Recuerdo del primer mensaje :
Cientos de siglos en alguna de las piedras que componen estas tumbas. Guerras, epidemias... todo se lleva la vida sin piedad con la raza, el color o la condición. La guerra ha dejado numerosas tumbas sin nombre, cada una con su historia. Esta zona puede ser peligrosa, no sería la primera vez que se ve un vampiro por aquí...
El rencor que percibió hacia Ruth se le hizo tan obvio que frunció ligeramente el ceño cuando se repitió su nombre más de una vez, llegó a suponer que era debido al poco apoyo que recibió Ailanthus por la mujer en las selección y el desprecio que mostró tras ello.
- Escuche la reina en este juego es la ministra más que el propio Andreas pero la causa de que el ejercito esté dividido no es ella, no se moleste pero seré franco, es usted, y una parte de las tropas van contra su persona, no puede pretender que sólo los dos capitanes comiencen una revolución que empeoraría nuestra situación .
Era cierto, el poder del triunvirato superaba al ejercito, sin embargo el poder de estos ministros era un despropósito si no tenían consigo a la Alianza. Por ello, Javert no pensaba comenzar una rebelión al día siguiente, aquello conduciría a la destrucción de lo que más apreciaba...se le cruzó por la mente, por un sólo segundo, que quizás el drow pretendía aquello...si la Alianza se dividía aún más ocasionaría la victoria de esos asquerosos magos...pero lo apartó de su mente, aunque con la precaución de volver a repetir las mismas palabras.
- Esperar al momento justo no es quedarse cruzados de manos, es ser cauto, algo que no está demostrando con sus palabras...comprendo que quiera actuar pero medite lo que ocurriría si mañana mismo nos levantáramos, años de esfuerzos arrojados a la mierda ¿Por qué? Simple, necesitamos que gente como Milton o Morgana estén dispuestos a luchar junto a su persona sin apuntarle a la nuca en cuanto se gire, cuando ellos estén de su lado entonces sí estaremos preparados para alzarnos -sacó del bolsillo sus guantes para calentar las frías manos que comenzaba a no sentir- Actuar de inmediato es una locura, un suicidio que puede echar a perder todo el esfuerzo de los anteriores capitanes e incluso la guerra... y la última es lo primordial si de verdad pretende erradicar la magia e iniciar un nuevo mundo sin las desigualdades que pretende alcanzar .
No supo el motivo...no obstante el recuerdo del anterior capitán, Sideron Harby, acudió a su mente ¿estaría él dispuesto a todo aquello?
"Lanzar la piedra contra los ministros podría llevarnos al cataclismo si nos precipitamos y el drow, por lo poco que hemos hablado esta noche, está al borde del odio...el cual sólo puede conducir con rapidez al fracaso"
- Escuche la reina en este juego es la ministra más que el propio Andreas pero la causa de que el ejercito esté dividido no es ella, no se moleste pero seré franco, es usted, y una parte de las tropas van contra su persona, no puede pretender que sólo los dos capitanes comiencen una revolución que empeoraría nuestra situación .
Era cierto, el poder del triunvirato superaba al ejercito, sin embargo el poder de estos ministros era un despropósito si no tenían consigo a la Alianza. Por ello, Javert no pensaba comenzar una rebelión al día siguiente, aquello conduciría a la destrucción de lo que más apreciaba...se le cruzó por la mente, por un sólo segundo, que quizás el drow pretendía aquello...si la Alianza se dividía aún más ocasionaría la victoria de esos asquerosos magos...pero lo apartó de su mente, aunque con la precaución de volver a repetir las mismas palabras.
- Esperar al momento justo no es quedarse cruzados de manos, es ser cauto, algo que no está demostrando con sus palabras...comprendo que quiera actuar pero medite lo que ocurriría si mañana mismo nos levantáramos, años de esfuerzos arrojados a la mierda ¿Por qué? Simple, necesitamos que gente como Milton o Morgana estén dispuestos a luchar junto a su persona sin apuntarle a la nuca en cuanto se gire, cuando ellos estén de su lado entonces sí estaremos preparados para alzarnos -sacó del bolsillo sus guantes para calentar las frías manos que comenzaba a no sentir- Actuar de inmediato es una locura, un suicidio que puede echar a perder todo el esfuerzo de los anteriores capitanes e incluso la guerra... y la última es lo primordial si de verdad pretende erradicar la magia e iniciar un nuevo mundo sin las desigualdades que pretende alcanzar .
No supo el motivo...no obstante el recuerdo del anterior capitán, Sideron Harby, acudió a su mente ¿estaría él dispuesto a todo aquello?
"Lanzar la piedra contra los ministros podría llevarnos al cataclismo si nos precipitamos y el drow, por lo poco que hemos hablado esta noche, está al borde del odio...el cual sólo puede conducir con rapidez al fracaso"
Estaba cansado de todo. De aquellas chácharas que a ningún lado llevaban, de aquella pérdida de tiempo, de no hacer nada, de las largas, de no saber qué demonios hacer. Contemplé a Javert con una mirada un poco impaciente. Escuchaba sus lecciones de moral casi como si ya me las supiera de memoria. Quizás es que me las sabía, qué se yo. -Creo que no acabas de comprender de qué estamos hablando. Sé que parte de las tropas buscan mi muerte. Pero hay algunos encargados de incetivar más el odio. Y las tropas, teóricamente, han de acatar quien sea el capitán independientemente de quién sea. Pero disculpe que me moleste que me apunten y me escupan delante de medio ejército.
Hablaba de ser cauto. Que no lo estaba siendo con mis palabras. Me había dado por vencido con eso de intentar razonar con él. -Gente que, como Morgana misma, saben que están respaldados por aquellos mismos que nos están pisoteando en nuestra cara. Y no estoy hablando, ni lo he hecho en ningún momento, de iniciar de la noche a la mañana una reunión. He vivido suficientes años como para que me importe lo más mínimo un día más o un día menos. Lo único que sé es que no estamos realmente acordando nada, y eso declara esta reunión carente de sentido. Le he expuesto mis quejas y dice esperar, ser cauto. ¿Pero a qué esperamos? ¿Qué pretendes hacer?- No tenía un tono enfadado pero hablaba con algo de rapidez.
Y seguía con sus cosas. -Pues no actuaremos de inmediato. Esperaremos. Pero ya se lo repito, me gustaría saber a qué espera hacer.- Tomé algo de aire frío, cubriéndome un poco más con aquella capa oscura. -Ya sabes ahora cuales son mis quejas y cuales son mis planes. Dígame Javert…- Me volvía a repetir. Pero estaba cansado de que me ignorara. Cansado, cansado, siempre cansado. -¿Cuales son sus planes? ¿Quieres un ataque? ¿Quieres no mover nada? ¿Inmovilismo? ¿Quieres investigar? ¿Quieres meterles inflitrados? Siendo yo su mano considero oportuno que sepa a qué quiere dirigir el ejército. Bien sabes que yo tengo poco poder, al fin y al cabo. Hay momentos en los que uno ve un nuevo cabo por los pasillos de la base y no tiene forma ninguna de acceder siquiera a algo tan primordial como eso.
Hablaba de ser cauto. Que no lo estaba siendo con mis palabras. Me había dado por vencido con eso de intentar razonar con él. -Gente que, como Morgana misma, saben que están respaldados por aquellos mismos que nos están pisoteando en nuestra cara. Y no estoy hablando, ni lo he hecho en ningún momento, de iniciar de la noche a la mañana una reunión. He vivido suficientes años como para que me importe lo más mínimo un día más o un día menos. Lo único que sé es que no estamos realmente acordando nada, y eso declara esta reunión carente de sentido. Le he expuesto mis quejas y dice esperar, ser cauto. ¿Pero a qué esperamos? ¿Qué pretendes hacer?- No tenía un tono enfadado pero hablaba con algo de rapidez.
Y seguía con sus cosas. -Pues no actuaremos de inmediato. Esperaremos. Pero ya se lo repito, me gustaría saber a qué espera hacer.- Tomé algo de aire frío, cubriéndome un poco más con aquella capa oscura. -Ya sabes ahora cuales son mis quejas y cuales son mis planes. Dígame Javert…- Me volvía a repetir. Pero estaba cansado de que me ignorara. Cansado, cansado, siempre cansado. -¿Cuales son sus planes? ¿Quieres un ataque? ¿Quieres no mover nada? ¿Inmovilismo? ¿Quieres investigar? ¿Quieres meterles inflitrados? Siendo yo su mano considero oportuno que sepa a qué quiere dirigir el ejército. Bien sabes que yo tengo poco poder, al fin y al cabo. Hay momentos en los que uno ve un nuevo cabo por los pasillos de la base y no tiene forma ninguna de acceder siquiera a algo tan primordial como eso.
Al menos parecía que había entrado en razón y eso, más o menos, le tranquilizó...habría suspirado si su mente no estuviese tramando unos pequeños hilos que se iban alterando en su mente, apretó el comunicador que guardaba en bolsillo antes de retomar la conversación.
- Tengo ciertas ideas en mente y pronto se las contaré pero primero debo de comprobar de que todo fluya como espero que lo haga, puede que entre la desolación de una...batalla sea el momento adecuado para hacer caer al triunvirato...aunque debe de ser una decisión que aún debemos meditar -suspiro, no le quedaba otra que dar cierta información...no toda pues su desconfianza había aumentado aunque la suficiente para que su compañero pudiera entenderlo.
- Por ahora, debemos intentar unir a la Alianza o a la mayor parte de ella...sin embargo, mis planes no son seguros ¿entiende? Llegado el momento nos reuniremos aquí para acordarlo todo con más detenimiento...para entonces espero que no sólo seamos dos los que estemos de acuerdo con esto. -lo miró con detenimiento a los ojos, con cierto aire triste...no podía ser que "su retoño" no tuviese cabeza...además...no lo reconocería pero confiaba a ciegas en el juicio de Morgana (fuese lo que fuese lo que decidiese hacer).
- Tengo ciertas ideas en mente y pronto se las contaré pero primero debo de comprobar de que todo fluya como espero que lo haga, puede que entre la desolación de una...batalla sea el momento adecuado para hacer caer al triunvirato...aunque debe de ser una decisión que aún debemos meditar -suspiro, no le quedaba otra que dar cierta información...no toda pues su desconfianza había aumentado aunque la suficiente para que su compañero pudiera entenderlo.
- Por ahora, debemos intentar unir a la Alianza o a la mayor parte de ella...sin embargo, mis planes no son seguros ¿entiende? Llegado el momento nos reuniremos aquí para acordarlo todo con más detenimiento...para entonces espero que no sólo seamos dos los que estemos de acuerdo con esto. -lo miró con detenimiento a los ojos, con cierto aire triste...no podía ser que "su retoño" no tuviese cabeza...además...no lo reconocería pero confiaba a ciegas en el juicio de Morgana (fuese lo que fuese lo que decidiese hacer).
Jugueteé un poco con la llamativa gema tallada en forma de ojo que usaba como broche de mi ropa, sintiendo con mis dedos lo suave de su textura, observando el brillo rojizo que desprendía colorear mis manos. Hablaba de meditaciones y de actuar en la desolación de una batalla. Finalmente, parecía que la conversación estaba siguiendo su curso. -Sé que quizás soy un tanto romántico de personalidad, en el sentido de que… Bueno, hay demasiadas ocasiones en las que son las emociones las que acaban guiando mis actos. Disculpa mi anterior alteración. Sí, es mejor… Es mejor tomar ciertas precauciones, como tu dices. La cuestión es salir de aquí con algo hablado.
