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Esta amplia cueva de difícil acceso se encuentra por los alrededores del pueblo abandonado de Bastion Hollow, subiendo un trecho en la ladera de una montaña. Durante años, sirvió como refugio a prófugos de la ley y disidentes. Ha sido testigo de varias escaramuzas, y muchas de sus piedras están teñidas de sangre. El derrumbamiento de una de sus paredes dejó recientemente al descubierto otra sección de la cueva con un riachuelo subterráneo y numerosas cámaras, hasta el momento desconocido, ampliando considerablemente el tamaño ya de por si grande de esta cueva.
Me había metido en la cueva de la desesperación hacia ya unas cuantas semanas, y habia hecho de una pequeña cámara mi base secreta. Muy afuera para resultarle interesante a drows, muy adentro, esperaba, para serle interesante a humanos. Pero habia llegado el momento de asomar el hocico, ir a revisar alguno de los lazos para conejo que habia puesto. En mi pequeña cámara, dejo tan sólo el pellejo de dormir, los restos del fuego y algunas cazuelitas que habia robado por ahi, junto con las piedras que usaba a modo de mortero. Sigo el riachuelo subterraneo, hasta que este muere en algun lugar bajo el suelo y yo debo seguir hacia arriba. Salgo de la cueva, agradeciendo que sea de noche...primero paso un rato circulando alrededor, asegurandome de que no haya nadie. Entonces, sigo la ruta que bien conocia hacia donde tenia puestas mis trampas. Reviso un par de lazos, sin suerte. Los aseguro para cerciorarme que estan funcionando. Luego, en el tercero encuentro un conejo, aunque parece mas bien un gazapo de lo pequeño que es. Desmonto al lazo y me lo echo a la espalda con el conejo atado. Paso una mano por mi nariz, sorbiendo. Cierro los ojos un momento, varios segundos....Echo a andar de nuevo, abandonando mi sendero principal para adentrarme mas en el bosque que circunda la cueva. Alli tras pelearme con unos cuantos matorrales, me detengo ante mi objetivo: una planta herbacea pequeña, de flores acampanadas caidas en racimo, de color purpura. Me acerco mas a ella, pensando en los usos que podria darle. Tras tocar una de sus hojas, me aparto.
-No, por la noche no. A las primeras horas de la tarde.- tocaría jugarsela. Pero esa planta bien merecia la pena. De sus hojas podria sacar algunas sustancias interesantes
Dejo la planta donde la encontré y reemprendo la marcha de vuelta a mi agujero, bastante hastiado. Pero contento de no tener que cruzar la palabra con nadie, y menos con ningun humano hostil. No esta noche. Ya me aventuraría mas a la ciudad, ya pillaría a alguno sólo y desprevenido. Esas cosas se tienen que hacer de a pocos. Avanzo hasta la entrada de la cueva, con mi cena al hombro.
-No, por la noche no. A las primeras horas de la tarde.- tocaría jugarsela. Pero esa planta bien merecia la pena. De sus hojas podria sacar algunas sustancias interesantes
Dejo la planta donde la encontré y reemprendo la marcha de vuelta a mi agujero, bastante hastiado. Pero contento de no tener que cruzar la palabra con nadie, y menos con ningun humano hostil. No esta noche. Ya me aventuraría mas a la ciudad, ya pillaría a alguno sólo y desprevenido. Esas cosas se tienen que hacer de a pocos. Avanzo hasta la entrada de la cueva, con mi cena al hombro.
Dormí. Como un campeón. Dormí como uno debía dormir, plácidamente, olvidándose de muchas o demasiadas mierdas. Nada de objetivos, nada de mentores, nada. En mi cabeza solo se pasaba el constante sentimiento de “que les jodan a todos”, y “vive tu propia vida”. Y eso es exactamente lo único que deseaba entonces. Los nombres de Osten, Kybath, Savant, todos eran ajenos y lejanos, parte de un pasado que había logrado dejar atrás para mi gracia. Ahora los que me venían a la cabeza correspondían a los pocos humanos, magos, o la mierda que fueran que había conocido aquellos últimos días. Personas que lo único que sabría establecer como común… Es que hablaban aquella sucia lengua. Pero sin embargo, incluso con ese “impedimento”, había conocido gente maja, y me parecía bien quedarme con ellos.
Volvía a abrazar mi bolsa casi de forma inconsciente, incluso sabiendo que era todo un recuerdo de mi pasado. Algún día me debía deshacer de ella, pero por desgracia no supe hacerlo entonces. Si hubiera cogido Yaroslav la bolsa y el bastón y los hubiera tirado a la basura, quizás al día siguiente no habría recordado mis objetivos, cargos, deberes, asuntos pendientes, y habría sido libre de ser quien me diera la gana. Pero no fue así. Y soñé. Soñé casi como nunca, soñé algo… Reconfortante. Alguien se sentaba a mi lado, aunque no recordé la habitación o donde estaba. Alguien hablaba -una lengua que entendía, no ninguna lengua concreta-, mientras que yo estaba tumbado en una cama, herido, descansado. Me pasaba una mano por el pelo y me decía, “Es hora de descansar”, “Ya no hay más objetivos”, “No te preocupes por Osten”, “No, todo eso ha pasado… Ahora es cuestión de seguir tu vida, como quieras, con quien quieras, con quien te quiera…” Y yo me dejaba como si fuera un animal manso, porque disfrutaba de pensar en esa libertad.
Me desperté muy bruscamente. No lograba diferenciar realidad de fantasía, y durante un momento viví creyendo que era todo aquello cierto. Pero bajé la mirada y vi mi bastón, mi carga, mis cadenas del pasado. Miré la bolsa, y sabía qué muñeco raído aguardaba en su interior. Y maldije. Maldije mil veces. Quería ser libre, pero no… Con toda la idiotez del mundo y el dolor de cabeza que se me impuso tras saber la amarga noticia me fui preparando para salir, con alguna que otra lagrimilla bajándome del rostro, como el crío que era. Para aquella ocasión me puse de nuevo mi uniforme, porque me había cargado la otra muda. No me gustaba demasiado llevarla por miedo de rompérmela, porque aquello era irremplazable, pero… No tenía más opciones.
En cuestión de media hora empecé a caminar, caminar y caminar. Primero me miré un poco la base. Debía estar anocheciendo, pensé. Procuraba evitar hablar con la gente que pudiera encontrarme, creyendo que sería demasiada distracción. Tenía que ir a abastecerme, pero encontrar una salida era… Como que bastante difícil. No sabía por donde demonios perderme para ir a las cuevas. Acabé dando con algo que me permitía ir a fuera, pero era… Una puñetera salida al exterior. Pensé que sería más conveniente buscar alguna entrada por ahí desde fuera, así que ese camino tomé.
Esperaba que los robots fueran tan ineptos como la mayoría de razas en cuanto ver la oscuridad. Con la capucha puesta, hombreras y capa, me sentía algo más seguro. El tono oscuro lograba confundir a la mayoría de bestias y otras cosas… Pero aún así estaba ahí, ese bastón, burlándose de mi con su típico brillo ténue. Lo transformé literalmente en un bloque de cristal y lo escondí en el saco, aunque cabía a duras penas. Porque claro, me había llevado también la botella de vodka malo. Eso me recordaba a mi dolor de cabeza. Pasearme no me llevó demasiada complicación… Yo caminaba y ya. Quise alejarme del pueblo casi por intuición, porque me daba la sensación que si aparecía otro puñetero robotijo me vería más fácilmente allí que no en la densidad del bosque. Me perdí en uno de esos cúmulos de vegetación. El elfo de mi interior se sentía muy cómodo entre árboles. Llegué a trepar uno y torpemente me mantuve en la copa de estos tanto como me permitía, aunque el avance era muy lento. Pero me permitía tener una visión clara de aquello que estaba debajo de mi, y no habían grandes peligros que pudieran alcanzarme allí. O quizás sí, pero prefería no pensar en ellos.
Casi por casualidad divisé algo moverse en la lejanía. No sabía si era mi parte drow o mi parte elfa la que se dio cuenta de ello, o si fueron las dos en conjunto, pero me puso en sobreaviso. Paré en seco, tratando de adivinar qué era. Si se trataba de un mago desubicado, un humano malo, o uno bueno, si era alguna bruja chunga, un renegado que pasaba por allí… Me di cuenta que en todos los casos no sabría diferenciarlos. Para mi suerte, los rasgos de esa persona no eran exactamente los típicos de los seres del exterior. Entre las hojas y con torpeza me di cuenta que, incluso cuando no vestía trajes en absoluto concordes a su raza, era un drow. Un puñetero drow, solo. Ahí. Con un abrigo que indudablemente era fabricado. Y todo en general.
Con esa información logré sacar que debía llevar un tiempo por allí, porque los que iban a expediciones solo duraban un par de días a lo sumo, si es que realmente decidían quedarse allí más de lo necesario. Parecía estar solo, pero no me fiaba. No era seguro seguir un drow, si reconocía que era un híbrido no estaría muy encantado de verme la cara… Pero por otra parte era un renegado de nuestra nación, probablemente no tuviera opción de regresar tampoco. Parecía un poco hecho polvo, pensé. Pero fiero. Había definitivamente algo especial en él. También recordé qué feos eran todos los humanos (o la gran mayoría) cuando los comparabas con un buen mozuelo de mi especie, de piel bien oscurita, con sus melenazas peliblancas (cosas que pocos seres de la superfície tenían… para mi bien, realmente), o esos ojos tan brillantes. Aunque ese último detalle no se lo podía ver desde la distancia.
Mi yo se olvidó de las setas o de la discreción y la curiosidad no pudo hacer otra cosa si no invadirme. Me dije que quizás encontraría alguna entrada decentilla si lo seguía, porque seguramente él tampoco se sintiera cómodo con un cielo encima suya. Con una distancia más que prudente decidí seguirlo, primero desde las copas, y bajando un poco más tarde… Aunque durante la mayor parte del rato sólo era un puntito en la distancia, porque no quería alertarle. No sabía exactamente qué quería de él, o si quería hablarlo. Pero llevaba un año entero sin ver uno de mi raza. Cualquier contacto que pudiera tener con uno de estos me valía.
Finalmente lo vi acercarse a una cueva y tratando de sacar mi agilidad interior, lo seguí, casi a gachas. Sabía que en cuanto entrara perdería la seguridad de los bosques, que como drow, él sabría más de esconderse y detectar enemigos allí que yo. Pero la curiosidad me pudo… Y me metí en ella con unos buenos metros de distancia, lo suficiente que necesitaría para correr si me veía. Me llevó dos minutos caerme al suelo como un idiota por intentar ir de puntillas para no hacer demasiado ruido. Dos puñeteros minutos. Y el estruendo no solo sonó, si no que resonó por todos lados, haciendo eco. Lo único que faltaba era una flecha de neón indicándole al pobre drow “EH, MIRA, AQUÍ TIENES UNA PERSONA QUE TE SIGUE.” -”En ocasiones uno es retrasado… Y a veces un retrasado como yo, en ocasiones, deja de serlo.”- Me dije a mi mismo.
Podría haber salido por patas, pero era idiota. -¡Eh, eh! Yo… ¡Yo sentir! ¡En serio, sentir, no… no pretendía nada malo! ¡Yo no haber visto drow en años! Y… Y tener curiosidad, y… ¡Buscaba entrada a cueva! Pensé, seguro que él sabe… ¡No quería molestar! ¡No quiero hacer nada malo!- Me puse en pie casi cojeando con las manos alzadas. En apariencia estaba completamente desarmado. -¡No matar! Yo… En serio, no… No haré nada. Yo… Yo irme si tu necesitas, pero… ¡No matar, por favor!- Todo lo que decía era cierto y era completamente creíble, sobretodo porque estaba casi llorando de terror. Me había olvidado de que aquel drow probablemente supiera hablar mi lengua. Y mira que, casi siempre, solía ser al contrario.
Volvía a abrazar mi bolsa casi de forma inconsciente, incluso sabiendo que era todo un recuerdo de mi pasado. Algún día me debía deshacer de ella, pero por desgracia no supe hacerlo entonces. Si hubiera cogido Yaroslav la bolsa y el bastón y los hubiera tirado a la basura, quizás al día siguiente no habría recordado mis objetivos, cargos, deberes, asuntos pendientes, y habría sido libre de ser quien me diera la gana. Pero no fue así. Y soñé. Soñé casi como nunca, soñé algo… Reconfortante. Alguien se sentaba a mi lado, aunque no recordé la habitación o donde estaba. Alguien hablaba -una lengua que entendía, no ninguna lengua concreta-, mientras que yo estaba tumbado en una cama, herido, descansado. Me pasaba una mano por el pelo y me decía, “Es hora de descansar”, “Ya no hay más objetivos”, “No te preocupes por Osten”, “No, todo eso ha pasado… Ahora es cuestión de seguir tu vida, como quieras, con quien quieras, con quien te quiera…” Y yo me dejaba como si fuera un animal manso, porque disfrutaba de pensar en esa libertad.
Me desperté muy bruscamente. No lograba diferenciar realidad de fantasía, y durante un momento viví creyendo que era todo aquello cierto. Pero bajé la mirada y vi mi bastón, mi carga, mis cadenas del pasado. Miré la bolsa, y sabía qué muñeco raído aguardaba en su interior. Y maldije. Maldije mil veces. Quería ser libre, pero no… Con toda la idiotez del mundo y el dolor de cabeza que se me impuso tras saber la amarga noticia me fui preparando para salir, con alguna que otra lagrimilla bajándome del rostro, como el crío que era. Para aquella ocasión me puse de nuevo mi uniforme, porque me había cargado la otra muda. No me gustaba demasiado llevarla por miedo de rompérmela, porque aquello era irremplazable, pero… No tenía más opciones.
En cuestión de media hora empecé a caminar, caminar y caminar. Primero me miré un poco la base. Debía estar anocheciendo, pensé. Procuraba evitar hablar con la gente que pudiera encontrarme, creyendo que sería demasiada distracción. Tenía que ir a abastecerme, pero encontrar una salida era… Como que bastante difícil. No sabía por donde demonios perderme para ir a las cuevas. Acabé dando con algo que me permitía ir a fuera, pero era… Una puñetera salida al exterior. Pensé que sería más conveniente buscar alguna entrada por ahí desde fuera, así que ese camino tomé.
Esperaba que los robots fueran tan ineptos como la mayoría de razas en cuanto ver la oscuridad. Con la capucha puesta, hombreras y capa, me sentía algo más seguro. El tono oscuro lograba confundir a la mayoría de bestias y otras cosas… Pero aún así estaba ahí, ese bastón, burlándose de mi con su típico brillo ténue. Lo transformé literalmente en un bloque de cristal y lo escondí en el saco, aunque cabía a duras penas. Porque claro, me había llevado también la botella de vodka malo. Eso me recordaba a mi dolor de cabeza. Pasearme no me llevó demasiada complicación… Yo caminaba y ya. Quise alejarme del pueblo casi por intuición, porque me daba la sensación que si aparecía otro puñetero robotijo me vería más fácilmente allí que no en la densidad del bosque. Me perdí en uno de esos cúmulos de vegetación. El elfo de mi interior se sentía muy cómodo entre árboles. Llegué a trepar uno y torpemente me mantuve en la copa de estos tanto como me permitía, aunque el avance era muy lento. Pero me permitía tener una visión clara de aquello que estaba debajo de mi, y no habían grandes peligros que pudieran alcanzarme allí. O quizás sí, pero prefería no pensar en ellos.
Casi por casualidad divisé algo moverse en la lejanía. No sabía si era mi parte drow o mi parte elfa la que se dio cuenta de ello, o si fueron las dos en conjunto, pero me puso en sobreaviso. Paré en seco, tratando de adivinar qué era. Si se trataba de un mago desubicado, un humano malo, o uno bueno, si era alguna bruja chunga, un renegado que pasaba por allí… Me di cuenta que en todos los casos no sabría diferenciarlos. Para mi suerte, los rasgos de esa persona no eran exactamente los típicos de los seres del exterior. Entre las hojas y con torpeza me di cuenta que, incluso cuando no vestía trajes en absoluto concordes a su raza, era un drow. Un puñetero drow, solo. Ahí. Con un abrigo que indudablemente era fabricado. Y todo en general.
Con esa información logré sacar que debía llevar un tiempo por allí, porque los que iban a expediciones solo duraban un par de días a lo sumo, si es que realmente decidían quedarse allí más de lo necesario. Parecía estar solo, pero no me fiaba. No era seguro seguir un drow, si reconocía que era un híbrido no estaría muy encantado de verme la cara… Pero por otra parte era un renegado de nuestra nación, probablemente no tuviera opción de regresar tampoco. Parecía un poco hecho polvo, pensé. Pero fiero. Había definitivamente algo especial en él. También recordé qué feos eran todos los humanos (o la gran mayoría) cuando los comparabas con un buen mozuelo de mi especie, de piel bien oscurita, con sus melenazas peliblancas (cosas que pocos seres de la superfície tenían… para mi bien, realmente), o esos ojos tan brillantes. Aunque ese último detalle no se lo podía ver desde la distancia.
Mi yo se olvidó de las setas o de la discreción y la curiosidad no pudo hacer otra cosa si no invadirme. Me dije que quizás encontraría alguna entrada decentilla si lo seguía, porque seguramente él tampoco se sintiera cómodo con un cielo encima suya. Con una distancia más que prudente decidí seguirlo, primero desde las copas, y bajando un poco más tarde… Aunque durante la mayor parte del rato sólo era un puntito en la distancia, porque no quería alertarle. No sabía exactamente qué quería de él, o si quería hablarlo. Pero llevaba un año entero sin ver uno de mi raza. Cualquier contacto que pudiera tener con uno de estos me valía.
Finalmente lo vi acercarse a una cueva y tratando de sacar mi agilidad interior, lo seguí, casi a gachas. Sabía que en cuanto entrara perdería la seguridad de los bosques, que como drow, él sabría más de esconderse y detectar enemigos allí que yo. Pero la curiosidad me pudo… Y me metí en ella con unos buenos metros de distancia, lo suficiente que necesitaría para correr si me veía. Me llevó dos minutos caerme al suelo como un idiota por intentar ir de puntillas para no hacer demasiado ruido. Dos puñeteros minutos. Y el estruendo no solo sonó, si no que resonó por todos lados, haciendo eco. Lo único que faltaba era una flecha de neón indicándole al pobre drow “EH, MIRA, AQUÍ TIENES UNA PERSONA QUE TE SIGUE.” -”En ocasiones uno es retrasado… Y a veces un retrasado como yo, en ocasiones, deja de serlo.”- Me dije a mi mismo.
