Cueva de la desesperación

Mi primo se ve un poco mejor conforme reúne agua por la cueva, ayudado por el anillo que le he dado y cerrando las últimas heridas de Ben. Todos ya recompuestos y tal deciden irse a por unas cervezas, o tan solo desaparecer de este lugar donde ya no queda mucho.

-Eh, no te olvides de devolverle el anillo al elfo.

Y después de eso Lykaios se va, llevando al resto de su Brigada. Yo termino de atender a los que quedan por la cueva, apremiándolos a buscar un lugar seguro y recogiendo a Yang antes de dirigirme hacia la entrada, donde los dragones se preparan para marchar también. Antes de eso, le dirijo una mirada a Villentretenmerth, ya todo mucho más calmado que cuando lo trajo con la esperanza de que nos ayudara.

-Gracias por todo, amigo. Nos veremos pronto.

Cuando él ya sigue a las dragonas yo miro alrededor, el sol iluminando el bosque y las cercanías, dejando ver la destrucción y el sufrimiento causado en una sola noche. La muerte, única ganadora victoriosa en cualquier guerra. Tras unos minutos allí meditando sobre mis siguientes pasos decido volver a la isla, buscar a Lyran y Anteia, asegurarme de que están bien.

Chloe nos habia desaparecido de las calles de Bastion, de aquel maldito lugar, y reaparecimos aquí junto a la entrada de la cueva de la desesperacion, con un violento chasquido. Sentí una sacudida en el cuerpo, el teletransporte de los magos era siempre extraño de experimentar. Pero aqui estabamos. Solté a Roäc y me puse en pie, ayudandome del hombro de la chica para hacerlo, porque por extraño que pareciera toda la agilidad y fuerza fisica que habia tenido antes, habia desaparecido de un plumazo al volver yo.

A veces pensaba que tenía razón y que sí, que lo necesitaba a él para sobrevivir. Pero afortunadamente el cuerpo de mi amigo ensangrentado me recordaba los peligros y los riesgos de dejarle a él. No....no lo haría más.

-Ha sido mi culpa. - dije con voz queda, rasposa y rota. Pero no confesaría más. No era capaz de verbalizar aquello. Despegué mi mano del hombro de Chloe y miré hacia un lado y hacia otro. Aquel lugar...había sido nuestra casa una breve temporada, de Roac y mía. Miré a la chica de reojo...empezando a percatarme de ella como ser vivo y presente ahí a mi lado, como si antes no hubiese existido para mi. Me había visto llorar, y eso no me gustaba nada. Aparté la mirada de ella rapidamente y me puse a mirar al suelo.

- No sé como se debe enterrar a un elfo. A un amigo. ... -la tarea que tenia por delante se me hacia insuperable. Pero debia hacerlo, no podia dejarlo ahi para los lobos, simplemente... pero y para los gusanos? Tampoco... él siempre habia amado el aire, verdad? El viento era su elemento, no la tierra. Quiza debiera convertir su cuerpo en cenizas y echarlas a volar en esta zona. - Quizá el preferiría ser incinerado. - y yo que sabía?

"a los muertos en verdad esas cosas deberia darles igual..."

Miré de nuevo a la chica pausadamente y mis ojos se entornaron.... - No sé si te conozco....

La aparición en la Cueva de la Desesperación no me trae muy buenos recuerdos, este lugar me hace revivir los malos momentos que vivimos el día de la batalla. Caos y sangre por doquier, como haciendo honor al nombre de la cueva. Tal vez me haya pedido venir aquí por algo relacionado con ese día, pero creo recordar que él no estaba aquí. He reconocido su cara por haberlo visto en la base, en alguna reunión o por los pasillos, pero poco más. Pierdo un poco el equilibrio cuando Dyospiros se apoya en mi al levantarse, evidenciando que está bastante tocado.

