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Recuerdo del primer mensaje :
La cueva se encuentra en el corazón del bosque del Hermitage, en Escocia, uno de los bosques favoritos de Thranduil por su vitalidad y energía. El bosque alberga tantas criaturas mágicas que emite por sí mismo una magia especial, protegiéndolas al mismo tiempo que las alberga y les provee. Por la cueva pasa un río que llena el suelo bajo en su camino y las fosas de agua cristalina con tonos verdosos y de intensos azules, creando un espectáculo hermoso para quien lo ve en gigantescas piscinas naturales.
Solo aquellos que conocen el lugar pueden encontrar el punto exacto por donde se entra a las cuevas subterráneas, pero la entrada de la cueva permanece oculta detrás de grandes y frondosos árboles, y de vez en cuando Thranduil cierra el acceso principal con piedra para evitar intrusos.
La cueva abarca varios cientos de kilómetros en diferentes direcciones, con cientos de cámaras, algunas más grandes que otras, varias entradas pequeñas e igualmente ocultas.
No tiene grandes lujos, o eso podría creerse, pero es un hogar en toda regla. La ubicación solo la conocen Thranduil y sus sobrinos.
Casa-cueva perteneciente a Thranduil
La cueva se encuentra en el corazón del bosque del Hermitage, en Escocia, uno de los bosques favoritos de Thranduil por su vitalidad y energía. El bosque alberga tantas criaturas mágicas que emite por sí mismo una magia especial, protegiéndolas al mismo tiempo que las alberga y les provee. Por la cueva pasa un río que llena el suelo bajo en su camino y las fosas de agua cristalina con tonos verdosos y de intensos azules, creando un espectáculo hermoso para quien lo ve en gigantescas piscinas naturales.
Solo aquellos que conocen el lugar pueden encontrar el punto exacto por donde se entra a las cuevas subterráneas, pero la entrada de la cueva permanece oculta detrás de grandes y frondosos árboles, y de vez en cuando Thranduil cierra el acceso principal con piedra para evitar intrusos.
La cueva abarca varios cientos de kilómetros en diferentes direcciones, con cientos de cámaras, algunas más grandes que otras, varias entradas pequeñas e igualmente ocultas.
No tiene grandes lujos, o eso podría creerse, pero es un hogar en toda regla. La ubicación solo la conocen Thranduil y sus sobrinos.
El alto brío con la que la chica había llegado a Escocia tiempo atrás no era muy similar a lo que ahora veía. Asintió con firmeza a su gesto. Sabía que ella creía firmemente en sus convicciones sobre su hogar y su familia, porque era justo lo que necesitaba creer para poder superar esta locura. Por mucho tiempo él mismo se sintió perdido en una sociedad en decadencia, pero el bosque le ayudaba a sobrellevarlo todo. Bajó la mano que le había tendido al ver que se alejaba hacia su corcel. Siempre había sido testaruda, no podía negar que seguía, en el fondo, una parte de ella intacta.
Hoy.- Repitió al escuchar sus intenciones. Elevó la mano con la que sostenía la bebida hacia su rostro y tras un instante de contemplación, bebió de nuevo un trago mientras escuchaba sus siguientes palabras. En cuanto terminó, atropelló sus palabras con las de ella por la premura.- Ya lo saben, Athalia. Yo mismo se los he dicho.- Levantó la mirada hacia la chica. No quería decir que no se estaban preparando, lo hacían, había planes trazados, pero lo cierto era que estaban siendo más lentos de lo que le hubiera gustado. Ya hacía años les advertía de la situación fuera de aquella pequeña comunidad en Woodland.
Finalmente, asintió a su interés, tendiéndole de nuevo la mano. Si quería sentir la paz que él experimentaba en aquel lugar, no se la negaría. Usó su mano como sostén para ella. Él estaba acostumbrado a vivir entre piedras de río, aún con la agilidad de los elfos, aquellas cosas podían ser incómodas con zapatos inadecuados. Comenzó a guiarla dentro de la cueva, caminando en silencio. A medida que entraban, la luz comenzaba a alejarse y la única iluminación eran los reflejos que el agua concedía. La cueva era muy profunda y oscura en su mayoría, pero había un sonido peculiar. No era solo el recorrido del agua, su fluidez y movimiento. Había algo, un repiqueteo constante al fondo de la cueva que parecía venir de ningún lugar. Varios minutos pasaron. La conversación, al menos de su parte, no fluyó durante aquellos momentos; no importaba, era de elfos saber esperar el momento adecuado. A medida que se acercaban caminando por la orilla del río, el agua se removía con más avidez. La oscuridad no era total; podía ser intimidante, pero el agua le relajaba de sobremanera.
Hoy.- Repitió al escuchar sus intenciones. Elevó la mano con la que sostenía la bebida hacia su rostro y tras un instante de contemplación, bebió de nuevo un trago mientras escuchaba sus siguientes palabras. En cuanto terminó, atropelló sus palabras con las de ella por la premura.- Ya lo saben, Athalia. Yo mismo se los he dicho.- Levantó la mirada hacia la chica. No quería decir que no se estaban preparando, lo hacían, había planes trazados, pero lo cierto era que estaban siendo más lentos de lo que le hubiera gustado. Ya hacía años les advertía de la situación fuera de aquella pequeña comunidad en Woodland.
