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Recuerdo del primer mensaje :
Una sobria fortaleza de piedra erigida en un recondito punto de los bosques de Bastion Hollow, en la grieta de uno de sus valles, en una zona de bastante frío pues dado su orientacion al norte y ubicacion, permanece casi siempre a la sombra. Algunas de sus torres y murallas se presentan semiderruidas a partes, evidenciando la antigüedad de la construccion. Se puede acceder a ella por una ladera o por un largo puente en mal estado. Cuenta con numerosas y frías salas, en las que nunca arde ningun fuego ni ninguna luz alumbra, si acaso, alguna vela esporádicamente, porque al anfitrión a veces le apetece recordar el brillo de la lumbre. Tampoco hay ningun espejo ni ninguna superficie reflectante, los vidrios de las ventanas estan cubiertos por gruesas y pesadas cortinas negras.
Las diversas salas de la fortaleza cuentan con calabozos en los sotanos, mugrientos y abandonados, dormitorios de destartaladas camas, comedor de largas y amplias mesas, y pequeños patios de armas.
No hay medidas de seguridad, cualquiera puede entrar, bajo su propia responsabilidad, puesto que todas las sombras del castillo tienen ojos.
Los unicos conocedores de la ubicacion de este sitio son Sirius Black y Johan Black.
LA FORTALEZA DE HIELO.
Residencia de Sirius Black
Residencia de Sirius Black
Una sobria fortaleza de piedra erigida en un recondito punto de los bosques de Bastion Hollow, en la grieta de uno de sus valles, en una zona de bastante frío pues dado su orientacion al norte y ubicacion, permanece casi siempre a la sombra. Algunas de sus torres y murallas se presentan semiderruidas a partes, evidenciando la antigüedad de la construccion. Se puede acceder a ella por una ladera o por un largo puente en mal estado. Cuenta con numerosas y frías salas, en las que nunca arde ningun fuego ni ninguna luz alumbra, si acaso, alguna vela esporádicamente, porque al anfitrión a veces le apetece recordar el brillo de la lumbre. Tampoco hay ningun espejo ni ninguna superficie reflectante, los vidrios de las ventanas estan cubiertos por gruesas y pesadas cortinas negras.
Las diversas salas de la fortaleza cuentan con calabozos en los sotanos, mugrientos y abandonados, dormitorios de destartaladas camas, comedor de largas y amplias mesas, y pequeños patios de armas.
No hay medidas de seguridad, cualquiera puede entrar, bajo su propia responsabilidad, puesto que todas las sombras del castillo tienen ojos.
Los unicos conocedores de la ubicacion de este sitio son Sirius Black y Johan Black.
Me mantengo un tanto escéptico respecto a todo lo que dice sobre la concentración, meditación y demás, sintiéndome un tanto estúpido porque a mi me cuesta bastante algo que parece tan sencillo. Sin embargo ella habla de su experiencia, haciendo que así parezca muy fácil, aunque diga que al principio le costó. La siguiente parte sobre la proporcionalidad de la fuerza de la sombra con su tamaño me hace interesarme más todavía, inclinando el tronco ligeramente hacia delante para escuchar con atención. Permanezco todavía sentado en el suelo a lo indio, como la pose habitual de meditación.
- ¿Ves? esa parte ya me gusta más, todo eso de asfixiar, sombras que pierden el control...suena mucho más interesante, más de acción. Tal vez sea ese el problema para ponerme 'pacífico' y conseguir meditar. No puedo evitar eso de tirar más por el lado belicoso. Lo he hecho toda mi vida. A lo otro no estoy acostumbrado. La calma me tensa. - observo la sombra de Bastet marchándose al exterior, pareciéndome bastante raro eso de ver a una persona sin sombra alguna. Hago un intento de nuevo con mi propia sombra, probando a ver si puedo variar en lo más mínimo su contorno, o posición.
Me quedo callado durante algunos segundos, respirando hondo antes de concentrarme de nuevo en mi propia sombra. Bastante tenue, porque apenas hay luz, como mucho la que entra por la ventana, la de la luna. En esta ocasión tengo algo de éxito, tras unos segundos consigo que al menos se altere el contorno de ésta, como si quisiese moverse. Pero poco más, tampoco hay que motivarse demasiado por eso. - Pché...creo que me llevará algún tiempo. Pero al menos ya me has dado las bases para que luego pueda ir practicando.- Guardo silencio para no molestarla cuando hace su exhibición de manejo de sombras, interpretando que se refiere a que ha manejado cinco sombras a la vez, o algo así. Hasta que yo consiga hacer eso pasará bastante tiempo. Y yo soy bastante impaciente. Necesito entrenar más, pelear más. Y eso sin contar que todavía tengo pendientes los deberes que me puso mi mentor de los Descendientes, Snagov. La próxima vez que lo vea debo llevar la tarea aprendida. Saber más de la historia de los dragones, y su lenguaje. Con el lenguaje no voy mal. Al menos Svart ya va entendiéndome, o eso creo. Espero también que Snagov me enseñe más cosas, además de aprender sobre los dragones. Por ahora voy a centrarme en las sombras, después ya se verá.
Me pilla un tanto desprevenido eso del abrazo que me da Bastet, aunque sea breve no me lo esperaba. Lo cierto es que hay gente bastante sociable que al poco de conocer a otra persona ya da esas muestras de cercanía, pero no no soy así, me cuesta algo más de tiempo coger confianza. Aunque no sólo me llama la atención lo del abrazo, sino lo de las alas. Los alados son poco habituales, y con Bastet ya conozco a dos. No reacciono a lo del abrazo porque tampoco sé muy bien cómo reaccionar, así que me quedo algo parado. Retomo la conversación rápidamente, con eso que dice de llegar a ver el pasado de otra persona. - ¿Funciona como una especie de flashback? quiero decir...¿puedes ver escenas o más bien mis pensamientos respecto a ese momento?- sé que hay algunos 'mentalistas' que pueden averiguar cosas de una persona con verla, cogiendo detalles de sus gestos o forma de ser. Pero eso puede hacerlo cualquiera, aunque no tenga magia. Lo que comienza a hacer Bastet es bastante más impresionante. Consigue hablar con precisión de cosas de mi pasado y el de mis padres. La mentira de mis abuelos, lo de mi padre, lo de mi madre...buena parte de mi escabroso pasado, aunque no lo ha visto todo. Puede que no haya querido, pero hay episodios algo más oscuros. Mi cara de sorpresa debe ser un poema ahora mismo. Lo que me ha hecho recordar duele, pero ya está superado. La alada parece bastante empática, ya que incluso le caen algunas lágrimas tras hacer ese ejercicio de ver en mi pasado.
- Sí, no te preocupes. Todo se solucionó con ella...me contó la verdad. También lo solucioné con mi padre, Sirius. Es el vampiro que viste antes. Ninguno de los dos me crió, pero bueno...ya pasó la época de rencor aquella. - durante mi adolescencia estuve bastante carcomido por ese odio, en buena parte inculcado durante los años anteriores, en parte también por el abandono de ambos. Costo años superar aquello, pero el aprendizaje a base de hostias en muchas ocasiones había funcionado. - Eres buena en esto de ver el pasado de los demás. Puede ayudarte a saber si una persona es de fiar. Yo lo único que puedo hacer es tratar de adivinar cosas por medio de lo que veo de ti. Cosas obvias, supongo. Eres de las que ayudan a todo el mundo, ¿cierto? Y eso puede ser también tu mayor debilidad.
- ¿Ves? esa parte ya me gusta más, todo eso de asfixiar, sombras que pierden el control...suena mucho más interesante, más de acción. Tal vez sea ese el problema para ponerme 'pacífico' y conseguir meditar. No puedo evitar eso de tirar más por el lado belicoso. Lo he hecho toda mi vida. A lo otro no estoy acostumbrado. La calma me tensa. - observo la sombra de Bastet marchándose al exterior, pareciéndome bastante raro eso de ver a una persona sin sombra alguna. Hago un intento de nuevo con mi propia sombra, probando a ver si puedo variar en lo más mínimo su contorno, o posición.
Me quedo callado durante algunos segundos, respirando hondo antes de concentrarme de nuevo en mi propia sombra. Bastante tenue, porque apenas hay luz, como mucho la que entra por la ventana, la de la luna. En esta ocasión tengo algo de éxito, tras unos segundos consigo que al menos se altere el contorno de ésta, como si quisiese moverse. Pero poco más, tampoco hay que motivarse demasiado por eso. - Pché...creo que me llevará algún tiempo. Pero al menos ya me has dado las bases para que luego pueda ir practicando.- Guardo silencio para no molestarla cuando hace su exhibición de manejo de sombras, interpretando que se refiere a que ha manejado cinco sombras a la vez, o algo así. Hasta que yo consiga hacer eso pasará bastante tiempo. Y yo soy bastante impaciente. Necesito entrenar más, pelear más. Y eso sin contar que todavía tengo pendientes los deberes que me puso mi mentor de los Descendientes, Snagov. La próxima vez que lo vea debo llevar la tarea aprendida. Saber más de la historia de los dragones, y su lenguaje. Con el lenguaje no voy mal. Al menos Svart ya va entendiéndome, o eso creo. Espero también que Snagov me enseñe más cosas, además de aprender sobre los dragones. Por ahora voy a centrarme en las sombras, después ya se verá.
Me pilla un tanto desprevenido eso del abrazo que me da Bastet, aunque sea breve no me lo esperaba. Lo cierto es que hay gente bastante sociable que al poco de conocer a otra persona ya da esas muestras de cercanía, pero no no soy así, me cuesta algo más de tiempo coger confianza. Aunque no sólo me llama la atención lo del abrazo, sino lo de las alas. Los alados son poco habituales, y con Bastet ya conozco a dos. No reacciono a lo del abrazo porque tampoco sé muy bien cómo reaccionar, así que me quedo algo parado. Retomo la conversación rápidamente, con eso que dice de llegar a ver el pasado de otra persona. - ¿Funciona como una especie de flashback? quiero decir...¿puedes ver escenas o más bien mis pensamientos respecto a ese momento?- sé que hay algunos 'mentalistas' que pueden averiguar cosas de una persona con verla, cogiendo detalles de sus gestos o forma de ser. Pero eso puede hacerlo cualquiera, aunque no tenga magia. Lo que comienza a hacer Bastet es bastante más impresionante. Consigue hablar con precisión de cosas de mi pasado y el de mis padres. La mentira de mis abuelos, lo de mi padre, lo de mi madre...buena parte de mi escabroso pasado, aunque no lo ha visto todo. Puede que no haya querido, pero hay episodios algo más oscuros. Mi cara de sorpresa debe ser un poema ahora mismo. Lo que me ha hecho recordar duele, pero ya está superado. La alada parece bastante empática, ya que incluso le caen algunas lágrimas tras hacer ese ejercicio de ver en mi pasado.
