Recuerdo del primer mensaje :
En este lugar se encontraba la Antigua Torre de hechicería que desapareció misteriosamente absorbiéndose a si misma durante una batalla contra las tropas androides de SAM.
Habia ido con Lyosha para ponerla al dia, informarle de lo que estaba ocurriendo abajo con el espiritu de Astaroth, sobre la chica que lo habia traido, y sobre mi breve visita a Ouroboros para realizar un exorcismo a un "viejo" conocido.
Tras eso, esperamos los dos en silencio, Adramelech nos acabaría informando de la decision que tomase el espiritu, que en cualquier caso, al tratarse de él, respetaría.
Al cabo de un rato escuché a Adramelech, sus pasos acelerados...eso solo podía decir una cosa. Me puse en pie para ir a recibirlo, escuchando el mensaje de sus labios. Asentí y me giré hacia Lyosha.
- Lo dejé con los de la hermandad de sanación para que lo arreglasen. Pero ahora tu tienes que extraer el metal, ya viste lo que le pasó. Cuando lo tengas listo, bajad al sótano.... voy a preparar el ritual. Tú tambien Adramelech, necesito la sangre del hermano. Facilita recuperar sus recuerdos de modo íntegro. - miré de reojo a Lyosha. En nuestro caso, fue igual.
Agarré mi báculo y pasé al lado de Adramelech con paso ligero y porte erguido, decidido y firme. Los hechizos iban a requerir de toda mi energía y concentración. No era necesario libro, lo recordaba de memoria.
Continué mi camino hasta llegar al sótano, el trayecto fue largo pero preferia no agotar energias innecesariamente empleando portales ahora.
"Belialt, voy a hacerlo otra vez."
"Muy bien... los dias posteriores siempre me resultan divertidos así que te ayudaré, te quedarás dormido tanto como la ultima?"
"Puede ser. Así que...No... te pases."
Una risa por toda respuesta, lenta y pausada. Sabía de sobra lo que significaba y aquello me exasperaba. Pero era un daño colateral que debia afrontar. Pasé los siguientes minutos preparando de modo minucioso los dibujos del suelo necesarios para crear un intrincado y muy amplio circulo de simbolos, lineas, dibujos, trazos, palabras arcanas, runas.... No los hice con lineas de fuego como en otros casos, debian de ser trazados con la sangre del invocador. Mientras lo hacía, iba susurrando las palabras necesarias para ir imbuyendo a aquellas lineas de la magia necesaria.
Tras eso, esperamos los dos en silencio, Adramelech nos acabaría informando de la decision que tomase el espiritu, que en cualquier caso, al tratarse de él, respetaría.
Al cabo de un rato escuché a Adramelech, sus pasos acelerados...eso solo podía decir una cosa. Me puse en pie para ir a recibirlo, escuchando el mensaje de sus labios. Asentí y me giré hacia Lyosha.
- Lo dejé con los de la hermandad de sanación para que lo arreglasen. Pero ahora tu tienes que extraer el metal, ya viste lo que le pasó. Cuando lo tengas listo, bajad al sótano.... voy a preparar el ritual. Tú tambien Adramelech, necesito la sangre del hermano. Facilita recuperar sus recuerdos de modo íntegro. - miré de reojo a Lyosha. En nuestro caso, fue igual.
Agarré mi báculo y pasé al lado de Adramelech con paso ligero y porte erguido, decidido y firme. Los hechizos iban a requerir de toda mi energía y concentración. No era necesario libro, lo recordaba de memoria.
Continué mi camino hasta llegar al sótano, el trayecto fue largo pero preferia no agotar energias innecesariamente empleando portales ahora.
"Belialt, voy a hacerlo otra vez."
"Muy bien... los dias posteriores siempre me resultan divertidos así que te ayudaré, te quedarás dormido tanto como la ultima?"
"Puede ser. Así que...No... te pases."
Una risa por toda respuesta, lenta y pausada. Sabía de sobra lo que significaba y aquello me exasperaba. Pero era un daño colateral que debia afrontar. Pasé los siguientes minutos preparando de modo minucioso los dibujos del suelo necesarios para crear un intrincado y muy amplio circulo de simbolos, lineas, dibujos, trazos, palabras arcanas, runas.... No los hice con lineas de fuego como en otros casos, debian de ser trazados con la sangre del invocador. Mientras lo hacía, iba susurrando las palabras necesarias para ir imbuyendo a aquellas lineas de la magia necesaria.
Asiento a la respuesta de Adramelech. Sí, lo conseguiremos, por fin. Me fijé en Adra y le miré en sus profundos ojos grises un segundo. Eran tan diferentes a los que tenía su hermano, que eran negros como el tizón. Y al contrario con el color de piel. Quién diría que eran hermanos, cuando físicamente eran tan diferentes como el día y la noche. Y era bastante mono, la verdad. Observo su mano cuando coge la mía, y luego a él, dejándome llevar al interior de la guarida. Aprovecho para mirar mal al guardián cuando atravesamos el umbral y entramos a la torre, ya que previamente no me había dejado acceder al interior.
Nos encontramos con Khaled, que habla con otra mujer. Ya lo tenían todo prácticamente listo. Yo no estaba segura de lo que iban a hacer o cuál era el proceso actual. Pero parecía que Khaled lo tenía muy claro. No entendía bien aquellas palabras de que lo habían dejado con la hermandad de la sanación y que tenían que extraer el metal. -¿Metal? ¿Qué metal?- Intento que alguno de los souls presentes me expliquen de qué iba todo aquello. Sigo a Khaled junto a Adramelech, ahora escaleras abajo, y es que por nada en el mundo me perdería este momento -Tengo la piedra de la resurrección que me ha ayudado a traer a Astaroth, quizás pueda ayudar en poder hacer que sus recuerdos puedan regresar íntegros. Acaba de estar en este munto- Intento informar a Khaled mientras le muestro la piedra que había usado antes para traer a Astaroth al mundo terrenal. Ya no brillaba como lo hacía hecho previamente, ahora simplemente parecía una roca corriente y moliente.
Llegados al sótano me quedo en un segundo plano. Total, yo ya no podía aportar nada inteligente, solo molestar. Pero no pierdo detalle de todo el proceso del ritual que Khaled empieza a dibujar en el suelo, a sabiendas que esa magia no era de principiante, precisamente.
Nos encontramos con Khaled, que habla con otra mujer. Ya lo tenían todo prácticamente listo. Yo no estaba segura de lo que iban a hacer o cuál era el proceso actual. Pero parecía que Khaled lo tenía muy claro. No entendía bien aquellas palabras de que lo habían dejado con la hermandad de la sanación y que tenían que extraer el metal. -¿Metal? ¿Qué metal?- Intento que alguno de los souls presentes me expliquen de qué iba todo aquello. Sigo a Khaled junto a Adramelech, ahora escaleras abajo, y es que por nada en el mundo me perdería este momento -Tengo la piedra de la resurrección que me ha ayudado a traer a Astaroth, quizás pueda ayudar en poder hacer que sus recuerdos puedan regresar íntegros. Acaba de estar en este munto- Intento informar a Khaled mientras le muestro la piedra que había usado antes para traer a Astaroth al mundo terrenal. Ya no brillaba como lo hacía hecho previamente, ahora simplemente parecía una roca corriente y moliente.
Llegados al sótano me quedo en un segundo plano. Total, yo ya no podía aportar nada inteligente, solo molestar. Pero no pierdo detalle de todo el proceso del ritual que Khaled empieza a dibujar en el suelo, a sabiendas que esa magia no era de principiante, precisamente.