Podría haber salido por patas, pero era idiota. -¡Eh, eh! Yo… ¡Yo sentir! ¡En serio, sentir, no… no pretendía nada malo! ¡Yo no haber visto drow en años! Y… Y tener curiosidad, y… ¡Buscaba entrada a cueva! Pensé, seguro que él sabe… ¡No quería molestar! ¡No quiero hacer nada malo!- Me puse en pie casi cojeando con las manos alzadas. En apariencia estaba completamente desarmado. -¡No matar! Yo… En serio, no… No haré nada. Yo… Yo irme si tu necesitas, pero… ¡No matar, por favor!- Todo lo que decía era cierto y era completamente creíble, sobretodo porque estaba casi llorando de terror. Me había olvidado de que aquel drow probablemente supiera hablar mi lengua. Y mira que, casi siempre, solía ser al contrario.
Una vez dejado atras el bosque avanzo por las grutas con seguridad, direccion a mi cámara. Pero no bien pongo el pie en el interior, comienzo a sentir una presencia extraña. El instinto me alerta de que tengo algo en la retaguardia. Decido pues no mostrarle el camino a mi refugio, y doy vueltas por la cueva sin rumbo fijo, buscando el mejor recodo donde tender una emboscada a mi perseguidor. Entonces, dicho perseguidor se delata a si mismo, cayéndose y gritando. Desde el instante que oigo el porrazo retumbar me giro hecho una furia, el sonido me permite terminar de localizarlo del todo y aparezco frente a el. Veo ante mi un drow, tirado en el suelo, hablando en ingles muy raramente y pidiendo disculpas. Mi primera reaccion es "WTF?" pero la siguiente es "ATACA". La segunda es mas fuerte.
-Por qué me seguías? -le bramo yo tambien en ingles, ya habria tiempo para pensar con logica despues. Me acerco hacia el dando largos pasos, metiendo las manos dentro de mi abrigo para buscar la daga y la espada que llevo a la cintura, ocultas por el amplio abrigaco. En un instante, mis manos estaban vacias. Un pestañeo despues, las manos están ocupadas por dos espadas. Él se ha levantado y alza sus manos como para ir en son de paz. Lo empujo contra la pared de la cueva y le pongo la espada y la daga en el cuello, en forma de equis, el filo de ambas rozando sus carótidas. Ahora puedo mirarlo mejor.
"Es un crío"
- Quien te manda? Dónde están el resto de exploradores? -tras el asalto inicial y ahora que lo tengo contra la pared y mis espadas en su cuello, mi raciocinio vuelve un poco en si, y puesto que es un drow, le hablo en drow. Miro hacia el lugar por el que vino, y luego el otro, esperando ver venir mas como el.
-Por qué me seguías? -le bramo yo tambien en ingles, ya habria tiempo para pensar con logica despues. Me acerco hacia el dando largos pasos, metiendo las manos dentro de mi abrigo para buscar la daga y la espada que llevo a la cintura, ocultas por el amplio abrigaco. En un instante, mis manos estaban vacias. Un pestañeo despues, las manos están ocupadas por dos espadas. Él se ha levantado y alza sus manos como para ir en son de paz. Lo empujo contra la pared de la cueva y le pongo la espada y la daga en el cuello, en forma de equis, el filo de ambas rozando sus carótidas. Ahora puedo mirarlo mejor.
"Es un crío"
- Quien te manda? Dónde están el resto de exploradores? -tras el asalto inicial y ahora que lo tengo contra la pared y mis espadas en su cuello, mi raciocinio vuelve un poco en si, y puesto que es un drow, le hablo en drow. Miro hacia el lugar por el que vino, y luego el otro, esperando ver venir mas como el.
Todo lo que le expliqué no le valió de absolutamente nada. Se enfadó con gravedad y me respondió en inglés que porqué le seguía. Pero yo acababa de explicárselo. Se me hizo un nudo en la garganta y poco o nada pude hacer. Debía huir, pero tenía todos mis músculos congelados. Le vi acercarse y en menos de un instante estaba armado, y no tenía ni idea de donde había sacado aquello. Entonces chillé, con miedo, definitivamente no silencioso ni tampoco a la manera drow. -¡Yo te lo dije! ¡No querer nada malo!- Estaba llorando. Ahora sí. Más cuando noté ambas armas en mi cuello, haciéndome daño cada vez que tomaba aire. Entonces habló en drow, preguntando por no se cual expedición. Era como cualquier otro drow: Loco, asesino. No entendía que esperaba encontrar en él.
-No soy de una expedición… Yo estoy completamente solo… Por favor… No me mates…- Me costaba hablar entre llantos. Respiraba con fuerza, casi haciendo demasiado ruido, típico de aquella tensión mía. Algo dentro de mí se revolvía por salir, por defenderme… Quizás si convirtiera mi cristal en alguna cosa rompería la bolsa y le atravesaría el pecho. Pero algo más coherente se fue formando, poco a poco. -Puedo mostrar. Si yo fuera parte de expedición, no saber hablar inglés… ¡Créeme, tu!- Volví a cambiar de lengua para aquella frase.
Aunque se me ocurrió algo mejor. Me lo miré de nuevo de arriba a abajo. Si. Era un drow. Era un drow de pura cepa. Aunque no tenía los ojos rojos, eran de un púrpura un tanto bonito. Le faltaba un cacho de oreja… Lo que me llamó bastante la atención. -No llevo un traje de la gente de la superfície porque no me gustan demasiado. Aunque esto es todo lo que conservo de… Mis tiempos allí. Pero sin embargo, yo no soy un drow en expedición… Créeme, por favor. Llevo un año aquí.- Le miraba muy fijamente, intentando relajarme. Pero se intuía por lo que me costaba tomar aire que tenía algún problema aún. Bajé la mirada, pensando en alguna prueba más. Vi la bolsa.
-¿Ves mi saco? Ábrelo, si quieres ver que no miento. Encontrarás una botella de vodka, que es una bebida alcohólica rusa, un poco fuerte. No sabría eso si no hubiera vivido aquí durante más tiempo de lo que a nuestra raza le parece conveniente.- Por un momento agradecí tanto a Yaroslav como a mi yo del pasado que llevara eso encima. Aunque me daba miedo que encontara el cristal, quizás haría preguntas. Aunque parecía poco más que un bloque de hielo. -También puedo… decirte cosas del mundo exterior, si gustas. Hay humanos. Nada de elfos ni esas mierdas que dicen allí abajo, los enemigos son los humanos… Y bueno, vampiros. Los primeros están matando todo ser mágico. Bajo la Alianza Humana. Tienen máquinas horribles, hace un día o dos me atacó una, y un poco más y no vivo para contarlo. Hay grupos pequeños de gente que intentan defenderse de los grandísimos hijos de puta estos.- Intentaba que los nervios no me traicionaran.
-Yo no estoy con ningún bando, aunque me vendo al mejor postor. Ahora mismo me dedico a curar gente del bando de los renegados. Son magos, mayormente. Por eso estaba buscando remedios por aquí… Si fuera parte de la comunidad drow me dedicaría a absolutamente cualquier cosa menos curar. Pero es que yo siquiera nací en una casa convencional.- Me había serenado un poco. Si tenía que morir moriría. Si no… Quizás incluso me dejaba ir sin hacerme demasiado daño. Yo procuraba no quitarle la mirada de los ojos, porque si tenía que acabar con mi vida, quería que al menos no fuera mirando al suelo.
-No soy de una expedición… Yo estoy completamente solo… Por favor… No me mates…- Me costaba hablar entre llantos. Respiraba con fuerza, casi haciendo demasiado ruido, típico de aquella tensión mía. Algo dentro de mí se revolvía por salir, por defenderme… Quizás si convirtiera mi cristal en alguna cosa rompería la bolsa y le atravesaría el pecho. Pero algo más coherente se fue formando, poco a poco. -Puedo mostrar. Si yo fuera parte de expedición, no saber hablar inglés… ¡Créeme, tu!- Volví a cambiar de lengua para aquella frase.
Aunque se me ocurrió algo mejor. Me lo miré de nuevo de arriba a abajo. Si. Era un drow. Era un drow de pura cepa. Aunque no tenía los ojos rojos, eran de un púrpura un tanto bonito. Le faltaba un cacho de oreja… Lo que me llamó bastante la atención. -No llevo un traje de la gente de la superfície porque no me gustan demasiado. Aunque esto es todo lo que conservo de… Mis tiempos allí. Pero sin embargo, yo no soy un drow en expedición… Créeme, por favor. Llevo un año aquí.- Le miraba muy fijamente, intentando relajarme. Pero se intuía por lo que me costaba tomar aire que tenía algún problema aún. Bajé la mirada, pensando en alguna prueba más. Vi la bolsa.
-¿Ves mi saco? Ábrelo, si quieres ver que no miento. Encontrarás una botella de vodka, que es una bebida alcohólica rusa, un poco fuerte. No sabría eso si no hubiera vivido aquí durante más tiempo de lo que a nuestra raza le parece conveniente.- Por un momento agradecí tanto a Yaroslav como a mi yo del pasado que llevara eso encima. Aunque me daba miedo que encontara el cristal, quizás haría preguntas. Aunque parecía poco más que un bloque de hielo. -También puedo… decirte cosas del mundo exterior, si gustas. Hay humanos. Nada de elfos ni esas mierdas que dicen allí abajo, los enemigos son los humanos… Y bueno, vampiros. Los primeros están matando todo ser mágico. Bajo la Alianza Humana. Tienen máquinas horribles, hace un día o dos me atacó una, y un poco más y no vivo para contarlo. Hay grupos pequeños de gente que intentan defenderse de los grandísimos hijos de puta estos.- Intentaba que los nervios no me traicionaran.
-Yo no estoy con ningún bando, aunque me vendo al mejor postor. Ahora mismo me dedico a curar gente del bando de los renegados. Son magos, mayormente. Por eso estaba buscando remedios por aquí… Si fuera parte de la comunidad drow me dedicaría a absolutamente cualquier cosa menos curar. Pero es que yo siquiera nací en una casa convencional.- Me había serenado un poco. Si tenía que morir moriría. Si no… Quizás incluso me dejaba ir sin hacerme demasiado daño. Yo procuraba no quitarle la mirada de los ojos, porque si tenía que acabar con mi vida, quería que al menos no fuera mirando al suelo.
Su chillido se me clava en los oidos de modo doloroso. Llevaba tiempo sin escuchar a nadie hablar, y menos a alguien tan escandaloso. Lo miro con cara de "en serio?" cuando se agarra a llorar. No digo nada, pero mi gesto hace la pregunta por mi. Dice eso de que si fuese de una expedicion, no hablaria el ingles. Eso me da una razon de peso, mucho mas que sus llantos. Aflojo las hojas de mis armas sobre su cuello, mas aun no las retiro, entornando la mirada. Lo dejo hablar, sin abrir yo el pico. Me aparto de él definitivamente cuando dice lo de la bolsa liberandolo de esa pinza mortal, pero continuo apuntando a su cuello con la espada.
-Está bien, abre la bolsa. Saca tu la botella esa. - veamos cuanto de humano tenia. Carraspeo. Tiempo sin hablar. -Ohsiquehayelfos- le digo atropelladamente con una sonrisa de loco cuando dice que no hay elfos ni esas mierdas. Me llevo un dedo a los labios, pidiendole silencio freneticamente cuando menciona a los humanos, a la Alianza y a sus maquinas.
-SSSSHHH, shhh, sh! Lo sé, lo sé. Saca eso de tu bolsa. Magos, si, los magos. A esos les pregunto algo antes de cortarles la garganta...igual que a tí.- bajo un poco mas mi espada, quería ver esa otra prueba que decia que tenia, pero por el momento parecia una historia convincente, salvo por algunos detalles - ¿que haces en la superficie? Por qué ayudas curando a los magos?
El conejo que llevaba atado en un lazo a la espalda se retuerce un poco porque el pobre seguia vivo y estaba ahi colgando de mala manera. Asi que lo cojo mejor con un solo brazo, el de la daga que ya no le apunta, y le rasco la cabecita con el indice mientras vigilo a Vor'Kalth y lo tengo medio apuntado con la espada.
-A que te refieres con no nacer en una casa convencional? -no parecia un drow comun, eso desde luego. Para empezar, porque estaba en la superficie sin ser de una expedicion, continuando porque hablaba medio bien el ingles, era bastante joven, no tenia el clásico color rojo o dorado o incluso lila de los drows en los ojos....y llevaba un año alli viviendo y sobreviviendo. Aparentemente intacto.
-Está bien, abre la bolsa. Saca tu la botella esa. - veamos cuanto de humano tenia. Carraspeo. Tiempo sin hablar. -Ohsiquehayelfos- le digo atropelladamente con una sonrisa de loco cuando dice que no hay elfos ni esas mierdas. Me llevo un dedo a los labios, pidiendole silencio freneticamente cuando menciona a los humanos, a la Alianza y a sus maquinas.
-SSSSHHH, shhh, sh! Lo sé, lo sé. Saca eso de tu bolsa. Magos, si, los magos. A esos les pregunto algo antes de cortarles la garganta...igual que a tí.- bajo un poco mas mi espada, quería ver esa otra prueba que decia que tenia, pero por el momento parecia una historia convincente, salvo por algunos detalles - ¿que haces en la superficie? Por qué ayudas curando a los magos?
El conejo que llevaba atado en un lazo a la espalda se retuerce un poco porque el pobre seguia vivo y estaba ahi colgando de mala manera. Asi que lo cojo mejor con un solo brazo, el de la daga que ya no le apunta, y le rasco la cabecita con el indice mientras vigilo a Vor'Kalth y lo tengo medio apuntado con la espada.
-A que te refieres con no nacer en una casa convencional? -no parecia un drow comun, eso desde luego. Para empezar, porque estaba en la superficie sin ser de una expedicion, continuando porque hablaba medio bien el ingles, era bastante joven, no tenia el clásico color rojo o dorado o incluso lila de los drows en los ojos....y llevaba un año alli viviendo y sobreviviendo. Aparentemente intacto.
No parecía muy contento con que hiciera ruido, llorara o todo aquello que solía hacer cuando me sentía amenazado. Aunque no era algo que yo pudiera controlar. Era un poco idiota, eso era innegable. Tal y como le iba explicando las cosas él parecía ir relajando un poco aquella amenaza, pero aún no parecía tranquilizarse, y el peligro seguía ahí. Me dio una orden clara, que le sacara la botella. Algo dentro de mí suspiró aliviado. Quizás lo máximo que me pasara es que me robara todo lo que llevaba y ya. Abrí la bolsa con las manos temblando. Rebuscaba, tratando de calmarme.
Me sorprendió con la sonrisa que soltó que si que habían elfos. Me daba bastante miedo y empezaba a sospechar que estaba un poco como un cencerro. -Nunca he visto un elfo desde que vine aquí- Y si lo había hecho, no lo recordaba. -Ni nada que se le parezca. Hasta ahora.- Se puso muy nervioso al mencionar a los humanos, diciéndome que ya lo sabía. Yo notaba como me escocía la herida aún fresca en cuanto pasaban los restos de lágrimas, que poco a poco iban menguando. Me empezó a dar prisas. Casi con miedo le enseñé la botella en cuanto la encontré -Aquí… No es siquiera vodka del bueno, aunque yo tampoco sé que diferencia hay, porque no he probado esto. Lo llevo por curar heridas.- Le expliqué intentando parecer más tranquilo.
Me sorprendió que dijera que preguntaba antes de cortar gargantas. Como a mí. Jodido bastardo. Algo dentro de mí creía que, en cuanto acabara de responder su mierda, me daría fin. Bueno, me lo acababa de confirmar. Y debía intentar atacarle, era lo más coherente, por mi propia vida. Pero otra parte de mí era más coherente y sabiendo que yo estaría en desventaja, jugar a ser obediente le ayudaría un poco en cuanto decidirse por no matarme. Me soltó otra pregunta que me vi obligado a responder. -¿En la superfície? No pinto nada allí abajo. Necesito dinero… Y bueno, necesito también sobrevivir. Si puedo sacar información y comida de ello no estoy perdiendo nada, sé que en un futuro me convendrá tanto saber cosas sobre ellos como no haberme muerto de hambre.- Trataba con menos respeto a los renegados en situaciones de tensión, que muy bien ejemplificaba que en momentos de urgencia sería capaz de darles la puñalada. O no. Dependía del contexto.
Le vi acariciar un conejo un tanto pequeño que no sabía de donde había salido. Me quedé unos segundos contemplándolo, sintiéndome mal por ese pobre bicho. Algo me decía que estaba en una situación similar a la mía, aunque no sabía quien iba a tener peor final. Guardé la botella mientras me planteaba como responderle la última pregunta. No había reparado en que era un híbrido, aparentemente. Me pasé la mano por la herida, para secarla, y me digné a responder. -Soy una especie de renegado… No de los de aquí fuera, si no de allí abajo. Me crié fuera de la ciudad, con mi hermano. Él trabajaba allí de mercenario, pero yo no podía ir allí. ¿Ves mis ojos? Dicen que son… De elfo. Pero yo tampoco conozco a mis padres, así que no te sabría decir si… Mi sangre es impura. Lo dudo, pero a los drows les da igual. Es mejor matar una amenaza antes que preguntar.- No era del todo mentira pero tampoco una verdad. Y casi que era una indirecta.
Con la cabeza muy gacha y abrazándome a mi mismo aún por miedo me digné a hacerle yo una pregunta. -... ¿Confías en que te digo la verdad?- Que se hubiera decidido a alejar las armas daba una respuesta. Pero quería confirmarlo. Tenía ganas de preguntarle yo que qué hacía ahí, sobre el conejo, sobre… Porqué parecía tan hecho polvo. Pero algo dentro de mí, un poco más coherente, me recordó que no era una situación de igual a igual: Que aún estaba en peligro, y tal vez mortal. Tenía delante un salvaje y no alguien con quien uno pudiera hablar amistosamente. Así pues, me limité a dedicarle una mirada sumisa, que de vez en cuando se perdía en el pobre conejo que tenía más pinta de cena que de mascota.
Me sorprendió con la sonrisa que soltó que si que habían elfos. Me daba bastante miedo y empezaba a sospechar que estaba un poco como un cencerro. -Nunca he visto un elfo desde que vine aquí- Y si lo había hecho, no lo recordaba. -Ni nada que se le parezca. Hasta ahora.- Se puso muy nervioso al mencionar a los humanos, diciéndome que ya lo sabía. Yo notaba como me escocía la herida aún fresca en cuanto pasaban los restos de lágrimas, que poco a poco iban menguando. Me empezó a dar prisas. Casi con miedo le enseñé la botella en cuanto la encontré -Aquí… No es siquiera vodka del bueno, aunque yo tampoco sé que diferencia hay, porque no he probado esto. Lo llevo por curar heridas.- Le expliqué intentando parecer más tranquilo.
