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Con un suspiro cansado terminé por apoyar uno de los codos sobre la mesa, el de la misma mano que usé para atusarme la ceja mientras cogía el suficiente aire como para inflar mis pulmones. Era una técnica de relajación cuando quería morderme la lengua. Porque era aquello o mandarles a la mierda. Estaba viendo a Rosse con la visión periférica, pero la ignoró deliberadamente, mientras seguía perdido en mis pensamientos para estructurar una idea mejor sobre todo aquello y a qué estaban jugando todos aquellos. Ni siquiera desvié la mirada a la pelirroja, por lo que me perdí toda la ejecución de la mueca. Al final no pude evitar hablar, extendiendo la palma de la mano en un lateral de la cara -A ver, señores, señoras. Vamos a tratar de que NINGUNA sangre llegue al río. Estamos aquí para trabajar, solucionar problemas y plantear una solución. Dejemos, POR FAVOR, las riñas, trifulcas y los egos dolidos para las peleas en el bar, o no avanzaremos. Si somos la enciclopedia del mundo mágico, por favor, comportémonos como tales y no como niños de párvulos y trabajamos juntos- Y es que la sala aquella no dejaban de lanzarse rencillas y puñales de un lado a otro, y al final toda la energía se consumía en esas tonterías y no en avanzar. Al menos Sofía pareció entender aquello y hablo como la mujer sabia sabía que era. No tanto con el puritano de los elementos, que esperaba que, al menos, se diera por aludido en lugar de andar criticando a los demás. Pero no. Suspiré y me reacomodé en la silla, cruzándome de brazos por delante del pecho, molesto por aquella actitud zen del descendiente hebreo. -Estuvieron de nuestro lado para salvar la vida a mi antecesor Lucio y para localizar a la mujer de otro de los miembros del consejo- Puntualicé a Adael, que parecía no recordar las acciones del Pendragon rubio, el mismo que iba cortando miembros. Sí, al final todo el hospital ya lo sabía.
-Volverán a por ella- Asentí al vaticinio de Catherine Le Fay, compartiendo totalmente su opinión -Y volverán con más guerreros, con más dragones, con más magia. Si la dañamos, de cualesquiera de las maneras, será un punto a su causa. Por el momento, Guinevere Pendragon está siendo asistida por los sanitarios - Respondí finalmente a las peticiones sobre el estado de la mujer, lanzando una mirada significativa a Matvey sobre encerrar a gente en el calabozo y usarlo como clínica privada.
Durante el resumen jugueteé bastante aburrido con mis uñas. Ya sabía la cantinela más que de sobra. Lo de Rosse era comprensible, tendría TDA, pero había que reconocer que todos aquellos simbolitos y su interacción con Markus tenía su gracia. El aporte del nuevo era innecesario, únicamente para hacerse de notar. Decir lo que ya estaba dicho. Rescaté el asunto de la traición, alcé la mirada y la ceja hacia Catherine, con curiosidad para estudiar su reacción. Finalmente alguien inteligente decidió tomar las riendas de la situación y empezar a poner a la gente al orden, con tareas. Eché la espalda hacia atrás, con incomodidad por irme a casa ya. -¿Templos?- Esa parte me la había perdido y necesitaba saber algo más. Sin embargo un mensaje llegó al brazalete y captó toda mi atención y consumió el remanente de paciencia. Al final le salté a Adael -Deja de pensar en la jodida isla maldita y piensa en poco en la que estás pisando. ¿Qué interés tienes tú en Avalon que ni los mismos Pendragon quieren?-
Me di cuenta de mi error enseguida. Cogió aire de nuevo y me apoyé en el respaldo de la silla mientras me frotaba los párpados cerrados y los más jóvenes hablaban tan alegremente de ir a la guerra. De todos ells, el que más pena me daba Khan. Quizás por su juventud e inexperiencia, quizás por recordarme al aprendiz, quizás porque sentía su dolor rezumando por sus poros. Tan joven y con aquellas ideas tan radicales, las mismas que terminarán por matarnos a todos. Cogí aire y no me callé -Haced lo que queráis: cadenas, escorpiones o lanzarles chimpancés en llamas- Apoyé los brazos en la mesa -Si ya se han repartido las tareas, poco puedo hacer aquí. Hay que empezar a trabajar. Esperaré sus informes y resultados para una decisión final, compartiendo la opinión de que no conocemos el árbol lo suficiente como para saber si podría beneficiarnos de algún modo-
-Prepararé el hospital para una evacuación de urgencia en caso de que los escudos caigan, además de tener espacios, material y personal suficientes para atender cualquier herido- Me puse en pie sobre mi puesto, estiré la chaqueta de cuero y cogí el vaso de papel con el café que ya se había quedado frío (para seguir la costumbre) y señalé al grupo -De las pocas cosas inteligentes que se han dicho en esta mesa es que no queremos que nos den por culo otra vez y nos pillen con los pantalones bajados. Aplíquense la lección- Breve reverencia -Señores, tengo una medimagia que encontrar- Me desaparecí allí mismo sin ningún miramiento ni esperar despedida de nadie. Ya se había dicho todo lo que había que decir.
-Volverán a por ella- Asentí al vaticinio de Catherine Le Fay, compartiendo totalmente su opinión -Y volverán con más guerreros, con más dragones, con más magia. Si la dañamos, de cualesquiera de las maneras, será un punto a su causa. Por el momento, Guinevere Pendragon está siendo asistida por los sanitarios - Respondí finalmente a las peticiones sobre el estado de la mujer, lanzando una mirada significativa a Matvey sobre encerrar a gente en el calabozo y usarlo como clínica privada.
Durante el resumen jugueteé bastante aburrido con mis uñas. Ya sabía la cantinela más que de sobra. Lo de Rosse era comprensible, tendría TDA, pero había que reconocer que todos aquellos simbolitos y su interacción con Markus tenía su gracia. El aporte del nuevo era innecesario, únicamente para hacerse de notar. Decir lo que ya estaba dicho. Rescaté el asunto de la traición, alcé la mirada y la ceja hacia Catherine, con curiosidad para estudiar su reacción. Finalmente alguien inteligente decidió tomar las riendas de la situación y empezar a poner a la gente al orden, con tareas. Eché la espalda hacia atrás, con incomodidad por irme a casa ya. -¿Templos?- Esa parte me la había perdido y necesitaba saber algo más. Sin embargo un mensaje llegó al brazalete y captó toda mi atención y consumió el remanente de paciencia. Al final le salté a Adael -Deja de pensar en la jodida isla maldita y piensa en poco en la que estás pisando. ¿Qué interés tienes tú en Avalon que ni los mismos Pendragon quieren?-
Me di cuenta de mi error enseguida. Cogió aire de nuevo y me apoyé en el respaldo de la silla mientras me frotaba los párpados cerrados y los más jóvenes hablaban tan alegremente de ir a la guerra. De todos ells, el que más pena me daba Khan. Quizás por su juventud e inexperiencia, quizás por recordarme al aprendiz, quizás porque sentía su dolor rezumando por sus poros. Tan joven y con aquellas ideas tan radicales, las mismas que terminarán por matarnos a todos. Cogí aire y no me callé -Haced lo que queráis: cadenas, escorpiones o lanzarles chimpancés en llamas- Apoyé los brazos en la mesa -Si ya se han repartido las tareas, poco puedo hacer aquí. Hay que empezar a trabajar. Esperaré sus informes y resultados para una decisión final, compartiendo la opinión de que no conocemos el árbol lo suficiente como para saber si podría beneficiarnos de algún modo-
-Prepararé el hospital para una evacuación de urgencia en caso de que los escudos caigan, además de tener espacios, material y personal suficientes para atender cualquier herido- Me puse en pie sobre mi puesto, estiré la chaqueta de cuero y cogí el vaso de papel con el café que ya se había quedado frío (para seguir la costumbre) y señalé al grupo -De las pocas cosas inteligentes que se han dicho en esta mesa es que no queremos que nos den por culo otra vez y nos pillen con los pantalones bajados. Aplíquense la lección- Breve reverencia -Señores, tengo una medimagia que encontrar- Me desaparecí allí mismo sin ningún miramiento ni esperar despedida de nadie. Ya se había dicho todo lo que había que decir.
Markus negó con la cabeza a la pregunta que se planteó de Sarah, siendo el único que lo hizo. Detalle que no se le pasó por alto al científico (bueno, en verdad al usuario, pero OK, nadie quiere a Sarah salvo Daniel ¡ánimo campeón!). Markus pensó que podría ser interesante contactarla de alguna manera: ¿su bosque podría comunicarse con el árbol? Qué interesante. Habría que verlo, quizá el bosque en el que estaba tenía algo que decir. O quizás no, habría que preguntarle al centauro ese raro de la misión. Giró el bigotudo rostro en dirección a Adael, mientras el científico seguía jugando con aquella patata. Respondió en tono confidente -Markus hablará con su aprendiz, ahora que ha vuelto de la baja nuestra tecnochica. Se le fue la pinza- Dibujó un círculo en su sien. Aquella broma le hizo gracia al científico y se rio de una forma muy infantil e histriónica, pero el volumen bajo. -Tenemos de eso. Markus hizo cosas en el hospital. El me obligó bajo pena de castigo de dieta hipocalórica- Señaló mirando a Oscurus mientras mantenía el tono bajo y el resto de la sala hablaba de cosas que parecían interesantes, y muchas regañinas. Ya las leeré más adelante.
Al final pareció llegar la parte divertida de las ideas y los esquemas en los que jugaba Rosse. Matvey repartió tareas y a Markus le parecieron correctas, aunque sus ideas fueran rechazadas, se encogió de hombros y Markus siguió con su vida, ya trataría de ponerlas en práctica de alguna manera. Alzó la mano con pasión cuando empezaron a mandar tareas -¡Yo! ¡Yo! Markus se apunta a inspeccionar ese árbol. Markus quiere conocerlo de primera mano e hincarle un tenedor. Además, Markus puede dejarte un espacio en su laboratorio. Hay un hueco entre un lienzo de Giordano sin terminar y un poto, justo al lado de la puerta de los urinarios- Asintió con vehemencia -¡Oh, oh! Montamos uno nuevo en las rocas esas abandonadas que dice Sofía-
Asintió a lo del amplificador y lo apuntó en su libreta de ideas. El nuevo habló sobre sus grutas y Markus arqueó el labio con cierta desgana. Le ignoró y volvió a Matvey, con una sonrisa -Hice, hice. De la misma manera que se puede copiar las ondas en las que vibra la magia para poder contrarrestarla con la antimagia. Markus también podría probar el rayo mortal sobre él- Se rio como un niño chico -Y sin usar piedrecitas de las grutas de antimagia- Sí, aprovechó para hacerle algo de burla al nuevo, dudando de si le caía bien o no, por marisabidillo. Se puso a escribir en sus post-its ideas sueltas, mientras el resto de la conversación seguía en pie.
El hecho de pensar en los Pendragon rondando por la isla era algo que le ponía a Markus los pelos del bigote como escarpias. Cada vez que Markus recordaba el holmgang y el Yule se estremecía por el mal fario que irradiaba esa gente. Markus recordó a los presentes, en especial a Oscurus, que parecía querer recordar las bondades de la familia. Pues Markus le daría de la otra moneda -Markus les ha visto hacer explotar corazones con solo cerrar un puño- Puntualizó -Markus sigue sin querer a esa gente en su mesa o en su isla. Habremos de tener cuidado con ellos. Traición, es lo único que advierto en nuestro futuro junto a los dragones. Estaban mejor en su isla, toda para ellos, Markus no la quiere- Gruñó, frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras de echaba atrás en su silla. Ya era la segunda o tercera o quinta vez que se hablaba de traición en aquella reunión. En el caso del científico, se sentía estúpido por haberse dejado engatusar por las deliciosas pizzas caseras que le llevaba Shyvanna. Usado, así es como se sentía. Aunque a veces echaba de menos a la rubia… no así a su exxxxxxxmujer -Ya no- Puntualizó a Adael a su pregunta sobre su matrimonio. O eso creía. ¿Había que firmar algo para dejar de estar casado?
Se siguió hablando de los planes con los Pendragon. Markus se revolvía incómodo en su silla, ligeramente enfurruñado, hasta que Catherine hizo el recuento de votos y le devolvió la mirada atónito. -¿Paz?- Markus miró con cara confundido a Catherine -La paz de Ouroboros debe prevalecer. Así sea aniquilando a los Pendragon- Uy, Markus se ha puesto intenso -Pero Markus también está dispuesto a escuchar otras opciones- Markus apoyó los codos sobre la mesa, hizo un puente con las manos y apoyó la barbilla sobre ellas, con la misma cara y sonrisa de un niño que espera caramelos por parte de mama. No había más ideas que un pseudotratado de paz con puntos nada claros... y huecos, muchos huecos -Ya veo. Markus entiende- Dijo mientras el científico se recolocaba de nuevo en su silla de ruedas, no con cierta decepción -Que los vasallos de Pendragon se queden en Avalon. Aquí no son bienvenidos tampoco y tampoco su imperio. Ni sus artes belicosas- Muchas más personas empezaron a hablar sobre ir a la guerra o no. De todas aquellas opciones la que mejor pintaba era la de defenderse hasta los dientes y atacar antes de ser atacados.
Al final pareció llegar la parte divertida de las ideas y los esquemas en los que jugaba Rosse. Matvey repartió tareas y a Markus le parecieron correctas, aunque sus ideas fueran rechazadas, se encogió de hombros y Markus siguió con su vida, ya trataría de ponerlas en práctica de alguna manera. Alzó la mano con pasión cuando empezaron a mandar tareas -¡Yo! ¡Yo! Markus se apunta a inspeccionar ese árbol. Markus quiere conocerlo de primera mano e hincarle un tenedor. Además, Markus puede dejarte un espacio en su laboratorio. Hay un hueco entre un lienzo de Giordano sin terminar y un poto, justo al lado de la puerta de los urinarios- Asintió con vehemencia -¡Oh, oh! Montamos uno nuevo en las rocas esas abandonadas que dice Sofía-
Asintió a lo del amplificador y lo apuntó en su libreta de ideas. El nuevo habló sobre sus grutas y Markus arqueó el labio con cierta desgana. Le ignoró y volvió a Matvey, con una sonrisa -Hice, hice. De la misma manera que se puede copiar las ondas en las que vibra la magia para poder contrarrestarla con la antimagia. Markus también podría probar el rayo mortal sobre él- Se rio como un niño chico -Y sin usar piedrecitas de las grutas de antimagia- Sí, aprovechó para hacerle algo de burla al nuevo, dudando de si le caía bien o no, por marisabidillo. Se puso a escribir en sus post-its ideas sueltas, mientras el resto de la conversación seguía en pie.
El hecho de pensar en los Pendragon rondando por la isla era algo que le ponía a Markus los pelos del bigote como escarpias. Cada vez que Markus recordaba el holmgang y el Yule se estremecía por el mal fario que irradiaba esa gente. Markus recordó a los presentes, en especial a Oscurus, que parecía querer recordar las bondades de la familia. Pues Markus le daría de la otra moneda -Markus les ha visto hacer explotar corazones con solo cerrar un puño- Puntualizó -Markus sigue sin querer a esa gente en su mesa o en su isla. Habremos de tener cuidado con ellos. Traición, es lo único que advierto en nuestro futuro junto a los dragones. Estaban mejor en su isla, toda para ellos, Markus no la quiere- Gruñó, frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras de echaba atrás en su silla. Ya era la segunda o tercera o quinta vez que se hablaba de traición en aquella reunión. En el caso del científico, se sentía estúpido por haberse dejado engatusar por las deliciosas pizzas caseras que le llevaba Shyvanna. Usado, así es como se sentía. Aunque a veces echaba de menos a la rubia… no así a su exxxxxxxmujer -Ya no- Puntualizó a Adael a su pregunta sobre su matrimonio. O eso creía. ¿Había que firmar algo para dejar de estar casado?
Se siguió hablando de los planes con los Pendragon. Markus se revolvía incómodo en su silla, ligeramente enfurruñado, hasta que Catherine hizo el recuento de votos y le devolvió la mirada atónito. -¿Paz?- Markus miró con cara confundido a Catherine -La paz de Ouroboros debe prevalecer. Así sea aniquilando a los Pendragon- Uy, Markus se ha puesto intenso -Pero Markus también está dispuesto a escuchar otras opciones- Markus apoyó los codos sobre la mesa, hizo un puente con las manos y apoyó la barbilla sobre ellas, con la misma cara y sonrisa de un niño que espera caramelos por parte de mama. No había más ideas que un pseudotratado de paz con puntos nada claros... y huecos, muchos huecos -Ya veo. Markus entiende- Dijo mientras el científico se recolocaba de nuevo en su silla de ruedas, no con cierta decepción -Que los vasallos de Pendragon se queden en Avalon. Aquí no son bienvenidos tampoco y tampoco su imperio. Ni sus artes belicosas- Muchas más personas empezaron a hablar sobre ir a la guerra o no. De todas aquellas opciones la que mejor pintaba era la de defenderse hasta los dientes y atacar antes de ser atacados.
Eso fue faltarle el respeto a la muerte y lo sabes.. Había dicho Adael. ¿Es que no iba a dejar el maldito tema? Iba a seguir juzgando desde su superioridad moral cómo le habia salvado la vida?
- Respeto la vida, no la muerte. A la muerte..... juy tebye na postnom maslé - espeté, saliéndome de mis, por lo general, bien cuidadas palabras.
