Cabaña familia Eire [en bosque de Dean]

En cualquier otra ocasión me habría reído de las ocurrencias de Giordano o me habría enfadado pues tenía la habilidad especial para acabar con mi paciencia pero el comentario sobre mi ceguera hace que agache la cabeza, intentaba distraerme siempre con el pollo, buscando las runas de la casa, las habitaciones secretas, tomando el sol, pero el hecho de que solo podía ver luces como si fuera a través de un cristal opaco era ineludible -no Giordano, no voy a venderte nada... - suspiro algo apesadumbrado y al no encontrar al mago pasé a localizar la cama para sentarme en ella y no matarme con cualquier cosa que hubiera por ahí.

-A Lucio... - se me hace un nudo en la garganta, la tristeza y preocupación me invaden pero no podía ponerme a llorar mucho menos frente a Giordano que la última vez me había dado un palizon con eso de llorar por el medimago -Al final no podrás pintarlo desnudo como querías... Solo espero que vuelva de una pieza... Él y Sayid...- me llevo una mano al rostro y hago como si los cerrara para frotarlos como si estuviera con la vista agotada pero solo de pensar en las cosas terribles que podían estar pasando me agobiaba demasiado - la misión ha sido muy distinta a la de Turin, esta vez fui solo a hablar con los guardianes, me dieron esto- le enseño el báculo de mi bisabuelo que ahora era mío - para realizar la convergencia y unir los tres puntos de magia tuve que canalizar todo eso desde la torre del reloj de praga... Ya viste lo que le sucedió a Lucio solo por caer a aquel pozo, ahora imagina todo ese poder pasando por mi cuerpo- solo de mencionarlo sentía como miles de alfileres me pinchaban por todo el cuerpo, aquel dolor que sentí durante lo que para mí fueron horas y horas de sufrimiento.

La pregunta y el toque en el hombro hacen que gire la cabeza en dirección a él, tal vez así pueda asegurarse de que mis ojos ya no son lo que eran y no piense que quiero venderle lotería, también noto como mi nuevo amigo rojo hace un ruido y cambia rápidamente de hombro al que ha tocado Giordano ¿habrá intentado darle un picotazo? Espero que si -Tranquilo Rubi- levanto la mano para acariciar al pájaro, era una bolita tan suave y amable, al menos conmigo -Estoy aquí porque es un lugar seguro, aún no me he recuperado y salir... Así sería un problema, no quiero causar problemas ni molestar a nadie, no sirvo de mucho estando así- le hago una señal al pollo para que baje hasta mi regazo y poder acariciarlo mejor, como wl malo de una peli a su gato.

El sonido de un teléfono llama mi atención, probablemente el de Giordano -tal vez te necesiten en la isla, deberías volver, no hay cupones para ti aquí-

Nos habíamos marchado a la pequeña aldea en el que se estaban refugiando los que huyeron del castillo Le Fay, un lugar tranquilo en el que esperar mientras terminaban todas las labores de reconstrucción de la isla. Una vez allí, Adael no tarda demasiado en localizar la nanotecnología que han implantado en mi cuerpo, encargándose de sacar el metal usando sus poderes. A través de un pequeño corte en mi antebrazo comienza a extraer las diminutas piezas, dejándome libre de esa cosa que me daría descargas si intentaba hacer magia, y que me localizaría allá donde fuese. Tal vez Blair lo supusiese, pero tampoco me iba a parar demasiado a pensar. Le dí las gracias a mi compañero, haciendo una pequeña prueba con un sencillo hechizo de levitación para ver si todo había salido bien. Tras estar seguro, uso la desaparición para marcharme de allí, llevando a Aldaron de vuelta conmigo. Por el momento no le habían contestado al mensaje sobre Éamon, así que habría que insistir.

Reaparecemos justo en el punto en el que nos recogieron antes, pues yo no conozco la ubicación exacta de la casa de Sean y no puedo ir directamente allí. Dejo que Aldaron me guíe hasta el lugar, manteniéndome en un silencio bastante tenso porque no sé qué me voy a encontrar. Ha pasado demasiado tiempo desde que hablamos por última vez, al menos desde que hablamos en condiciones. Si no pasaba una cosa, pasaba otra peor. - Sigues sin contarme que le ha pasado exactamente a Sean. Ojalá no haya sido tan grave. - murmuro al elfo cuando nos detenemos delante de la pintoresca casa, muy al estilo del descendiente de Merlín. No se trata de ningún castillo lujoso y enorme, como era el Le Fay, sino que es mucho más sencillo. Suspiro algo temeroso de lo que pueda encontrar, aunque a la vez tengo muchas ganas de reencontrarme de una vez. Dejo que el elfo abra la puerta, caminando con él en dirección hacia donde se escuchan las voces. Al menos sé que Sean está consciente, pues le escucho hablar con Giordano. Parece que desde la misión están más unidos que antes, o que Giordano esta siendo buen compañero viniendo a visitar a Sean. Raro en él, tan asocial.

Me quedo parado un instante en la puerta sin llegar a entrar, viendo por fin el rostro de Sean cuando éste se gira llevando una pequeño fénix sobre su hombro. Eso me habría llamado la atención, de no ser porque hay otra cosa que la capta, y de manera mucho más dolorosa. - Sus ojos... - susurro impresionado por el aspecto que presentan, muy similares a cómo se me quedó mi ojo tras caer al pozo de magia. Se me hace un nudo en la garganta de pensar que se ha quedado ciego, con lo mucho que le gustaba saber y adquirir conocimientos. Con razón Aldaron no terminó la frase de que se alegraría de verme. No puede ver. Intercambio una mirada con el elfo como pidiendo explicaciones, aunque sé que no puede dármelas. No es justo que haya perdido la vista por tener que sacrificarse en la misión. Nada de esto es justo. Finalmente me atrevo a entrar, plantándome en mitad de la habitación para que Giordano pueda verme, y para que Sean pueda escucharme.

- No tienes remedio...siempre pensando en los demás antes que en ti mismo. Deberías hacer caso a Giordano y dejar de estar enclaustrado. - intento que mi voz no suene tan preocupada como realmente estoy, aunque no sé si lo consigo.

- Una lástima...te lo habría comprado. - le repsondí a Sean en plan casual cuando me dijo que no queria venderme nada, sonando como totalmente sincero y natural por mi parte. - Eres convincente, serias capaz de vender una aspiradora a unos nómadas del desierto del Sahara....

"uhm aspiradoras..."

Hago una mueca cuando me recuerda aquello que le dije, que obviamente dije muy de coña, pero él se sigue acordando... Aunque hasta a mi me parecio irrelevante aquel pequeño detalle en comparacion a la gravedad del asunto que traiamos entre manos todavia.

