Castillo Le Fay (en ruinas)

Podía captar muchos sonidos y muchos olores, cosas de mamá leona a las que progresivamente me fui acostumbrado, entre ellas pude sentir el olor del super-mago médico acercándose, aun así mantuve mi mirada en mi barriga.

-Redonda ¿Qué, no ves? No puedo entrenar con esta criatura dentro mío. Perdí agilidad. Tampoco me dejan practicar con un arma como la gente porque dicen que "el golpe del retroceso puede dañar al bebé". Pues si el simple retroceso del arma lo daña va a estar en grandes problemas al salir al mundo real.- Estaba molesta con el mundo entero y a la vez con nadie, pero ya había asumido todo lo que decía, así que estaba molesta pero tranquila. Cuando mencionó el pastel de calabaza lo miré de reojo, olisquee el aire y, aunque lo intenté, no pude ocultar una sonrisa.

-Y huele muy bien… Si, me gustaría probarlo.- Al final Lucio me había contagiado su sonrisa. Normal que sea médico ¿Quién podría resistirse a su carita de "No te dolerá, confía en mi"? Asentí cuando hablo de los de la Brigada, no tenía porqué decirme lo que ya sabía.

-Si con "podemos ayudarte en lo que necesites" te refieres al parto, soy consciente de que estan preparados. Yo soy la que no está preparada… o quizás estoy ansiosa por evacuar, todavía no me decido. Puedo enfrentarme a un trol de montaña pero un bebé me da miedo ¿Puedes creerlo?- Ese pensamiento me sacó otra pequeña sonrisa por lo contradictorio. Lo miré alzando una ceja cuando mencionó a los niños que habían en el Castillo y alcé la otra ceja con cara de "really nigga" cuando se puso en plan psicólogo, aunque era lógico ¿Los psicólogos son médicos? Luego lo buscaría por Internet.

-¿Qué me preocupa? Que hay niños en el castillo, eso me preocupa. Esos niños están condenados a vivir toda su vida como refugiados, nunca tendrán la opción de ser otra cosa. Quizás puedan agregar títulos que los hagan parecer más importantes entre los renegados, pero nunca serán libres de elegir un oficio o un lugar donde vivir. Siempre se encontrarán condicionados y, si no son cuidadosos, caerán en las garras de la Alianza Humana. A ellos no les importa si controla la magia o si no, lo único que les importa es el poder y si alguna vez cruzó alguna palabra, alguna mirada con un sujeto sospechoso de ser renegado será enviado a los campos, sin excepción. Yo vi todo lo que te estoy diciendo con mis propios ojos Lucio. No hay piedad en un mundo en guerra, o matas o mueres. Llamame pesimista si quieres, pero la mejor muerte que imagino para ellos es la de tropezar con una cáscara de banana y morir por un golpe certero en el cuello contra el suelo o una bomba atómica, la que sea más inesperada, rápida y sin dolor.-

La indignación de Leila por no poder entrenar me resulta graciosa, así que sonrío como si me pareciese un pobre gato enfurruñado porque no puede salir a jugar. Suspiro negando con la cabeza, pidiendo después a uno de los compañeros de la enfermería que vayan a traer el pastel que he dicho. - Me temo que tendrás que esperar hasta que nazca. Podría ser en cualquier momento ya, así que ten paciencia. Además, aprovecha para inflarte de pastel. Enseguida lo traen. - me dedico a escuchar sus razones durante los siguientes minutos, comprendiendo buena parte de sus miedos y preocupaciones, aunque la veo demasiado pesimista. Tampoco debería intentar convencerla de nada, pero no puedo evitar meterme un poco en el asunto. - No, no me refiero al parto. Eso saldrá bien, ya verás, no te preocupes. Me refiero a lo que pasará después...-
no ha querido decir quién es el padre, así que asumo que no estará con ella cuando el bebé nazca. Sus razones tendrá para no decir nada. Le sostengo la mirada de manera comprensiva mientras me dice lo de los niños en el castillo, pensando en todos ellos y en sus padres, en el miedo que deben tener porque les pase algo.

- ¿Cómo que toda su vida? ¿no crees que solucionaremos esto antes de que esos niños sean mayores? - pregunto esperanzado, sin querer creerme que estemos tan determinados por el lugar o la situación en que nacemos. - Cuando sean mayores serán libres de hacer lo que quieran, nadie obliga a nadie aquí. Lo que importa no es el papel que puedan desempeñar, sino que crezcan felices, teniendo a gente que los quiera de verdad. - escuchándola hablar me da la impresión de que ella no quería tener a su futuro hijo, de que hubiese preferido no seguir, sin embargo... - Dime, si piensas eso...¿entonces por qué decidiste seguir adelante con el embarazo? ¿por qué has decidido que nazca? podríamos haberlo solucionado hace mucho. Debe haber una razón para que estés aquí ahora. - dejo que examine sus sentimientos durante algunos segundos, lo necesario para que se de cuenta de que no todo es tan negativo como quiere verlo. - Por cierto, no sé si te han dicho el sexo del bebé. ¿Prefieres esperar al parto, o verlo ahora?

Habían pasado los días en el castillo, sin muchas idas ni venidas por aquello de que salir de la zona magica podia acabar con una transformacion inesperada y haciendo vete a saber qué. Vamos, que no era la mejor idea. Pero estarse aqui, era frustrante, sobre todo porque no podia ayudar a la gente que se dedicaba a hacer cosas de listos. Al menos podía entrenar y acosar a Altair para que me enseñase más cosas acerca de la licantropía. Tambien me habia dado por buscar a Genievre, quería hablar con ella en condiciones o algo, en privado, pero tenia la impresion de que me estaba evitando y de que lo hacia muy bien, porque no habia logrado dar con ella.


