Cabaña familia Eire [en bosque de Dean]

Conseguí comprender la referencia de Blair gracias a que yo no había renegado de la cultura de los no mágicos como sí habían hecho otros de mis compañeros de Ouroboros. Incluso me pareció divertida e ingeniosa, cosa que me costaba asociar a alguien de la Alianza. - Desconocía esa faceta. Vuestra medicina es bastante avanzada, utilizo y comparto muchas cosas de ella, pero la nuestra llega a unos niveles muy interesantes. - y a pesar de todo no había conseguido solucionar el problema de la ceguera por el maldito exceso de carga mágica de aquel pozo. Debía avanzar más, no era suficiente.

No me pasó desapercibido el 'felicidades' de Sean en el momento del parto, se había quedado bastante callado, para lo que solía ser él. Dejamos a la madre y a los niños a solas para que tengan su momento y descansen, ya pasaría más tarde a ver cómo seguían. Una vez fuera me aseguro de que la puerta haya quedado bien cerrada, alejándome un poco más por si acaso escuchaban. - ¿Propones que guardemos el secreto? ¿eso no nos dividirá más de lo que ya estamos? - suspiré con resignación, negando con la cabeza. Abrí mucho los ojos al escuchar lo de la opinión de Zaphira, que me intimidaba bastante. - Ella me odia. Seguro que me acusa de haberte convencido, o algo así. Y Gio...lo mismo le da por hacerle un cuadro a la mujer que por experimentar con ella. Nunca sabes por dónde va a salirte. La dejaremos descansar una semana, y después...hablaremos sobre lo que puede hacer para ayudar. Será peor si descubren que ocultamos esto. Y creo que ya vamos ocultando demasiadas cosas...- murmuré un tanto disgustado en referencia a lo de ser discretos en Ouroboros, como para no dar que hablar. Asentí a lo de la niña, aunque no por lo mismo que él.

- ¿Has sentido un aura mágica? podemos comprobarlo con su sangre. - un modo rudimentario y sencillo era la simple observación, la sangre mágica presentaba algunos leves brillos al ser observada con detenimiento. - No puede vivir en la Alianza, si es que todavía pueden volver. Debería ser educada en Ouroboros. Además...espero equivocarme, pero necesito hacerle un chequeo para descartar otros problemas.

A pesar de que Lucio había comprendido la referencia yo iba escaso en cultura popular que no formara parte del círculo mágico, tal vez mi juventud jugaba en mi contra respecto al tema del cual hablaban los otros dos, por suerte Lucio cambió a un tema un tanto más conocido para mi, sin duda alguna si la medicina de los humanos y la nuestra se uniera lograríamos grandes cosas pero actualmente era imposible conseguirlo si nos seguíamos matando unos a otros con solo vernos.

una vez dejamos a la ministra con sus hijos era el momento de tomar decisiones de las cuales no estaba muy seguro -Lo sé y tienes razón pero es muy complicado el tema, tampoco quiero que la lleguen a meter en un calabozo...- Acababa de dar a luz y también me preocupaban sus hijos, ¿qué tipo de imagen les íbamos a dar encerrando a su madre? si por el momento no pensaban en nosotros como el enemigo, eso sin duda podría llevarlos a esa conclusión. La afirmación que hacía Lucio sobre Zaphira me dejó un tanto desconcertado -¿en serio? no creo que Zaph te odie, ya la conoces, es muy severa y recta pero es una buena persona... bueno, dragón, tal vez necesitéis un momento a solas para hablar- el comentario sobre Gio me hizo reír y estaba totalmente de acuerdo con él -no te voy a discutir lo de Gio, aún recuerdo cuando me dijo que quería pintarte desnudo-

la idea de esperar una semana me parecía bien, así tendríamos tiempo de pensarlo todo mejor -está bien, una semana, pero evitemos hablar de esto en la isla por seguridad-

Noté de inmediato el tono en el que Lucio decía lo de ocultar cosas el Ouroboros, yo mismo me sentía sofocado y se lo hice saber en cuanto llegamos a la cabaña así que tomé su mano para bajar las escaleras e ir a sentarnos un momento antes de volver a la isla -Nada me gustaría más que poder pasar tiempo juntos sin que nos señalen, pero la actitud de Bellatrix en la fiesta me dejó bastante preocupado, aún más su propuesta del linaje de los Pendragon... hay algo que no está bien, he estado investigando un poco estos meses, mi familia y la de los pendragon no acabaron muy bien por una especie de malentendido, no es que sea un secreto pero la forma en que bellatrix hablaba parecía más personal ¿no te parece?- me quedé pensativo un momento mirando a la nada , recopilando de nuevo toda la información que tenía, fragmentos de aquí y de allá pues acercarme directamente a los pendragon no era una buena opción.

-El caso es que cuando solucionemos eso y... el problemilla que tenemos allí arriba- dije señalando al segundo piso refiriéndome a Blair y sus hijos -podremos pensar mejor en que hacer, de momento aprovechemos el poco tiempo que podamos pasar juntos- un tiempo que había sido escaso en todo ese tiempo pero al menos habíamos tenido la oportunidad de escaparnos y sentir el contacto del otro aunque solo fuera tomándonos de las manos, sentados juntos en el mismo sofá.

Negué fervientemente a eso del calabozo, yo tampoco iba a convertirme en lo que destestaba, no iba a hacer lo que ellos habrían hecho. Era importante que Sean supiese que estaba con él en eso. Buscaríamos la manera, a ser posible de modo que no nos enfrentase al resto. No hablaríamos del tema por ahora, y menos en la isla. El tema de Zaphira me tenía inquieto desde que me dio aquella advertencia, aunque desde entonces casi no habíamos hablado. - ¿Tú crees? creo que está recelosa porque teme que te perjudique. Ya sabes lo protectora que es ella. Y estricta, pero contigo menos. - no me imaginaba a la dragona relajada ni de fiesta, no sé por qué. - Intentaré hablar con ella, somos dos personas muy cercanas a ti y necesitamos llevarnos bien. - afirmé dispuesto a dar ese paso aunque me intimidase un poco el asunto. No pude decir mucho más porque casi me da algo al escuchar eso de que Gio quería pintarme desnudo.

