Recuerdo del primer mensaje :
Cientos de siglos en alguna de las piedras que componen estas tumbas. Guerras, epidemias... todo se lleva la vida sin piedad con la raza, el color o la condición. La guerra ha dejado numerosas tumbas sin nombre, cada una con su historia. Esta zona puede ser peligrosa, no sería la primera vez que se ve un vampiro por aquí...
Escuché una respuesta que quitaba importancia al hecho de profanar tumbas. Se torció mi gesto en un amago de sonrisa. ¿Me divertía? No me lo preguntes, Anzus. No lo sé. A mi los cuerpos de los muertos de otros me importaban tan poco como los cuerpos de los vivos que los habían enterrado. A mi no se me había muerto nunca nadie. No sabía si así me llegaría a preocupar o no. ¿Qué sentiste tu, enterrador mío, al echarme tierra por encima? ¿Qué harías si me vieras como muerto viviente? ¿O ya lo soy? -Es una pena por ellos, y una bendición para nosotros, ¿No crees?
Pero aquella seguridad se fue disipando al entrar en acción. Mi llamada hacia la magia era casi como un grito agónico ya, le rezaba, le suplicaba que de una vez por todas me obedeciera. Pero no, me fallaba una y otra vez. Obedecía a otros, obedecía a cualquiera menos a mí. Tal idea… Me corroía. Por dentro. Sus palabras, duras, me hicieron cambiar la expresión por una casi inédita en mi. Unos ojos casi tristes, apagados, como si carecieran de aquella ambición que me había acompañado incluso al dar el primer paso en mi vida. Desde que había aprendido a andar deseaba más, y más… Ya me habían quitado una pata, ¿Iba a sucederme lo mismo con la zorra de la magia?
El alma. -¿Hay algún nigromante que pueda presumir de no haberle vendido ni medio centímetro a un diablo?- Le devolví la pregunta con aún otra. Sí. Yo no tenía mucha pureza en esta, intacta… Me habían arrancado un cacho. ¡Pero lo hice por ella! ¡La magia, la estúpida magia! Todo por llegar a lo más hondo de su corazón, ¿Y era así como me lo agradecía? Protestas y otras quejas mentales cesaron en cuanto él me mostró su verdadero poder. Los ojos tenían como un brillo singular, que o tal vez no había reparado antes, o se intensificaba durante el uso de la magia.
Una palabra en la lengua correcta. Una sola palabra, no más necesidad que una mera y estúpida palabra. Sacó su bastón y golpeó el suelo como yo debería haber hecho con Ogrim. Pero la diferencia fue que la magia se expandió no únicamente hacia el suelo inmediato, si no que ocupó otras tumbas… No era para tanto, me insistía. Pero llevaba tanto tiempo sin ver una demostración decente que cada detalle, cada instante, lo analizaba mi mente con una devoción tan detallista que resultaba, de una forma u otra, obsesiva y malsana.
Poco a poco, putrefactas y misérrimas cáscaras que alguna vez tuvieron cuerpos, alzaron sus cuerpos con sus repugnantes olores, con sus trozos medio caídos, con aquello que los definía como muertos y quedaron allí, quitas. Muchos se impresionaban ante una visión así. Yo… Hacía tiempo que no veía un muerto en vida. Anzus, ¿Te acuerdas cuando lo conseguí por primera vez? ¡Qué cara hiciste! La mía de aquel momento tenía una pizca de sonrisa, amarga, como si no pudiera pasar por alto que hacía tiempo que no lograba nada. Que los juegos de la asquerosa magia se habían burlado de mí hasta la fecha.
Iba a superarla. Iba a vencer la magia. Ya no había amor entre nosotros. O al menos, si lo había, estaba acompañado también de odio. Y no iba a dejar que me pisoteara, ni que me burlara. Iba a ser mi puta, mi esclava. La iba a someter y la haría obedecerme… Él, finalmente, se dirigió a mí. La muerte me pertenecía. Apreté con fuerza a Ogrim como si tratara de dar énfasis a sus mismas palabras. Y profirió una amenaza, agresiva, ante la que no pude si no sonreír. -Curiosamente no sería la primera vez que me entierra. Un amigo tuvo la gracia de confundirme con un muerto.- Las ropas emitieron un sonido sordo al girarme hacia uno de ellos. Clavé la guadaña en el suelo y observé al primer muerto que me había cruzado, un trozo de carne arrugado y enjuto, arqueado, que igual hubiera pertenecido a un anciano. No me interesaba ni él, ni su tumba, ni su nombre. Solo necesitaba su cuerpo. Sin más que mis manos al vacío (y priorizando la única que era realmente mía) eché al aire unos cánticos mortecinos en lengua arcana, con una voz poderosa que muy pocas veces tendía a utilizar. No, no iba a fallar. Era la magia y yo, como en los viejos tiempos. No necesitaba aquella estúpida guadaña. De nuevo algo de energía se aglomeró a mi alrededor, en mi mano. Y desde allí apunté con esta al muerto. Poco a poco se fue disipando, como si esta poco a poco ocupara su cuerpo.
Sus ojos brillaban hasta tal punto de resultarme molestos. Con mi sonrisa torcida típica le dirigí unas breves palabras. -Ahora que eres mío, sígueme. Sígueme, pues no tienes más guía que yo en un mundo al cual no perteneces.- Me giré, regresando hacia él, con aquella escoria tras mía, sin mostrar atisbo de desobediencia. Sentía aquella sensación que tanto tiempo anhelaba. Algo me salía bien. El ser miraba al vacío con los ojos perdidos. -Bueno, ¿No parece necesario que me entierren, no?- Pronuncié con falso orgullo mientras recuperaba a Ogrim. Me quedaba un largo camino.
Pero aquella seguridad se fue disipando al entrar en acción. Mi llamada hacia la magia era casi como un grito agónico ya, le rezaba, le suplicaba que de una vez por todas me obedeciera. Pero no, me fallaba una y otra vez. Obedecía a otros, obedecía a cualquiera menos a mí. Tal idea… Me corroía. Por dentro. Sus palabras, duras, me hicieron cambiar la expresión por una casi inédita en mi. Unos ojos casi tristes, apagados, como si carecieran de aquella ambición que me había acompañado incluso al dar el primer paso en mi vida. Desde que había aprendido a andar deseaba más, y más… Ya me habían quitado una pata, ¿Iba a sucederme lo mismo con la zorra de la magia?
El alma. -¿Hay algún nigromante que pueda presumir de no haberle vendido ni medio centímetro a un diablo?- Le devolví la pregunta con aún otra. Sí. Yo no tenía mucha pureza en esta, intacta… Me habían arrancado un cacho. ¡Pero lo hice por ella! ¡La magia, la estúpida magia! Todo por llegar a lo más hondo de su corazón, ¿Y era así como me lo agradecía? Protestas y otras quejas mentales cesaron en cuanto él me mostró su verdadero poder. Los ojos tenían como un brillo singular, que o tal vez no había reparado antes, o se intensificaba durante el uso de la magia.
Una palabra en la lengua correcta. Una sola palabra, no más necesidad que una mera y estúpida palabra. Sacó su bastón y golpeó el suelo como yo debería haber hecho con Ogrim. Pero la diferencia fue que la magia se expandió no únicamente hacia el suelo inmediato, si no que ocupó otras tumbas… No era para tanto, me insistía. Pero llevaba tanto tiempo sin ver una demostración decente que cada detalle, cada instante, lo analizaba mi mente con una devoción tan detallista que resultaba, de una forma u otra, obsesiva y malsana.
Poco a poco, putrefactas y misérrimas cáscaras que alguna vez tuvieron cuerpos, alzaron sus cuerpos con sus repugnantes olores, con sus trozos medio caídos, con aquello que los definía como muertos y quedaron allí, quitas. Muchos se impresionaban ante una visión así. Yo… Hacía tiempo que no veía un muerto en vida. Anzus, ¿Te acuerdas cuando lo conseguí por primera vez? ¡Qué cara hiciste! La mía de aquel momento tenía una pizca de sonrisa, amarga, como si no pudiera pasar por alto que hacía tiempo que no lograba nada. Que los juegos de la asquerosa magia se habían burlado de mí hasta la fecha.
Iba a superarla. Iba a vencer la magia. Ya no había amor entre nosotros. O al menos, si lo había, estaba acompañado también de odio. Y no iba a dejar que me pisoteara, ni que me burlara. Iba a ser mi puta, mi esclava. La iba a someter y la haría obedecerme… Él, finalmente, se dirigió a mí. La muerte me pertenecía. Apreté con fuerza a Ogrim como si tratara de dar énfasis a sus mismas palabras. Y profirió una amenaza, agresiva, ante la que no pude si no sonreír. -Curiosamente no sería la primera vez que me entierra. Un amigo tuvo la gracia de confundirme con un muerto.- Las ropas emitieron un sonido sordo al girarme hacia uno de ellos. Clavé la guadaña en el suelo y observé al primer muerto que me había cruzado, un trozo de carne arrugado y enjuto, arqueado, que igual hubiera pertenecido a un anciano. No me interesaba ni él, ni su tumba, ni su nombre. Solo necesitaba su cuerpo. Sin más que mis manos al vacío (y priorizando la única que era realmente mía) eché al aire unos cánticos mortecinos en lengua arcana, con una voz poderosa que muy pocas veces tendía a utilizar. No, no iba a fallar. Era la magia y yo, como en los viejos tiempos. No necesitaba aquella estúpida guadaña. De nuevo algo de energía se aglomeró a mi alrededor, en mi mano. Y desde allí apunté con esta al muerto. Poco a poco se fue disipando, como si esta poco a poco ocupara su cuerpo.
Sus ojos brillaban hasta tal punto de resultarme molestos. Con mi sonrisa torcida típica le dirigí unas breves palabras. -Ahora que eres mío, sígueme. Sígueme, pues no tienes más guía que yo en un mundo al cual no perteneces.- Me giré, regresando hacia él, con aquella escoria tras mía, sin mostrar atisbo de desobediencia. Sentía aquella sensación que tanto tiempo anhelaba. Algo me salía bien. El ser miraba al vacío con los ojos perdidos. -Bueno, ¿No parece necesario que me entierren, no?- Pronuncié con falso orgullo mientras recuperaba a Ogrim. Me quedaba un largo camino.
Toda aquella parafernalia de sonrisas, altivez y sarcasmos que se gastaba él antes habian desaparecido considerablemente tras su primer intento fallido, mostrando a la persona bajo la mascara. Pero todos tenemos mascaras, y algunos, mas de una, y mas de dos.... la suya no iba a ser una excepcion por supuesto.
Mire a los putrefactos cuerpos alzarse, congregarse alrededor de mi, criaturas sin más voluntad que la mia ahora mismo. ¿Y cual era mi voluntad ahora mismo? Ni yo mismo lo sabia. Pero fuera la que fuera, no era una buena, ni una pacifica, ni una si quiera que fuese a agradar al consejo o a nuestras directrices de no intervencionismo....
Otra pregunta suya en respuesta a una mia. ¿Retórica de nuevo? Sus galimatias....
-No se si tu alma, pero una pierna parece que le vendiste.
Comento de modo oscuro. Habian nigromantes que pudiesen "presumir" si esa es la palabra, de no haber vendido AUN ningun pedazo de su alma a ningun demonio. Las historias estaban llenas de nigromantes que habian sufrindo incidentes de ese tipo, pero no por ello eso te convertia en uno de peor calidad. Quiza al contrario. Expulsé el aire contenido en mis pulmones quedamente, y el ardor gélido de mis ojos se fue disipando como en una neblina azulada.
Tras asegurarme que un amigo suyo lo enterró dandolo por muerto, se gira y se dispone a hacer el trabajo que le he mandado. Esta vez cambia un poco su dinámica, pero acaba lograndolo. Vuelve a mi con el inferi siguiendolo, totalmente bajo su yugo, diciendo que no sera necesario que lo enterremos. Sonrio de lado por un momento y le doy la espalda, paseandome entre mis reanimados.
-Una lástima.
"que hago con vosotros ahora? Mandaros a dormir ahora....no..."
-Las calles en las que te encontré. Decías que podias sentir la muerte allí. Hubo una batalla, murieron soldados. Yo estuve allí, solo al final. Los alcé, combatieron por mi contra los suyos. Aun asi sus máquinas acabaron por resultar...superiores a nosotros. No cabe duda que el metal en estos casos vence a la carne putrefacta.
"Pero hirieron a Jack, y a Jean, y a Catherine."
-Voy a darles uso.
