Zona desierta- Antigua Torre de Alta Hechicería

El japonés tiene una idea bastante opuesta a la intención que llevo en este momento, así que hago un gesto de contrariedad cuando dice que entrar por las buenas es una garantía de muerte. - Y dar vueltas por aquí no es una garantía de éxito. Lo siento, Kosuke, pero en esto no estoy de acuerdo. - difiero de su opinión de manera tranquila y sin alterarme, ya que estar en desacuerdo en algo no quiere decir que de la noche a la mañana haya empezado a caerme mal ni nada de eso. Al contrario, por mi parte podría considerarlo amigo por toda la ayuda prestada con lo de la mano. Asiento a lo de guiar a los demás por el lugar, no sin antes asegurar que ninguno de nosotros tenía intención de palmar ahí abajo. Después me despido de él, deseándole suerte en su exploración.

Después permanezco asomado al hueco de la escalera durante algunos segundos más, con la mano de carne y hueso apoyada sobre la fría piedra del muro, deslizándola sobre ésta cuando comienzo a descender. Al principio sólo bajo un par de escalones, atento a cualquier sonido que pueda alertarme de peligros, pero no consigo centrarme mucho porque enseguida me hacen un par de preguntas Vor y Bastet. El drow parece más que entusiasmado por eso de robar 'cosas guays', que es lo primero que pregunta. En ese caso debería haberse ido con Kosuke, que es el que tiene más interés en empezar por la parte de desvalijar.  - No lo sé, Vor. No tuve ocasión de visitar esas partes de la torre, pero supongo que estará arriba del todo, como en las torres de astronomía. Nigromantes...cuando me atraparon a mí había dos. El maestro de la torre, que fue quien me cortó la mano. - una imagen que siempre va a seguir en mi mente, por mucho tiempo que pase, aunque ya pueda recordarlo y decirlo sin ningún problema. - Y una aprendiz suya, una mujer de cabello azul...estaba relacionada con la familia Knox, creo recordar. Pero no tengo ni idea de si tendrá aprendices nuevos. - eso sería una mala noticia para nosotros. Tal vez entre todos podamos derrotar a un par, aunque sea demasiado optimista pensar eso. Si son más de dos ya lo tendremos jodido. Tampoco respondo con muchos datos a la pregunta de Bastet, sobre lo que haremos ahora, pero entiendo que 'confían' en mí por eso de conocer algo el sitio, así que debo guiarlos un poco. Separo la mano de la pared, girándome un momento para mirarlos ahora a ambos. Bajo el tono de voz para no delatar nuestra posición, en caso de que anden cerca.

- Yo quiero encontrar al nigromante, quiero que haga lo que prometió que haría para ayudar a mi hermano, que lo haga de una puta vez. Y si no lo hace...bueno, si no lo hace no me sirve de nada. Sólo sirve para traer más desgracia al mundo. En ese caso lo único que quiero es acabar con él. Suena simple y sencillo, ¿verdad? y pensaréis que es un plan estúpido y básico, pero es lo que hay. Es lo que deseo. Si vosotros tenéis otros planes también podéis intentar llevarlos a cabo, no os lo voy a impedir, siempre que no interfieran con los míos...- concluyo de manera más que directa y que puede sonar dura,  aunque no sea mi intención. Todo esto de la conversación consigue distraerme lo suficiente como para no ver venir a los dos malditos nigromantes que se nos acercan. Ni a ellos ni a sus demonios. Justo en el momento en que me giro veo venir hacia mi una especie de sombra rauda y veloz.

En un instante me encuentro con unas demoníacas manos se aferran a mi garganta tras chocar mi espalda contra la pared. Los dedos de lo que identifico como una bestia o demonio aprietan con tanta fuerza que no sólo hacen daño, sino que hacen que no pueda respirar bien. En los segundos que tardo en reaccionar puedo ver lo que sucede a mi alrededor, como por ejemplo el repentino sangrado de Vor, al que no parece estar atacando nadie. De Fistandantilus ni rastro, sólo el bicho que me quiere ahogar, y...otra cosa bastante curiosa que supongo debe ser fruto del poco oxígeno que me llega al cerebro. La ilusión creada por el demonio de Iltz aparece ante mí como una joven de cabello blanco y de facciones dulces, un rostro que conozco. Debo estar alucinando, esa persona no está aquí. Prestaría más atención si no me estuviese ahogando, pero las prioridades son otras en este momento. Por suerte Pam y Bastet tratan de ayudarme, la primera usando su látigo para agarrar el brazo del demonio que me agarra. Esto es suficiente para que al menos pueda tomar un poco de aire, así que no pierdo ni un segundo, golpeando la cabeza del demonio con un potente puñetazo cargado de electricidad. Estoy dispuesto a lanzar un segundo puñetazo, pero una especie de masa oscura me lo impide. No parece que provenga del demonio, pero hace exactamente lo mismo, tratar de estrangularme, aplastarme e inmovilizarme. Esta vez no me agarra sólo por el cuello, así que no tengo libres los brazos para atacar. Lo único que puedo hacer es soltar otra descarga a nivel general, para ver si consigue dañar a la extraña masa.

Miré al grupillo, una vez recuperado del golpe, que poco a poco parecía ir comprendiendo la situación. Cada uno se lo tomaba de una forma distinta. Kosuke fumaba la mar de tranquilo, Adramelech seguía con su porte serio y pocas sonrisillas, y por ahí estaban las tres chavalas, cada una a su aire. No hablé en cuanto empezaron a tener ideas distintas Kosuke y Adramelech. El primero no quería entrar de frente. Y el segundo prefería ir directamente al grano. Y finalmente el japo tomó una decisión: Ir a dar una vuelta y a mirar el terreno. Le observé, muy tentado de seguirle. Pero sin embargo algo dentro de mí me recordó que esa no era la decisión correcta. Si había ido hasta allí no era para robar ni ampliar el botín personal... Yo necesitaba recuperar a mi hermano. Kosuke pidió que Adra nos guiara.

