Recuerdo del primer mensaje :
Es un espacio recreativo para las familias y aprendices. Fueron creados con la intención de emular los magníficos Jardines colgantes de Babilonia
Desde que había vuelto de la misión con los Renegados, Desmond pasaba más tiempo en casa y más preocupado entrenando. Antes sólo hacía circuitos de largas carreras, ahora había incorporado otros beneficios que le dieran un poco más de fuerza y firmeza aparte de resistencia. Asimismo, cuando acababa con esta rutina entonces se dedica a pulir su puntería con el arco. Era bastante envidiable pero ahora se ponía con objetivos en movimientos, evidentemente por un encantamiento. Se había percatado que su puntería era perfecta en aquella paz que reinaba en los jardines pero cuando estabas abajo con la posibilidad de que no salgas vivo de esa, la adrenalina corriendo por tus venas podía acentuar tus sentidos o destruirlos. Desmond quería aprender a controlar eso.
Llevaba el conjunto de entrenamiento de los Descendientes aunque existían ciertos detalles personales que lo diferenciaban de los aprendices y de los maestros. No quería ocupar el lugar de nadie y que lo confundieran, era un alma única y con mucha libertad en aquella isla. El arco compuesto que tenía estaba en sus manos y el carcaj en su espalda. Estaba detenido en un lugar terminando de ajustar el encantamiento para lanzar los orbes por el espacio cuando escuchó un carraspeo. Desmond bajó solo un poco el arco, ahora estaba un poco inseguro pero sabía que en el fondo nadie que estuviese en Ourobos representaba peligro.
El primer comentario le sorprendió -¿Perdón?- Cuestionó con el ceño fruncido acercándose al extraño y escuchando aquella invitación pensando que tal vez lo conocía y lo había olvidado. Lo cierto es que sí, tenía un aire familiar pero no pasaba de allí -Creo que se empieza por Hola soy el Sr. Desconocido pero te conozco y quiero hablar contigo… Sabes, una pistita de quien eres- Señalo con un movimiento de manos medio explicativo y un gesto curioso en el rostro -Soy Desmond, pero parece que ya me conoces.
Llevaba el conjunto de entrenamiento de los Descendientes aunque existían ciertos detalles personales que lo diferenciaban de los aprendices y de los maestros. No quería ocupar el lugar de nadie y que lo confundieran, era un alma única y con mucha libertad en aquella isla. El arco compuesto que tenía estaba en sus manos y el carcaj en su espalda. Estaba detenido en un lugar terminando de ajustar el encantamiento para lanzar los orbes por el espacio cuando escuchó un carraspeo. Desmond bajó solo un poco el arco, ahora estaba un poco inseguro pero sabía que en el fondo nadie que estuviese en Ourobos representaba peligro.
El primer comentario le sorprendió -¿Perdón?- Cuestionó con el ceño fruncido acercándose al extraño y escuchando aquella invitación pensando que tal vez lo conocía y lo había olvidado. Lo cierto es que sí, tenía un aire familiar pero no pasaba de allí -Creo que se empieza por Hola soy el Sr. Desconocido pero te conozco y quiero hablar contigo… Sabes, una pistita de quien eres- Señalo con un movimiento de manos medio explicativo y un gesto curioso en el rostro -Soy Desmond, pero parece que ya me conoces.
Maxwell Blake
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Un silbido silencioso que marca el pasaje, confirmando el tiro. Directo al punto, precisión de flecha. Las vueltas del laberinto se cerraban en torno a sí mismas creando un círculo, una perfecta estructura de defensa cuando de líneas se habla. La hierba continuaba meciéndose, inmutable como el hombre que a pesar de las palabras mantenía su temple, un delicado balance y la gracia del tempano en plena nevada. No era cuestión de soltar la lengua a buenas y primeras, la sed de curiosidad no iba a poner términos donde su cabeza había puesto todo un plan.
Combatir batallas que no puedes ganar es la cúspide de la estupidez. Asimismo jugar al ignorante acerca de las obviedades del universo. Desde un inicio y hasta su final el mundo es de unos pocos, los elegidos para moldear la realidad como una figurilla de arcilla, frágil y reemplazable. El salmón es natural ejemplo, la energía desgastada en una pelea que tiene a la solitaria muerte como final, el frío abrazo que espera a todo ser. El orgullo por sí mismo no es razón suficiente para tirar por la borda lo poco que hace único a cada existencia. Sin motivos, el vacío prevalece, un patético estado reservado para el desprevenido o el voluntario ciego. No hay lugar a culpa, y por lo tanto tampoco de culpables. La vida es un destino cruel a la que cada ser se condena desde su inicio con pocos privilegiados siendo la excepción. Destino es el nombre que se le otorga a la fuerza invisible que gobierna cada camino, un nombre sofisticado para las sombras de aquellas manos que desde tiempos inmemoriales han manipulado los hilos a antojo y conveniencia. No hay escape o como comúnmente se dice. El precio de la libertad es la muerte.
Hay una revolución con su sentencia ya escrita.
No tenía sentido continuar por esos hilos, no de momento. Alzando el porte, marcando las alturas y con una sonrisa presente, volvió a hablar- Mi nombre es Maxwell, en algún lugar de tu memoria debería estar; no es tan común; menos aún un auténtico discípulo de tu padre. –cruzó los brazos tras la espalda en un gesto señorial, copiado directamente del libro de Stavron respecto a etiqueta - Estoy aquí por su voluntad, y la salvaguarda de ti, y tus hermanos… – Y allí llegaba el momento de la verdad, de escuchar su lado de la historia dejando completar la línea puntada; si como Catherine, se atrevería a decir que en esa isla estaba más a salvo que en cualquier sitio, o si a diferencia de ella, era capaz de ver los verdaderos matices escondidos entre verde, tomos, edificación y magia. Cada detalle siendo de suma importancia – Pero disculpa si sueno demasiado ominoso, a fin de cuentas prefiero que me veas como un íntimo amigo de la familia cuyos intereses son los vuestros. Un hombre vive de las promesas que hace. Catherine felizmente me ha dado su bienvenida…– no era una llana mentira, sino una bonita exageración de su parte. No había dicho que no- y no pude esperar el verte a ti y a tu hermano ¿En qué problemas se han metido últimamente?
Combatir batallas que no puedes ganar es la cúspide de la estupidez. Asimismo jugar al ignorante acerca de las obviedades del universo. Desde un inicio y hasta su final el mundo es de unos pocos, los elegidos para moldear la realidad como una figurilla de arcilla, frágil y reemplazable. El salmón es natural ejemplo, la energía desgastada en una pelea que tiene a la solitaria muerte como final, el frío abrazo que espera a todo ser. El orgullo por sí mismo no es razón suficiente para tirar por la borda lo poco que hace único a cada existencia. Sin motivos, el vacío prevalece, un patético estado reservado para el desprevenido o el voluntario ciego. No hay lugar a culpa, y por lo tanto tampoco de culpables. La vida es un destino cruel a la que cada ser se condena desde su inicio con pocos privilegiados siendo la excepción. Destino es el nombre que se le otorga a la fuerza invisible que gobierna cada camino, un nombre sofisticado para las sombras de aquellas manos que desde tiempos inmemoriales han manipulado los hilos a antojo y conveniencia. No hay escape o como comúnmente se dice. El precio de la libertad es la muerte.
Hay una revolución con su sentencia ya escrita.
No tenía sentido continuar por esos hilos, no de momento. Alzando el porte, marcando las alturas y con una sonrisa presente, volvió a hablar- Mi nombre es Maxwell, en algún lugar de tu memoria debería estar; no es tan común; menos aún un auténtico discípulo de tu padre. –cruzó los brazos tras la espalda en un gesto señorial, copiado directamente del libro de Stavron respecto a etiqueta - Estoy aquí por su voluntad, y la salvaguarda de ti, y tus hermanos… – Y allí llegaba el momento de la verdad, de escuchar su lado de la historia dejando completar la línea puntada; si como Catherine, se atrevería a decir que en esa isla estaba más a salvo que en cualquier sitio, o si a diferencia de ella, era capaz de ver los verdaderos matices escondidos entre verde, tomos, edificación y magia. Cada detalle siendo de suma importancia – Pero disculpa si sueno demasiado ominoso, a fin de cuentas prefiero que me veas como un íntimo amigo de la familia cuyos intereses son los vuestros. Un hombre vive de las promesas que hace. Catherine felizmente me ha dado su bienvenida…– no era una llana mentira, sino una bonita exageración de su parte. No había dicho que no- y no pude esperar el verte a ti y a tu hermano ¿En qué problemas se han metido últimamente?
La mirada de aquel hombre le recordaba a alguien que hace mucho tiempo no veía, un recuerdo borroso de una memoria entrenada. A medida que hablaba algunos recuerdos empezaban a salir a la superficie. - ¿Max?- Cuestionó con bastante sorpresa. Recordaba a Max, papá había tenido muy pocos discípulos pero él era digno de recordar porque le robaba libros de la biblioteca a su padre para dárselos a él. Había instado a leer aquellos fascículos que aún no le estaban permitidos, generando una relación basada en la picardía y la confianza. Pequeños secretos que nunca verían la luz.
-Joder, no has cambiado nada. Siempre hablando como si fueras político- Pero claro, había aprendio demasiadas cosas de su padre. Al contrario que Desmond, que lo perdió a los seis años y Altair actuó sólo como un hermano mayor, no como un padre. Era una figura que Desmond no tenía perfilada y que había llenado a base de libros y la mismísima descodificación de la biblioteca de Stavron, en la cual no avanzaba demasiado.