Al poco de revelarle mis intenciones, un oscuro aleteo me hace alzar la mirada. Un cuervo mensajero, se dirige a mi. Elevo mi antebrazo y este se posa con calma sobre éste. Veo entonces un pergamino, con un sello de lacre negro y un peculiar simbolo.
"de la Torre?"
Rodeado de mi particular grupo, desenrollo dicha carta tras romper el sello, leyendo la convocatoria que se nos realiza a ir a Irlanda, pidiendo nuestra presencia. Los asuntos de la Torre de la Alta Hechiceria nunca debian de ser desoídos. Y menos si venian de Fistandantilus. Conocia a ese nigromante, por supuesto. Era uno de los que se debia vigilar estrechamente... y los intereses del Consejo en este caso se habian de ver cumplidos. Un poco hastiado, emito un breve gruñido y le doy la carta a un muerto, que a su vez se la lleva a Ilzt para que la pueda leer. Llevaria a mi "aprendiz" conmigo. El cuervo pasa a mi hombro, bastante tranquilo.
Mire a los putrefactos cuerpos alzarse, congregarse alrededor de mi, criaturas sin más voluntad que la mia ahora mismo. ¿Y cual era mi voluntad ahora mismo? Ni yo mismo lo sabia. Pero fuera la que fuera, no era una buena, ni una pacifica, ni una si quiera que fuese a agradar al consejo o a nuestras directrices de no intervencionismo....
Otra pregunta suya en respuesta a una mia. ¿Retórica de nuevo? Sus galimatias....
-No se si tu alma, pero una pierna parece que le vendiste.
Comento de modo oscuro. Habian nigromantes que pudiesen "presumir" si esa es la palabra, de no haber vendido AUN ningun pedazo de su alma a ningun demonio. Las historias estaban llenas de nigromantes que habian sufrindo incidentes de ese tipo, pero no por ello eso te convertia en uno de peor calidad. Quiza al contrario. Expulsé el aire contenido en mis pulmones quedamente, y el ardor gélido de mis ojos se fue disipando como en una neblina azulada.
Tras asegurarme que un amigo suyo lo enterró dandolo por muerto, se gira y se dispone a hacer el trabajo que le he mandado. Esta vez cambia un poco su dinámica, pero acaba lograndolo. Vuelve a mi con el inferi siguiendolo, totalmente bajo su yugo, diciendo que no sera necesario que lo enterremos. Sonrio de lado por un momento y le doy la espalda, paseandome entre mis reanimados.
-Una lástima.
"que hago con vosotros ahora? Mandaros a dormir ahora....no..."
-Las calles en las que te encontré. Decías que podias sentir la muerte allí. Hubo una batalla, murieron soldados. Yo estuve allí, solo al final. Los alcé, combatieron por mi contra los suyos. Aun asi sus máquinas acabaron por resultar...superiores a nosotros. No cabe duda que el metal en estos casos vence a la carne putrefacta.
"Pero hirieron a Jack, y a Jean, y a Catherine."
-Voy a darles uso.
Al poco de revelarle mis intenciones, un oscuro aleteo me hace alzar la mirada. Un cuervo mensajero, se dirige a mi. Elevo mi antebrazo y este se posa con calma sobre éste. Veo entonces un pergamino, con un sello de lacre negro y un peculiar simbolo.
"de la Torre?"
Rodeado de mi particular grupo, desenrollo dicha carta tras romper el sello, leyendo la convocatoria que se nos realiza a ir a Irlanda, pidiendo nuestra presencia. Los asuntos de la Torre de la Alta Hechiceria nunca debian de ser desoídos. Y menos si venian de Fistandantilus. Conocia a ese nigromante, por supuesto. Era uno de los que se debia vigilar estrechamente... y los intereses del Consejo en este caso se habian de ver cumplidos. Un poco hastiado, emito un breve gruñido y le doy la carta a un muerto, que a su vez se la lleva a Ilzt para que la pueda leer. Llevaria a mi "aprendiz" conmigo. El cuervo pasa a mi hombro, bastante tranquilo.
El viento aullaba con aquellos sonidos tétricos tan típicos del cementerio, que parecían evocar la más tradicional escena de un paisaje romántico. Ese sonido, en apariencia silencioso, que si uno empezaba a oír demasiado tenía aquella corazonada de estar en peligro. ¿Pero qué eran lo que sentían los nigromantes como yo en ocasiones de tal índole? Oh. Pues no estoy seguro. Veía aquella carne moverse alrededor, con una sumisión casi jocosa, con aquella falta de voluntad que tanto caracteriza los inferis. No mucho más que objetos animados. Borracho de aquella sensación tan natural y sana, su pregunta, indirecta malintencionada, me hizo fruncir el ceño. Y de repente la quietud fue interrumpida por una carcajada que más que felicidad, evocaba sencillo vicio, costumbre de proferirlas.
-¿Justamente, una pierna?- Me encogí de hombros con aquella molesta sonrisa allí puesta. -Mucho me temo que la pierna ha sido la única cosa que no he podido intercambiar por nada más útil que la maravillosa experiencia de ser prácticamente devorado por un aboleth.- Y habría muerto de forma mundana y patética si no fuera por un imbécil como tu. El único elfo oscuro de toda la negra Antípoda con vocación de héroe. No sé si lo tuyo fue casualidad o si hubo algo más profundo. Pero, sinceramente, me habría esperado más la ayuda de la misma Lloth que no de otro compañero de raza.
A veces ese rasgo bonachón te hacía hasta gracioso. También es cierto que le veo la gracia incluso a un funeral. Y es que graciosos, lo son un rato. Tantos ritos para meter un trozo carne bajo tierra, que tan sencillamente, podía ser sacado… El suspiro me volvió a sacar de aquella retorcida mente mía, que tendía a irse por senderos equívocos y despistarse con suma facilidad. A mi el rito me había funcionado perfectamente, y ante mi falso intento de demostrar algo de orgullo no tuvo nada mejor que soltar que era una… Pena. Lástima. -Qué ganas de verme morir.- Me encogí nuevamente de hombros. Entonces irrumpió con tal diálogo que parecía imposible que llegara a poder mantener tanto rato, tan dado a frases escuetas. Máquinas, soldados, una lucha…
Sandeces. -La carne no es lo mejor contra el metal, pero no es el único truco que un buen nigromante ha de conocer. Un par de demonios igual hubieran hecho más. Y en un lugar tan basto como lo es la superfície, invocar a uno peligroso no debe ser tan arriesgado para la vida de uno mismo, ¿Me equivoco?- Porque como te saliera algo mal en una caverna los demonios no solían tener más salidas que pasar por encima de un invocador. Y tener aberraciones merodeando las cuevas no era lo mismo que tenerlas en un lugar tan, tan amplio…
Les iba a dar uso. -Oh.- Y otra sonrisa. Iba a correr sangre. O iba a intentarlo, al menos. -Tengo tratos pendientes con ellos, así que no dudaré en aportar a… Gustavo a la contienda.- ¿Porqué Gustavo? Porque me salía de los cojones. Y flap, y flap, y de repente un cuervo en su hombro. Con una carta. Como quien viene a traer el boletín semanal de fútbol. Tras leérsela muy maleducadamente sin decir ni pío, ni se molestó en dármela en mano y puso un sucio inferi de mensajero, mientras él se quedaba con aquella bola de pluma demasiado alegremente.
Se la arrebaté casi con asco al mierdazombi y me la leí, apoyando todo mi peso en la pata buena. Algo de una reunión chunga de nigromantes en una torre para tratar asuntos con portales e… ¡Invocar demonios! -Definitivamente quien quiera que sea el redactor tiene una mente prodigiosa, ¿No te parece?- Dije con medio deje de ironía, intuible pero no del todo cierto. Miré su ejército de inferis con… Algo distinto a la simple admiración. Imperceptible. Algo de envidia. Algo de molestia.
-¿Qué planeas hacer? ¿Iremos a esa torre? ¿Iremos a arreglar tus asuntos personales? ¿Dejaremos que se echen la siesta? Tsssssssssc…- Silbé como un demasiado largo suspiro. Me quité el saco de parafernalia variada de encima y se lo eché por encima a Gustavo, mientras golpeaba con la pata mala un par de veces al suelo, como acostumbrándome a la falta de peso. -Ando más perdido que un desollador mental en un garaje, así que… Bueno, sorpréndeme.
-¿Justamente, una pierna?- Me encogí de hombros con aquella molesta sonrisa allí puesta. -Mucho me temo que la pierna ha sido la única cosa que no he podido intercambiar por nada más útil que la maravillosa experiencia de ser prácticamente devorado por un aboleth.- Y habría muerto de forma mundana y patética si no fuera por un imbécil como tu. El único elfo oscuro de toda la negra Antípoda con vocación de héroe. No sé si lo tuyo fue casualidad o si hubo algo más profundo. Pero, sinceramente, me habría esperado más la ayuda de la misma Lloth que no de otro compañero de raza.
A veces ese rasgo bonachón te hacía hasta gracioso. También es cierto que le veo la gracia incluso a un funeral. Y es que graciosos, lo son un rato. Tantos ritos para meter un trozo carne bajo tierra, que tan sencillamente, podía ser sacado… El suspiro me volvió a sacar de aquella retorcida mente mía, que tendía a irse por senderos equívocos y despistarse con suma facilidad. A mi el rito me había funcionado perfectamente, y ante mi falso intento de demostrar algo de orgullo no tuvo nada mejor que soltar que era una… Pena. Lástima. -Qué ganas de verme morir.- Me encogí nuevamente de hombros. Entonces irrumpió con tal diálogo que parecía imposible que llegara a poder mantener tanto rato, tan dado a frases escuetas. Máquinas, soldados, una lucha…
Sandeces. -La carne no es lo mejor contra el metal, pero no es el único truco que un buen nigromante ha de conocer. Un par de demonios igual hubieran hecho más. Y en un lugar tan basto como lo es la superfície, invocar a uno peligroso no debe ser tan arriesgado para la vida de uno mismo, ¿Me equivoco?- Porque como te saliera algo mal en una caverna los demonios no solían tener más salidas que pasar por encima de un invocador. Y tener aberraciones merodeando las cuevas no era lo mismo que tenerlas en un lugar tan, tan amplio…
Les iba a dar uso. -Oh.- Y otra sonrisa. Iba a correr sangre. O iba a intentarlo, al menos. -Tengo tratos pendientes con ellos, así que no dudaré en aportar a… Gustavo a la contienda.- ¿Porqué Gustavo? Porque me salía de los cojones. Y flap, y flap, y de repente un cuervo en su hombro. Con una carta. Como quien viene a traer el boletín semanal de fútbol. Tras leérsela muy maleducadamente sin decir ni pío, ni se molestó en dármela en mano y puso un sucio inferi de mensajero, mientras él se quedaba con aquella bola de pluma demasiado alegremente.
Se la arrebaté casi con asco al mierdazombi y me la leí, apoyando todo mi peso en la pata buena. Algo de una reunión chunga de nigromantes en una torre para tratar asuntos con portales e… ¡Invocar demonios! -Definitivamente quien quiera que sea el redactor tiene una mente prodigiosa, ¿No te parece?- Dije con medio deje de ironía, intuible pero no del todo cierto. Miré su ejército de inferis con… Algo distinto a la simple admiración. Imperceptible. Algo de envidia. Algo de molestia.
-¿Qué planeas hacer? ¿Iremos a esa torre? ¿Iremos a arreglar tus asuntos personales? ¿Dejaremos que se echen la siesta? Tsssssssssc…- Silbé como un demasiado largo suspiro. Me quité el saco de parafernalia variada de encima y se lo eché por encima a Gustavo, mientras golpeaba con la pata mala un par de veces al suelo, como acostumbrándome a la falta de peso. -Ando más perdido que un desollador mental en un garaje, así que… Bueno, sorpréndeme.
Su carcajada me descoloca un poco. Hacia tiempo que no oia semejantes risotadas, y cuando las habia oido, habian sido producidas por las cuerdas vocales de una mujer, y habian sido la antesala de años de locura. Por eso me descolocó un poco y por unos instantes lo mire raro, pero se me pasó rapido.
-Me gustaria saber...qué es un aboleth.
Lo digo despacio, como con prudencia. No hay nada de malo en reconocer que no sabes qué es algo, y en el fondo de mi corazon, rezaba a alguna deidad maligna para que no se tratase de una criatura relacionada con la nigromancia que yo no conociese, porque eso....eso no me haria quedar bien como portador de mi apellido. Aunque alguien mas optimista lo habria visto por el lado de que ya tenia la oportunida de aportar conocimiento nuevo que ningun otro Rasputín habia aportado antes.
-Vamos. No te hagas el inocente. No habrias muerto realmente.