Lyosha Svensson
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El resumen de Khaled había sido austero pero interesante. Lyosha se había quedado mirando por la ventana pensando en la negación total de Adramelech la primera vez que la había visto. Le habría gustado estamparle la cabeza contra la pared, pero era débil cuando se refería a su familia. Los recuerdos fluyeron para luego desaparecer, últimamente no perdía tiempo en cosas pasadas se ataba a los mejores recuerdos presentes. No servía de mucho porque sólo recordaba entrenamientos y las paredes de aquella torre pero al menos eran más… ¿Sólidos?
Sonrió de lado al escuchar la información de Adramelech e intercambió una significativa mirada con él antes de mirar a Cleopatra de arriba abajo. No le dedicó palabra pero tampoco actitud, simplemente pasó por el lado de ambos no sin antes mirar a Khaled cuando mencionó lo de los recuerdos. Ojalá hubiese podido seleccionar cuales mantener y cuales no.
Bajó hacia la zona donde estaban los de acólitos de sanación, encontró el cuerpo que Khaled había robado y se sentó a su lado. Hizo un gesto hosco para que todos se retiraran. Con curiosidad observó el rostro de quien sería su nuevo sobrino y sólo por un escaso momento deseo poder hacer lo mismo por Zayra. Tenían un cuerpo humano mujer… Tenían cómo. Cerró los ojos con pesar pero no se detuvo en ello más que unos segundos. Abrió los ojos y las manos las puso sobre el cuerpo. Con mucha lentitud fue revisando cada parte de aquel cuerpo humano, desde la punta de los dedos de los pies subiendo por todas las piernas, el torso y la cabeza buscando cada ápice de aquel metal que no fuera el necesario en la sangre para sobrevivir.
Notaba cómo poco a poco iban acumulándose y los fue acumulando en zonas desde donde pudiera extraerse con facilidad. Cuando finalizó, se sintió exhausta pero al menos aquel cuerpo estaba limpio de lo que sea que lo poseyera antes. Se llevó el metal para estudiarlo, a fin de cuentas, ese Sam era muy inteligente si usaba el metal para que la gente hiciera lo que él quería. Ordenó que llevaran el cuerpo al sótano y se dirigió hacia allí, ingresando con elegancia y orgullo. Intercambió una mirada con Khaled -Esta hecho- Miró hacia la puerta y dejó que colocaran el cuerpo donde debían para luego retirarse. Al estar ambos solos, Lyosha sintió la necesidad de expresar lo que había pensado -Tienes a una mujer también. Y tienes una hija muerta- Indicó mirándolo con intensidad.
Sonrió de lado al escuchar la información de Adramelech e intercambió una significativa mirada con él antes de mirar a Cleopatra de arriba abajo. No le dedicó palabra pero tampoco actitud, simplemente pasó por el lado de ambos no sin antes mirar a Khaled cuando mencionó lo de los recuerdos. Ojalá hubiese podido seleccionar cuales mantener y cuales no.
Bajó hacia la zona donde estaban los de acólitos de sanación, encontró el cuerpo que Khaled había robado y se sentó a su lado. Hizo un gesto hosco para que todos se retiraran. Con curiosidad observó el rostro de quien sería su nuevo sobrino y sólo por un escaso momento deseo poder hacer lo mismo por Zayra. Tenían un cuerpo humano mujer… Tenían cómo. Cerró los ojos con pesar pero no se detuvo en ello más que unos segundos. Abrió los ojos y las manos las puso sobre el cuerpo. Con mucha lentitud fue revisando cada parte de aquel cuerpo humano, desde la punta de los dedos de los pies subiendo por todas las piernas, el torso y la cabeza buscando cada ápice de aquel metal que no fuera el necesario en la sangre para sobrevivir.
Notaba cómo poco a poco iban acumulándose y los fue acumulando en zonas desde donde pudiera extraerse con facilidad. Cuando finalizó, se sintió exhausta pero al menos aquel cuerpo estaba limpio de lo que sea que lo poseyera antes. Se llevó el metal para estudiarlo, a fin de cuentas, ese Sam era muy inteligente si usaba el metal para que la gente hiciera lo que él quería. Ordenó que llevaran el cuerpo al sótano y se dirigió hacia allí, ingresando con elegancia y orgullo. Intercambió una mirada con Khaled -Esta hecho- Miró hacia la puerta y dejó que colocaran el cuerpo donde debían para luego retirarse. Al estar ambos solos, Lyosha sintió la necesidad de expresar lo que había pensado -Tienes a una mujer también. Y tienes una hija muerta- Indicó mirándolo con intensidad.
Aun no había terminado el círculo cuando llegó Lyosha con el cuerpo de aquel hombre. Ordené que lo situasen con cuidado en el centro. Lo habían conservado muy bien. Cuando se marcharon, quedé con Lyosha, que hizo una observación demasiado directa para mi gusto.
Me erguí exhalando un pausado suspiro, dedicandole una severa mirada. Desvié los ojos a la estatua helada de Zayra, que se encontraba tambien, inamovible, en este sotano.
- No se debe. Si rescatase el alma de Zayra de donde está, liberaría al Todo. Zayra... ella no descansa donde los demás. Su alma es una prisión. - me quedé en silencio con la mandibula tensa, mirando la estatua helada con gesto adusto, volviendo a hablar con voz fria pero teñida por la ira. - Pocos entenderán jamás el sacrificio que se hizo aqui.
Me di la vuelta, concluyendo el trazado del circulo. Adramelech y Cleopatra entraron al sotano tambien. Le habia solicitado a Adramelech su sangre, la suficiente para realizar el ritual pero no tanta como para ponerlo a él en peligro. La cantidad maxima que podia extraerse sin poner en peligro a la persona. Me la ofreció en un recipiente, rojo brillante y espesa.
Había desechado el procedimiento de Cleopatra de usar la piedra de la resurrección. No usé una de esas para Lyosha, tenía la sangre del hermano, alterar el hechizo del vínculo podría resultar en alteraciones impredecibles futuras.
- Voy a comenzar. Un paso atrás. O...mas de uno. - advertí. Comencé a verter la sangre sobre una de las lineas que habia trazado, y esta comenzó a brillar con una intensa luz roja. La luz se fue extendiendo conforme vertía toda la sangre, que parecía ser absorbida por las lineas, y conducida como por autopistas hacia el cuerpo que habia sido situado en el centro.
En el proceso, habia comenzado a recitar las palabras que componían la larga salmodia de aquel hechizo de magia oscura. Para entonces, todo el dibujo del circulo del suelo se habia iluminado en rojo, dandole un aire misterioso a toda la amplia estancia. La sangre llegó al cuerpo y de ahí comenzó a elevarse en pequeñas particulas, desde los ojos, que se abrieron a efecto de la magia. Las particulas se agolparon un par de metros mas arriba, conformando una sinuosa y siniestra nube que empezó a girar sobre si misma, dando el aspecto de ser una pequeña galaxia en expansión. Yo continuaba "rezando". La nube de aspecto de galaxia sobre el cuerpo creció hasta tener el mismo tamaño que el gran circulo que habia dibujado en el suelo, y en el centro, un velo de color blanco y aspecto etereo.
Me detuve, y entonces avancé hacia el centro del círculo. Hice un gesto con mi mano y el portal descendió sobre mi y sobre el cadáver, hasta coincidir con el circulo del suelo. Para cuando hizo eso, ninguno de los dos seguiamos en aquella sala.
Pero las lineas del suelo seguian brillando, como palpitando, cada vez mas aprisa.
Me erguí exhalando un pausado suspiro, dedicandole una severa mirada. Desvié los ojos a la estatua helada de Zayra, que se encontraba tambien, inamovible, en este sotano.
- No se debe. Si rescatase el alma de Zayra de donde está, liberaría al Todo. Zayra... ella no descansa donde los demás. Su alma es una prisión. - me quedé en silencio con la mandibula tensa, mirando la estatua helada con gesto adusto, volviendo a hablar con voz fria pero teñida por la ira. - Pocos entenderán jamás el sacrificio que se hizo aqui.
