Campo de entrenamiento

Con una mirada molesta, trató de zafarse bruscamente del agarre, que no era otro cosa menos que violento.- Si lo tengo es porque debo saber que es, ¿no lo pensaste? Seguro que no...- Gruñó, volviendo a tratar de zafarse. Esta vez el agarre era más brusco a medida que se juntaban. Un escalofrío le recorrió la columna en cuando escuchó su boca abrirse, sintiéndose cada vez más deseosa de irse... hasta que dos palabras la dejaron extrañada. ¿Se refería a aquel regalo que había encontrado en el castillo Black con su nombre aquella noche? Tenía razón, nunca había encontrado utilidad al artefacto, pero lo guardaba por la curiosidad de encontrar su significado y a quien lo había dejado ahí. No, definitivamente no podía ser, pero su mente se dio permiso de pensar en lo que podría hacer con semejante objeto, hasta que su imaginación se vio cortada por Aiden, justo como si le estuviera leyendo el pensamiento. ¿Por qué? ¿Por qué desear que sus padres volvieran se convertiría en una decepción? Decidió no creerle, pero una parte dentro de sí misma quedó dolida por la instrucción. Después de todo, ellos les conocían mejor. Apenas y se incomodó por el beso, pues ya tenía suficientes cosas en las que pensar. Su ceño estaba fruncido en frustración, con lo que no se inmutó de él, ni siquiera cuando volvió con la mochila para colocarla en su hombro. La chica apartó la mirada rápidamente, procurando entender las palabras e hilarlas con todo el encuentro con el pelirrojo. Al final, tuvo que dar dos pasos atrás, pues no soportaba más el contacto, no a sabiendas de que su consejo implicaba dejar de lado lo que tanto había buscado. No sabía por qué, pero entendía ahora que por algo sus preguntas sobre sus padres aún no tenían respuesta. No estaba tan equivocada...

Vayanse, no los necesito. No sé quienes sean, ni importa, no hagas de repente como que todo lo haces por mi bien.

-Me alegro mucho Thranduil.- Dijo cuando el elfo defendió sus capacidades. Cuando se volvió hacia el campo de entrenamiento pudo ver el buen trabajo que hizo así que le dirigió una sonrisa de aprobación.
-Creo que usted sabe que puede mandar esas observaciones poco favorables de sus finas cualidades añejas a volar.- Se rió de sus propios pensamientos porque tenía en mente palabras menos correctas. Mientras su alumna intentaba llevar la esfera de lodo al centro del campo, a Adael no le pareció mal hablar con el elfo porque quería aprender de su experiencia.
-Bueno, desde que en Ouroboros abandonamos el uso de la varita utilizamos distintas artes marciales para controlar cada elemento. Por lo que usted me dice, entiendo que adoptó los movimientos para controlar la tierra mucho antes de que nosotros dejáramos las varitas. Sin embargo, la investigación de estas técnicas datan desde antes de que mi abuelo asumiera el cargo de Consejal… ¿Usted lo conoció?¿Usted investigó junto con él los movimientos para la magia elemental? Sería una de las explicaciones de cómo es que tiene tanta experiencia en estos movimientos… ¿A caso usted está tomándome un examen a mi?- Sonrió mientras volvía su mirada un momento hacia su estudiante para comprobar que estuviera bien para luego volver a dirigirse al elfo. -La principal diferencia son las posturas; la magia de la tierra requiere dureza y certeza, la del agua fluidez. Otra diferencia es la filosofía de combate; entreno a los magos de la tierra para que resistan los ataques mientras esperan el momento perfecto para atacar, mientras que los magos del agua absorben los ataques y los convierten en los suyos propios. En realidad no sabría decir si es fácil o difícil, yo estoy habituado así que es natural para mi, así como para usted debe ser manejar la tierra y para Yvonne manejar el agua. La creatividad con la que se manejan los elementos depende de cada uno. El control del lodo, la lava, el metal, el sentido sísmico y la arena no son más que formas creativas de controlar la tierra, así como el control del lodo, el agua en estado gaseoso, la nieve, el hielo… la sangre, la savia de las plantas, son formas creativas de controlar el agua. Mi desafío es fomentar esa creatividad en mis estudiantes, desafortunadamente, por lo general, la creatividad surge en los momentos de necesidad. Por eso a los alumnos más antiguos los someto a desafíos más peligrosos. Pero me interesa saber sobre su experiencia…- Cuando repasó el campo de entrenamiento encontró que la muchacha que había dado la clase anterior todavía no se había ido, así como los otros dos. La mujer se veía molesta con la presencia de ellos, Adael vio claramente cuando ella se alejó del contacto del pelirrojo el cual parecía divertido con la incomodidad de ella. -¿Los conoce? ¿Me los presentaría?- Dijo al elfo señalando hacia los pelirrojos.

