Jardines & áreas verdes

El día señalado ha llegado por fin, aunque todavía no me hago a la idea de que mi hijo se vaya a casar. Para mí sigue siendo un crío, por mucho que lleve tiempo demostrando que ya es todo un hombre. Las horas previas a la boda las he pasado con él, dejando que sea Jarkko el que se encargue de los críos de Lyran. No podía dejar pasar la ocasión de acompañar a mi hijo en un día como este, además de que es mi deber ayudarlo a calmar los nervios previos al evento. Sé que él, al igual que yo, no es demasiado aficionado a este tipo de eventos sociales en los que toca ser el centro de atención, así que debe estar nervioso por partida doble. Hace unos años hubiese sido imposible un acercamiento así entre ambos, pero ahora las cosas entre nosotros han mejorado bastante. Así debe ser y así lo habría querido Victoria. Aprovecho también el rato que tenemos a solas para recordar a su madre, hablando del día que nos casamos. Ya la echamos de menos constantemente, pero hoy todavía va a ser más notable, si cabe, su ausencia. Al final tenemos que hacer un esfuerzo por mantener la compostura para estar presentables antes del evento, así que lo dejo terminando de prepararse tras desearle lo mejor y darle un pequeño recuerdo que perteneció a su madre.

Tras terminarme de arreglarme yo mismo, con traje negro, camisa roja y corbata negra, acudo finalmente a los jardines. Ya comienzan a llegar los invitados, de los cuales no conozco a la mayoría. Rechazo el regalo que dan a la entrada, que no me interesa cargar con un chisme todo el rato. Después camino hacia las sillas delanteras, dedicadas a los familiares más cercanos. Mi hija pequeña ya está allí, pero no sé si tiene alguna función en la ceremonia y tendrá que levantarse, así que me siento junto a Lyran, al cual me sorprende ver ya levantado. Me alegra verlo aquí más o menos recuperado, pero puede que sea un poco pronto. - ¿No deberías estar descansando, Knox? Los Hacksaw te hacen la puñeta incluso organizando bodas cuando estás convaleciente. - quién nos iba a decir cuando éramos críos que acabaríamos asistiendo juntos a la boda de mi hijo. De aquí a ser dos viejos gruñones que se cuentan batallitas del pasado no queda nada.

En cuanto Stacy, la elfa que me cuida, se enteró de que había bodorrio se ilusionó tanto que se pasó varios días rebuscando en todos los cajones y armarios que teníamos en casa para localizar un traje que fuera de algún familiar pasado lo suficientemente elegante como para poder ir a una boda. A mi por mi parte me daba un poco igual todo el protocolo de las bodas, la ropa y demás, yo lo que quería ir a ver es a Chloe y los apaños que compramos el otro día para el evento.

Nos lo pasamos guay el otro día y ahora me picaba la curiosidad por saber cóm habían quedado nuestras cosas compradas en China Town. Pero lo de Stacy ya era locura. Al final localizó el antiguo uniforme del colegio de mi padre, de cuando iba a Hogwarts, que por algún extraño motivo había sobrevivido a la quema de la casa por parte de los ministeriales hace muchísimos años atrás. Y también encontró una americana que a saber de quién era. Zapatos no encontramos de modo que por mutuo acuerdo llevé mis deportivas. Además, intentamos quitarle todo rastro de uniforme de colegio, pero fue casi imposible y quedaban ribetes en las mangas o en los cuellos: si hubiera podido ir a Hogwarts, estas serían mis pintas, está claro. Stacy, por su parte, había localizado un elegante vestido de gala vaporoso de color turmalina.

Llegamos al evento. La verdad es que me estaba muriendo de la vergüenza y no podría de dejar de ir mirando al suelo sin prestar mucha atención a los adultos que conversan y pululan de un lado a otro. Nos dan el regalo y nos invitan a sentarnos. Stacy mientras tanto me cuenta quiénes son cada adulto que hay, a mi me da un poco igual quién era tal o cual, por lo que abrir el regalo se convierte en mi nuevo pasatiempo. A veces alzo la vista como si me interesase lo de los adultos, haciendo barridos rápidos para intentar localizar a Chloe, la única persona de los presentes que conocía.

Boda. Esa palabra de cuatro letras solía despertar mucha ilusión en Anteia. La organización de eventos le encantaba, más aún brindar felicidad y alegría aunque fuese por un rato. Agregarle algo de rosa a ese mundo tan gris. Sin embargo, los últimos acontecimientos habían hecho que dejara todo en manos de Desmond y Newton, porque claro, tenían aprendices y gente que les ayudaban. Pero ella tenía prioridades: Su familia.  Gracias a sus cuidados y los del hospital tanto Azahar como Lyran estaban recuperados. Lo que le había dado muchísima tranquilidad y le había permitido volver a enfocarse aunque la sombra de los problemas y la guerra no se desvanecía.

Aquel día todo había sido un desastre espectacular y divino que le había traído mucha más ilusión a Anteia de lo que esperaba. Acomodar a sus pequeños, ayudar a Lyran y a Azahar habían sido momentos hermosos pero cuando tuvo un tiempo para si y colocarse el vestido que había estado preparando con tanta antelación se quedó mirando en el espejo durante un largo rato. Tenía un aspecto regio y elegante y se miró a si misma con cierta nostalgia ya que sus propios rasgos le recordaban a alguien. A su hermana mayor, Jane.  Intento no hacer demasiada memoria porque no quería indagar en recuerdos dolorosos y cuando estuvo lista, apenas colocándose una diadema en la cabeza para retener sus rizos dorados fuera del rostro fue a ver a Catherine.

