a la chacha de la guardia a hacer su trabajo sucio. Menos mal que de eso se encargaban los elementaristas de tierra, creo, porque de ciertas mierdas directamente desconecto. Creo que hubo, o hay, lío con los Pendragones esos pero esta gente es tan hermética que siquiera podía haber asomado el morro.

Pero, a parte de eso, me sentía útil. Algo que hacía mucho que no sentía. Hubiera preferido, no sé. misiones con un poco de acción, pero todavía recordaba el tema de los jin de los que me estuvo enseñando Adael una de las últimas veces que nos vimos. Y todavía no era de la guardia.

Suspiro mientras llego al campo de entrenamiento, dejando el caso a un lado. Era mi hora de descanso, pero prefería poder pasarla allí, al menos podría coger alguna idea de Adael y del agua, que para eso está. A mi llegada está hablando con un canijo y otro adolescente. Ruego los ojos quedando en el quicio de la puerta, dudando de si era mejor dejar la guardería para otro momento .... mira. No. Voy a recoger las cosas, dispuesto a irme de nuevo.

Después del mini encuentro con su futuro cuñado, V estaba más tengo de lo normal. Simplemente no comprendía el pujo de su madre por ganar más status. ¡Es que ni siquiera era dinero! Si sus hijos todos tenían posiciones profesionales casi privilegiadas, ella se metía dinero por todos lados con su negocio y su padre era un maestro de la academia... Sólo status. Sólo historia, sólo habladurías. Al pensar en aquello sintió que su mano se ponía más caliente de lo normal y empezó a tranquilizarse, no podía permitirse otro incendio por alli.

Hoy le tocaba entrenar a los nuevos reclutas y venía cociendo una idea desde que Arleen le había comentado la situación abajo. Algo que tal vez les faltaba a la Guardia, pelear fuera de su zona de confort. Cuando llegó vio al Descendiente Adael con un grupo de alumnos y lo saludó educadamente antes de ver a un grupo de guardias y a Lytta, nuevo por cierto -¡LYTTA! ¡OSLOV! ¡GONZÁLEZ!- Porque sí, también había gente latina en Ouroboros. Los llamó a todos y les ordenó formarse. Dio otro par de órdenes para que cogieran las espadas encantadas en el filo para que no hicieran daño, otra mejora impuesta por Amaya, para que se acostumbraran al peso del arma. Después de equiparlos hizo que los siguiera al bosque dejando el campo para el Descendiente Cohen.

Maldigo por lo bajo cuando el descendiente le da tiempo a verme y por supuesto me llama. Había pensado en salir de ahí para no tener que estar con los renacuajos, solo frenarían el entrenamiento. No sé, quizás con otros soldados, otros estudiantes. Había conocido a algunos y eran buenos, pero niños…. –Muy buenas, maestro. Espero que para algo bueno- Volví para girarme y quedarme frente al elementarista, a sabiendas que hacer lo contrario quedaría bastante mal visto. Con lo del tema del secuestro me pilla un poco a traspiés pues no esperaba que me volviera a sacar el tema, y mucho menos así. La última vez que hablamos de ello era para indicarme que debía controlar mis jins. –Bueno, no ha fue nada. Y por lo que sé, dentro de lo mal que podría haber ido, ha salido todo bastante bien- Intento hablarle para quitarle hierro al asunto. Desde el primero momento dudaba seriamente que fueran a hacerle algo a Sofía, aunque luego vinieron lo de los dragones, el tema de la comida… un follón del que poco me he enterado porque… -Sí, con la Guardia no hemos parado. Me hubiese gustado habérselo dicho en persona, pero a esta isla hay que echarle cien ojos. Siempre pasa algo. Necesitaba ser útil para la sociedad, como persona. Un conocido me lo dijo una vez-
Inclino levemente la cabeza, en señal de respeto y agradecimiento, con una sonrisa –Gracias. Es usted muy amable- Esa carta me vendría muy bien, al menos ya no me tendrían que tener limpiando mierda de las caballerizas. Y las dragoneras. Qué puto olor. Me quedo un poco rezagado cuando dice que la clase va a iniciar, pensando que voy a perder más el tiempo que aprovecharlo. Suspiro intentando poner los pensamientos en orden, si debía o no quedarme. Pero en una de estas aparecer Vishous con órdenes, órdenes y órdenes. Y se acabó el descanso. ¿Es que en esta isla nunca se puede respirar? Terminarán por matar a la guardia pero de agotamiento. -Disculpe maestro Adael, la lección tendrá que posponerse un tanto- Suspiro un tanto molesto porque me han jodido la hora de descanso sin que mis superiores se percaten de ello, como algo más interno que exteriorizado. Cojo mis cosas y me despido del elemenarista con una reverencia. Y con un saludo marcial me uno al pelotón y salimos de allí detrás del general. A ver que trabajo de mierda toca.