- Sí, no te preocupes. Todo se solucionó con ella...me contó la verdad. También lo solucioné con mi padre, Sirius. Es el vampiro que viste antes. Ninguno de los dos me crió, pero bueno...ya pasó la época de rencor aquella. - durante mi adolescencia estuve bastante carcomido por ese odio, en buena parte inculcado durante los años anteriores, en parte también por el abandono de ambos. Costo años superar aquello, pero el aprendizaje a base de hostias en muchas ocasiones había funcionado. - Eres buena en esto de ver el pasado de los demás. Puede ayudarte a saber si una persona es de fiar. Yo lo único que puedo hacer es tratar de adivinar cosas por medio de lo que veo de ti. Cosas obvias, supongo. Eres de las que ayudan a todo el mundo, ¿cierto? Y eso puede ser también tu mayor debilidad.
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-Si eso te gusta ahora, pero jamas tiene que hacer que una se enoje porque se vuelven bestias y te pueden matar en menos de 5 minutos. Pero si, te llevara un tiempo hasta llegar a una buena concentración y paz interior, pero cuando gustes otro día vamos otro lugar mucho mas tranquilo y ahí podrás- le respondo con un poco de seriedad cuando me comenta que le gusto ya que se vuelvan locas y todo eso, solo suspiro y trato de que no me ponga mal, ya que ahí personas que no son pacíficos. Pero como no juzgo a nadie se que hará lo que quiera con su sombra luego el tendrá que saber controlarla.
-Con lo del pasado, seria como un flashback, pero puedo ver poco, tengo que seguir perfeccionando esa técnica porque tienes razón, yo puedo ver el pasado de uno y ver si puedo confiar en el o no. Con las sombras puedo ver y oír a través de ellas, osea puedes obtener información y sin que se den cuenta- sonrió mientras respondo su pregunta, la verdad que aun que tenga que seguir practicando es una buena habilidad para saber si se puede confiar o no.
Escuche mientras me comentaba que las cosas con sus padres estaban bien y asentí mientras me ponía feliz, se que ahí personas que pasan años enojados y cuando saben la verdad les cuesta perdonar aun así. Pero cuando me dice que soy una persona que ayuda asentí para que sepa que es correcto, pero negué cuando dijo que eso era mi mayor debilidad. -En mis años recorriendo distintos lugares aprendí a observar bien, antes de ver el pasado, el observar me ayudaba mucho. Comencé mi camino a los 18 años y tengo 37, así que tuve años para observar y conocer cada criatura y todas las personalidades, todo. Soy buena en el sentido mas puro e inocente, pero no soy alguien del cual se puedan aprovechar de forma fácil-.
-Con lo del pasado, seria como un flashback, pero puedo ver poco, tengo que seguir perfeccionando esa técnica porque tienes razón, yo puedo ver el pasado de uno y ver si puedo confiar en el o no. Con las sombras puedo ver y oír a través de ellas, osea puedes obtener información y sin que se den cuenta- sonrió mientras respondo su pregunta, la verdad que aun que tenga que seguir practicando es una buena habilidad para saber si se puede confiar o no.
Escuche mientras me comentaba que las cosas con sus padres estaban bien y asentí mientras me ponía feliz, se que ahí personas que pasan años enojados y cuando saben la verdad les cuesta perdonar aun así. Pero cuando me dice que soy una persona que ayuda asentí para que sepa que es correcto, pero negué cuando dijo que eso era mi mayor debilidad. -En mis años recorriendo distintos lugares aprendí a observar bien, antes de ver el pasado, el observar me ayudaba mucho. Comencé mi camino a los 18 años y tengo 37, así que tuve años para observar y conocer cada criatura y todas las personalidades, todo. Soy buena en el sentido mas puro e inocente, pero no soy alguien del cual se puedan aprovechar de forma fácil-.
Suena un tanto acojonante eso de que la sombra se vuelva en tu contra y acabe matándote, así que tal vez no sea buena idea eso de que se enfurezcan. Asiento convencido a la idea de probar otro día en otro sitio, sobre el asunto de la meditación. Tratar de concentrarse en una mansión de vampiros y con la tormenta del exterior es bastante complicado. El que no parece tener problemas para relajarse es mi dragón, que duerme plácidamente sobre el sillón. No debe de quedar mucho para el amanecer, entonces podremos marcharnos a descansar en otro lado. - Será lo mejor. Además, creo que hoy estoy demasiado cansado como para conseguir hacerlo bien. En cuanto pase por la enfermería y descanse un poco será otra cosa. - la confesión que hace sobre las sombras y sus tareas de 'espía' me hacen pensar que puede resultar muy útil para quien quiera contratarla, y que sería un arma peligrosa en las manos inadecuadas.
- Serías una mercenaria bastante buena, esa habilidad puede conseguirte información de primera. Y todos sabemos que la información es poder.- eso lo sé de sobra, mi condición de mercenario, cazador, lo que sea...me ha hecho valorar cada pequeña pieza de información que pueda obtener. Estoy un tanto incómodo en la postura esa de meditación, así que me levanto del suelo para ir a sentarme al sillón, junto a mi dragón. Frunzo ligeramente el ceño al escuchar eso de la bondad y la inocencia, preguntándome si será cualidad innata de los alados o será simplemente un atributo de su personalidad.
- Ya. Es que si te pasas de buena se aprovechan de ti. Por eso lo decía. Pero si has sobrevivido hasta ahora imagino que sabrás valerte por ti misma y no te engañarán fácilmente. Este mundo no está hecho para débiles o confiados. Seguro que también te habrás llevado algunas decepciones con algunas personas. Suele pasar..- espero que me corrija si me equivoco, pero mientras lo hace hago un nuevo intento de tratar de alterar mínimamente mi sombra. En esta ocasión la concentración me dura menos que antes, así que sólo consigo una especie de variación en la opacidad. Algo es algo, al menos se ha inmutado.
- Serías una mercenaria bastante buena, esa habilidad puede conseguirte información de primera. Y todos sabemos que la información es poder.- eso lo sé de sobra, mi condición de mercenario, cazador, lo que sea...me ha hecho valorar cada pequeña pieza de información que pueda obtener. Estoy un tanto incómodo en la postura esa de meditación, así que me levanto del suelo para ir a sentarme al sillón, junto a mi dragón. Frunzo ligeramente el ceño al escuchar eso de la bondad y la inocencia, preguntándome si será cualidad innata de los alados o será simplemente un atributo de su personalidad.
- Ya. Es que si te pasas de buena se aprovechan de ti. Por eso lo decía. Pero si has sobrevivido hasta ahora imagino que sabrás valerte por ti misma y no te engañarán fácilmente. Este mundo no está hecho para débiles o confiados. Seguro que también te habrás llevado algunas decepciones con algunas personas. Suele pasar..- espero que me corrija si me equivoco, pero mientras lo hace hago un nuevo intento de tratar de alterar mínimamente mi sombra. En esta ocasión la concentración me dura menos que antes, así que sólo consigo una especie de variación en la opacidad. Algo es algo, al menos se ha inmutado.
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Veo que Reiv ya estaba muy agotado, así que por esta noche dejamos la practica ademas necesito descansar bien. Escucho mientras el se va a un sillón para poder acomodarse bien, mientras que voy detrás suyo y veo que las velas se estaban apagando, -Por esta vez dejemos que la oscuridad nos cubra y proteja- dije con un leve suspiro y una sonrisa mientras veía como se iba apagando lentamente, observe a Reiv y le comente para que supiera -Cuando ahí oscuridad completa tienes mas posibilidad de invocar una sombra, que cuando ahí luz y tu sombra jamas te abandona aun que no la veas-.
Voy hacia el otro sillón y levito a Yang para ponerlo en mis piernas, así descansa o se relaja un poco. Observe la habitación mientras que Reiv me dice que seria una mercenaria bastante buena, cuando me dijo eso recordé a todos los mercenarios que conocí porque estaban cazan dome y otros era para convencerme y unirme a ellos pero nunca fue lo mio o eso siempre pensé yo. -No es la primera vez que me lo dicen, pero no es algo que me guste por ahora, pero si obtengo información por las dudas que la necesite algún día-.
Me vuelve a comentar que se podrían aprovechar de mi, cosa que no sonreí mucho ya que una vez tuve que ser bastante cruel con esas personas que me han utilizado, no me siento orgullosa aun ya que me duele haber sido así pero si no lo era ellos no hubieran frenado. -Mi sombra una vez trastorno a uno al punto que lo metieron en un manicomio, ya que ese se aprovecho de mi- luego de eso no dije nada mas, solo cerré los ojos y suspiraba mientras respiraba hondo para calmar esa tristeza que de pronto volvió a mi.
"No me ha gustado ser así por esos momentos, pero si es necesario lo seré".
Voy hacia el otro sillón y levito a Yang para ponerlo en mis piernas, así descansa o se relaja un poco. Observe la habitación mientras que Reiv me dice que seria una mercenaria bastante buena, cuando me dijo eso recordé a todos los mercenarios que conocí porque estaban cazan dome y otros era para convencerme y unirme a ellos pero nunca fue lo mio o eso siempre pensé yo. -No es la primera vez que me lo dicen, pero no es algo que me guste por ahora, pero si obtengo información por las dudas que la necesite algún día-.
Me vuelve a comentar que se podrían aprovechar de mi, cosa que no sonreí mucho ya que una vez tuve que ser bastante cruel con esas personas que me han utilizado, no me siento orgullosa aun ya que me duele haber sido así pero si no lo era ellos no hubieran frenado. -Mi sombra una vez trastorno a uno al punto que lo metieron en un manicomio, ya que ese se aprovecho de mi- luego de eso no dije nada mas, solo cerré los ojos y suspiraba mientras respiraba hondo para calmar esa tristeza que de pronto volvió a mi.