El vestido que había elegido era ligero y cómodo para el dia y le quedaba justo en su nueva forma. Había terminado su maquillaje, algo natural porque ella no había permitido otra cosa. Y lo mismo con el cabello, con ayuda de Mei, su amiga le habían puesto una corona de flores. Lo de los zapatos, Anteia haría caso omiso. Después de intercambiar unas palabras con ella fue hacia la habitación donde estaba Ian. Se fijó en Adam cuando se retiraba y lo saludo apenas un segundo antes de ver a Ian. Sonrió de lado, de manera maternal, y no pudo evitar sentirse abrumada. Había millones de sentimientos arremolinandose en su interior. Orgullo, tristeza, cariño, miedo, alegría, nostalgia y demás. Lo que logró que empezará a llorar sin apenas dirigirle una palabra. Se acercó hacia él y limpio unas pelusas inexistentes de sus hombros para luego arreglarle la corbata delicadamente. Hizo un gesto para acomodarle el cabello pero sabía que era un poco… como Catherine así que no llego a hacer nada.

Se le quedó mirando un rato tratando de contener las lágrimas -Me encantaría poder ser como Lyran y decirte algo lleno de sabiduría, algún consejo que te sirva para toda la vida. Unas palabras que marquen un antes y un después, pero soy yo… - Se río un poco, para sacarle peso al asunto - Solo amense. Es todo lo que puedo decirte. Si hay amor, encontrarán un hogar en el uno y en el otro y eso es todo lo que importa. Es lo que me ha mantenido feliz y con vida durante todo este tiempo- . Quiso darle un abrazo pero prefirió respetar su espacio y fue a buscar un pañuelo para limpiarse el rostro, se chequeo un momento en el espejo y sonrió de lado. Elevo unas palabras a Victoria, deseando fervientemente que estuviera allí y no ella; para después mirar a su hijo adoptivo -¿Vamos?- Cuestionó y, como Ian no sabía dónde exactamente tenía que pararse porque no habían hecho ensayo previo, fue Anteia la que los desapareció.

Aparecieron detrás de un biombo que dsba privacidad al novio antes de empezar a caminar. La música de cocktail que estaba de fondo empezaba a bajar un poco tratando de que los gritos de Lykaios y las conversaciones del resto bajaron un poco ya que estaban por comenzar.

Gracias a la fortaleza propia de los licántropos había conseguido recuperarme más rápidamente del ataque de los Soul Reapers, consiguiendo estar en condiciones a tiempo para la boda. En realidad no he tenido que encargarme de casi nada, Anteia y los demás han llevado casi todos los preparativos, y casi que lo agradezco. Estas cosas me agobian, aunque siendo Catherine quien es se hace necesaria una boda. Sólo de pensar que vendrán la mayoría de las personas de la isla me pongo nervioso, demasiada gente mirando. Ni siquiera pensaba que me casaría, no iba conmigo. Por suerte acude mi padre a mi cuarto para tranquilizarme y estar conmigo durante las horas previas a la ceremonia, cosa que agradezco mucho. Ninguno podemos evitar ponernos tristes cuando hablamos de mi madre, es obvio que sucedería en un día así. Supongo que a Catherine le estará pasando lo mismo con algunos de los familiares que perdió, es inevitable. La pequeña caja de regalo que me da está llena de recuerdos, algunos de los cuales pensaba que se habían perdido para siempre. Por ello la guardo como si fuese un tesoro, seguro de que cuando tenga un momento pasaré un buen rato revisando la historia de cada uno de esos objetos.

Justo cuando se marcha mi padre llega Anteia, que va a ser mi madrina hoy. Sonrío al verla tan arreglada y con mucho mejor aspecto que el día que sucedió lo de Lyran, escuchando después con atención a lo que tiene que decirme. - Creo que ese consejo engloba a todos los demás...lo tendré en cuenta. Gracias, Anteia... - ya me gustaría a mi ser como la pareja Knox-Malfoy, y ojalá mis padres hubiesen sido así. No me salen muchas palabras más, así que asiento con cierto nerviosismo cuando dice que si vamos ya. En un instante nos desaparecemos para reaparecer en los jardines de Ouroboros, que están ya completamente decorados y con los invitados comenzando a sentarse. Me asomo ligeramente a través de esa especie de biombo que han puesto en medio, respirando hondo antes de coger el brazo de Anteia para hacerle un gesto afirmativo. Así empezamos ambos a caminar, avanzando por el pasillo hacia el altar. Al principio evito mirar a los lados para que no me de vergüenza, y sólo desvío levemente la mirada cuando estamos casi llegando, dirigiendo un pequeño saludo con la cabeza a mi padre y a Lyran.

Después de pasar momentos fatales en el hospital y otros tanto por si misma, Lykaios había aparecido para darle el último empujón y ayudarla a salir de aquel foso que ella misma se había cavado. Lo cierto es que, de entre todas las cosas que podía esperar de Lykaios, no se esperaba una invitación a una boda. Con B de burro, se esperaba algo más como una Joda con J de juerga. Pero podría servir.

Un poco coñazo resultó el hecho de la ropa para poder ir presentable, ya que al parecer era una boda super top. Pero lograron encontrar algo, evidentemente, Mérida no controlo su cabello y estaba suelto a la deriva, revoloteando mientras iba en los hombros de Lykaio, que resulta que si, eran muy cómodos y que te llevarán también. No hacías esfuerzo alguno y mirabas desde una perspectiva absolutamente nueva. Vamos, que era genial y no pretendía bajarse.

A diferencia de Lykaios Mérida no conocía a nadie pero sonreía y agitaba las manos a quienes saludaba Lykaios. A quien se conocía, al menos de oída, era a Cleopatra. Miembro de la Brigada y sonrió de lado cuando la vio. -Ale, me bajo ya- le dijo a Lykaios dándole una palmadita a sus manos para que la soltara y la ayudará a bajar, aceptando los regalos de la entrada y riñendo un poco con el que los entregaba porque quería dos, explicándole que no eran pareja y que tenían que ser dos. Ganó, obviamente. No fue necesario el fuego. Se sacudió la cabeza para sacarse ese pensamiento de encima y siguió a Lykaios a sentarse cuando la música empezó a disminuir -Ya empieza, ya empieza- Dijo y cuando entró Ian empezó a aplaudir con mucha emoción suponiendo que en ese momento se aplaudía.

Levanté la mirada al ver al ruidoso de Lykaios aparecer por ahi y lo saludé, pero luego le hice un gesto con mi mano en plan de que lo vigilaba. Él podría contarme mas detalladamente lo que habia pasado en la taberna...y de paso quiza aprovechaba para echarle una buena bronca por dejar que la fiesta acabase de aquella manera. Lo maté un poco con la mirada, a decir verdad.

