Campo de entrenamiento

El entrenamiento empezó de formas extrañas, con Juliet en aquella posición y aparte dándome la espalda como si yo fuera cualquier mortal. No le dije nada solo para que no diera mala impresión pero ya la arreglaríamos. Lo que sí no le faltaba era gracia, a pesar de sus posiciones extrañas. Anoté mentalmente decirle que una sonrisita no estaría de más, y ser algo más amable.

Cuando empezó a colocarlos cada uno en posición, vi claramente el momento en el que hacía mi entrada triunfal. Basicamente me citó para dos cosas: para llevarle armas con qué entrenar a los chicuelos, y para crear paredes de piedra frente a ellos cuando el momento llegara. Ahora que estaban por practicar la transferencia de magia, era el momento de mi gran acto. Observé un poco el campo alrededor y, tras un par de segundos, di un fuerte pisotón en el suelo. Frente a cada chico se levantó una pared gruesa. Esperaba que luego no me culparan de daños a propiedad ajena, a ver si el piso me quedaba igual después de tanto merequetengue. Dejé la tierra un poco suelta, sin compactar, para que los chicos vieran más fácilmente el progreso. Ya después, cuando dominaran esta parte del entrenamiento, sería un poco más grueso y resistente. Triste pero cierto, después del primer intento muchos perdieron la postura y Juliet tuvo que volver a las andadas, repitiendo un poco la lección inicial. Lo que más se les dificultaba parecía ser lo de la extensión de la magia, y no era para menos. Me costaba encontrar alguno con talento para esto, aunque seguramente a Juliet también le tomó mucho tiempo aprenderlo.

Caminé junto a Daniel hacia el campo de entrenamiento donde el elfo mencionó que Juliet haría de maestra. Por supuesto que me mofé de ello, pero era de esperarse que su clase no tuviera que ver con dragones, sino con armas humanas que no le deberían de importar. No puedo evitar sentirme desilusionado cuando, efectivamente, parecía justo lo que había imaginado, un montón de niños sin experiencia haciendo magia y usando espadas, y a lo que podía sentir, ninguno era dragón. Quedamos de pie tras Thranduil, a la espera de que la clase acabara, porque no daba para mucho pero el elfo no podía volar para irse a casa y tocaba esperarlo. Por más que trataba de encontrar alguno con talento, eran pocos los que parecían capaces, en especial una de las chicas parecía con más oportunidades que el resto de hacer algo bien. En todo caso, tocaba esperar.

El tono del ejercicio cambió cuando los chicos comenzaron a ver frente a ellos los muros de tierra que había solicitado al elfo. Era un punto de inflexión, pues ya no solo tenían que llevar a cabo la concentración de magia, sino todo el movimiento en conjunto. No era difícil, pero seguro no habían hecho nada similar.- No espero que lo logren a la primera, sino que los usen para visualizar un punto de ataque y logren depositar su magia en . Será más efectivo si no se presionan.- Dijo con voz suave, a pesar de que ya estaban empezando a molestarla un poco, pues en cada estocada perdían la postura y tenía que recordarles que la mantuvieran y la adoptaran una y otra vez. Sabía que en una hora era difícil de lograr, simplemente quería que pusieran empeño en el ejercicio. Tras corregir de nuevo posturas y movimientos, se detuvo un poco con cada uno de los alumnos para ver el progreso en la acumulación de magia de la mano izquierda. Aunque en general no entendían aún la técnica, lo más fácil era dejárselas de tarea y ya no verlos... Pero algunos sí que mostraban algún tipo de progreso, sobre las dos chicas y un par de muchachos, que habían logrado canalizar bien la magia y en las últimas estocadas parecían haber captado el punto del ejercicio. Ahora solo tenían que trabajar un poco en optimizar el golpe y el nivel de energía. Paseó de nuevo la mirada por los chicos cuando sintió algo inusual. Al darse la vuelta, alcanzó a ver a Daniel y Aiden caminando en dirección a Thranduil, con quien seguro debían venir. Frunció el ceño a la vez que soltaba un suspiro. Ahora sí que quería dar la clase por terminada, aunque sentía que podía aprovechar adecuadamente los últimos minutos que le quedaban. Regresó con uno de los estudiantes que más problemas estaba teniendo, adoptando la posición detrás de él. Quizás si podía hacerle sentir la manera en que debía hacerlo podría tratar de imitarlo y luego lograrlo. Tendría más claro el panorama. Concentró su propia magia en la mano mientras sostenía la del chico, para luego dejarlo terminar el movimiento, que acabo en un buen ataque de su parte. Al menos todos habían logrado un avance aparente.- Bueno, será todo por hoy, practiquen. Si tienen problemas, emmm... quizás puedan contactarme a través de Lucio.- Preferible eso, dejarles un punto de contacto, que nada en absoluto. Aún no tenía ni idea si volvería a hacerlo, era más exasperante de lo que había creído, pero parecía haber salido bien librada.