Me sorprendió que dijera que preguntaba antes de cortar gargantas. Como a mí. Jodido bastardo. Algo dentro de mí creía que, en cuanto acabara de responder su mierda, me daría fin. Bueno, me lo acababa de confirmar. Y debía intentar atacarle, era lo más coherente, por mi propia vida. Pero otra parte de mí era más coherente y sabiendo que yo estaría en desventaja, jugar a ser obediente le ayudaría un poco en cuanto decidirse por no matarme. Me soltó otra pregunta que me vi obligado a responder. -¿En la superfície? No pinto nada allí abajo. Necesito dinero… Y bueno, necesito también sobrevivir. Si puedo sacar información y comida de ello no estoy perdiendo nada, sé que en un futuro me convendrá tanto saber cosas sobre ellos como no haberme muerto de hambre.- Trataba con menos respeto a los renegados en situaciones de tensión, que muy bien ejemplificaba que en momentos de urgencia sería capaz de darles la puñalada. O no. Dependía del contexto.
Le vi acariciar un conejo un tanto pequeño que no sabía de donde había salido. Me quedé unos segundos contemplándolo, sintiéndome mal por ese pobre bicho. Algo me decía que estaba en una situación similar a la mía, aunque no sabía quien iba a tener peor final. Guardé la botella mientras me planteaba como responderle la última pregunta. No había reparado en que era un híbrido, aparentemente. Me pasé la mano por la herida, para secarla, y me digné a responder. -Soy una especie de renegado… No de los de aquí fuera, si no de allí abajo. Me crié fuera de la ciudad, con mi hermano. Él trabajaba allí de mercenario, pero yo no podía ir allí. ¿Ves mis ojos? Dicen que son… De elfo. Pero yo tampoco conozco a mis padres, así que no te sabría decir si… Mi sangre es impura. Lo dudo, pero a los drows les da igual. Es mejor matar una amenaza antes que preguntar.- No era del todo mentira pero tampoco una verdad. Y casi que era una indirecta.
Con la cabeza muy gacha y abrazándome a mi mismo aún por miedo me digné a hacerle yo una pregunta. -... ¿Confías en que te digo la verdad?- Que se hubiera decidido a alejar las armas daba una respuesta. Pero quería confirmarlo. Tenía ganas de preguntarle yo que qué hacía ahí, sobre el conejo, sobre… Porqué parecía tan hecho polvo. Pero algo dentro de mí, un poco más coherente, me recordó que no era una situación de igual a igual: Que aún estaba en peligro, y tal vez mortal. Tenía delante un salvaje y no alguien con quien uno pudiera hablar amistosamente. Así pues, me limité a dedicarle una mirada sumisa, que de vez en cuando se perdía en el pobre conejo que tenía más pinta de cena que de mascota.
Lo veo hurgar en su petate esperando que saque la prueba esa del vodka. Yo no me habia interesado particularmente por las bebidas de esa gente, ni habia tenido la oportunidad de experimentar con muchas de ellas, pero si que conocía el nombre.
-Yo si, vi uno. Algo mas alto. Moreno, de piel pálida.... fué amable, todo lo amable que puede ser un elfo con un drow. Amable hasta que lo perdí de vista, claro. - me acordaba del elfo, lo conoci bastante antes de caer prisionero de los humanos. Parecia que hacia eones de aquello, cuando en realidad no hacia tanto.
Ladeo la cabeza cuando me enseña la botella, y me rasco la oreja, en una especie de tic o gesto inconsciente. La inspecciono con la mirada, efectivamente tiene todas las pintas de ser de la superficie, y estar empezada. ¿Sabría bueno el conejo cocinado con vodka? Yo juraría que si.
-¿Y por qué no pintas nada? Te han desterrado? Algo mal has hecho? No...si fuese asi...ahora serias una draraña. ¿Escapaste?
Sigo acariciando la cabeza del conejillo. No olvidemos que es un conejo salvaje que he cazado por ahi, no un conejo mascota de estos mansos que hasta te piden comida. Asi que éste esta un poco nervioso, intenta escaparse de mi brazo. Lo levanto a altura de mis ojos, hablandole. -Shuss, no hay motivo para pasarse los ultimos minutos sufriendo, verdad que no? - vuelvo mi atencion al interlocutor, mas concretamente, sus ojos. Si, azules, muy claritos, curiosos -Qué bobada. Bueno, si. Son parecidos a los de aquel elfo que conocí. -cambio de idea y de opinion muy rapidamente, sin duda. Sonrio de lado porque he pillado su indirecta.
-Si, es mejor matar a una amenaza antes que preguntar. Me sorprende que viviendo aqui un año no hayas llegado ya a esa conclusion. Yo no lo hago así por mi sangre, lo hago porque es mejor! Un medio...justificado. -veo que mantiene un perfil bajo, no envaino mi arma, por si las moscas, pero ya no lo apunto.
-¿Confiarías si te dijese que te creo? -pregunta de doble camino, alzando mis cejas. Me percato de que no para de mirar al gazapillo que pillé, y entonces le pregunto. -¿Qué, tienes hambre? -estaba empezand a considerar el sacarle algo de uso a ese asustadizo drow o medio drow. Llevaba tiempo aislado en mis cuevas y bosques, y el podia tener algo de informacion necesaria del mundo más civilizado al que una vez intenté pertenecer
-Yo si, vi uno. Algo mas alto. Moreno, de piel pálida.... fué amable, todo lo amable que puede ser un elfo con un drow. Amable hasta que lo perdí de vista, claro. - me acordaba del elfo, lo conoci bastante antes de caer prisionero de los humanos. Parecia que hacia eones de aquello, cuando en realidad no hacia tanto.
Ladeo la cabeza cuando me enseña la botella, y me rasco la oreja, en una especie de tic o gesto inconsciente. La inspecciono con la mirada, efectivamente tiene todas las pintas de ser de la superficie, y estar empezada. ¿Sabría bueno el conejo cocinado con vodka? Yo juraría que si.
-¿Y por qué no pintas nada? Te han desterrado? Algo mal has hecho? No...si fuese asi...ahora serias una draraña. ¿Escapaste?
Sigo acariciando la cabeza del conejillo. No olvidemos que es un conejo salvaje que he cazado por ahi, no un conejo mascota de estos mansos que hasta te piden comida. Asi que éste esta un poco nervioso, intenta escaparse de mi brazo. Lo levanto a altura de mis ojos, hablandole. -Shuss, no hay motivo para pasarse los ultimos minutos sufriendo, verdad que no? - vuelvo mi atencion al interlocutor, mas concretamente, sus ojos. Si, azules, muy claritos, curiosos -Qué bobada. Bueno, si. Son parecidos a los de aquel elfo que conocí. -cambio de idea y de opinion muy rapidamente, sin duda. Sonrio de lado porque he pillado su indirecta.
-Si, es mejor matar a una amenaza antes que preguntar. Me sorprende que viviendo aqui un año no hayas llegado ya a esa conclusion. Yo no lo hago así por mi sangre, lo hago porque es mejor! Un medio...justificado. -veo que mantiene un perfil bajo, no envaino mi arma, por si las moscas, pero ya no lo apunto.
-¿Confiarías si te dijese que te creo? -pregunta de doble camino, alzando mis cejas. Me percato de que no para de mirar al gazapillo que pillé, y entonces le pregunto. -¿Qué, tienes hambre? -estaba empezand a considerar el sacarle algo de uso a ese asustadizo drow o medio drow. Llevaba tiempo aislado en mis cuevas y bosques, y el podia tener algo de informacion necesaria del mundo más civilizado al que una vez intenté pertenecer
Me explicó que él había visto un elfo y me lo describió, tal y como los imaginaba. Eran mucho más similares a los humanos que no los drows, y en muchas ocasiones el único rasgo que los podía diferenciar era la longitud y forma de sus orejas. No supe si tomarme lo de “perderlo de vista” como algo bueno, algo malo, o algún eufemismo. -Con suerte, tal vez lo vuelves a ver algún día…- ¿Qué? Era un crío. Y como el crío que era, tenía esperanzas muy tontas. Aunque quizás era una cosa inadecuada por si se refería a que la había palmado, aunque no parecía alguien que escatimara en palabras directas y duras. Me costaba pensar en que los elfos fueran realmente más altos, pero lo cierto es que los drows éramos un tanto pequeñajos.
Se miró la botella y la analizó un poco, pero no había que ser demasiado inteligente para entender que no era de origen drow. Ya fuera porque no teníamos impresoras, no consumíamos aquel tipo de alcohol, o que no tuviera treinta y siete arañas decorando la botella, porque si los drows son buenos en algo es en añadir putas arañas a cada centímetro de lo que tocan. Él se rascaba la oreja, y yo aprovechaba para mirar la que tenía tan echa polvo. Me daba algo de compasión, casi olvidando que estaba aún más dispuesto a matarme que ser amigo mío.
Me hizo preguntas sobre porqué no pintaba nada. -En gran parte, no tener una mujer en la família porque mi madre probablemente se desentendió de nosotros tan rápido como pudo ayuda a que tuviéramos problemas. ¿Qué es una casa sin una mujer?- Le pregunté casi de forma retórica. Aunque me sonaba raro, porque en el mundo exterior… Aquello podía ser hasta normal. -... Me gusta no ser una draraña, al menos. No soy el tío más feliz del mundo pero al menos no doy puto asco.
Se puso a hablarle al conejo de una forma que no pudo si no darme aún más mal rollo. Definitivamente estaba como las puñeterísimas cabras. Lo peor es que no sabía qué demonios era una cabra. Me hacía sufrir ver al pobre animal ahí, pensando que quizás por piedad sería mejor retorcerle el cuello de una vez. Entonces se fijó en mis ojos. Al principio los consideró una tontería y luego señaló que se parecían a los de su amigo el elfo. -Y mientras tanto, aquí fuera tienen formas de cambiar el aspecto de los ojos. Lo llaman lente. Podría haberme salvado la vida, aunque no se si me habría gustado lamerle mucho el culo a una sacerdotisa, que quizás también cagan arañas.
Parecía haberse relajado pero señaló que él prefería seguir aquella indirecta que yo antes mencioné. No se alejaba demasiado a como yo había llegado a pensar, pero sin embargo mi mente había dado un cambio drástico. Aunque era consciente que, en situaciones de peligro, actuaba exactamente como él. -Dependiendo de la raza no disto mucho de decisiones similares.- Putos vampiros. Putísimos vampiros. Podían irse todos un ratito a pasear por mierdilandia.
Me preguntó si confiaría en que lo creía. Jodido hijísimo de puta, pensé. -Uh-Uh… S-Sí, por supuesto.- La respuesta real era un no rotundo, pero hacer entrechocar mis dedos con la mirada muy baja y cara de crío idiotizado ayudaba de sobremanera. Entonces me hizo una pregunta un poco extraña, casi pillándome de sobresalto. Que si tenía hambre. Joder, sí. Pero me daba mal rollo aquel drow. Estaba loco. Muy loco. Y no sabía si era burla o realmente era alguna sugerencia de comer juntos. Le podría haber dicho “no, no, y con ese conejo no creo que uno se rasque ni el paladar”, pero entonces sabría que le había mentido. Y las consecuencias como que… No me resultaban agradables. -C-Creo que sí… ¡Pero miraba el conejo por otra cosa! No… No estoy acostumbrado a ver… Ver conejos tan… ¡Pequeños! Eso es. Yo poder ir a conseguir comida, realmente, no es un problema, pero…- Como no tenía claro aún cual era su proposición. Era un poco corto.
-¡Ya sé! Podría conseguir algo en un momento, hacer… Algo rico, ¡Y poner la bebida! Es una costumbre de esta gente, eso… P-Pero es todo una sugerencia, claro está. Yo sé algo de hiebras… U-uh…- Golpeaba el suelo con un pie por nervios y solo le dirigía medias miradas, con el corazón a tope. No dejaba de recordarme que era un drow, y que estaba un poco chalado. No parecía majo. Y que al tomar esa decisión, lo hacía más por terror que por libre decisión. Pero temía qué podría hacerme si decidía escabullirme... Y aún se me notaba en la expresión.
Se miró la botella y la analizó un poco, pero no había que ser demasiado inteligente para entender que no era de origen drow. Ya fuera porque no teníamos impresoras, no consumíamos aquel tipo de alcohol, o que no tuviera treinta y siete arañas decorando la botella, porque si los drows son buenos en algo es en añadir putas arañas a cada centímetro de lo que tocan. Él se rascaba la oreja, y yo aprovechaba para mirar la que tenía tan echa polvo. Me daba algo de compasión, casi olvidando que estaba aún más dispuesto a matarme que ser amigo mío.
Me hizo preguntas sobre porqué no pintaba nada. -En gran parte, no tener una mujer en la família porque mi madre probablemente se desentendió de nosotros tan rápido como pudo ayuda a que tuviéramos problemas. ¿Qué es una casa sin una mujer?- Le pregunté casi de forma retórica. Aunque me sonaba raro, porque en el mundo exterior… Aquello podía ser hasta normal. -... Me gusta no ser una draraña, al menos. No soy el tío más feliz del mundo pero al menos no doy puto asco.
Se puso a hablarle al conejo de una forma que no pudo si no darme aún más mal rollo. Definitivamente estaba como las puñeterísimas cabras. Lo peor es que no sabía qué demonios era una cabra. Me hacía sufrir ver al pobre animal ahí, pensando que quizás por piedad sería mejor retorcerle el cuello de una vez. Entonces se fijó en mis ojos. Al principio los consideró una tontería y luego señaló que se parecían a los de su amigo el elfo. -Y mientras tanto, aquí fuera tienen formas de cambiar el aspecto de los ojos. Lo llaman lente. Podría haberme salvado la vida, aunque no se si me habría gustado lamerle mucho el culo a una sacerdotisa, que quizás también cagan arañas.
Parecía haberse relajado pero señaló que él prefería seguir aquella indirecta que yo antes mencioné. No se alejaba demasiado a como yo había llegado a pensar, pero sin embargo mi mente había dado un cambio drástico. Aunque era consciente que, en situaciones de peligro, actuaba exactamente como él. -Dependiendo de la raza no disto mucho de decisiones similares.- Putos vampiros. Putísimos vampiros. Podían irse todos un ratito a pasear por mierdilandia.
Me preguntó si confiaría en que lo creía. Jodido hijísimo de puta, pensé. -Uh-Uh… S-Sí, por supuesto.- La respuesta real era un no rotundo, pero hacer entrechocar mis dedos con la mirada muy baja y cara de crío idiotizado ayudaba de sobremanera. Entonces me hizo una pregunta un poco extraña, casi pillándome de sobresalto. Que si tenía hambre. Joder, sí. Pero me daba mal rollo aquel drow. Estaba loco. Muy loco. Y no sabía si era burla o realmente era alguna sugerencia de comer juntos. Le podría haber dicho “no, no, y con ese conejo no creo que uno se rasque ni el paladar”, pero entonces sabría que le había mentido. Y las consecuencias como que… No me resultaban agradables. -C-Creo que sí… ¡Pero miraba el conejo por otra cosa! No… No estoy acostumbrado a ver… Ver conejos tan… ¡Pequeños! Eso es. Yo poder ir a conseguir comida, realmente, no es un problema, pero…- Como no tenía claro aún cual era su proposición. Era un poco corto.
-¡Ya sé! Podría conseguir algo en un momento, hacer… Algo rico, ¡Y poner la bebida! Es una costumbre de esta gente, eso… P-Pero es todo una sugerencia, claro está. Yo sé algo de hiebras… U-uh…- Golpeaba el suelo con un pie por nervios y solo le dirigía medias miradas, con el corazón a tope. No dejaba de recordarme que era un drow, y que estaba un poco chalado. No parecía majo. Y que al tomar esa decisión, lo hacía más por terror que por libre decisión. Pero temía qué podría hacerme si decidía escabullirme... Y aún se me notaba en la expresión.
Analizo bien a mi invitado cuando me dice que tal vez vuelva a ver al elfo. Y parece que lo dice en serio. Respondo con una especie de bufido-pedorreta.
-Eso si sigue vivo, si ha sabido mantenerse vivo. Yo lo veia un poco parsimonioso, pero yo que se, quiza se le daba bien. Escabullirse.
Hago un gesto de poder entender eso que dice de las mujeres, no es nada extraño lo que dice. Yo habia tenido causas distintas, pero bah. Cualquier motivo era bueno, si eras un drow un poco rarito. Y segun decia de él era semidrow. Yo debia de ser semiestupido. Porque vamos, a quien se le ocurre. Ahora si que no podia volver ni a tiros.
-Hm, ya. Y tú, puedes volver?- me preocupaba que pudiese hacerlo y contarles algo de mi, aunque yo ya no importaba una mierda y dudaba que me fuesen tan largo a buscar. En todo caso me castigarian si aparecia por sus ciudades.
Parece que me da un ataque de repelus cuando habla de las lentes y cosas de ojos, recordando dolores del pasado. Cierro los ojos y le hago un gesto para que se calle. De las cosas que mas odiaba, es de oir hablar de cosas que se acercaban a ojos. Ojos, ojos por todas partes. Escaneres, jeringas, ojos fuera de su sitio...no, no estaba bien.
-No se que es peor.
Respiro fuerte un par de veces para relajarme y atender a su respuesta de que dice que si se fiaria de mi respuesta, aunque titubea. Sonrio y me acerco mas a el.-¿Siiiiiiiii? Pues muy mal, chavalín, no deberias fiarte! Pero no te preocupes, solo sigue habiendo una cosa que me preocupa de ti...te la diré más tarde.
Agilmente y sin soltar la presa de caza, envaino mis armas. -Es un gazapo, por eso es pequeño. Poca más que una cría. Pero servirá. Poner la bebida? Eso lo daba por hecho.
Entonces se oye un aleteo atravesar la cueva y un graznido. El aleteo llega hasta nosotros y mi urraca aparece por ahi volandose, hasta posarse en mi cabeza. Enreda sus garras en mi pelo y se queda ahi moviendo un poco las alas y graznandole a Vor hasta que se acomoda. Ignoro completamente este hecho, como si un pajarraco no se hubiese posado en mi cabeza.