Finalmente, asintió a su interés, tendiéndole de nuevo la mano. Si quería sentir la paz que él experimentaba en aquel lugar, no se la negaría. Usó su mano como sostén para ella. Él estaba acostumbrado a vivir entre piedras de río, aún con la agilidad de los elfos, aquellas cosas podían ser incómodas con zapatos inadecuados. Comenzó a guiarla dentro de la cueva, caminando en silencio. A medida que entraban, la luz comenzaba a alejarse y la única iluminación eran los reflejos que el agua concedía. La cueva era muy profunda y oscura en su mayoría, pero había un sonido peculiar. No era solo el recorrido del agua, su fluidez y movimiento. Había algo, un repiqueteo constante al fondo de la cueva que parecía venir de ningún lugar. Varios minutos pasaron. La conversación, al menos de su parte, no fluyó durante aquellos momentos; no importaba, era de elfos saber esperar el momento adecuado. A medida que se acercaban caminando por la orilla del río, el agua se removía con más avidez. La oscuridad no era total; podía ser intimidante, pero el agua le relajaba de sobremanera.
- Spoiler:
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-En la hora crepuscular. El manto de la noche será nuestro aliado. Nadie conoce a los bosques como nosotros- Respondió asintiendo brevemente cuando repitió sus palabras. Miró alrededor, incómoda, como si tuviera algo en el pecho atragantado, deseando salir pero sin encontrara las palabras o la voluntad para poder decirlo. No era propio de ella pero desde que había salido de Woodland no era la misma. Tenía una expresión nostálgica, como si añorara el pasado de esa tierra que no le pertenecía. Un pasado que desconocía y que, sin embargo, el susurro de las hojas, el cantico de los árboles, el sonido del río le contaba.
Dejó de escuchar la historia de la naturaleza para observarle cuando dijo que ya lo sabían -Yo no he sido informada y soy General de nuestras fuerzas- Frunció el ceño, descolocada y, sin embargo, al ver la resolución en el rostro de Thranduil supo que era cierto. Una vez más, herida. Athalia destrozó aquel rostro con un gesto de ira que duró apenas un parpadeo, un efímero momento emocional antes de volver a su rostro sereno. Una vez más, excluida. Sostuvo su mano un momento mientras avanzaban, pero una vez dentro, la soltó ya que podía caminar sola y estaba absolutamente asqueada del trato de Thranduil, de volver a caer en sus estúpidas palabras. A medida que caminaban notó la oscuridad y de sus labios salió un cántico suave en palabras del elfo antiguo, mantuvo éste mientras varias luciérnagas se unían a su travesía brindando un poco de luz en el fondo de aquella cueva.
Al llegar al final, apreció el hermoso ciclo de vida que allí había. Avanzó con cuidado de no destruir nada y sólo unos pasos más allá puso una rodilla en el suelo mientras se quitaba uno de los guantes de montar. Apoyó los dedos con suavidad en el pasto, sintiendo a la naturaleza vibrar y latir en cada una de sus respiraciones. Athalia escuchó de fondo la explicación del elfo y deseó con todas sus fuerzas convertirse en un cuerpo de agua y tener aquella determinación, aquel ahínco, aquella firmeza en conseguir lo que quería porque a pesar de todos sus intentos siempre resultaba prescindible. Y el agua era de todo menos eso. Se levantó y miró alrededor, avanzando un par de pasos más para apreciar el lugar y sonreír brevemente. Bajó la mirada hacia el elfo mientras se daba la vuelta para enfrentarlo -Entiendo. Cuida tú de estos lugares, yo procuraré proteger Woodland- Por supuesto que había un tono en esas palabras, un tono que dejaba entrever la opinión de Athalia sobre la estancia de él allí.
Se volvió de nuevo hacia el lago y se inclinó, poniendo de nuevo una rodilla en el piso para coger con su mano libre un poco de agua y beber. Disfruto del frescor de la misma después de tantos y tantos incendios apagados. El agua estaba pura y tenía un sabor delicioso. Luego se levantó y se secó en el pantalón para ponerse de nuevo el guante -Espero que tengas una larga vida- Expresó intentando ser honorable, no sabía si lo había logrado pero estaba dolida. Una vez más.
Dejó de escuchar la historia de la naturaleza para observarle cuando dijo que ya lo sabían -Yo no he sido informada y soy General de nuestras fuerzas- Frunció el ceño, descolocada y, sin embargo, al ver la resolución en el rostro de Thranduil supo que era cierto. Una vez más, herida. Athalia destrozó aquel rostro con un gesto de ira que duró apenas un parpadeo, un efímero momento emocional antes de volver a su rostro sereno. Una vez más, excluida. Sostuvo su mano un momento mientras avanzaban, pero una vez dentro, la soltó ya que podía caminar sola y estaba absolutamente asqueada del trato de Thranduil, de volver a caer en sus estúpidas palabras. A medida que caminaban notó la oscuridad y de sus labios salió un cántico suave en palabras del elfo antiguo, mantuvo éste mientras varias luciérnagas se unían a su travesía brindando un poco de luz en el fondo de aquella cueva.