Me llevé la palma de la mano a la frente al escuchar las locuras que había hecho mi hermano Iberio, que estaba de un insoportable increíble. Entorné los ojos cuando quiso timarme con eso de hacer 17 con la mano, cruzándome de brazos con cara de enfurruñado. - No tenemos tantos dedos, no me engañas. - después asentí conforme a Adael cuando me dijo que tenía que obedecer, mostrando a continuación el libro a mi primo. - Cuentos de Beedle el Bardo. Están bien, pero no me han dejado el libro de hechizos que quería. Yo quiero entrenar magia con vosotros.- Negué rápidamente cuando me dijo eso de entrenar para darle de comer al loro, era un poco rollo.

- ¡Eso fue un accidente! - me justifiqué rápidamente por lo de la tortuga, avergonzado de que dijese eso delante del señor profesor. Por suerte estaba hablando con otro, de algo de un secuestro. ¿Habría sido el mismo tipo que me secuestró a mí? - Hay muchos secuestradores en la isla. - murmuré al primo, así por lo bajini. Me giré al escuchar los gritos de otro señor, que se supone que iban a hacer cosas de soldados. También me interesó aquello, parecía divertido.

Ahora tocaba empezar la clase con Adael, así que me quité los zapatos tal y como dijo, aunque hacia un poco de frío para estar descalzo. Sonreí emocionado al pensar en las explosiones, el fuego y los rayos. Y además patadas giratorias. Así podría defenderme. - Sí, mejor no le digas nada a mamá. - susurré a Nichollas antes de hacer la promesa con el meñique, dando pequeños saltos en el sitio preparándome para lo que nos mandase el profe.

Se giró para ver que Benjamín había quedado rezagado justo cuando apareció el Teniente, al cual devolvió el saludo. Asintió comprendiendo que el deber llamaba al mago elementarista del agua y lo despidió con una inclinación de cabeza. Al volver junto a los jóvenes les indicó que no se levanten ya que la primera parte de la clase sería sentados.

La piedra de la plataforma era fría y dura, hincó una rodilla en el suelo para apoyar las manos y proyectar calor a la piedra hasta dejarla en una tibia temperatura. La sordera no le permitió escuchar lo que cuchicheaban entre primos, siguiendo a su bola, aunque sonrió al verlos bien dispuestos.

-Hay que esperar. Eso es un grano de arena en la gran playa que es la magia del fuego. Lo primero que haremos será guardar silencio y cerrar los ojos.- Dijo en un tono sosegado, un cambio radical en su voz, sentándose en una postura derecha con las piernas cruzadas, instando a que lo copien. Una vez todos se sentaron y los últimos murmullos desaparecieron, el silencio del amanecer se pudo apreciar. El viento, los pajarillos.

-Vamos a inspirar… y a exhalar…- Lo hacía mientras lo indicaba. Luego de un par de minutos continuó. -Vamos a pensar en nuestra piel, vamos a sentir cómo el sol la calienta, vamos a pensar en nuestra nariz… Vamos a sentir cómo el aire ingresa, llena nuestros pulmones mientras expande nuestra caja torácica. Sintamos cómo el aire se renueva dentro nuestro. Ahora sigamos bajando con nuestro pensamiento y sintamos a nuestro estómago. ¿Está lleno? ¿Está vacío?- Pausa para que los estudiantes reflexionen. -¿Está revuelto o está tranquilo?- Otra pausa para reflexionar.

-Manteniendo el silencio y los ojos cerrados vamos a visualizar cuando nos hemos decepcionado a nosotros mismos. Vamos a preguntarnos internamente ¿De qué me avergüenzo?- Hablaba de manera pausada y calmada. El joven maestro pensó en una respuesta para su pregunta y se vio a sí mismo cuestionando la autoridad de su tía, huyendo de su propio nombramiento como consejal y todas las veces que sobreexigió a sus estudiantes, algunas veces terminando hiriéndolos.