Me callé y lo escuché en silencio, mirando el báculo y luego a él. Me di cuenta que era guay poder mirarlo sin que el supiera que lo estaba haciendo, porque estaba cegato. Para él era una mierda, pero para mi era como mucho menos incomodo, asi que me aprovecharia del ratito que siguiese asi. Eso pensaba mientras lo escuchaba hablar de Praga, y de la magia, y demas.

- Mucho dolor y unos ojos ciegos. - el puto pollo intentó morderme/picarme/arrancarme un dedo y lo miré de modo indignado, recordando lo que me dijo Aldaron - Te puedo ayudar con lo último.

"habráse visto! Sinvergüenza!" -Rubi? Por qué tiene un nombre adorable y bonito? Debería llamarse Botrytis. Gorgojo. Regetón. No iba a hacerle nada, Botry, solo quería saludarlo. - le dije al fenix, dolido. Luego mire a Sean a los ojos.

- Tú ya sabes lo que pasó aqui, verdad? Como falló una de nuestras maquinas.

Entonces oi una voz conocida y miré hacia la puerta, divisando a Lucio. Que ven mis ojos? Me engañaba la vista? Como era posible? Me quedé boquiabierto observandolo y luego me levanté despacio y me acerqué a él.

- Eres un espejismo?

Apenas me sale una pequeña sonrisa por la ocurrencia de giordano con eso de la aspiradora, desde luego no era la mejor forma de animarme pero tampoco podía pedirle más, al menos había venido a verme y eso era lo más importante aunque tal vez solo quisiera escapar de la isla o que le hiciera el café, con él nunca se sabe.

Por un momento se me había olvidado que Giordano podía hacer toda clase de objetos, ya había hecho unas gafas para Lucio y al parecer iban bien, ¿por qué no pedirle unas para mi? Pensé que tal vez se refería a eso al ofrecer su ayuda y por primera vez desde que desperté en esa casa tenía un poco de esperanza y una buena noticia acompañados por una sonrisa de verdad. Cuando lo escucho quejarse por el pajarito intento no reírme de él - vamos, ve a tu sitio Rubi, Gio es un amigo- el pajarito abedece porque no lo siento cerca así que supongo que se habrá posado en otro lugar - es un pájaro muy bueno, y está blandito, yo me lo imagino muy adorable y Al ha dicho que es rojo...- me encojo de hombros como si aquello tuviera todo el sentido del mundo.

Lo de las máquinas me sorprende pues ya que la magia había vuelto pensaba que había sido todo un éxito pero algo había mencionado Newton - no conozco los detalles pero pasara lo que pasara lo conseguimos, hemos perdido muchas cosas... Pagado un precio muy alto pero al final todo ha salido bien y eso es lo importante, ahora debemos concentrarnos en... - no terminé la frase pues la voz de Lucio resuena en mis oídos, ¿qué estaba pasando!? Me agobiaba no poder ver, Giordano dice algo de un espejismo y pienso que es alguna broma suya lo que por un momento me hace fruncir el ceño bastante molesto, pero el sonido de los pasos acompañados de los del elfo y un "sorpresa!" hacen que me lleve una mano a la boca para contener las emociones que estaba sintiendo pero no pude contener las lágrimas.

Me levanto con dificultad apoyándome en el báculo y al igual que hice con Giordano intento buscar al medimado esta vez esperando encontrar su mano sujetando la mía mientras mis ojos solo podían mirar a la nada esperando poder encontrar los de él - Lucio... Lucio... Esto no es ninguna broma, verdad? -

Casi me da lástima interrumpir la graciosa escena que tienen con el polluelo, lo que contrasta con la sensación de pena que me ha dejado ver a Sean en semejante estado. Esbozo una leve sonrisa para Giordano cuando hace la pregunta del espejismo, negando con cierta tristeza en la mirada. - No, no os estáis imaginando nada de esto. Es real, soy yo. Me han dejado salir. Pensé que no iba a volver a veros. - mi voz suena como si me estuviese costando contener las emociones del momento por reencontrarme con ellos, y especialmente con Sean. No puedo evitar dirigirme hacia él al verlo tan vulnerable, así que decido no contenerme más, atravesando la habitación hasta estar lo suficientemente cerca de la mano que extiende como buscándome.

"podría pasar de mí perfectamente, y no lo ha hecho."

La tomo con la mía, con la única que me queda, apretándola para hacerle saber que estoy aquí. Después termino de atraerlo hacia mí, abrazándolo contra mi pecho. - Lo siento muchísimo... ojalá te hubiese acompañado a la misión de Praga. Tal vez podría haber hecho algo para que no acabases así... - suspiro profundamente, sin querer decir la palabra ciego. - Haré todo lo posible para que vuelvas a ver. Lo prometo. - Mantengo el abrazo, estrechándolo un poco más fuerte si cabe. El sentido de la vista es imprescindible para cualquiera, pero sé que para él tiene el añadido de haber perdido la capacidad de leer, algo que era como una necesidad vital para él. - Tú y Giordano os encargasteis de enviarme aquellas gafas, buscasteis la manera. Ahora me toca a mí. - evito decir que perdí esas gafas cuando me secuestraron, no sé si cayeron al suelo o si me las quitaron en los campos.

- Recuperaré como sea aquello que nos han arrebatado. - bajo la voz a un susurro, aunque el tono de mi voz dista mucho de mi amabilidad habitual, se vuelve más lúgubre, tiñéndose de una especie de ambición desesperada y de odio. Cierro los ojos tras esa sentencia, apoyando mi frente sobre la cabeza de Sean.

Después me separo ligeramente, haciendo un gesto a Giordano para que se uniese al abrazo. Sabiendo lo rarito que es creo que es mejor darle la opción de unirse que obligarlo a tener contacto físico. - Vamos, ven aquí para que sea un reencuentro en condiciones. Y el pollo, y Aldaron. - añado en un intento de hacer algo más relajado el ambiente después de la intensidad anterior.

Me quedé de pie un poco boquiabierto mirando al medimago, definitivamente podia percibirlo algo distinto...era el fisico? mas pelo? mas barba? no gafas? mas delgado? oscuraco? una mano menos?

"si, definitivamente, le falta una mano!"

Vi a Sean pasar de refilón buscando al medimago, y a Lucio terminar de acercarse a él para tomar su mano. Sonreí un poco de lado dandome cuenta que eso era lo que tenia que hacerse cuando alguien te buscaba, no esquivar.

- Por qué te han soltado, Lucio? Amenaza? Advertencia? Quieren firmar la paz ahora que hemos recuperado la magia y podemos destruirlos?

