Jardines & áreas verdes

La reacción de Ashlyn no se hace esperar, puede que yo haya tenido muy poco tacto al soltarle así lo de su hermana. Es más, ni siquiera sé si sabe que ha sido asesinada o si sólo se ha enterado de que ha muerto. Me doy cuenta tarde, demasiado tarde. Su furia ya se ha desatado sobre la isla, su poder comienza a fluir sin control. Jamás vi así a Kira, pero también es cierto que nunca tuvo que enfurecerse tanto por nada. Me doy cuenta que es inútil pedirle que se calme, ni siquiera creo que me esté escuchando. Sus pupilas en blanco podrían indicar que está en trance o algo así, dudo que nada ni nadie pueda hacerla entrar en razón.

Una brutal tormenta comienza a descargar sobre la isla, un temible huracán comienza a girar vertiginosamente, amenazando con destruir los edificios. Varios edificios comienzan a sufrir daños en ventanas y puertas, alguna cornisa se desploma. Tengo que usar mi alquimia para modificar una de las paredes más próximas de modo que se combe sobre mí para cubrirme y protegerme un poco de la destrucción. Los rayos parten algún árbol, por suerte no hay nadie en el exterior ahora mismo como para alcanzarlo. La tormenta debe estar sintiéndose también en tierra, aunque no sé en que punto exactamente.

- ¡Detente! ¡Si sigues así va a salir herida mucha gente! ¡Kira no habría querido eso!  - trato de apelar a sus sentimientos, esperando que le llegue mi voz a pesar del estruendo de la tormenta. Dudo sobre si debería golpearla con una piedra en la cabeza o algo para que caiga y deje de hacer eso, pero ella misma cae agotada por el esfuerzo y las emociones. La tormenta amaina en la isla cuando la chica pierde el conocimiento, el huracán puede que se haya marchado a tomar tierra en Inglaterra...

Corro hacia la joven que está tirada en el suelo, arrodillándome  a su lado al alcanzarla. La chica presenta signos que evidencian que ha llorado. No puedo evitar sentir lástima por ella, demasiado joven para tener que pasar por esto. También siento rabia e impotencia por no poder presentarle al culpable para que haga lo que quiera con él. Si se quiere vengar no voy a detenerla. Poso una mano en su hombro para moverla suavemente, esperando que espabile. Si no despierta tocará avisar al galeno. Algunos habitantes de la isla comienzan a asomarse, por las ventanas, por las puertas...parecen temerosos. - Aquí no hay nada que ver, dispersaos. - más tarde explicaremos lo sucedido. Ahora prefiero hablar con ella a solas.

No se si lo que vi estando inconsciente era solo un sueño o realmente el espíritu de mi hermana, pero ahí estaba. Nos encontrabamos en la orilla de un lago que había cerca de nuestra casa, en Sudáfrica. Me acerqué a ella con temor. Sabía que estaba muerta y que yo estaba en Ouroboros, no era real pero... lo parecía... y la echaba tanto de menos. Ella me sonrió e inclino un poco la cabeza hacia un lado. Levantó una mano e hizo un gesto de despedida mientras se desvanecía en el aire. No la seguí ni intenté evitarlo. Sabía que lo mejor era que los espíritus se marcharan en paz. Me arrodillé en el suelo y agache la cabeza, llorando.

La tierra tembló, el aire se distorsionó. Alguien movía mi cuerpo. Parece ser que si que estaba en el mundo de los espíritus... Volví a mi cuerpo material después de que Helena me sacudiese el hombro esperando que espabilara. Giré sobre mi misma y me quedé boca arriba con los ojos aún cerrados. No había sido un sueño. Parecía que Kira había esperado a que llegara a Inglaterra para pasar a mejor vida. Nunca me habían interesado la política, ni la enseñanza ni ninguna de las responsabilidades que conllevaban ser una Descendiente, pero las cosas habían cambiado. Ahora debía continuar el legado de mi hermana para que su espíritu pudiera descansar en paz. No lo haría por mi, lo haría por ella. Y me vengaría. Mataría a los que le habían privado de vivir.

Sonreí, no pude evitarlo. Para otras culturas la pérdida de un ser querido debía conllevar un luto. Pero en nuestra cultura chamanica, el hecho de ver un espíritu humano desvincularse del mundo material era de gran alegría ya que éste al fin podría descansar por el resto de la eternidad. Sonreí de alegría mientras las lágrimas se escapaban de mis párpados cerrados. De alegría porque Kira hallaría la paz. Y lloraba de la tristeza de pensar que no la volvería a ver nunca más.

Abrí los ojos y vi a Helena postrada delante de mí, preocupada. Intenté moverme pero apenas era capaz por culpa del cansancio. Conseguí levantar la mano en la que llevaba el muñeco vudú de mi hermana e incliné la cabeza para mirarlo. Había recuperado su forma y color originales, lo cual confirmaba que el espíritu de Kira había pasado a mejor vida. Sonreí aun más mirando el muñeco mientras las lágrimas seguía escapándose sin control. -Adios mi querida Kira. Descansa.- dije mirando al muñeco.- Me gustaría enterrar el muñeco vudú de mi hermana dónde la hayais enterrado... o esparcido sus cenizas.-giré mi cabeza y me dirigí a Helena, sin dejar de sonreir y llorar.- Y también saber con todo lujo de detalles lo que le pasó...- hice una pausa, me costaba hasta hablar, estaba hecha polvo.- Y tampoco estaría mal un lugar para descansar y poder hablar tranquila, estoy exhausta y este arbusto no es muy cómodo que digamos.- intenté incorporarme pero no fui capaz, me faltaban las fuerzas. Cerré los ojos y apoyé mi cabeza contra el suelo. Que vergüenza, menuda escenita había montado. Mi hermana no habría estado orgullosa, seguro que me habría echado la bronca. Y luego a escondidas seguro que se habría echado a reir.