-Iré con él.- Advertí, señalando a Adramelech. -Osten no puede esperar, tengo mis prioridades.- El bastón brilló con poca decisión y yo lo atraje hacia mí, para tenerlo cerca y siempre al tanto. Miré a las chicas. Seguía sin comprender qué pintaba la niñata en todo aquel embrollo, y la rubia, trataba de calmarla. Me acerqué más a Adramelech para escuchar lo que decía. Tan asomado como estaba me daba la sensación que hablaba flojo. Me explicó que la última vez que vino habían dos nigromantes, y que las cosas guays estaban arriba. Uno de ellos era el responsable de que ahora fuera un mancazo. -¿Dos? … Somos unos cuantos, yo creo que… Si fueran dos… podríamos.- Miré al resto del grupo. Sabía perfectamente qué era un nigromante y realmente era consciente de sus límites. Había vivido rodeado de ellos: Primero mi madre y después mi mentor.

Mencionó una Knox. “Se reproducen como conejos…”, pensé. -Con suerte solo ser dos… O… Al menos no estar todos juntos, ¿Sí?- Le dije a modo de consuelo. Como un intento de tranquilizarlo. Nos miró atentamente, a la peliazul y a mi, cuando empezó a hablarnos sobre sus intenciones. Encontrar el nigromante. Y aparentemente, tenía unas razones similares a las mías: Algún embrollo con un hermano. Dejé mis brillantes ojillos posados en él de forma comprensiva. -No pienso interferir…- Y no hablé más. Tal vez por las circunstancias que siguieron la escena.

Todo sucedió muy rápidamente. De un momento a otro había una monstruosidad bien oscura tratando de estrangular a Adramelech, y otra figura extrañamente… Atractiva. No te sabría definirla. Era un hombre, de eso estoy seguro. Y oscurillo de piel. Porque cada uno tiene sus gustos. -¿Lo estás viendo, pollo?- Le pregunté casi como si no estuvieran estrangulando a mi recién conocido compi. Estaba completamente ensimismado con la ilusión cuando noté el golpe que anteriormente me había dado convertirse, de nuevo, en una hemorragia, y mucho más bestia. La sangre empezó a bajar con brusquedad, a mancharme la ropa, a posarse sobre mis labios, a bajar por mi garganta y ocasionarme terribles toses.

La rubia reaccionó con velocidad: Con el látigo agarró el brazo de la bestia que ahogaba a Adramelech, y este trató de golpearle con un puñetazo eléctrico. Yo pasé de inmediato a la visión infrarroja, los ojos brillando descaradamente por ello. Aún así había algo que no cuadraba. El fondo de las escaleras estaba jodidamente oscuro. De esa oscuridad que la mayoría de drows saben producir, que es tan negra que no se ve ni a través de ella. Me llevé la mano a la nariz mientras pensaba que toda aquella sombra se movía más de la cuenta. -¡Hay algo más en el fondo!- Grité, sin quitarme la mano de la nariz.

Aunque por el momento, no era mi deber ocuparme de ello. Sería más recomendable salvarle el culo a Adramelech. Ahora estab ahí como envuelto en algo negro y también malrollero, y como no lo sacaramos de ahí como que mal. Dividí el bastón en dos partes. -Zer, a por ese guarro… ¿Tu lo ver?- Evité mirar directamente al íncubo. Aunque probablemente el bastón estuviera viendo otra cosa. Un pedazo en forma de daga salió disparado contra el pecho de este bicho. Adramelech, mientras tanto, discutía con tanta mierda sombría que lo rodeaba. Hice brillar el cacho de Zer’tath que me quedaba para poder hacerlo más efectivo contra todo aquello.

Y me lancé, medio mareado, a darle un corte directamente al cuello al monstruaco que estaba intentando estrangularlo. Confiaba con que sus descargas eléctricas, brillantes (y especialmente hirientes para mis pobres ojillos) asustaran de una vez por todas a la paliza negrata que estaba recibiendo.

Atrás han quedado todos los asuntos de la sala de los portales, el regreso del "hijo pródigo" Khaled y su acompañante, los otros dos nigromantes e incluso las conversaciones que hayan podido quedar a medias. Lo importante ahora es localizar y neutralizar la amenaza de los intrusos de la torre, que vienen a importunarnos en mitad de nuestros negocios. La última vez que tuve que enfrentarme a intrusos estuve solo, ni rastro de aquella aprendiz de cabello azul desagradecida, pero en esta ocasión me acompaña otro nigromante que espero dure algo más que la anterior. No es necesario que organicemos un ataque coordinado, él sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Así yo puedo dedicarme a lo mío. Gracias a la habilidad del demonio que saqué del portal (la habilidad de volver invisible a quien se desee) consigo un golpe de efecto en el que no soy descubierto al principio. Mi demonio estrangula con fiereza al Svensson joven, mientras que el drow de color extraño sangra profusamente por la nariz. Por ahora nadie me ataca, puesto que no han descubierto mi posición. Además, llevo una abrumadora ventaja al poder utilizar mis propios poderes y los del demonio. El otro nigromante se las apaña bastante bien, reforzando mi estrangulamiento a base de sombras, así que al tipo ese lo doy por controlado por ahora.

La mujer rubia llama mi atención en cuanto utiliza el látigo para atacar a mi demonio, consiguiendo que me fije en ella. Al hacerlo descubro la evidencia de su verdadero origen, he estado delante de demasiados demonios como para que me pase desapercibida. Me pregunto dónde estará su dueño, o si será uno de esos que han conseguido rebelarse ante su maestro. Pierdo así el interés en el drow, decidiendo ir a por la rubia o la peliazul. Mi pobre demonio recibe múltiples ataques, lo que provoca que se debilite hasta el punto de retirarme la invisibilidad que me cubría a ojos de los demás. Las fuerzas no le llegan para mantenerla. En cuanto soy consciente de ello me preparo para posibles ataques, no sin antes ordenar a mi debilitado demonio que se retire, empujando a Bastet por las escaleras en el proceso. - Morail. Regresa a tu plano, ahora.- ordeno al demonio con un tono imperativo y potente, usando el lenguaje arcano. El demonio se aleja de nosotros por las escaleras, dejando tras de sí un agudo chillido que contrasta con su anterior silencio. La sala de los portales lo espera de nuevo, donde probablemente lo vean cruzar los otros dos nigromantes.