-Ahora quiero que entiendan que debemos aceptar todos los aspectos de nuestra vida y convivir con ellos.-Continuaron un par de minutos más con la meditación hasta que dijo que todos abrieran los ojos. -La magia elemental del fuego está relacionada con la voluntad inquebrantable para realizar las tareas y deseos, representa la energía y la vida.- Hizo que en su mano aparezca fuego y con un seco movimiento de su otra mano, conjuró a la piedra de la plataforma para que de ella surja una flor hecha de piedra entre él y los muchachos representando el nacimiento de una flor gracias al calor del sol.

-Pero está a merced del control sobre el fuego alimentado por la ira, el odio y la rabia. Ese fuego es dañino para todos, sin excepción, absolutamente todos los seres.- Extendió la mano que tenía el fuego por encima de la flor tallada en piedra con la palma hacia abajo y conjuró una intensa pero controlada llamarada que derritió la roca y representó a la flor marchitarse.

-El verdadero significado de la magia elemental del fuego es la vida, la energía y la forma en que ustedes se conectan al sol. El fuego puede ser utilizado como una herramienta para destruir o para dar vida, todo depende de nosotros.- Explicó con seriedad y paciencia. El significado de la magia del fuego era crucial para entender los peligros de aquél poder.

-La magia elemental del fuego verdadera no proviene de tamaño físico o fuerza, sino más bien desde el control mismo de la respiración. El control de la respiración deficiente significa el control peligrosamente pobre de cualquier incendio generado. Por esta razón, los ejercicios de respiración son uno de los primeros pasos más importantes para los magos elementaristas del fuego que comienzan.- No sabía si entendían todas sus palabras, pero enseñar le apasionaba y más si se trataba sobre los elementos.

-Por la naturaleza no controlada del fuego, si se deja a su suerte es capaz de consumir todo lo que pueda; nuestros enemigos, nuestros seres queridos, nuestros hogares y, finalmente, a nosotros mismos. La magia del fuego es, pues, una cuestión de control de un elemento en lugar de dirigirlo.- Advirtió nuevamente para asegurarse de que entendieran que los ejercicios de respiración eran muy importantes.

-La magia del fuego "correcta" o "buena" se alimenta del sol. El arte marcial con la que yo enseño a canalizar la magia sobre el fuego se destaca por su estilo intenso en el ataque, así que lo siguiente que haremos será elongar, no quiero que se me esguincen. Vamos a extender nuestras piernas, vamos a separarlas, inspiramos hondamente para soltar el aire lentamente mientras acercamos el tronco primero a una… y luego a la otra. Ahora juntamos las piernas, inspiramos y bajamos todo lo que podamos mientras soltamos el aire lentamente.- Lo hacía mientras lo indicaba.

-Ahora de pié, no muy rápido porque se pueden marear. Les voy a mostrar unas posturas y quiero que las imiten ¿Listos?- Empezaría por lo básico. Posición derecha, talones separados a la altura de los hombros y puños cerrados a la altura de la cadera. Un paso hacia adelante al tiempo que lanzaba un puñetazo al aire. Se detuvo y miró a Joram y a Nichollas esperando que lo imiten.

Posturas:

-¿Cómo que es mentira? ¡Qué fuerte! Atiende- Me remango las mangas de la sudadera para mostrarle a mi primos las dos manos que coloco delante de su cara. Extiendo todos los dedos de ambas manos a la vez, seguidamente los encojo en ambos puños, y luego levanto 7 dedos: 5 en una mano y 2 en la otra. -Y diecisiete. ¿Ves? No te engañé. Claro que se puede hacer- Y le pico en la mejilla para que vea que su primo mayor … bueno, el segundo, es el más listo de todos los que tiene.

No me puedo evitar partirme de risa con el tema de la tortuga, aunque en verdad todo en su momento era un drama con lagrimones y mocos por todas partes. Los otros dos adultos estaban hablando por otro lado, de modo que podíamos conversar sin mayores problemas. -Venga, si te portas bien, cuando lleguemos a casa luego te enseño algo chulo. Pero tendrás que portarte bien, para que no se enfade el señor Adael- Eso de que hay muchos secuestradores en al isla me pilla fuera de lugar, mirando a mi primo con cara de WTF preguntándome a qué se estaría refiriendo, suponiendo que en la mente de un niño, secuestro sea que Iberio se quedó con alguno de sus juguetes.