Sabía que me racionaba la información pero yo me conformé y no rechisté con eso, y en base a su plan, le respondí yo con el mío, extrañamente sereno. Aunque no le miraba con la misma fijeza de antes porque la nieve y el reflejo que esta ocasionaba con el breve reflejo del Sol me hería los ojos. Escuché sus futuros planes de volver a reunirnos. -Si no parecen haber indicios de que descubren este lugar como nuestro puesto de reunión nos volveremos a reunir aquí, como usted dice.- Le devolví una mirada no triste, si no por primera vez en mi vida, determinada. Cuidadosamente me deshice la coleta y… Por primera vez en demasiado tiempo dejé el pelo completamente suelto delante de alguien.
No lo hice por ninguna razón específica. Igual solo quería la coleta para apretar algo con las manos en momentos de tensión, y es que no lucía otra parte de mi atuendo muy común, la correa. -Debemos seleccionar a algunos de los miembros de mayor confianza del ejército, y únicamente del ejército, para comunicar parte de todos estos planes. Le encargo a usted hacer las pertinentes conversaciones con Morgana. Yo trataré de buscar a… Cierto soldado que demostró su fidelidad en el campo de batalla, en los campos.- Con una sonrisa cómplice y por tener la sensación de que las cosas avanzaban, me rasqué la nuca antes de proponer el siguiente tema. Y es que teníamos que hablar de muchas cosas.
-Mencionaste un cómic el día de las elecciones. ¿Hay planes respecto eso?- Ahora que tenía algo más de confianza pude sacar aquel tema. Le llevaba demasiado tiempo dándole vueltas y me daba vergüenza admitirlo, pero había empezado a hacer bocetos respecto a eso.
Sabía que me racionaba la información pero yo me conformé y no rechisté con eso, y en base a su plan, le respondí yo con el mío, extrañamente sereno. Aunque no le miraba con la misma fijeza de antes porque la nieve y el reflejo que esta ocasionaba con el breve reflejo del Sol me hería los ojos. Escuché sus futuros planes de volver a reunirnos. -Si no parecen haber indicios de que descubren este lugar como nuestro puesto de reunión nos volveremos a reunir aquí, como usted dice.- Le devolví una mirada no triste, si no por primera vez en mi vida, determinada. Cuidadosamente me deshice la coleta y… Por primera vez en demasiado tiempo dejé el pelo completamente suelto delante de alguien.
No lo hice por ninguna razón específica. Igual solo quería la coleta para apretar algo con las manos en momentos de tensión, y es que no lucía otra parte de mi atuendo muy común, la correa. -Debemos seleccionar a algunos de los miembros de mayor confianza del ejército, y únicamente del ejército, para comunicar parte de todos estos planes. Le encargo a usted hacer las pertinentes conversaciones con Morgana. Yo trataré de buscar a… Cierto soldado que demostró su fidelidad en el campo de batalla, en los campos.- Con una sonrisa cómplice y por tener la sensación de que las cosas avanzaban, me rasqué la nuca antes de proponer el siguiente tema. Y es que teníamos que hablar de muchas cosas.
-Mencionaste un cómic el día de las elecciones. ¿Hay planes respecto eso?- Ahora que tenía algo más de confianza pude sacar aquel tema. Le llevaba demasiado tiempo dándole vueltas y me daba vergüenza admitirlo, pero había empezado a hacer bocetos respecto a eso.
Penso por un segundo en Morgana, involucrarla en todo aquello...era de las pocas personas que se habían ganado su confianza por lo que debería meditar como informarle...si es que terminaba por decírselo y exponerle a tal peligro.
- Muy bien aunque deberiamos buscar a la persona adecuada para convertirse en nuestro oídos y ojos...alguien de confianza...y por lo que respecta a lo que le he mencionado, lo pensáremos con tranquilidad
Con todo el jaleo de la batalla, los heridos, las entrevistas, la cena...se había olvidado de aquello del cómic aunque era una buena medida para influir en los civiles y concederles un pequeño empujón para unirse a la alianza.
- Es cierto, disculpe...con tantas cosas en la cabeza no habíamos podido hablar del tema, sin embargo lamento decirle que no conozco un dibujante con la suficiente confianza para ilustrarlos...si usted posee el tiempo suficiente podría encargarse de diseñar al héroe y de realizar las viñetas
De pequeño le habían aportado horas de entretenimiento, sobre todo, el Capitán América...el pequeño Frederic había soñado en llegar a ser como él y así igualarse a su hermano...la idea de superhombre apartado de la magia...sólo con el poder del saber humano.
“Una pena que no se pueda lograr"
- Si no hay otro tema que tratar, lo mejor es que nos pongamos a buscar a esas personas de confianza, hablaremos más adelante -le mantuvo la mirada en todo momento hasta que finalmente le extendió la mano.
Estaba deseando abandonar ese lugar que le comenzaba a traer demasiados recuerdos que prefería mantener entre los muertos.
- Muy bien aunque deberiamos buscar a la persona adecuada para convertirse en nuestro oídos y ojos...alguien de confianza...y por lo que respecta a lo que le he mencionado, lo pensáremos con tranquilidad
Con todo el jaleo de la batalla, los heridos, las entrevistas, la cena...se había olvidado de aquello del cómic aunque era una buena medida para influir en los civiles y concederles un pequeño empujón para unirse a la alianza.
- Es cierto, disculpe...con tantas cosas en la cabeza no habíamos podido hablar del tema, sin embargo lamento decirle que no conozco un dibujante con la suficiente confianza para ilustrarlos...si usted posee el tiempo suficiente podría encargarse de diseñar al héroe y de realizar las viñetas
De pequeño le habían aportado horas de entretenimiento, sobre todo, el Capitán América...el pequeño Frederic había soñado en llegar a ser como él y así igualarse a su hermano...la idea de superhombre apartado de la magia...sólo con el poder del saber humano.
“Una pena que no se pueda lograr"
- Si no hay otro tema que tratar, lo mejor es que nos pongamos a buscar a esas personas de confianza, hablaremos más adelante -le mantuvo la mirada en todo momento hasta que finalmente le extendió la mano.
Estaba deseando abandonar ese lugar que le comenzaba a traer demasiados recuerdos que prefería mantener entre los muertos.
Pensarlo con tranquilidad. Le observé con unos ojos inexpresivos y apreté ligeramente la mandibula, guardando un extraño comentario que mi mente, aquella parte más rebelde, había pensado. -Que así sea- Le respondí yo con suma tranquilidad, casi como si ni el frío ni el cansancio afectaran a esa respuesta, a mi porte, que empezaba ya a flaquear.
Me pasó a mí el asunto de encargarme del cómic. -Le haré llegar en cuanto sea las primeras ideas. ¿Sabes, Javert? No es únicamente una buena forma de… Publicitarnos, si no sencillamente una maravillosa manera de enseñar a la población a que nos enfrentamos. Hacerles entender que entre los seres mágicos hay especies definidas, que hay asquerosos magos, aborrecibles elfos, salvajes hombres lobo… Y sobretodo, enseñarles las debilidades de cada uno.- Tenía una ligera idea de todo aquel asunto. O tal vez demasiado… Muchas vueltas le había estado dando.
Dijo que no debía haber nada más que hablar. Le respondí con una mirada algo fría y fruncí el ceño. No, habían aún demasiadas cosas que hablar. Habían muchos asuntos sin acabar, muchos… Muchos problemas que afrontar dentro de la Alianza. Y tenía la sensación de no haber sacado nada sustancioso de ella. Pero tal y como me ofrecía la mano comprendí que no me admitiría una queja o un querer alargar aquella conversación más de lo adecuado. Le extendí la mecánica y la estreché, solemne.
-Aguardaré el tiempo de la próxima reunión, capitán. Auguran tiempos complicados… Y tiempos de cambio. No son los elfos muy fanáticos de ellos y, quizás es un instinto innato, pero noto esa intranquilidad que suelen preceder las nuevas épocas.- Me di la vuelta y me puse la capucha, las manos ambas ocupadas. -Larga vida al ejército de la Alianza Humana- Declaré ya cuando me alejaba, perdiéndome muy pronto en la densidad del aire, la bruma y la nieve, como si únicamente hubiera sido una sombra pasajera.
Tenía aún muchos asuntos que atender.
Me pasó a mí el asunto de encargarme del cómic. -Le haré llegar en cuanto sea las primeras ideas. ¿Sabes, Javert? No es únicamente una buena forma de… Publicitarnos, si no sencillamente una maravillosa manera de enseñar a la población a que nos enfrentamos. Hacerles entender que entre los seres mágicos hay especies definidas, que hay asquerosos magos, aborrecibles elfos, salvajes hombres lobo… Y sobretodo, enseñarles las debilidades de cada uno.- Tenía una ligera idea de todo aquel asunto. O tal vez demasiado… Muchas vueltas le había estado dando.
Dijo que no debía haber nada más que hablar. Le respondí con una mirada algo fría y fruncí el ceño. No, habían aún demasiadas cosas que hablar. Habían muchos asuntos sin acabar, muchos… Muchos problemas que afrontar dentro de la Alianza. Y tenía la sensación de no haber sacado nada sustancioso de ella. Pero tal y como me ofrecía la mano comprendí que no me admitiría una queja o un querer alargar aquella conversación más de lo adecuado. Le extendí la mecánica y la estreché, solemne.
-Aguardaré el tiempo de la próxima reunión, capitán. Auguran tiempos complicados… Y tiempos de cambio. No son los elfos muy fanáticos de ellos y, quizás es un instinto innato, pero noto esa intranquilidad que suelen preceder las nuevas épocas.- Me di la vuelta y me puse la capucha, las manos ambas ocupadas. -Larga vida al ejército de la Alianza Humana- Declaré ya cuando me alejaba, perdiéndome muy pronto en la densidad del aire, la bruma y la nieve, como si únicamente hubiera sido una sombra pasajera.
Tenía aún muchos asuntos que atender.
Un paseo no tan breve habia terminado por llevarnos hasta este lugar. El cementerio. En este lugar podria tanto despejar mi mente como comprobar cuales eran los poderes del recien conocido drow de la guadaña. Caminaba con pasos pesados, marcando mucho cada una de mis pisadas, clavando el talon a cada compas. Cuando llegamos al cementerio, abro la verja a mano, haciendola chirriar. Y despues entro, esperando que él haga lo mismo.
"en un lugar como este no deberia de tener problemas....tambien puedo probarlo"
-Aqui estamos. ¿Habias pasado antes por este lugar?
Pregunto en voz baja, de modo conciso.No me gusta alzar la voz en sitios como este, no para cosas que no merecen la pena....
Sabia que este cementerio era, y probablemente aun lo fuese, hogar de vampiros. No tenia problemas con ellos siempre y cuando no intentasen matarme, en ese momento, las cosas podian ponerse feas...y no solo para mi. Casi soy capaz de sentir los susurros de los muertos en mis oidos, diciendo cosas ininteligibles. Este lugar está cargado de material, aunque ya hubiese sido espoliado con anterioridad por otros como nosotros. Es lo que tienen las guerras, llenan cementerios.