Reí como viejo, así como cuando finges voz más profunda de la que es y es una risa falsa de comercial.- Mi amigo, ¿qué sería del mundo si no hubiera humildad? Sé que soy perfecto, no haga que me ruborice.- Bromeo, aunque también volteo de reojo a lo que pasa alrededor. Ay mis muchachos ya estaban peleando otra vez. Menos mal que no se habían convertido aún a nadie le había dado por comenzar a pelear.

Oh, ya me preguntaba yo donde habían quedado las tradiciones.- Dije para mi mismo, sin interrumpir al chico, o más bien al maestro. No sé, a mi todo mundo me parece más chico. Me puse muy serio con las preguntas, más ceremonioso que otra cosa.- Hijo mío, no olvides que la magia fluye distinto en un elfo que en un mago. Mi vida está conectada con la tierra, con el bosque, con la naturaleza. Mis huesos se harán árboles frondosos cuando por fin muera. Estoy seguro que otros elementos me serían difíciles, pero no este. Me habría gustado conocer a tu abuelo, parece un hombre excepcional, pero yo fungí como "consejal" de Woodland por más de mil años, y solo hace unos pocos cientos que dejé aquel maravilloso reino escondido entre los bosques. Así que me temo que dejaremos su examen para otro día.- Ironicé al final, que era mi más hermoso atributo. Después de la pequeña lección, me centré en las enseñanzas del moreno, sobre todo porque hablaba con claridad y conocedor del tema que le concernía. No había pensado en la filosofía que otros elementos cargarían consigo, mas ahora era fácil de entender. La creatividad era un elemento que no había considerado importante y, sin embargo, era parte de michas de mis técnicas. Me detuve a pensar un momento largo, hasta que él comenzó a hablar de nuevo.- ¿Mmmm? - Eché un vistazo a mis cachorros y me vi tentado a decirle que no los había visto en mi vida. Me iban a hacer quedar en vergüenzas.- Oh, sisisíí.- Comencé a caminar hacia los muchachos, procurando invitar a Adael a acercarse.- Son mis sobrinos todos, el inquieto es Aiden, quizás te interesen sus habilidades: fuego y tierra, no puedo esperar a que aprenda a usarlas a cabalidad, que si fuera menos mujeriego ya lo tendría. Daniel, el moreno que está más alejado, chico calculador, reservado, también usa fuego, pero su complemento es algo más raro. Usa una especie de ácido, muy común en los dragones negros, es un ejemplar que honra a su padre. Y por último, mi princesa querida, mi talentosa Juliet. Ella tiene grandes habilidades de sanación ¡y usa el hielo como si hubiera nacido en Dúdinka! Horrible lugar, un infierno helado, nunca vayas... - Para esto, yo la tenía a Juliet con un brazo sobre sus hombros, acercándola un poco que se veía algo tímida.- Ahora, portaos bien y saludad, hagan que el chico crea que son decentes.

La curiosidad de Juliet fue suficiente para que se quedara sin palabras. Admito que fue divertida su expresión de sorpresa, mezclada con confusión. Mucho más aquella rabia que su mirada impregnaba al romper sus pensamientos que, muy seguramente, ban encaminados a desear a nuestros padres cerca.- Oh, pero lo hacemos. Sin nosotros, estarías tres metros bajo tierra. Si estuvieras con alguien que te mereciera, de tu especie y no con ese mago, habrías conseguido lo que necesitabas sin recurrir a nosotros. Que no se te olvide su inutilidad.- Sonreí de lado, que a mi parecer era repugnante su elección cuando la atracción de un dragón con otro era cien veces más fuerte. Era antinatural.

La introducción y acercamiento de Thranduil captó mi atención y me quedé, por un minuto, callado y atento. Lo de mujeriego era cierto, no lo iba a negar, aunque me sacó una sonrisa. Era más que evidente que yo era el favorito.- No se deje engañar por sus halagos, que aquí el mejor no dejo de ser yo.- Me alejé unos pasos de la chica, en parte también porque Thranduil ya la tenía entre garras. Este tipo...