El otro chaval se va y la clase comienza. Habíamos hecho promesa de que lo que pasara en la clase, en la clase se quedaría, y que a partir de ese momento tendríamos que hablar en código secreto para que la tía Mónica no se entere de nuestros tejemanejes. El maestro elementarista empezó su clase con lo que parecía un ejercicio que…. Ah, vale. Quería que le imitásemos. Me senté con las piernas cruzadas y cerré los ojos, respirando profundamente. Podía sentir el calor del sol acariciando mis pecas y mis mechones de pelo. Era una sensación reconfortante y muy agradable. -Joram. Eso es respirar… y echar el aire… como yo, tenemos que hacer lo que hace el maestro y estar muy muy atento- Traduzco a mi miniprimo con eso de inspirar y exhalar, que quizás al ser tan pequeño no lo entendiese.

Tal y como indica el maestro me centro en las sensaciones que recorren mi cuerpo, desde las puntas de los dedos hasta la del pelo. El sol calienta mi cara, el aire que respiramos que está fresquito enfría mi nariz con cada inspiración profunda. Mi estómago. Está vacío. Y tiene mariposas, como si estuviera nervioso. ¿Estoy nervioso? No lo había pensado. Pero también estoy muy relajado. Nervioso y relajado a la vez. Me dejé llevar por esa sensación de tranquilidad, como siguiera mucho tiempo en ese estado me quedaría dormido, pero es muy reconfortante. Qué paz. ¿De qué me avergüenzo? Oh maldición, nunca me lo había pensado. Me avergüenza no ser un buen amigo de Justin por no haberle podido ayudar con su crush, o de ser un vago y no ser voluntario en el hospital como él, o de no ser un buen vegetariano. Maldición eso es lo peor de todo, me va a tocar esforzarme más. La tormenta de sentimientos se exterioriza con un arqueo de cejas, como algo molesto con esa sensación, que es un poco agradable. Sí, definitivamente, luego hablaré con Justin.

Asistió boquiabierto a las enseñanzas del maestro. Cómo los sentimientos de tesón pueden hacer germinar una flor y llevado al extremo, con enfado, hacer que se incendie. Guau. Por eso debemos ser pacifistas, hay otras formas de solucionar los conflictos. Lo del fuego que ayuda a la vida y tal me pareció un poco complejo en un primer momento, pero supe llevarlo más allá de lo más evidente. Me pregunto su Joram estaría pillando las enseñanzas de Adael o si luego me tocaría volver a explicárselo.
Respirar. A pleno pulmón. Como forma de control, quizás. El fuego descontrolado puede destruir, no me gustó esa sensación. Me dio como un escalofrío que recorrió mi espalda al pensar en ello. Sí, creo que iba todo por ahí. Tras los ejercicios de estiramiento, empezamos con otras posturas. Reviso por el rabillo del ojo de tanto en tanto que Joram este bien y que imite las posturas, señalándole con la mirada mi postura que estaba adquiriendo para que me copiara. Y cuando lo hacía bien, le guiñaba un ojo. Imité los primeros movimientos de Adael, y al lanzar el puño al aire, se me escapó un profundo grito. Junté mis manos y pedí perdón, es que me había salido de dentro.

Joram se había escabullido de casa otra vez, y no daba con él a pesar de llevar horas buscándolo por toda la isla. Ya no podía dejarlo campar a sus anchas con tanta tranquilidad como antes, sobre todo desde que Setelah me contó lo del secuestro en el torneo. Desde entonces estaba paranoica, nerviosa, y habían vuelto a mi mente con más fuerza los pensamientos de que podría pasarle algo malo en cualquier momento. Me juré que no permitiría que le sucediese nada, que lo protegería como no había podido hacer con su hermano. La isla se había vuelto más peligrosa desde que llegaban demonios a ella, y visitantes extraños con dragones que invadían las montañas.