-Hierbas. Para cocinar o para curar? Aunque sirven igual, si. Bueno, no todas. Yo solo se de venenos. Pero tranquilo, no mezclo la comida con los venenos. Aunque una planta curativa tambien puede ser un veneno... verdad? Ahora, acompañame. No, a mi lado. No es necesario salir a buscar mas comida. Es por ahi, hasta que demos con el rio que muere bajo tierra.
-Eso si sigue vivo, si ha sabido mantenerse vivo. Yo lo veia un poco parsimonioso, pero yo que se, quiza se le daba bien. Escabullirse.
Hago un gesto de poder entender eso que dice de las mujeres, no es nada extraño lo que dice. Yo habia tenido causas distintas, pero bah. Cualquier motivo era bueno, si eras un drow un poco rarito. Y segun decia de él era semidrow. Yo debia de ser semiestupido. Porque vamos, a quien se le ocurre. Ahora si que no podia volver ni a tiros.
-Hm, ya. Y tú, puedes volver?- me preocupaba que pudiese hacerlo y contarles algo de mi, aunque yo ya no importaba una mierda y dudaba que me fuesen tan largo a buscar. En todo caso me castigarian si aparecia por sus ciudades.
Parece que me da un ataque de repelus cuando habla de las lentes y cosas de ojos, recordando dolores del pasado. Cierro los ojos y le hago un gesto para que se calle. De las cosas que mas odiaba, es de oir hablar de cosas que se acercaban a ojos. Ojos, ojos por todas partes. Escaneres, jeringas, ojos fuera de su sitio...no, no estaba bien.
-No se que es peor.
Respiro fuerte un par de veces para relajarme y atender a su respuesta de que dice que si se fiaria de mi respuesta, aunque titubea. Sonrio y me acerco mas a el.-¿Siiiiiiiii? Pues muy mal, chavalín, no deberias fiarte! Pero no te preocupes, solo sigue habiendo una cosa que me preocupa de ti...te la diré más tarde.
Agilmente y sin soltar la presa de caza, envaino mis armas. -Es un gazapo, por eso es pequeño. Poca más que una cría. Pero servirá. Poner la bebida? Eso lo daba por hecho.
Entonces se oye un aleteo atravesar la cueva y un graznido. El aleteo llega hasta nosotros y mi urraca aparece por ahi volandose, hasta posarse en mi cabeza. Enreda sus garras en mi pelo y se queda ahi moviendo un poco las alas y graznandole a Vor hasta que se acomoda. Ignoro completamente este hecho, como si un pajarraco no se hubiese posado en mi cabeza.
-Hierbas. Para cocinar o para curar? Aunque sirven igual, si. Bueno, no todas. Yo solo se de venenos. Pero tranquilo, no mezclo la comida con los venenos. Aunque una planta curativa tambien puede ser un veneno... verdad? Ahora, acompañame. No, a mi lado. No es necesario salir a buscar mas comida. Es por ahi, hasta que demos con el rio que muere bajo tierra.
No pareció darle importancia al hecho de que su amigo pudiera estar muerto, casi que pareció burlarse de él. Me pareció un tanto mal y por eso le guardé silencio, no atreviéndome a mostrar objeciones respecto su… Forma de ser. La gente que tenía tan poco aprecio a supuestos amigos me podía llegar a poner nervioso, pero tampoco tenía entonces planes de llevarme bien con él. Comprendía y probablemente concordaba un poco cuando mencioné lo de las mujeres, pero en esa ocaisón fue él quien no proporcionó una respuesta tangible. Yo me rasqué la cabeza. Me preguntó si yo podía regesar.
-Sí, regresar puedo regresar. Al zulo en el que vivía, bien lejos de la ciudad. Allí no podría meterme… Todo lo que sé de la sociedad drow es cosa de mi hermano. Yo tal vez la pisé tantas veces como dedos tienen las manos. Y jamás hablé con nadie. Savant me lo prohibía, decía que se me notaba demasiado que no era de por allí. Lo raro es que, incluso habiendo pisado aquello, aún conserve la cabeza encima de mis hombros… Eventualmente volveré al zulo, pero jamás podré ser parte de ellos.- Era difícil decir tanto por mi sonrisa como por mi tono de voz si me daba igual, me apenaba o me alegraba. Lo cierto es que yo no sé si me habría gustado poder formar parte.
Pareció muy molesto en cuanto mencioné el tema de las lentes y me mandó a callar de un gesto. Le miré a los ojos… Lila no era un color común entre los drows tampoco. A mi me parecía bastante más hermoso que el rojo, pero aún así, supuse que debía tener razones para ello. Aunque no hacía mucho por compartir partes de su historia o qué demonios le había pasado a él, en general. -Eh, perdón, yo... - Lo había notado igual de nervioso al mencionar cosas de la Alianza. Si lograba ganarme su confianza, pensé, le preguntaría al respecto. Le costó respirar con fuerza para relajarse.
Y me soltó un “Sí” largo, la mar de siniestro, diciéndome que no debía fiarme. Me comentó que solo había algo que no… ¿Le molaba? De mi persona. Bueno, eso era un avanze. Mejor una cosa que dos. Esperaba que no tuviera suficiente peso como para que acabara con un puñal clavado en la nuca en cuanto le girara a la vista. -Ahora que lo mencionas, no sé como conservo la cabeza encima de los hombros. Menuda mierda. Supongo que se me da bien pedalear…- Si no fuera por la bici estaría en cualquier lugar menos hablando con un drow. La violencia presentada unos días atrás me llevó a tener un medio de escape contra el centinela. Eso, me gustaba.
Él guardó sus armas y me explicó que era una cría. Hice un gesto un poco apenado al mirar de nuevo al bicho. Pobre animal. Quizás incluso era adolescente en la edad conejil. Como yo. No hacía nada más que sentirme peor, pensando que quizás acabaría siendo yo un postre para aquel drow tan chalado, que me atraparía en algún lado y me clavaría un diente. Quizás era un vampiro. Un puto vampiro drow. Me recorrió un escalofrío por toda la espalda. De repente sentí un ruido que me hizo pensar en un murciélago y me sentí desarmado, así que alcé la botella como si pretendiera usarla de bate en caso de ataque. Resultó ser un pájaro, que me echó algún que otro ruido extraño mientras se acomodaba en el pelo del drow.
-... ¿Y ese… pájaro? ¿Es una mascota? ¿Una cena portátil?- Quería llamarlo bicho o pajarraco, pero por respeto no lo hice. Me lo miré con un poco de desconfianza, aunque en el fondo me apetecía rascarle la cabeza. Luego bajé la mirada de nuevo al drow. Me explicó él donde estaba su base y me hizo alguna pregunta sobre hierbajos. -Si, algunas hierbas sirven para envenenar en buenas cantidades. Pero no son muy efectivas si pretendes disimularlas. Yo que soy más de interior sé lo suyo de setas… Y aunque conozco las pocas beneficiosas que hay, sé que la gran mayoría son peligrosas. Pero no sé sus efectos.- Como especificó que me quería a su lado lo obedecí bastante mansamente, con la cabeza un poco gacha. Supongo que prefería tenerme donde pudiera controlarme.
Pasada la tensión inicial yo mismo podía atreverme a hacerle alguna pregunta. -Así, pues… ¿Tú como te llamas? Por mi parte, soy Vor’Kalth.- Quería ponerle nombre. -¿Cuánto tiempo has estado por aquí, tu? Hablas mejor el puto inglés de mierda, me cago en sus… Es decir, y parece que sabes un poco más de cosas de ahí fuera. Creo que es más de un año.- Más bien quería decir “tío, estás hecho puta mierda”, “haces mala cara”, “te falta un cacho de oreja y se te ha ido la pinza, por algo será” “¿Es que los humos y mierdas del ambiente vuelven a un drow así a la larga?” “¿Está toda la gente que vive en el mundo exterior un poco paranoica por algo en concreto?” Pero todo eso, me lo callé.
-Sí, regresar puedo regresar. Al zulo en el que vivía, bien lejos de la ciudad. Allí no podría meterme… Todo lo que sé de la sociedad drow es cosa de mi hermano. Yo tal vez la pisé tantas veces como dedos tienen las manos. Y jamás hablé con nadie. Savant me lo prohibía, decía que se me notaba demasiado que no era de por allí. Lo raro es que, incluso habiendo pisado aquello, aún conserve la cabeza encima de mis hombros… Eventualmente volveré al zulo, pero jamás podré ser parte de ellos.- Era difícil decir tanto por mi sonrisa como por mi tono de voz si me daba igual, me apenaba o me alegraba. Lo cierto es que yo no sé si me habría gustado poder formar parte.
Pareció muy molesto en cuanto mencioné el tema de las lentes y me mandó a callar de un gesto. Le miré a los ojos… Lila no era un color común entre los drows tampoco. A mi me parecía bastante más hermoso que el rojo, pero aún así, supuse que debía tener razones para ello. Aunque no hacía mucho por compartir partes de su historia o qué demonios le había pasado a él, en general. -Eh, perdón, yo... - Lo había notado igual de nervioso al mencionar cosas de la Alianza. Si lograba ganarme su confianza, pensé, le preguntaría al respecto. Le costó respirar con fuerza para relajarse.
Y me soltó un “Sí” largo, la mar de siniestro, diciéndome que no debía fiarme. Me comentó que solo había algo que no… ¿Le molaba? De mi persona. Bueno, eso era un avanze. Mejor una cosa que dos. Esperaba que no tuviera suficiente peso como para que acabara con un puñal clavado en la nuca en cuanto le girara a la vista. -Ahora que lo mencionas, no sé como conservo la cabeza encima de los hombros. Menuda mierda. Supongo que se me da bien pedalear…- Si no fuera por la bici estaría en cualquier lugar menos hablando con un drow. La violencia presentada unos días atrás me llevó a tener un medio de escape contra el centinela. Eso, me gustaba.
Él guardó sus armas y me explicó que era una cría. Hice un gesto un poco apenado al mirar de nuevo al bicho. Pobre animal. Quizás incluso era adolescente en la edad conejil. Como yo. No hacía nada más que sentirme peor, pensando que quizás acabaría siendo yo un postre para aquel drow tan chalado, que me atraparía en algún lado y me clavaría un diente. Quizás era un vampiro. Un puto vampiro drow. Me recorrió un escalofrío por toda la espalda. De repente sentí un ruido que me hizo pensar en un murciélago y me sentí desarmado, así que alcé la botella como si pretendiera usarla de bate en caso de ataque. Resultó ser un pájaro, que me echó algún que otro ruido extraño mientras se acomodaba en el pelo del drow.
-... ¿Y ese… pájaro? ¿Es una mascota? ¿Una cena portátil?- Quería llamarlo bicho o pajarraco, pero por respeto no lo hice. Me lo miré con un poco de desconfianza, aunque en el fondo me apetecía rascarle la cabeza. Luego bajé la mirada de nuevo al drow. Me explicó él donde estaba su base y me hizo alguna pregunta sobre hierbajos. -Si, algunas hierbas sirven para envenenar en buenas cantidades. Pero no son muy efectivas si pretendes disimularlas. Yo que soy más de interior sé lo suyo de setas… Y aunque conozco las pocas beneficiosas que hay, sé que la gran mayoría son peligrosas. Pero no sé sus efectos.- Como especificó que me quería a su lado lo obedecí bastante mansamente, con la cabeza un poco gacha. Supongo que prefería tenerme donde pudiera controlarme.
Pasada la tensión inicial yo mismo podía atreverme a hacerle alguna pregunta. -Así, pues… ¿Tú como te llamas? Por mi parte, soy Vor’Kalth.- Quería ponerle nombre. -¿Cuánto tiempo has estado por aquí, tu? Hablas mejor el puto inglés de mierda, me cago en sus… Es decir, y parece que sabes un poco más de cosas de ahí fuera. Creo que es más de un año.- Más bien quería decir “tío, estás hecho puta mierda”, “haces mala cara”, “te falta un cacho de oreja y se te ha ido la pinza, por algo será” “¿Es que los humos y mierdas del ambiente vuelven a un drow así a la larga?” “¿Está toda la gente que vive en el mundo exterior un poco paranoica por algo en concreto?” Pero todo eso, me lo callé.
-Sólo tienes los ojos raros. Y los dientes. Pero son tus ojos los que habrian ofendido a alguna sacerdotisa de Loth, tus dientes seguramente le habrian gustado.
"le habrian encontrado algun uso practico asesino o algo asi"
Le hablo ahora un poco mas hosco, voy constantemente entre un tono gruñón y otro mas histerico, fluctuando segun mi cambiante animo. No le pregunto por que demonios quiere volver a un zulo si no puede formar parte de la sociedad y se la va a pasar encerrado, lo cual es una mierda. Pero no es asunto mio. Simplemente mascullo -Mejor.
Hago un gesto para que deje el asunto de los ojos, y mi urraca se baja a mi hombro donde parece mas comoda. ¿Pedalear para sobrevivir, decía ahora? En serio, que tio mas raro. O qué tio con suerte. Lo miro como si estuviese chalado. -Has escapado de Centinelas pedaleando? Me tomas el pelo?
Roac (que asi se llama el pajarraco) grazna y mira muy atentamente a Vor'Kalth, buscando algo de su interes. Algo brillante, principalmente. Echa a volar de nuevo, adelantandosenos. Conoce el camino hacia la cámara donde me refugio bastante bien y se que la encontraremos alli de vuelta. Cuando me preguntas si es mascota o cena portatil lo miro con mi ceño levemente fruncido.
-Compañero. A veces me trae monedas. Otras, solo me trae chapas. Y te advierto...las urracas saben fatal. Los conejos no. -nunca habia hincado el diente a una urraca por respeto pero yo le advertia, sabian fatal. Que no se le ocurriese.
-Me llamo....uhm.... -vale, esa pregunta me habia pillado por sorpresa. Tanto tiempo sin decir mi nombre! Que alegría. Estaba claro que siendo drow no podia trabajar para el ejercito, ni para los magos puristas, si no lo que decia, ayudar renegados. Que fuese un apestado en la sociedad drow tambien me lo podia creer, pero era aun lo que mas dudas me suscitaba. Aun asi dudo que estuviese alli buscando drows desertores como yo. Si, lo dudaba mucho. Podria decirle hasta mi nombre!. -Dyospiros.- le digo despues de un rato en silencio, que a mi se me ha antojado corto pero en realidad ha sido demasiado largo para pregunta tan simple.
-Si, ha sido mas de un año. -hago memoria mientras llegamos a donde el riachuelo muere y las grutas se estrechan. Ya vamos casi totalmente a oscuras, y tomo un recodo hacia la derecha para ir hacia mi refugio. Oigo los ecos de los graznidos de Roac que ya está en la camara, debe quedarnos poco. -No recuerdo cuanto tiempo, exactamente. Quizá dos años? Algo más? El inglés es facil. Mas facil que el drow. Ya llegamos. Es por ahi...
"le habrian encontrado algun uso practico asesino o algo asi"
Le hablo ahora un poco mas hosco, voy constantemente entre un tono gruñón y otro mas histerico, fluctuando segun mi cambiante animo. No le pregunto por que demonios quiere volver a un zulo si no puede formar parte de la sociedad y se la va a pasar encerrado, lo cual es una mierda. Pero no es asunto mio. Simplemente mascullo -Mejor.
Hago un gesto para que deje el asunto de los ojos, y mi urraca se baja a mi hombro donde parece mas comoda. ¿Pedalear para sobrevivir, decía ahora? En serio, que tio mas raro. O qué tio con suerte. Lo miro como si estuviese chalado. -Has escapado de Centinelas pedaleando? Me tomas el pelo?
Roac (que asi se llama el pajarraco) grazna y mira muy atentamente a Vor'Kalth, buscando algo de su interes. Algo brillante, principalmente. Echa a volar de nuevo, adelantandosenos. Conoce el camino hacia la cámara donde me refugio bastante bien y se que la encontraremos alli de vuelta. Cuando me preguntas si es mascota o cena portatil lo miro con mi ceño levemente fruncido.
-Compañero. A veces me trae monedas. Otras, solo me trae chapas. Y te advierto...las urracas saben fatal. Los conejos no. -nunca habia hincado el diente a una urraca por respeto pero yo le advertia, sabian fatal. Que no se le ocurriese.
-Me llamo....uhm.... -vale, esa pregunta me habia pillado por sorpresa. Tanto tiempo sin decir mi nombre! Que alegría. Estaba claro que siendo drow no podia trabajar para el ejercito, ni para los magos puristas, si no lo que decia, ayudar renegados. Que fuese un apestado en la sociedad drow tambien me lo podia creer, pero era aun lo que mas dudas me suscitaba. Aun asi dudo que estuviese alli buscando drows desertores como yo. Si, lo dudaba mucho. Podria decirle hasta mi nombre!. -Dyospiros.- le digo despues de un rato en silencio, que a mi se me ha antojado corto pero en realidad ha sido demasiado largo para pregunta tan simple.
-Si, ha sido mas de un año. -hago memoria mientras llegamos a donde el riachuelo muere y las grutas se estrechan. Ya vamos casi totalmente a oscuras, y tomo un recodo hacia la derecha para ir hacia mi refugio. Oigo los ecos de los graznidos de Roac que ya está en la camara, debe quedarnos poco. -No recuerdo cuanto tiempo, exactamente. Quizá dos años? Algo más? El inglés es facil. Mas facil que el drow. Ya llegamos. Es por ahi...
Se había fijado en mis dientes. Me quedé unos segundos parado, con la boca medio abierta como si fuera a quejarme, pero entonces me di cuenta de que podría vérmelos. Así que la cerré casi de inmediato. Decía que quizás esos no hubieran desagradado mucho. -Bueno, y el pellejo un poco claro. Aunque drows hay de más oscuros y más claritos de natural.- Ese detalle era bastante más imperceptible según cuanto tiempo llevases sin ver otro de tu raza. A mi me daba la sensación de ser la cosa más negra que pisaba la Tierra cuando me comparaba con los brillantes ingleses de mierda.
No parecía ser amistoso ni después de pasar la tensión y asalto del principio. Parecía ser de esos que gruñía cual perro, y aunque yo en muchas ocasiones no distaba demasiado, era hasta amable comparado con él. A mi se me notaba a la legua que estaba la mar de acongojado y acojonado por su presencia, pero al menos intentaba disimularlo. Si. Bueno. “Intentar”. No pareció darle mucha importancia al tema de regresar. Yo suspiré un poco pesadamente… Me ponía algo de los nervios su actitud. Si me ilusionaba por alguna razón ver a uno de mi especie, creo que ya en ese punto me había chafado las ganas de querer ver otro en lo que me quedaba de vida. Y siendo un drow (más o menos), no es poco.