Ignoro por completo a la cría que le acompaña, mi ataque va dirigido ahora a Pamela, a la que me acerco de manera repentina para agarrar su muñeca con mi huesuda mano. Trato de debilitarla de este modo, drenando energía de su cuerpo de humana. - Hay que ser muy ingenua para venir a un lugar así y pretender seguir siendo un demonio libre...- entorno los ojos como si fuesen dos rendijas que destilan satisfacción y prepotencia a partes iguales, clavando mi mirada en sus ojos como si rebuscase más allá de lo que se ve superficialmente. Trato de bucear en su mente, en el demonio que lleva dentro, intento conocer su nombre. No ceso en la tarea de drenar energía, cuanto más débil esté ella, mejor para mí. Si la domino podré ponerla bajo mi mando, no sé por cuanto tiempo, pero aunque sea un poco podrá servirme como esbirro. Mi boca se tuerce en una desagradable mueca sonriente cuando por fin consigo conocer su verdadero nombre, el nombre de demonio. - Cinis, sirve ahora a tu maestro. Estás deseando acabar con estos pobres mortales que te acompañan. Destrozalos a todos, ignora a tu débil parte humana y despliega todo tu poder. Tú estás muy por encima de ellos...- poco a poco voy soltando su muñeca, apartándome de ella de espaldas, lentamente. Espero su reacción, ahora que conozco su nombre debería estar bajo mi control.

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OFF: éxito/fallo para conocer el nombre del demonio y dominarlo (podemos dejarlo en unos cuantos posts, lo que veáis, for the sake of salseo de verla atacando a sus compañeros :yao: )

El miembro 'Fistandantilus' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

¿Sabes, Anzus? He estado pensando un título para esta historia. Tras descartar algunos como “Los terrores de la terrorífica terrible torre de la hechicería”, “Las emocionantes aventuras del aprendiz de nigromante” y "Una noche y media mañana la mar de movidita", me he decantado por "¡Las autistas travesías de Ilztvyll Arken'rret!". Fistandantilus se había mantenido en su halo de silencio. Y yo me aburría como se aburren todas las ostras bajo el mar. Sabes muy bien que soy un hombre de muchas palabras.

Nos dedicamos a atacar. No fue más allá la cosa. Por una parte nuestro querido Morail estrangulaba que daba gusto al chaval. Por otra parte mis sombras también lo hacían. Y mi pobre, misérrimo Magistelo, estaba ahí enseñando todas las carnes con éxito más bien escaso. Lo bueno es que nadie se atrevió a mirar más allá. Y ese es el defecto que veo en la plebe mágica: Nunca se plantean, ¿Qué hay más allá de lo visible? ¿Qué se arrastra en los agujeros más recónditos, oscuros, temibles? Muchas cosas… Y en esa ocasión era un elfo oscuro de poco tamaño, un proyecto de nigromante más bien nefasto.

Mi ventaja, concedida por las sombras, me permitía combatir con una paz tremendísima. La guadaña hacía las veces de bastón. Pero después de los demasiados intentos de liberar al eléctrico mago me vi obligado a retirar la masa. Sus ataques eléctricos la debilitaron enormemente por su luz, emitió un sonido de ultratumba y retrocedió como herida. No me pasaron desapercibidos los muchos atacantes. Dos de ellos eran sombras que parecían estar al control de una de las allí presentes. Magistelo fue atacado por un golpe que atravesó su pecho e hizo sangrar su ilusoria imagen. Y yo, Anzus, no hace falta que te diga a quién veía en su lugar. Pues por algúna razón el demonio se obstinaba en proyectar aquella imagen hacia mí. Allí donde estuviera el demonio, veía tu propia imagen. Y sangraba...

-¡Anzus!- Fueron unos segundos de confusión. -No, tu no…- Magistelo se giró y sonrió, y yo vi tu sonrisa, estúpida e ingenua. Pero el instante quedó cortado por Morail, que chillaba, y descendía a su lugar de orígen. El viejo había quedado al descubierto. Y ahora tenía el objetivo de controlar a una de ellas. Aparentemente, un demonio. -”Yo no seré menos…”- Mandé a Magistelo a atacar a Bastet. Este, con una forma aún bella, aunque herida, se arrojó cual fiera a Bastet. Sin dejar de proyectar la imagen del que pudiera ser el príncipe de sus sueños, con un intento de someterla a sus encantos, como si aquel ataque fuera más bien un asalto sexual. Puñetero bicho.

Y con eso esperaba tener absoluta libertad para controlar a sus sombras. No me importaba ya descubrir mi posición. -¡ESCUCHADME, HIJAS DE LA OSCURIDAD! ¿Por qué obedecéis a una traidora de la luz, tan alada ella, cuando podéis sucumbir a alguien que nació con vuestra naturaleza?- Sonreí sarcásticamente. La oscuridad aún me rodeaba de forma protectora. Aunque no había liberado la que me pertenecía a mi, en forma de Vlosinssrigg. -¡OBECED MI MANDATO!- No podía controlar la escasa voluntad que pudieran tener, pero si su cuerpo, por ser poco más que oscuridad. Golpeé el suelo con la guadala y tracé un giro con esta, movimiento personal. Me concentré en sus cuerpos. Y en cómo someterlos…

Conseguí comprender su naturaleza. En mi rostro afloró una sonrisa de suma alegría, de esas temibles, de esas que tu tanto odiaste. -¡Rebelaos contra aquellos que someten vuestra naturaleza! ¡Desgarrad sus cuerpos, sed libres, pues yo os doy ese poder!- Con un gesto final arrojé una de las sombras hacia Adramelech, con intención que lo desgarrara a pleno arañazo, y la otra con el drow rosa mosqueta, con la misma finalidad. Y a diferencia del viejo me quedé bien cómodamente situado en las escaleras del pasillo. Refugiado en oscuridad, que recelosamente parecía querer protegerme. Me costaba horrores no dirigir mi mirada a la iracunda figura de Magistelo que debería estar aún forcejeando con Bastet. Empezaba a entender que el demonio pretendía engañarme a mí también.