Le di vueltecitas a la caja de regalo que me habian dado al sentarme alli y la abrí, mirando con curiosidad el anillo y leyendo sus propiedades magicas, pues venia con unas pequeñas descripciones muy utiles. Me lo coloqué para no perderlo, en la mano opuesta a aquella en la que llevaba el de matrimonio.

Me fijé en un muchacho porque me llamó mucho la atencion su indumentaria. Parecia un alumno de Hogwarts que se habia escapado por ahi. Era un uniforme como los de Slytherin....? Me quedé mirando a Justin durante un rato con evidente curiosidad.

Entonces llegó Adam y se sentó a mi lado. Le eché un vistazo de arriba a abajo porque llevaba bastante tiempo sin verlo de traje. Cuando terminé de repasarlo con la mirada dandole el visto bueno a que hubiese sabido venir presentable, lo miré a la cara. Volví a acordarme de Victoria y chisté por sus palabras.
- Sí. Putos Hacksaw. Con lo bien que estaría yo descansando mis costillas ahora mismo...

Me acomodé un poco mas en la incomoda silla, la verdad es que llevaba una buena cantidad de vendas aun debajo del traje. Estiré mi pata mala y luego de mirar al frente sonreí un poco.
- No podía perdérmelo... por nada del mundo. Eh mira, ya viene. - le dije a Adam, mirando hacia la direccion en la que venia Ian caminando mas tieso que un palo. Estaba evidentemente nervioso.

Me remuevo impaciente en mi silla mientras van llegando los invitados, acordándome repentinamente de que tenía que hacer no sé qué cosa de la entrada en la boda. Me levanto rápidamente de la silla en la que me había sentado, estando a punto de tropezarme con el vestido y los tacones cuando intento ir más rápido de la cuenta hacia donde se supone que se congrega el resto. Salgo por un lateral para no interrumpir en el pasillo, saludando de pasada a mi padre y a Lyran. Me hubiese quedado ahí a su lado hablando con ellos, pero ya habrá tiempo durante la fiesta. Mi hermano hace su entrada con Anteia en ese preciso instante, y ya con sólo eso empiezo a emocionarme.

"voy a llorar, seguro"

No tengo tiempo para eso por ahora, me toca ser parte de del cortejo nupcial de entrada o como se llame. También saludo a Justin cuando lo veo por allí, todo arreglado. Le hago un gesto de "hablamos luego", apresurándome a ir donde están Desmond, Azahar, el otro hermano, etc...

- Se me había olvidado lo de la entrada. - me disculpo en un susurro para que no lo escuchen los invitados, cogiéndome del brazo de Desmond, tal y como nos había organizado Anteia. - Mi hermano ya está, y casi todos los invitados ¿Ha llegado ya tu hermana? ¿qué hay que hacer cuando lleguemos allí? Nunca he estado en una boda, creo. O si he estado no lo recuerdo bien... - me había enterado a medias de las cosas, pero no había llegado a asistir a los ensayos que creo que hicieron. He estado muy despistada de los últimos preparativos. - Por cierto, my guapo tú, eh. - piropeo al acompañante con una sonrisa, haciéndole un gesto para echar a andar por el pasillo para que detrás de nosotros pueda entrar la novia.

Había regresado a Ouroboros nada más terminar la reunión con mis compañeros Rybar y el recién retornado Benjamin, y desde entonces ya habían transcurrido varios días. Nuestra última junta fue interesante, cada uno tiene una misión por hacer y espero que pronto avancemos en nuestros planes, incluso en el más descabellado y que incluye un nigromante. El evento que se va a celebrar en la isla puede ser una ocasión perfecta para ver a Matvey y decirle, de una vez por todas, que tiene un heredero. No he dudado en traerme al pequeño a la boda, el cual duerme en mis brazos. Seguro que él acude a la boda, así que no le quedará más remedio que enfrentarse a mí, no puede seguir escondiéndose.

Camino elegantemente hacia la zona de sillas, escogiendo una de las del final porque no soy ni amiga de la familia ni nadie que les sea grato. Peero...está invitada toda la isla, se tendrán que joder si les molesta mi presencia. Para la ocasión he elegido un vestido largo y rojo de seda, con un hombro al aire y tirante en el otro. El resto seguro que vienen hechas unas palurdas. Tomo asiento cruzándome de piernas, acomodando al niño en mi regazo. Después ruedo los ojos al ver que comienza a entrar la comitiva, empezando por esa rubia cursi y el bruto del novio. A ese lo conozco del torneo y de otros cuantos encuentros hostiles. Da la casualidad de que también está por allí el otro licántropo, Lykaios, con el que sí que se puede liar por temas del pasado, como matarle un compañero de Brigada y tal.

"que se atreva a hacer algo aquí...que le puede salir muy mal"

Después entra otra niñata del brazo del hermano de Catherine, una de las que peor me cae de entre todos los Descendientes. Sería un tanto complicado eliminar todo su linaje, que están sus hermanos, ella y el criaturo que trae en camino. Con lo bonito que quedaría un Consejo libre de gentuza que no se hace valer...

Al llegar observa a Catherine mirando hacia afuera por una rendija y una cara de agobio que es muy normal en ella. Pero no puede agobiarse ahora. -¿Cat?- Cuestionó llamando su atención entre el bullicio general que había. Ella se giró y sonrió débilmente -Estoy bien- le respondió y Desmond sonrió de lado.

“Esa es una mentira. Pero si te hace sentir mejor. Estamos todos aquí y te ves preciosa…Aparte, traje suficientes pañuelos”. Por un instante el pensamiento que cruzó la mente de Catherine le sacudió como un temblor y le hizo recorrer un escalofrío por todo el cuerpo “Cat, es Ouroboros. Todos estamos seguros”.