"No me ha gustado ser así por esos momentos, pero si es necesario lo seré".
Trato de mover mi sombra una vez más, consiguiendo de nuevo un leve temblor en ésta. Me quedo algo pensativo respecto a eso que me dice, lo que sucede cuando hay oscuridad completa. - ¿En serio es más fácil invocarla si no hay nada de luz? No me cuadra mucho...para que haya una sombra tiene que haber algo de luz. Quiero decir, sin luz no se proyecta ninguna sombra. Supongo que si todo está a oscuras por completo, las sombras desaparecen. - tal vez sea así con el tipo de sombra que maneja Bastet, algo más etéreo. Puede que las que maneja mi padre sean otra cosa, ya que son como tangibles, densas, como una masa oscura. Así al menos tengo la visión de ambas, para saber hacia cuál quiero dirigirme. También puedo coger cosas de un estilo y de otro, lo que más me convenga. Me encojo de hombros al escuchar eso de que no le interesa ser mercenaria, aunque tenga las habilidades. - Es un trabajo bastante libre. Coges lo que te interese, lo que no te interese lo dejas. Aunque también es cierto que a veces coges por necesidad algunos trabajos que no te gusten mucho. - no son demasiados los que he tenido hasta ahora, y reconozco que muchos de ellos me han gustado por el reto que suponen, por la aventura, por probarme a mi mismo y mejorar mis habilidades. Creo que eso de ser mercenario y cazador es lo que estaba buscando, o por lo menos lo que mejor me va por ahora. Quién sabe lo que querré hacer mañana.
Paso la mano un par de veces por el lomo de mi dragón, tratando de despertarlo despacio, ya que nos marcharemos pronto. La tormenta ya ha amainado, además empiezan a despuntar las primeras luces del alba. Ha pasado un buen rato desde que llegué a la fortaleza, acompañado de Sirius. A él le espera una buena siesta de todo el día, hasta la noche siguiente. Ahora que sé dónde encontrarlo seguro que vengo más a menudo. Presto atención a lo que cuenta Bastet sobre el uso que le dio a su sombra una vez, para enloquecer a alguien. - Pero...si te hicieron eso está más que justificado. Se lo merecía. Hay veces en la que no puedes permitirte ser compasivo, no con gente así. - no sé exactamente a que se refiere con eso de que se aprovecharon de ella, aunque creo que puedo imaginarlo. La confesión parece haberla dejado bastante desanimada, así que lo mejor será cambiar de tema. A no ser que quiera hablar de eso, cosa que dudo. Me levanto del sillón, seguido de mi dragón, que ya ha despertado. Después me acerco a ella, agachándome un poco para quedar a su altura. Se había portado bastante bien a lo largo de toda la noche, ofreciendo su tiempo para enseñarme de manera amable, así que lo justo es que yo lo sea con ella.
- Gracias por la ayuda, creo que a partir de ahora podré seguir practicando por mi cuenta. Ya está amaneciendo, ¿regresas a la base conmigo? Así también puedes darle de comer a tu mascota.
Paso la mano un par de veces por el lomo de mi dragón, tratando de despertarlo despacio, ya que nos marcharemos pronto. La tormenta ya ha amainado, además empiezan a despuntar las primeras luces del alba. Ha pasado un buen rato desde que llegué a la fortaleza, acompañado de Sirius. A él le espera una buena siesta de todo el día, hasta la noche siguiente. Ahora que sé dónde encontrarlo seguro que vengo más a menudo. Presto atención a lo que cuenta Bastet sobre el uso que le dio a su sombra una vez, para enloquecer a alguien. - Pero...si te hicieron eso está más que justificado. Se lo merecía. Hay veces en la que no puedes permitirte ser compasivo, no con gente así. - no sé exactamente a que se refiere con eso de que se aprovecharon de ella, aunque creo que puedo imaginarlo. La confesión parece haberla dejado bastante desanimada, así que lo mejor será cambiar de tema. A no ser que quiera hablar de eso, cosa que dudo. Me levanto del sillón, seguido de mi dragón, que ya ha despertado. Después me acerco a ella, agachándome un poco para quedar a su altura. Se había portado bastante bien a lo largo de toda la noche, ofreciendo su tiempo para enseñarme de manera amable, así que lo justo es que yo lo sea con ella.
- Gracias por la ayuda, creo que a partir de ahora podré seguir practicando por mi cuenta. Ya está amaneciendo, ¿regresas a la base conmigo? Así también puedes darle de comer a tu mascota.
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Veo que Reiv estaba un poco confundido con el tema de las sombras y rió un poco, lo observe de reojo mientras acaricio a Yang mientras observo el poco fuego que quedaba -Las sombras jamas nos dejan y menos nuestras sombras, ademas tienen su forma original. Se las puede invocar mejor, pero ademas puedes invocar mas de una si no ahí luz- le comente con una sonrisa. Me dice que siendo mercenaria puedo agarrar el trabajo que quiero y otros no, pero no me convence por ahora ya que me parece mejor para mi el curar y ayudar a los demás así que solo niego con mi cabeza.
-Puede ser que se lo haya merecido, pero bueno yo no soy así, pero bueno tuve que ser así para defenderme- le respondí con una sonrisa de lado, también trate de ponerme bien cosa que Yang me ayudo en eso. De pronto miro hacia la ventada y pude ver un poco de luz, eso significaba que estaba amaneciendo, Reiv se me acerca para decirme si vamos juntos o no, cosa que me levante y desperté a Yang.
"¿Donde andará mi sombra?"
-Espero que tu padre descanse bien, pero bueno vamos yendo a la base así te pongo algunas vendas y si este pequeño necesita comer un poco- le sonreí y nos dirigimos hacia la puerta de la habitación, mientras que la vela se apaga lentamente, solo suspire y observe el pasillo que la verdad es hermoso el lugar y bastante grande.
-Puede ser que se lo haya merecido, pero bueno yo no soy así, pero bueno tuve que ser así para defenderme- le respondí con una sonrisa de lado, también trate de ponerme bien cosa que Yang me ayudo en eso. De pronto miro hacia la ventada y pude ver un poco de luz, eso significaba que estaba amaneciendo, Reiv se me acerca para decirme si vamos juntos o no, cosa que me levante y desperté a Yang.
"¿Donde andará mi sombra?"
-Espero que tu padre descanse bien, pero bueno vamos yendo a la base así te pongo algunas vendas y si este pequeño necesita comer un poco- le sonreí y nos dirigimos hacia la puerta de la habitación, mientras que la vela se apaga lentamente, solo suspire y observe el pasillo que la verdad es hermoso el lugar y bastante grande.
Intento una última vez eso de alterar la sombra, teniendo un mínimo éxito al conseguir mover el borde. Después miro a Bastet algo confuso cuando dice que no le gusta ser así, supongo que eso de la bondad y de no odiar debe ser inherente a todos los alados. Después le hago un gesto para que me siga por las escaleras, dejando atrás la sala en la que estábamos. ambos vamos acompañados de nuestras mascotas, por mi parte el dragón y por la suya el zorro.
- Imagino que si el mundo estuviese compuesto de alados sería más difícil eso de que hubiesen guerras. O tal vez no. Tal vez se pelearían más aún. - sonrío levemente al plantear esa hipótesis, siguiendo el camino escaleras abajo. Los rayos de sol ya comenzaban a filtrarse por las pocas rendijas de la casa. Mi padre debe llevar durmiendo ya un buen rato.
"cuando despierte es mejor que no encuentre a nadie, puede tener bastante hambre, con todo lo que eso implica"
- Lo mejor será que nos vayamos ya. La base no queda lejos a pie, pero llegaremos antes si me desaparezco de aquí. Puedo llevarte conmigo a la vez. Además, conozco el destino, apareceré directamente en la zona de la enfermería. ¿Preparada? - pongo una mano en el hombro de Bastet, después de levantar a mi dragón del suelo, tarea cada vez más complicada porque está creciendo mucho. Después fijo el destino en mente, desapareciendo de allí con ella y las mascotas, rumbo a la base.
- Imagino que si el mundo estuviese compuesto de alados sería más difícil eso de que hubiesen guerras. O tal vez no. Tal vez se pelearían más aún. - sonrío levemente al plantear esa hipótesis, siguiendo el camino escaleras abajo. Los rayos de sol ya comenzaban a filtrarse por las pocas rendijas de la casa. Mi padre debe llevar durmiendo ya un buen rato.
"cuando despierte es mejor que no encuentre a nadie, puede tener bastante hambre, con todo lo que eso implica"
- Lo mejor será que nos vayamos ya. La base no queda lejos a pie, pero llegaremos antes si me desaparezco de aquí. Puedo llevarte conmigo a la vez. Además, conozco el destino, apareceré directamente en la zona de la enfermería. ¿Preparada? - pongo una mano en el hombro de Bastet, después de levantar a mi dragón del suelo, tarea cada vez más complicada porque está creciendo mucho. Después fijo el destino en mente, desapareciendo de allí con ella y las mascotas, rumbo a la base.
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Mis sueños habian sido inquietos, incomodos. Mi supuesto reposo, no habia sido tal. Sentia algo agitarse en las profundidades de las sombras, algo susurrarme, acariciarme los oidos con sus palabras....quiza eran simples pesadillas, quiza se trataba de un instinto ancestral y natural que yo como vampiro casi neonato, no entendia. Porque cierto era que nadie me habia enseñado.
Desperté pues levantandome de modo brusco, con un grito casi furioso, de frustracion, por no haber podido hallar el reposo ni si quiera en esos momentos. Me levanté, con el semblante mas palido y demacrado de lo que cabria esperar. Demasiado tiempo sin beber sangre....demasiado. El hambre, la sed me llamaban, y me convertian en la bestia, en el cazador que no deseaba ser. Pero mis invitados se habian ido, y tendria que salir del castillo a cazar algo.
