Recuerdo del primer mensaje :
Es un espacio recreativo para las familias y aprendices. Fueron creados con la intención de emular los magníficos Jardines colgantes de Babilonia
Noviembre de 2040
La isla Ouroboros se elevó nuevamente a los cielos, tras la destrucción de los satélites antimagia que bloqueaban el flujo de energía mágica en todo el planeta. Antiguos rituales fueron necesarios para volver a levantar Ouroboros, acudiendo a la información de los fundadores, aquellos que la pusieron en el aire por primera vez, hace cientos de años.
Una mitad de la isla sigue siendo la antigua Ouroboros, que se salvó parcialmente de la caída y ha sido reconstruida por Adael Cohen, sus elementaristas y otros colaboradores. La otra mitad de la isla es completamente nueva, formada desde cero con nuevas rocas, puesto que la mitad que existía antes quedó totalmente destruida. Sus ruinas permanecerán en en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] , lugar donde se realizó el ritual.
Me escabullo del grupo con el que vine a la fiesta, saliendo a los jardines con una intención clara. Ya iba repeinado y trajeado, pero me faltaba un detalle para poder entrar ahí. Empiezo a rebuscar y recoger flores del jardín para hacer un ramo, que seguro que con eso ya no se me resistía cierta dragona. Me había estado haciendo el interesante, pasando de ella desde que volví de Lyon, pero se ve que ella es dura y ha resistido que no le haga caso. Ahora me toca pasar a la acción de nuevo, hacer algo para conquistarla. En algún momento me paro, intentando hacer memoria de los consejos que me dio Adael, pero se me han olvidado. Maldito, no está cuando lo necesito.
"si no quiere pues...pasaré al plan B, probaré con el resto."
Sigo un rato más recogiendo flores, sin darme mucha prisa en terminar. Me pongo a divagar sobre la gente de Ouroboros y el modo en que supe de ellos, por medio de Lykaios cuando lo enviaron al torneo. También me da por acordarme de mi sádico y loco hermano, que por lo visto quedó más chalado si cabe después de cortarle la cabeza a un unicornio y que la Le Fay le hiciese algo en la mente. Ya podían decirme dónde paraba el pobre Heydar. Acabo de asaltar su jardín después de un rato, regresando a la fiesta ya preparado.
"si no quiere pues...pasaré al plan B, probaré con el resto."
Sigo un rato más recogiendo flores, sin darme mucha prisa en terminar. Me pongo a divagar sobre la gente de Ouroboros y el modo en que supe de ellos, por medio de Lykaios cuando lo enviaron al torneo. También me da por acordarme de mi sádico y loco hermano, que por lo visto quedó más chalado si cabe después de cortarle la cabeza a un unicornio y que la Le Fay le hiciese algo en la mente. Ya podían decirme dónde paraba el pobre Heydar. Acabo de asaltar su jardín después de un rato, regresando a la fiesta ya preparado.
Salimos los miembros de la brigada que habíamos subido a la isla a la famosa fiesta cuando Ben nos saca de ese culebrón Descendiente, que deja mucho que desear para todos los que nos hemos acercado allí a ver algo no tan grotesco. Y el hecho de que encima Adele se atreviese a presentarse como candidata, sucia harpía... ¿en qué derecho cree tener para poder hacerlo? Ni siquiera ha hecho nada por nadie, como había dicho Sarah. ¿Acaso no me la podría quitar de encima? Parece mi jodida sombra. Salgo un poco alterada al exterior, con Ben y Gen -¿Oye, y se puede saber dónde estabas metido? No es fiesta si no estas tú, y que además, son los chicos los que tienen que esperar a las señoritas, y no al revés- Y le doy un golpecito en el hombro, por atreverse a hacerse de rogar.
Escucho por detrás a otra pareja salir, en este caso la de los Souls. Intento no prestar mucha atención ambos, como si fueran cualquiera... pero... suspiro. -Id adelantándoos, tengo una cosa que hacer antes de volver- Me despido de mis compañeros a los que veo salir. Cojo aire y me acerco decidida a la pareja, que deben de estar teniendo problemas para salir de allí sin desaparecerse. -Tenemos que hablar. Te lo robo un segundo, ¿puedo?-
Cojo a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] por el antebrazo y me separo un tanto de Vanessa, que nos mira con cierto resquemor. Desde que conocí al muchacho hace varios meses he intentado evitarle por activa y por pasiva y creo, que hasta ese momento, lo había conseguido de una forma bastante discreta. Juego con las puntas de mis dedos un tanto incómoda hasta que llegamos a un punto en el que creo que ya no nos escucha nadie. -¿Te acuerdas cuando nos vimos en el lago hace unos meses? Hubo una emboscada en el Lago Ness cuando los descendientes salían de las ruinas de la isla. Fuimos a ayudar varios. Cuando estaba curando a Azahar me dijiste algo, ¿te acuerdas? Era algo sobre tu hermano...- Me siento un poco incómoda porque nunca he podido llegar a plantear esta idea en voz y alta, y el mero hecho de soltársela, así, como quien no quiere la cosa, a su propio hermano... no sé si será muy bien recibida. Quedo esperando, a ver si se acuerda de lo que me dijo.
Escucho por detrás a otra pareja salir, en este caso la de los Souls. Intento no prestar mucha atención ambos, como si fueran cualquiera... pero... suspiro. -Id adelantándoos, tengo una cosa que hacer antes de volver- Me despido de mis compañeros a los que veo salir. Cojo aire y me acerco decidida a la pareja, que deben de estar teniendo problemas para salir de allí sin desaparecerse. -Tenemos que hablar. Te lo robo un segundo, ¿puedo?-
Cojo a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] por el antebrazo y me separo un tanto de Vanessa, que nos mira con cierto resquemor. Desde que conocí al muchacho hace varios meses he intentado evitarle por activa y por pasiva y creo, que hasta ese momento, lo había conseguido de una forma bastante discreta. Juego con las puntas de mis dedos un tanto incómoda hasta que llegamos a un punto en el que creo que ya no nos escucha nadie. -¿Te acuerdas cuando nos vimos en el lago hace unos meses? Hubo una emboscada en el Lago Ness cuando los descendientes salían de las ruinas de la isla. Fuimos a ayudar varios. Cuando estaba curando a Azahar me dijiste algo, ¿te acuerdas? Era algo sobre tu hermano...- Me siento un poco incómoda porque nunca he podido llegar a plantear esta idea en voz y alta, y el mero hecho de soltársela, así, como quien no quiere la cosa, a su propio hermano... no sé si será muy bien recibida. Quedo esperando, a ver si se acuerda de lo que me dijo.
- Lago Ness:
- Adramelech Svensson escribió:Hago una breve pausa para regresar con Azahar, escuchando el nombre que le dice a la chica de la Brigada, un nombre que me suena bastante, aunque en un primer momento no lo encajo. - ¿Has conseguido detener el sangrado? Yo me iría a la furgoneta con ella, con el brazo así no puede seguir luchando. - recomiendo a la del flequillo, esperando que sea sensata y lo haga. El caso es que le sigo dando vueltas al nombre de Cleopatra, recordando por fin de qué lo recuerdo. No sé si a ella le hablarían de mí, pero Astaroth sí que me habló de ella. Por lo que sé, Astaroth fue algo asi como su mentor cuando todavía vivíamos todos en Italia. Ella vivía en un lugar aparte, pues el Panteón de Agripa estaba reservado como base secreta de los Soul. El paradero de la chica era algo así como un tema tabú, pero mi hermano tenía confianza conmigo y sí que me habló de esta persona. - Tú debes de ser la chica de la que me habló Astaroth...- dejo caer con cierta pena en la voz, por motivos obvios. - No sé si te habló de mí. Soy Adramelech...su hermano. Él ya no está con nosotros. - le cuento antes de que le de tiempo a hacerse cualquier ilusión de volver a verlo, no por crueldad, sino para evitarle el sufrimiento de pensar que lo verá.
Vanessa y yo no llegamos muy lejos al salir de al fiesta, pues enseguida se acerca una de las chicas de la Brigada para interceptarme. A mi compañera no le hace demasiada gracia eso de que nos interrumpan, así que le hago un gesto de que sólo será un momento. He reconocido a Cleopatra y supongo por dónde pueden ir los tiros de lo que quiere decirme a solas. Asiento a la muchacha, alejándome con ella un tanto intrigado. Ella parece nerviosa, a pesar de haber sido la que busca conversación. Al final nos situamos junto a unos setos altos de un lateral de los jardines, lo suficientemente alejados para que no nos oiga Vanessa.
- Sí, cómo olvidar aquello...fue el inicio de la época de sequía de magia. Y el comienzo de lo que nos ha llevado a estar aquí esta noche. - había sido un largo camino hasta alcanzar lo que habíamos conseguido, recuperar todas las calaveras y dejar de ser enemigos de los magos, al menos de la mayoría. Mi gesto se ensombrece cuando menciona a mi hermano, recuerdo perfectamente que me acerqué a ella por eso, porque se supone que había sido alguien importante para Astaroth. - Lo sé. Te dije que él no estaba ya con nosotros. Creí que debías saberlo, ya que un día fuiste amiga suya...o algo más. Eso lo desconozco. - niego con la cabeza , acabando por suspirar después. - Tal vez quieras saber más sobre lo que pasó, pero ni yo mismo lo sé. Khaled me lo dijo. O puede que sólo quieras hablar de él y recordarlo. Sea lo que sea, puedes hablarlo conmigo. - puede que también me venga bien eso de poder hablar con alguien que lo conocía de verdad, no mucha gente sabía del lado bueno de Astaroth.
- Sí, cómo olvidar aquello...fue el inicio de la época de sequía de magia. Y el comienzo de lo que nos ha llevado a estar aquí esta noche. - había sido un largo camino hasta alcanzar lo que habíamos conseguido, recuperar todas las calaveras y dejar de ser enemigos de los magos, al menos de la mayoría. Mi gesto se ensombrece cuando menciona a mi hermano, recuerdo perfectamente que me acerqué a ella por eso, porque se supone que había sido alguien importante para Astaroth. - Lo sé. Te dije que él no estaba ya con nosotros. Creí que debías saberlo, ya que un día fuiste amiga suya...o algo más. Eso lo desconozco. - niego con la cabeza , acabando por suspirar después. - Tal vez quieras saber más sobre lo que pasó, pero ni yo mismo lo sé. Khaled me lo dijo. O puede que sólo quieras hablar de él y recordarlo. Sea lo que sea, puedes hablarlo conmigo. - puede que también me venga bien eso de poder hablar con alguien que lo conocía de verdad, no mucha gente sabía del lado bueno de Astaroth.
La salida de la fiesta fue más tranquila de lo que creyó. El ruido se quedó en el salón, igual que la tensión, el alboroto, la gente... Hacía algo defrío, un frío de los que le encantaban, así que se desvió un poco de dirección antes de irse a descansar.
Estaba exhausta. No había bailado, ni tampoco había bebido tanto. Recordaba tres, o cuatro, o cinco copas... Zapatos en mano, caminaba por entre los jardines para darse un momento de respirar aire fresco. Le resultó extraño volver a su altura normal, pues con los tacones era más fácil ver a Reiv a la cara. Sin embargo, agradecía el frío en la planta de los pies del rocío nocturno. Era una de sus épocas favoritas del año, y al menos en ese momento sentía que podía disfrutarlo, tan lejos del suelo y de la Alianza.
Estoy tan cansada... Fue una fiesta un poco extraña. Lúgubre.- Murmuró cerrando los ojos un minuto mientras caminaba junto al moreno. No podía negar que se sentía un poco infantil, como si disfrutara de aquello por primera vez. Hacía muchos años que no se sentía tan un paz, y a la vez tan conflictuada. Abrió los ojos con una serenidad diferente. Una donde conocía las respuestas a sus preguntas, pero aún así quería preguntarlas. Meditó un largo, muy largo rato en silencio, decidiendo qué sería lo mejor, para ella, para él y para los dos en conjunto.
- Reiv...- No se detuvo, al contrario, siguió caminando como si nada la inquietara.- Quiero preguntarte dos cosas. Son temas muy diferentes, pero de alguna manera son dolorosos para ambos. Sé bien que tu haz callado tus dudas en muchas cosas por mi, y la verdad ahora que puedo ver todo lo que haz hecho lo agradezco demasiado, no tienes idea. Creo que ya imaginas por donde va la cosa, así que te dejo a ti decidir... También aceptaré si no quieres hablar ahora, o nunca. Yo sabré entenderte. - Sí había visto su rostro después de las palabras de Adele, había escuchado el sentimiento en su voz, así que sabía que era uno de esos temas delicados. Si, al final, decidía no responder, se sentía lo suficientemente en paz como para aceptar su decisión.
