Jardines & áreas verdes

Fruncí un poco el ceño cuando me preguntó lo del frío, no por enfado sino por mantener mi postura hasta el momento, noté que se movía hacia mi así que sabía más o menos sus intenciones, quería romper la tensión pero simplemente me haría un poco el difícil a pesar de no rechazar su acercamiento -Es eso o dormir con Zaphira y me gusta mi cama...- no es que me molestara pero puestos a elegir prefería dormir con él.

Al final acordamos que nada de burbujas y de nuevo él hizo un comentario con el que no pude evitar reírme, se supone que estábamos teniendo una conversación seria pero al final él se encargaba de alejar la tensión aunque a mi me costaría un poco más reflexionar sobre el tema -Entonces deberíamos practicar con tus barreras, así estaríamos igual ¿Qué tal un cubo? las burbujas son mías pero un cubo está bien- la distancia entre nosotros se había acortado y el asunto del cónclave aún era algo que estaba pendiente para todos -Sé que no siempre podemos llevarnos todos bien pero hay demasiadas asperezas entre personas que se supone deben trabajar unidas... ya sabíamos que no todos aceptarían nuestra relación pero le tengo cierto afecto a Jack y no quiero estar en pie de guerra con él, deberíamos reunirnos todos, no para tratar asuntos políticos, simplemente socializar, ver a las persona detrás del compañero de trabajo ¿sabes lo que quiero decir?- una cena, una actividad al aire libre... algo que nos permitiera reconectar a todos porque estábamos muy dispersos.

Finalmente pude acercarme y posar mi cabeza en su hombro recibiendo aquel beso y pasé mis brazos alrededor de él -Pero ahora me siento mal por lo que pasó, ni siquiera celebramos noche vieja juntos, que desastre de navidades... - él pasó un brazo sobre mi y escondí mi rostro en su cuello, que desperdicio haber estado tanto tiempo separados -¿estás seguro? con lo ocupado que estás siempre no quiero molestar y no sé si hoy precisamente pueda pasarme... estaba pensando en bajar a Turín con el equipo de apoyo por si no recibimos noticias de Gio y Sayid en una hora, espero que estén bien- Ian también había bajado con ellos así imaginaba lo preocupada que tendría que estar Catherine.

Miré el frente un segundo y vi a Aedan que se acercaba corriendo con su nuevo amigo de nieve que ahora solo era un bulto con piernas, se habría dejado la cabeza en algún sitio, al menos parecía pasarlo bien. Me separé un momento de Lucio y extendí los brazos hacia el pequeño para ponerlo en mi regazo, tenía las mejillas rojas, seguramente por el calor al estar corriendo y jugando aunque fuera en la nieve, le quité el gorro y el cabello azabache estaba revuelto, hecho un desastre -Digno hijo de tu padre- dije riendo para después mirar a Lucio -Aedan, pregúntale a Lucio cuando te va a dar un primo para que puedas venir a jugar todos los días al parque- el crío no pareció entender muy bien la pregunta pero se quedó mirando al Medimago como si esperara respuesta.

Recordé el bombazo sobre Zaphira cuando la mencionó, a partir de ahora Sean sería una especie de hermano mayor para el hijo que tuviese la dragona. Iba a ser una mezcla muy extraña, de eso no había duda. Acabé riéndome por lo que dijo sobre las barreras con forma de cubo o de burbuja, terminando por negar con la cabeza. - Creo que las dejaré como están, no me gusta la idea de hacerlas para atrapar...más bien para defender. Ya no volveremos a discutir por esas cosas...espero. - no se me daba mal la magia defensiva, pero no estaba interesado en desarrollar más ese campo. El mío era otro. Hice una mueca de disgusto al retomar el tema del cónclave y el modo en que nos llevábamos últimamente, tantas tensiones nos estaban pasando factura a todos. - Puede ser una buena idea. No es que tengamos que ser amigos de todos pero...creo que antes no había tantos roces. Creo que es porque cada uno íbamos más a nuestro aire, no discutíamos porque estábamos más a lo nuestro. No sé, le dejo el tema a alguien que sepa de festejos. - sonreí encogiéndome de hombros, yo no era mucho de organizar fiestas, pero seguro que a otros se les daba de maravilla. Tal vez Sofía, o Altaïr, eran los más apropiados.