Subi las escaleras, convirtiendome en sombras para ello, acelerando asi el trayecto. Alli no habia nadie. Asomado a la ventana, contemplo la noche extenderse por el valle, una noche viva a mis ojos, que delinea los perfiles de las montañas con su oscuridad. Inspiro una bocanada de aire que no necesito, más un depredador que otra cosa ahora mismo. El sueño inquieto y la privacion de sangre durante ya demasiado tiempo habian hecho que me despertase más lasombra que Black.... y en ese estado me aupé en el alfeizar de la ventana, posando mis pies en una de las sombras de la pared externa de la torre. Comienzo a caminar, unido a esa sombra, hundiéndome en ella y desapareciendo del castillo.
Desperté pues levantandome de modo brusco, con un grito casi furioso, de frustracion, por no haber podido hallar el reposo ni si quiera en esos momentos. Me levanté, con el semblante mas palido y demacrado de lo que cabria esperar. Demasiado tiempo sin beber sangre....demasiado. El hambre, la sed me llamaban, y me convertian en la bestia, en el cazador que no deseaba ser. Pero mis invitados se habian ido, y tendria que salir del castillo a cazar algo.
Subi las escaleras, convirtiendome en sombras para ello, acelerando asi el trayecto. Alli no habia nadie. Asomado a la ventana, contemplo la noche extenderse por el valle, una noche viva a mis ojos, que delinea los perfiles de las montañas con su oscuridad. Inspiro una bocanada de aire que no necesito, más un depredador que otra cosa ahora mismo. El sueño inquieto y la privacion de sangre durante ya demasiado tiempo habian hecho que me despertase más lasombra que Black.... y en ese estado me aupé en el alfeizar de la ventana, posando mis pies en una de las sombras de la pared externa de la torre. Comienzo a caminar, unido a esa sombra, hundiéndome en ella y desapareciendo del castillo.
La oscuridad precedió mi llegada al castillo. Una nube de sombras se arremolinaba a mi alrededor mientras cruzaba el puente rumbo a la fortaleza, protegiendome de las luces de la mañana. Una nube de sombras enorme, que parecia viva, agitandose al compás de mis pasos....
Las sombras se desvanecieron cuando llegué bajo techo. Revelaron que el vampiro no caminaba solo. Había traido un pesado objeto cargado sobre su hombro, con gran facilidad, haciendo gala de la superior fuerza física que la muerte y la sangre de Shinare le habian otorgado. Se trataba de un gran piano de cola negro.
Miré a mi alrededor de modo inexpresivo, o ciertamente, de haber tenido que elegir alguna emocion, habria sido aburrido. Reanudé mis pasos, queria llevar el instrumento hasta la torre. Pero mis pasos no eran los unicos que sonaban en aquella estancia. Tras de mi, a varios metros de distancia, seguian otras pisadas. Diferentes. Me seguían fielmente, ahi tuvieran que subir los cientos de escalones hacia el torreón.
Se trataba de mi invitado. Pertenecian a un hombre, de algunos años mas que yo, podria decirse por el color blanquecino de su pelo y sus arrugas. Un humano, por el aroma de su sangre. Pero no era su sangre lo que me interesaba, que va. Eran sus conocimientos, mas bien. La voluntad del hombre de seguir a la bestia al corazon de su oscura cueva sin titubear, procedía de mi control sobre esta misma. De una sencilla orden. Claro que, pese al movimiento de sus pies y al silencio de sus labios, el pianista era totalmente consciente de lo que estaba haciendo, de sus actos, y de a donde se estaba dirigiendo por "voluntad propia".
Llegué a lo alto del torreón, donde habia establecido uno de mis sitios de descanso nocturnos. Las gruesas cortinas negras prevenian de la entrada de la escasa luz diurna del valle. Dejé el piano en el suelo con cuidado. Minutos mas tarde, me siguió el pianista que habia venido conmigo, entrando a la estancia y quedandose ahi, mirandome con el terror escrito en el rostro. Ladeé mi cabeza y mis labios se curvaron en una mueca de compasion, pero mis ojos, entornados y brillantes, parecian curiosos y más entretenidos ahora con mi acompañante humano.
- Un músico como tú no debería temer a la muerte. Dicen que os volvéis eternos a través de vuestras melodías. Vamos, siéntate. Demuéstrame como desafías a la muerte.
El hombre se sentó. Que otro remedio le quedaba? No podía desobedecer aquella orden. Su terror me resultaba curioso, y molesto en cierto modo. Él se sentó y colocó las manos sobre las teclas y los pies en los pedales, más no empezó a tocar nada todavía. Me miró esperando una orden, con unos ojos vidriosos.
-Ya sabes cual debes tocar.
Le instruí, esperando a que comenzase. Sus manos temblaban al principio, la melodía resultaba casi irreconocible. Pero los hombres con su alma entregada a la musica no son hombres normales, al igual que las mujeres que a ello consagran su vida. Pues mediante la musica consiguió hallar la serenidad que necesitaba y la melodía comenzó a sonar como debía sonar, pese a saberse en al situacion que se sabía. Un prisionero. Me senté en una esquina de la cama a oirlo tocar, aquel las notas que llevaba sin escuchar lo que se me antojaban siglos. Pero solo habian pasado 27 años o quizá alguno menos. No miraba al hombre mientras tocaba, solamente dejaba que la musica trajese algun recuerdo vago a mi mente, de aquella mujer de la que escuché estas notas por primera vez, envuelta en aquel vestido, , de algun momento concreto de mi vida pasada. Aun estaban ahi. Parecía mentira. Cuando me quise dar cuenta, estaba sonriendo con el rostro oculto entre las manos, y unas gotas de sangre escurrían de mis ojos. La última nota que tocó el pianista fue como un interruptor que me devolvió a la realidad. Limpie mi cara, me puse en pie y dejé de darle la espalda.
-Por el momento...considérate mi invitado de honor. Vivirás aquí, por el momento. Vendré a verte cuando caiga el día... - la noche habia pasado, y yo no podía permitir que mi sed diera al traste con mis pequeños planes. Así que salí de ese dormitorio, dejando al hombre encerrado con su piano, prisionero, y bajé a las catacumbas donde descansaría un rato. Luego, saldría a cazar un rato. Conseguiría el alimento que necesitaba mi cuerpo, pero tambien procuraría algo para el del humano, pues esos no se aguantan solamente del aire.
Y amanecer tras amanecer volvía al torreon para oirlo tocar, durante varias semanas, hasta que me atreví a pedirle que...
-Enséñame a tocar esa melodía. O cualquier otra por la que se deba de comenzar. - la cara del pianista fue un divertido poema de duda, sorpresa y...entusiasmo? Con dudas me hizo un hueco en el banco y me senté a su lado escuchando las primeras explicaciones. El pianista seguía mostrandose cauteloso, pero su nivel de terror hacia mi habia descendido hasta ser simplemente miedo. Esta vez no fue necesario que usara la Dominación con él para que me diera las explicaciones. Seguramente, debía ser el alumno mas raro que habia tenido.
Las sombras se desvanecieron cuando llegué bajo techo. Revelaron que el vampiro no caminaba solo. Había traido un pesado objeto cargado sobre su hombro, con gran facilidad, haciendo gala de la superior fuerza física que la muerte y la sangre de Shinare le habian otorgado. Se trataba de un gran piano de cola negro.
Miré a mi alrededor de modo inexpresivo, o ciertamente, de haber tenido que elegir alguna emocion, habria sido aburrido. Reanudé mis pasos, queria llevar el instrumento hasta la torre. Pero mis pasos no eran los unicos que sonaban en aquella estancia. Tras de mi, a varios metros de distancia, seguian otras pisadas. Diferentes. Me seguían fielmente, ahi tuvieran que subir los cientos de escalones hacia el torreón.
Se trataba de mi invitado. Pertenecian a un hombre, de algunos años mas que yo, podria decirse por el color blanquecino de su pelo y sus arrugas. Un humano, por el aroma de su sangre. Pero no era su sangre lo que me interesaba, que va. Eran sus conocimientos, mas bien. La voluntad del hombre de seguir a la bestia al corazon de su oscura cueva sin titubear, procedía de mi control sobre esta misma. De una sencilla orden. Claro que, pese al movimiento de sus pies y al silencio de sus labios, el pianista era totalmente consciente de lo que estaba haciendo, de sus actos, y de a donde se estaba dirigiendo por "voluntad propia".
Llegué a lo alto del torreón, donde habia establecido uno de mis sitios de descanso nocturnos. Las gruesas cortinas negras prevenian de la entrada de la escasa luz diurna del valle. Dejé el piano en el suelo con cuidado. Minutos mas tarde, me siguió el pianista que habia venido conmigo, entrando a la estancia y quedandose ahi, mirandome con el terror escrito en el rostro. Ladeé mi cabeza y mis labios se curvaron en una mueca de compasion, pero mis ojos, entornados y brillantes, parecian curiosos y más entretenidos ahora con mi acompañante humano.
- Un músico como tú no debería temer a la muerte. Dicen que os volvéis eternos a través de vuestras melodías. Vamos, siéntate. Demuéstrame como desafías a la muerte.
El hombre se sentó. Que otro remedio le quedaba? No podía desobedecer aquella orden. Su terror me resultaba curioso, y molesto en cierto modo. Él se sentó y colocó las manos sobre las teclas y los pies en los pedales, más no empezó a tocar nada todavía. Me miró esperando una orden, con unos ojos vidriosos.
-Ya sabes cual debes tocar.
Le instruí, esperando a que comenzase. Sus manos temblaban al principio, la melodía resultaba casi irreconocible. Pero los hombres con su alma entregada a la musica no son hombres normales, al igual que las mujeres que a ello consagran su vida. Pues mediante la musica consiguió hallar la serenidad que necesitaba y la melodía comenzó a sonar como debía sonar, pese a saberse en al situacion que se sabía. Un prisionero. Me senté en una esquina de la cama a oirlo tocar, aquel las notas que llevaba sin escuchar lo que se me antojaban siglos. Pero solo habian pasado 27 años o quizá alguno menos. No miraba al hombre mientras tocaba, solamente dejaba que la musica trajese algun recuerdo vago a mi mente, de aquella mujer de la que escuché estas notas por primera vez, envuelta en aquel vestido, , de algun momento concreto de mi vida pasada. Aun estaban ahi. Parecía mentira. Cuando me quise dar cuenta, estaba sonriendo con el rostro oculto entre las manos, y unas gotas de sangre escurrían de mis ojos. La última nota que tocó el pianista fue como un interruptor que me devolvió a la realidad. Limpie mi cara, me puse en pie y dejé de darle la espalda.