- ¿¿Cómo?? ¿de dónde se ha sacado esa idea el maldito italiano? ¿en qué contexto te soltó eso? - me puse rojo automáticamente, casi alegrándome de que Sean no me pudiese ver así. - Tendrá que buscarse otro muso, que se quite esa idea de la cabeza. - no me imaginaba posando así, para nada. Bajé de la mano de Sean por las escaleras, todavía avergonzado por lo que acababa de oír. Al menos nos dimos unos minutos de descanso, sentándonos en el sofá de la planta de abajo. - Pero...en la fiesta yo creo que quedó bastante claro con lo que dije yo después, ¿no crees? - no estaba seguro de que él lo recordase, esa noche había estado un tanto ausente, especialmente al final, cuando pasaron las votaciones.

- No entendí bien lo de Bellatrix. Era como una especie de amenaza, como si todavía quedasen Pendragon y os guardasen rencor. A todo el Consejo, pero más a los descendientes de Merlín. - sentí algo de miedo por Sean, temiendo por su seguridad. Tal vez sólo eran delirios de una loca, pero nada era seguro. - Sí...sonaba a algo personal. Tipo traición. ¿Qué es lo que has descibierto? ¿queda algún documento de aquello? - la biblioteca albergaba mucho material, a pesar de haber perdido parte en la caída de la isla. Por ahora no había novedades respecto a Bellatrix, apenas se la había visto por la isla, y eso era inquietante. Asentí a lo de resolver ese problema y el del secreto de Blair, pensando ya en posibles tratados de paz y demás.

- Eso, y tratar de reconstruir el hospital que estaba en tierra, para quien no pueda trasladarse a Ouroboros. He pensado que podríamos avisar a Adael para la reconstrucción. Y tal vez a Gio. Sin que nos pinte en bolas. - bromeé riéndome un poco, decidiendo aprovechar la tranquilidad del lugar para darle un beso en la mejilla.

Me alegraba que Lucio quisiera arreglar las cosas con Zaphira, aunque no sabía hasta hacía unos instantes que algo iba mal -Si, Zaph me ha cuidado desde que tengo uso de razón, pero sabe que eres una buena persona, nunca me harías daño y estoy seguro que lo sabe- respecto a lo de ser personas cercanas a mi solo pude sonreír enternecido por aquello pues ciertamente ambos eran muy importantes en mi vida y los quería aunque de formas distintas.

Mi sonrisa se tornó en una carcajada al escuchar la reacción de Lucio con lo de Giordano y si hubiera visto su cara de sorpresa seguramente me habría reído aún más -Si te soy sincero no sé que cable se le cruzó en la cabeza, fue... bueno, cuando volvimos de praga la primera vez- recordarlo era un poco incómodo pues no fueron buenos días para ninguno de los dos mientras intentábamos evitarnos y estar separados -supongo que intentaba animarme a su manera, aunque solo consiguió hacerme enfadar, tiene un don para eso- ahora podía reírme de todo aquello y la descabellada idea del inventor por aquel entonces y su peculiar forma de hablar pues no sabía si hablaba en serio o no -seguro que fue una broma de las suyas... aunque yo de ti vigilaría la puerta -

-A mi me quedó claro- dije haciendo más firme el agarre entre nuestras manos, sin duda alguna aquello había sido toda una declaración y a partir de ese momento nos estarían mirando con lupa - no me importaría dejar el consejo ahora mismo si fuera necesario, pero desde dentro podemos ayudar más, no se trata solo de nosotros, hay muchas personas fuera de la isla a las que podríamos ayudar, aguantemos hasta que el nuevo consejo de magia esté consolidado- con respecto a Bellatrix me sentía contrariado, por un lado me alegraba de no estar loco pensando en una especie de conspiración, pero por otro estaba claro que debía ir con cuidado -es muy difícil saberlo con certeza, todo lo que tengo viene de lo que ha podido decirme Zaphira y ella era muy pequeña cuando los pendragon ya no eran muy activos, hay archivos pero no puedo leerlos, están codificados y sin verlos con mis propios ojos es complicado. Tal vez sea el momento de hablar con Bellatrix- de momento era la mejor opción.

De nuevo me eché a reír con la broma de Lucio sobre Giordano pintándonos desnudos -Que yo sepa solo quiere pintarte a ti, yo estoy a salvo- el beso no lo esperaba pero era agradable y a la vez me dejaba con ganas de más, pero me conformaba con eso -El hospital es una buena idea! te ayudaré con la defensa y las barreras para que al menos no lo destruyan en un tiempo, tal vez Gio podría crear una máquina con Tesla para que los centinelas no rastreen la magia-

Aliviada mi alma gracias a los efectos de la musica y mis tripas gracias a los efectos de los higos y el café, habia ido a los jardines de Ouroboros para probar la maquina voladora propulsada por magia. Era un biplaza muy cuco, con alas, tipo moto pero mas amplia y mas en una linea de moda "hechicero style"

Pero no era un conductor experimentado, y fue un viaje un poco  de locos, y mi aterrizaje, nada perfecto. En lugar de aterrizar en el jardincito frente a la puerta, me dirigia directo a la techumbre del cuarto de la planta superior, sin freno.

"oh dios que Sean no haya cambiado las barreras, o me freirán!"

Afortunadamente parecia que Eire aun no tenia interes en  prohibirme la entrada a su casa y no me volatilicé al cruzar la barrera, pero los cristales de la ventana del cuerto de arriba si que se volatilizaron cuando la crucé con mi vehiculo, rompiendola, cayendo transporte y mago por el suelo del cuarto dando varias volteretas de campana.

- Accidente automovilístico! Ah, joder, llamad a los bomberos!

Me levanté con el orgullo herido, al igual que el culo y la cabeza, tenia algunos cortecitos de los cristales pero nada serio. Al levantarme... me di cuenta de que no estaba solo en la habitacion. Me quedé mirando con los ojos muy abiertos a las personas alli presentes, obviamente mi entrada no los habia dejado indiferentes....y yo empezaba a plantearme...si habia metido bien la direccion...

- Esta es...esta es la cabaña Eire, verdad? - me puse muy tieso y muy digno, y carraspeé. No habia reconocido el rostro de la Ministra.