Salió del mago una risa nerviosa tras la irónica frase del elfo; risa por el cambio de tono de ceremonioso a ironico y nerviosa porque esperaba no haberle faltado el respeto. El mago permitió que el pecho se le infle un poco de orgullo cuando percibió lo centrado que el milenario elementarista de la tierra estaba en sus palabras. Cuando Thranduil comenzó a caminar hacia los tres sujetos el joven maestro le hizo señas a Yvonne de que la estaba vigilando para que continuara con sus movimientos, luego alcanzó al elfo y camino a su lado. Escuchó las presentaciones y absorbió toda la información posible. Vaya que le interesaba esa combinación de habilidades. Le causó gracia la definición de Aiden como mujeriego, más de un elementarista del fuego era calificado como Don Juan, allí había un curioso patrón.
-Así que dragones ¿hm? Magníficas criaturas. Mi nombre es Adael Cohen, Maestro Elementarista, Descendiente de Moisés.- Hizo una pequeña reverencia a modo de saludo general y luego se dirigió a Juliet. -Creo haberte visto en el Castillo Le Fay durante el bloqueo de magia, me alegra conocerte en condiciones menos adversas ¿Ahora impartes clases a jóvenes dragones?- Le habló a la mujer con una sonrisa amigable.
-¿El mejor? ¡Oh! ¿Y qué enseñas?- Le pregunto a Aiden con la misma sonrisa.

Dudaba entre replicar e irse con rapidez del lugar cuando la introducción y el abrazo de Thranduil le tomó desprevenida mientras la presentaba con Adael. A él lo recordaba del castillo Le Fay, tal y como así lo había dicho el mago. Recordaba también su nombre del tiempo que estuvo en el hospital improvisado y no tenía nada más que hacer que ver a la gente pasar, recordar sus caras y nombres, e hilar sus historias. Que época tan complicada. Menos mal que había pasado ya.

Asintió tras un suspiro a lo de si se conocían de antes, o más bien si se habían visto alguna vez.- También me da gusto. En... En la última fiesta dijeron que podíamos tomar una clase. No es solo a dragones, es en general.- Quiso disculparse por su primera clase, pero hacerlo sería admitirse tan mala como Aiden deseaba. Que se fuera al cuerno. El chico refunfuñó cuando le preguntaron si enseñaba algo, a lo que terminó por agregar ella misma.- Nada, es más bien su ego hablando.- Agregó lanzándole una mirada cargada al pelirrojo.- No sabía que tenía actividades en este lugar, habría desalojado antes, disculpe.

La mujer se veía visiblemente sorprendida cuando su tío la abrazó por los hombros, debía estar muy compenetrada en la discusión con su hermano. Cuando dijo lo de la fiesta, el joven maestro se quedó un momento pensando, tratando de hacer memoria para acto seguido hacer un facepalm cuando lo recordó.
-¡Es cierto! Lo siento, tengo la memoria de un pez. Necesito de los nerds de Sean y Sayid para esta clase de cosas.- Dijo con una sonrisa. -No alcancé a ver tu clase, si quieres puedes avisarme la próxima vez por si quieres una mirada objetiva, o que le comente al Consejo cómo lo haces, o cómo avanzan tus estudiantes. ¿Enseñas la magia elemental del agua?-
El mago noto que la tensión volvía a ir en aumento entre los hermanos pelirrojos con el comentario de la mujer.
-No tienes porqué disculparte. Vine porque sentí vibraciones en la tierra y quería saber si mis estudiantes se estaban metiendo en líos. Mi clase no empezaba hasta más tarde.- Volteó un momento para ver cómo iba Yvonne. -Si hasta hubo tiempo de darle una o dos lecciones a su tío.- Dijo esto último volviendo a dirigirse a los hermanos en plan confidencial pero era para que el elfo se ofendiera un poco así que le dedicó una sonrisa divertida a Thranduil.
-Te ves algo cansada. ¿Por qué no vas a descansar? Los maestros necesitamos de todas nuestras energías para compartir nuestro conocimiento.- Dijo amablemente a Juliet, había que poner paños fríos en la situación de los hermanos de algún modo.
-Aiden ¿Me permites un momento?- Dijo con el mismo tono amable.