- Nosotros también estabamos con la mitad de nuestras fuerzas en esa batalla. - recordé en tono calmado, pero no solo a Catherine. Si no a todos. Quería recordarles que, pese a que habiamos estado pocos, partidos, rotos....habíamos sido capaces de echarlos de alli. Pero sí, lo habíamos pagado con vidas.
Esos Guardias de Ouroboros que no volverían a sus casas. Cuyos entierros serían en breves. Sí....teniamos unos entierros que oficiar. Y sería mejor que yo no estuviese presente. Eso lo sabía.
- Ella tiene razón, ya lo he dicho... - atrapé al vuelo la patata que había lanzado Oscurus, pese a que estaba mas concentrado en otras cosas los reflejos no me fallaban. La miré con asco y la dejé sobre la mesa.
Desvié la mirada a Catherine de nuevo, cuando "estalló" por la cantidad de veces que Rosse se había dirigido a ella como Reina de Avalon. Habría intervenido y dicho que no, que no había dicho que la información la habia sacado de ella pero, es que de quien la iba a sacar si no? Sin embargo, siguió hablando de manera irrefrenable, asi que no la interrumpí.
Concluyó, por fin, después de habernos dedicado sentenciosas palabras a todos. La miré con expresión indescifrable, firme y fría.
- Bien. Pues si estás dispuesta a darlo todo por Ouroboros, ve y sangra delante de ese árbol, si es lo que deseas.
"lo demostrarás"
- Si queréis paz, preparáos para la guerra. Y las redes de cadenas de penitente no funcionan contra un dragón...que van a hacer, impedirles desaparecer? Los dragones no se desaparecen. Drenarles magia poco a poco? Para cuando los hayan cansado un poco, ya nos habrán quemado. Los dragones tienen una fuente arcana muy superior para esas cadenas. Haremos....un Tratado vinculante, un documento bajo magia de juramento inquebrantable, para ambas partes. - respondí a Adael, que planteaba muchas dudas.
Que por cierto, votó....no votó ninguna de las dos propuestas, si no devolverles a Gwen, y que nos dejasen vivir en Avalon. Para que demonios querríamos alguno de nosotros vivir en Avalon? Catherine lo hacía por obligación. Pêro sin embargo , si ibamos a ofrecer Ouroboros...la cosa tenía que ser algo de doble vía. Asentí, despacio...Kelil votó paz, Ling también... Sofía mostró cabeza fría pese a todo lo de antes y optó por una ultima oportunidad tambien. Miré con desconfianza a Merlín, lo veia demasiado...presto a lanzarnos a la batalla, para ser un recién llegado. Al menos se ofreció a acompañar a Kyle, aunque me pregunté si tendría segundas intenciones.
- Merlín vota guerra? - alcé una ceja, para cerciorarme. Sí, asi era. Rosse también. La muchacha salió a prepararse...parecía afectada por todo lo que habiamos hablado. El joven Tepes habló, tambien afectado. Se le veía agotado y lo entendía. Pero su furia juvenil no le dejaba tampoco ver claramente.
- Hay mil maneras de luchar Khan, y no vamos a permitir que nos destruyan. - le aseguré, quizá con un tono menos frio y menos duro del que habia empleado para hablar con todos los demás. Oscurus mostró también mucho temple, al igual que Sofía...la balanza parecia ir inclinandose a favor de mi propuesta. Se despidió también, tenían trabajo de hospital.
- Está bien, Markus. Confío en que saquéis algo adelante. - le respondí cuando hablo de que sería capaz de hacer algo, y que iria con los demas a investigar el arbol. - La cosa es que...si aceptan quedarse aquí...tendrán que cumplir las normas de aquí....bajo pena de romper el juramento.... - intenté explicarle al científico, hacerselo ver.
- Parece ser que gana la propuesta "paz, mientras nos preparamos para lo peor." Es decir armarnos hasta los dientes, sí. - miré en derredor, algunos se habian ido pero... - os recuerdo que la votacion es vinculante y que aunque no estemos de acuerdo con el resultado, habemos de ver cumplida la voluntad de la mayoria del Consejo.
Volví a sentarme, tras acercarme a los estantes y coger varios pergaminos con la marca de agua oficial de Ouroboros, asi como la caja de los sellos con nuestras firmas. Tinta y pluma. Me senté y cuando hubo terminado el recuento de votos, comencé a redactar. Me llevaría un rato....
- Catherine podría encargarse de hacerles llegar este tratado. Junto a la prisionera...como muestra de buena fé. En un plazo de siete dias, tendrán que darnos una respuesta.
Cuando tuve los pergaminos, los hice levitar hacia el centro de la mesa, que estaba equipada con una copiadora mágica de documentos. Se generaraon varias copias de la original, que fueron dirigidas magicamente hasta cada puesto, para que pudieran ser leidas por todos los miembros del consejo cómodamente.
- Debéis leer y firmar- después se lo pasaríamos a los demas que se habian ido para que lo hiciesen. - El original. Habrá que aplicarle un encantamiento con anterioridad, una maldicion que haga visible en el rostro de la persona que incumpla el tratado.
- Respeto la vida, no la muerte. A la muerte..... juy tebye na postnom maslé - espeté, saliéndome de mis, por lo general, bien cuidadas palabras.
- Nosotros también estabamos con la mitad de nuestras fuerzas en esa batalla. - recordé en tono calmado, pero no solo a Catherine. Si no a todos. Quería recordarles que, pese a que habiamos estado pocos, partidos, rotos....habíamos sido capaces de echarlos de alli. Pero sí, lo habíamos pagado con vidas.
Esos Guardias de Ouroboros que no volverían a sus casas. Cuyos entierros serían en breves. Sí....teniamos unos entierros que oficiar. Y sería mejor que yo no estuviese presente. Eso lo sabía.
- Ella tiene razón, ya lo he dicho... - atrapé al vuelo la patata que había lanzado Oscurus, pese a que estaba mas concentrado en otras cosas los reflejos no me fallaban. La miré con asco y la dejé sobre la mesa.
Desvié la mirada a Catherine de nuevo, cuando "estalló" por la cantidad de veces que Rosse se había dirigido a ella como Reina de Avalon. Habría intervenido y dicho que no, que no había dicho que la información la habia sacado de ella pero, es que de quien la iba a sacar si no? Sin embargo, siguió hablando de manera irrefrenable, asi que no la interrumpí.
Concluyó, por fin, después de habernos dedicado sentenciosas palabras a todos. La miré con expresión indescifrable, firme y fría.
- Bien. Pues si estás dispuesta a darlo todo por Ouroboros, ve y sangra delante de ese árbol, si es lo que deseas.
"lo demostrarás"
- Si queréis paz, preparáos para la guerra. Y las redes de cadenas de penitente no funcionan contra un dragón...que van a hacer, impedirles desaparecer? Los dragones no se desaparecen. Drenarles magia poco a poco? Para cuando los hayan cansado un poco, ya nos habrán quemado. Los dragones tienen una fuente arcana muy superior para esas cadenas. Haremos....un Tratado vinculante, un documento bajo magia de juramento inquebrantable, para ambas partes. - respondí a Adael, que planteaba muchas dudas.
Que por cierto, votó....no votó ninguna de las dos propuestas, si no devolverles a Gwen, y que nos dejasen vivir en Avalon. Para que demonios querríamos alguno de nosotros vivir en Avalon? Catherine lo hacía por obligación. Pêro sin embargo , si ibamos a ofrecer Ouroboros...la cosa tenía que ser algo de doble vía. Asentí, despacio...Kelil votó paz, Ling también... Sofía mostró cabeza fría pese a todo lo de antes y optó por una ultima oportunidad tambien. Miré con desconfianza a Merlín, lo veia demasiado...presto a lanzarnos a la batalla, para ser un recién llegado. Al menos se ofreció a acompañar a Kyle, aunque me pregunté si tendría segundas intenciones.
- Merlín vota guerra? - alcé una ceja, para cerciorarme. Sí, asi era. Rosse también. La muchacha salió a prepararse...parecía afectada por todo lo que habiamos hablado. El joven Tepes habló, tambien afectado. Se le veía agotado y lo entendía. Pero su furia juvenil no le dejaba tampoco ver claramente.
- Hay mil maneras de luchar Khan, y no vamos a permitir que nos destruyan. - le aseguré, quizá con un tono menos frio y menos duro del que habia empleado para hablar con todos los demás. Oscurus mostró también mucho temple, al igual que Sofía...la balanza parecia ir inclinandose a favor de mi propuesta. Se despidió también, tenían trabajo de hospital.
- Está bien, Markus. Confío en que saquéis algo adelante. - le respondí cuando hablo de que sería capaz de hacer algo, y que iria con los demas a investigar el arbol. - La cosa es que...si aceptan quedarse aquí...tendrán que cumplir las normas de aquí....bajo pena de romper el juramento.... - intenté explicarle al científico, hacerselo ver.
- Parece ser que gana la propuesta "paz, mientras nos preparamos para lo peor." Es decir armarnos hasta los dientes, sí. - miré en derredor, algunos se habian ido pero... - os recuerdo que la votacion es vinculante y que aunque no estemos de acuerdo con el resultado, habemos de ver cumplida la voluntad de la mayoria del Consejo.
Volví a sentarme, tras acercarme a los estantes y coger varios pergaminos con la marca de agua oficial de Ouroboros, asi como la caja de los sellos con nuestras firmas. Tinta y pluma. Me senté y cuando hubo terminado el recuento de votos, comencé a redactar. Me llevaría un rato....
- Catherine podría encargarse de hacerles llegar este tratado. Junto a la prisionera...como muestra de buena fé. En un plazo de siete dias, tendrán que darnos una respuesta.
Cuando tuve los pergaminos, los hice levitar hacia el centro de la mesa, que estaba equipada con una copiadora mágica de documentos. Se generaraon varias copias de la original, que fueron dirigidas magicamente hasta cada puesto, para que pudieran ser leidas por todos los miembros del consejo cómodamente.
- Debéis leer y firmar- después se lo pasaríamos a los demas que se habian ido para que lo hiciesen. - El original. Habrá que aplicarle un encantamiento con anterioridad, una maldicion que haga visible en el rostro de la persona que incumpla el tratado.
Miró hacia Adael cuando preguntó por Sarah -¿No estaba de misión?- Preguntó porque sabía que varios de sus compañeros se habían ido a cumplir distintas misiones a nivel global, como Sayid. Lo cierto es que la superioridad moral de Adael era excesiva, al menos desde su punto de vista pero esa no era su batalla a pelear.
Le dolió el hecho de que Matvey no lo dijera pero también se preguntaba porqué no leían su brazalete. Era ella la que había dado la información. Las preguntas de Adael tenían una fácil respuesta para ella -Una maldición nos asegurará su palabra. Vinculante. Lo mismo para nosotros- Añadió pensando que era una vía de ida y vuelta. Lo de abrir las puertas de Ávalon…Una vez más sintió que debía contarles lo que ella había vivido allí. Ni siquiera Wthyr había podido protegerla del odio de sus vasallos. Pero eso lo mostraría débil como líder ante el Consejo así que calló.
Escuchó a Kyle sobre lo de la muestra y tensó los labios. No era un problema que pudieran llevar a tierra firme, era de la isla. Inspiró profundo sintiendo que sus hombros empezaban a acumular tensión y nerviosismo. Por favor… No quería tener un ataque de ansiedad ahora. Cuando Sofía le dirigió la palabra de nuevo, la ilusión la miró pero Catherine tenía la vista en techo pensando en esa frase que tantas veces había oído: Puedo olvidar tus palabras, pero no cómo me hiciste sentir. Aún así escuchó en absoluto silencio y su ilusión mantuvo el gesto neutral mientras sostenía la mirada de la pelirroja. Se preguntó qué mierda sabía Sofía de Gwen y su conexión con el Sanguis Ligno, del cual la pelirroja no tenía ni puta idea pero de sus labios sólo salieron dos palabras -De acuerdo- Nada más. Y tras ello miró a Matvey que le devolvió una mirada fría, ella la sostuvo y se la devolvió -Lo haré, no será la primera ni la última vez-
Sin embargo, su gesto se volvió absolutamente adusto cuando fue el turno de Merlín de hablar. Aún sentía en el fondo de su corazón un desasosiego difícil de calmar ante la desaparición de Sean. Escuchó con atención y analizó. No vio los hologramas sino que observó el rostro de Leroy de forma impasible -Tienes razón. Desconoces todo sobre mi acuerdo con Wthyr- Su cabeza se ladeó suavemente hacia un lado -Pero te dejaré una cosa bastante clara, Leroy. No soy Urien Le Fay. Ni lo seré ¿Entendido?- No intercambió más palabras con él pero escuchó aquello de que tomaría una muestra del árbol para sus propios experimentos. ¿Usarlo a su favor? Se humedeció los labios pensativa pero no aportó nada de lo que su mente dilucidaba. Markus se unió a eso y Catherine le miró a los ojos con seriedad -Tened cuidado- Insistió antes de volver a ver a Merlín ¿Borrarlos de la historia? Pero este tipo… Intercambió una certera mirada con Matvey pero no dijo nada.
Escuchó con claridad la puya de Rosse y tuvo que contener la sonrisa. Aquello se lo iba a restregar un poco a Wthyr porque ella se lo había propuesto cuando él le había interrumpido en su pintura, pero su orgullo le había ganado. Y aquí estaba, siendo vocera de los Pendragon a su manera. El destino tenía una irónica forma de darle la razón. Observar a Khan tan…exaltado y escuchar sobre Tepes hizo que bajara la mirada con vergüenza porque ella se había sentido exactamente así cuando había descubierto lo de su padre. El asesino estaba ahí, en el Consejo, y las cosas eran levemente distintas pero podía empatizar con su odio. Quizás podía hablar con Wthyr para que colaboraran entre ambos con respecto a los dragones. No veía por qué no.
Agradeció que Oscurus estaba de su lado respecto a Gwen porque, sin duda, parecía tan… lúcido y objetivo que no dejaba de sorprenderla para bien. Aún así Matvey tenía razón, ellos también estaban a la mitad. Lo que la hizo pensar en Giordano y se removió incómoda, inquieta. ¿Quién la ayudaría? Miró a su alrededor buscando a la gente que quizás no necesitaban directamente para tratar el tema del árbol pero no podía pedirle ese tipo de cosas a Emerald o Adael.
Se sorprendió de lo que Markus dijo -Lo siento- Reconoció al parecer que le había malinterpretado pero aún así la paz había ganado así que un pequeño peso se levantó de su corazón aunque sabía que aquello era sólo el primer paso. Debía ir a por Gwen. Asintió con suavidad cuando Matvey señaló que ella lo llevaría. Iba a estar viajando constantemente entre las islas las próximas semanas o eso sospechaba.
Catherine se dejó caer el piso pegando la espalda a la pared, su ilusión se sentó en la silla mientras simplemente esperaba la redacción y no tardó en comprender lo que pedía Matvey. Leyó todo sabiendo que Wthyr pondría pegas a varias cosas, pero aquello sería una negociación. Estaba claro. Firmó. La pelinegra desplegó su báculo en un haz de luz violeta y densas sombras, e irguió la espalda un poco más antes de concentrarse en el pergamino. Una luz violeta empezó a emitir la piedra central del báculo mientras Catherine dibujaba unas runas en el aire de color violeta. Cada una de ellas viajaba hacia el pergamino para luego desaparecer siendo absorbida por éste -No sólo habrá una runa en su rostro- Murmuró -Será transportado a una prisión antimagia en la plaza central de Ouroboros señalado como traidor por 7 días y luego…- Alzó la mirada a Matvey -Pagará su condena- Miró a todos los demás -Y para ello necesito a Giordano Da Vinci- Mintió descaradamente, ella era suficientemente capaz de crear la prisión que había imaginado para quienes se atrevieran a desafiar esa paz pero quería una razón para que el Consejo viera a Giordano como ella lo veía: Necesario en su vida -Me tomaré la libertad de pedir a Wthyr ayuda para rescatarlo. Si alguno quiere unirse, por favor, escribirme una carta, no por el brazalete- Tomó tanto el pergamino original como la copia y la enrolló con cuidado -Iré a buscar a Gwen y partiré a Ávalon de inmediato. Intentaré recolectar la información que pueda del Sanguis y trataré de buscar a Gaia al conectarme con él- Caminó hasta la puerta sin despedirse de nadie exactamente excepto porque estableció un canal mental con Matvey.
“No sé qué hiciste exactamente durante la batalla, pero quiero que sepas que los traumatizaste. Y estarán preparados la próxima vez…”, ella no había parado de caminar pero aún así siguió hablando. “Si hay guerra, irán a por ti… Y eres una de las escasas personas que me quedan. No mueras”, tras eso salió de la sala y abrió un portal hacia la plaza central donde dibujó una runa gigante para que fuera el sitio donde se transportarían a los traidores.
Le dolió el hecho de que Matvey no lo dijera pero también se preguntaba porqué no leían su brazalete. Era ella la que había dado la información. Las preguntas de Adael tenían una fácil respuesta para ella -Una maldición nos asegurará su palabra. Vinculante. Lo mismo para nosotros- Añadió pensando que era una vía de ida y vuelta. Lo de abrir las puertas de Ávalon…Una vez más sintió que debía contarles lo que ella había vivido allí. Ni siquiera Wthyr había podido protegerla del odio de sus vasallos. Pero eso lo mostraría débil como líder ante el Consejo así que calló.
