Bosque helado [junto a Torre de la Alta Hechicería]

Salí de la torre buscando un poco de aire fresco, notando como se me despejaba algo la cabeza tras recibir la fresca brisa que provenía del bosque cercano. Comencé a caminar en esa dirección, dándole vueltas a todo lo que había pasado en tan poco rato. Tenía que haber alguna manera de que se convenciesen que éramos aliados, y que no podían someternos a un juicio de escarnio público después de haber sido ya encerrados, después de que hubiésemos dicho que no queríamos dañar a nadie, que aquello era un mal menor. Estábamos demasiado enrocados en nuestras posiciones. Tampoco me gustaba que tanta gente supiese ahora de la existencia de la sala de los portales, ni que hubiesen pasado por el lugar en el que estaba la estatua de hielo de Zayra.

Antes de darme cuenta ya me había adentrado unos cuantos metros en el bosque, sin alzar la vista del suelo hasta que creí escuchar una voz. Me extrañó mucho porque nadie solía ir por allí, así que me presté atención al entorno para seguir el rastro. No fue difícil, además la voz me sonaba familiar. Lo último que escuché me dejó descolocado, pero mucho más cuando descubrí de quién se trataba. - Rosse... - murmuré para mí mismo cuando la tuve a escasos cinco metros, quedándome un tanto paralizado. La última vez que la ví fue aquel fatídico día, cuando murió Zayra y cuando conseguimos las nuevas calaveras para que pudiesen ser cargadas. No podía sentir más contradicciones la volver a verla. Por un lado no podía evitar la imagen de ella y de Alpha atacando a Zayra, a pesar de que fuese para defenderme, y por otro quería ir hasta ella. No podía negar que me alegraba verla bien después de tanto tiempo. O más o menos, porque juraría que iba ebria. La cosa no había acabado muy bien entre Alpha y yo, y no quería que pasase lo mismo con Rosse.

Caminé hacia ella con cautela, deteniéndome a un metro escaso mientras volvía a decir su nombre, esta vez un poco más alto. - Creí que habías desaparecido de la faz de la Tierra. No supe nada de ti desde...ya sabes. - prefería no decirlo, no por ahora. No tenía claro si traicionaba la memoria de mi madre por estar aquí en este momento. - ¿Todo bien? ¿cómo es que has vuelto ahora?

Al menos el dragón no había reaccionado violentamente al ver su mirada, había temido que lo lanzara hacia un costado o peor. Se alivio al ver al joven Soul asentir y llegar a una especie de tregua no verbal. El descendiente se mantuvo alerta durante el interrogatorio, ante cualquier movimiento peligroso lo detendría con sangre control. Su mirada percibió el vistazo de reojo que Adramelech le dirigió. Tenía la mente más fría, así qué lo miró de forma neutral, a su vez. Luego lo vio encaminarse hacia la salida así que, después de un último vistazo a Razor, siguió al elementarista del rayo al bosque helado, no sin antes dejarle dicho a Aiden que, si algo ocurría, proteja a Zaphira, ya era mucho pedir que ayudara, no podía pedirle que los proteja a los tres, pero al menos podía probar pedirle que cuide de la dragona.

Lo siguió con su control sobre el aire, el cual se mimetizaba con la brisa fresca, por eso el otro probablemente no escuchó sus pasos en la nieve todo el trayecto a través del tétrico bosque helado lleno de almas en pena. Lo siguió, esperando a que se detuviera en algún momento para poder hablar con tranquilidad, pero una mujer que aparentemente se llamaba Rosse, de gustos muy peculiares y sin nigua clase de vergüenza al expresarlos, se encontraba allí, dándole duro y parejo a una botella que al final terminó vacía. Parecía ser importante para Adramelech porque se quedó bastante paralizado cuando la vió. Mientras el Soul Reaper mencionaba que había pensado que ella había desaparecido de la faz de la tierra, el joven maestro llegó a la altura del otro para quedarse al lado de éste mirando a Rosse.

-Disculpa. ¿Te encuentras bien?¿Necesitas ayuda?- Dijo con tono suave y amable. La mujer apestaba tanto a alcohol que por un momento se sintió algo borracho por el olor. También olía a algo que había percibido alguna vez en los jardines de Sofía Dioscórides pero que no sabía identificar.