-Y si no te importa llevarme... no tengo fuerzas ni para levantarme. Y... siento mucho haberos importunado sin aviso... y los destrozos que he causado.- terminé diciendole a Helena, avergonzada.

El muñeco vudú que sujeta Ashlyn me provoca un pequeño escalofrío, más cuando se refiere a ella como si fuese su hermana, como si tuviese alguna conexión con su espíritu. Aparto la mirada del muñeco, pasando a mirarla a ella. Asiento a su deseo respecto a lo de enterrar el muñeco con Kira, aclarando lo que se hizo con ella. - Sus cenizas se esparcieron en los cuatro puntos cardinales de la isla...tendrás que elegir uno para dejar el muñeco. Puedes hacer lo que desees.- esa parte es fácil de cumplir, no debería ser difícil contentarla. Lo malo es cuando pide todo lujo de detalles sobre la muerte de su hermana. Tenso los labios algo incómoda, dudando si contarle todo lo sucedido. La escena era demasiado macabra.

- No te va a gustar la verdad. Pero tienes derecho a saberla.- evoco la fatídica noche del asesinato, la imagen quedará grabada en mi mente por mucho tiempo. Puede que para siempre, aunque haya creído olvidarla. - Se estaba celebrando una fiesta, varios miembros del consejo con habitantes de la isla. Había estudiantes, refugiados...un poco de todo. De repente escuchamos un fuerte estruendo, algo se estampó contra la puerta. Comenzó a filtrarse sangre por la rendija del suelo. Al abrir encontramos a Kira, clavada contra la puerta. La bajamos enseguida, pero ya estaba muerta. - hago una pequeña pausa, consciente del dolor que deben causarle mis palabras. Bajo la cabeza negando con expresión seria. - Tuvo que ser alguien con acceso a la isla. Lo que no sabemos es si fue alguien que trajimos nosotros o si alguno de los que trajimos coló a los posibles asesinos o asesino. También investigaremos en el consejo. - todas las líneas de investigación quedan abiertas, es lo mejor.

Accedo a ayudarla cuando intenta hacerlo sin éxito tras pedir un lugar en el que descansar. La sujeto por el brazo para que se mantenga en pie, comenzando a caminar con ella muy despacio. -Te llevaremos al edificio en el que viven el resto de miembros, pero pondremos vigilancia. Por si acaso es algo en contra de tu familia. - buena manera de que se sienta segura...por la otra punta. - No te preocupes por los destrozos, entre la variedad de habilidades que tenemos lo arreglaremos pronto, relativamente. La furia ha desatado tus poderes de una manera que jamás vi en Kira. ¿Has llevado algún tipo de entrenamiento especial? - seguimos caminando, rumbo a los edificios de viviendas, aunque todavía falta un poco para llegar.

Cierro los ojos cuando Helena me explica que esparcieron sus cenizas en los cuatro puntos cardinales de la isla. -Bien, lo enterraré al sur, hacia Sudáfrica.-le dije cuando ésta expresó que podía haciar lo que deseara. -Gracias.

Helena comienza a explicarme cómo encontraron a Kira muerta empalada contra la puerta de la sala de una fiesta. Me lo imaginaba, al fin y al cabo concuerda con la sangre que empezó a salir del muñeco vudú. Aunque yo pensaba que había sido crucificada. Seguía ahí tirada en el suelo llorando, pero esta vez no sonreía. -Sí, lo sé pero... ya estaba muerta cuando la... bueno cuando hicieron eso con ella. ¿Dónde y cómo murió realmente?.

Helena me sigue contando que sospecha que tuvo que ser alguien con acceso a la isla y que también investigarían al consejo. Finalmente me ayuda a levantarme y a caminar, dirigiendonos a uno de los edificios principales. Dejo que termine de hablar acerca de llevarme adonde viven el resto de Descendienes y de ponerme vigilancia.

- Kira no tenía enemigos. Esto no es algo en contra de mi familia. Si así hubiese sido me habrían buscado a mí en Sudáfrica y el complot se habría hurdido allí. Es más fácil asesinarnos en tierra firme que en la isla flotante más segura del mundo, ¿no crees?.- empecé a decirle- No, esto tiene que ir más allá, han matado a Kira por una razón y no es simplemente verla muerta. Quien lo haya hecho quería conseguir algo con su muerte y quizás la clave para encontrarlo o encontrarlos sea saber que pretendían conseguir con... su asesinato.- Se me quebró la voz con las últimas palabras. Aun me costaba pensar que mi hermana estaba muerta, sólo habían pasado unos días. Y no me costaba menos mantener la seriedad e intentar hablar de su muerte sin que me afectara. Me recompuse seguí hablando.- No creo necesitar protección y... además, si todo el mundo en esta isla puede ser sospechoso me parece un trato de favor injusto encargarle a alguien mi protección, parecería que automáticamente no albergáis sospechas sobre esa persona.- razoné lentamente.- Tranquila, en cuando recupere mis fuerzas podré valerme por mi misma.- terminé girando la cabeza para dirigirle una sonrisa.