-Esa es una mentira. Pero si te hace sentir mejor…- Repitió ella de manera casi sombría hasta que le hicieron una seña de que todo empezaba. No pudo responderle porque empezaron a acomodarse para iniciar el cortejo. Saludo a Chloe con una sonrisa y luego una risa floja -Ya te iba a mandar un mensaje… - Escucho el piropo y asintió brevemente -Tenia que escoltar a una de las mujeres más hermosas de la boda. No podía ser menos- Expresó, ofreciendo su brazo y tomándola de forma firme mientras empezaba a caminar hacia el altar.

“Matvey… Catherine no está nerviosa. No se siente segura. Términos ligeramente diferentes pero que le ocasionan casi la misma consecuencia. Lo dejo en tus manos”. Mando el mensaje mientras marcaba el paso según la música, hasta el final, dejando a Chloe del lado de Catherine y el posicionándose al lado de Ian y Anteia. Sin embargo, la angustia de Catherine se le contagio y envío un par de órdenes mentales para que cerraran el paso a la boda y no dejarán entrar a nadie más. Aparte de estar en guardia.

Puesto que mi madre se habia adelantado en ir alli con Ian, yo me entretuve un rato mas en la casa intentando peinarme o algo. La verdad, estaba tan muerta del cansancio que me habria quedado durmiendo el dia entero.... pero no podia ser. Tenia un evento importante al que asistir: la boda de mi mejor amigo.

"hehehahhaha, suena como a peli mala de sabado por la tarde...."

Había quedado con Yaroslav, no me preguntéis por qué, para que me llevase hacia el lugar del evento. El ruso estaba extrañamente elegante, aunque llevaba el pelo suelto y parecia un copito de nieve, porque se habia puesto un traje de color blanco hueso. Menos mal que al menos camisa  y corbata eran negras.

Nada mas verlo se puso a contarme cosas sobre la explosion en la que habia estado mi padre y los demas y en como habian conseguido rescatarlos a todos y salvar los planos y blablablablala. Yo asentía distraidamente con la cabeza y luego lo corté para decirle que mejor nos apareciesemos directamente en los jardines.

Y asi llegamos, el con su traje y yo con mi vestido largo azul ultramar. Era de tirantes, sencillo, con una raja en el lado derecho que llegaba bien arriba del muslo.  Me había puesto unas botas negras, era incapaz de andar con tacones. Al menos  Chloe se esforzaba, pensé sonriendo al verla venir.

- Casi llegamos tarde, Tolstoi. Todo por tu culpa de querer peinarte tanto.

El ruso me replicó pero se quedó silencioso y satisfecho cuando nos dieron los regalitos de boda. Me despedí de él y se fue a ocupar su sitio, y yo me quedé mirando todo lo bonito de la decoracion. Suspiré encantada de la vida y miré a Catherine, que estaba guapísima, y luego tambien a Desmond y a Chloe, que tambien estaban muy guapos, y....donde coño estaba Rhaegar? No podía salir yo sola como parte del séquito de la novia si no estaba presente el otro mellizo.

- Madre mia, si yo estoy nerviosa no quiero imaginarme los novios. Joder, estais del tó guapos. - dije en general alos presentes, Cat, Des, etc etc.  Justo entonces resoplé de alivio al ver a Rhaegar acercarse a nosotros. Me ponia de los nervios eso de tener que esperar cosas y caminar y argh. En cuanto estuvo a tiro lo enganché del brazo para poder ponernos rapidamente a la altura de  Chloe y Desmond. No me daba ni pizca de vergüenza, la verdad. Pero mientras caminaba me fijé en algo que me habia llamado la atencion y le chisté a mi acompañante modo cotilla ON.
-Uy, y esa pelirroja que te está saludando?

Al igual que mi hermano, me habia pasado los ultimos meses muy a lo mio. Pasando del mundo. Solo que en mi era normal, en Desmond, no tanto. Yo por mi parte casi que agradecía que la gente se metiese por fin en sus propios asuntos. Lo cierto era que, al contrario que Desmond, no me habia tomado tan a la tremenda lo del enlace, ya fuese por lo mucho que detestaba a Maxwell y la poca gracia que me hacía, o por el hecho de que cualquier cosa que sonase a minirrebelión me hacía gracia....

Me presenté alli con mi pareja para aquella velada. Una joven muchacha (mi edad, poco menos) de cuerpo y cara perfectas, de una cabellera rojiza que causaría las envidias de hasta el propio fuego. Llegué algo mas tarde que mi hermano pero sabia cual era nuestro lugar y el de los acompañantes. La dejé junto con la aprendiz que habia traido Des como pareja y, con mi habitual cara de "aqui no pasa nada interesante", fui a donde estaban mis hermanos. Al parecer, era yo quien llegaba tarde....

- Diría algo original o enternecedor pero es que no me apetece. - dije como si me estuviesen matando por el simple hecho de tener que estar ahi.

"Bueno Catty, estas muy mona. Si suelto arañas podrás salir corriendo....? O no te has puesto los tacones...?"

Sonreí maliciosamente dejándome agarrar el brazo por la peliazul y empezamos a caminar con Chloe y mi hermano hacia delante. Azahar no perdía ocasion....
- Mi acompañante. Quién si no?

Aparecí cerca del area de los jardines a traves de uno de mis portales interdimensionales, venía directamente desde mi residencia. Ciertamente habia recibido el mensaje de Cat de hacia semanas pero como no volvió a contactarme no le di mucha mas importancia.... me había estado ocupando de unos cuantos asuntos allá abajo, recopilando algunos datos e informaciones y poniendo a raya a algun que otro ghoul desquiciado.

Pero no iba a fallar a la ocasion y como tal me habia ataviado adecuadamente. Snagov y sus dragones vigilaban los cielos. Varios escudos generados por Sean protegían la zona de modo especial. Invoqué a un séquito de diablos invisibles para que a mis comandos, vigilasen la zona y...a los invitados. No me habia desprendido de mi báculo de roble.

Con todo eso atado, me dirigí al lugar, escuchando a Desmond en mi cabeza.

"está todo en orden"

Cuando llegué, el pequeño séquito que precedía a la salida de la novia ya habia iniciado su marcha al altar. Miré a Catherine que como su hermano habia dicho, parecía inquieta, y le ofrecí mi brazo. Me pregunté si Stavron al verla asi vestida,  habria sentido la misma patada que senti yo en el pecho, como una extraña sacudida.