Su cercanía me resultó reconfortante y cálida, de modo que lo rodeé con ambos brazos en actitud cariñosa. Hice un gesto como quitando importancia a lo de las fechas señaladas, tomando su mano entre las mías. - Bueno, estamos pasando juntos el día de Año Nuevo, eso también está bien. Además, las fiestas no dejan de ser convenciones impuestas. No hay que darle mayor importancia a lo que nos diga el calendario. Puede ser tan bueno para celebrar el día 31 como el día 17. - puse cara de resignación como queriendo decir que sí que quería que viniera a buscarme al acabar el turno, me haría ilusión. - Es que hoy será un día difícil, por eso decía que me vendría bien verte al acabar. - me separé lo justo para mirarle a la cara, no muy seguro de que bajase a Turín. Tenía malos recuerdos de la última vez. - El equipo de rescate, ¿no? tal vez muchos acaben tan mal que no puedan ni desaparecerse. - no podíamos obviar eso. Yo esperaría la llegada de todos en el hospital.

La llegada del pequeño Aedan me sacó una sonrisa, era un trasto de lo más mono. Gio había hecho más méritos para ganárselo, a mí sólo me conocía por ir al médico alguna vez. No podía competir con Da Vinci. Intenté peinar al niño, aunque acabé dejándole el pelo raro, como de punky. Miré de reojo a Sean con una sonrisa cuando utilizó al crío como indirecta con eso de los primos, siguiendo su misma técnica para enviarle el mensaje. - Pues pregúntale a Sean, por mi cuando él quiera vamos a buscarte un primo. Eso sí, dile que me va a tener que enseñar muchas cosas y tener paciencia conmigo...

-Oye, que las mías tienen ambas funciones... a ver si te crees que las he hecho para discusiones maritales...- quise que mi tono sonara a indignación pero ya se había esfumado la tensión -que no... no te vuelvo a encerrar, al menos no por una discusión-. Al hablar sobre el cónclave asentí a aquello de dejar la fiesta en manos de otros pero de verdad era importante hacer algo con todo aquello, la unidad era importante o volveríamos a tener una brecha importante como la que dejó Bellatrix.

Cuando por fin nos abrazamos el uno al otro volví a sentir la misma calma de siempre cuando estaba con él, solo esperaba que no se nos hicieran comunes las discusiones, eran agotadoras. Hice un puchero no muy convencido con lo de las fiestas -Menudo día de año nuevo, eran nuestras primeras fiestas juntos... tendremos que compensarlo con las que vengan- . lo abracé con fuerza y después lo miré cuando dijo que quería que fuera al hospital, sonreí y pasé mis brazos sobre sus hombros para besarlo -En un rato veremos si hago falta o no en Turín, en cualquier caso iré a verte y echarte una mano en el hospital- sinceramente, esperaba que todos pudieran volver por su cuenta porque eso quería decir que estarían bien.

Cuando Aedan se acercó pude ver la sonrisa de Lucio y es me tranquilizó un poco, la actitud distante de antes tal vez fuera por la tensión entre nosotros. le pasó una mano por el pelo y lo dejó peor de lo que estaba así que me eché a reír intentando domar ese pelo negro que le había sacado a sus padres. -Eso no vale, no puedes devolverme mi ataque- dije entre risas mientras Aedan parecía confuso, le di un achuchón antes de mirar a Lucio -Primero la boda, pero mientras podemos intentarlo por la vía tradicional, nunca se sabe- pues claro que no, pero ya que estábamos con indirectas yo quería algo de intimidad con mi prometido, cubrí los ojos del pequeño para volver a besar al medimago, por poco tiempo porque Aedan no dejaba de moverse -Yo también tengo que aprender aunque no lo parezca, lo que pasa es que Aedan es un buen niño ¿a que si? aunque antes me tirabas mucho del pelo pequeño gamberrete- dije antes de hacerle un par de pedorretas en la mejilla y aquel empezara a reírse.

Pasamos un rato más paseando juntos, jugando con Aedan y hablando más calmadamente del nuevo alumno, pero cuando se nos acabó el tiempo nos despedimos, él tenía que ir al hospital y yo esperar por Catherine, con suerte volvería antes de que yo tuviera que bajar y si no lo hacía dejaría al pequeño con Zaphira. Nos desaparecimos cada uno al lugar al que tenía que ir dejando los jardines.

La amenaza de S.A.M- 9917 no era en vano. El primer ataque sobre la el señuelo situado en la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] había fallado, pero rápidamente reordenaron coordenadas y cruzaron datos. El engaño no duró mucho, pero les dio algo de tiempo. Prepararon nuevamente las armas, disponiéndose a atacar el verdadero punto oculto tras triangular la posición. Las veloces naves no tardaron en llegar a la ubicación Ouroboros.