-¿Cate te ha dado algo felizmente? ¿Estás seguro de que era Cat?- Cuestionó riendose y avanzando hacia él. Su hermana no le había dicho nada de la llegada de Max, sólo de que harían un viaje y a Desmond no le costó mucho ir atando hilos -Bueno, Rhaegar en ninguno...Yo me fui en plan comando a crear desastres en la base de muggles para rescatar a Ian- No sabía si conocía a Ian o no, pero lo que importaba era que ese lío había estado muy genial. Al llegar a él le puso una mano en el hombro apretándolo. Sabía que era mayor que él pero le daba igual - Está bueno tenerte de vuelta por acá. ¿Eso que has dicho de salvaguarda a qué te refieres exactamente?- Preguntó bajando la mano cuando Catherine entró en su mente. Frunció brevemente el ceño, hace rato se había preparado pero le habría gustado un poco más de tiempo para arreglarse y entrenar... Y después miró a Max con una sonrisa pensando que era graciosa la forma en la que se hablaba. Creyó que la familia era menos...Política-En serio...¿Felizmente es el adjetivo que usas para describirla? No la conoces entonces- Murmuró y volvió a tomar a Max para desaparecerle de ahí e ir a encontrarse con su hermana.
-Joder, no has cambiado nada. Siempre hablando como si fueras político- Pero claro, había aprendio demasiadas cosas de su padre. Al contrario que Desmond, que lo perdió a los seis años y Altair actuó sólo como un hermano mayor, no como un padre. Era una figura que Desmond no tenía perfilada y que había llenado a base de libros y la mismísima descodificación de la biblioteca de Stavron, en la cual no avanzaba demasiado.
-¿Cate te ha dado algo felizmente? ¿Estás seguro de que era Cat?- Cuestionó riendose y avanzando hacia él. Su hermana no le había dicho nada de la llegada de Max, sólo de que harían un viaje y a Desmond no le costó mucho ir atando hilos -Bueno, Rhaegar en ninguno...Yo me fui en plan comando a crear desastres en la base de muggles para rescatar a Ian- No sabía si conocía a Ian o no, pero lo que importaba era que ese lío había estado muy genial. Al llegar a él le puso una mano en el hombro apretándolo. Sabía que era mayor que él pero le daba igual - Está bueno tenerte de vuelta por acá. ¿Eso que has dicho de salvaguarda a qué te refieres exactamente?- Preguntó bajando la mano cuando Catherine entró en su mente. Frunció brevemente el ceño, hace rato se había preparado pero le habría gustado un poco más de tiempo para arreglarse y entrenar... Y después miró a Max con una sonrisa pensando que era graciosa la forma en la que se hablaba. Creyó que la familia era menos...Política-En serio...¿Felizmente es el adjetivo que usas para describirla? No la conoces entonces- Murmuró y volvió a tomar a Max para desaparecerle de ahí e ir a encontrarse con su hermana.
Tras abandonar por fin el Moulin aparecemos directamente en la superficie de la isla Ouroboros, justo en las zonas ajardinadas cercanas al recinto del edificio principal. Sujeto un poco a Juliet nada más terminar de aparecernos, porque son muchos los que se marean la primera vez que se desaparecen. Tras unos segundos prudenciales la suelto, separándome un poco. - ¿Ves? no daba tiempo a hablar por el camino. Ahora sí, podemos hablar de mi mala pronunciación. EL profesor Tepes me va a hacer repetir la tarea otra vez, me temo. - miro alrededor sin localizar a ningún profesor o conocido. Le invito con un gesto de la cabeza y de la mano a que me acompañe, comenzando así a caminar por los jardínes de la zona en la que estábamos.
- Este es el lugar del que te hablé antes, y en el que supongo que te aceptarán. - me detengo un momento, algo pensativo. Tal vez tendría que haber pedido permiso antes de traer aquí a nadie. - No creo que te pongan pegas, hablaré con el experto en dragones. En caso de que quieras quedarte tampoco creo que se opongan, están buscando nuevos alumnos. - nos encaminamos hacia el edificio en el que vivimos los estudiantes, pensando que mi dragón debe estar por allí dentro, pero antes de seguir avanzando me encuentro con una fugaz sombra negra que nos sobrevuela.
Alzo rápidamente la cabeza al identificándolo como mi dragón, Svart. Tras unos cuantos aleteos seguidos de una especie de gruñido aterriza delante de nosotros, como cortándonos el paso. Extiende las alas antes de replegarlas, sacudiendo una pequeña ardilla que lleva entre los dientes. Ha debido tomarse en serio lo que estuvimos haciendo para entrenarlo en la caza. Me agacho para saludar al dragón, aunque antes de acercar mi mano lo tanteo para ver si está de buen humor. Debería usar palabra en su idioma, pero ahora mismo no fluyen, así que uso la lengua común, dándole la entonación amigable adecuada.
- Hola Svart, perdona por haber tardado tantos días en volver. Veo que has aprendido a cazar... ¿no te han dado de comer aquí? Mira, he traído a una compañera, se llama Juliet. - dejo un poco de espacio para que Juliet se acerque al pequeño dragón, que ahora mismo ya ha alcanzado el tamaño de un perro de los grandes. Sus ojos con brillo metálico se posan con curiosidad en la recién llegada, echando pequeñas nubecillas de humo por la nariz mientras tuerce un poco la cabeza.
- Este es el lugar del que te hablé antes, y en el que supongo que te aceptarán. - me detengo un momento, algo pensativo. Tal vez tendría que haber pedido permiso antes de traer aquí a nadie. - No creo que te pongan pegas, hablaré con el experto en dragones. En caso de que quieras quedarte tampoco creo que se opongan, están buscando nuevos alumnos. - nos encaminamos hacia el edificio en el que vivimos los estudiantes, pensando que mi dragón debe estar por allí dentro, pero antes de seguir avanzando me encuentro con una fugaz sombra negra que nos sobrevuela.
Alzo rápidamente la cabeza al identificándolo como mi dragón, Svart. Tras unos cuantos aleteos seguidos de una especie de gruñido aterriza delante de nosotros, como cortándonos el paso. Extiende las alas antes de replegarlas, sacudiendo una pequeña ardilla que lleva entre los dientes. Ha debido tomarse en serio lo que estuvimos haciendo para entrenarlo en la caza. Me agacho para saludar al dragón, aunque antes de acercar mi mano lo tanteo para ver si está de buen humor. Debería usar palabra en su idioma, pero ahora mismo no fluyen, así que uso la lengua común, dándole la entonación amigable adecuada.
- Hola Svart, perdona por haber tardado tantos días en volver. Veo que has aprendido a cazar... ¿no te han dado de comer aquí? Mira, he traído a una compañera, se llama Juliet. - dejo un poco de espacio para que Juliet se acerque al pequeño dragón, que ahora mismo ya ha alcanzado el tamaño de un perro de los grandes. Sus ojos con brillo metálico se posan con curiosidad en la recién llegada, echando pequeñas nubecillas de humo por la nariz mientras tuerce un poco la cabeza.
Un segundo antes estaba en el bar aquel, enfrascada en conversaciones que no entendía, y al siguiente estaba abrazada al moreno en mitad de unos jardines que le parecían tan gigantescos como desconocidos. El abrazo claramente duró más que lo que tardó el viaje, y sirvió un poco para ajustar en su cabeza lo que acababa de suceder. Había viajado por todos los medios, pero el tiempo y el espacio a la vez era algo totalmente nuevo.- Se te da mejor aparecer y desaparecer, claramente.- Susurró aún sorprendida por el viaje. Le soltó poco a poco, aún entusiasmada por aquel lugar.
Cuando menos lo esperó, él ya se encontraba caminando, tardando un poco en seguirle cuando vio las señales.- ¿Aceptar? - Alzó ambas cejas. Sonaba a escuela totalmente ahora que había dicho "profesor" y "aceptar". Todo quedó claro cuando dijo lo de los nuevos alumnos... En realidad no sabía si quería quedarse... No se lo había planteado. Y el experto en dragones probablemente no le enseñaría nada sobre ella misma... sonaba a psicólogo donde te ayudan a conocerte. Más que nada, no quería verse recluida de nuevo en un lugar que no conocía, que no sabía donde estaba, que no tenía ni idea de que hacían y que parecía tan utópico que sentía que no encajaba de nada en aquel lugar... Más que nada, era la última razón la que la confundía.
No tardó mucho en sus pensamientos cuando reconoció en el suelo la sombra de la figura de un dragón. No se dio cuenta de como sus labios se separaban por la incredulidad de estar frente a un dragón de verdad. Carne y hueso... Aunque cuando aterrizó era bastante más pequeño de lo que ella era en su forma dragón, no pudo evitar pensar en que sería enorme en algunos años, ayudado por la libertad de volar a donde quisiera y cazar su alimento a sus anchas. Cuando menos se dio cuenta, la chica estaba ya de rodillas en el pasto, observando aquella criatura majestuosa.
Tras la pequeña introducción que hizo el contrario, saludó al dragón con el saludo típico en la lengua que ambos hablaban.- Zu'u Shulizek.- Murmuró presentándose con el que, según recordaba, era su nombre. Según le habían dicho, sus padres siempre habían creído que sería un dragón de fuego, por lo que su nombre, sin serlo, significaba algo como "La que marchita el sol" en una traducción burda. Después terminaron cambiando el marchitar por helar, pero la intención había sido buena. Lo último que pensó la chica al ver aquel hermoso dragón era que ella también desearía ser tan joven y libre, y tan feliz como él se veía...
Cuando menos lo esperó, él ya se encontraba caminando, tardando un poco en seguirle cuando vio las señales.- ¿Aceptar? - Alzó ambas cejas. Sonaba a escuela totalmente ahora que había dicho "profesor" y "aceptar". Todo quedó claro cuando dijo lo de los nuevos alumnos... En realidad no sabía si quería quedarse... No se lo había planteado. Y el experto en dragones probablemente no le enseñaría nada sobre ella misma... sonaba a psicólogo donde te ayudan a conocerte. Más que nada, no quería verse recluida de nuevo en un lugar que no conocía, que no sabía donde estaba, que no tenía ni idea de que hacían y que parecía tan utópico que sentía que no encajaba de nada en aquel lugar... Más que nada, era la última razón la que la confundía.