No llevaba ni una hora durmiendo después del parto, los chicos se habían quedado viendo a su hermana que también se había quedado dormida después de limpiarla un poco y ambas descansábamos cómodamente en la cama pero de repente un estruendo seguido del sonido de cristales rotos me hizo despertar de golpe, instintivamente tomé a la pequeña en brazos, me moví demasiado rápido pues una punzada en el abdomen y mi zona baja me lo indicaba -Niños, poneos detrás de mi- saqué mi arma de debajo de la almohada apuntando al desconocido que ahora estaba tirado en el suelo de la habitación y se iba levantando entre un montón de chatarra -Quién eres!? quién te envía y como me has encontrado!?- en mi cabeza estaba haciendo todo tipo de cálculos, cómo salir de ahí, quién me había rastreado, si los magos me habían delatado, disparar y preguntar después... y sobretodo como sacar a los críos de ahí.

El recién llegado preguntaba por el mago ciego así que inmediatamente pensé que me habían vendido pero lo extraño era que no me reconocía o se hacía el loco -quieto, no te muevas o disparo... ¿eres otro de los amiguitos del ciego?- pregunté sin dejar de apuntar cuando de repente el pajarraco que siempre iba tras el mago grazno entrando por la ventana para empezar a dar picotazos al recién llegado en la cabeza persiguiéndolo por toda la habitación hasta que los otros dos aparecieron por la puerta

Me quedé algo más tranquilo respecto al asunto de Zaphira, ahora que se lo había contado a Sean todo parecía más sencillo. Claro que nunca le haría daño voluntariamente, pero puede que sí se lo hiciese involuntariamente en algún momento, como cuando volvimos de Praga. Guardé silencio unos segundos, un poco más serio al recordar aquello. Entonces me lo tomé como un rechazo, aunque después comprendí que lo había estado volviendo un poco loco con tanta incertidumbre, dándole largas. - Sí...fui un poco idiota. Ya sabes que siento aquello. - murmuré en tono de disculpa, suspirando por lo de Giordano.

- Es un buen amigo, aunque esté grillado. Y tampoco se le da muy bien eso de socializar. - reí al acordarme de sus rarezas, aunque paré poco a poco al escuchar eso de vigilar la puerta, imaginándome la escena. - Pues me pondré el pijama más feo del mundo para dormir. No podrá hacer nada artístico. - bromeé de manera relajada, entreteniéndome con la mano que le tenía tomada a Sean. Eché en falta que él pudiera ver mi expresión cuando dijo que le había quedado clara la declaración de la fiesta, sintiéndome feliz de que él lo hubiese entendido así. - Siempre has sido bastante más valiente que yo. Creo que todavía tienes mucho que darle al Consejo. Permaneceremos, por ahora, y siempre y cuando no se metan en lo que no les incumbe. Si no tenemos descendencia que busquen luego nuevas líneas y listo. - no podían decidir sobre nuestras vidas, aunque era complicado encontrar el punto entre el deber y lo que queríamos hacer realmente.

Me removí en el asiento intrigado con lo que había descubierto, lo encriptado, sintiendo algo de temor por eso de ir a buscar a Bellatrix. - Dicen que ha perdido el juicio. Hay que ir preparados por si se vuelve contra nosotros. Yo podría ayudarte también a comprender lo que has encontrado en la biblioteca. ¿A qué acudimos primero, a la investigación, o a la reconstrucción del hospital? - ambas eran necesarias, aunque quedarían pospuestas por ahora, al menos hasta que descubriésemos qué pasaba con los gritos que venían del piso superior. - Blair. - Tiré de la mano de Sean para levantarnos del sofá rápidamente, subiendo por las escaleras hasta llegar a la habitación, abriendo sin preguntas.

- ¡¿Qué ha pasado!? - no tuve que esperar respuesta, enseguida me encontré a Rubí picoteando a Giordano como si no hubiese un mañana, y a Blair asustada con sus hijos, apuntando con una pistola. - ¡No dispares, es amigo nuestro! - alcé las manos y me puse delante de Gio, tratando de disuadir a Blair. Debió colarle la pistola a Sean sin que la viese, aprovechándose de su ceguez. - No deberías tener armas en esta casa... deja eso en el suelo. - pedí en el tono más neutro que pude.

- AH! - solté un gritito muy poco digno de un personaje como yo, pegando un aspaviento cuando la mujer me apuntó con su pistola. Busqué mi bastón, un arma en potencia...pero me lo habia debido de dejar en algun sitio, porque no lo tenia a mano.

- Por favor bella mujer, baja el arma, no soy esa clase de persona... - le dije a la mujer con una encantadora y aterrada sonrisa. No habia nada peor en el mundo que una mujer cabreada con una pistola. Y ademas esta tenia hijos. - Mi nombre es Da Vinci y....ah, que cosa? ciego? Entonces esta SÍ es la caballa de Sean Eire! - dije de pronto cambiando la expresion a una de enfado, reafirmandome en mis cábalas. - Que hace con una mujer en su cama!? - hice un GASP! sobreactuado tapandome la boca y mirando a todos esos niñis - Y CON HIJOS!

"SEAN TIENE UNA MUJER SECRETA!? PERO QUE! NO ME CUADRA, NADA DE ESTO, NOOOOOOOOOOOO"

Iba a cantarle las cuarenta a esa mujer cuando el puto pajaro maniaco ue obviamente debia de odiar todo lo que es bello y maravilloso en este mundo comienza a intentar perforar mi cabeza para llegar a mis maravillosos sesos - Botrytis, hijo del averno y de una mala perra! Voy a hacer hummus con tus cenizas!

Huia del mal bicho, que era peor que Blair, hasta que el bueno de Lucio apareció por la puerta....y huí a esconderme detrás de él y de Sean para que Botry dejase de intentar asesinarme. - Dio mio, esto es una casa de locos! por qué todo en este maldito lugar intenta matarme?

Lucio se disculpaba por todo aquello pero de nuevo no había nada que perdonar -Yo también tuve mi parte de culpa, no te preocupes por eso, lo importante es que ahora estamos bien- eran cosas que ya no tenian importancia, las dudas sobre nosotros mismos se había disipado y en parte eso era lo que nos había delatado. Giordano pasó a un primer plano con sus locuras y desvarios en nuestra conversación -No sé yo si va a funcionar lo del pijama, seguro te hace un cuadro de picasso- aunque no estaba seguro si nuestro amigo descendiente era aficionado a estilos mas modernos.