Lo de el par de dos termina en un abrazo y yo me pongo a mirar al pollo rojo.
- Has perdido mis gafas, Lucio! Tendré que hacerte otras...? Cazzo...pues solo te las haré si me lo pide Sean, como la otra vez. Sabes que los artistas no trabajamos gratis. Casi. A veces. Bueno. A veces si a veces no....el negocio....ya sabes....

Lucio pasa por un momento que parece que se va a pasar de Jedi al Sith pero luego pide un abrazo grupal. Hice una mueca rara ante el ofrecimiento. Que excusa podia inventarme?
- Yo con el pollo no me abrazo que me come. Con el elfo si. Que yo sepa son veganos.

Al final resoplé y me acerqué un poquito, y les puse una mano a cada uno en sus espaldas.

"le gustará el dorado? Tiene que ser funcional, de un material aséptico y conductor a la vez, con una alta capacidad para la motricidad fina, canalizador y potenciador....oh.... y bonito"

- Podeis dejar de poneros sentimentales y de pediros perdon por todo... ? Es decir....no somos perfectos, y menos vosotros.... No sabemos como serían las cosas si fuesen perfectas porque no pueden serlo, verdad?

Lo que queria decir es que no se sintieran culpables el uno por el estado del otro,que seguro que lo estaban haciendo ya.

Al sentir la mano de Lucio estrechando la mía siento como toda la preocupación que podría haber sentido tan solo minutos antes se esfuma, no podía verlo pero estaba vivo y con nosotros, cuando siento sus brazos rodeándome hago lo mismo y correspondo al abrazo escondiendo mi rostro que ahora no podía contener las lágrimas en su pecho, aferrándome a su camisa y negando con la cabeza cuando dice lo de praga -No... no quería que os pasara nada a ti o a Giordano ,si os decía que tenía que ver a los guardianes probablemente iríais conmigo, tenía que ir solo... - disfruté un poco más de ese abrazo, se sentía demasiado bien después de pasar tanto tiempo separados en uno del otro y cuando más me estrechaba contra su pecho más fuerte me aferraba a él, como si no quisiera dejarlo ir otra vez.

-No tienes tus gafas? te las han quitado?... y Gio tiene razón, como es que te han soltado? te han hecho algo? Al te ha echado un vistazo?- ahora me parecía a Zaphira, si no estuviera ciego hasta le habría dicho de freirle un huevo. Las quejas de Giordano incluso me hacen reír recordando que no le di nada por aquellas gafas -Es cierto, las otras gafas que hizo fueron un regalo de cumpleaños- o eso pensaba yo - Antes de que entraras Gio me estaba ofreciendo su ayuda, le habría dado un abrazo pero probablemente sufriría la misma suerte que Johan cuando se desmayó en el castillo- me pongo a reír recordando aquello y lo que me costó levantar a semejante armario andante a mi solo para ir a tirarlo en una cama en la habitación de al lado.

Las palabras de Lucio sobre recuperar lo que nos han arrebatado tenían sentido, pero no lo había dicho con la voz amable que siempre tenía, me dio la misma sensación que tuvimos en el pozo, no tiene mala intención pero lleva consigo algo que no me termina de gustar, paso mis manos a su pecho y subo buscando su rostro a la vez que intento mirar dónde creo que mis ojos pueden encontrarse con los suyos -Lo recuperaremos todo, juntos y demostrándoles que somos mejor que ellos, que no necesitamos de la violencia como hacen ellos, que podemos crear un mundo mejor... "ojo por ojo acabaremos todos ciegos" hay que acabar con el derramamiento de sangre, ya hemos perdido demasiado- siento como su cabeza se apoya en la mía y suspiro esperando que el corazón de Lucio encuentre tranquilidad, al menos esperaba hacer eso por él.

Cuando pide el abrazo grupal la negativa de Giordano por culpa de Rubi me hace reír de nuevo, aún así no parecía en contra de abrazar a Aldarón -No te hará nada, Lucio y yo tampoco mordemos- en cuanto siento la mano de Giordano en mi espalda aprovecho para acercarlo de forma traicionera a nosotros y pasar uno de mis brazos por su cintura, o esperaba que lo fuera, y así acercarlo más para unirlo a nuestro bonito abrazo grupal, incluso se aventuró a decir algo así como que no teníamos la culpa de lo que había pasado... esperaba haberlo entendido bien porque con el descendiente de Da Vinci nunca se sabía -Lo importante ahora es que estamos todos reunidos otra vez, hay que dar aviso a Jack para que sepan que estás libre, Lucio, seguro que les haces falta en la isla ya que Aldaron ha estado cuidando de mi...-

Las explicaciones a Gio y otros asuntos logísticos quedan para más tarde, por el momento lo único que cuenta es que hemos sobrevivido y volvemos a estar juntos. El abrazo con Sean me reconforta y me hace olvidar momentáneamente todo lo sucedido, así que lo alargo todo lo que puedo. Podría haber mencionado algo acerca de que "el mundo acabará ciego", porque a mi parece ya hemos acabado así. Sus palabras intentan tranquilizarme y convencerme de que podremos recuperar lo perdido sin derramamiento de sangre, aunque visto lo visto parece difícil. Mis ideas van por otro camino, pero ahora mismo no es el momento ni el lugar para hablar de ello.   - Está bien, Sean, pero para la próxima déjame que esté contigo para ayudarte. - Sonrío cuando Giordano nos pone la mano en la espalda en un torpe intento de acercamiento, echando a Sean una mirada de aprecio cuando ambos "emboscamos" al italiano para meterlo a ese abrazo grupal en el que hemos acabado Aldaron, el pollo, Gio, Sean y yo. - No, las cosas no pueden ser perfectas, pero se puede aspirar a ello. Vaale, dejaremos de pedirnos perdón, al menos delante de ti. -  Mi sonrisa se acentúa al pensar en el grupo tan raro que hacemos, aunque eso me resulta hasta entrañable. Aflojo el abrazo varios segundos después, respirando hondo como para empezar a dar las explicaciones que me habían ido pidiendo unos y otros.