Escuchó a Kyle sobre lo de la muestra y tensó los labios. No era un problema que pudieran llevar a tierra firme, era de la isla. Inspiró profundo sintiendo que sus hombros empezaban a acumular tensión y nerviosismo. Por favor… No quería tener un ataque de ansiedad ahora. Cuando Sofía le dirigió la palabra de nuevo, la ilusión la miró pero Catherine tenía la vista en techo pensando en esa frase que tantas veces había oído: Puedo olvidar tus palabras, pero no cómo me hiciste sentir. Aún así escuchó en absoluto silencio y su ilusión mantuvo el gesto neutral mientras sostenía la mirada de la pelirroja. Se preguntó qué mierda sabía Sofía de Gwen y su conexión con el Sanguis Ligno, del cual la pelirroja no tenía ni puta idea pero de sus labios sólo salieron dos palabras -De acuerdo- Nada más. Y tras ello miró a Matvey que le devolvió una mirada fría, ella la sostuvo y se la devolvió -Lo haré, no será la primera ni la última vez-
Sin embargo, su gesto se volvió absolutamente adusto cuando fue el turno de Merlín de hablar. Aún sentía en el fondo de su corazón un desasosiego difícil de calmar ante la desaparición de Sean. Escuchó con atención y analizó. No vio los hologramas sino que observó el rostro de Leroy de forma impasible -Tienes razón. Desconoces todo sobre mi acuerdo con Wthyr- Su cabeza se ladeó suavemente hacia un lado -Pero te dejaré una cosa bastante clara, Leroy. No soy Urien Le Fay. Ni lo seré ¿Entendido?- No intercambió más palabras con él pero escuchó aquello de que tomaría una muestra del árbol para sus propios experimentos. ¿Usarlo a su favor? Se humedeció los labios pensativa pero no aportó nada de lo que su mente dilucidaba. Markus se unió a eso y Catherine le miró a los ojos con seriedad -Tened cuidado- Insistió antes de volver a ver a Merlín ¿Borrarlos de la historia? Pero este tipo… Intercambió una certera mirada con Matvey pero no dijo nada.
Escuchó con claridad la puya de Rosse y tuvo que contener la sonrisa. Aquello se lo iba a restregar un poco a Wthyr porque ella se lo había propuesto cuando él le había interrumpido en su pintura, pero su orgullo le había ganado. Y aquí estaba, siendo vocera de los Pendragon a su manera. El destino tenía una irónica forma de darle la razón. Observar a Khan tan…exaltado y escuchar sobre Tepes hizo que bajara la mirada con vergüenza porque ella se había sentido exactamente así cuando había descubierto lo de su padre. El asesino estaba ahí, en el Consejo, y las cosas eran levemente distintas pero podía empatizar con su odio. Quizás podía hablar con Wthyr para que colaboraran entre ambos con respecto a los dragones. No veía por qué no.
Agradeció que Oscurus estaba de su lado respecto a Gwen porque, sin duda, parecía tan… lúcido y objetivo que no dejaba de sorprenderla para bien. Aún así Matvey tenía razón, ellos también estaban a la mitad. Lo que la hizo pensar en Giordano y se removió incómoda, inquieta. ¿Quién la ayudaría? Miró a su alrededor buscando a la gente que quizás no necesitaban directamente para tratar el tema del árbol pero no podía pedirle ese tipo de cosas a Emerald o Adael.
Se sorprendió de lo que Markus dijo -Lo siento- Reconoció al parecer que le había malinterpretado pero aún así la paz había ganado así que un pequeño peso se levantó de su corazón aunque sabía que aquello era sólo el primer paso. Debía ir a por Gwen. Asintió con suavidad cuando Matvey señaló que ella lo llevaría. Iba a estar viajando constantemente entre las islas las próximas semanas o eso sospechaba.
Catherine se dejó caer el piso pegando la espalda a la pared, su ilusión se sentó en la silla mientras simplemente esperaba la redacción y no tardó en comprender lo que pedía Matvey. Leyó todo sabiendo que Wthyr pondría pegas a varias cosas, pero aquello sería una negociación. Estaba claro. Firmó. La pelinegra desplegó su báculo en un haz de luz violeta y densas sombras, e irguió la espalda un poco más antes de concentrarse en el pergamino. Una luz violeta empezó a emitir la piedra central del báculo mientras Catherine dibujaba unas runas en el aire de color violeta. Cada una de ellas viajaba hacia el pergamino para luego desaparecer siendo absorbida por éste -No sólo habrá una runa en su rostro- Murmuró -Será transportado a una prisión antimagia en la plaza central de Ouroboros señalado como traidor por 7 días y luego…- Alzó la mirada a Matvey -Pagará su condena- Miró a todos los demás -Y para ello necesito a Giordano Da Vinci- Mintió descaradamente, ella era suficientemente capaz de crear la prisión que había imaginado para quienes se atrevieran a desafiar esa paz pero quería una razón para que el Consejo viera a Giordano como ella lo veía: Necesario en su vida -Me tomaré la libertad de pedir a Wthyr ayuda para rescatarlo. Si alguno quiere unirse, por favor, escribirme una carta, no por el brazalete- Tomó tanto el pergamino original como la copia y la enrolló con cuidado -Iré a buscar a Gwen y partiré a Ávalon de inmediato. Intentaré recolectar la información que pueda del Sanguis y trataré de buscar a Gaia al conectarme con él- Caminó hasta la puerta sin despedirse de nadie exactamente excepto porque estableció un canal mental con Matvey.
“No sé qué hiciste exactamente durante la batalla, pero quiero que sepas que los traumatizaste. Y estarán preparados la próxima vez…”, ella no había parado de caminar pero aún así siguió hablando. “Si hay guerra, irán a por ti… Y eres una de las escasas personas que me quedan. No mueras”, tras eso salió de la sala y abrió un portal hacia la plaza central donde dibujó una runa gigante para que fuera el sitio donde se transportarían a los traidores.
Asintió pensativo como respuesta a la pregunta de Catherine de si Sarah estaba en una misión, eso era lo último que había sabido de ella, luego enviaría a alguien a buscarla. Presionó los labios en una mueca, no le gusto que Markus se ría a costa de una aprendiz pero tuvo que aguantar la sonrisa ante la amenaza que el sanador había puesto sobre el excéntrico mago. -¿Tenemos tabletas y servidores tecnomágicos?- Volvió a preguntar manteniendo el tono confidencial para confirmar lo que creía haber entendido porque el experto en control energético tenía una forma de expresarse que lo dejaba con más preguntas que respuestas. -Luego de que todo esto se calme voy a pasar para verlos y para preguntar cómo usarlos para el censo. Belle Simon me hizo esas recomendaciones, ella es muy habilidosa con la tecnología. Deberías hablar con ella, aprender de ti sin duda la ayudaría mucho.- Dijo ya que desconocía que la pelimorada fuera la estudiante que el Descendiente de Tesla había mencionado antes. No había tenido noticias de ella por bastante tiempo y le preocupaba pensar que siguiera escondida en su casa, por eso quería animar a Markus a tomarla como discípula, porque eso le daría a la bruja una razón para salir y hacer cosas.
¿Salvar a Lucio?¿Localizar a quién? -¿De qué hablas?- Le preguntó a Oscurus ya que no estaba enterado de nada de eso. Alzó una ceja sin comprender las palabras en ruso de Matvey pero por la forma en que las dijo, no parecía algo bueno. -Pues si tu “elemento” es la muerte y no la respetas, como experto en magia elementarista puedo asegurarte que vas a ser consumido por tu “elemento” si sigues así, o tal vez ya fuiste consumido.- Le advirtió estoico. -Te digo esto porque, de la misma forma que tú nos proteges, yo también quiero protegerte a ti y a todos aquí ¿o acaso dudas de mis intenciones?- Le preguntó al Descendiente de Rasputín con la mirada color café fija en él. Dios sabía que sus intenciones eran buenas y, ya que no podía convencer al viejo y testarudo mago de buscar otras maneras de combate con las artes oscuras, al menos que lo deje mirarlo con desaprobación. La críptica respuesta del experto en control energético respecto a su estado civil lo dejó confundido, pero lo dejó estar. Ante la pregunta del Descendiente de Galeno sobre los templos, el moreno lo señaló con la mano extendida y la palma hacia arriba ya que esa reacción ilustraba perfectamente la poca comunicación que había entre el Consejo de los 20. Estuvo de acuerdo con el comentario de Rosse, con Catherine ya tenían demasiado de los Pendragon allí y luego intentó ver las anotaciones del Descendiente de Tesla asomándose por encima de su hombro. -Pero matarlos es atroz, tiene que haber otra forma de detenerlos.- Protestó cuando el nigromante desdeñó la idea de las redes de cadenas de penitente. Negó con la cabeza sabiéndole a poco las supuestas soluciones del experto en artes oscuras y la Descendiente de Morgana, las maldiciones nunca eran la respuesta a los problemas.
Tuvo lugar la votación y murmuró una corta plegaria en hebreo para que Dios le dé paciencia para explicar por millonésima vez la razón por la que pedía la residencia de los Descendientes en Ávalon cuando Oscurus le preguntó su interés en aquel lugar. -Todo lo que hago es pensar en las maneras de conseguir lo mejor para el Consejo y para Ouroboros. Mi propuesta de establecer residencias para nosotros en Ávalon está pensada con la intención de conseguir acciones concretas de parte de la progenie de Charles Pendragon en las que demuestren que mantendrán la paz.- Miró a Sofía sorprendido por la noticia de su embarazo. ¿Cuánto tiempo llevaba casada?¿Un mes? Tal vez menos... y ya estaba encinta... por Dios, que impacientes. Se giró hacia Rosse cuando se dirigió a él, las palabras de la experta en transformaciones le dieron mala espina, la mirada en sus ojos no prometía nada bueno y la vio desaparecerse. Tras eso, Khan se pronunció y, aunque su voz fue perdiendo fuerza, verlo tomar el asiento de sus antepasados fue esperanzador. Despidió a Oscurus con una inclinación de la cabeza para luego verlo desaparecer. Estuvo de acuerdo con los resultados de la votación, al fin y al cabo él no quería saber nada con combates, la cuestión eran los términos del tratado de paz así que los leyó detenidamente.
-“Los Pendragon y aliados podrán residir en su castillo y moverse por Ouroboros como ciudadanos libres siempre que cumplan las leyes presentes establecidas. Y viceversa, si lo desearan los habitantes de Ouroboros.” ¿Eso quiere decir que podríamos ir, movernos y residir en Ávalon cuando queramos?- Preguntó al grupo para estar seguro de entender las condiciones del tratado, no vaya a ser que lo tachen de traidor por malinterpretar el acuerdo. -¿Qué hará Giordano para que el traidor “pague su condena”?- Le preguntó a Catherine. Le extrañó que tuvieran que contactarla por carta para unirse al rescate del tecnomago y se preguntó si el comunicador de la experta en maldiciones estaba roto, por eso ella creía que el italiano era el único que podía arreglarlo y necesitaba el brazalete comunicador para hacer “pagar la condena” al traidor. Iba a decirle que había personas en la isla que también podían arreglar su brazalete pero la bruja desapareció. Deseando partir pronto, miró a Azlan corriendo por la sala de un lado para el otro, jugando con la hortaliza podrida, envidiaba su inocencia, chasqueó los dedos algunas veces lo que llamó la atención del kneazle, le hizo gestos para que se acerque que el pequeño felino obedeció para luego saltar a su regazo y olisquear a Markus que estaba sentado al lado del joven maestro. -Se llama Azlan.- Le comentó a Tesla mientras acariciaba el lomo del kneazle.
¿Salvar a Lucio?¿Localizar a quién? -¿De qué hablas?- Le preguntó a Oscurus ya que no estaba enterado de nada de eso. Alzó una ceja sin comprender las palabras en ruso de Matvey pero por la forma en que las dijo, no parecía algo bueno. -Pues si tu “elemento” es la muerte y no la respetas, como experto en magia elementarista puedo asegurarte que vas a ser consumido por tu “elemento” si sigues así, o tal vez ya fuiste consumido.- Le advirtió estoico. -Te digo esto porque, de la misma forma que tú nos proteges, yo también quiero protegerte a ti y a todos aquí ¿o acaso dudas de mis intenciones?- Le preguntó al Descendiente de Rasputín con la mirada color café fija en él. Dios sabía que sus intenciones eran buenas y, ya que no podía convencer al viejo y testarudo mago de buscar otras maneras de combate con las artes oscuras, al menos que lo deje mirarlo con desaprobación. La críptica respuesta del experto en control energético respecto a su estado civil lo dejó confundido, pero lo dejó estar. Ante la pregunta del Descendiente de Galeno sobre los templos, el moreno lo señaló con la mano extendida y la palma hacia arriba ya que esa reacción ilustraba perfectamente la poca comunicación que había entre el Consejo de los 20. Estuvo de acuerdo con el comentario de Rosse, con Catherine ya tenían demasiado de los Pendragon allí y luego intentó ver las anotaciones del Descendiente de Tesla asomándose por encima de su hombro. -Pero matarlos es atroz, tiene que haber otra forma de detenerlos.- Protestó cuando el nigromante desdeñó la idea de las redes de cadenas de penitente. Negó con la cabeza sabiéndole a poco las supuestas soluciones del experto en artes oscuras y la Descendiente de Morgana, las maldiciones nunca eran la respuesta a los problemas.
Tuvo lugar la votación y murmuró una corta plegaria en hebreo para que Dios le dé paciencia para explicar por millonésima vez la razón por la que pedía la residencia de los Descendientes en Ávalon cuando Oscurus le preguntó su interés en aquel lugar. -Todo lo que hago es pensar en las maneras de conseguir lo mejor para el Consejo y para Ouroboros. Mi propuesta de establecer residencias para nosotros en Ávalon está pensada con la intención de conseguir acciones concretas de parte de la progenie de Charles Pendragon en las que demuestren que mantendrán la paz.- Miró a Sofía sorprendido por la noticia de su embarazo. ¿Cuánto tiempo llevaba casada?¿Un mes? Tal vez menos... y ya estaba encinta... por Dios, que impacientes. Se giró hacia Rosse cuando se dirigió a él, las palabras de la experta en transformaciones le dieron mala espina, la mirada en sus ojos no prometía nada bueno y la vio desaparecerse. Tras eso, Khan se pronunció y, aunque su voz fue perdiendo fuerza, verlo tomar el asiento de sus antepasados fue esperanzador. Despidió a Oscurus con una inclinación de la cabeza para luego verlo desaparecer. Estuvo de acuerdo con los resultados de la votación, al fin y al cabo él no quería saber nada con combates, la cuestión eran los términos del tratado de paz así que los leyó detenidamente.
-“Los Pendragon y aliados podrán residir en su castillo y moverse por Ouroboros como ciudadanos libres siempre que cumplan las leyes presentes establecidas. Y viceversa, si lo desearan los habitantes de Ouroboros.” ¿Eso quiere decir que podríamos ir, movernos y residir en Ávalon cuando queramos?- Preguntó al grupo para estar seguro de entender las condiciones del tratado, no vaya a ser que lo tachen de traidor por malinterpretar el acuerdo. -¿Qué hará Giordano para que el traidor “pague su condena”?- Le preguntó a Catherine. Le extrañó que tuvieran que contactarla por carta para unirse al rescate del tecnomago y se preguntó si el comunicador de la experta en maldiciones estaba roto, por eso ella creía que el italiano era el único que podía arreglarlo y necesitaba el brazalete comunicador para hacer “pagar la condena” al traidor. Iba a decirle que había personas en la isla que también podían arreglar su brazalete pero la bruja desapareció. Deseando partir pronto, miró a Azlan corriendo por la sala de un lado para el otro, jugando con la hortaliza podrida, envidiaba su inocencia, chasqueó los dedos algunas veces lo que llamó la atención del kneazle, le hizo gestos para que se acerque que el pequeño felino obedeció para luego saltar a su regazo y olisquear a Markus que estaba sentado al lado del joven maestro. -Se llama Azlan.- Le comentó a Tesla mientras acariciaba el lomo del kneazle.
Kyle Franklin
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Bando
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Edad
Nacionalidad
Firmé en los pergaminos después de Cath, pasándoselo a la persona más cercana a mí, sin decir nada más. Imaginaba que este tratado no duraría mucho. No importaba quién acabara por romperlo, la guerra terminaría por suceder de todos modos, estaba mas que seguro. Lo que no tenía tan claro era si estaba dispuesto a meterme de cabeza en otra.
Me levanté de la mesa mientras algunos miembros ya se iban, y me serví una copa de licor dulce mientras los que debían venir conmigo a por una muestra del árbol me avisaran de que ya estaban listos. Cath se fue sin decirme nada, así que supuse que tendría cosas que hacer.
Me apoyé de espaldas contra el mueble de las bebidas, saboreándola mientras uno de mis pies reposaba sobre mi monopatín, moviéndolo levemente de un lado a otro, sumido en mis pensamientos. Todavía tenía que decidirme por varias cosas, no solo si participaría en la inminente guerra que se avecinaba. Que hubiera ganado el voto por la paz, por poco, no significaba nada si el otro bando no aceptaba las condiciones del tratado.
Me levanté de la mesa mientras algunos miembros ya se iban, y me serví una copa de licor dulce mientras los que debían venir conmigo a por una muestra del árbol me avisaran de que ya estaban listos. Cath se fue sin decirme nada, así que supuse que tendría cosas que hacer.
Me apoyé de espaldas contra el mueble de las bebidas, saboreándola mientras uno de mis pies reposaba sobre mi monopatín, moviéndolo levemente de un lado a otro, sumido en mis pensamientos. Todavía tenía que decidirme por varias cosas, no solo si participaría en la inminente guerra que se avecinaba. Que hubiera ganado el voto por la paz, por poco, no significaba nada si el otro bando no aceptaba las condiciones del tratado.