No tardó mucho en sus pensamientos cuando reconoció en el suelo la sombra de la figura de un dragón. No se dio cuenta de como sus labios se separaban por la incredulidad de estar frente a un dragón de verdad. Carne y hueso... Aunque cuando aterrizó era bastante más pequeño de lo que ella era en su forma dragón, no pudo evitar pensar en que sería enorme en algunos años, ayudado por la libertad de volar a donde quisiera y cazar su alimento a sus anchas. Cuando menos se dio cuenta, la chica estaba ya de rodillas en el pasto, observando aquella criatura majestuosa.
Tras la pequeña introducción que hizo el contrario, saludó al dragón con el saludo típico en la lengua que ambos hablaban.- Zu'u Shulizek.- Murmuró presentándose con el que, según recordaba, era su nombre. Según le habían dicho, sus padres siempre habían creído que sería un dragón de fuego, por lo que su nombre, sin serlo, significaba algo como "La que marchita el sol" en una traducción burda. Después terminaron cambiando el marchitar por helar, pero la intención había sido buena. Lo último que pensó la chica al ver aquel hermoso dragón era que ella también desearía ser tan joven y libre, y tan feliz como él se veía...
- Sí, que te permitan venir por aquí. Son un poco estrictos, se supone que son ellos los que aprueban quién entra y quién. Por eso tengo que saber qué dirán cuando sepan que te he traído sin permiso. No me he dado cuenta hasta ahora, pero bah, no tiene importancia. Creo que ahora son menos estrictos que al principio, cuando sólo podías entrar aquí si ganabas el torneo Ourboros. - frunzo el ceño recordando los meses tan duros que nos hicieron pasar, entre pruebas de supervivencia y duelos. No fue fácil ser uno de los finalistas. Finalmente el dragón se lleva toda nuestra atención, que es a lo que hemos venido en un principio, para que se conozcan.
Termino por ponerme a la altura del dragón, arrodillándome en la hierba para quedar frente a frente con Svart. Juliet se me ha adelantado y ha sido la primera en adoptar esa posición, empleando la lengua de los dragones para saludar, o eso creo. En estos momentos lamento no haber dedicado más rato al estudio, que he dejado un poco de lado últimamente. Paso la mirada de Svart a Juliet, que parece fascinada al encontrarse con el oscuro ridgeback noruego.
- ¿Qué le has dicho exactamente? - interrogo a la pelirroja mientras mi dragón se acerca un poco más a ella, rozando su mano con el hocico, como si se diese cuenta de que ella pertenece a su misma especie. En ese momento vuelve el cargo de conciencia por haberlo robado del nido, pensando en cómo sería su vida si lo hubiese dejado con su familia. - Da la impresión de que se entenderá mejor contigo...no sólo por el idioma. - admito con cierto pesar, aunque sigo sin renunciar a hacer de Svart algo así como un amigo y compañero. Las palabras de Snagov siguen sonando en mi mente, sobre todo la parte de que cuando crezca puede decidir zamparme de un bocado. - Todavía tardará un poco en hablar, según me dijo el maestro. Pero entiende todo lo que le decimos. - igual que una cría de cualquier otra especie con capacidad de usar el lenguaje, la primera fase siempre es de escucha, antes de producir sus primeras palabras. - Tal vez tú podrías echarme una mano con esto de la crianza del dragón...de manera ocasional, claro. No quiero comprometer a nadie.- corrijo porque igual ha sonado a que le quiero cargar con ese responsabilidad, pero en realidad sólo quiero poder contar con alguien como ella.
Termino por ponerme a la altura del dragón, arrodillándome en la hierba para quedar frente a frente con Svart. Juliet se me ha adelantado y ha sido la primera en adoptar esa posición, empleando la lengua de los dragones para saludar, o eso creo. En estos momentos lamento no haber dedicado más rato al estudio, que he dejado un poco de lado últimamente. Paso la mirada de Svart a Juliet, que parece fascinada al encontrarse con el oscuro ridgeback noruego.
- ¿Qué le has dicho exactamente? - interrogo a la pelirroja mientras mi dragón se acerca un poco más a ella, rozando su mano con el hocico, como si se diese cuenta de que ella pertenece a su misma especie. En ese momento vuelve el cargo de conciencia por haberlo robado del nido, pensando en cómo sería su vida si lo hubiese dejado con su familia. - Da la impresión de que se entenderá mejor contigo...no sólo por el idioma. - admito con cierto pesar, aunque sigo sin renunciar a hacer de Svart algo así como un amigo y compañero. Las palabras de Snagov siguen sonando en mi mente, sobre todo la parte de que cuando crezca puede decidir zamparme de un bocado. - Todavía tardará un poco en hablar, según me dijo el maestro. Pero entiende todo lo que le decimos. - igual que una cría de cualquier otra especie con capacidad de usar el lenguaje, la primera fase siempre es de escucha, antes de producir sus primeras palabras. - Tal vez tú podrías echarme una mano con esto de la crianza del dragón...de manera ocasional, claro. No quiero comprometer a nadie.- corrijo porque igual ha sonado a que le quiero cargar con ese responsabilidad, pero en realidad sólo quiero poder contar con alguien como ella.
Le sacó una sonrisa ladina el saber que había entrado sin permiso a aquel lugar. Eso del vandalismo y la ironía eran de sus pocas alegrías.- Podemos no decirles. Nadie se dará cuenta si logramos que nadie me vea.- Susurró divertida. Le gustaba más el seguir de incógnito que tener que lidiar con gente que no sabía de qué humor estaría.- ¿Qué era ese torneo? ¿Ganaste? - Preguntó algo impresionada, aunque a saber qué les harían hacer ahí.
De alguna manera, aquel dragón tan pequeño y aparentemente indefenso le recordaba a ella misma. Sentía por él nada menos que cariño, a pesar de que habían pasado segundos desde que le había conocido. Era quizás el vínculo de la raza, y el no haber visto a ninguno en tanto tiempo. Solo Reiv le sacó un poco de su contemplación, sonriendo al ver que quizás él no podía entenderles.- Le dije mi nombre... "Yo soy Juliet", nada más.- Sonrió mientras permitía que el dragón se acercara, le oliera y lo que tuviera que hacer. Quizás le reconocería, pero había también la posibilidad de que no lo hiciera.- Es solo que... los dragones nos cuidamos entre nosotros...- Susurró suavemente, acercando la mano a la nariz del dragonzuelo con intención de que aceptara el contacto con ella. Tristemente, él aun no podía hablar. Le habría gustado saber su opinión cuando le dijera que ella era dragón. Quizás desearía poder convertirse, o quizás la juzgaría por hacerlo. De cualquier modo, la opinión de un dragón siempre era algo emocionante de escuchar.
Al escucharle pidiéndole ayuda, sonrió suavemente. Él parecía estar yendo por el buen camino, así que probablemente no necesitara más ayuda que apoyo moral.- Puedo ayudarte a ti con el idioma en lo que crece... Él aprenderá lo que tenga que aprender de sí mismo. El resto, lo que tu puedas transmitirle, será más fácil de hacer... Solo procura tratarlo como un igual y estarás bien.- Sonrió. Realmente, viéndolo cazar, con el tamaño adecuado y aún en crecimiento, no creía que hubiera algo que ella pudiera mostrar a esa pequeña criatura.- Pero si tienes alguna duda... Puedes buscarme... O decirle a él que me busque. No sé que sería más fácil, pero así al menos aprendería a rastrear algo familiar... - Sonrió, poniendo las manos en el suelo mientras acercaba su rostro al del dragón lentamente. Esperaba poder acariciarle un poco más, aunque no sabía que reacción tendría siendo este un dragón negro.
De alguna manera, aquel dragón tan pequeño y aparentemente indefenso le recordaba a ella misma. Sentía por él nada menos que cariño, a pesar de que habían pasado segundos desde que le había conocido. Era quizás el vínculo de la raza, y el no haber visto a ninguno en tanto tiempo. Solo Reiv le sacó un poco de su contemplación, sonriendo al ver que quizás él no podía entenderles.- Le dije mi nombre... "Yo soy Juliet", nada más.- Sonrió mientras permitía que el dragón se acercara, le oliera y lo que tuviera que hacer. Quizás le reconocería, pero había también la posibilidad de que no lo hiciera.- Es solo que... los dragones nos cuidamos entre nosotros...- Susurró suavemente, acercando la mano a la nariz del dragonzuelo con intención de que aceptara el contacto con ella. Tristemente, él aun no podía hablar. Le habría gustado saber su opinión cuando le dijera que ella era dragón. Quizás desearía poder convertirse, o quizás la juzgaría por hacerlo. De cualquier modo, la opinión de un dragón siempre era algo emocionante de escuchar.
Al escucharle pidiéndole ayuda, sonrió suavemente. Él parecía estar yendo por el buen camino, así que probablemente no necesitara más ayuda que apoyo moral.- Puedo ayudarte a ti con el idioma en lo que crece... Él aprenderá lo que tenga que aprender de sí mismo. El resto, lo que tu puedas transmitirle, será más fácil de hacer... Solo procura tratarlo como un igual y estarás bien.- Sonrió. Realmente, viéndolo cazar, con el tamaño adecuado y aún en crecimiento, no creía que hubiera algo que ella pudiera mostrar a esa pequeña criatura.- Pero si tienes alguna duda... Puedes buscarme... O decirle a él que me busque. No sé que sería más fácil, pero así al menos aprendería a rastrear algo familiar... - Sonrió, poniendo las manos en el suelo mientras acercaba su rostro al del dragón lentamente. Esperaba poder acariciarle un poco más, aunque no sabía que reacción tendría siendo este un dragón negro.
Dejo de mirar un momento al dragón para mirar a Juliet entre divertido y sorprendido, por su propuesta de 'ocultar' su presencia aquí. Puede que esté bromeando, no la conozco suficiente aún para saber cuando lo hace, pero al tiempo. - Hasta que decidas adoptar tu forma de dragón. Ahí el tema del ocultamiento estará un poco más complicado, ¿no crees? - comento también en tono de broma, regresando después la mirada hacia el dragón, que permanece curioso con la presencia de la chica. El tema del torneo puede parecer difícil de explicar para alguien que no haya oído hablar nunca de él, pero trato de hacerle un resumen para que se haga a la idea de lo que va.