Decenas de naves rodearon aquella fuente de energía mágica, situándose a unos 5 kilómetros de distancia para preparar el asedio antes de la destrucción. Apuntaron al objetivo, activando y disparando sus potentes disparos láser con el objetivo de echar abajo cualquier posible defensa. Así seguirían mientras faltase un núcleo por infectar.

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Probabilidad
Éxito: La barrera mágica contiene el disparo láser en este punto de la isla
Fallo: Rompe barrera mágica en este punto de la isla

El miembro 'S.A.M-9917' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Había salido a dar una vuelta antes de ir al hospital. Que no me gustaba ir allí lo sabía todo el mundo que me conocía y mucho menos ir sola pero no podía retrasarlo más, aunque thalos se hubiese ido a la maldita misión y Johan y...joder todo el mundo y yo aquí con este bombo pegado a mi cuerpo sin poder hacer un carajo.

Di una patada a una piedra del jardín, que estaba muy colocadito todo y conforme había ido avanzando me había encargado de destrozarlo un poquejo. Podría haber bajado, hubiese servido de ayuda pero claro...todos ponían el grito en el cielo si me atrevía a hacer nada. Y ahí estaba, con ropa que ni me gustaba pero era la única que me servía sin temor a romperla. Me parecía a mi madre la última vez que la ví, demasiado bruja.

Decidí sentarme un rato a disfrutar del día, que a pesar de frío dejaba ver el sol de cuando en cuando entre las nubes. Cerré los ojos cuando esos pocos rayos se asomaron y suspiré. El silencio del jardín era embriagador y traté de dejar de pensar en mi cabreo que no era otro más que estar preocupada por mis amigos y por el puñetero tuerto. Al menos cuando iba con él me aseguraba de darle apoyo en el combate y la última vez que yo tenía un ser pegado a mi y se marchó a una misión la cosa no acabó muy bien.

Me percaté de que seguía dándole vueltas y volví a coger aire para tratar de calmarme pero a cambio el estruendo sobre el lugar hizo que abriese los ojos de sopetón y me pusiese en pie. Miré a todos lados buscando que había pasado hasta que alcé la vista al cielo y abrí los ojos con sospresa.

-¿Qué?- La barrera que cubría la isla, se despedazaba. Se escucharon más ruidos lejanos y busqué con la vista llegando a captar alguna especie de rayo que impactaba. Contuve el aliento por un momento. Si estaban atacando solo podía significar una cosa... llevé una mano a mi pecho volviendo a sentarme en el banco. Me faltaba el aire, o eso parecía por la presión que sentía en aquel lugar ante la posibilidad de que Draven la hubiese cagado en la misión. Y tardé en reaccionar pero saqué la moneda mandando un mensaje o intentándolo porque en mitad del mismo varios rayos impactaron muy cerca así que le di a enviar sin pensar y salí corriendo de aquel sitio.

Aterrizó con suavidad en los que fueron los magníficos jardines de Ouroboros, ahora arrasados mientras la lluvia caía sobre pozos en los que antes había tierra con hierba de un vibrante color verde u hoyos donde antes había elegantes estructuras.

Con las amenazas de los lásers y los misiles neutralizadas, ahora podía encargarse de extinguir los incendios. El agua se acumulaba en algunas zonas mientras que en otras, el fuego continuaba avanzando y consumiendo todo a su paso.

Reunió el agua de lluvia con fluidos movimientos y la envió a apagar el fuego en unos árboles y unos arbustos. El agua se evaporó en un humo claro y la maltrecha vegetación quedó a la vista. Repitió el proceso también sobre el mobiliario, las edificaciones y todo en la zona consiguiendo darle fin a los incendios. Ayudado por su magia sobre el aire, despegó y se retiró del lugar volando a toda velocidad.

Los funerales eran difíciles. Por eso nunca había estado en uno. No le gustaba tener que estar seria, recta, aparentar fortaleza arrebujada en un abrigo blanco y caliente, justo como en ese momento, cuando lo que quería hacer era abrazar a una viuda o consolar a los hijos que habían perdido a su padre. Acabar con el dolor que alguien tenía, o sufrir ella en su lugar. Tenía que parecer fuerte, solemne, y se había echado la carga encima por no cansar más a su querido Matvey y honrar a su esposo. Y porque debía de hacerse.