Estaba exhausta. No había bailado, ni tampoco había bebido tanto. Recordaba tres, o cuatro, o cinco copas... Zapatos en mano, caminaba por entre los jardines para darse un momento de respirar aire fresco. Le resultó extraño volver a su altura normal, pues con los tacones era más fácil ver a Reiv a la cara. Sin embargo, agradecía el frío en la planta de los pies del rocío nocturno. Era una de sus épocas favoritas del año, y al menos en ese momento sentía que podía disfrutarlo, tan lejos del suelo y de la Alianza.
Estoy tan cansada... Fue una fiesta un poco extraña. Lúgubre.- Murmuró cerrando los ojos un minuto mientras caminaba junto al moreno. No podía negar que se sentía un poco infantil, como si disfrutara de aquello por primera vez. Hacía muchos años que no se sentía tan un paz, y a la vez tan conflictuada. Abrió los ojos con una serenidad diferente. Una donde conocía las respuestas a sus preguntas, pero aún así quería preguntarlas. Meditó un largo, muy largo rato en silencio, decidiendo qué sería lo mejor, para ella, para él y para los dos en conjunto.
- Reiv...- No se detuvo, al contrario, siguió caminando como si nada la inquietara.- Quiero preguntarte dos cosas. Son temas muy diferentes, pero de alguna manera son dolorosos para ambos. Sé bien que tu haz callado tus dudas en muchas cosas por mi, y la verdad ahora que puedo ver todo lo que haz hecho lo agradezco demasiado, no tienes idea. Creo que ya imaginas por donde va la cosa, así que te dejo a ti decidir... También aceptaré si no quieres hablar ahora, o nunca. Yo sabré entenderte. - Sí había visto su rostro después de las palabras de Adele, había escuchado el sentimiento en su voz, así que sabía que era uno de esos temas delicados. Si, al final, decidía no responder, se sentía lo suficientemente en paz como para aceptar su decisión.
-Sí, bueno. También- Y no era del todo falso, pensé en voz alta cuando escuché la respuesta de Adramelech. Me muerdo los labios, pues parece que él tiene mucha menos información de la que esperaba que tuviera. Los tiempos anteriores al fin del torneo y los intentos en vano de recuperar a Astaroth son turbios en mi memoria, pero con esfuerzo creo que he podido encajar todas las piezas del rompecabezas -Esa pulsera era suya. Tu hermano... bueno seguramente ya lo sepas, quizás no. Vosotros no sois los primeros Soul Reapers que venís a la isla. Tu hermano estuvo mucho antes que vosotros, cuando participó en el torneo hace unos años. Y le vi raro. Demasiado. No sé qué habría pasado en el tiempo que nos separamos pero, me temía que algo podría haberle ocurrido. Algo sobre nigromancia- Rebusco una piedra en mi bolsillo. Es una piedra, blanca con irisaciones. Antes brillaba con todos los colores del firmamento, pero desde la pérdida de magia permanece inerte. -Después de saber qué es lo que pasaba, lo del demonio y eso. Intentamos hacer que Astaroth volviera a la normalidad, a su normalidad. Con sus bromas y quitarle ese aura tétrica que le rodea. Y saben todos los dioses que hice todo lo que pude con ello. Tuve que hacer tratos con gente con los que no lo hubiera hecho. Y Astaroth se curó, vaya que si lo hizo. Pero...- Niego con la cabeza. El resto se lo puede oler. Total, ya lo sabe. Suspiro y me siento.
-Volví a la isla. Pedí ayuda a los descendientes: buscamos a Astaroth por los laberintos de la muerte con la ayuda de la ya fallecida Kira Mandela, con Bellatrix... todos. No hubo rincón en el inframundo que no hubiese sido recorrido por nuestras ánimas para buscar a Astaroth. Y lo conseguimos, vaya que si lo conseguimos- Dejo la piedra blanca en las manos de Adramelech -Conseguimos atar el espíritu de Astaroth en esa roca. Pero al irse la magia el nexo se ha perdido, otra vez. Pero con tu ayuda podremos volver a traerlo de vuelta. ¡Podemos hacer que vuelva! Hay ... hay formas. Lo he estudiado. Está la piedra de la resurrección, está el nexo de la sangre: "sangre a la sangre", tenemos los conocimientos y los artífices-
En algún momento me levanté, fruto del ímpetu. Me vuelvo a sentar. "Hola soy Cleopatra y quiero revivir a tu hermano muerto". Cierro los ojos, pensando que debía parecer una maldita chiflada a ojos de Adramelech. Eso si no decide tirarme por el borde de la isla, llamar a la policía o encerrarme en un psiquiátrico para siempre. Y tendría toda la razón del mundo. -Creo que tu hermano podría haber conseguido grandes cosas. Lo sé aquí dentro. No es justo lo que le pasó. No puedo evitar pensar en que podría haber hecho algo más... También sé que debería dejarlo ir, aceptar lo que pasó, las decisiones que no tomamos... Pero... ¡no puedo! ¡No puedo!- Silencio -Supongo que pensarás que estoy loca, y no te falta razón-
-Volví a la isla. Pedí ayuda a los descendientes: buscamos a Astaroth por los laberintos de la muerte con la ayuda de la ya fallecida Kira Mandela, con Bellatrix... todos. No hubo rincón en el inframundo que no hubiese sido recorrido por nuestras ánimas para buscar a Astaroth. Y lo conseguimos, vaya que si lo conseguimos- Dejo la piedra blanca en las manos de Adramelech -Conseguimos atar el espíritu de Astaroth en esa roca. Pero al irse la magia el nexo se ha perdido, otra vez. Pero con tu ayuda podremos volver a traerlo de vuelta. ¡Podemos hacer que vuelva! Hay ... hay formas. Lo he estudiado. Está la piedra de la resurrección, está el nexo de la sangre: "sangre a la sangre", tenemos los conocimientos y los artífices-
En algún momento me levanté, fruto del ímpetu. Me vuelvo a sentar. "Hola soy Cleopatra y quiero revivir a tu hermano muerto". Cierro los ojos, pensando que debía parecer una maldita chiflada a ojos de Adramelech. Eso si no decide tirarme por el borde de la isla, llamar a la policía o encerrarme en un psiquiátrico para siempre. Y tendría toda la razón del mundo. -Creo que tu hermano podría haber conseguido grandes cosas. Lo sé aquí dentro. No es justo lo que le pasó. No puedo evitar pensar en que podría haber hecho algo más... También sé que debería dejarlo ir, aceptar lo que pasó, las decisiones que no tomamos... Pero... ¡no puedo! ¡No puedo!- Silencio -Supongo que pensarás que estoy loca, y no te falta razón-
Nos habíamos marchado un poco antes de que la fiesta empezase a disolverse, así que no llegamos a enterarnos de ciertas cosas que sucedieron después. Salir a los jardines era un alivio tras el jaleo de aquella sala, lejos de la fiesta. No había salido tan mal como esperaba, pero tampoco podía decirse que hubiese sido una noche para recordar. - Fue tensa en muchos momentos. La loca esa que hablaba con voz de poseída, la otra loca de los Blood Keepers, acusaciones, demasiada gente hablando... - enumero algunas de las cosas sucedidas, dándole la razón a Juliet con eso de que había sido extraña. - Al menos no ha pasado nada malo. - inspiro para después soltar el aire lentamente, más tranquilo ahora que aquello no ha acabado como una de esas veces que me pongo el traje y acaba todo en caos.
Seguimos caminando bastante relajados por los senderos del jardín durante algunos minutos más, a pesar del frío reinante en una típica noche de enero. A ella parece no importarle, puesto que se ha descalzado y todo. - ¿No tienes frío así? - iba a preguntarle si íbamos a la habitación, pero me detengo al darme cuenta de que su pregunta parece ser más importante, a juzgar por la pausa que hace antes de comenzar, que me pone en cierta tensión. Echo un vistazo de reojo a nuestro alrededor, esperando que no hubiese nadie cerca para escucharnos. Un par de personas en otra zona del jardín, no podrían oírnos. Enseguida comprendo por dónde va el asunto, no hace falta que siga dando más pistas. Asiento mientras la tomo de la mano para ir a sentarnos a un banco de piedra que tenemos al lado, tomándome unos segundos antes de empezar a hablar. Me da vergüenza que haya tenido que escuchar eso por boca de Adele, y me resulta un poco incómodo el tema.
- Una de las cosas la supongo. Lo que has visto esta noche, ¿no? Yo no te he preguntado más detalles de tu pasado porque noté que te dolía hablar de ello, no porque no quisiera saber. Tampoco tengo motivos para ocultarte nada, y menos ahora que has escuchado a la tipa esa. Creo que sólo quería atención, y jodernos la noche a ambos. - me aflojo un poco el cuello de la camisa y la corbata, ya un poco harto de llevar esa ropa. Al principio evito mirarla directamente a la cara, desviando la mirada hacia la otra pareja del jardín, pero finalmente decido no dar más rodeos, alzando de nuevo la vista hacia ella. - Sí, esa mujer se acostaba con casi todos los que tenía a su servicio, yo entre ellos. Era la reina, nadie le decía que no. Su cornudo marido ni siquiera se enteraba...- Franz me había dado muchos problemas, aunque no había sido por Adele, sino por la elfa. - En esa época yo era un crío idiota, así que me deje llevar por ella, no me obligó realmente...si es lo que piensas. Fue hace mucho, y fue un error que ahora me avergüenza. - termino con una mueca de culpabilidad, haciendo memoria de aquel momento. - De lo otro que quieres preguntarme no tengo ni la menor idea...
Seguimos caminando bastante relajados por los senderos del jardín durante algunos minutos más, a pesar del frío reinante en una típica noche de enero. A ella parece no importarle, puesto que se ha descalzado y todo. - ¿No tienes frío así? - iba a preguntarle si íbamos a la habitación, pero me detengo al darme cuenta de que su pregunta parece ser más importante, a juzgar por la pausa que hace antes de comenzar, que me pone en cierta tensión. Echo un vistazo de reojo a nuestro alrededor, esperando que no hubiese nadie cerca para escucharnos. Un par de personas en otra zona del jardín, no podrían oírnos. Enseguida comprendo por dónde va el asunto, no hace falta que siga dando más pistas. Asiento mientras la tomo de la mano para ir a sentarnos a un banco de piedra que tenemos al lado, tomándome unos segundos antes de empezar a hablar. Me da vergüenza que haya tenido que escuchar eso por boca de Adele, y me resulta un poco incómodo el tema.
- Una de las cosas la supongo. Lo que has visto esta noche, ¿no? Yo no te he preguntado más detalles de tu pasado porque noté que te dolía hablar de ello, no porque no quisiera saber. Tampoco tengo motivos para ocultarte nada, y menos ahora que has escuchado a la tipa esa. Creo que sólo quería atención, y jodernos la noche a ambos. - me aflojo un poco el cuello de la camisa y la corbata, ya un poco harto de llevar esa ropa. Al principio evito mirarla directamente a la cara, desviando la mirada hacia la otra pareja del jardín, pero finalmente decido no dar más rodeos, alzando de nuevo la vista hacia ella. - Sí, esa mujer se acostaba con casi todos los que tenía a su servicio, yo entre ellos. Era la reina, nadie le decía que no. Su cornudo marido ni siquiera se enteraba...- Franz me había dado muchos problemas, aunque no había sido por Adele, sino por la elfa. - En esa época yo era un crío idiota, así que me deje llevar por ella, no me obligó realmente...si es lo que piensas. Fue hace mucho, y fue un error que ahora me avergüenza. - termino con una mueca de culpabilidad, haciendo memoria de aquel momento. - De lo otro que quieres preguntarme no tengo ni la menor idea...
Mientras caminaban por el jardín, no pudo evitar una sonrisa fresca al escucharle llamar locas a todas. La ligereza con que Reiv se tomaba las cosas hacía todo más fácil. Vivir era más fácil.- Me preocupa la poseída. Salió de la fiesta muy mal, aunque el resto parecía bastante tranquilo dejándola ir.- Se encogió de hombros, dejando rápidamente de pensar en ella. No tenía caso, pues ni siquiera recordaba su nombre.-Oh, no digas eso, la noche es aún joven. Habría que quitarte pronto el traje, como dices que es de mala suerte.- Bromeó con humor negro cuando Reiv mencionó la velada sin trompicones.