Me di la vuelta, concluyendo el trazado del circulo. Adramelech y Cleopatra entraron al sotano tambien. Le habia solicitado a Adramelech su sangre, la suficiente para realizar el ritual pero no tanta como para ponerlo a él en peligro. La cantidad maxima que podia extraerse sin poner en peligro a la persona. Me la ofreció en un recipiente, rojo brillante y espesa.
Había desechado el procedimiento de Cleopatra de usar la piedra de la resurrección. No usé una de esas para Lyosha, tenía la sangre del hermano, alterar el hechizo del vínculo podría resultar en alteraciones impredecibles futuras.
- Voy a comenzar. Un paso atrás. O...mas de uno. - advertí. Comencé a verter la sangre sobre una de las lineas que habia trazado, y esta comenzó a brillar con una intensa luz roja. La luz se fue extendiendo conforme vertía toda la sangre, que parecía ser absorbida por las lineas, y conducida como por autopistas hacia el cuerpo que habia sido situado en el centro.
En el proceso, habia comenzado a recitar las palabras que componían la larga salmodia de aquel hechizo de magia oscura. Para entonces, todo el dibujo del circulo del suelo se habia iluminado en rojo, dandole un aire misterioso a toda la amplia estancia. La sangre llegó al cuerpo y de ahí comenzó a elevarse en pequeñas particulas, desde los ojos, que se abrieron a efecto de la magia. Las particulas se agolparon un par de metros mas arriba, conformando una sinuosa y siniestra nube que empezó a girar sobre si misma, dando el aspecto de ser una pequeña galaxia en expansión. Yo continuaba "rezando". La nube de aspecto de galaxia sobre el cuerpo creció hasta tener el mismo tamaño que el gran circulo que habia dibujado en el suelo, y en el centro, un velo de color blanco y aspecto etereo.
Me detuve, y entonces avancé hacia el centro del círculo. Hice un gesto con mi mano y el portal descendió sobre mi y sobre el cadáver, hasta coincidir con el circulo del suelo. Para cuando hizo eso, ninguno de los dos seguiamos en aquella sala.
Pero las lineas del suelo seguian brillando, como palpitando, cada vez mas aprisa.
No dudé ni un segundo en poner mi sangre para realizar el ritual, a pesar de que en un primer momento había estado reticente a hacer todo esto. Poder hablar con el espíritu de Astaroth había sido justo lo que necesitaba para convencerme de que tal vez no era tan mala idea como había pensado. Yo mismo me hice un corte en el único antebrazo que conservaba, usando una daga para verterla en un bote y entregársela a Khaled cuando bajé al sótano con Cleo.
Llegué justo a tiempo para escuchar la sugerencia de Lyosha sobre Zayra, pero negué con la cabeza. No era lo mismo. Y tal como decía Khaled...ella debía permanecer en la estatua de hielo para contener al demonio conocido como El Todo. Ciertas cosas era mejor dejarlas como estaban. No me metí en la conversación, sino que hice caso a Khaled cuando nos pidió que retrocediésemos. Me atreví a mirar hacia el cuerpo inerte que había tendido en el centro de todo el complejo trazado de líneas, sintiendo una especie de escalofrío cuando mi sangre fue vertida y dirigida hacia dicho cuerpo. Era una sensación extraña, casi incómoda. Retrocedí un paso más, cogiendo a Cleo de la mano por inercia, como intentando alejarla. No tenía por qué salir nada mal, pero aquello me daba mucho respeto. - Saldrá bien. - murmuré mirando de reojo a Cleo, aunque sin querer apartar la vista de Khaled durante demasiados segundos. Era todo un despliegue de poder de nigromante, provocaba inquietud a la par que admiración por su manejo de la magia. En un momento dado llegué a temer por Khaled, al verlo desaparecer a él y al cuerpo.
- ¿Qué...qué ha pasado? ¿ha fallado algo? - miré a Lyosha desconcertado, como pidiendo explicaciones. Ella ya había pasado por eso, debía saber si era normal. - ¿Dónde se supone que han ido? - solté la mano de Cleo, empezando a ponerme nervioso. Las líneas seguían brillando, pero ni rastro del nigromante.
Llegué justo a tiempo para escuchar la sugerencia de Lyosha sobre Zayra, pero negué con la cabeza. No era lo mismo. Y tal como decía Khaled...ella debía permanecer en la estatua de hielo para contener al demonio conocido como El Todo. Ciertas cosas era mejor dejarlas como estaban. No me metí en la conversación, sino que hice caso a Khaled cuando nos pidió que retrocediésemos. Me atreví a mirar hacia el cuerpo inerte que había tendido en el centro de todo el complejo trazado de líneas, sintiendo una especie de escalofrío cuando mi sangre fue vertida y dirigida hacia dicho cuerpo. Era una sensación extraña, casi incómoda. Retrocedí un paso más, cogiendo a Cleo de la mano por inercia, como intentando alejarla. No tenía por qué salir nada mal, pero aquello me daba mucho respeto. - Saldrá bien. - murmuré mirando de reojo a Cleo, aunque sin querer apartar la vista de Khaled durante demasiados segundos. Era todo un despliegue de poder de nigromante, provocaba inquietud a la par que admiración por su manejo de la magia. En un momento dado llegué a temer por Khaled, al verlo desaparecer a él y al cuerpo.
- ¿Qué...qué ha pasado? ¿ha fallado algo? - miré a Lyosha desconcertado, como pidiendo explicaciones. Ella ya había pasado por eso, debía saber si era normal. - ¿Dónde se supone que han ido? - solté la mano de Cleo, empezando a ponerme nervioso. Las líneas seguían brillando, pero ni rastro del nigromante.
La mujer de pelo blanco me dedica esa mirada que no entiendo ni comprendo. Arrugo el ceño, sin entender de qué iba, ya que no le he hecho nada. En fin, gente de esa calaña hay que aguantarla todos los días, está claro. Había bajado con Adramelech, ayudándole a bajar por las escaleras después de la sangría, colocándome en el lado del brazo que no se había cortado. Era de esperar que el procedimiento le afectara y debilitara.
Ya abajo Lyosha prepara el cuerpo de ese musculoso hombre y le va sacando partes de metal desde dentro, como si sus manos fueran potentes imanes. Ahora entendía lo que había dicho Khaled de preparar el cuerpo. Por un momento esperó que el cuerpo fuera el del Astaroth original, una copia, un clon, una máquina… algo. Pero es verdad que la magia que mantenía el cuerpo en buen estado se perdió con la aparición en el terreno de juego de los satélites de SAM. Al perderse la magia, se perdió la conservación y el cuerpo rápidamente se echó a perder, como si no hubiera habido nada que lo atara a la tierra, y en parte así fue ya que el espíritu de Astaroth también tuvo que retornar a su dimensión. SAM hizo mucho mal en el mundo mágico, hubo muchas pérdidas humanas, materiales… y las que no se pueden ver, como la de los vínculos espirituales.
Retrocedemos al borde de la sala. No entendía mucho del tema del hielo, de Zayra y de El Todo, quizás alguien podría explicármelo más adelante. Sentía una extraña fascinación por el procedimiento. Asiento ante las palabras de Adramelech, sin lugar a duda. Sin apartar la vista de la magia de Khaled observo cómo vierte la sangre en el dibujo del suelo. Cómo recita palabras que quizás algún día comprenda y cómo todo se ilumina de una especie de luz rojiza, como rojo sangre. El cuerpo se alza, las partículas se arremolinan, aparece el velo etéreo. Había leído algo en la biblioteca de Matvey sobre los velos de la muerte, pero lo que no esperaba era poder llegar a ver uno en persona. Tenía entendido que en su momento había uno en el Ministerio de Magia, pero se perdió hace mucho tiempo atrás… ¿o quizás no?