Al oír aquella voz todo el mareo y la fumadera se desvanecieron, no pensé que lo vería tan pronto. Levante la mirada para encontrarme con los ojos de Adramelech, y una pequeña sonrisa me apareció en el rostro.

-Adra…

Susurre al escuchar de sus labios salir mi nombre, esta vez como un llamado. Aunque duro poco ya que al momento de acercarse sus palabras me hicieron recordar que la ultima vez que nos vimos, Alpha y yo le dimos una paliza a su madre, para defenderlo a él y a nosotros.

-Una vez te dije que no te desharías de mi tan fácil, cariño. -Dije intentando dejar de lado la tensión.- Hablando en serio… En verdad lamento lo que paso. Solo intentamos ayudarte. Tal vez no fue de la mejor manera, pero no podía dejar que te hiciera daño… Podíamos… -Dije corrigiendome al final, mientras que en mi mente estaba golpeándome la cara contra un árbol. Tal vez no debí haber venido…

-Estoy de maravilla… Volví a mi viejo trabajo de adolescencia… Pues volví en moto, barco, y otro rato mas en moto.- Dije señalando con la cabeza a la motocicleta cerca nuestro.- Estoy aquí para ayudar en lo que necesitaran, saber mas como pasaron el tiempo sin magia y eso.-Dije encogiéndome de hombros intentando restarle importancia, aunque en parte tenia ganas de verlo otra vez. Aunque tuve algunos errores de calculo al pensar que me vería bien luego de lo que le hice a su madre. Aunque en parte también me defendía. Me gire al hombre que desconocía absolutamente, tal vez un nuevo soul o alguien antiguo en el bando a quien nunca había visto, aunque mi desconfianza no se aminoraba por mas que estuviera junto a Adra.

-Si, estoy bien, ¿porque no lo estaría?. -Le respondí al desconocido.- No necesito ayuda, gracias… Soy parte de los soul, no estoy perdida ni nada, conozco el camino hasta aquí...

La tensión inicial era palpable, se notaba que ya no éramos los mismos que cuando nos conocimos en las calles, aquella vez en la que le hablé de los Soul Reapers y de lo que hacíamos. Ella trató de relajar el ambiente haciendo alusión a algo que me dijo hace tiempo, pasando después a lamentar lo que sucedió aquí en la torre. Bajé la mirada al suelo, costándome mantener el contacto visual porque me atormentaban aquellos recuerdos. No lograba estar en paz con todo el maldito asunto, con las malditas contradicciones.

- Ya, ya lo sé...no queríais que me hiciese daño. - probablemente hubiese hecho lo mismo en una situación así. - Ella quiso matarme, pero era mi madre, y había perdido el juicio. O eso quiero creer, que no quería hacerme daño a propósito. Ojalá no hubiese pasado de esa manera. - murmuré alzando por fin la cabeza, inspirando profundamente. Opté por acercarme un par de pasos más, aunque todavía no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo.

- Me alegro de que estés bien, de verdad. Seguro que tienes muchas aventuras que contar - acabé por decir de modo sincero, teniendo en cuenta que alguna vez pensé qué habría sido de ella durante el período sin magia.  - A nosotros nos pasaron bastantes cosas, antes y después de lo de los satélites. Es una larga historia. - tal vez podría contarlo, o tal vez no. Guardé silencio mientras le sostenía la mirada por fin, durante largos segundos.   - No sé si debería estar aquí... - suspiré pasando una mano por mi cara de arriba a abajo, girando después repentinamente al escuchar a Adael.  - ¿Me has seguido? ¿por qué?
- ni me había fijado de que me había seguido, pero ya me sentía observado.