Aquel dia me habia dado por pensar en un modo de llegar hasta Imram. Lo malo era que en cuanto saliese de ahi, pum, descontrol. Olvidaria que lo que tenia que hacer era ir a por Imram. Puta mierda. Decidí que hablaría con Leila, a ver como se encontraba. Al menos eso si podia hacerlo.

Fui hacia la enfermeria y al entrar fui hacia donde estaba ella, encontrandola acompañada por Lucio.

- Ey, Leila. - saludé con una sonrisa. Al medimago le di una palmada-hostia en el hombro, a modo de saludo. - Madre mía, hasta cuando va a crecer la barriga? - pregunté a ambos, con las cejas alzadas pero con una sonrisa en la cara. Como crecía, de verdad. Ya debia de quedar poco.... - Como lo vas a llamar? Puedo ser su tío? Me dejas ser su tío? Lucio, el bebé puede nacer feral? Eso se hereda? Leila, tienes hambre? Has pensado en un nombre?

"eso ya lo he dicho..."

respuesta a Josephine:

Despertar había sido terrible y maravilloso a la vez. Cuando la sangre volvío a correr por mi cuerpo... quise más. Tuvieron que pararme por la fuerza. Aquella que corría bombeada por un corazón era mucho mas apetitosa que la que me ofrecian al principio. Fue dificil. No sin lucha, al final lograron sosegarme, comprender quien era, quienes eran ellos, qué había pasado. Procesé la informacion con rapidez y facilidad, entonces. Habían pasado muchos, muchos meses..... Pedí que me dejasen solo. Seguí alimentándome en aquella oscuridad del sótano, sintiendo a los vivos en los pisos superiores, observando a Reiv a través de mis sombras y buscando a Johan...pero...mis ojos no llegaban más allá de la zona de magia de este castillo. Podia saber de todo lo que ocurriese aqui, no más allá. No sentía su presencia. Estaba muerto, o muy lejos de mi alcance.

Cada minuto deseaba subir arriba a acallar aquellas voces o a abrir sus gargantas. Y cada minuto, me recitaba las palabras de aquellos textos de mi puño y letra, en voz baja, haciendo memoria. El letargo...ese letargo tan largo, me habia pasado factura.

A ella la oi bajar desde tiempo antes que pusiera un pie en el umbral de la oscuridad del sotano. Silencioso como una sombra, me habia puesto en pie, habia dejado de hablar solo y habia esperado junto a la puerta, oculto en la oscuridad. Podia oler su sangre y sentir el calor de esta bajo su piel pero....habia algo en su corazón que no sonaba como debería. Aquello me llamaba la atención. Ese latido... era extraño.

- ¿Sirius? - susurré tras su oído, pasando mi mano por su cuello. Claro.... - ...puedes hablar.... - o podía intentarlo. Mis ojos seguían clavados en su cuello y si se quedaba cerca de mi, en breves los ojos no serían lo unico que estuviesen clavados ahi.

Fruncía el seño a medida que Lucio sonreía, parecía que le hacían gracia mis desgracias y no ayudó mucho que diga que me infle cuando lo que yo quería era lo contrario.

-Inflarme con pastel de calabaza, si, genial, justo lo que necesito. Tu tienes tu magia y supongo que los magos también practican, pero lo que yo tengo es mi habilidad física y si la pierdo sólo quedará el monstruo que aparece cada luna llena.- La sonrisa había ido y venido durante la conversación pero me puse seria cuando quiso saber lo de después del parto, no respondí a eso y lo dejé pasar. Quería preguntarle si de verdad pensaba que esos niños llegarían a mayores, pero me lo guardé, en lugar de eso le pregunté.

-¿Sabes por qué me uní al ejército de la Alianza Humana o a la Brigada de las Mil Grullas? Porque sé que no voy a morir de vejez. Esa es la única cosa que tengo clara en esta vida.- Bajé la mirada cuando preguntó por qué había continuado con el embarazo, me mantuve callada, las escusas que se me ocurrían no me convencían ni a mi, y acaricié mi barriga. Podía sentir moverse a aquella criatura que crecía dentro mío. Los ojos se me llenaron de lágrimas al pensar en el mundo al que había traído a un ser inocente. Quería disculparme, quería hechar el tiempo hacia atrás y revertir todos mis errores, pero no podía. Me calmé y sequé mis lágrimas pensando que sería lindo conocer el sexo del bebé y oliendo a Lykaios antes de entrar. Le devolví la sonrisa a modo de saludo, aunque seguro que se daba cuenta que había estado llorando, no lo veía como una figura paternal por nada, pero mi expresión cambió radicalmente a una de enfadado cuando mencionó a mi hinchada barriga y recordé que me permitió darle por el culo. En vez de eso le di un patadón en el estómago, pobre de él si había comido.

-A ver si aumentar 8 kilos te parece gracioso.- Una vez castigado sonreí satisfecha. Rodee los ojos y mi sonrisa se amplió un poco más cuando empezó con todas esas preguntas.

-Creo que serias un buen tío.- Dije para apaciguarlo un poco manteniendo la sonrisa. Además, al tío de sangre de aquella criatura no lo veía desde hace años. Dejé que Lucio respondiera lo de heredar el feralismo.