Al llegar al final, apreció el hermoso ciclo de vida que allí había. Avanzó con cuidado de no destruir nada y sólo unos pasos más allá puso una rodilla en el suelo mientras se quitaba uno de los guantes de montar. Apoyó los dedos con suavidad en el pasto, sintiendo a la naturaleza vibrar y latir en cada una de sus respiraciones. Athalia escuchó de fondo la explicación del elfo y deseó con todas sus fuerzas convertirse en un cuerpo de agua y tener aquella determinación, aquel ahínco, aquella firmeza en conseguir lo que quería porque a pesar de todos sus intentos siempre resultaba prescindible. Y el agua era de todo menos eso. Se levantó y miró alrededor, avanzando un par de pasos más para apreciar el lugar y sonreír brevemente. Bajó la mirada hacia el elfo mientras se daba la vuelta para enfrentarlo -Entiendo. Cuida tú de estos lugares, yo procuraré proteger Woodland- Por supuesto que había un tono en esas palabras, un tono que dejaba entrever la opinión de Athalia sobre la estancia de él allí.
Se volvió de nuevo hacia el lago y se inclinó, poniendo de nuevo una rodilla en el piso para coger con su mano libre un poco de agua y beber. Disfruto del frescor de la misma después de tantos y tantos incendios apagados. El agua estaba pura y tenía un sabor delicioso. Luego se levantó y se secó en el pantalón para ponerse de nuevo el guante -Espero que tengas una larga vida- Expresó intentando ser honorable, no sabía si lo había logrado pero estaba dolida. Una vez más.
Mi preocupación no es el camino, es tu partida.- Aceptó con tranquilidad. Su mirada no mostró arrepentimiento al verla en su contrariedad. Duró un segundo, pero bastó para grabarle en el pecho la necesidad de ser necesitada. No siempre había sido así, pero ahora la añoranza era algo que le inundaba la piel y que embriagaba el aire a su alrededor. Ella merecía más y nadie había sabido dárselo. No dijo nada. Dejó que aquella verdad golpeara en ella como una roca. Era mejor que ella lo procesara. Si bien podía doler, solo se creería y convencería a ella misma de tal cosa.
No hizo gesto, una vez dentro, cuando ella soltó su mano. Se imaginó a sí mismo, en la sala del trono con ella de su mano, solo soltándole cuando él la dejaba en el trono contiguo, con aquella belleza etérea que su presencia le confería. En un instante, su corazón se llenó de la más profunda amargura y el más grande amor cuando el rostro del ser que realmente había ocupado ese trono apareció frente a él. Cuando volvió en sí, se dio cuenta de que la canción no estaba en su cabeza, sino en el ambiente iluminado por luciérnagas, rodeado de vida. Él no era mucho de cantar. Era un arte que se daba de manera natural en las elfas. Aquella frágil rosa se había visto turbada lo suficiente como para crecer las más duras espinas. No se culpaba, solo se lamentaba.
Permitió que ella absorbiera todo el espacio, el lugar, la energía milenaria de aquel impactante edén. Sus existencias eran efímeras para la naturaleza y, sin embargo, ella parecía opacar la belleza del lugar. Dejó un espacio entre sus palabras y las propias, permitiendo que bebiera con tranquilidad. Su voz sonó firme, pero no la miraba a ella, sino a la cascada.- Protegerás a Woodland de un enemigo que no conoces.- Mencionó con tranquilidad. Tenía poco tiempo en aquel lugar, no suficiente para comprender la magnitud de lo que se erigía en las ciudades.- Tú serías mucho más adecuada para cuidar de este bosque que yo.- No iba con dobles intenciones, solo apreciaba sus habilidades.
Athalia...- Murmuró antes de que pensara en dar media vuelta y deshacer lo andado. Debía estar muy dolida si quería huir tan pronto. Un elfo nunca desperdiciaba un espacio como aquel. Días podrían haber pasado y no serían suficientes para absorber la grandeza de aquel pequeño espacio en lo profundo de la roca.- ¿Cómo harás la diferencia, Athalia? En un lugar que, en el fondo, desprecias. Que solo te ha traído disgustos, injusticias, que no aprecia tu valor...
Aquí todos tenemos el mismo valor. Hay un mundo repleto de seres mágicos con habilidades increíbles y, sin embargo... A todos ellos les falta la determinación de tu alma; La férrea resolución de tu ser; Les falta tu conocimiento y, sobre todo, la experiencia que tanto te ha costado forjar pero que ahora te hace ver las cosas con una claridad inigualable. Aquí no soy el Rey de nada. No te voy a ofrecer nada. En poco tiempo no tendré ni siquiera un lugar como este dónde darte refugio, Athalia. No hay lujos mas allá de lo que tu puedas forjarte y conseguirte. Pero estoy segura de que en este mundo, en este preciso mundo, lograrías todo lo que se te ha negado en el nuestro. Aquí brillarías por tí misma, por lo que puedes ofrecer. Ninguna joya sería más preciada que tu existencia, que tu ayuda. Woodland te ha quedado pequeño, Athalia, pequeño cuando la lucha real está aquí afuera, cuando la diferencia la puedes hacer aquí afuera. Mi amor por Woodland está aquí, luchando desde aquí para que ustedes jamás vean un rastro de lo que esta guerra despiadada es capaz. Y si cumplo con mi meta, si cumplo con mi propósito, no volveré hasta que pueda afirmar que nada en esta guerra podrá dañar todo lo que amo. Mi amor por Woodland siempre ha estado en el lugar correcto y es aquí donde me pone. Es aquí donde debo estar... Pero si tu intención es regresar, si tu verdadero deber es encadenarte una vez más a tu pueblo... debes saber que es aquí donde debes estar.
