Cueva de gough

-Darle la vuelta a la tortilla? Te refieres atacarlos haciendo el pino?

Lo reconozco, ese dia estaba un poco empanado. Me rasco una sien enmarañándome algo mas el pelo. Asiento porque decide admitir elfos y eso me parece bien...siempre y cuando no sean elfos pijoteros de los que dicen tocan las narices. En fin, yo solo habia conocido a uno.

-Creo que su rata larga es un...castor? Algo asi. O cobaya. - fuera de las urracas, u otros animales como lobos, zorros y gamos jabalies o conejos que veia mas a menudo, no tengo mucha idea de como se llaman las marmotas

-Te refieres a un clan de despojos sociales cabreados con ganas de hacer gamberradas? -le doy mi definicion de como me suena lo que ha querido expresar. Escucho lo que dice de los renegados y miro hacia arriba como pensando.

-No considero que los renegados estén empanados o poco dispuestos a jugársela. Es solo que ellos aceptan humanos entre sus filas, no es asi?

Ya caminamos junto al lecho del rio, no me tranquiliza que él me diga que todo estará bien y que podremos defendernos, eso no deberia decirmelo alguien mas joven que yo. Lo miro de reojo, sin embargo es el quien va con su arma, en este caso su baston, preparado, y no yo. Suspiro y como resignado desenvaino mi espada y daga. Roac deja de darse su bañito y con un escandaloso graznido se va a la cabeza de Vor, ahi empieza a sacudirse el agua cual perro y a restregar su cabeza contra su pelo para secarse.

-Es posible que si .Pero yo no sali en ninguna cueva de por aqui, yo vine desde Irlanda. No creo que puedan estar TAN conectadas. Pero creo que estamos alcanzando una profundidad mas que aceptable. Que buscamos, aun? Un refugio? O algun goblin para esclavizar? mas drows?

Dyos estaba en modo :dyos: total. Así que parecía empanarse de poco, de muy pero que muy poco. -Usar su arma contra ellos mismos, ¡Eso es dar la vuelta a la tortilla! Cambiar la situación. Vamos a controlarlos NOSOTROS a ellos.- Le dije yo con total seriedad, dándome un golpecito muy breve en el pecho. Yo me observaba los gestos suyos casi entretenido, a veces no llegando a comprender qué se le pasaba por la cabeza y cómo podía ser tan despistado cuando se lo proponía. ¡Tenía suerte de que yo estuviera por allí! Vaya que sí, me convencí. No parecía saber exactamente el nombre de la rata larga. -¿Una caballa? Bueno, ¡Que sea caballa! Algún día le obligaremos a que nos la presente.- Le dije yo como respuesta.

Insultó un poco mi idea de clan, pero es que no se equivocaba. Yo le miré feo. -¡Más o menos! Pero no los llames así. No está bien. Y no son gamberradas, ¡Es asesinato sistemático! Matar los que dan las órdenes.- Le gruñí. -¡Te recuerdo que nosotros dos seremos miembros! Así que no te metas mucho con el clan y su gente.- Yo me lo tomaba muy en serio, como si tuviéramos ya muchos fieles seguidores.

Me habló de los renegados, casi como si los defendiera. Y que admitían a humanos. Yo le fruncí el ceño. -No lo entiendes. El problema está en que… ¡Los renegados están corruptos!- No sabía como expresarlo. -No me gusta que su política sea que aceptan a cualquiera que busque un refugio pero que luego tuviéramos que estar agradecidos por tener piedad y admitirnos allí abajo. Me dijeron que te controlara. A Johan me parece que no le hiciste nada de gracia, se cabreó. Un poco.- Hacía una expresión molesta. -Al fin y al cabo son una panda de magos y cuatro gatos de otras razas que más o menos toleran allí dentro, y parece que les debamos la vida. Tu ya me dijiste que no estaba allí para suplicar aprecio.- 90% resentimiento, 10% otras cosas. Composición de mis palabras.