Mientras la reunión sucedía, no creyó que Leroy fuera a hacer uso de la voz, simplemente porque solía ser así con los nuevos, porque así había sido con ella cuando llegó. Sus primeras reuniones habían sido tortuosas y sus aportaciones pocas. Sin embargo, debía estar bastante enterado el linaje de Merlín si podía hacer declaraciones desde el primer momento. Lo único que podía sacar de su participación era que le parecía extraño que alguien recién llegado buscara la guerra. Debía estar preparado para morir de antemano.
Vio uno a uno la votación. Merlín, guerra. Rosse, guerra. Khan, pobre Khan, deseaba la guerra aún a su corta vida. No sabía de paz desde la muerte de su padre. Oscurus, paz. Markus, "paz", o guerra, que parecía ser lo mismo. Markus se llevó puntos y un guiño de parte de Sofía por haber entendido que no se debía meter el árbol a la isla principal. Marvey, paz... lo veía tan cansado, y le dejaba más trabajo cada vez que hablaba. En ausencia de Sayid, quien se encargaba de la Guardia, se sentía un tanto aludida a realizar los funerales correspondientes por ser esposa del Teniente. Catherine... bueno, Catherine había aceptado buscar a Gaia en sus incursiones, aunque tenía una desazón extraña al respecto. Adael... Bueno, Adael en realidad era una especie de paz rara la que buscaba, pero a costa de muchas cosas. Como cuando Catherine la acusó en la reunión pasada de esclavizar a las plantas bajo sus deseos. No podíamos juzgar tan a la ligera el campo de expertise de otros miembros, aunque ella seguía creyendo en que lo de los Pendragón con los dragones sí era esclavitud.- ¿Realmente manipula la muerte? Para los celtas, el cuerpo es una realidad temporal. No hay muerte sino cambio de vida. Ahí ya no hay nada.- Susurró viendo tanto a Adael como a Matvey. No es que no entendiera el punto de Adael, pero estaba hablando desde sus creencias religiosas y no desde la ciencia de sus poderes, y aquello era poco objetivo si podía afirmar que Matvey terminaría consumido. Ella solo quería que dejaran la pelea. En lo que sí estaba con él era que, mientras los dragones estuvieran manipulados, era atroz matarles. No era una decisión propia estar ahí. No caían con dignidad, pero la guerra exigía víctimas como tributos. Bueno, todos paz. Había sido la opción más votada.
Después de leer el tratado, supo que aquello no les garantizaba, ni siquiera, una semana más de paz. Tenían que moverse. Ella y todos sus compañeros. Guardó la copia con cuidado y se acercó a los sellos, tomando el suyo. Era el árbol de la vida de la mitología celta. Sus antepasados eran grecos y romanos, principalmente, pero aquel sello tenía más de su madre que de todos juntos. Una especie de carta de amor del Descendiente antecesor y un guiño a sus compañeros. El árbol de la vida representaba hilos invisibles donde las raíces descendían al inframundo y se conectaban con los antepasados y las hojas se elevaban hacia la divinidad. Con la tinta especial, receta de familia, que hacían con savia de roble, estampó su firma, que acabaría al lado de la de Matvey, soltando un suspiro. Ojalá funcionara.
Prepararé los funerales para los caídos a la brevedad y comenzaré con las pociones que necesitaremos en combate y en el hospital. Me encargaré de los cultivos; Adael, por favor, revisa si el terreno bajo la zona residencial es suficientemente firme y seguro, pues más o menos por ahí rompí las raíces, no quisiera desgajamientos; avísame si hay algo que deba hacer. Keli'l, Markus, tengan cuidado. Si hay algo más que pueda hacer o requieran de mi, estaré al pendiente. Por ahora, debo retirarme.- Debía ir a ver a su esposo, que esperaba estuviera mejor de lo que la intuición le decía. Guardó su sello y se quitó del medio para permitir que otro colocara su marca en el papel. Caminó lentamente a la salidad, acercándose por último a Matvey para dejarle la mano en el hombro por un momento. ¿Cuándo se había torcido tanto la paz? Agradeció a Matvey en un susurro y un beso por liderar la batalla de la montaña del dragón y se dirigió a las puertas para salir de aquel recinto. No había más que hacer que prepararse para lo peor.
Vio uno a uno la votación. Merlín, guerra. Rosse, guerra. Khan, pobre Khan, deseaba la guerra aún a su corta vida. No sabía de paz desde la muerte de su padre. Oscurus, paz. Markus, "paz", o guerra, que parecía ser lo mismo. Markus se llevó puntos y un guiño de parte de Sofía por haber entendido que no se debía meter el árbol a la isla principal. Marvey, paz... lo veía tan cansado, y le dejaba más trabajo cada vez que hablaba. En ausencia de Sayid, quien se encargaba de la Guardia, se sentía un tanto aludida a realizar los funerales correspondientes por ser esposa del Teniente. Catherine... bueno, Catherine había aceptado buscar a Gaia en sus incursiones, aunque tenía una desazón extraña al respecto. Adael... Bueno, Adael en realidad era una especie de paz rara la que buscaba, pero a costa de muchas cosas. Como cuando Catherine la acusó en la reunión pasada de esclavizar a las plantas bajo sus deseos. No podíamos juzgar tan a la ligera el campo de expertise de otros miembros, aunque ella seguía creyendo en que lo de los Pendragón con los dragones sí era esclavitud.- ¿Realmente manipula la muerte? Para los celtas, el cuerpo es una realidad temporal. No hay muerte sino cambio de vida. Ahí ya no hay nada.- Susurró viendo tanto a Adael como a Matvey. No es que no entendiera el punto de Adael, pero estaba hablando desde sus creencias religiosas y no desde la ciencia de sus poderes, y aquello era poco objetivo si podía afirmar que Matvey terminaría consumido. Ella solo quería que dejaran la pelea. En lo que sí estaba con él era que, mientras los dragones estuvieran manipulados, era atroz matarles. No era una decisión propia estar ahí. No caían con dignidad, pero la guerra exigía víctimas como tributos. Bueno, todos paz. Había sido la opción más votada.
Después de leer el tratado, supo que aquello no les garantizaba, ni siquiera, una semana más de paz. Tenían que moverse. Ella y todos sus compañeros. Guardó la copia con cuidado y se acercó a los sellos, tomando el suyo. Era el árbol de la vida de la mitología celta. Sus antepasados eran grecos y romanos, principalmente, pero aquel sello tenía más de su madre que de todos juntos. Una especie de carta de amor del Descendiente antecesor y un guiño a sus compañeros. El árbol de la vida representaba hilos invisibles donde las raíces descendían al inframundo y se conectaban con los antepasados y las hojas se elevaban hacia la divinidad. Con la tinta especial, receta de familia, que hacían con savia de roble, estampó su firma, que acabaría al lado de la de Matvey, soltando un suspiro. Ojalá funcionara.
Prepararé los funerales para los caídos a la brevedad y comenzaré con las pociones que necesitaremos en combate y en el hospital. Me encargaré de los cultivos; Adael, por favor, revisa si el terreno bajo la zona residencial es suficientemente firme y seguro, pues más o menos por ahí rompí las raíces, no quisiera desgajamientos; avísame si hay algo que deba hacer. Keli'l, Markus, tengan cuidado. Si hay algo más que pueda hacer o requieran de mi, estaré al pendiente. Por ahora, debo retirarme.- Debía ir a ver a su esposo, que esperaba estuviera mejor de lo que la intuición le decía. Guardó su sello y se quitó del medio para permitir que otro colocara su marca en el papel. Caminó lentamente a la salidad, acercándose por último a Matvey para dejarle la mano en el hombro por un momento. ¿Cuándo se había torcido tanto la paz? Agradeció a Matvey en un susurro y un beso por liderar la batalla de la montaña del dragón y se dirigió a las puertas para salir de aquel recinto. No había más que hacer que prepararse para lo peor.
Leroy Merlín
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Ocupación
Bando
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Edad
Nacionalidad
El nuevo miembro del Consejo estaba encontrando la reunión bastante entretenida, disfrutando de todas y cada una de las dagas verbales que se lanzaban entre ellos. Especialmente le agradó Rosse, que opinaba como él y que remarcó la parte Pendragon de la descendiente Le Fay. No podía ser imparcial del todo, tenía que estar más de un lado que de otro. La joven desdeñó por completo la idea de aprovechar su cercanía a los Pendragon para hacerlos caer, a lo que Merlín respondió con una astuta sonrisa. Urien Le Fay les había ayudado en la victoria, ella no iba a hacerlo.
- Me queda meridianamente claro todo, gracias. - le hizo una leve inclinación de cabeza, observando después a Rosse tras marcharse. Hablaría con ella, y tal vez con los que opinaban que la guerra podía ser la mejor opción. Dependería de cómo se desarrollase todo. La actitud de Tepes le irritó moderadamente, no soportaba los gritos de adolescentes y no entendía qué hacía alguien como él en el Consejo. No estaba preparado, claramente. - El joven tiene razón. Debería vigilar su espalda por si acaso están interesados en eliminar un linaje similar al suyo. - advirtió dejando caer esa idea que seguro alteraría aún más al chico. Después se pasó una mano por la barba, ignorando a Markus cuando dijo que él también iría a ver al árbol. Sinceramente, prefería investigar sin tanto ruido de fondo. Se iría con Franklin antes que con Tesla. - La energía mágica no se puede replicar, Tesla, así que ninguno de tus aparatejos servirá para sustituir a lo que hay en las fuentes de magia. - le aclaró con un tono aparentemente amable pero cargado de superioridad. Tras eso se centró en Rasputín, llegado el momento de recontar votos de paz o guerra. Se reafirmó en su posición, todo lo demás le parecía tiempo perdido en esperar.
- Así es. Pero tenemos que acatar la mayoría. Firmaré el pergamino. - esperó a que se lo pasasen para leerlo, considerándolo más que justo para los otros. No estaba conforme, pero era su primera reunión con el Consejo y de poco serviría insistir para hacerles cambiar de opinión. Se fijó después en Adael, que parecía muy empeñado en hacer de vigilante de los Pendragon en Ávalon.
- Suenas como si esperases obtener algo de ellos, o como si realmente creyeses que es posible convivir llegados a este punto. Curioso. - se puso en pie, dando por terminada su intervención en aquella reunión. Además, ya se habían marchado varios compañeros. - Me marcho a investigar el árbol, allí estaré si alguien me busca. Un placer. - hizo una estudiada inclinación de cabeza, estirándose la túnica antes de comenzar a andar hacia la salida de manera solemne, muy erguido. Tenía muchas cosas que hacer tras abandonar la sala de reuniones del Consejo de los 20.
- Me queda meridianamente claro todo, gracias. - le hizo una leve inclinación de cabeza, observando después a Rosse tras marcharse. Hablaría con ella, y tal vez con los que opinaban que la guerra podía ser la mejor opción. Dependería de cómo se desarrollase todo. La actitud de Tepes le irritó moderadamente, no soportaba los gritos de adolescentes y no entendía qué hacía alguien como él en el Consejo. No estaba preparado, claramente. - El joven tiene razón. Debería vigilar su espalda por si acaso están interesados en eliminar un linaje similar al suyo. - advirtió dejando caer esa idea que seguro alteraría aún más al chico. Después se pasó una mano por la barba, ignorando a Markus cuando dijo que él también iría a ver al árbol. Sinceramente, prefería investigar sin tanto ruido de fondo. Se iría con Franklin antes que con Tesla. - La energía mágica no se puede replicar, Tesla, así que ninguno de tus aparatejos servirá para sustituir a lo que hay en las fuentes de magia. - le aclaró con un tono aparentemente amable pero cargado de superioridad. Tras eso se centró en Rasputín, llegado el momento de recontar votos de paz o guerra. Se reafirmó en su posición, todo lo demás le parecía tiempo perdido en esperar.
- Así es. Pero tenemos que acatar la mayoría. Firmaré el pergamino. - esperó a que se lo pasasen para leerlo, considerándolo más que justo para los otros. No estaba conforme, pero era su primera reunión con el Consejo y de poco serviría insistir para hacerles cambiar de opinión. Se fijó después en Adael, que parecía muy empeñado en hacer de vigilante de los Pendragon en Ávalon.
- Suenas como si esperases obtener algo de ellos, o como si realmente creyeses que es posible convivir llegados a este punto. Curioso. - se puso en pie, dando por terminada su intervención en aquella reunión. Además, ya se habían marchado varios compañeros. - Me marcho a investigar el árbol, allí estaré si alguien me busca. Un placer. - hizo una estudiada inclinación de cabeza, estirándose la túnica antes de comenzar a andar hacia la salida de manera solemne, muy erguido. Tenía muchas cosas que hacer tras abandonar la sala de reuniones del Consejo de los 20.
Catherine me afirmó que sí, que sangraría por Ouroboros como le había dicho... simplemente repitiendo las palabra que ella habia proclamado antes. Tensé los labios, no era eso lo que quería. Aplicar la psicología inversa no funcionaba con ella! Era dificil, muy dificil.....
"haz lo que quieras"
Gruñí en mis pensamientos cual padre hastiado que no entiende de que va esa ansia por ponerse en primera linea de batalla ahora, a desangrarse por un arbol maldito.
Llegó la hora de que todos leyeran y firmaran. Aguardé con paciencia, viendo como poco a poco, sacábamos algo adelante y lo desarrollábamos. Bien.
- Correcto, una maldición y.... lo de Da Vinci.....- qué? Lo de Giordano lo entendía, que lo necesitaba y que teníamos que echarle un cable. Pero Wthyr? - No, escucha.... y que diablos le ocurre a tu brazalete ahora Catherine?
Se despidió, ella también tenía trabajo que hacer. Me tocaría aclarar lo de Adramelech y Khaled antes de poder resolver lo de Cath con Wthyr....o hacer la invocación....
Me quedé pausado cuando oi la voz de Cath en mi cabeza, no se habia dirigido a mi en todo el rato que habia durado la reunion. No de ese modo.
Pero por algun motivo, eso que me dijo acerca de haberlos... "traumatizado", provocó que un oscuro sentimiento de satisfacción se acomodase en mi pecho y aflorase en una enigmática sonrisa muy leve, una que también llegó a mis ojos. Les estaba bien empleado, por haber andado traumatizandonos previamente con mierdas de reventar corazones y hacer estúpidos duelos vikingos que ponian a otros de los nuestros en riesgos innecesarios.
"no puedo prometerte nada, lo siento"
Respondí, pues si bien era cierto que tenía mis trucos, nada era infalible del todo....nada. Me quedé ahi, silencioso y pensativo, cuando ella se fue. Planteando el escenario... Si, ya sabia que los Pendragon volverían protegidos de otros posibles ataques de demonios u otros ataques mios. Habian piedras magicas que funcionaban bien contra ellos y reforzaban la defensa. Igual para los controles mentales. Podian asi mismo, incorporar a un nigromante a sus filas.... eran posibilidades que se me ocurrían. Si había guerra, y sucumbía....no pude evitar tener el egoista pensamiento acerca de qué haría Catherine.
Las intenciones de Adael....ah, si.... desvié la mirada hacia él, posandola de modo largo y tendido sobre sus facciones.
- No dudo de tus intenciones, si no de tu capacidad de tomar decisiones que impliquen mancharse las manos.
Y ahi volvía, dandome la razon y diciendo que era atroz matarlos. No lo es cuando te están matando a ti.
- Gracias, Sofía. - le dije cuando afirmó que se encargaría de los funerales. - Agradécele a Vishous de mi parte cuando se recupere. Él sabrá por qué. - añadi en respuesta a su agradecimiento.
Terminé de recoger los papeles, guardé una copia del tratado y la archivé...lo mismo con el resto de sellos. Con los que se habian ido antes de tiempo, preparé unos memorandum para que les llevasen la copia y pudieran estar al tanto. Luego, me despedí, desapareciendome de alli yo tambien.
Tenia mucho trabajo e investigacion por delante.
"haz lo que quieras"
Gruñí en mis pensamientos cual padre hastiado que no entiende de que va esa ansia por ponerse en primera linea de batalla ahora, a desangrarse por un arbol maldito.
Llegó la hora de que todos leyeran y firmaran. Aguardé con paciencia, viendo como poco a poco, sacábamos algo adelante y lo desarrollábamos. Bien.
- Correcto, una maldición y.... lo de Da Vinci.....- qué? Lo de Giordano lo entendía, que lo necesitaba y que teníamos que echarle un cable. Pero Wthyr? - No, escucha.... y que diablos le ocurre a tu brazalete ahora Catherine?
Se despidió, ella también tenía trabajo que hacer. Me tocaría aclarar lo de Adramelech y Khaled antes de poder resolver lo de Cath con Wthyr....o hacer la invocación....
Me quedé pausado cuando oi la voz de Cath en mi cabeza, no se habia dirigido a mi en todo el rato que habia durado la reunion. No de ese modo.
Pero por algun motivo, eso que me dijo acerca de haberlos... "traumatizado", provocó que un oscuro sentimiento de satisfacción se acomodase en mi pecho y aflorase en una enigmática sonrisa muy leve, una que también llegó a mis ojos. Les estaba bien empleado, por haber andado traumatizandonos previamente con mierdas de reventar corazones y hacer estúpidos duelos vikingos que ponian a otros de los nuestros en riesgos innecesarios.