- Sí, perdí las gafas, una lástima...eran muy útiles, pagaría por ellas.  Fueron buen regalo. Sé que el regalo era cosa de los dos...el emisario no fue muy discreto.- le dejo claro que me había enterado de aquello, guiñando el ojo bueno a Gio.  - Pues me han soltado porque quieren un intercambio. Me encargaron que trajese de vuelta al ministro O'Connell.  A cambio soltarían a dos de los nuestros. Yo propuse a Sayid y a Imram, que llevan allí ya demasiados meses. Tenemos un máximo de tres días, así que necesito saber dónde está el tipo, y que vuelva en buen estado, para que no le hagan nada  a los nuestros. -  prefiero no contestar claramente a eso de si me han hecho algo, no quiero darle el disgusto a Sean ahora que no puede ver. Tanto Aldaron como Giordano ya se habrán dado cuenta, pero espero que no digan nada.  - No estoy mal, no te preocupes. - me muestro sorprendido cuando Sean menciona lo de la isla, no tenía ni idea de que volvía a estar habitable.  - ¿Han conseguido rehabilitarla? ¿cómo? - pregunto entre contento y curioso, asintiendo en lo de ir a ayudar. En ese momento suena el teléfono de Aldaron, que recibe un mensaje de parte de los renegados. Suspiro aliviado al leer por encima de su hombro.

- Lo tienen en el castillo Black. Lo mejor será ir a recogerlo para llevarlo al punto de encuentro. Supongo que tendré que revisarlo antes de entregarlo, para asegurarme de que está bien. Puedo marcharme con Aldaron, y que Gio se quede acompañando a Sean. - tras eso me desaparezco, llevándome al elfo conmigo.

Al final el abrazo fue traicionero y acabé espachurrado por Sean, contra él y Lucio, con un elfo muy feliz y un pollo cuya respiracion asesina podia notar en mi nuca, como diciendome, 'I'm watching you....' en mi cabeza ya me habia montado todo un thriller con Botry como villano principal. El abrazo fue bien, por suerte para mi, ninguno estaba vistiendo el color morado. Odiaría que me abrazasen con algo morado puesto.  Y el elfo olía como a suavizante para la ropa, de talco. Mi favorito.

- Tch, tch, vale, vale, pero ya está bien de sentimentalismo, seguimos teniendo mucho trabajo que hacer....

"y yo deberia asomar el morro por la nueva isla, inventar alguna buena excusa, pero soy inventor, eso no deberia ser problemma, verdad? No, claro que no...."

Acabé poniendome un poco nerviosito, aunque devolví el abrazo un tanto antes de separarnos. En realidad sabia que podiamos sentirnos afortunados por estar vivos y..."de una pieza". El caso es que no sabia como sentirme al respecto. Lucio, se le veia cabreado, oscuraco, algo distinto a como antes. Sean, sin embargo, seguia siendo... Sean, en cuanto a brujula moral, aunque mas amargado. Yo  no sabia muy bien si estaba enfadado, triste, alegre, o me daba lo mismo ocho que ochenta. Que dificil es esto de la introspeccion, par diez.

- Buena suerte Lucio, tened cuidado. Nos vemos pronto.

Tras esto, miré a Sean y a su pollo.

- Creo que ya has descansado suficiente, bajo mi experto punto de vista, tienes buen aspecto. Deberias salir a que te de el aire. Yo mismo en persona me encargaré de que no te tropieces con nada, ni si quiera con ningun cadaver desmayado. Trato? Trato.

Agarré a Sean por el brazo, el maldito pollo se subió al carro (bueno, al hombro de Sean) y nos desapareci de alli.

Hoy me tocaba barrer el porche, algo tenía que hacer en aquella casucha sin nada de electricidad ni contacto con el mundo exterior, Collins y Michael jugaban en el césped, riendo tranquilos y sin preocuparse de lo que pasara más allá de las piedras con letras grabadas que brillaban día y noche, las cuales según el ciego que nos había acogido no podíamos traspasar para no ser encontrados. Una vez acabado me senté en una mecedora que aquel hombre llamado Sean me había dejado fuera, no era nada comparado con nuestra gran mansión, aquí había pasado de ser la reina de inglaterra a parte del populacho, limpiando y cocinando pero al menos estábamos en paz y a salvo. Miraba a mis hijos corretear y sonreír, Collins se parecía cada vez más a Éamon y cada vez que miraba su cara no podía dejar de pensar en él, si estaría bien, si había conseguido escapar, no tenía ningún tipo de noticia de nadie, no sabía nada y eso no hacía más que causarme preocupación.

La suave brisa del bosque y los rayos de sol que se filtraban eran arrulladores además del movimiento de la mecedora, acaricié mi vientre ya hinchado al máximo, no quedaba nada para salir de cuentas, estaba cansada y al final terminé por dormirme en aquella mecedora pero el sueño no fue para nada agradable.

Estaba de nuevo en casa y era navidad, los chicos disfrutaban de sus vacaciones, la familia estaba unida de nuevo y Éamon pasaba mucho más tiempo en casa, era demasiado bonito para ser verdad pues como siempre había alguien tocando las narices, el mensaje de los renegados y del imbécil que me había disparado estaba por todo Londres diciendo toda clase de sandeces y mentiras, ¿Pactado? ni en broma, no era el tipo de método que usaría la alianza y mucho menos su marido, algo no iba bien y tenían que saber que era pero no pudo -Yo también voy Éamon!- repliqué pero las miradas de duda del personal en seguida me hizo recapacitar, estábamos en peligro y debíamos irnos de ahí.

Rápidamente tomamos todo cuanto pudimos y era estrictamente necesario para salir y reunirnos con Éamon, lo que no sabía es que era la última vez que lo vería en mucho tiempo, los niños estaban algo asustados, Collins quería quedarse con su padre pero no era posible, al final ambos se despidieron con un abrazo y subieron al coche dejándome un momento a solas con él -Vuelve, no sé como lo vas a hacer pero vuelve, tienes tres hijos que estarán esperando por ti- le miré a los ojos y después me acerqué para arreglarle la corbata y el cuello de la camisa, besando sus labios antes de subirme al coche que en principio nos llevaría a un lugar seguro, por desgracia no llegamos a salir de Inglaterra como estaba previsto.

Todo iba bien, según lo planeado, los chicos iban callados en el coche, cabizbajos y tristes mientras yo pensaba en todo lo que fuera posible para saber que tramaban esos malditos renegados, miraba por la ventana mientras pensaba y veía los coches pasar y el paisaje cambiante, de repente un desvío, me pareció muy extraño pues no era el camino que siempre tomaban para ir al aeropuerto, algo no iba bien -Detén el coche en la siguiente vía de servicio, tengo que comprar unas pastillas para el mareo, se me han olvidado en casa- me puse las gafas de sol para que el conductor no se percatara de mi mirada, lo tenía vigilado, ese no era el de siempre y por desgracia me había dado cuenta tarde.

cuando por fin se detuvo abría el bolso y me acerqué a la silla del conductor -a ver, sal y compra unas pastillas para el mareo y algún té frío para los chicos- hice como si rebuscara buscando dinero pero por suerte llevaba mis agujas -vaya, no tengo suelto y ni loca te dejo mi tarjeta, mira a ver si hay algo en la guantera- el hombre pareció reacio pero lo hizo y fue en ese momento que clavé una larga aguja en su cuello, directamente un un punto de presión haciendo que se desmayara, me bajé y empujé aquella bola de carne humana a un lado para poder conducir , tirándolo en algún sitio apartado y volver al desvío dirección al aeropuerto pero ya era tarde, había soldados por todas partes y seguramente los estarían buscando, no tenía demasiadas opciones. Conducí hacia el norte, tal vez otros aeropuertos, otras rutas de escape, pero nada era posible, nos estaban buscando por cielo y tierra, al finalmente hasta el coche podía ser rastreado teniendo que dejarlo.