-Hay gente allí que no hace nada. Nosotros no tendremos de eso en nuestro clan. Quien se una, ha de hacer algo. Y no nos pondremos a cuestionar las amistades que pueda traer una persona que HA SALVADO LA VIDA del jefe. O de quien sea. Porque sí.- Cerré el puño con fuerza. En parte había dejado aquello atrás, pero… -¿Recuerdas la imbécil de la rubia? Aquella me trató como porquería. Soy MEJOR curandero que ella. Es inútil. No sabe hacer la O como un canuto. Y sin embargo tuvo todo el derecho a insultarme, humillarme, y encima yo debía callarme la boca.- Fruncí demasiado el ceño. -Tengo que aceptar que se me infravalore, que se me lleven a un herido de las narices y que ¡ENCIMA! tenga que aprender a respetar a quien me escupe en la cara. No. Los renegados son imbéciles. No pienso unirme a ellos.- Y por ende, íbamos a hacer nuestro propio clan.

En cuanto estuvimos abajo él se preparó un poco y el pajarraco no dejó de hacer ruido, como era costumbre para él. Vino a mi cabeza a secarse y yo quise acariciarlo, con mucha curiosidad por semejante plumífera esponjosidad. -¿No querrás mi nido de lana para secarte, majo?- Le pregunté al bicho. Dyos me explicó que venía de una cueva de Irlanda. Irlanda… Nunca había estado allí, vaya. Y me preguntó que buscábamos. -¡Un refugio! ¡Estás hoy hecho una empanadilla francesa muy intensa! No creo que me hiciera gana encontrar más drows por aquí. A no ser que fueran bichos raros como nosotros.- Observé finalmente como el río, tras una breve caída que más o menos pude saltear descendiendo por unos peñascos, se abría en un muy inmenso lago, con una ligera neblina causada por el considerable caudal, que humedecía hasta las entrañas. -No veo demasiado… Pero es un lugar bonito.- El agua emitía un bonito brillo celeste, por las algas y la fauna en ella. -Si encontráramos alguna pequeña gruta o grieta podríamos hacer maravillas. Me recuerda al lago cercano a mi zulo.

-Las caballas deben de estar muy buenas...

Ese comentario lo hice con los ojos entornados, y de hecho si que estan buenas, pero no las caballas que yo pienso que son caballas.

-Corruptos? Explicame eso... -mi fruncido ceño se desfrunce cuando me dice que Johan le comentó que me controlara. -Yo estoy agradecido de los huevos que me comí. Y sobre lo de controlarme...que le pregunten al pelirrojo. Ves! Soy un peligro!

Apunto con mi espada a la oscuridad del vacio frente a nosotros, lanzando un par de veloces tajos al aire. Lo dejo seguir hablando mientras lo escucho, notando que tiene algo asi como mucho rencor dentro de su enano cuerpo. Yo tambien lo tengo, pero soy mas grande y a quien odio es a los militares, no a los renegados. Esos hasta me caen bien, cuando los veo por ahi de vez en cuando, aunque nunca me haya mezclado mucho con ellos...salvo en esa ultima ocasion.
-Pero en la fiesta estuviste a gusto con ellos, o fueron imaginaciones mias?


Cuando llegamos al lago, Roäc vuela hasta las aguas aquellas, como inspeccionando. Da varias vueltas alrededor y sigue voleteando por ahi ajena al peligro cual urraca de parque. Yo miro las brillosas aguas, la extension del lago, aquella bruma...
-No me gusta. Este tipo de sitios geniales atraen gente. O bichos. Roäc! Vuelve, no me gusta que vueles por ahi!

-No esas caballas, Dyos. ¡No me entiendes! ¡Soy un adolescente incomprendido!- Le dije yo en broma, rendido ya en el asunto de que fuera a comprender mis dudas animalísticas.