"no puedo prometerte nada, lo siento"
Respondí, pues si bien era cierto que tenía mis trucos, nada era infalible del todo....nada. Me quedé ahi, silencioso y pensativo, cuando ella se fue. Planteando el escenario... Si, ya sabia que los Pendragon volverían protegidos de otros posibles ataques de demonios u otros ataques mios. Habian piedras magicas que funcionaban bien contra ellos y reforzaban la defensa. Igual para los controles mentales. Podian asi mismo, incorporar a un nigromante a sus filas.... eran posibilidades que se me ocurrían. Si había guerra, y sucumbía....no pude evitar tener el egoista pensamiento acerca de qué haría Catherine.
Las intenciones de Adael....ah, si.... desvié la mirada hacia él, posandola de modo largo y tendido sobre sus facciones.
- No dudo de tus intenciones, si no de tu capacidad de tomar decisiones que impliquen mancharse las manos.
Y ahi volvía, dandome la razon y diciendo que era atroz matarlos. No lo es cuando te están matando a ti.
- Gracias, Sofía. - le dije cuando afirmó que se encargaría de los funerales. - Agradécele a Vishous de mi parte cuando se recupere. Él sabrá por qué. - añadi en respuesta a su agradecimiento.
Terminé de recoger los papeles, guardé una copia del tratado y la archivé...lo mismo con el resto de sellos. Con los que se habian ido antes de tiempo, preparé unos memorandum para que les llevasen la copia y pudieran estar al tanto. Luego, me despedí, desapareciendome de alli yo tambien.
Tenia mucho trabajo e investigacion por delante.
-Tenemos. Lo que no tenemos se puede hacer- Markus se encogió de hombros, pareciéndole lo más elemental del mundo. Si no hay pues se inventa, en eso consistía la tecnología, ciencia e investigación, ¿no? Escuchó el resto de la plática de Adael sin añadir nada más. Que viniera cuando quisiera, si es que había alguien en el laboratorio… o en la isla laboratorio improvisada. Markus se sentía un poco como Hammond recreando dinosaurios que podrían matarlos a todos en una islita flotando en mitad de la nada.
La discusión sobre el elemento o no de Matvey siguió un rato más, peor Markus sencillamente los ignoró a todos. -Si queréis tratar de dominar dragones, preguntadle a Khan o a Sarah- Vaya una discusión tonta. Se encogió de hombros. Cada uno manipulaba la magia como les placiese: muerte, vida, espíritu, aire, tierra, fuego, agua… todo eran caras de las mismas monedas: energía y entropía. Controlar esos elementos te daba el poder sobre todo lo demás, quisieran o no los demás. Entropía, ¿dónde se había metido su paloma blanca? Esperaba que un dragón no se la hubiera comido. Ah, sí, los votos. Nada reseñable. No sería Markus el que se metiera en Avalón, ni tuviera la necesidad de atacar a los dragones si le dejaban tranquilo. Suficiente dragón por el momento. Y gente embarazada, los humanos tienen la manía de reproducirse.
Markus no pudo evitar una sonrisa socarrona cuando el descendiente de Merlín se atrevió a tratar de decirle a Markus qué podía o no podía hacer, señalándole con la punta de la pluma de la firma de convenio. Una estilográfica preciosa con la firma de Nikola impresa en dorado -Dedícate a tus cosas y deja que Markus se encargue de las suyas- Le respondió con cierta soberbia. A ver quién se había creído que era ese papanatas, si ya sabía Markus quién era la usuaria de Leroy Merlín y lo que le gusta meter cizaña. Le siguió moverse con la mirada fija mientras le hacía burla muda sin importarle mucho si le veía haciéndolo o no. En cuanto le perdió de vista firmó aquel papelote del que se encargó Matvey para su archivo.
Markus dedicó una sonrisa afable a Sofía, pues esta le había deseado buenas intenciones en su proceso de investigación. Sí, había mucho que hacer, aquel árbol llamaba cada vez más su interés. Necesitaba conocerlo de primera mano y hacerse una pipa con su madera. O una buena hoguera. Ambas opciones eran factibles. -Yo Markus- Se presentó el científico ante su compañero de Consejo, que en ese momento parecía sufrir de un episodio de Alzheimer. Se encogió de hombros y se dispuso para salir -Markus va a ver ese árbol. ¡Pasajeros al avión!- Ah, porque lo mejor de ir sentado en una silla de metal es que podía manejarla a voluntad. El científico agarró al novato Kyle y le hizo sentarse en cualquier espacio inventado, porque, a fin de cuentas, podía ensanchar la silla. Puso una barra horizontal delante, como las de las montañas rusas -Por favor, durante el desarrollo del viaje, no saquen sus extremidades fuera de la silla. ¡Gracias! Se sacó las gafas marrones de vuelo de un bolsillo anterior, se las colocó cual piloto y, según salió por la puerta, hizo despegar la silla con el ruido atronador de un motor para salir volando de allí.
La discusión sobre el elemento o no de Matvey siguió un rato más, peor Markus sencillamente los ignoró a todos. -Si queréis tratar de dominar dragones, preguntadle a Khan o a Sarah- Vaya una discusión tonta. Se encogió de hombros. Cada uno manipulaba la magia como les placiese: muerte, vida, espíritu, aire, tierra, fuego, agua… todo eran caras de las mismas monedas: energía y entropía. Controlar esos elementos te daba el poder sobre todo lo demás, quisieran o no los demás. Entropía, ¿dónde se había metido su paloma blanca? Esperaba que un dragón no se la hubiera comido. Ah, sí, los votos. Nada reseñable. No sería Markus el que se metiera en Avalón, ni tuviera la necesidad de atacar a los dragones si le dejaban tranquilo. Suficiente dragón por el momento. Y gente embarazada, los humanos tienen la manía de reproducirse.
Markus no pudo evitar una sonrisa socarrona cuando el descendiente de Merlín se atrevió a tratar de decirle a Markus qué podía o no podía hacer, señalándole con la punta de la pluma de la firma de convenio. Una estilográfica preciosa con la firma de Nikola impresa en dorado -Dedícate a tus cosas y deja que Markus se encargue de las suyas- Le respondió con cierta soberbia. A ver quién se había creído que era ese papanatas, si ya sabía Markus quién era la usuaria de Leroy Merlín y lo que le gusta meter cizaña. Le siguió moverse con la mirada fija mientras le hacía burla muda sin importarle mucho si le veía haciéndolo o no. En cuanto le perdió de vista firmó aquel papelote del que se encargó Matvey para su archivo.
Markus dedicó una sonrisa afable a Sofía, pues esta le había deseado buenas intenciones en su proceso de investigación. Sí, había mucho que hacer, aquel árbol llamaba cada vez más su interés. Necesitaba conocerlo de primera mano y hacerse una pipa con su madera. O una buena hoguera. Ambas opciones eran factibles. -Yo Markus- Se presentó el científico ante su compañero de Consejo, que en ese momento parecía sufrir de un episodio de Alzheimer. Se encogió de hombros y se dispuso para salir -Markus va a ver ese árbol. ¡Pasajeros al avión!- Ah, porque lo mejor de ir sentado en una silla de metal es que podía manejarla a voluntad. El científico agarró al novato Kyle y le hizo sentarse en cualquier espacio inventado, porque, a fin de cuentas, podía ensanchar la silla. Puso una barra horizontal delante, como las de las montañas rusas -Por favor, durante el desarrollo del viaje, no saquen sus extremidades fuera de la silla. ¡Gracias! Se sacó las gafas marrones de vuelo de un bolsillo anterior, se las colocó cual piloto y, según salió por la puerta, hizo despegar la silla con el ruido atronador de un motor para salir volando de allí.
Asintió comprendiendo al fin las palabras de Markus y de acuerdo con él. No dudaba de las habilidades creativas del experto en control energético. Se giró hacia la pocionista cuando ella habló de los celtas y se preguntó si esa era la forma de la bruja de darles permiso para utilizar su cadáver si moría. -Los egipcios, en cambio, adoptaron la práctica de la momificación porque creían que el cuerpo del fallecido necesitaba ser preservado para completar su viaje al más allá y por si el alma decidiera regresar.- Refutó el argumento de Sofía. Tenía cierta ironía que eligiera a los egipcios de entre todos los ejemplos, muchas culturas habían desarrollado creencias acerca de la vida después de la muerte y, tal vez, todas tenían un poco de verdad pero ¿qué de todo eso era cierto?.
-Ah, yo resolveré tu duda con gusto: voy a hacer todo en mi poder para elegir los caminos en los que no tengamos que mancharnos las manos.- ¿Por qué el nigromante se empeñaba en que el Consejo se resigne a ser mancillado? Debía haber otras maneras, no eran rápidas ni fáciles, pero seguramente estaban ahí, esperando a ser descubiertas. El Descendiente de Tesla tenía razón, no estaba seguro de si Tepes estaba preparado pero él y Darwin eran la mejor opción para detener a los dragones, había que encontrar a la druida cuanto antes. Abrumado por la impotencia observó al grupo de magos y brujas aceptar sin más que el castigo sea una maldición. -Espero obtener algo de ellos, si, espero obtener paz.- Le respondió a Leroy.
Para alguien que les echó en cara que gracias a ella tenían información, Catherine se fue sin responder varias preguntas. Frunció el ceño confundido ante la respuesta de Markus pero desvió la atención hacia la Sofía cuando ella se dirigió a él, asintió aceptando lo que le pidió y se despidió de los que se marcharon inclinando la cabeza en un respetuoso saludo. De todas las salidas, la del experto en control energético fue la mejor, sin duda. Él, en cambio, se quedó para arrear a los rezagados fuera de la sala de reuniones y, cuando quedó vacía, él también se fue con Azlan subido a sus hombros para enviar emisarios inmediatamente en busca de Sarah, revisar el terreno bajo la zona residencial, revisar a los ganados y pasar por el mercado para hacer compras que le resultaron desagradables.
-Ah, yo resolveré tu duda con gusto: voy a hacer todo en mi poder para elegir los caminos en los que no tengamos que mancharnos las manos.- ¿Por qué el nigromante se empeñaba en que el Consejo se resigne a ser mancillado? Debía haber otras maneras, no eran rápidas ni fáciles, pero seguramente estaban ahí, esperando a ser descubiertas. El Descendiente de Tesla tenía razón, no estaba seguro de si Tepes estaba preparado pero él y Darwin eran la mejor opción para detener a los dragones, había que encontrar a la druida cuanto antes. Abrumado por la impotencia observó al grupo de magos y brujas aceptar sin más que el castigo sea una maldición. -Espero obtener algo de ellos, si, espero obtener paz.- Le respondió a Leroy.
Para alguien que les echó en cara que gracias a ella tenían información, Catherine se fue sin responder varias preguntas. Frunció el ceño confundido ante la respuesta de Markus pero desvió la atención hacia la Sofía cuando ella se dirigió a él, asintió aceptando lo que le pidió y se despidió de los que se marcharon inclinando la cabeza en un respetuoso saludo. De todas las salidas, la del experto en control energético fue la mejor, sin duda. Él, en cambio, se quedó para arrear a los rezagados fuera de la sala de reuniones y, cuando quedó vacía, él también se fue con Azlan subido a sus hombros para enviar emisarios inmediatamente en busca de Sarah, revisar el terreno bajo la zona residencial, revisar a los ganados y pasar por el mercado para hacer compras que le resultaron desagradables.
Caminaron rodeados por el esplendor de la Isla Flotante llegando al imponente edificio en el que el Consejo de los 20 manejaba los temas administrativos, allí el moreno saludó a los recepcionistas al pasar, continuó guiando al viajero dimensional por los magníficos pasillos y se detuvo frente a una gran puerta de piedra oscura que se deshizo en arena al distinguir al Descendiente de Moises, abriéndole paso a la sala instantáneamente a él y a su acompañante. -Adelante.- Ingresó a su despacho y animó al mago elementarista del fuego a entrar también. La luz de la tarde, que entraba a raudales por los grandes ventanales, iluminaba el interior de paredes de sólido mármol blanco en contraste con el suelo de mármol negro. Algo que podía llamar la atención era que el piso estaba cubierto por un manto de agua cristalina que evitaba a todo cuerpo que quiera apoyarse en el suelo, el joven maestro estaba parado sobre ese piso pero el agua se abría evitando mojarlo, las aguas se abrirían solas también si se arrojaba un bolígrafo al suelo o si se daban saltos o si uno se tiraba al piso. Lo interesante era que aquella capa de agua clara, hechizada para esquivar a todo lo que se apoyara en el suelo, reflejaba la luz en el techo creando hermosas figuras.
Otra cosa que podía llamar la atención era que todos los muebles levitaban, ninguno tocaba el piso pero se mantenían quietos y su distancia respecto del suelo variaba según su función: los almohadones con respaldo que cumplían la función de asientos estaban un poco más abajo que la tabla de cristal transparente que era usada como escritorio y en la que un pequeño felino estaba echado durmiendo plácidamente. En el otro extremo de la mesa flotante y translúcida, un disco de metal levitaba y giraba en todas direcciones sin cesar impulsado por un pequeño pero intenso remolino de aire circular y detrás de la tabla de cristal que se mantenía elevada del suelo de forma independiente, junto a una de las paredes de la sala, una escultura de hielo translúcido de tamaño mediano con la forma de una estrella de seis puntas levitaba a gran altura, lejos del suelo y contenía fuego que brillaba y se removía en su interior. -Toma asiento.- Le señaló los asientos que flotaban cerca de la tabla de cristal y se acercó a una gran estantería de marmol negro que flotaba quieta y cerca del suelo, estaba llena de varias cosas como libros o un frasco de vidrio que contenía resplandecientes rayos eléctricos que se agitaban en su interior y sacó un artefacto extraño, una especie de tabla que se abría tirando de izquierda y derecha al mismo tiempo para revelar unos símbolos raros.
-Tu misión será ir al Muro de los Lamentos, en Jerusalén, Israel...- Dijo caminando hacia el escritorio donde acarició al felino el cual se estiró desperezándose y se bajó de la tabla de cristal para dejar que el joven maestro la use. -... y capturar imágenes del estado de la muralla con esto.- Dijo enseñándole el misterioso objeto. -Se abre tirando de los lados y se cierra empujándolos. Cada línea de símbolos es un botón, al apretar la primera línea muestra la dirección que tienes que seguir para llegar a tu destino tanto para ir como para volver, al apretar la segunda línea comienza a grabar video y la tercer y cuarta líneas son para configurar el aparato así que no las toques.- Le explicó señalando todo aquello que estaba describiendo. -Viajarás por aire, luego te daré tu montura, ésta tiene métodos de camuflaje para que ella y su jinete no sean detectados a simple vista pero aún así intenta mantenerte siempre a gran altura, entre las nubes, sí las hay.- Indicó mientras le daba algunos toques a la tabla de cristal que estaba en medio del tuerto y del moreno como si fuera una pantalla táctil y quedó a la vista la imagen de un mapa que mostraba la ruta aérea hasta Israel. -Deberás hacer paradas para comer, beber y descansar, yo te daré un equipo con raciones y todo lo que necesites así que no interactúes con nadie, es una misión de reconocimiento, evita a toda costa intervenir en los asuntos de los locales, si necesitas algo envíame un patronus ¿entendido?-
Otra cosa que podía llamar la atención era que todos los muebles levitaban, ninguno tocaba el piso pero se mantenían quietos y su distancia respecto del suelo variaba según su función: los almohadones con respaldo que cumplían la función de asientos estaban un poco más abajo que la tabla de cristal transparente que era usada como escritorio y en la que un pequeño felino estaba echado durmiendo plácidamente. En el otro extremo de la mesa flotante y translúcida, un disco de metal levitaba y giraba en todas direcciones sin cesar impulsado por un pequeño pero intenso remolino de aire circular y detrás de la tabla de cristal que se mantenía elevada del suelo de forma independiente, junto a una de las paredes de la sala, una escultura de hielo translúcido de tamaño mediano con la forma de una estrella de seis puntas levitaba a gran altura, lejos del suelo y contenía fuego que brillaba y se removía en su interior. -Toma asiento.- Le señaló los asientos que flotaban cerca de la tabla de cristal y se acercó a una gran estantería de marmol negro que flotaba quieta y cerca del suelo, estaba llena de varias cosas como libros o un frasco de vidrio que contenía resplandecientes rayos eléctricos que se agitaban en su interior y sacó un artefacto extraño, una especie de tabla que se abría tirando de izquierda y derecha al mismo tiempo para revelar unos símbolos raros.
-Tu misión será ir al Muro de los Lamentos, en Jerusalén, Israel...- Dijo caminando hacia el escritorio donde acarició al felino el cual se estiró desperezándose y se bajó de la tabla de cristal para dejar que el joven maestro la use. -... y capturar imágenes del estado de la muralla con esto.- Dijo enseñándole el misterioso objeto. -Se abre tirando de los lados y se cierra empujándolos. Cada línea de símbolos es un botón, al apretar la primera línea muestra la dirección que tienes que seguir para llegar a tu destino tanto para ir como para volver, al apretar la segunda línea comienza a grabar video y la tercer y cuarta líneas son para configurar el aparato así que no las toques.- Le explicó señalando todo aquello que estaba describiendo. -Viajarás por aire, luego te daré tu montura, ésta tiene métodos de camuflaje para que ella y su jinete no sean detectados a simple vista pero aún así intenta mantenerte siempre a gran altura, entre las nubes, sí las hay.- Indicó mientras le daba algunos toques a la tabla de cristal que estaba en medio del tuerto y del moreno como si fuera una pantalla táctil y quedó a la vista la imagen de un mapa que mostraba la ruta aérea hasta Israel. -Deberás hacer paradas para comer, beber y descansar, yo te daré un equipo con raciones y todo lo que necesites así que no interactúes con nadie, es una misión de reconocimiento, evita a toda costa intervenir en los asuntos de los locales, si necesitas algo envíame un patronus ¿entendido?-
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Arturo Lizarraga
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Fui llevado por la isla hasta el edificio del Consejo, me parece que es mi primera vez en este sitio en particular, así que de momento disfruto de las impresionantes vistas que ofrece el improvisado tour mientras soy guiado a mi próxima misión. Toda persona que nos cruzábamos mostraba gran respeto y reverencia al Descendiente, señal de su importancia tanto de él como persona como su título y posición social. Ya estando cerca, Adael me permite pasar en una entrada previamente sólida que acababa de desmoronarse cual castillo de arena. Una vez dentro, soy agasajado con una espectacular muestra de magia, el cual constaba de agua con fobia a todo lo que intente tocarle y que los muebles floten, pero no tan estrafalariamente. Me ofrece asiento—gracias—luego señalo a los alrededores—veo que te has esmerado en la temática—comento ante tal muestra de espectacularidad elemental en un solo sitio.