Así era el humor entre nigromantes. Nosotros nos entendiamos, era lo bueno. Ve a decirle algo asi al tieso de Sean, o al estricto Newton.
-No habria sido peligroso...mas no queria ensuciar los rastros. Al invocar fuerzas demoniacas a este plano de fuerza estimable, habria estado ensuciando las pistas de otro que seguia. No he logrado dar con él.
"quiza deberia informar a sus parientes"
El cuervo de mi hombro alza el vuelo, y yo chasqueo la lengua. Él pregunta, y yo tomo unos segundos para responder.
-Fistandantilus. Un anciano nigromante. De carácter difícil... y muy poderoso. -no era dificil darse cuenta de que no me habia echado las mejores risas de mi vida con ese tipo.
-Arreglaremos mis asuntos personales y luego, la Torre. Asumo que te interesa venir. Acompañemos a los niños para asegurarnos de que llegan bien al cole. -sonrío por vez primera, y no es una sonrisa de estas que caldean el corazon, si no mas bien al contrario. Doy una orden y la horda me sigue, encaminandonos hacia la salida del cementerio.
-Me gustaria saber...qué es un aboleth.
Lo digo despacio, como con prudencia. No hay nada de malo en reconocer que no sabes qué es algo, y en el fondo de mi corazon, rezaba a alguna deidad maligna para que no se tratase de una criatura relacionada con la nigromancia que yo no conociese, porque eso....eso no me haria quedar bien como portador de mi apellido. Aunque alguien mas optimista lo habria visto por el lado de que ya tenia la oportunida de aportar conocimiento nuevo que ningun otro Rasputín habia aportado antes.
-Vamos. No te hagas el inocente. No habrias muerto realmente.
Así era el humor entre nigromantes. Nosotros nos entendiamos, era lo bueno. Ve a decirle algo asi al tieso de Sean, o al estricto Newton.
-No habria sido peligroso...mas no queria ensuciar los rastros. Al invocar fuerzas demoniacas a este plano de fuerza estimable, habria estado ensuciando las pistas de otro que seguia. No he logrado dar con él.
"quiza deberia informar a sus parientes"
El cuervo de mi hombro alza el vuelo, y yo chasqueo la lengua. Él pregunta, y yo tomo unos segundos para responder.
-Fistandantilus. Un anciano nigromante. De carácter difícil... y muy poderoso. -no era dificil darse cuenta de que no me habia echado las mejores risas de mi vida con ese tipo.
-Arreglaremos mis asuntos personales y luego, la Torre. Asumo que te interesa venir. Acompañemos a los niños para asegurarnos de que llegan bien al cole. -sonrío por vez primera, y no es una sonrisa de estas que caldean el corazon, si no mas bien al contrario. Doy una orden y la horda me sigue, encaminandonos hacia la salida del cementerio.
No es que me sorprendieran las miraditas aquellas cuando proferían mi risa característica, más bien las cosechaba y me nutría de desconcertar a bloques de piedra como lo podía ser el gran Matvey. No fue algo largo ni tampoco lo manifestó mucho más allá de una cara rara, de esas que te preguntan que si va todo bien en la cabeza. Pero fue suficiente. Eso, y una pregunta en la que parecía tantear la palabra “aboleth” con su lengua, como si le fuera ajena y distante, como si hablara de un término que se arrepintiera de no conocer.
-¿Un aboleth? Oh. De eso no tenéis en la superfície, ¡Qué pena! Son unas aberraciones de varios metros de largo y alguna que otra tonelada de peso, como peces y pulpos, todo a la vez. Los Primozumosoles de los ilícidos: Igual de brutos en poderes mentales pero con un cuerpo capaz de rebentarte sin siquiera quererlo. Anzus y yo nos llevamos un muy mal recuerdo.- Y me pregunté, al sentir el nombre de Anzus deslizarse por mi boca, si sería correcto preguntarle si sabía algo sobre el desaparecido elfo oscuro.
Pero no supuse que fuera a saber nada. Era una pérdida de tiempo. Y aún peor, no me interesaba que supiera un... ¿Punto débil? ¿No te parece divertido, reina mía, que pueda considerarte un punto débil? ¡A ti! Qué desmadre de vida llevaba. Y luego me venía él pidiendo que no me hiciera el inocente. Sonreí como el más bondadoso de los pichoncitos. -Es que la tierra se mete en las orejas, y da como cosa. Es mejor meter bajo tierra cosas solamente muertas.- Y lo sabía por experiencia: Dura, cruel y asquerosa experiencia. No olvidaría mi entierro. Aquella sensación de resignación que me atormentaba, me avergonzaba.
Aparentemente no tenía reparos en invocar demonios excepto por aquel al que le hacía un seguimiento. Aquel tema tenía su chicha y su substancia… ¿Sabes cuando aprietas un filete y suelta aún algo de sangre? Algo así. -¿Tan interesante es, ese demonio? ¿Qué es lo que lo hace tan especial?- Igual eran sus ojitos, todos los que pudiera tener. Finalmente aquel animalillo se esfumó de la comodidad que había tomado encima suya. Otro tema que me interesaba, aquel hombre definitivamente sabía como hacer algo menos insulsa mi vida. Me dio un nombre y unas breves características sobre nuestro anfitrión.
-¿Poderoso? ¿Y difícil? Oh, esos son los mejores. Allí abajo también los hay, pero por desgracia no es que lleguen a viejos.- Si él temía su poder es que o se equiparaba o le superaba. Eso me hizo pensar que igual… No. Era una estupidez, prefería quedarme con aquel hasta que no tuviera nada más que sacarle. Tenía buen fondo, o al menos no tan malo como los negromantes elfos oscuros. No tenía previsto convertirme en una herramienta de uno más poderoso pudiendo ir lentamente: Iba a sobrevivir más que todos ellos, no me corría prisa.
Pero como él dijo, los niños al cole. -Demos por supuesto que sus padres nos han firmado la autorización, que en esto de las expediciones no todos vuelven a casa.- Me sorprendió su sonrisa y la imité, aunque por primera vez se notaba un detalle algo más triste en ella. No por mí. Mis hermanas eran unas furcias y mis hermanos más o menos algo igual. Pero si lo que había visto en aquella especie de base subterránea era… Lo que había llegado a pensar, en tu caso había mucho más drama. Y con eso en mente, salimos de allí.
-¿Un aboleth? Oh. De eso no tenéis en la superfície, ¡Qué pena! Son unas aberraciones de varios metros de largo y alguna que otra tonelada de peso, como peces y pulpos, todo a la vez. Los Primozumosoles de los ilícidos: Igual de brutos en poderes mentales pero con un cuerpo capaz de rebentarte sin siquiera quererlo. Anzus y yo nos llevamos un muy mal recuerdo.- Y me pregunté, al sentir el nombre de Anzus deslizarse por mi boca, si sería correcto preguntarle si sabía algo sobre el desaparecido elfo oscuro.
Pero no supuse que fuera a saber nada. Era una pérdida de tiempo. Y aún peor, no me interesaba que supiera un... ¿Punto débil? ¿No te parece divertido, reina mía, que pueda considerarte un punto débil? ¡A ti! Qué desmadre de vida llevaba. Y luego me venía él pidiendo que no me hiciera el inocente. Sonreí como el más bondadoso de los pichoncitos. -Es que la tierra se mete en las orejas, y da como cosa. Es mejor meter bajo tierra cosas solamente muertas.- Y lo sabía por experiencia: Dura, cruel y asquerosa experiencia. No olvidaría mi entierro. Aquella sensación de resignación que me atormentaba, me avergonzaba.
Aparentemente no tenía reparos en invocar demonios excepto por aquel al que le hacía un seguimiento. Aquel tema tenía su chicha y su substancia… ¿Sabes cuando aprietas un filete y suelta aún algo de sangre? Algo así. -¿Tan interesante es, ese demonio? ¿Qué es lo que lo hace tan especial?- Igual eran sus ojitos, todos los que pudiera tener. Finalmente aquel animalillo se esfumó de la comodidad que había tomado encima suya. Otro tema que me interesaba, aquel hombre definitivamente sabía como hacer algo menos insulsa mi vida. Me dio un nombre y unas breves características sobre nuestro anfitrión.
-¿Poderoso? ¿Y difícil? Oh, esos son los mejores. Allí abajo también los hay, pero por desgracia no es que lleguen a viejos.- Si él temía su poder es que o se equiparaba o le superaba. Eso me hizo pensar que igual… No. Era una estupidez, prefería quedarme con aquel hasta que no tuviera nada más que sacarle. Tenía buen fondo, o al menos no tan malo como los negromantes elfos oscuros. No tenía previsto convertirme en una herramienta de uno más poderoso pudiendo ir lentamente: Iba a sobrevivir más que todos ellos, no me corría prisa.
Pero como él dijo, los niños al cole. -Demos por supuesto que sus padres nos han firmado la autorización, que en esto de las expediciones no todos vuelven a casa.- Me sorprendió su sonrisa y la imité, aunque por primera vez se notaba un detalle algo más triste en ella. No por mí. Mis hermanas eran unas furcias y mis hermanos más o menos algo igual. Pero si lo que había visto en aquella especie de base subterránea era… Lo que había llegado a pensar, en tu caso había mucho más drama. Y con eso en mente, salimos de allí.
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El mensaje había sido entregado con éxito, sin problemas. Había pensado que era tonto enviar a un espía como mensajero, pero luego del encuentro todo tenía sentido, no se trataba de enviar tan sólo un mensaje, Los Renegados luego de tantas aventuras todavía me tienen a prueba, no pueden confiar en mi del todo. No los culpo. Pero yo en ese instante en el que intercambié información con el contacto, un mago, me quedó claro que cada vez tenía menos posibilidades de ascender entre los subversivos ¿Estaba acaso yo haciendo mal mi papel en todo ese plantel?
Concluida la entrega en la entrada del cementerio, estaba libre de mis deberes, pude comenzar a reflexionar y con cada paso una nueva premisa invadió mi mente. Tal vez sin horizontalidad en una agrupación como lo era esa, no había certezas de estar haciendo lo correcto, la jerarquía asesinaba con su autoridad cualquier destello de verdadera integración grupal en el Movimiento.
"Aunque eso poco puede importar ahora" pensé al mirar al frente, a la lejanía siluetas bípedas se movían "El cementerio parece activo a estas horas ¿Quién lo diría?"
—Y recuerda Nyktagia, no estás en posición de poner más delicada tu situación como recluta; nunca has demostrado verdadera fidelidad, hasta ahora has sido como un colaborador y se te agradece, pero no exijas 'aumentos' entre nosotros— me dijo el más cercano a Johan Black. Yo quedé mudo, mirándole un tanto frustrado pero supe ocultar mis gestos con una sonrisa, algo que me pareció supo leerme en la semblante
Hay recuerdos que uno no sabe dejar atrás, pero los flashbacks son obstáculos y las cosas no parecían muy tranquilas ese día en 'la Casa de los Muertos' a simple vista. Me dispuse a tomar asiento un instante resguardado entre dos monumentos que me cubrían bastante bien; había sido una larga caminata hasta la zona, valdría la pena quedarse expectante a ver si las cosas se podían poner más interesantes de lo que mis ojos divisaban.
"¿Qué cosa tan importante podía tener ese paquete?" llegué a pensar sentado, había tenido la decencia de hacer mi tarea sin echar un vistazo, tal y como me habían pedido, ser mensajero y no mirar.
Concluida la entrega en la entrada del cementerio, estaba libre de mis deberes, pude comenzar a reflexionar y con cada paso una nueva premisa invadió mi mente. Tal vez sin horizontalidad en una agrupación como lo era esa, no había certezas de estar haciendo lo correcto, la jerarquía asesinaba con su autoridad cualquier destello de verdadera integración grupal en el Movimiento.
"Aunque eso poco puede importar ahora" pensé al mirar al frente, a la lejanía siluetas bípedas se movían "El cementerio parece activo a estas horas ¿Quién lo diría?"
—Y recuerda Nyktagia, no estás en posición de poner más delicada tu situación como recluta; nunca has demostrado verdadera fidelidad, hasta ahora has sido como un colaborador y se te agradece, pero no exijas 'aumentos' entre nosotros— me dijo el más cercano a Johan Black. Yo quedé mudo, mirándole un tanto frustrado pero supe ocultar mis gestos con una sonrisa, algo que me pareció supo leerme en la semblante
Hay recuerdos que uno no sabe dejar atrás, pero los flashbacks son obstáculos y las cosas no parecían muy tranquilas ese día en 'la Casa de los Muertos' a simple vista. Me dispuse a tomar asiento un instante resguardado entre dos monumentos que me cubrían bastante bien; había sido una larga caminata hasta la zona, valdría la pena quedarse expectante a ver si las cosas se podían poner más interesantes de lo que mis ojos divisaban.