La libertad que el jardín brindaba daba para mucho. Le gustaba caminar junto a Reiv bajo la luz de la luna y era algo que difícilmente podían hacer en tierra. La luna había llegado a ser un peligro a sus ojos, pero en aquel momento se sentía como algo romántico incluso. Negó a lo de tener frío, mirándole con una sonrisa. Sí tenía, pero le era muy agradable. Quizás su pregunta fue muy brusca e incómoda, pues el moreno en seguida parecía completamente diferente. Se veía tenso, nervioso a más no poder, que incluso le pasó un poco la ansiedad cuando empezó a mirar en todas direcciones. Ella también miró de manera discreta, procurando no perderse sus reacciones. Su actitud había cambiado demasiado de un momento a otro. Desde esa caminata despreocupada a la ceremoniosa calma con que la dirigió al banco hasta sentarse.
Tomó asiento en el banco sin dejar de tomar su mano. Podía sentir en el pecho lo mismo que el moreno le transmitía. Asintió a su pregunta para corroborar, aunque ahora ya no tenía tantas ganas de saber al verle así. Por un instante se sintió en un espejo, viendo a alguien confesar algo que en su momento había hecho por convixión y ahora se arrepentía.- A tí también te duele, no tienes que decirme nada.- Susurró, pero el moreno ya habia tomado su decisión. Solo atinó a escucharle con empatía, procurando no ser insensible ante sus necesidades. La insistencia de Reiv en mirar hacia cierto lugar del jardín le llevó a descubrir a la pareja que se encontraba del otro lado. Por la oscuridad, no alcanzó a descifrar de quienes se trataban. Cuando menos lo imaginó, ya estaba escuchando el relato de Reiv, atenta a su rostro y su mirada, buscando el dolor para tratar de sacarlo. No tardó en contar la historia. No dio detalles, cosa que no le sorprendía pues le había quedado claro que era algo que evitaba a toda costa. Cuando terminó, entrelazó los dedos con él y llevó la otra mano hasta poder acariciar su mejilla, acercándose hasta que logró unirse a su frente.- Haz crecido tanto desde que te conozco... tanto más debes haber cambiado desde aquel entonces.- Aun le costaba creer eso de que no le había obligado. Ella tampoco fue obligada la primera vez y aún así seguía sabiendo lo malo que había sido.- De reina nada, es una odiosa y no vale la pena. Ella necesita olvidarte, se nota que aún tiene temas por resolver con el psiquiatra.- Con una sonrisa, le abrazó por detrás del cuello, asegurándose de ser reconfortante. Se olvidó por un rato de la otra pregunta, al menos mientras el abrazo se prolongaba. Tardó unos minutos en volver a separarse, aunque volvió a tomar su mano.
Ya no tiene importancia.- Se había sentido traicionada adentro, en el salón, cuando cayó en cuenta, pero ahora tenía la sensación de que la intención nunca habría sido hacerle daño. No tenía sentido siquiera pensarlo.- Quería saber si le habías contado a alguien, a Johan, sobre lo que me... nos pasó.
Hace un rato me sentí traicionada, pero ahora entiendo más cosas. Debí acercarme en lugar de apartarme. Estar contigo habría sido más fácil que aislarme para los dos. Seguro que tu también necesitabas compañía. Ahora lo entiendo.- Murmuró. Si bien él era valiente, ella no podía, pues terminó agachando la mirada siquiera de pensar en el tema. Volvió a buscar a la pareja a lo lejos, terminando por volver la vista al verde pasto. Al pasto no le incomodaría su mirada.
La libertad que el jardín brindaba daba para mucho. Le gustaba caminar junto a Reiv bajo la luz de la luna y era algo que difícilmente podían hacer en tierra. La luna había llegado a ser un peligro a sus ojos, pero en aquel momento se sentía como algo romántico incluso. Negó a lo de tener frío, mirándole con una sonrisa. Sí tenía, pero le era muy agradable. Quizás su pregunta fue muy brusca e incómoda, pues el moreno en seguida parecía completamente diferente. Se veía tenso, nervioso a más no poder, que incluso le pasó un poco la ansiedad cuando empezó a mirar en todas direcciones. Ella también miró de manera discreta, procurando no perderse sus reacciones. Su actitud había cambiado demasiado de un momento a otro. Desde esa caminata despreocupada a la ceremoniosa calma con que la dirigió al banco hasta sentarse.
Tomó asiento en el banco sin dejar de tomar su mano. Podía sentir en el pecho lo mismo que el moreno le transmitía. Asintió a su pregunta para corroborar, aunque ahora ya no tenía tantas ganas de saber al verle así. Por un instante se sintió en un espejo, viendo a alguien confesar algo que en su momento había hecho por convixión y ahora se arrepentía.- A tí también te duele, no tienes que decirme nada.- Susurró, pero el moreno ya habia tomado su decisión. Solo atinó a escucharle con empatía, procurando no ser insensible ante sus necesidades. La insistencia de Reiv en mirar hacia cierto lugar del jardín le llevó a descubrir a la pareja que se encontraba del otro lado. Por la oscuridad, no alcanzó a descifrar de quienes se trataban. Cuando menos lo imaginó, ya estaba escuchando el relato de Reiv, atenta a su rostro y su mirada, buscando el dolor para tratar de sacarlo. No tardó en contar la historia. No dio detalles, cosa que no le sorprendía pues le había quedado claro que era algo que evitaba a toda costa. Cuando terminó, entrelazó los dedos con él y llevó la otra mano hasta poder acariciar su mejilla, acercándose hasta que logró unirse a su frente.- Haz crecido tanto desde que te conozco... tanto más debes haber cambiado desde aquel entonces.- Aun le costaba creer eso de que no le había obligado. Ella tampoco fue obligada la primera vez y aún así seguía sabiendo lo malo que había sido.- De reina nada, es una odiosa y no vale la pena. Ella necesita olvidarte, se nota que aún tiene temas por resolver con el psiquiatra.- Con una sonrisa, le abrazó por detrás del cuello, asegurándose de ser reconfortante. Se olvidó por un rato de la otra pregunta, al menos mientras el abrazo se prolongaba. Tardó unos minutos en volver a separarse, aunque volvió a tomar su mano.
Ya no tiene importancia.- Se había sentido traicionada adentro, en el salón, cuando cayó en cuenta, pero ahora tenía la sensación de que la intención nunca habría sido hacerle daño. No tenía sentido siquiera pensarlo.- Quería saber si le habías contado a alguien, a Johan, sobre lo que me... nos pasó.
Hace un rato me sentí traicionada, pero ahora entiendo más cosas. Debí acercarme en lugar de apartarme. Estar contigo habría sido más fácil que aislarme para los dos. Seguro que tu también necesitabas compañía. Ahora lo entiendo.- Murmuró. Si bien él era valiente, ella no podía, pues terminó agachando la mirada siquiera de pensar en el tema. Volvió a buscar a la pareja a lo lejos, terminando por volver la vista al verde pasto. Al pasto no le incomodaría su mirada.
El tema de la poseída era lo que menos me interesaba en este momento, tampoco deberíamos darle mucho crédito a alguien con fama de loca, ni tenía sentido preocuparse. Más útil sería lo de ir a quitarse el traje, a las habitaciones. Le ofrecí dejarle mi chaqueta con un gesto, a pesar de que dijese que no tenía frío, por si acaso. Yo sí empezaba a tenerlo, aunque tal vez fuese porque la conversación contribuía a que no estuviese cómodo, sentado en aquel banco en medio del jardín mientras que hablaba de cosas que me avergonzaban. No, doler no es exactamente la palabra, aunque me da una pista de cómo debe sentirse ella sobre sus asuntos del pasado. Probablemente fueran mucho peor que lo mío.
- Arg...es sólo que me siento idiota al recordar que me dejé picar por ella cuando me retó a ir a su alcoba, que fue la primera...- me paso una mano por la cara de arriba a abajo, intentando quitarme esa vergüenza sin mucho éxito. Al menos ella no parece dispuesta a juzgarme por aquello, cosa que agradezco. Alzo mi mano hasta la que ella pone sobre mi mejilla, sosteniéndole la mirada con agradecimiento durante un momento, antes de que apoye su frente sobre la mía. Podría haberse enfadado por el numerito de Adele, pero no lo ha hecho. - Pues espero haber cambiado a mejor...aunque a veces echo de menos algunas cosas de mi yo de antes. - admito sin dejar muy claro a qué me refiero, aunque no sea a propósito. - Tú también has cambiado, aunque no lo creas.- su abrazo consigue destensarme bastante tras la incómoda conversación, así que la rodeo también con mis brazos durante unos segundos, apoyando mi barbilla sobre su hombro hasta que volvemos a separarnos. . - Bah, creo que esa joderá al que tenga por delante si tiene la ocasión, cuanto menos la tratemos, mejor. - termino haciendo referencia a Adele, que ya he visto cómo se las gasta con unos y otros incluso en una fiesta.
La segunda pregunta que saca me pilla algo desprevenido, aunque era de suponer que acabase enterándose. Bajo la mirada hacia nuestras manos, asintiendo lentamente a lo de contar o que le pasó, o nos pasó. - Se lo acabé contando. Tal vez no debería haberlo hecho, es algo muy personal y sé que no quieres sacar el tema, pero...a ellos les pasó algo parecido. Johan me contó que también perdieron a uno, antes de Nyara. - confieso lo que me dijo mi hermano, pensando que tal vez Josephine podría ayudarla si hablase con ella. Pongo una mano bajo su barbilla cuando me desvía la mirada, alzando su rostro despacio. - Ya está, deja de culparte por lo que hicimos o lo que dejamos de hacer. Sólo prometernos que de ahora en adelante no nos apartaremos del otro si tenemos un problema o nos entra la culpa absurda, o que no tendremos secretos que puedan hacer daño. - yo era mucho de apartarme cuando me entraba la paranoia tonta de "estás mejor sin mí", o de guardarme cosas del pasado que eran bastante reprobables.
- Arg...es sólo que me siento idiota al recordar que me dejé picar por ella cuando me retó a ir a su alcoba, que fue la primera...- me paso una mano por la cara de arriba a abajo, intentando quitarme esa vergüenza sin mucho éxito. Al menos ella no parece dispuesta a juzgarme por aquello, cosa que agradezco. Alzo mi mano hasta la que ella pone sobre mi mejilla, sosteniéndole la mirada con agradecimiento durante un momento, antes de que apoye su frente sobre la mía. Podría haberse enfadado por el numerito de Adele, pero no lo ha hecho. - Pues espero haber cambiado a mejor...aunque a veces echo de menos algunas cosas de mi yo de antes. - admito sin dejar muy claro a qué me refiero, aunque no sea a propósito. - Tú también has cambiado, aunque no lo creas.- su abrazo consigue destensarme bastante tras la incómoda conversación, así que la rodeo también con mis brazos durante unos segundos, apoyando mi barbilla sobre su hombro hasta que volvemos a separarnos. . - Bah, creo que esa joderá al que tenga por delante si tiene la ocasión, cuanto menos la tratemos, mejor. - termino haciendo referencia a Adele, que ya he visto cómo se las gasta con unos y otros incluso en una fiesta.
La segunda pregunta que saca me pilla algo desprevenido, aunque era de suponer que acabase enterándose. Bajo la mirada hacia nuestras manos, asintiendo lentamente a lo de contar o que le pasó, o nos pasó. - Se lo acabé contando. Tal vez no debería haberlo hecho, es algo muy personal y sé que no quieres sacar el tema, pero...a ellos les pasó algo parecido. Johan me contó que también perdieron a uno, antes de Nyara. - confieso lo que me dijo mi hermano, pensando que tal vez Josephine podría ayudarla si hablase con ella. Pongo una mano bajo su barbilla cuando me desvía la mirada, alzando su rostro despacio. - Ya está, deja de culparte por lo que hicimos o lo que dejamos de hacer. Sólo prometernos que de ahora en adelante no nos apartaremos del otro si tenemos un problema o nos entra la culpa absurda, o que no tendremos secretos que puedan hacer daño. - yo era mucho de apartarme cuando me entraba la paranoia tonta de "estás mejor sin mí", o de guardarme cosas del pasado que eran bastante reprobables.
Negó con la cabeza y una suave sonrisa a su ofrecimiento de la chaqueta. Era cierto que su piel ya estaba helada, pero lo seguía disfrutando. Sus hombros, brazos y el pecho comenzaban a tener el frío encima, y aún así, la mano tomada de la de él seguía cálida. Quizás era algo de dragones, quizás solo era su amor por el hielo. Él debía tener frío, ya lo había mencionado un par de veces, así que tomó nota mental de salir de ahí cuanto antes, en cuanto terminaran la conversación que parecía haberse tornado más compasiva que como empezó.