Paré un momento para recuperar el aliento, andar y hablar a la vez en mi estado no era una buena combinación. Helena terminó diciendome que no me preocupara por los destrozos, los solventarían sin problema, y me preguntó por mis poderes. - Kira centró más su adiestramiento en el vudú. Como chamán era mucho más paciente que yo y siempre mantenía la compostura y el control.- los recuerdos se agolpaban en mi mente, entristeciendo mi semblante ligeramente mientras rememoraba la época en que sólo eramos dos niñas pequeñas e inocentes.  -Su relación con los espíritus era más tranquila y solo se relacionaba con los más amigables y serenos. En cambio yo tengo... un poco más de genio. Admito que me enfado con facilidad y no soy tan paciente como mi hermana. No soy ni la décima parte de buena con el vudú y sanación como era Kira, pero en cuestiones chamánicas si le aventajaba, pero porque yo sí me atrevía con los espíritus más poderosos y hostiles. Soy capaz de entrar en el mundo de los espíritus y controlar a prácticamente todos ellos si estoy concentrada y con energías. El problema es que si me descontrolo o me agoto... los espíritus toman el control de mi cuerpo. Y normalmente son los espíritus hostiles por lo que van sembrando la destrucción por donde paso y también sobre mi misma.- dije señalando las marcas azules de mi mejilla. -Ella siempre fue la versada para la política y la diplomacia, arreglar las cosas hablando y discutiendo pacíficamente. Yo opino en líneas generales como ella... pero si el otro bando no está dispuesto a dialogar sí estoy dispuesta a emplear todos mis recursos en defenderme.

No puedo proporcionar más que conjeturas respecto al lugar en que mataron a Kira, lo mismo con el modo en que la asesinaron. Lucio había determinado que las heridas se realizaron después de matarla, así que puede que fuesen modo de distracción. - Fue en la isla, eso está claro, pero no se han encontrado restos de sangre. Quien quiera que lo hiciese se encargó de borrar rastros. Pudo haberla matado en cualquier lugar de la isla para desaparecerse y reaparecer con ella frente a la puerta, por eso no habría rastros. En cuanto a lo otro...¿por qué querrían distraer con heridas hechas después de que muriese? Tu hermana no pudo ver a su atacante o atacantes, eso ha dicho Bellatrix. Puede que usasen algún veneno, o alguna maldición asesina. - me encojo de hombros, dejando que ella vaya sacando también conclusiones a pesar de lo confuso que resulta este caso. Sigo caminando con ella mientras hablamos, aunque hay que parar de vez en cuando debido a su agotamiento físico y mental. Me hubiera gustado decirle que no esté tan segura sobre lo de no tener enemigos, no debería fiarse demasiado, ya que nunca se sabe quién puede estar conspirando a tus espaldas. Por otro lado parece razonable que alguien sin enemigos esté más o menos libre de posibles ataques.

- Más segura depende de para qué. Ouroboros sólo puede ser atacada por aquellos que han estado aquí antes, sólo ellos pueden atacar o traer el mal a este lugar. No pudo ser un aprendiz desencantado, ella todavía no había podido coger discípulos, llevaba poco tiempo y nadie se interesó por su disciplina. - medito unos segundos sobre una suposición que quiero formular en voz alta, aunque me cuesta encontrar las palabras exactas. Hago memoria sobre la noche de la fiesta, sobre los que fueron y los que no. Sobre los comentarios de los que allí se encontraban.

- ¿Sabes? llevo tiempo pensando una cosa. Es sobre algunas de las personas que han llegado a la isla últimamente. Es probable que lo hayan estado difundiendo en exceso. Pero no es ese el problema. Algunos de ellos se alojaban aquí, aprovechando las enseñanzas, la seguridad que ofrece el lugar...pero no terminaban de querer integrarse, incluso criticaban en exceso lo que esta isla representa. No me extrañaría nada que alguno haya urdido esto como un ataque directo a los miembros del Consejo, una especie de amenaza, o simplemente para crear caos entre nosotros. Tal vez incluso para forzar la participación.- no insisto más en lo de ponerle vigilancia, si ella cree que se repondrá pronto podrá encargarse de cualquier posible eventualidad. Además, a esas alturas ya se habrá enterado toda la isla de quién ha llegado a la isla. Muchos de lo curiosos que se asomaron antes estarán difundiendo el rumor.

Nos detenemos frente a la puerta del edificio en el que se alojan los miembros del conejo, creo que la llevaré a los que eran los aposentos de su hermana. Dejo que me vaya contando cosas sobre el adiestramiento y las habilidades de ambas, probablemente le ayuda hablar de ella. Observo las marcas azules que me muestra en su rostro cuando menciona que tiene que ver con la energía espiritual, lo que me hace pensar que debe ser más poderosa que su hermana. - Lo del peligro para otros y para ti misma pudimos comprobarlo hace unos minutos. - comento mientras hago un gesto con la cabeza hacia los destrozos que ha dejado a su paso. Mañana tendremos que comenzar a repararlo todo, ahora ya es tarde. Mi tono no es de reproche, pero si su poder está fuera de sí tendrá que aprender a controlarlo. - Vamos, sígueme. Te llevaré a donde vivía tu hermana. - pongo una mano en su hombro, desapareciéndome de allí con ella para ir directas al pasillo que conduce al cuarto de Kira.

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off: postea tú ya dentro del edificio

"Parece que estoy sola" pensó Lisbeth mientras avanzaba por los jardines sin ver a nadie mas a su alrededor. ¿Cuanto pasó desde la ultima vez que vio a quien diría ser su maestro? Recordaba bien su mirada gélida y afilada posaba sobre ella cuando de sus labios brotaron su nombre al final del torneo y recordaba bien la misma mirada cuando la mando a realizar aquella misión para continuar su formación. Lisbeth llegaba a preguntarse si alguna vez miraba a alguien de forma diferente.