Caminamos durante dos días completos, no había ni un solo lugar seguro para nosotros, los chicos estaban cansados, tenían frío y estaban asustados, pero no podíamos parar en cualquier parte, había que refugiarse y por suerte llegamos a un bosque, uno que me era muy familiar -los magos... aquel castillo estaba cerca- casi tuvo que arrastrar a sus hijos por aquel bosque pero al final llegaron a las ruinas del castillo le fey, esa noche dormiríamos a cubierto.

A la mañana siguiente un ruido me despertó, iba a hacer guardia pero estaba tan agotada que acabé por cerrar los ojos, nos habían encontrado -poneos detrás de mi..- me puse en guardia, no permitiría que nadie se los llevara pero para mi sorpresa quien apareció fue un hombre ciego, sus ojos blanquecinos me miraban como si supiera que estaba allí pero no parecía reconocerme -No deberíais estar aquí, es peligroso, estos muros no son estables- lo miré con cierto escepticismo, no sabía quien era pero por su ropa podía deducir que era un mago, algo que confirmé cuando un pájaro del tamaño de un loro apareció, envolviéndose en llamas -Hace frío, debéis estar helados si habéis pasado la noche aquí, vamos, no pasará nada- ¿que otra opción tenía? Los niños me miraron, temblaban como una hoja pero esperaban la aprobación de su madre, no podía negarme y en cuanto asentí corrieron fuera a calentarse con aquel pollo raro.

Miré a aquel mago, era joven pero sus ojos parecían los de un anciano, de nuevo su mirada blanca se dirigió hacia mi, daba muy mal rollo pero extrañamente sonreía -que hacéis aquí? si buscáis refugio hace ya unas cuantas semanas que cambió el lugar, la alianza atacó este castillo y como puedes ver no es demasiado acogedor ahora, pero puedo llevaros con el resto, os darán comida y un lugar para descansar- no me había reconocido, no podía tener más suerte, sin embargo ir a un campo de refugiados no era buena idea a menos que todos estuvieran ciegos como ese -no podemos, la alianza nos está buscando y tal y como están las cosas con aquel mensaje raro cualquiera podría ser un espía o algo así... si nos encuentran no sé que podría pasar, necesitamos un lugar seguro para los tres... bueno, los cuatro si conseguimos sobrevivir- de nuevo el mago sonreía, lástima que fuera una de esas ratas de las que debíamos deshacernos pero me aferraría a cualquier cosa y a cualquiera con tal de salvar mi vida y la de mis hijos, finalmente el mago cedió, llevándonos con su magia en un instante a una cabaña en medio del bosque.

me desperté, las voces de Michael y Collins me llamaban, al abrir los ojos estaba en aquella mecedora, estaba recordando mientras soñaba la forma en la que habíamos llegado a aquel lugar, en la mano de Michael una copa de cristal rota, era la que os había dado Sean para el momento del parto, Había roto aguas mientras dormía.

Lo cierto era que desde la fiesta de Ouroboros la relación con Lucio no había cambiado, pero tampoco habíamos tenido demasiado tiempo para hacer avances entre unas cosas y otras, las clases se reanudaron y gozábamos de una paz que me tenía tremendamente intranquilo ¿Ahora que no corríamos peligro en tierra volvíamos a lo mismo? ¿es que nadie se acordaba ya de todo lo que había bajo nuestros pies? ¿las amenazas de Bellatrix? al parecer yo era el único que no podía olvidar.

llegado el momento de aparecerme frente a Lucio casi le provoco un infarto -Lo siento mucho Lucio, es... un tanto urgente, no quería asustarte- al escuchar lo del hospital mágico no pude evitar hacer una mueca de " va a ser que no" y cuando dijo aquello de ilegal tan solo pude dedicarle una sonrisa nerviosa pues no le faltaba razón a sus palabras, me conocía demasiado bien -pues... primero vamos fuera y te pongo al día de la situación, además, nos vendrá bien tomar un poco de aire- dicho esto puse mi mano sobre la que el medimago había puesto sobre mi hombro, Rubi se posó en el otro y nos desaparecí de allí, llegando a un punto cercano de la cabaña dentro del bosque.

No se escuchaba nada más que el sonido de los pájaros y las hojas de los árboles mecidas por la suave brisa del verano, no hacía frío pero se estaba fresco en el bosque con tantos árboles por los que apenas se filtraba la luz del sol, aún estaba cerca de lucio y tomé su mano para entrelazar mis dedos con los suyos -por fin... cada vez me siento más tranquilo fuera de la isla que dentro- dejé caer mi cabeza hacia un lado para apoyrala en su hombro, dándome un momento para poder empezar a explicar mi historia -bueno... ya sabes que es ilegal así que no tengo que prepararte... no mucho- estaba nervioso aún tratándose de Lucio que después de Zaphira era en quien más confiaba y ni siquiera ella sabía lo que realmente ocurría, empezamos a dar un paseo y mientras anto iba explicando -Verás, después de la fiesta volví unas cuantas veces con Zaphira al castillo le fay para intentar rescatar algunos libros, fui varias veces pero solo una vez lo hice yo solo con Rubi y... encontré a una mujer humana con sus hijos, estaba huyendo de la alianza y me pidió ayuda, no pude negarme y al principio no sabía quien era pero después...- hice una pequeña pausa antes de soltar la bomba - me di cuenta que era la mujer de uno de los ministros y dado que solo uno está casado pues.... me parece que ya la conoces- antes de escuchar ninguna réplica empecé a disculparme -lo siento! no lo sabía al principio, escuche sin querer a sus hijos hablando y ya había pasado unas semanas, no sabía como decírselo a nadie, eres el primero en enterarse... está embarazada y necesitaba ayuda, sus hijos no tienen la culpa de los errores de sus padres- guardé silencio, no sabía de que otra forma excusarme y estábamos a unos pasos de la barrera de la casa dónde me detuve esperando a respuesta del medimago.