-Deberias empezar por intentar restablecer tu habilidad para hacer lo básico. - paseo al lado de una tumba, una particularmente antigua. Levantar muertos y ponerlos a nuestro servicio. No eran muy inteligentes, por no decir que nada, y obedecian exclusivamente a nuestra voluntad y ordenes, pero era un vinculo muy facil de mantener, una reanimacion harto sencilla. Inferis, en otras palabras. Cadáveres reanimados con magia negra.
"en un lugar como este no deberia de tener problemas....tambien puedo probarlo"
-Aqui estamos. ¿Habias pasado antes por este lugar?
Pregunto en voz baja, de modo conciso.No me gusta alzar la voz en sitios como este, no para cosas que no merecen la pena....
Sabia que este cementerio era, y probablemente aun lo fuese, hogar de vampiros. No tenia problemas con ellos siempre y cuando no intentasen matarme, en ese momento, las cosas podian ponerse feas...y no solo para mi. Casi soy capaz de sentir los susurros de los muertos en mis oidos, diciendo cosas ininteligibles. Este lugar está cargado de material, aunque ya hubiese sido espoliado con anterioridad por otros como nosotros. Es lo que tienen las guerras, llenan cementerios.
-Deberias empezar por intentar restablecer tu habilidad para hacer lo básico. - paseo al lado de una tumba, una particularmente antigua. Levantar muertos y ponerlos a nuestro servicio. No eran muy inteligentes, por no decir que nada, y obedecian exclusivamente a nuestra voluntad y ordenes, pero era un vinculo muy facil de mantener, una reanimacion harto sencilla. Inferis, en otras palabras. Cadáveres reanimados con magia negra.
Los elfos oscuros tenemos un paso ligero, ágil y silencioso, porque dicen que allí debajo el mínimo sonido puede acabar con una cabeza en un lugar que no toca. Pero todo eso son teorías, de libros del mismo tipo que nos describen como alguna subraza de demonio, como si fuéramos poco más que bestias salvajes unidas en una mente colmena, porque por supuesto seguro que también nos confunden con ilícidos. Pero no era tan sencillo como aquella panda de clichés auguraban. Cada elfito tenía sus características. Los habían de inútiles, otros no sabían blandir un arma porque preferían vidas pacíficas, otros eran pardillos como tú y otros eran un poco cojos. Que ese era mi caso. Tras su paso de elefante había uno muy distinto, que iba sucedido en pares más que uno acompasado. En cierta forma recordaba al ritmo de un vals: Tres tiempos. Dos de paso, uno de silencio. Clap, clap, silencio. Clap, clap, silencio.
Iba a recuperar mi pata postiza así me estuviera un mes de visita de vuelta a nuestras cavernas. A Vlossinsrigg le costaba coordinarse conmigo. Pero dejémonos de nimiedades. Tras un chirrido muy acorde a con el ambiente y los dos que íbamos a ocuparlo, pude presenciar, por primera vez en mi vida, un cementerio. Quedé unos instantes en silencio. Todas las tumbas allí ordenadas. Todos los muertos, encerrados. Los drows eran más dados a panteones familiares si es que no me falla la memoria. Esos los que tienen la suerte de tener una familia con tierras. Era la mejor forma de evitar que un nigromante se hiciera un ejército rápido, que es lo que pasaba a veces tras algunos enfrentamientos.
Y allí, en ese suelo, tenía todo el ejército que alguna vez podría haber soñado. Su pregunta me sacó de aquella embriaguez causada por tal bella escena. Podía sentir los espíritus rozarme las mejillas. Los cuerpos ansiar la libertad, ansiar carne, ansiar obedecer a algien que los sacara de un, muchas veces, impuesto descanso eterno. Yo podía… -No he tenido el honor. No es que lleve demasiado merodeando la superfície.- Y mis anteriores intentos habían sido poco más que desastres aborrecibles. -¿Son los humanos tan necios de acumular todos los muertos en un mismo lugar?
No era una pregunta real. Algo retórica. Con una expresión casi de preocupación, más que de gozo. Yo no iba a poder aprovechar tal regalo, pero otros más poderosos podrían hacerse, en cualquier momento, con tal preciado tesoro. Pero, querido Anzus, no puedo negar que una pregunta me corroía por dentro más que cualquier otra. ¿Por qué nadie los había sacado de allí? ¿Es que los nigromantes eran tan necios como para no usar aquello? ¿Por respeto? ¿O habían pocos poderosos? ¿Por qué Matvey no se había quedado un par de guardas personales?
Oh, qué ironías. Me dijo que debía reestablecer aquellas capacidades mías. Alcé las cejas, nuevamente sorprendido por estar tan absorto en cavilaciones. Me acerqué a la tumba y apoyé la guadaña en el suelo mientras me hacía a la idea. -No… No debería ser del todo complicado. Poco más que mover un trozo de carne putrefacta. Hace ya tanto tiempo…- Había abandonado aquellos aires seguros de siempre y hablaba con un deje más profundo. Serio, por muy contrario que fuera a mí. Hice unos giros con Ogrim. Algo parecía revolverse en el aire. Unos dejes que recordaban lo glorioso que había sido el arte en mi pasado. Unas palabras, unos murmullos, breves sílabas en arcano, que tanto sabía pero tanto se me resistían…
Algo empezó a salir mal. Y la magia es una bestia casi indómita, que si no es apaciguada de forma muy conveniente, puede morder con una furia sin igual. Sentí parte de aquella esencia arremolinarse alrededor mía y se convirtió más en una lucha encarnizada por impedir que se volviera en mi contra. Escupí con desprecio algo en mi idioma, -¡Fuera!- y para que me entiendas, tu tan necio en la magia, lo mandé todo a freír espárragos. Conduje lo poco que quedaba de aquella preciada magia hacia el suelo. Y se oyó un crujido, quizás por el impacto de las energías oscuras, quizás porque algo se revolvía allí dentro, o tal vez por mero, despreciable viento.
Con los ojos inyectados en sangre por la frustración me atreví a dirigirme a él. -Ah, patético. Una pérdida de tiempo, ¿No crees? Creo que hace tiempo que la magia me ha declarado la guerra...- Me reí incómodamente como para tranquilizarme. -¿Qué es lo que me falla? ¡Debe tener una explicación lógica!- Pronuncié con vehemencia. Por primera vez me disponía a luchar contra la magia y dominarla incluso si ella no se dejaba someter de forma placentera.
Iba a recuperar mi pata postiza así me estuviera un mes de visita de vuelta a nuestras cavernas. A Vlossinsrigg le costaba coordinarse conmigo. Pero dejémonos de nimiedades. Tras un chirrido muy acorde a con el ambiente y los dos que íbamos a ocuparlo, pude presenciar, por primera vez en mi vida, un cementerio. Quedé unos instantes en silencio. Todas las tumbas allí ordenadas. Todos los muertos, encerrados. Los drows eran más dados a panteones familiares si es que no me falla la memoria. Esos los que tienen la suerte de tener una familia con tierras. Era la mejor forma de evitar que un nigromante se hiciera un ejército rápido, que es lo que pasaba a veces tras algunos enfrentamientos.
Y allí, en ese suelo, tenía todo el ejército que alguna vez podría haber soñado. Su pregunta me sacó de aquella embriaguez causada por tal bella escena. Podía sentir los espíritus rozarme las mejillas. Los cuerpos ansiar la libertad, ansiar carne, ansiar obedecer a algien que los sacara de un, muchas veces, impuesto descanso eterno. Yo podía… -No he tenido el honor. No es que lleve demasiado merodeando la superfície.- Y mis anteriores intentos habían sido poco más que desastres aborrecibles. -¿Son los humanos tan necios de acumular todos los muertos en un mismo lugar?
No era una pregunta real. Algo retórica. Con una expresión casi de preocupación, más que de gozo. Yo no iba a poder aprovechar tal regalo, pero otros más poderosos podrían hacerse, en cualquier momento, con tal preciado tesoro. Pero, querido Anzus, no puedo negar que una pregunta me corroía por dentro más que cualquier otra. ¿Por qué nadie los había sacado de allí? ¿Es que los nigromantes eran tan necios como para no usar aquello? ¿Por respeto? ¿O habían pocos poderosos? ¿Por qué Matvey no se había quedado un par de guardas personales?
Oh, qué ironías. Me dijo que debía reestablecer aquellas capacidades mías. Alcé las cejas, nuevamente sorprendido por estar tan absorto en cavilaciones. Me acerqué a la tumba y apoyé la guadaña en el suelo mientras me hacía a la idea. -No… No debería ser del todo complicado. Poco más que mover un trozo de carne putrefacta. Hace ya tanto tiempo…- Había abandonado aquellos aires seguros de siempre y hablaba con un deje más profundo. Serio, por muy contrario que fuera a mí. Hice unos giros con Ogrim. Algo parecía revolverse en el aire. Unos dejes que recordaban lo glorioso que había sido el arte en mi pasado. Unas palabras, unos murmullos, breves sílabas en arcano, que tanto sabía pero tanto se me resistían…
Algo empezó a salir mal. Y la magia es una bestia casi indómita, que si no es apaciguada de forma muy conveniente, puede morder con una furia sin igual. Sentí parte de aquella esencia arremolinarse alrededor mía y se convirtió más en una lucha encarnizada por impedir que se volviera en mi contra. Escupí con desprecio algo en mi idioma, -¡Fuera!- y para que me entiendas, tu tan necio en la magia, lo mandé todo a freír espárragos. Conduje lo poco que quedaba de aquella preciada magia hacia el suelo. Y se oyó un crujido, quizás por el impacto de las energías oscuras, quizás porque algo se revolvía allí dentro, o tal vez por mero, despreciable viento.
Con los ojos inyectados en sangre por la frustración me atreví a dirigirme a él. -Ah, patético. Una pérdida de tiempo, ¿No crees? Creo que hace tiempo que la magia me ha declarado la guerra...- Me reí incómodamente como para tranquilizarme. -¿Qué es lo que me falla? ¡Debe tener una explicación lógica!- Pronuncié con vehemencia. Por primera vez me disponía a luchar contra la magia y dominarla incluso si ella no se dejaba someter de forma placentera.
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Edad
Nacionalidad
El miembro 'Ilztvyll Arken'rret' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Ataque Mágico' :
'Ataque Mágico' :
Su cojera se me habia hecho mas que evidente gracias a la cadencia de sus pasos. Pero bajo aquellas capas de tela habia algo mas, algo que parecia un eco sordo, un vacío ruidosamente silencioso. No habria podido describir qué era. Una sensacion mia, quiza. Pero...mis sensaciones, no solian ir muy desencaminadas, en cuanto a magia oscura y espiritus se trataban. Sin embargo yo me centraba en el asunto que traiamos entre manos, tratar de descubrir algo antes de tiempo podia no ser beneficioso. Pôdias perderte cosas por el camino.
Tras mi pregunta, me responde de modo conciso, y responde con otra. Casi de modo retorico. Miro a mi interlocutor de modo prolongado y profundo, como si valorase si realmente merece la pena contestarle a eso. Finalmente, mis labios se despegan y segundos despues dejo escapar alguna frase con mi habitual tono de voz grave.
-Qué mas da. Son sólo cuerpos. No les damos tanto miedo como para tener que incinerarlos a todos.
