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Recuerdo del primer mensaje :
El Bosque de Sherwood es un bosque conocido mundialmente, que se encuentra en el pueblo de Edwinstowe en Nottinghamshire, Inglaterra, que históricamente asociada con la leyenda de Robin Hood una leyenda que se cree que fue cierta. Actualmente también sirve de refugio a grupos guerrilleros renegados.
Logro zafarme de su agarre para luego agarrar su arma de fuego. Su catarata de palabras me descoloca un poco y me lleva a pensar en las voces extrañas que escucho cada tanto en mi cabeza pero su ataque me devuelve a la realidad. Fácilmente esquivo su golpe directo pero su zancadilla me hace perder el equilibrio y en mi búsqueda por algo de que sujetarme me agarro de su ropa y terminamos las dos en el suelo. Con una llave la dejo debajo de mí y busco inmovilizarla justo cuando mi escolta estaba por dignarse a hacer algo, con un gesto le ordeno que no intervenga, que se mantenga vigilando.
-Vaya mierda de respuesta. Solo me haces perder el tiempo.- Digo disgustada. -No sé para qué me molesto en intentar conocerte; no solo no me sirves, sino que eres de los cobardes que utilizan armas a distancia, armas de fuego, en vez de enfrentar al oponente cuerpo a cuerpo. Que irónico sería morir con esta amada arma de mierda tuya.- Digo poniéndole el cañón entre ceja y ceja.
-Vaya mierda de respuesta. Solo me haces perder el tiempo.- Digo disgustada. -No sé para qué me molesto en intentar conocerte; no solo no me sirves, sino que eres de los cobardes que utilizan armas a distancia, armas de fuego, en vez de enfrentar al oponente cuerpo a cuerpo. Que irónico sería morir con esta amada arma de mierda tuya.- Digo poniéndole el cañón entre ceja y ceja.
Ambas caímos al suelo, yo terminé debajo de ella, inmovilizada y con mi propia pistola apuntando a quemarropa. Ese momento pensé que sería mi fin así que dejé de forcejear, pero en cuanto mis brazos tocaron la helada tierra debajo de mi, una idea vino a mi mente. Disimuladamente agarré puñados de tierra con ambas manos en el tiempo que la mujer descifraba a cómo quitar el seguro y se los lance al rostro para dificultarle la visión. Con eso luego quizás podría quitarle el arma y sacarla de encima mío para así poder llegar al barco, dejar de congelarme, ver lo que había en el pendrive, guardar los abrigos que traía conmigo y darle de comer a la bebé ya que sentía que la leche se derramaba, afortunadamente tenía como tres capas de ropa, así que no se notaría. ¿Kyllian estará con la niña? ¿Quién la estará cuidando? Vino a mi la culpa de haberla dejado sola así como la curiosidad de saber cómo está y qué está haciendo en el momento más inoportuno, aunque es lógico preguntarse qué será de la progenie en el momento cercano a la muerte.
Durante el tiempo que tardo en descifrar cómo funciona el arma, la rubia piensa que embarrarme la cara es un ataque inteligente. Por supuesto que no lo es, lo único que logra es enfadarme e impacientarme aún más. Tiro lejos el arma de fuego con desdén mientras pestañeo mucho, me froto los ojos para sacar la tierra y escupo el resto de barro que hay en mi boca, aunque supongo que el resto de mi cara sigue sucia y con la manopla del cuchillo de trinchera empiezo a pegarle puñetazos. Golpe tras golpe mi ira aumenta, así como mi fuerza. En eso un sonido distorsionado llega a mi mente "…la niña… cuidar…" son las únicas palabras que entiendo entre tanta interferencia. No provienen de la conexión con el clan pero no puedo evitar preguntarme si mis hijas están en peligro.
-Vuelve al campamento y dime si esta bajo ataque.- Le digo a mi escolta para que, acto seguido, se retire de vuelta al hogar del clan de La Luna Roja. Presiento que esas palabras tienen que ver con la mujer debajo de mí así que dejo de golpearla para pasar a ahorcarla.
-Yo voy a proteger a mis hijos con garras y dientes, mientras pueda.- Digo con la voz marcada por el esfuerzo de axfisiarla.
-Vuelve al campamento y dime si esta bajo ataque.- Le digo a mi escolta para que, acto seguido, se retire de vuelta al hogar del clan de La Luna Roja. Presiento que esas palabras tienen que ver con la mujer debajo de mí así que dejo de golpearla para pasar a ahorcarla.
-Yo voy a proteger a mis hijos con garras y dientes, mientras pueda.- Digo con la voz marcada por el esfuerzo de axfisiarla.
Había transcurrido unos cuantos días desde aquella borrachera en la que Genievre y yo nos lanzamos a armar más jaleo del habitual, justo después de aquel extraño mensaje de Johan traicionándonos. Poco caso habíamos hecho a su posterior mensaje mental desmintiendo todo. Nos habíamos dedicado a quemar puestos de vigilancia de la Alianza y causando las bajas que pudiésemos. No era eso lo único que habíamos hecho por nuestra cuenta, sin contar con el resto de la Brigada ni con el grupo de renegados de Johan. Continuamos con aquello incluso cuando se nos pasó la borrachera, contactando con otros renegados que también se sentían recelosos por aquel mensaje que se retransmitió por las pantallas. Algunos habían decidido unirse a nosotros, o al menos decían sentir desconfianza hacia Johan. Yo no había conseguido contactar con Lykaios o Imram, así que tampoco tenía nadie que me frenase en mis locuras. Tal vez Lykaios habría cometido más locuras, pero me daba la impresión de que no habría actuado de la misma forma.
Ahora le estaba tratando de seguir la pista a otros compañeros de la Brigada a los que no veía desde el día de la fiesta o más, y eso incluía a Leila. La verdad es que ya ni recordaba la última vez que la había visto, pero unos contactos me habían puesto tras su pista, así que decidí encaminarme al último lugar en el que se creía que estaba. Para la ocasión he decidido tratar de cazarla llevando una lata de comida para gatos, para ver si funciona. Me paso unas cuantas horas por ahí deambulando, hasta que poco a poco me voy acercando a una zona en la que se escucha ruido como de pelea. Apresuro el paso para ver de qué se trata, hasta que al final localizo a un par de mujeres dándose de golpes a unos cuantos metros. Enseguida me doy cuenta de que una de ellas es Leila, y que le están pegando la paliza del siglo. - ¡EH! ¡QUITA TUS ZARPAS DE SU CUELLO O TE REBANO EL TUYO! - vocifero mientras corro hacia la salvaje mujer que la golpea, arrojando la lata de comida para gatos contra su cabeza conforme me acerco. No me espero demasiado para conjurar una llamarada en la palma de mi mano, dirigiéndola hacia el torso de la mujer para ver si se aparta.