- Fui uno de los ganadores, de los cuales apenas quedan 3 o 4. El resto no sé dónde se meten. - a saber, puede que hayan abandonado, o que los hayan matado allí abajo. Quitando Lykaios e Indira a los demás les he perdido la pista. - El Torneo Ouroboros se realiza cada cierto tiempo, por un grupo de magos llamados Los Descendientes. Vienen de familias antiguas y de renombre. Por ejemplo mi maestro. Desciende de Vlad Tepes, que era conocido como "el empalador". Era un experto en dragones, de ahí derivaba su nombre, Dracul. Pero hay muchos más, como descendientes de Morgana, de Paracelso...- no extiendo demasiado la lista porque son demasiados y no voy a nombrarlos a todos. - Se supone que querían aprendices para transmitir sus conocimientos y que no se perdiese la enseñanza de la magia. También se supone que lo hacían para protegerlos y que interviniesen en la guerra, como una manera de que actuasen pero sin intervenir ellos directamente. - paso una mano de manera distraída sobre el lomo del dragón para acariciarlo, ahora que parece que está más receptivo. Mientras sigo hablando, exponiendo también algunos de los inconvenientes que veo en este tema, aunque también me ha traído algunas ventajas. - Lo malo fue que nos metieron en un torneo de varios meses con pruebas bastante jodidas. Que si gigantes de hielo, quimeras venenosas, acertijos, inferis...y para rematar un duelo de uno contra uno. Metieron además un objeto maldito, un cetro. Potenciaba la magia al usarlo, pero daba sus problemas. - y yo, muy listo de mí, lo usé. Eso provocaba que la mano comenzase a ponerse negra, y de no hacer nada continuaba extendiéndose la maldición al resto del cuerpo. Por suerte gané y pudieron intervenir a tiempo. - Al ganar podíamos elegir quién queríamos que nos entrenase, y como yo tenía a Svart...pues elegí al especialista en dragones.- Puede que fuésemos escogidos para participar en el torneo porque teníamos alguna característica que pudiera interesarles. Con todo eso creo que ya está más que explicado el tema del torneo, así que guardo silencio unos segundos para darle tiempo a asimilar tanta información. También puede ver así que está en un sitio seguro al que puede recurrir en caso de necesitarlo.
- Tu nombre en dragón...- murmuro recordando otra vez el modo en que lo ha dicho, que ciertamente tiene algo de parecido. Ahora tengo cierta curiosidad por saber cómo sería el mío. El pequeño dragón negro se acerca más a ella, pasando su cabeza por el antebrazo de la chica, tal y como lo haría un gato. Incluso hace un ruido similar a un ronroneo, sólo que mucho más ronco, y ni la mitad de lo que hará cuando crezca. - Es una lástima que quedéis tan pocos, a pesar de cuidaros. Leí también sobre algunas guerras antiguas entre diferentes dragones, pero supongo que a día de hoy estarán todos unidos. Aunque los negros...en el pueblo de Bastion Hollow había un dragón que tenía dominados al resto. - Smaug, del cual tuve que huir cuando robé el huevo. ¿Será Svart su hijo o simplemente sería un huevo más del pequeño grupo de dragones que allí vivía?. Si no me pregunta no creo que le diga cómo lo conseguí. Y si lo hace no podría responder delante de Svart. Mentir es otra opción, pero a la larga sería mucho peor.
- Pues no me vendrían mal unas clases, sobre todo con la pronunciación. Por lo demás...llevas razón. He estado un par de semanas fuera y se las ha apañado bien sin mí. La próxima vez lo bajaré conmigo para que practique por los bosques. Esto se le quedará pequeño pronto. - acabo por sentarme sobre la hierba a lo indio, al cansarme de estar arrodillado. La idea de aprender a rastrear me gusta, puede servirle a Svart para tener alguien más a quien poder acudir, y de su especie. El dragón acerca un poco más la cabeza al rostro de Juliet cuando ella lo hace, comos si de verdad se hubiese dado cuenta de que son "iguales" y necesitase algo más de contacto. - Prueba a levantarte y llamarlo, a ver si te sigue. Y de paso podemos ir hacia el edificio de allí, para encontrarnos con más gente.
- Fui uno de los ganadores, de los cuales apenas quedan 3 o 4. El resto no sé dónde se meten. - a saber, puede que hayan abandonado, o que los hayan matado allí abajo. Quitando Lykaios e Indira a los demás les he perdido la pista. - El Torneo Ouroboros se realiza cada cierto tiempo, por un grupo de magos llamados Los Descendientes. Vienen de familias antiguas y de renombre. Por ejemplo mi maestro. Desciende de Vlad Tepes, que era conocido como "el empalador". Era un experto en dragones, de ahí derivaba su nombre, Dracul. Pero hay muchos más, como descendientes de Morgana, de Paracelso...- no extiendo demasiado la lista porque son demasiados y no voy a nombrarlos a todos. - Se supone que querían aprendices para transmitir sus conocimientos y que no se perdiese la enseñanza de la magia. También se supone que lo hacían para protegerlos y que interviniesen en la guerra, como una manera de que actuasen pero sin intervenir ellos directamente. - paso una mano de manera distraída sobre el lomo del dragón para acariciarlo, ahora que parece que está más receptivo. Mientras sigo hablando, exponiendo también algunos de los inconvenientes que veo en este tema, aunque también me ha traído algunas ventajas. - Lo malo fue que nos metieron en un torneo de varios meses con pruebas bastante jodidas. Que si gigantes de hielo, quimeras venenosas, acertijos, inferis...y para rematar un duelo de uno contra uno. Metieron además un objeto maldito, un cetro. Potenciaba la magia al usarlo, pero daba sus problemas. - y yo, muy listo de mí, lo usé. Eso provocaba que la mano comenzase a ponerse negra, y de no hacer nada continuaba extendiéndose la maldición al resto del cuerpo. Por suerte gané y pudieron intervenir a tiempo. - Al ganar podíamos elegir quién queríamos que nos entrenase, y como yo tenía a Svart...pues elegí al especialista en dragones.- Puede que fuésemos escogidos para participar en el torneo porque teníamos alguna característica que pudiera interesarles. Con todo eso creo que ya está más que explicado el tema del torneo, así que guardo silencio unos segundos para darle tiempo a asimilar tanta información. También puede ver así que está en un sitio seguro al que puede recurrir en caso de necesitarlo.
- Tu nombre en dragón...- murmuro recordando otra vez el modo en que lo ha dicho, que ciertamente tiene algo de parecido. Ahora tengo cierta curiosidad por saber cómo sería el mío. El pequeño dragón negro se acerca más a ella, pasando su cabeza por el antebrazo de la chica, tal y como lo haría un gato. Incluso hace un ruido similar a un ronroneo, sólo que mucho más ronco, y ni la mitad de lo que hará cuando crezca. - Es una lástima que quedéis tan pocos, a pesar de cuidaros. Leí también sobre algunas guerras antiguas entre diferentes dragones, pero supongo que a día de hoy estarán todos unidos. Aunque los negros...en el pueblo de Bastion Hollow había un dragón que tenía dominados al resto. - Smaug, del cual tuve que huir cuando robé el huevo. ¿Será Svart su hijo o simplemente sería un huevo más del pequeño grupo de dragones que allí vivía?. Si no me pregunta no creo que le diga cómo lo conseguí. Y si lo hace no podría responder delante de Svart. Mentir es otra opción, pero a la larga sería mucho peor.
- Pues no me vendrían mal unas clases, sobre todo con la pronunciación. Por lo demás...llevas razón. He estado un par de semanas fuera y se las ha apañado bien sin mí. La próxima vez lo bajaré conmigo para que practique por los bosques. Esto se le quedará pequeño pronto. - acabo por sentarme sobre la hierba a lo indio, al cansarme de estar arrodillado. La idea de aprender a rastrear me gusta, puede servirle a Svart para tener alguien más a quien poder acudir, y de su especie. El dragón acerca un poco más la cabeza al rostro de Juliet cuando ella lo hace, comos si de verdad se hubiese dado cuenta de que son "iguales" y necesitase algo más de contacto. - Prueba a levantarte y llamarlo, a ver si te sigue. Y de paso podemos ir hacia el edificio de allí, para encontrarnos con más gente.
Con una sonrisa divertida, asintió al pensamiento de Reiv. Ciertamente era más difícil ocultarse en modo dragón, pero los bosques ayudaban un poco.- No suelo usar esa forma a menudo, pero es cierto que no es pequeña... Aunque tampoco es tan grande como debería ser.- Y cada vez que lo pensaba, una mueca llegaba a sus labios por haber perdido algunos cuantos metros de crecimiento al estar tan encerrada en el coliseo.
Mientras escuchaba la historia que él contaba, trataba de imaginárselo. Sonaba a una especie de prueba demasiado elaborada, con cosas malditas y animales exóticos. Realmente sonaba como algo que agotaba la mente de quien llegaba al final. Si él lo había logrado, entonces quizás no sería tan inútil como había pensado... Pensamiento mismo que se le había quitado de la cabeza un rato atrás, pues eso de teletransportarse se le hacía muy guay...
Entonces... pelearon para que alguien les enseñara algo, aunque podían vivir sin eso y así evitar arriesgar sus vidas en este... lugar... que no sé donde está...- Dijo tratando de resumir un poco todo lo que había entendido, con un toque de humor, por supuesto. Eso sí, por muy draconiaco o empalador que fuera, el nombre del experto en dragones no lo había escuchado nunca. -Me cuesta tomar en serio a un experto en dragones que no sea dragón...- Por su cabeza pasó que no necesitaba más empaladores... en el coliseo había bastantes, aunque no exactamente así. Y sin embargo, aquel tema del torneo no le resultaba tan difícil de entender, aunque sí se escuchaba algo complejo.
