Recuerdo del primer mensaje :
En caso de ser necesaria una intervención quirúrgica, aquí están los implementos.
*** Autopsias ***
Habían pasado ya un par de días desde el intento fallido de fiesta de Khan, trasnochar, y el día siguiente de tratar de que su amigo se mejorara. Menos mal que Alfred tenía una conversación agradable para sobrellevar al día de resaca. Por lo demás, no había sacado el tema de… ese tema con absolutamente nadie. Pero estaba seguro de que Doris ya le había pillado. Y es que, jo, era como flotar en una nube, porque fue tan… guay. No tenía palabras para describir ese momento solo… ahora entendía lo de las mariposas en el estómago que todo el mundo hablaba. Yo pensaba que eran patochadas de cuentos de infantes o de paranoias Disney. Ni el mal rollo que había últimamente en el hospital, ni las caras largas de Oscurus, que por cierto, estaba muy desmejorado, iba a poder hacer que bajara de la nube.
Ese día estaba de guardia en obstetricia, tratando de resolver el crucigrama de niños, piernas, bocas de unos bebés que habían nacido todo deformados de … alguien. De hecho, toda la planta esperaba que de los 13 bebés gestados, no naciera ninguno con vida y, de haber sobrevivido alguno, seguro que tenía miles de problemas de desarrollo. Pero de ahí, a nacer monstruos. La gente se excusaba en que allí había habido magia de por medio, lo cual era lógico, porque estaban en una isla mágica que flotaba. Algunos opinaban que era cosa de alquimia, otros decían que era un pacto con Satanás. Pero al final, ninguno tenía una verdadera idea de lo que había pasado en aquella habitación. Estábamos recogiendo para preparar el siguiente ingreso cuando al parecer hubo problemas en alguna consulta, problemas que acabaron con el fallecimiento de un chico y una conversación que parecía nada agradable entre Arleen y Oscurus. Tensé los labios cuando la medimaga salió de la sala con cara de despedida y suspiré. En verdad, suspiramos todos los presentes con aire triste, aunque no estaban seguros de porqué.
Oscurus me convocó para algo que no estaba muy seguro. Iba unos pasos por delante de él, contándole un poco lo que había avanzado los días anteriores, explicándole que había asistido un coma etílico yo solito. Pero en verdad tenía pinta de que estaba hablando solo. El jefe me fue dirigiendo con la mirada hacia un nuevo ala y me adelantó para colocarse en la pared. Aquello parecía un programa de concursos y que tuviera que adivinar qué había detrás. Dudé un poco con aquella pregunta, que se me hacía trampa. Bajé la mirada y traté de saber qué había al otro lado. Me moví un tanto incómodo y entonces asentí, poco convencido, pero tampoco quería defraudar a Oscurus, no iba a decirle que no a lo que quisiera enseñarme -¿Qué… ¿qué vamos a ver?- La puerta se abrió y entré. La sala estaba fría, blanca. Había instrumental de película de miedo en una de las paredes y una mesa plateada en el centro. Sobre ella, una mortaja. Cuando entendí qué era aquello aguanté un grito y di un paso hacia atrás, seguramente chocando contra algo o alguien. En aquel momento sentí el frío peso de la muerte en aquella sala. Tenía la cara desencajada y seguramente había perdido dos tonos de color de piel, todavía sin creerme dónde estaba o qué tenía delante.
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Habían pasado ya un par de días desde el intento fallido de fiesta de Khan, trasnochar, y el día siguiente de tratar de que su amigo se mejorara. Menos mal que Alfred tenía una conversación agradable para sobrellevar al día de resaca. Por lo demás, no había sacado el tema de… ese tema con absolutamente nadie. Pero estaba seguro de que Doris ya le había pillado. Y es que, jo, era como flotar en una nube, porque fue tan… guay. No tenía palabras para describir ese momento solo… ahora entendía lo de las mariposas en el estómago que todo el mundo hablaba. Yo pensaba que eran patochadas de cuentos de infantes o de paranoias Disney. Ni el mal rollo que había últimamente en el hospital, ni las caras largas de Oscurus, que por cierto, estaba muy desmejorado, iba a poder hacer que bajara de la nube.
Ese día estaba de guardia en obstetricia, tratando de resolver el crucigrama de niños, piernas, bocas de unos bebés que habían nacido todo deformados de … alguien. De hecho, toda la planta esperaba que de los 13 bebés gestados, no naciera ninguno con vida y, de haber sobrevivido alguno, seguro que tenía miles de problemas de desarrollo. Pero de ahí, a nacer monstruos. La gente se excusaba en que allí había habido magia de por medio, lo cual era lógico, porque estaban en una isla mágica que flotaba. Algunos opinaban que era cosa de alquimia, otros decían que era un pacto con Satanás. Pero al final, ninguno tenía una verdadera idea de lo que había pasado en aquella habitación. Estábamos recogiendo para preparar el siguiente ingreso cuando al parecer hubo problemas en alguna consulta, problemas que acabaron con el fallecimiento de un chico y una conversación que parecía nada agradable entre Arleen y Oscurus. Tensé los labios cuando la medimaga salió de la sala con cara de despedida y suspiré. En verdad, suspiramos todos los presentes con aire triste, aunque no estaban seguros de porqué.
Oscurus me convocó para algo que no estaba muy seguro. Iba unos pasos por delante de él, contándole un poco lo que había avanzado los días anteriores, explicándole que había asistido un coma etílico yo solito. Pero en verdad tenía pinta de que estaba hablando solo. El jefe me fue dirigiendo con la mirada hacia un nuevo ala y me adelantó para colocarse en la pared. Aquello parecía un programa de concursos y que tuviera que adivinar qué había detrás. Dudé un poco con aquella pregunta, que se me hacía trampa. Bajé la mirada y traté de saber qué había al otro lado. Me moví un tanto incómodo y entonces asentí, poco convencido, pero tampoco quería defraudar a Oscurus, no iba a decirle que no a lo que quisiera enseñarme -¿Qué… ¿qué vamos a ver?- La puerta se abrió y entré. La sala estaba fría, blanca. Había instrumental de película de miedo en una de las paredes y una mesa plateada en el centro. Sobre ella, una mortaja. Cuando entendí qué era aquello aguanté un grito y di un paso hacia atrás, seguramente chocando contra algo o alguien. En aquel momento sentí el frío peso de la muerte en aquella sala. Tenía la cara desencajada y seguramente había perdido dos tonos de color de piel, todavía sin creerme dónde estaba o qué tenía delante.
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**** Sala de autopsias ****
Dejé el brazalete comunicador en la antesala antes de entrar a la sala de autopsias con Justin. Lo último que había leído por encima era el mensaje de Amaya, yo, siendo el cocotero de toda esa panda de energúmenos. Yo, el que posiblemente era el que peor estaba. Qué incómoda ironía. Tuve que aguantarme la risotada y evitar explicaciones innecesarias para Justin. Respondí a Amaya dónde estaba y que era bienvenida si quería para girar el pomo y acceder al impoluto interior. Normalmente no se usaba y fue una de las últimas adquisiciones que tuve que idear en el hospital. Se conoce que durante la organización del hospital de Lucio la gente no se moría, o, sencillamente, los enterraban y punto. Y podría haberlo hecho, pero entonces la medicina no avanzaría. Lucio era un remilgado para muchas cosas. Y trabajar con la muerte era algo que todos debían aprender durante los estudios de medicina, por eso advirtió a Justin antes de entrar.
El cuerpo del chico descansaba, encerrado dentro de las sábanas blancas, sobre esa camilla especial. A sus pies los informes en papel y la historia clínica abierta en uno de esos dispositivos tipo tablet que habían ido instalando poco a poco. Tenía una leve sospecha de qué es lo que había ocurrido, solo debía discernir la realidad. De ahí que hubiera invitado a Amaya a asistir, aunque sabría que rechazaría la propuesta. No respondí a la pregunta, pues no tardaría en averiguarlo por sí mismo. -Ciertas religiones hablan de una vida más allá de la muerte. Aquí nos encargamos del cuerpo cuando el alma partió- Expliqué incitando a Justin empujándolo por los omóplatos para entrar a la sala finalmente. Nunca era agradable ver un cadáver la primera vez, de la misma manera que tampoco lo era tener a la parca cerca cuando haces tu trabajo. Pero a veces, sencillamente, el beso de la muerte estaba demasiado cerca. -Te dije que me avisaras cuando estuvieras listo- Añadí, como si fuera una reprimenda, pero con un tono muy tranquilo y apaciguador, suponiendo qué es lo que le estaba rondando por la cabeza al estudiante. -Siéntate- Le ordené no me apetecía que se desmayara, colocándome por delante del cadáver, apoyando la cadera sobre la mesa de autopsias, tapando la visión del cuerpo por parte del muchacho. Dejarían el estudio para más tarde.
-Creo que Lucio te estuvo explicando algunas enfermedades mágicas raras. Muy bien, cuéntame qué sabes sobre la licantropía- Me crucé de brazos y de piernas, esperando la respuesta del chico, guiando las respuestas para luego orientar la búsqueda en el cuerpo y no andar dando vueltas.
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Dejé el brazalete comunicador en la antesala antes de entrar a la sala de autopsias con Justin. Lo último que había leído por encima era el mensaje de Amaya, yo, siendo el cocotero de toda esa panda de energúmenos. Yo, el que posiblemente era el que peor estaba. Qué incómoda ironía. Tuve que aguantarme la risotada y evitar explicaciones innecesarias para Justin. Respondí a Amaya dónde estaba y que era bienvenida si quería para girar el pomo y acceder al impoluto interior. Normalmente no se usaba y fue una de las últimas adquisiciones que tuve que idear en el hospital. Se conoce que durante la organización del hospital de Lucio la gente no se moría, o, sencillamente, los enterraban y punto. Y podría haberlo hecho, pero entonces la medicina no avanzaría. Lucio era un remilgado para muchas cosas. Y trabajar con la muerte era algo que todos debían aprender durante los estudios de medicina, por eso advirtió a Justin antes de entrar.