-Me tienes en muy buena estima, no soy tan valiente como crees- y yo estaba convencido de que no lo era, nunca lo había sido, simplemente me movía por impulsos y reaccionaba a situaciones extremas de la forma menos prudente que se me pasaba por la cabeza y esperaba fuera algo de la juventud para poder controlarlo con el tiempo -ambos tenemos mucho que dar... aguantaremos hasta que ya no nos necesiten o terminen por rendirse- lo de terminar con nuestras líneas de sangre me creaba cierta contradicción, por un lado me negaba a reproducirme por simple petición del consejo, mucho menos hacerlo de la forma más "tradicional" y con esa norma estúpida de decidir con quien hacerlo por el torneo, pero la idea de formar una familia... "¿que tal se le darán los niños a Lucio?" fue lo que pasó por mi mente en ese momento.

-El día de la fiesta... me dijo algo... pero no lo sentí como si saliera de ella misma, Bellatrix no tiene razones para amenaz...advertirme de cosas así, por eso creo que es importante lo de los textos- saqué de uno de mis bolsillos un libro del tamaño de un post-it para enseñarselo a Lucio -aquí está todo lo que he podido encontrar, creo que esto debería tener prioridad, me preocupa el estado de Bellatrix.. si es que sigue siendo ella misma- sentí como algo atravesaba la barrera y un gran estruendo vino de la habitación de arriba, preocupado por lo que pudiera pasar a la ministra y sus hijos me dejé llevar por Lucio, al parecer la mujer tenía un arma y estaba apuntando al responsable de tantos gritos haciéndome suspirar algo aliviado -Rubi, buen trabajo- dije llamando al fénix para que descansara en mi hombro, dándole una de sus bayas favoritas -Giordano te tengo dicho que si vas a venir avises, nos has dado un buen susto- Lucio se encargaba de la mujer mientras Gio se escondía tras nosotros -Gio... tenemos que hablar, esto es algo que solo sabemos los que estamos aquí y ahora tu- qué remedio,el italiano no había descubierto el pastel, se había estampado contra el pastel.

No sabía si el hombre que se había estrellado se estaba burlando de mi o es que hablaba así siempre, fuera lo que fuera le faltaba un tornillo, por lo pronto había mencionado al mago y no sabía nada de mi a juzgar por sus palabras sobre mi y mis hijos, suponiendo muy erróneamente que eran de él, aún así no bajé el arma ni tan siquiera cuando los otros dos entraron por la puerta, escuché un par de risillas por la escenita del pájaro tras de mi y miré a los chicos de forma severa, no era momento para risas.

Los dos magos que estaban en la casa confirmaron que se trataba de un aliado y el médico me pidió que bajara el arma -Es por seguridad, está claro que cualquiera puede entrar aquí- acepté la petición y me senté en la cama dejando a la niña a un lado, tocando mi vientre para inclinarme un poco pues el dolor me estaba pasando factura además del cansancio por el parto -No más sorpresas al menos hasta mañana- no tenía fuerzas ni para sonar dominante y hasta había sonado como si les pidiera un favor, los niños parecían preocupados pero enseguida les sonreí como siempre -Estoy bien, solo cansada... id a jugar o a hacer algo al jardín, los mayores tienen que hablar- y ya sabían lo que eso significaba por lo que obedecieron sin chistar.

Me quedé con las ganas de seguir en ese sofá con Sean, tranquilos como estábamos, y de poder continuar nuestra charla con calma y sin sobresaltos. Ni siquiera pude echar un ojo al pequeño libro que me prestó, pero lo guardé en el bolsillo del pantalón antes de echar a correr escaleras arriba para ver qué pasaba con ese jaleo. Al final sólo era Gio gritando como un loco y siendo atacado por el fénix, y si no fuese por el susto y lo de la pistola me habría echado a reír por esa escena. Me acerqué lentamente a Blair, que pareció conforme con eso de bajar el arma. Suspiré aliviado porque ya me veía metido en un lío, así que me di por satisfecho. - Nadie te va a hacer daño aquí. Sólo venimos nosotros, y los tuyos no van a encontrarte. - me vi tentado de quitarle el arma, pero me dio pena al ver que se resentía del movimiento anterior y del susto.

- Estate quieta, sólo conseguirás hacerte daño. Guarda el arma en el cajón. - Insté de modo amable, abriendo después la puerta para que saliesen los niños. La pequeña tendría que quedarse con ella, por ahora. - A ti no puedo llevarte a Ouroboros, pero a ella...me gustaría llevarla allí. Cuidaré de la niña. - esperaba que no entendiese eso como que quería arrebatársela, sino que quería revisarla. Después me giré hacia Giordano, intentando explicarle el asunto. - Esto es cosa de Sean, que siempre me lía. Ya sabes cómo es, no es capaz de dejar a nadie desvalido tirado. - expliqué con una sonrisa de disculpa, mirando a Gio con cara de 'por favor, no digas nada'. - Será temporal. Y ella se ha comprometido en iniciar un proceso de paz entre los diferentes bandos. La dictadura de los ejecutores no es mucho mejor que la de los ministros. - observé de reojo a Blair a ver qué cara ponía, si seguía en pie aquello ahora que la habíamos ayudado. Bien podría mentirnos.

Me acerqué un poco más a Sean y a Gio, bajando la voz a un tono confidencial. - Y...además de eso estamos liados con otra cosa. Hemos pensado investigar este libro de Sean. Ya sabes...por lo que dijo Bellatrix en la fiesta. Algunos no nos quedamos tranquilos con aquello, aunque no haya pasado nada por el momento. Hay otros compañeros interesados en saber qué sucede. Adael también estaba intranquilo al respecto. - seguí con el tono de voz confidencial, esperando que Blair no se enterase del asunto, y que Gio no lo gritase escandalosamente. Ahora al mirarlo sólo podía pensar que quería pintarme.

- No entiendo por qué refuerzas positivamente una actitud claramente deleznable por parte de tu no menos deleznable...ave - le dije rencorosamente a Sean cuando alabó los haceres de su pajaro. Levanté una ceja hacia Sean. Que me tenia dicho que? Que avisase? Iba a ser que no.  - No. Si un día cambias tu barrera sin avisarme TÚ a MÍ, serás TÚ quien cargue con mi muerte sobre tus hombros.

