Villa Imperiale - Le Fay Pendragon

“Los ancestros blablabla”, dejó escapar el aire borrascosamente -Todo este tema de espíritus es un fastidio. A un espíritu no se le puede destripar o decapitar- Expresó un poco irritada. ¿Cómo se peleaba con un espíritu? Al menos ahora había algo bueno, Charles poseía a Lake y a Lake si podía pegarle. ¿Le dolería al espíritu? Lo dudaba.

El comentario perverso hizo que le mirara con curiosidad para luego sonreír -En eso tienes razón, pero ya no- Iba servida, dentro de todo, y dudaba que Wthyr -con lo tacaño y posesivo que era- tuviera en sus venas lo de ser infiel. No al menos después de la escena que habían mostrado en el Sanguis Ligno en Beltane, lo que le recordó algo divertido -Ahora parece que te gusta más estar por debajo de tus mujeres- Alzó las cejas picándole porque por lo que recordaba la Le Fay había mostrado un poco su actitud en la cama.

“Así que hay que pensar un plan de neutralización”

-Será un trabajo en equipo…Puedo reducir su fuerza-Mencionó pensativa antes de que Neftis apareciera, y desapareciera, al verse apuntada con la espada. La Lothbrock la siguió mientras se acababa la cerveza.

“¿Vestido de novia?” -¿Prometiste a tus hermanas de nuevo?- Lo que decía Neftis dejaba en claro que el asesinato de Pelayo no tenía la firma de Lake, pero aún así. Por Freyja misma, cómo hablaba esa cría. Qué pomposidad.

“Magnánimo encima…El poder de aquella mujer… Dile esa perra de Lake, no te va a pasar nada”, Freyja empezó a impacientarse con el discursito y se golpeó la botella vacía contra el muslo varias veces mientras miraba a Wthyr ignorando a la cría que iba a empezar a llorar otra vez. Pero bueno, al menos ya habían llegado al punto actual.

-¿Tú siempre hablas así? Por Odín, las reuniones van a ser un dolor de cabeza- Dijo echando la cabeza hacia atrás y mirando el techo para luego soltar un suspiro. Bajó la cabeza y le tendió la botella a Wthyr -¿Necesitas algo de mí ahora mismo?- Wthyr le quedó mirando un momento y cuando le sonrió, Freyja supo que la había cagado.

En efecto, así era. Le ordenó que recibiera acogedoramente a los de Keops a sabiendas de que la nueva líder le sacaría las canas verde. La nórdica le regalo una mirada llena de promesas de venganza mientras arreglaba con la mujer su retirada y la de su pueblo.