Cueva de gough

Asentí al comentario, casi por acto reflejo, quizás para tratar de mostrar una seguridad que no tengo. Por dentro estaba muerto de miedo y solo quería poder salir de allí lo antes posible, y sacar a Khan de allí era una prioridad, junto a los huevos. Ese había sido el plan desde el momento cero, solo que no dejaba de salirle mal. Al menos, tal y como decía, Khan, habían conseguido reducir a más de la mitad entre todos. Pero aún quedaban unos cuantos. Arrugué el ceño, no muy conforme con esa respuesta sobre comerse los goblins, no estando seguro si era por la enajenación de la fiebre o si tenía algo que ver con los murciélagos o con el control de la sangre -La mejor supervivencia es no meterse en la boca del lobo- Respondí a Khan, todavía con las espaldas pegadas el uno al otro. Esto al menos nos daba apoyo … físico y moral. El poco tiempo que teníamos agradecí su intento de sanación apoyando su mano sobre la suya, con la que había tratado de parar la hemorragia. Busqué su mirada y traté de ser lo más positivo que podía, a pesar de que sabía positivamente que estábamos en la mierda. Él más que yo. -No te preocupes. Está bien- Y no pude evitar rodearle con un fuerte abrazo que… hubiera acabado de otra forma, si las circunstancias no fuesen las que eran.

Cochinos goblins. Los tres que quedaban se nos abalanzaron como balas de cañón. En mi caso trastabillé y caí al suelo. Y, por más que tratase de recobrar la compostura, arrastrándome por la tierra, lo único que conseguí fue lacerarme todas las palmas.

Quedaban pocos goblins. Pero estaba claro que se iban a defender con uñas y dientes. Más dientes que uñas. Cuando aquella dentellada se volvió a clavar en el brazo el grito de dolor inundó toda la cueva, estaba tratando de controlar las molestias del primer mordisco, pero aquel ya era insufrible pues había mordido sobre mordida, que no había sanado ante la magia de Khan. El mordisco me había recorrido como un calambre que me hizo soltar la espada. Pero lo que no sabía el goblin es que con piedras se pueden hacer grandes cosas y tenía al bicho suficientemente entretenido tratando de desgarrar la carne del brazo con furiosos movimientos de cabeza. Misma furia que usé, piedra en mano, para golpearle a la altura del arco zigomático. La primera vez conseguí que la bestia se soltara y me chillara molesta. Hubo una segunda vez, y una tercera, cada vez más arriba de la bóveda craneana. Hasta que el chasquido del hueso, la sangre y la inacción del goblin me daba las pistas de que probablemente ya había acabado con él. Observé aquel cuerpecito inmóvil durante un rato, recogiendo la espada, tratando de controlar la respiración, ya de por sí acelerada mientras me ponía en pie y trataba de situarme. Khan. ¿Dónde?

Ver que estaban dos de aquellas bestias feas me hizo cabrearme tanto que no pude hacer otra cosa más que desear que gritarles que se estuvieran quietos. De alguna forma funcionó, pues pude activar mi poder de éxtasis, aquel que todavía no he conseguido dominar. Cogí al que estaba mordiendo a Khan por la cabeza y le empujé contra el suelo, caso pisándola. El otro fue mucho más fácil quitárselo de encima y fue pasto del grifo, que re-cenó en aquel momento. Me arrodillé al lado de Khan, palpándole la frente, buscando que respirase mientras trataba de recuperar el orden normal de mi respiración y mi taquicardizado corazón -Nos vamos de aquí. Y esta vez sin rechistar- Entre broma e imperativo, conseguí cargar como buenamente pude a Khan. El brazo dolía como mil demonios, pero el grifo nos lo puso fácil. Nos cargó a ambos en su grupa, rodeé con los brazos a Khan para que no se cayera y el grifo nos sacó volando de allí, dejando atrás algunos cadáveres iluminados tenuemente por un fuego que se dirigía a la extinción.



