ENTRADA

Llego con Sayo luego de una larga caminata a la base militar que me habían dicho. Aunque mas que caminata, he estado todo el tiempo encima de mi compañero metálico para que me llevara.
—¿Estás segura de querer hacer esto Sasha? Luego no habrá vuelta atrás. Los del ejército no se andan con tonterías, puede que salgas peor que aquella vez...—Parecía realmente preocupado de que no salieran las cosas como teníamos pensadas.
—Llevamos varios meses sin avanzar nada, necesito arriesgar si quiero conseguir algún avance en mi investigación. Necesitamos recursos de verdad y para eso necesitamos al ejército.
—Está bien, pero allí dentro no podré protegerte. Es más, seguramente traten de apartarme de ti. Y si acceden a mi memoria...
—No hay problema, tu cerebro tiene el mismo principio que el nuestro. Es imposible descifrar lo que piensa una persona a partir de las señales eléctricas, y lo mismo se aplica a ti, es el mejor sistema de cifrado que existe. No eres como esas chatarras sin mente a los que llaman centinelas.
Sayo aún seguía sin estar convencido del plan, seguramente porque su papel en él era nulo. Al menos podía llevarme para que no se sintiera tan inútil.
"Está bien, veamos en qué desencadena todo esto".
Voy montada encima de Sayo en dirección a la puerta principal de la base militar, la que estaba custodiada por ambos centinelas. Una vez que llego a una distancia prudencial y que puedan oírme, intento entablar comunicación con ellos o con cualquier soldado que pudiera estar cerca.
—¡Vosotros! Soy humana, no podéis hacerme daño. Tenéis las tres leyes de Isaac Asimov o algo parecido, ¿Verdad? Quiero hablar con alguien de aquí, quiero ayudar en la lucha contra los magos y traigo ideas.
Sayo no quita el ojo de encima de ambos centinelas, atento por si hacían cualquier movimiento hostil.

Llega un aviso desde la torre de vigilancia más próxima a la entrada, informando del acercamiento de una persona. Dicha persona ha traspasado los límites considerados de seguridad, se ha aproximado demasiado a la zona restringida. Además en el aviso se dice que va montada en una especie de criatura metálica, que tal vez pueda ser un arma. Tras recibir toda la información en el comunicador me pongo en marcha hacia la zona, escuchando la voz de una muchacha cuando por fin he llegado a la torre de vigilancia tras recorrer un breve tramo del camino.

"si no han saltado las alarmas de los centinelas no debe tratarse de un ataque de criaturas mágicas, pero nunca hay que fiarse, hay muchos traidores que se asocian con ellos"

Me asomo por la baranda de la torre de vigilancia, apuntando a la muchacha con mi arma desde esa posición. Por su aspecto parece tener unos 20 años, y si no fuese por el armatoste metálico sobre el que está no parecería peligrosa. Arqueo una ceja con cierto escepticismo cuando dice que viene a ayudar. Muchos vienen diciendo eso y luego es todo una farsa. Alzo la voz lo suficiente como para que me escuche, no sin antes avisar a los dos soldados que me acompañan que ataquen si ven cualquier cosa extraña en la joven o en los alrededores.

- ¿Quién eres tú y por qué se supone que debería interesarnos tu ayuda? No eres la primera que viene aquí gritando cosas. A veces simplemente les disparamos, por decir estupideces. Otras veces los escuchamos, para corroborar que siguen diciendo estupideces. Te daré cinco minutos para explicarte, así que aprovéchalos. Si veo que no nos interesa...bueno, a ninguna de las dos nos conviene que no me interese, ¿no?- esbozo una falsa sonrisa que indica claramente que no me gusta que me hagan perder el tiempo, eso puede tener malas consecuencias para ella. -  sobre todo a tí. Adelante, habla y di lo que tengas que decir.