Todos eran poco más que chuchos que mordían demasiado las manos que les daban de comer.
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el dado de probabilidad es para controlar las sombras de bastet

El miembro 'Ilztvyll Arken'rret' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

-¿No vas a dejar que esos seres inferiores se ocupen ellos solos de los intrusos, no? Haces cara de que no te acaba de gustar la idea de ir… O quizás la harías si tuvieras. Bueno, ve. Haz algo útil con tu vida.- Fueron las palabras necesarias para que la bestia obedeciera, no sin sentir un inmundo odio en su interior ante las constantes señas que demostraban el poderío del nigromante. No es que Veobahr fuera una de las criaturas más poderosas, pero definitivamente estaba por encima de la media del lugar del cual venía.

La criatura, enorme y monstruosa, dirigió su cuerpo a cuatro patas hacia las escaleras. Los otros habían partido ya y o bien prefirió no seguirles o sencillamente se perdió. Su tamaño era mayor al de los otros demonios, por lo general, y le costaba algo más avanzar. Pero no importaba. Aquella criatura estaba dispuesta a derribar paredes si era necesario. Su personalidad era bestial, aunque no muy inteligente. Y ahora mismo ardía con una rabia animal. No había ido a ese plano por gusto. Y mucho menos para obedecer tal ególatra nigromante.

Detectó una aura. Aislada, sola, que parecía estar indefensa. A pesar de que también percibía otras tantas luchar y combatir en la cercanía, no le atrajeron la atención por considerar que esas ya acabarían obteniendo la victoria, por un lado o por otro. A Veobahr poco le importaba quien ganara. Quería utilizar su escaso tiempo para abrir en canal a quien fuera. Y un solo hombre tenía todas las de caer ante su cacería.

Vio una ténue luz entre toda la oscuridad que hizo más fácil localizarlo. Aún a cuatra patas, con los tentáculos de la espalda bien plegados, se arrojó a por el “indefenso” mago cual máquina de matar: Con ambas cuchillas por delante con intención de partirlo en dos de un solo ataque, con su único y brillante ojo sediento de sangre clavado en él.

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Invocado por Akira

Y aquí me hallo, caminando en mi autismo por estos oscuros pasillos acompañado de mi fiel linterna/llamita/boliche de luz que ilumina mi camino y aun con eso camino a ciegas, sin saber que puedo encontrarme. ¿Cómo acabé sólo? bueno, no todos compartimos los mismos intereses... bueno, con Adramelech sí, solo que tenemos una manera distinta de pensar, de todas formas, mi reconocimiento sobre el terreno tiene su utilidad, no solo el mangar cositas por aquí y por allá, necesitamos rutas de escape, análisis completo de la zona... ya sabes, para éste curro me habría venido bien la ayuda de Vor, pero como todos, también tiene sus prioridades y no tengo por qué discutírselo. El caso era ese, si las cosas saliesen mal en caso de encontrarnos con los nigromantes y tuviésemos todas las de perder, necesitaríamos largarnos lo más rápido y buenamente posible, ya lo dije en mis otros muchos capítulos anteriores (que no son pocos... creo que daría para al menos, media temporada de anime), morir sin poder vengarte, no sirve de nada, ya de buenas la venganza es algo que realmente no sirve para nada pues no tendrás nada de vuelta, pero digamos que es un... "consuelo" por llamarlo de otra manera.

No parecen haber indicios de una posible salida ni de objetos de gran valor, solo cuadruchos siniestros de estos que se mueven, algún ataud suelto... ¿el dueño de éste sitio colecciona ataúdes o es que ya asume que la va a cascarl... caaaaaaaaaaaaarrrrrrlllllllllllll (bamdumtss). Asumiendo que por éste piso no hay salidas posibles me tocará inspeccionar otro, por lo que toca ir tirando hacia las escaleras. Conforme más me acerco a las escaleras, más jaleo se escucha... ¿se han ido de fiesta y no me han llamado? Ni si quiera hemos empezado y ya se han metido en líos, me apresuro aun más.
Niños, consejo del día, cuando esteis en callejones oscuros y os encontréis con una esquina, mirad con cuidado, no os vaya a pasar como a mi que un jodido bicho agazapao cual guepardo te atraque con... un par de cuchillas gigantes capaces de partirte en dos, tuve suerte de haber logrado actuar por instinto y apartarme lo suficiente como para no acabar partido por la mitad, aunque eso no me garantizó el esquivar por completo el ataque. He sufrido un corte en la cintura, no es profundo pero la próxima vez habrá que tener más cuidado.

Bueno, creo que a partir de aquí, puedo dejarme de chistes, bromas y demás, hay que ponerse serios ya. Mi oponente no es un ser cualquiera, grandote, un par de cuernos, un ojo chungo que brilla, cuchillas que salen de sus brazos... sí... es un jodido demonio, uno de esos seres que son capaces de hervir mi sangre, lo miro con mi careto totalmente serio, con cara de "te destrozaré y me comeré a toda tu estirpe" -¿Quién te ha invocado... escoria? -pregunto mientras cargo contra él, usando una de mis técnicas de Iaidō (arte marcial de envaine y desenvaine de la katana), consistiendo en realizar un corte al desenfundar a Karasu (la katana, que muchos de los lectores leerán con cara de pazguatos y dirán "¿qué cojones es "Karasu?" :yao:).

-¿Quién me ha invocado, preguntas? ¿Es eso importante?- Le respondió, la voz de ultratumba resonó en las paredes y le dio un aire fantasmagórico. No tenía boca con qué articular las palabras, así que estas fueron un simple y distante sonido. La primera arremetida acabó con ambos heridos: El demonio le alcanzó en la cintura, pero no fue lo suficientemente rápido (ni tuvo el suficiente espacio para maniobrar) como para evitar el corte de katana. Hirió uno de sus brazos y, tras eso, se incorporó levemente.