Dejó que se llevaran las armas. Después de todo, no eran suyas y con algo tenían que practicar. Aunque ahora que no tenía nada que recoger, arreglar o quitar, tenía que enfrentarse al veredicto de los jueces. A regañadientes, dio la media vuelta para hacerles frente. Se habían puesto cómodos los tres, aunque Daniel estaba parado detrás con los brazos cruzados. Aiden era un idiota impulsivo, pero era Daniel la que la ponía nerviosa. Aprovechó para caminar lentamente, pensando en como ignorarlos sin ignorarles.- Tío, ya puedes quitar los muros, han sido de mucha ayuda.- Murmuró, lanzando una mirada a Aiden, que se veía muy cómodo, con aquella terrible sonrisa de satisfacción. Frunció el ceño ante aquello, tomándolo a mal. Se aclaró la garganta, aunque sabía que la voz le saldría dura y seca, pues no podía esconder su ligera molestia.- ¿Qué hacen aquí?

Percibió con sus pies descalzos un leve movimiento en la tierra proviniente del Campo de Entrenamiento, la curiosidad le pudo así que terminó rápido su bocadillo del almuerzo en su periodo libre entre clases, tomó de un fuerte sorbo su jugo y se dirigió con su poder sobre el aire al origen de las vibraciones.
Cuando llegó se encontró con un grupo de estudiantes siendo despachados por la que parecía ser la tutora y otros tres sujetos más. Además vio columnas que no estaban ahí antes con la clara firma de un mago elementarista de la tierra.
La profesora, que no era una de los Descendientes, le pidió a su tío que quite las columnas y el Maestro Elementarista definitivamente quería ver eso, pero no quería interrumpir el momento íntimo del grupo así que no tuvo mejor idea que esconderse detrás de uno de los muros. En cuanto empezó a sentir hundirse la columna en la tierra usó su magia para mantener solo ese muro en su lugar y así continuar escondido. Podría ser una buena oportunidad para probar el alcance del poder del elementarista de tierra y a partir de ahí ampliar sus conocimientos.

Ah, jóvenes hoy en día, ya no los hacen como en mis tiempos. Mira a aquel, ¡no sabe ni tomar la espada! Ustedes siempre supieron, aunque nunca la usan, los valores se están perdiendo.- Suspiré a modo viejuno cada vez que veía algo que no estaba hecho correctamente. Daba igual, la cosa era quejarse y se me daba muy bien. Una de las chiquillas casi logró hacerle un agujero al muro. Se veía prometedora, quizás debería haberselo hecho un poco más compacto.

La clase, afortunadamente, acabó antes de que me salieran más canas. Me levanté a aplaudir, que tampoco hicieron los mocosos, falta de valores también. Al menos logré avergonzar a Juliet. Era un avance.- Magnífico, magnánimo, fantástico, ha sido una muy buena clase.- Tras un breve abrazo, procedí a quitar los muros, que cedieron con relativa facilidad. Incluso estaba por alardear cuando algo se sentía extraño... Uno de los muros no había bajado como se suponía. Las raíces normalmente daban ese problema, pero no parecía ser el caso. Me acerqué un poco. Quizás había sido la distancia. Pisé de nuevo con fuerza, pero el jodido muro cedió solo unos centímetros antes de detenerse de nueva cuenta.- Juliet, creo que dejaré un muro por aquí. Este no respeta a los mayores.- Bufé molesto, llegando hasta ella para propinarle un puntapié.

Agazapado percibiendo atentamente las vibraciones de la tierra y escondido detrás del muro, pudo apreciar cómo el mago elementarista de la tierra ejecutaba su magia con una fina técnica. Pocas veces había presenciado tal despliegue de habilidad. Las columnas al rededor de Adael bajaron sin que al elfo se le mueva un pelo. De hecho, el Maestro Elementarista tuvo que hacer fuerza la primera y tuvo que hacer más fuerza la segunda vez para mantener su muro.
Percibió que se el mago se acercaba, así que con un movimiento de brazos rebanó una parte de la columna que quedó del tamaño de un puño promedio.
-¡Examen sorpresa!- Dijo porque había rebanado su propio escondite y con un movimiento más envió a la roca en dirección a Thranduil con la esperanza de que pueda con ella y para ver su respuesta.