Escuchó al maestro, quizás más tranquila por haberse sacado a Aiden de encima, pero sobre todo porque ya había terminado con aquella clase que la tenía tan inquieta. Se preguntó un instante si, quizás, Reiv habría alargado un poco su clase. Esperaba que fuera algo positivo si aún no había llegado, como dijo que haría. Al menos se ahorró la pena de que le viera a media lección.

Sonrió un poco cuando vio el palmada en la cara que se metió Adael al no recordar lo de las lecciones que habían comentado en el baile. Tras un instante de duda, terminó por hablar con su voz tranquila y baja ante sus buenas intenciones.- Gracias... Trabajo con la magia elemental que cada uno tenga, si es el caso. Solo es aprender a usarla para mejorar el desempeño físico o a través de la interacción con armas normales... Es lo que mejor entiendo.- Susurró, pues de la magia aún le quedaban huecos por llenar.

Al menos ahora sabía que no había sido la intrusa. Sí había hecho su papeleo para apartar el campo de entrenamiento, solo no había salido con sus cinco minutos de antelación para dejar espacio a la siguiente lección. Negó suavemente a la cabeza a si estaba o no cansada. Más bien un poco fastidiada. Pero en realidad, su intención de irse tenía desde antes de llegar a dar la clase. No era su momento más cómodo. Dio un repaso alrededor por si olvidaba algo, pero parecía todo en orden.- Voy a por Reiv, tío. Quedamos en encontrarnos.- Susurró antes de salir de debajo de su abrazo.- Gracias, Adael.- No sabía por qué le estaba agradeciendo, pero parecía lo más apropiado. Antes de darse la media vuelta e irse, se reacomodó la mochila y miró de mala cara tanto a Aiden como a Daniel. Caminó a paso lento, pero firme, alejándose del grupo hasta salir de la arena.

Después de despotricar un rato, lo mejor de mi día fue cuando Juliet se fue. Tenía curiosidad por aquel pequeño objeto que tenía entre manos, pero meh, que se lo quedara. De cualquier modo no podría hacer nada, como siempre. Seguí maldiciendo gente en voz baja, que ya había visto la cara de Thranduil de matarme, con eso de "hagan que crea que son decentes". No lo estabamos logrando y ya lo veía hablando de eso hasta el hartazgo.

Miré extrañado a Adael cuando pidió un momento conmigo. Crucé miradas con Daniel, que el muy finito no había dicho ni pio en todo el día. Agh, idiotas con aires de superioridad. Mejor que Adael no se pusiera a sermonearme, porque me iba a dar un ataque o algo. Asentí, dando un par de pasos hacia él, con los brazos cruzados bajo el pecho y la mirada dura. Era más fácil estar a la defensiva.- ¿Necesitas más conejillos de indias?- La pelea con Thranduil había sido un poco trágicamente aburrida, pero seguro que ya había tenido suficiente.

-¡Oh!¡Entrenamiento para luchar! Bien, bien, muy bien.- El susurro de la mujer por poco pasa desapercibido para el joven maestro por la sordera parcial pero completó la oración con imaginación, además le daba algo de vergüenza pedirle que le repita. Con el visto bueno de Juliet se propuso recordar que lo llamaría para que asistiera a la próxima clase de la pelirroja para comentarle al Consejo y darle alguna que otra sugerencia. Por la razón que fuere consiguió separar a los dos hermanos, al menos por ahora.
-Las puertas de mis clases siempre están abiertas Juliet.- Se inclinó un poco a modo de pequeña reverencia y sonrió amigablemente pero con cierto toque cómplice, fue su manera de decir "de nada", el mago sabía lo que era tener problemas con la familia. Por suerte Aiden accedió a hablar con él, caminaban a una posición prudencial tanto para Thranduil y Daniel como para Yvonne cuando el joven maestro comenzó a hablar. El dragón estaba claramente a la defensiva así que buscó algo para decir con lo que no se sintiera atacado.
-Yo no fui el que lo dijo.- Dirigió una sonrisa burlona al pelirrojo. Dejó de caminar cuando vio que ambos estaban en la posición más segura para todos y se dirigió a Aiden mientras lo miraba a los ojos.
-Mira, no sé si es parte de tu personalidad, pareciera que si, pero te noto con demasiada energía ¿Tienes algún método para relajarte? Spa… molestar a tu hermana… meditación… si no, te tengo una propuesta…-

Me alejé de la gente con Adael. Era lo suficientemente sensato como para creer que me iba a alabar por mis habilidades. No, de seguro era algo no tan positivo... como un regaño. Hmmm... Si era sincero, los regaños me ponían de malas. En mi cara no tardó en dejarse ver el reflejo de mis pensamientos. Aleccionarme no era tarea fácil.