El cuerpo del chico descansaba, encerrado dentro de las sábanas blancas, sobre esa camilla especial. A sus pies los informes en papel y la historia clínica abierta en uno de esos dispositivos tipo tablet que habían ido instalando poco a poco. Tenía una leve sospecha de qué es lo que había ocurrido, solo debía discernir la realidad. De ahí que hubiera invitado a Amaya a asistir, aunque sabría que rechazaría la propuesta. No respondí a la pregunta, pues no tardaría en averiguarlo por sí mismo. -Ciertas religiones hablan de una vida más allá de la muerte. Aquí nos encargamos del cuerpo cuando el alma partió- Expliqué incitando a Justin empujándolo por los omóplatos para entrar a la sala finalmente. Nunca era agradable ver un cadáver la primera vez, de la misma manera que tampoco lo era tener a la parca cerca cuando haces tu trabajo. Pero a veces, sencillamente, el beso de la muerte estaba demasiado cerca. -Te dije que me avisaras cuando estuvieras listo- Añadí, como si fuera una reprimenda, pero con un tono muy tranquilo y apaciguador, suponiendo qué es lo que le estaba rondando por la cabeza al estudiante. -Siéntate- Le ordené no me apetecía que se desmayara, colocándome por delante del cadáver, apoyando la cadera sobre la mesa de autopsias, tapando la visión del cuerpo por parte del muchacho. Dejarían el estudio para más tarde.
-Creo que Lucio te estuvo explicando algunas enfermedades mágicas raras. Muy bien, cuéntame qué sabes sobre la licantropía- Me crucé de brazos y de piernas, esperando la respuesta del chico, guiando las respuestas para luego orientar la búsqueda en el cuerpo y no andar dando vueltas.
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**** Sala de autopsias ****
Estaba todavía asimilando dónde estaba y, por supuesto, qué es lo que tenía delante sin prestar una gran atención a Oscurus. Traté de recobrar el sentido, centrándome en cosas que había en la sala que no fuesen aquel cuerpo: la luz ligeramente azulada, el aire era frío y olía a desinfectante, el suelo gris de aspecto plástico, las carpetas de los informes, el tacto del pijama blanco rozando la piel, el calor de Khan al dormirse sobre mis hombros, el cosquilleo al tocarme el flequillo... Creo que poco a poco fui recobrando el sentido y el color, porque, tal y como Oscurus había supuesto, estaba a punto de caerme de espaldas, y de ahí que me ordenara sentarme, fue lo único que pude escuchar, entender y asimilar de todo lo que había pasado desde que cruzamos el umbral. Volví a tragar saliva volviendo al aquí y al ahora y levantando la mirada hacia el director que, al colocarse justo delante del cuerpo, este desapareció de mi campo de visión.
Le pregunté con la mirada por qué estábamos allí, suplicando con la mirada, deseando que aquello no fuera una de esas desagradables leyes de vida que Oscurus se empecinaba en embutirme a su manera. Sí, por desgracia había visto a la gente morir, pero por alguna razón lo tenía asociado a que dormían, que sencillamente descansaban y que en cualquier momento aquellos aparatitos volverían a registrar pulso y la persona sencillamente despertaría de un desagradable trance. Pero ese chico no. Ese chico no despertaría. Me pregunté si es así como Khan habría pensado en su padre después de la caída de la isla.
Escondí mis manos entre mis piernas, apretadas, para que no perdieran calor. Asentí al mencionar a Lucio y su clase sobre la enfermedad del mestizo y otras. Bajé la mirada del maestro y suspiré buscando la mejor respuesta a lo que me acababa de pedir, sabiendo que a Oscurus no le gustaba esperar, quizás se lo tendría que haber dicho antes de entrar. En fin, Licantropía.
-Catalogada como enfermedad durante mucho tiempo, es una condición mágica que hace que el afectado por la licantropía se transforme en lobo a la luz de la luna llena. Se dice que la transformación es terriblemente dolorosa pero se puede controlar con pociones, como la matalobos- Esa la conocía bien porque mi padre mejoró la fórmula para hacer además a los licans controlables por el que fuera el ministerio -La poción básica es bastante difícil de preparar, por eso algunos lican optan por el control de sus instintos. Altair es el que se encarga de todo eso- Dejó caer la frase, porque si tenía alguna duda al respecto quizás sería mejor que le preguntara al desaparecido Descendiente de Lykaon. Esperé a ver si la respuesta le había convencido o quería más.
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Estaba todavía asimilando dónde estaba y, por supuesto, qué es lo que tenía delante sin prestar una gran atención a Oscurus. Traté de recobrar el sentido, centrándome en cosas que había en la sala que no fuesen aquel cuerpo: la luz ligeramente azulada, el aire era frío y olía a desinfectante, el suelo gris de aspecto plástico, las carpetas de los informes, el tacto del pijama blanco rozando la piel, el calor de Khan al dormirse sobre mis hombros, el cosquilleo al tocarme el flequillo... Creo que poco a poco fui recobrando el sentido y el color, porque, tal y como Oscurus había supuesto, estaba a punto de caerme de espaldas, y de ahí que me ordenara sentarme, fue lo único que pude escuchar, entender y asimilar de todo lo que había pasado desde que cruzamos el umbral. Volví a tragar saliva volviendo al aquí y al ahora y levantando la mirada hacia el director que, al colocarse justo delante del cuerpo, este desapareció de mi campo de visión.
Le pregunté con la mirada por qué estábamos allí, suplicando con la mirada, deseando que aquello no fuera una de esas desagradables leyes de vida que Oscurus se empecinaba en embutirme a su manera. Sí, por desgracia había visto a la gente morir, pero por alguna razón lo tenía asociado a que dormían, que sencillamente descansaban y que en cualquier momento aquellos aparatitos volverían a registrar pulso y la persona sencillamente despertaría de un desagradable trance. Pero ese chico no. Ese chico no despertaría. Me pregunté si es así como Khan habría pensado en su padre después de la caída de la isla.
Escondí mis manos entre mis piernas, apretadas, para que no perdieran calor. Asentí al mencionar a Lucio y su clase sobre la enfermedad del mestizo y otras. Bajé la mirada del maestro y suspiré buscando la mejor respuesta a lo que me acababa de pedir, sabiendo que a Oscurus no le gustaba esperar, quizás se lo tendría que haber dicho antes de entrar. En fin, Licantropía.
-Catalogada como enfermedad durante mucho tiempo, es una condición mágica que hace que el afectado por la licantropía se transforme en lobo a la luz de la luna llena. Se dice que la transformación es terriblemente dolorosa pero se puede controlar con pociones, como la matalobos- Esa la conocía bien porque mi padre mejoró la fórmula para hacer además a los licans controlables por el que fuera el ministerio -La poción básica es bastante difícil de preparar, por eso algunos lican optan por el control de sus instintos. Altair es el que se encarga de todo eso- Dejó caer la frase, porque si tenía alguna duda al respecto quizás sería mejor que le preguntara al desaparecido Descendiente de Lykaon. Esperé a ver si la respuesta le había convencido o quería más.
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**** Sala de autopsias ****
Al menos el chico me obedeció, para variar últimamente, y se sentó para recobrar un poco el color porque se había puesto tan blanco como el cadáver que tenía a mi espalda. Me crucé de brazos y esperé pacientemente captando su mirada suplicante. Al final vio en aquellos ojos azules un niño pequeño, aterrorizado ante la idea de la muerte y de que el polvo es polvo. No cedí a sus súplicas, de la misma manera que tampoco me retiré de mi posición, justo en medio de ambos haciendo que el chico de pelo blanco no pudiera ver el cuerpo todavía amortajado. Si Justin pensaba que iba a ser indulgente lo llevaba muy claro, pero no era un monstruo sin corazón, por mucho que Arleen pensara aquello que me había dicho, no podía no verse reflejado en aquella mirada aterrorizada. Pero las verdades duelen, aunque la píldora pasa mejor con un poco de azúcar. Razón por la cual yo estaba parapetando el cuerpo e inicié la clase de otra manera que no fuera tan traumática. Mientras tanto le estaba bien aprendido, por hacerse el valiente. Ladeé la mandíbula con molestia, dejándole ver que aquella situación era fruto de su bravuconeria. Luego trataría ese tema.
La respuesta todavía tardaría en llegar un poco más. Medianamente satisfactoria, aprobado justo quizás. Asentí con un sonido grave y un leve movimiento de cabeza -La licantropia como estado de la sangre, consideración que ha dejado de tener relevancia. En otra ocasión quizás tratemos este tema en profundidad y de los problemas de convivir con los extremismos. Los saberes de la sangre son una rama mágica especialmente interesante, poderosa y en manos ignorantes, peligrosa- Puntualicé pensando claramente en el templo de Sangre y el peligro real que podría ser para todos Wthyr Pendragon y su ideación de líder supremo y su veneración casi enfermiza. Negué con la cabeza para centrar el tema de nuevo -El tema de la licantropia es demasiado extenso para lo que vamos a trabajar hoy. Supongo sabrás cómo se transmite la licantropia y lo que la plata hace a los licántropos- Esperé la respuesta, aunque supondría que el chico la sabría -Entonces, si para transformarse necesitan de la luna, ¿qué pasa el resto del mes? Pero la pregunta en verdad es la siguiente: ¿Qué pasa con aquellos que acaban de ser mordidos y tienen que esperar a la siguiente luna llena?- De esta manera la clase estaba lo suficientemente acotada para centrar el tema. De ahí partirían, lo demás era, sencillamente, una introducción.
Esperé paciente la respuesta, sin moverme un ápice de la posición ocupada.