-Sip, tengo mucha hambre y tengo antojo de licántropo.- Dije dejando a la vista mis dientes en una fingida sonrisa psicótica.

-De hecho, estaba por pedirle a Lucio que se fijara el sexo del bebé. Hubiera querido que todos los de la Brigada se enteraran al mismo tiempo, pero Ben esta en Francia ¿Alguna noticia de por allá?- Un pensamiento pintó de susto mi rostro y cruce las piernas temiendo la respuesta a mi siguiente pregunta. -¿Debes meter la mano por alguna parte íntima?- Pregunté mirando al médico.

Contuve el aliento al oir su voz. Sentí sus dedos helados pasar por mi cuello y miré de reojo hacia allí. Estaba actuando tal y como sospechaba. Como un vampiro. Lo cual era lo lógico. La fuerza de voluntad que Sirius había demostrado siempre frente a los humanos que nos rodeaban resultaba impresionante pero obviamente no era normal.
Tragué saliva e iluminé un poco más la estancia.
-Sirius Black.
Dije su nombre en alto por asegurarme de que se autoreconociese y giré para tenerlo cara a cara. Su aspecto no era el que solía tener. Seguía mucho más muerto de lo que parecía normalmente.
-Vengo a hablar de tu hijo. Johan.
"eso, tu repite nombres y que parezca que no estas acojonada"
Los clicks tras mi oído parecían tener un ritmo más rápido así que tampoco iba a engañarle demasiado.
-Necesito tu ayuda.
Dije escuetamente tras pisar otra de esas bolsas de sangre y apartar mi pie de allí. Observé su rostro preguntándome si reaccionaría a eso o tendría que conjurar un lumus solem o algo parecido.

- Bueno, bueno, no te agobies...ya te pondrás en forma pronto. Por ahora disfruta. - sonrío señalando el pastel de calabaza que nos traen por fin, dejando el plato sobre la mesita más cercana. Tal vez eso la ponga de mejor humor, aunque no estoy tan seguro de que sea tan sencillo. Me da la impresión de que sólo piensa en vivir para la guerra, como si quisiese caer en batalla de manera heroica. - Hay más posibilidades...puedes ver crecer a tu futuro hijo o hija, ayudarle en lo que puedas. No todo tiene que ser una vida de batalla. - yo desde luego no podría vivir así, no sólo porque no se me de bien, sino porque lo detesto. Me apena ver el modo en que se le llenan los ojos de lágrimas a Leila, sin saber exactamente cómo ayudarla con el dilema o la culpa que parece tener encima. Lykaios me saca un poco de esa situación, apareciendo en el mejor momento posible.

- Me alegro de verte, Lykaios. Espero que me hayas hecho caso y no hayas hecho esfuerzos durante este mes. Ni salir de la zona de magia...ya sabes, el descontrol puede venir en cualquier momento. - me levanto de la silla en la que estaba para dejarle hueco a Lykaios, observando la entrañable escena entre los dos amigos. Estaba pensando en retirarme para dejarlos solos, pero me espero un poco más para responder a las dudas de ambos, empezando por Lykaios. - Pueees...eso depende. Nacería como feral si ambos padres lo fuesen. En este caso sólo es Leila, supongo. - no puedo asegurarlo por completo porque ni idea de quién es el padre. Por un momento miro a Lykaios como pensando en algo, pero no tardo en descartarlo.

Me retiro unos segundos para ir al extremo de la habitación en el que tengo un pequeño aparato para hacer ecografias, de lo que pudimos rescatar del hospital de Ouroboros. - Pues si quieres lo vemos ahora. Tranquila, por el momento lo único que tienes que hacer es dejar al aire la barriga. - aguardo un momento para que lo haga, echando después el gel frío sobre su piel. Después apoyo el aparato, activando la pantalla para que ambos puedan ver. El latido del corazón se va escuchando mientras le voy señalando a Leila las diferentes partes que puede ir observando en la pantalla mientras muevo el aparato. - Por lo que veo está todo bien. Ya está en posición, no debe quedarte demasiado. Mira...es una niña. - informo con una sonrisa al darle la noticia, dejando que observe el tiempo que quiera. - Ahora que lo sabes ya puedes pensarle nombre. - retiro el aparato y le dejo una tela para limpiarse, apagando después la pantalla. - Os dejo de momento. Leila, avísanos a mí o a Aldaron si notas cualquier cosa. - me despido de ambos, saliendo de la enfermería para ir un rato a mi cuarto, donde me pondré definitivamente con la carta que quiero escribir.

La hora de la verdad había llegado.

Siete meses después del lanzamiento de los satélites antimagia se nos presentaba, tras mucho luchar e investigar, una posible solución para poner fin a ese desequilibro en la fuerza provocado por el bloqueo de la energía mágica, por las fuerzas opuestas de la antimagia.

Apenas faltaban unas pocas horas para la llegada de la noche del día 31, el día de Samhain, el día de la convergencia planetaria que provocaría un impresionante aumento de la potencia de la energía mágica en nuestro planeta.  La coordinación a gran escala era necesaria para aprovecharlo, por eso habíamos establecido comunicaciones con los enviados a Praga y a Lyon, así como otros posibles aliados que colaborasen en el gran día. Las revelaciones  que le hicieron a Sean los por los guardianes de Praga indicaban que justo en ese momento debíamos canalizar toda la magia posible a través de grandes amplificadores, similares a los satélites. En Lyon tenían aquella catedral. En Praga, el reloj. En Turín, la Mole Antonelliana. Juntas formaban el triángulo de la magia, lugar en el que se alcanzaría el mayor poder de todos.