"¿Qué cosa tan importante podía tener ese paquete?" llegué a pensar sentado, había tenido la decencia de hacer mi tarea sin echar un vistazo, tal y como me habían pedido, ser mensajero y no mirar.
El mensaje de mi compañera de brigada, Mérida, informaba de acontecimientos extraños y bastante graves. Por un lado hablaba de que habíamos perdido a otro compañero de brigada, Benjamin Red, que se comportaba de manera extraña y atacaba a la gente. A Mérida le habían dicho algo de ir a Stonehenge, aunque ella me pidió que viniese aquí directamente. Por otro lado hablaba también de una epidemia de SPM, o síndrome de pérdida de magia. Al menos eso no me afecta, al ser humano, pero sí al resto de amigos. Lykaios comienza a preocuparme, pues lleva días sin dar señales de vida y sin responder a los mensajes de la moneda comunicadora. No suele hacer eso, y menos esconderse si hay tantos problemas. Tampoco se habría perdido la reunión que ha organizado la Alianza, que debe estar teniendo lugar ahora o estar recién finalizada.
Demasiados problemas acumulados en mente, esto de estar desconectado durante tiempo no es bueno para estar al tanto de las novedades. Sin Lykaios no sé cómo podremos solucionar lo de Benjamin, y tampoco sé que pensar de eso de la reunión. Me suena muy raro que quieran una reunión justo ahora, no me da buena espina. Hubiese preferido venir hasta aquí acompañado, pues usando la habilidad de aparición de los magos todo es más rápido. Además, desde que se me estropearon las gafas especiales voy completamente a ciegas (como cualquier invidente), obviando el bastón-katana que utilizo para guiarme, además de mis conocimientos del terreno y el uso del resto de sentidos. Tardo más de lo habitual, pero por fin acabo llegando al cementerio, situado en la periferia de Londres.
El chirriante sonido de la verja metálica mecida por el viento me recibe de la manera más tétrica posible, aunque no temo a cosas de ese tipo, es preferible escuchar sonidos a que se acerque un enemigo silencioso. No sé si Mérida ha llegado ya al lugar, pero si es así ya se encargará ella de localizarme. No ha querido darme más detalles sobre el motivo para citarme aquí, sólo que está relacionado con lo que le sucede a Ben. Espero que no venga a decirme que ese estúpido ha muerto o algo así.
Voy moviendo el bastón por el sendero que tomo, tocando tanto la piedra de las tumbas de los lados como el suelo, cubierto de hojarasca y maleza. Tanto silencio empieza a resultarme molesto, siento como si me fuesen a atacar en cualquier momento. En un momento dado mi bastón acaba rozando algo que no es ni piedra ni suelo ni hojarasca, pues al moverlo hacia un lado me da la sensación de haber tocado algo vivo, aunque todavía no sé si humano o animal. Retrocedo hacia un lado, poniéndome en guardia por lo que pudiese ser.
- Vamos...alégrame el día y dime que no eres un vampiro.
"porque contra un vampiro estoy completamente vendido. ¿Dónde demonios se mete Mérida?"
- O mejor que no sea nada, en cuyo caso sólo pareceré un idiota hablándole a la nada.
Demasiados problemas acumulados en mente, esto de estar desconectado durante tiempo no es bueno para estar al tanto de las novedades. Sin Lykaios no sé cómo podremos solucionar lo de Benjamin, y tampoco sé que pensar de eso de la reunión. Me suena muy raro que quieran una reunión justo ahora, no me da buena espina. Hubiese preferido venir hasta aquí acompañado, pues usando la habilidad de aparición de los magos todo es más rápido. Además, desde que se me estropearon las gafas especiales voy completamente a ciegas (como cualquier invidente), obviando el bastón-katana que utilizo para guiarme, además de mis conocimientos del terreno y el uso del resto de sentidos. Tardo más de lo habitual, pero por fin acabo llegando al cementerio, situado en la periferia de Londres.
El chirriante sonido de la verja metálica mecida por el viento me recibe de la manera más tétrica posible, aunque no temo a cosas de ese tipo, es preferible escuchar sonidos a que se acerque un enemigo silencioso. No sé si Mérida ha llegado ya al lugar, pero si es así ya se encargará ella de localizarme. No ha querido darme más detalles sobre el motivo para citarme aquí, sólo que está relacionado con lo que le sucede a Ben. Espero que no venga a decirme que ese estúpido ha muerto o algo así.
Voy moviendo el bastón por el sendero que tomo, tocando tanto la piedra de las tumbas de los lados como el suelo, cubierto de hojarasca y maleza. Tanto silencio empieza a resultarme molesto, siento como si me fuesen a atacar en cualquier momento. En un momento dado mi bastón acaba rozando algo que no es ni piedra ni suelo ni hojarasca, pues al moverlo hacia un lado me da la sensación de haber tocado algo vivo, aunque todavía no sé si humano o animal. Retrocedo hacia un lado, poniéndome en guardia por lo que pudiese ser.
- Vamos...alégrame el día y dime que no eres un vampiro.
"porque contra un vampiro estoy completamente vendido. ¿Dónde demonios se mete Mérida?"
- O mejor que no sea nada, en cuyo caso sólo pareceré un idiota hablándole a la nada.
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Esos pasos, había escuchado que alguien se acercaba y cada vez más cercanos se habían hecho notar, pero eran cuidadosos, de alguien que sabía pisar. Cuando asomé la vista a observar se trataba de un ciego, ¿un simple ciego? Eso parecía. Llegado cierto momento en sus pisadas presentí que estaba denotando de alguna manera mi presencia , quizá el viento en mi túnica negra delataba mi posición ¿Mi aroma? Pero él me podía notar a mi parecer y llegó a decir algo cuando me tocó. Parecía realmente preocupado así que no tardé en responder:
—Hola, no soy vampiro y hasta donde sé soy buena gente— saludé añadiendo un poco de humor en esas palabras —¿lindo horario para andar en el cementerio, no? o a lo mejor trabajas aquí— se me ocurrió decirle para variar y a ver qué decía, no me puse de pie, me quedé a la espera sentado. Y entonces dejó salir su contestación. Ante su reacción decidí presentarme:
—Me llamo Nyktalgia.
A primera vista no podía ni tenía cómo saber quién era, si venía en duelo por alguien amado o, si trabajaba en la zona. Pero lo importante fue que era un ciego y no uno de esos adolescentes jugando a ser satánicos en la lejanía, punto a favor para mi; podría ofrecerme como escolta bajo la excusa de mantenerlo seguro de los descarriados creyéndose rebeldes por molestar en el cementerio. Sólo dejé que manifestara su situación lo suficiente para ofrecer entrometerme en sus cosas; de alguien que no tiene vista obtener ventajas es fácil, ya lo había hecho en el pasado ¿Qué podía perder?
—Hola, no soy vampiro y hasta donde sé soy buena gente— saludé añadiendo un poco de humor en esas palabras —¿lindo horario para andar en el cementerio, no? o a lo mejor trabajas aquí— se me ocurrió decirle para variar y a ver qué decía, no me puse de pie, me quedé a la espera sentado. Y entonces dejó salir su contestación. Ante su reacción decidí presentarme:
—Me llamo Nyktalgia.
A primera vista no podía ni tenía cómo saber quién era, si venía en duelo por alguien amado o, si trabajaba en la zona. Pero lo importante fue que era un ciego y no uno de esos adolescentes jugando a ser satánicos en la lejanía, punto a favor para mi; podría ofrecerme como escolta bajo la excusa de mantenerlo seguro de los descarriados creyéndose rebeldes por molestar en el cementerio. Sólo dejé que manifestara su situación lo suficiente para ofrecer entrometerme en sus cosas; de alguien que no tiene vista obtener ventajas es fácil, ya lo había hecho en el pasado ¿Qué podía perder?
Resulta que no estoy haciendo el idiota hablando con la nada, pues enseguida me responde una voz que parece ser humana. Ninguna bestia o robot hablaría así, aunque eso tampoco quita que sea un vampiro, pues no hay diferencia en la voz. Tomo el bastón, preparado para desenvainar la katana que lleva dentro si fuese necesario. Su tono de voz y sus palabras no parecen amenazantes, pero la experiencia me ha enseñado a no fiarme de nada, aunque mi instinto no me alerte de peligro. Seguro que ya se ha percatado de mi ceguera, por culpa del bastón. Si lo sabe conoce mi debilidad, por lo que no tiene sentido esconderla.
- ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes. - respondo de manera irónica, dando un pequeño toque en las gafas con el índice. Niego con la cabeza a su pregunta, tal vez me haya tomado por un enterrador. - No, no me gustaría tener este trabajo. Bastante tenemos con vivir en un mundo en guerra como para amargarnos más trabajando aquí. He venido por otros turbios asuntos, ni siquiera yo sé exactamente que me espera aquí. Estoy esperando a mi compañera, pero si tarda comenzaré yo solo a buscar. - Le hago saber que no estaré solo, que si desea atacarme pronto vendrá alguien más. Se presenta él antes de que pueda preguntarle quién, aunque su nombre no me suena, creo que no lo he oído antes. O tal vez sí y no lo recuerdo.
- Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí-.
Bajo mínimamente el bastón del que pretendía sacar la katana, a la espera de respuestas. Por el momento no me acerco más a él, manteniendo cierta distancia hasta estar más seguro. - ¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
- ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes. - respondo de manera irónica, dando un pequeño toque en las gafas con el índice. Niego con la cabeza a su pregunta, tal vez me haya tomado por un enterrador. - No, no me gustaría tener este trabajo. Bastante tenemos con vivir en un mundo en guerra como para amargarnos más trabajando aquí. He venido por otros turbios asuntos, ni siquiera yo sé exactamente que me espera aquí. Estoy esperando a mi compañera, pero si tarda comenzaré yo solo a buscar. - Le hago saber que no estaré solo, que si desea atacarme pronto vendrá alguien más. Se presenta él antes de que pueda preguntarle quién, aunque su nombre no me suena, creo que no lo he oído antes. O tal vez sí y no lo recuerdo.
- Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí-.
Bajo mínimamente el bastón del que pretendía sacar la katana, a la espera de respuestas. Por el momento no me acerco más a él, manteniendo cierta distancia hasta estar más seguro. - ¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
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El sujeto era precavido, sus movimientos y el manejo de la distancia, un poco a lo mejor sus palabras, eso me gustaba ya que me hacía sentir el poder que tenía yo sobre él ¿O era que todo mi razonamiento fugaz se basaba en mis preceptos de lo que era un discapacitado? No importaba, me había gustado el sabor del momento, quería continuar.
— ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes.
— ¡Jajaja! ni me lo imagino— correspondí a su humor, la verdad fue que ese estuvo bueno. Y no estaba del todo solo, si lo que decía era verdad tenía a alguien de su lado cerca del lugar, lo cual era creíble porque, vamos, lo vi completamente ciego; sus cicatrices cerca de los ojos, por más cubiertos que estuviesen, esas las vi, me convencieron de su ceguera sin duda de por medio. Me puse de pie.
— Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí— me pidió identificarme ¿Quién se creía que era en su condición? ¿Podría alguien cómo él ser uno de mis enemigos? Como mucho trabajaba atendiendo llamados. Pero la cosa podría ser divertida, no me negué a jugar con el momento presente.
—Tranquilo, soy un simple hombre visitando sus recuerdos— traté de no decir mucho sobre mi pero él insistió...
—¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
—Visitando el lugar donde se suicidó mi madre; así es, ella vino hasta aquí a suicidarse para permanecer por siempre cerca del hombre que amó— inventé una historia para omitir mi trasfondo con el desconocido, ya suficiente tenía con los sermones dentro de Los Renegados. —Te propongo ser tus ojos un rato, ya he terminado con mi visita y veo que necesitas un poco de apoyo ¿no? Ayudarte es algo que complacería a mi fallecida madre de estar viva, siempre recuerdo sus enseñanzas cuando vengo— le mentí otra vez. Y entonces sí, de esa forma seguramente me revelaría sobre él, algo, o no pero, de verme con la oportunidad de aprovecharme de Imram, no podía titubear.
— ¿Qué horario? para mi siempre es horario nocturno, ya sabes.
— ¡Jajaja! ni me lo imagino— correspondí a su humor, la verdad fue que ese estuvo bueno. Y no estaba del todo solo, si lo que decía era verdad tenía a alguien de su lado cerca del lugar, lo cual era creíble porque, vamos, lo vi completamente ciego; sus cicatrices cerca de los ojos, por más cubiertos que estuviesen, esas las vi, me convencieron de su ceguera sin duda de por medio. Me puse de pie.