No entedia a santo de que tanto secreto con aquella mujer obviamente muggle. Salí de detrás de la pareja y miré a Lucio que me explicaba cosas y pedía cosas, con aquella cara de disculpa tan típica suya.  Cuando mencionó aquello de la dictadura de los ejecutores y los misnistros algo hizo click en mi despistada mente y me giré lentamente a mirar a la mujer de pelo negro.  Le miré bien, tratando de recordar si me sonaba de algo. Pero no, su cara ....no me terminaba de hacer tilín. Aunque algo podia intuir.

- Me estas diciendo que estais dando refugio a un alto cargo de la Alianza? Pero... por qué? - pregunté desde mi mas sincera incomprensión, cosa que claramente reflejaba mi rostro. -  Lo haceis porque de verdad confiais en que pueda hacer algo a cambio por vosotros o por puro....buenismo? - Volví a mirar a Blair con una mezcla de sensaciones y pensamientos muy contradictorios.

Luego miré a Lucio con aire inexpresivo totalmente por lo ultimo acerca del libro y Bellatrix.
- No recuerdo nada de aquella fiesta. Estaba drogado. Muy drogado.

Lucio parecía tener la situacíón controlada y Blair estaba colaborando, por una parte la entendía, Giordano tuvo que darle un susto de muerte, mucho más considerando su situación, pero si que me molestaba que me hubiese colado un arma en mis narices "esto de no ver es un gran inconveniente" dije para mi mismo mientras escuchaba los reproches de Gio -La refuerzo porque ha hecho un buen trabajo, su misión es proteger la casa de desconocidos, tu solo te has llevado unos picotazos porque ya te conoce, yo creo que te quiere y todo- dije bromeando mientras le acariciaba el plumaje al ave -Vamos Gio, no voy a dejarte fuera, eres de las pocas personas en las que confío ahora mismo, pero si avisas te ahorras encuentros desagradables como este y si vienes a visitarme y no estoy también te ahorras el viaje-

Fui llevando a Giordano hasta la puerta para que no intentaran volver a pegarle un tiro, esperando a que lucio se uniera a nosotros, acusándome de liante y razón no le faltaba -Lo siento, esta es la segunda vez que os arrastro a algo a los dos... pero no podía dejarla con los niños sola en esas ruinas y al principio no sabía quien era- dije intentando excusarme pero en cuanto lo supe tendría que haber avisado y eso es algo que no les puedo negar. Ante la pregunta de Giordano sobre las intenciones que teníamos con Blair, habría mirado a Lucio pero en su lugar levanté mi mano para sujetar su camisa -Yo no espero nada a cambio, tal vez simplemente demostrar que no somos tan diferentes y que esta guerra no tiene sentido... antes los humanos confiaban en nosotros- o eso creía yo según lo que me contaban los libros y novelas antiguos, los humanos soñaban con la magia.

La mujer no parecía a favor de lo del tratado pero si a favor de colaborar, por ahora eso era suficiente y no se había negado por completo -ya hablaremos de eso después, ahora descansa- dije sacando a los otros dos de la habitación para hablar sobre Bellatrix ya que al parecer Giordano estaba haciendo de las suyas -¿No estabas durante la votación? se armó una buena, culpa mía nuevamente, me temo... el caso es que Bellatrix lanzó una especie de profecía, era como si no hablara ella y fuera otra persona y entre otras cosas digamos que quiere echar a varios de nosotros del consejo y reinstaurar la sangre de los pendragon en ouroboros- extendí mi mano a Lucio para que me diera el libro y cuando lo hizo lancé un hechizo para que éste tomara su tamaño real, un libro grande y pesado -en este libro he recopilado algunas cosas pero no puedo leerlas- lo hice flotar con magia mientras este se abría y pasaba sus páginas rápidamente hasta detenerse más o menos en el centro dejando ver algo parecido a un mapa -aquí se habla de algo relacionado con los pendragon que mi familia protege pero no sé que es, está encriptado el mensaje y tiene miles de años, he intentado que Zaph me ayude pero parece no saber nada- aunque más bien era como si no me lo quisiera decir.

Levanté mis manos en señal de rendición por así decirlo y guardé el arma en el cajón que decía el mago -nunca es suficiente seguridad, siempre debes estar preparado- esa era una de las cosas que había aprendido de Éamon, siempre tener un as en la manga o dos, por mi parte había guardado la pistola pero me quedaban las agujas. Los otros dos magos empezaron a divagar entre ellos respecto al pájaro y no sé qué más pero el médico me hablaba sobre ouroalgo, levanté una ceja al escuchar que se quería llevar a la niña -¿Así se llama vuestra base? supongo que tiene el mismo tipo de seguridad que este lugar, por eso cuesta encontraros al igual que esta casa- miré al chico ciego y después al mago de nuevo -Me parece que él tiene algo que ver en eso- recopilar información nunca estaba de más por si acaso -no quiero que te la lleves y si lo haces quiero algo para asegurarme de que volverá, un depósito- podría estar de parturienta pero de tonta no tenía un pelo y quería recordádselo a los magos -no te lo tomes a mal pero quien nada debe nada teme, el ciego se quedará conmigo mientras tu te llevas a la niña- y no había discusión alguna con eso.

Me acosté en la cama al lado de la pequeña mientras los magos hablaban cerca de la puerta aunque podía escucharlos perfectamente, el payaso de los crispis no era tonto, estaba claro que querían algo de mi, nadie era tan amable porque si y menos con el enemigo, querían algo y eso lo supe desde que el mago me recogió en aquel lugar a pesar de que asegurara no saber quien era al principio, el médico se aventuró a decir lo del tratado de paz -Yo no he hablado sobre un tratado de paz, he accedido a ayudar, tal vez una reunión entre los líderes de la alianza y los líderes de los magos pero yo no puedo tomar mis propias decisiones sin consultar con el resto, eso sin contar con que depende de las condiciones, no han sido años muy bonitos, hasta puede que me echen solo por estar aquí- hasta puede que Éamon se enfade conmigo y estaba segura de que lo haría aunque tal vez se le pasara el cabreo al ver a su hija.

Los magos marcharon fuera y yo me quedé sola, mirando el rostro de la recién nacida que a pesar del estruendo se había quedado dormida de nuevo lo cual me parecía extraño, o estaba muy débil o le pasaba algo -Tal vez es buena idea lo del hospital...- le di un beso en la frente y me quedé contemplando su rostro hasta caer dormida nuevamente.