-Por el momento...considérate mi invitado de honor. Vivirás aquí, por el momento. Vendré a verte cuando caiga el día... - la noche habia pasado, y yo no podía permitir que mi sed diera al traste con mis pequeños planes. Así que salí de ese dormitorio, dejando al hombre encerrado con su piano, prisionero, y bajé a las catacumbas donde descansaría un rato. Luego, saldría a cazar un rato. Conseguiría el alimento que necesitaba mi cuerpo, pero tambien procuraría algo para el del humano, pues esos no se aguantan solamente del aire.
Y amanecer tras amanecer volvía al torreon para oirlo tocar, durante varias semanas, hasta que me atreví a pedirle que...
-Enséñame a tocar esa melodía. O cualquier otra por la que se deba de comenzar. - la cara del pianista fue un divertido poema de duda, sorpresa y...entusiasmo? Con dudas me hizo un hueco en el banco y me senté a su lado escuchando las primeras explicaciones. El pianista seguía mostrandose cauteloso, pero su nivel de terror hacia mi habia descendido hasta ser simplemente miedo. Esta vez no fue necesario que usara la Dominación con él para que me diera las explicaciones. Seguramente, debía ser el alumno mas raro que habia tenido.
- canción:
Han transcurrido ya bastantes días desde que Juliet y yo vivimos el momento "confesiones" en medio de China Town, después de aquella noche tan movida para los dos, para mí por unas cosas y para ella por otras. Desde entonces hemos permanecido juntos casi todo el rato, yendo juntos Ouroboros a buscar a Svart, aunque nos hicieron marcharnos alegando que Juliet no pertenecía a ese lugar y no podíamos estar allí. Tampoco teníamos muchas ganas de volver al castillo Black, así que hemos pasado estos días entre algunas posadas y mi propio piso okupa de Londres, que está prácticamente inhabitable y se cae a trozos.
Lo cierto es que nos ha venido bien algo de tiempo tranquilos y sin tener que enfrentar problemas constantemente. Es necesario un tiempo para relajarnos en la medida de lo posible, para conocernos mejor, aunque por ahora hemos dejado un poco de lado las confesiones intensas, hay que dosificarlas. También ha habido algunos momentos de acercamiento y cierta tensión, al menos por mi parte, pero no ha sucedido nada todavía. Ya llegará el momento, sin pausa pero sin prisa.
Decido que ya es hora de hacer una visita a mi padre, así que ponemos rumbo a su vampírico castillo, Svart y Juliet incluidos. Aparecemos los tres en la entrada, dejando libre al dragón negro en cuanto pisamos tierra. Éste gruñe molesto, pues odia las desapariciones. Me disculpo con él, dejando que vuele libre sobre nuestras cabezas. Le digo en idioma dragón (que he estado practicando con Juliet) que no se aleje de allí, que saldremos enseguida. Mejor que no entre, no sé cómo reaccionarán ni Sirius ni Svart. La enorme puerta de entrada al castillo cede con el mínimo empuje, dejando paso a un lugar de aspecto tétrico y poco acogedor. - Si el castillo Black te pareció una maravilla...esto te encantará. - bromeo mientras le dejo paso, echando un vistazo por si aparece Sirius. - Ya lo conoces, ¿no? o eso me dijiste, lo de la otra noche en el castillo Black.
Lo cierto es que nos ha venido bien algo de tiempo tranquilos y sin tener que enfrentar problemas constantemente. Es necesario un tiempo para relajarnos en la medida de lo posible, para conocernos mejor, aunque por ahora hemos dejado un poco de lado las confesiones intensas, hay que dosificarlas. También ha habido algunos momentos de acercamiento y cierta tensión, al menos por mi parte, pero no ha sucedido nada todavía. Ya llegará el momento, sin pausa pero sin prisa.
Decido que ya es hora de hacer una visita a mi padre, así que ponemos rumbo a su vampírico castillo, Svart y Juliet incluidos. Aparecemos los tres en la entrada, dejando libre al dragón negro en cuanto pisamos tierra. Éste gruñe molesto, pues odia las desapariciones. Me disculpo con él, dejando que vuele libre sobre nuestras cabezas. Le digo en idioma dragón (que he estado practicando con Juliet) que no se aleje de allí, que saldremos enseguida. Mejor que no entre, no sé cómo reaccionarán ni Sirius ni Svart. La enorme puerta de entrada al castillo cede con el mínimo empuje, dejando paso a un lugar de aspecto tétrico y poco acogedor. - Si el castillo Black te pareció una maravilla...esto te encantará. - bromeo mientras le dejo paso, echando un vistazo por si aparece Sirius. - Ya lo conoces, ¿no? o eso me dijiste, lo de la otra noche en el castillo Black.
Había logrado habituarse finalmente a las desapariciones, aunque Svart parecía no estar tan complacido como ella. Bien era cierto que le agradaba volar, pero un instante para llegar de un lugar a otro era conveniente, al menos cuando no tenías nada en lo que pensar largo y tendido. Después de aquel frenesí de luchas, secuestros, reuniones dramáticas y epidemias en un periodo tan corto, un momento, unos pocos días de tranquilidad eran muy bien recibidos. De cualquier modo, agradeció ampliamente de parte de Reiv que no mencionara nada del pasado que le había contado, y dejar de lado los temas delicados para otros tiempos. Se sentía bien, muy bien al estar con alguien que sabía de su pasdo, sabía de sus pecados y arrepentimientos, y no la juzgaba por ello. Era liberador, pues no tenía que estar midiendo sus palabras por temor a herir sensibilidades.
A pesar de ligeros inconvenientes, como un mal momento en Ouroboros al descubrirles cuando fueron por Svart y feas posadas en las que no terminaba de saber si estaba segura o no... y sobre todo el piso desastroso de Reiv, llegaron a un lugar al no imaginaba pertenecer jamás. El castillo era bastante grande, y se veía ligeramente roído por el paso del tiempo, y tenía aquel olor y esencia de Sirius. La de algo frío, donde no había nada con vida. El recuerdo le dio escalofríos, pero se recordó a si misma que si esta vez él buscaba de nuevo un enfrentamiento, ella ya no estaba tan débil como aquel primer día que le conoció.
Al escuchar a Reiv hablando en idioma dragón, le regresó una sonrisa de felicidad. Realmente había mejorado mucho en muy poco tiempo. Aún cuando él no había aceptado hablar todo el día en el idioma para obligarle a mejorar rápidamente, sentía ue el resultado había sido magnífico. Ahora Svart y Reiv podían comunicarse casi de manera fluída y sin problemas, y saber que el idioma ya no era tanto un impedimento, podían continuar estrechando sus lazos mientras aún hubiera oportunidad antes de una nueva batalla.
Siguió a Reiv adentro del castillo, rolando los ojos al entender la broma que había intentado. Así habían sido los últimos días, llenos de bromas, superficiales y luego rozando lo filosófico casi sin pensar en ello.- Si Sirius te pide una contraseña, la acaban de cambiar, ahora es buenvampiro1234.- Le susurró a Reiv al oido justo cuando entraba por la puerta, pasando por su lado. Si había manera de meterse con un vampiro en una ocasión que sabía que trataría de controlarse, al menos lo intentaría.
Caminó hacia adentro del castillo. Aquel era un lugar incluso más oscuro que el castillo Black, algo que esperaba, pues sabía que a Sirius no le gustaba del todo la luz. Delicadamente, dejó su mochila en el suelo, con cuidado de no maltratar mucho los pequeños dragones que llevaba dentro ahora que sabía, gracias a Svart, de un buen lugar donde permitirles cazar y vivir con libertad una vez que estuvieran lo suficientemente crecidos para ello. Había un lugar antes de llegar al salón en que podía dejarles dormir con tranquilidad dentro de la mochila. Tan enroscados como estaban, decidió no moverlos, pues habían tenido una noche agitada. Y tras dejarlos acurrucados y tapados del frío, continuó caminando detrás de Reiv.- Si, le caigo muy bien a tu padre. La última vez, nuestro encuentro fue muy cercano.- Ironizó, pues había alcanzado a escuchar incluso el rechinar de sus dientes cuando hablaba. Solo esperaba menos cercanía en futuros encuentros.
A pesar de ligeros inconvenientes, como un mal momento en Ouroboros al descubrirles cuando fueron por Svart y feas posadas en las que no terminaba de saber si estaba segura o no... y sobre todo el piso desastroso de Reiv, llegaron a un lugar al no imaginaba pertenecer jamás. El castillo era bastante grande, y se veía ligeramente roído por el paso del tiempo, y tenía aquel olor y esencia de Sirius. La de algo frío, donde no había nada con vida. El recuerdo le dio escalofríos, pero se recordó a si misma que si esta vez él buscaba de nuevo un enfrentamiento, ella ya no estaba tan débil como aquel primer día que le conoció.
Al escuchar a Reiv hablando en idioma dragón, le regresó una sonrisa de felicidad. Realmente había mejorado mucho en muy poco tiempo. Aún cuando él no había aceptado hablar todo el día en el idioma para obligarle a mejorar rápidamente, sentía ue el resultado había sido magnífico. Ahora Svart y Reiv podían comunicarse casi de manera fluída y sin problemas, y saber que el idioma ya no era tanto un impedimento, podían continuar estrechando sus lazos mientras aún hubiera oportunidad antes de una nueva batalla.
Siguió a Reiv adentro del castillo, rolando los ojos al entender la broma que había intentado. Así habían sido los últimos días, llenos de bromas, superficiales y luego rozando lo filosófico casi sin pensar en ello.- Si Sirius te pide una contraseña, la acaban de cambiar, ahora es buenvampiro1234.- Le susurró a Reiv al oido justo cuando entraba por la puerta, pasando por su lado. Si había manera de meterse con un vampiro en una ocasión que sabía que trataría de controlarse, al menos lo intentaría.