-Veo en ti ansias de venganza, ¿Me equivoco?- Dijo el demonio con sencillez, como si para él eso de leer mentes fuera normal. Y es que lo era, porque un poco chetado estaba…

Dejando eso aparte, la bestia contempló al minúsculo ser que se había permitido el lujo de presentarle combate y se levantó. Su nuca rozaba contra el techo y no le gustaba en absoluto la posición en la que estaba: Le faltaba espacio… Entonces se abalanzó sobre él a cuatro patas, de nuevo, esta vez tratando de embestirlo contra una pared y aplastarlo contra esta. Pero no tenía intenciones de hacerle daño real. No sentía la llamada ni las órdenes de su “maestro”, y sinceramente, no quería acabar con esa faena de inmediato. Y no podía perder. Había decidido divertirse.

Tras su ataque sencillamente corrió. Bajó las escaleras y buscó una sala, consciente de que igual su enemigo lo atacaría en su huida. Poco le importaban los daños. Sabía que lo seguiría: Sabía que su obsesión por los demonios haría que no lo dejara huir y se despreocupara al respecto. Lo único que quería Veobahr era buscar un lugar más adecuado para la lucha. Cuando encontró una sala enorme, medianamente vacía, entró -no sin agrietar parte de la pared al hacerlo- y finalmente se levantó con dignidad, ahora que podía. La sala iba a ser mejor lugar de combate.

-¿Qué, a quién buscas, mísero mago? Tenemos mucho que hablar…-  La herida de un color sobrenatural desprendía un líquido hediondo y negro. Pero al ser poco parecía importarle. -Si quieres luchar contra un demonio, vas a tener que intentarlo más veces…

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Invocado por Akira

Escucho como me responde el demonio, con una voz bastante potente como para que se oiga por todo el piso, no me achanto en lo más mínimo pues no es el primer demonio al que enfrento... ni al primero que mato o mando a su puta casa -Tal vez lo sea, o tal vez no -respondí seco, directo y sin tapujos, pues si lo ha invocado quien yo se, no debe de andar muy lejos. Mi ataque ha tenido efecto en uno de sus brazos pero no nos pongamos medallitas aun, el tipo es grande, y este piso muy pequeño, habré tenido suerte ésta vez tal vez porque apenas podrá moverse.

Ahora el muy cabrito se hace el graciosillo al haberme leído posiblemente la mente... o la cara, ha sido capaz de adivinar lo que siento por los de su estirpe demoniaca -¿Y qué si es venganza lo que busco? Voy a destrozarte ese cabezón que tienes -cada vez era aun más notoria mi ira al usar un tono amenazador, no me gusta mucho que la gente se pasee por mi cabeza de gratis y mucho menos, el ser que acaba de colocarse a dos patas. ¿Está intentando intimidarme por su tamaño? si es eso, no lo está consiguiendo -Un consejo, eso de que seas más grande que yo, me importa bastante poco -vuelve a colocarse a cuatro patas y carga contra mí con la brutalidad de las bestias, tengo dos opciones, apartarme o intentar minimizar todo el daño posible a base de fuerza bruta... decido usar la primera opción, la de apartarme rápido, para que se estampe solo, vamos tio, fuiste muy predecible en el momento en el que decidiste volver a ir de cuadrúpedo por la vida.

Tras aquella embestida se va escaleras abajo, quiere que lo siga, espera que lo siga... sabe que le acabaré siguiendo, una vez que estoy yo dispuesto a bajar escaleras, miro hacia el sentido contrario, por donde las escaleras suben y mis compañeros se encuentran peleando ¿estarán en desventaja? ¿Les estará yendo bien?... -Aguantad... -murmuro para mis adentros, pues ésta vez he elegido ser egoísta y perseguir a mi enemigo escaleras abajo, aun a sabiendas de que acabaré en una trampa.

Sigo el rastro de destrucción que aquel ser ha dejado (una pequeña pregunta, sí, em… ¿el seguro cubre los destrozos causados por un demonio?) bajé hasta encontrar una entrada hecho un poco mierda por la mole que ha pasado, al entrar me encuentro con una sala lo bastante amplia como para que el demonio pudiese estar sobre sus dos piernas, de pie, estaba como esperándome, parece que le va la fiesta.

OST para el momento:

-¿Qué a quien busco… dices? A lo mejor a quien te ha invocado, a lo mejor a quien no te ha invocado, solo busco a cierto nigromante con el que tengo cuentas pendientes, pero supongo que eso lo podrás saber mirando en mi cabeza –¿desde cuándo a los demonios les importa a quien busca el tipo que tiene delante? Eso no es asunto de ellos, pero a este… a lo mejor puedo sacarle información, pero no sin antes luchar –Me subestimas si crees que eso es lo único que sé hacer… un sitio amplio, buen lugar, así tendré más puntos a los que apuntar -cargo mi katana con magia ígnea, poniéndola al rojo vivo e incluso rodeada de llamas, los iris de mis ojos brillaban ligeramente de rojo, incluso el iris del ojo izquierdo se volvió rojo, como si ya no tuviese mi característica heterocromia en éste momento -¿Qué te parece si… -cargo contra él para atacarle con mi movimiento de katana prendida en llamas –TE DEVUELVO PARA QUE ARDAS EN LAS LLAMAS DEL INFIERNO?

El ojo del demonio demostró algo que podría casi considerarse sonrisa al escuchar las palabras del japonés, al ver que definitivamente existía un interés en este de conocer la identidad de su invocador. ¿Estaba buscando a alguien en concreto? Era una información que iba a utilizar sabiamente, si eso le conllevaba algún beneficio. Pero algo le decía que tenía todas las de ser traicionado igualmente. Pero no importaba. El ser lo contemplaba desde las alturas mientras el estúpido y débil mago le aseguraba que lo destrozaría, todo insultando su morfología. -Ah, inténtalo. Es una pena que a mi no me importe mucho estar aquí o donde vengo, y que sea un poco… Demasiado difícil acabar conmigo así de buenas a primeras, qué mal...