Ahora le estaba tratando de seguir la pista a otros compañeros de la Brigada a los que no veía desde el día de la fiesta o más, y eso incluía a Leila. La verdad es que ya ni recordaba la última vez que la había visto, pero unos contactos me habían puesto tras su pista, así que decidí encaminarme al último lugar en el que se creía que estaba. Para la ocasión he decidido tratar de cazarla llevando una lata de comida para gatos, para ver si funciona. Me paso unas cuantas horas por ahí deambulando, hasta que poco a poco me voy acercando a una zona en la que se escucha ruido como de pelea. Apresuro el paso para ver de qué se trata, hasta que al final localizo a un par de mujeres dándose de golpes a unos cuantos metros. Enseguida me doy cuenta de que una de ellas es Leila, y que le están pegando la paliza del siglo. - ¡EH! ¡QUITA TUS ZARPAS DE SU CUELLO O TE REBANO EL TUYO! - vocifero mientras corro hacia la salvaje mujer que la golpea, arrojando la lata de comida para gatos contra su cabeza conforme me acerco. No me espero demasiado para conjurar una llamarada en la palma de mi mano, dirigiéndola hacia el torso de la mujer para ver si se aparta.
De poco sirvió mi débil ataque de tierra, eso sí, consiguió hacer enojar aún más a la mujer lo cual no creía posible. Mire con anhelo a mi arma cuando fue lanzada lejos, tuve suficiente tiempo para ver donde cayó antes de que la lluvia de golpes cayera sobre mi, para colmo no era a puño limpio, había metal en los golpes, que nada tenía que ver con el sabor metálico que comenzó a aparecer en mi boca. Después fui ahorcada, podía sentir cómo la mujer ponía todas sus fuerzas en romper mi nuez de adán mientras yo daba manotazos de ahogado y pataleaba, claramente en desacuerdo con su objetivo. Estaba pensando en otra forma de atacar o siquiera de defenderme cuando escuché una voz conocida y fue un alivio porque ya estaba comenzando a perder la conciencia. La presión que tenía en mi cuello no me permitía hablar.
Tan concentrada estoy en la tarea de asesinar a la rubia que una lata de comida para gatos me toma desprevenida y golpea mi cabeza, levanto la vista de mi víctima para encontrarme que una llamarada se dirige directo a mí así que me hago a un lado, tomo la lanza y me interpongo entre la mujer y el pelirrojo con la lanza en una mano y el cuchillo de trinchera en otra posicionada lista para defenderme o atacar al hombre.
-Eres un hechicero.- Afirmo algo sorprendida más para mi misma que para él. Luego vuelvo a mi ceñuda expresión. -¿Tienes alguna idea de lo que hizo?- Digo señalándola con el cuchillo. -Por poco mata a mi hijo.- Devuelvo el cuchillo a su posición de defensa/ataque. -¿Cómo sé yo que tu no estas involucrado con el ataque a mis hijos?... Sería una pena descubrir que eres parte de la conspiración contra mí.- Llevo la punta de mi lanza a su mentón para que alze la cabeza y me permita verlo bien. -Eres un espécimen apuesto.-
-Eres un hechicero.- Afirmo algo sorprendida más para mi misma que para él. Luego vuelvo a mi ceñuda expresión. -¿Tienes alguna idea de lo que hizo?- Digo señalándola con el cuchillo. -Por poco mata a mi hijo.- Devuelvo el cuchillo a su posición de defensa/ataque. -¿Cómo sé yo que tu no estas involucrado con el ataque a mis hijos?... Sería una pena descubrir que eres parte de la conspiración contra mí.- Llevo la punta de mi lanza a su mentón para que alze la cabeza y me permita verlo bien. -Eres un espécimen apuesto.-
Mi puntería con la lata es lo suficientemente buena como para acertar en la cabeza de la atacante, aunque no contaba con esa agilidad y reflejos que demuestra al ponerse en posición de ataque con la lanza. Retrocedo un par de pasos por puro instinto, mirando de reojo a la pobre Leila. Al menos he conseguido que la deje, pero no sé si he llegado demasiado tarde.
- ¡Quita el pincho de mi vista! - protesto mientras vuelvo a generar otra pequeña bola de fuego en mi mano, aunque esta vez no la lanzo tan rápido dada la tensión del encuentro.
"¿un hechicero? ¿y esta mujer de dónde ha salido para extrañarse tanto?"
Disimulo mi sorpresa por la suya, alzando la barbilla dignamente. - Claro que lo soy. Y uno de los buenos. Estás ante el gran Benjamin Red. Deberías conocerme. - aprovecho eso de que no me conozca para mejorar mi reputación, poniendo cara de "ni puta idea" cuando me dice lo de los hijos. - ¿Qué ataque? ¿qué hijos? no sé que les ha pasado, pero estoy seguro de que Leila no ha tenido nada que ver. Y yo tampoco. Que somos gente decente, joer. Además, ella misma tiene una hija, eso le da puntos de madre protectora. - trato de convencerla, aunque todavía mantengo las llamas danzantes sobre la palma de mi mano. Alzo la barbilla cuando me obliga a hacerlo con su lanza, debatiéndome entre reír por lo de espécimen o sentirme halagado por lo de apuesto.
- Vaya, tienes buen ojo, aunque seas una paranoias de la conspiración. Tú tampoco estás nada mal, así que sería una lástima que se me escapase una de estas llamas hacia ti, o que tú te cargases mi bello rostro. Vamos, tira las armas de una vez, deja que atienda a mi compañera, y hablamos.- le doy unos segundos para que se decida, ya que si no da tregua no me quedará otro remedio que seguir peleando.
- ¡Quita el pincho de mi vista! - protesto mientras vuelvo a generar otra pequeña bola de fuego en mi mano, aunque esta vez no la lanzo tan rápido dada la tensión del encuentro.
"¿un hechicero? ¿y esta mujer de dónde ha salido para extrañarse tanto?"