La actitud de Juliet no se hizo esperar en cuanto la clase terminó. Insisto, había muchos sin talento por ahí. Pero qué más daba. Dejé de pensar en ello cuando me desagradó su mirada, levantándome en seguida y acercándome rápido.- Venimos con él, pero la verdad es que también había algo para ti.- Murmuré, esta vez mi sonrisa fue mucho más evidente.- Estuve revisando tus cosas. Todas. Una por una.- Incluida la ropa que había dejado en la cueva, esperaba que notara eso en particular, seguro se pondría como loca y sería muy divertido de ver.- Y encontré algunas cosas de lo más interesantes. Unas más que otras. Una en particular...- Mientras comenzaba con mi discurso de villano de Disney, algo captó mi atención detrás de la chica. Thranduil mantenía dificultades con su manejo de la tierra, cosa que parecía extraña en él, hasta que un chico salió detrás del muro, atacando.-Parece que tenemos más compañía. Quizás sea mal momento para hablarte de lo que encontré...-Susurré cerca de su cuello, conservando mi sonrisa ladina mientras observaba al elfo y al recién llegado.

El final del entrenamiento fue agradable por su conclusión misma. Seguro era culpa del elfo, pues los nervios no la habían abandonado en ningún momento. Lejos de sentirse aliviada cuando todo acabó, se sentía cada vez más avergonzada al escuchar los aplausos del mayor. Trató de esconder el rostro, pero era muy difícil mantener la compostura frente a Aiden y Daniel y, además, lidiar con la verguenza que a veces le provocaba el elfo. - Gracias, tío, no hace falta.- Se limitó a murmurar resignada. Al menos ya había terminado, y mientras observaba la manera en que Thranduil bajaba los muros, batallando con un en específico, sintió la presencia de Aiden cerca.

Cuando volteó a verle, este se había levantado y ya comenzaba a destilar veneno de sus labios. Nada bueno podía venir de ese par visitándola.- ¿A qué te refieres con que revisaron mis cosas? - Dijo en un tono más alto del que normalmente usaba, ofendida por la sola insinuación de que se atrevieran a tocar algo suyo.- Más te vale que todo esté en orden, de lo contrario...- Un grito tras ella le sobresaltó, volteando rápidamente, alvanzando a ver a Adael, uno de los descendientes. Creía recordarlo del castillo Le Fay, cuando comenzó a conocer el nombre de todos tras tanto tiempo en la enfermería. Por un segundo olvidó a Aiden tras ver el ataque, pero su aliento en el cuello le hizo separarse de manera violenta, asqueada.- Deja tus estupideces para otra, no estoy interesada en tus juegos.- Antes de poder darse vuelta, la mano del pelirrojo la atrapó por la muñeca, acercándola, mientras la otra la había atraido con fuerza hacia él por detrás de la cintura.- Suéltame antes de que...- La frase no la terminó, pero su mirada reflejaba claramente el final.

El maldito muro no me iba a hacer caso, así que fui hacia él con intenciones de molerlo a golpes. Era más fácil que estarme esperando a que se hiciera cargo de sí mismo, peroenelmomentomellegaporsorpresaunataquegenialygigantequecasimepega.

Cubrí el rostro con una mano, que soy actor, y con la otra golpeé con rapidez el proyectil que venía hacia mi bella cara, regresándolo por donde había venido.- ¡¿Qué clase de cosa es esto?! Sería examen sorpresa si yo fuera alumno, pero ya hace muchos siglos que eso no ocurre.- Murmuré, aunque por otro lado, el que el muchachito hubiera usado mi propio elemento contra mi me tenía intrigado.- Pero, ¿por qué? ¿quién eres? Está a punto de meterse en problemas, joven, y más vale que tema!

El elfo utilizó una postura perfecta, actuó con decisión, pero reaccionó distinto a como el joven mago esperaba; tomó la acción en su contra y la convirtió en su propio ataque. Sin duda el mago elementarista de la tierra tenía conocimiento del control sobre el lodo, el Maestro Elementarista llegó a esa conclusión por la combinación del Jing positivo y el Jing negativo en el manejo de la energía. Le pareció bastante lógico porque sería práctico para el elfo, por la naturaleza misma de su raza, hacer movimientos más elegantes y fluidos que los movimientos duros y toscos de la magia elemental de la tierra.
El joven, con un movimiento circular de brazos, desintegró el proyectil. Con otro movimiento circular más duro y seco, desintegró el muro entero y creó una nube de polvo que movió para envolverlos a ambos, esto los obligaba a taparse o cerrar los ojos.
Las palabras las percibía de forma muy débil y lejana por las secuelas que había dejado su aventura en Lyon, pero la mayoría las podía percibir a través de las vibraciones en la tierra y en el aire.
-Soy un mago elementarista de la tierra, como tu y necesito practicar, además siempre se puede aprender algo nuevo, ahora ¿Qué te parece si subimos el nivel?- Con los ojos cerrados por el polvo y una fuerte patada al suelo surgieron tres bloques del tamaño de un minibar, pateó a cada uno para enviarlos en dirección al elfo.