La pelirroja vestía una larga capa oscura que le llegaba hasta los tobillos donde se notaban unas botas de montar marrones. El símbolo de su casa, un dragón y una gota de sangre cerraban la capa debajo de su cuello. Se saco la caperuza para descubrirse... No estaba en territorio enemigo ahora, no tenia por que preocuparse. ¿O si?

Por unos pasillos llenos de vid camino hasta un banco en el centro de lo que parecía ser un fácil y entretenido laberinto de enredaderas en donde unos niños podrían pasarse la tarde jugando a las escondidas. Por mas que los poderes de Lisbeth vinieran de la muerte, la vida no dejaba de cautivarla cuando la contemplaba tan brillante, tan colorida... Tan viva. Se sentó y dio un largo suspiro. El viaje había sido largo y tedioso, el entrenamiento mucho peor y Lisbeth no se acostumbraba a estar tranquila así como un soldado no se acostumbra nunca a la paz luego de haber visto tanta guerra. Ahora lo único que quería es ver a Matvey y saber que habia pasado durante su ausencia.

Tras abandonar el sótano y dejar el brasero ardiendo aun con aquellas ominosas llamas negras, me dirigí hacia el exterior. Pocas veces buscaba el contacto del aire fresco, por el mero hecho de disfrutarlo, pero en este caso me resultaba necesario. Por aquella mujer francesa y mi anterior actitud hacia ella, lo que habia hecho. Sabia que no se trataba de juicio nublado o control mental, pero sí de algun tipo de exaltación de alguna emoción en concreto.

Paseaba pues enfundado en mi pesado abrigo, con mi baculo en la mano pero sin usarlo, pues lo llevaba en paralelo al suelo. Por ahora, era mejor olvidar aquel asunto y centrarse en lo más proximo...llegué a los jardines y me detuve frente a ellos unos instantes. ¿Habría Catherine usado ya el Sigilo para invocar a Stavron? ¿Habría hablado ya con él? ¿Cómo habría reaccionado? Tenía que darle tiempo aun a la muchacha. Y encargarme de mis propios asuntos....

Decidí continuar caminando por ahi, internandome entre unas paredes de...que plantas eran esas? Era a Dioscórides a quien se le daba bien aquello, no a mi. Seguro que este laberinto ajardinado era cosa de ella. Fue entonces cuando al girar un pasillo de setos descubri en un banco a una figura oscura sentada, de rojas cabelleras. Al principio, la confundí con cualquier otra persona. Quizá alguna bruja nueva que habia acudido a la isla cuando decidimos darles refugio a unos cuantos. De ser asi, habria pasado y continuado mi camino.

Pero no. Algo en su silueta me hizo detenerme mas tiempo del común, buscando algo con mis ojos hasta que finalmente lo encontré: el broche de un dragón en su capa.

"Lo ha terminado"

-Lisbeth. -pronuncié su nombre, apoyando con firmeza en el suelo el báculo, la otra mano tras mi espalda. Lo pronuncié con seguridad, sin mucha emocion pero tambien en un tono de voz suave. Hasta esbocé una pequeña sonrisa. -Has tardado.

"¿Sonríe?"

La admiración que Lisbeth había desarrollado por aquel hombre se basó mas que nada en su poder, en aquellas habilidades tan etéreas que resultaban un sueño aun cuando sabia que era ella en realidad. Saber que era una bruja solo había resultado ser la punta del iceberg de lo que realmente abarcaba todo aquel mundo. Cuando su madre le hablo por última vez y lo mencionó Lisbeth fue a buscarlo solo para comenzar a nacer en ella una curiosidad que el no dejaba de alimentar con cada gesto.

Lisbeth veía a Matvey Rasputin como la pregunta mas grande con la que se hubiese cruzado.

Cuando lo vio sonrió alegre y ampliamente, se paro delante de el. -Maestro- susurró con el aliento contenido. - Me alegro ver que esta bien, las noticias que me llevaron... Bueno, digamos que no parece la mejor época para nosotros-. La pelirroja se encogió de hombros y levanto  las cejas mientras se refería a al virus que mataba cada rastro de poder mágico en magos y brujos.

-Maestro, ¿como esta todo por aquí? - el mundo exterior era igual que estar aislado. Las noticias y la verdad podian estar muy distantes la una de la otra.

Vi la sonrisa de la joven e  incliné mi cabeza hacia abajo ligeramente con reconocimiento. Que aun fuese capaz de coordinar todos los musculos de su rostro con la naturalidad suficiente para que pareciera (o fuera en verdad) una sonrisa real, tras el entrenamiento al que le habia sometido, me aliviaba. La sola palabra que salio de sus labios para referirse a mi me recordó aquellos tiempos anteriores y ya pasados.

"cuanto tiempo sin oir eso"

-Yo también, Lisbeth...han pasado unos cuantos años. Has crecido. Y no sólo fisicamente. Puedo verlo... - su espíritu, su poder, parecian mayores.  -Completaste todas las misiones? Los raksas incluidos? - lo que le habia encargado no era tarea sencilla.  Algo largo, que la habria obligado a viajar. Pero viajar es un modo tambien de aprender, ampliar horizontes, y expandir las entendederas.... Si las habia completado todas, habria recolectado un pequeño efecto personal de cada una de las personas que le mandé....bueno, eso queda entre maestro y aprendiz.

-No, no lo es. Ni para el Consejo ni para el mundo mágico en general. Aquí....han cambiado muchas cosas.

Le hice un gesto con mi cabeza, indicandole el banco que ella habia dejado para que caminasemos hacia allá para poder tomar asiento. En verdad, tenía muchisimo que contarle. Empecé hablándole sobre como el Consejo habia llevado a cabo otro torneo del que salieron victoriosos unos cuantos que estaban siendo entrenados ahora, le conté cómo en un cónclave y varias reuniones posteriores, se habia decidido intervenir ligeramente en la guerra, abriendo las puertas de la isla y dejando entrar a algunos refugiados que supuetamente fuesen de fiar. Y cómo algunos, no habian resultado tan de fiar....