"por no hablar de que no somos lo suficientemente conocidos...."
Observo al drow bajo una nueva perspectiva, ahora parece hasta inseguro. Por sus propias habilidades, tras oir mi propuesta. Mueve su guadaña, murmurando las palabras en arcano adecuadas. Algo en aquel fluido movimiento me parece indicar que efectivamente es alguien que sabe lo que se hace...pero que parece tener problemas. Habla algo que no entiendo, una palabra, y la energia es redirigida al suelo que cruje. Si ha funcionado, lo ha hecho escasamente.
-La magia es una amante caprichosa, no declara la guerra sin más. ¿Tu alma está intacta? -era una pregunta importante. Algunos perdían poder al permitir que se deteriorase en detrimento de tratos poco favorables en ciertos aspectos. Quiza solo fuera cuestion de volver a entrenarse.
Ahora era mi turno. Habia mucha paz en aquel cementerio, pero era momento de perturbarla. Una pequeña muestra de lo que él parecia haber olvidado. No pronuncio palabra alguna, estas pasean por mi mente, y solo habria de decir en voz alta la ultima de ellas, que en la lengua muerta viene a significar "alzaos". Empleo el mismo impetu que el, mis ojos celestes adquieren el brillo propio que los de él tenian de modo casi perpetuo. El iris azulado ocupa hasta el espacio blanco.
"oscuros han sido vuestros ultimos sueños....de duda secreta y temor secreto. Centenares de años han pasado para esperar al juicio final y al terror."
-Alzaos- cierro los ojos, sacando en ese momento el bastón que llevo a la espalda, con el cual golpeo el suelo. Este se agita, estremeciendose. Hilos azulados recorren la tierra y avivan las tumbas, y el suelo comienza a abrirse por doquier. No solo una tumba, si no todas aquellas cercanas a nosotros en varios metros. No iba a levantar a todo el cementerio. Eso...acabaria llamando demasiado la atencion, y alli habian muchisimos muertos.
Los cadaveres empiezan a surgir desde la tierra, y mis ojos vuelven a abrirse clavandose en el drow, con mi baston de madera retorcida aun en la mano. -Domínalos. Están hechos de muerte y la muerte te pertenece, no hay espiritu o trato demoníaco que pueda arrebatarte eso. Si no puedes hacerte con el control de uno, les ordenaré al resto que te entierren con ellos. Quiza al pasar tiempo a su lado des con la clave de por qué se te resiste.
Tras mi pregunta, me responde de modo conciso, y responde con otra. Casi de modo retorico. Miro a mi interlocutor de modo prolongado y profundo, como si valorase si realmente merece la pena contestarle a eso. Finalmente, mis labios se despegan y segundos despues dejo escapar alguna frase con mi habitual tono de voz grave.
-Qué mas da. Son sólo cuerpos. No les damos tanto miedo como para tener que incinerarlos a todos.
"por no hablar de que no somos lo suficientemente conocidos...."
Observo al drow bajo una nueva perspectiva, ahora parece hasta inseguro. Por sus propias habilidades, tras oir mi propuesta. Mueve su guadaña, murmurando las palabras en arcano adecuadas. Algo en aquel fluido movimiento me parece indicar que efectivamente es alguien que sabe lo que se hace...pero que parece tener problemas. Habla algo que no entiendo, una palabra, y la energia es redirigida al suelo que cruje. Si ha funcionado, lo ha hecho escasamente.
-La magia es una amante caprichosa, no declara la guerra sin más. ¿Tu alma está intacta? -era una pregunta importante. Algunos perdían poder al permitir que se deteriorase en detrimento de tratos poco favorables en ciertos aspectos. Quiza solo fuera cuestion de volver a entrenarse.
Ahora era mi turno. Habia mucha paz en aquel cementerio, pero era momento de perturbarla. Una pequeña muestra de lo que él parecia haber olvidado. No pronuncio palabra alguna, estas pasean por mi mente, y solo habria de decir en voz alta la ultima de ellas, que en la lengua muerta viene a significar "alzaos". Empleo el mismo impetu que el, mis ojos celestes adquieren el brillo propio que los de él tenian de modo casi perpetuo. El iris azulado ocupa hasta el espacio blanco.
"oscuros han sido vuestros ultimos sueños....de duda secreta y temor secreto. Centenares de años han pasado para esperar al juicio final y al terror."
-Alzaos- cierro los ojos, sacando en ese momento el bastón que llevo a la espalda, con el cual golpeo el suelo. Este se agita, estremeciendose. Hilos azulados recorren la tierra y avivan las tumbas, y el suelo comienza a abrirse por doquier. No solo una tumba, si no todas aquellas cercanas a nosotros en varios metros. No iba a levantar a todo el cementerio. Eso...acabaria llamando demasiado la atencion, y alli habian muchisimos muertos.
Los cadaveres empiezan a surgir desde la tierra, y mis ojos vuelven a abrirse clavandose en el drow, con mi baston de madera retorcida aun en la mano. -Domínalos. Están hechos de muerte y la muerte te pertenece, no hay espiritu o trato demoníaco que pueda arrebatarte eso. Si no puedes hacerte con el control de uno, les ordenaré al resto que te entierren con ellos. Quiza al pasar tiempo a su lado des con la clave de por qué se te resiste.
Escuché una respuesta que quitaba importancia al hecho de profanar tumbas. Se torció mi gesto en un amago de sonrisa. ¿Me divertía? No me lo preguntes, Anzus. No lo sé. A mi los cuerpos de los muertos de otros me importaban tan poco como los cuerpos de los vivos que los habían enterrado. A mi no se me había muerto nunca nadie. No sabía si así me llegaría a preocupar o no. ¿Qué sentiste tu, enterrador mío, al echarme tierra por encima? ¿Qué harías si me vieras como muerto viviente? ¿O ya lo soy? -Es una pena por ellos, y una bendición para nosotros, ¿No crees?
Pero aquella seguridad se fue disipando al entrar en acción. Mi llamada hacia la magia era casi como un grito agónico ya, le rezaba, le suplicaba que de una vez por todas me obedeciera. Pero no, me fallaba una y otra vez. Obedecía a otros, obedecía a cualquiera menos a mí. Tal idea… Me corroía. Por dentro. Sus palabras, duras, me hicieron cambiar la expresión por una casi inédita en mi. Unos ojos casi tristes, apagados, como si carecieran de aquella ambición que me había acompañado incluso al dar el primer paso en mi vida. Desde que había aprendido a andar deseaba más, y más… Ya me habían quitado una pata, ¿Iba a sucederme lo mismo con la zorra de la magia?
El alma. -¿Hay algún nigromante que pueda presumir de no haberle vendido ni medio centímetro a un diablo?- Le devolví la pregunta con aún otra. Sí. Yo no tenía mucha pureza en esta, intacta… Me habían arrancado un cacho. ¡Pero lo hice por ella! ¡La magia, la estúpida magia! Todo por llegar a lo más hondo de su corazón, ¿Y era así como me lo agradecía? Protestas y otras quejas mentales cesaron en cuanto él me mostró su verdadero poder. Los ojos tenían como un brillo singular, que o tal vez no había reparado antes, o se intensificaba durante el uso de la magia.
Una palabra en la lengua correcta. Una sola palabra, no más necesidad que una mera y estúpida palabra. Sacó su bastón y golpeó el suelo como yo debería haber hecho con Ogrim. Pero la diferencia fue que la magia se expandió no únicamente hacia el suelo inmediato, si no que ocupó otras tumbas… No era para tanto, me insistía. Pero llevaba tanto tiempo sin ver una demostración decente que cada detalle, cada instante, lo analizaba mi mente con una devoción tan detallista que resultaba, de una forma u otra, obsesiva y malsana.
Poco a poco, putrefactas y misérrimas cáscaras que alguna vez tuvieron cuerpos, alzaron sus cuerpos con sus repugnantes olores, con sus trozos medio caídos, con aquello que los definía como muertos y quedaron allí, quitas. Muchos se impresionaban ante una visión así. Yo… Hacía tiempo que no veía un muerto en vida. Anzus, ¿Te acuerdas cuando lo conseguí por primera vez? ¡Qué cara hiciste! La mía de aquel momento tenía una pizca de sonrisa, amarga, como si no pudiera pasar por alto que hacía tiempo que no lograba nada. Que los juegos de la asquerosa magia se habían burlado de mí hasta la fecha.
Iba a superarla. Iba a vencer la magia. Ya no había amor entre nosotros. O al menos, si lo había, estaba acompañado también de odio. Y no iba a dejar que me pisoteara, ni que me burlara. Iba a ser mi puta, mi esclava. La iba a someter y la haría obedecerme… Él, finalmente, se dirigió a mí. La muerte me pertenecía. Apreté con fuerza a Ogrim como si tratara de dar énfasis a sus mismas palabras. Y profirió una amenaza, agresiva, ante la que no pude si no sonreír. -Curiosamente no sería la primera vez que me entierra. Un amigo tuvo la gracia de confundirme con un muerto.- Las ropas emitieron un sonido sordo al girarme hacia uno de ellos. Clavé la guadaña en el suelo y observé al primer muerto que me había cruzado, un trozo de carne arrugado y enjuto, arqueado, que igual hubiera pertenecido a un anciano. No me interesaba ni él, ni su tumba, ni su nombre. Solo necesitaba su cuerpo. Sin más que mis manos al vacío (y priorizando la única que era realmente mía) eché al aire unos cánticos mortecinos en lengua arcana, con una voz poderosa que muy pocas veces tendía a utilizar. No, no iba a fallar. Era la magia y yo, como en los viejos tiempos. No necesitaba aquella estúpida guadaña. De nuevo algo de energía se aglomeró a mi alrededor, en mi mano. Y desde allí apunté con esta al muerto. Poco a poco se fue disipando, como si esta poco a poco ocupara su cuerpo.
Sus ojos brillaban hasta tal punto de resultarme molestos. Con mi sonrisa torcida típica le dirigí unas breves palabras. -Ahora que eres mío, sígueme. Sígueme, pues no tienes más guía que yo en un mundo al cual no perteneces.- Me giré, regresando hacia él, con aquella escoria tras mía, sin mostrar atisbo de desobediencia. Sentía aquella sensación que tanto tiempo anhelaba. Algo me salía bien. El ser miraba al vacío con los ojos perdidos. -Bueno, ¿No parece necesario que me entierren, no?- Pronuncié con falso orgullo mientras recuperaba a Ogrim. Me quedaba un largo camino.
Pero aquella seguridad se fue disipando al entrar en acción. Mi llamada hacia la magia era casi como un grito agónico ya, le rezaba, le suplicaba que de una vez por todas me obedeciera. Pero no, me fallaba una y otra vez. Obedecía a otros, obedecía a cualquiera menos a mí. Tal idea… Me corroía. Por dentro. Sus palabras, duras, me hicieron cambiar la expresión por una casi inédita en mi. Unos ojos casi tristes, apagados, como si carecieran de aquella ambición que me había acompañado incluso al dar el primer paso en mi vida. Desde que había aprendido a andar deseaba más, y más… Ya me habían quitado una pata, ¿Iba a sucederme lo mismo con la zorra de la magia?