Disimulo mi sorpresa por la suya, alzando la barbilla dignamente. - Claro que lo soy. Y uno de los buenos. Estás ante el gran Benjamin Red. Deberías conocerme. - aprovecho eso de que no me conozca para mejorar mi reputación, poniendo cara de "ni puta idea" cuando me dice lo de los hijos. - ¿Qué ataque? ¿qué hijos? no sé que les ha pasado, pero estoy seguro de que Leila no ha tenido nada que ver. Y yo tampoco. Que somos gente decente, joer. Además, ella misma tiene una hija, eso le da puntos de madre protectora. - trato de convencerla, aunque todavía mantengo las llamas danzantes sobre la palma de mi mano. Alzo la barbilla cuando me obliga a hacerlo con su lanza, debatiéndome entre reír por lo de espécimen o sentirme halagado por lo de apuesto.
- Vaya, tienes buen ojo, aunque seas una paranoias de la conspiración. Tú tampoco estás nada mal, así que sería una lástima que se me escapase una de estas llamas hacia ti, o que tú te cargases mi bello rostro. Vamos, tira las armas de una vez, deja que atienda a mi compañera, y hablamos.- le doy unos segundos para que se decida, ya que si no da tregua no me quedará otro remedio que seguir peleando.
En el momento en el que la morena se hizo a un lado inspiré profundamente en una desesperada búsqueda por oxígeno. Mi visión se fue aclarando de a poco mientras tosía y la dirigí hacia donde había quedado el arma. Luego miré a Ben que estaba tratando de convencer a la mujer de que éramos buena gente. Mientras ellos seguían hablando me fui recuperando de a poco respirando más tranquila y, aprovechando que ella me daba la espalda, le hice señas a mi amigo para que le siga hablando y la entretenga ya que parecía interesada en él. Si la mujer veía que yo agarraba el arma quizás se alteraba.
Avanzo cuando él retrocede. El ambiente se encuentra en tensión entre su fuego y mis armas. Por una parte me encantaría lanzarme a la pelea, pero por otra parece ser un habilidoso mago y sería una valiosa incorporación al clan. Empiezo a dudar sobre si son necesarias las armas cuando Benjamín dice que la mujer es madre, me tenso otra vez cuando dice que se le escaparía su llama hacia mi porque sé lo que se siente que cosas inexplicables pasen a mi alrededor, pero su tono conciliador me convence a duras penas así que las bajo pero no las suelto. Hablo menos ceñuda pero igual de seria.
-Yo soy Kiana Wolfrun, la alfa del clan de La Luna Roja y están en mi territorio. Tómala y quitala de mi vista… pero a tí, Benjamín, quiero volver a verte.- Digo esto último asomando una sonrisa y acercándome a él para poner una mano en su hombro para luego hacerla descender hasta sus pectorales. -Parece que se avecina un invierno muy frío y estoy segura de que vas a disfrutar compartir tu fuego conmigo.-
-Yo soy Kiana Wolfrun, la alfa del clan de La Luna Roja y están en mi territorio. Tómala y quitala de mi vista… pero a tí, Benjamín, quiero volver a verte.- Digo esto último asomando una sonrisa y acercándome a él para poner una mano en su hombro para luego hacerla descender hasta sus pectorales. -Parece que se avecina un invierno muy frío y estoy segura de que vas a disfrutar compartir tu fuego conmigo.-
Capto el mensaje por señas que hace Leila a espaldas de Kiana, disimulando un gesto de alivio al ver que la salvaje no la había ahogado del todo. Decido seguir hablando con la mujer, para darle tiempo a mi compañera, lo suficiente para espabilarse. La tensión parece rebajarse levemente, al menos ya no me veo sangrientamente ensartado por su lanza. - Buena elección. No tiene sentido seguir peleando en este momento. - su gesto serio me dice que no me la juegue mucho, pero decido dedicarle una media sonrisa cuando se presenta, cambiando mi gesto a continuación a uno que denota sorpresa e interés.
- ¿En serio? ¿del clan de licántropos? creo que no os lleváis bien con mucha gente...he escuchado cosas chungas sobre vosotros. - me sonaba por cosas que me había contado Lykaios, aunque no conocíamos a ninguno de ellos en persona. Arrugo levemente el entrecejo, recordando que tenían cierta fama de problemáticos. - Mi jefe es un licántropo, tal veez...podríais hablar en alguna ocasión. - suelto antes de poder acallar a mi parte bocazas, pensando que habría sido mejor morderme la lengua. A saber qué quiere Lykaios. - Está bien, ya nos vamos de vuestro territorio. Que espero que no sea mucho, que tampoco podéis apropiaros de todo el bosque.- advierto para que no se pongan en plan demasiado territorial, que bastante tenemos ya con los de la Alianza.
Deshago la llama de la palma de mi mano cuando ella se acerca de ese modo, encontrándole bastante sentido a la frase esa de haz el amor y no la guerra. No estaría mal acabar así los enfrentamientos. - Seguro que sí, yo soy muy de compartir, señora alfa...mi casa, mi fuego...lo que sea. Creo que sabremos entendernos, siempre y cuando no vayas por ahí estrangulando amigos míos. - desvío la mirada hacia Leila, como queriendo decirle que ya tengo controlada la situación, que me espere unos segundos para ir a por ella.
- ¿En serio? ¿del clan de licántropos? creo que no os lleváis bien con mucha gente...he escuchado cosas chungas sobre vosotros. - me sonaba por cosas que me había contado Lykaios, aunque no conocíamos a ninguno de ellos en persona. Arrugo levemente el entrecejo, recordando que tenían cierta fama de problemáticos. - Mi jefe es un licántropo, tal veez...podríais hablar en alguna ocasión. - suelto antes de poder acallar a mi parte bocazas, pensando que habría sido mejor morderme la lengua. A saber qué quiere Lykaios. - Está bien, ya nos vamos de vuestro territorio. Que espero que no sea mucho, que tampoco podéis apropiaros de todo el bosque.- advierto para que no se pongan en plan demasiado territorial, que bastante tenemos ya con los de la Alianza.
Deshago la llama de la palma de mi mano cuando ella se acerca de ese modo, encontrándole bastante sentido a la frase esa de haz el amor y no la guerra. No estaría mal acabar así los enfrentamientos. - Seguro que sí, yo soy muy de compartir, señora alfa...mi casa, mi fuego...lo que sea. Creo que sabremos entendernos, siempre y cuando no vayas por ahí estrangulando amigos míos. - desvío la mirada hacia Leila, como queriendo decirle que ya tengo controlada la situación, que me espere unos segundos para ir a por ella.