- Una de nosotros fue asesinada. Kira Mandela. No sabemos quien es el culpable. Pero...estamos tras la pista. Sea quien sea, es alguien de dentro. - yo tenía algunas sospechas, aunque me resultaba absurdo que hubiese sido Maxwell. Pero me di cuenta de que tampoco me fiaba de Adele.  -Londres no encuentra la paz, las máquinas de la alianza depredan cuando lo desean, y las llamas del brasero se han vuelto negras. Hay actividad demoníaca fuera de lo normal.

Podría contarle lo de Irlanda, la Torre de la Alta Hechicería, el demonio y los nigromantes aquellos...pero aquella era una historia muy larga todavía y los portales no parecian estar en peligro. De momento. Tambien, habria querido hablarle de aquello que Catherine ya sabía, pero de momento...queria escucharla a ella. -Háblame de tus viajes. ¿Qué has aprendido?

Cuando su maestro pregunto por sus misiones los labios de la pelirroja se curvaron con malicia y travesura pero no era para decir mas que:- Ninguno sigue en este mundo- aunque nada podría despejar de su mente todas y cada una de las horribles escenas que había visto. Si Lisbeth había tardado mas era por que aquellas visiones la torturaban y la dejaron al borde de la locura. Sin embargo las técnicas que Mei le dio para meditar le fueron durante mucha ayuda en los últimos años. Pensó que después la buscaría, aunque sea para agradecerle.

Con mucha atención escucho los acontecimientos que se dieron en su ausencia. Entendía que debieran proteger a su comunidad pero... ¿Abrir las puertas de la Isla? Aquello le parecía una locura y lo que vino después confirmo sus pensamientos. ¿Kira asesinada? ¿Quien se había atrevido a tocar a los Descendientes y pretender salir impune? Lo que mas la asqueaba a Lisbeth era pensar que aquella persona siguiera caminando en impunemente por la isla mientras el alma de Kira no tenia descanso. ¿Y si iba por mas Descendientes? ¿Y si iba por Matvey?

Antes de hacer hincapié en sus viajes Lisbeth se adelanto. -Aprendí mucho pero ya habrá tiempo de hablar de eso...- las palabras de Matvey la habían preocupado y se notaba. - Maestro déjeme cazar al asesino, le prometo que llevare su cabeza al Consejo-.

La pelirroja se paro y se puso de rodillas frente a Matvey, con la pierna derecha doblada delante. Quería mirarlo de enfrente a sabiendas que difícil era enfrentar aquella mirada gélida cuando algo no le gustaba.

- Bien. Pues esperemos que permanezcan por mucho tiempo entonces en el otro mundo. - la miré a ella intensamente, despues de perder un instante mi vista en lo que tenia en frente. - ...y a tí, esas muertes, te han cambiado?

Sabía que aquello no era sencillo y era lo que mas temia que hubiese podido afectar a la mente y al espiritu de la joven nigromante. La tarea de castigar entre magos oscuros, no era para nada sencilla, menos cuando el precio a pagar era mancharse las manos de rojo sangre.

Entendí que mis noticias la habian perturbado un tanto por su pronta reaccion. De pronto, la tenía frente a mi, con una rodilla clavada en el suelo en la pose de los caballeros al jurar lealtad a su rey  u ofrecerle algun servicio, o preparados para recibir el espaldarazo. Y me pilló por sorpresa, a decir verdad. Pero mentiría si dijera que no me llenó de satisfaccion, en cierto modo. En sus formas y procedimientos, demostraba la decision y la nobleza que yo esperaba de mi aprendiz. Pero sin embargo....

- Eso  no será sed de venganza, Lisbeth? - le dije con mi habitual mirada gélida, entornando por un breve instante mis ojos como si intentase escrutar mas alla de sus palabras. Extendí mi mano hacia ella con un aire gentil, para que la tomase y se levantase para no permanecer mas tiempo arrodillada frente a mi.

Tendría mi permiso en esa empresa. Aunque habria alguna condicion.
- Podrás dar caza a quien haya asesinado a Kira. Tienes mi permiso. Pero no te permito que lo asesines, o la asesines, o los. En el caso de que sean varios. No segarás esa vida antes de que se le juzgue por el Consejo... y en ultima instancia será competencia nuestra dictar la sentencia. - pero bajé un poco mi voz para hacer un inciso mas cerca de ella. - A no ser...que tu vida corra peligro.

Apareci junto a Lucio en unos jardines de una isla flotante, aquello era simplemente maravilloso, ademas de que aquellos jardines trataban de ser un doble, pero mejorado exquisitamente, de los jardines colgantes de Babilonia. Aquello era un sueño hecho realidad, hacia tiempo que no veia un jardin tan cuidadosamente mantenido. En el centro habia una fuente, cuyos chorros de agua jugueteaban con el cielo. Me sente con cuidado en uno de los bordes.

- En Venecia habia una fuente desde la que podias observar la boveda celeste en el centro de la ciudad, muchas parejas iban alli a sentarse juntos y normalmente alguno alli acababa pidiendole mano al otro. Casi decirte que tu pareja te llevaba alli era como decirte que te iba a llevar al altar. Alguna vez que no habia gente he ido sola a sentarme un poco. Hacia tiempo que no veia un jardin tan bonito como este.