La falsa modestía del demonio era mal disimulada. No intentaba otra cosa. -Y siento que hayas malinterpretado mis intenciones. Solo quería ver si desde otro ángulo parecías menos estúpido, pero no parece ser.- Al demonio le importó poco fallar el ataque. Sabía que mayormente había resultado en una vanalidad por la poca capacidad que tenía de luchar en un lugar tan pequeño. Por eso se alegró mucho de bajar escaleras abajo, y más, al ver que realmente el mortal había sido tan imbécil como para seguirle.

Veobahr tenía un interés casi de curiosidad gatuna por la psicología humana, aunque también, tenía ganas de acabar con alguien. De destrozarlo todo. Eran pocas las ocasiones en las que uno era llamado. Sinceramente poco le importaban los quehaceres humanos, pero… Estaba jugando tal vez demasiado al no leerle la mente directamente. El mago le confesó lo que buscaba: Un nigromante. Y el demonio se aseguro de que no mentía. -Oh, tenemos una variedad tremenda hoy. Viejos, jóvenes, blancos, grises…

Desde luego, el humano estaba dotado de mucho orgullo. Tuvo tiempo para ver como iba preparando un ígneo ataque: La espada se tornó roja, y sus ojos casi también, y… Todo eso le permitió esquivar el ataque con una técnica curiosa: Cuando fue a cargar con su espada, se convirtió en una húmeda mole de agua, que se enroscó en su alrededor primero como si fuera a ahogarle. Pero solo fueron unos segundos. De inmediato se alejó y fue directa toda la masa contra una pared, donde regresó a su forma natural. Una vez allí, prefiriendo mantener las distancias por la espada aún ardiente, decidió optar por un ataque de un estilo muy diferente.

Directamente a sus emociones. Era capaz de saber cuál era su antojo y quién era la persona que buscaba. Y por casualidad coincidía con su invocador. Y, con ambas cosas, optó por transformarse en exactamente lo mismo. Bajó al suelo ahora hecho la viva imagen de Akira, incluso con sus armas. -¿Es a mí lo que buscas? ¡Ah, dime, joven inútil!- Se apartó el pelo en un burdo intento de imitar un gesto humano. -¿Qué vas a hacer? Ambos sabemos que esto es un bulo. Pero, ¿Son tantas tus ansias de pelear contra este mocoso? Pf, esperaba que tuvieras más expectativas…- Desenvainó las armas. -Venga, muéstrame. ¿Qué harías a tu némesis?

Invocado por Akira

No, nunca pensé que los demonios fuesen criaturas fáciles de derrotar, pero al tipo tampoco es que le importase ganar o perder por su tiempo limitado, pues sin un cuerpo en el que hospedarse, no pueden quedarse en éste plano eternamente.
Al momento de decirle que busco nigromantes me dice que hay unos cuantos pululando por aquí -Genial, más nigromantes y demonios a los que destrozar -parece que se han montado la típica reunión de cosplayers satánicos lo cual confirma el jaleo de los pisos superiores, la lucha de Adra, Vor y los demás, espero que les esté yendo bien. En cuanto pueda iré a echarles un cable... pero por ahora debo de enfrentarme a "mis propios demonios".

Se regodea en su "éxito" de haberme hecho bajar para matarnos el uno al otro. Sí, soy consciente de que su objetivo es tener él mayor ventaja sobre mi al ser capaz de moverse mejor que en un piso enano como en el que estuve antes, pero no importa... yo también me siento más cómodo peleando en un sitio amplio por el cual poder moverme, no reacciono cuando me llama estúpido, pues me da igual si "he caído en su trampa o no".

Fui demasiado predecible, he tardado demasiado en calentar y preparar mi ataque de llamas contra él, fracaso en mi intento de cortarle, es más, se defiende y hace como una especie de "contraataque raro" al convertirse en agua, enroscándose por mi cuerpo y haciendo un amago como si quisiese ahogarme, pero se aleja de mi saltando hacia la pared. Ahora recupera su forma normal, pero aun mantiene cierta distancia, tal vez esté planificando en su cabeza su próximo ataque contra mi pero no importa... lo cortaré e incineraré para convertir sus trozos en cenizas. Haré un pequeño análisis: por ahora sé que es capaz de cargar con brutalidad y podría ser capaz de descuartizarme con esas grandes hojas de los brazos si quisiera, algo con lo que andar con ojo; segundo, es capaz de convertirse en agua, aunque soy capaz de crear llamaradas de altas temperaturas, o calentar mis armas o partes de mi cuerpo hasta el rojo vivo, el resultado solo sería el de crear vapor... debería de ser más eficaz usar mi segundo elemento: electricidad -Un par de gotitas no son suficientes para apagarme -le critiqué a modo de provocación, yo también se jugar a éste juego.

El demonio realiza su siguiente movimiento, revelando su siguiente habilidad: transfiguración, pero no lo hace en un conocido cualquiera... no... tenía que ser en aquel tipo, el nigromante que busco... ¡Aquel que debe ser asesinado! ¿Se ha transformado en él al indagar en mi cabeza? ¿O es que realmente Terumi está en ésta torre y es el tipo que lo invocó? Mi reacción es la propia aun a sabiendas de que es el demonio. Al momento en el que me dijo lo que le haría al nigromante, me teletransporté al instante en su espalda y lanzo un poderoso tajo con mi katana aun al rojo... mi expresión era la de un asesino.

Instinto asesino:

Si el demonio hubiera tenido una sonrisa habría sonreído en exageración ante la seguridad del débil mago. Que iba a acabar con los demonios, y con todos sus nigromantes. -Siento decir que hay… seres aún más poderosos que yo allí abajo, retorciéndose, a la espera de tocar un poco más las narices que yo. Ya sean nigromantes, ya sean demonios.- Pero ni iba a decirle que lo mejor es que huyera, porque sabía que ni lo haría, ni tampoco le apetecía quedarse sin aquella presa.