Aquí no sabemos cuánta potencia se alcanzará, pero habíamos estado trabajando en un aparato amplificador muy similar al pequeño satélite que habíamos reproducido gracias a aquellos planos que se robaron hace tanto. Gracias a la alquimia de Tobías habíamos podido hacer un segundo aparato pequeño, el situado en el pueblo de Hogsmeade, y así separar un poco a la gente. El resto del material se utilizó en el nuevo satélite, cuyo tamaño era como un edificio de dos plantas, aproximadamente. Tesla, Giordano, y yo habíamos estado trabajando en los cálculos y en la construcción junto con el resto del equipo, mejorando la máquina hasta el punto de que fuese capaz de canalizar la magia en forma de un potente rayo de amplio espectro que concentrase toda la energía para ser capaz de enviar el rayo lo más lejos posible. Había tenido serias discusiones con Tesla, pues él quería la patente y llamarlo "rayo de la muerte".  Giordano prefería, "Estrella de la Muerte", siguiendo con la línea de cosas súper chungas mortales, y yo quería llamarlo "Cerebro", aunque no tuviese que ver nada en absoluto con esa máquina de encontrar seres raritos. Entre discusiones y discusiones acabamos terminando, teniendo el gran aparato situado en el jardín del castillo.

- Esto ya está listo. Hay que convocar a toda la gente para que estén preparados cuando llegue la hora. - activo un aparato que suena a alarma contra bombas aéreas, que es la señal de que deben reunirse todos ya en este lugar. Los que puedan ayudar, al menos.

Entorné los ojos molesto por la creciente luz que ella estaba provocando y torcí un poco los labios en una mueca cuando dijo mi nombre completo. Era como un lastre.


Crispé mis dedos y los retiré de su cuello cuando ella se dio la vuelta, pasando a mirarla a los ojos. Luego dijo aquel otro nombre, aquel que habia tenido en la cabeza de tanto en cuando desde que recuperé un poco la cordura tras mi despertar.

- Johan.... esperaba que vosotros me dijeseis que ha pasado con él. - inquirí. Yo no tenia ni idea. - Mis sombras no pueden salir de este castillo. - guardé un pesado silencio.... antes de poner cara de pregunta. - Que te ha pasado en el corazón?

"ayuda..."

- Dudo que pueda prestarte ayuda. Estoy mas cerca de abrirte el cuello que de ayudarte, Josephine...

Dije dando un par de pasos hacia atrás, apartándome de ella y de aquella molesta luz. Entonces empezó a sonar una especie de sirena, o alarma, o....

Miré hacia arriba, de donde provenía el sonido, piso superior. Y hablé en voz baja.
- Han terminado la máquina.

Vi su expresión mutar de una de tristeza a una de cabreo...será porque la llamé gorda? Bueno, solo a su panza. Hay que ver como se lo tomaba.

-Hormonas de embarazada noo! - grité cuando me atacó sin compasion ni medida, protegiendome mi dolorido estomago despues. Menos mal que tenia unos poderosos abdominales para protegerme las tripas. - Pues si es aumentar 8 kilos a base de beber cerveza si me pareceria gracioso. Eh, al menos has sonreido- apunté señalandola, aunque su sonrisa fuese a base de vengarse de mi. Mejor eso que llorar.

Me crucé de brazos orgulloso. Claro que seria un buen tio. Luego la miré entrecerrando los ojos por aquella insinuacion de comer licántropo. [color:c9bd=crimson0] - No Leila, eso está feo....

Lucio empezó con su recordatorio de que debia ser buen paciente y no salir de y blablabal.... y yo rodé la mirada. - Oye, gracias por salvarnos el culo con lo de la plata. La verdad es que lo pasamos bastante jodido. - le reconocí. Que fuese un cansino no quitaba que nos hubiese salvado el pellejo, joder.

Lancé un "ummm" prolongado por lo que dijo Lucio, eso de ser feral o no, y me quedé mirando a Leila. Quien sería el padre?
- El padre es el otro feral con el que llegaste? Casi me lo cargo, maldita sea.... - chasqueé la lengua. Habia reconocido el olor de Kyllian de cuando nos tuvimos que pelear en los campos. - Menos mal que es fuerte.

Luego el medimago hizo su magia de medimago y yo me quedé a su lado putoemocionado viendo cosas que no entendia en el ecografo pero eh, si decia que era niña, era niña.


- ES NIÑAAAAAAAAAAAA! ES NIÑAAA, LEILAAA!- la abracé un par de veces repitiendo que era niña otras cuantas veces mas. Lucio se fue y yo me quedé a solas con Leila. - Quiero que sepas que voy a ser el mejor tio del mundo. Como con el hijo de Imram. Voy a...voy a rescatar a su padre. Tenemos que salvarlo. Ben? Llegó a Lyon, si. Están bien. Todo bien

Habia entrado en modo hiperactivo, y justo entonces, sonó la alarma aquella.
- Que puñetas es eso?! joder! - me acordé entonces de algo que se habia estado diciendo estos dias por el castillo. - Ya es el momento....?