La urraca se movió y él me tomó por idiota cuando le expliqué lo de pedalear, aunque preguntó. Me preguntaba si realmente le interesaba. -Le robé una bicicleta a un niño… Bueno, adolescente. De mi edad, pero en años humanos. No sé, lo tiré al suelo así de golpe y me fui en ella, y creo que no tuvo tiempo ni para reparar en que era un drow. Suerte que no ven una puta mierda en la oscuridad. Debí matarlo, porque… Cuando lo hice aunque me gritó que su padre era de la alianza, no sabía que tanto significaba eso. Después de que me atacara el centinela me arrepentí de no haberle rebanado el cuello. Es un hijo de puta más por el mundo.- Ahora faltaba explicar la estrategia. -Nos atacó un centinela aquí cerca. Quizás hay más. Yo cogí la bici, cargué con un chaval y me puse a peladear. Intentamos refugiarnos detrás de un muro y mierdas varias, aunque si no nos hubieran ayudado no creo que hubiera servido de mucho. Luego explotó, en cuanto estaba hecho polvo. Y así me hice esta mierda de aquí.
Le miré muy fijamente mientras le señalaba la herida. Me molestaba tenerla, pero me comprometí a conservar la cicatriz. Me preguntaba si le gustaría a más gente que a las chicas… Aunque a mi parecer, solo contribuía a que pareciera un monstruo aún más. El bichejo graznó como si no le pareciera bien lo que decía y se fue volando. Él me explicó que era un compañero y que a veces le traía monedas. Parecía algo la mar de útil. Me dijo que las urracas sabían fatal. -Con hambre, todo está bueno. Pero yo soy partidario de salir poco al exterior, y… Veo animalejos que valen mucho más la pena que un pájaro. Eso no debe tener chicha. Un conejo o una buena rata dan para llenar el buche.- Esperaba que no me tomara por loco por comer rata. Al fin y al cabo era también un roedor, y en ocasiones tenían más carne que no un gazapo.
La pregunta por su nombre le pilló casi como de sorpresa y estuvo pensándoselo y repensándoselo de forma poco natural. Quizás estaba buscando alguna mentira ocurrente, no sabía si soltármelo o mandarme a tomar por culo… Pero fue un poco incómodo. Ya empezaba a pensar que me había ignorado de pleno cuando me soltó “Dyospiros”. Sospesé el nombre y hice un “hmph” como asintiendo, como si aprobara aquella decisión que su madre alguna vez debió tomar. Yo me limitaba a seguirlo de bastante cerca. Miraba un poco las cuevas, el río, buscaba alguna seta o hierbajo extraviado que hubiera haber por ahí, pero la luz era muy escasa y ya no debía crecer nada plantífero. A mi me alegraba que se viera tan poco, me sentía muy amparado. Poco o nada podía superar a un drow en visión a oscuras… O al menos, no en aquellas alturas. No esperaba tener encontronazos con bicharracos peligrosos.
Me dijo que llevaba dos años. -... ¿Dos años!?- Mi cabeza me decía, “¡En dos años se le ha ido la putísima olla!, se ha vuelto loco, gruñón, más malo que la peste… ¡Dos años! Mejor que TU te des prisa y te vayas de ese mundo de locos, que en tu zulo al menos no se oía el ruido de la guerra ni mierda diversa”. Pero no le solté nada de eso, nuevamente. Se oía la llamada urraca resonar por las cuevas. Decía que el inglés era más fácil. -He estado evitando contactos durante mucho tiempo. No tenía intención de integrarme, ni nada de eso. No ha sido hasta hace poco que me he dado cuenta que ir al tuntún es un poco peligroso. Al menos, si te da por salir de la cueva. ¿Quién iba a decir que realmente el mundo exterior es peor?- Aceleré un poco el paso para adelantarme, a ver si era yo capaz de ver su refugio, o quizás una trampa con pinchos debajo para matarme y luego condimentarme a su placer.
-A veces me dan ganas de no volver a ver el cielo. El primer día que lo vi me dije, si, bonito. Pero me obsesiona pensar que algún día puede aparecer otro trozo de chatarra levitante y meterme un cañonazo por el culo. Vi que uno dejó a un chaval totalmente… Paralizado, como paralítico, de uno. No le hizo daño. Pero se lo podrían haber llevado. Dicen que… Te llevan a algún sitio, te hacen preguntas y te matan después. Me pregunto si es verdad…- Me fiaba bastante de Yaroslav pero él mismo probablemente no tuviera mucha idea. Aunque si nunca había tenido ocasión de conocer a alguien que hubiera sido atrapado por los centinelas, probablemente fuera cierto. No parecía que muchos vivieran para contarlo.
No parecía ser amistoso ni después de pasar la tensión y asalto del principio. Parecía ser de esos que gruñía cual perro, y aunque yo en muchas ocasiones no distaba demasiado, era hasta amable comparado con él. A mi se me notaba a la legua que estaba la mar de acongojado y acojonado por su presencia, pero al menos intentaba disimularlo. Si. Bueno. “Intentar”. No pareció darle mucha importancia al tema de regresar. Yo suspiré un poco pesadamente… Me ponía algo de los nervios su actitud. Si me ilusionaba por alguna razón ver a uno de mi especie, creo que ya en ese punto me había chafado las ganas de querer ver otro en lo que me quedaba de vida. Y siendo un drow (más o menos), no es poco.
La urraca se movió y él me tomó por idiota cuando le expliqué lo de pedalear, aunque preguntó. Me preguntaba si realmente le interesaba. -Le robé una bicicleta a un niño… Bueno, adolescente. De mi edad, pero en años humanos. No sé, lo tiré al suelo así de golpe y me fui en ella, y creo que no tuvo tiempo ni para reparar en que era un drow. Suerte que no ven una puta mierda en la oscuridad. Debí matarlo, porque… Cuando lo hice aunque me gritó que su padre era de la alianza, no sabía que tanto significaba eso. Después de que me atacara el centinela me arrepentí de no haberle rebanado el cuello. Es un hijo de puta más por el mundo.- Ahora faltaba explicar la estrategia. -Nos atacó un centinela aquí cerca. Quizás hay más. Yo cogí la bici, cargué con un chaval y me puse a peladear. Intentamos refugiarnos detrás de un muro y mierdas varias, aunque si no nos hubieran ayudado no creo que hubiera servido de mucho. Luego explotó, en cuanto estaba hecho polvo. Y así me hice esta mierda de aquí.
Le miré muy fijamente mientras le señalaba la herida. Me molestaba tenerla, pero me comprometí a conservar la cicatriz. Me preguntaba si le gustaría a más gente que a las chicas… Aunque a mi parecer, solo contribuía a que pareciera un monstruo aún más. El bichejo graznó como si no le pareciera bien lo que decía y se fue volando. Él me explicó que era un compañero y que a veces le traía monedas. Parecía algo la mar de útil. Me dijo que las urracas sabían fatal. -Con hambre, todo está bueno. Pero yo soy partidario de salir poco al exterior, y… Veo animalejos que valen mucho más la pena que un pájaro. Eso no debe tener chicha. Un conejo o una buena rata dan para llenar el buche.- Esperaba que no me tomara por loco por comer rata. Al fin y al cabo era también un roedor, y en ocasiones tenían más carne que no un gazapo.
La pregunta por su nombre le pilló casi como de sorpresa y estuvo pensándoselo y repensándoselo de forma poco natural. Quizás estaba buscando alguna mentira ocurrente, no sabía si soltármelo o mandarme a tomar por culo… Pero fue un poco incómodo. Ya empezaba a pensar que me había ignorado de pleno cuando me soltó “Dyospiros”. Sospesé el nombre y hice un “hmph” como asintiendo, como si aprobara aquella decisión que su madre alguna vez debió tomar. Yo me limitaba a seguirlo de bastante cerca. Miraba un poco las cuevas, el río, buscaba alguna seta o hierbajo extraviado que hubiera haber por ahí, pero la luz era muy escasa y ya no debía crecer nada plantífero. A mi me alegraba que se viera tan poco, me sentía muy amparado. Poco o nada podía superar a un drow en visión a oscuras… O al menos, no en aquellas alturas. No esperaba tener encontronazos con bicharracos peligrosos.
Me dijo que llevaba dos años. -... ¿Dos años!?- Mi cabeza me decía, “¡En dos años se le ha ido la putísima olla!, se ha vuelto loco, gruñón, más malo que la peste… ¡Dos años! Mejor que TU te des prisa y te vayas de ese mundo de locos, que en tu zulo al menos no se oía el ruido de la guerra ni mierda diversa”. Pero no le solté nada de eso, nuevamente. Se oía la llamada urraca resonar por las cuevas. Decía que el inglés era más fácil. -He estado evitando contactos durante mucho tiempo. No tenía intención de integrarme, ni nada de eso. No ha sido hasta hace poco que me he dado cuenta que ir al tuntún es un poco peligroso. Al menos, si te da por salir de la cueva. ¿Quién iba a decir que realmente el mundo exterior es peor?- Aceleré un poco el paso para adelantarme, a ver si era yo capaz de ver su refugio, o quizás una trampa con pinchos debajo para matarme y luego condimentarme a su placer.
-A veces me dan ganas de no volver a ver el cielo. El primer día que lo vi me dije, si, bonito. Pero me obsesiona pensar que algún día puede aparecer otro trozo de chatarra levitante y meterme un cañonazo por el culo. Vi que uno dejó a un chaval totalmente… Paralizado, como paralítico, de uno. No le hizo daño. Pero se lo podrían haber llevado. Dicen que… Te llevan a algún sitio, te hacen preguntas y te matan después. Me pregunto si es verdad…- Me fiaba bastante de Yaroslav pero él mismo probablemente no tuviera mucha idea. Aunque si nunca había tenido ocasión de conocer a alguien que hubiera sido atrapado por los centinelas, probablemente fuera cierto. No parecía que muchos vivieran para contarlo.
-En serio... ? Llevo tiempo sin ver más drows... -le miro entornando los ojos,aunque ahora en la oscuridad su tonalidad de pellejo me es imperceptible. Alzo mi mano conjurando a su alrededor un fuego fatuo, de color morado. Arrimo mi mano ardiente a su cara, ese fuego ilumina mas bien poco pero algo hace. Aun asi sigo sin verle diferencia. Yo no me miraba en espejos, no tenia de eso. Y él es la primera cosa parecida a mi que veo en años. En realidad me alegra.
-Si, debiste haberlo degollado. Aunque...era un niño al fin y al cabo. -respondo al escuchar su relato en el que roba una bici, y luego huye de un centinela. Mi boca se tensa en una mueca pues por muy poco no ha acabado siendo pasto de los centinelas aquellos o de algo peor. -Entonces ayudaste a un humano...y los renegados te ayudaron a ti?- Miro su cicatriz. Un poco más y se habria llevado un ojo. Chasqueo la lengua en gesto de negacion. -Has tenido relativa suerte....
Me preocupa la idea de que hayan mas centinelas, cerca. Dice que le han atacado por la zona y que pueden haber mas. Estaba en lo cierto al no querer alejarme de mi refugio. -Es una mierda. Este mundo es fantástico, es precioso, es amplio, no es tan asesino como alli abajo. No por naturaleza al menos. Pero esas maquinas...esos humanos...lo estropean todo. Habria que erradicarlos.
Me suelto un poco mas de la lengua en cuanto siento que el otro puede comprenderme un poco lo que le voy a decir. No lo miro a él, si no a un punto indefinido en el suelo frente a mi. -Roac está conmigo desde que sali al exterior. Incluso me encontró de nuevo despues de.... -me pauso y sonrío de modo extraño. -Es un pajaro muy listo.
Noto su sorpresa por mis dos años y lo miro como interrogandole. Que¿? le parecia poco? Mucho? yo habia perdido la cuenta la verdad. Llegamos a donde está la cámara mia, es un espacio pequeño comparado con el resto de la cueva, pero no apretado. Ni si quiera apretado para dos personas, ingreso en su interior primero, instandolo a hacer lo mismo despues. Ya estaba obteniendo info valiosa de aquel semidrow, la verdad. Noticias frescas.
-Si, ir al tuntún y por libre es muy peligroso si desconoces este mundo...pero ya te lo he dicho, no creo que sea peor. En realidad, no. Solo hay que eliminar ciertas cosas. - habria añadido "humanos". Pero me lo ahorré. Por lo visto el habia descubierto a tiempo que ir en numeros era mas seguro que ir solo. Bien por él. Pero a veces ni con esas....
Me siento en el suelo de la cueva y comienzo a reavivar el fuego con algo de combustible que tenia por ahi. La cámara tenia un respiradero natural en el techo, asi que el humo no era un problema. Mi urraca alli presente da vueltas por el recinto saltando patizambamente e inspeccionando a Vor. Entiendo sus miedos totalmente, y tambien entiendo eso de que le den tentaciones de largarse y no volver a ver mas aquel cielo. Yo lo habria hecho de no ser porque no puedo volver. Lo miro deteniendo lo de mi fuego cuando dice que dejaron paralizado a un chico frente a el y que se lo habrian llevado de no ser porque el lo ayudó. -Un mago. Claro. -se aprecia algo de miedo en mis ojos. Te llevan a algún sitio, te hacen preguntas y te matan después. Bajo la mirada entonces y pongo al conejo frente a mi, saco mi daga y le corto la cabeza con una ira desmedida -Si, es verdad. Yo lo vi. Pero no son solo preguntas lo que hacen ahí.... -me pongo a despellejar al animal, a sacarle las tripas y esas cosas que se deben hacer. Pero no estoy centrado, parece que estoy viendo otra cosa donde está el animal, y mis movimientos transmiten una rabia que no tiene logica para alguien que está preparando un conejo para comer. Asi que llegado un punto me detengo y me paso el antebrazo bajo la nariz, limpiandome las manos en mi abrigo muy rapidamente, cambiando al inglés sin darme cuenta.
-Es mejor guisarlo, si. Hará mas bulto... con setas, y alcohol de ese. Y hierbas.
-Si, debiste haberlo degollado. Aunque...era un niño al fin y al cabo. -respondo al escuchar su relato en el que roba una bici, y luego huye de un centinela. Mi boca se tensa en una mueca pues por muy poco no ha acabado siendo pasto de los centinelas aquellos o de algo peor. -Entonces ayudaste a un humano...y los renegados te ayudaron a ti?- Miro su cicatriz. Un poco más y se habria llevado un ojo. Chasqueo la lengua en gesto de negacion. -Has tenido relativa suerte....
Me preocupa la idea de que hayan mas centinelas, cerca. Dice que le han atacado por la zona y que pueden haber mas. Estaba en lo cierto al no querer alejarme de mi refugio. -Es una mierda. Este mundo es fantástico, es precioso, es amplio, no es tan asesino como alli abajo. No por naturaleza al menos. Pero esas maquinas...esos humanos...lo estropean todo. Habria que erradicarlos.
Me suelto un poco mas de la lengua en cuanto siento que el otro puede comprenderme un poco lo que le voy a decir. No lo miro a él, si no a un punto indefinido en el suelo frente a mi. -Roac está conmigo desde que sali al exterior. Incluso me encontró de nuevo despues de.... -me pauso y sonrío de modo extraño. -Es un pajaro muy listo.
Noto su sorpresa por mis dos años y lo miro como interrogandole. Que¿? le parecia poco? Mucho? yo habia perdido la cuenta la verdad. Llegamos a donde está la cámara mia, es un espacio pequeño comparado con el resto de la cueva, pero no apretado. Ni si quiera apretado para dos personas, ingreso en su interior primero, instandolo a hacer lo mismo despues. Ya estaba obteniendo info valiosa de aquel semidrow, la verdad. Noticias frescas.
-Si, ir al tuntún y por libre es muy peligroso si desconoces este mundo...pero ya te lo he dicho, no creo que sea peor. En realidad, no. Solo hay que eliminar ciertas cosas. - habria añadido "humanos". Pero me lo ahorré. Por lo visto el habia descubierto a tiempo que ir en numeros era mas seguro que ir solo. Bien por él. Pero a veces ni con esas....
Me siento en el suelo de la cueva y comienzo a reavivar el fuego con algo de combustible que tenia por ahi. La cámara tenia un respiradero natural en el techo, asi que el humo no era un problema. Mi urraca alli presente da vueltas por el recinto saltando patizambamente e inspeccionando a Vor. Entiendo sus miedos totalmente, y tambien entiendo eso de que le den tentaciones de largarse y no volver a ver mas aquel cielo. Yo lo habria hecho de no ser porque no puedo volver. Lo miro deteniendo lo de mi fuego cuando dice que dejaron paralizado a un chico frente a el y que se lo habrian llevado de no ser porque el lo ayudó. -Un mago. Claro. -se aprecia algo de miedo en mis ojos. Te llevan a algún sitio, te hacen preguntas y te matan después. Bajo la mirada entonces y pongo al conejo frente a mi, saco mi daga y le corto la cabeza con una ira desmedida -Si, es verdad. Yo lo vi. Pero no son solo preguntas lo que hacen ahí.... -me pongo a despellejar al animal, a sacarle las tripas y esas cosas que se deben hacer. Pero no estoy centrado, parece que estoy viendo otra cosa donde está el animal, y mis movimientos transmiten una rabia que no tiene logica para alguien que está preparando un conejo para comer. Asi que llegado un punto me detengo y me paso el antebrazo bajo la nariz, limpiandome las manos en mi abrigo muy rapidamente, cambiando al inglés sin darme cuenta.
-Es mejor guisarlo, si. Hará mas bulto... con setas, y alcohol de ese. Y hierbas.
Fuego. Puñetero fuego fatuo. No estaba acostumbrado a aquel tipo de hechizo, sabía que era cosa de drows… Pero no lo había visto. Nunca tan cerca mía. Me lo acercó mucho y creo que me pudo leer la tensión plasmada en la cara, probablemente estuviera intentando verme bien el pellejo. Entrecerré los ojos y no me tranquilicé hasta que me lo alejó. No parecía haber podido ver la diferencia que yo le mencionaba. Definitivamente, llevaba más tiempo que yo sin ver un drow. Me dijo que debería haberle degollado, en cuanto mencioné lo del niño, aunque luego señaló que solo era un crío. -No tenía futuro. Era… despreciable. Por las noches, pienso en todo lo que podría hacer. Y yo le podría haber parado los pies. Cortándoselos. Quizás debería hablerle arrancado los dedos al menos.- Me sorprendía con la facilidad que aceptaba aquello como coherente. Pocos veían normales mis instintos asesinos, que me saltaban de vez en cuando.