— Mi nombre es Imram. Lo cual es completamente irrelevante, no dice nada de la persona. Preferiría saber tu bando, intenciones, o lo que eres...ya sabes. No me gustaría estar hablando con un vampiro o un ser indeseable, abundan por aquí— me pidió identificarme ¿Quién se creía que era en su condición? ¿Podría alguien cómo él ser uno de mis enemigos? Como mucho trabajaba atendiendo llamados. Pero la cosa podría ser divertida, no me negué a jugar con el momento presente.
—Tranquilo, soy un simple hombre visitando sus recuerdos— traté de no decir mucho sobre mi pero él insistió...
—¿Y tú, a qué has venido al cementerio a estas horas?
—Visitando el lugar donde se suicidó mi madre; así es, ella vino hasta aquí a suicidarse para permanecer por siempre cerca del hombre que amó— inventé una historia para omitir mi trasfondo con el desconocido, ya suficiente tenía con los sermones dentro de Los Renegados. —Te propongo ser tus ojos un rato, ya he terminado con mi visita y veo que necesitas un poco de apoyo ¿no? Ayudarte es algo que complacería a mi fallecida madre de estar viva, siempre recuerdo sus enseñanzas cuando vengo— le mentí otra vez. Y entonces sí, de esa forma seguramente me revelaría sobre él, algo, o no pero, de verme con la oportunidad de aprovecharme de Imram, no podía titubear.
Mi interlocutor no parece ofendido con el uso de la ironía respecto a lo del horario nocturno, lo cual me indica que no es de esas personas que se enfadan por todo o que se toman cualquier cosa a la tremenda. Mejor así, tal vez sea alguien con quien poder hablar sin acabar peleando. Agudizo el oído para captar posibles movimientos repentinos, pero sólo noto una pequeña variación en la manera en la que me llega su voz, un poco más desde arriba, como si se hubiese puesto a mi altura. Bajo definitivamente el bastón, por ahora, volviendo a apoyarlo en el suelo. Presto atención a los motivos que lo han traído hasta aquí, aunque son los más lógicos. Visitar a alguien es lo que hará la mayoría que no venga buscando nada en concreto, pero también hay quien viene aquí para tener reuniones alejadas de cualquier mirada indiscreta.
- Trágica historia. - respondo discretamente, sin preguntar más del tema pues no es algo que deba preguntar un desconocido. Seguro que no es la única historia triste que hay en este lugar, mucho menos con la guerra. Mi historia con Katrina podría haber acabado también mal, teniendo en contra demasiadas cosas, pero por suerte al final no fue así. Justo estoy pensando en despedirme de Nyktalgia para que vaya a hacer sus cosas y yo las mías, pero entonces me propone acompañarme. Frunzo levemente el ceño con cara de extrañeza, el hecho de que a su madre le hubiese gustado no me parece motivo suficiente para ayudar a un desconocido, menos si le he dicho que son asuntos turbios.
- ¿Estás seguro? dudo que sea una misión bonita o divertida. No sé si estás enterado de lo que ha estado pasando últimamente...- decido ganar algo de tiempo poniéndole en antecedentes de las situaciones complicadas que están teniendo lugar, por enterarme si sabe algo del tema y por esperar un poco a la llegada de mi compañera. - Hay gente volviéndose loca y atacando a la gente, como poseídos. Dicen que han visto una especie de sombra oscura alejándose de esas personas, probablemente alguna mierda mágica maligna. No me has dicho todavía tu raza...no sé si estoy hablando con un ser con magia o no. Que conste que a mi me da igual eso de la raza, no temas decirme cosas por creer que soy un fanático de uno u otro bando. La gente de la Brigada de las Mil Grullas pasamos de esas gilipolleces. También te convendría tener cuidado...si eres un ser mágico, pues se ha desatado una epidemia que les afecta. - con esta información, que me han pasado tanto renegados como compañeros de la brigada, espero que de algún dato más sobre él, tendré que saberlo si quiere seguir conmigo durante un rato más. Si no dice nada ya veré qué hago, pero es preferible que no me oculte cosas.
- Tómate tu tiempo para asimilar y responder, mientras intenta localizar una cripta con una estatuta de piedra arrodillada y llorando en la entrada. Siempre fue un sitio emblemático de este cementerio, no es mal lugar para comenzar a buscar.
- Trágica historia. - respondo discretamente, sin preguntar más del tema pues no es algo que deba preguntar un desconocido. Seguro que no es la única historia triste que hay en este lugar, mucho menos con la guerra. Mi historia con Katrina podría haber acabado también mal, teniendo en contra demasiadas cosas, pero por suerte al final no fue así. Justo estoy pensando en despedirme de Nyktalgia para que vaya a hacer sus cosas y yo las mías, pero entonces me propone acompañarme. Frunzo levemente el ceño con cara de extrañeza, el hecho de que a su madre le hubiese gustado no me parece motivo suficiente para ayudar a un desconocido, menos si le he dicho que son asuntos turbios.
- ¿Estás seguro? dudo que sea una misión bonita o divertida. No sé si estás enterado de lo que ha estado pasando últimamente...- decido ganar algo de tiempo poniéndole en antecedentes de las situaciones complicadas que están teniendo lugar, por enterarme si sabe algo del tema y por esperar un poco a la llegada de mi compañera. - Hay gente volviéndose loca y atacando a la gente, como poseídos. Dicen que han visto una especie de sombra oscura alejándose de esas personas, probablemente alguna mierda mágica maligna. No me has dicho todavía tu raza...no sé si estoy hablando con un ser con magia o no. Que conste que a mi me da igual eso de la raza, no temas decirme cosas por creer que soy un fanático de uno u otro bando. La gente de la Brigada de las Mil Grullas pasamos de esas gilipolleces. También te convendría tener cuidado...si eres un ser mágico, pues se ha desatado una epidemia que les afecta. - con esta información, que me han pasado tanto renegados como compañeros de la brigada, espero que de algún dato más sobre él, tendré que saberlo si quiere seguir conmigo durante un rato más. Si no dice nada ya veré qué hago, pero es preferible que no me oculte cosas.
- Tómate tu tiempo para asimilar y responder, mientras intenta localizar una cripta con una estatuta de piedra arrodillada y llorando en la entrada. Siempre fue un sitio emblemático de este cementerio, no es mal lugar para comenzar a buscar.
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Al parecer el sujeto no era ningún perdido, contaba con información que me hizo pensar en su trasfondo ¿Quién era realmente? Toda mi seguridad del 'simple ciego' se hizo trizas en pocas de sus palabras. No era ningún improvisado el tal Imram, ¿por qué sabía esas cosas y aún así en su condición de discapacidad andaba como si nada por un cementerio?
—¿Estás seguro? dudo que sea una misión bonita o divertida. No sé si estás enterado de lo que ha estado pasando últimamente... — advirtió.
—¿Qué ha estado pasando?— me intrigué.
—Hay gente volviéndose loca y atacando a la gente, como poseídos. Dicen que ...— inició entonces su aclaración. Me tomé esos segundos no sólo para atenderlo sino para tratar de leer su personalidad a partir de su vestimenta y estilo. Me era difícil tener certezas con alguien como él, los ciegos tienen la particularidad de revelar las cosas de una forma diferente al que puede mirar; el que usa su vista suele soltar sin quererlo aspectos de su personalidad por sutiles reflejos de prejuicios visuales que no puede contener, por ende sus gestualidades son diferentes, estaba en ese entonces más acostumbrado a interactuar con humanos habilitados en sus cinco sentidos, no menos. Sus maniobras corporales me eran difíciles de seguir, no era alguien fácil por ese lado, a lo mejor debía jugar todas mis tácticas pura y exclusivamente en su debilidad perceptiva
Me había dejado bastante atónito con lo que dejó salir de su boca, lo comenzaba a acompañar cuando me dejó saber que estaba demorándome en mi respuesta ¿Era verdad eso que dijo? Yo no sabía de eso.
—Pues, soy un elfo ¿Estoy en peligro?— le dejé saber para ver su reacción gestual, más allá de las mediciones que intentaba hacerle su afirmación podía ser verdad, no podía correr riesgos - "Si ésto es verdad Johan tendría que saber de ello, ¿por qué ocultarlo de mi? ¿Tanta es la desconfianza hacia mi por mis últimos errores?" pensé tanteando las posibilidades más visibles.
...
—No sé si realmente eres de la Brigada como dices pero, ¿qué dirías si te digo que simpatizo con los Renegados?— no dejé pasar más segundos para exponerme y anticipar qué haría él a partir de ese punto. No me convenía esperar mucho si estábamos por dar con una amiga de su parte y yo quería sacarle jugo a mi provecho. El problema en ese punto era, que de ser alguien de la Brigada, era como un aliado a mis ojos, eso sería otro giro inesperado para mi trato con él; aún más si era un sujeto con habilidades escondidas, ...entre mis razonamientos surgía la posibilidad de que no se trataba de un humano.
"Admiro a las Grullas, maldición, me siento paralizado en contradicciones"
No había llegado a ver la cripta que Imram me había mencionado que los adolescentes disfrazados se percataron de nuestro movimiento y empezaron a acercarse, tal vez en ese punto mi atuendo no fue disuasivo sino llamativo.
"No me gustaría interrumpir las explicaciones del ciego ahora pero, vaya, no sé con qué motivación esos mocosos vienen hacia nuestra posición; son seis, no parecen la gran cosa, ¿qué se traerán entre manos?"
—¿Estás seguro? dudo que sea una misión bonita o divertida. No sé si estás enterado de lo que ha estado pasando últimamente... — advirtió.
—¿Qué ha estado pasando?— me intrigué.
—Hay gente volviéndose loca y atacando a la gente, como poseídos. Dicen que ...— inició entonces su aclaración. Me tomé esos segundos no sólo para atenderlo sino para tratar de leer su personalidad a partir de su vestimenta y estilo. Me era difícil tener certezas con alguien como él, los ciegos tienen la particularidad de revelar las cosas de una forma diferente al que puede mirar; el que usa su vista suele soltar sin quererlo aspectos de su personalidad por sutiles reflejos de prejuicios visuales que no puede contener, por ende sus gestualidades son diferentes, estaba en ese entonces más acostumbrado a interactuar con humanos habilitados en sus cinco sentidos, no menos. Sus maniobras corporales me eran difíciles de seguir, no era alguien fácil por ese lado, a lo mejor debía jugar todas mis tácticas pura y exclusivamente en su debilidad perceptiva
Me había dejado bastante atónito con lo que dejó salir de su boca, lo comenzaba a acompañar cuando me dejó saber que estaba demorándome en mi respuesta ¿Era verdad eso que dijo? Yo no sabía de eso.
—Pues, soy un elfo ¿Estoy en peligro?— le dejé saber para ver su reacción gestual, más allá de las mediciones que intentaba hacerle su afirmación podía ser verdad, no podía correr riesgos - "Si ésto es verdad Johan tendría que saber de ello, ¿por qué ocultarlo de mi? ¿Tanta es la desconfianza hacia mi por mis últimos errores?" pensé tanteando las posibilidades más visibles.
...
—No sé si realmente eres de la Brigada como dices pero, ¿qué dirías si te digo que simpatizo con los Renegados?— no dejé pasar más segundos para exponerme y anticipar qué haría él a partir de ese punto. No me convenía esperar mucho si estábamos por dar con una amiga de su parte y yo quería sacarle jugo a mi provecho. El problema en ese punto era, que de ser alguien de la Brigada, era como un aliado a mis ojos, eso sería otro giro inesperado para mi trato con él; aún más si era un sujeto con habilidades escondidas, ...entre mis razonamientos surgía la posibilidad de que no se trataba de un humano.
"Admiro a las Grullas, maldición, me siento paralizado en contradicciones"
No había llegado a ver la cripta que Imram me había mencionado que los adolescentes disfrazados se percataron de nuestro movimiento y empezaron a acercarse, tal vez en ese punto mi atuendo no fue disuasivo sino llamativo.
"No me gustaría interrumpir las explicaciones del ciego ahora pero, vaya, no sé con qué motivación esos mocosos vienen hacia nuestra posición; son seis, no parecen la gran cosa, ¿qué se traerán entre manos?"
La misteriosa persona que me he encontrado en el cementerio parece no saber nada de lo que está sucediendo, aunque tampoco es de extrañar teniendo en cuenta que es algo reciente, las noticias deben estar difundiéndose todavía. - Hace una semana o así de todo esto, al menos es el tiempo que llevo sabiéndolo yo. - dejo que me acompañe por ahora, por lo que ambos echando a andar a saber en qué dirección.