- No, no digas eso. - le animo sin saber la verdad, dando un par de palmaditas en la mano que ha apoyado en mi hombro durante un instante. Después miro al cuerpo del elfo, provocando que mis ojos vuelvan a humedecerse por lo trágico de la situación. La verdad es que me gustaría irme de aquí y olvidarme de todo esto, pero no puedo hacerlo, no puedo dejarlo solo ahora, aunque no seamos amigos ni nada por el estilo. Es alguien que necesita ayuda, y eso es suficiente. - Debes despedirte de él como es debido...es necesario. - a Aiwëndil no le serviría de nada ya, aunque me gustaría pensar que, desde algún lugar, él será capaz de escucharle. Ya sea como espíritu, o como forma de energía que vuelve a reintegrarse de alguna manera en el ciclo de la vida. A Dyospiros seguro que sí le sirve despedirse del que fue su amigo, así que asiento a su idea de incinerarlo.

- De cualquier manera está bien, lo importante es lo que le digas. - eso es algo que yo tengo pendiente, ir a Francia a visitar la tumba de mi madre. No he querido pensarlo hasta ahora, pero no debo posponerlo más. Tendría que haber ido con mi padre, que salió de viaje para allá hace varios días. Creo que debería dejar intimidad al drow para hacer lo de la despedida, pero antes le ayudaré a prepararlo todo. Por suerte estamos casi en la entrada de la cueva, no hay problema alguno en hacer una hoguera. - Colócalo donde quieras...vamos encargarnos del fuego, ¿vale? - no necesitamos a nadie que domine ese elemento, todo gracias al mechero que llevo en el bolsillo del pantalón, el mismo que habría usado para encender el porro de antes si Lyran no hubiese interrumpido.

- No formalmente, al menos. Yo te conozco de verte por la base de los renegados. Sí conocí a tu amigo. Estuvo aquí ayudando a curar gente el día que sucedió la batalla de Bastion Hollow. Parecía muy buena persona...

"no sabes de que hablas, niña"

Pensé mirandola con unos ojos hundidos, una mirada un tanto tétrica y algo perturbada. Que no habia sido mi culpa. Que no dijera eso. Una mentira. Por mas que quisiera contarme esa mentira, no haria que acabase siendo cierta. Me di cuenta de que la estaba mirando de un poco quiza demasiado intenso y entonces volvi a apartar la mirada, me dio miedo que pudiera ver la verdad escrita en mi rostro.

-Deberías irte de aqui cuanto antes... - la advertí. Y si volvía a perder el control? Y si volvía él a tomar la luz? No quería hacer daño a alguien inocente....y yo no podria controlarlo. Y ella no sabía mi nombre. Pero Roäc lo había conseguido antes....aun no me lo podía creer. Era como estar flotando en mitad de un sueño, de una pesadilla. Quizá lo era, despertaría? Quizá...

"lo que diga...."

-Fuego entonces.

Dije mirando a mi amigo. Se me volvió a quebrar la voz al final. Me temblaron las manos y tuve que guardarlas en los bolsillos del raido abrigo. Maldije usando el drow, sonando extremadamente furioso en aquella incomprensible frase para Chloe. El viento empezó a levantarse mientras Chloe me respondía, primero se intuyó como un susurro en el bosque, al mover las copas de los arboles. Luego hojas y ramitas secas se desprendieron y comenzaron a revolotear sin sentido movidas por las corrientes de viento que anunciaban una incipiente tormenta, pues traian el olor a lluvia. El bosque parecía hablar en esos momentos con la voz del viento. Quizá estaría echando ya de menos a uno de sus elemtaristas? Lloraba la muerte de un hijo? Ojalá fuese asi...era triste que solo estuviese yo para llorarlo.

Y Chloe. Me di cuenta al mirarla de nuevo a la cara, a los ojos, brevemente.
-Si....algo recuerdo ya. Tienes que darme tu nombre, eso no lo recuerdo.- no sabía de que batalla hablaba. Habían algunas cosas que se me escapaban aun. - No parecía muy buena persona. Lo era.....

"que voy a hacer sin...sin él...?"