Preguntó que porqué corruptos. -Básicamente… Hipocresía, mayoría maga opresora, mamoneo, enchufe, preferencias, favoritismos, marginamientos…- Le gruñí casi con asco de tan solo pensarlo. Él por supuesto no lo entendía porque como ya me esperaba era una empanada pintada de negro. Y aseguraba que si que era un peligro, además de estar agradecido. -¡Te están lavando la cabeza para que realmente creas que eres un drow malo y maligno! ¿No te das cuenta? ¡Es muy oscuro! Nos convencen con comida para ello. Sucios.- Escupí yo en un acento drow tan exagerado que rozaba lo incomprensible.

Pero me tranquilizaba verle practicar. Estaba bastante seguro de sus capacidades físicas y no creía que nos pudiera pasar nada malo. Un buen cortes bien dados acababan con cualquier cosa, más si uno sabía buscar los puntos específicos. Y ya había visto perfectamente que eso se le daba de maravilla, porque al soldado que encontramos lo dejó… Fino. Me puso en duda el hecho de que ñp me había pasado bien en aquella fiesta, al menos aparentemente. Le miré un poco subido de tono de piel, más rojizo que de costumbre, por cabreo y vergüenza. -Lo que disfruté de aquella fiesta no fue precisamente estar entre renegados. La cuestión es que había de comer, me he sacado una botella de gratis y poco a poco me cobro la DEUDA que me deben esta panda de MOROSOS. Yo estaba allí como curandero. Y un día, llegan ahí tan anchos a el bar y me obligan a curarlos a todos. Y no me dicen la mitad ni gracias, ni me dejan lo único que pido, ni se despiden la mayoría y solo uno se molesta en invitarme a algo. ¡Tienen mucho morro!

Yo entre lanas, sitio para dormir y otros restos me las iba apañando. Pero lo que me cabreaba es que pensaran que lo hacía por amor al arte. Todo aquello lo podría haber ido consiguiendo sin haber tenido que mover un dedo. -No necesitamos zánganos en nuestro clan. No voy a trabajar como uno de ellos.- Declaré con un tono que casi parecía no querer réplicas, muy convencido. Tan convencido como un enano pudiera sonar.

A Dyos la nueva zona no le convenció y empezó a ponerse algo temeroso, mandando al pajarrao que tan bien se lo pasaba a que regresara. -Que no va a pasar…- De repente atisbé un par de siluetas muy, muy difusas en la bruma. Silenciosas, que no hablaban y parecían vagamente humanoides. Me agazapé y moví el bastón hacia ellas como si quisiera descubrirlas, alertar de que sabía que estaban allí. Pero algo lo interrumpió todo: Un profundísimo dolor de cabeza, como un mareo repentino. Empecé a respirar con mucha fuerza, aunque me costaba siquiera mediar palabra. Al principio estaba desconcertado, pero el instinto me recordó algo muy útil. Sabía perfectamente qué era aquello.

-D-Dy… os.- Apenas llegaba a poder encogerme, pero había cerrado los ojos intentando recobrar la concentración. Pero era un dolor persistente. -Deso… des… desolladores.- Pude mascullar a duras penas. El bastón no atacó, como si estuviera perdido sin mis órdenes, como si fuera muy cobarde como para cometer el acto de asesinato sin mí. Quería mandárselo, “MÁTALOS”, pero no era capaz de comunicarme con él. Era en el fondo casi como una extremidad de mi cuerpo, como una extensión de mi mente. No llamaría telepatía al contacto que tenía con él porque no era un ser consciente, pero normalmente sabía qué quería, que dejaba de querer… Pero me extrañaba. Porque había sido así desde un principio. Daba vueltas en varias formas similares a grandes esquirlas de cristal, que muy útiles habrían sido si hubieran intentado clavarse a ellos. Pero así como mucho llegarían a marearlos. Y solo si les daba por mirarlas.

-¡Los Renegados no me lavan la cabeza para que crea que soy maligno! Yo soy un drow, puedo ser todo lo maligno que quiera...y cuando quiera....