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Al menos el chico me obedeció, para variar últimamente, y se sentó para recobrar un poco el color porque se había puesto tan blanco como el cadáver que tenía a mi espalda. Me crucé de brazos y esperé pacientemente captando su mirada suplicante. Al final vio en aquellos ojos azules un niño pequeño, aterrorizado ante la idea de la muerte y de que el polvo es polvo. No cedí a sus súplicas, de la misma manera que tampoco me retiré de mi posición, justo en medio de ambos haciendo que el chico de pelo blanco no pudiera ver el cuerpo todavía amortajado. Si Justin pensaba que iba a ser indulgente lo llevaba muy claro, pero no era un monstruo sin corazón, por mucho que Arleen pensara aquello que me había dicho, no podía no verse reflejado en aquella mirada aterrorizada. Pero las verdades duelen, aunque la píldora pasa mejor con un poco de azúcar. Razón por la cual yo estaba parapetando el cuerpo e inicié la clase de otra manera que no fuera tan traumática. Mientras tanto le estaba bien aprendido, por hacerse el valiente. Ladeé la mandíbula con molestia, dejándole ver que aquella situación era fruto de su bravuconeria. Luego trataría ese tema.
La respuesta todavía tardaría en llegar un poco más. Medianamente satisfactoria, aprobado justo quizás. Asentí con un sonido grave y un leve movimiento de cabeza -La licantropia como estado de la sangre, consideración que ha dejado de tener relevancia. En otra ocasión quizás tratemos este tema en profundidad y de los problemas de convivir con los extremismos. Los saberes de la sangre son una rama mágica especialmente interesante, poderosa y en manos ignorantes, peligrosa- Puntualicé pensando claramente en el templo de Sangre y el peligro real que podría ser para todos Wthyr Pendragon y su ideación de líder supremo y su veneración casi enfermiza. Negué con la cabeza para centrar el tema de nuevo -El tema de la licantropia es demasiado extenso para lo que vamos a trabajar hoy. Supongo sabrás cómo se transmite la licantropia y lo que la plata hace a los licántropos- Esperé la respuesta, aunque supondría que el chico la sabría -Entonces, si para transformarse necesitan de la luna, ¿qué pasa el resto del mes? Pero la pregunta en verdad es la siguiente: ¿Qué pasa con aquellos que acaban de ser mordidos y tienen que esperar a la siguiente luna llena?- De esta manera la clase estaba lo suficientemente acotada para centrar el tema. De ahí partirían, lo demás era, sencillamente, una introducción.
Esperé paciente la respuesta, sin moverme un ápice de la posición ocupada.
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**** Sala de autopsias ****
Estaba claro que Oscurus iba a seguir adelante con todo esto y que iba a enseñarme no sabía muy bien el qué. Suspiré incómodo al verle tensar la mandíbula, significado de que no iba a dar su brazo a torcer. Sentía cada vez las manos más frías y yo más incómodo, por lo que me removí sobre el taburete. Respondí sobre la licantropía, sin todavía saber qué quería y por qué no podíamos hablar de esto en, yo qué sé, en una cafetería. En cualquier caso, traté de desviar siempre que pude la mirada del frente.
Asentí a aquello del estado de sangre, aunque no sabía bien lo que significaba, suponiendo que se refería a algún tipo de maldición, magias o cualquier cosa. Por supuesto no se me pasó por alto la puntualización, pero no desarrolló más aquel tema. ¿Se referiría a los Pendragon? ¿Quizás sea por esto? ¿Por esto ha estado tan raro estos últimos días? Me hubiera gustado preguntarle, pero debía reconocer que, además de imponer, Oscurus me incomodaba a veces. Era como una especie de mole que, a veces, dudaba que supiera hacer algo que no fuera regañarle. Ya me lo dijo Chloe… pero… Asentí a la transmisión -A partir de la mordedura de otro licántropo, al mezclar saliva-sangre, o por transmisión vertical, de padres a hijos en la descendencia. La plata es un elemento tóxico para los hombres lobo, pero está recomendada junto con la esencia de díctamo, para la cura de las mordeduras y arañazos en aquellos que todavía no han completado la transformación- En el libro de Lucio hablaban sobre la licantropía tratada como enfermedad. La verdad que como manual estaba genial. Por eso lo devoré en cuanto cayó a mis manos. Ojalá pudiera devolverle los otros libros a Lucio.
La nueva pregunta me hizo girar para mirar al descendiente con gesto de no haber entendido a qué se refería. Arrugué la nariz con gesto contrariado, pensando bien aquella respuesta. Qué pasa con los que son mordidos durante el transcurso hasta la luna llena…. -Con la luna llena te transformas- Divagué -Antes… pues tienes que esperar. O sea, no sé si pasaría mucho. El zarpazo deberías tratarlo con plata y díctamo y cuando te vayas a transformar la matalobos. No, no lo sé, la verdad- Me rasqué la coronilla bastante contrariado por no saber la respuesta. Mal Justin, mal. A pesar de haber dado una respuesta, muy poco convencido, seguí mascullando qué detalle se me estaba olvidando y cómo podía atar todo aquello a la sala en la que estábamos delante. -Te... ¿te mueres?-
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Estaba claro que Oscurus iba a seguir adelante con todo esto y que iba a enseñarme no sabía muy bien el qué. Suspiré incómodo al verle tensar la mandíbula, significado de que no iba a dar su brazo a torcer. Sentía cada vez las manos más frías y yo más incómodo, por lo que me removí sobre el taburete. Respondí sobre la licantropía, sin todavía saber qué quería y por qué no podíamos hablar de esto en, yo qué sé, en una cafetería. En cualquier caso, traté de desviar siempre que pude la mirada del frente.
Asentí a aquello del estado de sangre, aunque no sabía bien lo que significaba, suponiendo que se refería a algún tipo de maldición, magias o cualquier cosa. Por supuesto no se me pasó por alto la puntualización, pero no desarrolló más aquel tema. ¿Se referiría a los Pendragon? ¿Quizás sea por esto? ¿Por esto ha estado tan raro estos últimos días? Me hubiera gustado preguntarle, pero debía reconocer que, además de imponer, Oscurus me incomodaba a veces. Era como una especie de mole que, a veces, dudaba que supiera hacer algo que no fuera regañarle. Ya me lo dijo Chloe… pero… Asentí a la transmisión -A partir de la mordedura de otro licántropo, al mezclar saliva-sangre, o por transmisión vertical, de padres a hijos en la descendencia. La plata es un elemento tóxico para los hombres lobo, pero está recomendada junto con la esencia de díctamo, para la cura de las mordeduras y arañazos en aquellos que todavía no han completado la transformación- En el libro de Lucio hablaban sobre la licantropía tratada como enfermedad. La verdad que como manual estaba genial. Por eso lo devoré en cuanto cayó a mis manos. Ojalá pudiera devolverle los otros libros a Lucio.
La nueva pregunta me hizo girar para mirar al descendiente con gesto de no haber entendido a qué se refería. Arrugué la nariz con gesto contrariado, pensando bien aquella respuesta. Qué pasa con los que son mordidos durante el transcurso hasta la luna llena…. -Con la luna llena te transformas- Divagué -Antes… pues tienes que esperar. O sea, no sé si pasaría mucho. El zarpazo deberías tratarlo con plata y díctamo y cuando te vayas a transformar la matalobos. No, no lo sé, la verdad- Me rasqué la coronilla bastante contrariado por no saber la respuesta. Mal Justin, mal. A pesar de haber dado una respuesta, muy poco convencido, seguí mascullando qué detalle se me estaba olvidando y cómo podía atar todo aquello a la sala en la que estábamos delante. -Te... ¿te mueres?-
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Khan Tepes
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Una pequeña lechuza se cuela descaradamente en quirófano, dejando una carta con el nombre de Justin encima de la camilla. Después se vuelve a marchar de allí, tras picarle en la cabeza a Oscurus. Dentro de la carta hay un pequeño objeto.
Khan escribió:
Quería darte las gracias por lo del otro día en casa, por quedarte conmigo y cuidarme toda la noche. Te debo una. De momento te envío este amuleto. Es un gram, y sirve para protegerse de la magia de sangre. Metes una gota de tu propia sangre para que funcione y se active. Lo usamos en la misión de Roma. Si no sabes cómo se usa luego te lo explico.
Khan.
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**** Sala de Autopsias ****
Asentí con parsimonia a la exposición sobre la transmisión de la licantropía, sin entrar en más detalles, pues no nos hacían falta a este nivel para tratar el tema al que quería llegar. Avanzábamos despacio, pero no quería pasarme de frenada y asustar al estudiante ante su primera autopsia. -Mordeduras y arañazos- Recalqué y puntualicé aquello -¿Quedarían marcas después de usar el díctamo como cicatrizante? La respuesta es: Sí. A pesar de las propiedades del díctamo, las heridas de la licantropía son especiales, porque persisten- Recalqué esa última palabra, mascullándola lentamente, para que quedara claro. Sonreí y dejé caer la cabeza hacia un lateral, con cierta superioridad, porque me agradó poder pillarle en una pregunta. Mordí el carrillo por dentro esperando a que terminara la divagación, con incomodidad hasta que acabó, finalmente -Cuando eres mordido debes esperar a la siguiente luna para transformarte. La saliva actúa como un veneno en tu sangre, pero no puede ser tratado con un antídoto que inhiba. La licantropía no tiene cura. Cuanto más tiempo pase desde el ataque hasta tus lesiones peores serán los efectos: empezarán con fiebre, cada vez más alta que producirá delirios, diaforesis, espasmos, confusión. Los episodios finales de la hipertermia desencadenarán convulsiones, estupor, coma y sí, la muerte si no se transforman a tiempo- Cambié de posición para quitarme de enfrente del cuerpo y pasando a un lateral, apoyando las manos sobre la mesa de autopsias. Le indiqué a Justin que viniera a mi lado y seguí con la exposición mientras se acercaba y que cogiera la carpeta de informes que tenía cerca de él. -La velocidad de acción del veneno dependerá del calendario lunar y, por otro lado, de las características fisiológicas y complexión del afectado. Son las fiebres de la licantropía-
En aquel momento entró un maldito pajarraco trayendo cualquier cosa, le espanté con la mano a manotazos, esperando que aquella ave de rapiña no me arañara de alguna manera. Se me escapó de entre los dedos, ha tenido suerte el bicho, porque le hubiera desplumado si hubiera podido -¿Seguimos?- Inquirí con claro tono de molestia, esperando que guardara el contenido del paquete lo antes posible, ya se encargaría de que no entraran más bichos en su hospital, entre raíces y lechuzas aquello empezaba a ser infumable. Suspiré con un gruñido y continué con la clase para explicar qué estábamos haciendo aquí, esperé a que se colocara cerca para mirar al estudiante como si realmente estuviera hablando con un medimago hecho y derecho ya, porque, por muy aprendiz que fuera, mostraba dotes que otros muchos quisieran. Expliqué señalando la carpeta -He estado viendo los informes de urgencias de estos días y está habiendo varios reportes de síntomas compatibles con estas fiebres. Este es la primera víctima mortal de este episodio-
Bajé el tono y me dirigí a él con mucho más tacto y cuidado del habitual, hablando con compresión -Trabajar con muertos no es algo agradable, y no, no todo el mundo está capacitado. Hoy queremos saber qué es lo que este joven todavía puede contarnos sobre el porqué está con nosotros. ¿Qué buscarías en el cuerpo?- Pregunté antes de destapar el cuerpo, pero empezando a trabajar en la mortaja, liberando en primer lugar las extremidades.