Me sorprende la alta eficacia de los militares, dado que no pasa ni un minuto desde que aparece alguien a darme una cordial bienvenida.
"Qué chica más agradable".
—No te conviene hacer ninguna tontería, te tengo en la mira y...
—¡Calla Sayo! Te he dicho que iba a ser yo la que iba a hablar.— Luego de callarlo, me dirijo ahora a la rubia— Yo no soy como esas otras personas que gritan incoherencias. Y si te dijera, que puedo ayudaros a crear máquinas más mortíferas que estas chatarras sin cerebro de las que tanto alardeáis. Máquinas capaces de reproducirse ellas solas, que formen parte del nuestro ambiente y que cuya única meta en la vida sea aniquilar a los magos. No habría rincón donde pudieran esconderse ni tampoco importa si acaban con unas cuentas de ellas. Tendrían inteligencia propia: cuanto más tiempo resistieran los magos, más aprenderían de ellos y como combatirlos, solo sería cuestión de tiempo de que acaben cayendo. Y aquí traigo una prueba de que lo que digo no son tonterías.
Me bajo de mi querida montura para que la chica pudiera contemplarlo mejor.
—Este es un robot infinítamente más avanzado que vuestros centinelas. Es capaz de pensar por si mismo y aprender del enemigo para adaptarse a él y buscar la mejor forma de derrotarlo. ¿Pueden decir lo mismo vuestros centinelas? Solamente confían en su alta capacidad destructiva, pero con el tiempo los magos buscarán formas de derrotarlos porque ellos tienen inteligencia, los centinelas no.

El hecho de que su máquina se dirija a mi me hace bufar con indignación, ninguna máquina debería atreverse a lanzar amenazas a un humano. No dejo de apuntarla con mi rifle porque no me inspira ninguna confianza, de hecho lo que menos me gusta es esa especie de droide que lleva, aunque no de aspecto humanoide como otros de los modelos que tenemos. - Veo que a tu máquina le falta ser un poco más educada...habla sin recibir órdenes. - respondo de manera recriminatoria hacia lo que acabo de ver, escuchando con una cínica sonrisa en los labios lo siguiente que tiene que decirme. No es más que una cría y habla como si tuviese la verdad universal en sus manos, por lo que su actitud no me agrada ni un pelo. - Veamos si he entendido...te atreves a venir a nuestra casa con prepotencia, a decirnos que nuestros centinelas son unos descerebrados, una mierda, básicamente. Dicho con palabras diferentes, claro está. Los centinelas son lo que necesitamos ahora, máquinas que ejecuten nuestras órdenes, no algo que suponga una amenaza porque pueden acabar descontroladas en algo que suponga una amenaza.

Bajo el rifle al suelo al ver que ella se baja de la araña esa, pensando en bajar de la torre para hablar directamente con ella. Si hay algún problema siempre tengo a los francotiradores de la torre para guardarme las espaldas. Desciendo las escaleras de la torre para atravesar después las puertas, con sus medidas de seguridad correspondientes. Cuando por fin estoy frente a ella la miro de arriba a abajo con cierto desdén, ni me sonaba de los círculos conocidos de científicos ni de alguna otra cosa.

- No sé quién eres, pero como comprenderás no vamos a dejar pasar así de buenas a primeras a cualquiera que venga diciendo que tiene la solución para todo. Y menos si vienes con esos humos. Además, no es competencia mía aceptar a nuevos científicos, en todo caso tendrá que decidirlo alguno de los jefes, o en su defecto alguien del departamento de desarrollo tecnológico. Tendremos que investigar tus credenciales y procedencia, así que más te vale ir identificándote. Como mínimo sabemos que los escáneres no han saltado contigo porque no eres bruja.