La verdad es que el tiempo no podia ser inmejorable tampoco, era una buena noche para pasear aunque soplara una brisilla fresca pero con abrigarse un poco ya era suficiente. Meti una mano en el agua moviendola suavemente, me volvia a sentir como una niña pequeña de vuelta en Venecia.

Guio a Sophia por los elegantes jardines de Ouroboros, llevándola de mi brazo con el porte de un caballero. Tras un pequeño paseo acabamos sentándonos en el borde de una fuente, la que está en el centro del jardín. La miro entusiasmado al ver que le agrada el sitio a donde la he traído, no parece asustada. La cojo de la mano mientras la escucho hablar, esperando que no tome a mal mi atrevimiento. Ha sido una buena noche y no quiero estropearlo por precipitarme, ella parece especial.

- Me alegra que te guste el lugar. No a todos los humanos les agrada pasear por lugares mágicos. Esto no es comparable a Venecia...pero sí es un lugar especial. - meto al agua la mano que no sujeta la suya, salpicando una poca agua a Sophia. - pero esta está más limpia que la de allí. - le guiño un ojo con gesto sonriente, pensando en que por ahora es muy tarde para llevarla a ver el laboratorio y la zona de hospital. - ¿Qué te gustaría hacer primero? ¿descansar, o ver más de este lugar? Si estás cansada puedo llevarte a una habitación de invitados...- me pongo en pie, ofreciendo mi mano por si quiere levantarse, aunque no tengo en cuenta que tal vez ella quiera quedarse aquí tranquilamente, conversando a solas conmigo. Ojalá fuese cierto que estamos a solas, pero los inconvenientes no tardan en llegar.

- ¡Lucio! - Helena Paracelso nos sorprende a ambos junto a la fuente, al parecer va de paso hacia alguno de los edificios y nos ha visto. Su mirada inquisitiva pasa de mi hacia Sophia, analizándola con los ojos entornados. - ¿Quién es ella? Dijimos que por ahora nada de traer gente nueva, ni tú ni nadie. Sabes lo que ha pasado, ha habido un asesinato y no hemos descubierto al culpable, así que tenemos esto cerrado hasta nuevo aviso. Me temo que tendrás que devolverla de vuelta a donde la hayas sacado, y alguien debería hacerla olvidar lo que aquí ha visto. No podemos arriesgarnos, y no te creía tan imprudente como para desobedecer al Consejo en algo de tanta relevancia. - sus reproches me caen como un jarro de agua fría, así que tardo en reaccionar unos segundos.

- ¿Pero tú te estás oyendo? ¡Sophia no es ninguna amenaza! gracias a ella hemos podido replicar la vacuna del SPM para todos los seres mágicos, incluida la gente de esta isla. Además, está bajo mi protección, puede quedarse aquí si quiere. Ella no es una amenaza, el Consejo debería entenderlo. - replico tajante enfrentándome a ella, aunque no me gustan los enfrentamientos.

Lucio y yo paseamos por aquellos jardines, apoyada en su brazo como los antiguos caballeros que vestian sombrero de copa y chaque, los cuales ahora solian quedar en cuentos de los que podias suspirar de envidia de las protagonistas por tener tal fortuna y poder viajar en airosa calesita por los jardines en los dias de sol. Llegamos charlando hasta la fuente donde nos sentamos y me salpica con un poco de agua y riendome hago lo mismo.

- Creo que cualquier agua del mundo sera mas pura y cristalina que la propia de Venecia - dije riendo.

Observo el lugar mientras me ofrece bien seguir paseando por el lugar o dejarlo para mas tarde y descansar. Un poco tarde ya era y la verdad estaba un poco cansada. Lucio se levanta y me ofrece su mano, la tomo suavemente y me ayudo de su fuerza para levantarme. Le sonrio agradecida.

- Estaria bien descansar un poco y continuar el paseo mas adelante, es un sitio que emrece la pena ser visto en su totalidad y con tiempo para admirar bien su belleza, aunque antes de ir a dormir, podriamos tomar una taza de te calentito y seguir charlando mientras descansamos en un lugar recogido.

De repente llega una mujer que me mria con malos ojos e increpa a Lucio por traerme aqui debido a unos problemas que hubo acerca de un asesinato y que el lugar estaba cerrado hasta nuevo aviso y que deberia volver por donde me he marchado. Lucio le increpa tratando de defenderme. Suavemente le toco el brazo para llamar su atencion y decirle algo.

- Lucio, no quiero traerte problemas, si me debes dejar fuera, no te preocupes, hazlo. Las normas estan hechas para cumplirse y mantener asi un orden, no quiero que por mi causa vayas a tener problemas con nadie de los de aqui por desobedecer unas normas de caracter temporal.

La idea de Sophia de dejar el paseo largo para mañana me parece bastante mejor que seguir dando vueltas de noche, ya que empieza a hacer frío. Eso del sitio privado y calentito para descansar no se me ocurre, a excepción del edificio dedicado a los miembros del Consejo. - Perfecto, mañana terminaremos la visita entonces. Ahora puedo llevarte a mi casa, allí podrás descansar.- espero que no suene a proposición indecente, que la acabo de conocer y no quiero que se piense que ya quiero ir directamente a eso. - Tendrás tu propio cuarto, por supuesto. - es en ese momento en el que aparece Helena para fastidiar el momento, recordándome las desagradables obligaciones y responsabilidad de estar en el Consejo. Y eso que no sabe que es humana, si no sería mucho peor.