Me di la vuelta y comencé a buscar cosas que nos sirviesen para hacer una pira. Ahi en la entrada de la cueva era un buen lugar. Advertí a Chloe que se acercaba una tormenta y que lo mejor es que lo hiciesemos rapido. Caminaba perdido en mis pensamientos, mirando mis pies, recogiendo madera cuando la encontraba por ahi. Me alejé un poco de Chloe y del cuerpo de Aiwendil. Llevaba ya un brazo entero cargado cuando topé con un arbol que se habia secado y pensé en que aquella madera sería muy util. Agarré una rama con mi brazo libre y taté de arrancarla, pero no pude. Pegué varios tirones mas pero al parecer no lo estaba haciendo con la suficiente fuerza, me escurrí y me cai de culo. Se me cayeron todos los maderos al suelo. Como si aquello hubiese sido una chispa para volver a encender mi rabia, miré al marchito arbol y me levanté comenzando a soltarle hostias como un perro rabioso, gruñendo a cada golpe, hasta que me reventé los nudillos entre astillas de madera y corteza saltando aqui y allá. Al final la maldita rama se desprendió, pero para entonces ya no me interesaba la puñetera, y habia acabado estampando mi frente contra el tronco ( con bastante fuerza), esta vez las lagrimas bajaban por mis mejillas de modo silencioso tras el estallido de rabia. Me abracé al tronco con las manos crispadas con los ojos clavados en el suelo, regulando la respiracion agitada. Entonces mi vista se fue a la gruesa rama que habia conseguido romper. Me agaché y la recogí, junto con el resto de leña, pero antes me eché la capucha sobre el rostro, y me encaminé hacia donde habia dejado a la joven bruja, aunque no sabia si estaria ya junto ala entrada o seguiria buscando leña.

Saco el mechero de mi bolsillo para pasárselo a Dyospiros cuando por fin se decide por el fuego. Lo pongo en su mano, esperando a que lo coja y se lo quede para que sea él quien decida cuándo hacerlo. Hago un gesto negativo con la cabeza cuando dice que debería marcharme, explicándome después. - Te ayudaré a tenerlo todo listo, y después me marcharé para dejarte intimidad. Sé que era tu amigo y yo no pinto nada aquí, pero al menos quiero asegurarme de que va todo bien...- o todo lo bien que puede ir en estas circunstancias. Me estremezco ligeramente como consecuencia del viento que se levanta, pasando las manos por mis brazos para calentarme un poco. Sonrío levemente al escuchar que le sueno de algo, a pesar de que no recuerde mi nombre.

- Chloe Hacksaw. Creo que estuviste en la misión de rescate en la base de la Alianza...mi hermano estuvo allí. - asiento ligeramente a eso de que Aiwëndil era realmente muy buena persona, él lo conocía bien y estoy segura de que no se equivoca. - Estoy segura. Ojalá hubiese podido conocerlo más. - podríamos haber llegado a ser amigos, a intercambiar conocimientos y trucos de sanación, a divertirnos. Ya no será posible. Me alejo de Dyospiros para ir a buscar material para la pira, sin poder quitarme de encima ese sentimiento de pesar y ese nudo en la garganta. No es sólo por él, es también por lo mío. Una mezcla de todo.

No recorro demasiado camino, permanezco cerca de la entrada de la cueva para coger del suelo algunas ramitas secas y restos de matorrales. Comienzo a levitar lo que he recogido en cuanto tengo un montoncito apilado en el suelo, dirigiéndome de vuelta a la entrada de la cueva. Lo deposito de nuevo sobre el suelo, esperando un par de minutos antes de que llegue Dyospiros. Él ha recogido más leña que yo, así que juntando lo de ambos será suficiente. - Bueno...esto ya está. Os dejo solos, si no necesitas nada más de mí.

Vi a la muchachita no muy lejos de alli, con aquel miserable monton de ramitas. Lo observé y lancé un largo suspiro por aquello.... no daría ni para quemar a una ardilla.... Junté su leña con la mia. Algo sabía de hogueras, sabia como hacerlas pequeñas, que respirasen por debajo...esta tendria que ser mas grande. Seguramente tuviese que seguir recogiendo leña cuando Chloe se fuese,  o no tendria suficiente con la presente. Pero al menos asi ocupaba la cabeza con otras cosas. Recoger leña era facil. Estaba en silencio y mis pensamientos vagaban de un lado a otro, tambien en los retazos de la conversacion con ella, una de las primeras conversaciones coherentes que tenia con nadie desde hacia....meses.