No hizo gesto, una vez dentro, cuando ella soltó su mano. Se imaginó a sí mismo, en la sala del trono con ella de su mano, solo soltándole cuando él la dejaba en el trono contiguo, con aquella belleza etérea que su presencia le confería. En un instante, su corazón se llenó de la más profunda amargura y el más grande amor cuando el rostro del ser que realmente había ocupado ese trono apareció frente a él. Cuando volvió en sí, se dio cuenta de que la canción no estaba en su cabeza, sino en el ambiente iluminado por luciérnagas, rodeado de vida. Él no era mucho de cantar. Era un arte que se daba de manera natural en las elfas. Aquella frágil rosa se había visto turbada lo suficiente como para crecer las más duras espinas. No se culpaba, solo se lamentaba.
Permitió que ella absorbiera todo el espacio, el lugar, la energía milenaria de aquel impactante edén. Sus existencias eran efímeras para la naturaleza y, sin embargo, ella parecía opacar la belleza del lugar. Dejó un espacio entre sus palabras y las propias, permitiendo que bebiera con tranquilidad. Su voz sonó firme, pero no la miraba a ella, sino a la cascada.- Protegerás a Woodland de un enemigo que no conoces.- Mencionó con tranquilidad. Tenía poco tiempo en aquel lugar, no suficiente para comprender la magnitud de lo que se erigía en las ciudades.- Tú serías mucho más adecuada para cuidar de este bosque que yo.- No iba con dobles intenciones, solo apreciaba sus habilidades.
Athalia...- Murmuró antes de que pensara en dar media vuelta y deshacer lo andado. Debía estar muy dolida si quería huir tan pronto. Un elfo nunca desperdiciaba un espacio como aquel. Días podrían haber pasado y no serían suficientes para absorber la grandeza de aquel pequeño espacio en lo profundo de la roca.- ¿Cómo harás la diferencia, Athalia? En un lugar que, en el fondo, desprecias. Que solo te ha traído disgustos, injusticias, que no aprecia tu valor...
Aquí todos tenemos el mismo valor. Hay un mundo repleto de seres mágicos con habilidades increíbles y, sin embargo... A todos ellos les falta la determinación de tu alma; La férrea resolución de tu ser; Les falta tu conocimiento y, sobre todo, la experiencia que tanto te ha costado forjar pero que ahora te hace ver las cosas con una claridad inigualable. Aquí no soy el Rey de nada. No te voy a ofrecer nada. En poco tiempo no tendré ni siquiera un lugar como este dónde darte refugio, Athalia. No hay lujos mas allá de lo que tu puedas forjarte y conseguirte. Pero estoy segura de que en este mundo, en este preciso mundo, lograrías todo lo que se te ha negado en el nuestro. Aquí brillarías por tí misma, por lo que puedes ofrecer. Ninguna joya sería más preciada que tu existencia, que tu ayuda. Woodland te ha quedado pequeño, Athalia, pequeño cuando la lucha real está aquí afuera, cuando la diferencia la puedes hacer aquí afuera. Mi amor por Woodland está aquí, luchando desde aquí para que ustedes jamás vean un rastro de lo que esta guerra despiadada es capaz. Y si cumplo con mi meta, si cumplo con mi propósito, no volveré hasta que pueda afirmar que nada en esta guerra podrá dañar todo lo que amo. Mi amor por Woodland siempre ha estado en el lugar correcto y es aquí donde me pone. Es aquí donde debo estar... Pero si tu intención es regresar, si tu verdadero deber es encadenarte una vez más a tu pueblo... debes saber que es aquí donde debes estar.
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No respondió a sus palabras porque no lo consideraba necesario. Sus preocupaciones habían pasado a un segundo plano cuando eligió a otra por encima de ella que le había dado todo su ser. Dudaba, es más, de que se tratara de sí misma. Tal vez añoraría estar rodeado de gente de su raza en vez de aquellos monstruos y el resto de la raza mágica. Pero dejó aquello atrás, como había dejado su recuerdo, cuando llegó a aquel magnífico lugar. Lo observó y lo absorbió, sonriendo de lo sabia que había sido la madre naturaleza en seguir, impasible, rebelándose contra aquellos que le hacían daño.