"...si me tocan las narices lo suficiente"


Lo miro con el ceño fruncido, ojos entornados, y los hombros algo caidos. Luego el gruñón soy yo y el lleva casi todo el trayecto gruñendo. Voy a mirar hacia el lago otra vez para volver a gritarle a Roac que se vuelva de una maldita vez y deje de sobrevolar el lago cuando ocurre lo que ocurre. Algo ataca a Vor, y yo me giro con mi espada en mano afortunadamente cuando lo oigo llamarme de ese modo debil.

"azotamentes!"

Me quedo brevemente sin respiracion puesto que a pesar de todo, y a pesar de conocer bastante sobre ellos, era la primera vez que tenia uno enfrente...voy a atacar sin piedad al que acaba de dejar a Vor medio grogui, pero el caso es que no habia solo uno, si no dos...mi espada apenas llega a rozar al primero cuando uno de esos conos de energia psiquica me golpea a mi tambien produciendome un terrible dolor de cabeza y confusion. Me revuelvo, feroz, casi sin ver, contra el Desollador Red, lanzando un fugaz y probablemente errado tajo a sus tentaculos para apartarlo de mi. En la lejania escucho a mi urraca pegar gritos de alerta, pero no se por donde para.

-¡Eres un desastre como maligno!- Le había respondido yo -Una persona maligna no saca a un críodrow en apuros. Lo remata y le roba cosas.- Eso ya no era por llevarle la contraria, eso era porque estaba completamente convencido de que él era buen chaval. Yo no es que estuviera loco. Pero es que lo había demostrado ya más de una vez conmigo. Y quizás, aunque luego le pudiera dar un ostiazo a uno sin reparos por ser curioso, me cabreaba demasiado que lo tomaran por malo por raza. Porque no, era mentira.

Él seguía con su cara de gruñón en cuanto nos atacaron. Como siempre. Seguro que estaba pensando que era yo el gruñón, o tal vez no. Pero todo aquello dejó de importar en el instante que empecé a sentir aquel agudísimo dolor de cabeza, aquel mareo indescriptible, aquella… Aquella especie de agonía. Dyospiros alcanzó a escucharme y de inmediato se puso manos a la obra, y tal como yo era capaz de ir aclarando las ideas pude también hacer algo. -¡PODRÍAS DEJAR DE DAR VUELTAS DE UNA PUTA VEZ Y MATAR A ALGUIEN, IMBÉCIL- Rugí al bastón muy furioso, dándome cuenta de que estaba libre de aquel ataque. Desatendí las acciones de mi cristal, el cual mandó todos los cristales en búsqueda del Desollador Red, probablemente porque era el que más a la vista tenía. Y porque a mi me tocaba los cojones que estuviera tan cerca de Dyos.

Sentí algo extraño en mi cabeza. Telepatía. Puta telepatía. No era la primera vez que escuchaba un contacto de tal tipo dentro de mi, pero me molestó soberanamente. Drow mago. ¡No era ni drow! Y que hablara de mi. Que si lo haría por las buenas. -¿POR LAS BUENAS? ¡No hay opción buena con ratas como vosotras!- Llevé una mano al estoque, furibundo. -No es la primera vez que veo escoria como vosotros. Y la última vez acabaron varios de vosotros MUERTOS.- El bastón brilló en rojo tal y como expresaba aquella última palabra, como si entendiera mi rabia.

En aquel viaje había estado implicado todo drow del zulo: Padre, hermano, hermano gemelo. Claro está que tanto Savant como Sygdom sabían como enfrentarse a ellos mejor que yo, pero… Aún recordaba muy bien aquello. Ahora no estaban allí. No iban a salvarme el culo, todo dependía de mi. Y de Dyos. Pero no parecía estar tampoco en sus mejores momentos. Empezé a sacar el estoque de mi funda, queriendo llamar algún trozo del bastón para poder defenderme en caso de ser necesario, pero otro ataque -esta vez salido del desollador al que antes agredí con Zer’tath- me impidió llevar tal acción a cabo. Parecía ser que aquella sobresaturación de energía hacía imposible que me comunicara con el puñetero bastón. Pero ahí estaba él, moviéndose, tratando de encontrar algún punto débil en aquel ser. Como si tuviera consciencia propia. Esta vez yo mismo me intenté revolver y avanzar de caras a este mismo, a pasos pesados y costosos, con B’luth’ol d’ujool en mano.