Cuando escuchó el murmullo sobre su nombre, asintió.- La intención era que fuera "La que marchita el sol"... Shuliivek. Lo arreglé cuando nos dimos cuenta de que marchitar no era lo mío. Quedó en Shulizek... La que hela el sol... o algo así. El idioma se abre bastante a la interpretación. No es preciso, por eso aprendes a juzgar con más que solo las palabras.- Dijo, aprovechando que el dragón parecía restregarse contra ella para acariciar su barbilla. Le daba un poco de felicidad saber que también Reiv podía tocarlo y que no era gruñón como muchos otros.- Supongo que hay criaturas ariscas en todas las razas... mamá nunca se llevó bien con los amigos de papá... Los dragones negros a veces se creen la gran cosa.- Dijo acariciando el cuello del dragón con ambas manos y una sonrisa, dándole a entender al pequeño que era una broma. En un leve recuerdo de su infancia, veía a su madre despotricando por las amistades de su padre, por más inútil que fuera, así que daba por hecho que no siempre habría acuerdos entre criaturas tan temperamentales.
Oh, no sé por qué te preocupas tanto por la pronunciación. Dilo lo más grave, brusco y salvaje que puedas, sin parecer borde. Pero creo que puedo ayudarte... y ayudarle un poco con las cosas básicas.- Susurró mientras pegaba su propia frente a la del pequeño dragón, cerrando los ojos para sentir su energía, su respiración y el latido de su corazón. Él se sentía más caliente que un humano normal, aunque no era desagradable. Antes de hacerle caso al mago, sostuvo por el cuello al dragón suave pero firmemente por un par de segundos, feliz de haberle conocido. Tal vez así, pequeño, aún tenía oportunidades de ser más civilizado que los dragones negros de los que había oído.- Vale... ahí vamos.- Susurró abriendo los ojos y separándose despacio del dragón, para después levantarse y comenzar a caminar.- Rovaan, Svart... Andando. Esa ardilla no va a comerse sola.- Rió suavemente mientras caminaba sin darle la espalda al dragón, ni tampoco al chico en el pasto.
Mientras escuchaba la historia que él contaba, trataba de imaginárselo. Sonaba a una especie de prueba demasiado elaborada, con cosas malditas y animales exóticos. Realmente sonaba como algo que agotaba la mente de quien llegaba al final. Si él lo había logrado, entonces quizás no sería tan inútil como había pensado... Pensamiento mismo que se le había quitado de la cabeza un rato atrás, pues eso de teletransportarse se le hacía muy guay...
Entonces... pelearon para que alguien les enseñara algo, aunque podían vivir sin eso y así evitar arriesgar sus vidas en este... lugar... que no sé donde está...- Dijo tratando de resumir un poco todo lo que había entendido, con un toque de humor, por supuesto. Eso sí, por muy draconiaco o empalador que fuera, el nombre del experto en dragones no lo había escuchado nunca. -Me cuesta tomar en serio a un experto en dragones que no sea dragón...- Por su cabeza pasó que no necesitaba más empaladores... en el coliseo había bastantes, aunque no exactamente así. Y sin embargo, aquel tema del torneo no le resultaba tan difícil de entender, aunque sí se escuchaba algo complejo.
Cuando escuchó el murmullo sobre su nombre, asintió.- La intención era que fuera "La que marchita el sol"... Shuliivek. Lo arreglé cuando nos dimos cuenta de que marchitar no era lo mío. Quedó en Shulizek... La que hela el sol... o algo así. El idioma se abre bastante a la interpretación. No es preciso, por eso aprendes a juzgar con más que solo las palabras.- Dijo, aprovechando que el dragón parecía restregarse contra ella para acariciar su barbilla. Le daba un poco de felicidad saber que también Reiv podía tocarlo y que no era gruñón como muchos otros.- Supongo que hay criaturas ariscas en todas las razas... mamá nunca se llevó bien con los amigos de papá... Los dragones negros a veces se creen la gran cosa.- Dijo acariciando el cuello del dragón con ambas manos y una sonrisa, dándole a entender al pequeño que era una broma. En un leve recuerdo de su infancia, veía a su madre despotricando por las amistades de su padre, por más inútil que fuera, así que daba por hecho que no siempre habría acuerdos entre criaturas tan temperamentales.
Oh, no sé por qué te preocupas tanto por la pronunciación. Dilo lo más grave, brusco y salvaje que puedas, sin parecer borde. Pero creo que puedo ayudarte... y ayudarle un poco con las cosas básicas.- Susurró mientras pegaba su propia frente a la del pequeño dragón, cerrando los ojos para sentir su energía, su respiración y el latido de su corazón. Él se sentía más caliente que un humano normal, aunque no era desagradable. Antes de hacerle caso al mago, sostuvo por el cuello al dragón suave pero firmemente por un par de segundos, feliz de haberle conocido. Tal vez así, pequeño, aún tenía oportunidades de ser más civilizado que los dragones negros de los que había oído.- Vale... ahí vamos.- Susurró abriendo los ojos y separándose despacio del dragón, para después levantarse y comenzar a caminar.- Rovaan, Svart... Andando. Esa ardilla no va a comerse sola.- Rió suavemente mientras caminaba sin darle la espalda al dragón, ni tampoco al chico en el pasto.
Adele nos hace aparecer en medio del bosque. Ah no, que son unos jardines enormes. ¿Pero y esto? Miro alrededor y casi no veo el fin, me recuerda a los antiguos jardines de los reyes franceses hace siglos. "Menudo sitio..." La rubia se despide de nosotros y nos deja allí por nuestra cuenta, esperando que consigamos los tres objetivos que nos ha dado. El primero y más inminente: contactos, pasar desapercibidos, no destacar pero conseguir información y futuros aliados. No me hace gracia los enlaces que el grupo se ve obligado a formar pero en una guerra, los enemigos de mis enemigos son mis amigos, ¿no?
-Vamos, busquemos esa fiesta y 'socialicemos'.
Ando con Sharon por aquí, rumbo a los edificios más grandes, buscando la celebración sin saber que un traidor se pasea por estos mismos lares un poco más lejos.
-Vamos, busquemos esa fiesta y 'socialicemos'.
Ando con Sharon por aquí, rumbo a los edificios más grandes, buscando la celebración sin saber que un traidor se pasea por estos mismos lares un poco más lejos.
Los dragones más grandes que había visto medían más de 5 metros de altura, pero también he visto algunos no mucho más grandes que un caballo. - Ahora tengo curiosidad por ver tu forma de dragón. ¿Es que todavías tienes que crecer más? - pregunto arqueando levemente una ceja, planteándome también qué edad tendrá, ya que ellos parecen jóvenes durante más tiempo. Bajo la cabeza un poco, sonriendo mínimamente para mí mismo al darme cuenta de que siempre ando relacionándome con seres muy longevos o inmortales. Yo, un triste mortal. Hago un gesto de negación después, en referencia a que luchamos en el torneo por venir a este lugar.
- No fue por eso. Cuando vinimos aquí ni siquiera sabíamos de qué iba la cosa. Sólo nos convocaron diciendo que era un torneo especial para magos. Y yo por curiosidad y por ganas de probarme fui. Del resto nos enteramos después. - lo que dice después no me lo había planteado, lo extraño que se le hace que un mago sea experto en dragones.
- Pero también sería extraño un dragón experto en su propia especie, ¿no? Es como si uno de nosotros es experto en magos-. Tras la explicación de su nombre me parece hasta entrañable que me hable de sus padres y esa pequeña anécdota sobre los amigos de su padre, aunque supongo que ahora tras la guerra se encontrará bastante sola. Al menos tiene historias del pasado con su familia, las mías no darían ni para llenar una hoja en blanco.
Trato ahora de decir algo en dragón siguiendo sus consejos, más grave y brusco. - Tinvaak Aav? - (algo así como conversar-entrar, para decirle que sigamos la conversación dentro. En mi opinión he sonado más como un orco cabreado que como debería sonar, pero en fin, poco a poco. Me levanto de la hierba rápidamente, con una ligera vergüenza por mi mal uso del idioma. Svart no duda en seguir a Juliet, caminando tras ella a paso rápido en cuanto lo llama. Los sigo hasta ponerme a su altura, adelantándome después un poco para guiarle hacia el interior del edificio, donde nos espera cuya fecha no recordaba. Dejamos así atrás los jardínes, pero no nos cruzamos con Julian y su hermana, al menos por ahora.
- No fue por eso. Cuando vinimos aquí ni siquiera sabíamos de qué iba la cosa. Sólo nos convocaron diciendo que era un torneo especial para magos. Y yo por curiosidad y por ganas de probarme fui. Del resto nos enteramos después. - lo que dice después no me lo había planteado, lo extraño que se le hace que un mago sea experto en dragones.
- Pero también sería extraño un dragón experto en su propia especie, ¿no? Es como si uno de nosotros es experto en magos-. Tras la explicación de su nombre me parece hasta entrañable que me hable de sus padres y esa pequeña anécdota sobre los amigos de su padre, aunque supongo que ahora tras la guerra se encontrará bastante sola. Al menos tiene historias del pasado con su familia, las mías no darían ni para llenar una hoja en blanco.
Trato ahora de decir algo en dragón siguiendo sus consejos, más grave y brusco. - Tinvaak Aav? - (algo así como conversar-entrar, para decirle que sigamos la conversación dentro. En mi opinión he sonado más como un orco cabreado que como debería sonar, pero en fin, poco a poco. Me levanto de la hierba rápidamente, con una ligera vergüenza por mi mal uso del idioma. Svart no duda en seguir a Juliet, caminando tras ella a paso rápido en cuanto lo llama. Los sigo hasta ponerme a su altura, adelantándome después un poco para guiarle hacia el interior del edificio, donde nos espera cuya fecha no recordaba. Dejamos así atrás los jardínes, pero no nos cruzamos con Julian y su hermana, al menos por ahora.
Sharon Birdwhistle
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Cuando abrí los ojos estábamos en otro lugar, unos jardines de gran tamaño, Adele nos dejó allí y pusimos en marcha las misiones, yo además puse en marcha mi plan de huida en el que tendría que usar a gente en la que confiara para que me ayudara, así que mi plan era algo complicado si Julian estaba cerca. Él me sacó de mi mente y me dijo que debíamos buscar la fiesta y socializar, era cierto, había una fiesta en la que podría encontrar a alguna persona conocida o algún mercenario que me ayudara en el trabajo por un módico precio.