Caminó hacia adentro del castillo. Aquel era un lugar incluso más oscuro que el castillo Black, algo que esperaba, pues sabía que a Sirius no le gustaba del todo la luz. Delicadamente, dejó su mochila en el suelo, con cuidado de no maltratar mucho los pequeños dragones que llevaba dentro ahora que sabía, gracias a Svart, de un buen lugar donde permitirles cazar y vivir con libertad una vez que estuvieran lo suficientemente crecidos para ello. Había un lugar antes de llegar al salón en que podía dejarles dormir con tranquilidad dentro de la mochila. Tan enroscados como estaban, decidió no moverlos, pues habían tenido una noche agitada. Y tras dejarlos acurrucados y tapados del frío, continuó caminando detrás de Reiv.- Si, le caigo muy bien a tu padre. La última vez, nuestro encuentro fue muy cercano.- Ironizó, pues había alcanzado a escuchar incluso el rechinar de sus dientes cuando hablaba. Solo esperaba menos cercanía en futuros encuentros.
Habían pasado algunos días. Con el caer del crepúsculo, nuevamente, había retornado a lo alto de mi torreón, donde ya las luces eran escasas y las sombras aumentaban. El pianista ya me estaba esperando en su lugar, y yo ocupé mi posición a su lado iniciando la melodía. Habian restos de un fuego en la chimenea, que el humano habia encendido, asi como los utensilios sucios de su ultimo almuerzo. Aunque yo era un aprendiz sumamente rapido y diestro, los dedos del humano seguian siendo mas agiles para la musica que los mios, y aquello me producía cierta diversión. Descubrí que encontraba un extraño placer en tocar aquella melodía, aun fuera con la ayuda de alguien mas, que compensaba por algun ritmo roto que pudiera colar durante el canon.
Estaba bastante entretenido, pero progresivamente, me detuve y me quedé mirando a la nada. Realmente estaba mirando hacia el interior de mi cabeza, pues desde las sombras del hall habia visto a Juliet y a Reiv cruzar las puertas y aventurarse al interior del castillo con unas crías de dragon con ellos.
-Parece que tenemos visita. La lección de hoy ha sido breve.
El pianista tambien se detuvo, se sujetó sus nudosas manos y me miró con preocupacion. Parecia estar pensando si atreverse a preguntar algo indiscreto...
-No son enemigos, descuida... tú...deberías volver a tu casa. Ven de nuevo aquí en dos días. -y lo último, fue una orden que le di con la dominación. Aun no confiaba en aquel hombre lo suficiente como para creer que volvería a mi por voluntad propia. -No le hables a nadie sobre mí. Has estado de negocios. -aquello fue otra orden.
Ambos nos pusimos en pie, y le abrí la puerta al hombre para que bajase delante de mi. En cierto punto, emplee el pasaje de las sombras para llevarnos a ambos directamente a la parte baja del castillo, dejando al pianista mucho mas cerca de la entrada. Pensé que sus rodillas lo agradecerían, por muchos fuegos que encendiese ahi arriba, el torreon seguia siendo frío. No me di cuenta en ese momento del pequeño atisbo de aprecio hacia el hombrecillo de pelo blanco. No me preocupé de si Reiv o Juliet lo habian visto, o de que podrian pensar de aquello. Ahí estaban, con su fuerte olor a dragon, los dos...
-Bienvenidos. ¿Qué os trae por aqui? - Reiv me habia llamado una vez, pero cuando fui, ya no estaba. -No hace falta que dejéis a los dragones apartados, arriba hay una chimenea a medias de encender. - mi rostro transmitía algo de dudas. - No puedo evitar cuestionarme de donde han salido esos retoños.
Estaba bastante entretenido, pero progresivamente, me detuve y me quedé mirando a la nada. Realmente estaba mirando hacia el interior de mi cabeza, pues desde las sombras del hall habia visto a Juliet y a Reiv cruzar las puertas y aventurarse al interior del castillo con unas crías de dragon con ellos.
-Parece que tenemos visita. La lección de hoy ha sido breve.
El pianista tambien se detuvo, se sujetó sus nudosas manos y me miró con preocupacion. Parecia estar pensando si atreverse a preguntar algo indiscreto...
-No son enemigos, descuida... tú...deberías volver a tu casa. Ven de nuevo aquí en dos días. -y lo último, fue una orden que le di con la dominación. Aun no confiaba en aquel hombre lo suficiente como para creer que volvería a mi por voluntad propia. -No le hables a nadie sobre mí. Has estado de negocios. -aquello fue otra orden.
Ambos nos pusimos en pie, y le abrí la puerta al hombre para que bajase delante de mi. En cierto punto, emplee el pasaje de las sombras para llevarnos a ambos directamente a la parte baja del castillo, dejando al pianista mucho mas cerca de la entrada. Pensé que sus rodillas lo agradecerían, por muchos fuegos que encendiese ahi arriba, el torreon seguia siendo frío. No me di cuenta en ese momento del pequeño atisbo de aprecio hacia el hombrecillo de pelo blanco. No me preocupé de si Reiv o Juliet lo habian visto, o de que podrian pensar de aquello. Ahí estaban, con su fuerte olor a dragon, los dos...
-Bienvenidos. ¿Qué os trae por aqui? - Reiv me habia llamado una vez, pero cuando fui, ya no estaba. -No hace falta que dejéis a los dragones apartados, arriba hay una chimenea a medias de encender. - mi rostro transmitía algo de dudas. - No puedo evitar cuestionarme de donde han salido esos retoños.
Juliet parece tomarse con buen humor lo extraño de la visita, bromeando incluso con lo de la contraseña del vampiro. Ya llevaba tiempo pensando en visitar a mi padre, pero nunca pensé que vendría acompañado. - Tendríamos suerte si lo único que pide es la contraseña...- susurro también a modo de broma, recordándole que podría querer algo más, como su sangre. Tras susurrarle al oído me separo un poco de ella, aventurándome hacia la escalinata central que se encuentra nada más entrar mientras que ella se encarga de dejar en lugar seguro las crías de dragón que salieron del huevo hace unos días.
La verdad es que no recordaba lo pequeños que eran nada más salir, pues con lo crecido que está Svart se me había olvidado. El joven dragón negro ha ignorado un poco a los recién nacidos, no sé si por celos o porque es un tanto chungo, porque no creo que sea racismo dragonil a tan temprana edad y sin prejuicios previos. Lo bueno es que tendrá compañeros con los que crecer, va a estar rodeado de dragones. La pelirroja me alcanza pocos segundos después, haciendo referencia a su primer encuentro con Sirius, algo que me había contado a grandes rasgos estos días de atrás.
- Seguro que fue divertido ese encuentro, y saliste bien parada, eso es bastante. ¿Tuviste miedo? - dejo de caminar en cuanto Sirius aparece en la parte baja del castillo, aunque no parece ir solo. Observo extrañado al hombre de cabello blanco que ha bajado con él y aparentemente no es su cena, pensando en preguntar de qué va esto. Lo dejaré para más tarde, pues lo primero es saludarlo tras tanto tiempo. Me acerco a él a una distancia prudencial, sorprendiéndome a mi mismo por sentirme reconfortado en cierto modo por poder visitarlo. Quién me lo iba a decir hace unos cuantos años. - Nada serio, por suerte. Esta vez no vengo a pedir ayuda o entrenamiento. - tengo ganas de mostrarle el manejo de las sombras que aprendí con su ayuda y con otros entrenamientos y batallas, y de contarle otras muchas cosas. - Sólo quería visitarte, hace tiempo que no sabía de ti. ¿Todo bien? ¿Y Shinare? - al principio no comprendo por qué se extraña tanto de lo de los dragones, él ya sabía que yo tenía uno. Hasta que creo comprender lo que está pensando...ella es dragón, y los dos pequeños... - No, no son sus hijos. Se los encontró y los está criando. - al menos no los ha robado, como hice yo con Svart. - Creo que de momento no tienes nietos nuevos.- me atrevo a bromear, o algo así, poniendo a prueba el sentido del humor de un vampiro, que puede ser nulo.
La verdad es que no recordaba lo pequeños que eran nada más salir, pues con lo crecido que está Svart se me había olvidado. El joven dragón negro ha ignorado un poco a los recién nacidos, no sé si por celos o porque es un tanto chungo, porque no creo que sea racismo dragonil a tan temprana edad y sin prejuicios previos. Lo bueno es que tendrá compañeros con los que crecer, va a estar rodeado de dragones. La pelirroja me alcanza pocos segundos después, haciendo referencia a su primer encuentro con Sirius, algo que me había contado a grandes rasgos estos días de atrás.
- Seguro que fue divertido ese encuentro, y saliste bien parada, eso es bastante. ¿Tuviste miedo? - dejo de caminar en cuanto Sirius aparece en la parte baja del castillo, aunque no parece ir solo. Observo extrañado al hombre de cabello blanco que ha bajado con él y aparentemente no es su cena, pensando en preguntar de qué va esto. Lo dejaré para más tarde, pues lo primero es saludarlo tras tanto tiempo. Me acerco a él a una distancia prudencial, sorprendiéndome a mi mismo por sentirme reconfortado en cierto modo por poder visitarlo. Quién me lo iba a decir hace unos cuantos años. - Nada serio, por suerte. Esta vez no vengo a pedir ayuda o entrenamiento. - tengo ganas de mostrarle el manejo de las sombras que aprendí con su ayuda y con otros entrenamientos y batallas, y de contarle otras muchas cosas. - Sólo quería visitarte, hace tiempo que no sabía de ti. ¿Todo bien? ¿Y Shinare? - al principio no comprendo por qué se extraña tanto de lo de los dragones, él ya sabía que yo tenía uno. Hasta que creo comprender lo que está pensando...ella es dragón, y los dos pequeños... - No, no son sus hijos. Se los encontró y los está criando. - al menos no los ha robado, como hice yo con Svart. - Creo que de momento no tienes nietos nuevos.- me atrevo a bromear, o algo así, poniendo a prueba el sentido del humor de un vampiro, que puede ser nulo.
Asintió con una sonrisa al comentario de Reiv. En efecto, no había que atenerse a la buena fe. Tenían que ser conscientes de que los vampiros no podían controlar todos sus impulsos, por más tranquilo que los hubiera visto en su última visita. Esta vez sería un poco menos bélica y no empujaría la situación a una catástrofe. Y si para eso era necesario no acercarse demasiado a nada o no moverse, lo intentaría.