Aún no terminaba de parar el ataque cuando el otro ya empezaba a preparar otro. No tardó mucho entre que desintegró la tierra en vilo y que una nube de polvo parecía formar un desierto alrededor. Siempre odié los desiertos, las tormentas de arena y esas cosas. Serían muy de mi elemento, pero se te metían a los ojos. Cerré los ojos, pero me coloqué en posición de combate. Estaba más que acostumbrado a pelear con mis puntiagudas orejas como únicas aliadas.

¿Como yo? No no no no no, bueno sí, pero no. Yo no soy un mago, soy algo mejor, supremo, ¡majestuoso! Soy un elfo. Uno guapo por cierto, aunque me intriga.- Aunque con el aire alrededor era bastante difícil escuchar los ataques, pero tan concentrado como estaba seguro podría alcanzar a predecir los movimientos que fueran a contra viento. No pasó mucho tiempo antes de saltar a un lado por la súpita aparición de una plancha de tierra, seguida de dos más, aunque en la segunda el bloque alcanzó a golpearme en la mano, terminando por desintegrarse detrás de mi.- Agh, si vamos a pelear trata que sea más suave, hijo, que los huesos ya no los hacen como antes.- Murmuré sobandome un poco la muñeca, aunque luego un plan se me ocurrió. Pisé con fuerza el suelo, del que salieron bloques de tierra en forma de pequeñas flechas que al instante fueron llevadas por el aire hacia donde el contrario se encontraba. Solo tuve que saltar un poco más al centro del remolino y estaría algo más seguro... si el chico jugaba limpio. Ya se vería.

Definitivamente el punto fuerte del mago elementarista de la tierra estaba en las fuertes posturas y la alineación de la estructura del cuerpo, el balance, requería si o si apoyo sólido. La magia sobre la arena no era su punto fuerte, de todas formas eso se podría arreglar, sólo quedaba comprobar la lava y el metal. Por otro lado el Maestro Elementarista calificaba mentalmente el desempeño sobre la magia de la tierra del elfo:
Postura: Extraordinario.
Actitud frente a un ataque: Supera las expectativas (Aclaración; No utiliza el jing neutral en su estado puro, adhiere un equilibrio del jing positivo y negativo, con una preferencia por el positivo, demostrando su facilidad en la ejecución de la magia elemental del lodo y de la lava).
Uso de los sentidos: Insatisfactorio (Aclaración; Continuamente está buscando usar el sentido de la vista).
Percibió como el elfo pudo con los tres bloques de piedra, luego se mantuvo expectante mientras la arena seguía moviéndose a su alrededor golpeando su cara.
-No hace falta que agradezca por la exfoliación gratuita, elfo guapo.- En cuanto terminó de hablar percibió que el suelo era pisado con fuerza para realizar un ataque, el joven mago pudo defenderse de la mayoría, salvo uno de ellos que impactó en su hombro derecho y lo hizo caer sentado, a su vez, esto le hizo perder la concentración en el movimiento del polvo así que la nube de arena se disipó.
-Hagamos algo distinto... ouch...- Dijo mientras se levantaba y se masajeaba el trasero sobre el que había caído.
-Yo me esconderé y usted, guapetón, deberá encontrarme y sacarme de mi escondite. No olvide utilizar todos sus sentidos.- Dijo mirándolo directamente a los ojos antes de ser tragado por la tierra, literalmente. Se movía como una lombriz en la tierra, llegó hasta una zona medianamente profunda y esperó, tampoco podía quedarse mucho tiempo enterrado, en algún momento necesitaría salir a tomar aire, pero sabía que el elfo podría encontrarlo.

El viento fluía con suavidad, mientras que el sol se mostraba presente a las alturas del extenso cielo, quien  acaparado por las grandes nubes, mostraba sus rayos de luz hacia el gigantesco ventanal de Yvonne, iluinando por completo la habitación. La alada se encontraba en su cama levantandose poco a poco para comenzar el día, siguiendo su rutina matutina se dirigió al baño, tomó una ducha y se cepilló los dientes, lo usual, más tarde se va a la cocina y se prepara una almuerzo para el camino, estaba planeando desde ayer ir  a los campos de entrenamiento, Adael un nuevo amigo y profesor le había sugerido que entrenara en presencia de más personas, ver sus estilos, aprender de sus movimientos, y practicar con alguien que no tuviera articulaciones de madera ni una cabeza de paja. Yvonne era autodidacta, le gustaba la soledad, porque estaba tranquila, porque podía ir a su propio ritmo sin necesidad de tener la presion de alguien más encima de sus hombros.
Al temrinar de preparar su desayuno empaca lo necesario para llevar al lugar destinado, (lo cual era poco) lo suficiente como para no ser una molestia en el camino, uno que otro pergamino, y su katana.

