Fortaleza de Hielo [en Bosque de Walden]

Sonrió al tiempo que todos cuando escuchó de labios del mayor de los Black que ya había cenado. Se preguntó, por un momento si aquella, la noche que se conocieron, habría sido una de poca suerte al buscar alimento. De lo contrario, no sabía bien si debía esperar o no otro ataque. Por cualquiera que fuese la situación, se relajó bastante de saber que había tenido un humano y no olía a que hubiese perdido sangre en las últimas horas.

Se quedó sin mucha preocupación después de la aclaración que había dado el vampiro. A pesar de que no conocía a la chica a quien habían mencionado, si notó el cambio en el semblante del hombre, más oscuro y taciturno, y aunque confiaba en Reiv, no sabía que tan capaz sería el mayor de controlar sus impulsos si algo andaba mal. Eso no le impidió echarle una miradita de antojo a la mochila que llevaba, obligándole a reprimir la sonrisa que zurcaba sus labios, pues seguramente tendría algún antojo repentino al tenerlos tan cerca.

Decidió no decir más ante la polémica que Reiv había desatado. Seguro habían sido una de esas cosas que no piensas (o de las que piensas demasiado y salen solas de la boca), pero ahora nada de lo que agregara quitaría el rubor de sus mejillas al haber insinuado cosas frente al padre del contrario... que tenía una manera peculiar de indagar en el tema. Afortunadamente, se desvió ligeramente mientras comenzaba a subir las escaleras a la par que Sirius. No era que desconfiara, pero siempre que podía dejar que alguien más fuera adelante, lo hacía. El punto nunca era hacerse la heroína, sino sobrevivir. Y al momento en que hacía sus divagaciones, no pudo evitar sonrojarse más al escuchar a Reiv seguir con el tema de los nietos. Giró el rostro para ver el lugar, aunque más que nada quería que no se notara lo ruborizada que estaba.

- Tengo la sensación de que depende de cómo se concibe. Yo no nací de huevo, por ejemplo.- Agregó a la conversación una vez más tranquila, pues aunque ella tenía algunas conclusiones propias, no sabía que pasaría, por ejemplo, si embarazada se convertía en dragón, o viceversa. Aunque era un riesgo que no tenía muchas ganas de tomar.

Cuando la puerta del torreón fue abierta por Sirius, siguió a Reiv adentro y hasta la chimenea. Sin intención de acaparar, se arrodilló frente a ella y se dedicó por un momento a abrir la mochila y sacar a los dos pequeños dragones para recostarlos por encima de la tela. Tan cerca de la hoguera como los puso, no deberían tener frío,. Se levantó suavemente una vez terminó de acomodarles, alejándose con tranquilidad del fuego. Les observó embelesada por lo pequeños y dulces que eran, pues la luz del fuego hacía que sus escamas ocres brillaran como si de oro se tratase.

Le sonrió de nueva cuenta al mayor cuando escuchó aquello de que solo una persona de confianza sería llevada por Reiv a aquel lugar. Y más grande fue su gusto cuando Reiv aceptó que sus similitudes eran más grandes de lo que habían creído cuando iniciaron el "viaje" juntos, hacía ya varios meses.- Hemos pasado mucho tiempo juntos, desde que llegué a la ciudad. Fue de las primeras personas que conocí. Aunque realmente no quiero interrumpirles, sé que hace tiempo no se ven.- Murmuró alejándose un poco más del fuego, pues aunque era agradable, quería disfrutar el tiempo que quedara de hermoso invierno.

Antes de voltearse, Reiv llamó la atención de su padre, y también la de ella, con una especie de... lo que fuera, que no le agradó demasiado. No sabía que clase de mago sería, pero la magia negra era algo que respetar, si acaso era eso.

¿Si era mejor estar libre del vínculo? No estaba tan seguro. Había intentado dilucidarlo, pero si bien tenía algunas ventajas prácticas a la hora de situaciones de guerra, como aquella que se dio con Enkil, el maestro de Shinare, en tiempos de paz y sosiego no tenía ningún sentido carecer de dicho vínculo. Porque sí, de un modo u otro, había empezado a dejar de ver la guerra de los humanos y los magos como la mía propia. En ese sentido, estaba tomando distancia de los vivos...

-No lo sé. Donde antes había una cadena ahora sólo hay un vacío. - y mucho silencio. Levanté la barbilla y asentí, aunque sospechaba que si volvía su furia sería grande, yo tambien esperaba que retornase. Preguntó entonces por el pianista, y señalé con mi cabeza hacia el gran instrumento de cola que habia aposentado en ese cuarto.

- Un maestro de la música. Un humano, cuyos conocimientos me valen mucho más que su sangre. Un invitado de honor... - forzoso, por el momento. Mis ojos se estrecharon mirando al instrumento y luego los clavé en Reiv, desafiándolo a que expresase sus pensamientos. -No te pongas nervioso...se te acelera el corazón.

Sonreí de lado porque mis elucubraciones, parecieron dar en el clavo, tanto por la reacción de él como por la de ella. Oí de qué se habia hecho de Siria, o de aquella otra mujer. Asentí lentamente, pues seguian vivas y aquello era...bueno. ¿Tener ganas de nietos?
-Diría que tengo toda la eternidad para esperar, pero vosotros desgraciadamente, ¿o agraciadamente? no. - observé a la dragona, su explicacion cuanto menos curiosa. No todos los dragones tenían por qué nacer de un huevo, pues, dependiendo de como hubiesen sido concebidos. - "Tiempo" es relativo, joven. O...siendo un dragón, quizá tengas mas años que yo. No interrumpes nada- desvié la vista hacia los pequeños dragones, parecían mas vivos al estar cercanos a aquella pequeña fuente de calor.

Observé la demostracion que hizo Reiv sobre el dominio de las sombras, pareció que algo habia conseguido con ellas pues logró que avanzasen hasta mi. La sonrisa de lado que habia esbozado anteriormente esta vez fue mas pronunciada, dejando que se pudiesen apreciar mis caninos. Descrucé mis brazos y las sombras que él habia acercado a mi se agitaron levemente.
-No está mal. - sentencié, tomando el control de sus sombras para re dirigirlas a él. Desvanecí mi cuerpo en sombras y desaparecí de ahi, aunque mi voz se seguía escuchando por todas partes. - ¿Conseguirás ir al siguiente nivel?

Cuando volví a aparecer, estaba sentado en el banco del piano, y miraba a Juliet. -Qué tipo de dragón eres?