Al ver su expresión incómoda bajé la intensidad de la luz un poco. Era un poco estúpido hacerlo pero no quería hacerle sentir incómodo.
Se separó de mí lo cual me aliviö. Al menos podía controlarse un poquito. Sonreí levemente por ello pero al instante su respuesta me hizo arrugar la nariz.
"Tampoco funcionan sus habilidades fuera?"
Mi expresión a parte de contrariada parecía triste. Chasqué la lengua por lo bajo mientras pensaba que más opciones teníamos de encontrarle.
Mi mirada se había perdido en el infinito por unos segundos. Volví a reaccionar al oir la palabra maldita. Suspiré pesadamente cruzando mis brazos sobre mí. Hacía frío.
-La falta de magia...
Entonces recordé que llevaba mucho tiempo dormido. Volví a suspirar.
-Los muggles han fabricado algo... Nos dejaron sin magia y mi corazón falló. Tuvieron que inventar algo para mí.
Apreté los labios. No estaba convencida de ese cacharro.
-Johan se marchó a una misión de rescate y... No sabemos que ha pasado con él.
En ese momento busqué entre mis bolsillos hasta que saqué aquel recorte doblado en el que aparecían tanto Victoria como Johan. Lo extendí hacia él.
-Reiv pensó que podrías localizarle.
Comenté justo después de su confesión sobre mi cuello.
"Supongo que no va a ser así"
Sonó la alarma y miré hacia la puerta. Sabía que andaban fabricando algo y que necesitaban ayuda pero esa forma de avisar...
Miré a Sirius y asentí.
-Intentan que vuelva la magia.

Había pasado un mes desde el último incidente. Cuando trajeron al vampiro y la gente se crispó un poquillo por eso de que nos iba a chupar la sangre a todos. Bueno... Supongo que a mi no por eso de mi peludo interior y eso.
Durante ese tiempo me había dedicado a varias cosas: cuidar plantas en el invernadero, quejarme al señor orejillas cuando me drogaba con matalobos y tomar prestados más vestidos. Ya no quedaban muchos por probarme.
También había huído deliberadamente de Lykaios y varias veces me había quedado al borde de la barrera, tentada por salir.
Ahora tras mi dosis número tropecientos millones de matalobos paseaba tranquilamente por algún pasillo. Cuando tomaba matalobos no detectaba al general pero como era un empanado no se había dado cuenta cuando al verle al fondo de un pasillo yo había salido huyendo.
Oí un gritaco en la puerta de al lado y paré mis pasos. El medimago salió y pude oir con más claridad al maldito y sexy Knox.
"Vale ahora es cuando corres en dirección contraria"
Y entonces esa alarma. Llevé las manos a mis oídos y gruñí. Era molesta a más no poder.

Encima que le estoy siendo sincera me trata como a una discapacitada.

-¡YO NO ME AGOBIOO!- Dije y agarré el plato que traía el pastel de calabaza con cara de niña caprichosa y empecé a comer de forma muy poco delicada. Levanté una ceja mientras masticaba con toda la boca sucia de comida cuando Lucio mencionaba las posibilidades más aburridas que jamás escuche. Se notaba que no salía mucho.

-No te preocupes, aunque estoy más acostumbrada a la carne, tengo pastel de calabaza para engañar al estómago.- Dije señalando el plato en mi regazo y sonriendo de manera más normal a Lykaios cuando dijo que comer licántropos sería feo. Luego ellos se pusieron a hablar de la zona de magia, el descontrol y la plata. Aquel rescate había sido un suicidio, hubiera preferido que lo planearan un poco más para no tener que dejar por el camino a Imram, pero no iba a sacar a relucir eso ahora, necesitaba navegar más por Internet para conseguir información que nos pudiera ayudar a recuperarlo. Me dediqué a mirarlos mientras hablaban entre ellos, a la vez que yo seguía comiendo aquel delicioso pastel de calabaza, alternando la mirada de uno a otro. Una porción de pastel de calabaza quedo suspendida entre mis mandíbulas abiertas cuando me di cuenta que no había sido la mejor idea dejar que Lucio respondiera lo de heredar el feralismo porque querrían saber quién era el padre. Dejé el plato en la mesa para responder pero Lyka se me adelantó y quedé con cara de cuando dio por hecho que Kyllian sería el padre, agarré una almohada y empecé a golpearlo sin piedad.

-¡PEDAZO DE MALDITO INFELIZ! ¡PUTO IRLANDÉS BORRACHO! ¿CÓMO PODRÍA SER KYLLIAN EL PADRE? ¡¿EN QUÉ MOMENTO SE TE OCURRE QUE PODRÍAMOS HABER CONSUMADO EL ACTO?! ¿¡¿EN EL PUTO BOSQUE?!? ¿¡¿¡¿MIENTRAS NOS PERSEGUÍAN LOS ANDROIDES?!?!? OHH SII, PORQUE ME PONE TAN CHACHONDA QUE UN MICRO-HONDAS SUPER-DESARROLLADO ME QUIERA ASESINAR ¡¡COMO UNA MOTO ME PONE!!- Pude darle varias veces con la almohada sin reprimenda alguna porque el médico se había retirado al extremo de la habitación aunque la almohada se estaba rompiendo. -YO JAMÁS TENDRÍA UN HIJO CON ESE MENTIROSO, DOBLE-CARA, FARSANTE, HIPÓCRITA, ABANDÓNICO...- Llegó un punto en el que el brazo se me cansó, así que devolví la destartalada almohada a su lugar con cara de pocos amigos. Dejé al aire la barriga e hice una mueca de "Que friiio" cuando aplicó el gel. Mis ojos se abrieron como platos al oír el latir de aquella cosa deforme a la que llaman bebe, antes había podido percibir un ligero sonido, pero ahora lo podía escuchar fuerte y claro. Entrecerré los ojos para poder distinguir algo de aquello que me señalaba Lucio sin éxito ya que lo único que distinguía eran manchones. Cuando informó que sería una niña el capitán se emocionó más si cabía. El nombre... el blog que estaba leyendo en el portátil me dio una idea de un nombre para la bebe. Acepté la tela que me dejó Lucio para limpiarme la barriga y le agradecí mientras Lyka seguía abrazándome una y otra vez y seguía gritando en mi oreja.