Mi bastón me va guiando para no caer, eso y el ir escuchando todo lo que sucede a mi alrededor. Ojalá recuperase mis malditas gafas, facilitaban todo. No sabría calificar la voz de mi interlocutor, casi la única referencia que tengo de él, pero parece una persona calmada y poco dada a los gritos, al menos en principio. De haber podido"ver" su aspecto con mis gafas me habría recordado bastante a la estética de los Blood Keepers, que suelen portar capas con capuchas negras sobre sus uniformes. También me habría sorprendido su rostro, no habría tenido muy claro si era un chico joven o una muchacha.
Suelto un largo silbido para indicar que sí es grave que sea un elfo, ya que de este modo puede resultar afectado por el SPM. - Lo estás. Cualquiera de sangre mágica puede resultar afectado. Tienes suerte de toparte con un humano, uno de esos que ni tiene ni un puto poder. - y no lo digo desde el resentimiento, envidia ni nada, estoy satisfecho con lo que soy y mis mejors amigos son todos de sangre mágica. Es imposible que lo contagie, puede estar tranquilo conmigo. Me detengo un par de segundos con cara de indignación cuando dice que no sabe si soy de la brigada, seguro que piensa que por ser ciego ya no puedo pertenecer al grupo.
- Pues lo soy, y de los veteranos. ¿Tú eres de los renegados? bueno...si es cierto puede que no nos hayamos cruzado nunca, no me suena tu voz. Pero en ese grupo son más que en la brigada, así que no me extraña no habernos encontrado. - ni él ni yo tenemos certeza de que el otro esté diciendo la verdad, pero lo daré por bueno por ahora. - En ese caso debe haberte llegado algún mensaje a la moneda comunicadora que tienen los miembros de los renegados de Bastion Hollow. Enviaron mensajes avisando de los peligros. A no ser que seas de otro grupo de renegados. - no sé cómo se comunican otros por ahí, pero prácticamente todos los renegados que llevan algún tiempo en la base tienen su moneda para comunicarse.
Escucho movimiento y pasos relativamente cerca de donde estamos y además me percato del silencio prolongado del acompañante, por lo que empiezo a inquietarme. - ¿Qué sucede? ¿estamos ya cerca de la cripta? ¿se acerca alguien? Si le ves pinta de vampiro lo mejor es largarse o pedir ayuda cuanto antes.
Mi bastón me va guiando para no caer, eso y el ir escuchando todo lo que sucede a mi alrededor. Ojalá recuperase mis malditas gafas, facilitaban todo. No sabría calificar la voz de mi interlocutor, casi la única referencia que tengo de él, pero parece una persona calmada y poco dada a los gritos, al menos en principio. De haber podido"ver" su aspecto con mis gafas me habría recordado bastante a la estética de los Blood Keepers, que suelen portar capas con capuchas negras sobre sus uniformes. También me habría sorprendido su rostro, no habría tenido muy claro si era un chico joven o una muchacha.
Suelto un largo silbido para indicar que sí es grave que sea un elfo, ya que de este modo puede resultar afectado por el SPM. - Lo estás. Cualquiera de sangre mágica puede resultar afectado. Tienes suerte de toparte con un humano, uno de esos que ni tiene ni un puto poder. - y no lo digo desde el resentimiento, envidia ni nada, estoy satisfecho con lo que soy y mis mejors amigos son todos de sangre mágica. Es imposible que lo contagie, puede estar tranquilo conmigo. Me detengo un par de segundos con cara de indignación cuando dice que no sabe si soy de la brigada, seguro que piensa que por ser ciego ya no puedo pertenecer al grupo.
- Pues lo soy, y de los veteranos. ¿Tú eres de los renegados? bueno...si es cierto puede que no nos hayamos cruzado nunca, no me suena tu voz. Pero en ese grupo son más que en la brigada, así que no me extraña no habernos encontrado. - ni él ni yo tenemos certeza de que el otro esté diciendo la verdad, pero lo daré por bueno por ahora. - En ese caso debe haberte llegado algún mensaje a la moneda comunicadora que tienen los miembros de los renegados de Bastion Hollow. Enviaron mensajes avisando de los peligros. A no ser que seas de otro grupo de renegados. - no sé cómo se comunican otros por ahí, pero prácticamente todos los renegados que llevan algún tiempo en la base tienen su moneda para comunicarse.
Escucho movimiento y pasos relativamente cerca de donde estamos y además me percato del silencio prolongado del acompañante, por lo que empiezo a inquietarme. - ¿Qué sucede? ¿estamos ya cerca de la cripta? ¿se acerca alguien? Si le ves pinta de vampiro lo mejor es largarse o pedir ayuda cuanto antes.
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Los mensajes de la moneda comunicadora, ¡lo sabía! A mi no me habían avisado, ¿por qué a mi no? Era algo que iba a quedarme pendiente para después; los adolescentes ya estaban cerca, sólo cuatro de ellos terminaron acercándose.
—Pues, tienen la pinta pero deben ser simples mocosos jugando a ser satánicos o algo— le murmuré a Imram segundos antes de tenerlos cerca.
El primero se puso al frente y los demás se mantuvieron detrás de él, por sus sonrisas no eran vampiros, al menos tendrían que tener colmillos, uno nunca estaba ta seguro de ello.
—¿Qué se les ofrece caballeros?— les pregunté a todos aunque dediqué mis ojos para el primero, el que estaba en frente de mi. Por debajo de mi túnica negra desenfundé con cautela mi daga punzo-cortante, no la dejaría a la vista hasta que fuese necesario.
—Estábamos por hacer un ritual, pero no queremos mirones y ustedes podrían ser policías— explicó el primero.
—Te equivocas, ¿cuál de nosotros dos siquiera tiene pinta de serlo?— le contesté dejándolo pensativo.
—Bien, pero siguen molestando, nadie debe presenciar nuestra invocación demoníaca— reveló el muchacho entonces sus intenciones en el cementerio.
—Nosotros estamos invocando el nuestro aquí, así que si podrían retirarse yo...— le inventé al mocoso cuando se puso más tenso.
—¿Te burlas de mi, mariquita?— se plantó en pose agresiva, parecía decidido a atacar.
—Como podrás notar, Imram, no se trataba de ningún vampiro, su manera tan infantil de reaccionar nos deja en claro que se trata de unos niños de mami jugando al satanismo— desvié mi cabeza al ciego, para comentarle mi punto a tanto de forma pasiva insultaba a los maquillados. Mis palabras ofendieron al de adelante, cuando intentó dar un manotazo se llevó el filo de mi daga a su palma en simultáneo, su grito de dolor hizo retroceder a los demás; cuando vieron caer sangre de la mano de su camarada no dudaron en continuar retrocediendo.
—¿Cuánto tienen? ¿14 años? A lo mejor son vírgenes y podemos usarlos para nuestra Ceremonia de Sangre— añadí instantáneamente concluyendo mi amenaza. Cuando se alejaba, dos de ellos arrojaron piedras, fue fácil bloquearlas con mi daga, ninguna pudo tocar ni a Imram ni a mi.
—Oye, eso fue divertido, tendríamos que haber corrido de tratarse de gente adulta ¿no? Por suerte eran simples nerdos del ocultismo, odio salir corriendo— le dije al humano un poco exaltado —Sólo espero que tu contacto llegue pronto, si viven cerca no quisiera hablar con los padres de éstos.
La escena había sido inesperada, pero valió la pena, en la misma pude saborear qué tanto ocultaba Imram atrás de su aparente debilidad, pero lo malo era que no había revelado nada, es el tipo de sabor que no me deja saber nada de la persona. "Quizá me precipité, tendría que haberlos dejado llegar al misterioso de la Brigada a ver si podía defenderse con algún truco pero... Enserio, ¿es un simple cegatón?" rondaban las hipótesis atrás de lo sucedido. Imram seguía siendo una incógnita y ya a ese punto daba por perdida mi chance de atacarlo, habían demasiadas cuestiones de por medio obligándome a verlo más como aliado que como víctima de mis necesidades.
Mientras nos poníamos a tono con el sitio que ofrecía la cercanía a la cripta, me comencé a preocupar, no por las opiniones que él podía ofrecer sobre lo sucedido con los niñatos, sino por lo de la rara enfermedad, se trataba de algo nuevo y mucho, ¿cómo se combatía algo de lo que no se tenía ni p*** idea? Tal vez, además de preguntarle a Imram tenía yo que esperar a su contacto para también preguntarle por más detalles.
—Y, volviendo al tema de la enfermedad ¿Qué prevenciones me recomiendas?— me di la libertad de preguntarle un poco más a quien ya comenzaba a parecerme interesante, más por su estético misterio que por haber sido el que me ayornó sobre SPM.
—Pues, tienen la pinta pero deben ser simples mocosos jugando a ser satánicos o algo— le murmuré a Imram segundos antes de tenerlos cerca.
El primero se puso al frente y los demás se mantuvieron detrás de él, por sus sonrisas no eran vampiros, al menos tendrían que tener colmillos, uno nunca estaba ta seguro de ello.
—¿Qué se les ofrece caballeros?— les pregunté a todos aunque dediqué mis ojos para el primero, el que estaba en frente de mi. Por debajo de mi túnica negra desenfundé con cautela mi daga punzo-cortante, no la dejaría a la vista hasta que fuese necesario.
—Estábamos por hacer un ritual, pero no queremos mirones y ustedes podrían ser policías— explicó el primero.
—Te equivocas, ¿cuál de nosotros dos siquiera tiene pinta de serlo?— le contesté dejándolo pensativo.
—Bien, pero siguen molestando, nadie debe presenciar nuestra invocación demoníaca— reveló el muchacho entonces sus intenciones en el cementerio.
—Nosotros estamos invocando el nuestro aquí, así que si podrían retirarse yo...— le inventé al mocoso cuando se puso más tenso.
—¿Te burlas de mi, mariquita?— se plantó en pose agresiva, parecía decidido a atacar.
—Como podrás notar, Imram, no se trataba de ningún vampiro, su manera tan infantil de reaccionar nos deja en claro que se trata de unos niños de mami jugando al satanismo— desvié mi cabeza al ciego, para comentarle mi punto a tanto de forma pasiva insultaba a los maquillados. Mis palabras ofendieron al de adelante, cuando intentó dar un manotazo se llevó el filo de mi daga a su palma en simultáneo, su grito de dolor hizo retroceder a los demás; cuando vieron caer sangre de la mano de su camarada no dudaron en continuar retrocediendo.
—¿Cuánto tienen? ¿14 años? A lo mejor son vírgenes y podemos usarlos para nuestra Ceremonia de Sangre— añadí instantáneamente concluyendo mi amenaza. Cuando se alejaba, dos de ellos arrojaron piedras, fue fácil bloquearlas con mi daga, ninguna pudo tocar ni a Imram ni a mi.
—Oye, eso fue divertido, tendríamos que haber corrido de tratarse de gente adulta ¿no? Por suerte eran simples nerdos del ocultismo, odio salir corriendo— le dije al humano un poco exaltado —Sólo espero que tu contacto llegue pronto, si viven cerca no quisiera hablar con los padres de éstos.
La escena había sido inesperada, pero valió la pena, en la misma pude saborear qué tanto ocultaba Imram atrás de su aparente debilidad, pero lo malo era que no había revelado nada, es el tipo de sabor que no me deja saber nada de la persona. "Quizá me precipité, tendría que haberlos dejado llegar al misterioso de la Brigada a ver si podía defenderse con algún truco pero... Enserio, ¿es un simple cegatón?" rondaban las hipótesis atrás de lo sucedido. Imram seguía siendo una incógnita y ya a ese punto daba por perdida mi chance de atacarlo, habían demasiadas cuestiones de por medio obligándome a verlo más como aliado que como víctima de mis necesidades.
Mientras nos poníamos a tono con el sitio que ofrecía la cercanía a la cripta, me comencé a preocupar, no por las opiniones que él podía ofrecer sobre lo sucedido con los niñatos, sino por lo de la rara enfermedad, se trataba de algo nuevo y mucho, ¿cómo se combatía algo de lo que no se tenía ni p*** idea? Tal vez, además de preguntarle a Imram tenía yo que esperar a su contacto para también preguntarle por más detalles.
—Y, volviendo al tema de la enfermedad ¿Qué prevenciones me recomiendas?— me di la libertad de preguntarle un poco más a quien ya comenzaba a parecerme interesante, más por su estético misterio que por haber sido el que me ayornó sobre SPM.