Parecía aún algo poco convencido con el relato de la bici. Me hizo una pregunta sobre ello. -No humano, mago. Aunque, a ser sincero, no entiendo qué los diferencia. Son iguales físicamente. Bueno, vi uno con el pelo blanco. Pero para mí, aparte de ese, son todos iguales. Solo que unos saben hacer magia y otros no.- La similitud entre ambas razas se me antojaba demasiada, y eso me hacía incapaz de comprender del todo el conflicto. No había nada físico que permitiera decir “este es mago” “este es drow”. Me dijo que tuve suerte, y asentí. Joder. Podía estar muerto. Me obsesionaba pensar en ello.
Me explicaba que a él el mundo le parecía bonito… Lo llamó fantástico. Fantaseó él bastante y me sorprendió verlo como más inspirado, más poético, un poco menos gruñón. Aunque acabó la frase diciendo que habría que erradicar los humanos para disfrutarlo, o algo así. -La Alianza. Me suena que hay más bandos y mierdas varias, pero no tienen tanto poder. Al menos nadie me ha enviado una máquina asesina excepto esos… Y quizás he tenido algún enfrentamiento suelto, pero probablemente fueran más bien mercenarios. Como yo. A sueldo de estos. Creo.- Y me rascaba la nuca. Era mi tic personal.
Admiró la inteligencia del pájaro y dijo una frase que la dejó a medias, sonriendo. Quería preguntarle pero pensé que sería mejor hacerlo luego. -He notado que hay pájaros más listos que otros. ¿Las palomas? Con un poco de migaja te haces una cena con ellas.- A la gente le llamaba menos la atención que comiera palomas a ratas, aunque las primeras se llamaban muchas veces “ratas del aire”. -Y dos años… ¡Me sorprende! Pensaba que serían más.- Entonces, significaba que él había abandonado su hogar mucho más viejuno que yo. No sabía cuantos años echarle, pero quizás incluso me doblaba la edad. Gruñí.
Entonces vi su refugio. No era nada del otro mundo pero tampoco estaba mal. Paré unos segundos para observarlo, y luego entré, tras suya. -Me recuerda a mi zulo, pero era más grande. Y decorado.- No era una crítica. Pero a mi me gustaba ponerlo todo bastante bonito. Entonces él me recomendó no ir al tuntún… Que no era peor, pero que había que eliminar ciertas cosas. Notaba en él un asco increíble a cierta gente. Y creo que se adivinaba que concordaba con él, me acordaba de todos sus muertos cada vez que hacía una mueca y me dolía toda la cara.
Me fijaba en la urraca mientras él preparaba el fuego. -Uh… ¿Quieres algo? A ver…- Rebusqué en mi bolsa. Saqué una argolla de metal que había encontrado útil y se la tendí, a ver si con eso la atraía. Intentaba sonreírle como si así me fuera a entender. Cuando expliqué el conflicto del rayo pareció que algo puso de nuevo a mi compañero nervoso. Le noté hasta miedo. Un mago, decía. No sabía si le aterraban o qué, pero no le caían tampoco bien. O eso parecía. Le vi matar al conejo con una falta de piedad atroz, que contrastaba con aquel que había hablado antes al pobre bicho. Temblé un poco.
Comentó algo decisivo. Que él había visto que ocurría. No lo habían matado. Ahí estaba. Me mantuve en silencio como sin saber qué responderle. ¿Había escapado de las manazas del robot? ¿Le habían dejado ir? ¿Quizás le habían lavado el cerebro y trabajaba para ellos? Aunque no justificaba el asco que les tenía… Bueno, sí, pero no podría… Miré como aquel pobre conejo acabó siendo una maraña de carne y tripas despedazadas con muy mala ostia. Temblé. Paró, y empezó a hablarme en inglés. No le respondí. Estaba muy ocupado pensando en lo otro.
Me senté a su lado, un poco cercano, y saqué la botella. Se la dejé al lado. También saqué mi pequeño saco con hierbajos (metido en mi otro saco, porque era un poco… especial. Yo, no la bolsa) y empecé a buscar entre las aún más pequeñas bolsitas alguna especia y seta. No estaba pensando en sabores, solo en cantidad. Lo fui dejando todo al lado suya. Solo cuando acabé me permití seguir la conversación. Yo le respondí en drow. Le puse una mano en el hombro, con miedo perceptible, aunque con preocupación marcada en el rostro. -¿Estás bien?- Pregunta primordial. ¿Por qué me importaba de repente? -¿Qué… Ocurrió? No, no es una pregunta adecuada. Olvídala. Me gustaría saber qué… ocurre en realidad, si te atrapan. Aunque no creo que importe si algún día dan conmigo… Disculpa.- Me había puesto bastante serio de repente. Aunque me daba mal rollo que decidiera arrancarme la mano de cuajo por tocarle. O que me destripara como el conejo. Si pretendía comerme, el siguiente era yo...
Parecía aún algo poco convencido con el relato de la bici. Me hizo una pregunta sobre ello. -No humano, mago. Aunque, a ser sincero, no entiendo qué los diferencia. Son iguales físicamente. Bueno, vi uno con el pelo blanco. Pero para mí, aparte de ese, son todos iguales. Solo que unos saben hacer magia y otros no.- La similitud entre ambas razas se me antojaba demasiada, y eso me hacía incapaz de comprender del todo el conflicto. No había nada físico que permitiera decir “este es mago” “este es drow”. Me dijo que tuve suerte, y asentí. Joder. Podía estar muerto. Me obsesionaba pensar en ello.
Me explicaba que a él el mundo le parecía bonito… Lo llamó fantástico. Fantaseó él bastante y me sorprendió verlo como más inspirado, más poético, un poco menos gruñón. Aunque acabó la frase diciendo que habría que erradicar los humanos para disfrutarlo, o algo así. -La Alianza. Me suena que hay más bandos y mierdas varias, pero no tienen tanto poder. Al menos nadie me ha enviado una máquina asesina excepto esos… Y quizás he tenido algún enfrentamiento suelto, pero probablemente fueran más bien mercenarios. Como yo. A sueldo de estos. Creo.- Y me rascaba la nuca. Era mi tic personal.
Admiró la inteligencia del pájaro y dijo una frase que la dejó a medias, sonriendo. Quería preguntarle pero pensé que sería mejor hacerlo luego. -He notado que hay pájaros más listos que otros. ¿Las palomas? Con un poco de migaja te haces una cena con ellas.- A la gente le llamaba menos la atención que comiera palomas a ratas, aunque las primeras se llamaban muchas veces “ratas del aire”. -Y dos años… ¡Me sorprende! Pensaba que serían más.- Entonces, significaba que él había abandonado su hogar mucho más viejuno que yo. No sabía cuantos años echarle, pero quizás incluso me doblaba la edad. Gruñí.
Entonces vi su refugio. No era nada del otro mundo pero tampoco estaba mal. Paré unos segundos para observarlo, y luego entré, tras suya. -Me recuerda a mi zulo, pero era más grande. Y decorado.- No era una crítica. Pero a mi me gustaba ponerlo todo bastante bonito. Entonces él me recomendó no ir al tuntún… Que no era peor, pero que había que eliminar ciertas cosas. Notaba en él un asco increíble a cierta gente. Y creo que se adivinaba que concordaba con él, me acordaba de todos sus muertos cada vez que hacía una mueca y me dolía toda la cara.
Me fijaba en la urraca mientras él preparaba el fuego. -Uh… ¿Quieres algo? A ver…- Rebusqué en mi bolsa. Saqué una argolla de metal que había encontrado útil y se la tendí, a ver si con eso la atraía. Intentaba sonreírle como si así me fuera a entender. Cuando expliqué el conflicto del rayo pareció que algo puso de nuevo a mi compañero nervoso. Le noté hasta miedo. Un mago, decía. No sabía si le aterraban o qué, pero no le caían tampoco bien. O eso parecía. Le vi matar al conejo con una falta de piedad atroz, que contrastaba con aquel que había hablado antes al pobre bicho. Temblé un poco.
Comentó algo decisivo. Que él había visto que ocurría. No lo habían matado. Ahí estaba. Me mantuve en silencio como sin saber qué responderle. ¿Había escapado de las manazas del robot? ¿Le habían dejado ir? ¿Quizás le habían lavado el cerebro y trabajaba para ellos? Aunque no justificaba el asco que les tenía… Bueno, sí, pero no podría… Miré como aquel pobre conejo acabó siendo una maraña de carne y tripas despedazadas con muy mala ostia. Temblé. Paró, y empezó a hablarme en inglés. No le respondí. Estaba muy ocupado pensando en lo otro.
Me senté a su lado, un poco cercano, y saqué la botella. Se la dejé al lado. También saqué mi pequeño saco con hierbajos (metido en mi otro saco, porque era un poco… especial. Yo, no la bolsa) y empecé a buscar entre las aún más pequeñas bolsitas alguna especia y seta. No estaba pensando en sabores, solo en cantidad. Lo fui dejando todo al lado suya. Solo cuando acabé me permití seguir la conversación. Yo le respondí en drow. Le puse una mano en el hombro, con miedo perceptible, aunque con preocupación marcada en el rostro. -¿Estás bien?- Pregunta primordial. ¿Por qué me importaba de repente? -¿Qué… Ocurrió? No, no es una pregunta adecuada. Olvídala. Me gustaría saber qué… ocurre en realidad, si te atrapan. Aunque no creo que importe si algún día dan conmigo… Disculpa.- Me había puesto bastante serio de repente. Aunque me daba mal rollo que decidiera arrancarme la mano de cuajo por tocarle. O que me destripara como el conejo. Si pretendía comerme, el siguiente era yo...
-La....la magia. Por lo visto, si haces sangrar a un mago, y miras bien...su sangre si es distinta...a los que no tienen magia. La suya posee un brillo distinto, especial- asiento, dos veces, muy despacio. Tambien lo comprobaron con sangre drow.
Termino de destripar al conejo, y echo las entrañas al fuego, que chisporrotean. El pellejo lo estiro, mas tarde lo limpiaría...era un pellejo muy pequeño pero parche a parche me entretenia en hacer colchas o mantas o cosas asi. El invierno podia ser putamente frio.
-Los de la Alianza, si. Son los peores. Son como...la segunda casa de una ciudad drow. Jodidamente peligrosos.- me recorre un esclofrio y suspiro. Las palomas decia...si, bichos mas estupidos -Las palomas son tontas perdidas. Intenta cazar a una urraca, no es tan facil.- lo miro largamente, mientras acuchillo despacito el conejo despellejado. Realmente queria cortarlo a tacos, pero me queda de psicopata. Que le parecia que llevaba mas de dos años fuera? Que no lo sabia. -Quiza fueron tres. No se. - tan mal aspecto tenñia?
Dejo de acuchillar al bicho sin sentido y pongo un perol (robado tambien obviamente) sobre las brasas, viendo que le saca una cosita de metal a Roac. Mientras yo bufo porque se mete con el tamaño de mi casita y mi decoracion, la maldita urraca pega saltos de idiota hacia la argolla. La urraca se acerca, prudente, mirando al dueño. Da un par de saltos de prueba antes de coger la argolla, por si al otro se le ocurre hacer algo. Entonces se lanza de golpe, la agarra con el pico y se larga a un rincon, tras de mi, donde la suelta y se agarra a picotearla y examinarla. Más tarde, ignoraria esa argolla para ir a picotear la brillante botella de vodka que sacaría Vor. Corto el conejo en tacos y lo echo al perol, que se haga un poco en su propia grasa. Acuchillar al bicho me habia relajado un poco...pero la sangre, no, eso no ayudaba.
Me quedo en pause cuando se acerca sin hacer nada ni seguir con lo que estaba preparando mientras el saca algunos ingredientes utiles y el conejo comienza a crepitar en la olla. Pego un bote cuando me pone la mano en el hombro y entonces sin mirarlo cojo la botella de vodka, la abro y echo un buen chorreon al perol. -No, el conejo se iba a quemar, ¿¡como voy a estar bien?!
Respiro bastante agitadamente, ya ni recordaba lo que estaba haciendo. Roac le da vueltas a la botella y se roba un ramillete de alguna hierba que huele muy bien. Gracias a ese maldito drow estaba trayendo de vuelta recuerdos que preferia olvidar. Estupido semielfo. Se merecia que le abriese la cabeza ahi mismo, nada mas que por empujarme a eso. Lo miro con los ojos cristalinos, una mirada de reojo que destila odio con el gesto tenso en el que casi se puede leer que voy a saltar encima de el a golpearlo. Pero...no era a él a quien queria pegar. En realidad, era a mi. Por ser tan inutil y debil de que aun me doliese aquello y fuese incapaz de recordarlo sin convertirme en un manojo de nervios y locura. Como si Roac pudiese averiguar lo que estaba pensando y apunto de hacer, revolotea hasta mi hombro y me pega un fuerte picotazo en la mejilla, granzandome, como si me regañase. Me quejo y dejo de mirar a Vor, pero esa mirada de "te voy a matar" desaparece de mi gesto. Tras unos segundos mirando al guiso y echandole algunas de las hierbas que habia sacado cuando se reduce el alcohol, agrego:
-A Roac le has caido bien.
Habia vuelto al drow. Me rasco la oreja de nuevo. Luego remuevo un poco eso, echando las setas que habia sacado Vor. La verdad es que esa cosa empezaba a oler bien. Dudaba si responderle o no a la pregunta. Podria usarlo contra mi? Lo dudo. A su favor? Eso si. Me haría parecer mas debil? Quizá. Dependia de como lo contase. Solo se trataba de parecer normal. -Puedo contartelo. Si, si, fui capturado. Me superaban en numero, tenian armas, estaba solo.... por eso, no es bueno ir solo.- no tenía por qué entrar en detalles -Experimentan con la gente, con drows. Con magos...Fue hace poco. Creo que al final los matan. No me quedé a comprobarlo.
Termino de destripar al conejo, y echo las entrañas al fuego, que chisporrotean. El pellejo lo estiro, mas tarde lo limpiaría...era un pellejo muy pequeño pero parche a parche me entretenia en hacer colchas o mantas o cosas asi. El invierno podia ser putamente frio.
-Los de la Alianza, si. Son los peores. Son como...la segunda casa de una ciudad drow. Jodidamente peligrosos.- me recorre un esclofrio y suspiro. Las palomas decia...si, bichos mas estupidos -Las palomas son tontas perdidas. Intenta cazar a una urraca, no es tan facil.- lo miro largamente, mientras acuchillo despacito el conejo despellejado. Realmente queria cortarlo a tacos, pero me queda de psicopata. Que le parecia que llevaba mas de dos años fuera? Que no lo sabia. -Quiza fueron tres. No se. - tan mal aspecto tenñia?
Dejo de acuchillar al bicho sin sentido y pongo un perol (robado tambien obviamente) sobre las brasas, viendo que le saca una cosita de metal a Roac. Mientras yo bufo porque se mete con el tamaño de mi casita y mi decoracion, la maldita urraca pega saltos de idiota hacia la argolla. La urraca se acerca, prudente, mirando al dueño. Da un par de saltos de prueba antes de coger la argolla, por si al otro se le ocurre hacer algo. Entonces se lanza de golpe, la agarra con el pico y se larga a un rincon, tras de mi, donde la suelta y se agarra a picotearla y examinarla. Más tarde, ignoraria esa argolla para ir a picotear la brillante botella de vodka que sacaría Vor. Corto el conejo en tacos y lo echo al perol, que se haga un poco en su propia grasa. Acuchillar al bicho me habia relajado un poco...pero la sangre, no, eso no ayudaba.
Me quedo en pause cuando se acerca sin hacer nada ni seguir con lo que estaba preparando mientras el saca algunos ingredientes utiles y el conejo comienza a crepitar en la olla. Pego un bote cuando me pone la mano en el hombro y entonces sin mirarlo cojo la botella de vodka, la abro y echo un buen chorreon al perol. -No, el conejo se iba a quemar, ¿¡como voy a estar bien?!
Respiro bastante agitadamente, ya ni recordaba lo que estaba haciendo. Roac le da vueltas a la botella y se roba un ramillete de alguna hierba que huele muy bien. Gracias a ese maldito drow estaba trayendo de vuelta recuerdos que preferia olvidar. Estupido semielfo. Se merecia que le abriese la cabeza ahi mismo, nada mas que por empujarme a eso. Lo miro con los ojos cristalinos, una mirada de reojo que destila odio con el gesto tenso en el que casi se puede leer que voy a saltar encima de el a golpearlo. Pero...no era a él a quien queria pegar. En realidad, era a mi. Por ser tan inutil y debil de que aun me doliese aquello y fuese incapaz de recordarlo sin convertirme en un manojo de nervios y locura. Como si Roac pudiese averiguar lo que estaba pensando y apunto de hacer, revolotea hasta mi hombro y me pega un fuerte picotazo en la mejilla, granzandome, como si me regañase. Me quejo y dejo de mirar a Vor, pero esa mirada de "te voy a matar" desaparece de mi gesto. Tras unos segundos mirando al guiso y echandole algunas de las hierbas que habia sacado cuando se reduce el alcohol, agrego:
-A Roac le has caido bien.
Habia vuelto al drow. Me rasco la oreja de nuevo. Luego remuevo un poco eso, echando las setas que habia sacado Vor. La verdad es que esa cosa empezaba a oler bien. Dudaba si responderle o no a la pregunta. Podria usarlo contra mi? Lo dudo. A su favor? Eso si. Me haría parecer mas debil? Quizá. Dependia de como lo contase. Solo se trataba de parecer normal. -Puedo contartelo. Si, si, fui capturado. Me superaban en numero, tenian armas, estaba solo.... por eso, no es bueno ir solo.- no tenía por qué entrar en detalles -Experimentan con la gente, con drows. Con magos...Fue hace poco. Creo que al final los matan. No me quedé a comprobarlo.
Me sorprendió que supiera la diferencia de los magos. La sangre. Sangraban del mismo color, pero… ¿Un brillo especial? ¿Se había detenido a mirar aquello? Yo le asentí, como dejando constante que lo comprendía, aunque… Me incomodaba un poco el dato. No era lo mismo matar un mago que un humano. Observé las entrañas, el fuego. Siempre me había gustado ver como danzaban las llamas… Eran como hipnóticas. Me empané un poco y me sacó él de ese idiotismo repentino explicándome qué era la Alianza. Dejó constante su odio hacia ella. -¿Segunda? ¿Por qué no primera?- No sabía si me faltaba algún detalle sobre la posición de la alianza o qué tenían las segundas casas que no tuvieran las primeras.