Está bien sentirse idiota, te muestra el camino... Digo, no, tenía más experiencia. Todo fue su culpa. Mujer horrible...- Dijo procurando hacer una respuesta humorística al verle tan apenado, al menos al inicio. A veces una risa podía hacer más cosas por alguien que todos los consejos. Cuando su profunda mirada se fundió en la suya, volvió a sentir aquella conexión que hacía tiempo creía que habían perdido. Había vuelto un breve recuerdo en Hogsmeade, pero no era como en ese.- Dime qué echas de menos. ¿Por qué lo echas de menos? ¿Por qué lo dejaste ir? - Pensó que quizás podrían hacer algo por recordar aquellas veces, o por regresar algo de eso. Hizo una breve mueca ante sus siguientes palabras, sin deshacer su sonrisa.- Sí me siento más vulnerable, aunque no es precisamente algo bueno. Quizás más tranquila a ratos, algo menos estresada y menos alerta todo el tiempo. Pero ese mérito no es mío. Fuera de eso...- Murmuró encogiéndose de hombros al final, a sabiendas de que era él quien le permitía sentirse en paz.
Aceptó sin oposición aquello de no tratar más a Adele. Ya no tenía ninguna duda al respecto de aquella unión, pero quizás sí algo de curiosidad.- Sí, será lo mejor. ¿Te llegaste a enamorar? - Tenía la sensación de conocer la respuesta, pero con Reiv era importante no asumir nada.
Habían salido bien librados de la primera conversación, aunque la segunda tenía tintes más derroteros. Ya tenía asumido que Reiv debía haber mencionado algo, pero no pudo continuar con su sonrisa cuando admitió que le contó a Johan lo ocurrido.- Josephine me miró con esa... lástima que quería evitar. Como si...- La sensación era difícil de explicar, incluso dijo aquella palabrita entre dientes, casi con coraje. Sus ojos se humedecieron un segundo, lo que le hizo levantar el rostro al cielo para evitar que aquel sentimiento se hiciera más grande.-No es lo mismo, ellos alguna vez pensaron en eso. Yo todavía no entiendo qué pasó, me aterra imaginar lo que habría pasado. ¿Y tú? Es difícil pensar que... que a estas alturas... ya no seríamos solo tu y yo.- O solo yo... El pensamiento le dolió en el alma, pero al menos ya no tenía que pasar por eso. Quizás aquel miedo lo había adquirido de todas las madres que había visto en su tiempo en el Coliseo. Se veía a sí misma en su lugar y era cuando se sentía destrozada. Cuando su mirada volvió al pasto, rápidamente fue atrapada por la mano de Reiv. Quiso zafarse, pero le dejó, tomándose un minuto antes de poder verle a la cara mientras escuchaba. Colocó las manos en el abdomen del moreno, subiendo lentamente hasta sus hombros, momento que aprovechó para levantarse, con un pie en tierra y el otro en la banca. Se abrazó a él con cuidado desde arriba, como quien toca algo frágil.- Suena a muchas charlas de almohada.- Sonrió, acercando el rostro y rozando sus labios, sin llegar estos a juntarse. Sabía bien que había tantos secretos entre ellos que no terminarían de hablarlos nunca, pero formaban parte de lo que eran juntos, así que quizás esa parte podía irse perdiendo. Paseó sus manos de los hombros hasta las muñecas del moreno, jalándole despacio para levantarle.- Ven, caminemos otro rato. No hay que desperdiciar una noche bonita lamentándonos en una banca. Ya sé que suena a que lo estoy post-poniendo otra vez. No es así.
Está bien sentirse idiota, te muestra el camino... Digo, no, tenía más experiencia. Todo fue su culpa. Mujer horrible...- Dijo procurando hacer una respuesta humorística al verle tan apenado, al menos al inicio. A veces una risa podía hacer más cosas por alguien que todos los consejos. Cuando su profunda mirada se fundió en la suya, volvió a sentir aquella conexión que hacía tiempo creía que habían perdido. Había vuelto un breve recuerdo en Hogsmeade, pero no era como en ese.- Dime qué echas de menos. ¿Por qué lo echas de menos? ¿Por qué lo dejaste ir? - Pensó que quizás podrían hacer algo por recordar aquellas veces, o por regresar algo de eso. Hizo una breve mueca ante sus siguientes palabras, sin deshacer su sonrisa.- Sí me siento más vulnerable, aunque no es precisamente algo bueno. Quizás más tranquila a ratos, algo menos estresada y menos alerta todo el tiempo. Pero ese mérito no es mío. Fuera de eso...- Murmuró encogiéndose de hombros al final, a sabiendas de que era él quien le permitía sentirse en paz.
Aceptó sin oposición aquello de no tratar más a Adele. Ya no tenía ninguna duda al respecto de aquella unión, pero quizás sí algo de curiosidad.- Sí, será lo mejor. ¿Te llegaste a enamorar? - Tenía la sensación de conocer la respuesta, pero con Reiv era importante no asumir nada.
Habían salido bien librados de la primera conversación, aunque la segunda tenía tintes más derroteros. Ya tenía asumido que Reiv debía haber mencionado algo, pero no pudo continuar con su sonrisa cuando admitió que le contó a Johan lo ocurrido.- Josephine me miró con esa... lástima que quería evitar. Como si...- La sensación era difícil de explicar, incluso dijo aquella palabrita entre dientes, casi con coraje. Sus ojos se humedecieron un segundo, lo que le hizo levantar el rostro al cielo para evitar que aquel sentimiento se hiciera más grande.-No es lo mismo, ellos alguna vez pensaron en eso. Yo todavía no entiendo qué pasó, me aterra imaginar lo que habría pasado. ¿Y tú? Es difícil pensar que... que a estas alturas... ya no seríamos solo tu y yo.- O solo yo... El pensamiento le dolió en el alma, pero al menos ya no tenía que pasar por eso. Quizás aquel miedo lo había adquirido de todas las madres que había visto en su tiempo en el Coliseo. Se veía a sí misma en su lugar y era cuando se sentía destrozada. Cuando su mirada volvió al pasto, rápidamente fue atrapada por la mano de Reiv. Quiso zafarse, pero le dejó, tomándose un minuto antes de poder verle a la cara mientras escuchaba. Colocó las manos en el abdomen del moreno, subiendo lentamente hasta sus hombros, momento que aprovechó para levantarse, con un pie en tierra y el otro en la banca. Se abrazó a él con cuidado desde arriba, como quien toca algo frágil.- Suena a muchas charlas de almohada.- Sonrió, acercando el rostro y rozando sus labios, sin llegar estos a juntarse. Sabía bien que había tantos secretos entre ellos que no terminarían de hablarlos nunca, pero formaban parte de lo que eran juntos, así que quizás esa parte podía irse perdiendo. Paseó sus manos de los hombros hasta las muñecas del moreno, jalándole despacio para levantarle.- Ven, caminemos otro rato. No hay que desperdiciar una noche bonita lamentándonos en una banca. Ya sé que suena a que lo estoy post-poniendo otra vez. No es así.
Sigo sin estar muy de acuerdo con que todo fuese culpa de la otra porque yo también puse de mi parte, pero eso es algo que ya no merece más la pena discutir, seguirá siendo un error del pasado. Además, siento que me he quitado un peso de encima al contarle algo que me avergonzaba, y su forma de zanjarlo con una sonrisa ayuda bastante. Respondo con una similar, aunque con cierta nostalgia. - No lo sé...supongo que echo de menos eso de ser capaz de pasar de todo y de todos, eso de creerme más fuerte por odiar y por no tener nada o nadie de lo que preocuparme. Aunque luego me acuerdo de lo solo que estaba y lo engañado que estaba y se me pasa. - termino alzando los hombros, restándole importancia a eso de añorar un pasado que realmente no era mejor, no cuando lo comparo con el momento actual. Asiento al comprender a qué se refiere ella cuando dice que ahora se siente más vulnerable, porque a mí me pasa igual. Por eso pudieron jodernos en los campos de concentración cuando amenazaban al otro.
- Lo recuerdo, al principio te pasabas todo el rato alerta, y no querías que le diese tu nombre verdadero a nadie. Claro que...a mi siempre se me olvidaba y lo acababa soltando. - sonrío de lado al rememorar aquello, y lo mucho que le fastidiaba a ella. Borro la sonrisa rápidamente por la pregunta de si me llegué a enamorar, negando enérgicamente.
- ¿De esa? Para nada. Eso sólo me ha sucedido dos veces. -
me dan ganas de hacerle esa pregunta a ella, pero la conversación avanza por otros derroteros y pierdo la oportunidad de hacerlo. No estoy seguro de si Josephine la habrá mirado con lástima o si es Juliet la que se lo habrá supuesto. En cualquier caso me da la impresión de que sigue sin superar aquello, que le sigue dando vueltas. - Casi no tuvimos tiempo para asimilarlo. Lo perdimos antes de poder pararnos a pensar en nada...lo horrible hubiese sido si hubiese seguido adelante y nosotros hubiésemos seguido allí prisioneros. Fuera no habría sido nada que tuviese que aterrarte, entre los dos supongo que lo habríamos conseguido. - aprovecho que por fin me sostiene la mirada, dejándole claro que yo habría estado con ella, y que no tiene que preocuparse más por eso. La abrazo por al cintura cuando ella se levanta del banco, quedándome con las ganas de besarla tras el breve roce de nuestros labios. No sólo me deja con las ganas de eso, sino que me desvía la conversación para no aceptar eso de que dejemos de tener secretos entre nosotros. Me levanto del banco poco convencido, haciendo una mueca que lo demuestra. - ¿Ah, no? porque a mi me suena a que me das largas.- le suelto mientras la sigo, sin tener ni idea de a qué se está refiriendo.
- Lo recuerdo, al principio te pasabas todo el rato alerta, y no querías que le diese tu nombre verdadero a nadie. Claro que...a mi siempre se me olvidaba y lo acababa soltando. - sonrío de lado al rememorar aquello, y lo mucho que le fastidiaba a ella. Borro la sonrisa rápidamente por la pregunta de si me llegué a enamorar, negando enérgicamente.
- ¿De esa? Para nada. Eso sólo me ha sucedido dos veces. -
me dan ganas de hacerle esa pregunta a ella, pero la conversación avanza por otros derroteros y pierdo la oportunidad de hacerlo. No estoy seguro de si Josephine la habrá mirado con lástima o si es Juliet la que se lo habrá supuesto. En cualquier caso me da la impresión de que sigue sin superar aquello, que le sigue dando vueltas. - Casi no tuvimos tiempo para asimilarlo. Lo perdimos antes de poder pararnos a pensar en nada...lo horrible hubiese sido si hubiese seguido adelante y nosotros hubiésemos seguido allí prisioneros. Fuera no habría sido nada que tuviese que aterrarte, entre los dos supongo que lo habríamos conseguido. - aprovecho que por fin me sostiene la mirada, dejándole claro que yo habría estado con ella, y que no tiene que preocuparse más por eso. La abrazo por al cintura cuando ella se levanta del banco, quedándome con las ganas de besarla tras el breve roce de nuestros labios. No sólo me deja con las ganas de eso, sino que me desvía la conversación para no aceptar eso de que dejemos de tener secretos entre nosotros. Me levanto del banco poco convencido, haciendo una mueca que lo demuestra. - ¿Ah, no? porque a mi me suena a que me das largas.- le suelto mientras la sigo, sin tener ni idea de a qué se está refiriendo.
A veces creemos que es más fácil estar solos. Cuando las cosas se ponen difíciles es más fácil decir que nada habría pasado de no haberse involucrado. Quizás sea eso, quizás ya te cansó un poco el drama.- Se encogió de hombros como él. Solo era una conjetura, no tenía ni idea de por qué el podía añorar su pasado si ahora tenía tantas cosas buenas, y a la vez sentía que sabía exacto por lo que estaba pasando. Era una especie de melancolía sin sentido. Sonrió un poco ante el recuerdo de los primeros meses juntos. No podía negar que había sido un inicio complicado, para todos.- Y luego me inventaste ese nombre raro, porque no podías dejar de revelarlo.- Soltó al final una carcajada. Una parte por lo estúpida que se sentía ahora de haber querido pasar taaan desapercibida y haber fallado tan miserablemente. Aquello no se podía con un Black. Lo había aprendido por la mala. Rió también por la respuesta de Reiv, casi le parecía que le había sorprendido que creyera que podía haberse enamorado de la rubia.
Al iniciar con el tema pesado, solo tuvo ocasión de soltar el aire que había guardado inconscientemente. Se sentía pesada, pero no tanto como en Hogsmeade. La compañía del moreno había sido un alivio y, definitivamente, había mejorado todo.- Gracias, a veces todavía lo olvido y necesito oirlo.- Susurró despacio. Su mirada casi parecía que le ayudaba a leer el pensamiento, pues termina por decir aquello de que juntos lo habrían conseguido. En el interior, se derrumbó un miedo que largo tiempo la había acechado y el abrazo se volvió más grande, más fuerte, pues era de nuevo el miedo de perderlo lo que se liberaba. Pronto estuvieron de pie, dispuestos a continuar su caminata. Mientras recogía sus zapatos del suelo, soltó un comentario que no tenía ganas de dejar pasar.- Entonces te enamoraste dos veces, ¿eh? - Murmuró. Que aunque lo dijo como un dicho fugaz seguro se entendía el tono de curiosidad con que lo mencionaba.
