Fortaleza de Hielo [en Bosque de Walden]

Nuestro primer intento de ir a por Sirius se vio frustrado por la aparición de ese par de ferales, así que nos tocó retrasar el plan una semana, entre que me recuperaba del brazo que me había curado el galeno y terminábamos de preparar el viaje. Esta vez nos encargamos de coger una furgoneta grande, y de llevar algunas armas para no ir tan desvalidos como cuando salimos al bosque. Además, hemos cogido un par de bolsas de sangre de las donaciones que se hacen en la enfermería. Para el viaje contamos también con Josephine, que supongo que se habrá encargado de decir a sus amigos que íbamos a ir hacia la zona de Bastion Hollow, a una especie de fortaleza. Me hubiese gustado acercarme a hablar con Kyllian, pero en cuanto salió de la enfermería lo metieron en confinamiento, así que no tengo ni puñetera idea de lo que estarán haciendo con él.

Abandonamos el castillo en la furgoneta, poniéndome al volante para tomar rumbo a la fortaleza helada de Bastion. El trayecto se hace bastante largo desde Escocia, así que vamos parando unas dos o tres veces. Por el momento seguimos esquivando temas que puedan ser incómodos, como lo que pasó en los campos, o lo que ha pasado con Johan. Tampoco digo nada del asunto que Juliet ha decidido omitir, ni siquiera nada de Svart, pues al haber visto a Smaug por los terrenos supuse que si no me había atacado de nuevo era porque ya tenía lo que quería. Al final hay demasiados silencios incómodos, sólo hablamos del plan para buscar a Sirius y cómo actuar cuando lo encontremos. Horas después llegamos a la fortaleza, repartiéndonos las armas más por posibles intrusos que por el propio Sirius. También sacamos las bolsas de sangre, metiéndolas a una bolsa de tela antes de empujar el pesado portón de entrada.  - Ya habéis estado aquí, seguro que recordáis dónde podemos encontrarlo. Vamos. - comenzamos a avanzar por la oscura y polvorienta casa, por la que apenas entra una pizca de luz de día a través de las pesadas cortinas. Da la impresión de que aquí no ha habido movimiento en muchos meses, y lo que más me preocupa es que puedan haberle eliminado definitivamente.

Tomamos el camino de las escaleras que conducen al torreón, avanzando despacio por lo empinado de éstas. Al llegar arriba me adelanto un poco, hacia el piano.  Me detengo un momento ante la partitura, el Canon de Johann Pachelbell, sonriendo levemente de lado mientras desvío la mirada hacia la foto de esa mujer que me resultaba tan familiar.  - Así que era por eso...- murmuro mientras poso la mano sobre las teclas, preguntándome si reconocería a mi madre si viese una foto suya, en caso de que yo tuviese alguna.

Otra temporada en el hospital pasó mucho más rápido que la anterior. Con magia en el castillo, era bastante fácil sanar heridas, aunque la vitalidad del moreno aún tenía que resarcirse de tanto que había pasado. No dejó entonces que se levantara hasta que descansó lo suficiente. Ahora, con él en mejor estado, podía aceptar un poco más las condiciones que llevaba para ir por su padre. Al menos se habían preparado mejor y llevaban municiones, armas, incluso algo de sangre para Sirius, que sería de mucha ayuda en caso de encontrarle en mal estado. Solo podía esperar y desear que estuviera bien y que no fuera tarde, aunque realmente no comprendía lo que podía sucederle.

El viaje fue, más que nada, silencioso. Agradecía que Josephine estuviera, pues así se podía sentir tranquila e incluso relajada, pues sabía bien que Reiv no haría preguntas difíciles para las que no quería dar respuesta. Hacía ya tiempo que temía quedarse a solas con él, por si le daba por indagar en todo lo que había pasado. El solo pensarlo le hacía maquilar planes para desaparecerse por el castillo; planes que nunca llegaron a concretarse pues, afortunadamente, con tanta gente en el castillo y tanto tiempo en la enfermería, había demasiadas posibilidades de distracción. Así, el viaje fue largo, pero pudo disfrutarlo mirando por la ventana y encontrando trivialidades que pensar, sobre todo en sus épocas donde hizo algunos viajes por carretera.