-Oye...cuanto tiempo hace de la batalla de Bastion Hollow? - le pregunté bajo las sombras de la capucha, agachado junto a la pila de leña que esforzadamente estaba acoplando. Me di cuenta de que no llevaba cuenta del tiempo. -¿Qué mes estamos?

Pero tambien habia mencionado otro nombre, otro que temía mucho mas , uno que hizo que se me estremeciese el cuerpo de arriba abajo... "alianza". Quedé como paralizado de modo extraño, aterrorizado. Se me crisparon las manos entorno a la leña, se cayeron un par de ramas y empecé a abrir y cerrar los puños. Respiraba con la boca entreabierta pero los dientes apretados, y mis manos se movian como si buscara algo que agarrar, algo afilado...

"no, no, no! No lo necesitas ahora!!!!"

MIré a la chica, girando mi cabeza hacia ella despacio...
-Chloe...Hacksaw.... - quería recordar su nombre. Recordaba perfectamente aquel dia, los dos semielfos lucharon a mi lado. Hablé con mi hermano por primera vez, nos zurramos. Hasta parecian tiempos felices. - No hables de ese sitio delante de mi...por favor....

Aparté la mirada de ella y me froté los ojos con brusquedad, diciendome cosas a mi mismo, casi parecia que estaba rezando algo, alternando en el drow y en el inglés, hasta que pegué un puñetazo en el suelo y elevé la voz.
-CÁLLATE!

"lo vas a estropear todo otra vez!!!"

Me puse en pie y gruñí, caminando de un lado a otro y sujetándome la cabeza, hasta que bruscamente me giré a Chloe y la agarré por los brazos zarándeandola con un poco de fuerza de mas.
-Dyospiros. Sí, necesito algo mas de ti. Recuerda mi nombre,con el apellido. Dyospiros Sreysnah. - me reí brevemente con una inocencia extraña. - Un poco impronunciable para los humanos, verdad? Pero acuérdate, sirve para llamarme. Ahora vete, viene tormenta. - y aunque le decía que se fuera, no llegaba  a soltarla, y la miraba a los ojos directamente.

Entorno levemente los ojos para mirar hacia un lado con cara de estar echando cuentas de los meses que han pasado desde esa batalla, resoplando porque me parece que hace mucho. - Fue a finales del verano. Y ya estamos en junio otra vez. Ha pasado bastante. - en realidad me da la impresión de que el tiempo ha pasado muy despacio, pero eso es algo bastante subjetivo. Observo a Dyospiros con curiosidad, recordando en este preciso instante que la primera vez que lo vi fue en esta cueva, una vez que estaba muy herido y lo ayudé trasladándolo a la base para curarlo.

- ¡Claro! ya me acuerdo...qué mala memoria. Te curé aquí una vez. Te recogí y te llevé a la base, así sin permiso. - justo como he hecho con Erebo. Parece que tengo la "mala" costumbre de traer cosas rotas a la base, o eso dicen algunos. - Parece que todo pasa siempre en esta cueva. Deberíamos cambiarle el nombre, así dejaría de ser una cueva en la que pasan cosas malas. - retrocedo unos cuantos pasos de espaldas al ver esa especie de yuyazo que le da, así tan repentino. Como si le estuviese entrando ansiedad, ganas de matar a alguien o un poco de todo a la vez. - O-oye...¿estás bien? - hago un pequeño gesto de acercamiento, pero me detengo de nuevo al escuchar que me pide que no hable de los campos de nuevo. - Lo siento, no me di cuenta. A mi hermano también le pasa, no le gusta oír hablar de ese sitio. - pego un pequeño respingo cuando me grita que me calle, empezando ya a asustarme por lo repentino y violento de sus formas.

- ¿Qué te pasa? ¿qué...qué haces?