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Nota: Dado éxito/fallo para saber si te da repelús el cuerpo. Éxito te sobrepones (olé mi chico), Fallo (pues te da cosita)
D10 para ver si encontramos cosas que puedan ser de interés en el muerto
Asentí con parsimonia a la exposición sobre la transmisión de la licantropía, sin entrar en más detalles, pues no nos hacían falta a este nivel para tratar el tema al que quería llegar. Avanzábamos despacio, pero no quería pasarme de frenada y asustar al estudiante ante su primera autopsia. -Mordeduras y arañazos- Recalqué y puntualicé aquello -¿Quedarían marcas después de usar el díctamo como cicatrizante? La respuesta es: Sí. A pesar de las propiedades del díctamo, las heridas de la licantropía son especiales, porque persisten- Recalqué esa última palabra, mascullándola lentamente, para que quedara claro. Sonreí y dejé caer la cabeza hacia un lateral, con cierta superioridad, porque me agradó poder pillarle en una pregunta. Mordí el carrillo por dentro esperando a que terminara la divagación, con incomodidad hasta que acabó, finalmente -Cuando eres mordido debes esperar a la siguiente luna para transformarte. La saliva actúa como un veneno en tu sangre, pero no puede ser tratado con un antídoto que inhiba. La licantropía no tiene cura. Cuanto más tiempo pase desde el ataque hasta tus lesiones peores serán los efectos: empezarán con fiebre, cada vez más alta que producirá delirios, diaforesis, espasmos, confusión. Los episodios finales de la hipertermia desencadenarán convulsiones, estupor, coma y sí, la muerte si no se transforman a tiempo- Cambié de posición para quitarme de enfrente del cuerpo y pasando a un lateral, apoyando las manos sobre la mesa de autopsias. Le indiqué a Justin que viniera a mi lado y seguí con la exposición mientras se acercaba y que cogiera la carpeta de informes que tenía cerca de él. -La velocidad de acción del veneno dependerá del calendario lunar y, por otro lado, de las características fisiológicas y complexión del afectado. Son las fiebres de la licantropía-
En aquel momento entró un maldito pajarraco trayendo cualquier cosa, le espanté con la mano a manotazos, esperando que aquella ave de rapiña no me arañara de alguna manera. Se me escapó de entre los dedos, ha tenido suerte el bicho, porque le hubiera desplumado si hubiera podido -¿Seguimos?- Inquirí con claro tono de molestia, esperando que guardara el contenido del paquete lo antes posible, ya se encargaría de que no entraran más bichos en su hospital, entre raíces y lechuzas aquello empezaba a ser infumable. Suspiré con un gruñido y continué con la clase para explicar qué estábamos haciendo aquí, esperé a que se colocara cerca para mirar al estudiante como si realmente estuviera hablando con un medimago hecho y derecho ya, porque, por muy aprendiz que fuera, mostraba dotes que otros muchos quisieran. Expliqué señalando la carpeta -He estado viendo los informes de urgencias de estos días y está habiendo varios reportes de síntomas compatibles con estas fiebres. Este es la primera víctima mortal de este episodio-
Bajé el tono y me dirigí a él con mucho más tacto y cuidado del habitual, hablando con compresión -Trabajar con muertos no es algo agradable, y no, no todo el mundo está capacitado. Hoy queremos saber qué es lo que este joven todavía puede contarnos sobre el porqué está con nosotros. ¿Qué buscarías en el cuerpo?- Pregunté antes de destapar el cuerpo, pero empezando a trabajar en la mortaja, liberando en primer lugar las extremidades.
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Nota: Dado éxito/fallo para saber si te da repelús el cuerpo. Éxito te sobrepones (olé mi chico), Fallo (pues te da cosita)
D10 para ver si encontramos cosas que puedan ser de interés en el muerto
*** Sala de autopsias ***
-Mordeduras y arañazos- Repetí en un murmullo porque, por alguna razón, Oscurus lo había repetido. Seguramente porque fuese más importante de lo que yo estaba considerando en principio. Era, por tanto, una forma de darle más importancia a esa puntualización. Y sabiendo cómo era Oscurus sabría a qué vendría todo esto antes o después, asentí a lo de las marcas persistentes y dirigí fugazmente la mirada al cuerpo todavía detrás de Oscurus, como si pudiera verlo claramente. Suspiré y me mordí el labio, todavía incómodo por aquello -¿Vamos a tener que buscar marcas de licantropia?- En… ¿el cadáver? No iba a ser tan toda la población, obvio. Me sentí ridículamente estúpido en aquel momento. Negué y le susurré a Oscurus que prosiguiera, pues todavía tenía que corregir mi respuesta, y parecía muy orgulloso de poder hacerlo. Suspiré escuchando la respuesta asimilando aquellos conocimientos, en verdad Oscurus era tan listo y sabía tanto. Qué pena que siempre estuviera enfadado o huraño, en realidad era hasta atractivo. ¿Qué le habrá pasado en la vida para acabar así? -¿Y cómo podemos atajar los síntomas del veneno si la única poción útil para la licantropia es la matalobos?- Ahora sí había captado toda mi atención y me desplacé a su lado, rodeando el cuerpo casi sin darme cuenta de ello, mientras seguía pensando en los tratamientos que sí había leído en los manuales de farmacología del laboratorio -La hipertermia con antipiréticos, los espasmos con espasmoliticos, la diaforesis rehidratando… ¿Náuseas? ¿Vértigos? Mejor intravenosa y no por vía oral- Fui deduciendo poco a poco hasta darme cuenta de que me había apoyado sobre la mesa. Aparté las manos como un resorte, esperando no haber hecho enfadar al muerto. Nunca se sabe. De modo que el chico había muerto por todo aquello. Tragué saliva, con incomodidad, ante la cercanía del cuerpo. Ya había hecho desparecer la barrera invisible que me impedía acercarme, como el tabú que es hablar de la muerte. -Entonces, ¿cuándo debemos preocuparnos? ¿Al principio del ciclo lunar? ¿Cuáles son las víctimas potenciales?- Entonces habría que avisar a Amaya, aunque pensaba que Altair se encargaba de mantener a los lobos a raya. Otra cosa más de las que ocuparnos. Alcé la mirada a Oscurus con verdadera preocupación.
Fue entonces cuando entró la rapaz nocturna volando. No tenía de cómo había llegado hasta allí, pero claramente había magia de por medio. Me dejó un mensajito con un paquetito y pareció irse… para picar a Oscurus, tuve que contenerme para no reír y me enfoqué en el mensaje y en desenvolver el paquete que venía en él. Abrí la carta bajo la amenazante mirada de Oscurus. Pero ahora mismo yo ya no estaba allí: estaba en la terraza de la guarida dragón donde un alcoholizado Khan se reía de mi descolocado flequillo para luego quedarse dormido en mi hombro. Atesoraría esos momentos para siempre, junto con el del roce de nuestros inexpertos labios. Sonreí embobado mientras leía aquello hasta que escuché al medimago. Guardé todo lo más rápido que pude mientras asentía y me ponía rojo como un tomate. Bajé la mirada al suelo y asentí para que siguiera. -Perdón por la interrupción- Me disculpé aunque no tenía culpa de nada. Suspiré para mis adentros, todavía enchochado por aquella carta tan inesperada, teniendo que volver a la cuenta realidad donde nada era de color de rosa sino que apestaba a muerte. Dirigí levemente la mirada a la carpeta para hacerme con ella y ojearla por encima, sin prestar mucha atención a su contenido, tocaría revisar aquellos informes.
Noté que mi pulso se aceleraba en función de lo próximo que estaba el momento en el que se destaparía el cadáver. No, trabajar con muertos no era agradable para nada. Asentí a lo que decía Oscurus dándole la razón -Me siento como si fuera un detective tratando de resolver un crimen- Sonreí para quitarle hierro al asunto asintiendo a lo del cuerpo. -Si sospecho de fiebres de licantropia buscaría la mordedura o el arañazo desencadenante. Los electrolitos deberían estar altos, la función renal alterada, la piel debería estar húmeda…- Toqué aquel brazo con cierto asquito después de haberme enguantado debidamente. Estaba frío, pero pegajoso. Cogí el brazo y lo roté. Empezaba a empalidecer, las uñas habían empezado a cambiar de color, busqué en lo largo de aquel musculado miembro dejándolo en la posición anatómicamente correcta. Había señales de punciones en la vena cubital, todavía inflamadas y enrojecidas, entonces debían de ser recientes.
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* Sala de Autopsias *
Edmure era un joven esbelto, físicamente atractivo, de cortos cabellos dorados y fuerte espalda. Podría haber sido un gran soldado de la Guardia de Ouroboros si así se lo hubiera propuesto. Pero prefirió ir por el camino fácil. Lo que ignoraba que el camino fácil a veces tiene consecuencias.