Mantuvo la espalda erguida mientras se colocaba la pieza de ropa en la mano, muy lentamente escuchando sus palabras. No mentía. Thranduil nunca mentía ¿No? Observó el río mientras se cuestionaba si había recabado suficiente información del enemigo. Tal vez era cierto que no lo conocía de todo pero sí su capacidad de destrucción y que sin duda habían sido los magos y brujas quienes habían perdido el vínculo con la madre tierra. Cuando escuchó su nombre se ajustó el guante con fiereza, cerrando el último broche y moviendo los dedos para disfrutar el tacto del cuerpo en la piel -Tú, Thranduil…- Al decir aquellas palabras la naturaleza de ese lugar de pronto contuvo el aliento. El agua pareció ralentizar su paso. El sol decidió ocultarse tras una nube. Las plantas parecieron moverse para esconderse y los animales sin duda desaparecieron de la vista. Athalia se giró bruscamente -Ellos me tratan como tú me trataste- Apretó los puños haciendo que las uñas de hierro de los guantes se clavaran aquel cuero. ¿Cómo se atrevía a hablarle así? ¿Cómo podía enumerar aquellos logros y venir hacia ella de esa forma? ¡Ni siquiera arrastrándose por el piso lograría nada! Había matado a su esposo para hacerse una carrera militar. Una carrera digna para convertirse en Reina. Pero fue ignorada...
-¿AHORA ME HALAGAS?- Gritó, enfurecida, haciendo que su piel blanquecina se tornara rosada por el riego sanguíneo -¿Dónde estaban esos halagos cuando decidiste tomar a otra como Reina, Thranduil? ¡NO ERES EL REY DE NADA! ¡NI AQUÍ NI EN WOODLAND! ¡ERES UN CASTILLO DE MENTIRAS! ¡DE FALSAS ILUSIONES Y ESPERANZAS!¡ERES UN HIPÓCRITA Y TE DETESTO POR ARRUINAR MI VIDA!- Al infierno con su control de emociones, al infierno con su honor, al infierno con todo lo que tenía que ver con él. Le miró al impasible rostro y soltó los puños. Intentó respirar pero sentía que el aire no le llegaba a los pulmones por más de que lo intentara. Sabía que no tendría que haber explotado así pero… ¿Cómo se atrevía? Podría haber llorado, pero se le habían agotado las lágrimas siglos atrás.
Le dio la espalda de nuevo mientras se llevaba las manos a la sien acomodando su tocado mientras intentaban controlar su respiración sin éxito alguno, el dolor en el pecho se hacía cada vez más agudo -El único que me negó… algo en Woodland… fuiste tú- Soltó en rápidas exhalaciones, envenenada por el rencor, mientras su ataque de ansiedad empezaba a afectar aquel lugar. Las plantas parecían debilitarse por cada segundo que pasaba y Athalia sabía que se debía a su magia y a su estado. Cerró los ojos para no ver al peor error de su vida y se dio la vuelta directo hacia la entrada de la cueva pero ante la ausencia del sol volvía a no ver nada. Intentó cantar pero las respiraciones entre cortadas no le dejaban completar la melodía así que fue avanzando lentamente y a tientas, con una mano en la pared y la otra en el pecho mientras practicaba sin éxito alguno los ejercicios para regular su respiración. Sentía que empezaba a sudar frío y que su corazón le martilleaba contra el pecho deseando salir…Y suicidarse seguramente.
Mantuvo la espalda erguida mientras se colocaba la pieza de ropa en la mano, muy lentamente escuchando sus palabras. No mentía. Thranduil nunca mentía ¿No? Observó el río mientras se cuestionaba si había recabado suficiente información del enemigo. Tal vez era cierto que no lo conocía de todo pero sí su capacidad de destrucción y que sin duda habían sido los magos y brujas quienes habían perdido el vínculo con la madre tierra. Cuando escuchó su nombre se ajustó el guante con fiereza, cerrando el último broche y moviendo los dedos para disfrutar el tacto del cuerpo en la piel -Tú, Thranduil…- Al decir aquellas palabras la naturaleza de ese lugar de pronto contuvo el aliento. El agua pareció ralentizar su paso. El sol decidió ocultarse tras una nube. Las plantas parecieron moverse para esconderse y los animales sin duda desaparecieron de la vista. Athalia se giró bruscamente -Ellos me tratan como tú me trataste- Apretó los puños haciendo que las uñas de hierro de los guantes se clavaran aquel cuero. ¿Cómo se atrevía a hablarle así? ¿Cómo podía enumerar aquellos logros y venir hacia ella de esa forma? ¡Ni siquiera arrastrándose por el piso lograría nada! Había matado a su esposo para hacerse una carrera militar. Una carrera digna para convertirse en Reina. Pero fue ignorada...
-¿AHORA ME HALAGAS?- Gritó, enfurecida, haciendo que su piel blanquecina se tornara rosada por el riego sanguíneo -¿Dónde estaban esos halagos cuando decidiste tomar a otra como Reina, Thranduil? ¡NO ERES EL REY DE NADA! ¡NI AQUÍ NI EN WOODLAND! ¡ERES UN CASTILLO DE MENTIRAS! ¡DE FALSAS ILUSIONES Y ESPERANZAS!¡ERES UN HIPÓCRITA Y TE DETESTO POR ARRUINAR MI VIDA!- Al infierno con su control de emociones, al infierno con su honor, al infierno con todo lo que tenía que ver con él. Le miró al impasible rostro y soltó los puños. Intentó respirar pero sentía que el aire no le llegaba a los pulmones por más de que lo intentara. Sabía que no tendría que haber explotado así pero… ¿Cómo se atrevía? Podría haber llorado, pero se le habían agotado las lágrimas siglos atrás.