Intento evitar que me agarre cuando viene a zarandearme, mirándole desconcertada y visiblemente asustada. Su agarre incluso me hace algo de daño, no termino de comprender lo que pasa. Debe ser estrés post traumático o algo así, pero no tengo ninguna droga que pueda darle para calmarlo. Repito su nombre en voz baja y sin dejar de mirarlo a los ojos, sólo por seguirle el juego y que no se ponga más violento. No es buena idea llevarle la contraria a alguien con un brote así. El pobre parece más afectado mentalmente de lo que parecía en un principio, y no me extraña. Entre el encierro en los campos y la pérdida de su amigo debe estar bastante hecho polvo. - Lo recordaré, pero suéltame, por favor.- pego un pequeño tirón al notar que hace fuerza, liberándome de su agarre de este modo. - Te dejo solo para que te despidas de él, intentaré ayudarte de algún modo si nos volvemos a encontrar. - podría quedarme, pero no sería sensato teniendo en cuenta que estoy sola y que si se pone agresivo no puedo detenerlo. Necesitaría compañía para hacer esto. - Ya...ya sabes por dónde encontrarnos, Bastion Hollow. Suerte. - murmuro en voz baja, alejándome de espaldas unos cuantos pasos antes de utilizar la desaparición para irme de allí.

Finales de verano. Que? Finales de verano?! No podía ser. Un año? Casi un año?   Yo no recordaba muy bien lo que había ocurrido antes, pero si que recordaba mas cosas que cuando simplemente me desperté del coma en aquella bañera. Sabía que habia acabado muy malherido, todo se volvió borroso en la casa, y nada a partir de ahi....  Pero se ve que logramos pedir ayuda a los renegados, y claro, ella....de eso me reconoció. Yo no podia decir lo mismo sobre ella. Estaba bastante agobiado al percatarme de que habia pasado un año desde una batalla que yo ni si quiera habia vivido porque estaba vegetal.... pero logré articular una palabra para la joven.

-Gracias por salvar mi vida entonces. - y quizá ahora. Quien sabía.

Si, todo ocurría en esta cueva. Pocas cosas buenas habia traido. Pero no se me habia ocurrido un lugar mejor al que poder ir....ahi habiamos sufrido pero habiamos estado juntos, todos. En momentos distintos, si. Pero era mi propio pozo de recuerdos, eran recuerdos de drarañas, bichos desagradables, pero tambien de fogatas y conversaciones. Las otras veces que habia estado ahi? Estaba medio muerto y no las recordaba.

Aquella parte de nuestra conversacion habia muerto cuando la agarré por los brazos, mi inestable mente sobre la cuerda floja, haciendo  equilibrios con pericia y agonía por no caer y que el otro cogiera el testigo, aun mas afectada por la noticia del paso del tiempo, al saber cuanto tiempo habia pasado en aquellas diabólicas salas y cámaras de tortura.

-¿Estoy bien? No lo sé. A veces...a veces no soy yo. Pero no, no debemos hablar de eso ahora... - al tiempo que ella me miraba con susto y luego pegaba un tiron para soltarse, yo puse mi dedo indice sobre mis labios en señal de silencio. Sonreí tras éste al escucharla que se habia quedado con mi nombre. Cuando se soltó la mano que aun la agarraba se crispó, pero tras unos segundos, logré respirar con calma.

Se alejó, siguió ofreciendome su ayuda y luego se desapareció, chas, y ya no estaba ahi. Parpadeé...y me senté de culo en el suelo. Luego me tumbé al lado de la pira aun mal construida, y torcí la cabeza para verla, y por el rabillo del ojo captaba..la silueta del cuerpo de Aiwendil recostado contra la pared de la entrada a la cueva. Su cabello se agitaba mecido por el viento, dandole un aspecto fantasmal.  

Aparté la vista rapido y me puse a buscar mas leña, me llevó un buen rato construir la pira decente a la entrada. Por fortuna, la tormenta aun estaba respetando. Cuando llegó el momento puse combustible en forma de hojarasca abajo. Hurgué en mis bolsillos, tenia el mechero de Chloe y....una petaca. La saqué y la miré extrañado, yo no recordaba haber....ah, si. Era del... ah...

"del mendigo que se cargó para robarle ....que...nos cargamos.... "

"vamos...como si Dyospiros nunca hubiese matado una mosca.....tontaina...."