Dejamos finalmente las teorías y elucubraciones sobre el modo de nacimiento de los dragones, un terreno al que no pensé que nos llevaría mi comentario inicial a modo de broma. La conversación toma otros derroteros, un tanto más amargos, la verdad. Comprendo la sensación de vacío que menciona Sirius, sabiendo a qué se refiere con eso de preferir antes una cadena. Durante muchos años yo hubiese preferido una cadena para estar atado a la familia, en lugar del vacío por saberme solo mientras que Johan y él se tenían el uno al otro. - Creo que...te entiendo. Tal vez deberías dejar este castillo tan solitario. No tienes por qué estar siempre aquí metido, o salir sólo para cazar. - tampoco me atrevo a decirle que se mude al castillo Black, porque dirá que eso es imposible y una aberración. Puede que lo sea. Lo miro con cierta sorpresa ante la revelación de la identidad de su "invitado". Estos vampiros y sus gustos peculiares...ahora le da por aprender música.

- Bueno, supongo que nunca es tarde para empezar a aprender. - me encojo de hombros, dejándolo con su nueva afición. Decido ignorar deliberadamente eso de que estoy nervioso, pensando que es un puñetero detector de mentiras con patas, por eso de sentir los latidos del corazón. Observo de reojo su sonrisa de "me he dado cuenta", seguido del recordatorio de nuestra mortalidad. - No sabría decirte si desgraciada o agraciadamente. Imagino que se desea justo lo contrario de lo que se tiene. Los mortales desean inmortalidad, y los inmortales poder poner fin a su vida en algún momento, no ser esclavos de la eternidad. - en el caso de Sirius no puede decirse que haya sobrepasado el tiempo de vida que tendría asignado, pues de no haber sido asesinado todavía seguiría vivo y en buena forma. Los magos pueden alcanzar los 200 años, aproximadamente, así que todavía le quedaría mucho. En cuanto a Juliet...nunca me he preguntado qué edad tiene, no me he parado a pensar que puede que tenga muchos más que yo, aunque no lo aparente. La sigo con la mirada mientras se aleja del fuego, negando respecto a lo de ser una molestia en nuestra conversación.

- Para nada, no hay ningún secreto inconfesable que no puedas escuchar. - es cierto, nada que ocultar ni nada que me avergüence. También es cierto lo que dice sobre los lazos que hemos creado desde que nos conocemos, hasta el punto que está derivando en algo más que amistad, sólo que todavía no hemos terminado de cruzar esa delgada línea. Regreso mi atención a las sombras que acabo de manejar para hacer la demostración a mi padre, que parece más o menos complacido con mi avance. Él está a otro nivel, obviamente, deshaciendo su propio cuerpo en sombras para desaparecer durante algunos segundos.

- Si te refieres a llegar al punto de hacer lo que acabas de hacer...dudo que como mago pueda llegar hasta ahí. - reabsorbo las sombras enviadas en una pequeña esfera en la palma de mi mano, disipándolas cuando él vuelve a reaparecer cerca del piano. Mis ojos vuelven poco a poco a su modo normal, como sucede siempre que dejo de manejar las sombras. Sirius parece interesado en saber más sobre Juliet, así que vuelve a prestarle atención para conocer más sobre ella. Me acerco al piano mientras espero que ella responda, tocando alguna tecla sin sacar ninguna melodía. Mis abuelos maternos tenían uno en la casa en la que vivíamos, pero permanecía en desuso, con una sábana por encima. Decían que lo habían comprado para que mi madre aprendiese a tocar, pero ella siempre fue más "rebelde", iba a su aire y pasaba de esas clases. Creo haber oído algo alguna vez sobre la madre de Johan, como que ella sí era una buena pianista. Un dato curioso.

- Por cierto...pensé que te darías cuenta, pero no apareciste por allí, como otras veces que hemos estado en serios problemas. - dejo de tocar cualquier tecla y alzo la vista del piano para buscar la mirada de Sirius. - ¿no notaste que Johan estuvo a punto de morir? pudimos salvarlo por poco. Juliet y yo conseguimos la cura para el virus de SPM. Ahora está bien.- le informo como buena noticia, pensando que también le gustará saber otra cosa. Supongo que en algún momento se le debió quedar clavada la espina de nuestra mala relación, aunque él no tuviese la culpa. - Y ya hemos dejado atrás nuestras diferencias. No puede decirse que tengamos una relación como la de otros hermanos, pero creo que podemos contar con el otro en casos de necesidad. - él ya me lo ha demostrado en otras ocasiones, a pesar de los fallos que haya podido tener, y a mi me tocaba hacer algo por él en esta ocasión. Lo que me ocasiona ciertas dudas es qué pensará sobre mi cercanía con Juliet, y él realmente está interesado en ella o simplemente fue una cosa del momento.

Cuando Reiv exortó a Sirius de dejar el castillo por más tiempo que solo para cazar, se sintió un tanto orgullosa de él. No parecía el hijo celoso que él había dicho que era, sino uno preocupado por su padre y estrechando lazos aún con su hermano.

El enigma del humano en la torre quedó aclarado cuando Sirius sentenció que había comenzado con clases de música. Dentro de todo lo que se podía pensar de un vampiro, lo más seguro era asumir que tenía mucho tiempo libre por rellenar, por lo que clases de música se le antojaba como algo adorable. Ella misma había tenido la oportunidad alguna vez de aprender un poco de aquel majestuoso instrumento, pero le embargaba la nostalgia al pensar que no recordaba ya las notas para tocar, ni siquiera las de la canción favorita de sus padres.

Se echó a reír para sí misma cuando Sirius 'regañó' a Reiv por ponerse nervioso. Ella misma lo había pensado en varias ocasiones al ser el oído uno de sus sentidos más desarrollados, pues también alcanzaba a escuchar su corazón cuando le pasaba. Mas, por ahora, estaba más al pendiente de los dragoncillos que de todo a su alrededor.

Volviendo a hablar del tiempo, negó rápidamente tras la aclaración tan enigmática de Reiv. Habría preferido no ser incluída en la plática, mas Reiv se veía decidido a hacerla sentir cómoda en aquel lugar. Y pues ya que estaba en el castillo lo menos que podía hacer era responder preguntas directas.- No, voy a cumplir veintidós en... - Se detuvo un momento para pensar. Llevar la cuenta del tiempo siempre le era difícil sin un calendario.- En unos días, si mal no recuerdo.- El hecho de no festejarlo ya no le daba tristeza, como lo había hecho los primeros años en los que estuvo encerrada. Ahora era un día como cualquier otro y podía pasar de él sin demasiadas dificultades. Lo único triste que podía rememorar era que pasaba un año menos sin su familia, pero incluso eso podía tomarlo como algo del pasado.

No entendió muy bien el intercambio de 'poderes' que había entre ambos hombres, hasta que sintió claramente como la sombra de Sirius de desvanecía y se iba a colocar detrás del gran piano, a donde Reiv se dirigió una vez que terminó y ella misma dirigió su mirada hasta él. No había pensado antes, pero Reiv tenía habilidades que ella no había visto, como aquella con las sombras, que era bastante clara al ver como las concentraba en su mano. De todo lo que sabía, aquello de las sombras era, posiblemente, lo que más le sorprendía del moreno.