Aquel estupido ser, que vale, de estupidos no tienen nada, consiguio esquivar mi torpe y salvaje ataque. Voy a embestirle nuevamente cuando noto algo muy incomodo, no es un choque mental como el de antes, es un acto de avasallar, algo metiendose en mi mente de modo muy desagradable, tomando el control . Lo noto y lo rechazo, con un desagradable grito, doblandome sobre mi mismo.

-¡NO!

Me niego a la primera orden, al menos, de espíritu, porque mis manos ya empuñan las armas y mis pies comienzan a girarse hacia Vor, que parece tan desquiciado como yo. Su baston hace cosas raras, en estos momentos, me cuesta saber por qué. El otro tambien se mete en mi cabeza para hablarme diciendo que sea un buen chico.

-Vor, apártate!

Le grito con la mente un tanto nublada, intentando resistirme. Aun asi el dolor es muy fuerte....cuando mas intento oponerme, mi cerebro mas chirría. Mis pies, rápidos, se lanzan en un veloz compás hacia el semidrow, y mi espada describe una trayectoria de fondo hacia su pecho, con intenciones de clavarse en el pecho. Gruño y muevo el codo, alzando un tanto dicha trayectoria, para apuntar hacia su hombro. En el ultimo momento he conseguido cambiar algo. Tengo una daga en la otra mano. Antes de que sea demasiado tarde para nada, me giro y arrojo esa daga girando en direccion al desollador red. Quiza le diera, quiza no. Preferia tener pocas armas encima de mi. Por encima de su asquerosa y pulposa cabeza, veo que Roäc sigue dando vueltas freneticamente sobre el lago, chillando cada vez mas alto y mas seguido. Iba a acabar por `ponerme mas dolor de cabeza aun.....

Mis intenciones se vieron interrumpidas por un grito agónico, algo que logró erizarme la piel y ponerme todos los pelos de punta. Observé a Dyospiros retorcerse como nunca. No. Sabía qué podía estar pasando, pero preferí negármelo. Pero ya intuyendo lo que podía ocurrir arranqué la funda de mi cinturón y guardé la espada en ella, sujetando esta como si se tratara de un bastón de madera cualquiera. Lo vi acercarse. No, no… -Por favor… No…- Bajé la mirada. Ya había tenido que luchar contra desolladores antes. Ya había aprendido a odiarlos. Sus técnicas. Pero me repetí una vez más que no podía ser posible.

Pero su aviso me acabó de confirmar mis temores. Intenté apartarme pero apenas lograba pensar adecuadamente, me dolía la cabeza, me costaba siquiera pensar en mantenerme en pie, agarraba el arma como si no supiera siquiera qué tenía entre manos. Un estoque. Estaba yo para usar un estoque. Se abalanzó contra mí y yo me lo miré con una muy silenciosa súplica. Le vi con espada en mano y yo apenas lograba moverme. En algún momento tuve la cabeza libre, como si el ilícido me hubiera dejado en paz. Pero el otro desollador volvió a la carga y yo apenas podía reaccionar.

Me atacó. La imagen se me hacía horrenda. Estaba paralizado por muchas cosas, aunque en especial por miedo. No podía atacarle de vuelta. No podía solucionar aquello por la fuerza. No podía recriminarle nada, no podía hacer nada por sacarlo de aquel estado. Y los ilícidos cuando dominaban a alguien no lo dejaban en paz. El golpe podría haberme matado perfectamente si no hubiera logrado desviar aquel ataque hacia el hombre. Él luchaba. Él luchaba y yo estaba allí totalmente paralizado, quieto, sin poder mediar palabra. El dolor físico me sacó un poco de aquel trance y alcé el estoque enfundado.