Por un momento, sonreía de lado de modo sardónico. Pero aquello duró apenas dos segundos. La abrí y vacié todo el contenido alcoholico en la pira, serviria como un buen iniciante.  El momento se acercaba. Notaba que el nudo del estomago volvía a apretarse, tal como lo hicieron mis ojos al girarme a mi amigo y arrodillarme frente a él, que estaba sentado. Le aparté el pelo de la cara, tenía que verlo antes...Su rostro me dolía, su expresion, su voz y su recuerdo.

-Compañero... no, hermano. -  me obligaba a mirarle a la cara aunque eso causaba que las lagrimas volviesen a agolparse en los ojos. - Aunque no merezco llamarme eso de tí. Verdugo...decepcion. ¿Te acuerdas cuando me paraste los pies en esta misma cueva hace unos años cuando casi destripo al enano...? por qué...por qué siempre has sido capaz de ayudarnos a todos, y cuando tenias que pararme de verdad, no lo hiciste? Imbécil. - no podía enfadarme con él, aunque eso lo escupí con auténtica rabia. - Maldito imbécil.

Me abracé a él otra vez, por última vez, y rompí a llorar de nuevo, y le hablé aunque apenas se entendía nada. Basicamente le dije que no lo olvidaría en mi vida, que me habia salvado, y que quizá, nos volveriamos a ver pronto, el reencarnado en ave y yo en....arbol frutal.... porque no queria creer en el infierno y el cielo, eso significaria que nunca lo volveria a ver....

No solo lo perdía a él, si no que me llevaba su muerte conmigo. Y tenía miedo, porque no sabía que le pasaba a mi cabeza, obviamente no lo podía entender.  Una cosa es que fuese un asesino de asesinos, y otra, haber matado a sangre fria a un amigo, viéndolo todo como si estuviese atrapado dentro de mi propio cuerpo y no pudiese hacer nada por evitarlo. Cuando aquello que matábamos eran enemigos, era muy facil...pero aquello habia roto todo. Despues de un tiempo indeterminado, me separé de él otra vez y limpié su cara de sangre. Habia perdido ya su buen color de piel habitual... la mueca de la muerte le cambia la cara a todo el mundo en cierto modo....tras acabar de limpiar su mejilla mi mano acabó en su oreja. Tomé uno de sus pendientes, un aro, y me lo guardé en un bolsillo. Luego, lo tomé en brazos y lo tumbé en su pira. El cielo amenazaba, y el viento no me lo pondría facil, o si el viento respetaba a Aiwendil minimamente, si lo haría.  Por un momento parecia una madre recolocandole mucho el pelo y la ropa una vez lo tenia tumbado ahi, antes de agacharme y prender fuego abajo. Aquello tomó fuerza rapido. El viento al final ayudó a avivar las llamas. Me aparté un poco y me senté en el suelo de la cueva, mirando a las llamas.

El fuego de la pira se alzó alto pronto. Las llamas crepitaban y dañaban mis ojos enrojecidos, pero la capucha ayudaba. El humo y el olor a cuerpo quemado llenaban mis fosas nasales y abracé mis rodillas. Mirando el fuego por momentos me sentía desfallecer, las energías me abandonaban a mi tambien, empezaba a marearme y a no encontrarme nada bien. Me tumbé de lado en el suelo, al resguardo de la roca, pero cerca de la pira que aun ardía en el exterior, mirándola arder. No lo sabía, pero seguía llorando, las pavesas mientras ascendían en el cielo y bailaban con gracia. Quería aguantar, pero mi cabeza divagaba, y mi cuerpo me decía que no. Acabé dormido ahi frente a la pira, o inconsciente...el caso es que cerré los ojos antes de que las llamas terminasen de devorar el cuerpo de Aiwendil. Y allí permanecería toda la noche, incluso durante la tormenta que vendría despues...