Finalmente, tras algunas horas de viaje, llegaron al castillo. Ya había estado en ese lugar, pero le daba una sensación un poco más siniestra esta vez. Quizás porque sentía que estaban a punto de hacer algo que podría considerarse como una locura. Caminó tras Reiv, ayudándole con las pesadas puertas y procurando que hiciese un esfuerzo mínimo para que regresara igual de bien que como salieron del castillo. Agudizó los sentidos, por si acaso había intrusos o inquilinos que no esperaba, pero no alcanzaba a escuchar ni a sentir nada fuera de lo normal. Solo un silencio sepulcral. Se acercó al piano después de Reiv, observando lo que él: las partituras primero, encontrando un accidente feliz en el nombre del compositor de la melodía, observó el piano y después lo que había sobre él. Desde atrás, tomó la mano de Reiv para acariciar las teclas juntos, escuchando claramente lo que mencionaba.- ¿En qué piensas? - Murmuró con la mejilla en sus homóplatos, tratando de averiguar quien sería la mujer pues, según había escuchado, Sirius nunca había sido de una sola.- ¿Quién es? - Murmuró, apartándose un poco para mirar alrededor de la habitación, en la que parecía no haber pasado nadie en mucho tiempo.

Durante el viaje seguía sin estar segura de que fuese buena idea. Era como si Reiv no se diese cuenta de que viajaba de un peligro a otro. Su padre al fin y al cabo era un vampiro, no nos habíamos cruzado con ninguno desde la pérdida de magia, no sabíamos cómo habría afectado a ese tipo de seres. No estaba segura de que siguiese siendo "Sirius".
El castillo parecía más abandonado que la última vez que pisé sus salones. Hacía mucho tiempo de eso.Cuando llegamos a una de las salas se pusieron a investigar. Observé ese momento de intimidad en el piano. Durante el viaje no habían hablado demasiado. Dudé en acercarme al piano mientras hablaban entre ellos pero lapregunta de Juliet hizo que me decidiese.
La foto que le había dado hace ya muchos meses reposaba sobre el piano. En ella aparecían las gemelas, Daniel y Maharet, junto con Nya y conmigo. La foto había quedado fija desprovista de magia en una posición un tanto extraña.
-Es Maharet.
Respondí sin dejar a Reiv hacerlo.
-La madre de Johan.
Aclaré después pensando en por un segundo cómo estarían todos tras el tema de la magia.
-Y los hermanos de Reiv.
DEsvié la mirada a la partitura y suspiré girando sobre mis talones para dar una vuelta por la sala. Estaba a oscuras por lo que tenía que acercarme a menor distancia a los objetos para darme cuenta de que es lo que tenía delante. Llegué hasta el ataud, cerrado. Podría estar allí. Le aterraba abrirlo y encontrar un montón de polvo sin más. También le aterraba encontrar a un vampiro parecido a Enkil.Sin más empujé la tapa para abrirlo y ahí estaba.
Parecía dormido, pétreo. Sin ningún movimiento.

Mis ojos permanecieron sobre la foto y la partitura durante algunos segundos más, hasta que sentí acercarse a Juliet por detrás para apoyar su mejilla sobre mi espalda. Poco después aparté la mano del piano lentamente, haciendo que las teclas sonasen de manera poco armoniosa. No sabría definir muy bien en qué estaba pensando, era más bien una especie de nostalgia extraña por cosas que nunca había conocido. - En la familia. - murmuré para intentar simplificar el asunto, yendo a responder la pregunta que al final contesta Josephine. Asiento levemente para confirmar lo que ella decía, dándome la vuelta antes de echar un último vistazo a la foto. No conocía a ninguno de los hermanos que aparecían en la foto, un adolescente con el cabello tan claro como Maharet y un par de mellizas más pequeñas, bastante diferentes entre sí. - ¿Sabes qué fue de ellos cuando te marchaste de allí? - pregunté a Josephine mientras la seguía con la mirada, volviendo a pensar nuevamente en mi madre y en si habrá sabido arreglárselas tan bien como siempre a pesar del asunto de la falta de magia.

Sigo a Josephine lentamente al darme cuenta de que ha encontrado el ataúd del vampiro, acercándome ahí entre expectante y temeroso por lo que podríamos encontrar. Intercambio una mirada con ella en cuanto empuja la tapa, descubriendo después lo que estábamos buscando. No puedo negar que me impresiona el modo en el que está, aunque al menos ahora sepamos que no lo atraparon ni destrozaron. Tras unos segundos de asimilación decidí echar mano a lo que habíamos traído para Sirius, las bolsas de sangre de la enfermería. Las cojo del saco de materiales en el que las habíamos echado, aunque me detengo un momento antes de abrirla. - ¿Deberíamos hacerlo ahora o esperamos a tenerlo en el castillo? - la lógica dice que en el castillo al menos tendremos nuestros poderes intactos por si tenemos que usarlos, pero también me puede la impaciencia por saber si funcionará o si hemos llegado demasiado tarde.