Estaba pasando el rato, junto con otros compañeros de la isla cuando le contactaron y les prometieron fuerza, poder y hembras por doquier. El precio a pagar era sencillo, formar parte del clan. Parecía un precio justo que sellaron con un brindis de cerveza. Aquel fue el principio del fin.
A los pocos días de la mordida en el hospital, por aquella morena poderosamente atractiva de pelo oscuro azabache, grandes senos y a la que las pretensiones de Edmure hubieran llevado a montarla, empezó a encontrarse realmente mal. Se notaba febril, enfermo, mareado, sudoroso. Sus otros compañeros padecían igual. Lo único que tenían que hacer era aguantar hasta la siguiente luna.
La matalobos que le habían recetado para sobrellevar aquellas terribles fiebres no mejoró nada. Se acercó a urgencias y quien sea que le desparachara lo hizo de forma rápida, pero era de confianza. Por eso, al tiempo, directamente fue a las consultas a preguntar por aquella.
Pero no pudo llegar. Pues lo que tenía Edmure de pretencioso lo tenía de estúpido y débil. Indigno para formar parte de la camada, donde solo sobreviven los más fuertes.
Ahora el cuerpo de Edmure reposa sobre una mesa de autopsias donde medimago y su aprendiz inspeccionan el cuerpo. El cuerpo todavía caliente por la fiebre, tenía claros indicios de deshidratación producido por los sudores, con la piel arrugada y pegajosa. Picadas de matalobos intravenosa que no funcionó en este caso. Una mordedura en el centro de su pectoral izquierdo.
**** Sala de autopsias ****
Alcé la ceja como respuesta a la pregunta de si íbamos a buscar marcas en el cuerpo del fallecido, pero no dije nada más. Permanecí cruzado de brazos y de piernas, respondiendo a Justin -Como ya has dicho, la licantropia no tiene cura, y sus fiebres tampoco. Solo se puede o sobrevivir o morir. La supervivencia del fuerte, en la manada solo quieren los mejores ejemplares. Mientras tanto, el tratamiento el paliativo- Repetí de nuevo asintiendo levemente a la lista de medicamentos que el chico iba diciendo -No olvides el díctamo con plata y compresas de agua fría. Vigila la función cardíaca, además de la renal- Asentí y apoyé su explicación añadiendo algunos puntos más que se habían quedado más flojos. -Como medimago siempre hay que estar pendiente de estos síntomas, especialmente si vives en una zona donde haya algún clan en activo. Como peatón, siempre- Dibujé un zarpazo sobre el pecho del muchacho oscureciendo la mirada -Si te atacan cerca del cuarto menguante pasarás peor los síntomas que si es cuarto creciente, solo por el tiempo. Recuerda que hay licántropos que controlan su transformación. Mira Altair- Sopesé la siguiente respuesta durante unos segundos -O por interés o por fuerza, según lo que le convenga a la manada. No hay un perfil especialmente claro. Al menos hasta donde yo sé, y se han descrito hibridaciones. Phan es elfa y por su sangre corre la licantropía, además de ser compañera nuestra- Le recordé al chico de pelo blanco.
Gruñí porque todavía seguía molesto por el ataque de la alimaña. En efecto me había arañado con la zarpa pero nada que un poco de magia no ayudara. Ya averiguaría de quién era aquel pollo -Sí, en CSI Las Vegas estamos- Me removí incómodo cuando Justin empezó a trabajar con el cadáver, aunque lo estaba haciendo con cuidado había un punto que se le había olvidad. Novatos. A todos les pasa, suspiré por la nariz y me dirigí a Justin con más tacto -Lo primero que tienes que hacer ante un muerto es cerciorarte de que realmente lo está. Piensa en el fintro de los muertos, por ejemplo. ¿Cómo?- Esperé la respuesta, no mucho, seguí -Está muerto. Yo certifiqué su defunción hace un rato. De un paro cardíaco. ¿Dónde se mide la temperatura de un cadáver? ¿Periférica?- Negativo, se mide directamente punzando una sonda en el hígado. A pesar de haber pasado un rato la temperatura del chico no había descendido apenas nada, seguía con la misma fiebre que cuando falleció.
Fui apuntando las pocas cosas que había visibles en brazos y piernas en el informe, en la misma carpeta donde estaba el resto de la historia clínica -Este chico llegó a urgencias hacía unos días atrás. Sin embargo no hay en el informe nada sobre la mordida - Repasé el texto de arriba abajo -Ni tampoco nadie que lo firmara- ¿Habían ocultado información? ¿Pero quién? Ordené al estudiante que tomara muestras de sangre y yo sondé para la orina y evaluar el fallo renal. ¿De cuánto estaría ese mordisco? Con la fecha del informe, si es real, podría calcularse.
-Te lo preguntaré una última vez. ¿Estás listo? Porque, después de esto, ya no hay marcha atrás- Volví a interrogar a Justin agarrando la sábana por ambos extremos para destapar al muerto.
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Alcé la ceja como respuesta a la pregunta de si íbamos a buscar marcas en el cuerpo del fallecido, pero no dije nada más. Permanecí cruzado de brazos y de piernas, respondiendo a Justin -Como ya has dicho, la licantropia no tiene cura, y sus fiebres tampoco. Solo se puede o sobrevivir o morir. La supervivencia del fuerte, en la manada solo quieren los mejores ejemplares. Mientras tanto, el tratamiento el paliativo- Repetí de nuevo asintiendo levemente a la lista de medicamentos que el chico iba diciendo -No olvides el díctamo con plata y compresas de agua fría. Vigila la función cardíaca, además de la renal- Asentí y apoyé su explicación añadiendo algunos puntos más que se habían quedado más flojos. -Como medimago siempre hay que estar pendiente de estos síntomas, especialmente si vives en una zona donde haya algún clan en activo. Como peatón, siempre- Dibujé un zarpazo sobre el pecho del muchacho oscureciendo la mirada -Si te atacan cerca del cuarto menguante pasarás peor los síntomas que si es cuarto creciente, solo por el tiempo. Recuerda que hay licántropos que controlan su transformación. Mira Altair- Sopesé la siguiente respuesta durante unos segundos -O por interés o por fuerza, según lo que le convenga a la manada. No hay un perfil especialmente claro. Al menos hasta donde yo sé, y se han descrito hibridaciones. Phan es elfa y por su sangre corre la licantropía, además de ser compañera nuestra- Le recordé al chico de pelo blanco.
Gruñí porque todavía seguía molesto por el ataque de la alimaña. En efecto me había arañado con la zarpa pero nada que un poco de magia no ayudara. Ya averiguaría de quién era aquel pollo -Sí, en CSI Las Vegas estamos- Me removí incómodo cuando Justin empezó a trabajar con el cadáver, aunque lo estaba haciendo con cuidado había un punto que se le había olvidad. Novatos. A todos les pasa, suspiré por la nariz y me dirigí a Justin con más tacto -Lo primero que tienes que hacer ante un muerto es cerciorarte de que realmente lo está. Piensa en el fintro de los muertos, por ejemplo. ¿Cómo?- Esperé la respuesta, no mucho, seguí -Está muerto. Yo certifiqué su defunción hace un rato. De un paro cardíaco. ¿Dónde se mide la temperatura de un cadáver? ¿Periférica?- Negativo, se mide directamente punzando una sonda en el hígado. A pesar de haber pasado un rato la temperatura del chico no había descendido apenas nada, seguía con la misma fiebre que cuando falleció.
Fui apuntando las pocas cosas que había visibles en brazos y piernas en el informe, en la misma carpeta donde estaba el resto de la historia clínica -Este chico llegó a urgencias hacía unos días atrás. Sin embargo no hay en el informe nada sobre la mordida - Repasé el texto de arriba abajo -Ni tampoco nadie que lo firmara- ¿Habían ocultado información? ¿Pero quién? Ordené al estudiante que tomara muestras de sangre y yo sondé para la orina y evaluar el fallo renal. ¿De cuánto estaría ese mordisco? Con la fecha del informe, si es real, podría calcularse.
-Te lo preguntaré una última vez. ¿Estás listo? Porque, después de esto, ya no hay marcha atrás- Volví a interrogar a Justin agarrando la sábana por ambos extremos para destapar al muerto.
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***** Sala de autopsias *****
Asentí entendiendo las indicaciones sobre la fiebre de la licantropía, moviéndome incómodo porque me parecía cruel. En verdad la naturaleza era cruel, solo que nosotros tratamos de imaginárnosla llena de unicornios, arcoíris y algodón de azúcar. Pero ahí estaba el mundo exterior, recordándote día tras día que, si no eres el más fuerte, mueres. O como mínimo, el que mejor te defiendas. Bajé la mirada pensando en aquel momento en Johan y sus consejos y sus intentos de que pudiera valerme por mí mismo. Sin embargo, junto a él, me sentía bastante débil y pusilánime. Si al menos le pudiera enseñar que podía defenderme solo… pero tampoco. Y por eso trataba de esconderme bajo la isla de los Descendientes, ¿era eso? ¿me escondía? -Electrocardiograma, electrolitos, y creatinina- Asentí recordando los parámetros sanguíneos a medir, entre otros, claro. Miré aquel gesto sombrío y di un paso atrás mirando al médico. Tragué saliva tratando de que mi corazón volviera a tener un ritmo normal, porque de repente de había acelerado. Seguí asintiendo a todo lo que decía, sin prestar mucha atención. Tragué saliva y terminé de plantear una duda que me rondaba desde antes -¿Y por qué la manada no ayuda al que se vaya a transformar?- Porque hasta donde entendía, había estudios que decían que las sociedades que colaboraban y los organismos simbiontes sobreviven frente al individualismo. Su padre tenía textos así por casa de una tal Lynn Margulis.