Le dio la espalda de nuevo mientras se llevaba las manos a la sien acomodando su tocado mientras intentaban controlar su respiración sin éxito alguno, el dolor en el pecho se hacía cada vez más agudo -El único que me negó… algo en Woodland… fuiste tú- Soltó en rápidas exhalaciones, envenenada por el rencor, mientras su ataque de ansiedad empezaba a afectar aquel lugar. Las plantas parecían debilitarse por cada segundo que pasaba y Athalia sabía que se debía a su magia y a su estado. Cerró los ojos para no ver al peor error de su vida y se dio la vuelta directo hacia la entrada de la cueva pero ante la ausencia del sol volvía a no ver nada. Intentó cantar pero las respiraciones entre cortadas no le dejaban completar la melodía así que fue avanzando lentamente y a tientas, con una mano en la pared y la otra en el pecho mientras practicaba sin éxito alguno los ejercicios para regular su respiración. Sentía que empezaba a sudar frío y que su corazón le martilleaba contra el pecho deseando salir…Y suicidarse seguramente.
Como yo te traté... - Susurró con un suspiro, pensando en la manera a la que se refería. En realidad entendía su postura, pero sabía que de repetirse la historia no habría podido darle el lugar que ella quería.
Dejó que todo explotara y levantó el mentón con dignidad mientras escuchaba sus reclamos. La vio con la frialdad con la que tomaba las decisiones graves cuando aún era rey de Woodland. No aceptaba los reclamos, pero si la percepción de la mujer así se lo dictaba, que así fuera. No estaba bien visto que un elfo tuviera aquellos arrebatos, y él tampoco lo vería bien, ni siquiera por ella. La naturaleza estaba sufriendo por culpa de su poco temple, de su debilidad y su incapacidad de mantenerse en una pieza a pesar del rencor, que nunca debió albergarse en ella.- Te estás engañando sola.- Afirmó, mirándole con tranquilidad mientras se alejaba hacia la entrada de la cueva.
Athalia...- Le llamó con su voz grave pero endulzada por la visión de su frágil ser. Tomó con una mano la que tocaba la roca para mantenerse en pie, y la otra alrededor de la cintura con firme determinación. No podía dejarla tal como era, por lo que caminó con ella contra todo pronóstico. A la mitad del camino, le alzó en vilo con cuidado, sin verle. Cuando veía por fin la salida, se alejó del caballo para acercarla a la cascada. Estando tan cerca que ciertas gotas de agua caían sobre ellos, pero era la fresca brisa la que contribuiría a su mejora.- Quizás yo no te convenza, pero es cierto. Hay un lugar que no haz visto. Un lugar que conserva la aristocrática que te encanta y la batalla que llevas dentro.
Unos momentos antes de tu llegada, un mensaje llegó a mi. Me necesitan con urgencia. Ven conmigo, escucha lo que hay que escuchar. Quizás su urgencia sea para ti más válida de lo que yo pueda decirte. De no ser lo que esperas, te dejaré partir. Y harás con tu vida lo que veas.
Dejó que todo explotara y levantó el mentón con dignidad mientras escuchaba sus reclamos. La vio con la frialdad con la que tomaba las decisiones graves cuando aún era rey de Woodland. No aceptaba los reclamos, pero si la percepción de la mujer así se lo dictaba, que así fuera. No estaba bien visto que un elfo tuviera aquellos arrebatos, y él tampoco lo vería bien, ni siquiera por ella. La naturaleza estaba sufriendo por culpa de su poco temple, de su debilidad y su incapacidad de mantenerse en una pieza a pesar del rencor, que nunca debió albergarse en ella.- Te estás engañando sola.- Afirmó, mirándole con tranquilidad mientras se alejaba hacia la entrada de la cueva.
Athalia...- Le llamó con su voz grave pero endulzada por la visión de su frágil ser. Tomó con una mano la que tocaba la roca para mantenerse en pie, y la otra alrededor de la cintura con firme determinación. No podía dejarla tal como era, por lo que caminó con ella contra todo pronóstico. A la mitad del camino, le alzó en vilo con cuidado, sin verle. Cuando veía por fin la salida, se alejó del caballo para acercarla a la cascada. Estando tan cerca que ciertas gotas de agua caían sobre ellos, pero era la fresca brisa la que contribuiría a su mejora.- Quizás yo no te convenza, pero es cierto. Hay un lugar que no haz visto. Un lugar que conserva la aristocrática que te encanta y la batalla que llevas dentro.
Unos momentos antes de tu llegada, un mensaje llegó a mi. Me necesitan con urgencia. Ven conmigo, escucha lo que hay que escuchar. Quizás su urgencia sea para ti más válida de lo que yo pueda decirte. De no ser lo que esperas, te dejaré partir. Y harás con tu vida lo que veas.
S.A.M-9917
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Drones y Centinelas con un sistema de invisibilidad activado rastrean cada porción de tierra en busca de presencia mágica que todavía se resista al nuevo orden. Buscan algo que saben esta ahí, pero no pueden ver. La energía mágica del entorno atrajo cada vez en mayores cantidades, drones espía y unidades aéreas de asalto vigilaban y patrullaban la zona, ocultos, tratando de encontrar la brecha.
Geolocalización realizada con éxito. Parámetros de energía mágica elevadas, coordenadas establecidas. Guardar ubicación.