Y luego… Desaparecen. Se esfuman. Intento buscar explicación en los ojos de Adramelech, pero está tan atónito como yo. Igual que él giro para dirigirme a Lyosha, esperando explicaciones, al igual que Adramalech
Ya abajo Lyosha prepara el cuerpo de ese musculoso hombre y le va sacando partes de metal desde dentro, como si sus manos fueran potentes imanes. Ahora entendía lo que había dicho Khaled de preparar el cuerpo. Por un momento esperó que el cuerpo fuera el del Astaroth original, una copia, un clon, una máquina… algo. Pero es verdad que la magia que mantenía el cuerpo en buen estado se perdió con la aparición en el terreno de juego de los satélites de SAM. Al perderse la magia, se perdió la conservación y el cuerpo rápidamente se echó a perder, como si no hubiera habido nada que lo atara a la tierra, y en parte así fue ya que el espíritu de Astaroth también tuvo que retornar a su dimensión. SAM hizo mucho mal en el mundo mágico, hubo muchas pérdidas humanas, materiales… y las que no se pueden ver, como la de los vínculos espirituales.
Retrocedemos al borde de la sala. No entendía mucho del tema del hielo, de Zayra y de El Todo, quizás alguien podría explicármelo más adelante. Sentía una extraña fascinación por el procedimiento. Asiento ante las palabras de Adramelech, sin lugar a duda. Sin apartar la vista de la magia de Khaled observo cómo vierte la sangre en el dibujo del suelo. Cómo recita palabras que quizás algún día comprenda y cómo todo se ilumina de una especie de luz rojiza, como rojo sangre. El cuerpo se alza, las partículas se arremolinan, aparece el velo etéreo. Había leído algo en la biblioteca de Matvey sobre los velos de la muerte, pero lo que no esperaba era poder llegar a ver uno en persona. Tenía entendido que en su momento había uno en el Ministerio de Magia, pero se perdió hace mucho tiempo atrás… ¿o quizás no?
Y luego… Desaparecen. Se esfuman. Intento buscar explicación en los ojos de Adramelech, pero está tan atónito como yo. Igual que él giro para dirigirme a Lyosha, esperando explicaciones, al igual que Adramalech
Lyosha Svensson
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-No hablo de rescatarla- Informó con un tono neutral mirando hacia Adramelech por el rabillo del ojo cuando entró, notando en seguida su negativa. Maldito niñato. Siempre diciéndole que no, iba a estamparle una cachetada por renegarle cosas a sus mayores -Hablo de hacer un intercambio- Explicó en el mismo tono neutral -Puedes sellarlo conmigo y que Zayra vuelva, o eso creo. Tú no tienes límites- Indicó y cuando le miró a los ojos, era difícil comprender si estaba hablandole a Khaled o Belialt - A fin de cuentas, a ella le faltan años por vivir y yo he vivido más de lo que debería haberlo hecho- Se percató de que la situación de Zayra seguía afectándole y su sugerencia no era más que una opción. A diferencia de ellos, Lyosha no tenía nada que la atara a la vida terrenal. El vínculo con su hermano, sí; pero él caminó y vivió mucho sin ella. Podría volver a hacerlo.
La revenant se movió con elegancia por la sala acercándose a la estatua de Zayra pensando que ella, sin embargo, tenía muchas cosas por las que vivir. Dos hijos, ni más ni menos. Levantó una mano y acarició con suavidad el rostro helado de su sobrina recordando el preciso momento en el que entendió qué iba a hacer. Aquella resolución… Lyosha también la había sentido y la entendía perfectamente.
La matriarca de la hermandad del metal permaneció lejos mirando con recelo el procedimiento. Un escalofrío le recorrió de los pies a la cabeza cuando vio aquel velo que reconocía. Tragó en seco con expectativa y colocó su arma delante de ella muy lentamente, apoyándola en el piso y manteniendo ambas manos sobre la misma.
Por si acaso.
Cuando desaparecen, Lyosha cerró los párpados unos segundos y elevó una oración. ¿A quién? No lo sabía. Belialt tal vez. Una súplica. Los abrió cuando Adramelech la importunó -Paciencia- Le respondió sin mirarlo y ladeó suavemente la cabeza mirando hacia el círculo y la forma en la que la luz titilaba -Y preparaos...O iros...Astaroth no será el único que quiera regresar… - Levantó con suavidad el arma y movió las manos lentamente, el hierro de la habitación elevó un muro a su espalda protegiendo la estatua de Zayra -Y a veces… Bueno, los portales son difíciles de cerrar- Sonrió sanguinariamente y finalmente elevó la vista hacia Adramelech guiñándole un ojo.
La revenant se movió con elegancia por la sala acercándose a la estatua de Zayra pensando que ella, sin embargo, tenía muchas cosas por las que vivir. Dos hijos, ni más ni menos. Levantó una mano y acarició con suavidad el rostro helado de su sobrina recordando el preciso momento en el que entendió qué iba a hacer. Aquella resolución… Lyosha también la había sentido y la entendía perfectamente.
La matriarca de la hermandad del metal permaneció lejos mirando con recelo el procedimiento. Un escalofrío le recorrió de los pies a la cabeza cuando vio aquel velo que reconocía. Tragó en seco con expectativa y colocó su arma delante de ella muy lentamente, apoyándola en el piso y manteniendo ambas manos sobre la misma.
Por si acaso.
Cuando desaparecen, Lyosha cerró los párpados unos segundos y elevó una oración. ¿A quién? No lo sabía. Belialt tal vez. Una súplica. Los abrió cuando Adramelech la importunó -Paciencia- Le respondió sin mirarlo y ladeó suavemente la cabeza mirando hacia el círculo y la forma en la que la luz titilaba -Y preparaos...O iros...Astaroth no será el único que quiera regresar… - Levantó con suavidad el arma y movió las manos lentamente, el hierro de la habitación elevó un muro a su espalda protegiendo la estatua de Zayra -Y a veces… Bueno, los portales son difíciles de cerrar- Sonrió sanguinariamente y finalmente elevó la vista hacia Adramelech guiñándole un ojo.
[...]
El tiempo no transcurre igual para unos y otros. Lo que en el infierno pudieron contarse largas horas, o algún día incluso, para los que esperaban en aquella sala de la Torre fueron solo algunos minutos....
[...]
Por fortuna o por desgracia aquel lugar no me era un lugar desconocido, en el alma y en la mente tenía grabado aquel sitio. Prisión, hogar, reinado, cárcel, refugio, suicidio, castigo y salvación, todo en una misma tierra. La tierra del pecado, la Ciudad de los Demonios. Prisioneros y a la vez custodios de muchas cosas.
Y una de esas cosas era la que buscaba.
[...]
Un viaje largo. No somos bienvenidos. Saben lo que buscamos, y no es algo que podamos llevarnos, no sin pagar un precio...pelear por ello, el sacrificio, por los recuerdos del alma, por el alma en sí. Realmente tengo opción? La respuesta no se hace esperar. No, no, no... Los caídos son los reyes aquí y su ley va primero.
Finalmente en aquel círculo. Aquí no hay llamas. Sólo ojos, que persiguen, garras heladas, que intentan apresarte para que te lamentes con ellas para siempre. Almas, y la que yo necesito....
[...]
El tiempo no transcurre igual para unos y otros. Lo que en el infierno pudieron contarse largas horas, o algún día incluso, para los que esperaban en aquella sala de la Torre fueron solo algunos minutos....
[...]
Por fortuna o por desgracia aquel lugar no me era un lugar desconocido, en el alma y en la mente tenía grabado aquel sitio. Prisión, hogar, reinado, cárcel, refugio, suicidio, castigo y salvación, todo en una misma tierra. La tierra del pecado, la Ciudad de los Demonios. Prisioneros y a la vez custodios de muchas cosas.
Y una de esas cosas era la que buscaba.
[...]