-D-DYOS. Escucha. No voy a atacarte. No voy a hacerlo. Es solo cuestión de que… De que… Zer’tath…- Mi voz se quedó interrumpida por un agónico grito por el golpe de daga que recibí que no había visto. Me golpeó el muslo, no se clavó, pero me dejó otro corte de regalo. Con ambas heridas -hombro y pierna- intenté retroceder, notando que la pérdida de sangre, el dolor y la ansiedad se me iban acumulando. Dirigí una última mirada de desesperación el otro drow, perdido. -¿QUÉ HAGO!?- Le grité, buscando algo de apoyo. Y de fondo Roäc seguía con sus infernales sonidos.

Intenté hacer una curación hacia mi persona, más que a las heridas físicas algo contra aquel terrible escozor que me hacía pensar que se me derretiría el cerebro en cualquier segundo. No tuve mucho tiempo ni la capacidad de hacerlo decentemente. A una distancia un poco prudente de Dyos intenté trazar un plan. Necesitaba al otro ilícido interrumpido. Aparentemente el que Zer’tath estaba acosando no era el responsable de aquello. Casi como si supiera en que pensara, el bastón dejó de atacarle… Pero no para ir a por el otro, si no para defenderme a mi. Era imbécil. Era rematadamente imbécil. Yo era incapaz de hacerle llegar mis pensamientos, explicarle porqué debía centrarse en el desollador darkred y no en protegerme. Lo peor del asunto estuvo en que aprovechó para intentar cortar a Dyos en uno de los brazos mientras se dirigía hacia mí, mostrando que no iba a reparar en daños si lo consideraba oportuno.

-ERES IMBÉCIL O QUÉ TE PASA.- Le gruñí al bastón y golpeé uno de los trozos en cuanto me pasó alrededor, en su típica órbita. -NO. LO. ATAQUES.- Un brillo rojo inundó todos y cada uno de los fragmentos de cristal, como si no estuviera conforme con mi decisión. Pero lo ignoré por completo, y medio a ciegas y sin poder haber logrado sanar mucho mi mente con el hechizo antes efectuado, dirigí una mirada a Dyos. Haciendo un monumental esfuerzo para sencillamente pensar intenté dirigirme a él, mirarle fijamente, intentando provocar algo que le permitiera librarse de aquel puñetero control. -Vamos… Vamos a salir de esto, ¿Sí?- No bajé la funda del estoque. Era mi única barrera entre él y yo. No me fiaba ya de Zer’tath. -Por favor… No… No… No sigas con esto.- Le supliqué. No, no era su culpa. Pero yo tampoco estaba ya como para comprender del todo si es que siquiera estaba siendo controlado o es que me estaba traicionando de verdad.

Sonrei en plan lunatico cuando vi que mi dagazo le habia dado a aquel azotamentes, aunque fuera, en el pie, y ojala pudiera haber visto algo de sufrimiento traslucir esa inexpresiva cara... Poco me dura esa breve sensacion de sádico júbilo, pues el desollador de antes vuelve al ataque sobre el control de mi mente con redoblados esfuerzos. Oigo su voz dentro de mi cabeza, no, mas que eso, la siento en cada una de mis células nerviosas y de mis musculos.

-No, no me odia, no, no quiero...

Miro a Vor de reojo, detenido en mi sitio, respirando muy costosamente y con los pelos encima de la cara, apretando con excesiva fuerza la empuñadura de mi arma, mientras farfullo esas cosas de que no quiero hacer lo que me dice. Miro la herida que le he provocado en el hombro, el no se defendió, y ahora me pregunta que hacer él. Gruño porque cada vez me cuesta mas evitar hacer lo que me dice el ilícido aquel....