"Sayo no es que no esté educado, es solo que piensa por sí mismo y sabe hacer más cosas que recibir ordenes, no como tú".
Se me forma una ligera sonrisa al ver que todavía no había sido acribillada, era buena señal. Espero pacientemente a que ella bajara para verme, pero sabía que eso no significaba que dejaran de apuntarme. Seguían esos dos centinelas en la puerta que seguramente podrían desintegrarme son solo recibir una orden.
"Al menos el caramelo le ha llamado la suficiente atención para no echarme".
En cuanto la rubia se encuentra delante mía la escucho detenidamente. Me decepciona un poco que no haya venido a recibirme una persona de un rango competente, pero era mejor que me hicieran hablar con esas chatarras de la puerta. No puedo evitar preocuparme un poco en cuanto dice que tienen que investigar mis credenciales.
—No hay problema. Mi nombre es Sasha y soy una humana, como ya habrás podido deducir. Mi especialidad es la informática y la robótica. Yo misma he creado a mi compañero metálico que está a mi lado con los escasos recursos que he podido ir consiguiendo por ahí. Podéis registrarme lo que queráis y también a mi compañero si lo consideráis oportuno.
En señal de paz, saco lentamente mi pistola y mi cuchillo y lo tiro al suelo para que viera que no tenía intención de defenderme.
—¿Qué más deseas saber de mí?

La muchacha parece rebajar un poco el discurso inicial sobre la superioridad de lo que ofrece, mostrándose algo más colaborativa que antes, o al menos esa es la impresión que da cuando deja las armas en el suelo y se ofrece a comprobaciones y demás. Tampoco es que tenga otra opción si quiere conseguir aquí algo de lo que busca, muchas veces se consiguen más cosas de ese modo que buscando la confrontación directa. Mantengo el arma algo baja, pero preparada por si es necesario usarla en algún momento. De tanto en tanto miro de reojo a su robot, pensando que probablemente haya tenido ayuda para crearlo.

- Suponiendo que nos creamos todo eso...¿Qué intereses te mueven a venir aquí, eh?

La interrogo en un tono bastante hostil, no por nada en especial, sino porque la amabilidad y las buenas formas no son lo mío. Seguro que no viene aquí de manera altruista, algo debe estar buscando y también debemos averiguar lo que es. Me separo un poco de ella para observar más de cerca a su nueva máquina, con curiosidad y desconfianza a la vez. Nadie nos asegura que no sea una bomba o cualquier arma de alcance desconocido.


- Así que una joven experta...el curriculum deberías haberlo echado al buzón. - comento con cierta burla al parecerme que viene a buscar trabajo o alguna cosa parecida. Me giro para hacer un gesto a los de la torre, indicando que por ahora todo estaba en calma. Tampoco parece que hayan visto nadie en los alrededores o que ella sea el señuelo para una emboscada. - Yo por mi te mandaba a tu casa de una patada en el culo, pero no me encargo del apartado de los cerebritos esos raros que se pasan el día encerrados en el laboratorio. Así que lo que haré será pedirte la documentación que lleves encima, para estudiarla. Después los encargados de esto decidirán y te lo comunicarán. ¿Llevas papeles encima o eres una ilegal? ¿Dónde has estudiado? ¿qué has estado haciendo hasta ahora?

"Me lo temía, quieren papeles o cualquier cosa que certifique que soy capaz de hacer X cosa. Al parecer un papel describe a una persona hoy en día."
Observo como la chica se interesa en Sayo y lo inspecciona superficialmente, como si con ello consiguiera deducir lo que es capaz de hacer.
"Solo espero que haga lo que le he dicho y se quede quieto sin hacer nada".
—Voy a ser franca contigo, no me importa demasiado la lucha contra los magos. Lo que me interesa es la tecnología de auto-replicación de las máquinas, y eso es algo que no puedo investigar en las calles. Y si, he vivido en las calles toda mi vida y he tenido que aprender por mi cuenta lo que pudiera para sobrevivir. Así que lo siento pero no tengo papeles de ningún tipo, mi formación de basa en los libros que he ido consiguiendo y lo que he experimentado por mi cuenta. Y aunque lo que me interese es la tecnología que te he dicho, tiene aplicaciones militares importantes que podríais usar.
"Casi todo lo que le he dicho es verdad, no veo razón para mentirle con cosas que no puedo corroborar".