Permanecí al margen de los regaños pajariles entre Sean y Giordano, además de su rifi rafe con lo de la barrera. Cuando ya no pude quedarme callado fue cuando comenzamos con el tema de tener allí oculta a la mismísima ministra desaparecida. Sean era un liante, a pesar de su cara de buenazo. - Ya, ya...me pregunto si ella se hubiese portado igual si alguno de nosotros lo hubiésemos necesitado. - murmuré por lo bajo, a sabiendas de que yo habría hecho lo mismo por mi condición de médico. - Exacto. Eso es lo que queremos que vean, que somos iguales a pesar de las diferencias. Aunque no es tan fácil. A decir verdad yo también confío en que ella nos ayude a negociar con la Alianza. - puede que Sean y yo fuésemos un par de ingenuos y que el más cuerdo fuese Gio. O tal vez no tanto, como me recuerda cuando dice que estaba drogado.

- Hiciste bien en drogarte. Fue una fiesta muy turbia. Yo me habría drogado si hubiese podido. - tenía muchas drogas a mi alcance, así que...¿por qué no?. Me dio un microinfarto al darme cuenta de que Blair había oído el nombre de la base. Poco podía hacer sabiendo el nombre, pero no me agradaba que lo supiese. - Así es, es un lugar de alta seguridad. - me giré hacia ella para dejarlo claro, tratando de tranquilizarla cuando dice lo de la niña. - No le pasará nada. Te lo prometo. Soy médico, no haría nada que dañase la integridad de mis pacientes, menos aún tratándose de un bebé. - repliqué molesto por su falta de confianza, y más aún por el hecho de que quisiese quedarse a mi Sean como depósito. No respondí ni que sí ni que no.

- De acuerdo, no está mal comenzar con una reunión entre líderes. La necesitamos...una de la que nadie salga herido. Nosotros te guardaremos las espaldas si los tuyos tratan de dañarte por considerarte traidora. Espero que sepan valorar que tenías una situación de necesidad y que nosotros te ayudamos. Un poco menos de ego por todas las partes no vendría mal. - salí un momento fuera con los demás para examinar el libro. Habría que obligar a Zaphira a ayudarnos, de manera insistente. Al final acordamos marcharnos a Ouroboros, pero antes pasé a ver a Blair y a la niña. La mujer se había quedado dormida con la pequeña, así que me acerqué despacio. Cogí al bebé de manera cuidadosa, mirándola con cierta preocupación. No podía esperar al permiso de su madre, así que la saqué del cuarto para volver con el resto. - Nos la llevamos. Necesita una revisión. - le pedí a Gio que garabatease una nota con dibujo explicatorio, dejándolo en la cama de Blair para que no se asustase al despertar. Después desaparecimos de allí los tres, fénix y bebé incluido.

ya llevaba un rato durmiendo, unas horas probablemente aunque a mi me pareció media, estaba agotada, la labor de parto siempre era horrible aunque esta vez no lo había pasado tan mal como con los dos primeros, aún así faltaba Éamon, gritando a los doctores y tomando a sus hijos en brazos. Los chicos me despertaron, estaban cuchicheando sobre despertarme o no -Os estoy escuch...- abrí los ojos, palpé la cama como si algo hubiera desaparecido y en efecto, la niña no estaba -¡¿Y VUESTRA HERMANA!?- Me levanté corriendo, me vestí y empecé a rebuscar en cada rincón de esa maldita casa, muchas puertas estaban cerradas, otras abiertas de par en par pero algo me impedía entrar, era como un velo que me repelía de forma inmediata, Collin y Michael no sabían nada, cuando entraron a la casa los magos ya se habían ido y mi bebé no estaba -MALDITOS MAGOS TRAIDORES! - Tomé lo primero que tuve a mano y lo lancé contra la pared haciéndolo añicos y así una y otra vez con todo lo que encontraba a mi paso y en las estancias a las cuales podía entrar, la cocina recibió la peor parte, platos , vasos, fuentes, todo destrozado -Niños, coged vuestras cosas, nos largamos de aquí, estoy harta de esta cueva- los dos adolescentes tomaron sus pertenencias, yo provisiones y nos dispusimos a salir de aquel lugar pero al llegar a la linde me di cuenta de algo, no podía salir.

Golpeé aquella cosa invisible que rodeaba la casa, le disparé y hasta le lancé una silla pero nada funcionaba, era prisionera y aquello era culpa mía, no solo me tenían a mi sino también a mis hijos "soy una idiota.." me repetí una y otra vez ... pero tenía que calmarme, al menos los chicos tenían que salir de ese lugar -Buscad algún punto débil, tiene que haber en esta burbuja- buscamos durante un buen rato y nada, estaba a punto de rendirme cuando hubo un ruido, alguien había tropezado con el desastre de dentro y gritaba en italiano, me fui como una bala arma en mano y sin decir nada disparé a los dos hombres que habían aparecido -COMO OS ATREVÉIS A LLEVAROS A MI HIJA! A ENCERRARME AQUÍ !! - las balas rebotaban como si algo los protegiera y es que uno de ellos llevaba una piedra en la mano que brillaba, no bajé la pistola, estaba muy enfadada -Dame a mi hija y dejadme salir de aquí!- El tal lucio llamó a la calma mientras el otro italiano a su lado seguía gritando y diciendo a saber qué y me estaba poniendo más nerviosa por lo que le apunté directamente a él -CÁLLATE YA MALDITO ITALIANO! - De nuevo disparé sin tener mucho éxito y este me devolvió el golpe lanzándome algo, una especia de cuerda o red desde un bastón que estaba electrificada, me dejó inmovilizada durante un rato, lo que ambos aprovecharon para quitarme el arma y atarme a una silla.