El alma. -¿Hay algún nigromante que pueda presumir de no haberle vendido ni medio centímetro a un diablo?- Le devolví la pregunta con aún otra. Sí. Yo no tenía mucha pureza en esta, intacta… Me habían arrancado un cacho. ¡Pero lo hice por ella! ¡La magia, la estúpida magia! Todo por llegar a lo más hondo de su corazón, ¿Y era así como me lo agradecía? Protestas y otras quejas mentales cesaron en cuanto él me mostró su verdadero poder. Los ojos tenían como un brillo singular, que o tal vez no había reparado antes, o se intensificaba durante el uso de la magia.
Una palabra en la lengua correcta. Una sola palabra, no más necesidad que una mera y estúpida palabra. Sacó su bastón y golpeó el suelo como yo debería haber hecho con Ogrim. Pero la diferencia fue que la magia se expandió no únicamente hacia el suelo inmediato, si no que ocupó otras tumbas… No era para tanto, me insistía. Pero llevaba tanto tiempo sin ver una demostración decente que cada detalle, cada instante, lo analizaba mi mente con una devoción tan detallista que resultaba, de una forma u otra, obsesiva y malsana.
Poco a poco, putrefactas y misérrimas cáscaras que alguna vez tuvieron cuerpos, alzaron sus cuerpos con sus repugnantes olores, con sus trozos medio caídos, con aquello que los definía como muertos y quedaron allí, quitas. Muchos se impresionaban ante una visión así. Yo… Hacía tiempo que no veía un muerto en vida. Anzus, ¿Te acuerdas cuando lo conseguí por primera vez? ¡Qué cara hiciste! La mía de aquel momento tenía una pizca de sonrisa, amarga, como si no pudiera pasar por alto que hacía tiempo que no lograba nada. Que los juegos de la asquerosa magia se habían burlado de mí hasta la fecha.
Iba a superarla. Iba a vencer la magia. Ya no había amor entre nosotros. O al menos, si lo había, estaba acompañado también de odio. Y no iba a dejar que me pisoteara, ni que me burlara. Iba a ser mi puta, mi esclava. La iba a someter y la haría obedecerme… Él, finalmente, se dirigió a mí. La muerte me pertenecía. Apreté con fuerza a Ogrim como si tratara de dar énfasis a sus mismas palabras. Y profirió una amenaza, agresiva, ante la que no pude si no sonreír. -Curiosamente no sería la primera vez que me entierra. Un amigo tuvo la gracia de confundirme con un muerto.- Las ropas emitieron un sonido sordo al girarme hacia uno de ellos. Clavé la guadaña en el suelo y observé al primer muerto que me había cruzado, un trozo de carne arrugado y enjuto, arqueado, que igual hubiera pertenecido a un anciano. No me interesaba ni él, ni su tumba, ni su nombre. Solo necesitaba su cuerpo. Sin más que mis manos al vacío (y priorizando la única que era realmente mía) eché al aire unos cánticos mortecinos en lengua arcana, con una voz poderosa que muy pocas veces tendía a utilizar. No, no iba a fallar. Era la magia y yo, como en los viejos tiempos. No necesitaba aquella estúpida guadaña. De nuevo algo de energía se aglomeró a mi alrededor, en mi mano. Y desde allí apunté con esta al muerto. Poco a poco se fue disipando, como si esta poco a poco ocupara su cuerpo.
Sus ojos brillaban hasta tal punto de resultarme molestos. Con mi sonrisa torcida típica le dirigí unas breves palabras. -Ahora que eres mío, sígueme. Sígueme, pues no tienes más guía que yo en un mundo al cual no perteneces.- Me giré, regresando hacia él, con aquella escoria tras mía, sin mostrar atisbo de desobediencia. Sentía aquella sensación que tanto tiempo anhelaba. Algo me salía bien. El ser miraba al vacío con los ojos perdidos. -Bueno, ¿No parece necesario que me entierren, no?- Pronuncié con falso orgullo mientras recuperaba a Ogrim. Me quedaba un largo camino.
Toda aquella parafernalia de sonrisas, altivez y sarcasmos que se gastaba él antes habian desaparecido considerablemente tras su primer intento fallido, mostrando a la persona bajo la mascara. Pero todos tenemos mascaras, y algunos, mas de una, y mas de dos.... la suya no iba a ser una excepcion por supuesto.
Mire a los putrefactos cuerpos alzarse, congregarse alrededor de mi, criaturas sin más voluntad que la mia ahora mismo. ¿Y cual era mi voluntad ahora mismo? Ni yo mismo lo sabia. Pero fuera la que fuera, no era una buena, ni una pacifica, ni una si quiera que fuese a agradar al consejo o a nuestras directrices de no intervencionismo....
Otra pregunta suya en respuesta a una mia. ¿Retórica de nuevo? Sus galimatias....
-No se si tu alma, pero una pierna parece que le vendiste.
Comento de modo oscuro. Habian nigromantes que pudiesen "presumir" si esa es la palabra, de no haber vendido AUN ningun pedazo de su alma a ningun demonio. Las historias estaban llenas de nigromantes que habian sufrindo incidentes de ese tipo, pero no por ello eso te convertia en uno de peor calidad. Quiza al contrario. Expulsé el aire contenido en mis pulmones quedamente, y el ardor gélido de mis ojos se fue disipando como en una neblina azulada.
Tras asegurarme que un amigo suyo lo enterró dandolo por muerto, se gira y se dispone a hacer el trabajo que le he mandado. Esta vez cambia un poco su dinámica, pero acaba lograndolo. Vuelve a mi con el inferi siguiendolo, totalmente bajo su yugo, diciendo que no sera necesario que lo enterremos. Sonrio de lado por un momento y le doy la espalda, paseandome entre mis reanimados.
-Una lástima.
"que hago con vosotros ahora? Mandaros a dormir ahora....no..."
-Las calles en las que te encontré. Decías que podias sentir la muerte allí. Hubo una batalla, murieron soldados. Yo estuve allí, solo al final. Los alcé, combatieron por mi contra los suyos. Aun asi sus máquinas acabaron por resultar...superiores a nosotros. No cabe duda que el metal en estos casos vence a la carne putrefacta.
"Pero hirieron a Jack, y a Jean, y a Catherine."
-Voy a darles uso.
Al poco de revelarle mis intenciones, un oscuro aleteo me hace alzar la mirada. Un cuervo mensajero, se dirige a mi. Elevo mi antebrazo y este se posa con calma sobre éste. Veo entonces un pergamino, con un sello de lacre negro y un peculiar simbolo.
"de la Torre?"
Rodeado de mi particular grupo, desenrollo dicha carta tras romper el sello, leyendo la convocatoria que se nos realiza a ir a Irlanda, pidiendo nuestra presencia. Los asuntos de la Torre de la Alta Hechiceria nunca debian de ser desoídos. Y menos si venian de Fistandantilus. Conocia a ese nigromante, por supuesto. Era uno de los que se debia vigilar estrechamente... y los intereses del Consejo en este caso se habian de ver cumplidos. Un poco hastiado, emito un breve gruñido y le doy la carta a un muerto, que a su vez se la lleva a Ilzt para que la pueda leer. Llevaria a mi "aprendiz" conmigo. El cuervo pasa a mi hombro, bastante tranquilo.
Mire a los putrefactos cuerpos alzarse, congregarse alrededor de mi, criaturas sin más voluntad que la mia ahora mismo. ¿Y cual era mi voluntad ahora mismo? Ni yo mismo lo sabia. Pero fuera la que fuera, no era una buena, ni una pacifica, ni una si quiera que fuese a agradar al consejo o a nuestras directrices de no intervencionismo....
Otra pregunta suya en respuesta a una mia. ¿Retórica de nuevo? Sus galimatias....
-No se si tu alma, pero una pierna parece que le vendiste.
Comento de modo oscuro. Habian nigromantes que pudiesen "presumir" si esa es la palabra, de no haber vendido AUN ningun pedazo de su alma a ningun demonio. Las historias estaban llenas de nigromantes que habian sufrindo incidentes de ese tipo, pero no por ello eso te convertia en uno de peor calidad. Quiza al contrario. Expulsé el aire contenido en mis pulmones quedamente, y el ardor gélido de mis ojos se fue disipando como en una neblina azulada.
Tras asegurarme que un amigo suyo lo enterró dandolo por muerto, se gira y se dispone a hacer el trabajo que le he mandado. Esta vez cambia un poco su dinámica, pero acaba lograndolo. Vuelve a mi con el inferi siguiendolo, totalmente bajo su yugo, diciendo que no sera necesario que lo enterremos. Sonrio de lado por un momento y le doy la espalda, paseandome entre mis reanimados.
-Una lástima.
"que hago con vosotros ahora? Mandaros a dormir ahora....no..."
-Las calles en las que te encontré. Decías que podias sentir la muerte allí. Hubo una batalla, murieron soldados. Yo estuve allí, solo al final. Los alcé, combatieron por mi contra los suyos. Aun asi sus máquinas acabaron por resultar...superiores a nosotros. No cabe duda que el metal en estos casos vence a la carne putrefacta.
"Pero hirieron a Jack, y a Jean, y a Catherine."
-Voy a darles uso.
Al poco de revelarle mis intenciones, un oscuro aleteo me hace alzar la mirada. Un cuervo mensajero, se dirige a mi. Elevo mi antebrazo y este se posa con calma sobre éste. Veo entonces un pergamino, con un sello de lacre negro y un peculiar simbolo.
"de la Torre?"
Rodeado de mi particular grupo, desenrollo dicha carta tras romper el sello, leyendo la convocatoria que se nos realiza a ir a Irlanda, pidiendo nuestra presencia. Los asuntos de la Torre de la Alta Hechiceria nunca debian de ser desoídos. Y menos si venian de Fistandantilus. Conocia a ese nigromante, por supuesto. Era uno de los que se debia vigilar estrechamente... y los intereses del Consejo en este caso se habian de ver cumplidos. Un poco hastiado, emito un breve gruñido y le doy la carta a un muerto, que a su vez se la lleva a Ilzt para que la pueda leer. Llevaria a mi "aprendiz" conmigo. El cuervo pasa a mi hombro, bastante tranquilo.
El viento aullaba con aquellos sonidos tétricos tan típicos del cementerio, que parecían evocar la más tradicional escena de un paisaje romántico. Ese sonido, en apariencia silencioso, que si uno empezaba a oír demasiado tenía aquella corazonada de estar en peligro. ¿Pero qué eran lo que sentían los nigromantes como yo en ocasiones de tal índole? Oh. Pues no estoy seguro. Veía aquella carne moverse alrededor, con una sumisión casi jocosa, con aquella falta de voluntad que tanto caracteriza los inferis. No mucho más que objetos animados. Borracho de aquella sensación tan natural y sana, su pregunta, indirecta malintencionada, me hizo fruncir el ceño. Y de repente la quietud fue interrumpida por una carcajada que más que felicidad, evocaba sencillo vicio, costumbre de proferirlas.
-¿Justamente, una pierna?- Me encogí de hombros con aquella molesta sonrisa allí puesta. -Mucho me temo que la pierna ha sido la única cosa que no he podido intercambiar por nada más útil que la maravillosa experiencia de ser prácticamente devorado por un aboleth.- Y habría muerto de forma mundana y patética si no fuera por un imbécil como tu. El único elfo oscuro de toda la negra Antípoda con vocación de héroe. No sé si lo tuyo fue casualidad o si hubo algo más profundo. Pero, sinceramente, me habría esperado más la ayuda de la misma Lloth que no de otro compañero de raza.