-Tú...t-tú.... - parece que no consigo articular palabra, momento en el que me corta uno de esos fragmentos de su baston en el brazo, cosa que parece desatascar mi habla - ¡PELEA!

Pelear, huir, lo que sea menos quedarse parado ahi sin mas. Se lo vocifero de tal modo que parece que estoy enfadado con el. Y al instante llega el segundo ataque mental. Si ya me costaba controlarme antes, ahora es imposible. Ahora ni si quiera mi mente es mia. Tengo delante a un enemigo al que debo eliminar como sea. Me arrojo en direccion a Vor con un compás circular, evitando en la medida de lo posible aquellos fragmentos de cristal que parecen defenderlo, aunque tampoco parece ser una de mis prioridades entrar a la defensa. Con una expresion ahora libre de todo gesto de dolor, culpa o en resumen, emocion alguna, dirijo un veloz y certero tajo ascendente hacia el pecho del semidrow. Roäc habia dejado de pegar chillidos y ahora se lanza en picado hacia el desollador darkred, con todas las intenciones, eso si, de picotearle con saña uno de sus lechosos ojos, y si hasta puede ser, llevarselo de trofeo.

No podía seguir con aquello. Él aún había intentado resistirse a lo que fuera que el ser aquel le hubiera dicho. Lo escuchaba mascullar, murmurar, con una mirada algo extraña, con un aspecto bastante miserable. No había logrado verle así de desesperado en ninguna ocasión, y la falta de costumbre no lograba si no ponerme aún más nervioso. Miré al suelo porque tal imagen me parecía demasiado triste como para contemplar, pero ante un lastimero “tu” volví a clavarle mis ojos. Tartamudeaba, qué irónico. Nunca creí que fuera a verle tartamudear. Si moría, al menos me llevaría aquel estúpido recuerdo a la tumba.

Pero me sacó de mi ensimismamiento con un grito. “Pelea”, ordenó. No sabía ya si me hablaba él o si me hablaba el controlado él, pero yo abrí los ojos y negué con la cabeza. No, no iba a pelear. No iba a hacerle daño. No iba a conseguir nada con ello. Aunque… Si yo moría y los otros dos seguían allí vivos, nada me aseguraba que no lo dejaran como esclavo el resto de sus días. Pero aún así era una oportunidad remota que, en el peor de los casos, se pudiera librar algún día. -No voy a luchar.- Declaré completamente solemne, pero ya parecía muy tarde.

Lo vi acercarse con aquella gracilidad suya pero sin ser exactamente él. Era algo digno de admirar. Salvo si iba a por ti. Notaba también algo extraño en mi cabeza, como si me estuvieran abriendo el cerebro de cuajo. Ya no era otro ataque si no sencillamente… Como si me violaran. Y ya. No podía oponerme, no podía decir que nada, oí un vago susurro pidiendo que me rindiera. Pero yo ya no tenía nada que proteger. No podía dejar de mirar aquel rostro suyo, inexpresivo. Le habían robado todo lo que era. Y yo era incapaz de hacer nada. Yo apenas estaba ya allí, me ardía todo el cuerpo, mi pulso había empezado a ralentizarse, me corría algo de sangre por la nariz por alguno de los abusos constantes, tenía los ojos húmedos.

Oí una voz distorsionada venir del bastón. -”Vest, ¡Basta ya! Haz algo, ¡Muévete! ¿No me has dicho que no lo hiera? ¡Haz algo! ¡HAZ ALGO!”- Pero apenas tuve tiempo de levantar la funda para parar un espadazo que iba con total intención de acabar conmigo allí mismo. Me rebanó de lleno el pecho, pilló plenamente alguna de las uniones mal abrochadas de la armadura y me rajó el pellejo con una extensísima y profunda herida. No recordaba haber recibido un daño similar en todo lo que llevaba de vida. Quizás mi cuerpo estuviera esperando eso, porque ya con la fuerza del impacto me caí, lloriqueando. Mi estoque salió disparado aún enfundado de mis manos, y pronto noté la fría roca bajo mi cabeza, la sangre bañando mis ropas, mi armadura, mi olfato…