Con la intromisión de la lechuza de Khan el tono de la conversación cambió. Por mi parte seguía rojo como un tomate, y había tratado de romper el hielo con una broma que me fue devuelta de una forma arisca. Eso me hizo enfadar todavía más -Pero en CSI no pueden conjurar el espíritu de los muertos para hacerle las preguntas y nosotros sí, y aquí estamos- Me crucé de brazos con el gesto torcido clavando la mirada en Oscurus. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había pasado, bajé la mirada y pedí perdón por la intromisión y, de paso, la salida de tono. Quise seguir con la clase, pero entonces se conoce que la debí de liar porque había empezado a evaluar al cadáver …. Sin llegar a estarlo. ¿Lo estaba? Dirigí la mirada de Oscurus al cadáver todavía tapado. Balbuceé torpemente para concentrarme en la respuesta -Electrocardiograma en asistolia y función cerebral nula- Respondí de un golpe, casi sin separar las palabras. El resto no lo sabía, aunque no tenía sentido hacerlo de la manera tradicional al cesar el riego sanguíneo. Por eso los muertos estaban fríos. El resto del tiempo, mientras Oscurus revisaba el informe, fui anotando todo lo que me iba diciendo sobre cómo estaba el aspecto general de lo que se veía. Entonces soltó, de nuevo, aquella pregunta.
Suspiré y asentí. Pero cerré los ojos fuerte mientras me mentalizaba de lo que iba a encontrarme. Me sentía bastante estúpido, ya había visto un muerto… de hecho hubo un soldado que murió prácticamente en mis manos. Noté el movimiento de la sábana a mi alrededor, con la sacudida del aire y, pasados unos segundos, con los puños apretados y la nariz arrugada, fui abriendo los ojos despacio, muy despacio.
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Asentí entendiendo las indicaciones sobre la fiebre de la licantropía, moviéndome incómodo porque me parecía cruel. En verdad la naturaleza era cruel, solo que nosotros tratamos de imaginárnosla llena de unicornios, arcoíris y algodón de azúcar. Pero ahí estaba el mundo exterior, recordándote día tras día que, si no eres el más fuerte, mueres. O como mínimo, el que mejor te defiendas. Bajé la mirada pensando en aquel momento en Johan y sus consejos y sus intentos de que pudiera valerme por mí mismo. Sin embargo, junto a él, me sentía bastante débil y pusilánime. Si al menos le pudiera enseñar que podía defenderme solo… pero tampoco. Y por eso trataba de esconderme bajo la isla de los Descendientes, ¿era eso? ¿me escondía? -Electrocardiograma, electrolitos, y creatinina- Asentí recordando los parámetros sanguíneos a medir, entre otros, claro. Miré aquel gesto sombrío y di un paso atrás mirando al médico. Tragué saliva tratando de que mi corazón volviera a tener un ritmo normal, porque de repente de había acelerado. Seguí asintiendo a todo lo que decía, sin prestar mucha atención. Tragué saliva y terminé de plantear una duda que me rondaba desde antes -¿Y por qué la manada no ayuda al que se vaya a transformar?- Porque hasta donde entendía, había estudios que decían que las sociedades que colaboraban y los organismos simbiontes sobreviven frente al individualismo. Su padre tenía textos así por casa de una tal Lynn Margulis.
Con la intromisión de la lechuza de Khan el tono de la conversación cambió. Por mi parte seguía rojo como un tomate, y había tratado de romper el hielo con una broma que me fue devuelta de una forma arisca. Eso me hizo enfadar todavía más -Pero en CSI no pueden conjurar el espíritu de los muertos para hacerle las preguntas y nosotros sí, y aquí estamos- Me crucé de brazos con el gesto torcido clavando la mirada en Oscurus. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había pasado, bajé la mirada y pedí perdón por la intromisión y, de paso, la salida de tono. Quise seguir con la clase, pero entonces se conoce que la debí de liar porque había empezado a evaluar al cadáver …. Sin llegar a estarlo. ¿Lo estaba? Dirigí la mirada de Oscurus al cadáver todavía tapado. Balbuceé torpemente para concentrarme en la respuesta -Electrocardiograma en asistolia y función cerebral nula- Respondí de un golpe, casi sin separar las palabras. El resto no lo sabía, aunque no tenía sentido hacerlo de la manera tradicional al cesar el riego sanguíneo. Por eso los muertos estaban fríos. El resto del tiempo, mientras Oscurus revisaba el informe, fui anotando todo lo que me iba diciendo sobre cómo estaba el aspecto general de lo que se veía. Entonces soltó, de nuevo, aquella pregunta.
Suspiré y asentí. Pero cerré los ojos fuerte mientras me mentalizaba de lo que iba a encontrarme. Me sentía bastante estúpido, ya había visto un muerto… de hecho hubo un soldado que murió prácticamente en mis manos. Noté el movimiento de la sábana a mi alrededor, con la sacudida del aire y, pasados unos segundos, con los puños apretados y la nariz arrugada, fui abriendo los ojos despacio, muy despacio.
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**** Sala de autopsias ****
-Los tienes en el informe de urgencias, por si los quieres mirar. Y los evaluaremos de nuevo, otra vez- Asentí a la respuesta. Girándome con curiosidad a la última pregunta, entrecerrando los ojos sin tener una respuesta clara. Ojalá pudiera saberlo -Muchos de los ataques son de licans que no controlan sus instintos, seguramente ni se acuerden de que han mordido a nadie. Otros supongo que sí serán próximos a la manada tal vez sí reciban alguna asistencia, pero… - Negué, sin respuesta. Seguía pensando que aquello era la ley del más fuerte hasta que te acepten en la manada. Se lo preguntaría a algún licántropo cuando los viera.
No esperaba que el criajo se me subiera a las barbas. Le analicé como si de verdad había querido decir eso. Alcé la ceja, con claro malestar -¿Has visto a algún nigromante en la sala? Ah, no. ¿Pero a que sí has visto un montón de raíces que se nutren de magia? Pues eso- Solté con tono de irónica irritación para zanjar la discusión. Lo peor de todo es que tenía razón, pero no se lo iba a decir. Estaba demasiado acostumbrado a convivir entre humanos y utilizar sus métodos y no los de la isla. Demasiados cuerpos descuartizados y mutilados en su vida. Demasiadas pérdidas. Demasiados cadáveres pesaban a sus espaldas. El problema, es que la muerte parecía seguirle a todas partes infectando a todos, salvo quizás para tomarle la suya cuando era necesario. En fin, todavía tenía que cambiar el maldito chip a veces. Lo del árbol fue la excusa perfecta para salir del atolladero, seguro hasta la daba por buena. Con un aspaviento confirmé que lo dejara pasar. Tampoco tenía la culpa de que se dedicaran a enviarles cartas. Al menos para él son buenas noticias, yo últimamente solo recibía renuncias. -¿Porque puede haber muerte cerebral y tener pulso?- No esperé que me respondiera mientras terminaba el informe preliminar.
Descubrí finalmente el cuerpo del joven Edmure, cuya desnudez descansaba sobre la mesa. En el centro del pecho, la marcha del mordisco de la que apunté todas las medidas e hice una fotografía. Con aquello podrían sacar información suficiente como para saber quién podría haber sido el licántropo o la licántropa que mordió al muerto. Hubo un detalle que se me había escapado por alto, esto ocurría por saltarse el orden de análisis. Cabreado conmigo mismo, me acerqué de nuevo a contemplar las uñas porque, salvo la dentellada, no había otros signos de lucha en el cuerpo. Alcé primero una mano para ver las uñas, luego las de la otras falanges, revisando una por una el estado de las mismas, la presencia de cualquier cosa. Dejé todo colocado de nuevo arqueando la ceja -Definitivamente, este idiota se ha dejado morder-
Lancé el mandil a Justin -Vístete. Y en cuanto sientas una arcada, sales- Y con esto, empezaría la autopsia con una incisión desde la articulación acromioclavicular hasta la altura del manubrio del esternón. Después en la vertical rodeando el ombligo por la izquierda y hasta la sínfisis del pubis. A partir de ahí, podrían continuar observando los órganos.
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-Los tienes en el informe de urgencias, por si los quieres mirar. Y los evaluaremos de nuevo, otra vez- Asentí a la respuesta. Girándome con curiosidad a la última pregunta, entrecerrando los ojos sin tener una respuesta clara. Ojalá pudiera saberlo -Muchos de los ataques son de licans que no controlan sus instintos, seguramente ni se acuerden de que han mordido a nadie. Otros supongo que sí serán próximos a la manada tal vez sí reciban alguna asistencia, pero… - Negué, sin respuesta. Seguía pensando que aquello era la ley del más fuerte hasta que te acepten en la manada. Se lo preguntaría a algún licántropo cuando los viera.
No esperaba que el criajo se me subiera a las barbas. Le analicé como si de verdad había querido decir eso. Alcé la ceja, con claro malestar -¿Has visto a algún nigromante en la sala? Ah, no. ¿Pero a que sí has visto un montón de raíces que se nutren de magia? Pues eso- Solté con tono de irónica irritación para zanjar la discusión. Lo peor de todo es que tenía razón, pero no se lo iba a decir. Estaba demasiado acostumbrado a convivir entre humanos y utilizar sus métodos y no los de la isla. Demasiados cuerpos descuartizados y mutilados en su vida. Demasiadas pérdidas. Demasiados cadáveres pesaban a sus espaldas. El problema, es que la muerte parecía seguirle a todas partes infectando a todos, salvo quizás para tomarle la suya cuando era necesario. En fin, todavía tenía que cambiar el maldito chip a veces. Lo del árbol fue la excusa perfecta para salir del atolladero, seguro hasta la daba por buena. Con un aspaviento confirmé que lo dejara pasar. Tampoco tenía la culpa de que se dedicaran a enviarles cartas. Al menos para él son buenas noticias, yo últimamente solo recibía renuncias. -¿Porque puede haber muerte cerebral y tener pulso?- No esperé que me respondiera mientras terminaba el informe preliminar.