Al final resulta ser tal y como suponía, la chica no tiene papeles ni nada que demuestre su identidad. Sería una estupidez por mi parte dejar pasar así a alguien que no sé quién es ni viene recomendada por nadie, las decisiones al respecto deberán tomarlas los de arriba, que luego no quiero quejas.

- Pues como comprenderás no puedo dejarte pasar así como así. Pero se valorará tu petición. - acepto de manera reticente, todavía con ese tono poco amable y con poca predisposición.

- Me reuniré durante estos días con las personas competentes al respecto y ellos te harán llegar una notificación con la decisión a la dirección de email que nos proporciones. Sólo de ese modo podrías entrar.

Camino un par de pasos de espaldas, para no quedar desprotegida de buenas a primeras frente a su máquina. Después me giro para anunciarle mientras me alejo unos cuantos pasos más. - Ah, y prepara alguna demostración más de cachivaches que puedas hacer para la semana que viene, algo que los impresione y demuestre que sabes hacer más cosas y que eres eficaz trabajando en poco tiempo. No sé...alguna otra cosa que nos pueda ser útil en la base, o en la lucha contra los monstruos. Échale imaginación.-

Mi última frase suena más a una orden que otra cosa, como si fuese su obligación sorprendernos más y no bastase con el interesante robot que ha traído. Vuelvo a pedir que me abran las puertas para volver al complejo, recordando a Sasha lo que debe hacer. Hago un gesto a un soldado que custodia la puerta, para que vaya a pedirle su dirección de correo electrónico, al que le mandaremos la notificación correspondiente. - Estate atenta, no te lo repetiremos dos veces. Si se te pasa la fecha de responder, sea con lo que sea, la única perjudicada serás tú. Dicho esto...me despido. Ya nos veremos por aquí. O no. - sonrío de manera mordaz antes de desaparecer tras las puertas, dejando allí al soldado que se encargará de recoger los datos necesarios. Por mi parte me alejo de allí, entrando al complejo para solicitar más tarde una reunión con los científicos, con Harby o con quien quiera que esté encargado.

Me dan ganas de decirle unas cuantas cosas en cuanto sentencia que no me dejará pasar, pero solo serviría para empeorar la situación.
"No ha salido como esperaba, pero al menos no he sido acribillada y no me ha echado definitivamente".
—Así que queréis armas mortíferas anti-magos... No te preocupes que las tendréis.
Me hace gracia como la rubia empieza a irse de espaldas, como si fuera a conseguir algo que Sayo le hiciera un agujero de tres centímetros en el pecho. Espero pacientemente a que venga el soldado para que le diera mi email.
"Como si fuera a darle el verdadero, mejor le doy en el que recibo basura por las dudas. Que luego me atacan con spam."
Una vez que le he dado los datos necesarios, se van todos y me dejan ahí sola con los dos centinelas de las puertas.
—Parece que no hay mucho más que podamos hacer. Vámonos Sayo.—Digo mientras cojo mis armas del suelo para luego subirme a su cefalotórax.
—¿Crees que podrás hacer lo que te dice? Ahora mismo no estamos muy bien de recursos...
—No te preocupes, tenemos el dinero que nos ha dado aquella mujer, con eso conseguiremos las piezas que necesitamos.
Sayo y yo nos vamos a paso lento, pero decidido de la base.

Ya han pasado demasiados días desde que hablé con Catherine sobre su descabellado plan de reunir al Consejo de los 20 para hacerles una petición. Tanto silencio desde entonces sólo puede significar dos cosas: o bien le han dicho que no y ha preferido no decirme nada para no decepcionarme, o bien todavía están estudiando su idea. Sea como sea no puedo quedarme quieto por la base porque me pongo nervioso sin hacer nada o sin saber nada. Tampoco me hace ninguna gracia la gente nueva que se ha ido metiendo por allí en los últimos tiempos, la mayoría o me caen mal o sospecho de ellos. También le he estado dando muchas vueltas a qué estaría haciendo la soldado terca que conocí hace varios meses, que supuestamente iba a regresar a la base de nuevo, aunque en nuestro último encuentro tampoco quedó demasiado claro.