Soy un dragón plateado.- Murmuró sin titubear en el instante en que Sirius lanzó la pregunta. La información se la habían sacado a cuentagotas en un pasado no muy lejano y ahora la decía tan fácilmente a alguien que había intentado, cuando menos asustarla en el pasado.- De hielo. Por mi cabello todos pensaron que sería rojo... o al menos negro de fuego, como mis padres. Aún la gente lo piensa cuando saben lo que soy. Me tocó ser la oveja blanca...- Bromeó suavemente para sus adentros, soltando una risa suave. Aquella era una anécdota que no había contado antes, pero tenía la sensación de que estaba con gente que entendía de privacidad. Sirius no se veía como el que iba delatando gente por ahí y Reiv parecía haber aprendido bien el tipo de cosas que no le gustaba mencionar con toda la gente, por lo que se podía decir que se sentía agusto hablando en aquel salón.

Las nuevas noticias de Reiv sobre la casi muerte de Johan y su nueva relación le alegraron de nuevo. Que él dijera que habían prosperado era porque realmente ya no sentía el rencor que le albergaba aquel día que le conoció medio muerto en el bar. Se sonrojó suavemente cuando le dio crédito por encontrar la cura, aunque realmente ella no sentía que hubiera hecho gran cosa aquel día, más que apoyar en lo que se necesitaba y lastimar enfermeros. Sin embargo, la sonrisilla de sus labios no se apagó hasta mucho después.

Sonreí levemente y de modo algo enigmático por la adorable sugerencia de Reiv, sin apartar la vista de las teclas mientras ponia mis manos sobre ellas distraidamente, pero sin llegar a pulsar las teclas, solo como si estuviese recordando algo que habia memorizado hacia poco.

-Quizá.

"pero esta fortaleza es un buen emplazamiento"

- Es que llevo varios años tratando de convencerme a mi mismo de que estoy muerto, y encerrarme aquí forma parte del plan. - bromeaba, o eran delirios mentales mios de verdad? Era dificil de decir.

Habia comenzado a tocar las primeras notas del canon de Pachelbell, pero muy lentamente, sin realmente ligarlas.
-Si, es curioso lo caprichosos que podemos llegar a ser todos nosotros. Nunca estamos satisfechos con nada....-

Volvi a mirar a Juliet, que nos reveló su edad. Era tan joven. Sobre todo para los de su raza, pero tambien para la de los magos y la de los humanos. Ladeé mi cabeza. Me habia engañado....ligeramente.
- Tus ojos...cargan mas años de los que dices tener. Te has echado encima los años de las vidas que te obligaron a tomar por el camino?

Yo no era adivino, ni estaba leyendo su mente. Pero conocía esa actitud, esos gestos, esos modos de mirar. Parecia una persona noble y buena, con lo cual, la muerte de los demas le pesaba, de un modo especial. Quiza porque eran la de seres queridos, quizá porque ella era las que les habia puesto fin. Si la habian obligado o no, era simplemente un atrevimiento mio. Pero la idea de dragon maligno que está intentando redimirse lo descarté rapido por su corta edad, esos solian darse cuenta de mas viejos de sus errores. Dudaba que lo hubiese hecho por gusto.

-Feliz cumpleaños. - sol, sol, la, sol, do, si. Pulsé unas cuantas teclas, para la melodía de aquello que acababa de felicitarle, su cumpleaños. Yo había olvidado cuando era el mio. Debía de estar apuntado en mi libro, seguro... La melodía quedó un poco tétrica en aquella habitacion, y felicitada con mi voz. Aunque no habia sido aquella mi intencion.

Alcé la vista a Reiv, que decía dudar de poder llegar a ese nivel, y lo miré con reproche un momento. No debia hacerse de menos.
-Por qué? A caso no hay magos que son maestros en la transmutación del propio cuerpo? Por que tú, que dominas las sombras, no podrías ser capaz de realizar una transformacion parcial o total de tu cuerpo en sombras? Investiga el método. Seguro que existe. No te pido que escuches o veas a traves de ellas....

Detuve mi melodía con una nota algo estridente y malsonante cuando Reiv dijo aquello de que creyó que aparecería. Sí, habia notado algo. Encontré su mirada cuando el buscaba la mia.
-Sí, lo noté. Podría decirte que incluso lo ví. - como explicarle por qué no acudí entonces? - Pero si Johan, o tu, murieseis, la tentacion de convertiros para salvaros seria demasiado grande....

"no se si estoy preparado"

- No supe que hacer. - había una segunda verdad detrás de aquello. La pregunta de Reiv me confirmaba una sensacion, una sospecha que se habia gestado en mi mente durante las largas horas de la noche. Que se volviesen temerarios en exceso por tenerme como "seguro", que no temiesen a la muerte. Debian temerla. Así que quise hacerle ver a Reiv que yo no era infalible. Hay que dejar que los hijos se golpeen contra los muebles y se peguen muchos golpes ellos solos para que aprendan...solo que llevados a este punto de la vida, esas pruebas se habian vuelto extremas

No rompí el contacto visual con él, escuchando aquella ultima noticia. Era dificil de decir que un vampiro pudiese sentir algo parecido a la alegria por eso. No. Mi yo del pasado, el Sirius Black cuando estaba vivo, habria sentido júbilo. Y obviamente yo lo sabia, asi que cuando su noticia no desató en mi ninguna emocion positiva, solo pude desviar la mirada con la tipica sensacion de vacio y frustracion, por no encontrar nada respondiendo. Lo vi mas bien como un avance táctico, enfocándolo desde ese punto de vista si que podia ver los aspectos positivos y beneficiosos.

- Era hora. - observé a Juliet de reojo. Su rostro si que parecía emitir alegria y orgullo, quizá ella habia tenido algo que ver? Recordé algo que yo habia escrito en mi libro hacía tiempo y entorné la mirada por aquello. Lo bueno, es que ya tampoco me inspiraba tristeza. - Yo dejé morir a mi hermano, y la verdad, hasta el día que morí puedo decirte que me sentí culpable. No cometáis el mismo error vosotros.