Fue entonces cuando lo aceptó, sí necesitaba conejillos de indias, como el elfo... Triste para él, pero los dragones no eramos conejillos, mira nada más. Pero la plática pronto va con otros tintes más... extraños- ¿Energía? ¿Yo? Si soy el tipo más tranquilo que conoces. Sereno y esas cosas... Aunque tienes algo de razón en eso. Las chicas son mi principal fuente de paz y serenidad.- No lo miraba a él, miraba a la chica en el borde con una sonrisa indescriptible. Me perdí un poco mirándola de arriba abajo, casi olvidándome del bajito hombre que me acompañaba.- ¿Propuesta de qué? ¿Ahora vas a abrir un spa?

La burla del maestro no causó la simpatía que por lo general generaban, pero no se extrañó demasiado, no era experto en la materia, pero creía recordar que por lo general los dragones tienden a ser orgullosos y ariscos. Pasó por su mente Snagov Tepes y cuánto lo echaba en falta. Borró cualquier evidencia en su rostro de sus pensamientos y del dolor que le probocaban lo más rápido que pudo y la reemplazó por su habitual expresión jovial. Su gesto se transformó a uno de incredulidad cuando el pelirrojo aseguró su serenidad.
-No.- Dijo riéndose del ocurrente comentario del otro. -Te propongo un duelo con fuego, el primero en caer por 5 segundos pierde, te prometo que solo usaré el fuego, si ganas seré tu humilde alumno en el arte de la seducción... si te consideras capaz de enseñar, claro. Si yo gano tú serás mi estudiante y aceptaras descubrir los secretos del fuego bajo mi guía.- Con eso, mínimamente esperaba conseguir su atención ya que no eran de su agrado las miraditas que le lanzaba a su estudiante.

El aspecto de la chica me desencaminó muy rápidamente de la conversación. Tenía un aura extraña, que no me dejaba completamente averiguar su naturaleza, y en parte el reto me agradaba. Con mi mente divagando de tal manera, apenas y logré enfocarme cuando la palabra duelo salió de la boca del contrario.- ¿Duelo? - El intento de risa escapó de mi garganta junto a la sonrisa burlona y la expresión de incredulidad. Cinco segundos era un mundo de tiempo, y no se si a alguien con alas se le daría eso de caerse. No pude evitar reirme abiertamente cuando intentó ser mi alumno.

A ver, pero si gano el premio es tortuoso. No te ofendas, pero no sé que tan seductor puedas ser. No tienes mucha cara... Y de diamante en bruto no te veo mucho potencial.- Suspiré pesadamente ya que por fin pude dejar de reirme.- Te daré el gusto, porque soy un alma caritativa, pero si gano deberás, además, conseguirme una cita con tu alumna. Será difícil, pero de lo demás me encargo yo. Verás que fácil.- Reí de nuevo, volviendo la cara a la chica, y después al profesor. Al parecer las habilidades de la tierra las dominaba bien. El fuego era más salvaje de domar, más complicado, y con la pinta que tenía seguro se le daba mal. Será pan comido.

Agradeció que al fin había conseguido la atención del dragón y se sorprendió cuando por fin lo hizo reír, no esperaba hacerlo, pero no desaprovechó el momento para reírse con él.
-Vaya, no encuentro palabras para describir lo agradecido que estoy.- Dijo irónico sin interrumpir al pelirrojo. Miró a Yvonne y luego volvió su vista incrédula a Aiden.
-Deberás perdonar que me incomode hablar de una persona como si fuera un trofeo, pero ella es una de mis mejores estudiantes, una manera de acercarte a ella podría ser tener algo en común, por ejemplo ir a una misma clase, por ejemplo la mía… pero si ganas prometo hablar con ella para que te dé una cita, ofrezco mi lanza como garantía.- Hizo levitar su lanza finamente decorada frente al otro para que la observe y la dejó a un lado en un lugar seguro levitando. -¿Qué es lo que ofreces tú como garantía?-

Al menos el contrario tenía buen gusto del humor, riéndose de sí mismo, practicamente.- No te preocupes, se entiende.- Regresé con pose solemne a sus agradecimientos, riéndome más. Con su mirada incrédula, me empezó a regaar con esos rodeos de las chicas no son un trofeo y esas cosas.