Mi respiración casi se había normalizado por completo para este momento y estaba más despejada. Además Kiana se alejó otro poco de mi y estaba siendo distraída por Benjamin así que aproveché el momento para ir gateando a recuperar mi arma con movimientos lentos y silenciosos, de paso recuperé también la comida para gatos, que la comida no nos sobraba. Una vez devuelta en mi poder hice una revisión para ver si seguía teniendo todo lo que había traído;
Pistola [Check]
Cota de mithril debajo de la ropa [Check]
Máscara Blue Spirit [Check]
Cápsulas en las que traía alimentos no perecederos y abrigos [Check]
Pendrive [Check]
Nueva moneda comunicadora [Check]
Una vez que me aseguré de tener todo encima empecé a incorporarme sobre mis dos piernas ayudada por un árbol a mi lado. Cuando pude estar, al fin, en posición vertical Ben y yo cruzamos miradas, entendí lo que me quiso decir pero yo quería que apurara el paso para así dejar de congelarme, así como el bosque.
-Podrías visitarla en unos días, no falta mucho para San Valentín.- Sugerí a Ben que él y su nueva pareja se veían tan acaramelados de un momento a otro.
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Una vez que me aseguré de tener todo encima empecé a incorporarme sobre mis dos piernas ayudada por un árbol a mi lado. Cuando pude estar, al fin, en posición vertical Ben y yo cruzamos miradas, entendí lo que me quiso decir pero yo quería que apurara el paso para así dejar de congelarme, así como el bosque.
-Podrías visitarla en unos días, no falta mucho para San Valentín.- Sugerí a Ben que él y su nueva pareja se veían tan acaramelados de un momento a otro.
Nuestro acercamiento es interrumpido por la rubia, en realidad el mismo mago estropea el momento trayendo a colación que yo estrangulo a sus amigos. Mantengo la sonrisa mientras me alejo de Ben hacia una roca de un metro de altura que había cerca de allí, la escalo y una vez sobre la fría piedra la golpeo con mi lanza, me apoyo sobre ella y hablo con la misma sonrisa a Ben y a la mujer.
-Y ¿Has escuchado que tenemos la característica de tener más de un hijo por parto?- En ese momento, de las sombras de los árboles y de los arbustos surgen muchos hombres y mujeres como yo, todos con lanzas, cuchillos y expresiones amenazantes, así como lobos normales gruñendo que rodean a la feral y al hechicero. -El espacio que tomamos lo necesitamos porque somos muchos y cada vez somos más. Pero estaré encantada de hablar con tu alfa.-
-Alfa, si él es un gran hechicero podría ser miembro de lo que quedó del ministerio de magia y ella es débil, hay que destruirlos.- Me dice un miembro de mi clan a mi lado, un hombre fornido y ceñudo algo alterado.
-Son mensajeros, Zafir. Él enviará un mensaje a su jefe licántropo y lo traerá para que hablemos, y ella será un recuerdo para todos de la superioridad de los Licántropos de la Luna Roja ¿De qué sirve un feral en un mundo de licántropos?- En eso veo que mis hijos se asoman entre la multitud, a su vez siento a través del contacto mental con todos los miembros que mi decisión hace que mi clan dude de mi así que busco la mente que más críticas genera y la encuentro.
-Piera.- La multitud se voltea hacia una joven detrás de todo, entre el montón, una muchacha morocha, de tez blanca, delgada, prácticamente esquelética, con grandes y oscuras ojeras, solo quienes la conocen saben que es joven porque en realidad no lo parece. -¿Tienes algo para decir?- Le pregunto ante lo que ella se pone nerviosa y duda un momento.
-Hay que matar a la feral y convertir al hechicero y lo sabes, solo que te has ablandado.- Dice rabiosa, esto enardece a la multitud que pide lo mismo a gritos y también hay quienes me juzgan. Llamo al silencio con otro golpe de mi lanza contra la roca lo que acalla los clamores y calma al clan.
-Me gusta tu ambición hija mía, pero no tienes visión alguna y es una pena…- Tras esas palabras envié la lanza para atravesar el corazón de Piera. La joven cayó inerte al suelo.
-¿Y bien?¿A qué esperan para irse? Desaparezcan de una vez antes de que me arrepienta.- Les digo a los forasteros.
-Y ¿Has escuchado que tenemos la característica de tener más de un hijo por parto?- En ese momento, de las sombras de los árboles y de los arbustos surgen muchos hombres y mujeres como yo, todos con lanzas, cuchillos y expresiones amenazantes, así como lobos normales gruñendo que rodean a la feral y al hechicero. -El espacio que tomamos lo necesitamos porque somos muchos y cada vez somos más. Pero estaré encantada de hablar con tu alfa.-
-Alfa, si él es un gran hechicero podría ser miembro de lo que quedó del ministerio de magia y ella es débil, hay que destruirlos.- Me dice un miembro de mi clan a mi lado, un hombre fornido y ceñudo algo alterado.
-Son mensajeros, Zafir. Él enviará un mensaje a su jefe licántropo y lo traerá para que hablemos, y ella será un recuerdo para todos de la superioridad de los Licántropos de la Luna Roja ¿De qué sirve un feral en un mundo de licántropos?- En eso veo que mis hijos se asoman entre la multitud, a su vez siento a través del contacto mental con todos los miembros que mi decisión hace que mi clan dude de mi así que busco la mente que más críticas genera y la encuentro.
-Piera.- La multitud se voltea hacia una joven detrás de todo, entre el montón, una muchacha morocha, de tez blanca, delgada, prácticamente esquelética, con grandes y oscuras ojeras, solo quienes la conocen saben que es joven porque en realidad no lo parece. -¿Tienes algo para decir?- Le pregunto ante lo que ella se pone nerviosa y duda un momento.
-Hay que matar a la feral y convertir al hechicero y lo sabes, solo que te has ablandado.- Dice rabiosa, esto enardece a la multitud que pide lo mismo a gritos y también hay quienes me juzgan. Llamo al silencio con otro golpe de mi lanza contra la roca lo que acalla los clamores y calma al clan.
-Me gusta tu ambición hija mía, pero no tienes visión alguna y es una pena…- Tras esas palabras envié la lanza para atravesar el corazón de Piera. La joven cayó inerte al suelo.