Mientras se mantenía frente a los ataúdes de los soldados caídos una idea macabra se le cruzó por la mente. Vishous podía estar en el lugar de cualquiera, y ella podría estar consolando a un pequeño ser que no entendía el por qué de nada en unos meses. Cerró los ojos por un momento, sintiendo como el mundo alrededor era tan insignificante si se cobraba la vida de tantas personas. Solo un poco más, se repitió. La ceremonia casi terminaba, pero seis soldados habían cargado cada ataúd; los mejores amigos de cada uno de ellos, incluso algún hijo adolescente del difunto había sido concedido con el honor para dar paz a su alma. Sobre cada uno había una estela de rosas blancas que ella, personalmente, se había encargado de recoger, podar y acomodar una por una, y ahora se mencionaban por parte de Alexander, de la Guardia de Ouroboros, las condecoraciones con las que cada uno daba su baja. Ella, frente a todos, solo resistía, aceptando la vida que habían dado para poner a salvo la suya.

Solo quedaba el poema por recitar, y ya se arrepentía de haberlo aceptado. Nada calmaría el corazón de una criatura inocente, por más que lo intentara. Caminó a paso suave hacia el podio, agradeciendo a Alexander la mano que le brindó para subir el pequeño escalón, y se acomodó frente a todos. Les miró con el cariño con que miraría a su propia familia, y recitó con voz suave.

Los demandó el honor y obedecieron,
los requirió el deber y lo acataron,
Por eso como valientes lucharon,
y como héroes murieron.

No quisieron servir a otra bandera,
no quisieron andar otro camino,
no supieron vivir de otra manera.

Nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
presa de un ciego destino.

Tu nos hiciste, tuyos somos,
todos vencemos contigo,
todos vivimos contigo,
sin padecer ni morir.

Cuando la pena nos alcanza
por el hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.

En la promesa confiamos
con la certeza que él
ya él ha vuelto a la vida,
ya ha llegado a la luz.

Ya él ha vuelto a la vida,
ya ha llegado a la luz.

Tomó la mano de Alexander, solemnemente bajando aquel escalón, y estaba por acercarse al centro cuando él la detuvo y la paró junto a él al costado de los ataúdes, permitiendo que la ceremonia continuara. Una persona, una por cada caído, se paró frente al ataúd y envió al cielo una estela de luz que se convirtió en un brillante cristal en el cielo, que alumbraría una noche y un día su camino al otro mundo.

La muerte y la siguiente vida eran un concepto precioso, pero no por eso menos doloroso. Sin pensarlo más ahora que la formalidad estaba concluida, se agachó por un momento, sonriéndole a la pequeña niña que lloraba por su padre. Ella no tenía la culpa de nada. Le entregó una flor blanca que creció del suelo y le ofreció un abrazo donde pudo desahogar su dolor. Su padre era un héroe y no podía morir por nada. Tenían que proteger al resto de la isla como él lo había hecho.

Aquella noche nublada en el espacioso templete de inmaculado mármol blanco, la paz y la armonía de la naturaleza los abrazaba amorosamente consolando la profunda tristeza que abundaba en sus corazones. Lloraron las penas ante la etérea belleza de los jardínes que brillaban llenos de magia. El lugar rebosaba de vida y aceptaba respetuosamente a la muerte en su vientre. Debido a la desaparición de Bellatrix Alighieri, la responsable de los ritos funerarios, Sofía Dioscórides se hizo cargo del papel de maestra de ceremonias, algo que al moreno le pareció acertado ya que esas brujas representaban las dos caras de una misma moneda. Una poseía una frialdad casi hostil mientras que la otra irradiaba cariño. Una estudiaba el paso al más allá mientras que el campo en el que se especializaba la otra era la vida en el plano material. La pocionista tenía cierto parecido con Perséfone, la diosa griega de la primavera y "la que trae la muerte".

Escuchó en silencio las palabras de su compañera y los ojos se le llenaron de lágrimas que no cayeron al pensar en los seres queridos que había perdido. Todavía los buscaba con la mirada, un hábito de miembros de familias numerosas, pero nunca los encontraba, la piel de su corazón aún estaba en carne viva, las heridas escocían y el peso de la soledad lo abrumaba. Una vez finalizada la velada, con los fallecidos ya descansando en su última morada, tragó para deshacer el nudo que tenía en la garganta y se acercó a varios de los presentes para dar su pésame y presentar sus respetos por las pérdidas. Cuando la mayoría se marchó, se dirigió a Sofía y apoyó una mano en su hombro para llamar su atención. -Es hora de irnos.- Enlazó un brazo al de ella gentilmente y caminaron juntos hacia la salida. -Lo hiciste bien.- La elogió y abandonaron el lugar después de visitar las tumbas de sus seres queridos para dejarles piedritas, ofrendas inmortales para los difuntos siempre vivos en sus recuerdos.