Creo que yo tampoco sabía la edad de Juliet hasta que la menciona, no le he preguntado su edad por no considerarlo relevante. Es muy joven para lo longevos que pueden llegar a ser los dragones, es incluso más joven que yo. Me anoto mentalmente el dato de que pronto será su cumpleaños, así que espero acordarme para felicitarla. - Seguro que hace años que no celebras una fiesta de cumpleaños.- me atrevo a adivinar con lo que sé sobre ella y por mi propia experiencia. Hace años que no lo celebro, tal vez desde que era niño. - Ve pensando qué quieres hacer, este año toca.- advierto con media sonrisa para que vaya mentalizándose de que algo habrá que hacer, no dejarlo pasar sin pena ni gloria. Sirius le dedica unas notas al piano, algo bastante sencillo, pero que es bastante para venir de un vampiro. También ha acertado que ha vivido mucho más de lo que debería para la edad que tiene. Él parece darse cuenta de ese tipo de cosas, sabe analizar a las personas, y posiblemente desde antes de convertirse. Las otras notas que toca, las del canon, me dan más pistas para saber qué debe ser lo que está aprendiendo del músico secuestrado. El compositor de dicho canon se llamaba Johann, algo que no creo que sea casualidad. Debe tener algún significado relacionado con su pasado.

- Pero no hace falta que te encierres por tanto tiempo, no sé. Claro que estás muerto. - me regaño mentalmente por sonar con poco tacto, pero tampoco creo que le haga daño el recordárselo, ¿o sí? - Aunque otros vampiros también lo están y se relacionan con otros más a menudo, ya sean vampiros o no. Puedes pasar por el castillo Black también. Estaremos por allí de vez en cuando.- le dejo caer que no es necesario que sea un vampiro solitario, pues cualquiera se volvería loco con tanto encierro. Él también me anima o insta a seguir mejorando mi habilidad de las sombras, incluso hasta el punto de poder deshacerme en ellas y volver a recomponer mi cuerpo. Hoy por hoy lo veo complicado, pero lleva razón en eso de los magos que transforman su propio cuerpo. - No conozco a ninguno, pero seguiré investigando. Quiero dominar mejor las sombras, y cuantas habilidades pueda aprender. No me vendría mal otro entrenamiento contigo luego. - aunque el último fue bastante duro, y por ahora no estoy pensando en tener uno parecido.

Sirius me confiesa lo que había sospechado, que sí notó lo que le pasó a Johan. Los motivos por los que no acudió tienen sentido, tanto por evitar la tentación de convertirnos en vampiros si morimos como no permitir que nos hagamos dependiente de su ayuda. No hay reproche en mi mirada, más bien tranquilidad al conocer sus razones. - Entonces superamos la prueba, podemos salvarnos solos. En la mayoría de las ocasiones, claro. - la verdad es que no venía nada mal su ayuda en situaciones extremas, pero no podemos confiarnos pensando que vendrá siempre. Tampoco sabría decir si le alegra o no la noticia de nuestro acercamiento como hermanos, aunque juraría que algo debe satisfacerle. No conozco la historia de lo que sucedió con su hermano, tal vez Johan la conozca mejor. El caso es que parece advertirnos para que no caigamos en algo parecido a lo que le pasó a él, algo que debió atormentarle por años. - Lo tendré en cuenta, padre. - murmuro con seriedad, prefiriendo no preguntarle nada para no hacerle revivir esos recuerdos. Tras esto guardo silencio durante unos largos segundos en los que únicamente se escucha el crepitar de las llamas. La visita ha sido bastante satisfactoria en cuanto a comunicación, es necesario encontrarlo sin hambre para poder hacerlo. También me da por pensar cuánto he avanzado con él desde la primera vez que lo vi, aunque haya tenido que esperar tanto para que suceda y que él ya no esté vivo. Al menos se marcharon los rencores del pasado y puedo hablar con él con total normalidad, salvando el hecho de que esté muerto. Va tocando marcharse del castillo, así que comienzo a despedirme de él. - Tenemos que marcharnos ya, pero volveremos a vernos pronto. Ven a visitarnos en algún momento, ¿de acuerdo? Le contaré a Johan que te he visto. - no sé cuándo, pero se lo diré. Espero a que Juliet recoja a sus dragones y se despida si quiere. Lo único que nos quedaría es recoger a Svart.

Un quizás era siempre una esperanza que no acababa de convencer. Pero era mejor que un no. Existía una posibilidad aún de que, aunque trataba de convencerse de que estaba muerto, dejara de lado esas ideas y comenzara a disfrutar de la nueva oportunidad. La canción que Sirius había comenzado a tocar no la recordaba de nada, pero las notas, las dulces y a la vez tristes notas le agradaban... No recordaba la última vez que había oído música, hasta que recordó el radio que tenía uno de los guardias los últimos años de su encierro. Pero nada se comparaba al verdadero sonido de un instrumento, sea cual sea.

Con la mirada gacha observando el piano al concentrarse en la melodía, no previó el comentario de Sirius hasta que estuvo en el aire. Su mirada se cruzó con la del vampiro, entreabriendo sus labios al escuchar su pregunta. ¿Cómo era posible que de verla dos veces hubiera sacado tales conclusiones? Agachó su mirada al piso, entrelazando los dedos de sus manos a la altura de su vientre. El cadencioso sonido de su corazón se volvió lento y vigoroso, tanto así que dolía en el centro de su pecho.

C'est la guerre...- Murmuró recargándose en el respaldo de una silla cercana, tan cansada como si le cayeran de nuevo encima todos los años a los que Sirius se refería. Sus hombros se sentían pesados incluso para respirar.- Jamais pur.- Ironizó la contraseña del contrario en el segundo que la recordó, logrando una ligera sonrisa en sus labios que no llegó hasta sus ojos.

A pesar de todo, había algo que no le gustaba. "Echarse encima", era cierto, ella no necesitaba cargar con ese peso extra. No estaba segura de que alguien más, en caso de haberle ganado a ella, se arrepentiría de haber sobrevivido tanto como ella. Sin embargo, sabía bien que una buena parte de esas vidas no habían sido precisamente obligadas. La felicitación por su cumpleaños le hizo levantar el rostro y sonreír por la canción, y sobre todo por la emoción de Reiv por hacer algo especial ese día.- Gracias. Ya me pensaré que hacer.- Murmuró para Sirius y para el moreno. El mundo seguía siendo un lugar oscuro e inseguro, pero al menos ahora tenía un amigo con quien combatir la oscuridad.

Los momentos paternales no eran lo suyo, pero al menos sí lo de Sirius. Su manera podía resultar confusa si no se tomaba en cuenta sus motivaciones, pues primero le infundía valor a Reiv para hacerle mejorar sus habilidades, luego se negaba a ir al rescate de sus hijos, por una muy buena razón, y finalizaba con la anécdota soobre su hermano. Aquel lado paternal tan arraigado le llevaba a pensar por qué habría dejado a Reiv solo, aún cuando no era su primer hijo. No quiso suponer, aunque si las madres eran distintas algo debía ser de aquello.

La brevedad de la visita le extrañó al ver que Reiv decidía marcharse. Se puso en movimiento mientras él se despedía y caminó hasta los dragones para meterlos en la mochila de nueva cuenta. Ahora que estaban calientitos, seguramente dormirían por un par de horas más, hasta que les diera hambre. Tal como bebés, pasarían buena parte del tiempo dormidos por algunos meses más.