Con la mano del moreno entrelazada a la propia, comenzó a caminar sin rumbo por el jardín. No pudo evitar reír a lo de darle largas. Gran parte de su risa nerviosa era culpa del frío, que tenía ese efecto en ella.- Reiv, siendo honestos, no creo que tengas curiosidad de nada en específico. No creo que realmente tengas algo que preguntar, pero... si crees poder...- Se encogió de hombros, bastante quitada de la pena y segura de sí misma.- Si crees tener una pregunta, puedes hacerla.- Ya evaluaría ella si quería contestarla o no, mas serviría de punto de partida para ver donde estaba la mente del moreno. Una pequeña prueba no haría daño, era mejor tantear el terreno antes de entrar de lleno.
Al iniciar con el tema pesado, solo tuvo ocasión de soltar el aire que había guardado inconscientemente. Se sentía pesada, pero no tanto como en Hogsmeade. La compañía del moreno había sido un alivio y, definitivamente, había mejorado todo.- Gracias, a veces todavía lo olvido y necesito oirlo.- Susurró despacio. Su mirada casi parecía que le ayudaba a leer el pensamiento, pues termina por decir aquello de que juntos lo habrían conseguido. En el interior, se derrumbó un miedo que largo tiempo la había acechado y el abrazo se volvió más grande, más fuerte, pues era de nuevo el miedo de perderlo lo que se liberaba. Pronto estuvieron de pie, dispuestos a continuar su caminata. Mientras recogía sus zapatos del suelo, soltó un comentario que no tenía ganas de dejar pasar.- Entonces te enamoraste dos veces, ¿eh? - Murmuró. Que aunque lo dijo como un dicho fugaz seguro se entendía el tono de curiosidad con que lo mencionaba.
Con la mano del moreno entrelazada a la propia, comenzó a caminar sin rumbo por el jardín. No pudo evitar reír a lo de darle largas. Gran parte de su risa nerviosa era culpa del frío, que tenía ese efecto en ella.- Reiv, siendo honestos, no creo que tengas curiosidad de nada en específico. No creo que realmente tengas algo que preguntar, pero... si crees poder...- Se encogió de hombros, bastante quitada de la pena y segura de sí misma.- Si crees tener una pregunta, puedes hacerla.- Ya evaluaría ella si quería contestarla o no, mas serviría de punto de partida para ver donde estaba la mente del moreno. Una pequeña prueba no haría daño, era mejor tantear el terreno antes de entrar de lleno.
Precisamente era eso, el sentir que algunas cosas no habrían sido tan difíciles ni me habría preocupado tanto si estuviese solo, así que simplemente asentí para indicar que había dado en el clavo. No era tan descabellado el pensar de ese modo. Murmuré después por lo bajo ese nombre falso que le puse, un nombre que ni siquiera sé por qué se me ocurrió, ni dónde lo había oído. Tal vez de otra vida, de un universo paralelo, o vete a saber. El abrazo que siguió a continuación pareció ser suficiente para poder seguir, unido a dejarle bien claro que no habría estado sola si aquello hubiese seguido adelante. A veces es necesario no dar las cosas por supuestas. - No dudaría en repetirlo las veces que sean necesarias, ya lo sabes. - añado al tomarla de la mano, prosiguiendo con calma con el paseo por los jardines. Cada vez comienza a hacer más frío, y la mayoría de las luces cercanas a la zona de la fiesta comienzan a apagarse debido a lo tarde que es. La calma y la tranquilidad de estos momentos es tan poco habitual que hay que aprovecharla.
La miro de reojo con una sonrisa un tanto enigmática cuando deja caer esa medio afirmación medio pregunta sobre las dos veces que me enamoré, cosa que creía que había pasado desapercibida pero al parecer ha despertado cierta curiosidad en ella. - La primera fue hace mucho tiempo... - parece que hace siglos de aquello, pero el recuerdo de cómo acabó todo es bastante triste. - Ella murió. - concluyo en tono de voz calmado y quedo, mirando hacia el frente suspirando antes de detener nuestro paseo un momento. Tras unos segundos ladeo la cabeza, posando la vista en el rostro de Juliet. - Y la segunda....una chica que creo que conoces...así no muy alta.. - hago un gesto con la mano como indicando la altura, más o menos como la de ella. - Con el pelo de un color así como tirando a pelirrojo, y los ojos muy llamativos. Es muy valiente y sabe luchar bastante bien. Una vez CASI me gana. Hace cosas con hielo y a veces cura a idiotas que se meten en líos y que son difíciles de aguantar. Creo que no hace falta que te diga quién es. - termino así esa especie de broma-descripción, tan obvia que se dará cuenta de que hablo de ella. Al final me acabo riendo por lo bajo de la chorrada que acabo de soltar.
Después frunzo levemente el ceño, sin comprender bien por qué piensa que realmente no hay nada que tenga que quiera o tenga que preguntar. - Claro que lo tengo. ¿Por qué no iba a tenerlo? Creo que yo te he contado más cosas de mí de las que sé sobre ti. Como lo que te he dicho ahora mismo sobre las dos personas. O cosas que me avergüenzan, como lo de robar a Svart del nido, lo de antes de Adele, o peor aún... lo de aquella fiesta en la que murió Sirius.- contárselo me había quitado un peso de encima, nadie lo sabía hasta ahora. - Sin embargo me he dado cuenta de que no sé tanto de ti. Que estuviste encerrada muchos años en el Coliseo, con tu madre. Que te obligaban a hacer cosas que no querías. Que viniste a Londres buscando a tu familia, pero sólo encontraste al elfo pervertido y unos hermanos que te importan poco. No sé...por ejemplo... ¿ya te habías enamorado antes, verdad? y si es así...¿sabes si viven? - la pregunta podría parecer un poco fuera de lugar, pero simplemente es por saber si ha vivido alguna situación parecida a la mía.
--------
dado probabilidad: pregunta cosas turbias?
éxito: sí
fallo: no
La miro de reojo con una sonrisa un tanto enigmática cuando deja caer esa medio afirmación medio pregunta sobre las dos veces que me enamoré, cosa que creía que había pasado desapercibida pero al parecer ha despertado cierta curiosidad en ella. - La primera fue hace mucho tiempo... - parece que hace siglos de aquello, pero el recuerdo de cómo acabó todo es bastante triste. - Ella murió. - concluyo en tono de voz calmado y quedo, mirando hacia el frente suspirando antes de detener nuestro paseo un momento. Tras unos segundos ladeo la cabeza, posando la vista en el rostro de Juliet. - Y la segunda....una chica que creo que conoces...así no muy alta.. - hago un gesto con la mano como indicando la altura, más o menos como la de ella. - Con el pelo de un color así como tirando a pelirrojo, y los ojos muy llamativos. Es muy valiente y sabe luchar bastante bien. Una vez CASI me gana. Hace cosas con hielo y a veces cura a idiotas que se meten en líos y que son difíciles de aguantar. Creo que no hace falta que te diga quién es. - termino así esa especie de broma-descripción, tan obvia que se dará cuenta de que hablo de ella. Al final me acabo riendo por lo bajo de la chorrada que acabo de soltar.
Después frunzo levemente el ceño, sin comprender bien por qué piensa que realmente no hay nada que tenga que quiera o tenga que preguntar. - Claro que lo tengo. ¿Por qué no iba a tenerlo? Creo que yo te he contado más cosas de mí de las que sé sobre ti. Como lo que te he dicho ahora mismo sobre las dos personas. O cosas que me avergüenzan, como lo de robar a Svart del nido, lo de antes de Adele, o peor aún... lo de aquella fiesta en la que murió Sirius.- contárselo me había quitado un peso de encima, nadie lo sabía hasta ahora. - Sin embargo me he dado cuenta de que no sé tanto de ti. Que estuviste encerrada muchos años en el Coliseo, con tu madre. Que te obligaban a hacer cosas que no querías. Que viniste a Londres buscando a tu familia, pero sólo encontraste al elfo pervertido y unos hermanos que te importan poco. No sé...por ejemplo... ¿ya te habías enamorado antes, verdad? y si es así...¿sabes si viven? - la pregunta podría parecer un poco fuera de lugar, pero simplemente es por saber si ha vivido alguna situación parecida a la mía.
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dado probabilidad: pregunta cosas turbias?
éxito: sí
fallo: no
Dados
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El miembro 'Reiv Black' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
'Probabilidad' :
Agradeció al moreno las palabras, estrechándolo un segundo justo antes de separarse. Le tomaría la palabra, lo sabía, pero al menos el tema la tenía mucho más tranquila que cuando recién salieron de la prisión humana. Se sentía casi utópico pensar todo lo que habían pasado y compararlo con lo que vivían justo ahora. No solo era el lugar, también era el momento de tranquilidad, la posibilidad de pasar un momento a solas y sincerarse uno con el otro.
Las respuestas no tardaron en fluir, aunque un poco escuetas. No dijo realmente nada de su anterior relación, si es que había llegado a serlo, solo que había muerto. Las circunstancias debían ser difíciles si no tenía ganas de hondar en ello. El contraste se nota cuando empieza describiendola a ella misma. No pudo evitar iniciar con una risita nerviosa y baja mientras enumeraba sus supuestas cualidades, además de la descripción detallada. Sus mejillas se ruborizaron, esperaba que la poca luz le ayudara a disimular. Terminó incluso por alisarse la falda a modo nervioso y colocarse un mechón detras de la oreja.- Suena como una persona muy valiosa. Espero que todo sea correspondido.- Murmuró tratando de picarle un poco, aunque la respuesta era más que conocida. Por otro lado, había algo que no le cuadraba en esas dos personas.- Entonces ¿por qué estaba celosa de la chica del bar, la alada? ¿Nunca fueron algo? - Si al menos conseguía esa pregunta, quizás podía dejarle pasar el interrogatorio de la otra chica, de la que realmente no había dicho nada, y que parecía dolerle aún.
La expresión del contrario al invitarle a hacer una pregunta no fue la que eseraba. Al parecer, tenía mucho más interés en su pasado del que habría creído. Le sonaba a imposible, pues era como extrañar a quien nunca se había conocido.- Pero no creo que tengas curiosidad por algo en específico, no creo que tengas una pregunta. Ya te imaginas todo, si acaso buscas confirmaciones o detalles. Y no es igual, esas cosas: Svart, Adele, Sirius... salieron a la luz en un momento en que estabamos juntos y por eso me las dijiste. Ahondamos en ellas juntos. No creo que lo hubieras hecho de no ser en esas circunstancias y no ha llegado un momento en que nada de lo que yo viví saliera a conversación.- Susurró, aunque quizás lo de Svart se lo habría dicho eventualmente, pues eso la implicaba un poco a ella. Aún así, tenía razón en su segunda parte. Había pensado que podía ignorar todo el pasado y construir una relación con él a partir de su llegada a Londres, pero las raíces parecían ser importantes, al menos para él. Los dos guardaban aún secretos, pero los de ella habían permanecido ocultos por más tiempo, y se sentía orillada a responder. Se relajó cuando recordó que ella le había invitado a hacer sus preguntas, pero no lo hacía más fácil. Soltó un suspiro tras una larga meditación donde su mirada se fue al suelo tratando de encontrar la respuesta adecuada. Sabía que, después de todo, no podía darle una respuesta escueta y hacer que el moreno la aceptara sin decir que volvía a darle largas.- Hubo tres hombres en mi vida antes que tu. Del primero te hablé en ChinaTown. No me enamoré, estaba obsesionada. Quizás viva... El tercero era un campesino que me encontró herida en un bosque en Francia. Tenía días volando y no podía más. Me ayudó a reponerme y también me ayudó a confiar de nuevo en la gente, eso lo hizo importante. Quizás viva, pero solo lo conocí tres días, no fue amor.- Hizo una larga pausa, pernsando en como continuar. Hacía falta uno, pero a él había evitado pensarle desde el día en que salió del Coliseo. Su voz inició temblorosa, pero pronto tomó ritmo y normalidad.- Del segundo quizás me enamoré. Compartíamos celda. Era mayor que yo. Ya no recuerdo su cara. Nos besamos una vez. Hicimos un plan para quitarnos los chips y hacernos un corte el uno al otro en combate, y luego escapar. Estaba nerviosa y mi corte fue demasiado. Se desmayó, se lo llevaron y nunca lo volvía a ver.- Quizás era el tema, pero de pronto el frío le había calado en los huesos.