Pero fuera como fuera el demonio estaba mucho más tranquilo en aquella sala grande. Quizás la sensación de no tener que luchar por su vida, o por su honor, o por cualquier otra cosa, lo tranquilizaba enormemente y permitía que su fiera personalidad se convirtiera en una de lo más tranquila, quizás hasta excesivamente segura. El ataque había fallado. Más confianza para el demonio. Y tras su juego, en el que pareció ahogarle, se acomodó en la distancia y escuchó de nuevo el mensaje que Kosuke le transmitió. Que dos gotitas no bastaban.

-Ah, no… Yo quiero que ardas. Una presa muerta poco interés genera.- En eso era casi como un gato: La gracia radicaba en que se moviera. Y a partir de ahí torturarlo como un pobre pajarillo, durante horas, y horas, hasta que el dueño le reclamara. Y se alegró profundamente de que su transformación le resultara: La furia de Kosuke se hizo palpable en su ataque obsesivo, un teletransporte fugaz y un corte con aquella ardiente espada.

El demonio no fue lo suficientemente rápido como para salvarse de ese golpe. Lo hirió y empezó a brotar del cuerpo del “nigromante” una sangre negra y asquerosa, maloliente, desde luego no humana. Pero sonrió tras esa nueva faz. Y se concentró para poder hacer más intenso la “añoranza” de Kosuke, el deseo de acabar con su enemigo: Quería volverlo en obsesión pura. Era otro de sus poderes. Esperaba que con ello cayera en la más profunda y alocada insistencia, que su mente se quebrara llevado por el deseo de venganza.

Quería sacar lo peor de él. Convirtió uno de sus brazos en una cuchilla y trató con ella atravesarle el pecho, directamente, de un lado para otro. Esperaba que el deseo de matanza le cegara demasiado los sentidos como para poder esquivar. -¡Cuánto tiempo, Kosuke! ¿Qué, cómo llevas lo de matar nigromantes? ¡Es que no entiendes nuestras tareas!- Por lo que había escuchado de Akira, sabía para qué usaba los demonios. -¿Y la aldea, como va?

Invocado por Akira

La masa negra y repugnante me asfixia casi más que el primer demonio que me atacó, porque ese al menos me dejaba algunas partes del cuerpo libres. Este no, llega a un punto en que está apretando tanto que prácticamente me corta la circulación. Por fortuna me libro de uno de los demonios, que no debía ser muy fuerte cuando ha huido chillando escaleras abajo. La ayuda de Vor y su bastón hacen el resto, especialmente el bastón, en menor medida la del pequeño drow. Hago un esfuerzo más por soltar una potente descarga eléctrica, consiguiendo liberarme al fin de tanto ataque repentino y seguido. Una vez libre caigo de rodillas al suelo, respirando entre toses, como si hubiese estado bajo el agua. También me harían falta unos minutos para volver a soltar una descarga eléctrica de cierta intensidad, tras el último uso de energía. Me paso una mano por el cuello, sobre todo por aquellas zonas que quedarán amoratadas por eso del estrangulamiento. En cuanto puedo hablar me dirijo a Vor, que lleva la cara modo gore.

- Putos bichos, putos nigromantes, putos todos...- murmuro con voz entrecortada, levantándome lentamente. - Gracias, Vor...¿te encuentras bien? - señalo a la hemorragia de su nariz, retrocediendo después un par de par de pasos al ver aparecer al hasta ahora oculto Fistandantilus. Una oleada de rabia me invade, deseando ir a por él para desquitarme de algún modo por todo lo que ha hecho, pero él parece más interesado en ir a por Pamela, agarrándola por la muñeca. No es la única que tiene problemas. El ser que antes se me antojó una atractiva figura femenina comienza a forcejear con Bastet, a la orden de una voz que viene de algunos escalones más abajo. - ¿Quién cojones está llamando a sus sombras? - miro hacia abajo entornando los ojos, pero no se ve demasiado bien. Una descarga potente lo solucionaría, pero por ahora debo ahorrar energía. Sinceramente, no sé a dónde acudir, si a Pamela y a Fistandantilus o a Bastet y su extraño atacante. Para colmo parece que las sombras se le escapan de control y puede ser un problema para todos.

- ¡ BASTET! ¡ las van a usar en tu contra, no dejes que se te escapen! - seguro que ella ya se ha dado cuenta, pero para que ponga remedio cuanto antes. Alada que usa sombras es bastante raro, pero al menos supongo que podrá usar alguna de las habilidades de los alados. - ¡Usa luz o lo que sea! - demasiado tarde, las sombras obedecen al nuevo mandato, arrojándose furiosas contra Vor y contra mí. El primer zarpazo lo recibo de lleno en el pecho, siendo empujado hacia atrás hasta el punto de caer unos cuantos escalones. Mientras ruedo me pregunto cómo demonios (haha demonios, lo pillas?) pueden hacer tanto daño unas sombras, que se supone que no tienen masa. No sé en qué momento dejo de rodar ni cuantos escalones he caído, ni siquiera cuando consigo ponerme en pie tambaleándome, con todo girando a mi alrededor. He perdido de vista a Vor, y no sé que ha sido de él. Mi caída ha sido detenida por algo contra lo que he chocado, casi tan oscuro como la misma sombra que me ha lanzado el zarpazo. Ni puta idea de quién es. Amigo no, desde luego, puede que sea el que pegaba gritos antes. Tampoco creo que sirva de nada eso de decirle 'eh, deja de hacer lo que quiera que estés haciendo' ni tratar de hacerlo entrar en razón. No tengo nada que hablar con él.

Sólo quiero ahostiar, y volver unos cuantos escalones más arriba, que es donde las compañeras están teniendo problemas. Tampoco me lo pienso demasiado (la sombra que me atacó debe de estar a punto de volver a atacarme) así que golpeo de manera rotunda y contundente a Iltz en la cara, empleando el brazo metálico, con la intención de empujarlo hacia arriba con el puñetazo. Espero que Kosuke esté teniendo mejor fortuna al haber ido por otro camino, lo malo es que va solo. No teníamos que haberle dejado ir solo.