El mago se retrasó un momento porque se desvió del camino que tomó el Soul Reaper. Una mancha negra se movía entre la nieve en la lejanía y la curiosidad lo llevó a averiguar de qué se trataba. Al llegar al nivel del suelo la mancha lo percibió así que dejó de moverse, se quedó estática en su lugar. Al principio pensó que podría tratarse de un conejo negro o un puffskein negro, pero al acercarse más pudo pensar que era un gato mas se trataba de un pequeño y adorable cachorro de kneazle con un manto carey por pelaje, de color negro casi todo el cuerpo, con motitas pequeñas en algunas zonas y en otras manchas más grandes de color naranja. De grandes y puntiagudas orejas, grandes ojos amarillos y el extremo de la cola con más pelaje que el resto de la extremidad, como la cola de un león. Con lo poco que sabía de druidismo y animagia, supo que el animalillo era un kneazle que tenía alrededor de 2 meses, que se encontraba perdido por perseguir a un fantasma y que tenía hambre, sed, sueño y miedo. El mago se presentó como buenamente pudo, con lo que Sarah Darwin le había enseñado pero de una forma mucho más tosca de lo que ella pudo haberlo hecho, buscó tranquilizar al pequeño y proponerle estar bajo su cuidado. Le dijo que una oveja calentita y de buen corazón le haría compañía porque él tenía a su oveja mascota. El cachorro lo miró confuso y cuando el mago se acercó, el otro retrocedió temeroso pero luego, el pequeño se fue acercando con cautela para oler la mano del hombre y frotar su lomito contra esta demostrando confianza. El mago lo tomó, era un poco más grande que una de su mano así que alcanzó con una sola para llevarlo con él.

Cuando llegó con el cachorro en mano y la otra le respondió que estaba bien suspiró aliviado.

-Por el olor a alcohol. Yo ya me siento algo mareado de solo olerlo. Soy Adael Cohen, por cierto, descendiente especializado en la magia elementarísta, un gusto ¿Tú también manejas el rayo como él?- Dijo refiriéndose al otro. Luego se giró a Adramelech. -Porque quiero hablar contigo... creo que si lo hablamos con calma podemos llegar a un acuerdo... Tienes aprendices a tu cargo ¿No es así?...-

-En verdad lo lamento, pero sea tu madre o la mía, en ningún caso dejaría que te hiciera daño… Es obvio que no pensamos igual, pero intenta ponerte en nuestro lugar e imaginar qué habrías hecho tú. -Respondí algo sería, tal vez sonaba mal o se podría mal interpretar de alguna forma.- No podía simplemente quedarme de brazos cruzados…

Vi cómo se acerco, haciendo lo mismo, aunque fue menos de un metro. Me reí un poco negando con la cabeza a lo referente a mis aventuras.- Tengo algunas anécdotas con algunos clientes del burdel, pero nada más que eso. -Desde que me había ido de la torre descanse algunos días y volví, después de muchos años, a trabajar en el burdel. Tenía la suerte que el dueño me tenía algo de cariño… Aunque con la vuelta al burdel volví a mis tan conocidas trampas en el poker. Nada del otro mundo.

-Si tu lo quieres, te invito un café y me cuentas la historia. -Dije intentando que la tensión entre nosotros aminorara un poco. Pero supuse que mis intentos de acercarme no funcionaron al escuchar su siguiente frase. Termine de acercarme tomando su mano con la mía mirándolo unos segundos son una pequeña sonrisa, que por mas que lo intentara no mostraba más que tristeza y arrepentimiento.

Me aleje al momento que Adra le hablo al desconocido soltando su mano y caminando hasta mi moto.

-Creo que la que no debería estar aquí soy yo… Solo quería volver a verte. -Dije en voz baja mientras volvía a colgarme al hombro mi rifle. Mire al descendiente arqueando un poco mi ceja al escuchar su presentación, para negar con la cabeza a su pregunta.- Rosse Kenway.-Respondí moviendo levemente mi cabeza en forma de saludo.- No, mi calavera es la de metal. -Seguí hablando con seriedad.

Debía reconocer que había parte de razón en lo que decía Rosse, pero yo no era capaz de convencerme sin más. No podía. No dejaba de pensar en qué hubiese pasado si hubiésemos resuelto la situación de otro modo. Ellos querían salvarme, eso estaba más que claro. - Si no hubiese resultado tan herida...no se habría sacrificado para poder sellar a aquel demonio. No sé qué habría pasado. Tal vez todo tenía que suceder así. Yo ya la perdoné por aquello. - murmuré sin sonar demasiado convencido, recordando el momento en que pronuncié esas palabras ante su estatua de hielo. Ella nunca me había querido del mismo modo que quería a Astaroth. - Intentaré perdonar también el resto de despropósitos de aquel día. - a veces parecía algo más sencillo el perdonar a otros que a uno mismo, lo sucedido con mi hermano no había podido quitármelo de encima.