Las respuestas no tardaron en fluir, aunque un poco escuetas. No dijo realmente nada de su anterior relación, si es que había llegado a serlo, solo que había muerto. Las circunstancias debían ser difíciles si no tenía ganas de hondar en ello. El contraste se nota cuando empieza describiendola a ella misma. No pudo evitar iniciar con una risita nerviosa y baja mientras enumeraba sus supuestas cualidades, además de la descripción detallada. Sus mejillas se ruborizaron, esperaba que la poca luz le ayudara a disimular. Terminó incluso por alisarse la falda a modo nervioso y colocarse un mechón detras de la oreja.- Suena como una persona muy valiosa. Espero que todo sea correspondido.- Murmuró tratando de picarle un poco, aunque la respuesta era más que conocida. Por otro lado, había algo que no le cuadraba en esas dos personas.- Entonces ¿por qué estaba celosa de la chica del bar, la alada? ¿Nunca fueron algo? - Si al menos conseguía esa pregunta, quizás podía dejarle pasar el interrogatorio de la otra chica, de la que realmente no había dicho nada, y que parecía dolerle aún.
La expresión del contrario al invitarle a hacer una pregunta no fue la que eseraba. Al parecer, tenía mucho más interés en su pasado del que habría creído. Le sonaba a imposible, pues era como extrañar a quien nunca se había conocido.- Pero no creo que tengas curiosidad por algo en específico, no creo que tengas una pregunta. Ya te imaginas todo, si acaso buscas confirmaciones o detalles. Y no es igual, esas cosas: Svart, Adele, Sirius... salieron a la luz en un momento en que estabamos juntos y por eso me las dijiste. Ahondamos en ellas juntos. No creo que lo hubieras hecho de no ser en esas circunstancias y no ha llegado un momento en que nada de lo que yo viví saliera a conversación.- Susurró, aunque quizás lo de Svart se lo habría dicho eventualmente, pues eso la implicaba un poco a ella. Aún así, tenía razón en su segunda parte. Había pensado que podía ignorar todo el pasado y construir una relación con él a partir de su llegada a Londres, pero las raíces parecían ser importantes, al menos para él. Los dos guardaban aún secretos, pero los de ella habían permanecido ocultos por más tiempo, y se sentía orillada a responder. Se relajó cuando recordó que ella le había invitado a hacer sus preguntas, pero no lo hacía más fácil. Soltó un suspiro tras una larga meditación donde su mirada se fue al suelo tratando de encontrar la respuesta adecuada. Sabía que, después de todo, no podía darle una respuesta escueta y hacer que el moreno la aceptara sin decir que volvía a darle largas.- Hubo tres hombres en mi vida antes que tu. Del primero te hablé en ChinaTown. No me enamoré, estaba obsesionada. Quizás viva... El tercero era un campesino que me encontró herida en un bosque en Francia. Tenía días volando y no podía más. Me ayudó a reponerme y también me ayudó a confiar de nuevo en la gente, eso lo hizo importante. Quizás viva, pero solo lo conocí tres días, no fue amor.- Hizo una larga pausa, pernsando en como continuar. Hacía falta uno, pero a él había evitado pensarle desde el día en que salió del Coliseo. Su voz inició temblorosa, pero pronto tomó ritmo y normalidad.- Del segundo quizás me enamoré. Compartíamos celda. Era mayor que yo. Ya no recuerdo su cara. Nos besamos una vez. Hicimos un plan para quitarnos los chips y hacernos un corte el uno al otro en combate, y luego escapar. Estaba nerviosa y mi corte fue demasiado. Se desmayó, se lo llevaron y nunca lo volvía a ver.- Quizás era el tema, pero de pronto el frío le había calado en los huesos.
Los halagos en forma de adivinanza surten el efecto esperado en ella, permitiéndome entreverlo en cada uno de sus gestos y en su rubor. Ella me devuelve la jugada como si hablásemos de una tercera persona, dejando la incertidumbre de saber si es correspondido. - Yo creo que lo es, sorprendentemente. - respondo en el mismo tono de voz que ella, dibujando una leve sonrisa en el rostro. No tarda en difuminarse cuando menciona a la alada. - ¿Estaba celosa? yo qué sé, ni me fijé en eso. - ahora parece un recuerdo bastante lejano, incluso poco relevante. - Pues la verdad es que no llegamos a ser nada, fue un simple tonteo intermitente en el tiempo, nunca llegó a más, ni lo tuve tan claro como lo tengo contigo. - eso fue así, y en ningún momento mentí a la otra persona, siempre le dije lo que había. Sabía que Juliet había pensado en aquello en más de una ocasión, porque no es la primera vez que me hace referencia a la camarera.
Asiento despacio a eso de que es probable que no le hubiese contado mis cosas si la conversación no se hubiese prestado a ello, casi siempre había salido a causa de algo, de un tema o una situación que nos hubiese llevado a eso. - Lo sé, no empecé a contarlo yo por decisión propia, pero creo que tampoco te lo habría ocultado si me hubieses preguntado por cosas de ese tipo. - en cierto modo resulta liberador que sepa ciertas cosas, aunque sean errores o defectos míos. Por mi parte no hay mucho más que decir, así que dejo que proceda cuando quiera para responder a las preguntas que le hice, dándole su tiempo contarlo.
- El día de la conversación de China Town...sí...creo que lo recuerdo. Y también recuerdo que dije que esperaba que ese tal "rey" estuviese muerto, porque si no lo estaba lo querría matar yo. Por lo que te hizo. - una obsesión, eso no contaba entonces. El tercero parecía alguien tan de paso que tampoco contaba, quitando el hecho de que la ayudó a confiar de nuevo. - Aunque tampoco mucho, cuando te conocí todavía eras muy desconfiada. Debo agradecerle que te encontrase, no estaríamos hablando de no ser así . - el de la celda parecía alguien más cercano, quitando que el factor de estar encerrados hacia que aquello no fuese una relación normal. Era muy posible que hubiese acabado como el primero, también desangrado por la espada de ella. Ya iban dos así. Me guardo en comentario de que yo podría ser el tercero, sería una metedura de pata en un momento así, más todavía teniendo en cuenta todo lo que me acababa de contar y lo poco que le gusta hablar de cosas así.
- Lo siento...por el modo en que terminó todo. Tampoco es que tuvieses mucha más opción, ni que tuvieses oportunidad de tener relaciones normales al estar tanto tiempo allí encerrada. ¿Piensas en ellos todavía o en lo que podría haber sido? - tal vez lo hiciese de vez en cuando, aunque ahora tenía otros recuerdos igualmente malos que podían ocuparle la mente, otros más recientes. Paso una mano por su brazo y su hombro como para animarla, notando que su piel está bastante fría. Decido quitarme la chaqueta para ponerla sobre sus hombros y que entre un poco en calor. - Creo que ahora sí que es momento de marcharse a las habitaciones. - ya fuese para seguir o para descansar, pero al menos a cubierto.
Asiento despacio a eso de que es probable que no le hubiese contado mis cosas si la conversación no se hubiese prestado a ello, casi siempre había salido a causa de algo, de un tema o una situación que nos hubiese llevado a eso. - Lo sé, no empecé a contarlo yo por decisión propia, pero creo que tampoco te lo habría ocultado si me hubieses preguntado por cosas de ese tipo. - en cierto modo resulta liberador que sepa ciertas cosas, aunque sean errores o defectos míos. Por mi parte no hay mucho más que decir, así que dejo que proceda cuando quiera para responder a las preguntas que le hice, dándole su tiempo contarlo.
- El día de la conversación de China Town...sí...creo que lo recuerdo. Y también recuerdo que dije que esperaba que ese tal "rey" estuviese muerto, porque si no lo estaba lo querría matar yo. Por lo que te hizo. - una obsesión, eso no contaba entonces. El tercero parecía alguien tan de paso que tampoco contaba, quitando el hecho de que la ayudó a confiar de nuevo. - Aunque tampoco mucho, cuando te conocí todavía eras muy desconfiada. Debo agradecerle que te encontrase, no estaríamos hablando de no ser así . - el de la celda parecía alguien más cercano, quitando que el factor de estar encerrados hacia que aquello no fuese una relación normal. Era muy posible que hubiese acabado como el primero, también desangrado por la espada de ella. Ya iban dos así. Me guardo en comentario de que yo podría ser el tercero, sería una metedura de pata en un momento así, más todavía teniendo en cuenta todo lo que me acababa de contar y lo poco que le gusta hablar de cosas así.
- Lo siento...por el modo en que terminó todo. Tampoco es que tuvieses mucha más opción, ni que tuvieses oportunidad de tener relaciones normales al estar tanto tiempo allí encerrada. ¿Piensas en ellos todavía o en lo que podría haber sido? - tal vez lo hiciese de vez en cuando, aunque ahora tenía otros recuerdos igualmente malos que podían ocuparle la mente, otros más recientes. Paso una mano por su brazo y su hombro como para animarla, notando que su piel está bastante fría. Decido quitarme la chaqueta para ponerla sobre sus hombros y que entre un poco en calor. - Creo que ahora sí que es momento de marcharse a las habitaciones. - ya fuese para seguir o para descansar, pero al menos a cubierto.
Después de un momento de tonteo y algo de complicidad entre ambos, las palabras del joven le sacaron una sonrisa, aunque también un gesto extrañado.- Dices sorprendentemente, pero creo que es justo como debe ser.- Susurró, dejando para después las confirmaciones debido a la siguiente respuesta. En realidad ya no le quitaba el sueño desde hacía tiempo, pero era algo que siempre quiso saber, pues al inicio parecía que algo había entre ese par y, en parte, era algo que la mantuvo alejada del moreno por algún tiempo y que la hizo dudar siquiera de acercarse. La última frase también le sacó una sonrisa. Era como él decía, que todo llegaba a su debido tiempo y por alguna razón. De alguna manera, se habían encontrado y no había necesidad de nadie más.- Tan claro... Ni la luna.- Susurró, volteando a ver el astro que, en ese momento, se erigía grande y blanca.
Tras un rato de contemplación, replicó a aquella casi invitación a preguntar cosas.- La cosa es si yo hubiese llegado a esas confesiones a base de preguntas. No habría manera de indagar sin pistas. Habría sido muy difícil. Pues lo mismo.- A eso se refería desde un inicio con que el moreno no tendría preguntas que hacer, aunque hacer la misma pregunta a ambas partes como había sucedido en ese momento no era tan difícil de responder. Era un intercambio equitativo e incluso le parecía algo justo.
La narración comenzó pesarosa, aunque aligerada la carga por Reiv. Al menos no parecía juzgarla por tantos errores cometidos, uno tras otro.- En ese caso, tenemos mucha gente que matar.- Murmuró, tratando de que aquello no implicara que muchos la habían lastimado, aunque no podía ocultar el hecho.- Tienes razón, él fue la primera persona con la que hablé después del Coliseo. Antes de ello evité todo contacto, evité todos los pueblo y todo camino que se viera pisado. Probablemente no habría llegado al centro de Londres nunca, y nunca te habría encontrado.- En alguna ocasión había pensado en volver a dar las gracias, pero ahora era algo del pasado.
Su última pregunta la tenía clara.- No. En ninguno. Nunca. Sé bien que en otras condiciones no habrían sido nada para mi. Solo... me duele que por mi culpa le quité a alguien la oportunidad de escapar. Por no ser lo suficientemente fría. Quizás de ahí viene parte de toda la culpa.- Se encogió de hombros, frunciendo un poco el ceño a medida que sus pensamientos volaban. Era abrir una lata de gusanos que había tratado de cerrar hacía mucho tiempo. Su gesto le volvió al presente, a la realidad, con una ligereza sencilla y dulce. Le observó con una sonrisa dulcificada mientras colocaba la chaqueta sobre sus hombros, negando suavemente con el rostro mientras se daba cuenta que no podía ya evitar quererle.- Ay, Reiv, Reiv, ¿no se te ocurrió abrazarme para quitarme el frío? Era la excusa perfecta.- Bromeó con una suave risilla, conociendo lo mal que se le daban ciertas cosas cuando no tenía la cabeza en ello, aunque justo después le dio las gracias, se arrebujó dentro de la chaqueta y tomó al moreno de la mano a manera de afirmar su observación. Ya hacía frío y él no tardaría mucho en congelarse, por más que quisiera aparentar otra cosa.- Vamos, no quiero que nos congelemos aquí. Aunque parece un buen lugar para estar por siempre.- Dijo justo antes de comenzar de nuevo a caminar, esta vez dejándose dirigir en dirección a las habitaciones, saliendo del jardín sin prisa, a paso ligero, y disfrutando ampliamente de la oportunidad de pasar algo de tiempo en paz.