Un hombre bastante viejo y estropeado se acerca a Pam. Pese a su aspecto, su presencia asustaba a la niña, que se escondió todavía más detrás de la demonio. Sin embargo, el echo de que agarre a Pam y empiece a hablar en un idioma desconocido para la niña hace que se alarme. Viendo que Pam estaba indefensa ante aquel hombre, decide atacarle, sacando aquellas garras cristalinas que reflejaban la poca luz que entraba por la ventana.

Salta hacia él y sus garras letales dan con su objetivo, clavándose en el brazo con el que no sujetó a Pam. Las garras encontraron la carne y se hundieron en ella profundamente, dejando un profundo zarpazo por el que la sangre caía liberada de todo tejido que la oprimía. La niña no dejaba de mirar al nigromante, con los ojos relampagueantes de ira.

-No toques a Pam-Dijo con un tono demasiado serio para una niña como ella.


¿Dónde le ataca?

-1,3: Brazo que sujeta a Pam
-2,4: El otro brazo
-5,7: Pierna izquierda
-6,8: Pierna derecha
-9: Pecho
-10: Cara

El miembro 'Moth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado opciones' : 2

Después de muchos golpes al demonio negro este finalmente se vio obligado a retirarse. No murió, pero supuse que huiría por el momento. No me gustaban demasiado los demonios. Había tenido la desgracia de conocer uno que solo lo era a medias, y aún así, era un ser detestable y aborrecible. Según sabía lo que salía de semejantes relaciones era un draegloth, pero Yden aparentaba ser algo… bello, dentro de lo que pudiera ser. Pero no es momento de debatir de bellezas de drows cuernudos. Pero importante fue que lograramos alejar la mala bestia: Fis ordenó que marchara. De sus palabras pillé poca cosa, pero de alguna forma u otra, me sonaban un mínimo.

El chillido me hizo estremecerme. Pero el demonio se fue, y poco después, las sombras que lo rodeaban siguieron el mismo camino, por ayuda de las de Bastet y por cosa de su propia descarga eléctrica. Recuperé los pedazos de bastón perdidos -en el ataque al demonio 1 y ataque al demonio dos- mientras me llevaba la mano de nuevo a la nariz, medio ahogado con mi propia sangre. En aquel momento empezaron a suceder algunos problemas. El primero y más importante, el viejo reclamando la atención de la rubia, que… Aparentemente, era otro demonio. Retrocedí un poco, mareado aún. Y el otro elfo chillaba algo de Anzus y se mantenía autista en sus sombras. Había podido ver su forma escasamente. Pero ahí estaba. Y era una realidad.

Adramelech nubló algo mi visión en la batalla y empezó a maldecir todo en cuanto estuvo libre. Estaba quedándose de mi color. “¿Qué se siente al ser un “hostiaputamefaltaaire”, eh?”, pensé momentáneamente.. Bromas aparte: Me dirigió la palabra y yo le atendí como tan buenamente pude, con el bastón de nuevo en forma de… bastón. Me preguntó que como estaba. -Vivo. Eso es lo que importar… no, importa. Vamos. Mira ese viejo. Ya nos curaremos nuestras heridas en el debido momento.- Por contra de lo que pudiera parecer, expresarme en momentos de tensión me resultaba más sencillo. Hasta cierto punto. Entonces, Bastet me preguntó que como estaba. -Sería mejor que te encargar de controlar tus pequeñas aberraciones...

Porque aparte de ese viejo, que yo sinceramente no sabía de dónde había salido, el cual estaba tratando de volver a Pamela contra nosotros. Empleaba de nuevo esa lengua de la cual extraí muy poquitas palabras comprensibles, pero por las otras pronunciadas antes en inglés y por mi propio conocimiento, comprendí que quería dominarla. Y por otra parte en el fondo había un tío chillando a las sombras de Bastet, con intención de someterlas. Me preocupaba algo más que una estúpida hemorragia. Teníamos ahora a la “invocadora” atacada por un tío buenorro y sangrante, a Pamela entre el lindar de un lado y otro, la enana haciendo algo contra el viejo, y yo, que preparaba el bastón, me vi sorprendido por una cosa negra y asquerosa arrojada en mi contra.

Buscó dirigirse contra mi, contra mi cuerpo, abrirme las tripas de un zarpazo. Y casi que lo consiguió. Me dio un buen golpe en el tronco, abrió varias heridas, no demasiado profundas pero se sumaron a la pérdida de sangre de la nariz. Pateé la sombra contra la pared y traté de retenerla en esta al clavarle varias partes de Zer’tath contra el cristal, a modo de clavo, muy como si quisiera crucificarla. No necesitaba arma para lo que quería intentar. Era… algo arriesgado. Pero el golpe de Moth debía ayudarme a poder realizar aquella magia...

-”Tú.”- Entré directamente en la mente del viejo, sin demasiada complicación. Los ojos brillaban y poco a poco amenazaba con perder contacto con la realidad. Pero debía escuchar mi voz en su cabeza por encima de todas las cosas. O esa era la teoría. El dolor debía cegar su juicio para negarse… -”Vas a liberar a Pamela. El demonio. Deshaz el control. Déjala libre. De la misma forma que la has sometido a ella, ahora seré yo el que hable… Escúchame, y, ¡OBEDECE MIS ÓRDENES!”- La comunicación mental iba más allá del idioma o de las palabras, debía ser un impulso, similar a los que yo había experimentado con Yden y con los ilícidos.

Pero eso me dejaba muy expuesto a cualquier ataque. Confiaba ciegamente en Zer’tath para retener la sombra, de una forma que no había llegado a experimentar con nadie más que una persona.

(Dado opciones para ver como sale control)

El miembro 'Vor'Kalth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

... OK perdón soy imbécil y en mi casa me pegaban xDDDDDDDDDDD

El miembro 'Vor'Kalth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado opciones' : 7