Sonrió a recordar el reencuentro. A decir verdad, miedo no había tenido, pero si se había sentido extraña jutno a él.- Si, divertido... No fue miedo. Al principio hubo una duda, pero te acostumbras rápidamente a sacar las garras cuando hay peligro cerca. Mucho más cuando hay otro depredador. El miedo se guarda para después.- Suspiró resumiendo así uno de los secretos más completos de cómo sobrevivir en tiempos de guerra: dejar el miedo para tiempos más tranquilos. Era un lujo que no se podía permitir.
No tardó demasiado en encontrarse con la primera escena inusual. Había logrado dejar cómodos y dormidos a los pequeños dragones, cuando alcanzó a ver a un visitante inesperado salir bajando la escalinata. Dejó a Reiv responder a la primera pregunta de Sirius, pues había sido totalmente su idea el ir a aquel lugar, y porque había tomado precauciones para que el encuentro fuera lo menos incómodo posible. Quizás por eso fue que le sorprendió tanto que hubiese una chimenea a medio encender arriba, y más aún, que se preocupara por los dragones que dejarían rezagados. Aunque su cabeza se desvió un poco al pensar que podía quererlos rostizados o empalados, decidió confiar en el padre del que hasta ahora había sido su compañero más constante. Regresó sus pasos para tomar de nuevo su mochila, abrazándola contra su pecho para escuchar claramente a los dragones durmiendo en su interior con las pequeñas exhalaciones que hacían cada tanto.
No se sintió incómoda hasta que entendió la pregunta de Sirius de la manera en que Reiv la había captado. Sobre todo con la última añadidura.- Nietos...- Exhaló perpleja por el rumbo que había tomado la conversación. De haber estado en otra situación más relajada, se habría reído. Pero ahí, frente a Sirius, todo parecía más sirius (ike).- No estoy segura de si nacerían así.- Susurró. Aunque daba por sentado que ambos tendrían forma humana en el hipotético caso de que quisieran procrear, tenía la sensación de que no nacerían de huevo a menos que los incubara siendo ella dragón. Por supuesto, podría quitar muchos de los inconvenientes de embarazarse nueve meses, pero cuidar a tu hijo dragón, a quien no podrás ver como humano en un tiempo podría ser traumático para algunos padres.
Todo aquello ponía en perspectiva que, realmente, los hijos en aquel momento representaban una debilidad. No podía imaginar las cosas que tenían que hacer Thalos y Erika para garantizar la seguridad de su pequeño. Y, sin quererlo, aquel pensamiento la hizo entristecer ligeramente, pues lo que era un sueño para muchas personas en el pasado ahora se había convertido en la peor pesadilla, pues era ahora mucho más fácil perder a los seres queridos que nunca antes en el pasado.
Con tranquilidad, movió la mochila hasta que estuvo colgada de su hombro. Sería más fácil así caminar hacia arriba una vez que lo hicieran. Y ellos, debían acostumbrarse al movimiento, pues mientras no aprendieran a volar, tendrían que estar dentro de la mochila por su mayor seguridad. Solo esperaba que Svart tuviera la disposición de enseñarles, y que ellos fueran lo suficientemente fuertes pronto.
Sonrió a recordar el reencuentro. A decir verdad, miedo no había tenido, pero si se había sentido extraña jutno a él.- Si, divertido... No fue miedo. Al principio hubo una duda, pero te acostumbras rápidamente a sacar las garras cuando hay peligro cerca. Mucho más cuando hay otro depredador. El miedo se guarda para después.- Suspiró resumiendo así uno de los secretos más completos de cómo sobrevivir en tiempos de guerra: dejar el miedo para tiempos más tranquilos. Era un lujo que no se podía permitir.
No tardó demasiado en encontrarse con la primera escena inusual. Había logrado dejar cómodos y dormidos a los pequeños dragones, cuando alcanzó a ver a un visitante inesperado salir bajando la escalinata. Dejó a Reiv responder a la primera pregunta de Sirius, pues había sido totalmente su idea el ir a aquel lugar, y porque había tomado precauciones para que el encuentro fuera lo menos incómodo posible. Quizás por eso fue que le sorprendió tanto que hubiese una chimenea a medio encender arriba, y más aún, que se preocupara por los dragones que dejarían rezagados. Aunque su cabeza se desvió un poco al pensar que podía quererlos rostizados o empalados, decidió confiar en el padre del que hasta ahora había sido su compañero más constante. Regresó sus pasos para tomar de nuevo su mochila, abrazándola contra su pecho para escuchar claramente a los dragones durmiendo en su interior con las pequeñas exhalaciones que hacían cada tanto.
No se sintió incómoda hasta que entendió la pregunta de Sirius de la manera en que Reiv la había captado. Sobre todo con la última añadidura.- Nietos...- Exhaló perpleja por el rumbo que había tomado la conversación. De haber estado en otra situación más relajada, se habría reído. Pero ahí, frente a Sirius, todo parecía más sirius (ike).- No estoy segura de si nacerían así.- Susurró. Aunque daba por sentado que ambos tendrían forma humana en el hipotético caso de que quisieran procrear, tenía la sensación de que no nacerían de huevo a menos que los incubara siendo ella dragón. Por supuesto, podría quitar muchos de los inconvenientes de embarazarse nueve meses, pero cuidar a tu hijo dragón, a quien no podrás ver como humano en un tiempo podría ser traumático para algunos padres.
Todo aquello ponía en perspectiva que, realmente, los hijos en aquel momento representaban una debilidad. No podía imaginar las cosas que tenían que hacer Thalos y Erika para garantizar la seguridad de su pequeño. Y, sin quererlo, aquel pensamiento la hizo entristecer ligeramente, pues lo que era un sueño para muchas personas en el pasado ahora se había convertido en la peor pesadilla, pues era ahora mucho más fácil perder a los seres queridos que nunca antes en el pasado.
Con tranquilidad, movió la mochila hasta que estuvo colgada de su hombro. Sería más fácil así caminar hacia arriba una vez que lo hicieran. Y ellos, debían acostumbrarse al movimiento, pues mientras no aprendieran a volar, tendrían que estar dentro de la mochila por su mayor seguridad. Solo esperaba que Svart tuviera la disposición de enseñarles, y que ellos fueran lo suficientemente fuertes pronto.
Observé la distancia prudencial que dejaba Reiv entre nosotros dos y ladeé la cabeza. Oía su corazón latir fuerte y su intenso torrente de sangre latir, al igual que el de Juliet, aunque el de ella tenia una cadencia diferente, al igual que el de los dragones, una cadencia que a mi se me antojaba ancestral y a su modo, hermosa.
Pero no tenian por qué preocuparse. Durante las semanas que habia pasado con el pianista, había procurado alimentarme bien, tambien de sangre humana y no solo de animales (la de los animales no tiene ni punto de comparacion por mas que quisiera intentarlo...) para no perder el control y lanzarme sobre la yugular del músico. Así que su sangre, aunque apetecible, no me enloquecía. Estaba bien satisfecho.
- Hoy no era necesario que vinieseis con los cuellos limpios, tranquilos. Ya he cenado. - sonreí de lado con elegancia y me hice a un lado, cediendoles el paso a ellos primero
Así que venia a preguntar por mi? Bonito detalle. Muy humano, sin duda. Pero su pregunta ensombreció un poco mi rostro, cuando oi el nombre de Shinare. Estaba seguro que de estar ella aquí, no aprobaría lo que estaba haciendo. Recibir visitas en el castillo, de dragones ademas de Blacks....o acoger a un humano en el torreón por el simple hecho de escuchar una cancion que me creaba nostalgia y querer aprender a tocar. No, de hecho, estaba seguro de que Shinare se pondría furiosa si lo supiera.
-Ella no está, lleva tiempo sin estar. Sabes que si estuviera en el castillo, ya te habría olido. Le encantáis, no puede evitarlo. Ella dejó de ser mi sire...me liberó del vínculo. No se donde está, dejó la Fortaleza.... Solo espero que no esté teniendo problemas de nuevo con otros vampiros de.... - ella me habia hablado en otras ocasiones de aquella organizacion. -No importa.
Miré a la mochila, que a mis ojos, ardía en llamas de sangre y fuego, de vida y magia. Los pequeños dragones y Juliet hacían que la atmosfera vibrase a su alrededor. Asi que los habia adoptado...pero Reiv dijo aquello de "creo que de momento no esperas nietos nuevos" y giré mis ojos hacia el con una ceja levantada y la mas suspicaz de las miradas.
"asi que nietos, esperanzas de ser tu el padre quizá?"
- ¿Hace falta que ponga en claro lo que me dice tu frase? Por otra parte, nuevos...es que Johan o Siria han tenido alguno ya y no me lo han dicho?
Me di la vuelta y comencé a subir las escaleras, repitiendo aquello que él había dicho para mi mismo, y poco me faltó para que se me escapase algo similar a una breve, brevísima risa.
-De momento. Yo tampoco sé como nacerían. - le respondió a Juliet. Ni en la vida, ni en la muerte, habia sabido de casos así, ni si quiera sabia si aquello era posible.
Llegamos al torreón, y les abrí la puerta. Allí como prometí había una moribunda hoguera que a ellos les serviría, cuya luz, aunque me molestaba, toleraba. También estaba el piano, al que lancé una mirada de soslayo. Las sombras estaban algo inquietas a mi alrededor, por el fuego, y a veces se alzaban hasta mis rodillas. Me quedé cerca de la puerta, lo mas alejado de la chimenea. La mujer había estado muy silenciosa, cosa que no me extrañaba debido a nuestro primer y ultimo encuentro.
- No quiero que esto sea una charla banal. Reiv no traería a esta guarida a cualquier persona... eso habla bastante de ti.
Pero no tenian por qué preocuparse. Durante las semanas que habia pasado con el pianista, había procurado alimentarme bien, tambien de sangre humana y no solo de animales (la de los animales no tiene ni punto de comparacion por mas que quisiera intentarlo...) para no perder el control y lanzarme sobre la yugular del músico. Así que su sangre, aunque apetecible, no me enloquecía. Estaba bien satisfecho.