Escáner visual: sin imagen precisa
Escáner de sonido: sin datos
Escáner térmico: sin datos
Escáner de señal: nulo
Escáner de energía mágica: Niveles constantes.
Triangulando posición estimada...
Obteniendo....
Coordenadas establecidas.
Los drones espías se retiran dando paso a pequeños aviones fantasma no tripulados pero con armamento de ataque, al igual que los Centinelas.
Éstos empiezan a realizar el primer ataque aire-tierra dirigiendo sus proyectiles y explosivos sobre el área donde se supone que hay algo.
Buscan destruir, o quebrar el escudo mágico.
Varias unidades centinela toman tierra creando un perfecto círculo en el exterior de la barrera. Por algún motivo no pueden avanzar mas, aunque igualmente atacan disparando sus armas.
Reajustando misión...
Capturar con VIDA a uno o varios individuos
Última posición James 5TU4RD50N China Town, Londres
Misión: Destrucción bastiones mágicos. Extracción de información refugios disidentes.
Iniciando misión en 3, 2, 1...
---------------------------
éxito: localiza refugio de individuos mágicos
fallo: no localiza por ahora
Geolocalización realizada con éxito. Parámetros de energía mágica elevadas, coordenadas establecidas. Guardar ubicación.
Escáner visual: sin imagen precisa
Escáner de sonido: sin datos
Escáner térmico: sin datos
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Escáner de energía mágica: Niveles constantes.
Triangulando posición estimada...
Obteniendo....
Coordenadas establecidas.
Los drones espías se retiran dando paso a pequeños aviones fantasma no tripulados pero con armamento de ataque, al igual que los Centinelas.
Éstos empiezan a realizar el primer ataque aire-tierra dirigiendo sus proyectiles y explosivos sobre el área donde se supone que hay algo.
Buscan destruir, o quebrar el escudo mágico.
Varias unidades centinela toman tierra creando un perfecto círculo en el exterior de la barrera. Por algún motivo no pueden avanzar mas, aunque igualmente atacan disparando sus armas.
Reajustando misión...
Capturar con VIDA a uno o varios individuos
Última posición James 5TU4RD50N China Town, Londres
Misión: Destrucción bastiones mágicos. Extracción de información refugios disidentes.
Iniciando misión en 3, 2, 1...
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éxito: localiza refugio de individuos mágicos
fallo: no localiza por ahora
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El miembro 'S.A.M-9917' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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'Probabilidad' :
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Había pasado semanas escuchando las historias de Thranduil. Al final no había subido ella a la isla porque su condición no estaba para viajes pero en tierra fue capaz de escuchar cada palabra del elfo. Su relación no había mejorado del todo, seguía siendo distante y fría. Al menos ella había tenido la oportunidad de decirle lo que pensaba y él tenía un punto: ¿Cómo iba a defender Woodland de un enemigo desconocido? Así que escuchó, absorbió y aprendió lo necesario para proteger a su ciudad.
Aquel día estaban entrenando con sus espadas mientras él volvía a explicar lo que era un centinela -¿Cómo algo mecánico puede manejar la naturaleza contra mí? No lo entiendo. No tienen una conexión como nosotros- Indicó Athalia deteniendo el golpe de Thranduil y lanzándolo hacia atrás con su propio cuerpo para ganar distancia. En eso estaba cuando un par de pájaros aparecieron revoloteando por encima de su cabeza haciendo millones de ruidos que Athalia no llegaba a entender -Un momento...- Se detuvo y los miró, intentando interpretar lo que decían pero no decían nada concreto -Algo está afectando el bosque...¿creo?- Indicó en un tono dubitativo y miró a Thranduil esperando que le confirmara.
Pero no fue necesario, el estruendo se hizo presente y los pájaros volvieron a dispersarse asustados. ¿Por qué iban a atacar este sagrado lugar si ellos no estaban batallando contra SAM? -Pero...- Parpadeó sorprendida y miró al elfo alzando las cejas -Y esto es lo que significa que ningún lugar es seguro excepto esa isla que me dijiste ¿No?- Se masajeó las sienes y chasqueó la lengua -De acuerdo, estrategia de escape. Dijiste que son demasiado poderosos y tenemos las de perder- Expresó y se arrodilló en el suelo. No había casi grama ni tierra. Ella podía trazar el camino hacia la única salida que conocía pero sabía por él que había más -¿Conoces todas las entradas y salidas?- Su mirada le dijo algo así como "Más o menos" y no confió. Llamó a los animales que con el paso de aquel mes se habían refugiado allí con ellos y les dio la orden de buscar salidas. Pájaros, ardillas, algún ciervo y demás animales partieron -Hay que preparar los caballos- Le dijo al elfo mientras guardaba la espada y se ajustaba la armadura. Fue hasta donde estaba el suyo propio y le puso la silla de montar ágilmente, ajustó las correas y se subió a su lomo.
No tardaron mucho en llegar algunos de los animales y Athalia azuzó al caballo para que avanzara -Cubre nuestra retirada- Le dijo a Thanduil, conocedor de su poder sobre la tierra. Hasta que no lo hizo y no fue liderando la marcha, Athalia no avanzó. A fin de cuentas, su deber era proteger al Rey.