Salió por fin de su casa, que a diferencia de las otras era un poco mas refinada, elegante, conservaba ese diseño victorino de las epocas anteriores, en donde las coronas y los extravagantes vestidos eran la nueva moda, se podria decir que fue uno de sus tiempos favoritos, amaba lucir aquellos "harapos",  todo era tan  distinto en aquel entonces.
Yvonne despliega sus alas para tomar vuelo, estas se expanden desde su espalda agrandandose en fracciones de segundo. Siempre sentiía un leve cosquilleo cada vez que las hacía aparecer—Dios, que bien se sintió eso… —Dijo para sí misma en alivio, era un gran placer estirar aquellas extremidades que permanecian ocultas y más si medían un metro de altura. Yvonne comenzó a mover sus alas haciendo que su ligero cuerpo se alejara levemente del suelo al flotar, revoloteó por unos segundos  para inmediatamente tomar vuelo en dirección a los campos de entrenamiento, su barriga suena dando a entender el hambre que tenía, para suerte saca su emparedado de su bolso y en el transcuso comienza a devorar el sandwich.

Llega a un extremo de la isla en la cual se ecnontraba la zona de entrenmaiento, la peliblanca podía observar como una cantidad moderada de alumnos estaban practicando en dicho lugar, al mismo tiempo se percató como una pequeña batalla se llevaba acabo, quien para sorpresa de Yvonne uno de los participantes era Adael aquel que la solicitó para entrenarla, habían surgido nuevas clases sobre la dominación del agua, y la verdad era que Yvonne ya era una aprendiz apunto de terminar sus estudios (por decirlo de tal manera), pero eso no le impedía aprender sobre temas recientes. Va bajando a medida que termina de comerse su emparedado, siendo sinceros para Yvonne no era tan fácil ir comiendo y volando al mismo tiempo, el ketchup salía en direccion a su cara y el tomate se escapaba de entre sus manos, saliendo a vuelo al mismo tiempo que Yvonne,  tenía que hacer una parada cada vez que pasaba, así el tomato no lograba desplamarse contra el suelo. Desciende despacio aterrizando con delicadeza al campo. —¿Cuándo me puedo unir? veo que ya comenzaron —Dijo en voz alta para hacerse notar, su tono de voz era firme y juguetona algo ronca puesto que aababa de levantarse.

Oh, siempre hay que agradecer. También te agradeceré pagar el recibo de la tintorería.- Que con la tormenta ya me estaba entrando arena hasta... los calcetines. Menos mal que mi ataque le dio, creo. No pude ver como caía, pero por el golpe en el suelo seguro debía haber sido su caída. No golpeaba con tanto peso y tanta fuerza. Sus quejidos me aseguraron el golpe certero, y el que se deshiciera la tormenta de polvo también era una buena señal. Menos mal que se había quitado, ya sentía que podría hacer castillos en mi cabello.

En sí, la batalla bien era una lección. Me sentía ligeramente herido y menospreciado, pero mejor continuar que dejarme vencer sin intentar. Sacudí la cabeza, dejando volar arena alrededor de mi, que salió directamente de mis largos cabellos.- Parece que estamos llevando el juego del escondite a otro nivel. Que emoción, que nervios.- Separé de nuevo las piernas, colocándome en posición. No me percaté de lo que había alrededor hasta que una voz de chica me hizo reaccionar. Bonita, de piel delicada, tenía pinta como de Juliet porque quería pelear. Con lo fácil que era quedarse al margen y verse bien. A mi nadie me daba esa opción. Giré el rostro de nuevo hasta donde mis tres sobrinos estaban. Parecían estarse divirtiendo, estos niños... aunque Aiden era un acosador de primera tomándola de ese modo. Solté un suspiro, tan mal se llevaban. No había nada que hacer.

Mi mirada se paseó por el campo, porque me perdí a donde se había ido el chico. Tras asegurarme de que no estaba volando, el elementarista de tierra seguramente estaría debajo de la tierra. La cosa era encontrarlo... Y yo que no quería romper el campo de entrenamiento. Cerré los ojos y uní las manos para usar mi cuerpo como sensor. Comencé entonces a golpear el suelo con el talón. Golpes suaves y rítmicos cada dos segundos. En el otro pie bien puesto en tierra, podía captar las vibraciones mismas y las que volvían. Avancé un par de pasos en una dirección, pero inmediatamente sentí la necesidad de devolverme.