La tranquilidad del bosque que rodeaba la casa de Sean nos permitió tomarnos un momento para respirar con calma, incluso para tener un mayor acercamiento del habitual en la isla. Estreché la mano de Sean en cuanto aparecimos, dándole su tiempo para que empezase a explicar la historia mientras paseábamos de ese modo, algo que en Ouroboros no nos atrevíamos a hacer. Asentí al entender que había recogido a una mujer en su casa, eso ya lo daba por supuesto. Claro que...estando ciego podría haberse colado cualquiera en su casa. A mí se me había quedado un ojo un tanto dañado, pero él no veía nada en absoluto. Todavía no había encontrado un modo de revertirlo, lo cual me frustraba bastante, aunque trataba de ocultarlo.  

- Espera, espera...¿qué? ¿ministros? - me detuve al empezar a alucinar con lo que me contaba, atando cabos hasta entender que era la mujer de O'Connell. Ella estaba embarazada, según creo recordar. - ¡¿Me estás diciendo que tienes a Blair O'Connell en tu casa?! ¡Por Merlín, Sean! ¡es como tener una bomba de relojería! - me llevé una mano a la frente mientras negaba con la cabeza, imaginando todo lo que podría haber pasado en el tiempo que llevaba esa mujer allí oculta.  - Tendrías que habérmelo dicho. Pensé que confiabas en mí. - por lo visto no tanto como creía. Suspiré al comprender sus explicaciones, él no es de los que dejarían unos niños por ahí perdidos y asustados, aunque su madre fuera quien era. Yo mismo había tratado con esa mujer, cuando negociamos el rescate de los que quedaban presos.  - Soy médico y mi obligación es ayudarla, pero tenemos que decirle a los demás. - él no querría decir nada, eso seguro.  - Tal vez sea una trampa. - murmuré, nervioso.  Reanudamos la marcha, aunque a paso algo lento.  - No puedes dejar abandonada en la calle ni a una mosca, es muy tú. Está bien, llévame donde está.

La respuesta de Lucio y su reacción eran perfectamente normales para lo que le estaba contando pues era algo bastante serio y no menos peligroso, pero estaba levantando demasiado la voz -más bajito Lucio, el bosque es seguro pero nunca se sabe... lo siento pero no sabía como decírselo a nadie, claro que confío en ti pero si alguien más hubiera sabido de esto se habría hecho buena y ella te conoce a ti, habría escapado y tal y como está la situación si estalla la burbuja nos podría venir bien el tenerla con nosotros- nunca se sabía cuando la calma desaparecería de nuevo, los humanos ya sabían como neutralizarnos, ¿qué les impediría volver a intentar algo así? nada en absoluto pero no estaba dispuesto a dejar que nos pillaran desprevenidos de nuevo. Levanté mi rostro intentando encontrarme con sus ojos, no podía hacerlo pero al menos mi expresión si reflejaba arrepentimiento y no menos culpa -confío en ti Lucio, solo no encontraba el momento adecuado, lo siento- desconfiaba y era lo normal pero ¿qué daño podría hacer ahora? y sobretodo un par de crios que sin su madre habrían estado perdidos, finalmente el medimago dio su brazo a torcer y aceptó entrar con él -no te preocupes, nada puede salir o entrar de esa barrera sin que yo lo sepa o de la orden, nadie sabe que están aquí- no pude evitar reirme con el comentario de la mosca mientras entrabamos en la barrera, no podía ver nada pero pude sentir como uno de los chicos se acercaba al vernos llegar, nos estaban esperando.

-Mamá ha roto aguas, está en la habitación de arriba- dijo el chico que era menos rudo que su otro hermano o esa era la sensación que le daba desde que los conocía -tranquilo, he traído a mi amigo, es médico y nos ayudará con tu madre, no te preocupes, vamos a necesitar unas cuantas toallas y sábanas, ya sabes donde están, ¿verdad? dile a tu hermano que te ayude también, hay que calentar un poco de agua, nosotros tenemos que hablar un momento con tu madre- el chico asintió aunque solo pude suponer que lo había hecho cuando escuché sus pasos alejarse corriendo para llamar a su hermano a gritos -son unos buenos niños, nada que ver con las malas acciones de sus padres- repetí mientras entrabamos en la casa para ir a la habitación en la que se encontraba Blair, topándonos con el otro chico que ya bajaba las escaleras para ayudar a su hermano lo cual indicaba que la mujer estaba sola, toqué la puerta antes de entrar -Soy yo, he traido algo de ayuda- abrí la puerta y dejé que Lucio pasara primero, cerrando la puerta tras de mi a la vez que lanzaba un hechizo sobre la misma y activaba unas cuantas runas para insonorizar la habitación pues la reacción de la mujer era algo que no podía preveer.

Había olvidado lo molesto que era el parto, al menos tenía a los niños pero no podía evitar pensar en Éamon y echarlo de menos mientras recordaba la primera vez cuando Michael y Collins habían nacido, incluso se me escaparon algunas lágrimas pero seguro eran las feromonas que me ponían sensible de más. Las contracciones aún eran en un intervalo amplio pero se iban acortando bastante rápido, con un poco de suerte mi labor no duraría demasiado teniendo en cuenta que había roto aguas hace menos de una hora y los chicos no sabían donde meterse corriendo de un lado a otro lo cual me sacaba una sonrisa al verlos tan desesperados.

me instalé en la habitación que había estado ocupando los últimos meses, escuchando a Michael hablar con el mago que nos había estado dando cobijo durante todo ese tiempo "no puede ser tan idiota" pensé y cuando llegó hasta arriba con su amigo el médico pensé que efectivamente no lo era -No podía ser cierto que tuviera tanta suerte, al final alguien nos ha encontrado ¿vienes a cobrarte algo después de tu visita por los campos?- miré a aquel hombre, Lucio si no me fallaba la memoria desde la última vez que lo vi después del intercambio , el ciego no parecía decir nada y yo tampoco podía hacer mucho más, estaba en clara desventaja frente a ellos y lo pero de todo es que tenía tres vidas más a mi cargo -qué queréis? porque supongo que todo esto no será gratis, mis hijos están fuera de cualquier discusión y si queréis saber algo de mi marido ni yo misma sé dónde está así que os podeis ahorrar eso- de repent una contracción me hizo lamentarme de dolor mientras me inclinaba hacia adelante sujetandome en vientre, desde luego había tenido días mejores.