Al día siguiente, empecé a volver a ser consciente de mi mismo con las primeras luces del amanecer. Hay despertares agradables, que despiertas descansado, y otros que no lo son. ESte ultimo era uno de los desagradables, en los que desearias no estar despertando.  Empecé a notar un incomodo e insistente dolor por todo el cuerpo, quizá porque estaba helado al pasar la noche a la intemperie, quizá porque el olor a carne quemada aun habitaba en mis fosas nasales, o quizá porque habia dormido mal y llevaba un par de días olvidado de comer o beber nada.

Cuando abrí mis ojerosos ojos, tumbado de lado en la piedra del suelo de la cueva y mirando hacia el exterior, se me escapó un lento y quedo gruñido a modo de lamento al ver la pira funeraria negra, derrumbada, quemada, humeando levemente. El olor me indicaba que habia llovido. Con la cabeza aun embotada, intenté comenzar a levatarme.

-No...no... - no a que ojalá no hubiese llovido antes de que se quemase todo el cuerpo. No quería tener que ver aquello. Angustiado me levanté, trastabillé con mis propios pies y me aventuré a ver la pira. Afortunadamente...no quedaba nada digno de asustarme...aunque lancé un suspiro de frustracion al ver que quedaban algunos huesos ennegrecidos y humedos. Y que las cenizas, claro, se habian mojado, y eran un amasijo negro y apegotonado....

Ni en su muerte era capaz de hacerle justicia.

-Te burlas de mi...? - dije mirando al cielo con sensación de abandono. Volví a suspirar y me agaché, los huesos mas grandes no habian ardido, tendría que enterrarlos. Curiosamente, estaba tan cansado que ya no podía llorar mas. Hice todo aquello con un extraño estoicismo. Recogí los huesos, el cráneo entre ellos, y cavé una pequeña tumba para ellos al borde de la cueva. Los enterré y me pasé horas grabando en la roca de la pared su nombre, aquel por el queso​ yo lo había conocido, "Roäc". Eso al menos, estaba bien. Las piedras recordarían su nombre. Pero tenía otro, uno que habia llegado a oir, asi que estuve otro buen rato para añadir el de "Aiwëndil". Era un nombre bonito, sonaba muy bonito, pensé mientras lo escribia en roca usando mi cuchillo aun manchado de sangre reseca, insistiendo una y mil veces hasta mellar la punta.

Para cuando terminé, ya era el mediodía. El escaso sol inglés habia secado algo las cenizas. Recordé que en esta antigua cueva tenia mi refugio, y si nadie me habia robado, aun tendria alli algunos utensilios que me servirian para guardar las cenizas y llevarmelas de alli conmigo. Me interné en la oscuridad de la cueva, con mi semblante grave, y ausente.

Mis ojos probaron que seguían funcionando en la oscuridad. O al menos lo hacía uno de ellos. El otro...el otro no veía un pimiento a oscuras, me di cuenta. Bastante era que lo conservaba después de aquello....

Meneé la cabeza para espantar aquello de mi cabeza. Debía mantenerme cuerdo. Autero, alejado, otra vez. Caminé y llegué a aquella pequeña cámara. Aparté de mi mente los recuerdos que me traian todas aquellas cosas, o si no, me moriría de pena alli mismo.

"Tienes que saber defenderte a ti mismo o él volverá"

Busqué, afortunadamente nadie habia robado nada. Cogí una ollita y salí. Una vez habiamos hecho un guiso de conejo bastante bueno ahí.

"No, fuera."

Estaba fuera de la cueva, nuevamente. Mis pupilas se reajustaron a la luz... una mas sensible que la otra. Me agaché al lado dela pira y lo recogí todo en la olla, cerrándola despues. Me puse en pie y miré hacia atrás.... no habria de volver nunca al interior de esta cueva. No a la pequeña cámara de recuerdos que habia aun en su interior. Pero se me ocurrió que..quizá las ciudades subterráneas serían un buen castigo para alguien como yo.

El sol se alzaba en mi cabeza alto y sopló de nuevo el viento, pareciendo que me decía "aún no". Levanté la barbilla y lo escuché. Di media vuelta, y eché a andar con la olla entre mis manos, echándome la capucha sobre la cabeza, alejándome de aquel lugar dejando los restos de una gran hoguera y la tierra revuelta y la roca gravada como unicos testigos de lo acontecido alli esa noche.