Sophia no se muestra enfadada ni asustada, sino bastante razonable para una situación que no es nada razonable. Ya sé que son normas, pero estoy tan seguro de que ella es de fiar que veo absurdo seguirlas. - Las normas no están para seguirlas a rajatabla, hay que usar la lógica, el sentido común. Y eso me dice que ella no es un problema. Es una buena persona, no tiene sentido ese exceso de celo. - Helena me interrumpe diciendo que informará al resto si ella se queda aquí, que no es el momento para traer a nadie nuevo y que siguen con los interrogatorios en la isla. Suspiro pesadamente, mirando de malos modos a Helena antes de darle la espalda. Miro a Sophia con gesto de resignación, pasando de lo que diga Helena

- Entonces nos vamos los dos. No pasaré aquí la noche. Te dejaré en un lugar seguro y luego volveré a hablar con el resto, no podemos seguir así. Tienen que encontrar ya al culpable y levantar este veto indiscriminado. No nos juzgues por esto, Sophia, somos muchos los que queremos aperturismo y ayudar de verdad a los demás. Por eso monté el hospital allí abajo. Pero como ves todavía hay algunos de los nuestros a los que les cuesta aceptar el cambio. Se equivocan. - me giro a Helena, advirtiendo que mañana tendremos una charla con varios de del Consejo. - Más os vale daros prisa en dar con el culpable o los culpables, lleváis demasiado tieempo ya para descubrirlo.- dicho esto cojo a Sophia de la mano, desapareciéndome de allí con ella.

Había querido evitar ese punto desde que se inicio la conversación pero Matvey fue más directo de lo que ella pudo evitar. Parpadeo y frunció los labios.- Es imposible no cambiar por eso, Maestro… - dijo, casi en un susurro. Lisbeth se había cruzado con las máscaras más dulces y las verdades más amargas. Tras cada trabajo bien hecho había una posterior lucha contra una oscuridad que crecía en su interior: ¿Pude haber hecho más? ¿Me deje engañar? ¿Por que esto causa más mal que bien? ¿Porque nada de lo que hago alivia el dolor? Y cuando se dio cuenta uno de los últimos habitaba en ella misma, alimentando cada sentimiento negativo al punto de que intentara quitarse la vida. Y quizás no fuera el único demonio que le quedaba por combatir.

-Mi Maestro protege demasiado a alguien que solo merece la justicia un filo en el cuello- dijo con voz suave, mirándolo directamente a los ojos. No era la respuesta que quería escuchar, pero era la respuesta que sabía que escucharía. El consejo tendrá por siempre la última palabra. -Pero lo haré según la ley…- dijo sonriendo. Había esperado mucho por aquel reencuentro con Matvey y no lo arruinaría por alguien que ya había causado demasiado sufrimiento.

-Por cierto, Maestro. Hay otra cosa que tengo que hablar con usted- Lisbeth tomó aire profundamente. No fue hasta terminar con su tarea que se sintió completamente segura de que debía decirle a Matvey toda la verdad: Porque lo había escogido a él por encima de los otros Descendientes. Había callado la verdad casi por tanto tiempo como su madre sin considerar alguna vez que el también debe, como mínimo, saberlo. No quería saber nada con el Consejo, ni tampoco le importaba conseguir un cargo importante. Si la verdad quedaba entre ellos dos, estaba bien para ella. -Antes que nada, quiero decirle que no se lo dije antes porque no me consideraba digna… No estaba segura tampoco- mientras hablaba recargo su codos sobre sus piernas, mirando la alegría de las flores y sus brillantes colores. Lisbeth se preparó toda su vida para ese momento.

La escuché respoderme, desgraciadamente, para confirmarme lo que habia sospechado.....si. Era imposible que aquello  no te cambiase. De hecho... . -Lo peligroso sería...que no te hubiese afectado. Seguimos siendo humanos.

Yo habia pasado por aquello hacia tiempo.  Muchas, muchas veces. Pero comprendí que las vidas que habia segado no me importaban, lo comprendí cuando tuve que arrebatar una vida que si me era preciada. Los otros sentimientos negativos habian sido por puro egoismo, por creerme mas justo o mejor que el resto. No era así. Perteneciamos todos al mismo tipo de escoria, pero poner orden entre la escoria era algo con lo que consolarse. Y mas si ostentabas mas poder.....
-No te tortures en exceso. Aun puedes pasar por cosas peores. - eso habia sido un intento por animarla.

Aunque yo miraba al frente la mayor parte del tiempo, a veces bajaba mis ojos hacia ella, cruzando la mirada cuando ella dijo aquello del cuchillo con tanta vehemencia.
-No es al asesino a quien protejo, Lisbeth....

Expuso otra cosa que queria decirme .Si no era de sus misiones, de las que ya me habia dicho que no queria hablar, entonces...? qué era?
-Dímelo. Sabes que no soy como Catherine o Mei, no puedo leerte la mente. - a veces me gustaria. Podría entender mejor a la mayoria de la gente. La observé en silencio, era cierto que no podia escrutar sus pensamientos pero a veces mi mirada se volvía tan penetrante en mis intentos de desentrañar los planes o gestos de la gente que casi resultaba incomodo. Pero ella me tenia en ascuas. Ciertamente. Pero se le veia bastante nerviosa.

En ese momento ocurrió algo inesperado, mi ghoul, que no solia salir del sotano bajo ningun concepto, aparecio de la nada y habló en una lengua que solo los nigromantes podriamos entender. Me avisaba que las llamas del brasero de la sala del sotano se habian vuelto totalmente negras y ardían con furia desbordandose. Ese fenomeno solo ocurria cuando habia actividad demoniaca muy peligrosa cerca del area, asi que...