-¿Y bien?¿A qué esperan para irse? Desaparezcan de una vez antes de que me arrepienta.- Les digo a los forasteros.
Gracias a mis grandes dotes de relaciones públicas consigo que la sangre no llegue al río. Leila no se abalanza para atacar, y Kiana se aleja un poco más, subiéndose a una roca. No sé qué me da más miedo de lo que sucede después, si la aparición de su séquito de salvajes, o la afirmación esa de que tienen un montón de hijos por parto. Miro de reojo al grupo que comienza a rodearnos, sin estar muy seguro de si quieren comernos o usarnos para reproducirse, vete a saber. - No lo había escuchado, pero...yo creo que el planeta está ya superpoblado, igual deberías usar métodos anticonceptivos y esas cosas. - suelto medio en broma medio en serio, aunque me da un escalofrío al pensar que suena muy hitleriana con eso de que necesita su espacio vital para expandirse.
"¿Habla de colocar a Lykaios como líder de lo que era el ministerio? se nota que no lo conoce"
No digo nada al respecto, pero sí que me indigno con eso de que Leila es débil. - Eh, en la Brigada no aceptamos a blandengues, así que ella no lo es. No la subestimes. No entiendo de vuestros rollos racistas feral licántropo lo que sea, pero...¿qué más da? - trago saliva al escuchar lo que suelta la muchacha flaca que aparece para pedir más violencia, pues no quiero acabar convertido en un peludo rojo. Mi inquietud no dura mucho, pero la acción de Kiana me deja boquiabierto. No esperaba para nada que atacase a uno de los suyos.
"¡qué se la ha cargado! las habladurías sobre este clan son ciertas"
Aparto la mirada de la caída, buscando los ojos de Kiana. En mi rostro se aprecia una mezcla de impresión por lo que acabo de ver y cierta lástima. - No será la última vez que nos veamos, no lo dudes. - respondo antes de coger a Leila por el antebrazo, comenzando a andar con ella rápidamente hacia la espesura del bosque antes de que les de por cambiar de idea. - San Valentín...- ahogo una risa nerviosa cuando estamos lo suficientemente lejos. - esta gente celebra esa fiesta arrancado corazones, seguro. Qué locura... - sigo comentando la jugada mientras nos alejamos, hasta abandonar el bosque con Leila.
"¿Habla de colocar a Lykaios como líder de lo que era el ministerio? se nota que no lo conoce"
No digo nada al respecto, pero sí que me indigno con eso de que Leila es débil. - Eh, en la Brigada no aceptamos a blandengues, así que ella no lo es. No la subestimes. No entiendo de vuestros rollos racistas feral licántropo lo que sea, pero...¿qué más da? - trago saliva al escuchar lo que suelta la muchacha flaca que aparece para pedir más violencia, pues no quiero acabar convertido en un peludo rojo. Mi inquietud no dura mucho, pero la acción de Kiana me deja boquiabierto. No esperaba para nada que atacase a uno de los suyos.
"¡qué se la ha cargado! las habladurías sobre este clan son ciertas"
Aparto la mirada de la caída, buscando los ojos de Kiana. En mi rostro se aprecia una mezcla de impresión por lo que acabo de ver y cierta lástima. - No será la última vez que nos veamos, no lo dudes. - respondo antes de coger a Leila por el antebrazo, comenzando a andar con ella rápidamente hacia la espesura del bosque antes de que les de por cambiar de idea. - San Valentín...- ahogo una risa nerviosa cuando estamos lo suficientemente lejos. - esta gente celebra esa fiesta arrancado corazones, seguro. Qué locura... - sigo comentando la jugada mientras nos alejamos, hasta abandonar el bosque con Leila.
Erebo
Raza
mensajes
puntos
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Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Descendí lentamente en un claro del bosque, este era el último lugar donde nos habiamos visto antes de separarnos por un tiempo, puse a Bram en el suelo y regresé a mi forma humana. Me llevé una mano al pecho y me apoyé en un árbol, los recuerdos regresaban muy fuertemente causándome un pequeño cuadro de ansiedad. Respiraba fuertemente y profundamente hasta recobrar la compostura y apoyar la espalda en el árbol con un gran suspiro.
- El recuerdo más reciente, si esto no te ayuda no sé qué lo hará, aquí fue donde nos separamos, Jed me persiguió hasta la iglesia de Canterbury y le pegué una paliza, ojalá ese cerdo muriera desangrado como el cerdo que es... y un dragón me rescató, le faltaban unos cuantos tornillos, quería que me uniese a su brigada de dragones para recuperar nuestra gloria pasada.
Me empecé a reir fuertemente con una mano en la frente echando mechones de pelo hacia abajo y tapando los ojos, para suspirar y pasar la mano por los ojos apretando un poco.
- ¿Por qué Bram? Tenía todo bajo llave, sentimientos, recuerdos, cualquier cosa que pudiera hacerme daño, me volví fuerte y asplasté todo lo que fuera débil, dejaba que la adrenalina me guiase y eso lo supieron aprovechar para quitarse de enmedio cosas molestas los de la Alianza y de repente un día viniste tu... no sé que coño viste en mi yo salvaje y tiraste todo abajo y me hiciste recobrar todo. - di una vuelta a su alrededor y le di una nalgada para después empujarlo contra el árbol y besarlo dando rienda a mi lado salvaje y primitivo - Tengo 1500 años, he visto muchas cosas, cosas que darían para demasiado tiempo de charla un día que nos aburramos, yo puede que dure 500 años mas, 1000 siendo generosos, no lo sé, pero ¿tu qué? ¿qué pasará contigo? Nunca te podré tener tanto tiempo como yo, para mi desgracia puede que acabe teniendo que enterrarte, puede que tengas modificaciones pero no dejas de ser humano, de tener una vida corta pero llena de experiencias y vivida al límite, un ser como yo no tiene tanta prisa por vivir y puede que se pierda muchas cosas por no mover un dedo... y cuando te vayas ¿qué haré yo?
Lo abracé con fuerza contra mi cuerpo besándolo de nuevo, saboreando aquellos labios que durante mucho tiempo deseé volver a besar, acariciando con suavidad aquel cuerpo que elevaba mi pasión y no había podido volver a tocar desde hace tiempo, la suavidad y calidez de su piel. Luego sonriendo lo aparté y me eché a un lado.
- Venga, tienes tarea, a recordar, sino a otro sitio y después te llevo a donde quieras, a buscarnos una casa, gente, un anillo de compromiso que me compres, etc etc.