"Déjalo en mis manos. Hay mas demonios alrededor que en el mismisimo Tártaro...  y todos los demás han hecho de sus aportaciones para que hoy, este lugar, sea el mas seguro del mundo."

Sin duda el azul hielo de mis ojos que en esos momentos parecían emitir luz propia, evidenciaban el establecimiento de las mencionadas conexiones mágicas con los seres que habia invocado, para mantenerlos bajo mi yugo en todo momento.  Me permití acompañar a mis pensamientos con una tenue sonrisa. Yo estaba ahi, pero era ella quien debía iniciar la marcha ahora.
- Te está esperando.

ropajes para la ocasion:

Mucha gente le había dicho muchas cosas. Quiso prestarles atención pero se distraía y agobiaba con facilidad. Al menos habían tenido la decencia de dejarle poner sus botas. Sabía perfectamente que Ian y ella podrían haber hecho aquello en la casa Hacksaw sin tanto barullo. Pero estaba el tema Descendiente, luego Anteia y sus ilusiones y esa necesidad incesante de Catherine de complacer a todo el mundo. Y allí estaba, vestida de novia, con el cabello finalmente “peinado” pues del desorden de ondas que llevaba siempre daba la casualidad que, si de peinaba, se formaban unos bonitos y gordos rizos.  Le pusieron una corona de flores para que el cabello no le entorpeciera la vista y, nuevamente, agradeció que no la formarán a hacerse un moño estrambótico ni super tieso. Había dejado que Anteia, y solo Anteia, le tocará el rostro, aunque fue exigente con el maquillaje. No quería nada raro, ni sobrecargado. Es más si pudiera ir sin maquillaje mejor, pero Anteia cumplió lo prometido y solo resaltó sus pómulos con rubor, sus bonitos ojos con máscara de pestañas y un labial parecido a su color de labios. La dio por lista y Catherine sintió que se sacaba un peso de encima.

Uno de tantos por supuesto.

Se puso a chusmear por la ventana cuando llegó Desmond. Su encuentro fue breve porque su pensamiento sobre los Souls fue solo una sombra de los miedos que realmente le recorrían en ese momento. La Alianza, los Souls, los traidores dentro de la isla. Podía salir mal, podía salir todo muy mal. Vio de refilón a Rhaegar, escuchando su pensamiento y aquello hizo que le aflorará una sonrisa.

“Puedo correr, puedo matarlas y hasta puedo convertirlas en acromantulas solo para ti. Qué te parece? “

Alzó las cejas en plan reto hasta que lo vio irse, quedándose sola apenas unos segundos para que después llegará Matvey. No dudo ni un momento en agarrarse de su brazo, respirando profundo y notando lo decente que se veía. Le hizo un gesto de sorpresa y una sonrisa. Los dos estaban muy fuera de su zona de confort. Con esa pinta casi le recordaba a su padre. Le miró a los ojos mientras relataba todo lo que se había preparado para asegurar la boda. Podía ver la magia chispeando en sus ojos y volvió a respirar profundo. Tenía que estar bien. Tenía que estar tranquila.

-Si alguien hace algo quiero darlo por muerto- Expresó sinceramente con voz baja. No iba a permitir que lastimaran a Ian o Azahar después del ataque de los Souls, tampoco que hirieran a Lyran y Anteia después de todo lo que habían pasado.  Menos a Lykaios. Nadie los iba a tocar aquí. No en su territorio. No en SU boda. Apretó más fuerte el brazo de Matvey cuando le soltó aquello de que la esperaban -Nos esperan- Dijo, afianzándose, si se podía más, al brazo de Matvey y empezando a caminar según la música que había porque sabía que eso era importante. Se lo había dicho Anteia. Y no quería cagar nada.

Al salir y dar la cara a la gente le golpeó la vergüenza, las mejillas se le tiñeron de rojo y sintió las manos frías en seguida. Alzó la mirada hasta encontrar la de Ian y sonrió de lado, sintiendo un calorcito extraño recorrerme el cuerpo y una patada en el vientre. “¿Demasiadas emociones bebé? “, cuestionó y luego volvió a mirar a Ian.

“Si alguien dice algo sobre cómo vamos vestidos voy a mover mi preñado cuerpo para dar un par de paradas en el culo…”. Los ojos le brillaban, y no necesariamente por el enlace telepático que tenía con su futuro esposo, sino por lo que estaba viviendo en ese momento, y la extraña relación que tenían entre los dos. Amor pero también… ¿Picardía? ¿Amistad? “No sabía que había tanta gente… los desvanezco?”

Vestido:

Me sitúo en mi posición al llegar al altar del brazo de Anteia, que  a su vez se queda en la posición que corresponde a la madrina. Si antes ya estaba nervioso ahora lo estoy mucho más, eso de las esperas no se me da bien. No puedo evitarlo, por  más que no paro de repetirme mentalmente que es absurdo estar nervioso en algo que es una celebración. Creo que he tenido muchos menos nervios antes de enfrentarme a algunas batallas, lo cual es una estupidez. Además, el traje me molesta y la corbata más, no estoy acostumbrado a vestirme de gala. Tampoco sé muy bien si mirar al frente, al que nos va a casar, a los invitados... sólo espero que no tarde mucho o que no le haya entrado el pánico de última hora y haya decidido no venir.

De vez en cuando echo una mirada furtiva hacia la zona en la que están Lyran y mi padre, en busca de alguna cara conocida. Sigo haciendo un pequeño repaso por los invitados, entre los cuales se encuentran varios miembros de la brigada de Lykaios. También localizo a Tolstoi y algunos más que conozco un poco menos, aunque no veo a Jarkko todavía. Tal vez se retrase un poco por lo de cuidar a los críos de Lyran. De repente me acuerdo de algo que necesitamos para la ceremonia, así que me vuelvo un momento a Anteia hablando en voz baja. - Anteia...¿están aquí los anillos? ¿quién los lleva? - somos tan despistados que se nos han pasado por alto muchos detalles, sobre todo con los problemas de estos últimos días.