-Lamento interrumpirte, tendrás que decirmelo luego. Esto no puede esperar- me despedí de ella y desaparecí mediante un portal demoniaco

Tras nuestra reunion y charla en el castillo de Stirling, Shinobu y yo habiamos salido de alli. Habia puesto mi mano sobre el hombro de la vampira para desaparecernos de alli a ambos y transportarnos a los jardines de Ouroboros, a una zona especialmente solitaria y privada que habia podido descubrir, de setos y rosales resecos muy tupidos. Al ser una zona descuidada pocos invitados la frecuentaban, pero toda la maleza que habia ahi confería proteccion visual.

Solté a la vampira cuando estuvimos allí, y miré hacia los lados. La mision me parecia un tanto arriesgada ahora que estabamos aqui, pero una vez iniciada, era tonteria replantearse el no hacerlo.

-Seamos discretos

Fue lo primero que dije en voz baja, haciendole un gesto para que se acercase a mi.

-Esta es la isla flotante, nos encontramos en una zona ajardinada. Espero que por aqui, de momento, no haya nadie, mas no es seguro. Debemos encontrar a alguien para que puedas duplicar su aspecto fisico, y que a la par, podamos quitarnos de encima...o que no esté aquí. Adele dijo que Helena Paracelso sería una buena candidata, pero ahora mismo, no se donde podriamos encontrarla.

Merodeo por el jardín para asegurarme de que no haya nuevos intrusos, como la que quiso introducir Lucio el otro día. No podemos permitirnos que entren extraños mientras no se haya resuelto por completo lo del asesinato de nuestra compañera, así que me da igual como se pongan los partidarios de seguir trayendo gente aquí. Hacen que la isla no sea un lugar seguro. Por suerte yo tengo a mi hijo muy lejos de aquí, escondido, protegido y a buen recaudo. Hace años que esto ya no es un lugar seguro, desde que decidieron traer demasiada gente, demasiados participantes del torneo y no sólo los ganadores.

Precisamente me encuentro con una de esas participantes en los jardines, pero no me acerco a ella porque está hablando con Matvey. Al menos no es una completa desconocida, es alguien que fue aceptada en la isla hace tiempo. Aún así me incomoda un poco su presencia aquí después de tanto tiempo, al igual que la del prometido de Catherine. Quién sabe si pueden ser sospechosos de asesinato. Puede parecer paranoico, pero no sería de extrañar que hubiesen asesinado a Kira para intentar hacerse un hueco en el consejo. Por ahora debemos andar con pies de plomo, vigilando y siguiendo con los interrogatorios. En mi paseo por los jardines me topo con otra cara conocida, Rybar, uno de los ganadores del último torneo Ouroboros. Lo malo es que viene acompañado por otra desconocida.

"qué maldita manía de saltarse la regla de no traer a nadie hasta que solucionemos el asunto"

Me acerco al par de dos con expresión severa y amenazadora, mirando un instante a la chica para asegurarme de que no la conozco de nada. - ¡Rybar! ¿Qué demonios haces trayendo desconocidos? ¿Quién es ella? - pregunto en tono inquisitivo sin apartar la mirada de su metálico rostro, cruzando los brazos a la espera de una explicación. - Tiene que marcharse, ya se lo dije a Lucio con otra que trajo. Y tenemos que tomar precauciones, no debe conocer la ubicación de este lugar.

- Y eso implica borrar el recuerdo con la imagen de este sitio. - habrá que llamar a los que trabajan con estos asuntos, pues no es la disciplina que manejo.  

Llegamos en literalmente un pestañeo a la isla. Aquello del teletransporte era todo un don en aquellos con sangre mágica y me enorgullecía tener que trabajar con un portador de esa magia. Asentí ante el comentario de Rybar y me acerqué para escucharle murmurando. No sabía hasta qué punto estaba protegida o controlada la isla para buscar a alguien en concreto.

Me concentré en el entorno... Animales, habían bastantes pájaros como para causar una distracción y huir teletransportados. Y precisamente por estar en lo mío, ZAS, menudo pilladón nos dio esa chica, por suerte estaba sola y no había nadie más alrededor, por lo que actué rápido. Hice que unos pájaros empezasen a piar desesperados detrás suya.

Cuando se giró para ver lo que ocurría, le cogí del cuello, apretando con fuerza ambas carótidas. Su sangre dejó de llegar al cerebro por lo que se desmalló y la arrastré hacia atrás.

- ¡Menudo susto me ha dado! Menos mal que aquí solo hay humanos y sois fáciles de noquear. Un momento, está es la chica que decía Adele, menuda coincidencia. Vigila que no venga nadie, tardaré un poco - Decía mientras ocultaba el cuerpo dormido de Helena en el abundante seto. Empecé a analizar su rostro y su cuerpo, su ropa no era abundante, también podía copiarla sin necesidad de desnudarla.

Poco a poco fui adoptando mi aspecto hasta conseguir el deseado, puse la pose que me resultaba cómoda adaptándola a la de Helena y andé un par de metros, nada fuera de lo normal.


- ¡Rybar! ¿Qué demonios haces trayendo desconocidos? ¿Quién es ella? Tiene que marcharse, ya se lo dije a Lucio con otra que trajo. Y tenemos que tomar precauciones, no debe conocer la ubicación de este lugar. Y eso implica borrar el recuerdo con la imagen de este sitio. -

- Vale, prueba finalizada. Podemos continuar nuestra misión. Su forma de hablar no es muy complicada y desde luego este no es un cuerpo para una pelea física. Bueno, primer objetivo cumplido, y no ha exigido mucha complicación, espero que nadie se pare a hablarme, aunque siendo tan siesa como parece no creo que pase. -

Lo dije riéndome hacia mis adentros, ya que quería meterme en el personaje y no expresar ninguna emoción, solo poner esa cara de amargada. - Bueno, te sigo Ryb -