Si las miradas pudieran matar aquellos dos estarían tres metros bajo tierra, pero por desgracia no mataban o al menos yo no tenía ese poder y cada vez tenía más ganas de pegarle al tipo que acompañaba a Lucio. Éste empezó a explicarme que se había llevad a la niña a un hospital, que no era nada malo y más mierda que no me pensaba tragar -NO ME IMPORTA! TE DIJE QUE NO TE LA LLEVARAS! Y SI LE LLEGA A PASAR ALGO? SI ALGUIEN LA RECONOCE O CUALQUIER OTRA COSA LE LLEGA A SUCEDER! COMO MÉDICO SABES PERFECTAMENTE QUE NO SE LE HACE NADA A UNA CRIATURA SIN EL CONSENTIMIENTO DE SUS PADRES!- no sabía ni lo que decía, estaba histérica y de repente me suelta que mi hija era maga... me quedé sin decir nada unos instantes, tenía que ser mentira, agaché la cabeza para asimilarlo y llegué a esa conclusión, intentaban engañarme, ¿Una bruja en la casa de los ministros? si hombre, solo era una treta -Ya basta... soltadme y os daré lo que queréis para poder largarme con mis tres hijos de aquí- los dos hombres debatieron al final Lucio accedió a pesar de lo que decía el otro , tomé papel y una pluma empezando a redactar un nuevo contrato -Esto es un contrato escrito en el que me comprometo a realizar una reunión pacifica con los vuestros, nadie resultará herido mientras yo esté presente e intentaremos llegar a un acuerdo, esto por supuesto incluye mi colaboración para reunir a los otros dos ministros- "Aunque no sé nada de ellos" pensé en cuanto Lucio miraba aquel papel, ambos firmaron y yo hice lo propio, el del bigote ya sabía que cumplía, así fue como consiguió su libertad la primera vez, aún así me hicieron dejar una gota de sangre en el papel, malditos monos retrógrados, seguían en la edad media.

Finalmente el que no paraba de hablar fue el que se ofreció a sacarnos de allí, parecía bastante contento de deshacerse de nosotros, tomé a los niños, mochila con provisiones, arma y bebé en mano, nos tomamos unos a otros de donde pudimos y aquel hombre nos desapareció de aquella cabaña para llevarnos cerca de Londres.

Al final aparecimos en mi casa, Lucio parecía más calmado pero aún no estaba del todo bien, subimos por las escaleras con algo de dificultad pero cuando finalmente llegamos arriba pasamos directamente a la habitación principal, suponía que seguía como siempre pero no había limpiado desde el asunto con los ministros así que con un movimiento de mano todo lo que había dentro pareció cobrar vida, cada objeto de la estancia se movía y flotaba de nuevo a su lugar, las sábanas de la cama se cambiaron solas, las sucias al cubo y las nuevas flotaron desde el armario cubriendo el colchón hasta quedar tan lisas y blancas como la nieve recién caída -Tienes que descansar, te haré un té para que puedas dormir bien- estuve a punto de darme la vuelta pero una mano me detuvo y yo no tenía corazón para dejarlo solo, sonreí y tomé su mano acercándome a la cama entrando primero en ella para después hacer que Lucio me siguiera.

Cuando sentí su peso a mi lado lo abracé pasando mis brazos sobre sus hombros para darle un beso en los labios -Está bien, nadie vendrá a molestarnos, solo estamos tu y yo- me separé de él para indicarle que se acostara apoyando la cabeza en mi regazo, no sabía si lo haría o no pues sin rubi de nuevo estaba totalmente ciego, sin embargo el peso del medimago sobre mi me decía que lo había hecho. Mis manos se pasearon entre su cabello, enredando los dedos entre las hebras -Siento que haya pasado todo esto, pero estaremos bien, eres una persona increíble Lucio y de gran corazón, haces mucho por muchos cada día de tu vida así que no debes preocuparte por lo que has visto antes, solo ha sido una pesadilla, un tropezón en la oscuridad y por cada sombra siempre hay una luz- de nuevo un movimiento de mi mano trajo hasta nosotros unas cuantas velas que flotaban por encima de nosotros, eran de color lilaceo y llevaban un hechizo de magia blanca impregnado en ellas, uno que solía usar mi padre para alejar las pesadillas cuando era niño, las luces se apagaron y solo la tenue luz de las velas y algunas pequeñas luces con aspecto de luciérnagas iluminaban la estancia de forma agradable.

Mis manos seguían dando leves y amables caricias a Lucio, canalizando mi magia hacia él para ir calmando su ansiedad poco a poco mientras tarareaba una canción y cada vez que paraba solo era para repetirle las mismas palabras -Estoy aquí, nadie te hará daño...- al final parecía que su ansiedad iba desapareciendo poco a poco y cuando lo creí conveniente escribí un mensaje a vuelapluma para Giordano, no me había quedado del todo tranquilo después de abandonar el campo de batalla sin más y era el único en quien podía confiar.

"Querido Giordano, siento pedirte estas cosas siempre en el peor de los momentos pero la misión en francia ha sido un completo desastre, Lucio y yo nos hemos retirado a la cabaña pero necesitarán tu ayuda en stonhenge, volveremos a la isla en cuanto nuestro estado sea mejor para ayudar en todo lo posible, te lo compensaré, con café o lo que se te ocurra mientras no implique pintar en uno de mis libros."

en cuanto terminé el mensaje el papel se transformó en un pequeño pájaro de papel que voló a través de la ventana para elevarse en el cielo nocturno hasta Ouroboros, dejándonos de nuevo solos.

Tras salir del portal del infierno no supe muy bien lo que sucedió a continuación, ni recordaba haberme desaparecido a ningún lado. Sólo recordaba retazos, como Sean intentando calmarme, o mis gritos e intentos por respirar mientras sentía que me ahogaba por el ataque de ansiedad. Al llegar a su casa empecé a ser un poco más consciente de todo, empezando a sentirme más a salvo al estar en ese lugar, y sobre todo al estar con él. Me dejé guiar y llevar hasta su habitación, aunque un tanto ido y sin lograr todavía recomponerme del todo. Negué con cara de súplica a eso del té, poniendo mi mano sobre él para que no se marchase. No quería quedarme solo, todavía no. Suspiré pesadamente, algo más tranquilo cuando decidió quedarse conmigo y me llevó con él hasta la cama. Su beso en los labios consiguió ir trayéndome a la realidad poco a poco, mitigando el frío que me invadía desde que había salido de aquel lugar.

Busqué algo de paz para mi atormentada cabeza dejándola reposar en su regazo, cerrando los ojos mientras intentaba calmarme con sus caricias en mi cabello y con el sonido de su voz. - Gracias por no dejarme en ningún momento, por estar siempre que te necesito...- susurré todavía con los ojos cerrados, dejando que transcurriesen algunos minutos más en silencio mientras él seguía pasando su mano por mi cabeza y buscando palabras amables para mí.