-Sí, será interesante...-
Murmuré con ironía, mientras le seguía de cerca esperando encontrar en la fiesta comida y personas que hicieran cualquier cosa por dinero.
-Sí, será interesante...-
Murmuré con ironía, mientras le seguía de cerca esperando encontrar en la fiesta comida y personas que hicieran cualquier cosa por dinero.
Los campos se abrían brillantes y llenos de su peculiar verdor, aunque todos los días se encontraba demasiada gente por el mismo sitio nunca me aburría, las cosas que se pueden hacer cuando manejas cuatro elementos y todo lo que se componga de ellos siempre te divertirá y esta no era la excepción. Reconocía ese sombrero de copa donde lo viera, Giordano era conocido por ser extremadamente explosivo y hablando de no solo su genio.
Da Vinci iba caminando muy ensimismado en lo que se podía ver discutía consigo mismo vaya a saber de que. Extendí mi mano derecha con la palma hacia abajo y los dedos un poco separados, la levanté hacia arriba. ceca de Giordano se levanto la tierra y se enredó en su pie. al ver trastabillar al descendiente solté una carcajada que me delató, pero es que su expresión era para quedar grabada en la memoria.
Da Vinci iba caminando muy ensimismado en lo que se podía ver discutía consigo mismo vaya a saber de que. Extendí mi mano derecha con la palma hacia abajo y los dedos un poco separados, la levanté hacia arriba. ceca de Giordano se levanto la tierra y se enredó en su pie. al ver trastabillar al descendiente solté una carcajada que me delató, pero es que su expresión era para quedar grabada en la memoria.
Aquella mañana no había comenzado muy bien, los problemas del día a día se hacen cada vez más evidentes para las personas como yo, ayer se me había quemado un poco mi pan tostado en la esquina derecha, exactamente tres centímetros de negro en mi pan y era algo que no estaba dispuesto a soportar, ya que, ¿quien en su sano juicio comía un pan quemado? Bueno, ese no es el punto, el punto es que ese día había despertado con ganas de crear algo, cualquier cosa que rellenara aquél vacío que había dejado esa tostada quemada en mi corazón, más claramente no en mi estómago ya que las obras de artes, los sonetos o las esculturas no se comían, aunque claro, hay personas extrañas que podrían comer éstas con suma facilidad, pero él no era una de esas personas, era extraño sí, pero no a tal punto, aunque la palabra extraño dependía de la persona que la definiera, ya que lo que para una persona puede ser normal para otra no... ¡Concentrate, Giordano, y no divagues más! El punto es que me había despertado con una falta de imaginación, algo no muy aceptable para alguien de mi apellido por lo que debía buscar rápidamente algo que anulara este efecto en mi ser, así me decidí a ir a los Jardines de Ouroboros ya que en la mayoría de las ocasiones en las que se me había ocurrido un invento habían sido allí, me cepillé, me peiné, blablablablá y preparado para salir lo hice, al llegar los olores de las flores no esperaron e inundaron mi nariz, algunos olores más fuertes que otros y alguno que otro que no me agradaba para nada, poco a poco mientras iba caminando por los grandes jardines encontré lo que había venido a buscar, inspiración, aquella cosa en la que se destacaban los Da Vinci desde hace generaciones era la inspiración para imaginar y consecuentemente crear esas cosas que imaginaron. Me di cuenta en ese momento que podía potenciar la potencia de la ráfaga de viento que genera mi bastón moviendo unas pocas tuercas y usando un poco de mi magia, nada complicado pero que había estado pasando por alto por mucho tiempo, así que empecé a darme un sermón a mí mismo
- ¿Como pudiste dejar pasar por alto eso cuando lo creaste, Giordano? - me pregunté -. Pues, fue una pequeña distracción, nada de lo que preocuparse.-. me respondí-. ¡Claro que hay que preocuparnos, estamos perdiendo facultades! -. Me contraataqué a mi mismo, y estuve a punto de responder a ese argumento más sentí una presencia mágica a mi alrededor y de un momento a otro me encontraba casi cayendo al piso y golpeándome contra el suelo gracias a que de la tierra había brotado una planta que se enredó en mi píe, y pensé rápidamente y descubrí que aquella presencia mágica no podía ser de otra persona que la de Adael, el único mago con esa capacidad de control de todos los elementos, por cierto, en ese momento mientras caía y detenía mi caída mediante levitación mientras me posicionaba de nuevo en el suelo pensé que podía modificar mi bastón ¡aún más! para hacer que la tierra respondiera a la magia que expulsaba y atraer consigo parte de la tierra que tocara, pero eso ya sería más adelante, en ese momento debía de reprender a aquél muchacho que había atentado contra mi reputación, nadie podía ver caer a un Da Vinci, los Da Vinci veían caer a las personas.
Busqué con la mirada al otro Descendiente que había expulsado de su boca una risa estruendosa, no tardé mucho en localizarlo, lo miré fijamente y aparecí detrás de él repentinamente mediante el uso de la magia que tanto me gustaba, aún él sin reaccionar en su totalidad me daba la espalda así que hice que mi bastón repulsor sacara una pequeña ráfaga de vientos que empujaron al Descendiente unos cuantos metros hacia adelante-. ¿Aún tras tanto tiempo no has aprendido que no te debes meter con un Da Vinci?-. le preguntó con un tono algo arrogante, había combatido fuego con fuego, bueno, en realidad tierra con tierra en este caso. Solté una carcajada cuando vi como el otro Descendiente salía despedido gracias a la fuerza de los vientos de mi bastón repulsor, mi primer invento y del que estoy más orgulloso. Espero que el Descendiente de Moises no se lo tome tan mal, simplemente estoy jugando y no quiero una batalla en la que seguramente ganaría, además que él había comenzado, y nadie, absolutamente nadie, se metía con un Da Vinci.
- ¿Como pudiste dejar pasar por alto eso cuando lo creaste, Giordano? - me pregunté -. Pues, fue una pequeña distracción, nada de lo que preocuparse.-. me respondí-. ¡Claro que hay que preocuparnos, estamos perdiendo facultades! -. Me contraataqué a mi mismo, y estuve a punto de responder a ese argumento más sentí una presencia mágica a mi alrededor y de un momento a otro me encontraba casi cayendo al piso y golpeándome contra el suelo gracias a que de la tierra había brotado una planta que se enredó en mi píe, y pensé rápidamente y descubrí que aquella presencia mágica no podía ser de otra persona que la de Adael, el único mago con esa capacidad de control de todos los elementos, por cierto, en ese momento mientras caía y detenía mi caída mediante levitación mientras me posicionaba de nuevo en el suelo pensé que podía modificar mi bastón ¡aún más! para hacer que la tierra respondiera a la magia que expulsaba y atraer consigo parte de la tierra que tocara, pero eso ya sería más adelante, en ese momento debía de reprender a aquél muchacho que había atentado contra mi reputación, nadie podía ver caer a un Da Vinci, los Da Vinci veían caer a las personas.
Busqué con la mirada al otro Descendiente que había expulsado de su boca una risa estruendosa, no tardé mucho en localizarlo, lo miré fijamente y aparecí detrás de él repentinamente mediante el uso de la magia que tanto me gustaba, aún él sin reaccionar en su totalidad me daba la espalda así que hice que mi bastón repulsor sacara una pequeña ráfaga de vientos que empujaron al Descendiente unos cuantos metros hacia adelante-. ¿Aún tras tanto tiempo no has aprendido que no te debes meter con un Da Vinci?-. le preguntó con un tono algo arrogante, había combatido fuego con fuego, bueno, en realidad tierra con tierra en este caso. Solté una carcajada cuando vi como el otro Descendiente salía despedido gracias a la fuerza de los vientos de mi bastón repulsor, mi primer invento y del que estoy más orgulloso. Espero que el Descendiente de Moises no se lo tome tan mal, simplemente estoy jugando y no quiero una batalla en la que seguramente ganaría, además que él había comenzado, y nadie, absolutamente nadie, se metía con un Da Vinci.
Ver la cara de Giordano al caer fue lo mas desternillante, pero cuando se freno con levitación no fue tan divertido igual ya no podía dejar de reír, lo que sí lo sorprendió fue cuando desapareció y apareció detrás de el la risa se apago de momento mientras se sentía impulsado por aquella ráfaga de viento. Al ser Adael tan distraído a duras penas pudo frenar el golpe de la caida con un poco de aire. Se levantó sacudiendo la tierra de sus pantalones, y respirando un poco pesado. una sonrisa salió de su boca, sabía que aunque Da Vinci no estaba buscando pelea sería un juego bastante divertido, alzó su cara para que el mago viera que todo era en juego y lo miró con ojos de juego. levanto una mano y salio de los prados se levantó un poco de tierra, luego la otra y sacó un poco de agua. Los mezcló y en nada enía una bola de barro, la cual dirigió a su compañero descendiente y detuvo centimetros antes de su cara, la elevó y la dejo caer con un SPLAT que le mancho el sombrero. Las carcajadas resonaron nuevamente por todo el jardín. Giordano y el se habían conocido por Cat y le caía bien, al fin y al cabo su personalidad era muy extraña, pero sabía divertirse muy a su forma.
Se quedo esperando la reacción del descendiente de Da Vinci, esperaba que supiera comprender la situación y no le diera una de sus locuras de cuando en cuando -Vamos Giordano, que te has quedado un poco manchado.- Soltó una sonrisa burlona y esperó.
Se quedo esperando la reacción del descendiente de Da Vinci, esperaba que supiera comprender la situación y no le diera una de sus locuras de cuando en cuando -Vamos Giordano, que te has quedado un poco manchado.- Soltó una sonrisa burlona y esperó.