Una vez cómodos, inicia la reunión informativa previa a la misión. Resulta que mi objetivo se encuentra en un lugar de interés en medio del centro religioso en Jerusalén. Al parecer la meta en sí es el propio muro. Ahora me muestra el funcionamiento de un extraño dispositivo, y ante la explicación me resulta muy familiar—vaya, es una tablet mágica, ¿no?, o al menos una videocámara mágica, entendido—siempre resulta muy curioso una fusión de elementos tecnológicos con mágicos. Entonces prosigue con la información previa, en este caso, mi transporte, además de la aclaración de que deberé hacer escala, entre otros detalles. Me pregunto si el google maps de mi celular aun funciona allá afuera—comprendo—digo mientras asiento—solo unas cosillas, ¿no tienen portales de Agartha?, sé que este es otro mundo, pero debo despejarme la duda—me sorprende que no tengan medios mágicos para viajes largos—en cuanto al destino, ¿crees que probablemente no haya sufrido daños debido a la mínima tecnología que hay en el sitio?, ya sabes, SAM—Israel no es ajena a la tecnología, pero el templo y las cercanías son lugares casi sagrados…monetizables pero sagrados—además, sé cabalgar caballos, pero nunca he hecho viajes tan largos en animales—a distancias menores sí, pero fueron casos puntuales—¿algún consejo para el viaje?—que no viene mal, pues es cierto que mi experiencia con animales es particular, además es mejor sacarse de todas las dudas posibles una vez se inicia algo nuevo, en este caso un viaje largo en…¿qué animal dijo?, ¿serán esos grifos de la otra vez?
Al menos tendré ciertas provisiones, deberé organizarme para el viaje de ida y vuelta, aunque me imagino que el reaprovisionamiento será necesario al regreso, en fin, el mínimo contacto posible. ¿Venderán ropa mundana por aquí?, que la que tengo guardada podría resaltar un poquito (por no decir bastante sospechoso o impráctico). También es una oportunidad para investigar el estado del mundo, y de ser posible, si mis presas siguen merodeando por ahí, no dudo que sigan vivos como cucarachas.
Una vez cómodos, inicia la reunión informativa previa a la misión. Resulta que mi objetivo se encuentra en un lugar de interés en medio del centro religioso en Jerusalén. Al parecer la meta en sí es el propio muro. Ahora me muestra el funcionamiento de un extraño dispositivo, y ante la explicación me resulta muy familiar—vaya, es una tablet mágica, ¿no?, o al menos una videocámara mágica, entendido—siempre resulta muy curioso una fusión de elementos tecnológicos con mágicos. Entonces prosigue con la información previa, en este caso, mi transporte, además de la aclaración de que deberé hacer escala, entre otros detalles. Me pregunto si el google maps de mi celular aun funciona allá afuera—comprendo—digo mientras asiento—solo unas cosillas, ¿no tienen portales de Agartha?, sé que este es otro mundo, pero debo despejarme la duda—me sorprende que no tengan medios mágicos para viajes largos—en cuanto al destino, ¿crees que probablemente no haya sufrido daños debido a la mínima tecnología que hay en el sitio?, ya sabes, SAM—Israel no es ajena a la tecnología, pero el templo y las cercanías son lugares casi sagrados…monetizables pero sagrados—además, sé cabalgar caballos, pero nunca he hecho viajes tan largos en animales—a distancias menores sí, pero fueron casos puntuales—¿algún consejo para el viaje?—que no viene mal, pues es cierto que mi experiencia con animales es particular, además es mejor sacarse de todas las dudas posibles una vez se inicia algo nuevo, en este caso un viaje largo en…¿qué animal dijo?, ¿serán esos grifos de la otra vez?
Al menos tendré ciertas provisiones, deberé organizarme para el viaje de ida y vuelta, aunque me imagino que el reaprovisionamiento será necesario al regreso, en fin, el mínimo contacto posible. ¿Venderán ropa mundana por aquí?, que la que tengo guardada podría resaltar un poquito (por no decir bastante sospechoso o impráctico). También es una oportunidad para investigar el estado del mundo, y de ser posible, si mis presas siguen merodeando por ahí, no dudo que sigan vivos como cucarachas.
Una vez que ambos magos estuvieron dentro de la oficina, la puerta que se había deshecho en arena se volvió a componer en una dura piedra oscura bloqueando el paso. El joven maestro se giró hacia el guerrero cuando mencionó algo sobre esmerarse en la temática, sin entender a qué se refería pero lo comprendió al ver que señalaba el despacho. -Ah, no fui yo, los anteriores Descendientes de Moisés que fueron miembros del Consejo de los 20 tuvieron poco más de un milenio para decorar la oficina, tiempo suficiente ¿verdad?.- Comentó mientras retomaba la búsqueda de aquel artefacto extraño entre los anaqueles de la estantería llenos de varios objetos. Por ese despacho habían pasado alrededor de sesenta Descendientes de Moisés que fueron miembros del Consejo de los 20, magos y brujas extraordinarios, y cada uno dejó su huella a su manera. Eran grandes los zapatos pero el moreno estaba decidido a llenarlos a través del crecimiento mental, espiritual y físico y para lograrlo era necesaria una rigurosa disciplina. Nada cambiaría de la oficina que ahora le pertenecía, el recuerdo de sus ancestros lo inspiraba a superarse.
Ocasionalmente trabajaba ahí, cada vez sentía menos ajeno el lugar y se acostumbraba a sus maravillas pero no por eso dejaba de admirarlas. El pequeño felino de pelaje oscuro ocupó el asiento flotante que estaba al lado de Arturo y se dedicó a asearse mientras el mago daba las explicaciones necesarias. Éste asintió como respuesta a la pregunta del tuerto aliviado al saber que entendió el funcionamiento del aparato mágico y se lo tendió esperando que lo agarre. -Tenemos portales pero no con ese nombre y... bueno, es una larga explicación, en resumen los portales no están disponibles para éste caso.- Sentenció acomodado con naturalidad en su asiento detrás del escritorio donde había pasado largas horas ensimismado en perezosas reflexiones. -Lo desconozco, pero ésta misión de reconocimiento responderá esa pregunta, entre otras.- Respondió con elegante soltura la pregunta sobre los daños en el Muro de los Lamentos. -No te sueltes.- Fue el consejo que le dio alzando una ceja con diversión. -Clodette es confiable, estarás bien con ella.- Dijo más serio refiriéndose a la montura que se le asignaría al mago elementarista de fuego para la misión.
-Las raciones que te voy a dar te alcanzarán de sobra para la ida y la vuelta. No interactúes con los locales, esfuérzate en no ser percibido.- Eso incluía no ser visto, escuchado, olido y todo el resto de sentidos. Resaltó lo de no intervenir porque era realmente importante. -Dos advertencias: el Muro es uno de los lugares más sagrados del mundo, así que mantén una distancia de varios metros y ni se te ocurra acercarte al Monte del Templo.- Sería fácil para el peliblanco capturar imágenes de la muralla sin entrar al área sagrada, dicho eso el moreno lo mandó a ducharse y a dormir aunque aún era temprano por la tarde, de esa forma Arturo estaría descansado y enfocado para la misión. A la madrugada del día siguiente, cuando aún faltaban unas horas para que salga el sol, se encontraron en el bosque ante Clodette, un grifo de porte solemne con patas delanteras, alas y cabeza de águila, y cuerpo, patas traseras y cola de león. Con la regia criatura preparada para emprender el viaje y todo el equipo listo, el Descendiente de Moisés clavó los ojos color caoba en el tuerto. -Buena suerte.- Le deseó con expresión serena a la espera de verlo partir para cumplir la misión que le había encomendado y tenerlo de vuelta sano y salvo.
Ocasionalmente trabajaba ahí, cada vez sentía menos ajeno el lugar y se acostumbraba a sus maravillas pero no por eso dejaba de admirarlas. El pequeño felino de pelaje oscuro ocupó el asiento flotante que estaba al lado de Arturo y se dedicó a asearse mientras el mago daba las explicaciones necesarias. Éste asintió como respuesta a la pregunta del tuerto aliviado al saber que entendió el funcionamiento del aparato mágico y se lo tendió esperando que lo agarre. -Tenemos portales pero no con ese nombre y... bueno, es una larga explicación, en resumen los portales no están disponibles para éste caso.- Sentenció acomodado con naturalidad en su asiento detrás del escritorio donde había pasado largas horas ensimismado en perezosas reflexiones. -Lo desconozco, pero ésta misión de reconocimiento responderá esa pregunta, entre otras.- Respondió con elegante soltura la pregunta sobre los daños en el Muro de los Lamentos. -No te sueltes.- Fue el consejo que le dio alzando una ceja con diversión. -Clodette es confiable, estarás bien con ella.- Dijo más serio refiriéndose a la montura que se le asignaría al mago elementarista de fuego para la misión.
-Las raciones que te voy a dar te alcanzarán de sobra para la ida y la vuelta. No interactúes con los locales, esfuérzate en no ser percibido.- Eso incluía no ser visto, escuchado, olido y todo el resto de sentidos. Resaltó lo de no intervenir porque era realmente importante. -Dos advertencias: el Muro es uno de los lugares más sagrados del mundo, así que mantén una distancia de varios metros y ni se te ocurra acercarte al Monte del Templo.- Sería fácil para el peliblanco capturar imágenes de la muralla sin entrar al área sagrada, dicho eso el moreno lo mandó a ducharse y a dormir aunque aún era temprano por la tarde, de esa forma Arturo estaría descansado y enfocado para la misión. A la madrugada del día siguiente, cuando aún faltaban unas horas para que salga el sol, se encontraron en el bosque ante Clodette, un grifo de porte solemne con patas delanteras, alas y cabeza de águila, y cuerpo, patas traseras y cola de león. Con la regia criatura preparada para emprender el viaje y todo el equipo listo, el Descendiente de Moisés clavó los ojos color caoba en el tuerto. -Buena suerte.- Le deseó con expresión serena a la espera de verlo partir para cumplir la misión que le había encomendado y tenerlo de vuelta sano y salvo.
Arturo Lizarraga
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Adael me explica las razones del decorado—ni que lo digas, creo que cualquiera pudiera hacer su oficina de ensueño con el tiempo y recursos suficientes—mientras espero a que encuentre lo que sea que esté buscando sigo viendo los alrededores, tratando de disimular un poco más de seriedad. Además, me percato de un “lindo gatito”, pero sin poder identificarlo—¿ese es un gato?, no me suena su raza—pero mi pobre experiencia con gatos me impide categorizar al animal como es debido según mis conocimientos.
Tomo el dispositivo y estoy a punto de guardar el artefacto que me han prestado en el Conducto de Agartha que poseo, pero me detengo—mmm creo que mejor no me arriesgo—entonces guardo el artefacto en una bolsa interna de mi gabardina. En eso me explica sobre los portales de este mundo—vale, los portales no son una opción—ahora se entiende más por qué iré a lomo de una criatura mágica.
Mis dudas sobre la misión son debidamente respondidas—muy bien—la misión tiene una carga socio-religiosa al solo ser una verificación de un sitio sagrado, pero ese “entre otras” suena a que hay algo más. Tal vez sea una misión compartimentada—pero, ¿tú quieres que me muera o qué?—digo con falso drama ante tal simple consejo—sé que es obvio pero me imaginaba algo más, en fin, confiaré en tu palabra sobre Clodette—curioso nombre por cierto, es hembra, ¿tendré que tener un cuidado particular por ello?—descuida, seré como una sombra que pasa por el rabillo del ojo, te percatas y ya no estoy—inserte voz con efecto dramático, es bueno saber y tener confirmación de que el alimento no será un problema, ahora solo quedará racionalizarlo adecuadamente.
Ahora no solo tengo en claro pasar desapercibido, el muro y alrededores cercanos será zona roja y ni siquiera deben verme, not problemo. Ya he hecho misiones con reglas similares. Ahora toca prepararme como es debido. Me retiro con los debidos saludos y me voy a mi cuarto.
Ya a primera hora de la madrugada en un sitio designado, me encuentro con Adael y Clodette, la criatura mágica que me llevará en este viaje a territorio sagrado. La cual supongo está muy bien entrenada, lo suficiente para llevar a cuestas a un desconocido por una semana en un viaje de larga distancia. Aun desconociendo todo sobre esta especie (más allá de los mitos y leyendas), puedo notar el gran cuidado que ha tenido la grifo—muy bien, ahora si tengo una duda legítima, ¿qué le doy de comer a Clodette?, o ¿ella cazará por su cuenta en los descansos?—luego de otras breves explicaciones como dirección del destino y cosillas así, me subo al grifo—gracias, guárdame algunos souvenirs del próximo festival, por si me lo pierdo—entonces emprendemos el vuelo.
Y ahí vamos, ya pude salir de la isla, y lo de Turín no cuenta, que, aunque en ambos casos son para una misión, ahora puedo disfrutar del viaje y conocer el mundo tal y como es ahora, en la actual situación.
El clima en las alturas, aunque frío, es relativamente bueno gracias a lo despejado del cielo. Allá abajo es puro mar, pero si vamos a Israel, y si habrá descansos, esto no debería durar más de un día. Posiblemente estemos a mitad entre la isla de Chipre y el continente.
No pasó mucho tiempo para saber que tenía razón, y luego de buscar un sitio adecuado, descansamos y comimos antes de seguir hacia el sur. Pasamos por una ciudad costera que, según mi mapa, debería ser Tartús, en Siria.
A pesar de unos pequeños encontronazos con Clodette, por el momento nos llevamos bien. Ya pasamos por diversas locaciones tratando de avanzar a un considerable ritmo, evitando cualquier poblado sin importar su tamaño. Hemos adelantado hasta una ciudad llamada Jezzine, vamos bastante rápido diría yo.
Según el mapa ya cruzamos el Líbano y ahora estamos en Israel, y para llegar aún más rápido tendremos que pasar por un área en disputa con Jordania, la situación de SAM debió dejar ese tema de lado por un tiempo, así que no debería ser un problema el fuego cruzado.
Ya hemos llegado a Jerusalén, a las afueras al menos. Luego de dejar a Clodette en un sitio seguro, me dirijo a la ciudad para buscar un ángulo adecuado para fotografiar El Muro de los Lamentos. De hecho, ya hice otras tomas tanto desde el cielo, como de las colinas en las afueras, pero solo para asegurarme, decidí tomar más fotos en otros ángulos y desde lugares más cercanos. Hay algunas imperfecciones, pero ignoro si son producto del tiempo y falta de mantenimiento o algo ajeno como lo de SAM o de las disputas usuales en la región. Y una vez me sentí satisfecho con las imágenes obtenidas, me dispongo a recorrer sus calles, en clandestinidad claro está. Que la misión principal acaba de comenzar, Adael o los del Consejo quieren saber lo que sucede en esta región, pero no me especificaron que debería investigar, por lo que anoté todo lo que me parezca extraño en el barullo de la gente. Me escabullí en un lugar con mayoría hablante de inglés, zona de turismo principalmente, áreas con mayor probabilidad de comprender lo que decían. La mayor parte de las pláticas entre la gente eran banalidades de la vida, chismes de los vecinos, obvio que también había diálogos religiosos, las extrañezas iniciales estaban relacionadas con SAM, pero de un momento a otro escuché un nombre muy peculiar, los Hammurabi.
En un principio no pasaba de un nombre extraño de la región, pero como si se me prendiera un foco, mi mente empezó a recordar el Código de Hammurabi, el conjunto de leyes más antiguas de las que se tienen constancia. Y viendo que hay linajes improbables aún existiendo en una isla flotante, no me fue difícil pensar que los Hammurabi también son uno de estos peculiares linajes supuestamente extintos. Y como una sombra desaparezco sin que nadie pueda notarlo. Hago las preparaciones para la noche y así iniciar el viaje lo más pronto posible temprano al siguiente día.
Los siguientes días transcurrieron relativamente bien, seguí el rumbo hacia el suroeste hasta llegar a la costa más meridional del país. Lo único relatable fue que en la noche se acercaron unas hienas, las cuales no fueron difíciles de ahuyentar, pero es curioso que se atrevieran a acercarse a pesar de la fogata.
Ahora estoy cruzando el mar Levantino en su parte más al sur, se me informó que así era el camino de regreso, pues dado que la isla siempre está en movimiento, ese era el camino que debía seguir para volver. Mandé un patronus antes de iniciar vuelo para avisar que ya voy en camino y que todo va bien. El recorrido de vuelta inició con nubes de lluvia, pero no hubo precipitaciones hasta la mitad del camino, que mientras avanzaba el tiempo, peor se ponía la lluvia, incluso estando a 30 mins de la isla, los rayos empezaron a hacerse presentes, haciendo que temiera por mi vida.