Descubrí finalmente el cuerpo del joven Edmure, cuya desnudez descansaba sobre la mesa. En el centro del pecho, la marcha del mordisco de la que apunté todas las medidas e hice una fotografía. Con aquello podrían sacar información suficiente como para saber quién podría haber sido el licántropo o la licántropa que mordió al muerto. Hubo un detalle que se me había escapado por alto, esto ocurría por saltarse el orden de análisis. Cabreado conmigo mismo, me acerqué de nuevo a contemplar las uñas porque, salvo la dentellada, no había otros signos de lucha en el cuerpo. Alcé primero una mano para ver las uñas, luego las de la otras falanges, revisando una por una el estado de las mismas, la presencia de cualquier cosa. Dejé todo colocado de nuevo arqueando la ceja -Definitivamente, este idiota se ha dejado morder-
Lancé el mandil a Justin -Vístete. Y en cuanto sientas una arcada, sales- Y con esto, empezaría la autopsia con una incisión desde la articulación acromioclavicular hasta la altura del manubrio del esternón. Después en la vertical rodeando el ombligo por la izquierda y hasta la sínfisis del pubis. A partir de ahí, podrían continuar observando los órganos.
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**** Sala de autopsias ****
Bajé la mirada con pena, dándome cuenta que, muchos estaban solos en el mundo. Te destrozan la vida y te dejan en la estocada. Así sobrevivas. Definitivamente, el mundo era un lugar solitario, oscuro y terrible. Todavía sentía la incomodidad del supuesto zarpazo en el pecho de Oscurus, que, por mucho que fuera de mentira, por un rato largo se me hizo muy real. Tanto que hasta dolía, tanto como aquella reflexión. Por mucho tiempo me sentí solo, ahora … ahora ya no tanto. Estaba en la isla, con gente a la que aprecia, y estaba aprendiendo mucho. Y abajo estaban también Johan y estaba Nyara y tía Jo. Quizás debiera de hacerles una visita. Solo por… abrazarles un rato y decirles que les echaba de menos. Y quizás disculparse con su padrino (otra vez). Había salido yo muy ufano, pensando que podría cantar victoria ante mi sutil respuesta hacia Oscurus. Pero el medimago me la devolvió doblada. Negué a lo del nigromante y tragué saliva ante la mención del árbol. Al final la magia no lo puede todo, solo esperaba que aquello no acabara como con SAM. No otra vez. La isla era su refugio ante la hostilidad de Londres, a pesar de todo lo que pasase. Se sentí muy avergonzado por aquello, aunque Oscurus no pareció darle más importancia, yo jugué un rato con el gram de Khan en el bolsillo, que, en fondo, creo que es el que me había dado la suficiente seguridad como para responder a aquello. Pensé en la respuesta, quizás la más fácil de la jornada -Sí. La gente que está en coma. De la misma manera que puede haber actividad cerebral durante unos minutos después de la parada cardíaca. De ahí la importancia del minuto de oro- Solo esperaba que así le dejara de hacer preguntas de las cuales, algunas, se le antojaban bastante difíciles, por muy aventajado que fuera en la teoría. Durante unos minutos más siguieron examinando las partes que habían quedado expuestas al principio hasta que Oscurus decidió que haría una autopsia completa.
La visión del mortecino Edmure me heló la sangre. Tragué saliva y arrugué la nariz con algo de respeto y asco. El guardia, al menos, estaba caliente cuando se lo llevaron. ¿Así acabábamos todos? ¿Amortajados y en una sala de autopsias? ¿Ese es el verdadero aspecto de la muerte? Suspiré por la nariz según iba relajando el gesto y acomodándome a lo que veía. Aquellos ojos que se me antojaban hinchados y hundidos. Aquellos labios resecos y pegados, fruto quizás de la deshidratación. Las inmóviles cejas rubias, pestañas y párpados. Aquella cara no la olvidaría en mucho tiempo, definitivamente, por mucho que el chico hubiera sido idiota y se hubiera dejado morder se merecía una segunda oportunidad. Como todos cuando nos equivocamos. ¿Él también se había equivocado? ¿Volvería a repetirlo? A decir verdad, lo dudaba. O no, y se volvería a equivocar con el resultado que tenía delante en ese momento. ¿Qué le habrían prometido para dejarse morder? ¿Le habrían contado que podría haber muerto? Me mordí el labio porque de verdad deseaba preguntárselo. Pero, tal y como había dicho Oscurus, no éramos nigromantes, ni espiritistas, ni médium. Edmure tuvo mala suerte hasta para eso. Suspiró con pena -¿Qué se dice en estos casos? ¿Descanse en paz? ¿Que el otro mundo le acoja en su seno?-
Al final me vestí con aquella bata especial y asentí a las indicaciones. Seguí el movimiento del bisturí recorriendo el cuerpo y sorprendiéndome de la ausencia de sangrado. Y era curioso que, a pesar de las maneras de Oscurus, el cuidado con el trabaja. Por eso le exigía lo mejor, porque él como médico lo era.
Así siguieron durante un rato, obedeciendo las indicaciones del maestro.
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Bajé la mirada con pena, dándome cuenta que, muchos estaban solos en el mundo. Te destrozan la vida y te dejan en la estocada. Así sobrevivas. Definitivamente, el mundo era un lugar solitario, oscuro y terrible. Todavía sentía la incomodidad del supuesto zarpazo en el pecho de Oscurus, que, por mucho que fuera de mentira, por un rato largo se me hizo muy real. Tanto que hasta dolía, tanto como aquella reflexión. Por mucho tiempo me sentí solo, ahora … ahora ya no tanto. Estaba en la isla, con gente a la que aprecia, y estaba aprendiendo mucho. Y abajo estaban también Johan y estaba Nyara y tía Jo. Quizás debiera de hacerles una visita. Solo por… abrazarles un rato y decirles que les echaba de menos. Y quizás disculparse con su padrino (otra vez). Había salido yo muy ufano, pensando que podría cantar victoria ante mi sutil respuesta hacia Oscurus. Pero el medimago me la devolvió doblada. Negué a lo del nigromante y tragué saliva ante la mención del árbol. Al final la magia no lo puede todo, solo esperaba que aquello no acabara como con SAM. No otra vez. La isla era su refugio ante la hostilidad de Londres, a pesar de todo lo que pasase. Se sentí muy avergonzado por aquello, aunque Oscurus no pareció darle más importancia, yo jugué un rato con el gram de Khan en el bolsillo, que, en fondo, creo que es el que me había dado la suficiente seguridad como para responder a aquello. Pensé en la respuesta, quizás la más fácil de la jornada -Sí. La gente que está en coma. De la misma manera que puede haber actividad cerebral durante unos minutos después de la parada cardíaca. De ahí la importancia del minuto de oro- Solo esperaba que así le dejara de hacer preguntas de las cuales, algunas, se le antojaban bastante difíciles, por muy aventajado que fuera en la teoría. Durante unos minutos más siguieron examinando las partes que habían quedado expuestas al principio hasta que Oscurus decidió que haría una autopsia completa.
La visión del mortecino Edmure me heló la sangre. Tragué saliva y arrugué la nariz con algo de respeto y asco. El guardia, al menos, estaba caliente cuando se lo llevaron. ¿Así acabábamos todos? ¿Amortajados y en una sala de autopsias? ¿Ese es el verdadero aspecto de la muerte? Suspiré por la nariz según iba relajando el gesto y acomodándome a lo que veía. Aquellos ojos que se me antojaban hinchados y hundidos. Aquellos labios resecos y pegados, fruto quizás de la deshidratación. Las inmóviles cejas rubias, pestañas y párpados. Aquella cara no la olvidaría en mucho tiempo, definitivamente, por mucho que el chico hubiera sido idiota y se hubiera dejado morder se merecía una segunda oportunidad. Como todos cuando nos equivocamos. ¿Él también se había equivocado? ¿Volvería a repetirlo? A decir verdad, lo dudaba. O no, y se volvería a equivocar con el resultado que tenía delante en ese momento. ¿Qué le habrían prometido para dejarse morder? ¿Le habrían contado que podría haber muerto? Me mordí el labio porque de verdad deseaba preguntárselo. Pero, tal y como había dicho Oscurus, no éramos nigromantes, ni espiritistas, ni médium. Edmure tuvo mala suerte hasta para eso. Suspiró con pena -¿Qué se dice en estos casos? ¿Descanse en paz? ¿Que el otro mundo le acoja en su seno?-
Al final me vestí con aquella bata especial y asentí a las indicaciones. Seguí el movimiento del bisturí recorriendo el cuerpo y sorprendiéndome de la ausencia de sangrado. Y era curioso que, a pesar de las maneras de Oscurus, el cuidado con el trabaja. Por eso le exigía lo mejor, porque él como médico lo era.
Así siguieron durante un rato, obedeciendo las indicaciones del maestro.
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*** Sala de autopsias ***
No añadí nada a la pregunta a Justin sobre cómo debía o no despedirse de un alma que parte. Por desgracia, era algo que tendría que descubrir por sí mismo. Hay gente que se santiguaba, otros le recitaban un pequeño salmo, otros sencillamente no decían nada y hacían su trabajo, como carniceros. Al final te olvidas del porqué estás allí o con quién estás trabajando. Bajé la mirada al cadáver antes de empezar y asentí con cuidado. El niño me había dado una lección en aquel momento y Arleen otra. No, ellos no tenían la culpa de lo que le había pasado en el pasado -Que descanse en paz está bien-
Con aquel pensamiento comencé la autopsia. Había hecho otras antes, no muchas. Aprovecharía para recordar a Justin la importancia de conocer la anatomía. Vería cómo es un cuerpo muerto para saber cómo era un cuerpo vivo, por si en algún momento tenía que hacer una operación. Los fórceps, los moquitos y los filos trabajaron durante un largo rato. Habían pasado varias horas desde que habíamos empezado hasta que, por mi parte, había dado por concluido el estudio. Lo último que quedaba por cerrar era una incisión longitudinal en el antebrazo del miembro donde se ubicaba el mordisco. Había explicado a Justin cómo debía hacer una buena sutura, era el momento de que pudiera ponerla en práctica y yo podía ponerme a recoger y limpiarlo todo, preparando a Edmure para entregarlo a la familia.