Para intentar localizarla decido llevar a cabo la absurda idea de acercarme a este sitio, en el que estuve también hace varios meses, antes de entrar al torneo. Mucho ha pasado desde entonces, y parece que incluso sus instalaciones han mejorado, o al menos eso parece desde varios metros de distancia. Probablemente no logre dar con ella y tenga que largarme por donde he venido. Eso si tengo suerte, si no es así tendré que huir rápidamente al estar en inferioridad numérica. Me detengo a unos 50 metros de la base, aproximadamente, escondiéndome detrás de un árbol para espiar desde allí. En la puerta de la base, justo en la entrada, se encuentra un soldado frente a los centinelas. Pongo más atención para intentar escuchar lo que dicen, agradeciendo en ese momento el tener el oído más fino por ser licántropo. Parece que es mi día de suerte y la voz corresponde precisamente con la persona que buscaba, Sigrid. Hago un sonido de fastidio porque no puedo llamarla así como así sin que me vean y sin que piensen que estoy relacionado con ella o algo, y si me acerco me detectarán. O puede que ya lo estén haciendo y esté perdiendo el tiempo de manera estúpida.

"si tan sólo se alejase un poco de ahí y se diese la vuelta...podría hablar con ella. Podría saber si definitivamente ha vuelto con ellos porque quiere o si todavía hay alguna esperanza de que quiera ayudarnos"

Paso unos pocos segundos más pensando qué hacer, hasta que decido pasar a la acción, alzando la voz desde donde estoy para que al menos se gire y se acerque a mirar. La idea no es muy elaborada, pero soltar alguna trola puede funcionar.

- ¡LOS MAGOS ESTÁN ATACANDO EL CENTRO DE LA CIUDAD! ¡ENVÍA A LOS CENTINELAS PARA ALLÁ!

Definitivamente no es una buena idea eso de haber gritado una falsa alarma para atraer su atención, algo de lo que me doy cuenta en el momento que el centinela me detecta. El montón de chatarra ese ha sido capaz de localizarme de una manera rápida y eficaz, apenas en unos segundos. La buena noticia es que parece que Sigrid de ha dado por aludida y viene hacia aquí. Eso si consigue llegar a tiempo, antes de que uno de esos robots trate de acabar conmigo. El cañonazo me hace pensar lo peor, pero por suerte no es más que un proyectil de humo. La mala noticia es que se trata de un humo que impide ver con claridad, y que además es bastante irritante y da tos. Intento apartarme de la parte con más humo, tratando de salir de ahí lo más deprisa posible. Por culpa del humo no puedo dejar de toser, aunque ese será el menor de mis problemas teniendo en cuenta que hay muchos más robots por aquí cerca

"joder, todo por querer comunicarme con ella. ¿No podía haberme dejado su número de teléfono o algo así?"

Localizo a Sigrid a medio camino de donde estaba antes, así que me acerco para terminar de acortar la distancia definitivamente. Debo ser breve y conciso, seguro que ella no puede engañar al robot por mucho que le diga. Mi mentira sobre el ataque en el centro no ha colado, así que dudo que cualquier otra mentira cuele.

- Ya creía que habías desaparecido de la faz de la tierra. Mira lo que he tenido que hacer para saber algo de ti. - protesto por lo bajo y entre dientes, esperando que su primera respuesta me de rápido una idea de a lo que debo atenerme. - No tengo mucho tiempo, así que...di lo que tengas que decir rápido.