La risa de Adael me irrita en ciertas ocasiones, bueno, ¿saben esas risas tan estruendosas que hacen que tus oídos piten? Pues mas o menos así eran las risas de aquél Descendiente del hombre que separó en dos las aguas del mar rojo y creó un camino para que su gente pasara, otra cosa que siempre me ha irritado en los Descendientes es el desperdicio de sus poderes, mientras que su ancestro separaba mares él creaba montículos de tierra para hacer tropezar a la gente, qué gran uso del poder, eh. Los Descendientes deben de tomarme como ejemplo, yo me mantengo creando inventos para la mejoría de la humanidad como hombre no razonable que soy, yo no trato de adaptarme al mundo, trato de que el mundo se adapte a mí, y es por eso que lo he mejorado tanto. Y así deberían de ser todos, tratando siempre de mejorar el mundo, tratando de lograr un mundo donde todos puedan vivir en paz, algo inalcanzable, puesto que el humano siempre buscará mejorar lo que tiene.
Vi como Adael se levantaba con el aire que expulsó de su cuerpo y la sonrisa de mi rostro se borró dejándolo solo paso a una expresión de aburrimiento. La sonrisa del otro descendiente me irritó aún más, mi objetivo no era más que hacer aburrido sus intentos de reírse por lo que me frustra en su totalidad el no poder lograrlo. Enfrascado en mis pensamientos no me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Al parecer Adael está decidido a no dejar que vague como cualquier otra persona rara por los grandes jardines que simulaban a aquellos jardines de Babilonia, no podía dejarme vagar a pesar de que no estaba perdido, Adael no podía dejarme mirar al piso para yo poder dejarlo a mirar al cielo donde se la pasaba viviendo la mayoría del tiempo, algo que era malo, ya que era mejor simplemente mirar al cielo. Y es por eso que la bola de barro estaba frente a mí atentando contra lo limpio que tenía mi cara en ese momento y que no muy seguido estaba así gracias a los constantes experimentos que siempre hago. No pude reaccionar totalmente y vi con molestia como la bola de barro impactaba contra mi sombrero manchándolo más por suerte éste tenía un lavado y secado instantáneo por lo que segundos después se encontraba intacto.
Pensé en los elementos que puede controlar Adael, pensé en cómo podía implementar éstos a su bastón y los experimentos que más tarde habría de probar en éste, pensé en el aire de los tornados que ya de por sí estaba implementado en mi bastón, pensé en la tierra y en el mecanismo que ya había pensado para que la tierra se levantara y yo poderla controlar a gusto, pensé en el agua y en cómo podía implementar éste elemento a mi bastón, y pensé en el fuego... E instantáneamente recordé la reunión al pensar en la pira funeraria de Kira que había sido asesinada recientemente. Y recordé que por eso no había muchas personas en ese momento en los jardines, muchos estaban asustados, había una reunión dentro de poco. No había tiempo para juegos, debían de ir a la reunión. - Adael... Hoy hay una reunión, lo había olvidado... vamos...-. Dije con la mirada sombría mirando al piso, le di la espalda sin intención de seguir aquél acto burlesco que antes hacían, me encontré serio a mi mismo dándole la espalda para caminar lentamente a la reunión, la muerte no era un chiste.
Vi como Adael se levantaba con el aire que expulsó de su cuerpo y la sonrisa de mi rostro se borró dejándolo solo paso a una expresión de aburrimiento. La sonrisa del otro descendiente me irritó aún más, mi objetivo no era más que hacer aburrido sus intentos de reírse por lo que me frustra en su totalidad el no poder lograrlo. Enfrascado en mis pensamientos no me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Al parecer Adael está decidido a no dejar que vague como cualquier otra persona rara por los grandes jardines que simulaban a aquellos jardines de Babilonia, no podía dejarme vagar a pesar de que no estaba perdido, Adael no podía dejarme mirar al piso para yo poder dejarlo a mirar al cielo donde se la pasaba viviendo la mayoría del tiempo, algo que era malo, ya que era mejor simplemente mirar al cielo. Y es por eso que la bola de barro estaba frente a mí atentando contra lo limpio que tenía mi cara en ese momento y que no muy seguido estaba así gracias a los constantes experimentos que siempre hago. No pude reaccionar totalmente y vi con molestia como la bola de barro impactaba contra mi sombrero manchándolo más por suerte éste tenía un lavado y secado instantáneo por lo que segundos después se encontraba intacto.
Pensé en los elementos que puede controlar Adael, pensé en cómo podía implementar éstos a su bastón y los experimentos que más tarde habría de probar en éste, pensé en el aire de los tornados que ya de por sí estaba implementado en mi bastón, pensé en la tierra y en el mecanismo que ya había pensado para que la tierra se levantara y yo poderla controlar a gusto, pensé en el agua y en cómo podía implementar éste elemento a mi bastón, y pensé en el fuego... E instantáneamente recordé la reunión al pensar en la pira funeraria de Kira que había sido asesinada recientemente. Y recordé que por eso no había muchas personas en ese momento en los jardines, muchos estaban asustados, había una reunión dentro de poco. No había tiempo para juegos, debían de ir a la reunión. - Adael... Hoy hay una reunión, lo había olvidado... vamos...-. Dije con la mirada sombría mirando al piso, le di la espalda sin intención de seguir aquél acto burlesco que antes hacían, me encontré serio a mi mismo dándole la espalda para caminar lentamente a la reunión, la muerte no era un chiste.
Giordano sale a la reunión.
Era imposible divertirse con Giordano, es que siempre tenía una amarga solución para todo, la sonrisa se me borró rápidamente, pero mi mente siguió maquinando las formas de poder burlarme sin que el lo pudiera solucionar, al fin y al cabo yo era el que controlaba los cuatro elementos y nadie podía ganarme en eso, no podría dejar que me volviera a atacar con mis armas, menos con el viento. Mis pensamientos vagaron en las formas de combinar los elementos, la alquimia, aunque parece que Giordano no lo creyera yo también buscaba la forma de mejorar mis poderes, nunca se sabía cuando se iban a necesitar mis habilidades.
La cara de Da Vinci se sumió en pensamientos y me di cuenta en ese momento que el juego se había acabado antes de comenzar, entonces me di la vuelta antes de escuchar la voz del descendiente recordando la reunión que estaba planeada, a la cual no tenía ninguna intención de asistir hasta que vi la cara de mi compañero. Mis pies se detuvieron y di la vuelta si, vamos. caminé hacia el lado de Giordano y caminamos a la reunión.
La cara de Da Vinci se sumió en pensamientos y me di cuenta en ese momento que el juego se había acabado antes de comenzar, entonces me di la vuelta antes de escuchar la voz del descendiente recordando la reunión que estaba planeada, a la cual no tenía ninguna intención de asistir hasta que vi la cara de mi compañero. Mis pies se detuvieron y di la vuelta si, vamos. caminé hacia el lado de Giordano y caminamos a la reunión.
Ashlyn Mandela
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Estaba furiosa, muy furiosa. La rabia me cegaba, aunque aún estaba en el límite de controlar mis poderes. La incertidumbre de saber qué le había pasado a mi hermana Kira y el ansia de venganza me movió imperturbable durante todo el viaje a Inglaterra. Había hecho todo el viaje volando en medio de la tormenta que se desataba a mi alrededor. Estaba segura de que el mundo no había visto una tormenta así en muchos años. Y la había estado arrastrando por medio planeta, desde Sudáfrica. Estaba ya agotada pero no importaba, como ya había dicho... estaba furiosa. Y para no estarlo después de ver morir a Kira en el muñeco vudú que ésta me regaló, lo cual es la mayor muestra de confianza que te puede dar un practicante de vudú. El dolor y la impotencia de ver el muñeco palidecer y sangrar en mis manos sin que pudiera hacer nada... el ver morir a la persona que más quieres y aprecias en el mundo sin poder hacer otra cosa que llorar. Si alguien había sido responsable de su muerte... iba a pagarlo muy caro.
Conforme me acercaba a la Isla flotante de Ouroboros, situada justo donde mi hermana me había dicho, mi estado de animo se recrudeció, empeorando la tormenta que ahora bien se podría considerar un huracán de categoría 5. Todo el país se iba a tragar la tormenta del siglo... Vi la isla en todo su conjunto debajo de mí. Una enorme masa de tierra flotante sostenía varios edificios del tamaño de castillos. Varios edificios más pequeños y unos jardines impresionantes rodeaban las edificaciones hasta llegar al borde de la isla. No estaba acostumbrada a la arquitectura y diseños europeos y se me hacían raros de ver, pero he de admitir que me resultó impresionante, precioso. Era el sitio más bonito que había visto nunca. Inmediatamente me enamoré del lugar, ahora no me extrañaba que Kira se hubiera vinculado tanto a la isla flotante. La vista me calmó un poco y como me daba pena estropear los preciosos jardines con mi tormenta situé el ojo del huracán, la parte más estable (aunque aún así seguía siendo una tormenta en toda regla), encima de la isla.
Bajé un poco de altura hasta situarme encima de los jardines y... no sabía muy bien dónde ir. Kira me había dicho dónde estaba la isla e incluso me la había descrito pero ahora no recordaba nada concreto. No sabía donde podían estar el resto de los Descendientes ni por dónde empezar a investigar qué le había pasado a mi hermana. Había empezado el viaje por pura cabezonería sin planificar nada y ahora me encontraba con esto... me enfadé aún más conmigo misma por haber vuelto a caer en la impaciencia y haber hecho las cosas sin pensar, ¡maldita sea! Me sentía estúpida, confusa, cabreada e impotente.
Presa de la vergüenza de estar ahí como un pasmarote, convoqué a los espíritus de a mi alrededor e hice que extienderan mi voz cargada de rabia y odio, impulsados por los vientos, por todos los rincones, para que todo el mundo presente en la isla lo escuchara.
- Me presento, me llamo Ashlyn Mandela, hermana de la difunta Kira Mandela, descendientes de Nelson Mandela de Sudáfrica. Soy la causante de ésta tormenta y he venido aquí a esclarecer las causas de la muerte de mi hermana. No me voy a ir de aquí hasta averiguar lo que ha pasado y, si es necesario, ejecutar mi venganza.- no se me ocurrió hasta ese momento que si la habían asesinado, los culpables podían seguir presentes en la isla, pero me daba igual, que se acojonaran, así aprenderían a no enfadar a la tormenta.- ¡Exijo hablar con los Descendientes y que éstos me den una explicación de lo ocurrido!- hice una pausa.- ¡Y si alguien se atreve a interponerse en mi camino...!.- Y dejé que los truenos hablaran por mí.