Curiosamente, debido a esos rayos, es que pude percibir la silueta de la isla, pues llegó un momento en que estaba confiando en Clodette, debido a mi inexperiencia en los viajes aéreos. Mandé otro patronus para evitar que me vean como un intruso por parte de los guardias que debían estar en su turno de vigilia con esta horrible tormenta. Una vez superados los protocolos de seguridad, me guían para dejar al grifo en su debido ¿establo?. Terminado eso, de inmediato pregunto si el Descendiente Adael seguía en su oficina. Con la afirmación me dirijo a dicha oficina sin mucho preámbulo. Ya estando en la puerta de roca, uso mi katana para toquetear la piedra y así él pudiera escucharme y me permitiera entrar. Mientras espero a que la puerta se vuelva arena, uso mi fuego para secarme y al terminar saco el dispositivo mágico que me fue prestado para devolverlo en el acto.
Tenemos que hablar—inserte rayos y centellas por detrás—si necesitan un espía, pueden preguntármelo sin problema, la misión tenía 2 objetivos, ¿no?—le devuelvo el artefacto—el muro está un poco dañado, pero no parece que sea de preocupación inmediata para los feligreses. Asumo que es falta de mantenimiento debido al reciente incidente mundial. Pero lo importante era lo que la gente cuenta, ¿verdad?—me detengo para respirar que había llegado con ciertas prisas—dígame, ¿los Hammurabi son un linaje en su lista registrada?
Tomo el dispositivo y estoy a punto de guardar el artefacto que me han prestado en el Conducto de Agartha que poseo, pero me detengo—mmm creo que mejor no me arriesgo—entonces guardo el artefacto en una bolsa interna de mi gabardina. En eso me explica sobre los portales de este mundo—vale, los portales no son una opción—ahora se entiende más por qué iré a lomo de una criatura mágica.
Mis dudas sobre la misión son debidamente respondidas—muy bien—la misión tiene una carga socio-religiosa al solo ser una verificación de un sitio sagrado, pero ese “entre otras” suena a que hay algo más. Tal vez sea una misión compartimentada—pero, ¿tú quieres que me muera o qué?—digo con falso drama ante tal simple consejo—sé que es obvio pero me imaginaba algo más, en fin, confiaré en tu palabra sobre Clodette—curioso nombre por cierto, es hembra, ¿tendré que tener un cuidado particular por ello?—descuida, seré como una sombra que pasa por el rabillo del ojo, te percatas y ya no estoy—inserte voz con efecto dramático, es bueno saber y tener confirmación de que el alimento no será un problema, ahora solo quedará racionalizarlo adecuadamente.
Ahora no solo tengo en claro pasar desapercibido, el muro y alrededores cercanos será zona roja y ni siquiera deben verme, not problemo. Ya he hecho misiones con reglas similares. Ahora toca prepararme como es debido. Me retiro con los debidos saludos y me voy a mi cuarto.
Ya a primera hora de la madrugada en un sitio designado, me encuentro con Adael y Clodette, la criatura mágica que me llevará en este viaje a territorio sagrado. La cual supongo está muy bien entrenada, lo suficiente para llevar a cuestas a un desconocido por una semana en un viaje de larga distancia. Aun desconociendo todo sobre esta especie (más allá de los mitos y leyendas), puedo notar el gran cuidado que ha tenido la grifo—muy bien, ahora si tengo una duda legítima, ¿qué le doy de comer a Clodette?, o ¿ella cazará por su cuenta en los descansos?—luego de otras breves explicaciones como dirección del destino y cosillas así, me subo al grifo—gracias, guárdame algunos souvenirs del próximo festival, por si me lo pierdo—entonces emprendemos el vuelo.
Y ahí vamos, ya pude salir de la isla, y lo de Turín no cuenta, que, aunque en ambos casos son para una misión, ahora puedo disfrutar del viaje y conocer el mundo tal y como es ahora, en la actual situación.
(……………………..)
Dia 1
Dia 1
El clima en las alturas, aunque frío, es relativamente bueno gracias a lo despejado del cielo. Allá abajo es puro mar, pero si vamos a Israel, y si habrá descansos, esto no debería durar más de un día. Posiblemente estemos a mitad entre la isla de Chipre y el continente.
No pasó mucho tiempo para saber que tenía razón, y luego de buscar un sitio adecuado, descansamos y comimos antes de seguir hacia el sur. Pasamos por una ciudad costera que, según mi mapa, debería ser Tartús, en Siria.
Dia 2
A pesar de unos pequeños encontronazos con Clodette, por el momento nos llevamos bien. Ya pasamos por diversas locaciones tratando de avanzar a un considerable ritmo, evitando cualquier poblado sin importar su tamaño. Hemos adelantado hasta una ciudad llamada Jezzine, vamos bastante rápido diría yo.
Dia 3
Según el mapa ya cruzamos el Líbano y ahora estamos en Israel, y para llegar aún más rápido tendremos que pasar por un área en disputa con Jordania, la situación de SAM debió dejar ese tema de lado por un tiempo, así que no debería ser un problema el fuego cruzado.
Tarde del día 3
Ya hemos llegado a Jerusalén, a las afueras al menos. Luego de dejar a Clodette en un sitio seguro, me dirijo a la ciudad para buscar un ángulo adecuado para fotografiar El Muro de los Lamentos. De hecho, ya hice otras tomas tanto desde el cielo, como de las colinas en las afueras, pero solo para asegurarme, decidí tomar más fotos en otros ángulos y desde lugares más cercanos. Hay algunas imperfecciones, pero ignoro si son producto del tiempo y falta de mantenimiento o algo ajeno como lo de SAM o de las disputas usuales en la región. Y una vez me sentí satisfecho con las imágenes obtenidas, me dispongo a recorrer sus calles, en clandestinidad claro está. Que la misión principal acaba de comenzar, Adael o los del Consejo quieren saber lo que sucede en esta región, pero no me especificaron que debería investigar, por lo que anoté todo lo que me parezca extraño en el barullo de la gente. Me escabullí en un lugar con mayoría hablante de inglés, zona de turismo principalmente, áreas con mayor probabilidad de comprender lo que decían. La mayor parte de las pláticas entre la gente eran banalidades de la vida, chismes de los vecinos, obvio que también había diálogos religiosos, las extrañezas iniciales estaban relacionadas con SAM, pero de un momento a otro escuché un nombre muy peculiar, los Hammurabi.
En un principio no pasaba de un nombre extraño de la región, pero como si se me prendiera un foco, mi mente empezó a recordar el Código de Hammurabi, el conjunto de leyes más antiguas de las que se tienen constancia. Y viendo que hay linajes improbables aún existiendo en una isla flotante, no me fue difícil pensar que los Hammurabi también son uno de estos peculiares linajes supuestamente extintos. Y como una sombra desaparezco sin que nadie pueda notarlo. Hago las preparaciones para la noche y así iniciar el viaje lo más pronto posible temprano al siguiente día.
Dia 4, 5 y 6
Los siguientes días transcurrieron relativamente bien, seguí el rumbo hacia el suroeste hasta llegar a la costa más meridional del país. Lo único relatable fue que en la noche se acercaron unas hienas, las cuales no fueron difíciles de ahuyentar, pero es curioso que se atrevieran a acercarse a pesar de la fogata.
Dia 7
Ahora estoy cruzando el mar Levantino en su parte más al sur, se me informó que así era el camino de regreso, pues dado que la isla siempre está en movimiento, ese era el camino que debía seguir para volver. Mandé un patronus antes de iniciar vuelo para avisar que ya voy en camino y que todo va bien. El recorrido de vuelta inició con nubes de lluvia, pero no hubo precipitaciones hasta la mitad del camino, que mientras avanzaba el tiempo, peor se ponía la lluvia, incluso estando a 30 mins de la isla, los rayos empezaron a hacerse presentes, haciendo que temiera por mi vida.
Curiosamente, debido a esos rayos, es que pude percibir la silueta de la isla, pues llegó un momento en que estaba confiando en Clodette, debido a mi inexperiencia en los viajes aéreos. Mandé otro patronus para evitar que me vean como un intruso por parte de los guardias que debían estar en su turno de vigilia con esta horrible tormenta. Una vez superados los protocolos de seguridad, me guían para dejar al grifo en su debido ¿establo?. Terminado eso, de inmediato pregunto si el Descendiente Adael seguía en su oficina. Con la afirmación me dirijo a dicha oficina sin mucho preámbulo. Ya estando en la puerta de roca, uso mi katana para toquetear la piedra y así él pudiera escucharme y me permitiera entrar. Mientras espero a que la puerta se vuelva arena, uso mi fuego para secarme y al terminar saco el dispositivo mágico que me fue prestado para devolverlo en el acto.
Tenemos que hablar—inserte rayos y centellas por detrás—si necesitan un espía, pueden preguntármelo sin problema, la misión tenía 2 objetivos, ¿no?—le devuelvo el artefacto—el muro está un poco dañado, pero no parece que sea de preocupación inmediata para los feligreses. Asumo que es falta de mantenimiento debido al reciente incidente mundial. Pero lo importante era lo que la gente cuenta, ¿verdad?—me detengo para respirar que había llegado con ciertas prisas—dígame, ¿los Hammurabi son un linaje en su lista registrada?
El tema del pequeño felino lo dejó en el misterio con la intención de incentivar a Arturo a volver ileso de la misión para darle la respuesta recién ahí y no pudo contener una suave risa ante la dramática reacción del tuerto. El joven maestro era un hombre que le resultaba fácil expresar sus emociones, a menudo éstas estaban plasmadas en todos sus gestos y era sencillo descifrarlas, pero desde diciembre del año 2041 un dejo de melancolía se había instalado de forma permanente en su semblante, incluso podía vislumbrarse con la más pura carcajada, no porque quisiera ocultar su tristeza entre risas, simplemente ambas emociones convivían dentro de él junto con muchas más. Finalmente asintió conforme cuando el guerrero se mostró dispuesto a cumplir con todos los detalles de la misión y dio la reunión por finalizada para dejar la oficina luego de atender un par de juntas más en su despacho. A la madrugada del día siguiente en el bosque, tras las pertinentes explicaciones, el moreno frunció el ceño mientras seguía con la mirada al peliblanco remontar el viento a lomos del grifo en el cielo nocturno. En un principio no comprendió las palabras que el mago elementarista de fuego dijo antes de irse, pero luego de pensarlo un momento el entendimiento iluminó su rostro, debía referirse a la película mágica. El Descendiente de Moisés negó con la cabeza y una sonrisa en los labios acompañó el gesto, al poco tiempo perdió de vista al curioso par así que él también se marchó.
Los días pasaron y la incertidumbre lo carcomía por dentro, por momentos se arrepentía de no haberle dicho a Arturo que le mande patronus para estar al tanto de todas las novedades de la misión, pero luego se convencía a sí mismo que esa no era una buena idea porque mandar muchos de esos encantamientos podía delatar la presencia del tuerto. Ocupó su tiempo cumpliendo sus numerosos deberes con dedicación mientras el emisario que había enviado al país de Asia Occidental ocupaba su mente, pero cuando le llegó el mensaje en forma de luz azulada que anunciaba su regreso a la Isla Flotante y que se encontraba bien, todo lo que pudo hacer fue pasearse de un lado a otro de su oficina, ansioso por tenerlo de vuelta sano y salvo. Avisó al área de seguridad de Ouroboros para que supieran que el guerrero ingresaría al territorio, que era un aliado con el permiso del Descendiente para acceder y desactivó los anillos para que pudiera atravesar las barreras. Luego de lo que pareció una eternidad, llegó la notificación del exitoso arribo del mago elementarista del fuego así que el joven maestro activó los anillos para que las barreras volvieran a levantarse y protegieran el enclave mágico en su totalidad. En realidad no escuchó el sonido del metal al hacer contacto con la puerta de roca debido a la sordera, en su lugar se dio cuenta que alguien llamaba porque el pequeño felino se puso en alerta repentinamente levantando la cabeza y las orejas y dirigiéndolas hacia la entrada del despacho. De todas formas, abrió rápidamente la puerta ordenándole deshacerse en arena sin moverse de su asiento detrás de la flotante tabla de cristal que usaba como escritorio y con el felino de pelaje oscuro en su regazo.
Aquella primera frase tan críptica acompañada por esos truenos que parecían rasgar el cielo le hicieron sentir un escalofrío así que le hizo señas para que entrara a la oficina sin demora y tomara asiento frente al escritorio. Agarró el artefacto mágico para revisar las imágenes capturadas pero antes le dirigió una larga mirada a Arturo cuando mencionó lo de necesitar un espía. -La misión era lo que te dije: capturar imágenes del Muro de los Lamentos.- Vió las imágenes del deteriorado santuario analizándolas con atención mientras escuchaba el informe del tuerto y asentía satisfecho pero clavó su mirada color café en él entrecerrando los ojos al escuchar sus sospechas. Aquel apellido le cambió la expresión a una cautelosa y pensativa así que dejó a un lado el aparato mágico. La relación entre la misión que le había asignado al guerrero y ese linaje podía estar en el territorio al que lo había enviado mientras que los rumores de las intenciones expansionistas del grupo de magos podían ser la razón por la que pudo saber de su existencia. Suspiró, se rascó la barba y miró al peliblanco mientras de fondo se escuchaban las grandes gotas de lluvia golpear el ventanal, se merecía una explicación. -Desde su fundación, el Consejo de los 20 se rige por un código que establece que no debemos ser los Descendientes los que intervengan directamente en los asuntos de tierra firme ya que nuestro objetivo es conservar, ampliar y transmitir el conocimiento.-
-Utilizar el poder de la sabiduría que cuidamos para intervenir directamente en los asuntos de tierra firme es riesgoso porque es fácil dejarse llevar por la ambición, el código de no intervención directa es una medida para limitar nuestro poder, en su lugar intervenimos de forma indirecta a través de nuestros aprendices dándole al mundo las herramientas para gobernarse con inteligencia. Pero en los doce siglos de vigencia de la institución, algunos se mostraron en contra de ése código como el caso del año 1200 en el que diez linajes fueron expulsados del Consejo por haber intervenido directamente en asuntos de tierra firme, entre los exiliados estuvieron los Descendientes de Atila, Cleopatra, Ragnar Lothbrok, Arturo Pendragon y Hammurabi. Ignoramos su existencia hasta el año 2041 en el que volvieron a Ouroboros para vengarse, reprocharnos que “no doblegamos a los muggles a tiempo”, “rescatar al Consejo de los errores que amenazan con devorarlo” y llevar a cabo sus planes de crear un imperio mágico, vaya salvadores. El Consejo tomó cartas en el asunto para detenerlos, ellos plantaron un árbol maldito en la isla, nos atacaron, los derrotamos y les mandamos un tratado de paz que estamos esperando que respondan aunque hay que prepararnos para otro posible ataque.- Resumió rápidamente la última parte. -¿Qué pasó con los Hammurabi?- Preguntó con preocupación recargando la espalda en el respaldo del asiento flotante, acariciando el lomo del pequeño felino en su regazo, esperando que le dijera que había desatado otra guerra, las plagas y toda clase de cataclismos. -Hagamos lo siguiente; ve a descansar, recupérate del largo viaje y mañana por la mañana hablamos largo y tendido durante la sesión de entrenamiento.- Resolvió y un relámpago iluminó el cielo oscurecido por las nubes de tempestad.
Los días pasaron y la incertidumbre lo carcomía por dentro, por momentos se arrepentía de no haberle dicho a Arturo que le mande patronus para estar al tanto de todas las novedades de la misión, pero luego se convencía a sí mismo que esa no era una buena idea porque mandar muchos de esos encantamientos podía delatar la presencia del tuerto. Ocupó su tiempo cumpliendo sus numerosos deberes con dedicación mientras el emisario que había enviado al país de Asia Occidental ocupaba su mente, pero cuando le llegó el mensaje en forma de luz azulada que anunciaba su regreso a la Isla Flotante y que se encontraba bien, todo lo que pudo hacer fue pasearse de un lado a otro de su oficina, ansioso por tenerlo de vuelta sano y salvo. Avisó al área de seguridad de Ouroboros para que supieran que el guerrero ingresaría al territorio, que era un aliado con el permiso del Descendiente para acceder y desactivó los anillos para que pudiera atravesar las barreras. Luego de lo que pareció una eternidad, llegó la notificación del exitoso arribo del mago elementarista del fuego así que el joven maestro activó los anillos para que las barreras volvieran a levantarse y protegieran el enclave mágico en su totalidad. En realidad no escuchó el sonido del metal al hacer contacto con la puerta de roca debido a la sordera, en su lugar se dio cuenta que alguien llamaba porque el pequeño felino se puso en alerta repentinamente levantando la cabeza y las orejas y dirigiéndolas hacia la entrada del despacho. De todas formas, abrió rápidamente la puerta ordenándole deshacerse en arena sin moverse de su asiento detrás de la flotante tabla de cristal que usaba como escritorio y con el felino de pelaje oscuro en su regazo.