Un viaje largo. No somos bienvenidos. Saben lo que buscamos, y no es algo que podamos llevarnos, no sin pagar un precio...pelear por ello, el sacrificio, por los recuerdos del alma, por el alma en sí. Realmente tengo opción? La respuesta no se hace esperar. No, no, no... Los caídos son los reyes aquí y su ley va primero.
Finalmente en aquel círculo. Aquí no hay llamas. Sólo ojos, que persiguen, garras heladas, que intentan apresarte para que te lamentes con ellas para siempre. Almas, y la que yo necesito....
[...]
El velo se agitó. Las líneas que dibujaban en el suelo el hechizo dejaron de brillar de modo intermitente, y vibraron unos instantes antes de cambiar lentamente a una extraña luz negra. Tan solo el pálido brillo del velo en el centro seguia manteniendo aquella fantasmal iluminación.
Se oyó un susurro llevado por una brisa que apareció de la nada. Un susurro con una promesa, una amenaza. Los presentes no entenderían el idioma, pero si la intencion....no era necesario hablar aquella lengua para sentir bajo la piel que el augurio era de muerte.
Instantes después, salí de aquel velo, con el cuerpo de aquel hombre, cuyo cabello se habia tornado blanco. Caímos casi a plomo sobre el centro del círculo. Yo, en mi forma demoníaca, que había adoptado para poder afrontar a los muchos y múltiples enemigos que querian proteger aquello que me habia llevado. El círculo se apagó. El velo tembló, corrompiéndose, tornándose en un portal relampagueante y dificil de contener.
Moví una mano (una garra negra) empujando el cuerpo lejos de mi. El hombre fue arrastrado fuera del circulo hasta estamparse contra los pies de Adramelech y Cleopatra, él estaba inconsciente, y tenía los antebrazos marcados por unos horribles y profundos arañazos, que rodeaban los brazos enteros. Plegué las alas ensangrentadas alrededor de mi cuerpo, ocultándolo. Un cuerpo que había llevado más allá de su límite.
- Ya vienen. - los demonios comenzaron a escapar por aquel velo. No pude contener aquella primera oleada, salieron hasta cinco antes de que pudiera reaccionar más. Tendrían que encargarse ellos.
Concentré mis esfuerzos en cerrar aquel velo corrupto. Grité las palabras, que sonaron como un maldito trueno en todo el sótano. Restalló la energia mágica, cerrándose el portal. Me habría levantado de ahí para ir a ayudarlos con los demonios, pero simplemente, no podía moverme más. Las marcas de los demonios eran demasiado graves y profundas, atravesando todo el cuerpo, y donde debía haber un brazo solo quedaba un agujero que no hacía mas que formar un charco de sangre debajo del refugio que me habia formado con las alas.
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Dado exito fallo para ver si consigo contener y cerrar el portal ya
dado opciones para escalar sacrificio
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El miembro 'Khaled Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Dado opciones' : 10
--------------------------------
#2 'Probabilidad' :
#1 'Dado opciones' : 10
--------------------------------
#2 'Probabilidad' :
Preferí mantenerme al margen de los comentarios de Lyosha sobre Zayra, sabía que eso no nos llevaría a ningún sitio. Tampoco hubo tiempo para más, pues el ritual reclamó toda nuestra atención. Me llamó mucho la atención la calma de Lyosha al pedirnos paciencia después de que Khaled desapareciese con el cuerpo, era como si supiese que todo iba como debía ser. Ella había pasado por eso, debía saberlo. Aún así no pude tranquilizarme, enseguida entendí a que se refería con lo de que Astaroth no sería el único que quisiese volver.
- Cleo, prepárate...van a salir demonios por ahí. - creí que no sería mucho más complicado que derrotar a los que habíamos vencido en el torneo, aunque era cierto que habíamos acabado exhaustos. - No vamos a irnos, tenemos que luchar todos hasta que se pueda cerrar el portal. - advertí a Lyosha segundos antes del regreso de Khaled en su forma demoníaca. Ahogué un sonido de impresión al ver el estado en que habían quedado ambos, temiendo que por ese portal relampagueante saliesen más demonios de los que pudiésemos contener. El cuerpo del que ahora sería Astaroth fue empujado hasta nuestros pies, pero no parecía dar señales de vida. Tal vez hubiese salido mal. - Encárgate de protegerlo. Ahora es él... no dejes que se lo lleven otra vez - le pedí a Cleo que lo cuidase, aunque se me hiciese raro al principio pensar en ese hombre como Astaroth. Después avancé rápidamente hacia el portal, Khaled estaba demasiado débil para hacer frente a los cinco demonios que habían salido.
- Otra vez el maldito Pandemóniumj. - me quejé al lanzar un rayo a uno de los primeros seres del inframundo que se me puso delante. Demasiados demonios en unos pocos días. No pareció inmutarse demasiado. Debían ser mucho más fuertes que los que había invocado Matvey, eso o que no tenían ningún control por parte de un nigromante. Si el líder no lograba reponerse estábamos perdidos. Nuestra única esperanza era Astaroth, pero no sabía si con su nuevo cuerpo tendría sus poderes de nigromancia, o si estaría en condiciones de hacerlo.
- ¡Lyosha! ¡necesitamos una prisión de metal para ver si podemos contenerlos un poco! - esta vez lancé una descarga eléctrica para atacar a los cinco objetivos a la vez, poniéndome delante de Khaled para evitar que se abalanzasen sobre él.
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dado para ver si contiene bien a los demonios
1 mal, 10 bien
- Cleo, prepárate...van a salir demonios por ahí. - creí que no sería mucho más complicado que derrotar a los que habíamos vencido en el torneo, aunque era cierto que habíamos acabado exhaustos. - No vamos a irnos, tenemos que luchar todos hasta que se pueda cerrar el portal. - advertí a Lyosha segundos antes del regreso de Khaled en su forma demoníaca. Ahogué un sonido de impresión al ver el estado en que habían quedado ambos, temiendo que por ese portal relampagueante saliesen más demonios de los que pudiésemos contener. El cuerpo del que ahora sería Astaroth fue empujado hasta nuestros pies, pero no parecía dar señales de vida. Tal vez hubiese salido mal. - Encárgate de protegerlo. Ahora es él... no dejes que se lo lleven otra vez - le pedí a Cleo que lo cuidase, aunque se me hiciese raro al principio pensar en ese hombre como Astaroth. Después avancé rápidamente hacia el portal, Khaled estaba demasiado débil para hacer frente a los cinco demonios que habían salido.
- Otra vez el maldito Pandemóniumj. - me quejé al lanzar un rayo a uno de los primeros seres del inframundo que se me puso delante. Demasiados demonios en unos pocos días. No pareció inmutarse demasiado. Debían ser mucho más fuertes que los que había invocado Matvey, eso o que no tenían ningún control por parte de un nigromante. Si el líder no lograba reponerse estábamos perdidos. Nuestra única esperanza era Astaroth, pero no sabía si con su nuevo cuerpo tendría sus poderes de nigromancia, o si estaría en condiciones de hacerlo.
- ¡Lyosha! ¡necesitamos una prisión de metal para ver si podemos contenerlos un poco! - esta vez lancé una descarga eléctrica para atacar a los cinco objetivos a la vez, poniéndome delante de Khaled para evitar que se abalanzasen sobre él.
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La salida de Belialt del portal le generó miedo, no sólo por ver su brazo chorreante sino por verlo caer. Se acercó hacia él con preocupación tanto por el demonio como por su hermano, pero fue mandada a volar al otro extremo por uno de los demonios. Su cuerpo se golpeó contra la pared y se resintió enormemente. Cuando cayó al piso lo hizo al estilo superheroína, una pierna con rodilla al piso y la otra con el pie. Alzó lentamente la cara para mirar el panorama. Movió el brazo y una pared de mental se elevó alrededor de Zayra, la presencia de El Todo podía ser dulce para los demonios. Elevó otra en la puerta de salida porque no permitiría que el resto de los Souls estuviera en peligro y cuando iba a por Khaled, Adramelech le gritó.