Vigilo al robot de reojo, seguro que al verme cerca de uno de sus humanos no tardará en pedir explicaciones o en tirar otra bomba de humo de esas, la cual noto que me ha dejado algo aturdido y con menos capacidad de reacción.

Me estaba empezando a acostumbrar a ir a los sitios encima de Sayo. Por su parte no había ninguna queja, así que no había razón para dejar de hacerlo.
"Cómo se iba a quejar, con la fuerza que tiene en las patas debo de pesarle tanto como una pluma".
A lo lejos empiezo a ver una forma distinta a la del resto del paisaje, por lo que deduzco que estábamos llegando a la base. Sin embargo, de repente Sayo para de una forma tan brusca que casi me tira.
—¡Hey, avisa cuando vayas a hacer eso! No es la primera vez que me lo haces—Sayo se toma unos segundos antes de contestar, lo cual me impacienta aún más.
—Hay algo peligroso ahí delante. Están los dos centinelas disparando a una zona cubierta por lo que parece ser una bomba de humo.
"¿Acaso los magos tienen el mismo cerebro que un pez? Mucho no piensan si atacan así de frente a toda la base".
—Bueno, no hace falta que corramos riesgos innecesarios. Tu no puedes ver a través del humo, así que dispara a lo que sea que salga de ahí y represente una amenaza.
"Seguro que tendré mejor relación con los militares si les ayudo a capturar a algún ser mágico."
Aunque el cañon de Sayo disparase proyectiles más rápidos que el sonido, necesitaba darle al objetivo para que hiciera algo. La criatura de acero entierra parcialmente sus grandes patas en la tierra para poder apuntar mejor y observa toda la zona de humo dispuesto a dispararle a la primera criatura mágica que viera salir. Yo por supuesto, me había bajado de él y me alejé un poco tapándome los oídos, su cañon hacía un ruido infernal y no quería quedarme sorda.
"Sin embargo, la víctima siente el proyectil en sus carnes antes que poder escuchar el sonido de disparo".

Todavía mucho tiempo después sin escucharla llamarme chucho me sigue fastidiando un poco el apodo, así que gruño un poco, queriendo replicar aunque admito que lleva razón, acercarme a las puertas es bastante estúpido. De todos modos necesitaba contactar con ella y no sabía como hacerlo, aunque eso tampoco es excusa. Recibo el golpe de la culata de la pistola en la mejilla, dejando escapar una queja casi a la par que la llave con la que me lanza al suelo. Si no hubiese sido porque me ha hecho caer al suelo, no me habría librado de los rayos que acaban de lanzar los otros dos centinelas. Obviamente tiene que reaccionar así si no quiere que sospechen de que no quiere matarme. ¿O sí quiere y el que se está equivocando soy yo?. Sea como sea decido seguirle el juego, haciéndome el indignado, pareciendo incluso un poco loco.

- ¡¿Qué mierdas haces?! ¡suéltame de una vez, imbécil! ¡tú y todos los tuyos sois escoria! ¡Voy a acabar con todos vosotros!

Alzo la cabeza para mirarla de lado todo lo que la llave que me está haciendo me lo permite. A decir verdad no esperaba que fuese tan efectiva tirándome al suelo de una manera tan rápida, me ha pillado desprevenido. Corroboro definitivamente que me está dando tiempo y una oportunidad para marcharme, teniendo en cuenta que me han pillado y que estoy solo no creo que sea buena idea tardar demasiado en seguir las instrucciones que me da Sigrid.

Además, si toman acciones para impedir que realice magia estaré realmente jodido, no podré escapar. De la misma manera que ella, sin hablar y vocalizando para que me entienda al leer los labios, trato de darle un breve mensaje. Si decide o no hacerme caso ya es cosa suya. -[Posada Muertos]- tras esto cierro los ojos para concentrarme en la medida de lo posible, desapareciéndome de allí. En lo que no me fijo es si ella ya ha aflojado la llave y me ha soltado o no, porque de ser así, si está todavía tocándome, me la habré llevado conmigo.