Colocó su mochila con cuidado en su hombro y se acercó a Reiv, que no tardó mucho tiempo en salir por la puerta, tras haberse despedido.- Hasta luego, Sirius.- Fue su única despedida tras haber cruzado su mirada un largo instante con la del vampiro. No tenía idea de si, en efecto, su mirada reflejaba lo que había adivinado, mas la realidad era que había atinado muy precisamente al más profundo de sus problemas.

Una vez que Svart estuvo con Reiv, se acercó hasta ellos para tomar la mano del moreno y, finalmente, desaparecer de aquel lugar tras la reveladora entrevista con el vampiro.

El remolino de sombras se hizo presente en el hall de la fortaleza. Duró poco, y fue grande, pero lo que reveló no podía ser menos glamouroso: tres individuos ensangrentados y medio muertos. Bueno, yo del todo. Asi que no habia mucha diferencia.

Las sombras se desvanecieron y soltaron a Reiv y a Juliet en el suelo. Y a mi tambien. No pude ser el mejor de los anfitriones, pues cai al suelo desmadejado y boca abajo, con unas heridas bastante horribles y manando sangre oscura y densa de modo aparentemente interminable. Mis ojos se habian cerrado con mi ultimo gasto de energias al realizar el Paso de las Sombras con ellos para sacarlos de alli.

Lo bueno es que técnicamente, no tenían por qué preocuparse por mi. Tecnicamente, yo ya habia muerto desangrado una vez. Era unicamente que no podia moverme ni hacer nada mas en ausencia de sangre......durante todo el tiempo que estuviese privado de ella.

La Fortaleza estaba como siempre: fría, oscura, polvorienta, con cortinas y sin una maldita luz. Silenciosa como la muerte.

La batalla en el cementerio parecía estar perdida, con los refuerzos de la Alianza llegando y mi padre siendo dañado sin piedad por unos y otros. La tecnología de los militares rivalizaba con los poderes del vampiro hasta el punto de dejarlo cercano a la derrota, y con ello cualquier esperanza para nosotros de salir vivos de allí. No sé si mi padre llegó a escuchar mi pensamiento, pero el caso es que consiguió apañárselas para llegar hasta donde estábamos tirados, utilizando su habilidad del paso de las sombras para sacarnos de allí, arrastrándonos en un oscuro remolino que nos transportó hasta la fortaleza helada en la que habita.

La última vez que estuve aquí también vine con Juliet, justo cuando ella conoció a mi padre. En aquel momento la situación no era tan dramática como ahora, y podría decirse que resulta irónica esta manera de regresar. En cuanto aparecemos, dejando atrás las sombras, quedamos los tres tirados por el suelo, todos sangrantes en mayor o menor medida. Mi cuerpo por fin parece reaccionar al pasarse el efecto paralizador, aunque todavía tarda unos agónicos segundos en ser capaz de moverse. Suelto un gruñido de frustración en cuanto me es posible, logrando por fin hacer algo a pesar de tener todo el cuerpo dolorido y atenazado. Con movimientos lentos y torpes consigo arrastrarme hasta Juliet, arrodillándome a su lado para sujetarla entre mis brazos y comprobar que todavía tuviese pulso y respirase. El pulso es muy débil y la respiración muy tenue, pero todavía vive. - qué fuerte eres...aguanta sólo un poco más.- murmuro mientras le aparto el pelo de la cara, alzándola después en brazos no sin cierto esfuerzo por lo mal que me responden los músculos todavía.

Ahora sí puedo desaparecerme y llevarla a un lugar donde puedan atenderla, pero antes me acerco a mi padre, dirigiéndole una mirada cargada de agradecimiento. Ha acabado así por salvarnos, y me cuesta dejarlo aquí así, aunque la lógica me dice que lo haga porque ya no puede morir,  a pesar de que suene cruel. Ha quedado destrozado  y no sé si puede escucharme, pero de todas maneras se lo digo. Ahora mismo me arrepiento tanto del adolescente idiota que fui en el pasado con él...

- Gracias...por esto. Por estar ahí siempre que tus Black corren peligro de muerte. - sé que los vampiros se regeneran con sangre, y darle la mía es lo mínimo que puedo hacer por él ahora mismo. Me las apaño para sujetar a Juliet con un brazo, sacando una pequeña daga del cinturón para hacerme un corte en una de las muñecas. Después dejo que la sangre de la herida vaya cayendo sobre su boca, de modo que le ayude lo mínimo para que tenga fuerzas para salir a cazar o aguantar hasta que podamos volver. Tras esto me desaparezco rápidamente hacia Ouroboros, donde espero que puedan salvarla.


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parálisis 4 de 4, fin

PS: 99 - 5= 94; 94 - 10 (donar sangre)= 84

0 PS +10 PSpor sangre= 10 PS hoorray!

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Seguí alli inmovil y muerto como las piedras, pero la sangre que Reiv vertiese en mi boca hizo sus efectos conforme discurrió por mi esófago, revitalizándome lo suficiente como para que mis ojos se abriesen y pudiera volver a moverme de nuevo. Me desperté de modo súbito, nada bonito por cierto, con un terrible estertor como el de alguien que se está ahogando y quiere tomar aire y respirar.

Siempre esa incómoda sensacion, la de estar ahogándose y no poder respirar porque en realidad, no lo necesitas. Costaba acostumbrarse a ello, y a veces, en ocasiones asi, se me olvidaba que no podia.

Pero me desperté, me quedé sentado, jadeé un rato para volver a acostumbrarme a que mi no-respiración no me iba a matar, y me sujeté el cuello. Miré el charco de sangre de mi alrededor, Reiv y Juliet se habían ido. Yo había hecho mi parte....

Aun estaba lleno de heridas, aquella poquita sangre no era suficiente ni de lejos para regenerarme entero. Pero ahora no iba a salir a cazar, faltaba poco para el amanecer, y tenía mucho odio que rumiar contra mis enemigos, mientras empezaba a arrastrarme penosamente hacia las escaleras.

-Malditos....de donde han sacado esas pistolas....? Parece como que seleccionasen a quien pueden y quien no disparar....son putos rayos laser....me ha reventado el maldito brazo....  y su sangre ni si quiera  era de las mejores....- rumiando, fui caminando apoyandome en las paredes y barandas. -  Si me viera Shinare así..... - me reí porque sabia que le daria un disgusto muy grande. Y asi entre quejas, gruñidos y manchurrones de sangre, llegué a mi lugar de descanso. Me tumbé dentro de mi ataúd (donde tenía tierra de la cripta) y cerré los ojos, pues necesitaría dormir el día entero.