Los sonidos que el piano emitía por Reiv le regresaron a una época en su vida donde todo era más sencillo y donde la felicidad era más constante. Al sentir la mano de Reiv apartándose, también lo hizo ella. Quizás debió haber permanecido tan silenciosa como durante el camino. Las preguntas solo traían respuestas que no podía prever y que tampoco quería obtener.

Giró el rostro, sorprendida por las palabras que Reiv mencionó. Aceptó con los ojos húmedos que quizás él no era tan indiferente al tema como habría pensado. Ya hacía tiempo había dejado de pasar de su familia. Quizás le había subestimado al creer que una persona como él jamás pensaría en ello. Tuvo que girarse de nuevo, agradeciendo la oscuridad para limpiar sus lágrimas de manera rápida y silenciosa. Sabía muy bien que era una situación difícil para dejarse llevar por sus emociones y que, justo en ese momento, no podía darse el lujo de dejarles solos y salir a tomar aire y esperar que la sensación se fuera.

Se dio cuenta que Josephine respondió, pero tan ensimismada como estaba no alcanzó a responder sobre el nombre, ni lo que habló después con Reiv. Solo fue hasta que ambos estuvieron concentrados en el ataúd que terminó de limpiar sus lágrimas, respiró profundo un par de veces y apartó todos los pensamientos de su mente, pasando a concentrarse solo en la situación. Se acercó a pasos cortos, pues para cuando llegó ya estaba un poco más tranquila. Quiso detener a Reiv por intentar alimentar a Sirius en ese mismo instante, pero el sentido común lo detuvo.- Si algo sale mal, aquí no nos podemos defender sin lastimarlo. Seguro está demasiado hambriento para frenarse, no se si tenemos suficiente sangre. Quizás lo mejor sea llevarlo. Si después quiere, podemos regresarlo.- Susurró desde atrás. La verdad es que no quería verle. Debía estar demacrado como una persona famélica. Pero no podía morir, al menos no de hambre.- Allá podrá contenerse, Reiv. Se sentirá mejor con la magia.

-Se fueron a Canadá antes de que yo viniese. Las cosas no andaban bien por allí...
"y ahora entiendo las superestructuras que se rumoreaba que estaban fabricando"
Todo el tema de los satélites debía tener algo que ver con aquello. Era algo que no había pensado hasta ese momento. Observé a Sirius más demacrado de lo normal para un vampiro. Miré de reojo a Reiv que manipulaba las bolsas de sangre pero antes de decirle que no era buena idea el mismo se dio cuenta.
El plan de ambos coincidió en llevarle al castillo pero yo arrugué mi nariz contrariada por ello.
-No podemos meterle en un castillo lleno de gente sin haber dicho nada a nadie.
" a pesar de que podamos contenerle más facilmente con magia"
-No podemos poner en peligro a tanta gente.
Seguramente toda la sangre que teníamos no sería suficiente según le veía.
-¿Y si traemos algún animal grande?
"o varios..."

Me habría dado cuenta del efecto que habían tenido mis palabras en Juliet, de no haber sido por la oscuridad y que mi atención en ese momento estaba puesta en otra cosa. La respuesta que me dio Josephine sobre mis hermanos y la madre de Johan tampoco me resolvió muchas dudas. Ahora mismo nadie sabía dónde estaba nadie. Un puñetero caos. El único que sabemos dónde está es Sirius, y ahora que lo hemos encontrado no sabemos muy bien qué hacer. Juliet trata de detenerme de manera bastante sensata, así que por ahora aparto las bolsas de sangre sin siquiera llegar a abrirlas. Asiento retirándome un poco, mirando a Josephine poco convencido.

- ¿Qué más da que haya gente en el castillo? si algo sale mal, habrá gente de sobra para hacer algo. Aquí sólo estamos nosotros tres, y sin magia ninguna para contenerlo si se despierta de una manera que no esperamos. Yo he tenido la tentación de darle aquí la sangre para comprobar si podemos "revivirlo", pero...

Aparto la vista de Sirius con gesto serio, negando tercamente a lo de ir a cazar un animal para traerlo. - No. Lo llevamos allí y veremos qué pasa. Podremos hacer algo más que en este sitio...la liaríamos, nadie sabría dónde estamos y tendríamos que fastidiar otra vez a la gente para tener que ayudarnos. Aquí estamos estancados, nos pasaría como en el bosque. Lo cargamos en la furgoneta y regresamos cuanto antes. Además...si despierta tal vez pueda localizar a Johan. Siempre lo hacia. - intento convencer a Josephine con eso de localizar a mi hermano, pidiendo que me echen una mano para cargar al vampiro escaleras abajo.