-No me digas lo que tengo que hacer- Soltó bruscamente y cuando intentó levantarse no pudo. Una debilidad increíble se apoderaba de ella, pero no esa que tanto conocía y de la que sólo se servía drenando a los demás. Era... Era otra cosa. Miró hacia Belialt y entendió todo. Soltó una maldición o tres e inspiró profundamente para luego levantarse pesadamente. Ante su debilidad tres de los demonios vinieron hacia ella y Lyosha sonrió de lado, de las bolas de metal antes extraídas hizo una tormenta de dagas alrededor de ella que hirieron en numerosas ocasiones a los demonios drenándoles de vida y otorgándosela a ella. Corrió, como pudo, hacia donde estaba Adramelech.
-Si él cae, Astaroth y yo también- Resumió y evaluó sus opciones. Estaban dispersos se inclinó hacia Adramelech - Los desviaré, atrae a Astaroth aquí. Es mejor que los cubramos los tres juntos - No dudó un instante y se rebanó el muslo de lado a lado mientras corrían hacia donde estaba Cleopatra y Astaroth. La sangre de una "revenant" , evidentemente, llamó la atención de los demonios y pronto los cinco estuvieron detrás de ella. Lyosha usó el arak para defenderse pero habían golpes que no veía venir ante la tormenta de garras y dientes que la acechaba. Gritó cuando uno de los demonios le mordió el hombro izquierdo y perdió fuerza en el cuerpo -BELIALT- Gritó intentando que el demonio hiciera algo por aquella locura demoníaca.
Éxito: Hago prisión a Belialt/Khaled.
Fallo: no lo hago.
-No me digas lo que tengo que hacer- Soltó bruscamente y cuando intentó levantarse no pudo. Una debilidad increíble se apoderaba de ella, pero no esa que tanto conocía y de la que sólo se servía drenando a los demás. Era... Era otra cosa. Miró hacia Belialt y entendió todo. Soltó una maldición o tres e inspiró profundamente para luego levantarse pesadamente. Ante su debilidad tres de los demonios vinieron hacia ella y Lyosha sonrió de lado, de las bolas de metal antes extraídas hizo una tormenta de dagas alrededor de ella que hirieron en numerosas ocasiones a los demonios drenándoles de vida y otorgándosela a ella. Corrió, como pudo, hacia donde estaba Adramelech.
-Si él cae, Astaroth y yo también- Resumió y evaluó sus opciones. Estaban dispersos se inclinó hacia Adramelech - Los desviaré, atrae a Astaroth aquí. Es mejor que los cubramos los tres juntos - No dudó un instante y se rebanó el muslo de lado a lado mientras corrían hacia donde estaba Cleopatra y Astaroth. La sangre de una "revenant" , evidentemente, llamó la atención de los demonios y pronto los cinco estuvieron detrás de ella. Lyosha usó el arak para defenderse pero habían golpes que no veía venir ante la tormenta de garras y dientes que la acechaba. Gritó cuando uno de los demonios le mordió el hombro izquierdo y perdió fuerza en el cuerpo -BELIALT- Gritó intentando que el demonio hiciera algo por aquella locura demoníaca.
Éxito: Hago prisión a Belialt/Khaled.
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Paciencia. Eso es lo que pide la mujer del pelo blanco. Estaba teniendo toda la paciencia del mundo, pero de lo que estaba harta es de que la gente me estuviera llevando de un lado a otro como si fuera un muñeco de trapo al que no le cuentan nada. Vale que no me digan con detalles astrofísicos qué está pasando, pero joder, qué menos. Bufo un tanto molesta, apartándome de Adramelech, el dirección contraria a Lyosha y él, cruzándome de brazos al avanzar dos pasos, sin rumbo, esperando “pacientemente”.-No me voy a ningún sitio. Voy a aguantar hasta el final, ya salga de allí el mismísimo Anubis personificado- respondo un tanto airada. Demonios a mi. Ya sería el segundo con el que me las tengo que ver en lo que va de noche… Uno más…
Todos percibimos el cambio en las líneas que antes palpitaban en rojo. Un escalofrío me recorre la espalda con el susurro que no entiendo, pero no presagia nada bueno. Toca prepararse, ciertamente. El movimiento brusco hace que me duela el Redondo. Maldita sea la magia de carne del demonio de Mérida. Así no tenga que volver nunca más. Pero ver la forma demoníaca de Belialt hizo que me quedara tan impactada como inmóvil. Temblorosa. Muerta de miedo, por mucho que quiera ir de brava. El cuerpo de Jed, ahora con el pelo blanco rueda inconsciente hasta mis pies. De rodillas le tomo las primeras constantes vitales del hombre, respira y pulsa. En efecto, está vivo. Cubro los arañazos con vendajes, pues no conozco la procedencia de esta magia, ¿es un cuerpo revivido? ¿Puede volver a morir? ¿Se le pueden infectar las heridas? Pensé en ponerle esencia de díctamo pero me arrepentí en el último momento. Abrazada a él le estudio las duras facciones del antiguo Jed, su cuerpo fibroso y musculoso, su pelo blanco. “Ahora es él” “Pero no es él” Me muerdo el labio inferior, se me hace muy raro. Se supone que ahí dentro debería estar Astaroth, pero el envase, el físico de él no está. No están sus características ojeras, ni su cuerpecillo escacharrado.
Los demonios no tardan en aparecer, tal y como habían predicho. Sangre, sangre por todas partes. Y demonios. Su simple vista me aterra al recordar los daños que me habían hecho en el quirófano unas horas antes. “Protégelo, ahora es él” Las palabras de Adramelech retumban en mi cabeza. Pero alzo la cabeza y veo que se les está costando cielo y tierra lidiar con los demonios. Es el momento de actuar. Convoco las vendas que reptan por el suelo, se enredan por los demonios, les detienen, les hace vulnerables y no pueden atacar. Por lo menos nos da dos minutos para poder hacer algo. Una vez que quedamos protegidos por Adra y Lyosha, escucho un susurro y me doy cuenta que esJed Astaroth el que habla. -Protege a Khaled. Protege al nigromante…-
Me desaparezco y reaparezco al lado de Khaled. -Esto no va a ser muy placentero- Las palabras no eran muy tranquilizadoras para el nigromante. Me hubiese encantado poder decirle que le iba a curar, que le iba a regenerar el brazo. Pero mis conocimientos eran limitados y no llegaban a tanto. Quizás pronto. En el bolso tengo varias pociones que rebuscar, pero lo que me interesa ahora mismo es poder parar el sangrado haciendo un torniquete. -Por todos los dioses de la sanación, por la diosa Eira, que esto funcione- Localizo el material para hacer el torniquete, aprieto fuerte cerrando el sangrado, y envuelvo la herida con gasas y gasas y más gasas, que quedan empapadas al instante.
El problema de usar la sanación es que me desprotege, mucho. Nos deja totalmente vulnerables. Y las ligaduras que atan a los demonios no van a durar eternamente…
Éxito. Las vendas atrapan a los demonios.
Fallo. Pues, poco puedo hacer....