Era un punto difícil de tener en exactitud, pues se había ido profundo y, contrario a las mejores prácticas, no hizo una burbuja de aire para respirar. Seguro ya se había muerto. Era más fácil dejarlo enterrado que sacarlo y volverlo a enterrar. Piuf... Después de un profundo análisis, mis opciones se reducían a un metro cuadrado. Di un gran salto y, al tocar tierra, una columna gruesa se levantó varios metros hacia el cielo, corriendo hacia ella para encontrarme con mi fallo o mi victoria.

Con un agarre firme, tomé a la chica en la posición menos favorable. Una falta de poder tanto física como mental. Era como una grosería de mi parte, debía admitirlo, pues no podía zafarse, y si se zafaba, no podría ganar contra mi. Simple, pero efectivo.- Encontré algo que no habrías dejado si supieras que es. Apuesto a que no lo sabes.- Me acerqué a su oido y murmuré las palabras que, casi al instante, hicieron que la chica dejara de luchar. Su rostro dio paso a la incredulidad y la sorpresa, ahora que la ira no estaba presente. Seguro recordaba las historias, entendía bien lo que significaban. Mientras continuaba paralizada por la noticia, bajé el rostro a su cuello, aspirando un poco su perfume. Era muy familiar, pero no lo suficiente. Tras dejar un beso en su clavícula, volví a su oido a susurrarle, más a arruinarle el sueño.- No pidas que vengan, no los quieras aquí. Te llevarás una gran decepción.- Con una profunda mirada, la solté por la muñeca, tardando un poco más en deshacer el agarre de su cintura. Mi sonrisa seguía intacta, aunque crecida al verla tan tranquila, casi como en shock. Era bastante información que asimilar. Me alejé para coger su mochila, volviendo para colocársela en el hombro, dejando algunas instrucciones finales en su oido antes de sacudirla un poco.- Tranquila, todo va a estar bien, relájate... tu sabes que te podemos ayudar cuando quieras.- En el instante, la polvareda de humo se deshizo, y más adelante llegó una chica angelical. Esto se estaba haciendo fiesta de muchos.

La tierra que lo rodeaba se movió hacia arriba en una gran columna desenterrando al joven el cual al salir a la superficie tomó una gran bocanada de aire y tosió algo de polvo.
-¿Tanto tiempo necesitabas para pensar si sacarme o no?- Decía con cierto deje indignado y divertido a la vez mientras se terminaba de recomponer y se quitaba algo de tierra de la ropa, la cual ya estaba sucia y gastada de entrenamientos anteriores. -Un aceptable uso de los sentidos, una actitud ante el ataque que supera expectativas y una postura extraordinaria.- Enumeraba con un tono de admiración. En eso notó una angelical presencia así que giró para encontrarse con la estudiante veterana.
-¡Yvonne!¡Que bueno verte! Me alegra mucho que hayas aceptado mi invitación.- Dijo con una sonrisa cálida. -No te sorprendas tanto White Bunny, me involucro en combates frecuentemente desde que la magia elemental no se ejecuta con la varita.- Mencionó cuando descifró la expresión de la peliblanca. -Ven, acércate.- La instó y volvió su mirada al elfo. -Me disculpo, no me he presentado correctamente; mi nombre es Adael Cohen, Maestro Elementarista, Descendiente de Moisés y ella es Yvonne Di’Angelo una aprendiz de los Descendientes a punto de terminar sus estudios, la llamamos White Bunny por su cabello y sus orejas. La cité aquí para tener una clase de hidroquinesis, pero tu presencia y tus conocimientos son muy convenientes. Veras, Yvonne ya controla todos los estados del agua y su clase va a tratar a cerca de extraer agua del ambiente, pero a modo de calentamiento me parece que me puedes ayudar a introducirla en el arte del control del lodo, he notado tu facilidad para controlar el barro ¡Así que espero que ambos estén listos para embarrarse!- Dijo esto último con una pícara sonrisa mientras se acercaba al borde del campo de entrenamiento donde corría un río.
-El barro está compuesto de agua y tierra.- Decía mientras los animaba a acercarse al borde del campo mirando cómo fluía el río y la tierra al fondo de éste. -El agua es el elemento del cambio, mientras que la tierra es el elemento de la sustancia. La clave en la magia elemental del agua es la alineación de la estructura del cuerpo, mientras que en la geoquinesis son los movimientos secos y posturas fuertes. Ahora hagan lo que yo.- Empezó a ejecutar un movimiento simple de brazos de forma pausada con una postura rígida y recta pero también con matices fluidos y gráciles con el cual elevaba una pequeña columna de lodo. Probablemente el elfo ya sabía el movimiento pero quería que la alada se pusiera a tono con la clase.
-Por cierto, elfo guapo ¿Cuál es tu nombre?- Decía mientra analizaba los movimientos de ambos.