El bullicio que hay  tras las cortinas de entrada indica que ya deben estar ahí esperando y a punto de salir, pues justo comienza la música de entrada de la novia y comienza a aparecer la comitiva que la precede. Cada uno de sus hermanos muy bien acompañados por Chloe y Azahar, que desfilan por el pasillo hasta llegar al lugar en el que estamos para colocarse cada uno en su sitio. Mantengo la mirada fija en el final del pasillo a la espera de que aparezca por fin Catherine, que sale a los pocos segundos del brazo de Matvey. En ese instante el corazón me da un pequeño, como cuando te saltas varios escalones de una vez. Permanezco unos cuantos segundos contemplándola con total atención, por lo que seguro que se nota en mi cara lo absorto que me he quedado al verla. Normalmente vamos los dos con nuestras pintas informales por la vida, por eso me sorprende más cuando la veo así. Reacciono en cuanto me hace llegar a mi mente ese pensamiento de patear culos si alguien dice algo sobre cómo vamos vestidos. Tengo que hacer un esfuerzo por no reírme por el comentario, lo que me haría parecer un maníaco ahí en medio de la ceremonia. Establezco contacto visual con ella mientras avanza, sonriendo levemente y dirigiéndole un pensamiento en respuesta al suyo.

"Me apunto a lo de patear culos, que eso se me da bien. A ti no creo que te digan nada, estás jodidamente preciosa, ¿lo sabías?"

Al parecer ella está tan nerviosa como lo estoy yo, a juzgar por esos pensamientos hostiles de desvanecer gente. Es lo que tenemos, que nos ponemos agresivos cuando nos vemos acorralados. Tomo su mano para tranquilizarla en cuanto  termina de recorrer el pasillo con Matvey y éste la deja conmigo, siendo el nigromante el último en situarse en su posición. Ahora es cuando se supone que empieza la ceremonia, por lo que se hace silencio hasta que empiece a hablar Newton.

Aguardo pacientemente a que los invitados se vayan sentado, a que se calme un poco el bullicio general y a que la comitiva nupcial haga su aparición. Son ya unas cuantas bodas a mis espaldas, así que a mi no me crea ningún tipo de nerviosismo este tipo de eventos, incluso siendo familia. La última boda fue la de mi hija, hace unos años, y por ahora no tengo intención de jubilarme para ceder el puesto a las nuevas generaciones. Permanezco en silencio absoluto mientras suena la orquesta toca la música con la que avanza la novia, una pieza de música clásica, a la cual soy muy aficionado.

Música :

Aguardo unos segundos a que ambos se encuentren, dejando transcurrir el tiempo de rigor para comenzar. Así aumento la solemnidad del momento, tal y como cuando daba discursos en la universidad de Cambridge. - Buenos días a todos. Nos hemos reunido aquí hoy para celebrar la unión de Catherine Le Fay, hija de Stavron y Elisse, y de Ian Hacksaw, hijo de Adam y Victoria. - hago una breve pausa para mirar de manera amable a los jóvenes, prosiguiendo con tono firme y solemne. - Una de las fuerzas más poderosas que existen en el mundo, el amor, los ha unido, haciendo que se atraigan como las fuerzas gravitatorias que actúan entre los cuerpos. - espero que Catherine no se tome a mal eso de que los cuerpos con más masa ejercen una atracción más fuerte, ya que no lo he dicho con esa intención. - Encontrar algo así en medio del caos merece la pena, encontrar la paz en medio de la entropía a la que tiende todo. Vuestra unión debe ser fuerte y luchar por crear un mundo mejor, aunque no sea fácil. - y más en medio de esta guerra, pero no quiero detenerme demasiado en este hecho en un día como hoy.


- Ante la mirada de todos los presentes y envueltos en la energía universal, yo, por este medio sello éstas dos almas, atándolas como si fueran una por toda la eternidad. Miraos el uno al otro y decid las palabras que unirán vuestros destinos.- en ese momento conjuro un haz de luz rojo alrededor de las muñecas de los jóvenes, que son atadas conjuntamente por este hilo luminoso mientras pronuncian sus votos matrimoniales.

Podría haber jurado que les había dicho todo, pero aparentemente sus habilidades comunicativas habían sido suprimidas al estar tanto tiempo en silencio en la sala de terapia intensiva. Sin embargo, cuando Ian se inclina hacia ella para preguntarle, Anteia disimula una sonrisa dulce -Los tendrán, no te preocupes- Le apretó suavemente el brazo para que prestara atención a lo que debía, es decir, Catherine, quien con la llegada de Azahar y Rhaegar debía ser la siguiente.  Anteia observó a su hija largamente, ya no era la niña que había acurrucado en sus brazos ni se echaba siestas con ella en invierno. Era toda una mujer, una guerrera, que había superado todos los obstáculos que la vida y la guerra le habían impuesto. Esperaba estar viva para su boda y que nadie la suplantara… Quería estar presente para su hija en ese momento, nadie iba a hacerlo mejor que ella. Nadie.

El pensamiento se disipó en cuanto Catherine apareció. Por apenas unos segundos le costó distinguir al nigromante que se encontraba impoluto. No es que antes tuviera un efecto de desinterés por la higiene humana, por el contrario, pero vestido de traje y arreglado se veía regio.  Casi tan regio como su esposo. Desvió la mirada de Matvey hacia Lyran y le regaló una sonrisa antes de mirar a Adam, apenas un momento y volver a ver a Catherine notando que estaba hablando con Ian por los gestos que tenían y sonrió de lado aún más. Conexión.

Miró a Matvey cuando dejó a Catherine y le hizo un gesto de asentimiento como “bien hecho”, porque el Descendiente tampoco había asistido a los ensayos así que Anteia se esperaba lo peor. Que apareciera con un traje antiquísimo lleno de polvo y desatando demonios a diestra y siniestra, o algo parecido. Cosas paranoicas. La nigromancia no dejaba de darle miedo. Entonces, Jack dio inicio a la ceremonia y luego dejó la pelota en el campo de los chicos. ¿les había dicho que debían preparar votos?...