A veces ese rasgo bonachón te hacía hasta gracioso. También es cierto que le veo la gracia incluso a un funeral. Y es que graciosos, lo son un rato. Tantos ritos para meter un trozo carne bajo tierra, que tan sencillamente, podía ser sacado… El suspiro me volvió a sacar de aquella retorcida mente mía, que tendía a irse por senderos equívocos y despistarse con suma facilidad. A mi el rito me había funcionado perfectamente, y ante mi falso intento de demostrar algo de orgullo no tuvo nada mejor que soltar que era una… Pena. Lástima. -Qué ganas de verme morir.- Me encogí nuevamente de hombros. Entonces irrumpió con tal diálogo que parecía imposible que llegara a poder mantener tanto rato, tan dado a frases escuetas. Máquinas, soldados, una lucha…
Sandeces. -La carne no es lo mejor contra el metal, pero no es el único truco que un buen nigromante ha de conocer. Un par de demonios igual hubieran hecho más. Y en un lugar tan basto como lo es la superfície, invocar a uno peligroso no debe ser tan arriesgado para la vida de uno mismo, ¿Me equivoco?- Porque como te saliera algo mal en una caverna los demonios no solían tener más salidas que pasar por encima de un invocador. Y tener aberraciones merodeando las cuevas no era lo mismo que tenerlas en un lugar tan, tan amplio…
Les iba a dar uso. -Oh.- Y otra sonrisa. Iba a correr sangre. O iba a intentarlo, al menos. -Tengo tratos pendientes con ellos, así que no dudaré en aportar a… Gustavo a la contienda.- ¿Porqué Gustavo? Porque me salía de los cojones. Y flap, y flap, y de repente un cuervo en su hombro. Con una carta. Como quien viene a traer el boletín semanal de fútbol. Tras leérsela muy maleducadamente sin decir ni pío, ni se molestó en dármela en mano y puso un sucio inferi de mensajero, mientras él se quedaba con aquella bola de pluma demasiado alegremente.
Se la arrebaté casi con asco al mierdazombi y me la leí, apoyando todo mi peso en la pata buena. Algo de una reunión chunga de nigromantes en una torre para tratar asuntos con portales e… ¡Invocar demonios! -Definitivamente quien quiera que sea el redactor tiene una mente prodigiosa, ¿No te parece?- Dije con medio deje de ironía, intuible pero no del todo cierto. Miré su ejército de inferis con… Algo distinto a la simple admiración. Imperceptible. Algo de envidia. Algo de molestia.
-¿Qué planeas hacer? ¿Iremos a esa torre? ¿Iremos a arreglar tus asuntos personales? ¿Dejaremos que se echen la siesta? Tsssssssssc…- Silbé como un demasiado largo suspiro. Me quité el saco de parafernalia variada de encima y se lo eché por encima a Gustavo, mientras golpeaba con la pata mala un par de veces al suelo, como acostumbrándome a la falta de peso. -Ando más perdido que un desollador mental en un garaje, así que… Bueno, sorpréndeme.
-¿Justamente, una pierna?- Me encogí de hombros con aquella molesta sonrisa allí puesta. -Mucho me temo que la pierna ha sido la única cosa que no he podido intercambiar por nada más útil que la maravillosa experiencia de ser prácticamente devorado por un aboleth.- Y habría muerto de forma mundana y patética si no fuera por un imbécil como tu. El único elfo oscuro de toda la negra Antípoda con vocación de héroe. No sé si lo tuyo fue casualidad o si hubo algo más profundo. Pero, sinceramente, me habría esperado más la ayuda de la misma Lloth que no de otro compañero de raza.
A veces ese rasgo bonachón te hacía hasta gracioso. También es cierto que le veo la gracia incluso a un funeral. Y es que graciosos, lo son un rato. Tantos ritos para meter un trozo carne bajo tierra, que tan sencillamente, podía ser sacado… El suspiro me volvió a sacar de aquella retorcida mente mía, que tendía a irse por senderos equívocos y despistarse con suma facilidad. A mi el rito me había funcionado perfectamente, y ante mi falso intento de demostrar algo de orgullo no tuvo nada mejor que soltar que era una… Pena. Lástima. -Qué ganas de verme morir.- Me encogí nuevamente de hombros. Entonces irrumpió con tal diálogo que parecía imposible que llegara a poder mantener tanto rato, tan dado a frases escuetas. Máquinas, soldados, una lucha…
Sandeces. -La carne no es lo mejor contra el metal, pero no es el único truco que un buen nigromante ha de conocer. Un par de demonios igual hubieran hecho más. Y en un lugar tan basto como lo es la superfície, invocar a uno peligroso no debe ser tan arriesgado para la vida de uno mismo, ¿Me equivoco?- Porque como te saliera algo mal en una caverna los demonios no solían tener más salidas que pasar por encima de un invocador. Y tener aberraciones merodeando las cuevas no era lo mismo que tenerlas en un lugar tan, tan amplio…
Les iba a dar uso. -Oh.- Y otra sonrisa. Iba a correr sangre. O iba a intentarlo, al menos. -Tengo tratos pendientes con ellos, así que no dudaré en aportar a… Gustavo a la contienda.- ¿Porqué Gustavo? Porque me salía de los cojones. Y flap, y flap, y de repente un cuervo en su hombro. Con una carta. Como quien viene a traer el boletín semanal de fútbol. Tras leérsela muy maleducadamente sin decir ni pío, ni se molestó en dármela en mano y puso un sucio inferi de mensajero, mientras él se quedaba con aquella bola de pluma demasiado alegremente.
Se la arrebaté casi con asco al mierdazombi y me la leí, apoyando todo mi peso en la pata buena. Algo de una reunión chunga de nigromantes en una torre para tratar asuntos con portales e… ¡Invocar demonios! -Definitivamente quien quiera que sea el redactor tiene una mente prodigiosa, ¿No te parece?- Dije con medio deje de ironía, intuible pero no del todo cierto. Miré su ejército de inferis con… Algo distinto a la simple admiración. Imperceptible. Algo de envidia. Algo de molestia.
-¿Qué planeas hacer? ¿Iremos a esa torre? ¿Iremos a arreglar tus asuntos personales? ¿Dejaremos que se echen la siesta? Tsssssssssc…- Silbé como un demasiado largo suspiro. Me quité el saco de parafernalia variada de encima y se lo eché por encima a Gustavo, mientras golpeaba con la pata mala un par de veces al suelo, como acostumbrándome a la falta de peso. -Ando más perdido que un desollador mental en un garaje, así que… Bueno, sorpréndeme.
Su carcajada me descoloca un poco. Hacia tiempo que no oia semejantes risotadas, y cuando las habia oido, habian sido producidas por las cuerdas vocales de una mujer, y habian sido la antesala de años de locura. Por eso me descolocó un poco y por unos instantes lo mire raro, pero se me pasó rapido.
-Me gustaria saber...qué es un aboleth.
Lo digo despacio, como con prudencia. No hay nada de malo en reconocer que no sabes qué es algo, y en el fondo de mi corazon, rezaba a alguna deidad maligna para que no se tratase de una criatura relacionada con la nigromancia que yo no conociese, porque eso....eso no me haria quedar bien como portador de mi apellido. Aunque alguien mas optimista lo habria visto por el lado de que ya tenia la oportunida de aportar conocimiento nuevo que ningun otro Rasputín habia aportado antes.
-Vamos. No te hagas el inocente. No habrias muerto realmente.
Así era el humor entre nigromantes. Nosotros nos entendiamos, era lo bueno. Ve a decirle algo asi al tieso de Sean, o al estricto Newton.
-No habria sido peligroso...mas no queria ensuciar los rastros. Al invocar fuerzas demoniacas a este plano de fuerza estimable, habria estado ensuciando las pistas de otro que seguia. No he logrado dar con él.
"quiza deberia informar a sus parientes"
El cuervo de mi hombro alza el vuelo, y yo chasqueo la lengua. Él pregunta, y yo tomo unos segundos para responder.
-Fistandantilus. Un anciano nigromante. De carácter difícil... y muy poderoso. -no era dificil darse cuenta de que no me habia echado las mejores risas de mi vida con ese tipo.
-Arreglaremos mis asuntos personales y luego, la Torre. Asumo que te interesa venir. Acompañemos a los niños para asegurarnos de que llegan bien al cole. -sonrío por vez primera, y no es una sonrisa de estas que caldean el corazon, si no mas bien al contrario. Doy una orden y la horda me sigue, encaminandonos hacia la salida del cementerio.
-Me gustaria saber...qué es un aboleth.
Lo digo despacio, como con prudencia. No hay nada de malo en reconocer que no sabes qué es algo, y en el fondo de mi corazon, rezaba a alguna deidad maligna para que no se tratase de una criatura relacionada con la nigromancia que yo no conociese, porque eso....eso no me haria quedar bien como portador de mi apellido. Aunque alguien mas optimista lo habria visto por el lado de que ya tenia la oportunida de aportar conocimiento nuevo que ningun otro Rasputín habia aportado antes.
-Vamos. No te hagas el inocente. No habrias muerto realmente.
Así era el humor entre nigromantes. Nosotros nos entendiamos, era lo bueno. Ve a decirle algo asi al tieso de Sean, o al estricto Newton.
-No habria sido peligroso...mas no queria ensuciar los rastros. Al invocar fuerzas demoniacas a este plano de fuerza estimable, habria estado ensuciando las pistas de otro que seguia. No he logrado dar con él.
"quiza deberia informar a sus parientes"
El cuervo de mi hombro alza el vuelo, y yo chasqueo la lengua. Él pregunta, y yo tomo unos segundos para responder.
-Fistandantilus. Un anciano nigromante. De carácter difícil... y muy poderoso. -no era dificil darse cuenta de que no me habia echado las mejores risas de mi vida con ese tipo.
-Arreglaremos mis asuntos personales y luego, la Torre. Asumo que te interesa venir. Acompañemos a los niños para asegurarnos de que llegan bien al cole. -sonrío por vez primera, y no es una sonrisa de estas que caldean el corazon, si no mas bien al contrario. Doy una orden y la horda me sigue, encaminandonos hacia la salida del cementerio.
No es que me sorprendieran las miraditas aquellas cuando proferían mi risa característica, más bien las cosechaba y me nutría de desconcertar a bloques de piedra como lo podía ser el gran Matvey. No fue algo largo ni tampoco lo manifestó mucho más allá de una cara rara, de esas que te preguntan que si va todo bien en la cabeza. Pero fue suficiente. Eso, y una pregunta en la que parecía tantear la palabra “aboleth” con su lengua, como si le fuera ajena y distante, como si hablara de un término que se arrepintiera de no conocer.
-¿Un aboleth? Oh. De eso no tenéis en la superfície, ¡Qué pena! Son unas aberraciones de varios metros de largo y alguna que otra tonelada de peso, como peces y pulpos, todo a la vez. Los Primozumosoles de los ilícidos: Igual de brutos en poderes mentales pero con un cuerpo capaz de rebentarte sin siquiera quererlo. Anzus y yo nos llevamos un muy mal recuerdo.- Y me pregunté, al sentir el nombre de Anzus deslizarse por mi boca, si sería correcto preguntarle si sabía algo sobre el desaparecido elfo oscuro.