Las inmensas alas de Yvonne aún se mantenían a la vista de los presentes al notar como la espesa nube de polvo seguía danzando por todo el paraje, dando molestia a todo aquel que llegara a su encuentro, proveniente de aquella pelea entre el elfo y el elementarista. A la alada le hubiera encantado haber presenciado aquella batalla, si no hubiera sido por esos cinco minutos más, seguro hubiera llegado más temprano e incluso se hubiera incluido junto a ellos, inconsientemente comienza a toser por el aire "contaminado", el polvo se dezlizaba por su garganta recorrienso sus pulmones levemente, inpidiendole su total respiración —R-rayos me imagino que ese no es su total potencial… —Dijo mientras se acercaba a Adael, arquiando ligeramente su espalda para utilizar sus alas para crear una fuerte rafaga de viento, sus movimientos alados eran vigorosos pero pausados, la nube de polvo se dispersa a medida que Yvonne avanzaba haciendo que el resto se dirigiera hacia el norte de la isla. Rie al escuchar a su profesor y compañero mosntrado una media sonrisa —solo me sorprendiste un poco, sabía que eras un luchador lo que sí me asombró fue el hecho de que fuiste directo, creí que eras mas de planificar y atacar, y no tanto de ir… ¡al ataque! —le dice modificando su voz al enfatizar en la última frase dandole un toque masculino como si de un gladiador se tratase. Sus ojos de distintos colores se posan rapidamente a la presencia del elfo, alto y fornudo un hombre muy apuesto a decir verdad, cabía en sus estandares.
—Sí, soy Yvonne Di'Angelo Burrell, o como te explico Adael White bunny para "abreviar" —Se volvió a presentar hacia Thranduil examindolo con la vista de arriba abajo, extendió su mano derecha para estrecharle la mano dandelo un firme apretón.
—Encantada de conocerte, y como dijo Adael estoy apunto de terminar con mis estudios y necesito llevar mis habilidades al máximo, habría sido una oportunidad perdida si no hubiera aceptado la proposición de Adael —dice, dejando por unos minutos el bolso de suelo para sacar de este tres cintas de color azul oscuro, la última más delgada que las anteriores, Yvonne comienza a amarrar la palma de sus dos manos formando un guante con las dos cintas dejando el tercer lazo para amarrar su pelo en una alta cola de caballo, así le resultaría más fácil el entrenamiento.

Al terminar se dispone a escuchar a su profesor —¿Embarrarme? ¡pero si acabo de tomar un baño Adael! —Dijo en desacuaerdo mientras fruncía los labios por lo menos sabía que se iba a divertir. antes de seguir a Adael saludó a los demás con una gran sonrisa y una energética movida de manos, inmediatamente de haber cumplimentar se redirigió hacia el río que rodeaba el campo de entrenamiento. —Entiendo… básicamente estariamos haciendo un tipo de combinacion en los movimientos ¿no? —Preguntando al ver como Adael se movía, sinceramente se sentía algo intimidada al estar acompañada de dos elementaristas de tierra y más que uno de ellos controla todos los elemento. Yvonne se posiciona intentando imitar al  avatar, abre sus piernas lentamente mientras que su pie derecho pisaba el suelo con fuerza haciendolo girar a un angulo de 7 grados hacia la derecha. sus brazos seguiían a sus piernas pero con más suavidad y ligereza, intentaba sentir el barro del río y canalizarse en el agua que llevaba en su interior, sus manos se deslizan enfrente de su torso dando un movimiento repetitivo y lineal con los brazos mostrando livianismo en estos.
Podía sentir como su magia interactuaba con su entorno, canalizando esta en su objetivo, el cual comenzaba a enseñar resultados, leves pero notorios.

Bueno, bueno, tanto como pensar no, fue más un no querer hacerte brocheta.- Bromeé con mi apuesta sonrisa mientras le dejaba que enumerara mis múltiples aciertos. Me encantaban los halagos, que buen chico, si fuera perrito le daría una palmadita en la cabeza.