-Si, si, es niña ¡Quita de una vez!- Dije riendo. Agarré el aparato de ecografías y lo apoyé sobre su hombro derecho para luego apoyarlo sobre el izquierdo mientras decía:

-Lykaios Knox ¿Juras solemnemente cuidar y mimar a mi bebe por partes iguales?- Decía mientras contenía la risa.

-Vamos a rescatar a su padre.- Corregí pensando en Imram. -Estoy segura de que en poco tiempo podré retomar con las misiones.- Asentí ante la información que me daba de Ben. En ese momento empezó a sonar una alarma que con mis sentidos aumentados hacía que mi cerebro vibrara así que me tapé las orejas. Por la expresión de Lyka entendí que era algo que tenía que ver con la magia.

-Ve, yo me quedaré aquí, estaré bien. Espero poder terminar mi pastel de calabaza en paz, sin esa alarma de mieerdaa.-

Se inicia una convergencia planetaria que tiene lugar cada 777 años, en la cual se alinean todos los planetas del Sistema Solar durante unas horas. Esto provoca que la energía mágica se vea enormemente potenciada en todo el planeta Tierra (con mayor intensidad en el llamado triángulo de la magia), dejando sentir sus efectos en todos los seres de raza mágica, incluso muy levemente en aquellos que no lo son.  Los 3 puntos de gran concentración de magia del mundo emiten desde sus núcleos grandes cantidades descontroladas de poder, provocando un desequilibrio por exceso de potencia. Tal cantidad de energía puede producir una sobrecarga en todos los seres afines a la magia, que verán aumentados sus poderes de manera exponencial, debiendo canalizarlos debidamente si no quieren que les perjudique y acaba dañándoles seriamente, o incluso matándoles. Los seres mágicos deberán dominar y aprovechar dicha energía para sus fines, intentando que no les destruya por dentro o les haga perder el juicio...

observación alineación desde el planeta:

Hubo una guerra de almohadas (unilateral, para que mentir, yo ahi di poca guerray fui mas bien pacifista) a causa de mi insinuacion sobre si Kyllian era el  padre. Según Leila, no, porque no le habria dado tiempo a consumar entre unas cosas y otras, pero entonces con quien SI le habia dado tiempo? Tampoco es que hubiese dispuesto de mucho, y menos teniendo en cuenta el hecho de que...de que...que....

"que luego ella estuvo encerrada"

Me mordí la lengua esquivando un golpe, pensando en el tiempo, en que pese a mi pregunta, Leila no me aclaró nada. Decidí que por hoy, no debía preguntar más.

Leila se cansó de zarandear la almohoda y yo levanté una ceja como diciendo: "¿paz?"-

- bien, paz. - luego de la ecografia y mi insistencia, Leila hizo algo asi como un nombramiento de caballero conmigo, usando el aparato aquel a modo de espada. Sonreí, me llevé una mano al corazon y clavé una rodilla en el suelo. - Lo juro!

Al ponerme en pie, estreché su  mano a modo de trato. Las malditas alarmas habian empezado ya a taladrarnos los oidos.  - Espero que sí, Leila. Cuidate...voy a ello.

Me despedí de Leila, habia que reunirse en el jardin. Sali de la enfermería viendo a Gen al final del pasillo, cubriendose los oidos.

-Gen! Por fin te encuentro! - me aproximé a ella, mirándola. Tenía buen aspecto.... - Me habría gustado verte antes! - le grité intentando hacerme oir por encima del jaleo, pero era dificil hablar asi, es decir mantener una conversacion normal - Vamos al jardin, creo que hacemos falta afuera!!! - le hice un gesto con la cabeza para que me acompañase, esperando que no se esfumase de nuevo. El eclipse ese chungo o lo que fuese estaba a punto de comenzar.

Comprendí que era lo que le habia ocurrido gracias a su explicacion, el resto, bastó imaginarlo. Le habian tenido que implantar algo no mágico para que pudiera seguir viva. Seguro que aquello le daría un sabor metálico y extraño a su sangre.

- Estaría bien probarlo. -  estiré mi mano para tomar aquel periodico que me tendia, viendo la imagen de Johan  y la de Victorya, buscados por la Alianza. - Reiv pensó mal. No puedo. Debisteis haberme dejado en ese ataúd. Podría localizarlo si estuviese en Londres, por medio de mis sombras, o sintiendo su presencia...pero mis habilidades parecen encerradas en este castillo.  - dije con cierto asco.

Las malditas sirenas aquellas no paraban de sonar. Si intentaban que volviese la magia quizá consiguieran algo. Pero que no esperasen que los ayudase.