UPS.

Sonrió un poco azorada y disimuló mirando a Desmond con los ojos abiertos esperando que le leyera la mente.

“NO LES DIJE LO DE LOS VOTOS. OH POR TODOS LOS DESCENDIENTES. HAY QUE TRAER A LOS NIÑOS Y A LOS DRAGONES YA. A DISTRAER! A DISTRAER! PLAN X!!!!!”” Gritó mentalmente, no dándose cuenta que un plan X indicaba que tooooodos los planes anteriores habían fallado.

Los colores se le volvieron más fuertes a Catherine cuando Ian le dijo aquello, aparte de quedársela mirando así y sonrío con mucha más tranquilidad, negando débilmente con la cabeza. “¿Acaso no te has visto?. Parecemos dos muñequitos de torta. ¿A qué sí? Estás serán las fotos con las que nos comparen toda la vida. ¿Lo sabes, no?” Bromeó, quitándole un poco de peso a todo lo que era la caminata, incluso sintiendo que el nerviosismo empezaba a liberarse. Cuando llegó hasta él, apretó el brazo de Matvey dandole un agradecimiento mental y luego girándose hacia Ian. Tenía ganas de abrazarlo, de acurrucarse con él sólo por liberarle la tensión que se había acumulado en sus hombros nada más pisar aquel improvisado pasillo. Pero eso lo haría después, ahora tenía un protocolo que cumplir. Apretó la mano de Ian mientras sentía que las patadas del bebé empezaban a remitir, así como la música empezaba a sonar.

Jack Newton, uno de los pocos Descendientes que tenía su respeto incondicional, era un honor que oficiara su boda y Catherine lo miró escuchando cada una de sus palabras con atención frunciendo brevemente el ceño cuando hace referencia a su campo de estudio de manera tan descarada, lo que la hizo pensar en lo que ella diría si algún día oficiaba una boda. “Así como la oscuridad es inecesaria en el universo para descubrir la luz, el amor forma parte intrínseca del ser humano distrayéndolo y alejándolo de su tristeza. Que la magia se torne potente y fuerte blablablablabla. Mejor que oficie Desmond”.

Luchas por crear un mundo mejor...Los ojos de Catherine destellaron y miraron de manera casi rebelde a Newton. No era su culpa, pero era fiel muestra de las antiguas creencias y costumbres. Un mundo mejor, bien. Se encargaría. Ahora…”Decid vuestras palabras…” En ese momento la mente de Catherine se quedó en blanco. Sufrió un leve cortocircuito mientras veía la luz roja unir sus manos.

“Ian… ¿Había que preparar palabras?”, cuestionó, sintiendo que perdía el color del rostro pero no porque no supiera qué decirle sino porque estaba toda esa gente presenciando ese momento que a ella se le antojaba demasiado íntimo. ¡LES HABÍA COSTADO DOS AÑOS BESARSE! ¡JODER! ¡VOTOS! ¡VOTOS! ELLA DEBERÍA SABER QUE IBAN A HABER VOTOS!. Parpadea brevemente y...Y no puede evitarlo, la gente a su alrededor se empieza a disipar como la niebla. Es una ilusión sólo para Ian y ella, los demás siguen viendo en vivo  y directo lo que sucede pero al menos para ellos resulta mucho más...suyo ese momento.

-No puedo evitarlo- Sonrió de lado, pasando de la palidez al rubor de inmediato y apretó suavemente las manos de Ian. Se quedó en silencio un rato mirándole - En ti puedo encontrar cosas que nunca he encontrado en nadie más. Eres el primero en traerme a la realidad, aunque me duela. La sinceridad es necesaria, eso me lo enseñaste. También a… A que se pueden romper las reglas si sabes que lo estás haciendo por un bien mayor. A pelear y sobreponerme a mis fracasos. A ser rebelde, pero con motivo. Pero lo más importante...Es que desde que estoy contigo he conocido la paz. Cada noche cuando me voy a dormir, cierro los ojos y sé que he hecho todo lo que ha estado en mis manos para construir el mundo que necesitamos- Tensó suavemente los labios -Y descubrí que el amor no aparece de la nada y que no todo es color de rosa. Que hay, y habrá, diferencias pero que nuestro amor reside en saber respetarnos y amarnos pese a ello. En estar ahí, siempre. Incluso cuando menos lo esperaba- Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas en cuanto dijo las últimas palabras porque no podía evitar recordar cómo después de aquella pelea había ido a protegerla, arriesgando su vida infinitamente. El ardor de la pérdida aún le escocía el corazón, pero estaba allí, con ella. Y eso era lo importante -Te amo- Murmuró con un hilo de voz, una sonrisa en los labios y un par de lágrimas recorriendo sus mejillas.

Si Anteia dice que el asunto de los anillos está controlado es que en verdad lo está, así que no me preocupo más de ese asunto y se lo dejo todo a ella. Así puedo centrarme plenamente en el momento en que ella entra, compartiendo esa comunicación mental y miradas de complicidad. Eso de bromear sobre nuestras pintas y las fotos que quedarán para la posteridad hace que nos relajemos un poco, al menos lo justo hasta que ella llega al altar. Aprieto un poco la mano de Catherine en el momento en el momento en el que Newton comienza a hablar, tras sus calculados segundos para crear expectación o vete a saber qué. También permanezco atento a lo que tenga que decir, no vaya a ser que me pierda alguna instrucción por estar despistado y la líe delante de todo el mundo. No puedo evitar que me remueva por dentro cuando nos presenta diciendo los nombres de nuestros padres, por el simple hecho de que nombra a mi madre y no está aquí. Después prosigue como si se tratase de una pequeña introducción a sus clases, mencionando brevemente la gravedad y demás. En cierto modo tiene sentido, todos formamos parte de la misma materia y al final todo se trata de fuerzas y energías.