Salgo a dar un paseo por los alrededores del pueblo de Bastion Hollow, llevándome conmigo a mi dos sobrinas y a mis tres hijos, que ya estaban poniéndose insoportables de estar encerrados en esa pequeña cabaña que tenemos perdida en el bosque. De camino nos toca aguantar a los mellizos peleándose y jugando con cualquier cosa que se encuentran, y con Joram preguntando todo el rato que dónde está Setelah. Ni yo misma sé dónde se mete, nos vemos muy de vez en cuando. - Se ha ido a buscar comida para los loros, ya sabes...y para ese otro pajarraco más gordo que tiene, el dragón que adoptó. - le explico para que se quede tranquilo, aunque se me enfurruña y ya no me dice nada en todo el camino. Por otro lado está Belle, que no deja el móvil ni un momento, está de un adolescentoso insoportable. - ¿Con quién hablas? ¿sigues hablando con Nicho? dile que deje ya lo que esté haciendo y que se vuelva para casa, que Londres es muy peligroso. Eso de salir sin pedir permiso se va a acabar, cuando seáis mayores de edad hacéis lo que queráis, pero mientras tenéis que hacer caso. - con eso de que su padre desapareció hace tanto tiempo resulta que he tenido que hacerme cargo de mis tres sobrinos, con lo cual se han juntado seis críos en total en la casa. Más los loros cuando están. Y eso que ya no está el cerdo vietnamita, R.I.P. Charlie.

Al cabo de un rato llegamos hasta un castillo bastante peculiar, una fortaleza que llama la atención de los más pequeños, que se ponen a cantar el Let it go como posesos. El caso es que parece que les hace ilusión entrar al castillo a buscar a Elsa o no sé qué historia, pero debo asegurarme de que no haya peligro dentro. - Belle, quédate con ellos un momento. Voy a echar un vistazo para deciros si podéis entrar o no. No tardo mucho. Cualquier cosa me mandas un mensaje al móvil o si no respondo pues... a Setelah. - me separo de mi sobrina para adentrarme en el castillo, un lugar siniestramente bello. Comienzo a recorrer el castillo, sintiéndome como en la película de la Bella y la Bestia por eso de ir sola, por lo oscuro que está todo y lo misterioso que parece. La curiosidad me lleva a descender unas escaleras, hacia lo que parecen unas catacumbas.

El sentido común dice que debería volver, pero después de todo lo que he pasado no hay muchas cosas ya que me den miedo. Además, los Gallagher siempre hemos tenido ese punto de locura. Me acerco al ataúd que hay en el centro de la estancia, asomándome con cautela. Suelto una pequeña exclamación de sorpresa al reconocer a la persona que hay ahí, Sirius Black. Sabía que tras lo sucedido en aquel fatídico baile de máscaras había terminado convertido en vampiro, pero creo que hasta ahora no lo había visto frente a frente. Me apena que terminase así, lo conocí cuando estaba vivo, tanto por medio de mi padre como cuando estuvimos en la base de los renegados. Era un buen tipo. Extiendo la mano para tocar en su pecho, parece tan dormido que ni se ha dado cuenta de que he entrado.

Dormir una noche, un dia. Qué ingenuo. En cuanto mis ojos se cerraron, y debido al mal estado general de mi cuerpo y la falta de sangre, habia entrado en letargo. En la oscuridad mas profunda, mayor aun que aquella que poseian las sombras que manejaba, que eran mias.

El tiempo, nada importante. Un factor mas, un grano de arena en una playa. La memoria, otro engranaje que dejaba de funcionar. Que al volver a encenderse, giraba lento, costosamente.

Quizá no hubiese despertado de no ser por aquella mano en mi pecho. Quizá hubiese seguido durmiendo por quien sabe cuantos meses mas. Pero aquella mano, aquella calidez, el pulso de un ser vivo, la sangre golpeando a traves de sus venas en aquel frenesi de vida....

....hizo que saliese de mi letargo. Que mis ojos se abriesen de modo subito. Mi cuerpo seguia destrozado, la sangre negra en mi piel y mi ropa oscura, medio quemada. Pero aquello no impedió que una de mis manos se aferrase, helada, a la de Mónica, y que mis ojos grises se clavasen en ella. Desperté, y me sentía mas una bestia sedienta que Sirius Black. ¿Quien era ella? Sin duda la habia conocido en vida. ¿Quién era yo? Ahora, recien salido del letargo, que mas daba eso? La rueda de mi memoria giraba, despacio, sacudiendose el oxido. El engranaje de la sed, la supervivencia, giraba rapido... mil vueltas por cada una.

La sujetaba con toda la fuerza que me quedaba para que no se alejase. Hasta podria decirse que sentiria como tiraba de ella hacia mi. Mientras lo hacia, miraba su cara.
- ...quien...eres... - dije con una voz extremadamente ronca, por el desuso de las cuerdas vocales. Volver a la "vida" era doloroso.

Observo al vampiro con extraña fascinación durante algunos segundos más, deteniéndome en algunos detalles, como la sangre seca y la ropa quemada. Debe estar descansando tras algún tipo de ataque. Su súbito despertar hace que pegue un bote y un grito que resuena en toda el sótano, no esperaba que se moviese de manera tan repentina. La helada mano que se aferra a la mía provoca un escalofrío que me recorre la espina dorsal, aunque más helada me deja la voz de ultratumba que se gasta el patriarca Black. No intento soltarme de golpe para no cabrearlo más, aunque tampoco sé cómo comportarme en una situación así. No sé tratar con vampiros, a pesar de que haya leído sobre ellos. - N-no vengo a hacerte daño. - acierto a decir tras unos segundos en los que quedo muda.  

- Yo te conocí hace tiempo, Sirius Black. Soy Mónica Gallagher. Seguro que recuerdas a mi padre, Angelo. También estuve en la Resistencia con tu hijo Johan, ¿recuerdas? - pregunto de manera un tanto atropellada, para que no me corte antes de que termine. Curiosidad y cierto temor conviven ahora mismo en mi mirada, mientras espero expectante a su reacción. Respiro hondo, procurando dominar dentro de lo posible los latidos de mi corazón, bastante disparados con el susto. - Parece que te han hecho daño. Si puedo ayudarte de alguna manera...- conforme lo voy diciendo me doy cuenta yo misma de lo que eso implicaría, y probablemente él también le saque a eso un sentido diferente al de una simple ayuda.

Gritó, como era de esperar, mas no se retiró de mi agarre. Miedo, curiosidad. Las emociones mas frecuentes de los humanos a las cuales me enfrentaba. El dolor y la sed me nublaban la razon...era dificil...concentrarse ...en nada mas que no fuera su corazon... mis ojos se cerraron, mi mano se debilitó nuevamente. Apenas con fuerzas.