Bajé un poco la voz ante la advertencia de Sean, siendo un poco más precavido por si acaso alguien nos escuchaba. Su maniobra de ayudar a Blair podría haber sido desinteresada al principio, pero él también era lo suficientemente inteligente como para saber que tener a la ministra en nuestro poder podría ser útil de algún modo. - No sé de dónde te viene lo maquiavélico...de Merlín no creo. - comenté un poco a modo de broma, poniendo una mano en su mejilla cuando alzo la cara hacia mí con gesto de disculpa y arrepentimiento. Me creí eso de que confiaba en mi, no podría enfadarme con él por algo así. - Quién te dice que no con esa cara. - ya había aceptado hacerlo, así que crucé la barrera junto a Sean, encontrándonos poco después a los hijos de Blair dentro de la cabaña. Sólo eran unos críos, adolescentes, pero me pregunté si seguirían los pasos de sus padres cuando creciesen.

- No te preocupes, he asistido muchos partos. Tu madre está en buenas manos. - sonreí amablemente, siguiendo mi camino con Sean hacia la habitación. - No te fíes, Sean. No sabemos qué educación les han dado. - murmuré antes de cruzar la puerta de la habitación en la que estaba Blair. Se mostró desconfiada, obviamente.

- Tu paradero es algo secreto, por el momento. - recalqué el por el momento, para dejarle claro que la que estaba en situación de desventaja era ella. - Y no, ahora mismo no he venido a cobrarme nada, sólo a atenderte en el parto. Nuestro pacto quedó saldado aquel día, lo de hoy es otra cosa. - puse cara de incredulidad cuando dijo no saber nada de su marido, aunque me pareció raro que la hubiese abandonado sin decir nada, después de que ella lo salvó de los renegados. - No somos monstruos como puedas creer. Los críos no tienen culpa, como ha dicho Sean. En eso estamos de acuerdo, ellos están al margen. Lo demás lo hablaremos luego, cuando resolvamos esto. - habría tiempo para negociaciones. Me acerqué a ella cuando le vino la contracción, esperándome un momento a que se le pasase para después pedirle permiso para examinarla. Me preparé sacando del bolsillo uno de los maletines reducibles de Gio, donde llevaba mis enseres médicos. Ya con los guantes puestos comprobé en qué punto estábamos. - De acuerdo, viene correctamente. No te queda demasiado, pero te puedo dar un calmante para el dolor, si quieres. Creo que ya sabes cómo va esto, empuja fuerte en la siguiente contracción y descansa entre una y otra. - pedí a Sean que colocase unas cuantas almohadas detrás de la espalda de la mujer, y que buscase en el maletín los calmantes.

De inmediato me di cuenta de que se me había malinterpretado -ah! no! no es que esté pensando en usarla! solo pensé en que al ayudarla tal vez quiera colaborar con nosotros, demostrarles que no somos malos, que no queremos destruirlos ni nada por el estilo, además, no sabemos nada de lo que ha pasado en Londres, tal vez nos cuente porqué huye- cuando puso su mano en mi mejilla me tranquilicé, era demasiado fácil tomarme el pelo, no sabía que cara había puesto pero había logrado algo con Lucio y solo pude sonreír por ese gesto, sintiendo algo de lástima al no poder ver su rostro pues también me habría gustado verlo sonreír.

Blair había tenido la reacción que yo esperaba aunque un poco más calmada de lo que había calculado -He traído a Lucio porque es el mejor médico que conozco, necesitas ayuda y yo no te la puedo dar, danos un voto de confianza, por favor, no os pasará nada mientras estéis aquí- El medimago era algo más seco con ella y no lo culpaba, pero debía tranquilizarse y mantenerse sereno, por otro lado ella tenía claro lo que quería, jugaba con desventaja pero también era consciente de que la necesitaríamos en algún momento o que le pediríamos algo -Son buenos chicos, no les pasará nada, puedes estar tranquila y si te sirve de consuelo nosotros tampoco sabemos nada de Éamon, nadie lo ha visto así que seguramente debe estar oculto y esperando una oportunidad, os siguen buscando después de todo- La contracción de la ministra hizo que la conversación acabara por el momento.

Lucio me pidió ayuda pero desgraciadamente lo poco que pude hacer fue poner las almohadas detrás de ella con ayuda del fénix que estaba siempre a mi lado, me acerqué al maletín pero había demasiados medicamentos, muchos botecitos iguales al tacto que era imposible saber que eran a menos que se leyera la etiqueta, el sentimiento de ser inútil había remitido un poco con los meses y mi independencia pero en momentos así era inevitable sentirme defectuoso -Creo que vamos a necesitar un par de manos más- con un movimiento de mi mano abrí la puerta de la habitación, Michael ya estaba esperando con las toallas que le había pedido hace un buen rato -Acércate, vamos a necesitar vuestra ayuda, deja las toallas allí y haz lo que te diga- el chico hizo lo que le pedía mirando a su madre de tanto en tanto, leía los nombres de los medicamentos y se los daba a Lucio siguiendo las instrucciones al pie de la letra.

Rodé los ojos con aquel acto de poli bueno y poli malo que se llevaban los magos, hasta el momento el ciego había sido bastante útil pero al que ya conocía le tenía más desconfianza, después de todo no había salido entero de los campos la última vez que nos vimos -Mientras mis hijos estén bien podemos hacer un trato- fue lo único que dije. la información sobre Éamon me tranquilizaba pero no lo demostraba y por suerte la contracción me ayudó a ocultar lo que sentía con ese dolor infernal.

Rápidamente el tipo de la coleta se puso manos a la obra para examinarme, sabía lo que hacía y menos mal pues los gemelos habían sido un parto bastante complicado y tenía miedo de hacerlo yo sola -El embarazo ha sido normal, no he tenido problemas estos meses, solo espero que salga rápido, los otros dos me llevaron dos días enteros de labor- respiré de forma pausada y rítmica esperando que pasara el dolor, las almohadas me ayudaban y no rechacé los calmantes. Cuando Michael entró en escena me sentí infinitamente mejor sonriendo mientras ayudaba a los otros dos, poco después entró collins y estiré mi mano hacia él para que la tomara entre las suyas y de nuevo una contracción.

Estuve empujando durante un buen rato, no sé cuanto pero el proceso era el mismo y a pesar de querer evitarlo mi voz se alzaba con el dolor que sentía a pesar de los calmantes, contracción, empujar, descansar... Los niños parecían preocupados haciéndome reír -Vuestro hermanito está siendo bueno, con vosotros lo pasé peor- más contracciones y ese dolor agudo, estaba exhausta pero por fin pude escuchar un llanto que me hizo caer desplomada en la cama intentando recuperar el aliento pero con demasiadas ganas de ver a mi pequeño.