Me confirmó que las palomas eran idiotas. -Mejor para mí.- Y luego me añadió que quizás llevaba tres años. No parecía haberlos contado. Yo si, siempre me gustaba llevar la cuenta, y sabía que hacía cosa de un año y tal vez un par de meses que merodeaba por aquel mundo. Y aún no me había acostumbrado. Yo me centraba un poco en como destrozaba el conejo, pensando que hacía pocos minutos lo había visto vivito y coleando, gimiendo… Aunque así era la vida. Se sacó una especie de cazuela y la puso encima del fuego. Ah, la urraca.
Me robó la argolla. No la cogió amablemente, la robó y se la llevó a un sitio para darle picotazos. Yo le sonreí medianamente, porque me hacía gracia aquel comportamiento. Me preguntaba si mi compañero le solía dar muchos objetos brillantes, y si sería prudente que le buscara alguna otra cosa. Me caía bien, el pajarraco. Para cuando me di cuenta ya había metido el conejo en el cazo aquel. En principio él parecía un poco más tranquilo. Solo en principio.
En cuanto me acerqué y saqué las cosas estalló. Un poco bastante. Me decía que se iba a quemar el conejo, casi como culpándome, mientras él echaba el vodka a la comida. Le miré con el gesto un poco… Torcido, sintiéndome algo triste de verle así. Definitivamente la paranoia parecía una enfermedad común. Me preguntaba si sería contagiosa. La urraca me robó algo y me picoteaba alguna cosa, pero ni siquiera me di cuenta. Tenía la mirada clavada en mi compañero, que… Empezaba a estar un poco raro. Me miraba mal. Parecía que fuera a llorar. O a matarme. Retrocedí un poco intimidad, apartando los ojos de encima. Quizás le había hecho sentir amenazado. No estaba seguro… O quizás sencillamente estaba defensivo. O quizás estaba preparando el golpe de gracia para meterme a mi en el perol.
Vi a la urraca subírsele encima y echándole bronca, o algo así. Volví a alzar la cabeza. Tras quejarse abandonó lo que fuera que se le pasaba por la cabeza. -L-Lo siento, yo…- ¿Qué coño sentía? No tenía ni putas de qué había hecho mal. Pero no me costaba nada. Si le ayudaba a él a relajarse… Me comentó que le había caído bien a Roac. Se me escapó una sonrisa, quitando algo de tensión de mi cara. -No sé tratar con animales… Aunque bueno. Parece un poco más astut… ¿Astuto, astuta? Que la media. Eso ayuda.
Aquella cena empezaba a tener buena pinta. Quien dice cena dice merienda, porque yo no hacía demasiado que me había despertado. Me pasé la mano por el pelo y me entretuve un rato arreglándomelo, apartándome el flequillo un poco. Me rendí en medio minuto. Era indomable. Entonces él se atrevió a compartir lo que antes le había pedido. Me pilló por sorpresa… Parecía un tema un tanto vetado. Me dijo que fue por ir solo. Que se encontró con bastante gente. -Hijos de puta.- Solté de inmediato en voz baja, para no interrumpirle. Entonces me dijo algo nuevo. Que experimentaban. -¿Qué? ¿E-Ex… expermientar?- Poco sabía de ese concepto. No sabía nada de ciencia. Solo que… Existía. Que habían científicos.
Cerré con fuerza un puño. Ahora estaba yo molesto. -Así que, experimentar… ¡Putos enfermos! ¡Joder! A alguien lo matas o no lo matas, pero eso… ¡Eso es inhumano! No, no, eso es humano. Que les jodan. Hijos de la GRAN puta. Imagino que te hicieron daño, ¿No? Y se pasaron por el forro de los cojones cualquier… Cosa…- No sabía como expresar la rabia que empezaba a tener por dentro. -¿Los mataste a todos? Dime que los conseguiste matar. A cada uno de esos… Monstruos. No sé que llamarlos. Cómo. Joder.- Me levanté porque no me gustaba estar sentado. Me apoyé contra una de las paredes de aquel “refugio”, pensativo. Miré al suelo, vi mi saco colgado en mi cintura. -Debí matarlo. Debí matar a aquel niño pelirrojo. O no. Debí habérmelo llevado. Que me respondiera mierdas. Quizás algún día haga esas cosas. Joder. ¡JODER!- Había gente que se culpaba de haber matado a alguien. Y luego estaba yo, que me arrepentía de lo contrario. -Así que si me capturan, me usarán de conejillo de indias. ¿Como se escapa uno de ahí? Imagino que tendrán vigilancias. Mierdas de esas. Mira, antes me la sudaban los renegados. Me daban de comer, vale, bien. Ahora… Me hace más gracia estar con ellos. Si hay algún grupo dispuesto a hacer algo son ellos. Me contentaré si algún día deciden poner una bomba en medio de Londres y hacerla rebentar. No me importaría llevarla…
De repente, me parecía mi vida un poco menos importante. Me estaba empezando a tomar más en serio el mundo exterior. Contribuía que llevara mi arma bien encerrada. Me parecía que morir cargando explosivos en el cuerpo y llevándome una centena de personas por delante parecía más útil que salvar a Él. -... Quizás pueda no salir de las cuevas, sin embargo. No quiero morir, no tan pronto.- Eso lo dije con voz muy baja. Pasada la furia me venía casi siempre un poco de tristeza. Y ya volvía a tener la mirada gacha, de vez en cuando centrada en el drow y luego en la comida. -Al menos… Eso huele bastante bien, Dyospiros.- Me hizo sentir algo más seguro pronunciar su nombre. Como si me permitiera no perderme demasiado en los rincones de mi mente.
Me confirmó que las palomas eran idiotas. -Mejor para mí.- Y luego me añadió que quizás llevaba tres años. No parecía haberlos contado. Yo si, siempre me gustaba llevar la cuenta, y sabía que hacía cosa de un año y tal vez un par de meses que merodeaba por aquel mundo. Y aún no me había acostumbrado. Yo me centraba un poco en como destrozaba el conejo, pensando que hacía pocos minutos lo había visto vivito y coleando, gimiendo… Aunque así era la vida. Se sacó una especie de cazuela y la puso encima del fuego. Ah, la urraca.
Me robó la argolla. No la cogió amablemente, la robó y se la llevó a un sitio para darle picotazos. Yo le sonreí medianamente, porque me hacía gracia aquel comportamiento. Me preguntaba si mi compañero le solía dar muchos objetos brillantes, y si sería prudente que le buscara alguna otra cosa. Me caía bien, el pajarraco. Para cuando me di cuenta ya había metido el conejo en el cazo aquel. En principio él parecía un poco más tranquilo. Solo en principio.
En cuanto me acerqué y saqué las cosas estalló. Un poco bastante. Me decía que se iba a quemar el conejo, casi como culpándome, mientras él echaba el vodka a la comida. Le miré con el gesto un poco… Torcido, sintiéndome algo triste de verle así. Definitivamente la paranoia parecía una enfermedad común. Me preguntaba si sería contagiosa. La urraca me robó algo y me picoteaba alguna cosa, pero ni siquiera me di cuenta. Tenía la mirada clavada en mi compañero, que… Empezaba a estar un poco raro. Me miraba mal. Parecía que fuera a llorar. O a matarme. Retrocedí un poco intimidad, apartando los ojos de encima. Quizás le había hecho sentir amenazado. No estaba seguro… O quizás sencillamente estaba defensivo. O quizás estaba preparando el golpe de gracia para meterme a mi en el perol.
Vi a la urraca subírsele encima y echándole bronca, o algo así. Volví a alzar la cabeza. Tras quejarse abandonó lo que fuera que se le pasaba por la cabeza. -L-Lo siento, yo…- ¿Qué coño sentía? No tenía ni putas de qué había hecho mal. Pero no me costaba nada. Si le ayudaba a él a relajarse… Me comentó que le había caído bien a Roac. Se me escapó una sonrisa, quitando algo de tensión de mi cara. -No sé tratar con animales… Aunque bueno. Parece un poco más astut… ¿Astuto, astuta? Que la media. Eso ayuda.
Aquella cena empezaba a tener buena pinta. Quien dice cena dice merienda, porque yo no hacía demasiado que me había despertado. Me pasé la mano por el pelo y me entretuve un rato arreglándomelo, apartándome el flequillo un poco. Me rendí en medio minuto. Era indomable. Entonces él se atrevió a compartir lo que antes le había pedido. Me pilló por sorpresa… Parecía un tema un tanto vetado. Me dijo que fue por ir solo. Que se encontró con bastante gente. -Hijos de puta.- Solté de inmediato en voz baja, para no interrumpirle. Entonces me dijo algo nuevo. Que experimentaban. -¿Qué? ¿E-Ex… expermientar?- Poco sabía de ese concepto. No sabía nada de ciencia. Solo que… Existía. Que habían científicos.
Cerré con fuerza un puño. Ahora estaba yo molesto. -Así que, experimentar… ¡Putos enfermos! ¡Joder! A alguien lo matas o no lo matas, pero eso… ¡Eso es inhumano! No, no, eso es humano. Que les jodan. Hijos de la GRAN puta. Imagino que te hicieron daño, ¿No? Y se pasaron por el forro de los cojones cualquier… Cosa…- No sabía como expresar la rabia que empezaba a tener por dentro. -¿Los mataste a todos? Dime que los conseguiste matar. A cada uno de esos… Monstruos. No sé que llamarlos. Cómo. Joder.- Me levanté porque no me gustaba estar sentado. Me apoyé contra una de las paredes de aquel “refugio”, pensativo. Miré al suelo, vi mi saco colgado en mi cintura. -Debí matarlo. Debí matar a aquel niño pelirrojo. O no. Debí habérmelo llevado. Que me respondiera mierdas. Quizás algún día haga esas cosas. Joder. ¡JODER!- Había gente que se culpaba de haber matado a alguien. Y luego estaba yo, que me arrepentía de lo contrario. -Así que si me capturan, me usarán de conejillo de indias. ¿Como se escapa uno de ahí? Imagino que tendrán vigilancias. Mierdas de esas. Mira, antes me la sudaban los renegados. Me daban de comer, vale, bien. Ahora… Me hace más gracia estar con ellos. Si hay algún grupo dispuesto a hacer algo son ellos. Me contentaré si algún día deciden poner una bomba en medio de Londres y hacerla rebentar. No me importaría llevarla…
De repente, me parecía mi vida un poco menos importante. Me estaba empezando a tomar más en serio el mundo exterior. Contribuía que llevara mi arma bien encerrada. Me parecía que morir cargando explosivos en el cuerpo y llevándome una centena de personas por delante parecía más útil que salvar a Él. -... Quizás pueda no salir de las cuevas, sin embargo. No quiero morir, no tan pronto.- Eso lo dije con voz muy baja. Pasada la furia me venía casi siempre un poco de tristeza. Y ya volvía a tener la mirada gacha, de vez en cuando centrada en el drow y luego en la comida. -Al menos… Eso huele bastante bien, Dyospiros.- Me hizo sentir algo más seguro pronunciar su nombre. Como si me permitiera no perderme demasiado en los rincones de mi mente.
Cojo mi cantimplora, abriendola y echando agua a la olla ahora que ya se habia esfumado el acohol. Le pongo una tapa de madera, ahora es cuestion de que termine de hervir la carne. -Porque...de las segundas casas siempre se esperan mas puñaladas por la espalda. Aunque en poder son como la primera.
Suspiro, abstraido. Miro a Roac que se ha bajado de mi hombro dandome un suave aletazo en la cara y retorna a lo suyo. No miro a Vor'kalth en todo el rato que hablamos, finjo estar muy entretenido con el guiso y las brasas, de asegurarme que no ardan mal ni nada por el estilo. Astuto, astuta? Miré a Roac, dejé que respondiera él. Pegó un fuerte graznido. -Chico. Pero urraca es femenino. -parezco un tanto mas relajado cuando se trata de centrarme en el ave.
Cuando se indigna tanto yo me muestro indiferente, no puedo permitirme sentir tanta ira como senti entonces. Asi que me la trago y la reprimo, porque si estallo los picotazos de Roac en la mejilla no serian suficiente.
-Experimentar, si. Por qué nuestras orejas, qué tienen de especial? Oh, por qué este elfo tiene la piel oscura? No es particularmente resistente al sol! Y sus ojos? ah, que ven en la oscuridad...? Vamos a pinchar aqui y alli, a ver si descubrimos por qué! Me extraña que no me abriesen en canal para ver si tenia los organos en los mismos sitios que ellos. Creo que esa era la fase final. -digo mientras jugueteo con un ascua que se ha salido del hogar, hasta el punto de agarrarla con la mano y estrujarla hasta que mi piel se churrusca y el ascua se apaga. Sacudo la mano, tirando los restos. Me he cargado un trozo de mi guante.
-Si, mate a los que pude, los necesarios para salir de ahi. -mientras el escupe toda su rabia y habla del niño al que debio matar, yo me quedo con la mirada perdida en la olla. Lo habia contado a alguien, por vez primera. -Mas te vale que no te capturen. Habran aprendido de sus errores conmigo, ya sabrán que hacer y que no hacer con un drow. Yo...aprendi sus turnos, idas, venidas. Cómo abrian las puertas. Usan códigos numericos y sus ojos son como sus llaves tambien. Habian camaras, los escaneaban. Asi que yo necesitaba numeros y ojos... mas cosas, claro. Pero recuerdo eso, basicamente.
Cuando se pone a hablar de eso de los renegados y plantarse ahi con una bomba y reventar lo miro y le tiro la cuchara de madera al pecho. Menos mal que lo que tenia a mano era la cuchara y no la daga. -Pero que mierdas dices! Te crees que eso serviria de algo?! NO! Hay....hay que intentar ser mas listos, destruirlos desde dentro....
Dice que el guiso huele bien, y me doy cuenta que han pasado sus buenos minutos. Lo destapo y lo olfateo, si que huele bien. Saco la daga y pincho un trozo de carne, está hecha, los trozos eran pequeños. -Huele bien gracias a las hierbas. -cojo un trozo de halita que habia conseguido por ahi, rayando un poco de esta sobre el guiso para salarlo. -Si no quieres morir entonces tendrás que estár dispuesto a matar. -ya fueran conejitos o cientificos humanos
Suspiro, abstraido. Miro a Roac que se ha bajado de mi hombro dandome un suave aletazo en la cara y retorna a lo suyo. No miro a Vor'kalth en todo el rato que hablamos, finjo estar muy entretenido con el guiso y las brasas, de asegurarme que no ardan mal ni nada por el estilo. Astuto, astuta? Miré a Roac, dejé que respondiera él. Pegó un fuerte graznido. -Chico. Pero urraca es femenino. -parezco un tanto mas relajado cuando se trata de centrarme en el ave.
Cuando se indigna tanto yo me muestro indiferente, no puedo permitirme sentir tanta ira como senti entonces. Asi que me la trago y la reprimo, porque si estallo los picotazos de Roac en la mejilla no serian suficiente.
-Experimentar, si. Por qué nuestras orejas, qué tienen de especial? Oh, por qué este elfo tiene la piel oscura? No es particularmente resistente al sol! Y sus ojos? ah, que ven en la oscuridad...? Vamos a pinchar aqui y alli, a ver si descubrimos por qué! Me extraña que no me abriesen en canal para ver si tenia los organos en los mismos sitios que ellos. Creo que esa era la fase final. -digo mientras jugueteo con un ascua que se ha salido del hogar, hasta el punto de agarrarla con la mano y estrujarla hasta que mi piel se churrusca y el ascua se apaga. Sacudo la mano, tirando los restos. Me he cargado un trozo de mi guante.
-Si, mate a los que pude, los necesarios para salir de ahi. -mientras el escupe toda su rabia y habla del niño al que debio matar, yo me quedo con la mirada perdida en la olla. Lo habia contado a alguien, por vez primera. -Mas te vale que no te capturen. Habran aprendido de sus errores conmigo, ya sabrán que hacer y que no hacer con un drow. Yo...aprendi sus turnos, idas, venidas. Cómo abrian las puertas. Usan códigos numericos y sus ojos son como sus llaves tambien. Habian camaras, los escaneaban. Asi que yo necesitaba numeros y ojos... mas cosas, claro. Pero recuerdo eso, basicamente.
Cuando se pone a hablar de eso de los renegados y plantarse ahi con una bomba y reventar lo miro y le tiro la cuchara de madera al pecho. Menos mal que lo que tenia a mano era la cuchara y no la daga. -Pero que mierdas dices! Te crees que eso serviria de algo?! NO! Hay....hay que intentar ser mas listos, destruirlos desde dentro....
Dice que el guiso huele bien, y me doy cuenta que han pasado sus buenos minutos. Lo destapo y lo olfateo, si que huele bien. Saco la daga y pincho un trozo de carne, está hecha, los trozos eran pequeños. -Huele bien gracias a las hierbas. -cojo un trozo de halita que habia conseguido por ahi, rayando un poco de esta sobre el guiso para salarlo. -Si no quieres morir entonces tendrás que estár dispuesto a matar. -ya fueran conejitos o cientificos humanos
Me explicó lo de las segundas casas. Torcí un poco el gesto… -¿Puñaladas por la espalda? No, no se molestan en ello. Pueden presentarte una máquina en la puerta de tu refugio, ni necesitan esconderse. El problema es que ellos no tienen aún ninguna casa por detrás que quiera ostentar al poder. Aunque me pregunto si un cambio nos favorecería a nosotros… Porque muy pocos grupos reconocen a los drows.- Asesinos, monstruos, aberraciones, éramos de todo a ojos de seres no mágicos… Y mágicos. Creo que únicamente los renegados nos aceptaban, y aún con cuidado. Y porque dejaban entrar a cualquier raza. Que si no…
Él parecía estar bastante concentrado en el guiso, y yo, por mi parte, alternaba miradas. Aunque la urraca graznando ante mi duda sobre su… Sexo me cazó toda la atención. Sonreí un poco. -¿Chico? Ya veo. De seguro que si fuera mujer sería menos majo.- Yo y mi teoría de que todas las mujeres estaban un poco locas. Y eran malas. Y tal. Él respondió con relativa calma a mi molestia por oír lo de la experimentación, poniéndome ejemplos un tanto explícitos. Entrecerré los ojos imaginando cada una de las cosas que iba describiendo, notando como mi asco, mi rabia interior, crecía por momentos.