Pero no supuse que fuera a saber nada. Era una pérdida de tiempo. Y aún peor, no me interesaba que supiera un... ¿Punto débil? ¿No te parece divertido, reina mía, que pueda considerarte un punto débil? ¡A ti! Qué desmadre de vida llevaba. Y luego me venía él pidiendo que no me hiciera el inocente. Sonreí como el más bondadoso de los pichoncitos. -Es que la tierra se mete en las orejas, y da como cosa. Es mejor meter bajo tierra cosas solamente muertas.- Y lo sabía por experiencia: Dura, cruel y asquerosa experiencia. No olvidaría mi entierro. Aquella sensación de resignación que me atormentaba, me avergonzaba.
Aparentemente no tenía reparos en invocar demonios excepto por aquel al que le hacía un seguimiento. Aquel tema tenía su chicha y su substancia… ¿Sabes cuando aprietas un filete y suelta aún algo de sangre? Algo así. -¿Tan interesante es, ese demonio? ¿Qué es lo que lo hace tan especial?- Igual eran sus ojitos, todos los que pudiera tener. Finalmente aquel animalillo se esfumó de la comodidad que había tomado encima suya. Otro tema que me interesaba, aquel hombre definitivamente sabía como hacer algo menos insulsa mi vida. Me dio un nombre y unas breves características sobre nuestro anfitrión.
-¿Poderoso? ¿Y difícil? Oh, esos son los mejores. Allí abajo también los hay, pero por desgracia no es que lleguen a viejos.- Si él temía su poder es que o se equiparaba o le superaba. Eso me hizo pensar que igual… No. Era una estupidez, prefería quedarme con aquel hasta que no tuviera nada más que sacarle. Tenía buen fondo, o al menos no tan malo como los negromantes elfos oscuros. No tenía previsto convertirme en una herramienta de uno más poderoso pudiendo ir lentamente: Iba a sobrevivir más que todos ellos, no me corría prisa.
Pero como él dijo, los niños al cole. -Demos por supuesto que sus padres nos han firmado la autorización, que en esto de las expediciones no todos vuelven a casa.- Me sorprendió su sonrisa y la imité, aunque por primera vez se notaba un detalle algo más triste en ella. No por mí. Mis hermanas eran unas furcias y mis hermanos más o menos algo igual. Pero si lo que había visto en aquella especie de base subterránea era… Lo que había llegado a pensar, en tu caso había mucho más drama. Y con eso en mente, salimos de allí.
-¿Un aboleth? Oh. De eso no tenéis en la superfície, ¡Qué pena! Son unas aberraciones de varios metros de largo y alguna que otra tonelada de peso, como peces y pulpos, todo a la vez. Los Primozumosoles de los ilícidos: Igual de brutos en poderes mentales pero con un cuerpo capaz de rebentarte sin siquiera quererlo. Anzus y yo nos llevamos un muy mal recuerdo.- Y me pregunté, al sentir el nombre de Anzus deslizarse por mi boca, si sería correcto preguntarle si sabía algo sobre el desaparecido elfo oscuro.
Pero no supuse que fuera a saber nada. Era una pérdida de tiempo. Y aún peor, no me interesaba que supiera un... ¿Punto débil? ¿No te parece divertido, reina mía, que pueda considerarte un punto débil? ¡A ti! Qué desmadre de vida llevaba. Y luego me venía él pidiendo que no me hiciera el inocente. Sonreí como el más bondadoso de los pichoncitos. -Es que la tierra se mete en las orejas, y da como cosa. Es mejor meter bajo tierra cosas solamente muertas.- Y lo sabía por experiencia: Dura, cruel y asquerosa experiencia. No olvidaría mi entierro. Aquella sensación de resignación que me atormentaba, me avergonzaba.
Aparentemente no tenía reparos en invocar demonios excepto por aquel al que le hacía un seguimiento. Aquel tema tenía su chicha y su substancia… ¿Sabes cuando aprietas un filete y suelta aún algo de sangre? Algo así. -¿Tan interesante es, ese demonio? ¿Qué es lo que lo hace tan especial?- Igual eran sus ojitos, todos los que pudiera tener. Finalmente aquel animalillo se esfumó de la comodidad que había tomado encima suya. Otro tema que me interesaba, aquel hombre definitivamente sabía como hacer algo menos insulsa mi vida. Me dio un nombre y unas breves características sobre nuestro anfitrión.
-¿Poderoso? ¿Y difícil? Oh, esos son los mejores. Allí abajo también los hay, pero por desgracia no es que lleguen a viejos.- Si él temía su poder es que o se equiparaba o le superaba. Eso me hizo pensar que igual… No. Era una estupidez, prefería quedarme con aquel hasta que no tuviera nada más que sacarle. Tenía buen fondo, o al menos no tan malo como los negromantes elfos oscuros. No tenía previsto convertirme en una herramienta de uno más poderoso pudiendo ir lentamente: Iba a sobrevivir más que todos ellos, no me corría prisa.
Pero como él dijo, los niños al cole. -Demos por supuesto que sus padres nos han firmado la autorización, que en esto de las expediciones no todos vuelven a casa.- Me sorprendió su sonrisa y la imité, aunque por primera vez se notaba un detalle algo más triste en ella. No por mí. Mis hermanas eran unas furcias y mis hermanos más o menos algo igual. Pero si lo que había visto en aquella especie de base subterránea era… Lo que había llegado a pensar, en tu caso había mucho más drama. Y con eso en mente, salimos de allí.
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El mensaje había sido entregado con éxito, sin problemas. Había pensado que era tonto enviar a un espía como mensajero, pero luego del encuentro todo tenía sentido, no se trataba de enviar tan sólo un mensaje, Los Renegados luego de tantas aventuras todavía me tienen a prueba, no pueden confiar en mi del todo. No los culpo. Pero yo en ese instante en el que intercambié información con el contacto, un mago, me quedó claro que cada vez tenía menos posibilidades de ascender entre los subversivos ¿Estaba acaso yo haciendo mal mi papel en todo ese plantel?
Concluida la entrega en la entrada del cementerio, estaba libre de mis deberes, pude comenzar a reflexionar y con cada paso una nueva premisa invadió mi mente. Tal vez sin horizontalidad en una agrupación como lo era esa, no había certezas de estar haciendo lo correcto, la jerarquía asesinaba con su autoridad cualquier destello de verdadera integración grupal en el Movimiento.
"Aunque eso poco puede importar ahora" pensé al mirar al frente, a la lejanía siluetas bípedas se movían "El cementerio parece activo a estas horas ¿Quién lo diría?"
—Y recuerda Nyktagia, no estás en posición de poner más delicada tu situación como recluta; nunca has demostrado verdadera fidelidad, hasta ahora has sido como un colaborador y se te agradece, pero no exijas 'aumentos' entre nosotros— me dijo el más cercano a Johan Black. Yo quedé mudo, mirándole un tanto frustrado pero supe ocultar mis gestos con una sonrisa, algo que me pareció supo leerme en la semblante
Hay recuerdos que uno no sabe dejar atrás, pero los flashbacks son obstáculos y las cosas no parecían muy tranquilas ese día en 'la Casa de los Muertos' a simple vista. Me dispuse a tomar asiento un instante resguardado entre dos monumentos que me cubrían bastante bien; había sido una larga caminata hasta la zona, valdría la pena quedarse expectante a ver si las cosas se podían poner más interesantes de lo que mis ojos divisaban.
"¿Qué cosa tan importante podía tener ese paquete?" llegué a pensar sentado, había tenido la decencia de hacer mi tarea sin echar un vistazo, tal y como me habían pedido, ser mensajero y no mirar.
Concluida la entrega en la entrada del cementerio, estaba libre de mis deberes, pude comenzar a reflexionar y con cada paso una nueva premisa invadió mi mente. Tal vez sin horizontalidad en una agrupación como lo era esa, no había certezas de estar haciendo lo correcto, la jerarquía asesinaba con su autoridad cualquier destello de verdadera integración grupal en el Movimiento.
"Aunque eso poco puede importar ahora" pensé al mirar al frente, a la lejanía siluetas bípedas se movían "El cementerio parece activo a estas horas ¿Quién lo diría?"
—Y recuerda Nyktagia, no estás en posición de poner más delicada tu situación como recluta; nunca has demostrado verdadera fidelidad, hasta ahora has sido como un colaborador y se te agradece, pero no exijas 'aumentos' entre nosotros— me dijo el más cercano a Johan Black. Yo quedé mudo, mirándole un tanto frustrado pero supe ocultar mis gestos con una sonrisa, algo que me pareció supo leerme en la semblante
Hay recuerdos que uno no sabe dejar atrás, pero los flashbacks son obstáculos y las cosas no parecían muy tranquilas ese día en 'la Casa de los Muertos' a simple vista. Me dispuse a tomar asiento un instante resguardado entre dos monumentos que me cubrían bastante bien; había sido una larga caminata hasta la zona, valdría la pena quedarse expectante a ver si las cosas se podían poner más interesantes de lo que mis ojos divisaban.
"¿Qué cosa tan importante podía tener ese paquete?" llegué a pensar sentado, había tenido la decencia de hacer mi tarea sin echar un vistazo, tal y como me habían pedido, ser mensajero y no mirar.
El mensaje de mi compañera de brigada, Mérida, informaba de acontecimientos extraños y bastante graves. Por un lado hablaba de que habíamos perdido a otro compañero de brigada, Benjamin Red, que se comportaba de manera extraña y atacaba a la gente. A Mérida le habían dicho algo de ir a Stonehenge, aunque ella me pidió que viniese aquí directamente. Por otro lado hablaba también de una epidemia de SPM, o síndrome de pérdida de magia. Al menos eso no me afecta, al ser humano, pero sí al resto de amigos. Lykaios comienza a preocuparme, pues lleva días sin dar señales de vida y sin responder a los mensajes de la moneda comunicadora. No suele hacer eso, y menos esconderse si hay tantos problemas. Tampoco se habría perdido la reunión que ha organizado la Alianza, que debe estar teniendo lugar ahora o estar recién finalizada.
Demasiados problemas acumulados en mente, esto de estar desconectado durante tiempo no es bueno para estar al tanto de las novedades. Sin Lykaios no sé cómo podremos solucionar lo de Benjamin, y tampoco sé que pensar de eso de la reunión. Me suena muy raro que quieran una reunión justo ahora, no me da buena espina. Hubiese preferido venir hasta aquí acompañado, pues usando la habilidad de aparición de los magos todo es más rápido. Además, desde que se me estropearon las gafas especiales voy completamente a ciegas (como cualquier invidente), obviando el bastón-katana que utilizo para guiarme, además de mis conocimientos del terreno y el uso del resto de sentidos. Tardo más de lo habitual, pero por fin acabo llegando al cementerio, situado en la periferia de Londres.
El chirriante sonido de la verja metálica mecida por el viento me recibe de la manera más tétrica posible, aunque no temo a cosas de ese tipo, es preferible escuchar sonidos a que se acerque un enemigo silencioso. No sé si Mérida ha llegado ya al lugar, pero si es así ya se encargará ella de localizarme. No ha querido darme más detalles sobre el motivo para citarme aquí, sólo que está relacionado con lo que le sucede a Ben. Espero que no venga a decirme que ese estúpido ha muerto o algo así.