- ¿El burdel? ¿volviste? - pregunté algo sorprendido, pensando que ya había dejado aquello atrás. No sabía si quería escuchar aquellas anécdotas. Ella seguía intentando el acercamiento, por lo que acabé cediendo cuando se acercó a mí para tomar mi mano. Echaba de menos la sensación del tacto, ya que ahora mis dos manos eran metálicas. - Podemos hablar un rato...ponernos al día. Lejos de este lugar. - todavía parecía que tenían que sacarme las palabras a la fuerza, como que estaba reticente por sentir que traicionaba la memoria de la matriarca de hielo. También me quedaba el tema de Adael, aunque ahora parecía algo más relajado que cuando estábamos en la torre. Me separé de Rosse para acercarme un poco al descendiente. Lo miré algo confuso y desconfiado, no sabía si su nuevo intento tenía truco o no.

- Sí, tengo algunos aprendices. Soul Reapers de nuevo ingreso. ¿Por qué lo preguntas? ellos están comprometidos con nuestros ideales. Quieren que más gente se una a nosotros. No sé qué tienes en mente, pero ya te digo que no voy a acceder a ningún tipo de disculpa pública, o de pasar por un juicio como un criminal. Ya me disculpé en su día con los afectados. Lyran Knox, uno de los vuestros, me ayudó a escapar de prisión. Pregúntale a él, o a su hija Azahar, o a Chloe lo que piensan de esto. - le di nombres completos, para que se diese cuenta de que sólo era él quien quería seguir con el tema. Luego suavicé un poco la expresión seria. - Colaboraré en lo que sea necesario para la comunidad mágica, incluso podrías complementar las clases de los nuevos aprendices. Que vean que la actitud de los magos hacia nosotros ha cambiado, y que nosotros ya no os vemos como enemigos. ¿Qué me dices a eso?

-Porque eso quiere decir que tienes personas a tu cargo, esas personas depositaron su confianza en ti, al igual que los renegados que se refugiaron en Ouroboros depositaron su confianza en la seguridad de la isla a cargo del Consejo ¿Cómo te sentirías si supieras que dentro de la Torre de Alta Hechicera hay algo que tus estudiantes creen que pone en peligro su seguridad? No lo hay, pero ¿entiendes la razón de mi presencia aquí? Lo último que quiero es hacerles pasar un mal rato, mucho menos humillarlos. Quiero demostrar que son amigos, por eso, junto con el Consejo pensamos en llevarlos a Ouroboros para que hagan lo que sea que demuestre que somos aliados, si disculparse les resulta muy humillante pueden hacer cualquier otra cosa que no implique herir o asustar a nadie, yo, por otra parte no me sentiría humillado si me pidieran disculparme por todos los siglos en los que tuvieron que mantenerse como una organización en secreto, las persecuciones que sufrieron y por las acciones de todos mis antepasados ante todos los Souls Reapers. Mi postura en el Consejo es bastante moderada, hay otros concejales que son más extremistas y que ni siquiera quieren su presencia… o su existencia, pero, como comprobarás, son los menos porque la decisión del Consejo habría sido otra si ellos fueran mayoría.- Respondió la primera pregunta del Soul luego de que éste nombrara a Lyran, Azahar y Chloe. Abrió los ojos como platos al escuchar que el otro estaba dispuesto a colaborar con la comunidad mágica.

-¿Hablas en serio?- Casi inconscientemente tomó impulso, lo abrazó y lo levantó un par de metros por los aires, cuando se dio cuenta devolvió a la tierra a Adramelech y le reacomodo la ropa que se había arrugado un poco con el abrazo.

-Lo siento, fue la emoción. Digo que si! ¡Claro que si! ¿Eso quiere decir que ya no nos van a recibir con rayos o con amas de llaves roba rostros?¿Que ahora sí van a ir a Ouroboros para participar y/o complementar nuestras clases? Lo propuse en la reunión que tuvimos en el castillo Le Fay, pero no obtuve respuesta. No me da mucha ilusión salir de Ouroboros, pero podemos acordar un día para juntar nuestras clases y que nuestros estudiantes se relacionen entre sí.- Luego alternó su visita entre él y Rosse con una idea en mente y se acercó a ella mientras decía.