Combate 4
Dado de ataque éxito/fallo
Dados de matar bichos (éxito, caen). 3 dados, 3 bichos. Todos muertos

El miembro 'Justin Granger' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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#1 'Probabilidad' :


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#2 'Probabilidad' :

Después de cerciorarme de que Khan sería “obediente” y ver que estaba de mejor humor me dispuse a hacer … la segunda parte de mi sorpresa que, por cierto, casi me destroza. Tuve que responderle con vaguedades a la última pregunta. Ahora, sabiéndolo podía confiar en que le iba a encantar e iba a alucinar con el resultado. Ya tenía ganas de enseñárselo.

Pero para ello tenía que volver a la cueva. Otra vez. Preferí salir de día para llegar hasta allí, sabiendo que algunos de esos bichos tienen hábitos nocturnos tampoco iba a ponérselo fácil. Sobrevolé Cheddar para aterrizar lo más cercano a la cuesta de acceso. De nuevo, el pueblo me parecía tan lúgubre como los estudios que decían que allí se practicaba canibalismo. Sí, había hecho alguna búsqueda… Pero… no podía dejar las cosas así y necesitaba, de algún modo, “dar carpetazo” a el episodio del día anterior. Me cargué la mochila a la espalda, aspiré profundamente y me aventuré.

De nuevo, accedí a la cueva tal y como me explicó Khan. Esta vez usé magia para encender un foco de luz y tener las manos libres y así bloquear la entrada a indeseables con otro hechizo. Recorrí el interior de la cueva tal y como la otra vez, palpando torpemente la sustancia mucilaginosa hasta que fui llegando a la surgencia de agua que creaba el lago y donde todavía reposaban los restos del campamento de Khan. Todavía olía a ceniza y empezaba a oler a podrido, de los cuerpos de los goblins muertos. Ladeé el gesto, con tristeza y me puse manos a la obra.

Aparqué la mochila y dejé la luz en lo que había sido la hoguera, de modo que el agua reflejara todo el interior de la cueva. En silencio podía escuchar el leve rumor del agua moviéndose del interior de la tierra. Y el goteo incesante de las estalactitas. Con tiendo y cuidado recogí los pocos enseres de Khan: ropa, materiales, la manta, fui plegando también la tienda de acampada… Y lo fui guardando en la mochila con cuidado, casi como si de un ritual se tratara. No quería que nada se rompiera...

Sin encontrar nada que fuera especialmente relevante entre las cosas de Khan quedaba la segunda parte de la misión que yo me había propuesto. Me enguanté y comencé a recoger los cuerpos de los goblins. Levité los no pude mover a pulso y los fui sacando de la cueva. El más desagradable fue aquel que había perdido la cabeza, aunque el que tenía el cuello destrozado por Khan tampoco era una de la visiones más agradables del día. Seguí la cabeza del decapitado hasta encontrar la cabeza hinchada y pútrida en el agua, enganchada a una roca por el movimiento de la suave corriente de agua, pero lo suficientemente lejos de la orilla como para tener que echarle ganas y entrar a bañarme para recuperarla. Por Morgana, el agua estaba helada y un escalofrío me recorrió la espalda. Pero al menos pude recuperar todo el cuerpo del goblin, aunque ahora yo era el que estaba empapado, en ropa interior y helado. Y es que en el interior de la cueva no se apreciaba el poco calor que queda al verano.

Con todas las partes recuperadas, vestido, pero mojado, y mochila a cuestas, salí de la cueva para moverme a un espacio cercano a la entrada. Cavé un agujero con una pala prestada del campamento. Aquello hizo que casi perdiera toda la mañana. Cuando acabé el sol estaba a punto de perderse en el horizonte. No podía evitar sentirme culpable por ellos, pero no me parecía plato de buen gusto que fuesen devorados por alimañas o por carroñeros, de esta manera al menos tenía la sensación de que aquellos pobres descansarían a su extraña manera.

Tras recoger todo, levantar el hechizo de protección y dejando aquella pequeña tumba atrás, partí de vuelva al campamento.