La idea de ser interrumpidos por adolescentes idiotas me parece de lo más molesta en estos momentos, bastantes complicaciones tenemos ya como para toparnos con un grupo de memos jugando a hacer no sé qué cosas satánicas. Murmuro un 'gilipollas' por lo bajo, atento a cualquier sonido que me indique que se acercan. - Pues no tenemos tiempo para tonterías, así que lo mejor será pasar de ellos. - antes de que nos demos cuenta llegan hasta nosotros, siendo Nyktalgia el primero en hablarles. No sé cuántos son, pero deben superarnos en número. Hago una mueca de desagrado al escuchar la respuesta del primer joven, pasando a soltar una breve risa de burla.
- Créeme. Ni nos interesa las chorradas que hagáis aquí ni somos policías. Sólo sois una panda de niñatos aburridos que no tienen otra cosa que hacer que tratar de molestar al resto. Y dudo que ningún criaturo como tú, por muy mago que seas, pueda realizar una invocación demoníaca siendo sólo un crío. No es tan sencillo. Si eres humano es más ridículo aún. Jamás lo conseguirás. - mi acompañante me confirma que no son vampiros, algo que ya hemos podido comprobar los dos. - Pues eso, pasando de ellos. Lo que quieren es atención. -uno de ellos se lanza a atacar al elfo, y por el grito que emite parece que no le va muy bien. Bueno, se lo merece por atacar. Nyktalgia sigue marcándose un farol para asustarlos, hablando de sacrificarlos. Es suficiente para que echen a correr, ni siquiera logran herirnos con las cosas que lanzan. Suelto un sonido de desaprobación, pensando en que educaré a mi hijo pequeño lo mejor que pueda para que no se convierta en un adolescente estúpido.
- Bah, sólo espero que hayan aprendido la lección. Dudo que sus padres estén por aquí. Vamos, la cripta debe estar ya cerca, según recuerdo por otras veces que he venido . Un giro a la izquierda por el pasillo central y estaremos. - las ocasiones anteriores que he estado aquí he venido acompañado y tenía mis gafas en perfecto estado, por lo tanto sé lo que busco aunque no pueda verlo. La estatua del hombre llorando a la puerta de la cripta es mítica en este lugar, hemos vivido aquí varias aventuras. Lo malo es que en esa cripta alguna vez hemos encontrado vampiros, pero de haber algo de interés debe estar ahí. Por eso me ha citado Mérida en este lugar. - Ella es un poco relajada con eso de cumplir y la puntualidad. Pero acabará llegando. Mientras adelantaré un poco. - Estiro el bastón para tocar por fin algo de piedra, así que acerco las manos para ver con ellas la forma de la estatua, reconociendo su silueta. Mientras voy hablando con el elfo, explicándole lo poco que sé.
- Pues supongo que evitando estar cerca de los infectados o evitando pasar tiempo con ellos. No sé mucho más, a ver si nos pueden explicar. Por cierto...¿cuánto tiempo llevas en la base de los renegados de Bastion Hollow? ¿has estado fuera algún tiempo o estás al tanto de las últimas batallas? - por fin toco la pétrea cara de la estatua con la mano, limpiando las lágrimas que caen de sus ojos. Es el modo de abrir la puerta que hemos usado en otras ocasiones, así que la pesada puerta comienza a abrirse lentamente, dando paso al interior. Pongo el pie dentro, tocando con el bastón las escaleras descendentes que nos conducirán hacia los niveles inferiores. - A partir de ahora puedes seguir avanzando o puedes quedarte aquí, tú decides.
- Créeme. Ni nos interesa las chorradas que hagáis aquí ni somos policías. Sólo sois una panda de niñatos aburridos que no tienen otra cosa que hacer que tratar de molestar al resto. Y dudo que ningún criaturo como tú, por muy mago que seas, pueda realizar una invocación demoníaca siendo sólo un crío. No es tan sencillo. Si eres humano es más ridículo aún. Jamás lo conseguirás. - mi acompañante me confirma que no son vampiros, algo que ya hemos podido comprobar los dos. - Pues eso, pasando de ellos. Lo que quieren es atención. -uno de ellos se lanza a atacar al elfo, y por el grito que emite parece que no le va muy bien. Bueno, se lo merece por atacar. Nyktalgia sigue marcándose un farol para asustarlos, hablando de sacrificarlos. Es suficiente para que echen a correr, ni siquiera logran herirnos con las cosas que lanzan. Suelto un sonido de desaprobación, pensando en que educaré a mi hijo pequeño lo mejor que pueda para que no se convierta en un adolescente estúpido.
- Bah, sólo espero que hayan aprendido la lección. Dudo que sus padres estén por aquí. Vamos, la cripta debe estar ya cerca, según recuerdo por otras veces que he venido . Un giro a la izquierda por el pasillo central y estaremos. - las ocasiones anteriores que he estado aquí he venido acompañado y tenía mis gafas en perfecto estado, por lo tanto sé lo que busco aunque no pueda verlo. La estatua del hombre llorando a la puerta de la cripta es mítica en este lugar, hemos vivido aquí varias aventuras. Lo malo es que en esa cripta alguna vez hemos encontrado vampiros, pero de haber algo de interés debe estar ahí. Por eso me ha citado Mérida en este lugar. - Ella es un poco relajada con eso de cumplir y la puntualidad. Pero acabará llegando. Mientras adelantaré un poco. - Estiro el bastón para tocar por fin algo de piedra, así que acerco las manos para ver con ellas la forma de la estatua, reconociendo su silueta. Mientras voy hablando con el elfo, explicándole lo poco que sé.
- Pues supongo que evitando estar cerca de los infectados o evitando pasar tiempo con ellos. No sé mucho más, a ver si nos pueden explicar. Por cierto...¿cuánto tiempo llevas en la base de los renegados de Bastion Hollow? ¿has estado fuera algún tiempo o estás al tanto de las últimas batallas? - por fin toco la pétrea cara de la estatua con la mano, limpiando las lágrimas que caen de sus ojos. Es el modo de abrir la puerta que hemos usado en otras ocasiones, así que la pesada puerta comienza a abrirse lentamente, dando paso al interior. Pongo el pie dentro, tocando con el bastón las escaleras descendentes que nos conducirán hacia los niveles inferiores. - A partir de ahora puedes seguir avanzando o puedes quedarte aquí, tú decides.
Algo en mi interior me habia empujado a aparecer en el cementerio. Aquello que habia poseido mi cuerpo me guiaba, quizá como un metodo para autopreservarse.... no podia saberlo. Mi cuerpo ya no era mio, no controlaba mis actos. Habia estado cometiendo alguna que otra atrocidad por ahi. Asesinatos en su mayoria. Aparecí alli, con la piel de color ceniza, cuarteada, a causa de la posesión, y los ojos completamente negros, brillantes en su oscuridad.
Desenvainé la espada....habia movimiento allí. El cuerpo de Setelah aun manejaba los movimientos de la esgrima con gran fluidez. Caminé, con una sonrisa de maniaco en la cara, viendo a unos jovenes adolescentes corriendo en mi direccion. Venian huyendo de algo, no de mi, precisamente..... Iba a dejarlos pasar sin mas....?
Por supuesto que no....
La katana silbó silenciosamente en la noche y en la niebla del cementerio hasta quedar teñida de carmesí. Cuerpos inertes causaron un sordo sonido al caer sobre el humedo suelo, para ser pasto de los gusanos. Había cortado sus cuellos limpiamente, y agarré sus cabezas tomandolas por los cabellos. Sin un atisbo de humadiad en mi cara, ahora salpicada de sangre al igual que la tunica, me incorporé. Me había sabido a poco....habia sido tan sencillo....de que iban huyendo....? Debia de haber algo mas alli...sí....
Así que segui andando, dejandome guiar por unas voces lejanas, llevando las cabezas conmigo. Hasta llegar a la entrada de una cripta la cual miré de arriba a abajo. Y abajo habian dos personas de espaldas. Arrojé las cabezas por el suelo rodando, hasta que llegasen a chocar contra sus pies. Y sacudí la katana quitandole la sangre del filo así.
-Este no es vuestro lugar.... -los mataria como habia hecho con los otros
Desenvainé la espada....habia movimiento allí. El cuerpo de Setelah aun manejaba los movimientos de la esgrima con gran fluidez. Caminé, con una sonrisa de maniaco en la cara, viendo a unos jovenes adolescentes corriendo en mi direccion. Venian huyendo de algo, no de mi, precisamente..... Iba a dejarlos pasar sin mas....?
Por supuesto que no....
La katana silbó silenciosamente en la noche y en la niebla del cementerio hasta quedar teñida de carmesí. Cuerpos inertes causaron un sordo sonido al caer sobre el humedo suelo, para ser pasto de los gusanos. Había cortado sus cuellos limpiamente, y agarré sus cabezas tomandolas por los cabellos. Sin un atisbo de humadiad en mi cara, ahora salpicada de sangre al igual que la tunica, me incorporé. Me había sabido a poco....habia sido tan sencillo....de que iban huyendo....? Debia de haber algo mas alli...sí....
Así que segui andando, dejandome guiar por unas voces lejanas, llevando las cabezas conmigo. Hasta llegar a la entrada de una cripta la cual miré de arriba a abajo. Y abajo habian dos personas de espaldas. Arrojé las cabezas por el suelo rodando, hasta que llegasen a chocar contra sus pies. Y sacudí la katana quitandole la sangre del filo así.
-Este no es vuestro lugar.... -los mataria como habia hecho con los otros
Mérida Pyro
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Después de pasar unos días investigando sobre las marcas que había encontrado en el circulo de Stonehenge decidió finalmente aventurarse al cementerio. No había recibido demasiado respuesta de nadie pero asumía que estaban demasiado dispersos como para preocuparse por algo más. Tampoco había tenido noticias sobre el tema de la reunión de la Alianza, tampoco de Lykaios y sentía que estaba perdiendo contacto con todos.
Se dejó los rizos al aire y se calzó la gorra de los New York Yankees, aparte su bate característico. Una imagen demasiado muggle como para que le prestaran demasiado atención si no fuera por su melena pelirroja que parecía el fuego en sí cuando captaba la luz. Estuvo vagando durante un rato por el cementerio sospechando que podía existir algún ángel o perspectiva que se le pareciera a la que había visto en las piedras. Vio varios seres alados de piedra pero aunque buscó con mucho ahínco alrededor de aquellas tumbas no llegó a encontrar nada de importancia más allá de suciedad, moho y algunas marcas de fuego.
Empezaba a aburrirse y el sol comenzaba a caer, con lo cual la visibilidad se hacía irremediablemente escasa así que con la mano libre armaba una pequeña bola de fuego que emitía una cálida luz para caminar. Avanzó entre las criptas y alzando la vista de vez en cuando encontrando en la lejanía un ángel que, según ella, se parecía a lo calcado en las piedras. Fue acercándose a este bastante más rápido de lo que esperaba hasta que no sólo distinguió voces si no gente.
“Este no es su lugar? ¿este lugar tiene un guardian? ¿Esa cripta es de alguien?”
-Bueh...Muéstrame la placa de guardián por favor- Mencionó Mérida mientras se acercaba reconociendo a Imram y sorprendiéndose de encontrarlo ahí, aunque ver un miembro de la Brigada le encantaba -¡Hola! Soy Mérida. Y estoy buscando una cosa que se me perdió. Si me permites…- Dijo con un encantador entusiasmo mientras rodeaba al tipo cuya camisa, mientras más se acercaba más le parecía, estaba cubierta de sangre fresca y con la espada desenvainada no se veía demasiado amable.
Se dejó los rizos al aire y se calzó la gorra de los New York Yankees, aparte su bate característico. Una imagen demasiado muggle como para que le prestaran demasiado atención si no fuera por su melena pelirroja que parecía el fuego en sí cuando captaba la luz. Estuvo vagando durante un rato por el cementerio sospechando que podía existir algún ángel o perspectiva que se le pareciera a la que había visto en las piedras. Vio varios seres alados de piedra pero aunque buscó con mucho ahínco alrededor de aquellas tumbas no llegó a encontrar nada de importancia más allá de suciedad, moho y algunas marcas de fuego.
Empezaba a aburrirse y el sol comenzaba a caer, con lo cual la visibilidad se hacía irremediablemente escasa así que con la mano libre armaba una pequeña bola de fuego que emitía una cálida luz para caminar. Avanzó entre las criptas y alzando la vista de vez en cuando encontrando en la lejanía un ángel que, según ella, se parecía a lo calcado en las piedras. Fue acercándose a este bastante más rápido de lo que esperaba hasta que no sólo distinguió voces si no gente.
“Este no es su lugar? ¿este lugar tiene un guardian? ¿Esa cripta es de alguien?”