Lo positivo es que parece que no va a enrollarse demasiado, nunca soporté a esos religiosos que soltaban su eterno sermón. En general no me agradan demasiado las religiones, pues mi "abuelo", el innombrable, era un fanático religioso. Por eso me agrada que sea Newton el que oficie la ceremonia, y que además nos inste a seguir luchando en medio del caos en el que se ha convertido el mundo. Intercambio una intensa mirada con Catherine cuando el la mágica cadena roja se enrosca alrededor de nuestras muñecas, símbolo de la unión mágica. Creía que la ceremonia terminaba aquí y que Jack diría algo así como "pues ya estáis casados", pero nada. Nos pega el sobresalto de que tenemos que decir los votos así de manera improvisada, delante de todo el mundo. La miro de reojo un momento tras apartar una incrédula mirada de Jack, esperando que ella sepa algo del tema.

"¿¿Qué?? ¡nadie me dijo nada! ¿tú sabías algo? joder, se nota que es profesor, le gustan los exámenes sorpresa"

Catherine tampoco tenía ni idea, así que los dos entramos en pánico, aunque tenga que ser internamente para que no se note demasiado. Inspiro profundamente intentando pensar algo, aunque esto de la improvisación me aturulla un poco. Durante un par de segundos pienso que me está dando un chungo al ver el modo en que la gente se desvanece como niebla ante nuestros ojos, pero enseguida me doy cuenta de que es una ilusión creada por Catherine para que estemos más tranquilos. Sabemos que la gente sigue estando ahí, pero ahora será un poco más sencillo. Nos situamos uno frente a otro, con las manos entrelazadas y las miradas algo más serenas que segundos antes.

"bien jugado. No se te escapa una"

Se nota que todas y cada una de las palabras que va diciendo las siente de verdad, pero además de eso sabe expresarlas con claridad y de una manera que me toca la maldita fibra sensible que tengo así como escondida. Está contando lo que somos y cómo somos con tal sencillez que lo describe perfectamente, con nuestras virtudes y defectos. Estoy poco acostumbrado a que me digan cosas así o señalen cosas buenas que no estoy seguro de tener, pero ella ha conseguido verlas. Lo único que quiero es besarla cuando termina, pero se supone que no puedo hacerlo hasta que Newton de la ceremonia por concluida.

Alzo la mano cuya muñeca no está entrelazada con el hechizo de unión, sonriendo y acariciando la mejilla de Catherine para retirarle las lágrimas. Ahora me toca a mi pronunciar los votos, así que dejaré de pensar demasiado y simplemente diré lo que sienta.

- Si me hubiesen dicho esto cuando nos conocimos no me lo habría creído. ¿Yo, casándome? todo comenzó como una amistad, y luego simplemente surgió, casi sin que nos diésemos cuenta. A pesar de que nos negásemos a verlo, de nuestras idas y venidas, de nuestra terquedad, de lo mucho que nos ha costado...al final sucedió lo que tenía que pasar. Ya no podíamos volver a salir de la vida del otro, estábamos jodidamente involucrados. En el fondo sabía que siempre estarías cuando lo necesitase,como habías estado en muchas otras ocasiones, no sólo en los buenos momentos. Me has hecho conocer tu fortaleza y tu persistencia, atreviéndote a luchar por lo que querías sin rendirte.- desde que la conocí siempre quiso hacer todo lo posible por encontrar su lugar en el Consejo y cambiar las cosas, por intentar llevar a cabo lo que creía que era mejor. Al principio pensé que eran unos acomodados, pero me hizo darme cuenta de que ella no era así. Cuando más cuenta me di de lo que ella significaba para mí fue cuando me capturaron, ahí empecé a verlo todo más claro. - Me ayudaste a seguir adelante cuando estuve encerrado en aquel sitio, aunque aquellos encuentros sólo sucediesen en mi mente eran mi vía de escape de la realidad. Gracias por todo aquello, por impedir que me pierda en el camino y por hacer que tenga aún muchas más ganas, si cabe, de que seguir peleando y de que seas mi compañera de batalla en la vida.- bajo la mano que tenía sobre su mejilla para posarla en un lateral sobre su vientre, refiriéndome así también a nuestro futuro hijo o hija. - Prometo protegeros y cuidaros siempre. Te quiero, Catherine. - en ese momento, tras pronunciar los votos, aumenta la intensidad de la luz roja alrededor de nuestras muñecas, soltando algunas pequeñas chispas que indican que se consuma la unión.

Noto la evidente sorpresa de ambos cuando digo lo de los votos improvisados, sintiendo esa maligna satisfacción del profesor que va a pillar al alumno. El ingenio y la improvisación son dos cualidades que valoro, además, creo que les saldrá más natural que si pasan demasiado tiempo pensándolo. El vínculo que une sus muñecas sigue activo y se intensifica conforme van hablando ambos, diciéndose todas esas cosas de jóvenes enamorados e ilusionados. Yo también fui así hace mucho tiempo, aunque parezca que han pasado siglos. Finalmente las chispas rojas saltan a su alrededor, momento en el que tomo de nuevo la palabra.

- Sea pues. Ante el mundo vuestras almas quedan ligadas a partir de ahora, vuestros destinos conectados, vuestras vidas unidas. - el enlace mágico y luminoso alrededor de sus manos se desvanece un instante para transformarse en una especie de espiral roja que gira alrededor de ellos, terminando por estallar sobre sus cabezas en múltiples chispas rojas. En ese momento aparecen los portadores del anillo, que son lo más similares a un hobbit que hemos podido conseguir. Los mellizos de Lyran y Anteia hacen su aparición, montado cada uno en un pequeño dragoncillo de Snagov. Los niños se tenían aprendido lo que tenían que hacer, pues no se echan el anillo a la boca ni nada de eso. Los chiquillos entregan el anillo que llevan a cada uno de los novios, yendo después a colocarse junto a Anteia.

- Ian Hacksaw y Catherine Le Fay, por el poder que el Consejo de los 20 me ha otorgado, yo os declaro esposo y esposa. Intercambiaos los anillos para sellar definitivamente la unión. - y después viene eso de que pueden besarse, pero creo que ya lo saben y lo harán sin que se lo diga. Así podré ir pronto a comer canapés de deconstrucción de aguacate al humo de zanahoria, que me han dicho que esa pijotada está muy buena.