- El recuerdo más reciente, si esto no te ayuda no sé qué lo hará, aquí fue donde nos separamos, Jed me persiguió hasta la iglesia de Canterbury y le pegué una paliza, ojalá ese cerdo muriera desangrado como el cerdo que es... y un dragón me rescató, le faltaban unos cuantos tornillos, quería que me uniese a su brigada de dragones para recuperar nuestra gloria pasada.
Me empecé a reir fuertemente con una mano en la frente echando mechones de pelo hacia abajo y tapando los ojos, para suspirar y pasar la mano por los ojos apretando un poco.
- ¿Por qué Bram? Tenía todo bajo llave, sentimientos, recuerdos, cualquier cosa que pudiera hacerme daño, me volví fuerte y asplasté todo lo que fuera débil, dejaba que la adrenalina me guiase y eso lo supieron aprovechar para quitarse de enmedio cosas molestas los de la Alianza y de repente un día viniste tu... no sé que coño viste en mi yo salvaje y tiraste todo abajo y me hiciste recobrar todo. - di una vuelta a su alrededor y le di una nalgada para después empujarlo contra el árbol y besarlo dando rienda a mi lado salvaje y primitivo - Tengo 1500 años, he visto muchas cosas, cosas que darían para demasiado tiempo de charla un día que nos aburramos, yo puede que dure 500 años mas, 1000 siendo generosos, no lo sé, pero ¿tu qué? ¿qué pasará contigo? Nunca te podré tener tanto tiempo como yo, para mi desgracia puede que acabe teniendo que enterrarte, puede que tengas modificaciones pero no dejas de ser humano, de tener una vida corta pero llena de experiencias y vivida al límite, un ser como yo no tiene tanta prisa por vivir y puede que se pierda muchas cosas por no mover un dedo... y cuando te vayas ¿qué haré yo?
Lo abracé con fuerza contra mi cuerpo besándolo de nuevo, saboreando aquellos labios que durante mucho tiempo deseé volver a besar, acariciando con suavidad aquel cuerpo que elevaba mi pasión y no había podido volver a tocar desde hace tiempo, la suavidad y calidez de su piel. Luego sonriendo lo aparté y me eché a un lado.
- Venga, tienes tarea, a recordar, sino a otro sitio y después te llevo a donde quieras, a buscarnos una casa, gente, un anillo de compromiso que me compres, etc etc.
Bram Leroux
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Mire el lugar detenidamente, al estar ya en tierra firme. En verdad el viaje había sido una pasada. Además de poder ver al fin la transformación entera del dragón. Al estar ya en el lugar mi cabeza comenzó a doler y flashbacks comenzaron a aparecer en mi memoria, mientras Erebo me contaba lo que había sucedido ahí. La persecución, la pelea, el miedo a volver a sufrir aquellas torturas volvieron a mi cabeza la cual tome entre mis manos con un pequeño gesto de dolor.
Mire a mi compañero con un gesto de no entender su pregunta, con las palabras siguientes lo entendí. Su cabeza estaba hecha un nudo, y no era para menos, había sufrido durante todos sus años exiliado de su clan, sumado al tiempo en cautiverio en la alianza. Se había obligado a ser fuerte para evitar el dolor, y yo había arruinado aquello. Lo único que pude hacer fue disculparme por haber echado abajo todos sus esfuerzos.
-Solo intente que volvieras a vivir como te lo mereces, obligarte a ser fuerte no hace más que arruinarte porque tarde o temprano algo pasara y no podrás mantener esa fortaleza por más que quieras.
Él caminaba a mi alrededor como un depredador a su presa, y me arrancó una pequeña sonrisa al sentir la nalgada que me dio, negando con la cabeza. Llegaba a ser gracioso como podíamos hablar de algo serio y a su vez estar haciendo tonterías. Deje que me empujara contra aquel tronco tomándolo de la cintura y besándolo con deseo. Seguí escuchándolo en silencio.En verdad era triste imaginar aquello, tenia razón, con suerte viviría ¿Cuanto? ¿60 o 70 años mas? Tal vez podría extenderlo a 80 contando las modificaciones que podrían hacerme para alargar un poco mi vida. Pero nunca llegaría a compartir enteramente su vida con él. Era triste el pensar que el único que estaría acompañado del otro el resto de su vida seria yo. Solo uno de los dos tendría ese honor y felicidad.
-Tienes razón, pero cuando yo me haya ido mi deseo es que no vuelvas a tocar a un hombre. -Dije seriamente aunque en clara broma.- No, en serio, cuando yo ya no este quiero que sigas con tu vida, encuentras a otra persona a quien amar, con quien ser feliz. Alguien con quien puedas seguir siendo el rey del mundo. -Dije acariciando su mejilla con suavidad para volver a abrazarlo por la cintura.- Pero mientras… Seguiremos con nuestra vida juntos. ¿Es egoísta de mi parte desear eso? -Pregunte mirándolo y bajando una de mis manos a su trasero para agarrar una de sus nalgas con fuerza. Correspondí aquel beso apegando su cuerpo al mio. Sonreí un poco de lado cuando se alejo, asentí con la cabeza mire hacia todos lados.
-Bien, veamos, por donde comienzo…
Dije fingiendo algo de duda. En un rápido movimiento tome a Erebo y lo puse de cara contra aquel árbol, que él me había acorralado recién. -Veamos si así los recuerdos vuelven mas rápido… -Susurre en su oído con voz algo ronca, frotando un poco mi paquete entre sus nalgas, apoyando mi pecho contra su espalda, tomándolo de la cintura con una mano, y la otra llevándola a la entrepierna de mi amado y deseado dragón.
Mire a mi compañero con un gesto de no entender su pregunta, con las palabras siguientes lo entendí. Su cabeza estaba hecha un nudo, y no era para menos, había sufrido durante todos sus años exiliado de su clan, sumado al tiempo en cautiverio en la alianza. Se había obligado a ser fuerte para evitar el dolor, y yo había arruinado aquello. Lo único que pude hacer fue disculparme por haber echado abajo todos sus esfuerzos.
-Solo intente que volvieras a vivir como te lo mereces, obligarte a ser fuerte no hace más que arruinarte porque tarde o temprano algo pasara y no podrás mantener esa fortaleza por más que quieras.