Voy moviendo el bastón por el sendero que tomo, tocando tanto la piedra de las tumbas de los lados como el suelo, cubierto de hojarasca y maleza. Tanto silencio empieza a resultarme molesto, siento como si me fuesen a atacar en cualquier momento. En un momento dado mi bastón acaba rozando algo que no es ni piedra ni suelo ni hojarasca, pues al moverlo hacia un lado me da la sensación de haber tocado algo vivo, aunque todavía no sé si humano o animal. Retrocedo hacia un lado, poniéndome en guardia por lo que pudiese ser.
- Vamos...alégrame el día y dime que no eres un vampiro.
"porque contra un vampiro estoy completamente vendido. ¿Dónde demonios se mete Mérida?"
- O mejor que no sea nada, en cuyo caso sólo pareceré un idiota hablándole a la nada.
Demasiados problemas acumulados en mente, esto de estar desconectado durante tiempo no es bueno para estar al tanto de las novedades. Sin Lykaios no sé cómo podremos solucionar lo de Benjamin, y tampoco sé que pensar de eso de la reunión. Me suena muy raro que quieran una reunión justo ahora, no me da buena espina. Hubiese preferido venir hasta aquí acompañado, pues usando la habilidad de aparición de los magos todo es más rápido. Además, desde que se me estropearon las gafas especiales voy completamente a ciegas (como cualquier invidente), obviando el bastón-katana que utilizo para guiarme, además de mis conocimientos del terreno y el uso del resto de sentidos. Tardo más de lo habitual, pero por fin acabo llegando al cementerio, situado en la periferia de Londres.
El chirriante sonido de la verja metálica mecida por el viento me recibe de la manera más tétrica posible, aunque no temo a cosas de ese tipo, es preferible escuchar sonidos a que se acerque un enemigo silencioso. No sé si Mérida ha llegado ya al lugar, pero si es así ya se encargará ella de localizarme. No ha querido darme más detalles sobre el motivo para citarme aquí, sólo que está relacionado con lo que le sucede a Ben. Espero que no venga a decirme que ese estúpido ha muerto o algo así.
Voy moviendo el bastón por el sendero que tomo, tocando tanto la piedra de las tumbas de los lados como el suelo, cubierto de hojarasca y maleza. Tanto silencio empieza a resultarme molesto, siento como si me fuesen a atacar en cualquier momento. En un momento dado mi bastón acaba rozando algo que no es ni piedra ni suelo ni hojarasca, pues al moverlo hacia un lado me da la sensación de haber tocado algo vivo, aunque todavía no sé si humano o animal. Retrocedo hacia un lado, poniéndome en guardia por lo que pudiese ser.
- Vamos...alégrame el día y dime que no eres un vampiro.
"porque contra un vampiro estoy completamente vendido. ¿Dónde demonios se mete Mérida?"
- O mejor que no sea nada, en cuyo caso sólo pareceré un idiota hablándole a la nada.
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Esos pasos, había escuchado que alguien se acercaba y cada vez más cercanos se habían hecho notar, pero eran cuidadosos, de alguien que sabía pisar. Cuando asomé la vista a observar se trataba de un ciego, ¿un simple ciego? Eso parecía. Llegado cierto momento en sus pisadas presentí que estaba denotando de alguna manera mi presencia , quizá el viento en mi túnica negra delataba mi posición ¿Mi aroma? Pero él me podía notar a mi parecer y llegó a decir algo cuando me tocó. Parecía realmente preocupado así que no tardé en responder:
—Hola, no soy vampiro y hasta donde sé soy buena gente— saludé añadiendo un poco de humor en esas palabras —¿lindo horario para andar en el cementerio, no? o a lo mejor trabajas aquí— se me ocurrió decirle para variar y a ver qué decía, no me puse de pie, me quedé a la espera sentado. Y entonces dejó salir su contestación. Ante su reacción decidí presentarme:
—Me llamo Nyktalgia.
A primera vista no podía ni tenía cómo saber quién era, si venía en duelo por alguien amado o, si trabajaba en la zona. Pero lo importante fue que era un ciego y no uno de esos adolescentes jugando a ser satánicos en la lejanía, punto a favor para mi; podría ofrecerme como escolta bajo la excusa de mantenerlo seguro de los descarriados creyéndose rebeldes por molestar en el cementerio. Sólo dejé que manifestara su situación lo suficiente para ofrecer entrometerme en sus cosas; de alguien que no tiene vista obtener ventajas es fácil, ya lo había hecho en el pasado ¿Qué podía perder?
—Hola, no soy vampiro y hasta donde sé soy buena gente— saludé añadiendo un poco de humor en esas palabras —¿lindo horario para andar en el cementerio, no? o a lo mejor trabajas aquí— se me ocurrió decirle para variar y a ver qué decía, no me puse de pie, me quedé a la espera sentado. Y entonces dejó salir su contestación. Ante su reacción decidí presentarme:
—Me llamo Nyktalgia.
A primera vista no podía ni tenía cómo saber quién era, si venía en duelo por alguien amado o, si trabajaba en la zona. Pero lo importante fue que era un ciego y no uno de esos adolescentes jugando a ser satánicos en la lejanía, punto a favor para mi; podría ofrecerme como escolta bajo la excusa de mantenerlo seguro de los descarriados creyéndose rebeldes por molestar en el cementerio. Sólo dejé que manifestara su situación lo suficiente para ofrecer entrometerme en sus cosas; de alguien que no tiene vista obtener ventajas es fácil, ya lo había hecho en el pasado ¿Qué podía perder?
Resulta que no estoy haciendo el idiota hablando con la nada, pues enseguida me responde una voz que parece ser humana. Ninguna bestia o robot hablaría así, aunque eso tampoco quita que sea un vampiro, pues no hay diferencia en la voz. Tomo el bastón, preparado para desenvainar la katana que lleva dentro si fuese necesario. Su tono de voz y sus palabras no parecen amenazantes, pero la experiencia me ha enseñado a no fiarme de nada, aunque mi instinto no me alerte de peligro. Seguro que ya se ha percatado de mi ceguera, por culpa del bastón. Si lo sabe conoce mi debilidad, por lo que no tiene sentido esconderla.
- ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes. - respondo de manera irónica, dando un pequeño toque en las gafas con el índice. Niego con la cabeza a su pregunta, tal vez me haya tomado por un enterrador. - No, no me gustaría tener este trabajo. Bastante tenemos con vivir en un mundo en guerra como para amargarnos más trabajando aquí. He venido por otros turbios asuntos, ni siquiera yo sé exactamente que me espera aquí. Estoy esperando a mi compañera, pero si tarda comenzaré yo solo a buscar. - Le hago saber que no estaré solo, que si desea atacarme pronto vendrá alguien más. Se presenta él antes de que pueda preguntarle quién, aunque su nombre no me suena, creo que no lo he oído antes. O tal vez sí y no lo recuerdo.
- Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí-.
Bajo mínimamente el bastón del que pretendía sacar la katana, a la espera de respuestas. Por el momento no me acerco más a él, manteniendo cierta distancia hasta estar más seguro. - ¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
- ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes. - respondo de manera irónica, dando un pequeño toque en las gafas con el índice. Niego con la cabeza a su pregunta, tal vez me haya tomado por un enterrador. - No, no me gustaría tener este trabajo. Bastante tenemos con vivir en un mundo en guerra como para amargarnos más trabajando aquí. He venido por otros turbios asuntos, ni siquiera yo sé exactamente que me espera aquí. Estoy esperando a mi compañera, pero si tarda comenzaré yo solo a buscar. - Le hago saber que no estaré solo, que si desea atacarme pronto vendrá alguien más. Se presenta él antes de que pueda preguntarle quién, aunque su nombre no me suena, creo que no lo he oído antes. O tal vez sí y no lo recuerdo.
- Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí-.
Bajo mínimamente el bastón del que pretendía sacar la katana, a la espera de respuestas. Por el momento no me acerco más a él, manteniendo cierta distancia hasta estar más seguro. - ¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
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El sujeto era precavido, sus movimientos y el manejo de la distancia, un poco a lo mejor sus palabras, eso me gustaba ya que me hacía sentir el poder que tenía yo sobre él ¿O era que todo mi razonamiento fugaz se basaba en mis preceptos de lo que era un discapacitado? No importaba, me había gustado el sabor del momento, quería continuar.
— ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes.
— ¡Jajaja! ni me lo imagino— correspondí a su humor, la verdad fue que ese estuvo bueno. Y no estaba del todo solo, si lo que decía era verdad tenía a alguien de su lado cerca del lugar, lo cual era creíble porque, vamos, lo vi completamente ciego; sus cicatrices cerca de los ojos, por más cubiertos que estuviesen, esas las vi, me convencieron de su ceguera sin duda de por medio. Me puse de pie.
— Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí— me pidió identificarme ¿Quién se creía que era en su condición? ¿Podría alguien cómo él ser uno de mis enemigos? Como mucho trabajaba atendiendo llamados. Pero la cosa podría ser divertida, no me negué a jugar con el momento presente.
—Tranquilo, soy un simple hombre visitando sus recuerdos— traté de no decir mucho sobre mi pero él insistió...
—¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
—Visitando el lugar donde se suicidó mi madre; así es, ella vino hasta aquí a suicidarse para permanecer por siempre cerca del hombre que amó— inventé una historia para omitir mi trasfondo con el desconocido, ya suficiente tenía con los sermones dentro de Los Renegados. —Te propongo ser tus ojos un rato, ya he terminado con mi visita y veo que necesitas un poco de apoyo ¿no? Ayudarte es algo que complacería a mi fallecida madre de estar viva, siempre recuerdo sus enseñanzas cuando vengo— le mentí otra vez. Y entonces sí, de esa forma seguramente me revelaría sobre él, algo, o no pero, de verme con la oportunidad de aprovecharme de Imram, no podía titubear.
— ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes.
— ¡Jajaja! ni me lo imagino— correspondí a su humor, la verdad fue que ese estuvo bueno. Y no estaba del todo solo, si lo que decía era verdad tenía a alguien de su lado cerca del lugar, lo cual era creíble porque, vamos, lo vi completamente ciego; sus cicatrices cerca de los ojos, por más cubiertos que estuviesen, esas las vi, me convencieron de su ceguera sin duda de por medio. Me puse de pie.
— Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí— me pidió identificarme ¿Quién se creía que era en su condición? ¿Podría alguien cómo él ser uno de mis enemigos? Como mucho trabajaba atendiendo llamados. Pero la cosa podría ser divertida, no me negué a jugar con el momento presente.
—Tranquilo, soy un simple hombre visitando sus recuerdos— traté de no decir mucho sobre mi pero él insistió...
—¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
—Visitando el lugar donde se suicidó mi madre; así es, ella vino hasta aquí a suicidarse para permanecer por siempre cerca del hombre que amó— inventé una historia para omitir mi trasfondo con el desconocido, ya suficiente tenía con los sermones dentro de Los Renegados. —Te propongo ser tus ojos un rato, ya he terminado con mi visita y veo que necesitas un poco de apoyo ¿no? Ayudarte es algo que complacería a mi fallecida madre de estar viva, siempre recuerdo sus enseñanzas cuando vengo— le mentí otra vez. Y entonces sí, de esa forma seguramente me revelaría sobre él, algo, o no pero, de verme con la oportunidad de aprovecharme de Imram, no podía titubear.
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