- Deberías irte arriba. Con los vivos. - entonces se produjo un silencio sepulcral, al menos, en mi mente. Mis pupilas se dilataron cuando lo noté....no sabía si venía de arriba, o de abajo, o de donde. De pronto, las visiones de mis sombras se extendieron, y pude mirar. Pude mirar en todas partes, en toda la ciudad y alrededores. En tan poco tiempo....  Se me erizó la piel, tuve una punzada en la cabeza que me hizo gruñir de dolor y cerrar los ojos, llevandome ambas manos a las sienes. Las sombras del sotano empezaron a arremolinarse, a tomar formas semihumanas, monstruosas, a aumentar el espacio que ocupaban, a volverse mas densas e incluso apagaron totalmente la luz del lumus de Jo. Aquel extraño fenómeno astronomico tambien me estaba afectando a mi, quizá de un modo distinto a como lo hiciese con los magos pero...me habia dado la clarividencia necesaria sobre una cosa. - Johan no se encuentra en Londres, ni en ningun lugar cercano a Londres.

Muerto quizá. Me enfurecía pensar en que habia fracasado en cumplir la unica mision que me habia encomendado a mi mismo, aquella que podría mantenerme cuerdo. De eso quedaba cada vez menos. Mis sombras comenzaron a estrangular a Josephine sin que yo les hubiese dado la orden ni si quiera. No de modo consciente. - Si yo fuera tú, me marcharía de aqui. No queda esperanza. - arrojé al suelo el trozo de periodico que me dio, hablando con una voz tensa, por el esfuerzo... Necesitaba cazar. Muchos humanos inocentes iban a pagar esta noche por lo que habian hecho con mi hijo.

Dejé a Josephine, mi voz se desvaneció con el susurro de las sombras al dejar ir su cuello.  Y de pronto, ya no me encontraba allí.

Apreté mis oídos con fuerza mientras buscaba de donde salía aquel maldito zumbido. Resonaba en todo el castillo.
De pronto tenía a Lykaios muy cerca sin haber llegado a oirle mientras caminaba por el pasillo. Disimulé un poco el pequeño susto que me entró por el cuerpo. También tratę de disimular el hormigueo que me recorría la espalda.
-Qué??!!
Pregunté gritando en mitad de una de las sirenas. Le había oído perfectamente pero hacerme la sueca era mejor que ponerle una excusa tonta.
Señalé al fondo del pasillo con un dedo y alcé la voz de nuevo, justo a la vez que él.
-Creo que voy al jardïn!
Abrí un poco de más los ojos cuando entendí que el decía la misma palabra.
"Mierda... No.."
Resoplé un poco al ver su gesto y me puse a andar junto a él camino al jardín. Miraba hacia otro lado manteniéndo el silencio. Procurando que no se apreciase que me estaba poniendo nerviosa y me estaba entrando un poco de calorcillo.
La sirena seguía sonando, tampoco ayudaba. Aunque al menos así no teníamos aue hablar mucho. Le miré de reojo por un segundo. Vale, tampoco es que para lo que pensaba ahora mismo necesitase hablar mucho.
Suspiré apartando la vista al cruzarse ese pensamiento. Notaba como mi poder trataba de salir por mi maldita piel.
"Lo mismo tampoco es normal no hablar nada"
Mordí mi labio inferior mientras girábamos la esquina y volví a mirarle de reojo.
-Te has recuperado bien!
Grité de nuevo tratando de quedar por encima de la alarma.
"Que mierda de frase pregunta es esa?"

No hubiésemos podido llegar hasta aquí de no ser por el retorno inesperado de la magia, sin ese golpe de suerte que ha sido más cuestión de tiempo que otra cosa. Aparezco en los jardines con Kyllian y su rehén Éamon, además de con Thoren. Allí suelto a ambos, dejando caer al ruso herido al suelo. - Aguantad, iré a la enfermería a buscar a alguien que os atienda. - le digo a Kyllian al ver que él también se ha llevado un disparo en una mala zona, pegando después un golpe con la culata del arma en la cabeza de Éamon. Así termino de dejarlo inconsciente, pues con el veneno que le había puesto Kyllian ya empezaba a adormilarse. - Tíralo al suelo, de ahí no pasa ni va a escapar. - le doy con el pie como quien patea la basura, dándome la vuelta para ir a pedir ayuda. - ¡Lucio, Aldaron! ¡necesitamos ayuda! - Lo que me encuentro antes de avanzar más es un montón de gente que ya ha comenzado a reunirse en torno a la gran máquina que han estado construyendo durante este tiempo. La mayoría se arremolinan en torno a Newton, que está dando indicaciones en voz alta para que todos sepan lo que hacer, aunque realmente nadie esté seguro al 100% de que esto sea lo correcto o vaya a ser efectivo del todo.

- ¿Qué se supone que tenemos que hacer? - pregunto alzando la voz, algo a lo que se unen parte de los que allí se concentran. El viejo descendiente de Newton pide silencio y calma, señalando al cielo indicando los puntos brillantes ya alineados, explicando que tenemos que dirigir toda la energía que podamos hacia esa enorme máquina. Supuestamente eso debería condensar la energía en la dirección correcta, gracias a los cálculos precisos que han estado haciendo en equipo. Dicho así no suena mal, ojalá y tenga razón. Trato de concentrarme para hacer eso que nos han pedido, canalizar magia hacia esa máquina. Si todos hacemos lo mismo se conseguirá una gran potencia. Alzo ambas palmas de las manos en dirección al artefacto, a pesar del dolor del hombro herido, dirigiendo una ráfaga brillante de magia hacia ese chisme.