Todos percibimos el cambio en las líneas que antes palpitaban en rojo. Un escalofrío me recorre la espalda con el susurro que no entiendo, pero no presagia nada bueno. Toca prepararse, ciertamente. El movimiento brusco hace que me duela el Redondo. Maldita sea la magia de carne del demonio de Mérida. Así no tenga que volver nunca más. Pero ver la forma demoníaca de Belialt hizo que me quedara tan impactada como inmóvil. Temblorosa. Muerta de miedo, por mucho que quiera ir de brava. El cuerpo de Jed, ahora con el pelo blanco rueda inconsciente hasta mis pies. De rodillas le tomo las primeras constantes vitales del hombre, respira y pulsa. En efecto, está vivo. Cubro los arañazos con vendajes, pues no conozco la procedencia de esta magia, ¿es un cuerpo revivido? ¿Puede volver a morir? ¿Se le pueden infectar las heridas? Pensé en ponerle esencia de díctamo pero me arrepentí en el último momento. Abrazada a él le estudio las duras facciones del antiguo Jed, su cuerpo fibroso y musculoso, su pelo blanco. “Ahora es él” “Pero no es él” Me muerdo el labio inferior, se me hace muy raro. Se supone que ahí dentro debería estar Astaroth, pero el envase, el físico de él no está. No están sus características ojeras, ni su cuerpecillo escacharrado.
Los demonios no tardan en aparecer, tal y como habían predicho. Sangre, sangre por todas partes. Y demonios. Su simple vista me aterra al recordar los daños que me habían hecho en el quirófano unas horas antes. “Protégelo, ahora es él” Las palabras de Adramelech retumban en mi cabeza. Pero alzo la cabeza y veo que se les está costando cielo y tierra lidiar con los demonios. Es el momento de actuar. Convoco las vendas que reptan por el suelo, se enredan por los demonios, les detienen, les hace vulnerables y no pueden atacar. Por lo menos nos da dos minutos para poder hacer algo. Una vez que quedamos protegidos por Adra y Lyosha, escucho un susurro y me doy cuenta que es
Me desaparezco y reaparezco al lado de Khaled. -Esto no va a ser muy placentero- Las palabras no eran muy tranquilizadoras para el nigromante. Me hubiese encantado poder decirle que le iba a curar, que le iba a regenerar el brazo. Pero mis conocimientos eran limitados y no llegaban a tanto. Quizás pronto. En el bolso tengo varias pociones que rebuscar, pero lo que me interesa ahora mismo es poder parar el sangrado haciendo un torniquete. -Por todos los dioses de la sanación, por la diosa Eira, que esto funcione- Localizo el material para hacer el torniquete, aprieto fuerte cerrando el sangrado, y envuelvo la herida con gasas y gasas y más gasas, que quedan empapadas al instante.
El problema de usar la sanación es que me desprotege, mucho. Nos deja totalmente vulnerables. Y las ligaduras que atan a los demonios no van a durar eternamente…
Éxito. Las vendas atrapan a los demonios.
Fallo. Pues, poco puedo hacer....
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El miembro 'Cleopatra' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Había una lucha de conciencias. Por un lado, Khaled trataba de permanecer en control, terminar con lo que había empezado lo que parecía hace una eternidad y acabar con la amenaza de aquellos demonios que se le habían escapdo. Pero por otro, estar en aquella forma demoníaca le confería más poder al diablo, poder que ahora necesitaba. Aunque aquello lo hacía más fuerte, era cierto que también lo debilitaba más rápido...al menos ahora en este plano.
El precio esta vez había sido alto y se preguntaba si no habría sido en vano, pues la consciencia se le nublaba cada vez más. No servía de nada comprar vida con vida si luego no puedes mantener el nexo.
Aunque permanecía inmóvil, hacia unos esfuerzos enormes por mantenerse consciente. Los pensamientos, demasiado fundidos ya. La preocupación sin embargo, era de la mente del mortal. El demonio no temía morir y lo que dejase atrás sería solo un recuerdo de entre milenios. Pero eso no significaba que la idea le pareciese bien....
El demonio escuchó su nombre y alzó las cuencas de sus ojos en llamas, desplegando las alas bravamente, aunque seguía postrado de rodillas en el suelo. Extendió su único brazo, lanzando unas abrasadoras llamas contra el que había atacado a Lyosha. Se rió, de modo limpio como el repique de una campana, pero en segundo plano la risa sonaba macabra y enloquecida.
Cleopatra apareció a su lado de modo súbito y Belialt estuvo al punto de consumirla con sus llamas también a ella, pero el nigromante lo detuvo.
- imploras a tus dioses aqui? - dijeron muchas voces a la vez
Ajeno al dolor, sabiendo que eso ahora sería insuficiente, apartó a la bruja de si. El torniquete ardió y en dónde debía estar el brazo de carne, surgió uno de llamas. Poco a poco, todo el cuerpo se tornó en llamas, y como un vendaval embistió a otro de los enemigos, envolviéndolo en llamas. Cuando lo tenía dominado en el suelo, el cuerpo volvió a adquirir su consistencia física, sujetando al enemigo con sus garras por las muñecas, sobre él, aprisionandolo. El nigromante se encargó del resto, hablando en aquella lengua demoníaca, desterrando a uno de ellos.
Ahora solo quedaban cuatro. Dos de ellos iban hacia Astaroth, un tercero atacó nuevamente a Lyosha y el cuarto. Desvié la mirada hacia el siguiente objetivo que ahora me atacaba pero fue imposible realizar otro destierro. Ordené a Belialt que siguiera usando sus poderes en esta batalla.
Aunque era algo que ambos sabíamos, no se podría mantener mucho tiempo, y eso ocasionaba cierta oposición por su parte, aunque disfrutase del caos reinante.
Parecía que el tiempo se ralentizaba de nuevo. La espada llameante detuvo el primer ataque del cuarto demonio, pero no el segundo ataque, que hirió el ya maltrecho cuerpo.
Íbamos a someter a esos infelices, fuese como fuese.
--
Tiro los dados porq me apetece el azar hahaha
El precio esta vez había sido alto y se preguntaba si no habría sido en vano, pues la consciencia se le nublaba cada vez más. No servía de nada comprar vida con vida si luego no puedes mantener el nexo.
Aunque permanecía inmóvil, hacia unos esfuerzos enormes por mantenerse consciente. Los pensamientos, demasiado fundidos ya. La preocupación sin embargo, era de la mente del mortal. El demonio no temía morir y lo que dejase atrás sería solo un recuerdo de entre milenios. Pero eso no significaba que la idea le pareciese bien....
El demonio escuchó su nombre y alzó las cuencas de sus ojos en llamas, desplegando las alas bravamente, aunque seguía postrado de rodillas en el suelo. Extendió su único brazo, lanzando unas abrasadoras llamas contra el que había atacado a Lyosha. Se rió, de modo limpio como el repique de una campana, pero en segundo plano la risa sonaba macabra y enloquecida.
Cleopatra apareció a su lado de modo súbito y Belialt estuvo al punto de consumirla con sus llamas también a ella, pero el nigromante lo detuvo.
- imploras a tus dioses aqui? - dijeron muchas voces a la vez
Ajeno al dolor, sabiendo que eso ahora sería insuficiente, apartó a la bruja de si. El torniquete ardió y en dónde debía estar el brazo de carne, surgió uno de llamas. Poco a poco, todo el cuerpo se tornó en llamas, y como un vendaval embistió a otro de los enemigos, envolviéndolo en llamas. Cuando lo tenía dominado en el suelo, el cuerpo volvió a adquirir su consistencia física, sujetando al enemigo con sus garras por las muñecas, sobre él, aprisionandolo. El nigromante se encargó del resto, hablando en aquella lengua demoníaca, desterrando a uno de ellos.
Ahora solo quedaban cuatro. Dos de ellos iban hacia Astaroth, un tercero atacó nuevamente a Lyosha y el cuarto. Desvié la mirada hacia el siguiente objetivo que ahora me atacaba pero fue imposible realizar otro destierro. Ordené a Belialt que siguiera usando sus poderes en esta batalla.
Aunque era algo que ambos sabíamos, no se podría mantener mucho tiempo, y eso ocasionaba cierta oposición por su parte, aunque disfrutase del caos reinante.
Parecía que el tiempo se ralentizaba de nuevo. La espada llameante detuvo el primer ataque del cuarto demonio, pero no el segundo ataque, que hirió el ya maltrecho cuerpo.
Íbamos a someter a esos infelices, fuese como fuese.