Él caminaba a mi alrededor como un depredador a su presa, y me arrancó una pequeña sonrisa al sentir la nalgada que me dio, negando con la cabeza. Llegaba a ser gracioso como podíamos hablar de algo serio y a su vez estar haciendo tonterías. Deje que me empujara contra aquel tronco tomándolo de la cintura y besándolo con deseo. Seguí escuchándolo en silencio.En verdad era triste imaginar aquello, tenia razón, con suerte viviría ¿Cuanto? ¿60 o 70 años mas? Tal vez podría extenderlo a 80 contando las modificaciones que podrían hacerme para alargar un poco mi vida. Pero nunca llegaría a compartir enteramente su vida con él. Era triste el pensar que el único que estaría acompañado del otro el resto de su vida seria yo. Solo uno de los dos tendría ese honor y felicidad.
-Tienes razón, pero cuando yo me haya ido mi deseo es que no vuelvas a tocar a un hombre. -Dije seriamente aunque en clara broma.- No, en serio, cuando yo ya no este quiero que sigas con tu vida, encuentras a otra persona a quien amar, con quien ser feliz. Alguien con quien puedas seguir siendo el rey del mundo. -Dije acariciando su mejilla con suavidad para volver a abrazarlo por la cintura.- Pero mientras… Seguiremos con nuestra vida juntos. ¿Es egoísta de mi parte desear eso? -Pregunte mirándolo y bajando una de mis manos a su trasero para agarrar una de sus nalgas con fuerza. Correspondí aquel beso apegando su cuerpo al mio. Sonreí un poco de lado cuando se alejo, asentí con la cabeza mire hacia todos lados.
-Bien, veamos, por donde comienzo…
Dije fingiendo algo de duda. En un rápido movimiento tome a Erebo y lo puse de cara contra aquel árbol, que él me había acorralado recién. -Veamos si así los recuerdos vuelven mas rápido… -Susurre en su oído con voz algo ronca, frotando un poco mi paquete entre sus nalgas, apoyando mi pecho contra su espalda, tomándolo de la cintura con una mano, y la otra llevándola a la entrepierna de mi amado y deseado dragón.
Erebo
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- ¡No me seas nenaza y deja de disculparte! - dije riendo - Yo recuerdo haber empotrado a un macho cabrío, no a una princesita que usa enaguas de algodón de cachemir, lacitos rosas y purpurina - dije provocativamente sonriendo de lado.
Me eché a reir cuando dijo en broma que si él se muriera que no debería ver a más hombres, claaaaaaaaaro y vestir como una monja y de beber solo agua hasta que rezume santidad por todos mis poros y mée agua bendita. Ese último pensamiento hizo que me partiera de risa, Manneken Pis versión Erebo y agua bendita en una iglesia, ejem, vale ya... tiene gracia lo admito y hace que me ría más.
- Tranquilo Sheriff, no hay hombres suficientemente buenos como para atar a esta res, soy un toro y estoy mamadísimo.
Sonreí de lado cuando me empotró contra el árbol con la excusa de recordar mejor, sentí su paquete rozándose contra mi trasero y su mano invadiendo mi intimidad, ja, maldito condenado que bien enseñado lo tengo.
- Mamón, di que estas más caliente que las bragas de Éamon el día de la paga y no que es para recordar, so capullo - dije riendo - Y hace tiempo que nadie toma cuidado de mi, así que no sé como de cerradito estará eso, como no dejas a nadie encargado de atenderme cada vez que te vas y me dejas solito. - dije para picarle.
Me eché a reir cuando dijo en broma que si él se muriera que no debería ver a más hombres, claaaaaaaaaro y vestir como una monja y de beber solo agua hasta que rezume santidad por todos mis poros y mée agua bendita. Ese último pensamiento hizo que me partiera de risa, Manneken Pis versión Erebo y agua bendita en una iglesia, ejem, vale ya... tiene gracia lo admito y hace que me ría más.
- Tranquilo Sheriff, no hay hombres suficientemente buenos como para atar a esta res, soy un toro y estoy mamadísimo.
Sonreí de lado cuando me empotró contra el árbol con la excusa de recordar mejor, sentí su paquete rozándose contra mi trasero y su mano invadiendo mi intimidad, ja, maldito condenado que bien enseñado lo tengo.
- Mamón, di que estas más caliente que las bragas de Éamon el día de la paga y no que es para recordar, so capullo - dije riendo - Y hace tiempo que nadie toma cuidado de mi, así que no sé como de cerradito estará eso, como no dejas a nadie encargado de atenderme cada vez que te vas y me dejas solito. - dije para picarle.
Bram Leroux
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Gire los ojos pero riendo, al momento que me llamó nenaza. pero tenía mis motivos para disculparme, y aunque él no lo aceptara sabía que después de haber desaparecido tanto tiempo, aunque no por cuenta propia, necesitaba hacerlo para poder sentirme mejor.- Pero mis enaguas con bordados son nuevas ¿No te gustan?.- Dije haciendo un pequeño puchero intentando aguantar la risa que no se hizo esperar, acompañándola con un ligero movimiento de cabeza de un lado a otro.
Algo que si me gusto fue su risa, sumado a que seguramente algo más se estaría imaginando, me intrigaba y a su vez me daba algo de miedo saber que pasaba por su cabeza, por lo bizarro que pudiera llegar a ser. Lo mire con una sonrisa de lado y una ceja arqueada.
-Cariño, por lo que veo yo llegue a atarte bastante bien, torito, ahora lo que necesitas es tener de nuevo mi marca de hierro al rojo en el culo.
Largue una carcajada por su comentario de Éamon, sin dejar de frotarme contra él haciendo que ya mi cuerpo despertara.- No no, de ti no se encarga nadie mas, excepto yo, mientras aun pueda moverme, claro esta. Que la única de confianza que tengo es Rei… No creía que quisieras que ella se encargue de ti.- Dije bromeando, para ir quitandole la ropa lentamente mientras besaba su cuello, hombro, y un poco de su espalda y nuca.
-Pero ahora estoy aquí para encargarme personalmente de ti.
Algo que si me gusto fue su risa, sumado a que seguramente algo más se estaría imaginando, me intrigaba y a su vez me daba algo de miedo saber que pasaba por su cabeza, por lo bizarro que pudiera llegar a ser. Lo mire con una sonrisa de lado y una ceja arqueada.
-Cariño, por lo que veo yo llegue a atarte bastante bien, torito, ahora lo que necesitas es tener de nuevo mi marca de hierro al rojo en el culo.