Aquel día estaban entrenando con sus espadas mientras él volvía a explicar lo que era un centinela -¿Cómo algo mecánico puede manejar la naturaleza contra mí? No lo entiendo. No tienen una conexión como nosotros- Indicó Athalia deteniendo el golpe de Thranduil y lanzándolo hacia atrás con su propio cuerpo para ganar distancia. En eso estaba cuando un par de pájaros aparecieron revoloteando por encima de su cabeza haciendo millones de ruidos que Athalia no llegaba a entender -Un momento...- Se detuvo y los miró, intentando interpretar lo que decían pero no decían nada concreto -Algo está afectando el bosque...¿creo?- Indicó en un tono dubitativo y miró a Thranduil esperando que le confirmara.
Pero no fue necesario, el estruendo se hizo presente y los pájaros volvieron a dispersarse asustados. ¿Por qué iban a atacar este sagrado lugar si ellos no estaban batallando contra SAM? -Pero...- Parpadeó sorprendida y miró al elfo alzando las cejas -Y esto es lo que significa que ningún lugar es seguro excepto esa isla que me dijiste ¿No?- Se masajeó las sienes y chasqueó la lengua -De acuerdo, estrategia de escape. Dijiste que son demasiado poderosos y tenemos las de perder- Expresó y se arrodilló en el suelo. No había casi grama ni tierra. Ella podía trazar el camino hacia la única salida que conocía pero sabía por él que había más -¿Conoces todas las entradas y salidas?- Su mirada le dijo algo así como "Más o menos" y no confió. Llamó a los animales que con el paso de aquel mes se habían refugiado allí con ellos y les dio la orden de buscar salidas. Pájaros, ardillas, algún ciervo y demás animales partieron -Hay que preparar los caballos- Le dijo al elfo mientras guardaba la espada y se ajustaba la armadura. Fue hasta donde estaba el suyo propio y le puso la silla de montar ágilmente, ajustó las correas y se subió a su lomo.
No tardaron mucho en llegar algunos de los animales y Athalia azuzó al caballo para que avanzara -Cubre nuestra retirada- Le dijo a Thanduil, conocedor de su poder sobre la tierra. Hasta que no lo hizo y no fue liderando la marcha, Athalia no avanzó. A fin de cuentas, su deber era proteger al Rey.
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El escaneo de energía mágica en la zona detectó picos tras los ataques iniciales, ayudando a triangular mejor todavía la ubicación. Los aviones fantasma no tripulados dejaron caer otra nueva tanda de bombas sobre el lugar, destrozando la estructura rocosa de aquel refugio y bloqueando con el destrozo muchas de las posibles salidas. Los Centinelas rodearon el lugar, vigilando y bloqueando aquellas salidas que no hubiesen quedado taponadas con el desprendimiento de rocas. Se mantuvieron como amenazantes figuras en medio de aquel caos de fuego y explosiones, atacando a todo aquel que lograba salir por cualquier agujero. Los aplastaban con sus pies, o los destrozaban a base de disparos.
No podrían huir eternamente, pues el acoso y derribo era cada vez mayor. O morían aplastados entre las rocas o morían bajo el fuego de los Centinelas y los aviones.
Reajustando misión...
Capturar con VIDA a un individuo. Destrucción bastiones mágicos. Extracción de información refugios disidentes.
Uno de los robots disparó directo al caballo de Athalia en cuanto apareció por una de las salidas de la cueva, haciendo que su jinete cayese. El siguiente disparo fue dirigido al pecho del elfo que apareció tras ella, dejándolo prácticamente fulminado. El Centinela lo agarró con su puño para romperle los huesos, disparando después a Athalia a modo de ráfaga. A ella también la cogió entre su puño, arrojándola después con fuerza contra las rocas para terminar de rematarla de manera efectiva. Se quedarían con Thranduil, después de todo sólo necesitaban a un individuo con vida.
Refugio nº457 eliminado, buscando refugios restantes...buscando refugios mayores de origen desconocido...individuo para extraer información capturado
El operativo al completo abandonó el destrozado lugar después de acabar con todos los que allí vivían, excepto con Thranduil.
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Ataque tecnológico: 330+5 ataque de arma fuego+8 ataque tecnológico+ 25dado = 368
off: 15 días transcurridos desde último post. Personaje Athalia eliminado, pasa por registro. Personaje Thranduil apresado.
No podrían huir eternamente, pues el acoso y derribo era cada vez mayor. O morían aplastados entre las rocas o morían bajo el fuego de los Centinelas y los aviones.
Reajustando misión...
Capturar con VIDA a un individuo. Destrucción bastiones mágicos. Extracción de información refugios disidentes.
Uno de los robots disparó directo al caballo de Athalia en cuanto apareció por una de las salidas de la cueva, haciendo que su jinete cayese. El siguiente disparo fue dirigido al pecho del elfo que apareció tras ella, dejándolo prácticamente fulminado. El Centinela lo agarró con su puño para romperle los huesos, disparando después a Athalia a modo de ráfaga. A ella también la cogió entre su puño, arrojándola después con fuerza contra las rocas para terminar de rematarla de manera efectiva. Se quedarían con Thranduil, después de todo sólo necesitaban a un individuo con vida.
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El operativo al completo abandonó el destrozado lugar después de acabar con todos los que allí vivían, excepto con Thranduil.
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