Con lo que no contaba es con que la sensación de regreso de magia que había sentido hace escasos minutos se convierta en otra cosa completamente desconocida. Al principio me hace sentir que con ese poder podría hacer prácticamente lo que quisiese, pero luego se convierte algo que parece desbordarme, incrementándose por momentos. - No...esto no va bien...- murmuro con los dientes apretados, notando cómo la canalización se vuelve cada vez más inestable. No soy capaz de lidiar con tanto, el corazón me va cada vez más deprisa, hasta que se crea una especie de explosión de magia negra a mi alrededor que provoca que los que tengo más cerca comiencen a sangran por múltiples cortes en el cuerpo.

Habilidad usada:

El chucho había conseguido llevarnos a todos hasta el castillo apareciendonos en el lugar cargando con el ruso grandote y el cabrón de Éamon que no es capaz de aguantar y pota en cuanto tocamos el césped verde de los jardines del castillo, no puedo evitar reírme de él, tanto poder y tanta soberbia para acabar tirado en el suelo vomitando como cualquier hijo de vecino -No eres nada sin tu séquito de lame culos, verdad?- Ian se apresura a dejarlo noqueado y ahora que no siento toda la adrenalina ni la tensión de antes siento que me fallan las piernas, la herida de mi espalda parece sangrar y duele cada vez más conforme me voy acercando a las puertas del castillo.

El elfo sale con unos cuantos chicos que ayudan a cargar al ruso grandote, a Éamon y que tienen la intención de llevarme a mi también, levanto una mano para que no se preocupen pues de momento puedo solo -¿Dónde está Leila? si ha empezado la fiesta tiene que irse de aquí...- uno de los chicos dice que se encuentra en la enfermería así que no pierdo el tiempo y lo primero que hago es ir a verla para largarnos.

En cuanto entro la veo en una cama, con un ordenador y lo que parece un plato vacío -Huele a pastel de calabaza, ¿Te lo has zampado todo y no me has dejado nada?- le pregunto como si no pasara nada, pero ella parece poco receptiva, me acerco a su cama pero me fallan las fuerzas y casi me caigo de no ser porque uno de los chicos que ayudaban en la enfermería me sujeta, le hago una señal para que me acerque a la cama de la chica y me siento en la silla de al lado mientras me quito la camiseta cuando empiezan a curarme -Siento haberme ido sin despedirme pero no acostumbro a hacerlo, nadie suele esperarme, sabes?- Hago un gesto de dolor pues me clavan las pinzas para poder extraer la bala que tengo dentro, aprieto los dientes y después vuelvo a echar una mirada a la feral -Vamos, no me mires así, te he traído un regalito, estoy seguro de que puedes olerlo- le digo con una sonrisa en los labios, no creo que haga falta que le diga de quien se trata pero tanto ella como yo teníamos cuentas pendientes con él -A todo cerdo le llega su san martín y este ya ha disfrutado demasiado, pero dejaremos eso para después, tienes que irte a un lugar seguro Leila-

Llevaba ya varios días nervioso y sin poder dormir al saber que se acercaba el día de la convergencia. Por un lado tenía ganas de que llegase por si de verdad podía solucionar nuestros problemas, pero por otro temía que nos estuviésemos haciendo ilusiones, y sobre todo temía que el sitio en el que estaba Sean fuese más peligroso. Podría pasarle algo parecido a lo que me pasó a mi en el pozo de magia, o peor todavía. Esperaba que hubiese recibido mi carta, y que la hubiese leído sin arrugarla antes de empezar.

El movimiento comenzó al aproximarse la noche, especialmente cerca de la hora en la que se alinearían los planetas. Salí al jardín a tiempo de escuchar a Newton dar las últimas instrucciones, pero no pude permanecer demasiado tiempo allí debido a la llegada de Ian, Kyllian y Thoren, que traían además un rehén con ellos. - Por Merlín...¡habéis atrapado al ministro! ahora no pararán de buscarlo... - la misión era, supuestamente, seguir estilo doble agente para poder conseguir información, o capturarlo en caso de que fuese sencillo. Parece que no lo ha sido, pues los tres jóvenes llegan heridos. Mi compañero Aldaron, junto a varios estudiantes, se encarga de ir a por los que han quedado inconscientes. Ian y Kyllian son un par de tercos que pasan de médicos y se van cada uno a lo suyo, desobedeciendo. Todo me recuerda al maldito Sean.

Voy camino de la enfermería para seguir al feral, a tiempo de no ver el espectáculo que comienza fuera. En una de las camillas han dejado a Thoren, al cual empiezan a atender usando magia de sanación. En otra han dejado al ministro, aunque los estudiantes parecen esperar instrucciones para saber qué hacer. - Ya sabéis cuál nuestra obligación como médicos. Hicisteis un juramento, dadle ahora cumplimiento. - me dirijo después hacia Kyllian, al cual ya le han sacado la bala. Comienzo a hacer mi parte a continuación, utilizando mi magia de sanación sobre él después de que hayan desinfectado. - Kyllian lleva razón. Os van a acompañar a la zona de antimagia de Londres para que estéis más seguros. - mis poderes se van viendo amplificados progresivamente, de tal manera que consigo cerrar la herida de bala de Kyllian mucho más rápido que otras veces, en las que cerrar del todo me puede llevar casi media hora. - Esto ya ha empezado... despedíos rápido. - les dejo su espacio para que puedan decirse cosas íntimas si quieren, acercándome después a Éamón. Ha provocado mucho sufrimiento, y ahora le tenemos aquí, a nuestra merced. Otros aprovecharían para quitárselo del medio. En lugar de eso comenzamos a atenderle, examino sus constantes vitales y sus pupilas, que están muy dilatadas. - Parece como drogado...