Tras un rato de contemplación, replicó a aquella casi invitación a preguntar cosas.- La cosa es si yo hubiese llegado a esas confesiones a base de preguntas. No habría manera de indagar sin pistas. Habría sido muy difícil. Pues lo mismo.- A eso se refería desde un inicio con que el moreno no tendría preguntas que hacer, aunque hacer la misma pregunta a ambas partes como había sucedido en ese momento no era tan difícil de responder. Era un intercambio equitativo e incluso le parecía algo justo.
La narración comenzó pesarosa, aunque aligerada la carga por Reiv. Al menos no parecía juzgarla por tantos errores cometidos, uno tras otro.- En ese caso, tenemos mucha gente que matar.- Murmuró, tratando de que aquello no implicara que muchos la habían lastimado, aunque no podía ocultar el hecho.- Tienes razón, él fue la primera persona con la que hablé después del Coliseo. Antes de ello evité todo contacto, evité todos los pueblo y todo camino que se viera pisado. Probablemente no habría llegado al centro de Londres nunca, y nunca te habría encontrado.- En alguna ocasión había pensado en volver a dar las gracias, pero ahora era algo del pasado.
Su última pregunta la tenía clara.- No. En ninguno. Nunca. Sé bien que en otras condiciones no habrían sido nada para mi. Solo... me duele que por mi culpa le quité a alguien la oportunidad de escapar. Por no ser lo suficientemente fría. Quizás de ahí viene parte de toda la culpa.- Se encogió de hombros, frunciendo un poco el ceño a medida que sus pensamientos volaban. Era abrir una lata de gusanos que había tratado de cerrar hacía mucho tiempo. Su gesto le volvió al presente, a la realidad, con una ligereza sencilla y dulce. Le observó con una sonrisa dulcificada mientras colocaba la chaqueta sobre sus hombros, negando suavemente con el rostro mientras se daba cuenta que no podía ya evitar quererle.- Ay, Reiv, Reiv, ¿no se te ocurrió abrazarme para quitarme el frío? Era la excusa perfecta.- Bromeó con una suave risilla, conociendo lo mal que se le daban ciertas cosas cuando no tenía la cabeza en ello, aunque justo después le dio las gracias, se arrebujó dentro de la chaqueta y tomó al moreno de la mano a manera de afirmar su observación. Ya hacía frío y él no tardaría mucho en congelarse, por más que quisiera aparentar otra cosa.- Vamos, no quiero que nos congelemos aquí. Aunque parece un buen lugar para estar por siempre.- Dijo justo antes de comenzar de nuevo a caminar, esta vez dejándose dirigir en dirección a las habitaciones, saliendo del jardín sin prisa, a paso ligero, y disfrutando ampliamente de la oportunidad de pasar algo de tiempo en paz.
Cleopatra escribió:-Sí, bueno. También- Y no era del todo falso, pensé en voz alta cuando escuché la respuesta de Adramelech. Me muerdo los labios, pues parece que él tiene mucha menos información de la que esperaba que tuviera. Los tiempos anteriores al fin del torneo y los intentos en vano de recuperar a Astaroth son turbios en mi memoria, pero con esfuerzo creo que he podido encajar todas las piezas del rompecabezas -Esa pulsera era suya. Tu hermano... bueno seguramente ya lo sepas, quizás no. Vosotros no sois los primeros Soul Reapers que venís a la isla. Tu hermano estuvo mucho antes que vosotros, cuando participó en el torneo hace unos años. Y le vi raro. Demasiado. No sé qué habría pasado en el tiempo que nos separamos pero, me temía que algo podría haberle ocurrido. Algo sobre nigromancia- Rebusco una piedra en mi bolsillo. Es una piedra, blanca con irisaciones. Antes brillaba con todos los colores del firmamento, pero desde la pérdida de magia permanece inerte. -Después de saber qué es lo que pasaba, lo del demonio y eso. Intentamos hacer que Astaroth volviera a la normalidad, a su normalidad. Con sus bromas y quitarle ese aura tétrica que le rodea. Y saben todos los dioses que hice todo lo que pude con ello. Tuve que hacer tratos con gente con los que no lo hubiera hecho. Y Astaroth se curó, vaya que si lo hizo. Pero...- Niego con la cabeza. El resto se lo puede oler. Total, ya lo sabe. Suspiro y me siento.
-Volví a la isla. Pedí ayuda a los descendientes: buscamos a Astaroth por los laberintos de la muerte con la ayuda de la ya fallecida Kira Mandela, con Bellatrix... todos. No hubo rincón en el inframundo que no hubiese sido recorrido por nuestras ánimas para buscar a Astaroth. Y lo conseguimos, vaya que si lo conseguimos- Dejo la piedra blanca en las manos de Adramelech -Conseguimos atar el espíritu de Astaroth en esa roca. Pero al irse la magia el nexo se ha perdido, otra vez. Pero con tu ayuda podremos volver a traerlo de vuelta. ¡Podemos hacer que vuelva! Hay ... hay formas. Lo he estudiado. Está la piedra de la resurrección, está el nexo de la sangre: "sangre a la sangre", tenemos los conocimientos y los artífices-
En algún momento me levanté, fruto del ímpetu. Me vuelvo a sentar. "Hola soy Cleopatra y quiero revivir a tu hermano muerto". Cierro los ojos, pensando que debía parecer una maldita chiflada a ojos de Adramelech. Eso si no decide tirarme por el borde de la isla, llamar a la policía o encerrarme en un psiquiátrico para siempre. Y tendría toda la razón del mundo. -Creo que tu hermano podría haber conseguido grandes cosas. Lo sé aquí dentro. No es justo lo que le pasó. No puedo evitar pensar en que podría haber hecho algo más... También sé que debería dejarlo ir, aceptar lo que pasó, las decisiones que no tomamos... Pero... ¡no puedo! ¡No puedo!- Silencio -Supongo que pensarás que estoy loca, y no te falta razón-
Asiento a lo del torneo, lo sabía, aunque desconocía que su amiga también hubiese participado con él, según entiendo por sus palabras. Raro...era mucho más que eso. El maldito sentimiento de culpa se hace más presente cuando relaciona aquella rareza que notó con asuntos de nigromantes. Podría callar y no decirle lo que sucedió. Podría hacerme el loco y pasarlo por alto. O también podría ser sincero con una de las pocas personas que fue cercana para Astaroth. - Eso también lo sé. Ya estaba así antes de ir a ese maldito torneo. Un demonio poseyó su cuerpo y lo arrastró al plano demoníaco...pensé que había muerto en aquel momento, pero tiempo después retornó a través del portal de la torre del nigromante. Sólo que aquel ya no era él. - recuerdo perfectamente el doloroso momento del reencuentro, las palabras que me dijo. - Fue culpa mía... yo...le metí en un lío para hacer un exorcismo que no salió bien...ahí lo perdí para siempre. - murmuro cabizbajo, sin querer mirar a la chica. No creo que ayude, pero debe saber lo que pasó. Sólo vuelvo a alzar la cabeza cuando dice que intentó curar a Astaroth, sin que me cuadre con lo que me dijo Khaled sobre la muerte de mi hermano.
- Lo busqué por todas partes después de aquel torneo, lo busqué sin descanso, hasta que Khaled me dijo que Astaroth no había podido controlar al demonio que lo poseía. - nadie me había dado esa información de la que habla Cleo, así que ahora me siento como el último idiota en enterarse de todo. - ¿Cómo? ¿cómo puede ser que lo "curases"? ¿Acaso eres nigromante como para controlar demonios? ¿Qué pasó con el cuerpo de Astaroth? - pregunto con un hilo de voz, Khaled no me dio demasiada información. Sólo supe que él se había ido. Tomo la piedra blanca que pone entre mis manos, aquello que supuestamente usaron como nexo para atar el alma de Astaroth. Ni siquiera hay espacio para la esperanza, cuando bloquearon la magia se perdió. Su alma no permaneció unida a aquello. Quedo unos segundos absorto mientras contemplo la piedra con gesto de tristeza, pensando que aquello es lo único que queda de él. Después la vuelvo a poner en las manos de Cleo, que parece negarse a aceptar que él nos dejó.
- Debías quererle mucho... - murmuro con cariño mientras cierro su mano en torno a la piedra, de manera cuidadosa. No ha dejado de pensar en traerlo de vuelta. - También le echo de menos, todos los días. Ojalá hubiese podido hablar con él una última vez, pedirle perdón, que no se fuese sin que hubiésemos quedado en paz... - esa espina se me había quedado clavada, sin remedio alguno. También sé que él era una buena persona, y que probablemente me habría perdonado, de no ser por aquel demonio que hablaba por él. - Sí. Él siempre alardeaba de ser el nigromante más joven de la historia, podría haber logrado grandes cosas. - sonrío tristemente, debatiéndome entre aceptar la realidad o seguir la testarudez de la chica. - Ojalá pudiese hacerse. Pero no tenemos nada. Aunque consiguiéramos traer el alma de vuelta. ¿Sería eso vida? ¿sería el mismo Astaroth sin su cuerpo? ...Khaled hizo algo parecido con Lyosha...no estoy seguro de poder calificar de vida a lo que tiene un revenant. - todas esas preguntas tendrían que ser contestadas en otro momento, en otro lugar, pues tardaremos demasiado en desentrañar todos esos misterios. De ese modo nos marchamos ambos de los jardines, silenciosos y pensativos.
Ellyos Kakumei
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Después de un tiempo desaparecido, decidí volver, quise volver a buscar mi lugar, si es que aun quedaba ese sitio para ayudar en la lucha, pues había logrado encontrar la respuesta que buscaba, el valor necesario, mi resolución.
Cunado sucedió aquel fatidico suceso donde nos privarían de la magia y me quedé atrapado en mi forma de dragón, decidí que lo mejor era marcharme y ocultarme, pues un dragón sería algo demasiado vistoso y no quería poner a nadie en peligro por tener que ocultar y proteger un dragón de generosas caderas, lo reconozco, debería ponerme a dieta, ¡pero es que me encanta comer! y en mi forma humana no se nota pero en la de dragón sí, tengo unos señores muslos...
Viajé por muchas tierras, siempre tomando mis descansos pues sin la magia no volaba tan bien y fluido como cuando controlaba los vientos, por no mencionar el cansancio y la debilidad que muchas veces me acompañaba. Fue curioso encontrar una comunidad de gente apartada de la vida con la tecnología, decididos a vivir en comunión con la naturaleza que se tomaron mi aparición como un signo de los cielos. Me quedé un tiempo con ellos, compartiendo mi conocimiento y ayudando a sanar a los enfermos con todo lo que sabía de hierbas y remedios, que no pudiera hacer magia para curarlos no significaba que no pudiera decirles como hacer para hacer algunos remedios.
Cuando sentí mis fuerzas renovadas y que ya no debería tener más miedo, que era hora de madurar y enfrentarse al peligro y ayudar y proteger a los que más quería, me marché. Empecé por buscar a Johan para pedirle formar parte de su grupo oficialmente y ayudarles, tanto como dragón sanador, como para proteger o ayudar en lo que pudiera, aunque mi busqueda fue infructuosa, el castillo Black estaba vacio y otros lugares donde podía encontrarlo o recordaba haber ido con él no había rastro suya. Me decidí ir al último lugar que recordaba haber estado con él.
Después de un largo vuelo llegué a Ouroboros y suavemente aterricé en la zona de los jardines donde una vez ya había estado cuando me encontraba en recuperación. Agité un poco las alas antes de plegarlas y empecé olfateando el aire y el suelo. "Detecto sutiles aromas de Black en el aire", pensé para mi o a lo mejor era mi olfato engañándome de nuevo asi que continue con mi investigación draco-perrunamente, hasta que empecé a sentir cosquillas en mi orificio nasal y estornude violentamente... dichoso polen... se me ha vuelto a meter en la nariz... Se que un dragón olfateando no es la imagen de la sutileza pero en mi fuero interno y mi cordura pensé que daba igual que fuera en forma humana, cualquiera en esa isla podría detectar de sobra que era un dragón, y quizás si voy en mi forma real con mis prominentes caderas estilo Kardashian, me hagan un poco más de caso que en mi forma humana.
Cunado sucedió aquel fatidico suceso donde nos privarían de la magia y me quedé atrapado en mi forma de dragón, decidí que lo mejor era marcharme y ocultarme, pues un dragón sería algo demasiado vistoso y no quería poner a nadie en peligro por tener que ocultar y proteger un dragón de generosas caderas, lo reconozco, debería ponerme a dieta, ¡pero es que me encanta comer! y en mi forma humana no se nota pero en la de dragón sí, tengo unos señores muslos...