Aquella primera frase tan críptica acompañada por esos truenos que parecían rasgar el cielo le hicieron sentir un escalofrío así que le hizo señas para que entrara a la oficina sin demora y tomara asiento frente al escritorio. Agarró el artefacto mágico para revisar las imágenes capturadas pero antes le dirigió una larga mirada a Arturo cuando mencionó lo de necesitar un espía. -La misión era lo que te dije: capturar imágenes del Muro de los Lamentos.- Vió las imágenes del deteriorado santuario analizándolas con atención mientras escuchaba el informe del tuerto y asentía satisfecho pero clavó su mirada color café en él entrecerrando los ojos al escuchar sus sospechas. Aquel apellido le cambió la expresión a una cautelosa y pensativa así que dejó a un lado el aparato mágico. La relación entre la misión que le había asignado al guerrero y ese linaje podía estar en el territorio al que lo había enviado mientras que los rumores de las intenciones expansionistas del grupo de magos podían ser la razón por la que pudo saber de su existencia. Suspiró, se rascó la barba y miró al peliblanco mientras de fondo se escuchaban las grandes gotas de lluvia golpear el ventanal, se merecía una explicación. -Desde su fundación, el Consejo de los 20 se rige por un código que establece que no debemos ser los Descendientes los que intervengan directamente en los asuntos de tierra firme ya que nuestro objetivo es conservar, ampliar y transmitir el conocimiento.-
-Utilizar el poder de la sabiduría que cuidamos para intervenir directamente en los asuntos de tierra firme es riesgoso porque es fácil dejarse llevar por la ambición, el código de no intervención directa es una medida para limitar nuestro poder, en su lugar intervenimos de forma indirecta a través de nuestros aprendices dándole al mundo las herramientas para gobernarse con inteligencia. Pero en los doce siglos de vigencia de la institución, algunos se mostraron en contra de ése código como el caso del año 1200 en el que diez linajes fueron expulsados del Consejo por haber intervenido directamente en asuntos de tierra firme, entre los exiliados estuvieron los Descendientes de Atila, Cleopatra, Ragnar Lothbrok, Arturo Pendragon y Hammurabi. Ignoramos su existencia hasta el año 2041 en el que volvieron a Ouroboros para vengarse, reprocharnos que “no doblegamos a los muggles a tiempo”, “rescatar al Consejo de los errores que amenazan con devorarlo” y llevar a cabo sus planes de crear un imperio mágico, vaya salvadores. El Consejo tomó cartas en el asunto para detenerlos, ellos plantaron un árbol maldito en la isla, nos atacaron, los derrotamos y les mandamos un tratado de paz que estamos esperando que respondan aunque hay que prepararnos para otro posible ataque.- Resumió rápidamente la última parte. -¿Qué pasó con los Hammurabi?- Preguntó con preocupación recargando la espalda en el respaldo del asiento flotante, acariciando el lomo del pequeño felino en su regazo, esperando que le dijera que había desatado otra guerra, las plagas y toda clase de cataclismos. -Hagamos lo siguiente; ve a descansar, recupérate del largo viaje y mañana por la mañana hablamos largo y tendido durante la sesión de entrenamiento.- Resolvió y un relámpago iluminó el cielo oscurecido por las nubes de tempestad.
Arturo Lizarraga
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Mi aviso de llegada funcionó a su propósito, y apenas tuve problemas para ingresar a la isla. De hecho, tuve una escolta que me ayudó a llegar a un lugar adecuado para dejar al grifo y así yo pudiera proseguir a finalizar la misión.
Una vez dentro de la oficina del Descendiente me dispongo a ofrecer un escueto informe mientras intento inferir por qué no se me explicó la verdadera razón de la misión. Él asegura que la misión era la que se me encomendó originalmente. ¿Será que los demás Descendientes eran los interesados en esta información?, ¿todos aquí tienen la autoridad para delegar misiones sin previo aviso a los demás?. Pero está claro que el nombre del antiguo gobernante babilónico ha tomado completamente su atención. Su rostro está mucho más serio de lo usual y eso solo muestra que el asunto con ese nombre no es cosa simple.
Entonces procede a darme una lección de historia, y el código referente a temas políticos del Consejo, así como su filosofía en cuanto a cómo intervenir sin romper sus principios—ya veo—comento ante su explicación inicial. Resulta que sus políticas no fueron bien recibidas por algunos linajes, linajes muy interesantes, por cierto, que van desde personajes históricos hasta algunos de leyendas. Claramente esto produjo rencillas, que condujo a una severa sanción por sus acciones. Recientemente pudimos ver que el rencor trascendió generaciones—si, por el chisme me enteré que los Pendragón tenían más aliados, pero no sabía los linajes a los que pertenecían—complemento con mi poca información sobre el tema. Me sigue explicando que estos linajes tienen una ideología supremacista ligada a la raza, así como unas intenciones expansionistas—el Consejo de mi mundo sufre un caso similar, la oveja negra en este caso son Los Fenicios, pero estos no están expulsados del Consejo propiamente, sino que se les niega la participación a lo que nosotros llamamos “La Guerra Secreta”, una serie de combates en sitios mágicos vigilados por el Consejo, cuyo valor estratégico en las agendas de las facciones es inconmensurable. Como te podrás imaginar, a los Fenicios no les sentó bien esto y también intentaron hacer un ataque masivo a los miembros del Consejo. Al final su estratagema no funcionó, pero demostraron que era demasiado peligroso seguir ignorándolos como había sucedido hasta la fecha—Adael terminó de exponer lo que le faltaba, los eventos que presencié y que participé en la defensa de un templo dragón—la gran diferencia que veo entre estas 2 situaciones, es que los Pendragón demostraron una inusitada desesperación al usar ese árbol maldito, a pesar de haberse mostrado con una arrogancia desmedida…ellos van a volver a intentarlo, ¿no es así?—infiero ante la cantidad de señales que han presentado en todas sus interacciones hasta la fecha.
Lo siento, apenas pude escuchar el nombre entre el barullo—respondo ante el cuestionamiento sobre el nombre babilónico—pero fue lo suficientemente extraño como para llamar mi atención y luego investigué, porque al principio no recordaba de qué me sonaba, cuando lo descubrí até cabos con esto de los linajes extintos que al final no lo están y por eso decidí informártelo—luego de exponerle esto, el Descendiente parece reflexionar sobre las implicaciones y al terminar me insta a descansar para proseguir con el tema mañana durante el entrenamiento—muy bien, me retiro entonces, buenas noches—con la tormenta ahora, será algo difícil, aunque supongo que los isleños están acostumbrados.
Ambos salimos del despacho y nos separamos cuando nos dirigimos a nuestras debidas habitaciones.
Una vez dentro de la oficina del Descendiente me dispongo a ofrecer un escueto informe mientras intento inferir por qué no se me explicó la verdadera razón de la misión. Él asegura que la misión era la que se me encomendó originalmente. ¿Será que los demás Descendientes eran los interesados en esta información?, ¿todos aquí tienen la autoridad para delegar misiones sin previo aviso a los demás?. Pero está claro que el nombre del antiguo gobernante babilónico ha tomado completamente su atención. Su rostro está mucho más serio de lo usual y eso solo muestra que el asunto con ese nombre no es cosa simple.
Entonces procede a darme una lección de historia, y el código referente a temas políticos del Consejo, así como su filosofía en cuanto a cómo intervenir sin romper sus principios—ya veo—comento ante su explicación inicial. Resulta que sus políticas no fueron bien recibidas por algunos linajes, linajes muy interesantes, por cierto, que van desde personajes históricos hasta algunos de leyendas. Claramente esto produjo rencillas, que condujo a una severa sanción por sus acciones. Recientemente pudimos ver que el rencor trascendió generaciones—si, por el chisme me enteré que los Pendragón tenían más aliados, pero no sabía los linajes a los que pertenecían—complemento con mi poca información sobre el tema. Me sigue explicando que estos linajes tienen una ideología supremacista ligada a la raza, así como unas intenciones expansionistas—el Consejo de mi mundo sufre un caso similar, la oveja negra en este caso son Los Fenicios, pero estos no están expulsados del Consejo propiamente, sino que se les niega la participación a lo que nosotros llamamos “La Guerra Secreta”, una serie de combates en sitios mágicos vigilados por el Consejo, cuyo valor estratégico en las agendas de las facciones es inconmensurable. Como te podrás imaginar, a los Fenicios no les sentó bien esto y también intentaron hacer un ataque masivo a los miembros del Consejo. Al final su estratagema no funcionó, pero demostraron que era demasiado peligroso seguir ignorándolos como había sucedido hasta la fecha—Adael terminó de exponer lo que le faltaba, los eventos que presencié y que participé en la defensa de un templo dragón—la gran diferencia que veo entre estas 2 situaciones, es que los Pendragón demostraron una inusitada desesperación al usar ese árbol maldito, a pesar de haberse mostrado con una arrogancia desmedida…ellos van a volver a intentarlo, ¿no es así?—infiero ante la cantidad de señales que han presentado en todas sus interacciones hasta la fecha.
Lo siento, apenas pude escuchar el nombre entre el barullo—respondo ante el cuestionamiento sobre el nombre babilónico—pero fue lo suficientemente extraño como para llamar mi atención y luego investigué, porque al principio no recordaba de qué me sonaba, cuando lo descubrí até cabos con esto de los linajes extintos que al final no lo están y por eso decidí informártelo—luego de exponerle esto, el Descendiente parece reflexionar sobre las implicaciones y al terminar me insta a descansar para proseguir con el tema mañana durante el entrenamiento—muy bien, me retiro entonces, buenas noches—con la tormenta ahora, será algo difícil, aunque supongo que los isleños están acostumbrados.
Ambos salimos del despacho y nos separamos cuando nos dirigimos a nuestras debidas habitaciones.
No le apetecía demasiado verlo pero, aún así, debía hacerlo. Guardó el mecapájaro y se anunció con Leticia sobre la reunión que tenía con Sayid. Había traído la carta de su abuela para que supiera lo que le había escrito así que la buscó en su cartera mientras avanzaban.
El corazón le latía con fuerza, tanto como sus tacones golpeaban el piso. Se humedeció los labios y agitó los hombros como si así pudiera sacarse la sensación de que estaba abandonando a Gio…Porque no lo hacía, porque podía contar con ella.
Suspiró quedamente cuando Leticia le indicó que podía pasar y finalmente abrió la puerta e ingresó. Miró alrededor hasta ubicar a Sayid a quien hizo una leve reverencia -Descendiente- Saludó. Esperaba que no tuvieran que intercambiar muchas palabras y que no le dijera nada de la carta con la que había acompañado los papeles del divorcio. Tampoco quería hablar del aborto y cómo él había estado ausente.
No quería hablar de nada sólo irse de allí con los documentos. Caminó para acortar las distancias y, en ese caso, poder coger los papeles e irse corriendo -Me alegro de que se encuentre bien después de su misión- Reconoció porque ella no le deseaba ningún mal, sólo no quería estar casada con él…Ni verle. No podía soportar mirar a la cara a alguien que creía que era estúpida -¿Ya ha firmado?- Preguntó
El corazón le latía con fuerza, tanto como sus tacones golpeaban el piso. Se humedeció los labios y agitó los hombros como si así pudiera sacarse la sensación de que estaba abandonando a Gio…Porque no lo hacía, porque podía contar con ella.
Suspiró quedamente cuando Leticia le indicó que podía pasar y finalmente abrió la puerta e ingresó. Miró alrededor hasta ubicar a Sayid a quien hizo una leve reverencia -Descendiente- Saludó. Esperaba que no tuvieran que intercambiar muchas palabras y que no le dijera nada de la carta con la que había acompañado los papeles del divorcio. Tampoco quería hablar del aborto y cómo él había estado ausente.
No quería hablar de nada sólo irse de allí con los documentos. Caminó para acortar las distancias y, en ese caso, poder coger los papeles e irse corriendo -Me alegro de que se encuentre bien después de su misión- Reconoció porque ella no le deseaba ningún mal, sólo no quería estar casada con él…Ni verle. No podía soportar mirar a la cara a alguien que creía que era estúpida -¿Ya ha firmado?- Preguntó
Sayid Ibn Salah
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Aguardó en el salón de reuniones a la llegada de su esposa, o próximamente ex esposa. La recibió con las manos entrelazadas a la espalda y haciendo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo cuando se dirigió a él como "Descendiente". - Señorita Royden. - porque eso era lo que volvería a ser ahora, y se lo remarcó no sin cierto rencor. Eso sí, todo educadamente.
- Así es, ya me encuentro perfectamente recuperado, gracias. - siguió con el tono educado, pero bastante frío. - Sí, tengo los papeles firmados. No tardaste mucho en pedirlos después de mi desaparición. Dadas las circunstancias, el divorcio es la mejor opción para ambos. Yo podré conseguir un nuevo matrimonio, y tú uno en el que realmente estés interesada. - le tendió los papeles ya firmados, esperando que los cogiese. Retiró la mano, tras asegurarse de que los hubiese cogido para revisarlos. En realidad nunca habían llegado a cuajar, a pesar de haber sido enseñados para ser perfectos y empalagosos desde el momento de la boda. La abuela podía decir misa, en cuanto a los asuntos de los Descendientes primaba el rito de Ouroboros, y no el de sus propias tradiciones.
- Ha llegado a mis oídos que estás muy interesada últimamente con proyectos en tierra, y que cada vez pasas menos tiempo en Ouroboros. - sospechoso, le hacía pensar que tal vez había conocido a alguien. Lo último que quería era ser un cornudo, así que no insistiría en mantener un matrimonio que se estropeó muy pronto. - Pues bien, suerte en tus proyectos. Si no tienes nada más que decir..podríamos dar por concluido nuestro breve pero necesario encuentro.
- Así es, ya me encuentro perfectamente recuperado, gracias. - siguió con el tono educado, pero bastante frío. - Sí, tengo los papeles firmados. No tardaste mucho en pedirlos después de mi desaparición. Dadas las circunstancias, el divorcio es la mejor opción para ambos. Yo podré conseguir un nuevo matrimonio, y tú uno en el que realmente estés interesada. - le tendió los papeles ya firmados, esperando que los cogiese. Retiró la mano, tras asegurarse de que los hubiese cogido para revisarlos. En realidad nunca habían llegado a cuajar, a pesar de haber sido enseñados para ser perfectos y empalagosos desde el momento de la boda. La abuela podía decir misa, en cuanto a los asuntos de los Descendientes primaba el rito de Ouroboros, y no el de sus propias tradiciones.
- Ha llegado a mis oídos que estás muy interesada últimamente con proyectos en tierra, y que cada vez pasas menos tiempo en Ouroboros. - sospechoso, le hacía pensar que tal vez había conocido a alguien. Lo último que quería era ser un cornudo, así que no insistiría en mantener un matrimonio que se estropeó muy pronto. - Pues bien, suerte en tus proyectos. Si no tienes nada más que decir..podríamos dar por concluido nuestro breve pero necesario encuentro.
Se dijo que no iba a responderle, que no iba a caer en ello pero al escuchar cómo le echo en cara que espero poco desde su desaparición, Arleen alzó la mirada de los papeles hacia él con un gesto irritado -Un mes se siente toda una era cuando estás sola y vacía en esa casa - Haber hecho el duelo de su bebé sola, tener que escribirle la carta para informarle que lo perdía… no, no habían sido buenos meses.
Miró los papeles de nuevo tratando de concentrarse en revisar que todo estuviera en orden cuando oyó la última frase. Su ira se apaciguó y sintió cierta pena por sí misma. Lo que había sucedido con Giordano hace minutos resurgió para crearle una rara sensación de fracaso. El mecapájaro le pesó en el bolsillo tanto como la carta de renuncia en el bolso. Casi podía oír a su madre diciendo lo mucho que había arruinado su vida, que ya no serviría, que como se le ocurría divorciarse de un Descendiente. En la última frase también escuchó a Amaya -El concepto del matrimonio es irrelevante cuando eres incapaz de construir una familia - Le dijo finalmente sin alzar la cara porque era algo que le avergonzaba. Cogió finalmente la carta que había recibido de su abuela y se la tendió haciendo de tripas corazón para sostenerle la mirada.
-Así es, abajo hay más opciones para mis estúpidas y temerarias ideas…Unas que me han llevado lejos de Ouroboros- Sonrió con ironía, algo tan ajeno a Arleen que en definitiva no le quedaba bien. Podría decirle mil cosas. Podría sacarse todo lo que había pensado durante meses pero al verle el rostro supo que no le importaría. Movió la cabeza ligeramente como despedida -Hasta siempre, Descendiente- Tras eso cogió con más fuerza los papeles y se dio la vuelta, al hacerlo sintió como si un peso se liberará de sus hombros y tras cerrar la puerta se desapareció de allí a la base.
Miró los papeles de nuevo tratando de concentrarse en revisar que todo estuviera en orden cuando oyó la última frase. Su ira se apaciguó y sintió cierta pena por sí misma. Lo que había sucedido con Giordano hace minutos resurgió para crearle una rara sensación de fracaso. El mecapájaro le pesó en el bolsillo tanto como la carta de renuncia en el bolso. Casi podía oír a su madre diciendo lo mucho que había arruinado su vida, que ya no serviría, que como se le ocurría divorciarse de un Descendiente. En la última frase también escuchó a Amaya -El concepto del matrimonio es irrelevante cuando eres incapaz de construir una familia - Le dijo finalmente sin alzar la cara porque era algo que le avergonzaba. Cogió finalmente la carta que había recibido de su abuela y se la tendió haciendo de tripas corazón para sostenerle la mirada.
-Así es, abajo hay más opciones para mis estúpidas y temerarias ideas…Unas que me han llevado lejos de Ouroboros- Sonrió con ironía, algo tan ajeno a Arleen que en definitiva no le quedaba bien. Podría decirle mil cosas. Podría sacarse todo lo que había pensado durante meses pero al verle el rostro supo que no le importaría. Movió la cabeza ligeramente como despedida -Hasta siempre, Descendiente- Tras eso cogió con más fuerza los papeles y se dio la vuelta, al hacerlo sintió como si un peso se liberará de sus hombros y tras cerrar la puerta se desapareció de allí a la base.
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