- No sé lo que me ha pasado, de verdad que no. Es ridículo...he quedado como un cobarde. Seguro que los demás lo han soportado mejor, que ninguno chillaba de ese modo. Tú...tú eres más valiente. - me disculpé por lo bajo porque me sentía bastante estúpido por el ataque que me había dado. Conforme iba pasando el tiempo iba recobrando la calma, centrándome en las palabras que Sean repetía y en la canción que tarareaba. Abrí los ojos para mirar hacia él, ahora que volvía a ser más consciente necesitaba saber cómo estaba.

- ¿Te encuentras bien? - apoyé una mano sobre su pierna para alzarme un poco, llevando la otra mano a su mejilla. - Tuve mucho miedo en aquel lugar...temía que esas ...esas cosas te arrastrasen, que te llevasen. - me costaba hablar de ello, aunque gracias a la magia de Sean me sentía algo mejor. Lo miré con expresión de admiración por lo que había conseguido. Guardé silencio unos segundos, reflexionando con gesto de resignación. - Cada vez que salimos pasa algo, o tenemos que acudir a responsabilidades. Deberíamos quedarnos aquí para siempre. - sugerí antes de llegar hasta la altura de sus labios, besándolos suavemente y sin prisa.

Me sentí muy culpable cuando Lucio me dio las gracias por estar siempre a su lado en los peores momentos pero a mi me parecía que cada vez que nos pasaba algo era porque yo lo arrastraba conmigo -no me des las gracias... - no me las merecía pero no dije más para no llevarle la contraria por si eso lo ponía nervioso, no era momento de discutir -estaré a tu lado siempre-

Los minutos pasaron y poco a poco la respiración de Lucio se hizo estable y más pesada, como si estuviera en ese estado de relajación en el que pareces dormir con los ojos abiertos. Negué con la cabeza a sus siguientes palabras antes de contestar -no seas tan duro contigo mismo, no has sido el único que ha sufrido, los demonios atacan buscando en lo más profundo de nuestros miedos y debilidades haciéndonos flaquear de una forma u otra, pero no todos enfrentamos el dolor igual- de nuevo una negación por mi parte, Lucio me veía de una forma totalmente diferente a la que yo mismo lo hacía -Yo también he tenido miedo, mucho... Miedo de verme en la oscuridad, miedo de ser alguien débil, miedo al rechazo y sobretodo miedo de perder a las personas que más quiero- de hecho poder abrazarlo en medio de aquel lugar era lo que me había traído de vuelta a la realidad, sentir que estaba conmigo a pesar de que se encontraba peor que yo, me había ayudado sin siquiera saberlo.

El peso sobre mi regazo se hizo menor y de nuevo Lucio se estaba preocupando más por mi que por él mismo, el tacto de su mano sobre mi mejilla era agradable y la acompañé posando la mía sobre la suya mientras cerraba los ojos -Estoy bien, no me ha pasado nada, solo he salido un poco desorientado del portal- por el tono de voz del medimago parecía que aún le preocupaba lo que había visto, tenía sus pensamientos en aquel lugar y era algo inevitable -con lo que me ha costado cazarte crees de verdad que alguien del cielo o el infierno va a ser capaz de alejarme de ti? De eso nada- bromee con aquello para quitarle hierro al asunto seguido de una risilla floja por lo estúpido que había sonado para pasar de nuevo mis brazos sobre sus hombros uniendo mi frente con la suya -Ojalá pudiéramos quedarnos pero aún hay cosas que hacer y gente que nos necesita, sobretodo a ti- el beso fue bien recibido, hacía mucho que no teníamos un momento así, de hecho parecía la primera vez que pasábamos tanto tiempo a solas, era agradable pero las responsabilidades no esperaban pero por esta vez al menos nos podíamos permitir una tregua.

Era inevitable no darle vueltas al motivo por el que yo había llevado tan mal el paso por el infierno, a diferencia de otros. Las palabras de consuelo de Sean fueron de cierto alivio, él no pensaba que fuese un cobarde. Ojalá yo lograse pensar lo mismo. Él podía parecer frágil, pero tenía mucha más fortaleza de la que muchos podrían adivinar. Algunos de sus miedos eran similares a los míos, y saber cuáles eran los suyos me hacía sentir que lo conocía mucho más. - A perder a quienes quieres y al rechazo...no sabes cómo te entiendo. - no quería ni pensar en perderle, y siempre había sentido miedo al rechazo, por eso no me mostraba tal y como era. - También a fallar en lo que soy, en no ser el sanador que debería. - llevaba tiempo sintiéndome estancando en mi disciplina, como si no avanzase ni fuese muy diferente de otros sanadores. Hasta que no lograse hacer algo con la vista de Sean no dejaría de sentirme así.

Observé con más detenimiento las cicatrices de sus ojos al incorporarme un poco y quedar cara a cara frente a él, aunque con la tenue iluminación no eran demasiado visibles. Echaba de menos que pudiésemos mirarnos. Suspiré cuando se empeñó en decir que sólo estaba desorientado, incluso me sacó una leve sonrisa. - Eso es porque no pediste indicaciones a ninguno de esos horribles bichos del infierno. - yo mismo sentí un escalofrío al decir aquello por el recuerdo de las imágenes, pero sentí que intentar buscar el humor donde fuese era lo mejor que podía hacer. Me emocioné con las palabras tan bonitas que me dedicó, pues nadie me había dicho nunca algo así. - Nada ni nadie, entonces. - susurré sobre lo de no dejar que nada nos separase, sin querer pensar en eso de las responsabilidades, ni en volver a la isla, ni en nada. Profundicé más el beso durante los segundos que siguieron, pasando su mano tras su nuca para enredar los dedos en su cabello. Era la primera vez que iba un poco más allá de lo que solía hacer, porque realmente nunca teníamos ocasión de estar más de cinco minutos a solas, o no habíamos llegado a ese punto todavía. Fui parando poco a poco, apoyando mi frente contra la suya. - Sé que tenemos que ir a la isla en algún momento...no te lo voy a negar. Y sé que me necesitan, pero ahora mismo yo sería más un estorbo que una ayuda. Confío en Aldaron y el resto de compañeros. Ellos sabrán encargarse del hospital. Vamos a darnos al menos unas horas más, un par de días como mucho para descansar, recuperarnos, estar juntos... - hice una breve pausa, cogiéndole la mano. - Me gustaría que viviéramos juntos.