Estaba secándome las manos y los antebrazos observando la sutura desde atrás cuando me senté en un taburete y terminé de apuntar las últimas observaciones que acompañaban a todas las demás -Por cierto, dile a Khan que como su pajarraco vuelva a entrar en mi sala de autopsias, lo voy a freír y me lo voy a comer- Sonreí por la broma y me levanté, dándole una palmada en el hombro al estudiante. Trabajaba con personas, personas que no tendría por qué pagar por lo que me pasara. Quizás algún día podrían conocer toda la verdad, por el momento, miré con orgullo al muchacho de pelo blanco -Buen trabajo- Guardé silencio durante unos segundos y entonces me retiré para dejarlo todo listo antes de acabar, a la espera de que el chico acabara.
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No añadí nada a la pregunta a Justin sobre cómo debía o no despedirse de un alma que parte. Por desgracia, era algo que tendría que descubrir por sí mismo. Hay gente que se santiguaba, otros le recitaban un pequeño salmo, otros sencillamente no decían nada y hacían su trabajo, como carniceros. Al final te olvidas del porqué estás allí o con quién estás trabajando. Bajé la mirada al cadáver antes de empezar y asentí con cuidado. El niño me había dado una lección en aquel momento y Arleen otra. No, ellos no tenían la culpa de lo que le había pasado en el pasado -Que descanse en paz está bien-
Con aquel pensamiento comencé la autopsia. Había hecho otras antes, no muchas. Aprovecharía para recordar a Justin la importancia de conocer la anatomía. Vería cómo es un cuerpo muerto para saber cómo era un cuerpo vivo, por si en algún momento tenía que hacer una operación. Los fórceps, los moquitos y los filos trabajaron durante un largo rato. Habían pasado varias horas desde que habíamos empezado hasta que, por mi parte, había dado por concluido el estudio. Lo último que quedaba por cerrar era una incisión longitudinal en el antebrazo del miembro donde se ubicaba el mordisco. Había explicado a Justin cómo debía hacer una buena sutura, era el momento de que pudiera ponerla en práctica y yo podía ponerme a recoger y limpiarlo todo, preparando a Edmure para entregarlo a la familia.
Estaba secándome las manos y los antebrazos observando la sutura desde atrás cuando me senté en un taburete y terminé de apuntar las últimas observaciones que acompañaban a todas las demás -Por cierto, dile a Khan que como su pajarraco vuelva a entrar en mi sala de autopsias, lo voy a freír y me lo voy a comer- Sonreí por la broma y me levanté, dándole una palmada en el hombro al estudiante. Trabajaba con personas, personas que no tendría por qué pagar por lo que me pasara. Quizás algún día podrían conocer toda la verdad, por el momento, miré con orgullo al muchacho de pelo blanco -Buen trabajo- Guardé silencio durante unos segundos y entonces me retiré para dejarlo todo listo antes de acabar, a la espera de que el chico acabara.
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*** Sala de autopsias ***
Aunque al principio sentí mucho asco, y en verdad estuve a punto de desmayarme y vomitar… y no necesariamente en tiempos distintos, traté de mantenerme estoico según iba avanzando la autopsia. Vale lo de la caja torácica me superó del todo y así sí necesité coger un poco de aire, pero en verdad era lo más interesante de todo. Aquello era la bomba que nos hacía funcionar. Y la del chico había fallado. Quizás por eso Oscurus se había detenido en analizar aquel músculo inmóvil. Hasta le pedí si podía sostenerlo, algo que se me hacía profundamente…. Raro. No raro en el sentido malo, sino que daba que pensar. Tenía el corazón del chico en mi mano. Qué fuerte. Y qué pena a la vez. Sensaciones contradictorias. Oscurus comenzó hacer todo tipo de mediciones y apuntes sobre el órgano. Lo midió todo, hasta cosas que no sabía ni que existían. El habló de las paredes del miocardio, de cómo una arteria se puede cerrar, de cómo una insuficiencia te hace dejar de bombear sangre. Definitivamente aquello era hacer hablar a los muertos, y por tanto, todavía podían contar su historia, solo que había que saber escucharla. Hasta que la curiosidad sencillamente sobrepasó el asco y no pude apartar la mirada.
Aquello, en verdad, fue lo que más me impresionó de todo el estudio, pero aprovechamos para repasar cosas de anatomía, fisiología y otras ramas médicas. Al final, hasta me dejó coser la apertura que habíamos hecho en el brazo para poder observar cómo podía o no haber afectado la dentellada y el veneno al brazo más próximo, en comparación con el anterior. El médico me había explicado bien cómo hacer la sutura, al menos las nociones más básicas, según él, pero en verdad se me había hecho un mundo. Aguja, hilo, fórceps, giras y tiras, pero flojito porque no quieres ni romper la piel ni que los bordes se suban uno sobre el otro, tienen que, sencillamente contactar. Como dos tierras que se unen. Al final fui cogiendo el tranquillo a aquello, recordando con pena cómo no era capaz de coger sangre para un análisis. Allí Lucio le ayudaba con las clases. Sonreí al recordar al maestro mientras seguía concentrado en mis tareas, hasta que escuché la voz de Oscurus detrás. No sabía que estaba allí, solo esperaba que lo estuviera haciendo bien. Escuché con temor la frase hasta que lo analicé mejor. ¿Había hecho una broma? Sí, aquello era una broma. Respondí con una sonrisa, queriendo acabar con aquello pronto. -Se lo diré- Cuando acabé escuché las felicitaciones y sentí que me sonrojaba un poco. Giré el taburete para volver hacia Oscurus y mirarle a los ojos -Gracias- Asentí levemente y bajé la mirada. No sé por qué se me humedecieron los ojos, menos mal que me había dado la vuelta y ya no podía verme nadie. Había hecho algo bien, lo había hecho. No era un lastre.
Tardé unos minutos más en acabar y colocar al cadáver en su posición normal y cubrirle con la sábana blanca. Me despedí de él llamándole por su nombre, poniéndome una mano en el corazón y agradeciéndole aquello, aunque supuse que no me oiría. Después de aquello, Oscurus y yo salimos de la sala, dejando aquello para que se encargara alguien. Se despidió del médico, que le dio la tarde libre y decidió que quería ir a ver a Khan, para agradecerle el regalo y decirle el recado que tenía para él. Me perdí por los pasillos observando el gram y poniéndomelo en la muñeca, Oscurus se largó por las escaleras hacia los pisos superiores. Más tarde lo activaría con mi sangre con Khan, quizás podía invitarle a tomar un refresco o comer algo. Ya vería. Y mañana bajaría a ver a Johan y a Jo ¡Me sentía tan bien!
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Aunque al principio sentí mucho asco, y en verdad estuve a punto de desmayarme y vomitar… y no necesariamente en tiempos distintos, traté de mantenerme estoico según iba avanzando la autopsia. Vale lo de la caja torácica me superó del todo y así sí necesité coger un poco de aire, pero en verdad era lo más interesante de todo. Aquello era la bomba que nos hacía funcionar. Y la del chico había fallado. Quizás por eso Oscurus se había detenido en analizar aquel músculo inmóvil. Hasta le pedí si podía sostenerlo, algo que se me hacía profundamente…. Raro. No raro en el sentido malo, sino que daba que pensar. Tenía el corazón del chico en mi mano. Qué fuerte. Y qué pena a la vez. Sensaciones contradictorias. Oscurus comenzó hacer todo tipo de mediciones y apuntes sobre el órgano. Lo midió todo, hasta cosas que no sabía ni que existían. El habló de las paredes del miocardio, de cómo una arteria se puede cerrar, de cómo una insuficiencia te hace dejar de bombear sangre. Definitivamente aquello era hacer hablar a los muertos, y por tanto, todavía podían contar su historia, solo que había que saber escucharla. Hasta que la curiosidad sencillamente sobrepasó el asco y no pude apartar la mirada.
Aquello, en verdad, fue lo que más me impresionó de todo el estudio, pero aprovechamos para repasar cosas de anatomía, fisiología y otras ramas médicas. Al final, hasta me dejó coser la apertura que habíamos hecho en el brazo para poder observar cómo podía o no haber afectado la dentellada y el veneno al brazo más próximo, en comparación con el anterior. El médico me había explicado bien cómo hacer la sutura, al menos las nociones más básicas, según él, pero en verdad se me había hecho un mundo. Aguja, hilo, fórceps, giras y tiras, pero flojito porque no quieres ni romper la piel ni que los bordes se suban uno sobre el otro, tienen que, sencillamente contactar. Como dos tierras que se unen. Al final fui cogiendo el tranquillo a aquello, recordando con pena cómo no era capaz de coger sangre para un análisis. Allí Lucio le ayudaba con las clases. Sonreí al recordar al maestro mientras seguía concentrado en mis tareas, hasta que escuché la voz de Oscurus detrás. No sabía que estaba allí, solo esperaba que lo estuviera haciendo bien. Escuché con temor la frase hasta que lo analicé mejor. ¿Había hecho una broma? Sí, aquello era una broma. Respondí con una sonrisa, queriendo acabar con aquello pronto. -Se lo diré- Cuando acabé escuché las felicitaciones y sentí que me sonrojaba un poco. Giré el taburete para volver hacia Oscurus y mirarle a los ojos -Gracias- Asentí levemente y bajé la mirada. No sé por qué se me humedecieron los ojos, menos mal que me había dado la vuelta y ya no podía verme nadie. Había hecho algo bien, lo había hecho. No era un lastre.
Tardé unos minutos más en acabar y colocar al cadáver en su posición normal y cubrirle con la sábana blanca. Me despedí de él llamándole por su nombre, poniéndome una mano en el corazón y agradeciéndole aquello, aunque supuse que no me oiría. Después de aquello, Oscurus y yo salimos de la sala, dejando aquello para que se encargara alguien. Se despidió del médico, que le dio la tarde libre y decidió que quería ir a ver a Khan, para agradecerle el regalo y decirle el recado que tenía para él. Me perdí por los pasillos observando el gram y poniéndomelo en la muñeca, Oscurus se largó por las escaleras hacia los pisos superiores. Más tarde lo activaría con mi sangre con Khan, quizás podía invitarle a tomar un refresco o comer algo. Ya vería. Y mañana bajaría a ver a Johan y a Jo ¡Me sentía tan bien!
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