Pero verás, no es trofeo, no lo veas así, que manera más fea de verlo. Joder ni le conozco y ya la vas cosificando, que cara la tuya.- Trofeo las chicas difíciles, que a esa la veía más de las románticas. Ni idea, no me sabía ni su nombre. Pero bueno, lo de la cita iba bien, aunque no fuera yo de esos. Solté un suspiro, pensando grandemente en el nuevo trato.- ¿Pero necesitas garantía? Si con mi palabra basta.- Volteé al cielo por tanta desconfianza, pensando qué podría tener yo como para darle en caso de fallar, pero al instante recordé otra cosa y volví el rostro al contrario.- Mira, si fallo a mi palabra tendré a Thranduil todo el día dándome sermones. Creo que es castigo suficiente, ¿no crees? Es taan pesado... Además, hay que darle agilidad al asunto, ir empezando. Aunque si ya te arrepentiste...- Lo último era para ver si ya se había quitado las ganas de combatir contra mí. Su última salida. Al menos le dejaré iniciar el duelo. Primer movimiento regalado.

-Velo como un seguro, si yo gano y tú faltas a tu palabra entenderás que prefiero no terminar con las manos vacías. Por el contrario si tú ganas y yo falto a mi palabra tendrás en tu poder una lanza encargada por Eliezer, el segundo hijo de Moisés, el primero en ocupar el puesto en el Consejo de los 20 luego de su padre, uno de los primeros hechiceros de la historia tras el famoso profeta, hecha de madera de acacia, rellena de polvos de cáscaras de huevos de occamy, con punta de la plata más pura, antimaleficios, de una inigualable potencia de punzada o golpe así como un gran alcance. Dicen por ahí que también sirve como canalizador, pero al menos a mi ni a nadie que conozca, nunca obedeció.- Relató de memoria de tantas veces que su madre le había repetido las especificaciones y las leyendas de aquella lanza mientras el pelirrojo dirigía su vista hacia el cielo, claramente fastidiado, y él a su vez enseñaba la reliquia a el resto de espectadores. Cuando mencionó la sermonería de Thranduil el joven maestro estalló en carcajadas.
-¡Thranduil ¿Has oído a tu sobrino?! ¡¡HAHAHAHA!! Dice que… ¡HAHA! que si pierde ante mi y no se convierte en mi aprendiz, tu deber sagrado será… ¡HAHA! será sermonearlo ¡¡HAHAHAHAHAHAHAHA!! Así que ya sabes elfo… HAHA- Decía a duras penas entre escándalosas risotadas, luego de un momento se logró calmar y se secó las lágrimas, aunque el dolor de barriga por reír tanto seguía allí.
-Tienes razón, comencemos.- Dijo y tras una reverencia al público y otra a su contrincante y una profunda respiración, con un movimiento de todo el cuerpo pero sobre todo de brazos en el que uno señalaba hacia arriba y el otro hacia abajo, al hacerlos rotar rápidamente, conjuró una columna de fuego que caería directamente sobre Aiden si este no se movía.

Mi ceja y mi expresión se fueron hasta el cielo mientras Adael comenzaba a describir con tanto detalle la supuesta lanza que sería mía una vez ganara el encuentro. No había manera de comprobar absolutamente nada de lo que me decía, y si de todas maneras no obedecía, no veía la necedad de conservarla con tanto bombo y platillo, pero era decisión de cada quien. Thranduil sí que hizo algún gesto de admiración por el arma, aunque su aprobación no era suficiente para hacerla válida. Tendría que llevarla a revisar con un amigo experto en lanzas bíblicas...

Al menos le gustó mi chiste, que no era tanto de reírse si se daba cuenta que de verdad Thranduil es fastidioso y haría lo que fuera por no tenerlo picándome las costillas todo el tiempo. Al menos se reían juntos. Quizás su desafío debería ser aguantar a Thran... Me dediqué a echar otra mirada a la chica del borde mientras terminaba de reír el otro. Nunca pensé que tan rápido se recompondría y empezaría a atacar. Alcancé a ver su ceremoniosa reverencia a los presentes; Daniel ya se había acercado más y Thranduil ya se había sentado, que ser guapo cansa, o eso siempre menciona. Me descuidé un segundo y apenas y logré saltar a tiempo antes de que la columna de fuego cayera sobre mí. En un fluido movimiento rodé por el suelo y me levanté de un ágil salto. Haciendo un mortal al frente, golpeé con fuerza el suelo con el pie en punta y el talón, lanzando desde los dedos una ráfaga rápida. Menos fuego, pero un ataque más rápido y directo que el que tuve que esquivar hace unos segundos.- Muy honorable y todo pero no avisas... Igual, no hace falta.