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El miembro 'Khaled Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Probabilidad' :
--------------------------------
#2 'Probabilidad' :
#1 'Probabilidad' :
--------------------------------
#2 'Probabilidad' :
La prioridad era defender a Khaled, pues sin él sería imposible detener a los demonios. Él parecía en tan mal estado que dudaba que pudiese contenerlos. Si él no se recuperaba estábamos perdidos. Mi intento de coordinación con Lyosha no fue muy bien recibido, quedó claro que ella no recibía órdenes de nadie. También me quedó claro que tanto Astaroth como ella dependían de que Khaled no cayese, pues el vínculo revenant se perdería. No me quejé cuando ella me dio órdenes, dejé que atrayese la atención de los demonios. No sirvió de mucho, se notaba su debilidad. - ¡Apártate! ¡te estás quedando sin fuerzas! - le grité a Lyosha aunque ella me hubiese dicho que no le diera órdenes, importándome poco que no le gustase.
En apenas unos segundos Cleo ayudó a contener la situación, atando a los demonios con sus vendas y acudiendo en ayuda de Khaled para sanarlo. - Aguanta ahí, Cleo. - me mantuve cerca de ella y de Khaled/Belialt, que tuvo las energías suficientes como para acabar con un demonio. Extendí mis manos hacia los dos que iban a por Astaroth, lanzando sendos rayos a cada uno de ellos. - ¡No os lo volveréis a llevar! ¡no es vuestro! - las descsargas fueron lo suficientemente potentes como para dejarlos paralizados unos segundos y que así dejasen de atacar. Después lancé una descarga por toda el área para darle tiempo a Belialt a blandir aquella espada demoníaca. El despliegue de poder era tal que estuve seguro de que era mejor que el nigromante de Ouroboros.
----------------------------
éxito: paralizo demoños electrocutados
fallo: no paralizo
En apenas unos segundos Cleo ayudó a contener la situación, atando a los demonios con sus vendas y acudiendo en ayuda de Khaled para sanarlo. - Aguanta ahí, Cleo. - me mantuve cerca de ella y de Khaled/Belialt, que tuvo las energías suficientes como para acabar con un demonio. Extendí mis manos hacia los dos que iban a por Astaroth, lanzando sendos rayos a cada uno de ellos. - ¡No os lo volveréis a llevar! ¡no es vuestro! - las descsargas fueron lo suficientemente potentes como para dejarlos paralizados unos segundos y que así dejasen de atacar. Después lancé una descarga por toda el área para darle tiempo a Belialt a blandir aquella espada demoníaca. El despliegue de poder era tal que estuve seguro de que era mejor que el nigromante de Ouroboros.
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El miembro 'Adramelech Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Lyosha Svensson
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La revenant se movió con rapidez cuando vio las llamas ir directo hacia el demonio, se cubrió el rostro con ambos antebrazos mientras se alejaba cojeando. Parte de los demonios se dividieron, ya no atacándola directamente. Escuchó el grito de Adramelech y volvió sus ojos hacia él con un gesto críptico. ¿Qué estaba quedándose sin fuerzas?
Maldito crío
Tenía razón
Pero era un maldito crío.
Bufó, enojada, mientras dividía su arma en dos con la manipulación del metal. Se movió con más lentitud que antes porque la energía y la pérdida de sangre estaban haciendo lo suyo. Pero al menos dio golpes certeros. Había quedado sólo frente a uno de los demonios y en combate individual ganaba mucho más que en combate grupal. Detuvo la garra del demonio que iba directo a su cara, como si quisiera arrancarle la extraña runa que tenía en la frente, y devorarla. Aquello le pareció sumamente extraño, más aún, cuando pareció decirle algo en aquella lengua que desconocía.
-¿Qué?- Murmuró mientras lo arrinconaba contra una pared, al hacerlo dejó la defensa de su torso expuesta y el demonio le clavó las garras con fiereza en el abdomen. Había olvidado ponerse su armadura. Lyosha gruñó de dolor y con las dos dagas le cortó la cabeza, enviando al demonio de dónde había salido. Tras ello volvió la vista al equipo, Belialt seguía peleando. Cleopatra estaba con Adramelech que hizo uso de sus poderes para exterminar a los demonios. Quedaron ralentizados, débiles y un objetivo perfecto para ella. Lanzó una daga a cada uno, utilizando su poder de metal. Las dagas atravesaron la carne putrefacta de las bestias antes de caer al piso a medida que desaparecían dejando a Belialt sólo luchando con el último demonio.
Lyosha sintió un fuerte temblor en las piernas y sus rodillas perdieron fuerza, lo que hizo que cayera al piso apoyada en ellas. Se cogió el costado un momento antes de quitar la mano y verla cubierta de aquel líquido carmesí tan importante para vivir. Cerró los ojos con asco y hastío. Estaba obstinada de aquella debilidad. Abrió los ojos para mirar hacia sus dagas, movió la mano libre para atraerlas hacia ella. Analizó el movimiento que tenía Belialt respecto al demonio y supo que no tenía que meterse. Apoyó su peso sobre sus talones mientras respiraba con dificultad y sentía algo extraño en el cuerpo. ¿Muerte? No. Era como… desfase físico y espiritual -Maldita sea- cerró los ojos de nuevo e inspiró brevemente antes de mover la mano y desplazar el muro de metal que protegía a Zayra para proteger el nuevo cuerpo de Astarorh que estaba solo, indefenso y, probablemente, sufriendo lo mismo que ella
Maldito crío
Tenía razón
Pero era un maldito crío.
Bufó, enojada, mientras dividía su arma en dos con la manipulación del metal. Se movió con más lentitud que antes porque la energía y la pérdida de sangre estaban haciendo lo suyo. Pero al menos dio golpes certeros. Había quedado sólo frente a uno de los demonios y en combate individual ganaba mucho más que en combate grupal. Detuvo la garra del demonio que iba directo a su cara, como si quisiera arrancarle la extraña runa que tenía en la frente, y devorarla. Aquello le pareció sumamente extraño, más aún, cuando pareció decirle algo en aquella lengua que desconocía.
-¿Qué?- Murmuró mientras lo arrinconaba contra una pared, al hacerlo dejó la defensa de su torso expuesta y el demonio le clavó las garras con fiereza en el abdomen. Había olvidado ponerse su armadura. Lyosha gruñó de dolor y con las dos dagas le cortó la cabeza, enviando al demonio de dónde había salido. Tras ello volvió la vista al equipo, Belialt seguía peleando. Cleopatra estaba con Adramelech que hizo uso de sus poderes para exterminar a los demonios. Quedaron ralentizados, débiles y un objetivo perfecto para ella. Lanzó una daga a cada uno, utilizando su poder de metal. Las dagas atravesaron la carne putrefacta de las bestias antes de caer al piso a medida que desaparecían dejando a Belialt sólo luchando con el último demonio.
Lyosha sintió un fuerte temblor en las piernas y sus rodillas perdieron fuerza, lo que hizo que cayera al piso apoyada en ellas. Se cogió el costado un momento antes de quitar la mano y verla cubierta de aquel líquido carmesí tan importante para vivir. Cerró los ojos con asco y hastío. Estaba obstinada de aquella debilidad. Abrió los ojos para mirar hacia sus dagas, movió la mano libre para atraerlas hacia ella. Analizó el movimiento que tenía Belialt respecto al demonio y supo que no tenía que meterse. Apoyó su peso sobre sus talones mientras respiraba con dificultad y sentía algo extraño en el cuerpo. ¿Muerte? No. Era como… desfase físico y espiritual -Maldita sea- cerró los ojos de nuevo e inspiró brevemente antes de mover la mano y desplazar el muro de metal que protegía a Zayra para proteger el nuevo cuerpo de Astarorh que estaba solo, indefenso y, probablemente, sufriendo lo mismo que ella
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