-Miren, como muestra de buena voluntad y amistad, quiero regalarte, Rosse Kenway de la calavera del metal, éste rollo de cable de metal, voy a quitarte ésto un momento, en seguida lo devuelvo a su lugar.- Decía mientras le descolgaba el rifle a Rosse y lo dejaba cerca de ella levitando, se sacó el dispositivo cilíndrico de la espalda y se lo colgó a ella como si de una mochila se tratase para luego colgarle arriba el rifle. -Éste artilugio contiene un grueso cable de metal de varios metros enrollado. Puede ser manipulado por magos elementarístas del metal. Te permitirá agarrar cosas que están relativamente lejos de ti, no demasiado porque llega un punto en el que el cable se acaba, te podría funcionar como la capacidad de atracción/repulsión de objetos o seres no mucho más grandes que uno en los magos. Con entrenamiento podrás llegar a levantar hasta dos personas. Y éste brazalete con cuchilla retráctil de metal.- Decía mientras le ponía el brazalete en el brazo derecho. -Así se expande la cuchilla, mira.- Y le demostró con un movimiento tipo latigazo del brazo como se expandía la otra cuchilla de llevaba.

-Del mismo modo se contrae, inténtalo.- Dijo y esperó a ver que ella lo intentara.

-Y… ¿será posible que nos permitan observar las calaveras? Siempre con su permiso y ante su presencia, claro.- Dijo precavido, sabía que se estaba metiendo en un tema más peliagudo.

-Te aseguro, que si nada de eso hubiera pasado. Si las cosas hubieran sido distintas… Si hubiera sabido como, yo misma me habría sacrificado. -Respondí sinceramente.- ¿Después de todo, quién recordaría a una don nadie? - Dije encogiéndome de hombros.- Tal vez era algo que debía pasar. No podemos cambiar lo que ya pasó, y pediré perdón eternamente por lo que paso, tanto a ti, como a tu madre y a Khaled. Eso también es parte del porqué estoy aquí. Solo nos queda honrar a los muertos, pero no podemos hundirnos con ellos. Se que duele, pero en esta guerra más de uno perdió a sus familiares sin siquiera haber una razón. Tu madre pudo sacrificarse por una causa.

Asentí con la cabeza a lo del burdel.- En verdad no tenía muchos lugares a donde ir y por más que el mundo esté hecho mierda aun sigue funcionando con dinero. El dueño del burdel me conoce desde que era adolescente asique me permitió volver a trabajar. -Dije retándole un poco de importancia. Desde mis 15 años era prostituta y suponía que moriría siéndolo. Al menos en el burdel tenía un techo sobre mi cabeza y una cama donde dormir, además de comida en la mesa. No era un buen lugar, pero era donde yo me había criado. - Además le dejo buen dinero al hacer trampas en el poker.

'' Todo tiene su precio... Y supongo que el mio es soportar violaciones para poder tener un lugar donde dormir y un plato de comida sobre la mesa...''

-Tu dime donde quieres ir y yo te llevo. -Dije aun con mi pequeña sonrisa señalando con la cabeza la motocicleta cerca nuestro.

Me quedé mirando todo el espectáculo de aquellos dos mirando aun con desconfianza al elementalista. Al momento que me quito mi rifle tenía ganas de tomar el arma que estaba levitando para pegarle con la culata a Adael en la cara. Deje que me colocara aquel rollo de metal… Tal vez podría venderlo y sacarle algo de dinero, o apostarlo en el poker, cuando el pozo de juego sea grande. Con control sobre el elemento, hice que el rollo de metal se deshiciera un poco para moverlo como si de un látigo se tratara, no estaba tan oxidada en este asunto… Deje que me colocara la otra cosa en la mano. Repetí el mismo movimiento que él con mi brazo, haciendo que la espada saliera.

‘’Una mala maniobra y me quedo sin el otro brazo’’

Dudaba que el dueño del burdel me dejara entrar con todas estas cosas, pero al ser todo en metal podría llegar a modificaras para beneficiarse. Incluso podría crear un sistema de ataque con estas cosas para ponerlas en mi motocicleta... Agradecí a Adael con un pequeño movimiento con mi cabeza.