Viajé por muchas tierras, siempre tomando mis descansos pues sin la magia no volaba tan bien y fluido como cuando controlaba los vientos, por no mencionar el cansancio y la debilidad que muchas veces me acompañaba. Fue curioso encontrar una comunidad de gente apartada de la vida con la tecnología, decididos a vivir en comunión con la naturaleza que se tomaron mi aparición como un signo de los cielos. Me quedé un tiempo con ellos, compartiendo mi conocimiento y ayudando a sanar a los enfermos con todo lo que sabía de hierbas y remedios, que no pudiera hacer magia para curarlos no significaba que no pudiera decirles como hacer para hacer algunos remedios.
Cuando sentí mis fuerzas renovadas y que ya no debería tener más miedo, que era hora de madurar y enfrentarse al peligro y ayudar y proteger a los que más quería, me marché. Empecé por buscar a Johan para pedirle formar parte de su grupo oficialmente y ayudarles, tanto como dragón sanador, como para proteger o ayudar en lo que pudiera, aunque mi busqueda fue infructuosa, el castillo Black estaba vacio y otros lugares donde podía encontrarlo o recordaba haber ido con él no había rastro suya. Me decidí ir al último lugar que recordaba haber estado con él.
Después de un largo vuelo llegué a Ouroboros y suavemente aterricé en la zona de los jardines donde una vez ya había estado cuando me encontraba en recuperación. Agité un poco las alas antes de plegarlas y empecé olfateando el aire y el suelo. "Detecto sutiles aromas de Black en el aire", pensé para mi o a lo mejor era mi olfato engañándome de nuevo asi que continue con mi investigación draco-perrunamente, hasta que empecé a sentir cosquillas en mi orificio nasal y estornude violentamente... dichoso polen... se me ha vuelto a meter en la nariz... Se que un dragón olfateando no es la imagen de la sutileza pero en mi fuero interno y mi cordura pensé que daba igual que fuera en forma humana, cualquiera en esa isla podría detectar de sobra que era un dragón, y quizás si voy en mi forma real con mis prominentes caderas estilo Kardashian, me hagan un poco más de caso que en mi forma humana.
Arrugue la cara en una expresión de asco cuando Lyka se sorbió los mocos de aquella forma.
-Le hablé a Ben para saber dónde está y que sepa que encontramos a Imram y dice que te dé una colleja de su parte, que espera que todo esté bien. También dice que está en Francia, cree haber llegado a la ciudad rara que estábamos buscando, aquella de la que hablaron Thalos y Johan. Los de Marsella lo ayudaron, todavía no hizo ninguna estupidez y espera nuevas órdenes. No creo que tarde mucho en hacer una estupidez. Nunca le falta el antojo de desastres. No puedo creer que lo de Marsella haya sido verdad, al final mi instinto tenía razón.- Le respondí a Ben que iríamos en cuanto nos diera alguna dirección más detallada, mientras Imram y Lyka tenían su charla sobre sentimientos y yo me sentía sobrante allí porque no tenía ganas de expresar mis sentimientos, así que junto con Emily nos fuimos al centro de la ciudad de Praga mezclandonos con la gente lugareña y escondiendonos cuando pasaba un escuadrón del ejército. Allí encontramos en un callejón perdido, una tienda de ropa elegante. Entramos, me probé diferentes vestidos imaginándome a Kyllian y a mí sentados a la luz de las velas con eso puesto, aunque las botas tácticas no combinaban, mientras la alada me daba su opinión sobre como me quedaba cada opción a la vez que nos contábamos confidencias que nos hacían reír, hasta que un vestido me convenció, me sentía cómoda, se adaptaba perfectamente a la forma de mi cuerpo y era lindo. Era un vestido negro que dejaba toda mi espalda al descubierto, largo y recto hasta el piso salvo por mis caderas que le daba cierta ondulación. Cuando me fijé el precio me di cuenta que no teníamos con qué pagarlo, así que le pedí a la dependienta si podía buscar en el cuarto de atrás a ver si tenía uno igual pero en color falú y cuando fue a fijarse, puse el vestido en una bolsa, agarré todos los accesorios que pudieran combinar, agarré a Emily y salimos corriendo de allí. Con mis habilidades de espía nos escabullimos y logramos llegar al lugar de encuentro con Lyka e Imram. De allí aparecimos en el barco y, cuidando de que el oído feral de Kyllian no me oiga entré a mi habitación para dejar ahí la mayoría de los accesorios, olvidándome de dejar la bolsa con el vestido, luego me puse a buscar a él y a la bebé, con una pícara sonrisa. A medida que pasaba el tiempo y no los encontraba por ningún lado y no los olía, la sonrisa se me fue llendo para ser reemplazada por un ceño fruncido y preocupación, hasta que encontré la nota. Luego de leerla la hice un bollo con furia, le pedí a Lyka que me llevara a aquella isla mágica de la que tanto hablaban con la excusa de que quería hablar personalmente con Altair.
Cuando llegué quedé atónita. Parecía el paraíso. Todo era tan perfecto, tan mágico. El licántropo me dejó en lo que parecía ser los jardines, allí había tanto verde, los últimos rayos de luz del día sumado a los diferentes seres mágicos de tantas formas, colores y tamaños pululando por el sitio hacían de ese lugar el escenario perfecto para la ciudad utópica, los arbustos estaban tan prolijamente cuidados, aquí parecía un mundo distinto donde no existía la guerra. En eso el olor de mi hija me sacó del ensimismamiento.
Lo seguí por un buen rato y para cuando me encontré con una edificación la cual supuse que era una especie de hospital por la recepción tan blanca y las batas de médicos que muchos de allí llevaban, en vez de entrar, seguí el olor desde afuera hasta que llegué a una ventana. Ya era de noche para ese momento, pero la luna todavía no estaba en su punto máximo, sin embargo podía sentir a los huesos empezar a crecer. Con ese dolor y lo traicionada que me sentía por Kyllian me subí al alféizar de la ventana que suponía daba a la habitación donde éste estaba y de dos fuertes golpes rompí el vidrio. Mis manos quedaron llenas de astillas del vidrio roto, pero la adrenalina sumado al dolor que sentía en general en el cuerpo por la inminente transformación, no me dejó sentir los pinchazos en las manos.
Entré a una habitación donde había tres camillas, pasé corriendo al lado de una en donde había un olor que ya conocía, pero ni siquiera me giré a mirar que se trataba de Johan, cegada como estaba por el dolor y la furia logré sortear a los médicos y otras personas que se interponían en mi camino, algunas las conocía y otras no, y reconocí mi objetivo. Kyllian le estaba dando la niña a un elfo que ya había visto en otra ocasión. Con el impulso que traía tomé al feral por el cogote y con una sola mano lo estampé contra la pared del pasillo.
-Ésta no la cuentas.- Le dije con mis ojos desorbitados por la locura y la voz ronca por la inminente transformación.
-Aguantame esto.- Le dije al elfo y colgué de su larga oreja la bolsa en la que había puesto el vestido que recién ahora me dí cuenta que la traía.
-Salgamos un momento.- Hice acopio de toda la fuerza que poseía en el cuerpo y lanzé a Kyllian a través de la ventana por la que había entrado, luego salí detrás de él. Cuando volví a pisar la tierra de las áreas verdes caminé decidida hacia Kyllian, cuando lo tuve al alcance le dije.
-Maldito malnacido.- Lancé un golpe hacia él.
-Impostor.- Otro golpe.
-Doble cara.- Otro golpe.
-Mentiroso.- Otro golpe.
-Ladrón.- Otro golpe. Los dolores del cambio de forma eran cada vez más y más intensos.
-Le hablé a Ben para saber dónde está y que sepa que encontramos a Imram y dice que te dé una colleja de su parte, que espera que todo esté bien. También dice que está en Francia, cree haber llegado a la ciudad rara que estábamos buscando, aquella de la que hablaron Thalos y Johan. Los de Marsella lo ayudaron, todavía no hizo ninguna estupidez y espera nuevas órdenes. No creo que tarde mucho en hacer una estupidez. Nunca le falta el antojo de desastres. No puedo creer que lo de Marsella haya sido verdad, al final mi instinto tenía razón.- Le respondí a Ben que iríamos en cuanto nos diera alguna dirección más detallada, mientras Imram y Lyka tenían su charla sobre sentimientos y yo me sentía sobrante allí porque no tenía ganas de expresar mis sentimientos, así que junto con Emily nos fuimos al centro de la ciudad de Praga mezclandonos con la gente lugareña y escondiendonos cuando pasaba un escuadrón del ejército. Allí encontramos en un callejón perdido, una tienda de ropa elegante. Entramos, me probé diferentes vestidos imaginándome a Kyllian y a mí sentados a la luz de las velas con eso puesto, aunque las botas tácticas no combinaban, mientras la alada me daba su opinión sobre como me quedaba cada opción a la vez que nos contábamos confidencias que nos hacían reír, hasta que un vestido me convenció, me sentía cómoda, se adaptaba perfectamente a la forma de mi cuerpo y era lindo. Era un vestido negro que dejaba toda mi espalda al descubierto, largo y recto hasta el piso salvo por mis caderas que le daba cierta ondulación. Cuando me fijé el precio me di cuenta que no teníamos con qué pagarlo, así que le pedí a la dependienta si podía buscar en el cuarto de atrás a ver si tenía uno igual pero en color falú y cuando fue a fijarse, puse el vestido en una bolsa, agarré todos los accesorios que pudieran combinar, agarré a Emily y salimos corriendo de allí. Con mis habilidades de espía nos escabullimos y logramos llegar al lugar de encuentro con Lyka e Imram. De allí aparecimos en el barco y, cuidando de que el oído feral de Kyllian no me oiga entré a mi habitación para dejar ahí la mayoría de los accesorios, olvidándome de dejar la bolsa con el vestido, luego me puse a buscar a él y a la bebé, con una pícara sonrisa. A medida que pasaba el tiempo y no los encontraba por ningún lado y no los olía, la sonrisa se me fue llendo para ser reemplazada por un ceño fruncido y preocupación, hasta que encontré la nota. Luego de leerla la hice un bollo con furia, le pedí a Lyka que me llevara a aquella isla mágica de la que tanto hablaban con la excusa de que quería hablar personalmente con Altair.
Cuando llegué quedé atónita. Parecía el paraíso. Todo era tan perfecto, tan mágico. El licántropo me dejó en lo que parecía ser los jardines, allí había tanto verde, los últimos rayos de luz del día sumado a los diferentes seres mágicos de tantas formas, colores y tamaños pululando por el sitio hacían de ese lugar el escenario perfecto para la ciudad utópica, los arbustos estaban tan prolijamente cuidados, aquí parecía un mundo distinto donde no existía la guerra. En eso el olor de mi hija me sacó del ensimismamiento.
Lo seguí por un buen rato y para cuando me encontré con una edificación la cual supuse que era una especie de hospital por la recepción tan blanca y las batas de médicos que muchos de allí llevaban, en vez de entrar, seguí el olor desde afuera hasta que llegué a una ventana. Ya era de noche para ese momento, pero la luna todavía no estaba en su punto máximo, sin embargo podía sentir a los huesos empezar a crecer. Con ese dolor y lo traicionada que me sentía por Kyllian me subí al alféizar de la ventana que suponía daba a la habitación donde éste estaba y de dos fuertes golpes rompí el vidrio. Mis manos quedaron llenas de astillas del vidrio roto, pero la adrenalina sumado al dolor que sentía en general en el cuerpo por la inminente transformación, no me dejó sentir los pinchazos en las manos.
Entré a una habitación donde había tres camillas, pasé corriendo al lado de una en donde había un olor que ya conocía, pero ni siquiera me giré a mirar que se trataba de Johan, cegada como estaba por el dolor y la furia logré sortear a los médicos y otras personas que se interponían en mi camino, algunas las conocía y otras no, y reconocí mi objetivo. Kyllian le estaba dando la niña a un elfo que ya había visto en otra ocasión. Con el impulso que traía tomé al feral por el cogote y con una sola mano lo estampé contra la pared del pasillo.
-Ésta no la cuentas.- Le dije con mis ojos desorbitados por la locura y la voz ronca por la inminente transformación.
-Aguantame esto.- Le dije al elfo y colgué de su larga oreja la bolsa en la que había puesto el vestido que recién ahora me dí cuenta que la traía.
-Salgamos un momento.- Hice acopio de toda la fuerza que poseía en el cuerpo y lanzé a Kyllian a través de la ventana por la que había entrado, luego salí detrás de él. Cuando volví a pisar la tierra de las áreas verdes caminé decidida hacia Kyllian, cuando lo tuve al alcance le dije.
-Maldito malnacido.- Lancé un golpe hacia él.
-Impostor.- Otro golpe.
-Doble cara.- Otro golpe.
-Mentiroso.- Otro golpe.
-Ladrón.- Otro golpe. Los dolores del cambio de forma eran cada vez más y más intensos.
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