Largue una carcajada por su comentario de Éamon, sin dejar de frotarme contra él haciendo que ya mi cuerpo despertara.- No no, de ti no se encarga nadie mas, excepto yo, mientras aun pueda moverme, claro esta. Que la única de confianza que tengo es Rei… No creía que quisieras que ella se encargue de ti.- Dije bromeando, para ir quitandole la ropa lentamente mientras besaba su cuello, hombro, y un poco de su espalda y nuca.
-Pero ahora estoy aquí para encargarme personalmente de ti.
Erebo
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- +18:
- - Si tu tienes enaguas yo tengo un tanga de leopardo cuyo hilo no para de meterseme dentro del puto culo e irritarmelo - dije sarcásticamente en broma ya que nunca llevo ropa interior porque me molesta.
Me reí con el comentario de que él solamente me podía cuidar y que probablemente no quiero que su amiga Rei me cuide.
- También puedo cuidarme solito, uno puede tener mucha diversión consigo mismo, la pena es que no haya juguetitos como había antes. - me reí en un tono más grave e incitatorio.
Sentí como me iba desnudando y besando el cuello y la espalda, guié sus manos hasta mi pecho y con sus dedos acariciaba mis pezones haciendo que se endurecieran mientras gemía de manera muy sugerente y después guié sus manos hasta mi vientre muy cerca de la zona púbica pero sin dejar que sus manos fueran más allá, jugaba con sus emociones, le daba pequeños trocitos de cielo para que saborease pero no le dejaba más, aun no, intentaba llevarlo a la locura pasional.
Después empecé a desnudarlo también lentamente mientras en el proceso iba acariciando su cuerpo también. Cuando lo tuve completamente desnudo me puse de rodillas, con una manoi sujeté su miembro y la otra empecé a chuparme sensualmente el índice sacándolo completamente húmedo y lo llevé hasta la cabeza de su miembro, metiéndolo por entre la piel que aun no se había bajado del todo sin dejarlo por completo al descubierto y en círculos se lo acariciaba lubricándolo y cuando finalicé empecé a masturbarle suavemente, sonriendo pícaramente. A veces le daba un pequeño lenguetazo en la cabeza con la punta de la lengua suavemente para incrementar las sensaciones.
- Al menos parece que tu cuerpo ha recordado algo - dije riendo.
Con la mano libre agarré sus testiculos y los empecé a masajear mientras me llevaba su miembro a la boca y con suaves y lentos movimientos lo masajeaba con mis labios, con la mano que me quedó libre al metermelo en la boca y sin previo aviso le metí un dedo en el trasero masajeando su próstata.
Bram Leroux
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- -No te preocupes por la irritación, que el tanga, conmigo, te dura poco. -Dije sonriendo de lado, y dando un pequeño mordisco al aire seguido de un ‘’grr’’. - Tu fuiste el que me dijiste que te dejara una niñera, asi que si vuelve a pasar te mando a Rei, con sus aplicadores.- Dije bromeando y riendo un poco al imaginar a Rei venir con un strap on para encargarse de Erebo.
Deje que él guiara mis manos a su pecho, aunque lleve mis dedos a su boca para hacer que los mojara un poco y así poder volver a llevarlos a sus pezones, rozándolos, excitandome mas y mas al escuchar sus gemidos. Intente llevar mis manos a su entrepierna gruñendo al ver que el dragón me limitaba, aunque eso no evitaría que disfrutara el acariciar cada centímetro de su piel.
Deje que hiciera conmigo lo que quisiera. Tome su cabello cuando lo tuve de rodillas frente a mi, mirando detenidamente cada movimiento, roce y lamida recibidas, cuando el peliblando comenzó con a masturbarme, mordiendo mi labio inferior al intentar no gemir, al ver como metía su dedo entre la piel y la cabeza de mi miembro. No pude evitar sobresaltarme un poco al sentir su dedo adentrarse en mi trasero. Apoye mi mano libre en el árbol gruñendo y esta vez dejando que varios gemidos por sus actos. Al meterse mi miembro ya rígido en su boca comencé a mover las caderas lentamente al inicio, para ir volviendo las embestidas a su boca ligeramente mas fuertes, metiendolo completamente en su boca, haciendo que su nariz chocara con mi pubis.
-Mierda… Al menos parte de mi si te recuerda a la perfección…
Dije entre gruñidos de placer. Lo tome por los cuernos para separarlo de mi, jalando para arriba para que volviera a ponerse de pie, girándolo para ponerlo culo en popa. Deje un poco de mi saliva en una de mis manos para llevarla a su trasero, lubricando aquel pequeño agujero y metiendo lentamente un dedo, y segundos después agregar lentamente un segundo dedo, moviéndolos suavemente en forma de tijera.
Erebo
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- - Básicamente por eso nunca llevo uno, capullo desmembrado - dije riendo - No gracias, ya me buscare yo un macho que me haga de niñero.
Después de un rato de chupar su miembro endurecido empezó a embestir contra mi boca dandome eventuales pequeñas arcadas, aunque empecé a recordar aquello de "sin arcada no es buena mamada" y casi me descojono, tuve que controlarme para no reirme con aquello metido en la boca. Me cogió de los cuernos y me sacó el miembro de su boca y me levantó, normalmente no dejaría que nadie me hiciera eso ni en broma, pero estaba demasiado caliente como para ponerme a pelear desnudo contra Bram... mmmm pelea en el barro.
Empezó a trabajarme el ano para abrirme, pero aquello me estaba haciendo más cosquillas que otra cosa y me empecé a reir, intenté omitirlas y mover mi cadera como si me estuviera tirando sus dedos pero no había manera.
- Te estas equivocando de llave para abrir la puerta, me está haciendo cosquillas.
Quité su mano de mi trasero y me acerqué más a él, cogí su miembro con la mano y lo dirigí hasta mi trasero.
- Penetrame intensamente, fuerte, duro hasta que la cadera se te rompa por kiki, soy un puto dragón, no una princesa de cuento que necesite un principe que la salve. - grité seductivamente para encenderlo aún más mientras empujaba mi trasero contra su cabeza para que comenzara a penetrarme su miembro soltando algunos gemidos por el camino. Con la mano y echándome hacia atrás poco a poco me quedé con el trasero pegado a su vientre, le pellizqué suavemente un pezón mientras le mordía el lóbulo de la oreja para después susurrarle.
- Embiste como el macho que eres y hazme sudar y correrme como si el mañana no existiera.
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