- No puedes hacerme daño... - susurré, la voz grave, arrastrada. Queria decir que lo que estaba muerto no podia morir. O que me daba igual hacerlo. Dormir otra vez... beber sangre...la agonía de no poder...como esquirlas de hielo hundiendose en los nervios....

Abri los ojos al oir mi nombre, lentamente. Aquello, apellido incluido, logró hacer que los engranajes de la razon y la memoria comenzasen a cobrar fuerzas. Si, los nombres que decia, los recordaba. Recordaba quien era Sirius Black. Comencé a subir mi mano por su brazo.

- Gallagher... Lo...recuerdo... - lo determinante fue escuchar el nombre de Johan. Mis pupilas empequeñecieron hasta ser dos puntas de alfiler en aquellos irises grises. - Cuánto tiempo he dormido...?

Que iba a saber ella. Ahora mis ojos paseaban por su rostro, examinando su belleza. Su profunda inhalacion de aire hace que mis pulmones se llenen de frustracion. La sed palpita en mis sienes. Pero es de la Resistencia. No debo tomar....dejarme llevar...con esta sed si empezase....no sabria parar....si lo tomo por la fuerza.

- Es obvio lo que necesito. - mi mano que habia ascendido por su brazo acarició su cuello. Yo seguia tendido en aquel ataud, mi piel casi del color de las piedras. Gruñi, mis dedos se cresparon en su pelo, y lo solté lentamente. - Conoces a mi hijo. No puedo hacerte daño.

"Cazaré por mi mismo. Uno de esos despreciables humanos. Lo degollaré vivo"

Me incorporé, quedando sentado, con un visible esfuerzo, y le siseé un "lárgate", que de haber tenido energias, habría ido con el poder de la dominacion, pero no era asi.

No sé si me tranquiliza o no eso de que recuerde el apellido Gallagher, aunque tal vez sea un buen comienzo para establecer un primer contacto con él. Me estremezco levemente cuando su mano helada comienza a ascender por mi brazo, quedando absorta durante un instante al contemplar sus ojos grises, llamativamente sobrenaturales. - No tengo manera de saberlo... - ni idea del tiempo que lleva aquí, está claro que ha perdido la noción. Finalmente aparto la mirada casi sin querer, un poco turbada por la intensidad con la que me mira. Tiemblo levemente al notar que la mano llega hasta el cuello y posteriormente al pelo, comprendiendo claramente qué es lo que necesita. A pesar de ello parece negarse, alegando que no me haría daño porque conozco a su hijo.

"si supieses...al final acabé renegando de los renegados, por irónico que suene. No sé si les fallé."

Quedo libre después de que suelte mi pelo, pero no por ello me alejo ni salgo corriendo. Tampoco cuando me sisea para que me largue. Por raro que suene no me iría tranquila, siento como una especie de deuda con este hombre, o al menos con lo que fue. Con lo que significó para la Resistencia, por lo buena persona que era. Sé que a mi también me gustaría que lo ayudasen si fuese mi padre, por muy vampiro que fuese. Si no lo ayudo no se moverá de aquí, necesita alimentarse, claramente. Decido hacer un sacrificio respecto a eso, negando con la cabeza a eso de irme. El dolor es aceptable, sabré liberarme si mi vida corre peligro.  Llevo una mano hacia mi cuello, apartando un poco uno de los mechones de pelo que caen al lado de mi cara. - Deja que te ayude. Debes alimentarte un poco. Precisamente porque conozco a tu hijo, y sé quién eres. Adelante.- susurro aunque todo esto suene como a una locura, acercando un poco mi rostro al suyo, casi conteniendo la respiración.

10+ 15 PS = 25/150 PS sigo mazo pocho pero weno! desayuno
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Desvié la mirada hacia ella cuando tras tanto tiempo de silencio, habló.
- Estabas temblando de miedo hace un momento...no creas que no lo he notado. -hablé en un susurro, hastiado. Si empezaba a beber, como sabria si podria contenerme? Estaba sediento... .la chica se apartó el pelo del cuello y el aroma que movio al hacer aquello me sobrecogió. Por que era tan dificil...?

Me giré hacia ella, sujetando mi mano en el borde del ataud, para inclinarme un poco hacia la mujer. Ella se acercó.... me costaba rechazar su oferta, deseaba hacerlo. Mi vista se clavó en su cuello y en sus labios.
-Pararé a tiempo.... - La tomé por la base de la nuca y la acerqué un poco mas a mi. Rocé sus labios con los mios primero, levemente, besándolos despues con lentitud. Que pasaría el dia que desaparecieran todos aquellos que sabian quien era yo? Dejaria de ser yo? Quizá el beso que le di iba cargado de una extraña emocion amarga y una pasion por aferrarse a la vida a causa de esos pensamientos que tenia. Luego bajé a su cuello, me deleité un momento en el instante previo, al aroma de la sangre bajo la piel, antes de abrir la boca y presionar los colmillos contra su piel, apretando la mandibula entorno al cuello. Bebí, el primer trago se sintió como fuego llenando mi cuerpo, el segundo me devolvió la fuerza y el tercero hizo que algunas de mis heridas se fuesen cerrando sobre si mismas. Eran tragos largos, a conciencia. La aferré con fuerza al cuarto trago. Aun no tenia suficiente, ni de lejos, pero si seguia, podia compromenter su seguridad.

Con un esfuerzo, me aparté de ella pasando mi lengua por las gotas que caian de la herida abierta. Me retiré, notando aquel calor, aquella vida que solo sentíamos al beber la sangre de...los vivos. Me limpié con el brazo y luego me quité el pañuelo que llevaba al cuello, liandoselo a ella para tapar la herida y que al menos no sangrase tanto. Ahora si que pude moverme de ahi y salir del ataud por mi mismo. Me arreglé el traje, quitandome polvo acumulado de encima de la tela negra.
- Estás bien?

Me avergüenzo un poco al saber que ha notado mi miedo, algo que no he podido evitar ante su contacto y presencia. Si sólo fuese miedo ya me habría ido corriendo, pegando un tirón incluso. No, no es sólo miedo. Es algo más. Esa especie de atracción extraña y oscura que te lleva a tentar lo que no se debe, a merodear demasiado cerca de vampiros. Es irremediable. - Una cosa no quita la otra. Sigo queriendo ayudarte, sea como sea. - su promesa de parar a tiempo debe tener una validez relativa, ya veremos si es capaz de hacerlo. El roce de los labios del vampiro me eriza la piel, la mezcla de riesgo y poder que representa resulta de lo más excitante. Nunca he besado a un vampiro, pero esto me hace recordar a todas las criaturas mágicas que mi padre había besado. Él tenía una lista con todas ellas, como si fuese una competición. Ese recuerdo me produce una momentánea nostalgia, algo que me hace imprimirle más ganas al beso porque es lo que hubiese hecho Angelo Gallagher. No me planteo esto como traición a Setelah, somos una pareja bastante abierta para estas cosas. En cuanto nuestros labio se separan tomo aire, sé lo que viene a continuación.