Me puse todo orgulloso cuando Sean halagó mis habilidades como médico delante de Blair, aunque intenté disimularlo. Sólo asentí como para darle la razón a eso de que aquí estaría segura y todo saldría bien, aunque preferí no tranquilizarla respecto al tema de Éamon. Cuanto menos se supiese de él, mejor. Ambos habían hecho bastante daño, no olvidaba lo que tuvieron que pasar nuestros compañeros en los campos. La mujer parecía ahora desvalida, sufriendo por los dolores del parto, así que me apiadé un poco de ella. Me di cuenta casi al instante de que había mandado a Sean a buscar pociones mientras que él no podía ver, por lo que maldije internamente mi falta de tacto. - Lo siento Sean, no lo he pensado con todo el lío...sólo quédate cerca por si hay complicaciones, lo de las pociones no es imprescindible. - mi disculpa no lo detuvo, se las apañó bastante bien consiguiéndose a los chavales como ayudantes, aunque esperaba no tener que atenderlos si se desmayaban al ver todo aquello.

- Habrá trato pues. - hasta qué punto podíamos fiarnos de ella ya era otra historia. - ¿Entonces no has tenido ni una sola revisión durante todo el embarazo? - torcí el gesto como si eso me pareciese fatal, aunque ella dijese que todo había ido normal. La vida de fugitiva, supongo. Guié a la mujer en cada momento durante todo el rato que duró el proceso, dándole los calmantes para que le aliviasen un poco. - Vamos, el esfuerzo final, ya asoma. - Al cabo de un rato llegó el ansiado momento, así que ayudé a sacar al bebé definitivamente. - Felicidades, es una niña. - sonreí al envolverla en la toalla, tras cortar el cordón y esperar a que llorase. Aún así me llamó la atención que su llanto era más débil de lo que solía ser el de los otros recién nacidos, y apenas movías las piernas cuando la lié en la toalla. Arrugué levemente el ceño, dejando a la pequeña sobre el pecho de su madre. - Os dejaré descansar un poco, pero luego quisiera llevar a la niña a un hospital, para hacerle un chequeo. - me separé para quedar junto a Sean, haciendo el intento de apartarlo a la puerta de la habitación. - No podemos mantener este secreto mucho tiempo, y lo sabes.

La disculpa de Lucio no era necesaria, de hecho no me lo había tomado a mal, más bien todo lo contrario, me gustaba que siguiera confiando ciegamente en mi a pesar de mis circunstancias pero en estos casos no era útil y para mi era inevitable sentirme mal por ello pues ya se me había acusado de no hacer nada durante la fiesta de Ouroboros y ahora podía hacer aún menos -Tranquilo, estoy bien- Los chicos entraron y fueron de mucha ayuda aunque a uno se le daba mejor que al otro a juzgar por las quejas de uno de ellos que sujetaba la mano de su madre, del otro tuve pocas pistas así que no supe si estaba bien o mal.

La mujer había cedido respecto al trato y Lucio parecía conforme por lo que suspiré aliviado de llegar a una especie de equilibrio en la situación, por otra parte lo de la revisión sin duda había sido culpa mía por no ser más consciente del estado de la mujer y avisar antes al medimago pero el anonimato era la mejor opción hasta este punto en el que ya era totalmente inevitable contar con otra persona. La labor parecía ir sobre ruedas a pesar de haber tardado un rato pero cuando finalmente escuché el llanto y dirigí mis ojos a ese sonido solo pude llevarme una mano a los labios para no decir nada inapropiado fuera de un -Felicidades...- su aura era distinta a la de su madre y sus hermanos y más parecida a la de Lucio y la mía, eso probablemente sería un gran problema.

Me levanté de mi sitio dejando a la familia y me dejé llevar por Lucio hacia la puerta cerrando esta tras nosotros con la excusa de darles intimidad a los otros -Lo sé... pero no sé si podamos confiar algo así a los del consejo, sabes que hemos estado un tanto divididos desde la fiesta y no todos pueden mantener el tipo frente a gente de la alianza como lo haces tu- suspiré pensando en la pobre Rose, Sayid y Ling quienes habían acabado mal parados unos meses atrás además del mismo Lucio que por suerte se las apañaba con su mano nueva -Me sentiré mejor si hablamos con personas de confianza primero y pedimos otro punto de vista y más opiniones, pero debo confesar que me aterra la reacción de Zaphira- sin duda alguna la dragona iba a montar en cólera por mi osadía -Creo que a Gio también se lo podemos contar y... no se me ocurre nadie más que no quiera fusilarme cuando se lo contemos-

Mientras pensábamos en eso escuché el ligero llanto de la pequeña al otro lado de la puerta recordándome lo que había visto antes -Lucio... la pequeña tiene algo extraño, no estoy seguro pero creo que es maga, tiene un aura distinta, espero equivocarme porque tendría una vida difícil entre las líneas de la alianza-

Levanté una ceja por el tono en el que el tipo de la coleta hablaba y me decía como a modo de reprimenda lo de las revisiones -Tranquilo doctor strange, yo también soy médico, no tan buena según dice tu amigo pero puedo identificar algunos síntomas, no tuve muchas complicaciones a parte de las normales en una mujer embarazada- aquellas películas retro de super héroes eran algo muy típico de su país y alguna que otra referencia sabía de todo eso.

La labor había sido agotadora pero por fin tenía a mi pequeña en brazos y no pude evitar llorar de felicidad -Una niña... ahora podré llevarme a alguien de compras sin que se esté quejando como vosotros dos y vuestro padre- dije entre risas y sollozos a Michael y a Collins que se acercaron con curiosidad a ver aunque Collins parecía más reacio después de ver todo el proceso del parto, sin duda no sería médico como yo, otra cosa que había heredado de Éamon, por otra parte Michael parecía encantado y emocionado, había estado todo el tiempo ayudando con los magos y había mantenido el tipo, alargue mi mano para abrazarlos a ambos y besarlos en la frente, al menos ellos estaban conmigo.

Los magos se fueron de la habitación y fue cuando pude relajarme de verdad, tenerlos cerca era sinónimo de estar alerta , incluso en todos esos meses me costaba confiar y fiarme de ellos pero lo que más me fastidiaba era deberles una y sentirme en deuda con ellos, también conocían el rostro de mis hijos, su identidad, algo que había guardado con recelo por su privacidad y sobretodo por su seguridad frente a todas las amenazas que nos rodeaban a Éamon y a mi.

Esperé a que ambos magos volvieran a entrar, la niña necesitaba un baño y yo no tenía fuerzas para absolutamente nada, necesitaba descansar -Michael, Collins, cuidad de vuestra hermana, necesito descansar- solo pretendía cerrar los ojos unos instantes pero no sé por cuanto dormí.