- Es cierto...lo logramos pagando un alto precio. - El sacrificio con causa que mencionó Rosse consiguió que me sintiera algo mejor respecto a lo que sucedió, saber que había servido al menos para poder sellar a aquel demonio que tantos problemas nos había causado. - No digas eso. - repliqué a lo de que nadie recordaría a una don nadie, pensando que se tenía en muy poca estima. Me quedé algunos segundos más pensando en lo de las disculpas, y en la posible reacción de Khaled. Era mejor que no se vieran, por ahora. Ella parecía bastante arrepentida, y yo mismo conseguía identificarme con eso porque también había cometido errores fatales en el pasado.

- Ya no hace falta que regreses allí, si no quieres. Hay otras opciones para ti. - tampoco sabía si era meterme donde no me llamaban, pero supuse que no debía gustarle ese trabajo, que lo hizo por necesidad. Su invitación a la moto quedó un poco en el aire por toda mi conversación con el descendiente elementarista, con el que poco a poco iba entendiéndome un poco más. - Yo también los habría defendido, obviamente. - intervine brevemente cuando hizo la analogía con nuestros aprendices. Incluso me sorprendió que ofreciese disculparse por sus antepasados. - No Adael, no es necesario. Con que partamos desde las acciones que hemos realizado nosotros mismos es suficiente. Dejemos todo eso para los libros de Historia. Que se sepa también la nuestra. Así será reparado, pero no hace falta que os disculpéis públicamente. - su efusivo abrazo y reacción me pillaron completamente desprevenido, casi no supe reaccionar, entre que no me lo esperaba y que tampoco estaba demasiado acostumbrado al contacto físico, ni a que invadiesen mi espacio personal.

Cuando volví al suelo todavía tenía cara de sorpresa, aunque acabé asintiendo a sus preguntas de los rayos y el ama de llaves. - Eh...¿sí? significa eso. Nada de agresiones entre Descendientes y Soul Reapers. Es un buen avance. Y sí, también estoy dispuesto a que se relacionen unos con otros. Podemos hacer las clases allí, por seguridad para todos. - eché un ojo al regalo que se dispuso a darle a Rosse, algo que podría serle muy útil en futuras batallas. La verdad es que no había terminado mal la cosa, teniendo en cuenta cómo comenzó. - Las calaveras están custodiadas en la torre...no pueden salir de aquí. - yo no era el más adecuado para dar permisos, todavía temía por ellas, con todo lo que tuvimos que pasar para reunirlas. - Eso tendrás que hablarlo con Khaled. Él conoce mejor que nadie sus secretos. - miré hacia la torre, esperando que hubiesen acabado ya con el interrogatorio. - Podemos ir a Ouroboros ahora, así se lo enseño a Rosse. Un momento. - me separé de ellos para ir hacia nuestra guarida, caminando unos pocos minutos hasta llegar. Tendrían que sacar conversación mientras.

Una vez llegué a la entrada le pedí a uno de mis compañeros que avisase a Khaled de que iba a Ouroboros, que había solucionado el asunto con Adael de manera satisfactoria. Tras eso regresé a donde estaban ellos, listo para lo que dijesen.

Asintió satisfecho cuando vió que Rosse sabía manejar los regalos y pensativo cuando Adramelech dijo que el tema de las calaveras había que tratarlo con Khaled. Cuando el Soul se fue, alzó al kneazle y lo acarició pensativo, su mirada cayó sobre la mujer.

-Usa los regalos con prudencia y sabiduría. Fueron creados por magos ingenieros elementarístas del metal.- Le advirtió.

-¿Conoces a éste kneazle?¿Sabes si es de alguien de por aquí? Lo encontré solo en la nieve. ¿Cómo debería llamarlo?- Preguntó mirando al felino.

-¿Vamos a Ouroboros, entonces? Ahora, mis estudiantes están de vacaciones, en unos días ya retomamos las clases, éso nos va a dar tiempo de enseñarles la isla.- Tomé una mano de Adramelech y lo alenté a tomar la mano de Rosse para desaparecernos los tres de allí

Sabía que si me hubiera sacrificado yo, en caso de haber sabido cómo, a día de hoy ya nadie me recordaría, además de dejarle unos muy malos antecedente ¿Que clase de integrantes tenían? Una prostituta mutilada se sacrifico por los Soul… Claramente no pasaría, no solo porque había sido la nueva cuando eso pasó, sino por mi propia historia…

-¿Acaso esa es una invitación a vivir contigo, Adra? -Dije en clara forma de broma, ya que dudaba que eso llegara a pasar algún día, eramos muy distintos… Aunque eso no quitaba que me atrajera… Pero aun así también era obvio que no tenia otras opciones mas que seguir en el burdel, no todo lo que pasaba ahí era tan malo...