En la distancia vi a Roäc hacer algo. Interrumpir al desollador que hasta ahora había estado de rositas. Aún había un pequeño rayo de esperanza en aquella absurda marea de dolor. Con voz queda le hablé a Zer’tath, aunque creo que intuyó qué quería por mis pensamientos. -Ayuda a… R-Ro… ro… äc- Este salió disparado hacia el desollador darkred, esta vez no queriendo escatimar en daños y dirigiéndose con muy mala fe a su pecho, de una única pieza afilada cual lanza. Miré por el rabillo del ojo a Dyos, sin poder moverme. Su espada, manchada de mi sangre. Su expresión. Su mirada.

-... Así termina.- No creía que se fueran a dar prisas. Y él no sabía curar. Estaba muerto, no había vuelta de hoja. -Dyos… sss… si sigues ahí…- Esperaba que al menos él saliera de esta. -... El bastón… La armadura… yo… haz lo que quieras. Quémame. Si… siempre encontré bien las… llamas.- No quería que me enterraran. Ser cenizas, surcar el mundo en la muerte. Era mejor. -Ha sido… corto… pero…- Ahora recordaba con claridad. Pensamientos concisos. Recuerdos bonitos. -... Gracias.- Y con aquel último segundo de lucidez el mundo entero se volvió negro, mientras yo me retorcía en el suelo con la poca fuerza que me quedaba, hasta llegar a la inconsciencia. Y no sabía siquiera si mi breve testamento había sido escuchado por él o por la sombra en la que los desolladores la habían convertido.

Una parte muy pequeña de mi, de lo que quedaba de mi, maldice y escupe mil insultos hacia Vor cuando este acepta rendirse tan facilmente. ¡No te salvé el pellejo para nada, mocoso! ¡No para esto! Pero mi cabreo es apenas una pataleta que no se deja oir en mi mente, una maquina serena que ahora mismo solo piensa en asesinar al enemigo frente a mi. Espera...no, no debo asesinarlo. Solo incapacitarlo tremendamente. Mi espada pues se detuvo antes de llegar a su cuello, en un segundo golpe que iba a procurarle.

El enemigo ha caido al suelo, ya está incapacitado, no debo matarlo. En ese momento un ave ataca al desollador, igualmente lo hacen los fragmentos del baston, pero aquello no es asunto mio pues no tengo ordenes mas alla de hacer lo que acabo de hacer. Miro impasible a Vor....sin embargo mi mano se aprieta, una vez mas, como entrando nuevamente en tension. El control del desollador sobre mi mente, al verse bajo ataque, se debilita un tanto, y por unos instantes soy consciente de lo que me dice mi compañero, de que esta tirado en el suelo desangrandose con una horrible herida en el pecho.

Lo escucho, como muy lejanamente. Parece estar dandome un testamento. Las gracias. ¿Por qué? En que lo he ayudado, salvo para ayudarlo a morir? Caigo de rodillas al suelo, aunque mi expresión aun no varía, mi interior se revuelve y grita. El baston atacando al ilicido, Vor desangrandose en el suelo, mi espada llena de sangre, Roäc....Donde estaba? Ya no lo oia. En ese momento de debilidad en el control del ilicido sobre mi mente, la certeza de lo que acabo de hacer se abre paso en mi consciencia de modo brutal. ¿Y si lo he matado? Alzo mi vista de modo, ahora si, furioso, hacia el ilicido al que el baston bien probablemente ha ensartado. Ha sido culpa de eso. De ESO. Con un rugido de odio me levanto con la espada por delante, para en el solo movimiento de levantarme ensartar las tripas de esa blandurria criatura con mi espada. Ya poco me importa entrar en su radio de accion, acercarme a donde es demasiado peligroso. Tengo que acabar con el bicho. Creo gritar a Roäc que se largue de alli, deseando ver retorcerse a esa criatura de dolor.