-... Joder. ¡Joder!- Exclamé, mirando al suelo. Notaba que algo me ardía en el interior. Luego me lo miraba a él, que se entretenía con un ascua. ¿Realmente le habían pinchado? ¿Lo habían metido en situaciones diversas como las que describía? ¿Le faltaba un cacho de oreja por ello? Quería intentar ayudarle. No sé en qué cojones, pero me sabía mal no hacer nada. No es que yo fuera una persona caritativa, pero… Probablemente fuera algo de raza. Sentir que era lo más similar a mí que había visto en todo un año me ayudaba a tener empatía por él. -¿No te habrán metido algo raro en el cuerpo?- Aquello no era curiosidad. Aquello era preocupación pura y dura. O quizás le habían metido un chip para localizarlo. O algo así. Quizás estaban controlando lo que hacía, quizás… Lo habían dejado escapar…
… Empezaba a ser yo el paranoico. Me explicó que mató todo lo que pudo o todo lo que fue necesario. Me explicó como huyó. Aprenderse horarios. Ojos. ¿Los arrancaría de cuajo? Números. Contraseñas, pensé. Pero me advirtió que no cometerían otra vez el mismo error. -... No creo que yo tuviera capacidad de huir si acabara allí.- Murmuré. No era nadie sin mi arma. Era más frágil de lo que aparentaba, débil físicamente… Y tendía a ser muy poco irracional. Aunque Dyospiros tampoco parecía la persona más paciente… ¿Quizás aquello le había hecho cambiar? Justificaba su paranoia con creces.
Me dirigió la mirada tras mencionar los renegados. Eso, y una cuchara. -¿¡Eh, QUÉ!?- Yo no había visto qué me había tirado al principio. Me impactó en el pecho y la cogí en el aire, temblando. Me quedé unos segundos intentando pensar que había pasado. ¡Me acababa de tirar un utensilio! ¡Joder! ¡Me iba a comer! ¿Quién demonios le arroja una cuchara a algo si no pretende comérselo? ¡Ya tenía la señal definitiva! Aunque él no pareció… Querer seguir su asalto culinario. Me miré la cuchara, intentando relajarme. Quizás solo era alguna costumbre drow que no conocía. O humana. Qué sé yo. Él me echaba la bronca, diciendo que lo de la bomba era muy mala idea.
-¿Destruirlos desde dentro? ¿Cómo? ¿Ir a por los cabecillas? ¡Los humanos se reproducen como ratas! ¡Putas ratas! Y el problema es que las ratas son fáciles de cazar y comer. Los humanos no, se protegen. Y no se los come nadie, aunque eso podría cambiar…- ¿Humano a la parrilla? Quizás estaba hasta bueno. Había comido cosas peores. -Si matas lo que está por encima, siempre hay quien lo reemplaza. Excepto… Si al hacerlo discuten por quien sube en el poder. No están ordenados por casas, según sé. Quizás… Rastrear los líderes, jefazos… Ver quien tiene el poder… Convencer a los renegados para hacer algún ataque colectivo… O un boicot... - Me rasqué la barbilla, pensativo. -Las cosas son más fáciles ahí abajo.
En cuanto empezó a salar la comida me acerqué. Decía que era cosa de las hierbas. Me di un golpecito en el hombro, orgulloso. Aunque me quedé unos momentos empanado mirándomelo a él, más que al guiso. Era distinto mirarte a alguien pensando, qué había pasado o dejado de pasar en su vida. Experimentar… Empezaba a considerar justificable su agresión inicial. Aunque dudaba que quisiera mi compasión. Entonces me dijo, que debía estar dispuesto a matar. Hice porte serio. -Hasta el más idiota de los drows sabe eso. Se enseña a asesinar a alguien antes que hablar. Los humanos, en comparación, son tan… No se. Blanditos. No todos son enseñados así.- Saqué el cristal de la bolsa y mascullé una palabra. En drow. Me había olvidado que él entendía lo que decía… Y que quedaba un poco tonto. -Espada.- Solo necesité la mitad del bloque para formarla. La clavé en el suelo de inmediato, para demostrar que no tenía intenciones ofensivas.
-Realmente, que soy un curandero no es mentira. Pero… Bueno, le falta algo de información. También sé como cargarme a alguien. Sería de todo menos drow sin eso, ¿No crees? Ya… Ya he visto unas cuantas personas destripadas. Es probablemente que en el año que llevo aquí fuera haya acabado con más que cuando estaba dentro. Empieza a no importarme.- Me di cuenta que aquello había sido un poco peligroso. No debía hacerle gracia que tuviera un arma desenvainada. Gruñí. -Platos.- Eso lo dije en voz alta pero en broma. Y la espada, se convirtió en un par de platos. Le dejé uno a Dyos… Supuse que no estaba acostumbrado a ver uno de cristal, pero servía.
Si mi mentor me viera utilizar el bastón como utensilios de la vida diaria me mataba. Arranqué un trozo pequeño del mío (no físicamente) y me lo miré. No era muy grande… No debía afectarme en absoluto. Me daba algo de miedo pensar qué podía ocurrir si dividía permanentemente la cantidad de cristal… Pero era probable que ya hubiera perdido más trozos, aunque fueran ínfimos. Cuando explotó el centinela. -Tu repartes.- Le dije. Me daba igual que mi porción fuera mucho más pequeña. Entonces sonreí un poco y llamé a la urraca, con el trozo de cristal en mano… Se lo merecía. Quizás me había salvado la vida. -¡Roac! Mira que tengo, ¡Para tí!- Se lo ofrecí. Quizás no lo valoraba más que la argolla, pero… Bueno, para mí era simbólico. -Así pues, ¿Tu vives aquí? ¿Cazas conejillos para cenar? ¿O te dedicas a algo más? Curiosidad.- Aún me daba algo de miedo hacerle preguntas, pero… Esperaba que confiara en mis buenas intenciones.
Él parecía estar bastante concentrado en el guiso, y yo, por mi parte, alternaba miradas. Aunque la urraca graznando ante mi duda sobre su… Sexo me cazó toda la atención. Sonreí un poco. -¿Chico? Ya veo. De seguro que si fuera mujer sería menos majo.- Yo y mi teoría de que todas las mujeres estaban un poco locas. Y eran malas. Y tal. Él respondió con relativa calma a mi molestia por oír lo de la experimentación, poniéndome ejemplos un tanto explícitos. Entrecerré los ojos imaginando cada una de las cosas que iba describiendo, notando como mi asco, mi rabia interior, crecía por momentos.
-... Joder. ¡Joder!- Exclamé, mirando al suelo. Notaba que algo me ardía en el interior. Luego me lo miraba a él, que se entretenía con un ascua. ¿Realmente le habían pinchado? ¿Lo habían metido en situaciones diversas como las que describía? ¿Le faltaba un cacho de oreja por ello? Quería intentar ayudarle. No sé en qué cojones, pero me sabía mal no hacer nada. No es que yo fuera una persona caritativa, pero… Probablemente fuera algo de raza. Sentir que era lo más similar a mí que había visto en todo un año me ayudaba a tener empatía por él. -¿No te habrán metido algo raro en el cuerpo?- Aquello no era curiosidad. Aquello era preocupación pura y dura. O quizás le habían metido un chip para localizarlo. O algo así. Quizás estaban controlando lo que hacía, quizás… Lo habían dejado escapar…
… Empezaba a ser yo el paranoico. Me explicó que mató todo lo que pudo o todo lo que fue necesario. Me explicó como huyó. Aprenderse horarios. Ojos. ¿Los arrancaría de cuajo? Números. Contraseñas, pensé. Pero me advirtió que no cometerían otra vez el mismo error. -... No creo que yo tuviera capacidad de huir si acabara allí.- Murmuré. No era nadie sin mi arma. Era más frágil de lo que aparentaba, débil físicamente… Y tendía a ser muy poco irracional. Aunque Dyospiros tampoco parecía la persona más paciente… ¿Quizás aquello le había hecho cambiar? Justificaba su paranoia con creces.
Me dirigió la mirada tras mencionar los renegados. Eso, y una cuchara. -¿¡Eh, QUÉ!?- Yo no había visto qué me había tirado al principio. Me impactó en el pecho y la cogí en el aire, temblando. Me quedé unos segundos intentando pensar que había pasado. ¡Me acababa de tirar un utensilio! ¡Joder! ¡Me iba a comer! ¿Quién demonios le arroja una cuchara a algo si no pretende comérselo? ¡Ya tenía la señal definitiva! Aunque él no pareció… Querer seguir su asalto culinario. Me miré la cuchara, intentando relajarme. Quizás solo era alguna costumbre drow que no conocía. O humana. Qué sé yo. Él me echaba la bronca, diciendo que lo de la bomba era muy mala idea.
-¿Destruirlos desde dentro? ¿Cómo? ¿Ir a por los cabecillas? ¡Los humanos se reproducen como ratas! ¡Putas ratas! Y el problema es que las ratas son fáciles de cazar y comer. Los humanos no, se protegen. Y no se los come nadie, aunque eso podría cambiar…- ¿Humano a la parrilla? Quizás estaba hasta bueno. Había comido cosas peores. -Si matas lo que está por encima, siempre hay quien lo reemplaza. Excepto… Si al hacerlo discuten por quien sube en el poder. No están ordenados por casas, según sé. Quizás… Rastrear los líderes, jefazos… Ver quien tiene el poder… Convencer a los renegados para hacer algún ataque colectivo… O un boicot... - Me rasqué la barbilla, pensativo. -Las cosas son más fáciles ahí abajo.
En cuanto empezó a salar la comida me acerqué. Decía que era cosa de las hierbas. Me di un golpecito en el hombro, orgulloso. Aunque me quedé unos momentos empanado mirándomelo a él, más que al guiso. Era distinto mirarte a alguien pensando, qué había pasado o dejado de pasar en su vida. Experimentar… Empezaba a considerar justificable su agresión inicial. Aunque dudaba que quisiera mi compasión. Entonces me dijo, que debía estar dispuesto a matar. Hice porte serio. -Hasta el más idiota de los drows sabe eso. Se enseña a asesinar a alguien antes que hablar. Los humanos, en comparación, son tan… No se. Blanditos. No todos son enseñados así.- Saqué el cristal de la bolsa y mascullé una palabra. En drow. Me había olvidado que él entendía lo que decía… Y que quedaba un poco tonto. -Espada.- Solo necesité la mitad del bloque para formarla. La clavé en el suelo de inmediato, para demostrar que no tenía intenciones ofensivas.
-Realmente, que soy un curandero no es mentira. Pero… Bueno, le falta algo de información. También sé como cargarme a alguien. Sería de todo menos drow sin eso, ¿No crees? Ya… Ya he visto unas cuantas personas destripadas. Es probablemente que en el año que llevo aquí fuera haya acabado con más que cuando estaba dentro. Empieza a no importarme.- Me di cuenta que aquello había sido un poco peligroso. No debía hacerle gracia que tuviera un arma desenvainada. Gruñí. -Platos.- Eso lo dije en voz alta pero en broma. Y la espada, se convirtió en un par de platos. Le dejé uno a Dyos… Supuse que no estaba acostumbrado a ver uno de cristal, pero servía.
Si mi mentor me viera utilizar el bastón como utensilios de la vida diaria me mataba. Arranqué un trozo pequeño del mío (no físicamente) y me lo miré. No era muy grande… No debía afectarme en absoluto. Me daba algo de miedo pensar qué podía ocurrir si dividía permanentemente la cantidad de cristal… Pero era probable que ya hubiera perdido más trozos, aunque fueran ínfimos. Cuando explotó el centinela. -Tu repartes.- Le dije. Me daba igual que mi porción fuera mucho más pequeña. Entonces sonreí un poco y llamé a la urraca, con el trozo de cristal en mano… Se lo merecía. Quizás me había salvado la vida. -¡Roac! Mira que tengo, ¡Para tí!- Se lo ofrecí. Quizás no lo valoraba más que la argolla, pero… Bueno, para mí era simbólico. -Así pues, ¿Tu vives aquí? ¿Cazas conejillos para cenar? ¿O te dedicas a algo más? Curiosidad.- Aún me daba algo de miedo hacerle preguntas, pero… Esperaba que confiara en mis buenas intenciones.
-Nos favorecerian mas los magos, al menos no nos verian como ratas de laboratorio.
Me enfoco en el guiso, que ya está listo. Habia reservado unos trozos de carne de conejo para Roac a parte de la cabeza del bicho, que el pájaro sabra sacarle provecho. Se lo dejo ahi a un lado para que se entretenga comiendo, luego me tocaria a mi sacar la basura para variar. Encojo mis hombros por su comentario y niego. -No todas las mujeres aqui son como las mujeres drow.
Dejo que se escandalice todo lo que quiera. No habia esperado esa reaccion tan efusiva la verdad. Aunque tampoco me habia parado nunca a pensar como reaccionaria nadie ante mi relato. Asiento a su pregunta, lentamente. -Si. Usan una cosa, que inhibe la magia. No podia usar mi fuego fatuo, ni las esferas de oscuridad... te pega...corrientazos.- me da como un escalofrio y me paso una mano por la parte baja del cuello, recordandolo. -Me lo arranqué en cuanto pude. No debo de haberme dejado nada mas. Lo notaria. - Creo. Espero. Me habrian encontrado ya de no ser asi. O me habrian frito a descargas.
-Pues entonces no te dejes atrapar nunca. -le digo bajando el tono de voz por si acaso alguien fuese a oirnos, y no se sabe si lo digo como consejo, amenaza o qué. Luego se pone a hablar de ideas para joder a los de la alianza. -A mi , aparte de ir uno por uno cargándomelos se me ocurre cortarles los suministros. Pero eso no es tan sencillo.
Miro un poco a la defensiva lo que hace cuando saca ese cristal, que de pronto convierte en una espada. Sin que ni yo mismo me de cuenta, mi mano ya esta sobre la daga, dispuesta. Pero él clava su arma en el suelo y mis musculos se relajan de nuevo, poco a poco. -Ya veo. Eso es cosa de drows magos. Nunca se me ha dado muy bien la magia fuera de lo normal.
Lo miro con cara de "que tieeeeeeerno" cuando me dice que ha visto a unas cuantas personas destripadas. Transforma su espada en platos con intenciones de que comamos ahi. -No será radiactivo o algo? -le pregunto tomando el mio. Reparto el guiso en ambos platos a partes iguales, en estos casos me gustaria tener algo de pan para acompañar, pero esto es mas que suficiente. Mientras, el se entretiene dandole un pedazo de cristal brillante a Roac, eso me pone algo suspicaz -No se irá a transformar ese trocito que le has dado en espada mientras juega con ella, no?- le extiendo su plato de nuevo, esta vez portando una racion de comida. - Guiso de conejo a las finas hierbas cocido en jugo de setas y vodka. Una buena manera de cerrar el primer encuentro que tengo con un drow en mucho tiempo.... sabes? La gente en la superficie, se junta para comer, no por la comida, si no para hablar, tener reuniones. - parece que me debato constantemente entre odiarlos y querer integrarme con ellos, por como lo digo. Ah, si, que a qué me dedicaba me habia dicho.
-Cazador, recolector. Vivo aqui, de momento. No es seguro estar mucho tiempo en el mismo lado, pronto cambiaré. Y me dispongo a limpiar las calles de humanos de la alianza, no me van a volver a pillar desprevenido.
Recupero la cuchara de madera que le arrojé, hundiendola en el plato ese raro, pero mas centrado en la comida, llevandome una cucharada a la boca. Indudablemente, sabía bien.
Me enfoco en el guiso, que ya está listo. Habia reservado unos trozos de carne de conejo para Roac a parte de la cabeza del bicho, que el pájaro sabra sacarle provecho. Se lo dejo ahi a un lado para que se entretenga comiendo, luego me tocaria a mi sacar la basura para variar. Encojo mis hombros por su comentario y niego. -No todas las mujeres aqui son como las mujeres drow.
Dejo que se escandalice todo lo que quiera. No habia esperado esa reaccion tan efusiva la verdad. Aunque tampoco me habia parado nunca a pensar como reaccionaria nadie ante mi relato. Asiento a su pregunta, lentamente. -Si. Usan una cosa, que inhibe la magia. No podia usar mi fuego fatuo, ni las esferas de oscuridad... te pega...corrientazos.- me da como un escalofrio y me paso una mano por la parte baja del cuello, recordandolo. -Me lo arranqué en cuanto pude. No debo de haberme dejado nada mas. Lo notaria. - Creo. Espero. Me habrian encontrado ya de no ser asi. O me habrian frito a descargas.
-Pues entonces no te dejes atrapar nunca. -le digo bajando el tono de voz por si acaso alguien fuese a oirnos, y no se sabe si lo digo como consejo, amenaza o qué. Luego se pone a hablar de ideas para joder a los de la alianza. -A mi , aparte de ir uno por uno cargándomelos se me ocurre cortarles los suministros. Pero eso no es tan sencillo.
Miro un poco a la defensiva lo que hace cuando saca ese cristal, que de pronto convierte en una espada. Sin que ni yo mismo me de cuenta, mi mano ya esta sobre la daga, dispuesta. Pero él clava su arma en el suelo y mis musculos se relajan de nuevo, poco a poco. -Ya veo. Eso es cosa de drows magos. Nunca se me ha dado muy bien la magia fuera de lo normal.
Lo miro con cara de "que tieeeeeeerno" cuando me dice que ha visto a unas cuantas personas destripadas. Transforma su espada en platos con intenciones de que comamos ahi. -No será radiactivo o algo? -le pregunto tomando el mio. Reparto el guiso en ambos platos a partes iguales, en estos casos me gustaria tener algo de pan para acompañar, pero esto es mas que suficiente. Mientras, el se entretiene dandole un pedazo de cristal brillante a Roac, eso me pone algo suspicaz -No se irá a transformar ese trocito que le has dado en espada mientras juega con ella, no?- le extiendo su plato de nuevo, esta vez portando una racion de comida. - Guiso de conejo a las finas hierbas cocido en jugo de setas y vodka. Una buena manera de cerrar el primer encuentro que tengo con un drow en mucho tiempo.... sabes? La gente en la superficie, se junta para comer, no por la comida, si no para hablar, tener reuniones. - parece que me debato constantemente entre odiarlos y querer integrarme con ellos, por como lo digo. Ah, si, que a qué me dedicaba me habia dicho.
-Cazador, recolector. Vivo aqui, de momento. No es seguro estar mucho tiempo en el mismo lado, pronto cambiaré. Y me dispongo a limpiar las calles de humanos de la alianza, no me van a volver a pillar desprevenido.
Recupero la cuchara de madera que le arrojé, hundiendola en el plato ese raro, pero mas centrado en la comida, llevandome una cucharada a la boca. Indudablemente, sabía bien.
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