-Bueh...Muéstrame la placa de guardián por favor- Mencionó Mérida mientras se acercaba reconociendo a Imram y sorprendiéndose de encontrarlo ahí, aunque ver un miembro de la Brigada le encantaba -¡Hola! Soy Mérida. Y estoy buscando una cosa que se me perdió. Si me permites…- Dijo con un encantador entusiasmo mientras rodeaba al tipo cuya camisa, mientras más se acercaba más le parecía, estaba cubierta de sangre fresca y con la espada desenvainada no se veía demasiado amable.
No llego a obtener demasiada respuesta por parte de mi improvisado acompañante, tal vez porque somos interrumpidos por un intruso que se une a nuestra extraña expedición. La voz me resulta familiar, como si la hubiese escuchado antes, aunque tiene un tono que hiela la sangre. El tipo arroja algo a nuestros pies, y ya sólo por el sonido que hace me da muy mala espina. Me agacho a tocar lo que ha lanzado, notando el pelo de una cabeza. Aparto la mano entre horrorizado y asqueado, desenvainando mi espada rápidamente. Estoy seguro de que no tardará en atacarnos, pero si puedo arrastrarlo a la oscuridad de la cripta puede que yo tenga ventaja, al quedar el enemigo en clara desventaja por no poder ver. A no ser que sea algún tipo de criatura sobrenatural.
- ¿Es la cripta tu hogar? ¿de dónde cojones sales y qué eres?
Le grito mientras voy retrocediendo de espaldas los dos o tres primeros escalones que descienden a la cripta, la opción que mejor me parece ahora mismo. Correr sería absurdo, el sádico acabaría atrapándome. No sé qué querrá hacer Nyktalgia, pero si decide acompañarme ya se unirá en algún momento. Por fin escucho una voz amiga, la de mi compañera Mérida, tan jovial como siempre. - ¡Mérida, apártate de él, acaba de tirarnos unas cabezas a los pies! - aviso a la pelirroja para que no le dirija la palabra al tipo peligroso, apartándome de la puerta de la cripta para ir a por ella, localizándola al seguir su voz. La agarro por la muñeca en cuanto la tengo cerca, tirando de ella para correr juntos bajando la escalera de la cripta. Sé que mi comportamiento puede parecerle extraño, pero trato de explicarlo de modo que suene coherente, todo sin dejar de prestar atención a nuestras espaldas por si ha decidido seguirnos.
- Aquí lucharemos mejor en un dos contra uno, podremos acorralarlo en los pasillos oscuros, si le da por perseguirnos. Además, creo que es un buen lugar para empezar a buscar lo del símbolo ese de las piedras de Stonehenge. - mi mano libre recorrer la pared rugosa del primer pasillo de la cripta que encontramos al terminar de descender las escaleras, lugar en el que me detengo un momento a recuperar el aliento por la carrera.
- No sé mucho del asunto ni lo que buscamos exactamente, sólo la información que me ha llegado por la moneda comunicadora, y lo poco que contó Lykaios. ¿Dónde se mete? es raro que no haya venido con nosotros.
- ¿Es la cripta tu hogar? ¿de dónde cojones sales y qué eres?
Le grito mientras voy retrocediendo de espaldas los dos o tres primeros escalones que descienden a la cripta, la opción que mejor me parece ahora mismo. Correr sería absurdo, el sádico acabaría atrapándome. No sé qué querrá hacer Nyktalgia, pero si decide acompañarme ya se unirá en algún momento. Por fin escucho una voz amiga, la de mi compañera Mérida, tan jovial como siempre. - ¡Mérida, apártate de él, acaba de tirarnos unas cabezas a los pies! - aviso a la pelirroja para que no le dirija la palabra al tipo peligroso, apartándome de la puerta de la cripta para ir a por ella, localizándola al seguir su voz. La agarro por la muñeca en cuanto la tengo cerca, tirando de ella para correr juntos bajando la escalera de la cripta. Sé que mi comportamiento puede parecerle extraño, pero trato de explicarlo de modo que suene coherente, todo sin dejar de prestar atención a nuestras espaldas por si ha decidido seguirnos.
- Aquí lucharemos mejor en un dos contra uno, podremos acorralarlo en los pasillos oscuros, si le da por perseguirnos. Además, creo que es un buen lugar para empezar a buscar lo del símbolo ese de las piedras de Stonehenge. - mi mano libre recorrer la pared rugosa del primer pasillo de la cripta que encontramos al terminar de descender las escaleras, lugar en el que me detengo un momento a recuperar el aliento por la carrera.
- No sé mucho del asunto ni lo que buscamos exactamente, sólo la información que me ha llegado por la moneda comunicadora, y lo poco que contó Lykaios. ¿Dónde se mete? es raro que no haya venido con nosotros.
Tras despertar de su letargo, Silver había vuelto para encontrarse un mundo devastado por todas partes. Parecía que algo parecido a una maldición -dados sus síntomas- había aparecido y gracias a un mensaje de la Brigada pudo llegar hasta lo que tenía pinta de ser una gran pista para acabar con ella. Había pocas cosas que le irritaran más que las maldiciones,unos yugos mágicos que llevar -a veces incluso eternamente- desgastando el espíritu. Las maldiciones no eran cosa de broma, así que Silver estaba decidida a acabar con aquella. Acercándose a la cripta pudo sentir la presencia de dos personas dentro y una extraña masa similar a la de un hombre fuera gracias a su radar metabólico. Por la tensión en sus cuerpos no parecían estar teniendo una agradable reunión tomando té.
Silver corrió hacia la ubicación donde sentía las presencias. La primera de ellas todavía se encontraba a las afueras de la cripta. Era un hombre con una katana en mano, la piel de color ceniza y cuarteada y los ojos completamente negros. No había duda que algo no estaba bien en él. Silver mantuvo la distancia pero habló con su agradable voz como si se dirigiera al más íntimo amigo.
- Hola, perdone que le moleste... ¿Se encuentra usted bien? -Sabía lo que iba a suceder a continuación, por lo que estaba preparada para desarmarle en cualquier momento con su habilidad magnética-. Creo que es peligroso que lleve un arma desenfundada por estos lares. Podría hacerse daño. Debería bajar el arma y dejar que le ayude.
Sin duda alguna los efectos físicos y el metabolismo de aquel ser eran completamente distintos a todo lo que había visto hasta entonces, seguramente fuera una víctima de lo que Silver interpretó como maldición.
- ¿Me va a dejar pasar pacíficamente o tengo que empezar a liberarle de esos ojos negros cerrándoselos a puñetazos?
Debía entrar en la cripta como fuera, así que su próximo movimiento sería para inmovilizarlo aunque tuviera que ser temporalmente para poder acceder y buscar a las dos personas dentro, tal vez ellas le pudieran dar alguna información o tal vez intentaran matarla. En cualquier caso, debía intentar averiguar más sobre lo que estaba pasando. Probablemente drenaría la energía metabólica de su cuerpo para poder reducir su potencia física, desarmarle y pasar rápidamente hacia su objetivo.
Silver corrió hacia la ubicación donde sentía las presencias. La primera de ellas todavía se encontraba a las afueras de la cripta. Era un hombre con una katana en mano, la piel de color ceniza y cuarteada y los ojos completamente negros. No había duda que algo no estaba bien en él. Silver mantuvo la distancia pero habló con su agradable voz como si se dirigiera al más íntimo amigo.
- Hola, perdone que le moleste... ¿Se encuentra usted bien? -Sabía lo que iba a suceder a continuación, por lo que estaba preparada para desarmarle en cualquier momento con su habilidad magnética-. Creo que es peligroso que lleve un arma desenfundada por estos lares. Podría hacerse daño. Debería bajar el arma y dejar que le ayude.
Sin duda alguna los efectos físicos y el metabolismo de aquel ser eran completamente distintos a todo lo que había visto hasta entonces, seguramente fuera una víctima de lo que Silver interpretó como maldición.
- ¿Me va a dejar pasar pacíficamente o tengo que empezar a liberarle de esos ojos negros cerrándoselos a puñetazos?
Debía entrar en la cripta como fuera, así que su próximo movimiento sería para inmovilizarlo aunque tuviera que ser temporalmente para poder acceder y buscar a las dos personas dentro, tal vez ellas le pudieran dar alguna información o tal vez intentaran matarla. En cualquier caso, debía intentar averiguar más sobre lo que estaba pasando. Probablemente drenaría la energía metabólica de su cuerpo para poder reducir su potencia física, desarmarle y pasar rápidamente hacia su objetivo.
Reía a espasmos, como si esa risa no fuese mia. Evidentemente, no lo era. O sí? Ya era dificil juzgarlo, si no imposible. Mas almas se acercaban al lugar, podia sentirlas. Mas victimas, mas sufrimiento que poder generar. Y no iba a desaprovechar esa oportunidad, ademas, debía de proteger aquello que debia ser protegido....lo sabía, lo sabía.
No movió la cabeza cuando la mujer pelirroja se le aproximó tanto y le habló como si de un amigo se tratase. La miró, pero en la oscuridad de sus ojos, aquella mirada no pudo apreciarse. Pero los musculos de la cara se movieron con un rictus que anunciaba otra sonrisa asesina. Sus dedos se apretaron alrededor de la empuñadura... El hombre habló entonces deteniendo por unos segundos lo que era inevitable
-Mi hogar....pronto todo será mi hogar, y yo seré todos. No preguntes qué es aquello que no puede ser comprendido...
La voz seguia siendo perturbadora en cierto modo, sonaba doble, de modo extraño. El hombre agarró a la mujer pelirroja apartándola de mi bruscamente y mis labios quedaron serios. Echaron a correr dirigiendose a las entrañas de la cripta y estuve a punto de salir tras ellos como alma que llevaba el diablo, pero otro obstáculo aparecio en mi camino, esta vez una mujer peliblanca que parecia desprender un ancestral aura de poder, cosa que la sombra del interior pudo percibir. Una sonrisa torva asomó al rostro al oir aquellas preguntas.
-Bien...? Me encuentro mejor que nunca. Sois vosotros los que necesitais ayuda, dejad que vuestras vidas por fin tengan sentido, uniéndoos a él....
Las llamas de mi katana relampagearon a la vez que los bordados de la serpiente de mi ensangrentada túnica resplandecían y de ellos brotaban una serpiente auténtica, que se lanzó contra el cuello de Silver. Con un inhumano grito yo tambien me abalancé sobre ella, lanzando una estocada con mi espada que apuntaba directamente hacia su pecho. No podía olvidar a los otros dos que habian escapado y que se dirigian a un lugar al que no podia permitir que fuesen.
-Tus ojos se cerrarán antes en esta noche, no puedes cerrar los ojos del diablo
___________
ataque mágico a SILVER
15 dados +10 por uso de habilidad especial+ 10 base+10 porque tengo la fuerza de un posesooooo + 5 pu** serpiente = 50 PS daño
regeneracion +10 por item= 98/150 PS
No movió la cabeza cuando la mujer pelirroja se le aproximó tanto y le habló como si de un amigo se tratase. La miró, pero en la oscuridad de sus ojos, aquella mirada no pudo apreciarse. Pero los musculos de la cara se movieron con un rictus que anunciaba otra sonrisa asesina. Sus dedos se apretaron alrededor de la empuñadura... El hombre habló entonces deteniendo por unos segundos lo que era inevitable
-Mi hogar....pronto todo será mi hogar, y yo seré todos. No preguntes qué es aquello que no puede ser comprendido...
La voz seguia siendo perturbadora en cierto modo, sonaba doble, de modo extraño. El hombre agarró a la mujer pelirroja apartándola de mi bruscamente y mis labios quedaron serios. Echaron a correr dirigiendose a las entrañas de la cripta y estuve a punto de salir tras ellos como alma que llevaba el diablo, pero otro obstáculo aparecio en mi camino, esta vez una mujer peliblanca que parecia desprender un ancestral aura de poder, cosa que la sombra del interior pudo percibir. Una sonrisa torva asomó al rostro al oir aquellas preguntas.
-Bien...? Me encuentro mejor que nunca. Sois vosotros los que necesitais ayuda, dejad que vuestras vidas por fin tengan sentido, uniéndoos a él....
Las llamas de mi katana relampagearon a la vez que los bordados de la serpiente de mi ensangrentada túnica resplandecían y de ellos brotaban una serpiente auténtica, que se lanzó contra el cuello de Silver. Con un inhumano grito yo tambien me abalancé sobre ella, lanzando una estocada con mi espada que apuntaba directamente hacia su pecho. No podía olvidar a los otros dos que habian escapado y que se dirigian a un lugar al que no podia permitir que fuesen.
-Tus ojos se cerrarán antes en esta noche, no puedes cerrar los ojos del diablo
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