Por fin di con él en la zona del campo de entrenamiento. Respiré aliviada al ver que estaba bien, pero la actividad que estaba haciendo no era apropiada. Un entrenamiento para mayores. Además estaba con mi sobrino, dando patadas y puñetazos al aire. Me acerqué a ambos con cara de enfado, agarrando a Joram por el brazo para recriminarle.  - ¡Me tenías muy preocupada! ¡no vuelvas a salir de casa sin decirme a dónde vas! ¿no ves que no puedes irte solo? - después miré a Nicho, dándole con el índice en el pecho. - Tendrías que haberlo llevado a casa, este no es lugar para un crío de su edad. Es peligroso. - miré al maestro un instante, pero no dije nada. No iba con él la cosa.  - Ya sabes que la isla está rara últimamente, ni siquiera tú deberías estar fuera. - pero no le iba a obligar a volver. Ya era mayor de edad. Tiré después de Joram para que viniese conmigo, a pesar de sus quejas. Quería quedarse ahí, y no dejaba de protestar y preguntar por qué, que si Setelah le dejaría y no sé qué más historias. Él iba bastante a su aire, aunque sabía que quería a Joram como a un hijo.

- ¡Porque lo digo yo! ¡y punto! Setelah puede decir misa, te vienes conmigo. - le murmuré un amenazante 'ya hablaremos' a Nicho, marchándome de allí con Joram de vuelta a casa.

Nichollas llevaba bien la clase, seguía las indicaciones del joven maestro y parecía estar compenetrado en el tema. No solo eso, sino que además ayudaba a su primo. Verlo concentrado en sus palabras le sacó una pequeña y fugaz sonrisa a Adael. Se sorprendió cuando escuchó ese profundo grito, pero sonrió mirando al pelirrojo que se disculpaba.

En eso una mujer apareció bastante enojada. Adael se quedó sin saber qué decir. Aparentemente los jóvenes habían salido sin decirle a sus tutores. Eso no estaba bien. Tampoco había estado bien que él no los haya llevado con ellos, eso fue irresponsable y se supone que los maestros son responsables. No era tan buen maestro después de todo.

-¿Has practicado artes marciales antes? Te mueves como si lo hubieras practicado antes. Los movimientos para ejecutar la magia elemental del fuego están basados en los movimientos del estilo del Kung Fu del norte de Shaolin.- Dijo cuando recordó los movimientos de Nichollas. -Segunda postura.- Cuerpo algo agachado, piernas cruzadas y brazos levantados por sobre la espalda. La pierna que está por delante se levanta en una patada.

Me tranquilizó mucho cuando Adael pareció no enfadarse porque hiciera ese grito tan raro, pero yo qué sabía, me había salido de dentro. Lo que no esperaba es que mi tía viniera al ataque. Me quedé paralizado, esperando que ella, como los dinosaurios, solo fueran capaces de captar el movimiento. Pero no fue así. Después de la bronca que se tuvo que comer Joram me tocó el turno a mi -Lo… ya…. yo… lo estaba cuidando durante el entrenamiento….- Me mordí el labio cuando la tía se llevó a mi miniprimo, arqueando la ceja sin poder hacer mucho más. El ya hablaremos de Monica se clavó en mi cerebro y me hizo tener un escalofrío que me recorrió toda la espalda. Se me iba a caer el pelo y me me iba a quedar calvo del todo. Intenté mirar alrededor para pensar en otra cosa cuando se fueron definitivamente. Se habían dejado el calzado. Bueno, luego se lo llevaría. Coloqué mis zapatos junto a los de Joram y me llevé la mano a la cara. Facepalm total.

-Perdone usted por todo el drama familiar. Es que mi primo se había escapado de casa… Pero es mejor no volver ahora, mi tía está hecha un basilisco…- Suspiré y volví a posición, saltando sobre mi sitio para quitar tensión acumulada.

-¿Artes marciales? Bueno, algo sé. Pero solo a modo defensa. Me enseñó Setelah algo de kung-fu- Dejé de botar y me encogí de hombros como si fuera la cosa más normal, que todo el mundo supiera, quitándole importancia. -Pero no sé qué es eso de Shaolin. Yo lo aprendí en casa- Cogí aire para concentrarme, lo bajé hasta la parte baja del abdomen y cerré los ojos. Así me preparo de nuevo y repito las posiciones que indica el profesor, terminando con la patada al aire.