Al dragón no le resultó tan gracioso como al joven maestro la idea de recibir los sermones de Thranduil, por lo que Adael entendió que el pelirrojo realmente los padecía y podía ver la razón, Aiden simulaba ser un sinvergüenza cuando en realidad buscaba ocultar sus pensamientos y sus emociones entre comentarios y actitudes soeces. Los conocedores de la magia del fuego suelen tener los sentimientos a flor de piel aunque intenten ocultarlos y para el mago elementarista era fácil descifrarlos. Por su parte encontraba al elfo fascinante, una reliquia andante, un libro lleno de secretos sobre la magia de la tierra, pero en su basta experiencia buscaba advertir a sus sobrinos sobre los peligros del mundo y quería recomendarles o imponerles, quizás, un camino que él sabía que era seguro pero que ellos no estaban interesados en seguir. El que quedaba por descifrar era Daniel que daba un poco de miedo de tan silencioso que era. Con otro movimiento circular de brazos el joven maestro deshizo la ráfaga de fuego que el otro envió hacia él.

-¡¿Que?! Lo siento, estoy medio sordo, deja que me acerque un poco.- Avanzó unos pasos acortando las distancias para luego hacer una patada circular baja en una barrida sobre su eje conjurando una ráfaga horizontal que se extendería hasta quemar los pies del dragón y más allá.

-¿Quieres librarte de tu tío?¿De sus reproches?¿De sus regaños? Déjame enseñarte los secretos de la magia del fuego y de Thranduil me encargo yo.- Le dijo en confidencia, no quería que el elfo escuchara y se sienta ofendido.

El contrario deshizo mi ataque en nada. Como si nada. De verdad me molestaba que hubiera tenido esa facilidad, pero apenas ibamos empezando. Había mucho más por demostrar en esa batalla, y no podía quedarme de brazos cruzados mientras esperaba un ataque más del contrario. Por otro lado, atacar con el fuego sin más podía ser una desventaja, pues aminoraría los tiempos para reaccionar ante los ataques contrarios. Debía ser certero o terminaría quemado... Aunque el fuego no me haría daño.

No me ganarás con trucos baratos.- Dije con una sonrisa cuando intentó acercarse. Me alejé en un par de saltos hacia atrás, y luego un mortal adelante para salir del camino del fuego. Sus ataques se hacían más letales cuando la distancia aminoraba.

Le ofreces hielo a un esquimal. Los dragones somos libres. Si estoy con él es porque por ahora me conviene.- Ya había pasado mucho tiempo solo y, por ahora, mi lugar era Londres, al menos hasta nuevo aviso.- ¿Qué más puedes enseñar? Haces los mismos trucos que yo.- Tras la réplica, lanzó un par de puños al aire. Aunque parecía que al instante caería sobre él una ráfaga de fuego, la retrasó intencionalmente una fracción de segundo para tomarlo desprevenido mientras apuntaba en su dirección.

-Y ¿Por qué te conviene?, si se puede saber.- Dijo mientras continuaba intentando acortar las distancias, caminando con ligereza, cerrando su guardia y acercándose al otro. El joven maestro elemental deshizo las dos bolas de fuego con un gesto amplio y circular para cada una, similar al ademán de quitar algo que está frente a uno. Pudo apreciar el agresivo estilo de Aiden, sus potentes golpes combinados con sus movimientos livianos así como con maniobras engañosas, conectadas delicadamente.
-¿Trucos?¿Acaso has dicho "trucos"?¿Crees que la magia elemental del fuego no es más que una serie de trucos?¿Hm?¿Que son puñetazos y patadas voladoras? No, yo no sé hacer trucos, yo sé mantener, transmitir, mejorar y ampliar el conocimiento mágico como el heredero de conocimientos y poderes mágicos que soy, pero si tanto sabes de la magia del fuego entonces no te será difícil decirme de dónde proviene… ¿De la agilidad?¿De la fuerza física, quizás?… ¿Cuál es la base del control sobre el fuego?- Envio dos bolas de fuego fáciles de predecir tras su pregunta y otra ráfaga horizontal baja, su objetivo ahora no era golpearlo, más bien era conservar su atención.