- Hoy no era necesario que vinieseis con los cuellos limpios, tranquilos. Ya he cenado. - sonreí de lado con elegancia y me hice a un lado, cediendoles el paso a ellos primero
Así que venia a preguntar por mi? Bonito detalle. Muy humano, sin duda. Pero su pregunta ensombreció un poco mi rostro, cuando oi el nombre de Shinare. Estaba seguro que de estar ella aquí, no aprobaría lo que estaba haciendo. Recibir visitas en el castillo, de dragones ademas de Blacks....o acoger a un humano en el torreón por el simple hecho de escuchar una cancion que me creaba nostalgia y querer aprender a tocar. No, de hecho, estaba seguro de que Shinare se pondría furiosa si lo supiera.
-Ella no está, lleva tiempo sin estar. Sabes que si estuviera en el castillo, ya te habría olido. Le encantáis, no puede evitarlo. Ella dejó de ser mi sire...me liberó del vínculo. No se donde está, dejó la Fortaleza.... Solo espero que no esté teniendo problemas de nuevo con otros vampiros de.... - ella me habia hablado en otras ocasiones de aquella organizacion. -No importa.
Miré a la mochila, que a mis ojos, ardía en llamas de sangre y fuego, de vida y magia. Los pequeños dragones y Juliet hacían que la atmosfera vibrase a su alrededor. Asi que los habia adoptado...pero Reiv dijo aquello de "creo que de momento no esperas nietos nuevos" y giré mis ojos hacia el con una ceja levantada y la mas suspicaz de las miradas.
"asi que nietos, esperanzas de ser tu el padre quizá?"
- ¿Hace falta que ponga en claro lo que me dice tu frase? Por otra parte, nuevos...es que Johan o Siria han tenido alguno ya y no me lo han dicho?
Me di la vuelta y comencé a subir las escaleras, repitiendo aquello que él había dicho para mi mismo, y poco me faltó para que se me escapase algo similar a una breve, brevísima risa.
-De momento. Yo tampoco sé como nacerían. - le respondió a Juliet. Ni en la vida, ni en la muerte, habia sabido de casos así, ni si quiera sabia si aquello era posible.
Llegamos al torreón, y les abrí la puerta. Allí como prometí había una moribunda hoguera que a ellos les serviría, cuya luz, aunque me molestaba, toleraba. También estaba el piano, al que lancé una mirada de soslayo. Las sombras estaban algo inquietas a mi alrededor, por el fuego, y a veces se alzaban hasta mis rodillas. Me quedé cerca de la puerta, lo mas alejado de la chimenea. La mujer había estado muy silenciosa, cosa que no me extrañaba debido a nuestro primer y ultimo encuentro.
- No quiero que esto sea una charla banal. Reiv no traería a esta guarida a cualquier persona... eso habla bastante de ti.
La descripción que da Juliet de Sirius, como depredador, hace que suelte una pequeña risa por lo bajo, todo antes de que aparezca en escena dicho depredador. En el fondo lo es, pues tiene que alimentarse de otros y probablemente a muchos los acabe matando, pero realmente es algo que hacemos todos sin necesidad de beber sangre. La guerra nos ha enseñado a sobrevivir a costa de lo que sea. Mi acompañante queda un tanto silenciosa ante la aparición del vampiro, rompiendo su silencio únicamente para repetir la palabra nietos. La "broma" ha causado más impresión en ella que en mi padre, que no ha hecho ningún aspaviento. La verdad es que a mi también me entra la duda de cómo nacerían, el maestro de Ouroboros experto en dragones no ha llegado todavía a esa lección, y tratar de hacerlo de modo autodidacta puede acarrear consecuencias y ser poco oportuno. Me he equivocado al pensar que Sirius no conserva cierto sentido del humor, a pesar de que sea algo siniestro, como cuando se refiere a lo de venir ya cenado.
- Mejor, así podremos conversar tranquilos sin vigilar nuestros cuellos. - sigo subiendo las escaleras cuando él nos cede el paso, no sin antes captar cómo se le ensombrece el gesto ante la pregunta sobre Shinare. Lleva razón, si estuviese en el castillo ya estaría sobre mí, la sangre de los Black siempre la ha atraído. Ella era su única compañía, y ahora está completamente solo en este castillo. - Supongo que es mejor estar libre del vínculo, pero espero que vuelva algún día...por cierto, ¿quién era el viejo ese que apareció contigo antes? - no puedo dejar pasar la oportunidad de preguntarle, aunque me diga que es su cena de mañana. El que me sorprende con otra pregunta y una mirada suspicaz es él, que hace que me ponga algo nervioso al darme cuenta de lo que implica lo que he dicho y el modo en que él lo ha captado.
"joder, qué atento está a cada detalle, no se le escapa una"
Carraspeo tratando después de hablar con voz tranquila, disimulando el hecho de que la pregunta me haya dado algo de vergüenza. - No hace falta, padre.- pocas veces lo he llamado así, y la primera vez fue en el castillo del maldito Tobías, porque reía que iba a morir sin quedar en paz con mi padre después de todo lo que había hecho y dicho. - Tal vez te equivoques o no estemos hablando de lo mismo. Y no, que yo sepa ni Siria ni Johan han tenido hijos todavía. La mujer de Johan ni siquiera está aquí, y Siria hace tiempo que regresó a Japón con su madre.- me entra no sé qué de pensar lo que podría haber pasado como consecuencia de aquella vez entre Siria y yo, deseando que mi familia no se entere nunca de eso. - Cualquiera diría que tienes ganas de nietos. - comento arqueando una ceja mientras él se da la vuelta para seguir subiendo escaleras, hasta que llegamos al torreón.
Me aproximo a los restos de la hoguera para calentarme un poco, mirando de reojo las sombras que se arremolinan a los pies de Sirius. Las mías son un poco diferentes, pero supongo que debe ser así al ser distinta la esencia de ambos. El vampiro acierta bastante con lo que dice sobre Juliet, no habría traído aquí a cualquiera, sólo a alguien de plena confianza. Él no quiere charla banal, pero no sabe que a ella le cuesta bastante hablar de cosas más personales así de buenas a primeras. Por otro lado tampoco me imagino a Sirius hablando de cosas triviales o del tiempo, las conversaciones con él siempre suelen ser intensas. - Tenemos más en común de lo que creíamos, pero ya la irás conociendo. - intervengo para echarle un cable a Juliet y darle tiempo de que piense lo que quiere responder. Además decido hacer una pequeña demostración de la habilidad que adquirí. - Por cierto...- Mis ojos comienzan a tornarse negros, exceptuando el iris. Aparto ambas manos del calor de la hoguera, extendiendo las palmas hacia arriba mientras una pequeña espiral oscura comienza a girar sobre éstas. Aumento un poco el tamaño de la espiral, haciendo que cambie de forma para dirigirla a modo de zarcillos hacia las sombras de Sirius, quedando alrededor de ellas. - Conseguí dominarlas.- declaro con cierto orgullo, pensando por otra parte que es absurdo que me sienta así como si fuese un crío esperando aprobación de su padre.
- Mejor, así podremos conversar tranquilos sin vigilar nuestros cuellos. - sigo subiendo las escaleras cuando él nos cede el paso, no sin antes captar cómo se le ensombrece el gesto ante la pregunta sobre Shinare. Lleva razón, si estuviese en el castillo ya estaría sobre mí, la sangre de los Black siempre la ha atraído. Ella era su única compañía, y ahora está completamente solo en este castillo. - Supongo que es mejor estar libre del vínculo, pero espero que vuelva algún día...por cierto, ¿quién era el viejo ese que apareció contigo antes? - no puedo dejar pasar la oportunidad de preguntarle, aunque me diga que es su cena de mañana. El que me sorprende con otra pregunta y una mirada suspicaz es él, que hace que me ponga algo nervioso al darme cuenta de lo que implica lo que he dicho y el modo en que él lo ha captado.
"joder, qué atento está a cada detalle, no se le escapa una"
Carraspeo tratando después de hablar con voz tranquila, disimulando el hecho de que la pregunta me haya dado algo de vergüenza. - No hace falta, padre.- pocas veces lo he llamado así, y la primera vez fue en el castillo del maldito Tobías, porque reía que iba a morir sin quedar en paz con mi padre después de todo lo que había hecho y dicho. - Tal vez te equivoques o no estemos hablando de lo mismo. Y no, que yo sepa ni Siria ni Johan han tenido hijos todavía. La mujer de Johan ni siquiera está aquí, y Siria hace tiempo que regresó a Japón con su madre.- me entra no sé qué de pensar lo que podría haber pasado como consecuencia de aquella vez entre Siria y yo, deseando que mi familia no se entere nunca de eso. - Cualquiera diría que tienes ganas de nietos. - comento arqueando una ceja mientras él se da la vuelta para seguir subiendo escaleras, hasta que llegamos al torreón.
Me aproximo a los restos de la hoguera para calentarme un poco, mirando de reojo las sombras que se arremolinan a los pies de Sirius. Las mías son un poco diferentes, pero supongo que debe ser así al ser distinta la esencia de ambos. El vampiro acierta bastante con lo que dice sobre Juliet, no habría traído aquí a cualquiera, sólo a alguien de plena confianza. Él no quiere charla banal, pero no sabe que a ella le cuesta bastante hablar de cosas más personales así de buenas a primeras. Por otro lado tampoco me imagino a Sirius hablando de cosas triviales o del tiempo, las conversaciones con él siempre suelen ser intensas. - Tenemos más en común de lo que creíamos, pero ya la irás conociendo. - intervengo para echarle un cable a Juliet y darle tiempo de que piense lo que quiere responder. Además decido hacer una pequeña demostración de la habilidad que adquirí. - Por cierto...- Mis ojos comienzan a tornarse negros, exceptuando el iris. Aparto ambas manos del calor de la hoguera, extendiendo las palmas hacia arriba mientras una pequeña espiral oscura comienza a girar sobre éstas. Aumento un poco el tamaño de la espiral, haciendo que cambie de forma para dirigirla a modo de zarcillos hacia las sombras de Sirius, quedando alrededor de ellas. - Conseguí dominarlas.- declaro con cierto orgullo, pensando por otra parte que es absurdo que me sienta así como si fuese un crío esperando aprobación de su padre.
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