Tras disuadir a Reiv de darle la sangre en aquel lugar, tan lejos de todo y de todos, se acercó al ataúd, alcanzando a ver la figura inmóvil de Sirius. No recordaba haber hablado con él más de una vez, pero había adivinado muy rápido demasiadas cosas, por lo que al menos le daba tranquilidad saber que no tendría que enfrentarse a él con tan poco gente alrededor. En el castillo sería más fácil pasar desapercibida. La idea de Josephine parece algo más difícil, pues sería cargar con un animal, vivo o muerto, y guiar a Sirius a beber.- Quizás no le guste que lo vean comer.- Murmuró, que no tenía ni idea de cómo comían los vampiros, pero sospechaba los métodos.

Asintió suavemente a las palabras de Reiv, pues lo más sensato era reanimarlo, o intentarlo, en un lugar donde hubiera más gente mágica para ayudar. Si algo pasaba, siempre podían recurrir a Lucio, o esa impresión le había dado el médico en el tiempo que pasó en la enfermería, pues tenía un carácter calmo y paciente, con espíritu de servicio.

Ayudó a Reiv con el otro extremo de la caja. Si bien Reiv ya estaba mejor, seguro se necesitaría ayuda de la rubia para tener el ataúd estable. No podía decir si era muy pesado o no, pero sentía los músculos estirarse por el esfuerzo, y le resultaba agradable. Aún si tardaban bajando las escaleras, quedaba suficiente noche para no hacerle daño a Sirius. Caminaron despacio hasta llegar a los escalones, que comenzaron a bajar con cuidado. Habría sido más fácil ir en dragón, pero también más arriesgado.- Con cuidado. Será más fácil cuando lleguemos al auto. Solo hará falta llegar al castillo.

Mi idea no fue bien recibida. Las razones de Reiv no me parecían adecuadas y se notó en mi cara, pero al parecer la decisión ya estaba tomada. Intenté poner mi grano de arena ayudando a soportar parte del peso del ataud que transportaban entre ambos.
-Solo digo... que deberíamos avisar antes de meterlo allí.
No pude resistir a decir de nuevo mi opinión. Un vampiro no era tan fácil de contener, y menos uno como él. Aún así seguí callada durante el trayecto, laaaargo trayecto, hacia la furgoneta. Por el camino parte de la tierra que estaba en el interior se había caído por alguna rendija que otra de la madera pero finalmente habíamos conseguido meterlo en la parte de atrás.
Cerré la puerta y tomé asiento. Desvié la mirada hacia el ataud que tenía al lado.
"tengo un mal presentimiento con esto"
Pensaba en las bolsas de sangre que llevábamos con nosotros... y en las bolsas gigantes de sangre que eramos nosotros. En un espacio tan reducido como era la furgoneta. Esperaba que Sirius tuviese un sueño extremadamente profundo.

La verdad es que nunca había pensado si a Sirius le importaría que le viesen comer o no, así que la apreciación de Juliet me parece, cuanto menos, curiosa. - Yo lo he visto otras veces, no creo que les importen esas cosas. - murmuro como si temiese despertar al vampiro sólo con hablar más alto, lo cual es absurdo porque no creo que despierte hasta que no esté en el castillo y se alimente. Josephine sigue sin aprobar lo de llevarlo, pero la decisión ya está tomada. - Pararemos unos metros antes de llegar al castillo, así uno de nosotros avisa a los de dentro. No creo que se asusten por tenerlo allí, controlado. - acepto eso de avisar a la gente, tampoco era cuestión de meterlo en plan clandestino. Lo único que quiero es que esté en lugar seguro, aunque dudo que aquí vayan a localizarlo. También queda por ver si seremos capaces de recuperarlo.

Terminamos de bajar las escaleras con la carga, haciendo bastante esfuerzo para no escurrirnos en los resbaladizos escalones de piedra. Por fin podemos meterlo en la furgoneta, sintiéndome aliviado por un lado, por haber terminado localizándolo, y extraño por otro, por llevarlo de este modo en la furgoneta. Todavía nos quedaba un largo trayecto, que intuía iba a ser peor que el de ida. Lo mejor sería distraerse hablando, aunque tocar ciertos temas podía ser doloroso. No sé si a Juliet le sentaría mal que hablase con Josephine sobre su hija, o si a Josephine le incomodará hablar de Johan. Se me ocurre algo intermedio, así que decido preguntar a Josephine sobre el pasado, sobre lo que recuerda de Sirius. Sé algunas cosas de él, pero no las suficientes. De ese modo marchamos de aquel gélido castillo, poniendo por fin rumbo al castillo Le Fay.