Dejé que el mago y la alada se pusieran al día, que más daba esperar un rato. Al parecer la chica era su aprendiz, o algo así. Tenía orejas picudas, ese siempre era un plus.-Encantado, señorita, lastima que nos encuentre en estos derroteros.- Tomé la mano de la chica y dejé un beso en el dorso antes de concentrarme en el mago. Dejé la explicación, pero algo no me cuadraba. Era como si... No sé. Les seguí los pasos con las manos en los bolsillos. Era un poco extraño, a decir verdad. Los vi a los dos, aparentemente tratando de interactuar con el agua, pero... era esto?... - Mi nombre es Thranduil, de Woodland. Encantado de conocerles, pero creo que yo ya estoy muy viejo para aprender trucos nuevos, jovencitos... Los perros viejos ya tenemos viejas mañas...- Ay pero que en realidad lo que me daba pereza más que nada era volver a empezar por lo basico, como los movimientos esos que yo nunca había usado. Mi poder era más masculino que eso, con perdón del jovencito.

El joven soltó una sonora carcajada al escuchar el grito de guerra de la estudiante y alzó los hombros a modo de respuesta.
Sonrió y no pudo evitar rodar los ojos dejando escapar un suspiro notando que la herencia elfica hacía mella en Yvonne viendo como se arreglaba y se quejaba porque no quería ensuciarse. Eligió aprovechar su problema de audición que arrastraba desde los acontecimientos de Lyon y hacer como que no escuchó.
-Precisamente.- Respondió a la pregunta de la alada. Para ser la primera vez que interactuaba con el lodo, el Maestro observó que hacía muy buenos progresos, naturalmente tenía problemas con los movimientos secos, lo cual era lógico luego de haber practicado durante décadas los movimientos de la magia elemental del agua. -Quítale un poco de fluidez a los movimientos de tus brazos y dobla un poco más las rodillas.- Le recomendó a la estudiante. -Mantén el movimiento de muñecas y de hombros pero que el brazo y el antebrazo formen un ángulo de 180° ¿vez? Bien tieso.- Decía mientras señalaba su brazo. Dejó de moverse un momento para dirigirse al elfo mientras de reojo vigilaba que Yvonne continuara con sus movimientos.
-Ya veo… bueno, Thranduil de Woodland, fue un placer conocerte, me apena que no nos acompañes pero si no te consideras capacitado… Tenía la esperanza de investigar juntos los alcances de la magia elemental de la tierra, la lava, el metal, perfeccionar el control sobre el sentido sísmico y la arena pero si no sientes que puedas lograrlo voy a concentrarme en la clase de hidroquinesis. Espero volver a verte.- Se inclinó en una reverencia a modo de saludo y empezó a volverse hacia la alada pero recordó algo.
-¡Oh! Pero estoy seguro que podrás recomponer el campo de entrenamiento, no tengo dudas de tus potentes habilidades.- Dicho esto se dirigió hacia la bruja.
-Ahora, lleva una esfera de lodo al centro del campo White Bunny y mantenla levitando.-

Me burlé con una carcajada a lo que la chica no quería ensuciarse, como si fuera lo más tonto. A mi tampoco me gustaba, pero macho que se respeta no deja que descubran su debilidad. El muchachito, por otro lado, parecía ser buen maestro si ponía a la chica a hacer cosas con lodo sin contratiempos. Cierto que sus movimientos eran muy delicados, pero esa era herencia élfica. Me había costado dominar la tierra por eso, porque la tierra era dura y los movimientos debían imitar su naturaleza. Que curiosidad...

¡Hey! ¿Quién habló de mis capacidades? Solo hacía una observación poco favorable de mis finas cualidades añejas antes de ponerme manos a la obra. Que luego no digan que me escapo de los retos.- Ay pero es que considerarme alumno me daba taquicardia. Mejor le habría ido al chico diciendo que era un encuentro de poderes. Además, así como que hidroquinesis no era, porque el lodo era un punto medio entre dos importantes elementos. Lo de mis potentes habilidades me gustó, pero el campo ya era mucha basura junta. Habíamos hecho un buen desastre en pocos minutos, y eso que parecían ir comenzando con la lección.

Separé un poco las piernas antes de dar algunos golpes a la tierra con el talón derecho. Eran pequeños, menudos, pero la tierra encima se desmoronó rápidamente hasta encontrar de nuevo su lugar en el subsuelo. En poco tiempo, el suelo ya se veía de nuevo intacto, como si ninguna lección hubiera acontecido ahí en ese día.- Dígame una cosa, Adael... ¿Qué tanta diferencia hay entre dominar la tierra y dominar el agua? Desde aquí parece más fácil de lo que seguro es... Me imagino que el maestro elementarista debe tener distintos métodos para acercarse a cada elemento.