Me quede escuchando su conversación, sin entender realmente de qué hablaban, algo de disculpas, aprendices, y no se que mas, en verdad ni siquiera estaba prestando la atención que debería. Solo me dedique a acomodarme el abrigo, bajando las mangas que hasta ahora siempre estuvieron siempre subidas hasta mis codos.

Estuve un rato repitiendo canciones en mi cabeza, sacando la pequeña petaca del bolsillo de mi abrigo para darle un pequeño sorbo, el vodka era bueno para quitar el frío, y en este lugar era muy necesario. Volví a la realidad cuando escuche mi nombre ser pronunciado por el Soul, escuchando que podrían enseñarme ouronoseque, ¿Porque a los magos les gustaba tanto utilizar palabras extrañas?

‘’Ourobuouoros... Knanzel… Parecen insultos en alemán o ruso…’’

-Ni siguiera se que es lo que acabas de decir… -Le respondí a Adael cuando pregunto si el bichejo ese era de alguien, dudaba que lo fuera si estaba en un bosque como este, aunque pudo haberse escapado de la torre.- ¿El alguna palabra clave para decir gato? Porque es lo que parece ser… Algo extraño, pero gato en fin…

Mientras Adra iba y volvía hice gestos con las manos, de manera exagerada y enérgica, intentando decirles a los guardias que metieran mi motocicleta dentro de la torre. Sabía que si no lo hacían se congelaría y me costaría mucho repararla.

Al momento que dijeron que ya nos íbamos supuse que nos desapareceríamos, por lo que tomé mi bolso con ropa que había traído, no era mucho más grande que un bolso de deporte, pero después de todo tampoco tenía mucha ropa, y no pensaba traer lo que solía usar dentro del burdel, era vulgar incluso para mi… Una vez que Adra volvió lo tome de la mano, aunque sin pensarlo pegué mi pecho a su brazo y abrazando este con mi otro brazo lista para salir de ahí. Era sabido que las desapariciones, para personas que no estaban familiarizadas, eran peores que la peor borrachera.

La nieve que cubría los arboles y el suelo del bosque seguia siendo espeso incluso en esa epoca del año. El lugar habia permanecido inmutable a lo largo de los años...o casi. En lo mas profundo del bosque, una pequeña cuevecilla habia quedado sepultada hacia años por la nieve y las hojas caidas, por esqueletos de animales muertos y por más...nieve. Era estrecha, pero en su interior cabía perfectamente una persona. Y lo que había ahí dentro se había despertado, y cuando lo hizo, aun asi, se quedó en el mismo sitio por más tiempo. Lo cierto era que había perdido la noción del tiempo, sí.

Un buen día, o una buena noche, mejor dicho, quien sabe por qué en ese momento preciso, decidió salir. Desde el exterior, se vio un haz de luz salir del suelo nevado, fundiendo la nieva a su alrededor. Luego, cuando el agujero ensanchó, una mano y luego otra se aferraron al borde, y el alado salió de su madriguera en la que habia hibernado por demasiado tiempo, incluso antes de que la magia desapareciera temporalmente del mundo. La luz de la luna no le molestó en los ojos y el frío tampoco. Sus ropas estaban tan ajadas como sus alas...a medio de crecer. Cuando se dio cuenta del estado de las mismas, no mostró mucha expresión, solo se sacudió el hielo de las plumas aun demasiado pequeñas. Entornó la mirada, notando que algo había cambiado, y se llevó una mano a aquellas viejas cicatrices en su estómago....ya no dolían...no habían demonios cerca...?

- La Torre... - ladeó la cabeza, pues ya no era capaz de percibir alli su energía. Qué habia pasado? Cuanto tiempo había transcurrido? No era posible que se hubiera esfumado sin mas. Había dejado algo, un vacío. Con pasos muy vacilantes al principio, apoyandose de arbol en arbol para no caer de bruces a la nieve, avanzó por el bosque rumbo hacia donde antes se encontrase la Torre de la Alta Hechicería...aunque no la encontraría en su lugar.