Suelto un leve quejido de dolor al sentir cómo se clavan los colmillos en mi cuello, es una sensación terriblemente rara y molesta, especialmente al principio cuando empieza a beber sangre. Emito un leve jadeo ahogado cuando llega el momento del último trago, apoyando una mano en la cara del vampiro para ayudarlo a retirarse. Parece que ha sabido parar a tiempo, y la sangre que ha bebido no parece excesiva, sigo pudiendo estar en pie sin demasiados problemas, por ahora. - Sí...te has controlado bastante bien. No me harás daño por un poco más. Por lo menos para que tengas fuerzas para salir a cazar por ti mismo. Eso sí, tendrás que esperar un buen rato después de que me haya marchado. - no quería que saliese y se encontrase con los críos, eso sí que no. Aprieto el pañuelo contra mi cuello durante unos segundos, ofreciéndole mientras mi muñeca, para que sacie su sed un poco más.



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PS: 150 - 15= 135

25+15= 40/150 PS mejor, mejor....

Dejé de sacudirme polvo del traje y la miré nuevamente cuando dijo que aun podia ayudarme mas. Su sangre me habia resultado deliciosa a decir verdad... era tentador repetir. No solo eso... mis heridas aun no habian cerrado por completo.

"por qué?"

- No cazaré a nadie que tenga tu sangre. Ahora sé como huele... Iré al castillo Black. Johan. No sé cuanto llevo durmiendo, es cierto.... asi que debo echar un ojo

Dije con voz pausada. Antes, procuraria cambiarme de ropa. Esta estaba quemada, llena de sangre, y todo el polvo era imposible de quitar.

- Ni si quiera tendré que salir por esta puerta. - las sombras serian mi portal. Miré su muñeca y estiré mi brazo hacia el suyo, tomándolo. Repetí la jugada, la sed podía mas en este caso que otra cosa. Por un momento sujeté su mano como si estuviesemos haciendo alguna especie de sello o pacto, casi parecio el inicio del juramento inquebrantable .Luego alcé su mano con delicadeza y le di la vuelta para dejar la cara interna de la muñeca al descubierto, y morder ahi. Esta vez la sangre supo igual de bien pero frenar costó menos, gracias a que la sed era menor. Sin embargo el latir de su corazón inevitablemente se aceleraba y eso era mas dificil de ignorar...siempre estaba ese deseo de querer llegar hasta el final. Al terminar, liberé su mano. Me acerqué mucho a ella hasta que la punta de mi nariz tocó con la suya.

- Gracias -Despues, me desvanecí en sombras delante de ella desapareciendo de alli

El trato me parece más que adecuado, no atacar a nadie que lleve mi sangre implica que mis hijos y sobrinos estarán a salvo. Como una especie de protección hacia ellos. Sólo espero que nunca se crucen con un Sirius demasiado hambriento como para no poder detenerse ante sus propias promesas. - No creo que lleves demasiado tiempo como para que hayan cambiado mucho las cosas. Seguimos en guerra. Y tu hijo, por lo que sé, sigue en la lucha con los renegados. - no le digo nada de las últimas noticias que han estado llegando, no tengo los detalles suficientes y no quiero preocupar al vampiro, si es que ellos se preocupan. He de preguntar a Belle, que ha estado mucho rato hablando con Nicho sobre el tema.

Desvío la mirada hacia la puerta, sintiendo temor con la idea de que hubiese decidido marcharse por ahí. Se habría encontrado con los niños, eso seguro. Vuelvo a centrarme en los anhelantes ojos de Sirius, ávidos por más sangre con la que recuperar las energías necesarias para poder salir de aquí. Entrelazo mi mano con la suya, dejando que le de la vuelta de manera parsimoniosa para dejar a la vista la muñeca, sus venas. No aparto la mirada cuando sus colmillos rasgan mi piel y se clavan en mí antes de empezar a beber sangre nuevamente. Respiro hondo al empezar a notar la cabeza un poco más ida que la vez anterior, aunque en esta ocasión se le nota más controlado. En ningún momento me da la sensación de que me vaya a ver en peligro serio, no siento terror ni nada parecido. Retiro lentamente la muñeca cuando la libera, pasando a poner ahí el pañuelo que hasta ahora tenía en el cuello. Presiono para que la sangre deje de salir, quedándome con la palabra en la boca antes de poder despedirme de Sirius. Éste se desvanece en sombras un instante después de que nuestras narices se rocen, dejándome a solas en aquel oscuro sótano. Suelto un suspiro de fascinación por lo que acaba de pasar, dando media vuelta después para subir los escalones y dirigirme a la salida del castillo. Allí todavía me esperan los niños, que se han aburrido de esperar y andan correteando y jugando a otras cosas. Ya se han olvidado de que querían ver el castillo de Elsa. De "Elso", en este caso. Les explico que no se puede entrar porque está todo roto por dentro, aunque a la más mayor sí que le cuento la verdad de lo sucedido dentro. A ella no le puedo engañar, menos viendo lo de la sangre. Nos marchamos de allí y echamos a caminar de vuelta a casa, aunque todavía sigo pensando en la extraña experiencia
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PS: 135-15=120

Llegué a mi fortaleza envuelto en los mantos de la noche todavia, noche teñida de blanco a causa de la nevada que habia comenzado a caer en algun punto de la misma. Aqui, en el valle, los copos se agitaban con virulencia y el viento aullaba. Pero el frio no era algo que pudiese afectarme ( )

Abrí los pesados portones para luego cerrarlos tras de mi, comenzando a subir de modo pesado las escaleras hacia el torreon donde tenia el piano.

Cuando llegué arriba, dejé la ropa que habia cogido del castillo en el taburete del piano. Me senté y saqué la foto que me dio Jo, poniendola sobre el soporte para las partituras.

La verdad no lo habia planeado pero al tener la foto ahi con la cara de aquella mujer, mis dedos comenzaron a moverse solos sobre las teclas, entonando el canon nuevamente. La sonrisa de la mujer parecio ensancharse en mi direccion, y sus irises brillar. Pero ahogué las notas lentamente, y acabé con un gruñido igualmente ahogado apoyando mi frente en las teclas.

Me levanté y arrastré mis pies, agotado, hasta el ataud. Las cortinas estaban echadas, aunque alli nunca entraba un rayo de sol. Dormiría, dormiría alli por muchos dias. Ojalá que para siempre. Mis ojos se cerraron con ese ultimo pensamiento mientras recostaba mi cabeza en la tierra del ataud.