Me coloqué levitando sobre los jardines, dando la cara a las principales edificaciones, esperando a que alguien saliera a recibirme o se me invitara a pasar. En otras circunstancias habría viajado con mi hermana a Ouroboros tranquila, sonriente, hubiese conocido a todos encantada y feliz y habría enarbolado la mejor de mis sonrisas... y ójala hubiese sido así.
Conforme me acercaba a la Isla flotante de Ouroboros, situada justo donde mi hermana me había dicho, mi estado de animo se recrudeció, empeorando la tormenta que ahora bien se podría considerar un huracán de categoría 5. Todo el país se iba a tragar la tormenta del siglo... Vi la isla en todo su conjunto debajo de mí. Una enorme masa de tierra flotante sostenía varios edificios del tamaño de castillos. Varios edificios más pequeños y unos jardines impresionantes rodeaban las edificaciones hasta llegar al borde de la isla. No estaba acostumbrada a la arquitectura y diseños europeos y se me hacían raros de ver, pero he de admitir que me resultó impresionante, precioso. Era el sitio más bonito que había visto nunca. Inmediatamente me enamoré del lugar, ahora no me extrañaba que Kira se hubiera vinculado tanto a la isla flotante. La vista me calmó un poco y como me daba pena estropear los preciosos jardines con mi tormenta situé el ojo del huracán, la parte más estable (aunque aún así seguía siendo una tormenta en toda regla), encima de la isla.
Bajé un poco de altura hasta situarme encima de los jardines y... no sabía muy bien dónde ir. Kira me había dicho dónde estaba la isla e incluso me la había descrito pero ahora no recordaba nada concreto. No sabía donde podían estar el resto de los Descendientes ni por dónde empezar a investigar qué le había pasado a mi hermana. Había empezado el viaje por pura cabezonería sin planificar nada y ahora me encontraba con esto... me enfadé aún más conmigo misma por haber vuelto a caer en la impaciencia y haber hecho las cosas sin pensar, ¡maldita sea! Me sentía estúpida, confusa, cabreada e impotente.
Presa de la vergüenza de estar ahí como un pasmarote, convoqué a los espíritus de a mi alrededor e hice que extienderan mi voz cargada de rabia y odio, impulsados por los vientos, por todos los rincones, para que todo el mundo presente en la isla lo escuchara.
- Me presento, me llamo Ashlyn Mandela, hermana de la difunta Kira Mandela, descendientes de Nelson Mandela de Sudáfrica. Soy la causante de ésta tormenta y he venido aquí a esclarecer las causas de la muerte de mi hermana. No me voy a ir de aquí hasta averiguar lo que ha pasado y, si es necesario, ejecutar mi venganza.- no se me ocurrió hasta ese momento que si la habían asesinado, los culpables podían seguir presentes en la isla, pero me daba igual, que se acojonaran, así aprenderían a no enfadar a la tormenta.- ¡Exijo hablar con los Descendientes y que éstos me den una explicación de lo ocurrido!- hice una pausa.- ¡Y si alguien se atreve a interponerse en mi camino...!.- Y dejé que los truenos hablaran por mí.
Me coloqué levitando sobre los jardines, dando la cara a las principales edificaciones, esperando a que alguien saliera a recibirme o se me invitara a pasar. En otras circunstancias habría viajado con mi hermana a Ouroboros tranquila, sonriente, hubiese conocido a todos encantada y feliz y habría enarbolado la mejor de mis sonrisas... y ójala hubiese sido así.
Abandono la sala de reuniones, cruzando el vestíbulo para salir al exterior, a la zona de jardines que hay frente a uno de los edificios principales. Una violenta tormenta se ha desatado en la zona, haciendo que todo vuele alrededor, hojas, pequeños trozos de ramas, etc... tapo un poco mi rostro para evitar que se me metan en los ojos, entornando la mirada antes de fijarla en la joven de cabello blanco y piel oscura que levita en el aire.
Al gritar su nombre a los cuatro vientos (incluido el apellido), es fácil supone lo que viene a buscar. La hermana pequeña de Kira. ¿ Cómo no habíamos pensado antes en ella? Si ha sabido llegar hasta la isla es porque ya ha estado aquí antes, lo que no sé es quién le ha dado la noticia.
Bajo la mano de mis ojos lentamente, mirándola con cierta lástima. Puedo entender que esté furiosa, triste, con ganas de destrozarlo todo. Y lo peor es que no tenemos ninguna explicación válida. - Un lo siento no sirve. Pero te aseguro que estamos en el mismo barco, estamos tratando de encontrar al culpable o los culpables. - la insto a bajar para que podamos hablar mejor, esperando que se calme un poco. Prefiero no darle detalles escabrosos por ahora.
- También has de entender que ahora ocuparás tú el puesto de tu hermana, al ser la última descendiente de la línea. Formarás parte del consejo, pero eso será más tarde. Primero tenemos que resolver el asesinato de Kira. -
Al gritar su nombre a los cuatro vientos (incluido el apellido), es fácil supone lo que viene a buscar. La hermana pequeña de Kira. ¿ Cómo no habíamos pensado antes en ella? Si ha sabido llegar hasta la isla es porque ya ha estado aquí antes, lo que no sé es quién le ha dado la noticia.
Bajo la mano de mis ojos lentamente, mirándola con cierta lástima. Puedo entender que esté furiosa, triste, con ganas de destrozarlo todo. Y lo peor es que no tenemos ninguna explicación válida. - Un lo siento no sirve. Pero te aseguro que estamos en el mismo barco, estamos tratando de encontrar al culpable o los culpables. - la insto a bajar para que podamos hablar mejor, esperando que se calme un poco. Prefiero no darle detalles escabrosos por ahora.
- También has de entender que ahora ocuparás tú el puesto de tu hermana, al ser la última descendiente de la línea. Formarás parte del consejo, pero eso será más tarde. Primero tenemos que resolver el asesinato de Kira. -
Ashlyn Mandela
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Una mujer alta y bastante atletica sale por la puerta de uno de los edificios principales. La reconozco por las imagenes que me mostraba Kira, es Helena Paracelso. Mi hermana decía que era... poco empática. Y lo demostró. "Estamos tratando de encontrar al culpable o los culpables". Esas palabras se me clavaron como agujas en el corazón. Me lo esperaba, era una posibilidad, pero aún asi albergaba la esperanza de que su muerte no hubiese sido violenta o como mucho un accidente desafortunado... pero sus palabras no daban a entender eso. Para colmo me suelta que ahora debo ocupar su puesto y formar parte del consejo. No había venido a por eso, no me interesaba nada su mierda de consejo... "Primero tenemos que resolver el asesinato de Kira."...
Y me descontrolé. Mis pupilas se volvieron completamente blancas, el viento agitó y elevó mi cabello por encima de la cabeza y alcé los brazos inconscientemente. Las cicatrices espirituales de mi mejilla empezaron a brillar conforme los espíritus me controlaban a mí y me usaban de recipiente para sus propios intereses. El huracán se recrudeció y superó con creces cualquier criterio de clasificación existente. El viento azotaba los edificios con furia y los rayos no paraban de caer a ese pedazo de tierra en medio del aire y desde allí al suelo terrestre. La destrucción sin control ni contemplaciones había comenzado.
Pero al fin y al cabo, el vínculo con los espíritus era mágico, y como tal requería magia para mantenerlo. Y me había llevado días viajando, manteniendo la tormenta para poder volar hacia Inglaterra, lo cual me había llevado al límite de mis fuerzas y mi poder. Llegados al punto del mazazo que fue descubrir que mi hermana había sido asesinada, el descontrol de mis poderes y el aumento de energía que supuso terminó por agotarme del todo y dejarme exhausta, dejándome casi inconsciente y dando fin a la tormenta.
Caí como una piedra sobre los jardines. El golpe me dejó un momento sin respiración, aunque por suerte fue sobre unos arbustos que amortiguaron un poco la caida. Estaba hecha polvo, dolorida, no podía moverme, el cansancio terminó paralizándome el cuerpo. Sólo era capaz de sostener el muñeco vudú de mi hermana en una mano... y de llorar. Y así, llorando, terminé de quedarme inconsciente.
Y me descontrolé. Mis pupilas se volvieron completamente blancas, el viento agitó y elevó mi cabello por encima de la cabeza y alcé los brazos inconscientemente. Las cicatrices espirituales de mi mejilla empezaron a brillar conforme los espíritus me controlaban a mí y me usaban de recipiente para sus propios intereses. El huracán se recrudeció y superó con creces cualquier criterio de clasificación existente. El viento azotaba los edificios con furia y los rayos no paraban de caer a ese pedazo de tierra en medio del aire y desde allí al suelo terrestre. La destrucción sin control ni contemplaciones había comenzado.
Pero al fin y al cabo, el vínculo con los espíritus era mágico, y como tal requería magia para mantenerlo. Y me había llevado días viajando, manteniendo la tormenta para poder volar hacia Inglaterra, lo cual me había llevado al límite de mis fuerzas y mi poder. Llegados al punto del mazazo que fue descubrir que mi hermana había sido asesinada, el descontrol de mis poderes y el aumento de energía que supuso terminó por agotarme del todo y dejarme exhausta, dejándome casi inconsciente y dando fin a la tormenta.
Caí como una piedra sobre los jardines. El golpe me dejó un momento sin respiración, aunque por suerte fue sobre unos arbustos que amortiguaron un poco la caida. Estaba hecha polvo, dolorida, no podía moverme, el cansancio terminó paralizándome el cuerpo. Sólo era capaz de sostener el muñeco vudú de mi hermana en una mano... y de llorar. Y así, llorando, terminé de quedarme inconsciente.
Contenido patrocinado
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.